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[00]

Jungkook sólo sabía una cosa. Como mínimo una vez a la semana, escaparía de casa al anochecer e
iría a cantar a esa calle, en espera de su persona especial. Quizás si ella era capaz de reconocer su voz,
quizás si ella era capaz de verle brillar incluso en la oscuridad, él finalmente obtendría sólo felicidad,
como si de un milagro se tratara.

Taehyung nunca supo por qué era tan especial para él, el niño angelical que cada semana cantó bajo la
luz de la luna. Pero incluso si su corazón fue incapaz de comprenderlo, sin ninguna duda darle un
lugar en su vida. Y ese lugar fue tan excepcional, que ni siquiera el paso del tiempo pudo
arrebatárselo.

Jungkook fue la persona especial de Taehyung. Y Taehyung, para Jungkook, fue su verdadero
milagro.


[01]
Sábado 2 de Septiembre de 2006

Taehyung dio vueltas en su cama, sin conciliar el sueño. Se quejó un sinfín de veces con Morfeo y
bufó otras tantas, preguntándose por qué él, a su corta edad de 10 años, aún no había caído rendido
tras un largo día lleno de juegos. Había escuchado a su madre decir muchas veces que tras quedarse
sin energías, dormiría como un angelito, pero ahí estaba ahora, casi las 4 de la mañana y sin poder
pegar ojo.

Quizás la razón por la que se encontraba tan eufórico, era porque se había enterado de que el fin de
semana siguiente Jimin visitaría su casa después de mucho tiempo. Luego de que él se fuera a Busan
en febrero, realmente había llegado a pensar que no volvería a verlo. Esperar la llegada del próximo
sábado lo estaba poniendo más ansioso que nunca y se estaba obligando a recordar que dentro de
pocas horas tenía que levantarse para visitar la casa de sus tíos.
Cerró sus ojos duro, mentalizándose, contando ovejas para lograr dormirse, y volvió a abrir sus ojos
con molestia cuando la oveja 149
tropezó con la cerca y cayó sobre sus compañeras, haciéndole reír de tal manera que terminó
perdiendo la cuenta.
Ah, ¡ser un niño con insomnio era tan difícil! Quizás sería más fácil colocarse en la ventana y contar
las estrellas, al menos ellas no le fallarían tal y como hicieron las ovejas.
Se levantó, poniéndose sus pantuflas de tigre, y caminó rápidamente hasta su ventana. A medida que
estaba más cerca de esto, pudo percibir un pequeño murmullo desde el exterior y terminó caminando a
hurtadillas para luego mirar cautelosamente hacia afuera. Porque, ¿quién podría estar a esa hora en la
calle? Sus ojos se agrandaron con sorpresa al verificar una pequeña figura a escasos metros de su casa,
apoyada contra el poste de luz de al frente.
Sus dedos se movieron de manera automática hasta el seguro de la ventana, quitándolo para abrirla.
Su madre le había dicho cientos de veces antes que jamás debía dejar esa ventana abierta durante la
noche, pues aunque vivían en un sector tranquilo, no podía tentar a la suerte. Además, como los Kim
habitaban en una casa de un solo piso, más precavidos deberían ser. Pero ahí estaba el pequeño ahora,
abalanzándose sobre el marco de su ventana para mirar pasmado al niño desconocido que conservaba
la mirada baja mientras cantaba con voz dulce una canción desconocida.
Tenía una voz bonita. Taehyung sonrió embobado mientras le escuchaba con atención. Si aquel niño
cantara para él, seguramente gozaría de un sueño precioso. O, en otro extremo, quizás estaría tan
afanado escuchándole, que ni siquiera lograría dormir por ponerle atención.

Eran las 4 de la mañana y el desconocido dejó de cantar. Y cuando alzó su cabeza, topándose con los
ojos curiosos y brillantes de Taehyung, este último comprobó una cosa más: su voz no era lo único
precioso en él.

Y quizás Taehyung sí estaba durmiendo. Quizás, después de todo, hace tiempo había caído en los
brazos de Morfeo. Porque inocentemente, con su corazón latiendo por montón, sólo pudo catalogar al
chico frente a él como un ángel; Morfeo le había enviado un ángel en compensación por su insomnio.
Y el ángel le miró, en silencio, con ojos negros como esa noche; con ojos cubiertos de diminutas
lágrimas que brillaban de tal forma, que sólo se podrían comparar a las estrellas.

―¿Por qué estás llorando? ―Preguntó Taehyung.


Y era un poco extraño, pensado. Porque tenía decenas de preguntas más que hubiera preferido hacer.
Quería saber su nombre, su edad, por qué estaba en la calle a esas horas, cómo era posible que sus
padres le dejaran salir de noche siendo que a él le tiraban las orejas para obligarlo a entrar a casa
apenas comenzaba a oscurecer. Pero no, ahí estaba, preguntándole la razón de sus lágrimas, porque no
comprendía por qué alguien que no parecía estar triste, estaba llorando.

El niño le miró, un poco aturdido, aparentemente sin poder creer que alguien más ahí, además de él,
también estaba despierto. Giró su cabecita, observando las solitarias calles, y se atrevió a caminar
hasta aquel que no dejaba de mirarle desde su ventana. Se paró en puntillas, haciéndole notar a
Taehyung que era más bajo que él, y sus rostros quedaron frente a frente mientras ambos permanecían
igual de curiosos.

―¿Por qué no estás durmiendo? ―Preguntó el más pequeño. ―Tú tampoco estás durmiendo ―Su
ceño se frunció. ―¿Por qué estás llorando? ―Insistir.

―Mamá ha olvidado mi cumpleaños

Taehyung abrió la boca, sin saber qué decir. ¿De verdad una madre podría olvidar el cumpleaños de

su hijo? Su madre lo regañaba seguidamente, cierto, sobre todo porque él era un niño demasiado
travieso, ¡pero ella jamás había olvidado su cumpleaños! Y tampoco lo haría en el futuro, tendría sus
manos al fuego por ello.

―¿Cuál es tu nombre? ―Preguntó, intentando no sentirse mal por las lágrimas que aún cubrían sus
ojos.

―Jeon Jungkook

―Bien ―Aclaró su garganta, recibiendo


una mirada indagadora del contrario. ―Cumpleaños feliz ―Comenzó a cantar. ―Te deseo yo a ti
―Las lágrimas se deslizaron por el rostro del niño. ―Cumpleaños, Jeon Jungkookie, ¡que los
cumplas feliz!

Taehyung terminó de cantar, esperando no haber elevado demasiado la voz o definitivamente estaría
en problemas con su madre. Miró al niño, esperando una reacción positiva, y temió un poco cuando lo
vio retroceder un paso lejos de él. Su respiración se cortó un segundo más tarde cuando ahí, justo
donde estaba de pie, la luz de la luna lo bañó en toda su magnitud, convirtiéndolo en un ser casi
celestial. El niño secó sus lágrimas con los puños de su chaleco, intentando dejar de llorar, y el
corazón de Taehyung fue envuelto con dulzura cuando finalmente el contrario le enseñó su preciosa
sonrisa.

―Muchas gracias ―Su voz sonó más feliz cuando hizo una reverencia y continuó secando sus
lágrimas. ―Disculpa por llorar ―Agregó apresuradamente.

―¿Por qué te disculpas? ―Preguntó sin comprender; él jamás se había disculpado por llorar.

―A papá no le gusta que llore ―Contestó apenado. Su labio inferior formó un puchero inconsciente
cuando volvió a mirarlo.
―Está bien, somos los únicos aquí ―Le tranquilizó.

Jungkook parpadeó y miró el cielo un momento. Taehyung se sintió encantado cuando esos grandes
ojos volvieron a detenerse en él.

―Por cierto, ¿cuántos años cumpliste? ―Se atrevió a preguntar. Jungkook miró sus manos,
alzándolas tímidamente para enseñar 9 de sus dedos. ―¡Eso quiere decir que eres menor que yo!
Cumpliré 11 este año ―Golpeó su pecho con orgullo; le gustaba ser el alcalde. ―Me llamo Kim
Taehyung ―Se presentó.

―Kim Taehyung... ―Repitió en voz baja, su nombre pareciéndole vagamente familiar.

―No, no, ¡no! Hyung, tú debes llamarme hyung ―Indicó. ―Ya que soy mayor que tú, seré tu
hermano mayor

Jungkook parpadeó, preguntándose por qué aquel desconocido se tomó tal atribución e incluso le dio
la confianza para llamarlo hyung. No era como si ellos resultaran volverse a ver, ¿cierto? Pero incluso
si abrió su boca queriendo expresar sus dudas, volvió a cerrarla al ver la sonrisa del contrario.

Taehyung le sonreía como alguien que acababa de hacer un amigo; como la clase de persona que
deseaba darte una bienvenida. Y para Jungkook, siempre reservado y solitario, era agradable la idea
de reencontrarse con quien él deseaba al menos una vez.
[02]
Sábado 16 de septiembre de 2006

Eran más de las 3 de la mañana y Taehyung se esforzaba por mantenerse despierto. El fin de semana
pasado, debido a que Jimin se había quedado esos días con él, no había logrado desvelarse. Había
jugado con su mejor amigo por tanto tiempo, que ambos habían terminado agotados al llegar la noche,
y el menor de los dos tuvo que asumir que no podría comprobar si aquel niño con voz bonita volvería
a aparecer. De todas formas, Taehyung le había comentado a Jimin sobre Jungkook, sintiéndose
desilusionado cuando el pequeño de mejillas rellenas sólo lo dijo como un mentiroso bajo argumentos
como "los niños no salen de noche". ¿Cómo su mejor amigo osaba a tacharlo de mentiroso? Bien, él
había dicho mentiras antes, ¡pero eran absolutamente piadosas! Y si las veías desde sus zapatos, tan
mentiras no eran.

Como por ejemplo, la vez que le comentó a todos que detuvo un auto con su mano a la mitad de la
calle para salvar a un perrito que estaba cruzando, cuando en realidad él había tomado al cachorro en
brazos antes de que este fuera capaz de cruzar . Pero, al fin y al cabo, ¿no había salvado al cachorro?
Eso era lo importante.

O como la vez que le comentó a sus compañeros que pasaron sus vacaciones de verano en un
estudiando peces submarinos con su padre cuando en realidad sólo había visitado un acuario. ¡Pero en
definitiva, él había visto peces! Y también estaba esa vez que contó que por su cumpleaños, su madre
le había llevado a visitar otros planetas en una nave espacial exclusiva para él. Y la realidad no era tan
lejana: su madre lo había llevado a un planetario a ver constelaciones y planetas y, al terminar el día,
lo había dejado subirse a la nave espacial mecánica fuera del lugar. ¡Él había sido el único en esa
nave! Y, por supuesto, nadie podía dudar de que conocía la galaxia ese día.
Por tanto, ¿cómo podrían ser esas mentiras tan terribles? Pero por más que le insistió a Jimin que
había conocido a un niño con voz bonita, este no pudo ignorarlo más de lo que hizo. ¡Ah, si tan sólo él
hubiera estado despierto para conocer a Jungkook!

―Estás aquí de nuevo ―Taehyung abrió su ventana cuando escuchó a alguien cantar nuevamente.
Los ojitos del menor no perdieron la atención de él mientras continuaba cantando. ―¿Por qué vienes
a cantar aquí? ¿Tu mamá no se enoja porque sale tan tarde? ―Y esa respuesta definitivamente la
necesitaba. ¡Podría darle una explicación lógica a Jimin entonces!

―Mamá no está en casa ―Contestó Jungkook, dejando de cantar. ―Sí es por eso que canto. dijo que
cuando la perdiera, tenia que quedarme en el mismo lugar esperando por ella y cantar si es que me
sentia triste

―¿La ha perdido? ¿Qué hay de tu padre? ―Jungkook sólo le miró en silencio. ―¡Pero tú ni siquiera
te quedas en el mismo lugar! En ese caso, ¿no sería más fácil venir a cantar durante el día? ¡La noche
es muy tenebrosa! El menor junto a sus labios, formando una línea recta. Incluso si su mirada estaba
llena de inocencia, Taehyung se sintió cohibido ante lo intensamente que era. No le había hecho
encantar por ser demasiado preguntado, ¿verdad? ―Ella se fue ―Contestó finalmente.

―¿Hace cuánto?

―En año nuevo ―La mirada de Taehyung se amplió. ¡Habían pasado meses! ―Ella peleó con papá y
se fue de casa, pero dijo que volvería por mí, así que vengo a esperarla aquí, porque este es el lugar
donde la vi por última vez ―Alzó la vista hacia el poste de luz. ―Papá no me deja salir de casa al
menos que sea para ir al colegio, por eso debo venir de noche mientras él duerme. Me quedo en este
lugar porque mamá podrá verme bajó la luz ―Señaló el foco.

―Entonces cuando dijiste que olvidó tu cumpleaños...

―Pensé que ella me mandaría una postal ―Admitió con voz triste, volviendo a bajar la cabeza.
―Pero supongo que está ocupada, ella debe estar reuniendo dinero para venir por mí ―Habló con
convicción.

Taehyung le miró silenciosamente. Ahora que había unido las piezas de la historia, tenía más sentido
del que pensaba, ¡definitivamente Jimin tendría que creerle ahora! Abrió la boca, queriendo hablarle a
aquel niño de su mejor amigo, mas rápidamente la cerró al recordar algo; ¿No sería problemático para
Jungkook si su padre se enteraba de que escapaba por las noches? Y si se lo comentaba a Jimin...

Desistió de la idea en un santiamén. Él prefería quedar como un mentiroso que afectaría a Jungkook
por andar de bocazas.

―Hey ―Lo llamó, el menor alzó tímidamente su rostro hacia él. ―¿No te da miedo? ―Y ahora
ladeó su cabeza, claramente confuso. ―Estar de noche en la calle, ¿no te da miedo?

Jungkook demostró fijamente la calle; demasiado fria y solitaria. No obstante, una pequeña sonrisa
quedó grabada en sus labios cuando volvió a ver a Taehyung.
―Me da más miedo estar en casa ―Confesó.

A Taehyung le hubiera gustado entender a qué se refería en ese entonces.

[03]
Sábado 23 de septiembre de 2006

―Odio los exámenes de otoño ―Comentó Taehyung de repente mientras su nuevo amigo tarareaba
dulcemente una melodía, mirándole fijamente. ―Bien, los de otoño, los de invierno, los de primavera,
los de verano y... todos los exámenes en sí. ¿Por qué nos obligan a estudiar?

―Mamá me dijo una vez que debía de ser feliz por poder asistir a la escuela, ya que no todos los
niños tienen esa oportunidad

―Los padres dicen eso porque ellos no tienen que estudiar ―Taehyung se encaramó en el marco de la
ventana, sentándose ahí mientras sus piernas colgaban hacia al exterior. ―Brrr, ¿no tienes un poco de
frío? La cama es más calentita ―Se abrazó a sí mismo. Jungkook se encogió de hombros, más
acostumbrado a las bajas temperaturas durante la noche. ―Presiento que me fue fatal, en serio
―Deberías de estudiar más

―¿Qué niño de 10 años quiere pasar el día estudiando? ―Frunció su ceño en claro desacuerdo.
―¿Tú sí estudias mucho? ―El menor asintió. ―Por lo que te ha ido muy bien en los exámenes,
¿cierto? ―Y ahora su expresión era neutral. ―¿Jungkook?

―Puede... puede que no muy bien ―admitió.

―¿Entonces de qué te ha servido estudiar? ―Rió por lo bajo, divertido con el desenlace.

―No fue porque no estudié, yo me quedé dormido en medio de mi examen de coreano ―Comentó
con pena absoluta.

―¡Eso es porque vienes aquí durante las noches en vez de dormir! ―El niño sólo miró el piso,
sintiéndose culpable. ―No te preocupes, si repruebas, al menos ya seremos dos

―Eso no lo hace mejor

―Mamá y papá tienen que entender que ser un estudiante de quinto año es realmente difícil ―Su
impactó dramáticamente.

―Yo sólo estoy en tercero ―Susurró.

―¡Cierto! ¿Cómo un estudiante de tercero puede reprobar sus exámenes? ―Jungkook sintió sus
ojitos antes de esas palabras. ―Oye, espera, no es tan malo ―Intentó calmarlo.

―Papá se enojará conmigo ―Secó sus ojos con las mangas de su chaleco.
―Mamá también se enoja conmigo todo el tiempo, ¡vamos a superarlo! ―Jungkook le miró y sorbió
por la nariz, luciendo como un cachorrito triste. ―Lo peor que puede llegar a pasar, es que no nos
compren nuestros regalos de navidad

―Es Santa Claus quien trae los regalos ―Señaló el menor, mirándole extraño.

Taehyung mordió su lengua. ¿¡Cómo un niño de tercer año aún creía en Santa Claus!?

―Cierto, cierto, el señor gordo nos traerá carbón en vez de regalos ―Intentó seguirle el juego. La
mirada del niño se amplió al escuchar cuentos palabras.

―¡No le digas gordo a Santa!

―¿Y quién eres tú? ¿El defensor de los hombres gordos vestidos de traje rojo?

―¡Es por eso que él no te traerá regalos!

―¡Me parece bien! De todas formas, él jamás me trae lo que quiero, de lo contrario, ¡ya tendria mi
PS2!

Jungkook abrió su boca, queriendo argumentar contra esa lógica, mas su carita se arrugó al caer en un
punto importante.

―¿Qué es una PS2?

Taehyung le miró horrorizado. ¿Qué clase de niño no sabía que era una PS2?

―¡Una PlayStation 2, por supuesto! ―El menor seguía mirándole confuso. ―¿De verdad no sabes lo
que es? ―Y ahora negó con la cabeza en respuesta.
Taehyung le dio una mirada desconfiada, ¿podría Jungkook estar mintiendo? Lo repasó de pies a
cabeza, estudiosamente, y le fue difícil no detenerse en ciertos detalles: aquel niño siempre estaba
funcionando igual. ¿Sería ese su pijama? ¿O quizás su ropa favorita? Se veía vieja y, además, sus
zapatos lucía estropeados también. ¿Quizás Jungkook era pobre? Eso podria tener sentido. Y bien,
¿qué importaba si era pobre? ¡Él también lo era! Bueno, no pobre exactamente, pero sus padres
estaban lejos de consentirlo. ¿Y por qué estaba pensando en todo eso de todas las formas?

―Bien, una PS2 es... una consola donde puedes jugar muchos juegos ―Intentó explicarle de la
manera más básica que imaginaba.

―¿Cómo una Super Nintendo?

―¿¡Cómo puedes conocer esa consola arcaica y no la PS2!?

Jungkook se encogió en su sitio. ¿Arcaica? ¿Él había dicho arcaica? ¿Pero qué demonios significaba
arcaica? ¡Más le valía que fuera una buena palabra! Porque, ¿¡quién en su sano juicio podía despreciar
una SNES!?
―Está bien, está bien, vamos a guardar la calma ―Dijo el mayor al notar que la mirada del más
pequeño estaba llena de recriminación. ―Cuando tenga mi PS2, te invitaré a jugar, ¿sí? Y podras
comprobar por ti mismo lo genial que es

La mirada de Jungkook brilló y quiso invitarlo también a su casa para jugar con su SNES, sin
embargo, desistió de la idea al recordar lo mucho que eso podría molestar a su padre.

Estaba bien tener un amigo siempre y cuando no lo llevara a jugar a su hogar.


[04]
Sábado 30 de septiembre de 2006

Taehyung iluminó su comic con una pequeña linterna debido a que la luz que entraba por la ventana
no tenía el alcance suficiente para ayudar a leer el texto. Bostezó con pereza, confirmando la hora en
el reloj de pulsera que le había regalado su padre esa última navidad, y suspiró con pesadez porque ya
eran las 4 y Jungkook aún no daba señal de vida. ¿Acaso no vendría aquella noche? ¿Él había estado
esperando para nada? Hubiera sido más fácil si tuviera alguna forma de comunicarse con él.

Se levantó de mala gana, estirándose tras abandonar su revista, y en cuanto miró por la ventana, sus
ojos se abrieron con sorpresa al ver a su pequeño amigo bajo del poste mientras estaba hecho bolita.
Abrió su ventana al instante, preparándose para regañarlo por su tardanza y, peor, ¡por no avisarle que
había llegado hace quién sabe cuánto! Mas se detuvo al oír su llanto desconsolado. ¿Por qué Jungkook
estaba llorando ahora?

―¿Ha sucedido algo malo? ―Preguntó el alcalde, sacando su cabeza por la ventana.

Jungkook no respondió. En cambio, debido a que continuó llorando por unos minutos más, Taehyung
tuvo que limitarse a observarle hasta que se animara a hablar. ¿Pero qué tan malo podía ser lo que
pasaba para que ni siquiera fuera capaz de articular palabra?

―¿Jungkook? ―Insistí después de 3 minutos demasiado eternos para cualquier niño. El aludido
apenas levanto su cabeza para mirarle con ojos tristones. -¿Que Paso?

―Reprobé mi examen de coreano ―Respondió con voz quebradiza, su labio inferior formando de
manera automática un puchero.

―¡Pero si sólo era eso! ―Taehyung le miró como un fenómeno, suspirando más calmado un minuto
más tarde mientras buscaba palabras de consuelo. ―Ya sabes, solo es coreano. Yo reprobé
matemáticas y ciencias ―Sonrió para él, intentando contagiarle su alegría. Tristemente, los ojos del
menor volvían a llenarse de lágrimas. ―¡Y mis padres inclusive me han castigado! ¿Tu padre te ha
castigado?

Jungkook negó suavemente con la cabeza, sus lágrimas deslizándose silenciosamente por sus mejillas.
Taehyung no pudo comprender la razón de su llanto siendo que había salido completamente ileso de
su mal resultado.

―Pues bien, deberías de animarte entonces ―Suspiro. ―Mis padres me han prohibido salir a jugar
por dos fines de semana, ¿puedes creerlo? Así que no llores por reprobar coreano, pudo haber sido
peor
―No lloro por reprobar coreano, lloro porque papá se ha molestado conmigo

―¿Y tan horrible ha sido?

―Él ha lanzado mi consola al piso y la ha roto ―Sollozó. ―Y era el único obsequio que me quedó
de mamá

Taehyung selló sus labios al no saber cómo responder. ¿Qué clase de padre podría hacer algo tan
malo? Cualquier padre normal sólo requeriría la consola hasta que el castigo terminara, ¡pero
estropearla era por mucho un exceso! ¿Acaso no habían gastado mucho dinero comprándola?

Jungkook volvió a llorar afligido, ocultando su rostro contra sus piernas mientras no dejaba de
abrazarlas. Taehyung se sintió aún más desesperado al sentir que no podía hacer nada por él. ¡Incluso
él tenía ganas de llorar al escuchar el acto desalmado cometido por el padre de su amigo!

―Hey, Kookie, no llores ―Pidió con voz suave mientras se subía a su ventana. ―Subiré mis
calificaciones para que mis padres me comprendan esa PS2, ¿sí? Entonces te invitaré a mi casa y la
compartiré contigo. Es más, ¡será de ambos! ―El menor sólo siguió llorando. ―Además ―Agregó,
aclarando su garganta. ―¿No te dijo tu madre que debías de cantar cuando estabas triste? ¡No
deberías de estar llorando!

Jungkook intentó dejar de llorar, grabando las palabras de su madre, pero el sentimiento que invadió
su pequeño corazón fue aún más desolador ante su recuerdo. ¿Qué haría ahora que no tenía nada que
le conectara a su madre?

El menor lloró, aún más fuerte; Taehyung sintió miedo de que sus sollozos resultaron lo
suficientemente altos para despertar a alguien. Saltó desde el marco de la ventana, casi tropezando con
sus pantuflas que por poco escaparon de sus pies, y se dirigió rápidamente hasta el niño convertido en
un ovillo.

―¿Estrellita, dónde estás? Me pregunto qué será. En el cielo y en el mar, un diamante de verdad.
¿Estrellita, dónde estás? Me pregunto qué será. ―Cantó mientras le abrazaba. ―Cuando el sol se ha
ido ya, cuando nada brilla más, tú nos muestras tu brillar; brilla, brilla, sin parar

Continuó cantando hasta el final, provocando que el menor dejara de llorar para ponerle atención a su
dulce voz, y sonrió para este en cuanto levantó su bonito rostro para observar sus ojitos llorosos.

―Eso es, cuando no puedas cantar, voy a hacerlo por ti ―Prometió, secando las pequeñas lágrimas.
―Así tu madre definitivamente escuchará a alguien en cuanto regrese. ¡Le hablaré de ti si es que tú
no eres capaz de hacerlo por ti mismo!

―Hyung...

El corazón de Taehyung se sintió tibio de solo escucharlo. ¿En qué momento él se había convertido en
un hyung? ¡Ah, era tan genial poder cuidar de alguien!
―Muy bien, ya no llores ―Apartó hasta el último rastro de llanto. ―No importa si ya no tienes tu
consola, mientras tengas a tu madre en tu corazón, será más que suficiente ―Enseñó una linda sonrisa
rectangular. ―¿No es así?

―Sí, tú... tienes razón ―Admitió, asintiendo con más ánimos. ―Siempre pienso en mamá, así que
ella está aquí ―Puso su mano a la altura de su corazón.

―¡Exacto! ―Las comisuras de los labios de Jungkook se alzaron en una sonrisa, sintiéndose
finalmente en paz. ―Y de verdad voy a esforzarme para conseguir esa consola, ¿de acuerdo?
―Prometió.

―De acuerdo

Taehyung sacudió sus cabellos oscuros con cariño, provocando que el menor por fin mostrara una
sonrisa dental. El mayor sabía que aquella sonrisa era la más adorable que había visto en su corta vida.
[05]
Sábado 7 de octubre de 2006

Taehyung se apoyó en el marco de su ventana, observando fijamente al niño de voz dulce que cantaba
melodiosamente. Por momentos deseaba tener consigo una grabadora para ser capaz de guardar su
canto, ¡de seguro encontraría cientos de personas dispuestas a apreciarlo! Jungkook, en definitiva,
poseía la voz más bonita que él en su vida había escuchado. ¿Era así como cantaban los ángeles
acaso?

¿Era normal sentir tanta admiración por alguien?

Jungkook siguió cantando, abriendo los ojos para encontrarse con la atenta mirada de su amigo. Este
último sintió su corazón dar un brinco en cuanto una sonrisa se deslizó por sus finos labios que no
dejaron de moverse. Dios, él era tan lindo. Y ahí, bañado por la luz de la luna, Taehyung sólo podía
corroborar que su nuevo amigo era un ente extraordinario y no un niño cualquiera.

Al fin y al cabo, ningún niño lucía tan increíble como Jungkook.

―¿Sabes? ―Se atrevió a hablar cuando por fin el menor dejó de cantar. ―No podré verte la próxima
semana

―¿Ha sucedido algo?

―Es el cumpleaños de mi mejor amigo y voy a ir. Ya que él vive en otra ciudad, me ha invitado a
pasar todo el fin de semana en su casa

―Eso se oye divertido ―Jungkook caminó hasta la ventana, apoyando sus manos en el marco para
poder apreciar el rostro de Taehyung de cerca. ―¿Planeas darle un regalo?

―¡Por supuesto que planeo darle un regalo! No puedes llegar a un cumpleaños con las manos vacías

―Jungkook ladeó su cabeza, un poco confuso.


―¿Nunca has ido a un cumpleaños?

―No

―¿Tus compañeros no te invitan a sus cumpleaños?

―Ni siquiera sé si ellos los celebran ―Admitió con una triste sonrisa. ―No hablo mucho con ellos

―¿Qué hay de tus primos? ¿No vas a sus cumpleaños?

―No tengo primos

―¿Cómo alguien no podría tener primos? ―Jungkook se encogió de hombros, sin saber qué era lo
que Taehyung deseaba escuchar. ―Ya está, ¡te invitaré a mi cumpleaños entonces!

―¿Tu cumpleaños? ¿Tus padres te dejarán invitarme?

―¿Por qué no lo harían?

―No me conocen ―Musitó. ―Y ellos conocen a todos tus amigos, ¿cierto?

―Es así ―Hizo una mueca con sus labios. ―¡Pero eso es fácil de solucionar!

―Rápidamente recuperó su sonrisa. ―Sólo debes venir a mi casa durante el día y te presentaré ante
ellos, entonces serás oficialmente un amigo para mi familia

―Pero, hyung ―Ahora era él quien fruncía sus labios con lástima. ―Papá no me deja salir de casa al
menos que sea para ir a la escuela

―¡Tienes que encontrar una forma de que él te deje! Quizás si haces muchas cosas buenas, él por fin
te permitirá salir con el resto de los niños

La expresión del niño fue neutral mientras meditaba al respecto. ¿A qué se refería Taehyung con
"cosas buenas"? Jungkook no estaba seguro de si él solía hacer cosas buenas, pero definitivamente
estaba seguro de no hacer cosas malas. Su maestra siempre destacaba lo buen niño que era; buenas
calificaciones y muy respetuoso. ¿Qué más debía hacer entonces para conseguir la aprobación de su
padre? Su mirada se llenó de tristeza al comprender que estaba muy lejos de obtener esa respuesta.

Después de todo, para su padre él siempre sería un mal niño.


―Hey... ―Taehyung no pudo pasar por alto su repentino desánimo. ―Si eso es difícil, puedo pedirle
a mis padres que hablen con el tuyo para que te dé permiso

―No creo que sea una buena idea ―Murmuró. ―Papá no es amistoso con la gente y los vecinos
siempre están cuchicheando acerca de nosotros cuando nos ven

―¡Hm! ―Frunció su ceño. ―¿Y cómo conseguirás asistir a mi cumpleaños si ni siquiera puedes salir
de casa para que conozcas a mis padres?
―Yo... ah... ―Balbuceó. ―¿Cuándo es tu cumpleaños?

―El 30 de diciembre

―Bien. Prometo que de aquí a esa fecha habré ideado un plan para poder asistir a tu cumpleaños,
déjamelo a mí
―¿Lo prometes? ―Taehyung extendió su meñique hacia él, mirándole con seriedad.

―Lo prometo ―Envolvió su meñique con el del contrario.

El mayor sonrió, mucho más tranquilo con aquella respuesta, ¡Jungkook no lucía como la clase de
niño que rompía una promesa!
El menor intentó sonreír también, grabando en su mente aquella fecha. Él haría todo lo posible para
ver a Taehyung aquel día.
[06]

Sábado 21 de octubre de 2006

―No tienes ni idea ―Jungkook miró fijamente al niño que abría sus ojos exageradamente. ―¡La madre de
Jimin preparó un pastel gigante para el cumpleaños! ¡Juro que era el pastel más grande que he visto en mi
vida!

―¿Más grande que esos que aparecen fuera de las pastelerías carísimas? ―Taehyung asintió efusivamente.
―¿Más grande que un pastel de boda? ―El mayor volvió a asentir, Jungkook enarcó una ceja con
incredulidad ante tal respuesta.

―Bueno ―Rascó su barbilla. ―Puede que el pastel para bodas siga siendo más grande, ¡pero aun así fue
lo suficientemente impresionante! Y era el pastel más delicioso que he probado en mi vida también
―Suspiró con anhelo, recordando su sabor. ―¡Incluso intenté guardar un trozo para ti!

―¿Hiciste eso? ―Jungkook sonreía enternecido.

―¡Un gran trozo! ―Agitó sus brazos, dando énfasis a sus palabras. ―Pero en cuanto mamá lo ha visto, ha
dicho "aww, ¿has pensado en mamá?" ¡y me lo ha quitado! ―Volvió a abrir los ojos con exageración.
―¿Puedes creerlo? ¡Realmente se lo ha comido todo ella sola! ¿Qué pasó con los valores y todo eso de
compartir?

―Quizás tenía hambre ―Jungkook cubrió su boca, ocultando una risita al ver lo indignado que estaba.

―¡En casa tenemos muchas otras cosas para comer! ¡Ella no debía tocar el pastel! ―Expresó enfurruñado.
―Es por eso que ella se está poniendo gorda

―Hyung, no llames gorda a tu mamá ―Jungkook le miró con reproche.

―¡Es en serio! ¡Estoy seguro de que ella está un poco más gorda! ―Habló con convicción. ―Es el karma
por comer todo el pastel, luego no la quiero oír quejándose frente al espejo porque su vestido favorito ya no
le queda ―Suspiró agotado, negando con la cabeza.
―De todas formas ―Jungkook habló suavemente, intentando animarlo. ―Es mejor que haya resultado de
esta forma, ¿no? Tú volviste el domingo por la noche. Si hubieras esperado hasta hoy, de seguro el pastel
ya no estaría tan bueno

―Oh, yo no había pensado en eso ―Murmuró pensativo. ―De acuerdo, perdonare a mamá entonces
―Asintió.

Jungkook sonrió, sin dejar de apreciar lo gracioso que lucía Taehyung cuando se encaprichaba con algo.
Cuando sus miradas volvieron a encontrarse segundos más tarde, fue el mayor quien ahora sonrió.

―Pero de verdad me divertí mucho

―Puedo notarlo

―Me gusta pasar tiempo con Jimin. Ya que él es mi mejor amigo, el tiempo pasa volando cuando estoy
con él ―Comentó. ―Antes, cuando vivía aquí, solíamos vernos todos los días. Ya que su casa estaba a
solo una cuadra, solíamos irnos juntos a la escuela y hasta éramos compañeros. Desde que se fue lo he
extrañado un montón ―Hizo un puchero inconsciente con su labio inferior.

―Él se oye como un niño genial

―¡Lo es! ―Sonrió brillantemente. ―Es el niño más amable del mundo. Él es más responsable y tranquilo
que yo, pero aun así nos convertimos en los mejores amigos. Es más, ¡Jimin fue mi primer amigo!
―Jungkook sólo le miró con atención. ―Deberías conocerlo algún día

―¿Conocerlo...?

―¡Te lo presentaré! Podrás comprobar por ti mismo que Jimin es el mejor

Jungkook ladeó su cabeza, intentando comprender la felicidad que desbordaba el mayor. Era tan lindo verle
hablar con tanto cariño sobre su mejor amigo, que incluso se sentía un poco triste con sólo escucharle.
Algún día, ¿existiría alguien que hablaría así sobre él? Incluso si aparentemente era amigo de Taehyung
ahora, lo cierto era que él no estaba ni remotamente cerca de llegarle a los talones a Jimin.

―No te preocupes ―Dijo el mayor al notar a su amigo pensativo. ―Jimin te querrá también, te lo aseguro

Jungkook asintió suavemente y bajó la mirada, agregando una nueva preocupación a su mente. ¿De verdad
él podría agradarle a aquel niño? ¿Y qué si no lo conseguía?

―Kookie ―Llamó el mayor. ―Hmm... tú... ―Se escuchaba repentinamente avergonzado. ―¿Me
extrañaste? ―Preguntó muy apenas.

―¿Qué? ―Jungkook alzó la vista al no escucharle.

―¿Me extrañaste la semana pasada?

―Lo hice ―Afirmó al instante. Taehyung sonrió feliz ante la respuesta.

―Eso es bueno ―Se apoyó contra el marco, mirándole dulcemente. ―Porque yo también te extrañé un
montón
Jungkook sintió sus mejillas calentarse ante la franqueza del contrario, ¿de dónde salía todo ese
sentimentalismo? Taehyung rió levemente al poder visualizar escasamente el rubor en sus mejillas.

Sí, él había amado volver a pasar tiempo con Jimin, pero se sentía tranquilo ahora que podía volver a ver a
Jungkook.

[07]

Sábado 28 de octubre de 2006

Taehyung lamentaba que Jungkook no fuera como el resto de sus amigos, a quien podía ver en el colegio y
los fines de semana siempre que quisiera. Si Jungkook tuviera un padre más flexible, ellos podrían pasar
todas las tardes juntos e incluso dormir en la misma cama. ¿No sería divertido ver películas hasta tarde y
luego dormirse cuando el sueño les ganara? Lamentablemente, esa realidad no podía ser más que lejana.

Taehyung, desde que había descubierto que Jungkook iba ahí la mayoría de las noches y su primer
encuentro no había sido una simple casualidad, había hecho todo lo posible para mantenerse despierto en la
espera de su amigo, pero la práctica para él era por mucho imposible: él necesitaba dormir.

Él haría todo lo posible para, llegado el viernes, mantenerse despierto hasta la llegada de Jungkook. Sin
embargo, al día siguiente tendría tanto sueño, que no podría esperarle por segunda noche consecutiva, pues
se dormiría antes de siquiera poder intentarlo. Y ni siquiera hablar del domingo por la noche. Puesto que
Taehyung tenía clases al día siguiente, era imposible para él permanecer despierto hasta tarde. Ya lo había
hecho una vez y había recibido un regaño de su maestro por dormirse durante la clase. Y si Taehyung
quería su PS2, él no tenía permitido tener ese tipo de fallos.

Así que ahí estaba ahora, pellizcándose a sí mismo luego de una semana infernal de clases mientras
intentaba no dormirse en la espera del menor. Sus ojos comenzaron a cerrarse mientras observaba por el
cristal y, cuando los abrió sobresaltado luego de unos minutos de dormitar, el cansancio lo abandonó en un
santiamén al ver a aquel niño de pie ahí.

Abrió su ventana con apuro y sonrió soñadora mente mientras se deleitaba con su voz. Valía la pena dormir
menos con tal de escucharle.

Sin embargo, no dejaba de preguntarse, ¿cómo Jungkook podía mantenerse despierto sin ningún problema?
Ese niño era, sencillamente, tan extraño.

Se inclinó sobre el marco, sacando su cabeza y la mitad de su cuerpo para poder percibir mejor el suave
canto de su amigo, pero se devolvió en un santiamén cuando una brisa fría le golpeó. ¿Cómo diablos aquel
chico podía estar afuera con ese frío? Taehyung se abrazó a sí mismo mientras comenzaba a temblar, pues
la ventana abierta había permitido que el calor dentro de esas cuatro paredes se extinguiera.

―¿Estás bien? ―Preguntó el pequeño cuando terminó de cantar, mirándole con inocencia.

―¿Lo estás tú? ―Taehyung estaba arrugando el rostro. ―¡Vas a enfermarte si pasas la noche ahí! ¿Acaso
no tienes frío?

Jungkook frotó su brazo, encogiéndose en su sitio. Por supuesto que él tenía frío también; probablemente
esa era la noche más fría del mes. No obstante, era consciente de que debía permanecer ahí en caso de que
su madre viniera, por lo tanto no se iba a permitir ser débil.
Taehyung entrecerró sus ojos, mirándole severamente ante de su silencio. Reuniendo toda su fuerza de
voluntad, se encaramó por la ventana y saltó de esta para dirigirse a su amigo. Jungkook protestó en voz
baja cuando aquel chico tomó repentinamente su mano para arrastrarlo hasta la ventana.

―Ven, vamos a esperar adentro ―Jungkook agitó la cabeza, negándose rotundamente. ―¡No dejaré que te
quedes aquí!

―¡Pero mamá puede venir!

El mayor apretó sus dientes, mirándole con enojo. ¿Qué tanta mala suerte debía de tener Jungkook para que
justo esa noche su madre decidiera aparecer mientras él no estaba? Volvió a entrar por su ventana,
revisando sus pertenencias. Jungkook asomó su cabeza por el marco mientras intentaba descifrar qué
planeaba ahora.

―Listo ―Taehyung escribió rápidamente en una nota adhesiva y regresó a la ventana. ―Toma, pégalo en
el poste ―Jungkook tomó la nota delicadamente, intentando no arruinar el pegamento. Su mirada se llenó
de entendimiento al leer el mensaje. ―Así, si tu mamá viene y no te ve, al menos verá la nota y sabrá que
estás aquí. Pégala y entra, ¿sí?

Jungkook asintió, yendo rápidamente hasta el poste para pegar la nota. Regresando hacia la ventana, sus
pasos se volvieron más vacilantes y finalmente apartó la mirada. Taehyung inclinó su cabeza mientras le
miraba de manera interrogante.

―¿Qué? ―Quiso saber.

―¿Está bien que entre, hyung? ―Su voz salió con timidez. ―Si tus padres me encuentran, ¿qué les
diremos? ¿Y si ellos van con papá y le hablan de mí? ―Volvió a mirarlo, nervioso.

―Los fines de semana nos levantamos más tarde, si sales de casa antes de ello, no habrá problema
―Sonrió al final, intentando transmitirle confianza. ―Intentémoslo, ¿sí? Estaré pendiente de ello y te
esconderé si es necesario

Jungkook aguantó la respiración y asintió; simplemente le era difícil negarse si Taehyung le miraba de
aquella forma. Apoyó sus manos en el marco, impulsándose para entrar. Taehyung se sintió extrañamente
emocionado cuando aquel niño puso sus pies por primera vez en su cuarto.

―Bienvenido ―La sonrisa se volvió más ancha en sus labios. ―Quítate los zapatos y ven a la cama, ¿de
acuerdo?

El menor presionó sus labios cuando lo vio cerrar la ventana para luego escabullirse a toda velocidad bajo
las sábanas, en busca de calor. Quitándose sus zapatos, caminó inseguro hasta su amigo.

―Vamos, entra ―Lo animó, levantando las sábanas para invitarlo a recostarse a su lado. Jungkook aguantó
la respiración mientras obedecía. ―Mucho mejor, ¿no? ―Y acomodó las mantas para asegurarse de que el
niño estuviera bien cubierto.

―Sí... gracias ―Susurró, sintiendo sus mejillas enrojecer. ¿Por qué se sentía tan avergonzado?

―No te preocupes, tu hyung jamás permitiría que te congelaras ahí afuera ―Prometió, extendiendo su
mano para tocar su mejilla. ―Estás muy frío ―Musitó.
Jungkook no habló, sólo le miró a través de la escasa luz que se colaba desde el exterior. Taehyung acarició
su mejilla, esperando que su piel se entibiara. Su corazón comenzó a latir con más rapidez cuando su
mirada se detuvo en los ojos bonitos de su amigo y se preguntó qué diablos pasaba con él.

Dios, Jungkook era incluso más bonito de cerca. ¿Cómo era posible?

―¿Hyung? ―Llamó en voz bajita, preguntándose por qué el contrario estaba ensimismado. Taehyung
agitó la cabeza, arrojando lejos sus pensamientos, y le regaló una suave sonrisa para tranquilizarlo. Su
corazón, aunque más rápido, seguía funcionando, así que él no iba a preocuparse. ¿Y qué si su corazón no
se controlaba? ¿Y qué si no podía apartar la mirada de él? Si era por Jungkook, todo estaba bien.

[08]

Sábado 4 de noviembre de 2006

Era otra noche fría. Taehyung estaba envuelto en una manta mientras observaba fijamente por la ventana,
combatiendo contra el sueño como cada semana. Jungkook nuevamente estaba tardando y la inquietud
llegó a él con el paso de los minutos.

Esa noche parecía más sombría que las demás.

Revisó la hora en su reloj, comprobando que ya eran casi las 5, y abrió su ventana para mirar hacia todas
partes, queriendo encontrar a Jungkook ahí; pero el niño no apareció.

Taehyung se encogió en su sitio, sintiendo las calles tenebrosas, pero incluso si tenía miedo, no volvió a
cerrar la ventana. En cambio, alzó la mirada al cielo y comprobó como la luna tampoco había aparecido esa
noche.

¿Se trataba de una coincidencia o había un mensaje que descifrar? ¿Quizás Jungkook no había salido
porque había temido también de las calles más oscuras? ¿O es que acaso había enfermado? ¿Y si lo había
encontrado su padre? ¿Estaba en problemas ahora?

Taehyung suspiró con pesar, mirando con tristeza el lugar donde solía encontrar a su amigo todas las
semanas.

Se sentía tan solitario sin él.

¿Y si esa era la noche? ¿Y si la madre de Jungkook aparecía y él no estaba ahí? Taehyung se sintió triste al
imaginar que su amigo podría perder la oportunidad de reencontrarse con su madre, así que, optando por
prevenir, tomó una bocanada de frío aire antes de comenzar a cantar, tal como el menor siempre hacía.

Quizás, si la mujer aparecía, sería atraída por su canto y podría hablarle de Jungkook. Quizás, si eso
pasaba, Jungkook sería feliz por poder reencontrarse finalmente con la mujer que le dio la vida.

Pero aunque Taehyung cantó hasta que su voz se cansó y su cuerpo se enfrió, la madre del menor, como
siempre, jamás apareció.

Y Jungkook, como nunca antes, tampoco vino hasta él.

[09] [2/3]
Sábado 11 de noviembre de 2006.

―¿¡Dónde te habías metido!?

Jungkook se sobresaltó cuando escuchó la voz alterada de su amigo mientras abría la ventana de golpe.
Taehyung le miró seriamente por un segundo, antes de reaccionar y cubrir su boca, asustado por haber
hablado lo suficientemente alto. ¡Sus padres no tenían que despertarse por su culpa! Ellos seguramente le
castigarían al enterarse de que estaba despierto a altas horas de la noche.

―Hyung... ―Dijo Jungkook en voz bajita, apoyando sus manos en el marco de la ventana.

―La semana pasada te esperé toda la noche ―Apartó sus manos de su boca, reclamando en voz baja.
―Me mantuve despierto por ti y hasta canté en tu lugar. ¡Estaba preocupado! ¿Y si estabas enfermo? ¿Y si
te había sucedido algo peor?

―Vendría incluso de estar enfermo ―Dijo sin vacilación. ―No puedo arriesgarme a que mamá aparezca y
yo no esté aquí

―Pero tú no apareciste la semana pasada ―Volvió a decir. Jungkook le miró con tristeza.

―Papá estaba molesto por algo y, cuando me vio, decidió desquitarse conmigo ―Confesó. ―Me encerró
en mi cuarto y dijo que me quedara callado. Bloqueó mi puerta. Y aunque quise salir por la ventana, estaba
demasiado alto. Me dio miedo saltar ―Sus ojitos se humedecieron.

―¿Tu cuarto está en un segundo piso? ―El menor asintió, él le miró horrorizado. ―¡Ni siquiera debiste
pensar en saltar! ¿Qué habrías hecho de salir lastimado? Tu padre te habría descubierto de todas formas
―Jungkook bajó la mirada, apenado. ―Está bien, no es tu culpa

―Pero no vine... ―Murmuró.

―Pero yo estuve aquí ―Le recordó. ―Y me quedé despierto por ti, vigilé por ti. Tu madre no ha venido,
Jungkookie, así que todo está bien ―Extendió su mano hacia él, apartando una pequeña lagrimita que
yacía en su mejilla. ―Cuando tengas problemas, cubriré tu lugar ―Prometió.

Jungkook le miró fijamente, estudiando sus palabras. La mirada del chico frente a él poseía tanta
determinación, que fue imposible que las comisuras de sus labios no se alzaran en una bonita sonrisa.
Taehyung sintió su corazón alborotarse cuando vio esa preciosa sonrisa. Y como si no fuera suficiente, el
menor tenía los ojos más brillantes que había visto en su vida; ojos que podía comparar sólo a las estrellas.

Cada parte de él le recordaba a la noche; solitaria, silenciosa, misteriosa, pero hermosa. Jungkook era
hermoso.

―¿Sabes? ―Murmuró el mayor, sin apartar su mano del pequeño rostro. ―La noche que no viniste,
mientras observaba el cielo, me di cuenta de algo

―¿De qué? ―Preguntó curioso, ladeando su cabeza. Taehyung se sintió nervioso cuando, además de eso,
Jungkook posó su mano sobre la de él.

―Te pareces a la luna


―¿La luna? ―Jungkook sonrió tiernamente. ―¿Lo dices porque sólo podemos encontrarnos durante las
noches, hyung?

―Es más que eso ―Negó con la cabeza. ―Porque, lo cierto es que ni siquiera la luna es visible durante
todas las noches, Kookie ―El menor le miró sin parpadear. ―Al igual que a ti, a ella no pude verla esa
noche. Eres como la luna. Eres mi niño de la luna

―¿Cómo es que soy tu niño? ―Preguntó con diversión, enseñando sus grandes incisivos en una sonrisa.
Sus ojitos volvían a brillar, llenos de cariño.

―Lo eres ―Dijo con seguridad. ―Ya que yo te descubrí, eres mi niño, Jungkookie

―Soy el niño de mamá ―Refutó.

―Eres el niño de mamá y mi niño de la luna ―Insistió, con total seguridad en la voz.

―Está bien ―Rió despacio. ―Ya que eres tú mi primer amigo, dejaré que me llames tu niño. Niño de la
luna suena bonito también

Jungkook alejó su mano de su rostro, presionándola con cariño en el proceso, sin dejar de sonreír en ningún
segundo. Y Taehyung estuvo feliz de verlo, de escucharlo, incluso si aún no estaba seguro de la razón de
ello. Él sólo sabía que necesitaba tener a Jungkook ahí.

[10]

Sábado 18 de noviembre de 2006.

Últimamente llueve más seguido. Eso era lo que pensaba Taehyung mientras miraba por su ventana con
preocupación. Desde siempre él había odiado los días lluviosos, porque no podría salir a jugar con sus
amigos afuera. Sin embargo, ahora que conocía a Jungkook, era preocupación lo único que le abordaba.

No quería que su pequeño amigo se enfermara por salir con ese temporal.

Jungkook apareció corriendo por la calle, llevando consigo un impermeable amarillo. Taehyung no demoró
en abrir su ventana y hacerle señas, incitándolo a entrar. Jungkook agitó la cabeza en negación ante su
mirada sorprendida.

―Si mamá viene... ―Comenzó a decir.

―¡Encontraremos algo! ¡Sólo entra! ―Y esta vez, Jungkook no se hizo de rogar.

El menor se disculpó en voz baja cuando sus botas húmedas aterrizaron en el interior del cuarto de
Taehyung. Alzó la vista muy apenas, avergonzado de probablemente estar causando un desastre, pero el
mayor negó con la cabeza tranquilamente mientras cerraba su ventana nuevamente.

―Quítate eso ―Le indicó, refiriéndose a las prendas mojadas.


Jungkook obedeció en silencio, quitándose su impermeable, el cual fue a parar a una silla. Sus botas
quedaron en el mismo lugar, junto a la ventana, mientras Taehyung ajustaba la linterna en su marco para
que iluminara hacia el exterior.

―No podemos pegar una nota, porque el agua destrozaría el papel ―Dijo, volteando hacia su pequeño
amigo. ―Pero podemos dejar la linterna en esa dirección. Estoy seguro que, de pasar tu madre, le llamará
la atención esta luz

―¿Estás seguro de que se podrá ver? ¿Y si no se trata de mamá? ¿Y si llama la atención de alguien más?

―¡Por supuesto que se verá, sólo ten fe! Y, Kookie, eres el único que pasa por esta calle durante la noche,
no creo que haya alguien más extraño que tú ―Admitió con una sonrisita divertida, el menor frunció sus
labios. ―Además, creo que puedes estar tranquilo, nadie más saldría de casa con esta lluvia

―Supongo que es así... ―Susurró.

Taehyung asintió, mirándolo de pies a cabeza luego. Mostrándose pensativo, no dudó en acercarse a su
amigo para ayudarlo a retirar su sudadera, pues probablemente le resultaría molesto usarla si ellos
pretendían meterse a la cama.

―¡Tae! ―Se quejó en voz baja, pero el mayor sólo siseó, obligándolo a callar.

Dejó caer la prenda al piso, dejándolo solo en una delgada camiseta. Taehyung tomó su mano y lo guió
hasta su cama, indicándole que se recostara junto a él. Tapando a ambos con las mantas, tiró su brazo por el
torso del menor y lo abrazó con fuerza, deseando que entrara en calor. Él no permitiría que su amigo se
enfermara por salir despreocupadamente en las frías y húmedas noches de otoño.

―Hyung... ―Gimoteó Jungkook una vez más, provocando que Taehyung suavizara un poco el agarre.
―Duele ―Finalmente dijo.

Taehyung parpadeó, sin comprender a qué se refería. Por supuesto que él lo estaba abrazando, pero no lo
suficientemente fuerte como para lastimarlo. ¡Él ni siquiera se atrevería a lastimarlo! Deshizo el abrazo,
mirándole fijamente, con dudas. Jungkook se removió incómodamente ante su inquisitiva mirada, odiando
que el mayor mantuviera la pequeña lámpara junto a su cama encendida, haciéndole sentir vulnerable bajo
sus ojos.

―¿Dónde duele? ―Preguntó Kim, sabiendo que el menor escondía algo.

Jungkook apartó las cobijas, poniendo su mano en su costado. Taehyung ni siquiera pidió permiso, sólo
tomó la camiseta del menor por el borde, subiéndola cuidadosamente para revisar de qué se trataba. Su
corazón latió con miedo al encontrar su cuerpo lleno de golpes; un moretón mucho más grande y feo
situado justo en su cintura, donde él había presionado.

―¿Qué te ha pasado? ―Preguntó, sin atreverse a tocarlo. Temía que un mal roce sólo lo hiciera llorar.

―Me caí por las escaleras hace unos días ―Murmuró con tristeza. ―Todavía duele

―¿Tu papá te llevó a un hospital? ―Jungkook no contestó. ―Él tenía que llevarte
―No es tan grave ―Acomodó su camiseta, apartando la mirada. ―Me costó levantarme, pero yo... puedo
caminar bien ahora. Los moretones desaparecen después de un tiempo. Siempre lo hacen

―¿Ya te has caído antes?

Jungkook giró hacia él, enseñando una sonrisa temblorosa mientras asentía.

―Kookie, en realidad tienes pies torpes, ¿cierto? ―El menor asintió lentamente. ―¿Estás seguro de que
solo se trata de eso? ¿No me estás escondiendo nada? ―Jungkook guardó silencio. ―Porque soy tu amigo.
Es malo esconderle cosas a los amigos ―Le recordó.

―Lo sé ―Susurró, sus ojitos brillando debido a las lágrimas que intentaba no derramar.

―Está bien, no estés triste ―Taehyung tomó una de sus manos. ―Tú lo dijiste, el dolor pasará ―Una
suave sonrisa apareció en sus labios. ―¿Sabes qué hace mamá cuando yo me hago una herida? Ella pone
una tirita para mí y luego la besa, ¡inmediatamente me siento mejor! ―Su sonrisa sólo creció. ―No tengo
tiritas, pero aún puedo intentar besarte. ¿Quieres que lo haga?

―¿Besarme...?

―Aunque supongo que es un lugar raro para besar ―Taehyung rascó su barbilla, pensativo. ¿Y si al besar
las heridas de Jungkook estas dolían más por no estar usando tiritas? ―¿Quizás sólo no debo hacerlo?
―Murmuró para sí mismo, cuestionándoselo.

Jungkook le miró fijamente, recordando a su madre. Ella siempre estaba con él cuando enfermaba. Ella
siempre estaba ahí cuando algo dolía. Todas las noches, sin falta, su madre besaba su rostro y le deseaba
dulces sueños. Él había olvidado la última vez que alguien había hecho eso por él.

―Hazlo ―Pidió, cerrando el espacio entre ellos. ―Hyung, por favor, bésame ―Pidió.

Taehyung le miró fijamente, preguntándose por qué repentinamente él le miraba con tanta seguridad. Sin
embargo, restándole importancia, le regaló una bonita sonrisa antes de apoyar sus labios contra su mejilla.
Eso era todo, quizás incluso si no era el lugar herido, sus besitos también servirían.

Jungkook cerró sus ojitos con fuerza, sintiendo calidez invadir su corazón ante la pequeña

muestra de afecto y preocupación, y aferró su mano al pijama de su amigo mientras este seguía dejando
besitos por su rostro, asegurándole que el dolor pasaría pronto.

―¿Tus heridas duelen menos ahora? ―Preguntó el mayor en voz bajita, sintiéndose aliviado cuando el
contrario asintió.

Observó sus ojos fuertemente cerrados, preguntándose cómo eso lo hacía lucir tan adorable. Deteniéndose
en sus labios, se cuestionó si ese era un lugar que también podría besar. Porque él de verdad quería besar
sus labios. No estaba seguro del por qué, pero necesitaba hacerlo.

―¿Hyung? ―Llamó Jungkook delicadamente, abriendo los ojos cuando Kim dejó de besarlo. ―¿Pasó
algo?
Pero Taehyung negó con la cabeza, sintiendo sus mejillas rojas. Era bueno que Jungkook no fuera capaz de
leer sus pensamientos. Y dejando un beso en la punta de la nariz de aquel lindo niño, ambos sonrieron
mientras se miraban fijamente.

Era el corazón de Jungkook el que dolía menos ahora. Taehyung se sentía orgulloso de haber contribuido
en devolver la sonrisa a su rostro

[11] •

[1/2]

· Sábado 2 de diciembre de 2006.

Jungkook y Taehyung permanecían en la cama de este último mientras una linterna estaba encendida sobre
la mesita de noche. Últimamente no había día en que no llovía, por lo que ellos se habían refugiado entre
las mantas en espera de una señal. Ese día en especial, la lluvia era más torrencial y la noche mucho más
oscura, pues hace unos minutos la luz se había ido en toda la zona. Los niños suponían que aquella
tormentosa noche no sería la elegida por la madre del menor de ellos para aparecer, pero se quedaron juntos
de todas formas, porque no había manera en la que Taehyung permitiera que su amigo se fuera.

―Hay una niña en mi clase que no deja de molestarme ―Comentó repentinamente el mayor,
malhumorado.

―¿Molestarte? ―Los ojitos de Jungkook estaban muy abiertos, sorprendido y asustado. ―¿Ella te hace
cosas feas, hyung? ¿Te ha golpeado? ¿Ha jalado tu cabello?

―¿Qué? ¡No! ―Taehyung negó eufóricamente con la cabeza, mirándolo a él luego. ―¿Tus compañeras te
hacen eso a ti?

―No ―Musitó, más tranquilo. ―¿Qué es lo que hace tu compañera entonces?

―¡Ella me sigue a todas partes! ―Se quejó en voz baja. ―Cuando voy al patio, ella aparece en el patio. Si
me estoy columpiando, ella toma el columpio a mi lado. Durante el almuerzo, ¡ella se sienta junto a mí sin
pedir permiso! A veces salgo del baño, ¡y ella está ahí esperando!

―Oh...

―¡Y siempre estás diciendo mi nombre y riendo como una tonta! ―Continuó. ―Y se lanza sobre mí e
intenta abrazarme todo el tiempo. ¡Ella incluso ha intentado besarme muchas veces en mis mejillas!

―¿Y no te gusta que te besen las mejillas?

―¡Me gustan los besos, pero sólo de las personas que me gustan! ―Infló sus mejillas con molestia, al
borde de hacer un berrinche contra su compañera. ―Por ejemplo... ―Aclaró su garganta, intentando
calmarse. ―Estaría de acuerdo con que tú me beses.

Jungkook le miró atentamente, metódico. Cuando Taehyung presionó suavemente su mano, pues las habían
mantenido unidas bajo las sábanas, no tardó en sonreír con ternura para inclinarse sobre él, dejando un
besito en su mejilla derecha.
―¿Así está bien? ―Taehyung asintió, apoyándose sobre su costado para apreciarle debidamente.
―Hyung, creo que a ella sólo le gustas

―Pero yo no quiero gustarle

―No es algo que tú puedas elegir ―Cubrió su boca, ocultando una risita. ―¿Por qué no hablas con ella y
la rechazas debidamente?

―¿Acaso no soy lo suficientemente obvio? ―Hizo una mueca con los labios. ―¿Ya has rechazado a niñas
antes, Kookie?

―¿Hmm? Nunca le he gustado a una niña

―Estoy seguro de que sí ―Dijo el mayor con convicción. ―Eres bonito y muy agradable, ¡apuesto a que
le gustas a un montón de personas! ―Jungkook sonrió escasamente al escucharlo. ―Las personas de tu
clase siempre están al pendiente de ti, ¿cierto?

―No ―Musitó. ―En realidad, ellos suelen ignorarme la mayoría del tiempo

―¿Qué? ―Estaba sorprendido. ―¿Por qué ellos harían algo tan feo?

―No estoy muy seguro, pero a veces los escucho hablar a escondidas de mí ―Confesó. ―Ellos dicen que
se nota que no tengo una madre, porque mi ropa es descuidada ―Habló avergonzado. ―Cosas sobre mamá
y papá... ellos siempre están hablando de ello ―Taehyung permaneció en silencio, sintiéndose triste por él.
―Pero no importa, no es como si fueran los únicos en decir esas cosas. Cuando camino con papá, las
vecinas dicen que mamá es una mala persona por abandonarnos. Otras dicen que es comprensible que nos
dejara, tomando en cuenta la actitud de papá... ―Suspiró. ―Él no se lleva muy bien con el resto. Es muy...
cerrado, o algo así, y siempre está serio... o enojado. Como sea, no me gusta escuchar esas cosas, pero ellos
seguirán hablando de todos modos

―No les hagas caso. Mamá dice que siempre habrá gente mala diciendo cosas feas de ti, pero no debes
prestarles atención

―Gracias, hyung ―Dijo con honestidad, una pequeña sonrisa asomándose en sus labios.

―No agradezcas ―Presionó su mano con cariño. ―¿Sabes? Cuando era más pequeño, mis compañeros
tampoco querían jugar conmigo ―Admitió. Jungkook se mostró sorprendido, siempre le había parecido
que Taehyung era el tipo de niño que tenía un montón de amigos. ―Ellos se reían de mí y decían que era
extraño porque siempre hablaba solo

―¿Lo hacías? ―Jungkook inclinó su cabeza, interrogante.

―¿Lo hacía? ―Preguntó para sí mismo. ―Según yo, no ―Dijo con seguridad. ―Pero mamá decía que
eran amigos imaginarios y que a mi edad era normal tenerlos. ¿Tuviste amigos imaginarios, Kookie? ―El
menor negó con la cabeza. ―Bien, aparentemente, yo era el único que los tenía, porque mis compañeros
no lo entendían ―Puso los ojos en blanco. ―Pero entonces, conocí a Jimin un día y él jugó conmigo
incluso cuando el resto le dijo que yo era extraño. Con el tiempo, él me integró al grupo y no volvieron a
reírse de mí
―Jimin suena como alguien increíble ―Jungkook enseñó una adorable sonrisa, sus ojitos brillando al
enterarse de que había alguien que cuidaba de Taehyung, a pesar de todo.

―¡Él lo es! ¡En serio! ―Dijo con orgullo. ―Así que... el punto es... puede que tus compañeros sólo
necesiten conocerte más, ¿no? Estoy seguro de que les agradarás cuando vean la clase de niño que eres

―Me gustaría que así fuera, hyung ―Aceptó, un poco esperanzado.

Ambos permanecieron en silencio después de eso, con sólo la lluvia escuchándose de fondo. Sus manos
seguían unidas bajo las sábanas y se miraron el uno al otro, pensativos. Los dedos de la mano libre de
Taehyung picaron con el deseo de tocar el rostro frente a él y eso hizo. Sus yemas delinearon
delicadamente las facciones de su joven amigo.

―Hyung ―Dijo repentinamente el menor cuando él acarició su mejilla. ―¿Crees que de verdad mamá me
haya abandonado?

―Ella te dijo que esperaras, ¿cierto? ―Jungkook asintió. ―Entonces estoy seguro de que ella no te ha
abandonado, Kookie. Tu madre te ama y vendrá por ti, porque ella lo prometió. No escuches al resto, sólo
cree en ella

Jungkook sonrió, aliviado. Taehyung tenía razón, su madre siempre le había dicho que lo amaba, así que no
había forma en la que le hubiera abandonado. Ella volvería, en cualquier momento; él la esperaría sin
importar qué.

El corazón de Taehyung dio pequeños saltitos cuando su amigo se deslizó más cerca de él, envolviéndolo
con su brazo. Y él también lo abrazó de regreso y besó su frente, queriendo sostenerlo de esa forma por
muchas noches más. Las tormentas siempre serían más llevaderas si Jungkook estaba ahí.

[12]

· Sábado 9 de diciembre de 2006.

Jungkook cantó dulcemente a la intemperie mientras la luna lo iluminaba. Taehyung permaneció en


silencio, adorando el hecho de que la lluvia haya cesado para poder apreciarlo tal y como en el momento en
que lo conoció.

Tenía una buena noticia para compartir esa noche. Y otra mala. Sus ojos picaban con deseo de llorar al
pensar en esta última. ¿Por qué si todo había sido tan perfecto los últimos meses, las cosas habían
terminado por dar ese giro?

―Hyung ―Jungkook apoyó sus manos en el marco de la ventana, mirándole atentamente tras haber
terminado de cantar. ―¿Por qué luces triste hoy?

Taehyung odiaba el hecho de que su amigo supiera exactamente cuando algo malo le pasaba.

―Tengo que contarte algo ―Murmuró. ―¿Recuerdas que te dije que mamá está engordando mucho este
último tiempo?

―Hyung, te dije que no llamaras gorda a tu madre ―Regañó Jungkook.


―¡Pero ella lo está! ―El menor puso los ojos en blanco. ―El punto es, ella fue con el doctor ―Jungkook
ahora le miró preocupado, temiendo que la mala noticia viniera de ahí. ―Ella va a tener un bebé, Kookie

―Oh ―Su mirada se amplió. ―¿Tendrás un hermanito?

―O una hermanita, no lo sabemos todavía ―Frunció sus labios. ―Kookie, nunca ha habido un niño más
pequeño que yo en casa, ¡no sé si podré ser un buen hermano mayor! ―Comentó con aflicción.

―Soy menor que tú, casi por dos años ―Levantó dos de sus deditos, sonriendo

dulcemente. ―Y hasta ahora siempre has cuidado bien de mí, hyung. Sé que serás un hermano mayor
increíble ―Lo animó.

Taehyung frunció sus labios, no muy feliz con la comparación. Por supuesto, Jungkook era menor que él y
siempre había intentado cuidarlo, ¡pero no estaba intentando ser un buen hermano mayor para él!

―¿Crees que cuido de ti porque te veo como un hermanito? ―Preguntó, y el niño asintió
automáticamente.

Oh, el dolor era real. Taehyung llevó una mano a su corazón mientras miraba desilusionado a su amigo.
¿De verdad este lo había comparado con un hermano? ¿Y qué con todos esos besitos compartidos? ¿Acaso
no habían significado lo mismo para él? ¿Quizás debió ser más serio, como los besos que se daban los
adultos en los dramas que veía su madre? Pero besar los labios...

Taehyung se puso completamente rojo. ¡Él no podía hacerlo como si nada!

―¿Hyung? ―Llamó el menor, extrañado por la expresión que tenía ahora su amigo. ―¿Estás triste porque
ya no serás el consentido de tus padres?

―¿Qué? ―Negó con la cabeza. ―No es eso, es sólo que... ―El abatimiento volvió a él al recordar la mala
noticia. ¿Por qué había estado pensando en cosas tontas cuando tenía un importante aviso por hacer?
―Mamá y papá... ellos dijeron que necesitaríamos una casa más grande ahora que nuestra familia crecerá

―¿Harán un segundo piso? ―Jungkook parpadeó inocentemente, imaginándoselo.

―Kookie, esta casa es tan vieja, que tendrían que destruirla por completo para hacer otro piso ―Taehyung
cubrió su rostro, sobrellevado.

―¿Entonces? ―Insistió en saber. ―¿Vas a... mudarte? ―Y ahora su voz salió temerosa. Sus ojitos se
llenaron de decepción cuando el mayor asintió. ―Oh...

―Ellos hablaron con los padres de Jimin ―Continuó. ―Han estado viendo casas allá, por donde viven
ellos. Papá dice que su traslado será aprobado, y entonces...

―Jimin vive en otra ciudad ―Interrumpió.

―Sí ―La sonrisa de Taehyung tembló. ―Nosotros... nosotros nos iremos a otra ciudad cuando llegue
febrero

Jungkook apartó la mirada, sintiendo un nudo formarse en su garganta. Por fin había hecho su primer
amigo y este le estaba diciendo que se iría en dos meses. Sólo dos meses. ¿Y si su madre no aparecía para
ese entonces? ¿Él se quedaría solo deambulando por ahí? Se había acostumbrado demasiado a la presencia
de Taehyung.

―¿Kookie? ―Llamó el mayor con delicadeza, temiendo que su amigo estuviera triste o enojado por lo que
acababa de decir. Él mismo había llorado un montón cuando Jimin dijo de repente que se iría de la ciudad.

Pero cuando Jungkook volteó a verlo, él estaba sonriendo. Con pequeñas lagrimitas en sus ojos, pero
sonriendo sinceramente.

―Felicidades, hyung ―Dijo entonces. ―Podrás volver a estar con Jimin, ¿puedes verlo? ¡Esa es una muy
buena noticia!

Sin embargo, las pequeñas lágrimas rodaron por sus mejillas, y Taehyung estiró sus brazos a través del
marco para atraerlo hasta él, permitiéndole llorar sobre su hombro a pesar de la incómoda posición.

Taehyung no supo que decir para consolarlo, así que sólo lo abrazó. Y Jungkook, que intentó ser positivo
hasta el final, se preguntó por qué las personas a las que quería siempre se iban lejos de él.

[13] · Sábado 16 de diciembre de 2006.

Esa noche hubiera sido extremadamente silenciosa de no ser por la lluvia que se escuchaba caer en el
exterior. Jungkook nuevamente estaba con él en la cama, su cuerpo esta vez guardando cierta distancia. Por
una razón que desconocía, su amigo no había dicho más que hola desde su llegada y, cuando lo animó a
recostarse a su lado, se aseguró de colocarse en la orilla del colchón. El mayor temía que se cayera por un
mal movimiento.

Como si no fuera suficiente, ¡él le estaba dando la espalda! Y Jungkook jamás le había dado la espalda
antes.

―Kookie ―Se atrevió a llamar luego de 15 minutos que parecieron una eternidad. ―¿Estás molesto
conmigo? ―Preguntó con tristeza. ―Porque si lo estás, no es necesario que permanezcas a mi lado. No
tienes que obligarte a soportarme

―No estoy molesto contigo ―Murmuró, girando sobre su cuerpo. ―Sólo... es raro ―Murmuró. ―Es raro
pensar en que te irás, hyung

―¿Es por eso que me estás evitando?

―Pienso demasiado en ello y me siento triste a menudo ―Sonrió débilmente. ―No me gustaría que me
vieras llorar de nuevo

Taehyung suspiró con pesadez, tomando la mano de su amigo. Tiró de él suavemente para hacerle entender
que lo quería más cerca, y este comprendió. La mano del mayor fue directamente hasta su rostro para
acariciarlo, despejando su frente por donde caían revoltosos cabellos.

―También estoy triste ―Confesó. ―Y no me gusta verte llorar, duele mucho cuando te veo llorar ―Sus
propios ojos escocieron al pensar en los ojos brillantes del menor inundados de cristalinas lágrimas. ―Pero
soy tu amigo, mi deber es estar contigo y abrazarte cuando algo va mal. Lo haré durante todo el tiempo que
me sea posible ―Prometió.

Jungkook volvió a sonreír con tristeza, disminuyendo la corta distancia entre sus pequeños cuerpos para
volverla inexistente. Ocultó su rostro en el pijama ajeno, en busca de calor y confort. Su cabeza quedó
ubicada justamente bajo la barbilla del mayor; este sólo reaccionó en abrazarle, permitiéndole quedarse
junto a él.

―Ya estamos de vacaciones ―Dijo Kim, sus dedos enredándose con los cabellos de su amigo mientras
acariciaba su cabeza. ―Ya que no habrá clases, quizás pueda mantenerme despierto la madrugada del
sábado y del domingo para verte. ¿Te parece una buena idea?

―Necesitas dormir ―Habló ahogadamente contra su ropa.

―¡Tonterías! Mis encuentros contigo ahora serán limitados, ¡así que aprovecharé cada oportunidad que se
me dé para verte más veces! ―Jungkook se distanció de él, buscando su mirada. ―Lo haré incluso si me
dices que no lo haga ―Dictaminó antes de que el pequeño pudiera hacer un reclamo.

Jungkook presionó sus labios, enfurruñado por su testarudez. Él sabía que dormir era importante, pues
constantemente se sentía cansado por no cumplir debidamente con sus horas de sueño, por eso no podía
permitir que su amigo siguiera sus pasos. Sin embargo, Taehyung lucía tan convencido, que veía difícil el
hacerlo desistir.

―De acuerdo ―Respondió de mala gana, alejándose otro poco más de él y recostándose sobre su espalda
para hacerle notar que realmente no estaba tan de acuerdo como decía.

Pero Taehyung rió de su expresión; Jungkook era adorable cuando parecía enojado. Tirando su brazo
alrededor de él, lo presionó contra su cuerpo mientras sus labios buscaban su mejilla. La sonrisa volvió a
labios del menor cuando el contrario no dejó de dar besitos en su cara.

―Basta ―Pidió mediante una risita, pues le estaba dando cosquillas y su cara ya se sentía lo
suficientemente roja. Pero Taehyung no lo escuchó y sólo siguió dando besitos en el mismo lugar. ―Hyung
―Gruñó por lo bajo, un puchero formándose de manera involuntaria en su labio inferior.

―Tienes las mejillas más bonitas del mundo, Jungkookie. Son suaves y gorditas, incluso quiero morderlas
―Confesó.

—¡No puedes hacerlo! ―Jungkook cubrió rápidamente sus mejillas, queriendo protegerlas. ―¡Son mías,
hyung malo! ―Añadió al notar la traviesa mirada de su amigo.

Tristemente para él, Kim no pensaba igual. El pequeño se retorció en el colchón cuando su amigo apartó su
mano y dio una pequeña mordida en su moflete, soltando una carcajada victoriosa tras separarse.

―Ya no te quiero ―Dijo Jeon, retirando los restos de saliva de su mejilla mientras miraba con enojo a su
mejor amigo.

―Por supuesto que me quieres ―Dijo con convicción, volviendo a abrazarlo con ternura. ―Por eso es que
siempre vienes a mí, porque me quieres. Y yo también te quiero muchísimo, por eso espero cada semana
por ti ―Y volvió a dejar otro besito en su rostro.
Jungkook no pudo ocultar la sonrisa en su rostro y buscó la mano del otro niño por reflejo, sonriendo aún
más cuando se encontraron.

―El próximo domingo es víspera de navidad ―Murmuró Taehyung, pensativo. ―Este año tuve buenas
calificaciones, quizás el viejo gordo si me traiga mi PS2 ―Jungkook puso los ojos en blanco al escuchar la
manera en que se refería a Santa. ―Así que, mi defensor de los hombres vestidos de rojo... ―El menor
ahora rió ante tal apodo. ―¿Escribiste tu carta para Santa? ―Ambos se miraron. ―¿Hay alguna cosa que
quieras, Kookie?

Taehyung tenía sólo 10 años y, como cualquier niño de una familia normal, no tenía dinero. Pero quizás él
podría usar sus ahorros para darle algo Jungkook. Ya que se iría de todas formas, quizás podría dejarle algo
a su amigo, algo que le permitiera estar presente en su vida incluso si no era la manera en la que él deseaba.

―No escribí una carta este año ―Admitió el menor finalmente, su voz saliendo en un murmullo.

―¿No? ―Taehyung estaba sorprendido. ―¿Por qué no?

Jungkook mordió su labio, sin querer decirlo en voz alta. A esa altura, ya no había nada material que
figuraba en su lista de deseos, y era consciente de que para Santa algo más que material era más que
imposible. Sin importar cuántas cartas escribiera, Santa Claus no podría apurar el regreso de su madre a
casa.

Santa tampoco podría impedir que Taehyung se fuera.

―No quiero nada ―Dijo con simpleza.

―Kookie, has sido un niño bueno, sea lo que sea que quieras, creo que tienes el derecho de ser caprichoso
al menos una vez en el año ―Lo incentivó el mayor, queriendo escuchar sus deseos. Era imposible que un
niño no quisiera nada en navidad. ―Está bien si es algo que no se puede comprar ―Se apresuró en agregar
cuando el menor abrió la boca, dispuesto a rebatir.

―Entonces... quiero verte el próximo domingo

―Vas a verme, estaré aquí, no es necesario que le escribas a Santa para eso. Puedes pedirle algo más y-

―Es lo único que quiero, hyung ―Dijo con convicción. Él no podría impedir que su amigo se fuera, pero
verlo una vez más era un deseo mucho más fácil de concretar.

―Está bien ―Taehyung se rindió, presionando su mano con cariño. ―Estaré contigo esta víspera de
navidad, Kookie ―Prometió.

Jungkook sonrió, acurrucándose más cerca de él. Taehyung dejó otro besito en su frente mientras se
lamentaba por no haber obtenido un verdadero deseo por parte del menor, pero, como mínimo, había
comprobado que su querer de estar juntos era completamente recíproco.

[14] · Domingo 24 de diciembre de 2006.

Jungkook entró silenciosamente a la habitación de su amigo mientras lo veía revolver su armario. Cerró la
ventana y quitó sus zapatos, retirando luego su abrigo. Cada día era mucho más frío que el anterior y sentía
sus huesos entumecidos.
Taehyung dio la vuelta de repente, escrutándolo con la mirada mientras sostenía algo entre sus manos.
Jungkook se encogió en su lugar. No se explicaba por qué el mayor le miraba tan serio.

―¿Hyung? ―Llamó, confundido.

―Póntelo ―Dijo, caminando hasta él para extenderle la prenda que sostenía.

Jungkook tomó la prenda, desdoblándola. Miró curioso entre el suéter de lana y su amigo, aún confundido
sobre qué hacer, incluso si aquel niño acababa de decirle que se lo pusiera.

―¿Me lo estás prestando? ―Taehyung sacudió la cabeza en negación.

―Es un regalo ―Corrigió, rascando su cabello. ―Mañana es navidad, así que puedes considerarlo un
regalo de navidad. Solía ser mío y ahora me queda pequeño, espero que no te moleste que sea usado...
―Murmuró avergonzado.

Ahora fue Jungkook quien negó fervientemente con la cabeza, poniéndose rápidamente el suéter. No lo
había dicho antes, pero suponía que Taehyung ya había notado que toda su ropa era vieja y pequeña para él.
Le avergonzaba un poco verse a sí mismo frente al espejo muchas veces, pero desde que su madre había
dejado la casa, su padre no le había vuelto a comprar ropa, y él estaba creciendo demasiado ese último año.

―Muchas gracias, hyung ―Su sonrisa dental fue brillante mientras sus ojitos se arrugaban de felicidad.

Taehyung desvió la mirada, sonrojándose. Aunque su primera opción había sido comprar un regalo para
Jungkook, finalmente supuso que darle algo de ropa sería lo mejor. El invierno finalmente había llegado y
los días serían mucho más fríos, así que no quería arriesgar a su amigo a pescar un resfriado. Se aseguraría
de encontrar más ropa pequeña para Jungkook pronto, sólo tendría que encontrar la manera de que su
madre no notara que las prendas poco a poco estaban desapareciendo.

―Pero, hyung... ―Dijo Jungkook de repente, un poco tristón. Taehyung giró automáticamente hasta él
para ver como tiraba tímidamente de sus mangas, pues la prenda le quedaba un poco larga. ―Yo no traje
un regalo para ti

―No necesito un regalo

―No es justo ―Reclamó, un puchero formándose en su labio. ―Me diste un regalo, quiero darte uno
también. ¿No hay nada que quieras, hyung?

Jungkook no tenía dinero, pero era bueno en las manualidades. Quizás podría regalarle algo como eso a
Taehyung, ¡él se aseguraría de hacerlo con mucho amor!

―Uhm... si insistes... ―Taehyung se lo planteó seriamente antes de tocar sus propios labios, mirando
fijamente los de su amigo. ―Déjame besarte

―Siempre lo haces ―Jungkook resopló. ¿Por qué Taehyung no podía pensar en algo más?

―No, es un beso diferente ―Sonrió abochornado, dando tímidamente un paso más cerca de él. ―Hablo de
un beso en los labios, Kookie
―¿Los labios? ―Frunció su ceño. ―Quieres... ¿quieres un beso especial? ―Él necesitaba confirmación.
Su corazón dio un saltito cuando el mayor asintió sin dudarlo. ―Mamá dijo que los besitos especiales se
dan con personas especiales ―Señaló.

―Está bien, puedo ser tu persona especial ―Aseguró, muy convencido de ello. Quería mucho a Jungkook,
¿acaso no era eso suficiente?

―Pero, hyung, ¡los besos en los labios son besos de adultos! ―Dijo casi alterado.

Porque lo eran, ¿cierto? Jungkook estaba seguro de ello. Todas las personas que había visto besarse en los
labios eran adultos, ¡no se suponía que él hiciera cosas de personas grandes!

―Eso no es cierto ―Taehyung chasqueó con la lengua. ―Una de mis compañeras besó a uno de mis
amigos hace poco, ¡y ellos son niños también! ―Jungkook abrió su boca sorprendido. ¿Así que los niños
podían besarse como los adultos sin ningún problema? ¡Cada día se aprendía algo nuevo! ―Entonces...
¿puedo besarte? ―Volvió a preguntar, sintiéndose vergonzoso nuevamente. ¿Cuántas veces más tendría
que preguntarlo? No pensó que sería tan difícil convencer al menor.

―Pero... ―Taehyung quiso poner los ojos en blanco cuando lo escuchó rebatir una vez más. ―Somos dos
niños ―Señaló entre ambos. ―Nunca he visto a dos hombres besarse. ¿Los hombres pueden besarse,
hyung?

De acuerdo, Taehyung no había pensado en eso. Pero si hombres y mujeres podían besarse sin ningún
problema, ¿por qué no intentarlo? Además, él a veces había visto a sus compañeras caminar de la mano
hacia todas partes. Si las niñas podían hacer cosas que las parejas hacían, entonces los niños también.
Simple lógica.

―Kookie, ¿te gusto? ―El menor le miró sin pestañear. ―Porque si te gusto, entonces no hay problema en
besarnos como lo hacen las parejas. Eres mi persona especial

―¿Eso quiere decir que yo te gusto? ―Taehyung asintió de manera automática. ―¿De verdad? ¿Como tu
persona especial?

―Sí

―¿No como un hermano mayor a su hermano menor?

―¡Nunca!

―¿Nunca? ¡Pero cuando nos conocimos dijiste que serías como mi hermano mayor!

―Oh, ¿eso dije? ―Le miró con comprensión, sonriendo con culpabilidad luego. ―Bueno, no podré ser tu
hermano mayor, lo siento, pero aún cuidaré de ti ―Prometió. ―Así que, ¿te gusto? ―Insistió una vez más.

―Creo... creo que sí ―Musitó, bajando la mirada hasta el piso, avergonzado. ―Nunca me había gustado
alguien. Pero me gusta cuando tomas mi mano, me gusta cuando me abrazas y me gusta cuando me llenas
de besitos, así que supongo que... tú también me gustas. Es así, ¿cierto, hyung?

―Eso creo ―Sonrió tímidamente también, sintiendo sus mejillas calentarse por las palabras del menor.
―Así que... puedes besarme, si eso es lo que quieres ―Permitió finalmente.

Taehyung dejó escapar una bocanada de aire, sintiéndose tenso de repente. Inclinándose sobre el niño que
era más bajito que él, juntó sus labios en un beso que no duró más de 2 segundos. Ambos se miraron con
ojos completamente abiertos tras haberse distanciado.

―Me dio cosquillas ―Dijo el menor, sorprendido, tocando sus labios con sus dedos. ―¿Te dieron
cosquillas también, hyung?

―Sí ―Admitió, sintiendo sus orejas calentarse. ―Pero fueron cosquillas buenas, ¿no lo crees?

Jungkook apartó sus dedos, enseñándole una sonrisa brillante para luego asentir. Taehyung suspiró más
relajado y se animó a tomar su mano, guiándolo a su cama para que ambos pudieran cubrirse, pues no valía
la pena permanecer en el piso por mucho más tiempo.

―La próxima semana es mi cumpleaños ―Le recordó Taehyung, acariciando su rostro. ―Vas a venir,
¿cierto?

―Lo intentaré ―Prometió, aunque el pesar en su expresión no era muy prometedor.

―Tienes que hacerlo ―Taehyung tomó su rostro, depositando un rápido beso sobre sus labios. ―Te estaré
esperando

―¿Y vas a darme más besos como ese? ―Preguntó abochornado, siendo pillado por sorpresa.

―Sí

―Pensé que sólo sería uno... ―Murmuró confundido. Taehyung rió y volvió a juntar sus labios,
asegurándose de que esta vez durara unos segundos más. ―Quizás... ¿te gusta besarme? ―Preguntó con
una mirada analítica.

―Muchísimo ―Admitió. ―¿Te gusta besarme también?

―Se siente raro ―En realidad, era su corazón el que se estaba volviendo loco. ―Pero sí, me gusta

―Eso es bueno, porque antes de que me vaya, me aseguraré de darte muchos besos ―Prometió, volviendo
a besarle una vez más.

Jungkook cerró sus ojos mientras los labios de Taehyung presionaban los suyos por varios segundos.
¿Cuánto se suponía que tenía que durar un beso?

―¿Cuánto es mucho? ―Preguntó el menor muy apenas, pues Taehyung había vuelto a posar sus labios
contra los de él.

―Infinitos besos

―¿Cuánto es infinito? ―Preguntó mucho más confundido.

―¡Infinito es infinito, Jungkook!


El menor hizo un puchero, deseando entenderlo. Aparentemente, infinito era mucho, pero él seguía sin
saber cuánto era mucho. Y, de todos modos, temía que Taehyung dijera eso en serio. Si ellos estaban
besándose todo el tiempo, ¿cuándo podrían hablar? ¿Y sus labios no se sentirían cansados después de un
rato? Si sus piernas dolían después de correr mucho durante educación física, definitivamente los labios
debían de cansarse también si besabas mucho.

¿Así funcionaba?

―Me gustas mucho, Kookie ―Dijo dulcemente Taehyung contra sus labios, dejando otro besito ahí para
luego abrazarlo por el costado, satisfecho.

―También me gustas, hyung ―Se acomodó contra él, sonriendo igual de satisfecho.

Taehyung lo abrazó con más fuerza y cerró los ojos, dichoso. Le gustaba a su amigo y este hasta le permitía
darle besitos especiales. ¡Ellos se besaban como los enamorados lo hacían! ¿No era esa víspera de navidad
por mucho excepcional?

[15] · Domingo 31 de diciembre de 2006.

Taehyung no lo estaba esperando aquella noche como desde hace meses hacía. Jungkook se había
acostumbrado a encontrarse con esa sonrisa cuadrada apenas se paraba frente a la vieja casa, pero esa
noche la ventana estaba cerrada y no había señal de su amigo.

Apretó con su mano el pequeño regalo oculto en su bolsillo y se acercó temeroso hasta la ventana,
tocándola con delicadeza. Esperaba que Taehyung sólo se hubiera dormido temprano aquel día, porque de
ninguna manera sabría qué hacer si aquel niño estaba enojado con él.

Después de todo, Kim tenía el derecho de estar molesto. Jungkook, aún prometiéndolo, no se apareció en
su cumpleaños.

―Ah, estás aquí ―Taehyung abrió finalmente su ventana, de mala gana. El menor se encogió en su lugar
cuando una mirada cargada de molestia se posó en él. ―Pensé que no vendrías, tú sabes... ―Puso los ojos
en blanco. ―Pareces estar demasiado ocupado como para venir a mi cumpleaños, así que, ¿por qué habrías
de venir esta noche?

―Hyung... ―Intentó hablar.

―Cierto, es por tu madre ―Sonrió con falsedad. ―Es obvio que tu madre es más importante que yo

Jungkook sintió sus ojos escocer, pero no se dio el privilegio de llorar. La mirada tosca de Taehyung
decayó con el paso de los segundos, volviéndose una tristona, y terminó por suspirar rendido para luego
darle la espalda.

―Sólo entra, Jungkook. Vas a congelarte ahí afuera

Jungkook obedeció. Encaramándose en el marco como acostumbraba a hacer, se quitó sus zapatillas
cuando estuvo adentro. Cerró la ventana, dejó la linterna en el marco, iluminando hacia el exterior, y,
habiéndose quitado su abrigo, caminó sigilosamente hasta la cama de su amigo, quien le miraba
inexpresivo.
Taehyung quería mostrarse molesto, porque de verdad le había decepcionado la ausencia de Jungkook
aquel día, pero era difícil poner mala cara si veía al niño usar la ropa que hace una semana le había dado.

―Ven aquí ―Murmuró, apartando las mantas para que el menor pudiera deslizarse bajo ellas. Los ojos del
niño brillaron con lágrimas retenidas mientras se acomodaba junto a su amigo.

―Perdón ―Taehyung no dijo nada. ―De verdad quería venir, pero... ―Se detuvo, sin poder explicarlo en
realidad.

Jungkook no podía decirle a Taehyung que su padre le había golpeado y le había obligado a mantenerse en
su cuarto nuevamente. Había tenido que esperar a que él se durmiera para escabullirse de casa.

―¿No vas a terminar? ―Ahora fue Jungkook quien no respondió. ―¿Tu padre no te ha dado permiso para
salir? ―Y ahora asintió.

Era más fácil no decir la verdad por completo. Luego de que su madre se fuera, Jungkook lo había
deducido por sí mismo; las personas no necesitaban saber todo lo que pasaba dentro de su casa. Había
escuchado que cuando los padres eran malos, los niños eran enviados al cuidado de otros familiares. Pero
Jungkook no tenía más familia, y él no podía arriesgarse a ser enviado a un lugar extraño donde su madre
no le pudiera encontrar.

Incluso si su propio padre se encargaba de recordarle a diario que su madre le había dejado atrás porque no
lo quería, él seguiría esperando por ella.

Creería hasta el final en ella.

―Oh, Kookie... ―Murmuró Taehyung, su corazón rompiéndose cuando en medio del silencio los ojos del
niño se llenaron de diminutas lágrimas.

―Lo siento, no quería comportarme mal contigo, sé que no es tu culpa ―Estiró su mano, apartando las
lágrimas de su rostro.

―Lo siento ―Volvió a decir de todas formas.

Taehyung suspiró y se acercó más a él, envolviéndolo en sus brazos. Jungkook lloró en silencio e hipó
mientras sus manitos se aferraban a la ropa del mayor.

―Habrá más cumpleaños ―Dijo Kim con seguridad mientras acariciaba su espalda. ―Algún día serás
grande y no necesitarás el permiso de tu padre. Asistirás a todos mis cumpleaños entonces

Jungkook se separó, mucho más tranquilo, pensando en ese futuro. ¿Eso quería decir que Taehyung y él se
seguirían encontrando incluso después de grandes? ¿Incluso si el mayor se iba lejos? Una suave sonrisa se
deslizó en sus labios y Taehyung también sonrió, por el simple hecho de verle un poco más feliz.

Tomando la mano del menor, la llevó hasta sus labios para dejar un pequeño besito en sus dedos,
provocando que se sonrojara.

―Hace cosquillas ―Rió bajito, y Kim volvió a dejar otro besito en el mismo lugar tras escucharlo.
Jungkook miró fijamente el gesto, sintiendo su corazón dichoso. Cerrando el espacio entre ambos, con
cierta vacilación, se inclinó sobre el mayor para ser capaz de rozar sus labios con delicadeza. Los ojos de
Taehyung estaban abiertos con sorpresa para cuando se distanció.

―Lo siento, ¿no debía hacerlo? ―Preguntó con inseguridad ante su reacción.

Taehyung negó rápidamente con la cabeza, dándole a entender que no había problema. Antes de que
Jungkook pudiera abrir la boca, sus labios ya estaban sobre los del niño más pequeño.

―Cumplí 11 años ―Dijo, conservando su rostro cerca de él. ―Tienes que darme como mínimo 11 besos.
¿Suena como algo justo?

―Uhm, supongo ―Aceptó, parpadeando con inocencia.

Ya que había sido el cumpleaños de Taehyung, era lo mínimo que podía hacer, ¿cierto?

Taehyung se inclinó sobre él, cerrando sus ojos en espera. Jungkook tomó su rostro entre sus manitos y
besó sus labios por tercera vez esa noche, dando pequeños piquitos sobre la boca de su hyung y haciendo
pausas sólo para contar entremedio.

―... 10... ―Contó, pegando sus labios a los del contrario en un beso más largo. ―¡11! ―Dijo feliz tras
haber cumplido, soltando su rostro. Taehyung suspiró con ensoñación y dejó un tierno besito en la punta de
su nariz antes de acomodarse a su lado, abrazándolo.

―¿Sabes? Mamá siempre besa a papá antes de que se vaya al trabajo. Siempre pensé que era asqueroso,
pero ahora que estás conmigo, creo que puedo entenderlo ―Jungkook giró sobre su cuerpo, encontrándose
con la sonrisa tonta del mayor. ―Me gusta cuando nos besamos en los labios. ¡Los besos en los labios son
mucho mejor que los besos en la mejilla!

Jungkook sonrió tímidamente, sintiéndose avergonzado por aquella declaración. Acercándose más a
Taehyung, dejó otro besito en sus labios mientras el mayor le envolvía más fuerte entre sus delgados
brazos.

―Feliz cumpleaños, hyung

Taehyung dejó un besito en su rostro y ambos permanecieron abrazados en silencio, simplemente


disfrutando del poder estar juntos. El delgado cuerpo de Jungkook se sentía frío incluso a través de sus
ropas y él sólo deseaba entregarle calor, hacerle sentir protegido. ¿Cómo haría para cuidar del niño luego
de su separación?

―Me gusta estar contigo así, como estamos ahora ―Declaró el mayor. ―Pero, Kookie, no me gusta que
camines afuera a esta hora. Hace mucho frío, te vas a enfermar. ¿Quién cuidará de ti si te enfermas?
―Cuestionó

―Estoy bien, hyung ―Aseguró. Por supuesto, hacía mucho frío afuera, pero nada lo iba a detener de salir.
―Mañana se cumple un año desde que mamá se fue, necesito estar aquí ―Taehyung suspiró con pesar.
―¿Estarás aquí mañana?
―No. Todos los años nos vamos a casa de mis abuelos y nos reunimos toda la familia. Nos iremos mañana
en la mañana ―Jungkook se distanció un poquito, queriendo buscar su rostro. ―Pero volveremos al día
siguiente. Papá aún tiene que trabajar

―Oh ―Jungkook le miraba con comprensión. ―¿Te gusta estar con tus abuelos, hyung?

―¡Ellos son los mejores abuelos del mundo! Siempre salimos a pasear y a comer y- ―Se detuvo. ―¿Te
cuento un secreto? Mi abuelo me puso mi nombre ―Comentó con orgulloso. ―¿Sabes qué significa?

―Que todo estará bien, incluso frente a los momentos difíciles

―Ahm... ―Su sonrisa desapareció, su mirada se volvió curiosa. ―Sí, así es. ¿Cómo lo sabes, Kookie?

―Alguien me lo dijo una vez ―Enseñó su sonrisa dental, sus ojitos arrugándose dulcemente.

―Esa persona sabe mucho. Pero hay algo más, ¡también quiere decir que todos mis sueños se harán
realidad! ―Dijo con alegría. ―¿Y sabes cuál es mi sueño ahora? ―Jungkook negó con la cabeza,
esperando con expectación. ―Que incluso si me voy dentro de poco, seamos capaces de reunirnos en el
futuro

―También quiero que así sea...

―Lo será ―Taehyung acarició su cabello. ―Ya que es mi sueño, así será, lo prometo. No importa si tardo
días o años, Kookie, volveré por ti

Jungkook mordió su labio, queriendo hacer cientos de preguntas. Si él ya no estaba en el mismo lugar para
ese entonces, ¿Taehyung le buscaría sin importar qué?

―Te encontraré ―Dijo el mayor con seguridad, como si fuera capaz de leer sus pensamientos.

―¿De verdad?

―Lo haré ―Ni siquiera lo dudaba.

Jungkook aflojó un poco el abrazo del mayor, rebuscando algo en su bolsillo. Taehyung miró con atención
la pulsera que le enseñaba su amigo.

―Es... tu regalo de cumpleaños ―Musitó. Taehyung la tomó. ―No tengo dinero para comprar cosas, pero
hice esta pulsera para ti, hyung ―Subió una de sus mangas, enseñando una exactamente igual. ―Tengo
una también

Taehyung miró la pulsera de Jungkook y luego miró la suya, intentando ponérsela de inmediato. Jungkook
se la quitó en medio de una risita y le ayudó a envolverla en su muñeca, haciendo un nudo con los hilos
luego. Al mayor no dejaba de impresionarle la bonita pulsera trenzada que el contrario había hecho para él.
¿No era el menor un niño de lo más talentoso?

―¿Te gusta? ―Preguntó tímidamente. ―Mamá me enseñó a hacerlas

―Es preciosa, Kookie ―Taehyung sonrió felizmente, abrazándole nuevamente. Jungkook también sonrió,
satisfecho. ―Con esto será imposible que no te encuentre, estamos conectados
―Lo estamos, ¿cierto? ―Jungkook volvió a sentir sus ojos picar, como cada vez que pensaba en la ida de
su amigo. ―Te quiero, hyung

―También te quiero, Jungkook

Se miraron a la cara. Se besaron una vez más; una vez o, quizás, unas diez veces. Ninguno las contó
realmente. Pero para cuando las mariposas en el estómago de ambos exigieron un descanso, así como sus
sonrojados rostros, se sonrieron risueñamente con felicidad destellando en sus ojos. Taehyung volvió a
envolver la mano más pequeña entre las suyas para mantenerla caliente en esa fría noche de invierno.

Su última noche de aquel extraordinario año.

[16] •

· Martes 2 de enero de 2007.

Taehyung miró con atención como Jimin jugaba una divertida partida de Crash en su PS2 que había
obtenido en navidad. No podía creer que había olvidado por completo decirle a Jungkook que sus padres sí
le habían regalado su esperada consola, pero estaba listo para decírselo la próxima vez que viniera.

La noche anterior el menor no había aparecido, así que esperaba que esta noche fuera diferente. Taehyung
estaba ansioso por envolverlo en un abrazo y desearle un buen año.

Aunque, tristemente, ellos no podrían dormir juntos con Jimin ahí.

Miró con cierta decepción a su mejor amigo. Cuando su madre le había dicho que los Park habían venido a
Daegu por las fiestas y que Jimin se quedaría con él por una semana, había saltado en un pie de felicidad.
Pero, recordando sus desveladas con Jungkook, la idea prontamente no pareció tan buena. ¡Por supuesto
que quería divertirse y dormir con su amigo! Pero su tiempo con Jungkook estaba contado y necesitaba
aprovecharlo.

―Niños, ya es demasiado tarde ―La señora Kim se paró al lado del televisor, dándoles una mirada seria.
―Deben ir a la cama ahora, ya mañana seguirán jugando

Y ellos, sin siquiera rechistar, obedecieron. Mientras caminaban al cuarto de Taehyung, Jimin se preguntó
por qué su amigo estaba extrañamente silencioso. Él nunca era silencioso.

―Jimin ―Dijo finalmente el menor cuando ambos estuvieron en pijama, acomodándose en la cama.
―¿Puedo contarte un secreto? ―El niño asintió. ―Pero tienes que prometerme que no se lo contarás a
nadie

―Lo prometo, Tae

―Bien ―Aclaró su garganta. ―¿Recuerdas a Jungkook?

―¿El niño que cantaba por la noche fuera de tu ventana? ―Preguntó inseguro. Taehyung asintió.
―¿Volvió a aparecer?

―Él siempre viene, Jimin. Nosotros nos vemos todas las semanas y somos muy amigos
―Tae, ya te he dicho esto antes... ―Jimin movió sus manos con un poco de exasperación. ―Los niños no
salen solos de casa, ¡no durante la noche! ―Abrió sus ojitos todo lo que pudo. ―Quizás sólo has soñado
muchas veces con él, ¿no? Porque ningún padre o madre dejaría a su hijo salir a las 4 de la mañana

―Pero Jungkook no tiene madre... ―Murmuró para sorpresa de Jimin. ―Y su padre no le presta atención

―Oh ―Bien, eso dejaba las cosas un poco más claras para él. ―¿Pero por qué me dices esto ahora?

―Quiero que lo conozcas ―Taehyung le miró fijamente. ―Eres mi mejor amigo y él es especial para mí,
así que necesito que lo conozcas. Por lo tanto, ¿vas a guardar este secreto? ―Jimin asintió
automáticamente. ―Gracias

―Sí, bueno... ―Murmuró, acomodando su cabeza en la almohada. ―¿Por qué él es importante para ti, de
todas formas?

―Me gusta ―Respondió de inmediato.

―... ¿qué? ―Su voz apenas salió.

―Él me gusta y yo le gusto. Nosotros estamos en algo ―Se encogió ligeramente de hombros. ―Bueno, no
le hemos dado un nombre, pero cuando seamos lo suficientemente grandes, seguramente le pediré que sea
mi novio ―Jimin estaba boquiabierto. ―Así que si él viene, no quiero que te sorprendas si es que tomo su
mano o lo beso

―¿¡Lo besas!? ―Cubrió su boca, mirándole escandalizado.

―Sí

―... ¿en los labios?

―¡Por supuesto que sí! ―Taehyung le miró extraño. ―Es mi persona especial, por supuesto que debo
besarlo en los labios. Las personas que se gustan y quieren se besan en los labios ―Dijo con absoluta
seguridad.

―Pero tenemos 11 años, nosotros no besamos a los 11 años, ¡eso es extraño! ―Intentó hacerle razonar.
―Y asqueroso, muy asqueroso, ¡ew! ¿Por qué querrías besar a alguien? ―Se abrazó a sí mismo, sintiendo
escalofríos.

―Eso lo dices porque no has besado a nadie ―Le enseñó la lengua, divertido.

Jimin frunció sus labios. Había una compañera en su salón que era muy bonita y dulce, y quizás a él le
gustaba un poquito, pero bajo ninguna circunstancia la besaría. ¿Acaso su amigo estaba creciendo más
rápido que él y por eso hacía cosas que los grandes hacían?

―Bien, niños, ¿ya están en la cama? ―La señora Kim abrió la puerta, verificando. ―Muy bien

Caminó hasta ellos, arropándolos adecuadamente, asegurándose de que no pasaran frío esa noche. Dejando
un besito en la frente de ambos y deseándoles dulces sueños, su mirada se clavó en el brazo de su hijo,
notando por primera vez la bonita pulsera que lo decoraba.
―¿Taehyung? ―Llamó extrañada, el niño sólo le miró fijamente. ―¿De casualidad estuviste revisando las
carteras de mamá? ―Él negó con la cabeza. ―No es bueno que mientas, ¿lo sabes? ―Habló con voz
dulce, sin reproche.

―Pero no estoy mintiendo ―Frunció sus labios, ofendido.

La mujer suspiró y negó con la cabeza, sin querer pelear con él. Ya otro día se aseguraría de hablar
adecuadamente con él sobre por qué no debía tomar las cosas sin permiso. Taehyung y Jimin se
mantuvieron en silencio hasta que finalmente la mujer se retiró.

―Ella se quedó mirando tu pulsera ―Cuchicheó Jimin. ―¿La tomaste de su bolso?

―No, Kookie me la regaló por mi cumpleaños. Él tiene una igual ―Musitó. ―Supongo que mamá tiene
una parecida y se ha confundido

―Oh ―El mayor asintió, entendiendo. ―Entonces, ¿tendremos que quedarnos despiertos para esperar a
Jungkook?

―Puedes dormir por un rato, te despertaré si él llega ―Prometió.

Y así fue; Jimin se durmió mientras su amigo continuaba despierto. Pero aunque las horas avanzaron esa
madrugada, tal como la noche anterior, Jungkook no apareció.

Tampoco lo hizo la madrugada siguiente, ni la subsiguiente. Jungkook no apareció ni siquiera cuando el


sábado y el domingo llegaron.

Y finalmente, los días se convirtieron en semanas, el calendario anunció un nuevo mes, y lo único que
Taehyung lamentó cuando el momento de mudarse llegó, fue que no pudo ver a su amigo por última vez.

Taehyung lloró en silencio aquella última noche en Daegu.

[17]

1 de enero de 1995.

Jungkook cubrió sus orejas mientras escuchaba el ruido de cosas romperse desde el primer piso. Era poco
más de medianoche, un nuevo año iniciaba, pero ni eso parecía detener a su padre y sus arranques de furia.
La puerta principal fue cerrada en un golpe poco después, anunciándole la retirada del hombre. El niño
dedujo que iría por alcohol, como venía haciendo desde hace un tiempo hasta ahora.

La puerta de su cuarto fue la que se abrió entonces, con su madre luciendo alterada mientras sostenía un
bolso. La mujer lo dejó caer sobre su cama para luego abrir el cajón, tomando un par de prendas.

―Jungkook, ponte tu abrigo ―Ordenó. Y el menor obedeció en silencio, viendo como ella salía del cuarto
para luego entrar nuevamente, sosteniendo sus ropas para también meterlas a la fuerza dentro del bolso.

―¿Mami? ―Jungkook tiró de su abrigo. Ella acomodó el bolso sobre su hombro y tomó la pequeña mano.
―¿Por qué estás guardando nuestra ropa ahí?

―Vamos a irnos ―Fue todo lo que dijo, guiándolo rápidamente por la escalera para salir de casa.
―¿Por qué? ―Continuó preguntando.

―Porque así tu padre no volverá a lastimarnos

Y eso bastó para que el niño dejara de preguntar. Jungkook tenía 8 años, pero ya había visto suficiente por
una vida. Él no quería volver a escuchar los gritos de su padre, ni mucho menos verle tratar mal a su madre.
Estaba aterrado cada vez que ella lo cubría con su cuerpo para protegerlo también de los golpes.

Si ellos se iban ahora, ¿podrían librarse de todo eso?

Las calles estaban vacías esa noche. Ruido provenía de todas las direcciones, en medio de celebraciones,
pero nadie caminaba ahí afuera. La noche era demasiado fría y sólo la luna parecía ir tras de ellos,
resguardándoles. Habiendo caminado varias cuadras, tomando incluso callejones como atajo, su madre
repentinamente se detuvo, como si hubiera recordado algo. Jungkook le miró revisar desesperadamente el
interior del bolso y los bolsillos de su abrigo.

―Mierda...

Jungkook le miró sorprendido; ella nunca decía palabras feas. Si su madre decía una palabra fea, es porque
algo muy malo estaba sucediendo.

―Bebé, escucha ―Ella se arrodilló frente a él. ―Mamá ha olvidado unos documentos. Iré por ellos y
volveré, ¿de acuerdo?

―¿No puedo acompañarte? ―Preguntó asustado.

―Será más rápido si te quedas aquí, Kookie ―Intentó razonar con él, acariciando su rostro.

―Pero está oscuro, es de noche ―Sus ojitos se llenaron de lágrimas.

―La luna está aquí, bebé, no está completamente oscuro, ¿ves? ―Intentó sonreír para él.

―¿Y si me pierdes? ¿Y si olvidas dónde estoy?

―Eso no pasará ―Le miró con pena, ansiosa por el tiempo que seguía pasando. ―Ya sé. Si es que tardo
en llegar, sólo canta, ¿sí? Mamá siempre reconocerá tu voz ―Le aseguró. Jungkook asintió,
comprendiendo la difícil situación mientras intentaba ser fuerte. ―Mamá vendrá por ti, bebé, lo prometo,
sólo espera un poco

―Está bien

La mujer dio un beso en su frente, desapareciendo prontamente entre la oscuridad de la noche. Los minutos
avanzaron, convirtiéndose en horas. Jungkook cantó, su voz volviéndose un agotador murmullo. Los ruidos
en la lejanía que pertenecían a personas celebrando, también se desvanecieron mientras más se acercaba el
amanecer. Pero incluso cuando el sol se hizo presente en el cielo, su madre no apareció.

Ni esa noche ni nunca.

· 29 de diciembre de 1995.
Kim Hyojin no podía evitar sentir curiosidad por el pequeño niño con ojos de Bambi que siempre pasaba
por fuera de su casa.

Aquella calle no era muy transitada y difícilmente pasaban autos, pero, por alguna razón, el pequeño
siempre caminaría lentamente por ese trecho mientras fijaba su curiosa mirada en un montón de
direcciones, como si buscara algo.

Hace un mes se había atrevido hablarle, queriendo saber si podía ayudarle en algo. Sin embargo, el
castañito sólo había sonreído adorablemente y había negado con la cabeza, diciéndole que iba en dirección
a casa. Varias veces, ella tuvo la tentación de preguntar por su dirección, pero jamás lo hizo. Y al final, se
había acostumbrado a encontrarse con el pequeño, quien siempre le saludaría y le preguntaría cómo estaba
antes de seguir su camino.

―Jungkook ―Llamó la mujer aquel día mientras cargaba una pequeña bolsa de pan. Nuevamente, había
salido a comprar y había encontrado al pequeño merodeando alrededor. ―¿Qué haces aquí? ¿No deberías
estar en vacaciones? ―El niño, que miraba su reflejo en una de las ventanas de la casa, giró hacia ella.
―¿Me estás escuchando?

―Sí, señora Kim ―Respondió inmediatamente. ―Sí estoy en vacaciones

―¿No deberías estar en casa entonces? Hace frío aquí afuera ―Se acercó a él, preguntándose si el pequeño
había almorzado. ―¿Has comido? ―Él asintió lentamente. ―¿En serio?

―Sí ―Musitó. ―Sólo estaba dando un paseo

―¿Te gusta mucho caminar por aquí? ―Él asintió una vez más; Jungkook jamás había sido demasiado
hablador. ―Puedo entenderlo, supongo. Pero les estás pidiendo permiso a tus padres para salir, ¿cierto?
Ellos se preocuparán si no saben dónde estás

Jungkook se quedó unos segundos en silencio, meditando aquellas palabras. Fijando sus ojitos en el gran
abdomen de la mujer, asintió muy apenas. Él no hablaría de su familia. Jamás lo hacía.

―Señora Kim ―Llamó, curioso. ―¿Cuándo nacerá su bebé?

―¿Uhm? ―Ella tocó su vientre, sonriendo dulcemente. ―Pronto debería de estar aquí

―¿Y ya tiene un nombre para él?

―Se llamará Taehyung ―Él alzó su rostro hacia ella. ―Su abuelo lo ha elegido. Creo que significa que
todo estará bien, incluso frente a los momentos difíciles. ¿No es un nombre muy bonito?

―Lo es ―Sonrió tiernamente. Volviendo a fijarse en el gran abdomen de la mujer embarazada. ―Él
nacerá durante las fiestas, espero que nadie olvidé nunca su cumpleaños ―Agregó luego en un murmullo.
―Oh, ¡ya sé! ―Revisó uno de sus brazos bajo la curiosa mirada de la señora Kim. ―Le daré esto
―Extendió una de sus pulseras para ella.

―¿Me darás tu pulsera? ―Él negó con la cabeza. ―¿Entonces?

―Es para Taehyung ―Señaló, y ella la tomó. ―No estaré para verlo nacer, pero quiero darle un regalo
―Sonrió brillantemente. ―Usted se lo dará, ¿cierto?
―Oh, por supuesto que lo haré ―Aseguró, guardándola en su bolsillo. ―¿Quieres decirle algo, Jungkook?
Aunque él no haya nacido, aún puedes hablarle ―Lo invitó.

―¿En serio? ―Le miró sorprendido y tímidamente puso su manito sobre el abdomen. ―Hola, Taehyung,
es Jungkook hyung. Tu madre dice que nacerás pronto, así que deseo que nazcas fuerte y sano. Si sigo aquí
para cuando llegues, prometo que jugaré contigo

Jungkook sonrió satisfecho, dando un paso hacia atrás. Hyojin se mostró extrañada ante las últimas
palabras mencionadas por el menor.

―¿Piensas ir a otra parte, Jungkook?

―No lo sé ―Admitió. ―Pero si mamá quiere llevarme a otro lugar, entonces iré con ella ―Giró sobre sus
talones. ―Tengo que irme, señora Kim, papá sale temprano del trabajo hoy. ¡Cuídese mucho! ―Agitó su
pequeña mano, comenzando a correr después.

La pequeña figura de aquel niño desapareció prontamente de la vista de Hyojin. La mujer tocó su vientre,
preguntándose cómo había padres ahí afuera dejando a un pequeño niño ir solo por las calles. Y no, ellos
no vivían en un lugar inseguro, pero siempre era mejor prevenir.

Esperaba pronto poder presentarle a Taehyung. Jungkook era un niño dulce y respetuoso, probablemente
sería un buen ejemplo para su hijo.

Claramente, en aquel entonces, Kim Hyojin ni siquiera había imaginado que aquella tarde había sido la
última vez que vería al menor

Al día siguiente, ella dio a luz a su primer bebé en el hospital y, cuando fue dada de alta, su esposo la llevó
a casa de sus padres para pasar las fiestas. Para cuando regresó a su hogar, ya no había rastro de Jungkook.

Malas noticias le dieron la bienvenida al nuevo año.

Epílogo

· 31 de diciembre de 2015, Daegu.

―¿Taehyung? ―El rubio despertó de sus pensamientos cuando escuchó su nombre. ―Mi tren saldrá en
pocos minutos, creo que ya debo irme

Taehyung asintió levemente, bajando la mirada cuando Hoseok se detuvo frente a él, tomando sus manos.
Alzando la mirada después, se sintió cohibido al encontrarse con la hermosa sonrisa de ese chico.

―Gracias por venir hasta aquí, hyung ―Dijo.

―No tienes nada que agradecer ―Se inclinó sobre él, disminuyendo la distancia. ―Eres mi novio, Tae,
por supuesto que iba a pasar tu cumpleaños contigo

Taehyung sonrió, sintiendo sus mejillas sonrojarse un poco cuando el mayor capturó sus labios en un suave
beso. Separándose luego, Hoseok prometió llamarle más tarde, dedicándole una sonrisa antes de marchar.

Taehyung se dio la vuelta, buscando un asiento en la estación para esperar a Jimin, quien debía de llegar en
cualquier momento. Manteniendo su cabeza en alto, estuvo a punto de gritarle a dos revoltosos niños que
tuvieran cuidado con una mujer embarazada que caminaba cerca, pero cerró su boca cuando los pequeños
simplemente pasaron a través de ella. Apartó su mirada al ser consciente de la verdad y, poco después,
tomó asiento junto a una anciana que estaba tejiendo.

Buscó a los niños que había visto anteriormente, lleno de dudas, pero ellos ya no estaban ahí. Frotando su
rostro con cansancio, se preguntó a sí mismo cuándo se acostumbraría a ello.

Cuando Taehyung era pequeño, el resto siempre le había dicho que hablaba solo con sus amigos
imaginarios. Habiendo pasado años desde aquello, y viendo cosas que el resto seguía ignorando, tuvo que
aceptar la verdad mientras se aseguraba de resguardar su secreto. Probablemente habría sido señalado
como un loco de haber dicho que podía ver gente muerta. Porque lo estaban, él podía sentirlo. No era su
imaginación. El mundo, simplemente, estaba lleno de ellos; almas errantes.

Observando fijamente la pulsera que aún mantenía amarrada en su muñeca, un sentimiento de soledad lo
abordó al recordar el día en que había aceptado su particularidad. Pues, teniendo 14 años en ese entonces,
aún recordaba la voz de su madre hablándole de un tema que no podía ser una coincidencia.

Taehyung sintió un nudo en su garganta mientras su mirada se tornaba borrosa, sin despegarse de su
preciada pulsera.

Taehyung abrazó su muñeca y cerró los ojos, recordando la expresión seria de su madre mientras hablaba.

Taehyung presionó sus labios en una línea y frotó sus ojos, negándose a ser un desastre sentimental. Luego
de haber tenido esa conversación, se había negado rotundamente a creer que el niño de la historia de su
madre era el mismo Jungkook que lo había visitado tantas noches durante su infancia. Sencillamente, no
tenía sentido. Pero a medida que pasaban los años y él buscaba desesperadamente el paradero de Jungkook,
jamás dio con él.

Encontró a varios chicos con su nombre con ayuda de internet. Había visto rostros vagamente familiares al
niño de sus recuerdos. Pero ninguno de ellos era su Jungkook. Sus esperanzas decayeron día a día mientras
aceptaba poco a poco la realidad.

La maldita realidad.

Taehyung conoció chicos en su vida, pero ninguno como él. Pasando por su adolescencia, cada vez que
alguien había intentado acercarse a él con intenciones de algo más, había terminado por rechazarle para
luego encerrarse en su cuarto y llorar por la incertidumbre provocada por su niño de la luna. Y finalmente,
ese año, él había conocido a Hoseok mediante Jimin.

Hoseok probablemente tenía todas las cualidades que cualquiera soñaría en un chico. Y él se sintió
agradecido de que existiera alguien más en el mundo capaz de hacer sentir a su corazón vivo después de
mucho tiempo. Hoseok no pensaba que él era extraño. Hoseok lo amaba, cuidaba y respetaba como nadie.

Y finalmente, él había decidido avanzar.

Hace unas semanas, cuando su madre le había anunciado que pasarían las fiestas en Daegu después de
tantos años, Taehyung se propuso averiguar la verdad sobre Jungkook para darle a ese ciclo su fin.
―Conozco esa mirada, niño ―El rubio giró hacia la anciana junto a él cuando esta le habló, sin dejar de
tejer. ―Tienes la mirada de alguien que extraña mucho a una persona especial

―¿Cómo lo sabe? ―Preguntó en voz baja, sintiéndose extrañamente cálido por la repentina empatía.

―También he pasado bastante tiempo esperando por alguien ―Confesó ella con una sonrisa suave,
alzando la mirada hacia él.

Taehyung le miró atentamente, notando la tristeza en sus ojos. Queriendo decir palabras de consuelo para
ella, se sobresaltó cuando escuchó su nombre en un grito. Jimin venía corriendo hacia él justo en ese
momento.

―¡Ya está! ¡Ya llegué! ―Se detuvo abruptamente frente a él, respirando agitado. ―¿Qué hacías?

―¿Uhm? Sólo hablaba con- ―Taehyung se calló al notar que no había nadie a su lado. ―Conmigo mismo
―Murmuró.

Jimin frunció el ceño, notando su drástico cambio de ánimo. Conociendo uno de los más grandes secretos
de Taehyung, se preguntaba por qué constantemente este parecía desesperado en ocultar la verdad incluso
de él.

Siempre sería raro encontrar a su mejor hablando solo, pero él no quería que el menor se sintiera mal por
algo que ni siquiera estaba bajo su control.

―¿Vamos? ―Preguntó Taehyung, levantándose. ―Quiero ir a la biblioteca comunal cerca de mi antigua


casa. Escuché de algunas personas que guardan todas las ediciones del periódico de la ciudad, por lo que
hay una gran probabilidad de que encontremos algo revisando los que datan después de mi nacimiento,
¿cierto? ―Jimin se mantuvo en silencio, siguiéndole. ―O quizás... ¿suene como mucho trabajo?
―Preguntó dubitativo.

―Estoy contigo, Tae. Encontraremos más rápido la información si buscamos entre ambos

―Muchas gracias, Jimin

Taehyung no sabía cómo transmitirle toda su gratitud al mayor. Desde su infancia, a pesar de las dudas y lo
descabelladas que sonaban sus historias, Jimin siempre había creído en él. Y ahora que finalmente se
aventuraba en buscar la verdad respecto a Jungkook, su mejor amigo seguía ahí, sin titubear. No cualquiera
lo habría hecho. Taehyung sabía que cualquier persona normal habría salido corriendo de haberle dicho
"me enamoré de un niño que ni siquiera parece ser parte de este mundo". Una locura.

Transitando por las calles de su infancia, Kim fue invadido por la nostalgia al ver como muchas cosas
habían cambiado. Sin embargo, la fachada de su antigua casa seguía siendo la misma; un poco más
marchita, de todas formas. Aguantando la respiración mientras caminaba por aquella calle llena de
recuerdos, se detuvo cuando fuera de su vieja ventana, justamente en el poste donde solía ubicarse
Jungkook, una anciana dejaba una flor en un vaso de agua. Intercambiando miradas con Jimin, se preguntó
si ambos estaban pensando lo mismo.

―Ella... ―Susurró Park en su dirección. ―¿No tiene un aire familiar para ti? ―Preguntó.
Taehyung asintió, decidido en caminar hasta ella. Cuando la mujer se reincorporó, tras haber hecho una
oración en silencio, giró con curiosidad para ver a los jovencitos que seguían sus movimientos. Los
muchachos le miraron sorprendidos tras reconocerla.

―¿Profesora Han? ―Kim miró pasmado a la que había sido su maestra de primaria.

―¿Taehyung? ¿Jimin? ―La mujer arregló sus lentes sobre el puente de su nariz. ―Oh, ustedes no han
cambiado nada. Sólo han crecido tanto, niños ―Sonrió para ellos con dulzura.

Claramente, ellos no podían decir lo mismo. La mujer que había sido su profesora por años cuando eran
sólo unos niños, ahora tenía el cabello completamente gris y un rostro mucho más arrugado del que
recordaban. Sin embargo, ella seguía transmitiendo la misma tranquilidad cuando sonreía.

―¿Están visitando a alguien aquí? ―Preguntó ella, interesada. ―Desde que ambos se mudaron a Busan,
no había sabido nada de ustedes

―Sí, estamos pasando las fiestas con nuestras familias y resolviendo unas cosas pendientes ―Respondió
Taehyung. ―Pero, ¿qué hay de usted? ―Miró el vaso de agua con la flor. ―Siento si suena entrometido,
pero... probablemente el agua se congele cuando llegue la noche

―Lo sé, muchacho ―Aceptó ella, bajando la mirada hacia la flor. ―Pero he pensado demasiado en
alguien este último tiempo ―Murmuró, agitando su mano. ―Tuve un estudiante hace mucho tiempo que
solía cabecear en clases. Él era un buen estudiante, pero a veces su rendimiento se veía afectado por su
sueño. Como pensó que me molestaría con él por fallar, comenzó a llevarme flores silvestres para hacerme
sonreír ―Rió ligeramente, apagada. ―Ahora que jubilé, no puedo evitar recordar eso con tristeza. Debí
decirle que no estaba decepcionada de él y que no era necesario que buscara flores para mí ―Volvió a
mirar el vaso. ―Pero es tarde para ello. Y supongo que sólo yo puedo dejarle flores ahora

La mujer guardó silencio, mirando el vaso por otro largo minuto. Suspirando con pena, intentó sonreírles a
sus ex estudiantes para luego hacer una reverencia con la cabeza, despidiéndose de ellos.

―Profesora Han ―La voz de Taehyung se escuchó de repente cuando ella intentó marcharse. ―Quizás, el
estudiante del que habla... ¿puede que sea Jeon Jungkook?

La mujer se detuvo, volteando a ver al chico rubio con impresión; habían pasado muchísimos años desde
que ella había escuchado ese nombre. Y, por la manera en la que Taehyung la miraba, parecía que el joven
estaba buscando respuestas.

No fue la biblioteca el siguiente paradero de Jimin y Taehyung.

Los jóvenes siguieron a la anciana hasta su casa cuando esta les ofreció beber algo caliente, pues hacía
demasiado frío como para permanecer a la intemperie.

Jimin sopló su taza de café y mordisqueó su galleta mientras, frente a él, Taehyung permanecía
imperturbable con sus ojos fijos en su humeante taza de chocolate. La señora Han llegó hasta ellos,
tomando uno de los asientos vacíos, y sólo eso bastó para que Taehyung volviera a prestarle atención, con
una emoción apremiante destellando en sus oscuros ojos.

―Las personas no suelen hablar de él... ―Murmuró, depositando un álbum sobre su mesa. ―Se van a
cumplir 20 años desde ello, es normal que el resto no lo recuerde. Muchas personas que vivían en esta zona
en ese tiempo, ni siquiera viven aquí ahora. Y Jungkook... él no fue alguien muy conocido, de todas
formas. Sólo era un niño ―Miró entre sus estudiantes. ―¿Cómo es que saben de él?

―Mamá... ella lo mencionó una vez ―Mintió Taehyung, humedeciendo sus labios resecos. ―La casa
donde nos encontramos hace un rato... solía ser mi casa

―Oh, así que es eso ―La mujer asintió, conforme con la respuesta, y hojeó su álbum en busca de algo.
―Jeon Jungkook, clase del 93, fue ahí donde le conocí ―Sonrió. ―Era el mejor de la clase. Un niño
brillante, respetuoso y amable con todos. Sin embargo, para ser tan pequeño, él era... ―Meditó.
―Demasiado tranquilo y solitario. Habiendo trabajado con niños por tantos años, me sorprendió que
existiera alguien tan reservado como Jungkook, porque los pequeños no suelen ser así ―Admitió. ―Aquí
está

Taehyung tomó la fotografía cuando esta le fue extendida. Su estómago se revolvió cuando, en un grupo de
niños que posaba junto a la señora Han, el bonito rostro de Jungkook apareció ahí; sus ojitos arrugados de
felicidad mientras sus dientes enseñaban la más adorable de las sonrisas. Apartó la mirada, intentando
contener las lágrimas, y fue Jimin quien tomó la foto para buscar al niño que tantas veces había descrito su
mejor amigo. Un vacío se instaló en la boca de su estómago cuando ni siquiera necesitó de una pista para
saber quién era el chico.

Jeon Jungkook existía y era tal como Taehyung lo había descrito.

―Esa foto es del día del maestro del año 95 ―Prosiguió la mujer, pensativa. ―Fue el último año que
estuvo con nosotros

―¿Qué pasó con él? ―Se atrevió a preguntar Jimin al notar que Taehyung no podría hablar sin quebrarse
en el proceso.

―Oh, chicos, me pregunto si ustedes realmente quieren saber eso ―Murmuró abatida, suspirando al notar
la mirada segura de Park. ―Su madre le abandonó cuando tenía 8 años, o así dijeron las malas lenguas en
ese entonces. Ella era costurera y trabajaba en un pequeño local en el centro. Días antes de la navidad del
94, ella renunció a su puesto. Y cuando el nuevo año llegó... simplemente dejamos de verla ―Miró su
álbum, simplemente por qué no sabía a dónde mirar mientras pensaba al respecto. ―Jungkook dijo que ella
se fue, pero que volvería por él; era lo que siempre me decía. Me dolía el corazón decirle que quizás eso no
pasaría, porque todos unían los puntos y concluían que ella había programado aquella ida, por eso había
renunciado previamente. Dijeron que había encontrado a otro hombre y por eso había abandonado a su
familia

―¿No fue así? ―Preguntó Jimin, inexpresivo.

―No fue así ―Había dolor en la expresión de la mujer. ―Jamás supimos los detalles, porque no hubo
testigos y Jeon nunca confesó, pero ella... ―Su voz tembló. ―Su cuerpo fue encontrado enterrado en el
patio de su casa un año después de que desapareció ―Jimin cubrió su boca mientras Taehyung cerraba sus
ojos, queriendo eliminar cualquier imagen construida por su mente. ―El caso conmocionó mucho a todos
en ese entonces. Un asesino vivía entre nosotros... y ni siquiera pudimos intuirlo ―Su voz salió ahogada.
―La madre de Jungkook no era alguien muy sociable, no tenía familia ni amigos, así que nadie se
preocupó por ella cuando se fue. Pero entonces... ―Negó con la cabeza. ―Siempre que lo pienso, me
pregunto cómo ni siquiera nos lo cuestionamos. Cómo no imaginamos... que él era un hombre peligroso.
Jamás me perdonaré no haber notado todos los signos de violencia que mostró Jungkook luego de que su
madre se fue

―Signos ―Repitió Taehyung de manera automática.

―Llegó con moretones una vez ―Comentó. ―Cuando le pregunté por ello, él aseguro que se había caído
por las escaleras y que no era nada grave. Quise hacer algo entonces, pero decidí creer en él. No debí
hacerlo, probablemente sólo estaba aterrado de las consecuencias. El último tiempo, él siempre lucía más
triste y descuidado ―Sus ojos se humedecieron al recordar al niño y rápidamente secó las pequeñas
lágrimas. ―Sus ropas lucían tan desgastadas, creí que su situación económica sólo no estaba bien. Yo...
quizás sólo huí de la verdad ―Bajó la mirada, sintiéndose culpable. ―Es por eso que simplemente no
puedo olvidarlo. Jungkook merecía una vida mucho mejor que la que tuvo ―Susurró.

Jimin dejó la foto sobre la mesa y giró hacia Taehyung, quien lucía completamente desorientado y
afectado. Si alguna vez llegó a dudar de las palabras de su amigo, en ese preciso momento habría dado lo
que fuera para que todo se tratara de un mal sueño o un simple error para Taehyung. Él no merecía pasar
por eso.

―Esto... ―La voz de Taehyung apenas salió mientras enseñaba su muñeca decorada por la pulsera.
―Mamá conoció a Jungkook. Él dejó esto para mí cuando se enteró de que nacería pronto

―Él solía hacer esas pulseras, lo recuerdo ―Sonrió con melancolía. ―Una vez le pregunté si podría hacer
una para mí, pero él se disculpó y dijo que no podía, que sus pulseras sólo las haría para su madre porque
era su persona especial, a quien amaba ―Rió desganada. ―Un regalo especial era para una persona
especial. Él era tan pequeño y ya hablaba como un chico grande ―Rió nuevamente, secando una pequeña
lágrima. ―Puedes sentirte afortunado, Taehyung. Probablemente Jungkook estaba interesado en conocerte,
de otra forma, no habría dejado un regalo tan importante para ti. Estoy segura de que ahora tienes un
pequeño ángel cuidando de ti

Taehyung se tragó la risa amarga que quiso salir de su boca. Un ángel. Cuando conoció a Jungkook a sus
10 años, él también había pensado que se trataba de un ángel. Pero Morfeo no había enviado a ese ángel
para acompañarlo durante esa noche de insomnio. Jungkook siempre había estado ahí.

Taehyung y Jimin se despidieron de su antigua profesora para ir hasta la biblioteca, como habían planeado
inicialmente. Aunque ahora conocían más de la historia, aún querían saber con exactitud qué había pasado
en aquel tiempo y temían despertar la curiosidad de la señora Han si la llenaban de preguntas.

Para suerte de ellos, las respuestas no tardaron en llegar.

El 1 de enero de 1996, un niño fue hallado muerto en la calle donde Taehyung vivía, justamente en ese
lugar. Su hora de muerte había sido alrededor de las 4 a.m. Causa: hipotermia. Se habían encontrado
moretones en el cuerpo del menor.

Revisando más periódicos de fechas cercanas con los avances del caso, Taehyung pudo comprobar como la
muerte de Jungkook gatilló a que se abriera una investigación para la madre del menor, a quien jamás se
pudo encontrar. Sólo días después, hallaron su cuerpo enterrado en el patio de su casa, así como el arma.

Jeon, aunque había arriesgado pena capital, exigida por el fiscal a cargo del caso, sólo recibió cadena
perpetua.
Jimin, que había terminado de leer el seguimiento del caso después que Taehyung, miró con pesar al chico
que ahora se encontraba recostado sobre el mesón de la biblioteca, escondiendo su rostro. Él no necesitaba
ser un genio ni tener un súper oído para saber que Taehyung estaba llorando en silencio por saber
finalmente qué había sucedido. Y aunque quería consolarle y decirle "tranquilo, todo mejorará", sabía que
no había mentira más grande que esa.

Jungkook había existido. Su padre era un hombre violento que había asesinado a su madre, y el pequeño ni
siquiera llegó a saberlo, sino que esperó noche tras noche por alguien que nunca vendría a buscarle. La
muerte le había encontrado primero.

Jungkook había existido y su historia era un marchito y vago recuerdo en las memorias de quienes les
conocieron hace 20 años. Y, lamentablemente, también en las memorias de Taehyung, quien a pesar de
vivir en otro tiempo, tenía una conexión con el chico.

Taehyung se reincorporó en su asiento, secando sus lágrimas con un poco más de confianza. Aunque su
pecho dolía y se sentía devastado, no era momento de llorar. El día seguía avanzando, otro año desde la
muerte de Jungkook se cumpliría, y él necesitaba hacer algo antes de que la historia se repitiera una vez
más.

―¿En qué piensas? ―Preguntó Jimin en voz baja cuando una extraña determinación invadió el triste rostro
de su amigo.

―La profesora Han dijo que Jungkook llegó con golpes una vez. Él mintió diciendo que se había caído de
las escaleras. Ella también dijo que Jungkook solía tener sueño en clases

―¿Y qué hay con ello?

―Fue así conmigo también ―Volteó hacia su amigo. ―Él también me habló sobre dormir en clases. Y
una noche llegó con golpes y dijo que había caído por las escaleras ―Jimin frunció su ceño, aún
confundido. ―¿No lo ves? Es como si... como si él repitiera lo mismo de ese entonces, su último año de
vida. Y Jungkook dijo que se cumpliría un año desde que su madre se fue. Pero no fue un año, Jimin

―¿Insinúas que vive en un tipo de bucle? ―Taehyung se encogió de hombros, desesperado.

―No estoy seguro de casi nada ―Admitió. ―Pero, como mínimo, tengo la certeza de que Jungkook ni
siquiera saber que él está muerto

Jimin pasó una mano por su cabello, sin poder creerlo. ¿Las personas podían morir y no saberlo? La sola
idea era espeluznante. Ni siquiera sabía cómo Taehyung podía manejar todo eso por sí solo.

―Mira esto ―Taehyung tiró uno de los periódicos sobre la mesa, señalando una foto. ―Es la casa donde
ocurrieron los hechos. ¿Puedes reconocerla?

Jimin hizo una mueca con la boca, sintiendo un escalofrío; por supuesto que la reconocía. En la zona, había
una gran casa de dos pisos bastante vieja. En realidad, la casa no era lo más impresionante, sino el extenso
patio que poseía. Ellos varías veces habían querido entrar a la propiedad, pues estaba abandonada, pero se
habían detenido debido a todas las leyendas que circulaban sobre ella.
Era una casa embrujada. Todos decían que alguien penaba sin importar la hora del día y era por eso que
nadie quería vivir ahí. Ahora, leyendo la historia del lugar, podía entender un poco de dónde nacieron todas
esas leyendas. La casa realmente estaba maldita.

―Necesito ir ahí, Jimin ―Y sí, justamente era eso lo que él no quería oír. ―Pero no puedes acompañarme

―¿Qué? ―Jimin casi gritó, y tuvo que cubrir su boca ante el miedo de haber sido demasiado histérico.
―¿Cómo que no lo haré? ―Preguntó en voz baja. Porque, aunque no quería entrar a un lugar donde había
ocurrido un asesinato, mucho menos planeaba dejar a Taehyung ir solo hasta ahí.

―No es un lugar para ti ―Dictaminó, reuniendo los periódicos para devolverlos a su lugar.

―Taehyung, no voy a dejar que vayas solo hasta- ―El rubio le dio una mirada seria. ―Tae

―Escucha ―Kim intentó no sonar tan alterado. ―He visto personas muertas toda mi vida, ¿sí? Y necesito
ir a este lugar para comprobar si el espíritu de la madre de Jungkook sigue ahí. No será bonito entrar ahí.
No será grato. Estar en un lugar donde han ocurrido cosas malas, vuelve susceptible a las personas ―Y
Dios, él lo sabía, Taehyung era más susceptible que cualquiera. ―No quiero hacerte pasar por esto

―Pues, es una lástima, porque iré de todas formas ―Se cruzó de brazos, provocando que Taehyung
abriera la boca, ofendido por la falta de comprensión. ―Soy un miedoso, ¿de acuerdo? Y no puedo ver lo
mismo que tú, pero mientras pueda seguirte, lo haré. No dejaré que entres a un lugar como ese tu solo

―No será bueno ―Murmuró.

―Entonces vamos a pasar el susto juntos ―Sentenció.

No hubo mucho más por contradecir. Taehyung prefirió guardar silencio y salir con Jimin hasta aquella
vieja casa, incluso siendo consciente de la ansiedad que dominaba sobre el mayor. Mirando a su amigo
antes de decidir saltar la gran reja que rodeaba el lugar, quiso reprocharle por insistir en ir hasta ahí cuando
parecía estar a punto de desmayarse.

―Aún puedes retractarte ―Advirtió, escalando.

Pero Jimin fingió estar sordo y saltó junto con él. Era primera vez para ambos viendo un lugar tan
arruinado y lúgubre como ese. El pasto, en vez de estar largo, había muerto por completo, y la zona se veía
gris y desierta mientras caminaban por el extenso patio. Su cuerpo comenzó a sudar sin precedentes y se
detuvo al notar que Jimin ya no iba tras de él.

―¿Sucede algo? ―Preguntó, volteando hacia él. El mayor ahora parecía un papel.

―No sientes... ¿algo extraño? ―Preguntó en voz baja. ―El aire aquí... es un poco denso ―Respiró con
dificultad. ―Y de repente tengo muchas ganas de vomitar ―Admitió, poniéndose en cuclillas para
descansar unos segundos.

Taehyung torció el gesto, pero no le recriminó. Incluso él se sentía mal mientras caminaba dentro del lugar,
como si algo muy malo estuviera por venir a ellos. El aire se sentía cada vez más pesado y una presencia
extraña le estaba inquietando de sobremanera. Él no se sentía muy diferente a cuando caminaba por un
cementerio, incluso estando de día.
―¿Puedes seguir? ―Le preguntó.

Jimin asintió, levantándose. Taehyung sostuvo su mano y ambos siguieron su camino, decidiendo rodear la
casa para dar con el lugar de los hechos. La respiración del contrario se volvía cada vez más inestable y
Taehyung estuvo a punto de querer renunciar y correr lejos con Jimin.

―Puedo entender ahora porque nunca nadie volvió a vivir aquí ―Susurró Jimin

Taehyung se preguntó si alguna vez Jungkook sintió algo raro mientras vivía ahí.

Kim se detuvo de repente, soltando la mano de su amigo. Deteniéndose frente a una zona donde el césped
aún crecía de un hermoso color verde, ambos intercambiaron miradas dubitativas. Taehyung se acercó un
poco más, sintiendo el peso de su corazón. Aunque aquella zona parecía tan viva, era como si una fuerza
dolorosa quisiera arrastrarlo lejos de ahí. Sus ojos escocían. Era difícil respirar. Pero, sobre todo, estaba
asustado como nunca lo había estado antes. Era aterrador.

―Está aquí todavía, ¿cierto? ―Habló en voz alta, a sabiendas de que había encontrado lo que buscaba.
―Mi nombre es Taehyung. Estoy aquí por Jungkook ―Nada pasó a su alrededor, y él tiró de su manga
para enseñar su pulsera. ―Sólo... por favor... de verdad es importante ―Suplicó.

Jimin ahogó un grito cuando el césped se hundió como si estuviera siendo pisado por alguien; pero no
había nadie ahí. Retrocedió un paso, queriendo gritarle a

Taehyung que había sido suficiente y que lo mejor sería irse, pero mantuvo su miedo para sí mismo cuando
vio al joven alzar los ojos con una extraña emoción.

Su mirada era apreciativa. La clase de mirada que le darías a una persona hermosa que te hace sentir cálido.

Taehyung miró fijamente a la mujer frente a él. Ella era joven y hermosa, y Jungkook tenía sus ojos; los
mismos ojos grandes, brillantes y tristes. La mujer extendió su mano, esperando una respuesta, y él ni
siquiera dudó en responderle. La piel de su muñeca quemó mientras ella tocaba la pulsera, rozándole sin
malas intenciones.

Hasta ese momento, jamás había pensado en lo extraño que era poder tener contacto con los muertos. Ellos
estaban en todas partes, viviendo como si fueran los humanos los que no existían. Pero esa mujer, al igual
que su hijo había hecho, estaba sosteniendo su mano como si compartieran el mismo mundo.

―Desconozco las razones por las que usted sigue aquí ―Habló el rubio. ―Pero necesito que acabe con
esto de una vez. Jungkook todavía la está esperando

―Taehyung ―Su voz era suave y su mirada tristona. ―Las personas que mueren con algo pendiente, no
pueden abandonar su lugar ―Murmuró. ―No puedo ir por Jungkook

―¿Y si la ayudo? ―Preguntó con cierta desesperación en la voz. ―Usted no tiene otra opción que
descender o permanecer aquí, ¿cierto? Pero yo aún puedo moverme. Puedo buscar a Jungkook y hablarle
de usted

―¿Estás seguro de que ese es tu deseo? ―Taehyung permaneció en silencio. ―Luces como alguien que
no desea dejarlo ir
El labio de Taehyung tembló mientras sus ojos escocían. Miró su pulsera, a la cual se había aferrado con su
vida por tantos años. Sin importar las muchas veces que creyó perderla, siempre la encontró de nuevo. Y
pensó que así sería su vida con Jungkook, que sin importar cuán perdidos estuvieran, volverían a
reencontrarse algún día. Volverían a reencontrarse mil veces si era necesario. Pero la realidad no era tan
bonita como sus sueños. Y la pulsera en su muñeca tenía un significado más profundo que su simple uso.

―Es mi deseo ―Respondió finalmente, su voz saliendo en un murmullo. ―Ayudar a Jungkook, es mi


único deseo ―Aseguró.

La mujer tocó su rostro, mirándole con una ternura abrumadora. Y con los ojos llenos de lágrimas, dejó una
caricia en su rostro para luego dedicarle una brillante sonrisa.

―Muchas gracias, Taehyung

Ella desapareció después de eso.

Como si fuera arte de magia, el pasto se secó frente a él. El terror desapareció, mas no así el dolor. Pero una
tranquilidad extraordinaria abarcó su corazón mientras secaba las lágrimas que habían escapado.

―¿Lo sientes? ―Preguntó en voz baja Jimin tras de él. ―Es como si nuestro entorno hubiera cambiado de
repente…

―Creo que es así ―Se levantó. ―Volvamos a nuestras casas, Jimin

―¿Qué? ―Taehyung comenzó a caminar por delante de él, como si nada hubiera pasado. ―¿Eso es todo?
¿Se acabó? ¿Qué se supone que hiciste?

―Nada, sólo voy a cumplir el deseo de la madre de Jungkook, pero no es el momento todavía ―Volteó
hacia él. ―Gracias por acompañarme hasta aquí, Jimin, pero tenemos que volver a nuestras vidas ahora.
Sobre Jungkook... me encargaré de él por mi cuenta cuando llegue la hora

―¿De verdad vas a hacerlo de ese modo? ―Murmuró con tristeza.

―Necesito hacer esto a solas ―Intentó sonreír. ―Puedes comprenderlo, ¿cierto?

Jimin asintió, frunciendo sus labios con descontento. Él podía entender que necesitaba privacidad para
reunirse con Jungkook, pero temía que Taehyung se quedara solo y triste después de ello. No quería que su
amigo comenzara de esa forma su año nuevo.

―Eres increíble, ¿sabes? ―Dijo pensativo cuando por fin consiguieron salir de la propiedad. Kim le miró
con confusión. ―Pareciera que vives entre dos mundos... o algo así. Si fuera tú, me habría vuelto loco hace
tiempo. Si mi primer amor hubiera sido Jungkook... quizás estaría en casa llorando ahora. Pero tú lo
enfrentas y quieres hacer lo mejor ―Sonrió para él. ―Gracias por ser de esta manera, Tae. Realmente
estoy feliz de ser tu amigo

Ah, las personas de su infancia no habrían dicho tal cosa. Pero la sonrisa de Jimin era tan honesta, que
sabía que no había malicia o mentiras escondidas tras sus palabras.

Taehyung intentó convertir esa honestidad en su propio valor, porque aunque intentaba lucir como un chico
maduro y valiente, la verdad no era tan cercana a ello.
☆☆

Taehyung había leído que la madrugada del 1 de enero de 1996 había sido una de las noches más frías de
los últimos 10 años. Pasado de medianoche, y esperando en la calle en que solía vivir cuando niño, se
preguntó si ese había sido el ambiente que Jungkook había tenido que soportar año tras año en su
interminable rutina. Una calle solitaria y fría. Personas celebrando en las lejanías. Él vagando, como si no
tuviera un lugar al que pertenecer o un motivo para celebrar.

Respiró a través de su bufanda y miró el cielo, ocultando su triste sonrisa al comprobar que la luna no se
encontraba esa noche. Sus ojos picaban al pensar en Jungkook desapareciendo tal y como la luna, sólo que
él no volvería nunca más. Pero, incluso si llevaban tantos años sin verse, ¿de dónde nacía el sentimiento
egoísta de querer mantenerlo ahí por un tiempo más?

Una corriente fría pasó por su lado, llamando su atención. Jungkook apareció repentinamente junto a él,
corriendo a toda velocidad hacia la luz, y el aire se atoró en sus pulmones ante lo que acababa de
comprobar. Jungkook jamás había llegado, él simplemente había aparecido ahí. ¿Lo habría notado durante
su infancia de haber sido más perspicaz?

Caminó hasta el niño, quien, a pesar de su agitada respiración, había comenzado a tararear una canción.
Taehyung quiso llorar cuando la escena frente a sus ojos era una réplica de lo que vio por meses a sus 10
años.

Jungkook, más calmado, siguió tarareando y avanzó hasta la ventana frente a él, tocando el vidrio con una
mirada curiosa; como si le reconociera, como si esperara por alguien. Taehyung no había sido consciente
de que él había cambiado la rutina del niño hasta que vio la confusión en sus ojos. Como si supiera que
algo había pasado, pero no recordaba qué. Jungkook parecía tan perdido en ese momento.

―Estrellita, ¿dónde estás? ―Jungkook limpió el vidrio, intentando ver a través de él. ―Quiero verte
titilar... ―Se distanció, formando un puchero con su labio. ―En el cielo y en el mar, un diamante de
verdad. ¿Estrellita, dónde estás? Me pregunto qué serás... ―Murmuró. Deteniendo su canto cuando fue
capaz de escuchar unos pasos acercándose.

Jungkook le miró, enseñando sus expresivos ojos que contenían sorpresa y hasta temor. El menor
raramente se había encontrado con alguien a esas horas. Sin embargo, aquel joven le miraba como si
tuviera interés en él y eso no le gustaba.

―Hola ―Taehyung intentó sonreír al notar su mirada llena de desconfianza. ―¿Puedo hablar contigo?
―El niño negó con la cabeza, caminando de regreso al poste para colocarse en cuclillas debajo de la luz,
abrazándose a sí mismo.

―Mamá vendrá por mí ―Dijo con voz firme, como si quisiera imponerse. ―No me moleste, hyung
―Pero, lamentablemente, su voz tembló al final.

Taehyung le miró con tristeza, comprendiendo que estuviera asustado, pues en su mente no seguía siendo
más que un niño de 9 años. Se acercó a él de todas formas, quien se pegó más al muro mientras miraba
fijamente una flor abandonada, y quiso golpearse a sí mismo cuando a sólo dos pasos de distancia
comprobó las lágrimas que comenzaban a formarse en los ojos del pequeño.

―Váyase, por favor ―Su voz sonó suplicante y ahogada. ―No tengo nada. No me haga nada, hyung
―Pidió.
Taehyung no quería saber cuántas veces Jungkook tuvo que pasar por situaciones similares mientras aún
estaba con vida. Sentándose a su lado, considerando una cierta distancia para no alterarlo aún más,
descubrió su boca para que su voz se escuchara claramente.

―No te haré nada, Jungkook ―Prometió.

El pequeño por fin lo miró. Con sus ojos lagrimosos giró hasta él, la duda plantándose en su expresión.
Taehyung quiso secar las diminutas lágrimas como tantas veces hizo en el pasado, pero era difícil hacer un
movimiento sin espantar al pequeño.

―¿Cómo sabe mi nombre? ―Preguntó finalmente, sin apartar la mirada de él.

―Tu madre me habló de ti

―¿En serio? ―Sus ojos se ampliaron, dejando todo rastro de miedo. ―¿Conoce a mamá, hyung? ¿Dónde
está ella? ¿Vendrá por mí? ―Se acercó más a él, su rostro iluminándose al por fin obtener noticias de su
madre.

―Ella se reunirá contigo, sí ―Asintió. Una pequeña sonrisa dental apareciendo en su rostro al ver la
felicidad del niño. ―En realidad, ella está esperando por ti, Jungkook, así que no hay razón para llorar,
¿eh? ―Extendió finalmente su mano hacia él, retirando las lágrimas que habían quedado en sus mejillas.
―Tal como prometió, tu madre está esperándote para irse juntos

La piel de Jungkook era fría y sus labios estaban morados, pero él no estaba temblando. En cambio, su
mirada era extraña mientras su expresión ensombrecía un tanto.

―¿Cuál es tu nombre, hyung? ―Preguntó de repente, serio. Taehyung alejó su mano, sin ser capaz de
inventar algo a tiempo. ―¿Cuál es tu nombre? ―Insistió. Kim lamió sus labios resecos mientras intentaba
hablar. ―¿Taehyung?

―¿Qué estás diciendo? ―Intentó reír, fallando horriblemente.

―Te pareces a él. A Taehyung. Con su sonrisa rara y bonita, y sus lunares. Eres más adulto, pero...
―Buscó su muñeca. Taehyung sintió sus ojos escocer cuando el niño dio con la pulsera. ―¿Qué año es
este? ―Cambió su pregunta.

―2015

Jungkook soltó su brazo, levantándose para alejarse. Taehyung tuvo miedo de que desapareciera, pero el
niño sólo se miró a sí mismo un momento, volviendo a girar hacia él después.

―No eran... no eran amigos imaginarios, ¿cierto, Tae? ―Preguntó en un murmullo. Taehyung negó con la
cabeza, aguantando sus propias lágrimas. ―Mamá nunca llegó por mí, ¿cierto?

―Ella lo intentó

Jungkook se sentó en el piso, abrazándose a sí mismo para comenzar a llorar. Sus memorias eran difusas
desde hace un tiempo. Sus recuerdos parecían una extraña mezcla entre la realidad y los sueños. Él había
estado solo durante las noches, pero, a veces, había recuerdos de un niño que no encajaban con sus
experiencias. Había sentido incertidumbre por tanto tiempo y, finalmente, parecía comprenderlo. Aunque
su mente era la de un niño y su corazón no era tan fuerte como quería, él lo entendía.

Jungkook nunca avanzó.

Taehyung caminó hasta él, sosteniéndolo en un abrazo para presionarlo contra su cuerpo, y Jungkook lloró
aún más cuando las ideas se amontonaron en su cabeza. Taehyung también quiso llorar, porque aquel niño
estaba ahí, entre sus brazos, tan frío como en sus recuerdos y, aun así, tan brillante. No podía creer que la
persona a la que había amado tanto seguía del mismo modo que cuando la conoció.

―Pe-Perdón por llorar, hyung ―Se disculpó con él, distanciándose mientras intentaba secar sus lágrimas.
Taehyung sólo negó con la cabeza mientras presionaba sus labios en una línea, intentando no sollozar.
―Cumpliste tu promesa ―Sonrió de la misma forma que había hecho tantas veces junto a él.

―Perdóname por venir tan tarde, Kookie ―Fue ahora él quien se disculpó, su voz rompiéndose. Jungkook
miró con tristeza al adulto frente a él. ―No quise avanzar sin ti, pero... ―Hipó, sin saber cómo explicarse.
Después de todo, ¿la vida de Jungkook no había terminado incluso antes de que él pudiera avanzar?

―Pero sucedió así ―Su pequeña mano sostuvo la del mayor. ―Hyung, ¿te ha ido bien en Busan?
―Taehyung asintió. ―¿Y aún eres amigo de Jimin? ―Él asintió una vez más. ―¿Te has convertido en un
excelente hermano y has mejorado tus calificaciones?

―Yo... creo que lo hice

―Por lo tanto, estás teniendo una buena vida, ¿no? ―Sonrió dulcemente. Taehyung sólo lo miró.

―¿Hay otra persona especial en tu vida ahora, hyung?

Taehyung no respondió, en cambio, sólo conservó sus ojos en él. En el pequeño rostro que había adorado.
En los labios que compartieron su primer beso. Los recuerdos parecían tan lejanos que ni siquiera parecían
pertenecer a esa vida. Recuerda a su yo de niño, él que sin importar la edad había hablado de amor como
un adulto. Y quiso reír de sí mismo por lo dolorosas que habían sido las consecuencias de enamorarse a tan
temprana edad.

Quiso reír de sí mismo porque, incluso ahora, su primer amor seguía doliendo.

―Hay alguien más ―Respondió finalmente. ―Él es bueno... y me hace feliz

―Eso es ―Jungkook presionó su mano, mirándole con cariño. ―Gracias por avanzar, Taehyung

Taehyung respiró con dificultad, soltándose del agarre del pequeño. Desamarrando la pulsera de su muñeca
con dificultad, la extendió de regreso con su dueño original bajo la mirada atenta de este.

―Al yo de 10 años, de verdad le gustaste mucho, Jungkook ―Sonrió para él con sus ojos llenos de
lágrimas, amarrando la pulsera de regreso a su muñeca. ―Pero tengo que dejarte ir ahora

Jungkook observó su pulsera y luego miró a Taehyung, asintiendo para él. Acercando su mano a su rostro,
retiró una de las lágrimas del rubio mientras sonreía una última vez para él.
―Mamá me está esperando, ¿cierto? ―Preguntó, recibiendo un asentimiento en respuesta. ―¿Está bien si
me abrazas una última vez, hyung? Hace demasiado frío aquí

Y Taehyung lo hizo. Refugiando en sus brazos al pequeño que había comenzado a temblar, lo escuchó
cantar una última canción ahí, junto a él. El dulce murmullo le acompañó hasta el final, apagándose poco a
poco, y, de repente, ya no hubo nada. Ni su voz, ni su presencia.

Jungkook desapareció entre sus brazos, como si nunca hubiera estado ahí. La calidez embargó su cuerpo
incluso en las horribles condiciones. Y las lágrimas se quedaron en sus ojos mientras veía la flor ahora
cubierta de escarcha junto a una prenda de ropa que conocía demasiado bien.

Taehyung miró el cielo. Sin luna, sin estrellas; la noche tan fría y opaca.

El rubio rió en voz baja, roto, comenzando a caminar de regreso a casa de sus familiares mientras
recordaba su respuesta.

No, no lo era.

Taehyung se negó a mirar hacia atrás mientras abandonaba el sentimiento de pérdida en su corazón. En su
vida, había un montón de cosas a las que no encontraría explicación. Como las cosas que veía. Como la
pulsera que un día Jungkook le dio a su madre pero luego regresó a él. Como el mismo Jungkook. Pero,
como si nada de eso importara, el mundo no se había detenido para darle respuestas.

Los días seguirían avanzando. Habría más noches de luna llena y otras donde no le vería. Y Jungkook
seguiría siendo su niño de la luna, aun después de todo.

Porque, aunque la luna no se mostrara una noche, su presencia seguiría estando allí; siempre.

Tal como Jungkook.

· Taehyung

Me pregunté que había después de la muerte. Pasando toda mi vida conviviendo con almas errantes, me
pregunté a dónde iban a parar los que sí abandonaban el mundo de los vivos. El otro lado, al que algunos
aspiraban, ¿era realmente tal cosa como el cielo que muchos describían? ¿Las personas cantarían,
danzarían y se reencontrarían con aquellos a los que amaron? ¿Y si, al final, sólo dormías por la eternidad?

¿Y si no había tal cosa como el más allá? ¿Existía la reencarnación?

¿Y si, tal como en historias de fantasía, contábamos con más de una vida?

¿Me reencontraría con él, de ser así?

Me gustaba imaginar otra vida, donde él estaba. Me gustaba crear en mi cabeza una increíble historia de
amor donde Jungkook y yo éramos los protagonistas. En esa historia, no existía el sufrimiento ni el dolor.
Jungkook tenía una hermosa infancia y una divertida adolescencia. Jungkook se convertía en un gran
adulto y, eventualmente, en un dulce padre. Las marcas de expresión llegarían con los años y yo le vería
envejecer, junto a mí. En tiempos más desesperados, cuando sólo deseaba un final feliz para él, me
conformaba con imaginarle envejecer incluso sin mí.
¿Pero para qué limitarme en tristezas cuando se trataba de mis sueños?

Sí. En una historia que yo creé, en un mundo inexistente, Jungkook me amaba tanto como yo le amaba.

Pero los sueños no eran algo por lo que debía de seguir mi vida.

Pasé por más amores y desamores. Gané y perdí personas. Felizmente, reí más de lo que lloré. Me casé.
Formé mi propia familia.

Viví.

Y cuando los años comenzaron a pasarme la cuenta, volví a pensar en él.

"Abuelo Kim, ¿a dónde crees que la gente va al morir?"

Y volví a replanteármelo.

En mi última noche, antes de caer dormido, fui incapaz de imaginar tal cosa como un cielo. Tampoco pude
aferrarme a la idea de más vidas esperando por nosotros. No quise resignarme al descanso eterno,
consciente de la herida cicatrizada en mi corazón. Debía ser algo más.

Más allá, debía encontrar algo más.

Un mundo donde él era feliz. Un mundo donde yo era feliz. ¿Existiría acaso?

☆☆

"Hey, ¿a dónde crees que van las personas cuando mueren?"

Taehyung se puso su abrigo a toda velocidad tras terminar de almorzar. Corriendo hasta la entrada, rió
traviesamente cuando su madre le gritó para hacerle saber que le tiraría las orejas si no volvía a casa para la
hora de la cena. Por lo general, a él le gustaba ser un niño de 10 años, con menos tareas y responsabilidades
que los adultos, pero odiaba notar que aún faltaba mucho para poder hacer las cosas a su manera.

"Quizás... ¿a un lugar donde ha dejado de correr el tiempo?"

Respiró el aire frío de aquel otoño antes de encaminarse en dirección al parque. Muy contrario al triste
cielo gris, las calles estaban limpias y las casas rebosaban de colores y calidez. A Taehyung le gustaba
apreciar su alrededor por eso; porque, justo ahí, siempre todo parecía marchar bien.

"Quizás a un lugar que nos haga sentir protegidos; donde ya no haya razón para tener miedo."

Aunque quizás podría ponerse a llover en cualquier momento.

"... un lugar donde jamás habrá tormentas."

¿La nieve comenzaría a caer pronto?

"Un lugar lo suficientemente cálido, para que nadie muera de frío."


Taehyung se detuvo en la entrada del parque, ensanchando su sonrisa al ver a un niño pateando las
pequeñas piedras en su camino mientras esperaba bajo un farol. Corrió hasta él, abrazándolo por la espalda,
tomándolo desprevenido. Pero el niño, en vez de gritar, sólo rió cuando el mayor lo alzó y lo hizo girar.

―¡Hyung! ―Chilló, deseando que sus pies volvieran a tocar el piso.

―¡Buenas tardes, Jungkookie! ¿Me extrañaste? ¡Porque yo te extrañé muchísimo!

"Un lugar donde nos reencontremos con aquellos que llevamos profundamente guardados en nuestro
corazón."

Jungkook negó con la cabeza, volteando a verle mientras intentaba fingir estar molesto por su efusividad.
Sin embargo, cuando Taehyung pellizcó sus mejillas, llamándolo sin vergüenza el niño más bonito del
mundo, sólo pudo sonreír tímidamente, sintiendo su rostro enrojecer.

―Basta, vamos a jugar ―Pidió, dándole la espalda para ocultar su avergonzado rostro. Taehyung asintió y
tomó su mano, corriendo con él hasta los juegos.

"Un lugar donde los niños son sólo niños."

A veces Taehyung y Jungkook jugaban a la búsqueda del tesoro. A veces, imaginaban que el parque era
realmente una selva y ellos valientes aventureros. Otros días, serían superhéroes, y ayudarían devolviendo
objetos perdidos o cargarían las compras del supermercado. Si se sentían un poco más atrevidos, quizás se
convertirían en villanos planeando cómo conquistar el mundo, sólo para tomar la mano del otro y recordar
que ya se sentían reyes del lugar.

Pero siempre, siempre, el día terminaría con ambos escondidos detrás de uno de los árboles, avergonzados
ante la idea de que alguien les descubriera besándose. Y a veces eran 5 besos, otros días, más de 10, pero
nunca era suficiente con 1.

―Hyung... ―Jungkook puso una mano sobre la boca del mayor después de que este contara el beso
número 10. ―Si seguimos así, se me hará tarde para cenar y mamá me está esperando. ¡No puedo permitir
que coma ella sola!

"Un lugar que no tuvo oportunidad de ser. Pero tú eres feliz y yo soy feliz."

―Cierto, mamá dijo que tiraría mis orejas si volvía a tardarme ―Murmuró contra su piel.

―¡Pero me gustan tus orejas! ―Taehyung sonrió, dejando un besito sobre su mano. Jungkook la apartó al
sentir cosquillas ahí. ―No quiero que tu madre tire tus orejas

―De acuerdo, ella no lo hará ―Prometió. ―¿5 más y volvemos?

Jungkook rió en voz bajita, parándose en puntillas para alcanzar los labios del contrario en otro inocente
beso. Taehyung lo abrazó y permitió los 4 besos que siguieron a ese, asegurándose de que el último durara
varios segundos. Sus labios contra los de Jungkook siempre sería la mejor sensación del mundo.

―Te llevaré a casa ―Susurró, tomando su mano para marcharse con él.

"Entonces, al final, ¿a dónde crees que van las personas después de morir, Taehyung?"
Taehyung soltó la mano de Jungkook después de que este tocara el timbre de su casa. Una hermosa mujer
apareció poco después en la entrada, recibiendo al pequeño con una sonrisa brillante y un abrazo cálido, y
Kim sonrió para ella cuando su atención cayó él. La mujer le agradeció por cuidar de Jungkook otra tarde y
el pequeño agitó su mano en despedida antes de entrar. Una pulsera decoraba su pequeña muñeca y
Taehyung enseñó la suya también, guiñándole un ojo juguetonamente antes de que la puerta se interpusiera
entre ambos.

"Probablemente, al momento más hermoso de nuestras vidas."

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