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Sweet Star

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Rating: Mature
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Category: M/M
Fandom: YiZhan, 陈情令 | The Untamed (TV) RPF
Relationship: Wang Yi Bo/Xiao Zhan | Sean
Character: Wang Yi Bo, Xiao Zhan | Sean
Additional Tags: Obsecionado con estrellas yibo, Top Wang Yi Bo/Bottom Xiao Zhan |
Sean, Mpreg, Light Angst, Happy Ending, Star Xiao Zhan, Alternate
Universe - Space
Language: Español
Stats: Published: 2021-07-19 Completed: 2021-11-28 Words: 7,249 Chapters:
7/7

Sweet Star
by Melany_Yiling

Summary

Yibo está obsesionado con el espacio.

Zhan es de otro planeta.

Notes

Esta es una adaptación de la historia de @Junchi95 en wattpad

También en wattpad
Prefacio

Nadie supo de donde vino Zhan a este mundo.

Parecía que había aparecido de un momento a otro frente a la puerta de la casa de la familia Xiao,
en una noche de una extravagante lluvia de estrellas.

Mientras miles volaban por el cielo, iluminando su tramo, una callo en la tierra, el pequeño, de lo
que aparentaba a penas de dos añitos, apareció en la entrada del hogar de la humilde pareja.

Los brillantes ojos del niño los miraron, pero estaban lejos de lucir asustados, en cambio, tenían
una seguridad que era poca veces vista incluso en gente adulta.

Ellos no tenían hijos, la mujer era infértil, y tener a este pequeño en la puerta de su casa era una
extraña bendición.

Por mas que buscaron e investigaron, zhan parecía no venir de ningún lado, como si se hubiera
creado de la nada.

Así que lo registraron, el niño finalmente tubo una familia, un nombre, y los Xiao pudieron tener
un hijo.

No sospechaban que zhan era incluso mas interesante que el misterio de su aparición.

A los tres años hablaba con la fluidez de un niño de diez años, e incluso, usaba palabras que
muchas veces confundía a los adultos.

A la par de su habla estaba el que podía escribir sin problema, y leer era su pasatiempo favorito,
todo a la edad de cuatro años.

Aquel niño de brillantes ojos pidió ir a clases de baile, y se especializo en todo lo que la pequeña
escuelita del pueblo podía ofrecer, desde ballet hasta danza contemporánea, comedia musical y
jazz; y fue esa danza lo único que interrumpió su gusto por la lectura, reemplazando todo por los
pasos al ritmo de la música en su cabecita, bailaba todo el día, hasta le costaba ir al jardín de
infantes y quedarse quieto.

A penas cumplido los cinco años zhan entro a la escuela primaria, por ser un niño sumamente
avanzado para su edad.

Todos creían que el pequeño era un super dotado, cosa que no dejaba de ser increíble, pero la
realidad era que provenía de un lugar muy lejano del espacio era desconocido hasta para el.

Fue en la primaria, el primer día cuando conoció a Wang Yibo y lo primero que le llamo la
atención de aquel sonriente chico, que quería ser amigo de todo el salón, era que brillaba.

Un halo que nunca había visto en nadie, de un color blanco casi plateado rodeaba toda su
presencia.

No sabia que significaba, pero le llamo la atención.

Por eso se quedo con el.

Yibo resulto ser muy bueno, aunque no podía dejar de notar su brillo.
Una noche luego de navidad, Yibo lo invito a su casa, a ver por el telescopio que le habían
regalado ese día ( que también contaba como regalo de su decimo segundo cumpleaños ) y fue
mientras el mayor miraba los astros por aquel lente que Zhan finalmente pregunto:

-- Yibo-ge, ¿Por qué brillas?

El chico hizo una mueca y se aparto del telescopio y miro su mano, busco por sus brazos y bajo su
vista hacia su pierna y abdomen, revisando su cuerpecito.

-- No me veo brillar -- dijo

-- Yo lo veo, lo note desde el primer día que te vi

Yibo alzo sus cejas hacia el, sus ojos parecían buscar algo entre su mente.

-- Una vez... papa me conto que la primera vez que vio a mama ella parecía brillar.

Zhan se ruborizo al pensar en comparar a los dos como una madre y un padre.

-- ¿Dices que es como si fueras la mama?

-- Nop. Tu eres el menor zhan-zhan, tu serás la mama.

-- ¿Y.... tu serias el papa?

Yibo asintió y le dio una sonrisa de lado.

Zhan se sintió extrañamente inquieto en su interior, una emoción que nunca había sentido antes, y
se recostó sobre el techo de la casa donde se había acomodado, mirando hacia las estrellas que
encapotaban toda su vista.

Siempre se había sentido a gusto con el cielo, encontraba una sensación de hogar en esas infinitas
luces.

-- Sabes, zhan-zhan -- dijo Yibo, el menor se giro hacia el para mirarlo -- tus ojos brillan. Brillan
desde que te vi por primera vez, también.

Zhan no pudo hacer otra cosa que sonreír, y yibo pensó que parecía un lindo conejito.

El pequeño yibo volvió la vista al cielo, mirando las estrellas a simple vista.

-- De grande me gustaría descubrir una estrella -- comentó al azar.

-- ¿No están todas descubiertas?

-- Siempre queda algo sin descubrir -- dijo el mayor, se voltio de nuevo a zhan, miro sus ojos,
idénticos a todas esa estrellas. -- Las personas no se dan cuenta de muchas cosas, siempre las
ignoran sin querer y otro descubre eso que dejaron de lado.

Sus miradas no se desconectaron.

-- Quizás tengas una estrella muy cerca y todavía no la descubriste -- dijo zhan, sus mejillas estaban
calientes.

-- Supongo que tendré que prestarle mas atención en algún momento -- dijo volteándose de nuevo
hacia el cielo -- Dulce estrella, ¿Dónde estas? -- canturreo
Zhan rió.

-- Así no es la canción.

Yibo se encogió de hombros

-- Esa canción tiene que modernizarse, ya aburre, y no interrumpas mi canción -- se quejo


exagerando su expresión de enojo.

Zhan asintió sin dejar de sonreír.

Pasaron la noche mirando el cielo y cantando canciones modernizadas, uno al lado del otro.
El universo atrapado en tus ojos

Era impresionante lo simple que se veía el cielo, pero si lo mirabas por un poco mas de tiempo ya
no parecían tan simples, si estabas unos cuantos minutos ya te llenabas de dudas y al cabo de unas
hora ya no sabias absolutamente nada.

Yibo sabia muy bien que al final del día, por mas cosas que hubiera aprendido, o la cantidad de
nuevos datos que vio en la escuela, o incluso si había resuelto un acertijo complicadísimo....
bastaba mirar las estrellas para que recordara que no tenia la menor idea de absolutamente nada.

Con los auriculares es sus oídos miraba el cielo, perdido es su ignorancia y asombro por la
complejidad escondida en lo que en los primeros segundos de observación no eran mas que un
montón de estrellas, de nuevo, Yibo había entrado en ese trance que le provocaba tal vista y se
había olvidado completamente del mundo.

Vivía en un pequeño pueblo cómodo, acogedor, tan apartado de la ciudad que pocas veces había
experimentado lo enfermizo de esa concentración de las personas, pero la mayor ventaja era que el
cielo brillaba mas en aquel lugar, y se veía perfecto si se acostaba en el techo de su casa, tal como
solía hacer y tal como lo estaba en ese momento.

Atento a la vista, no escucho al pelinegro llegar a su lado, tampoco sus llamados.

El menor se cruzo de brazos, un leve mohín se instalo en sus labios, por mas que mirara al chico
fijamente Yibo estaba totalmente perdido en el universo.

Aun con los años, Zhan seguía viendo a Yibo brillar, pero no le daba tanta atención e importaba
como cuando era pequeño, ya estaba acostumbrado luego de estar diez años a su lado, lo tomaba
como algo natural.

Se agacho a su lado, removió uno de sus auriculares y se inclino sobre su rostro, ocupando su
campo de visión completamente.

-- ¡Yibo! te estaba llamando.

El castaño debajo de el se concentro en los ojos oscuros de Zhan, aquellos negros orbes que
presentaban pequeños brillos constantes.

Xiao Zhan tenia el cielo y las estrellas en sus ojos, y eran de las cosas favoritas de Yibo.

-- ¿Yibo?

Zhan se ruborizo por la mirada fija de su mayor en el, esa expresión seria que no podía descifrar
pero que encontraba irremediablemente atractiva y lograba acelerar su pulso y subir su calor.

-- Que lindo cielo -- comentó Yibo, aunque fue un pensamiento que escapó de su mente y surgió
por sus labios sin su total permiso.

Zhan no entendió que hablaba de sus ojos.

Se aparto de él para mirar las estrellas, brillantes, que casi danzaban a su vista, si se concentraba un
momento podía notar colores en lo que parecía la negrura del espacio, nubes de polvo estelar a
kilómetros y kilómetros de largo y miles de millones de años de luz de distancia acompañaban las
brillantes estrellas, planetas y quien sabe que otra cosa mas escondía en esa vista.
Sonrió, mostrando diminutamente sus dientes.

Su pequeña sonrisa de conejo con ojos de Bambi por mas que aquellas dos criaturas sean
diferentes, encajan en la perfección de su ser.

Si había una cosa que distraería a Wang Yibo a demás del espacio, era Xioa Zhan, y no pudo evitar
quedarse mirándolo todo el rato que el pelinegro estaba concentrado en la noche sobre sus cabezas.

-- Si que es lindo -- murmuro Zhan, su vista bajo de nuevo hacia Yibo, encontrándose con los ojos
almendra del castaño.

El mayor se levanto para sentarse junto a Zhan de forma cómoda, abandonando la posición que
tenia sobre el techo.

-- ¿Pensabas en algo?

Yibo negó.

-- Tu siempre perdido en las estrellas -- comento el pelinegro -- ¿No te preguntas a donde va tu


mente cuando estas tan perdido?

No había algo mejor para acompañar toda la ignorancia que les dejaba ver el cielo nocturno que las
preguntas tan abstractas y que los obligaban o a filosofar o a responder de forma estúpida.

Con esas cosas ambos jóvenes podían pasar toda la noche, y ya lo habían echo anteriormente, pero
debían controlar esas charlas los días que tenían escuela, porque terminaban durmiendo en clase.

-- Supongo que va a donde le da la gana -- dijo, optando por la respuesta estúpida -- El, algún
momento vuelve, siempre lo hace, pero no me dice a donde fue -- añadió, riendo con algo de
gracia.

Zhan compartió su risa

-- Sabes... tal como a ti se te pierde tu mente, a veces, a mi se me pierde el corazón.

El pelinegro bajo sus estrellados ojos de las galaxias lejanas para mirar los de Yibo, quien se
congelo dos segundo completos en aquellos universos.

Era curioso como estaba acostumbrado a aquellos ojos, luego de tantos años de amistad, pero
lograban el mismo efecto que el universo que miraba todas las noches, esa fascinación, ese deseo
de mirarlos mas tiempo, e inevitablemente, esa sensación de dudas infinitas.

-- Zhan-zhan, ¿Dónde crees que va tu corazón cuando te pierdes? -- dijo Yibo imitando su
pregunta.

-- Pues... -- Zhan aparto sus ojos del castaño, mirando sus manos, comenzó a jugar con sus dedos,
el rubor subió a sus mejillas -- Creo que va contigo Bo-ge

El menor se sentía extraño con su propia confesión, no sabia porque la había dicho, suponía que
era tan fácil hablar con su amigo que las palabras ya salían solas.

-- Supongo que si encuentro tu corazón a mi lado en algún momento lo cuidaría bien -- murmuro el
mayor, provocando una risa vergonzosa por parte de Zhan.

-- Seria un honor que lo cuidaras -- dijo el menor, alzó su rostro hacia él, su apretada sonrisa
provocaba un ligero dobles en una de sus mejillas, en algo que no llegaba a ser un hoyuelo pero
que era igual de lindo.

-- Siempre -- murmuro el mayor, sintiendo el aleteo de su corazón por hablar de algo como tal con
aquel chico que le provocaba lo mismo que aquel cielo.

Y Zhan podía jurar que Yibo estaba brillando mas que antes.
El astronauta perdido y su universo

Zhan podría decir que todo momento junto a Yibo era importante, pero claro que tenia días
específicos, sucesos especiales para contarle a sus descendientes junto aquel maravilloso
muchacho.

Uno de esos sucesos, ocurrió durante año nuevo, quizás el mas importante de todos, con un Wang
Yibo de apenas diecinueve años y un Xiao Zhan de dieciocho.

Cuando el reloj toco las doce, y los vasos y copas se encontraban unos con otros en pequeños
chasquidos, tantos al mismo tiempo que Zhan los comparo con cascabeles.

Miro a Yibo a su lado, quien le sonrió, sus mejillas estaban rojas por el alcohol, chocaron sus copas
para dedicarse el año nuevo chino.

Apenas estaba tomando el primer sorbo de aquella copa de champagne, que no le gustaba para
nada, cuando sintió el cálido aliento de Yibo en su cuello, la grave voz de su amigo se escucho
susurrando sobre su oído.

-- Necesito decirte algo.

Xiao Zhan automáticamente asintió, giro un poco su rostro para verlo, pero Yibo estaba
peligrosamente cerca de el que se detuvo, mirándolo de reojo.

-- Afuera -- dijo el otro, su rostro estaba serio.

Y tuvo un extraño miedo en su interior, las estrellas en sus ojos temblaron por aquel sentimiento.

No soporto mas de un minuto la intriga, dejo su copa sobre la mesa y corrió su silla hacia atrás
hasta que logro salir del pequeño espacio que había entre cada asiento con todos los invitados.

Siguió a Yibo hasta su cuarto, no se sorprendió cuando el mayor salió por la ventana de su cuarto
enganchándose en la escalera que el había instalado para facilitarle la tarea de subir a su techo para
ver las estrellas, Zhan lo siguió, inconscientemente había empezado a morderse el labio por lo
extraña de la situación.

Ya en el techo, la fría brisa hizo que un escalofrió lo recorriera.

-- ¿No trajiste tu abrigo? -- pregunto Yibo al verlo abrazar su cuerpo en un intento de calentarse, el
mayor se quito el saco y la acomodo sobre los hombros del pelinegro, quien le sonrió de forma
pequeña y extremadamente tierna, haciendo que se congelara unos segundos.

-- ¿Yibo? ¿Qué querías decirme? -- preguntó zhan, su voz sonó sutil.

Wang Yibo asintió, fue cuando reacciono finalmente, busco las manos de Zhan, tomándolas
suavemente, haciendo que las mejías del menor se tornaran rojas y las estrellas de sus ojos se
multiplicaran.

-- Xiao Zhan, encontré lo que estaba buscando desde pequeño -- dijo, el otro no entendió sus
palabras, sus cejas se fruncieron un poco.

-- No se si ves todo lo que tu haces zhan-zhan, no se si lo haces apropósito... pero te sale muy bien
-- El mayor sonrió -- ¿Sabes que eres lo único que cambiaria por todo el cielo, verdad? No me
alcanzan los deseos de todas las estrellas fugases para pedir todo lo que quiero para ti, Xiao Zhan.

-- Me dijiste que me dejarías cuidar tu corazón, y quiero hacerlo, conejito, y lo cuidare mas que
todo en el mundo, lo cuidare mas que a mi telescopio porque vale mas que todo el universo, porque
tu vales mas que todo el cielo y espacio completo. Pero solo si me dejas hacerlo zhan-zhan.

-- De pequeño quería descubrir una estrella, no me di cuenta que la tuve al lado mío toda mi vida
sino hasta hace poco... eres la mas dulce estrella, zhan-zhan.

-- Lo que quería decir con todo esto es que... me gustas, mucho, mas que ver el cielo, me gustas
mas que las estrellas y todo el espacio.

-- Podría decir que eres mi universo, Xiao Zhan.

Se miraron a los ojos, ambos estaban muy ruborizados, y el menor se mordía el labio para retener
una risa.

Le encantaba como Yibo había dicho tal confesión comparándolo con todo lo que mas amaba en el
mundo, lo único que en toda su vida podría decir que había puesto toda su atención. su cariño y
fascinación.

Y le dijeron que él era más que todo aquello, hacia que se sintiera extraño.

-- Zhan... -- la vos de Yibo sonó tímida -- dime que opinas de todo eso -- murmuró.

Y es que Yibo nunca supo como leer del todo bien Zhan, cuando creía saber algo solo faltaba mirar
aquellos ojos del universo para saber que no sabia absolutamente nada.

-- Yibo, creo que también me gustas -- confeso el menor haciendo al otro sonreír -- pero me gustas
desde hace tiempo que nunca me di cuenta que era así... no veo a nadie brillar mas que tu, no
encuentro a nadie con el que valga tanto como cuando estoy contigo -- rió con nervios, ni el sabia
que tales palabras podrían surgir de sus labios -- Y si soy el universo, tu eres mi astronauta perdido,
Yibo-ge.

Ambos rieron, ambos estaban ruborizados.

En el silencio ellos no buscaron palabras, estaban muy cómodos encajándose en el silencio del
otro, con su sola presencia, aliviados por ser correspondidos, por que todo sea tan mutuo.

Eran el uno para el otro.

Fue Yibo quien se acerco primero, había dejado de ver los ojos de Zhan, porque le daban muchas
dudas, en cambio, se había fijado en sus rosados labios y ese lunar con el que tanto había
fantasiado morder, y fue la primera vez que fue asi ellos, y estaba seguro que no seria la ultima
vez.

Se unieron en un beso suave, con los ojos cerrados, Zhan no notó a Yibo brillar mas, pero sintió esa
luz sobre su piel, un suave cosquilleo que contagio todo su cuerpo, una corriente eléctrica que
recorrió a ambos.

Y el astronauta perdido se hundió mas profundamente en su universo.


El agujero negro en su corazón
Chapter Notes

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Sólo bastaba leer un poco más del universo para conocer el miedo más irracional de aquellos
curiosos.

La idea de un remolino espacial capaz de devorar planetas en menos de un segundo, y que


dependiendo de su tamaño podía atraer a cualquier cosa de la infinidad cercana hacia su interior
asustaba.

Pero Yibo tenía una de sus metáforas favoritas basadas en de aquellos monstruos espaciales.

Él decía que Xiao Zhan tenía un agujero negro en su corazón.

Y es que el menor amaba todo, todo lo almacenaba en su corazón, y siempre tenía espacio para
amar más, todo lo amaba en pocos segundos y como si pudiera atraer todo para darle amor, era
normal que se le acercaran animalitos y que se dejaran acariciar sin problemas, también niños y
bebés o las personas adultas.

Y podía tener infinitos ejemplos de que todo era atraído por el agujero negro en el corazón de su
amado.

Lo que ambos siempre recordaban con una sonrisa era cuando una tarde de primavera, en el
parque, como todo había empezado con una mariposa que habían visto en una de las flores, que
automáticamente Zhan acercó su mano hacia ella, y el pequeño ser alado se posó en esta,
caminando en su mano.

En ese momento Yibo estaba sonriendo de forma amplia, mostrando sus dientes en una adorable
sonrisa en sus ojos sus estrellas brillaban.

Pero fue cuestión de minutos para que más y más mariposas se posaran en él, en sus brazos, sus
hombros y sobre su cabeza, llamando la atención de los pocos y tranquilos peatones, sonriendo por
el chico cubierto en mariposas.

-- Bo-ge... Ya quítamelas-pidió, algo asustado por tantos delicados y hermosos bichos en su


cuerpo.

El mayor se encogió de hombros, con una sonrisa recta.

--¿Qué quieres que haga? -- Yibo se acercó a él, mirando los pequeños seres--. Pequeñas
maripositas, ¿Quieren soltar a mí lindo novio, por favor? Lo siento, pero no lo comparto.

-- Bo-ge~~ No se van-- Zhan sonó como si estuviera a punto de llorar.

-- Conejito, claro que no se iban a ir, estaba bromeando.

-- Tengo una en la nariz-- Zhan cerró sus ojos con fuerza.

-- La habrá confundido con una rama.

Zhan estornudó, haciendo que Yibo se apartara de él de un salto y las mariposas volaran lejos, sus
brillantes ojos las miraron marcharse.
-- Problema resuelto--dijo el mayor con una sonrisa divertida.

-- ¿Qué dijiste de mí nariz? -- murmuró el menor, tomando esta con sus manos escondiendo la de
la vista.

-- Que la amo--respondió el mayor, tomó sus muñecas para bajar sus manos y dejar un beso sobre
la nariz del pelinegro.

Ese quizás había sido la experiencia más rara con los animales siendo atraídos por el lindo Zhan,
pero como eso podrían hablar de que se le acercaban ardillas y hasta los pájaros cantaban cuando lo
veían pasar.

Y con otros humanos, en una ocasión Zhan terminó haciéndose amigo de todos los ancianos que
estaban jugando ajedrez en una plaza, tanto cariño que las señoras mayores terminaron besando y
marcando con pintalabios rojo sus mejillas y cuello, para luego reír cuando Yibo dramatizó que lo
estaba engañando con unas encantadoras señoritas.

Era común que, cuando salían a lugares más concurridos, los niños pequeños se le acercaran para
jugar con él, a los bebés más llorones los podía calmar en segundos y la imagen de Zhan con un
bebé en brazos hacia a Yibo estrujarse por dentro, y el menor lo notaba porque brillaba con mas
fuerza.

Y Zhan amaba todo aquello y a cada uno de esos animales y esas adorables personas.

Pero lo que más amaba era a Yibo, y el agujero negro de su corazón era capaz de almacenar todos
los gestos cursis del mayor, incluso cuando se ponía muy empalagoso, a Zhan no le molestaba ni
un poco.

A Yibo le gustaba besar todo su cuerpo, incluso podría decir que le gustaba más que tener sexo,
era más suave, y podía escuchar la linda risa de niño de su novio cuando besaba su vientre
provocando cosquillas, o los jadeos cuando succionaba la piel de su cuello, o sus gemidos cuando
besaba en sus partes más íntimas.

Le gustaba abrazarlo cuando estaban desnudos, así sentía el cómodo calor de su piel contra la
propia, dejar caricias en su suave cuerpo.

Lo había hecho muchas veces, nunca le perdía el gusto a esas muestras de cariño, ya conocía el
cuerpo de Zhan de memoria, y nunca se cansaría de este.

Fue en uno de sus abrazos íntimos, luego de haber echo el amor un par de veces, ya que Zhan
estaba bastante caliente esos últimos días, que el menor hizo aquella extraña pregunta.

-- Yibo, ¿Crees en la vida en... fuera de la tierra?

-- Sería muy raro que estuviéramos solos en un universo tan grande-- dijo--. Así que supongo que sí
creo.

-- Y... ¿Crees que que haya seres en la tierra de... Otros lados?

Yibo frunció sus labios.

-- Eso lo dudo bastante... Digo, hay más lugares interesantes para perder el tiempo que en la tierra.

Zhan suspiró.
-- ¿Y si están aquí? Y... Más cerca de lo que crees...

-- ...¿A qué viene esta pregunta?

El menor negó.

-- Tú... Sabes que soy raro.

-- Eres normal, Zhan, lo normal es ser diferente, así que eres normal, como todos.

Zhan rió.

-- Soy raro en otro sentido-- alzó sus ojos repletos de estrellas hacia-- Bo-ge, yo... No soy como tú,
no soy humano, no soy de aquí.

Chapter End Notes

Perdón por demorar tanto, a veces se me olvida que también lo subo aquí jeje
La materia oscura de tu recuerdo

Todos amaban a Xiao Zhan, Yibo más que nadie en el mundo y en el universo mismo.

Pero él no estaría para siempre.

Él tenía una misión, y al ser cumplida se iría.

Tal como le había contado a Yibo una noche, lo inevitable ocurrió.

Un cinco de agosto, el mismo día donde se cumplían veintitrés años de la llegada de Wang Yibo al
mundo, Xiao Zhan desapareció.

El joven de veintidós años salió de su casa, rumbo a la de la familia de su novio, en las tres cuadras
que separaban una de la otra, su presencia desapareció de este mundo.

Fue cuestión de horas para que la denuncia de su desaparición se realizara, y por primera vez en su
vida, Yibo pasó su cumpleaños en la comisaría.

Aunque por más que buscaran al joven, por más que su madre llorara, por más papeleo que hagan,
sabía que nunca lo encontrarían, porque las patrullas de policía, los perros, o los mismos humanos
en esa acción, no llegaban hasta el espacio.

Le había costado creerlo en un principio, aunque con cada prueba que le daba, Yibo había aceptado
la verdad al final.

Zhan venía de otro planeta.

El chico tenía una misión extraña para cualquier humano pero sumamente lógica para los seres
como él.

Zhan era un hijo de las Estrellas, así le gustaban ser llamados los de su raza.

Eran muy similares a los humanos, y muy diferentes en varios aspectos.

Sus cuerpos estaban hechos de polvo de estrellas, al igual que el de los humanos, pero eran muchos
más cercanos a las estrellas que los mortales de este mundo, por lo que presentaban cosas tan
únicas como tener estrellas en sus ojos, que demostraban sus sentimientos y eran unas verdaderas
ventanas a su alma.

Otra principal diferencia, era que eran hermafroditas, tanto los hombres como las mujeres eran
capaces de engendrar hijos y fertilizar a otros, lo que los declaraba como femeninas o masculinos
era su expresión externa del género.

Pero tenían un problema.

Problema que se convertía en misión.

Misión que tenía Xioa Zhan.

Su raza estaba muriendo, poco a poco, se habían echo débiles, las enfermedades hicieron estragos
en su genética y los niños nacían cada vez más débiles, morían con pocos años o pocos meses, y su
población bajaba y bajaba.
Muchas veces, la madre del niño tampoco sobrevivía al parto, y podía sonar irónico considerando
que estos seres viajaban entre grandes espacios, pero sus servicios de salud, cosas que para los
humanos eran normales, como las vacunas o las cesáreas, no existían para ellos.

Encontraron una solución en su similitud con los humanos para pelear contra su debilidad genética.

Los humanos eran fuertes, sus genes no estaban rotos como los de su especie, y por sus similitudes,
eran absolutamente compatibles.

La misión de Zhan en la tierra era embarazarse para seguir con la vida de su raza.

Tiempo antes el pelinegro le había contado acerca de aquello, de los seres iguales a él, todo se
había enterado por medio de lo que él vivía como sueños, que en realidad eran visitas de sus
compañeros de sangre.

Todo se lo había contado a Yibo, quién no podía dejar afuera de todo aquello.

Y más considerando que estaba embarazado de su hijo.

Xiao Zhan desapareció al confirmar su embarazo, convirtiéndose en materia oscura en el mundo de


Yibo.

Para los astrónomos, y fanáticos como Wang Yibo, lo más desconocido e inentendible del universo
era la materia oscura.

La materia oscura es lo que conforma el mayor porcentaje del universo conocido, alrededor de un
ochenta porciento de este, y lejos de ser algo que suena terrible, la materia oscura es la energía
encargada del movimiento de todo el universo, sus astros y todas las demás cosas que lo
conforman, pero es absolutamente invisible.

Por mucho tiempo, esta materia oscura era objeto de grandes interrogantes, al no poder ser vista se
confundía con la nada, una nada que movía y afectaba absolutamente todo.

Y en el caso de Yibo, Zhan se había vuelto la materia oscura que movía todo el universo de su
interior.

Su recuerdo, su voz, la esperanza por su regreso... Toda esa nada, toda esa energía invisible que le
enviaban los recuerdos de su amado era lo que lo mantenía, lo que lo hacía levantarse en las
mañanas para comer, lo que lo hacía seguir esperando.

Yibo salía todas las noches a ver el cielo, en búsqueda de una señal, aunque le parecía poco
probable, era lo más cercano a mirar a Zhan.

En esa soledad, se dió cuenta que el universo le hacía acordar a los ojos de Zhan, ya no era al
revés.

El universo, con todas sus estrellas, era hundirse en los ojos de su ser más querido.

Yibo encontró una estrella que no había visto antes en toda su vida la noche después de la
desaparición de Xiao Zhan.

Mirando por su telescopio, quiso llorar.

-- Estás ahí, ¿No? -- murmuró, hacia aquella nueva compañera de la vista estelar.

Separó su ojo de la mirilla, alzó la vista hacia el cielo, a esa estrella nueva.
-- Quizás me estés mirando ahora, ZhanZhan --dijo, aunque habló para sí mismo--. Te amo, bebé--
una pausa acompañó el silencio de la noche, un primer sollozo lo rompió--Te extraño, vuelve...

Yibo no sabía qué decirle, podría repetirle ese deseo en miles de palabras distintas.

--Te quiero a mi lado, no quería que me dejaras... En serio, Zhan, no estoy listo... Quería más
tiempo, fue muy poco, fue muy rápido, fuiste una estrella fugaz... ¿No puedes ser como un
asteroide y volver?

Los asteroides tienen órbitas, tienen un recorrido circular y siempre regresan al mismo punto, se
alejan y varían un poco, pero vuelven. Las estrellas fugaces tienen un rumbo recto, a menos que
algo las afecte en su rumbo, las estrellas fugaces no vuelven.

Había dos cosas que Yibo temía.

La primera, que no sabía cuándo volvería Xiao Zhan, ni el menor lo sabía, suponía que luego de la
gestación y el nacimiento de su hijo sería libre, y pediría regresar a la tierra lo más pronto posible,
para estar al lado de Yibo de nuevo.

-- Quédate conmigo más tiempo, quédate conmigo una vida... Aunque sea una.

La segunda, que Zhan era débil, tal como su raza, y había grandes posibilidades de que muriera en
el parto, como el menor le había contado que era desgraciadamente real.

Wang Yibo sollozó, está vez con lágrimas.

-- Y no mueras, yo... No puedo perderte, no lo soportaría... Ni siquiera sé si morirás a no, pero no


te dejes, vive, vive y regresa conmigo.

Sus lágrimas no lo dejaban ver las estrellas, su cabeza dolía, estaba completamente agotado.

-- No me abandones. Sin ti este astronauta perdido muere sólo... Eres mí estrella guía, Xiao Zhan,
no te apagues...
Nuestra noche estrellada

Paso mas de un año.

Más de un año de soledad, de ruegos a las estrellas, de tocarse el pecho con el dolor de los
recuerdos y la ausencia.

Yibo era como un ermitaño, sólo salía de su casa para ir al techo y ver el cielo nocturno.

Pocas veces habían logrado que saliera de ese lugar y de su rutina.

La búsqueda de Zhan estaba congelada desde hace meses, porque no tenían ni una pista de su
paradero.

Aunque era lógico, Xiao Zhan no estaba en la Tierra, estaba muy lejos en un lugar incansable.

A unos siete millones, doscientos mil kilómetros, aproximadamente, según los cálculos de la
castaño.

Relativamente cerca para los astrónomos, infinitamente lejos para los demás.

Esa noche habría una lluvia de estrellas, y Yibo esperaba un extraño milagro, lo anhelaba.

Miró por la mirilla del telescopio a aquella estrella que había descubierto hacía más de un año,
sonrió.

--Hola, amor-- murmuró.

La miró unos cuantos minutos, hasta que la primera estela de la primera estrella fugaz lo distrajo.

Se apartó del telescopio, mirando al cielo, viendo las estrellas comenzar a caer, primero unas
pocas, al cabo de media hora ya eran varias, seguidas, a donde sea que miraras había una.

En lo más profundo de su corazón, pedía ese deseo de todos los días a todas esas

"Deseo que Xiao Zhan regresé a mis brazos".

--¿La estarás viendo también? -- preguntó, miró el telescopio un segundo antes de acercarse de
nuevo, colocar la vista en la mirilla, su corazón desbocó--...Ya no estás.

Intentó acomodando el telescopio, quizás se había corrido con el movimiento de la Tierra o del
mismo universo... Eso quería creer.

— No, no, no... No... -- se lamentaba, en verdad, su estrella favorita ya no estaba.

Su respiración se cortó, las lágrimas subieron rápidamente a sus ojos.

Lo había perdido.

La estrella ya no estaba, Zhan se había ido.

El vacío del universo se pasó a su pecho.

Ya no tenía nada.
Su estrella se había apagado, su mundo también.

Pero le dolió más saber cuándo había pasado.

Recordaba que había aparecido el día después de la desaparición, creía que aquella estaba a "un día
luz de distancia".

Zhan podría haberse ido hacía veinticuatro horas y él no lo supo hasta ese preciso momento.

Todas sus palabras y lágrimas habían sido para su alma, no para él.

Sus rodillas se aflojaron, cayó y sólo pudo llorar, gritó con todas sus fuerzas, mientras en su
interior todo se rompía cual explosión del Big Bang.

El nombre de su amado comenzó a repetirse una y otra vez en sus labios, lleno de pena.

Una brillante luz llegó a sus ojos, tan brillante que la había notado incluso con sus párpados
cerrados, sintió la tierra temblar y alzó el rostro con confusión, mirando a todos lados.

Entre todo el vacío de su interior, sintió un pequeño destello.

Casi saltó desde el techo, deslizándose por la escalera como si fuera uno de esos tubos en la
estación de bomberos, sus pies tocaron el suelo en segundos.

Escuchó una risa. Que conocía.

--¡Zhan!--gritó.

-----

El pelinegro notaba el brillo, lo notaba incluso en la distancia que se encontraba de la casa.

Quería correr hacia él, pero la gravedad de la tierra no lo dejaba sostenerse sobre sus piernas,
recién había llegado, no podría caminar, al menos no durante unas horas hasta acostumbrarse.

Había pasado mucho tiempo fuera de la atmósfera, claro que no iba a ser tan fácil.

Y tampoco quería caer y lastimar a su hijo, en brazos.

Entre sus brazos, cubría a su pequeño, que estaba nervios pero se mantenía tranquilo, porque estaba
con él.

Los de su raza les habían dado unas ropas similares a las de lo humanos, blancas, se sentía como
un recién nacido de nuevo.

--¡Yibo! -- gritó de regreso, y rió.

Reía porque estaba feliz, porque estaba de regreso en su querido planeta Tierra y con sus queridas
personas humanas.

Al ver a su amando correr hacia él lágrimas se juntaron en sus ojos, pero sonreía, sonreía
ampliamente, y las estrellas de sus ojos bailaban con alegría y emoción.

Yibo lo abrazó con fuerza, él lloraba desesperadamente, y Zhan no entendía porqué.

--Te había perdido--murmuró el mayor--...Te había perdido y ya no brillabas.


--Yibo...

-- Pero estás aquí...-- continuó el castaño, se apartó para mirar sus ojos, esas estrellas en ellos lo
recibieron con su brillo--. Estás aquí y te amo, y nunca dejé de hacerlo.

Wang Yibo tomó su rostro para besarlo con desesperación, aunque su llanto lo obligaba a parar a
veces.

Sus lágrimas se mezclaron, sus labios se unieron, se besaron hasta que el mayor pudo sonreír

-- Yibo... el niño.

--¿El niño? -- repitió, soltando el abrazo bruscamente, notando por primera vez el bulto de sábanas
blancas que el pelinegro apretaba contra su pecho.

Xiao Zhan sonrió, desenvolviendo al pequeño, rizados mechones castaños, redondas mejillas, la
piel del pequeño era lechosa, sus ojos eran hermosos.

-- Tiene tus ojos--murmuró Yibo, una sonrisa se plantó en su rostro y lágrimas caían de sus
mejillas.

Estrellas bailaron en los ojitos del pequeño, una risa infantil surgió del bebé.

El mayor extendió sus brazos hacia él, tomando al niño entre sus brazos, el pequeño jugó con sus
dedos, apretándolos con su pequeña manito.

-- Nuestro niño-- murmuró Zhan.

Yibo pasó su vista de su amado a su hijo, sonreía y hasta llegó a reír de felicidad.

-- Creí que se lo quedarían--dijo el castaño--. Yo... no sabía que te iba a conocer, precioso- miró al
bebé.

-- Él se quedará en la Tierra, para hacer lo mismo que yo... quieren seguir con la raza en la Tierra,
los nacidos son muy sanos, y ya hay varios... No estará sólo-- se acomodó junto a Yibo, miró al
bebé, reposando su cabeza en el hombro del mayor--. Nació hace noventa y siete días... No sabía
en qué fecha estábamos, conté los giros de la tierra desde arriba.

-- ¿Cómo se llama?

Zhan negó.

-- No le puse ningún nombre... Queria decidirlo contigo--sonrió levemente.

Yibo hizo una pausa, mirando al pequeño, lo movió un poco entre sus brazos y el niño rió,
haciendo que ambos sonrieran en grande.

-- Xīng --propuso Yibo, miró a Zhan, a los universos en sus ojos.

--¿Estrella? -- preguntó Xiao Zhan, el otro asintió, con una sonrisa segura.

-- Elije tú la otra parte, ZhanZhan.

El pelinegro quedó en blanco, no se le ocurría nada.

-- ¿Algo con... Noche? ¿ Yè ? Quizás...- dijo, bajo--. O elige tu, o no sé, algo como más clásico,
como "Han", "Li" o....

-- Me gusta, Zhany-- dijo, dejó un beso en la mejilla de Xiao Zhan, haciendo que este callara, sus
ojos brillaron y su sonrisa también--. Xīng Yè, es original... Y suena como "Noche estrellada".

--Tus favoritas-- comentó el pelinegro.

-- Mis noches favoritas son en las que estoy contigo-- dijo, haciendo que el menor se ruborizara--.
Ahora tengo dos estrellas--añadió por bajo, para sí mismo.
El destino de las estrellas binarias
Chapter Notes

Perdoooon por tardar tanto!!! Les prometo que la próxima actualización será muuy
pronto!!

Yibo observaba con atención el rostro de Zhan, mientras, el pelinegro jugaba con su hijo.

Zhan se notaba diferente, pero lo hablaría con él en su momento, no frente al niño.

El pequeño Xing ya era un fuerte niño de cinco meses, y un detalle que Yibo amaba era que su
bebé tenía una pequeña peca debajo de su ojo derecho, como él, pero en vez de ser sólo una
manchita un poco oscura, era un puntito brillante, como si una de las estrellas en sus ojitos se
hubiera escapado y se hubiera posado allí.

-- Cuando estuve arriba conocí a los míos -- le dijo a Yibo, cierto día luego de su llegada--.
Algunos son muy diferentes, no pueden venir a la Tierra porque destacarían demasiado, no quieren
levantar sospechas... Algunos tienen pecas de estrellas, son muy bonitas... Hay quienes parecen que
les tiraron un balde de purpurina encima.

-- Es común que nazcan con mechones de pelo plateado... Es diferente al gris que está de moda,
estos brillan, como si estuvieran hechos de estrellas... Y las canas también son así.

-- Están muy unidos a las estrellas--dijo Yibo con una sonrisa.

-- Las estrellas son nuestras madres, venimos de ellas--dijo Xiao Zhan, con una sonrisa--. Eso
creen... Lo creen tanto como los humanos en sus religiones.

Wang Yibo asintió, pasó su mirada de su amado a su bebé, y estiró sus brazos, pidiendo cargarlo,
Zhan se lo dio sin dudar.

El castaño sostuvo al bebé frente a él, sus manos lo sostenían con firmeza por debajo de sus axilas,
los pies del bebé se apoyaban sobre su regazo.

-- Estás muy grande, A-Ye --ssi--el bebé habló incoherencias que lo hicieron sonreír, Yibo atrajo a
su hijo contra sí, acomodando la cabeza del niño en su hombro mientras lo rodeaba con los brazos-
-. Te pareces mucho a Zhan-Zhan, hijo... Ahora tengo dos bebés, me los voy a confundir.

Zhan rodó los ojos por ese comentario tan bobo. --Lo amo, Zhan-murmuró el mayor, pequeñas
lágrimas se alojaban en sus ojos.

El pelinegro se acercó a él rápidamente, tomó su rostro y limpió las lágrimas de los bordes de sus
ojos, Yibo tomó su mano, dejándola reposar en su mejilla, la acarició con su dedo pulgar y le
sonrió.

--Te amo también, te amo tanto, Zhan.

Notó las estrellas de sus ojos temblar un segundo, antes de que el rubor subiera a las mejillas del
pelinegro y juntáramos sus labios con los de Yibo en un beso lento.
En ese momento estaban tranquilos, estaban solos y la lluvia afuera alejaba a las visitas, pero el
primer mes luego de su aparición había sido una completa locura.

Ya no eran solo familiares y amigos los venían a visitar a Zhan, casi todo el pueblo había tocado la
puerta para al menos darle felicitaciones, buenos deseos, y una gran bienvenida, casi siempre lo
acompañaban con comida casera, aunque Zhan se había negado a aceptarla al principio, Yibo la
tomaba por él y también era el encargado de devorarla.

Hasta los ancianos que una vez se encontraron en el parque vinieron, aunque fueron un par de
señoras que pidieron que lo acompañará al asilo para saludar a los demás, cosa que habían echo y
Xiao zhan había terminado marcado en pintalabios de nuevo, para que Yibo dijera que otra vez, lo
estaba engañando, para risa de aquellos adorables abuelitos.

No era nada para sorprenderse, todos lo amaban, pero estaban agotados de tanta gente, así que los
tres se refugiaban en su casa.

En las últimas semanas, ya había pasado todo el auge de la noticia del regreso de Zhan, aunque a
ellos no les gustaba mucho la idea de ir al centro por un paseo o salir de la comodidad de su dulce
hogar para cualquier cosa que no fuera extremadamente importante, ya que atrapaban mucho las
vistas de los curiosos, llamaban la atención con Xing en brazos y la gente saludaba a Zhan todo el
tiempo, Yibo lo encontraba algo molesto.

Pasaban mucho tiempo junto, recuperando el año que habían perdido, y no sólo en su sentido más
íntimo, recuperaban el tiempo perdido con muchos mimos, principalmente, pero también hablaban
mucho de su hospedaje en el espacio.

La estrella que Yibo veía era su nave, que se había instalado cerca de la Tierra todo ese tiempo.

En su interior, corroboraban el estado del bebé desde que era casi concebido, con apenas unos días
y aún en una formación muy básica, lo controlaban con sumo cuidado, y eso habían echo durante
todo el embarazo.

Por los tres meses posteriores al nacimiento, esperaban a que la salud del bebé se mostrará fuerte,
completamente lista para ir a la Tierra, o de no ser así, se quedaría con ellos para regresar a su
propio planeta.

La idea era triste, pero no podían enviar a un niño que no sabrían con certeza si sobreviviría.

No era el caso de Xing, él era un niño fuerte.

Al igual que su padre, o madre en realidad, como habían arreglado años atrás, su amado Xiao
Zhan.

-- Yibo, ya sé por qué te veo brillar--comentó Zhan un día, sonrió al recordar la razón.

Los tres estaban en el patio, el pequeño Xing estaba acomodado en el regazo de Wang Yibo,
ambos miraron al pelinegro, esperando la respuesta.

--Sabes esto que dicen los humanos... De que cuando encuentras a la persona indicada se detiene el
mundo, o creen ver corazones o escuchar campanas.

Yibo asintió para que siguiera hablando, él no creía mucho en esas ideas del tipo "amor a primera
vista".

--Nosotros lo tenemos más claro... Vemos brillar a esa persona que nos acompañará en el amor-
dijo, sus mejillas estaban teñidas de vergüenza--. Le decimos "encontrar a nuestra estrella binaria".

--¿Estrella binaria?-- Yibo alzó las cejas, con una sonrisa.

Se sentía un idiota por nunca pensar en las estrellas binarias como una metáfora para ellos.

Las estrellas binarias son un raro fenómeno de los infinitos que ocurren en el espacio, dos estrellas,
parejas, que orbitan una alrededor de la otra, en un perfecto equilibrio, girando en círculos una
frente a la otra. Las estrellas binarias son compañeras de la infinidad.

-- Si fueras como yo... Un Hijo de las Estrellas, también me verías brillar -- dijo Xiao Zhan.

-- Zhan, para mi brillas aunque no comparta nada de tu raza--dijo --Brillas tanto que podría ver en
la oscuridad si voy a tu lado.

Xiao Zhan rió.

-- Ven, amor--Yibo extendió un brazo hacia él, el pelinegro se acurrucó a su lado, el mayor pasó su
brazo sobre sus hombros--. Mi dulce estrella... Nuestro destino era estar juntos, desde un principio,
desde que éramos niños... ¿Verdad?

Zhan asintió.

-- Desde antes inclusive--dijo--. Somos estrellas binarias por toda la eternidad, desde el comienzo
de los tiempos.

A Wang Yibo le comenzó a doler el rostro por sonreír.

-- Amor, deja de llorar-- dijo Zhan.

Miró a Xing en sus brazos, Zhan frente a él, los tres calentitos en la sala, protegidos de la lluvia del
exterior.

-- ¿Ves? Ya me hiciste llorar también-- Zhan limpió sus ojos, rió con pena.

-- Lo siento, cariño--se disculpó el mayor, corrió las lágrimas de sus mejillas sin mucho cuidado.

Compartieron una mirada antes de que Xiao Zhan se acercara a él para unir sus labios.

Fusionados en aquel beso, sentías todos los planetas, las estrellas y hasta las galaxias alinearse,
todo estaba en el lugar correcto, como debería ser.

El astronauta perdido nunca se sentía sólo si estaba con su universo, y ahora, aún menos, porque
había una pequeña estrella que los acompañaba a ambos.

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