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"CUENTOS A LIBRE

INSPIRACIÓN"

¨He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: Solo con
el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los
ojos¨- El Principito
Antoine de Saint-Exupéry
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

Mis Ojos
[ Larota Apaza , Claudia Alejandra ]

En una familia con mucho dinero, vivían dos niñas, las dos muy diferentes, pero por una
extraña razón son hermanas, se quieren, pero una de ellas no.

Pero que les hace especial a las dos, la primera se llama Clarete, muy lindo su nombre, a
decir verdad, la otra se llama Sofía; Clarete con un alma y corazón impresionante, llena
de bondad y mucho amor para dar, pero aparte de ello tenía algo especial una mascota,
lo que todos nosotros llamamos el mejor amigo del hombre, si ella tenía un perrito, pero
no cualquier perro, este perro era muy especial para ella, le acompañaba a todo lugar a
donde ella quisiera ir. El perrito llamado Tobi para ella era sus ojos, si esta niña con un
corazón noble y un espíritu grandioso no veía. Tobi un perrito que lo es todo para
Clarete un día lamentablemente le ocurrió un desgracia, personas insensatas
atropellaron a Tobi, Clarete asustada solo escuchó un sonido muy fuerte, ella gritando
Tobi, Tobi, Tobi, pero Tobi ya no respiraba, el murió en el preciso instante que el auto
lo atropelló, ya no se podía hacer nada a su alrededor estaban personas tratando de
tranquilizarla, pero no entendía, ella entró en shock, y como no estar así, si era su único
amigo ni su hermana le ayudaba, más bien la humillaba se burlaba de ella por no poder
ver, la maltrataba y a veces la encerraba simplemente no la quería ella siempre decía
que porque tuvo una hermana ciega, que mejor no hubiera nacido su hermana.

Mientras los señores trataban de ubicar a sus padres o a su familia de ella. Clarete no
paraba de llorar, al fin luego de horas se pudo dar con el paradero de Sofía su hermana,
le llevaron con ella y es ahí donde Clarete no pudo estar tranquila, comenzó su soledad,
sola, ella sin poder salir a ninguna parte, ni a la esquina de su casa no quería salir porque
le daba tristeza que con ella ya no esté su único amigo.

Muy preocupados por ella, llegaron sus padres, amaban mucho a Clarete solo que
trabajaban tanto que no podían estar mucho tiempo con sus hijas, ellos trataron de
sacarla de su cama para así llevarla a un parque o a comer, para que de alguna u otra
forma se distraiga, pero siempre decía no, pasaron días, meses y seguía sin salir de su
recámara. Un día se levantó, se arregló como pudo y salió de su recamara fue a Sofía,
pero ella no le contestaba, tocó y tocó la puerta pero nunca abrió así que decidió ir sola
al parque a recordar a Tobi decía que ya era momento de ser feliz, que ya era momento
de encontrar paz; salió ese día y en el parque le habló un niño llamado Matías, pero ella
no respondió e inmediatamente se paró y camino hacia su casa, pensó que solo quería
burlarse de ella cuando se dé cuenta de que no podía ver.

Llegando a casa decía: llorar me hace bien, y más cuando escucho pajaritos como si
estuvieran cantando. Ella sentía que estaba en el cielo.

Ya más tarde Sofía le gritó y le preguntó porque no estaba en su recamara, Clarete triste
se fue, antes le dijo: te necesito hermana, Sofía no dijo nada y más bien inmediatamente
se fue de casa con sus amigos. Tal fue la tristeza que sintió de que su propia hermana no
la quiera, y es ahí que solo repetía me quiero ir contigo Tobi así hasta que se quedó
dormida. Al día siguiente despertó, tomó una hoja y un lapicero, de pronto comenzó a
escribir “Yo los quiero a todos y más te quiero a ti hermanita, aunque no los veo, sé que
son muy bonitos por dentro y por fuera, a ti hermanita decirte que solo quería que me
dijeras hermana por una sola vez, y verías mi felicidad en mi rostro y seguramente que
cuando leas esto no te importará, pero te querré siempre, y a ustedes padres pedirles
perdón por esto; los amo, Clarete”

Decidida ella dejó la hoja en su cama y salió de su casa con el único fin de que algo
malo le pasara. Después de unos minutos se escuchó el sonido de los frenos de un
vehículo. Ella ya se encontraba en el cielo.
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

El Tesoro Perdido
[Lanza Apaza, Grover]

Y, decidieron irse de vacaciones. Luego de un agitado viaje la familia Pedro de León


llegaba a la casa de los abuelos, una granja rodeada de un paisaje espectacular y un
verde hasta donde puedan alcanzar a ver los ojos, era la otra cara del cielo gris de la
ciudad de Timber, Marcos Alonso, el hijo menor de la familia Pedro de León apenas
llegaron echose a correr por el campo, se acercó a ver a los caballos, las gallinas, sí a las
vacas también.

Marcos Alonso, disfrutaba de la libertad limitada por los escasos metros cuadrados de
su casa en Timber. Los niños se aburren, cosa que ocurrió con el niño Alonso, la alegría
del primer día ya no era la misma, su mirada era aburrida, un calco de los ojos de la
gran ciudad. ¡Marcos Alonso, el almuerzo!, se escucha una voz que viene de la cocina,
era María Fernanda, su abuela.

Ají de gallina se servía en la mesa de cedro, la familia Pedro de León como muy pocas
veces en la vida se encontraba reunida por un almuerzo, por los sentimientos de
añoranza, por Marcos Alonso a quien por primera vez conocían los abuelos, era un
almuerzo con sabor a domingo, a pesar de que el reloj marcaba la 1: 25 pm del martes
26 de noviembre de 1968.

El almuerzo terminó y Marcos Alonso salió a jugar al pie del gran roble que se
encontraba al lado del molino, contiguo al maizal, quedose quieto observando un par de
palomas que posaban en una rama sin hojas del viejo árbol. De repente José Elías el
abuelo, dijo; un día fui tan joven como tú, pero hoy estoy tan cerca de, no terminó de
completar sus palabras, mejor sentémonos te contare algo, sentenció.
Doce mulos, cargados con un quintal de oro cada uno salían de Puerto San juan a
Camarones, el camino de herradura, todavía recuerdo esa noche, Río blanco, Apacheta,
Manzanares, fue un largo trajín, la noche era tan oscura, como el vacío que se
encontraba a nuestra izquierda 200 o 300 metros de abismo, el ruido del Inambari era
tenebroso, el llanto de la oscuridad, pensar en un paso en falso y no estar contando esta
historia.

Esa noche alrededor de las 02:00 am nos encontrábamos, en “Repisa”, la parte alta de la
zona conocida como “Quebrada Honda”, siempre el imponente Inambari y su rugido, tal
cual un león de la sabana, acechándonos. Tocaba descansar un rato, era lo más justo
luego de más de 12 horas de caminata, las piernas ya no daban; no recuerdo cómo, pero
caí en un profundo sueño, desperté y estaban ahí, los mulos, pero yo al igual que los
otros dos arrieros nos dimos cuenta que los sacos de oro ya no se encontraban.

Uno de los patrones alzó la voz y dijo, partimos en breve. En mi mente todavía se
encontraba la idea de dónde podía estar el oro, lo que era cierto es que ya no estaba
frente a mis ojos. Me dije, ¿lo habrán lanzado al río?, o quizás ocultado en alguna parte
de la espesura del verde de los arbustos, pero pocos lugares existían para hacer
desaparecer semejante cantidad de oro, A la izquierda el Inambari, a la derecha una
placa de rocas inaccesible, imposible.

A día de hoy pasaron más de 50 años, mucha gente trata de dar con el oro de Pizarro,
“Quebrada Honda”, removida de lado a lado, pero ni rastro del oro, cada año la gente de
Puerto San Juan y Camarones prueba suerte, pero no encuentra nada, el tesoro perdido
está. ¡Marcos Alonso!, están como ese par de palomas en esa rama sin hojas, en busca
de su bandada.
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

Conversaciones con extraños


[Gonzales Belizario, Crhistie Ximena]

Un hombre joven regresa de la guerra, era un hombre devastando a corta edad. No solo porque
perdió la guerra y muchos amigos, compañeros sino porque al llegar a su país natal nadie lo
recordaba, en especial su familia y un viejo amor.

Se cambio de ciudad para comenzar de nuevo. Consiguió un subsidio del estado, que por cierto
era miserable. Y así pasó deambulando por semanas en la nueva cuidad, con episodios de
insomnio crónico provocado por la guerra. Se pasaba horas completas pensando, recordando y
fantaseando en cómo sería su vida si no fuera como él era actualmente.

En una de sus salidas sin sentido por la cuidad, se encontró con un vendedor de periódicos que
notó en él una tristeza profunda.

- ¿En qué piensas? ¿Te dejó tu mujer? ¿Tus padres te echaron de casa? Te ves realmente
mal -dijo el vendedor
Él ni siquiera escucho las primeras preguntas y solo escucho la frase final y de inmediato supo
que se refería a él. El vendedor le hacía muecas para que responda, él solo se presentó lo más
formal que pudo.

- Buenas tardes, me llamo Adam, no entendí que trato de decirme, lo siento. -respondió
tratando de desviar la mirada a algún periódico.
- Un gusto Adam, soy Víctor dueño de esta tienda desde hace más de 20 años. Pero qué
hay de ti te ves muy mal, ¿necesitas ayuda? -pregunto con ánimos de en verdad ayudar.
- ¡Ah! Bueno solo soy otro hombre desempleado, ¿usted no conoce un lugar donde pueda
trabajar de noche? Tengo algunos problemas de sueño. -dijo casi susurrando.
- Bueno, hay un bar a unas tres cuadras de aquí, solo aceptan muchachas, pero quizá
necesiten a un hombre. Sería bueno que vayas y así puedas lidiar contigo y el tiempo.
- Vale, iré hoy. -Dijo con una sonrisa falsa.
No estaba para nada convencido, Adam solo ha trabajado para el gobierno y probar cosas
nuevas lo aterra y después de muchos años sin sentir ni un solo sentimiento, hoy siente miedo.
Qué curioso. Pasaron tres días exactamente y tomó el valor de ir.
Llegó, y rápidamente pidió un trabajo, aunque sea de limpieza, aclaró que el sueldo no era algo
tan relevante para él, solo que era urgente. Inventó que su madre estaba enferma para acelerar el
proceso y lo aceptaron de mesero. El único entre tantas mujeres.

Saliendo del trabajo, vio a una mujer bellísima, nada comparado con las mujeres guapas que
había en el bar. Él la siguió, y descubrió que era asistente de un empresario. Que de hecho este
empresario apoyaba abiertamente a un dictador, se desilusionó, pero Adam creyó que podría
hacer algo para cambiar eso. Y la siguió por muchas semanas, hasta que el vigilante del edificio
en el que ella trabajaba se dio cuenta y lo enfrentó.

- ¿Qué le sucede? ¿Tiene algún problema con la señorita Velarde? -preguntó muy
confundido y molesto
- Su apellido es Velarde. -se dijo así mismo
- Así es, no sé qué está tramando, ella es una mujer casada, así que aléjese.
Adam se alejó, pero dentro suyo sabía que no era una mujer casada, paso tanto tiempo
observándola que se dio cuenta que ella no tenía ningún anillo. Pero esta obsesión no era la
única que había tenido. Antes de la guerra también estaba muy pendiente de una vecina a la cual
estaba siguiendo por cuatro años, en el último año se animó a confesarle todo lo que sentía y de
hecho fue la última vez que sintió algo.

Un fin de semana la señorita Velarde estaba por entrar a su oficina cuando Adam la sujetó del
brazo, se miraron por unos segundos tratando de reconocerse uno al otro, ella no grito ni se
sintió amenazada. Él inventó rápidamente de que la había confundido, ella lo tomo con calma y
le dijo su nombre “Carla” y esa fue la única vez que hablaron. Meses más tarde, el trató de
hablar con ella de nuevo, pero solo llego a escuchar de que ella era la esposa del empresario y
no una asistente. Adam se sentía decepcionado, y eso era solo el principio de una mala semana.
Al día siguiente lo despidieron del bar, él no se resistió. Otra vez volvían las noches de
insomnio, luego recibió una llamada en medio de la noche en la que le informaban que su madre
había fallecido junto a su hermano pequeño. Un día después solo fue a la banca de un parque a
echarse y mirar el cielo nublado, y noto que lagrimas salían de sus ojos, no podía estar más
deprimido y solo, no era un mal sueño era el peor de los sueños. Cuando una mujer adulta le
pregunta.

- Podrías hacer un espacio por favor, quiero sentarme. -dijo amablemente


- Si claro. -Se tapa la cara.
- ¿Le sucede algo? -dijo tratando de verle los ojos.
Él decide mentir

- No, solo estoy algo estresado. -dijo suspirando al final


- El estrés es algo muy recurrente en nosotros, también la tristeza, no sé si sea tu caso,
pero yo estoy fatal, lamento desahogarme, pero no sé a quién recurrir. En mi vida he
llorado más que reído, no sé si es algo que vaya a cambiar, pero es mejor que no sentir
absolutamente nada. -dijo secándose las lagrimas
La mujer se levantó y siguió su rumbo. Adam estaba desconcertado porque no creía que alguien
que no fuera él se esté quejando de la vida. Hasta hace poco le costaba identificar qué tipo de
emociones o sentimientos tenía. Durante todo ese día trato de recordar algún momento de su
vida bueno, pero es como si de su memoria se hubieran borrado aquellos momentos. Y en ese
trace de recordar momentos solo logro recordar cómo se sentía.
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

El Gran Carlitos
(Roberto Carlos Barrera Castro)

El payaso Carlitos soñaba con trabajar en el circo más grande de su país.


Su mayor deseo era conocer muchos niños y al elefante más pesado del mundo. Tuvo
que aprender a hacer magia, cantar, bailar, hacer chistes, piruetas y contar cuentos.
Para todo esto contó con la ayuda de otro payaso, llamado Álvaro, con más experiencia,
que lo ayudó a mejorar sus habilidades.
Todo lo que Carlitos era y sabía no era solamente por su esfuerzo que era mucho, sino
porque había sido un niño feliz.
– ¿Cómo sabes todo eso?
–Porque lo escuché de sus propias palabras, un día que jugaba con un grupo de niños.
Carlitos recién había terminado una función y se escuchaban muchos aplausos, de
pronto, un niño gritó:
– ¿Cómo aprendiste a ser un payaso genial?
–Desde chiquito, mi familia me enseñó a hacer las cosas que me gustaban. Otra niña
preguntó:
– ¿Entrenabas muchas horas por día?
–Sí, y aún entreno. Cuando era chico, después de hacer los deberes y ayudar en casa y
ahora, cada vez que puedo, porque siempre tenemos que perfeccionarnos y aunque
seamos viejitos, siempre hay algo para aprender.
De pronto, resbaló en una cosa que parecía moco-mucho moco y se levantó como un
resorte y todos se rieron mucho.
– Carlitos, ¿siempre trabajaste en este circo?
–No, por suerte pude trabajar en muchos países de Latinoamérica y conocer a muchas
personas.
– ¿Latinoa qué? Preguntó una niña pequeña.
–América, Latinoamérica, estuve en países que hablan español, como nosotros, por eso
somos como hermanos.
– ¿En qué países? Preguntó un varón más grande: ¿Los que integran el MERCOSUR?
–Sí, en esos y en otros ¿quieren que les cuente?
–Síiiiiiiiii, gritaron grandes y chicos.
De pronto, Carlitos se calló y comenzó a sacarse pañuelos de varios colores de su boca
y orejas. Todos hicieron AHHHHH.
–Me encanta hacer ese truco, dijo Carlitos.
– Carlitos, dijo una niña de cabellos enrulados. –Yo nací en Chile ¿ya estuviste ahí?
–Sí, allí conocí a la elefanta PUPU, tenía cuarenta y cinco años y pesaba más de
cuatrocientos quilos.
–¿Tenía? ¿Pesaba? ¿Ya no está?
–Así es. Ya se murió. Hace unos años, en un accidente, lo leí en una de esas
computadoras verdes y chiquitas que tienen los escolares. Por suerte pude cumplir uno
de mis grandes sueños: Conocer una gran elefanta artista.
–¿Te gusta trabajar con animales salvajes?
–Sí, con todo tipo de animales, pero para eso hay que respetarlos, cuidarlos y no
solamente pensar en el dinero que pueden hacernos ganar.
–¿Quién te enseñó eso?
–Mi familia. Cuando era chico como ustedes, sabía que tenía derecho a muchas cosas,
pero también tenía obligaciones, como son: respetar nuestra naturaleza, otras personas y
también a los animales.
–¿Eras feliz?
–Sí, era un niño feliz, pues tenía familia, amor, cariño, donde dormir calentito en
invierno y fresquito en verano.
–¿Y comida? Preguntó un gordito.
–Comida también.
–¿Conoces Brasil?
–Sí, trabajé en un circo que se llama GAROTOS MINEIROS y también en las calles.
–¿En las calles?
–Hay gente que no puede pagar la entrada, por eso, a veces, con algunos payasos
amigos hacemos actuaciones callejeras.
–¿Y ahí qué ganas?
–El cariño de los niños y niñas, ver a un niño sonreír vale más que el dinero y las
medallas que me puedan dar.
–Eres muy bueno Carlitos.
–No, sólo soy comerciante, cambio caritas tristes por caritas felices.
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

¿Qué pasó Ayer?


(Molina Ancco, Miguel Angel)

Ayer, siempre me pregunto sobre el porqué no pude evitar hacerlo y siento que ya no
debería existir por lo ocurrido. Hoy solo quiero morir y no estar más en este mundo por
la fatalidad que hice y solo deseo no haber llegado a salir a una reunión de amigos que
lamentablemente acabo en mi incapacidad de moverme, de hablar, de comer y hacer
muchas cosas más; pues mi estado vegetativo me hace ver que nunca supe escuchar a
quienes me apreciaban.

Terminé mis estudios universitarios y me gradué como médico cirujano; y ahora mi


vida empezaba a cobrar sentido porque había concluido una etapa e iniciaría la mejor.
Acabar la universidad me fue grato y placentero, pero sabía lo que se venía; mucho
trabajo y quizá años de disfrutar por fin mi vida.

Amigos de la universidad empezaron a trabajar en buenas clínicas y yo empezaba a


entrar en carrera y competir con los mejores médicos de la ciudad que de por cierto era
Londres. En un inicio se me empezó a hacer fácil ya que era un estudiante muy
destacado y entendía todo en el ámbito laboral, y ya paulatinamente iba creciendo como
profesional y me iba especializando en el área de cardiología ya que era una rama que
mi abuelo desempeño en su vida y él era el que me conversaba mucho sobre la medicina
y su especialidad. Me gustaba como tenía su vestuario blanco y su forma tan carismática
de tratar a la gente; pues él era el mejor médico de su tiempo y ayudo mucho a la
sociedad por ser un hombre muy filántropo.

Jhon era el nombre de mi abuelo, que perdió a mi abuela a los 7 años de casados y solo
tuvo a un solo hijo que fue mi padre Joseph, un gerente de autos. Es lamentable lo que
diré, pero mamá ya no está conmigo; pero siempre la recuerdo como una persona que
quería lo mejor para nosotros y que su mejor cualidad era la alegría, que a pesar de que
ella ya no esté aquí siento que cada mañana me da una sonrisa desde el cielo para que
yo pueda ir a trabajar con mucho brío y felicidad.

Mi mamá se llamaba Laurenz y fue quien me motivo a tomar el mundo de la medicina


porque ella conocía mucho a mi abuelo y quería que yo sea como él. Sin duda alguna
tomé las palabras de mamá y ahora soy el buen médico que siempre quise ser y ahora ya
tengo más de 6 años en la mejor clínica de Londres y hago un trabajo admirable, ya que
soy querido por todos los colegas e incluso ya pacientes desean que yo sea su doctor.
Todo esto lo logré con años de dedicación y tengo entendido de que la vida es para
relajarse y vivir felices y sin penas; ya que la vida es una y hay que vivirla al máximo.

Ya se acababa el año del 95 y ya era hora de realizar nuevas cosas, como viajar, salir
con mis viejos amigos, tener una familia y mucho más. Los amigos de la promoción nos
íbamos a reunir por primera vez después de mucho tiempo y fue así, con muchas
carcajadas y recuerdos fue la primera de muchas reuniones que íbamos a tener, ya que
en mi adolescencia solo me dediqué a quemar mis pestañas con muchos libros de
medicina humana y entre otros. Ya teniendo contacto con mis amigos, muchos ya
casados y yo sentía que se me pasaba los años y que era hora de tener una familia, no
dude más y me dí la oportunidad de enamorarme y conocí a una paciente que una vez
vino a mi consultorio indicándome que tenía problemas en el corazón, muy
probablemente alguna enfermedad que yo lo tenía que solucionar. Y fue así, mis manos
siempre fueron bendecidas desde lo más alto y con la ayuda de mi abuelo lograba
realizar las operaciones con éxito y ella quedó muy agradecida conmigo y fue que le
propuse una salida para poder conocernos mejor, ella aceptó y yo tenía que estar muy
elegante en mi primera cita. Ya luego tras un buen tiempo de conocernos decidí dar el
paso de pedirle que sea mi acompañante de toda la vida y me dijo que sí quería. Nos
íbamos a casar ya pasando 2 años de relación, pero entre ese lapso yo seguía
encontrándome con los mis amigos y fue tanta la libertad que me dí de salir con los
muchachos, que empezamos a visitar lugares por todo el mundo, claro que siempre iba
con mi novia.

Llegó un viaje que cambiaría mi vida, el viaje que destruyo mi vida. Días atrás mi
pareja y familiares cercanos me decían que algo raro iba a pasar y que se soñaban
constantemente conmigo, con fatalidades y cosas tristes. Yo tomaba sus palabras como
si no fuera nada y que yo debería seguir viajando por todas partes. Pero un día antes del
viaje papá se acercó y me dijo:

-Soñé con tu madre y me dijo que tenga cuidado nuestro hijo.

Yo le respondí a papá:

-Claro que sí padre, ella está conmigo siempre dentro mío.


Un día antes del viaje me soñé con mamá y mi abuelo, pero fue un sueño muy raro
porque primero me soñé con mi abuelo y él me dijo:

-Hijo, cuídate mucho en el viaje, procura descansar y retomar con fuerza tu vida
profesional.

Yo le respondí con lágrimas en los ojos:

-Abuelo, es un gusto verte y gracias por cuidarme siempre, claro que me cuidaré.

Antes de despertar se apareció mi mamá y me hablo:

-Hijito lindo, procura no conducir mareado, es muy peligroso y espero que cuando el
señor mesero del restaurante que vayas te diga que esperes, seas paciente; las cosas
pasan por algo.

Esa pequeña parte del sueño no la entendí, pero le respondí también muy feliz y lloroso:

-Siempre me cuidas desde el cielo mamá, y sí me cuidaré.

Llegó el día D, el día en el que me tocaba viajar con mis amigos y conocer nuevos
lugares, pero antes de ellos nos fuimos a comer a un restaurante como siempre lo
hacíamos antes de todos los viajes que hacíamos, junto con todas nuestras familias. Yo
fui con mi novia y todo estaba bueno hasta que, entre carcajadas y risas, empezaba mi
cruel destino. Un Amigo pidió un wiski para poder amenizar la reunión, el mesero veía
con mucho sigilo nuestra mesa y yo veía que demoraba mucho en traer el pedido y
entonces exclamé:

-En dos horas ya sale nuestro vuelo señor, ¿por qué demora tanto con el wiski?

El señor con su mirada misteriosa me respondió:

-Lamento que demoré, pero tenga calma por favor, ya no teníamos wiski en este lugar y
mandamos a pedir uno.

A lo que yo respondí con todos mis amigos:

- ¡Apresure el pedido señor!

Ya pasaba buen rato que no nos traía el wiski y nosotros ya empezábamos a perder la
calma, entonces yo me paré y le dije:

- ¿Señor, lo va a traer o ya no?

Me respondió algo triste:


-Aquí tengo su pedido.

Todos apresurados de que ya nos iba a ganar el vuelo empezamos a tomar rápido el
wiski y las esposas de mis amigos y mi novia nos dijeron que no deberíamos tomar de
esa manera; ya que teníamos que conducir al aeropuerto. Yo empecé a marearme y no
sabía lo que estaba haciendo, mis amigos me veían y me decían.

- ¿Qué es lo que te sucede?

Yo como un loco atinaba a responder:

-Ya se va el avión.

Y entonces me paré y fui al baño a mojarme la cara, y el señor mesero me miraba y solo
tendía a mover la cabeza. Yo demorando en el baño intentando recuperarme, fije la hora
y vi que faltaba 30 minutos para que el vuelo se realice. Yo de inmediato salí del lugar y
sin darme cuenta dejé a mis amigos y mi novia en el lugar; pero fuera del restaurante el
señor mesero me dijo que guarde calma y que el podía llevarme a mi y mi novia al
aeropuerto. Yo me negué con la desesperación y con tal de llegar a tiempo me subí al
carro y fui volando y tanto fue la desesperación que me cansé y en un abrir y cerrar los
ojos me salí de la pista y sucedo lo peor, accidentado y sin poder entender nada de lo
que había pasado.

En camino hacía el hospital sentía que me desvanecía por dentro, que mi cerebro se iba
apagando como el atardecer, la luz se me iba borrando y escuchaba a lo lejos el llorar de
mi novia y mis amigos; pues fue mi desesperación la que ocasionó su mal momento.

Antes de perder el conocimiento me recordaba de aquel señor que me pedía calma; ese
señor mesero del que me habló mamá en mis sueños; fue nada más y nada menos que
mi abuelo, sí; era él en todo momento ya que en la reunión el fijaba su mirada en mí y
también fue el que me pedía calma en todo momento. Fue una prueba en mi vida,
porque no supe escucharlo, hasta en mis sueños me lo dijeron, y en especial mamá me
dijo que haga caso al mesero del restaurante al que iba a ir a comer; fue ella quien me
pidió que haga caso y yo renuente no supe obedecer. Mi vida no tiene sentido ahora ya
que estoy postrado en una cama sin saber nada de lo que pasa alrededor mío; solo sé que
tenía que casarme con mi novia que la cual ella cayó en una depresión y le volvió la
enfermedad del corazón. ¿Pero cómo sé que estoy tenía una chica con la que me iba a
casar y que pasó lo del accidente? Pues es mamá quien aún en el estado vegetativo en el
que me encuentro, ella me avisa de lo importante que es saber escuchar. Yo solo quiero
estar con ellos ya que acabo de recibir su mensaje ayer diciéndome que mi novia acaba
de morir de un infarto, quizá yo soy el más grande culpable de lo que le pasó, por eso
mi vida ya no tiene sentido en este lugar terrenal y solo cuento las horas en que tenga
que encontrarme con ellos en el más allá.

Hoy, mamá, mi abuelo y mi novia me dijeron:

- Tienes que vivir para poder seguir salvando vidas.

Yo afligido entre mis sueños respondí:

- Ya quiero estar con ustedes en donde estén… El día de ayer se acabó mi vida
totalmente.
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

Detrás de la pérdida
(Bryan Rafael Chuctaya Chuctaya)
En un pueblo lejano, alejado de los ruidos, contaminación y molestias de la ciudad, vivía un
padre que lejos de tener una vida feliz, tranquila fuera de preocupaciones, tenia una familia que
cada día se hacía más inestable por razones de incomprensión por parte de su esposa, que
compartían una hija, la cual sufría las inconformidades de sus padres y a veces trataba de
calmarlos e incluso salía perjudicada.

Por las noches el padre se lamentaba de su agónica vida – hasta cuando tendré que soportar esto
– replicaba. Un día la familia se preparaba para ir a sus trabajos y dejar a su hija en la escuela,
como era de costumbre la madre increpaba argumentando que nunca apoyaba en las
obligaciones como padre con su hija, entonces obligado tuvo que llevarla, durante su trayecto
recibió una llamada que para su mala suerte era su esposa que le pedía que regrese por unas
cosas que olvido en la casa, el hombre que tenía el teléfono en las manos y la mirada perdida
por los reproches de su esposa quien no le paraba de gritar, a su costado su hija le decía algo,
pero el con toda la carga que tenia en la cabeza no le presto atención, en un instante mas largo
que corto, se percató de una camioneta que venia en su delante, deslizo la mirada hacia los ojos
de su hija que en sus ojos reflejaba un profundo miedo, y en un instante quedo inconsciente.
Medio despierto observo como lo llevaban a un hospital, alcanzo a ver a su esposa que lloraba,
sentía tristeza y odio al mismo tiempo, mientras veía a su hija irse al centro de emergencias. Ya
despierto solo alcanzo a ver a la enfermera quien revidaba sus signos vitales, lo primero que dijo
fue – donde esta mi hija –, la enfermera lo miraba con pena, pero no alcanzo a decir nada, llamo
al doctor que entro y lo reviso, el hombre pregunto por su hija con mucha desesperación, en el
tenso ambiente el doctor solo alcanzo a decir – su hija partió –, el padre quedo en shock
negándose a creer que su hija ya no estaba con él, tan pronto soltó palabras de desesperación, su
esposa que ahora estaba perdida en el dolor le repetía – es tu culpa, es tu culpa – mientras
familiares y conocidos trataron de consolarlos y separarlos.

Como era de esperarse la esposa no tardo en pedir el divorcio, además de pedir una gran
cantidad de indemnización para ella y por la perdida de su hija, el hombre sin ganas de vivir
acepto ciegamente la suma que debía pagar. Pasado unos meses ya con la deuda saldada, el
hombre que ya dejo de ser padre, divorciado, se alejo del ambiente de hostilidad que sentía al
pasar por las calles de la ciudad, decidió comprar una cabaña alejada de los problemas, al llegar
observo un columpio que le llenaba de recuerdos de su hija fallecida, al entrar noto que la
cabaña estaba vacía, así que salió a comprar suministros.

Mientras regresaba a su cabaña, el cielo se torno oscuro y poco a poco el cielo lloraba tanto que
el mismo hombre sintió los vientos que lo rozaban los abrazos de su hija, al llegar saco un
tequila que adquirió y empezó a ver la televisión sentado en su sofá, con una mano sosteniendo
su tequila y con otra en sosteniendo su cabeza, paso así unas horas hasta que cerro los ojos de
tanta amargura, durante la lluvia se escucho los sonidos del columpio como si alguien los
estuviera usando, el hombre se levanto por aquellos ruidos que lo aquejaban, se asomó por su
ventana y alcanzo a ver a una niña jugando en medio de la lluvia y el viento, salió a ver quien
era, y al notar que tenia las mismas prendas que llevaba su hija, corrió a su encuentro pero el
suelo resbaloso por las lluvias, cayo y perdió de vista a la niña, al alzar la mirada la niña ya no
estaba, miro hacia todos lados pero no vio nada, decidido a regresar giro su cabeza en dirección
a su cabaña donde vio a la misma niña pero de espalda, tan pronto la niña volteo, el hombre vio
el rostro ensangrentado de su hija, desesperado por no saber que hacer, decide correr y alejarse
de ahí, pero no puede avanzar, cuando de la nada se da cuenta que esta flotando sobre un
precipicio, mirando hacia su cabaña no logra ver a su hija, al no encontrarla se desespera, y en
un instante aparece la niña en frente de él, quien al ver nuevamente el rostro de la niña, pierde el
equilibrio y comienza a caer, pero despierta acostado en su sofá, mirando hacia la ventana y sol
salir, notando que tiene los zapatos con barro en la suela, su ropa mojada, y en su pecho rastros
de sangre haciéndolo pensar y diciendo – perdóname hija –.
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

Un día más, un susto y una amistad


[Castillo Ayala, César Pablo]

Una noche me encontraba sentado en el techo de mi hogar, miraba vagamente hacia el


jardín, pero siempre con una actitud vigilante por si algo extraño fuera a ocurrir, como
el caer de una hoja o el crujir del caminar de un insecto.

En esa tranquilidad paso algo que me sobre salto y me llamo la atención raudamente,
apareció un sujeto de apariencia joven, vestía de amarillo y se veía temeroso, entro por
la reja de mi jardín, yo lo mire extrañado, él no se percató de mi presencia. Entonces
levanté la mirada hacia la esquina de la cuadra para ver la causa de su temor, vi a dos
sujetos de actitud altanera y algo peligrosa.

-Le dije: ¡hey!,¿qué paso? ¿por qué entraste así?

-Me respondió: Disculpa por entrar así, venia escapando de esos sujetos de la esquina, al
parecer no les caigo bien, pase un día cerca al basurero, creo que por ahí es su casa, yo
iba a visitar a una amiga que vive doblando la esquina. Ya era muy noche y creo que
interrumpí algo que planeaban, al menos eso me pareció.

-bueno, puedo entender que por el susto hayas entrado de esa manera, pero no lo
vuelvas hacer, mi padre es algo temperamental y puedes tener problemas.

-si claro no te preocupes, dudo que vuelva a pasar por ese lado de la cuadra, es muy
peligroso. ¿Y tú que haces ahí sentado?,¿vigilas la cuadra? me dijo en tono irónico.

- Pues no, solo tuve un día común, un tanto aburrido y subí como siempre a despejarme
un poco.

- ¿Aburrido? ¿Por qué? Me pregunto.

- Bueno, me desperté algo tarde, perdí la noción del tiempo, ya eran casi las 11 del día,
aún no había desayunado y no había nadie en mi hogar, ya todos habían salido. Lo
bueno fue que me dejaron el desayuno servido, eran unas galletas nuevas que había
comprado mi madre, la verdad no sabía mal.

- ¡Galletas para desayunar...! vaya que bien, me dijo sonriendo.

Le interrumpí preguntándole, ¿y amigo cuál es tu nombre a todo esto?

-pues la verdad me puedes decir Carioco, así me llaman casi todos. Que te parece si para
bajar un poco el momento de tensión, vamos a jugar un rato.

-la verdad tengo algo de pereza de salir, porque no subes a mi techo, es amplio y aquí se
puede jugar a gusto.

Entonces nos pusimos a jugar con una pequeña pelota que había, en ese momento hubo
un sonido estrepitoso, era un vidrio de una ventana que se había roto, nos acercamos a la
cornisa del techo, pero no se podía ver a detalle, así que la curiosidad pudo más y
bajamos a la pista.

Pero en medio camino nos vieron los sujetos peligrosos y empezaron a perseguirnos, no
logramos entrar a mi hogar porque ya estaban muy cerca, corrimos y nos subimos de un
salto al balcón de una casa que estaba casi a una cuadra de la mía, nuestros corazones
latían a mil por hora y para colmo de males el dueño de la casa salió con un valde de
agua, con mucho esfuerzo logramos subir a su techo, los sujetos peligrosos se alejaron,
pero estaban muy atentos a nuestros movimientos. Ya viéndonos a salvo decidimos
descansar, yo me quede dormido hasta que ya casi amaneció. Me desperté y mi nuevo
amigo Carioco ya no estaba. Era hora de ir a mi hogar, me asome y no había peligro,
baje raudamente y corrí con sigilo, ya estando cerca de llegar a mi destino se asomó uno
de los sujetos peligrosos, pero ya no representaba un peligro, ya estaba en mi hogar.
Entre a la sala y mi madre estaba a punto de salir a regar el jardín, yo tenía hambre por
todo lo ocurrido y aplique mi estrategia para que me atienda, abrace con mis brazos su
pierna y ella cariñosamente me dijo: ¡Shiru, Shiru…que gatito para engreído!
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

“El regreso”
[Ari Mamani, Andrea Atalia]

Todo sucedió un miércoles, un dulce y amargo miércoles, fui invitado a una fiesta a la
cual no quería ir, ya tenía mucho de eso los fines de semana, pero por insistencia,
acepté. Lo que no sabía era que esa noche, mi vida cambiaría por completo. A la misma
fiesta asistió “ella”, la vi y me gustó, pensé que tal vez solo era eso, pero no. Mientras
más la miraba más me encantaba y en cierto modo más conocida se me hacía.

Mi nombre es Erick, y soy un oficinista de 26 años, no me considero rico, pero tampoco


pobre, tengo un departamento cerca del centro de la ciudad, y sobre todo tengo buena
experiencia con las chicas, solo tuve un par de novias, pero para ellas no era más que
solo un pasatiempo a quien podían engañar o exhibir, y del mismo modo lo hacía yo, no
creo en el amor y menos en un modo de relación fiel. Tenía muchos sueños desde niño,
y uno tenía nombre propio, era Amanda, pero ese sueño está lejos de hacerse realidad,
éramos mejores amigos, todo lo compartíamos, andábamos juntos a todo lugar, incluso
nuestro primer beso lo dimos juntos, pero se fue, no me dijo nada, aun la caída de la
bicicleta por apresurarme a alcanzarla al aeropuerto me duele, resulta que ella se iba
lejos y me abandonaba, ahí me di cuenta que la amaba con solo doce años, y me prometí
buscarla cuando pudiera, pero todo se fue al carajo seis años después, cuando planeaba
buscarla, el hijo del vecino que regresaba del mismo lugar donde estaba mi Amanda,
comunicó que ellos habían tenido un accidente, y que toda la familia había fallecido, mi
corazón se partió en mil pedazos, y volver a querer a alguien ya no era una opción.

En la actualidad, todo lo que me consume es el trabajo, paso mi día entero en una


empresa en donde me sobrecargan de quehaceres, y para serte sincero, no soy feliz, en
lo absoluto, a pesar de separar tiempo para el “amor” los fines de semana, y lo digo de
esa forma porque no tomo a nadie en serio.
Esa noche, no tenía el suficiente coraje de acercarme a ella, que estúpido, nunca me
había pasado, era un experto, pero ahora me sentía como un adolescente de 15 años, esa
hermosa señorita causó en mí sensaciones jamás sentidas, empecé a hacer bromas en
grupo, todos se reían, pero ella no, pienso que tal vez, ella no quería estar ahí porque no
conocía a nadie y nadie parecía conocerla. Todo iba bien, me aleje un poco a beber
tranquilo, hasta que ella se acercó, su rostro ya no sonreía, sobre él había preocupación,
nostalgia, no puedo describirlo, mi corazón empezó a latir fuertemente, solo atiné a
decirle hola, ella no dijo nada, solo me miraba

. ¿Te conozco? – pregunté de forma tímida y pensativa

Los ojos de ella estaban vidriosos, me tomó de las manos y las acarició, no podía
describir lo que sentía, en su rostro se dibujaban mil emociones, me jaló del brazo, y me
llevó corriendo, nadie lo notó, todos estaban en lo suyo. Corrimos hasta una banca de un
parque cercano, no sabía lo que sentía, que estaba pasando, era algo que me llenaba de
curiosidad y un tanto de terror, el ambiente no ayudaba, al ser un día de semana, solo
había unas cuantas luces de los postes. Antes de que pudiera decir algo ella me miró a
los ojos, llorando me dijo que me había encontrado, mientras acariciaba mi rostro, la
detuve, en serio, no sabía que estaba pasando, esta situación iba más allá de mis limites,
mientras trataba de recordar algo, ella interrumpió mis pensamientos con un: “¿No te
acuerdas de mí, pollito?”

Sentí que el alma se iba de mi cuerpo, era mi Mandi, ella era…

Hablamos toda la noche, estaba tan hermosa como cuando la recordaba, sus ojos color
cafés y sus labios color durazno, con su naricita especial, compartimos mi abrigo y tuve
tiempo de preguntarle el porque me había dejado tan tristemente, ahora lo comprendía,
ella no quería herirme, también pude confesarle mi amor, que nunca volví a querer a
nadie como ella, Amanda me abrazó y lo único que consiguió es que aquellos
sentimientos guardados por tantos años, aparezcan con mucha más fuerza, por cierto su
perfume seguía siendo el mismo, cuando éramos niños.

- ¿Mandi, porqué nos dijeron que estabas muerta, qué sucedió?


Esa noche habíamos ido a ver al jefe de papá, ambos discutieron y camino de regreso
mamá y papá también lo hicieron, como llovía papá no pudo frenar y chocamos, tuve
mucho miedo, cuando desperté veía a mis papas y a mí, todos muertos, incluso yo, a
pesar de estar ahí, solo podía escuchar los lamentos de los demás, caminé y caminé,
nadie podía verme, me sentía tan sola, pero siempre pensaba en ti, eras mi fuerza y la
promesa de volver a estar contigo, al menos un poco, me mantenía en este mundo. Y
ahora que te encontré, puedo irme en paz. Adiós pollito, te amaré por siempre.

Sus palabras no se compararon ni a las balas de todo un ejército sobre mí, pensé que era
una más de mis pesadillas, la abracé con todas mis fuerzas, pero eso no sirvió para que
se quedara, y con un beso en mi frente, se fue para siempre.
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

La quimera
[Nina Nayhua, Amílcar]

Nadie lo vio llegar a las nuevas tierras en el alba, sumiéndose en los manglares oscuros
de la costa, su origen era de una de las infinitas islas que están en aguas no exploradas,
en el flanco izquierdo del planeta, donde la naturaleza es la que reina. Lo cierto es que
el ser gris no era nada parecido a cualquier ser existente de este continente. Se arrastró
hasta las cuevas sumidas en las tinieblas más oscuras del monte.

Cuando despertó sintió gran apetito, se guio por un camino hasta una pequeña aldea,
devoro a un par de almas desprovistas de alguna defensa frente a aquel con capacidades
extraordinarias.

Ya era tarde en aquel bosque oscuro con sigilo cuatro hombres avanzaban en busca de
la amenaza, aquella tarde todo generaba un escalofrió hasta la última molécula de los
cuerpos, los búhos ululaban sin cesar, los movimientos de las ramas rasgados por el
viento transformaban cada sonido en sus peores pesadillas, el cielo rojizo hacia ver que
ya estaban a puertas del infierno, poco a poco todo el cielo se precipitaba lentamente la
oscuridad abrazaba una vez más el trópico. Para los hombres encontrar refugio y calor
era un objetivo claro, para pasar la noche se repartieron tareas de uno era buscar las
ramas cecas y duras, aunque eso era casi imposible por la humedad del trópico, mientras
los otros tres hombres tenían que construir un refugio y alistar la cena con un pedazo de
carne rancia. El encargado de buscar las ramas observo que la luz rojiza apenas
iluminaba, la humareda empezó a hacer un hilo blanco en el cielo.

Cuando ya estaba cerca vio una sombra acercarse a la fuente de la luz, las almas se
apagaron con algunos gritos de terror, el ambiente se sumió otra vez en las penumbras
tras unas cuantas gotas de lluvia apagando la fogata. El sobreviviente perdió la
conciencia tras caer corriendo a una fosa, tras pasar un par de horas recuperó la
conciencia, avanzo con sigilo al pueblo más cercano, comunicando los hechos.
Este pequeño aperitivo del ser, solo eran alimento para sus crías que nacieron en la
penumbra de la cueva, con unas cuantas capacidades humanas posiblemente adquiridas
por sus capturas. Las nuevas criaturas conscientes de que eran superiores a cualquier
otro animal se hicieron de una parte del territorio de los hombres con suma facilidad
extendiéndose a lo largo del trópico.

La pirámide de la naturaleza poco a poco se empezó a modificar ubicando en la sima a


los nuevos seres con capacidades superiores en todo aspecto, con un instinto natural de
tener como fuente principal de alimento la carne humana que otorgaban los nutrientes
más apreciados.

Frente a tales productos de la naturaleza, los nuevos seres tan parecidos a los humanos
como la capacidad de organización, exterminaron con facilidad los pocos animales y
humanos de las cercanías. Los descendientes aumentaban en cantidades infinitas y a su
nueva alma con los defectos humanos, como la envidia, el odio, el resentimiento, así
también con proporciones físicas de otros animales que consumían.

Tornando caótico a un mundo donde el ser humano tenía un orden establecido. Así el
hombre otra vez enfrentaba a la naturaleza donde no solo era el que depreda, sino que
también ahora era una fuente de nutrientes para las nuevas criaturas.
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

Cumpleaños triste
[Yerba Chambi, Fátima Estefany]

Eran las siete de la mañana. Estaba con los minutos en contra para llegar a mi trabajo, tomé un
café con leche y salí del departamento apurada con una galleta de chispas de chocolate en la
boca. Tomé el primer taxi que pude encontrar, le pregunté al conductor si conocía la avenida
Azángaro, un lugar poco conocido pero con oficinas de ayuda comunitaria.

—Es mi primer día trabajando como taxista y no conozco la zona —dijo con una voz nerviosa,
entonces le respondí apresurada —. No se preocupe, yo le daré las indicaciones para llegar.

Faltaron dos minutos para ingresar a mi centro de trabajo, corrí para marcar mi asistencia y me
dirigí a la oficina en donde se encontraban mis compañeros de trabajo quienes también eran mis
amigos. Lo que más amaba de mi trabajo era poder ayudar a proteger a los animales que no
tenían un hogar.

Había terminado mi horario de trabajo y me disponía por regresar a mi departamento, cuando


alguien tocó mi hombro, me di la vuelta y eran mis mejores amigos que entre sonrisas me
felicitaron por mi cumpleaños. Yo estaba sorprendida, había olvidado que era mi cumpleaños.
Después de salir del trabajo, por la noche nos reunimos en una cafetería de estilo clásico y
decorado con flores de diversos colores, reflejaba claramente que nos encontrábamos en la
primavera, mi estación favorita.

Nos sentamos alrededor de la mesa y sobre ella se encontraba mi pastel de cumpleaños con unas
velas largas de colores rosa, verde, lila, naranja y amarillo. Mis amigos empezaron a cantar la
canción tradicional y yo me sentía feliz por compartir ese momento. Una vez terminada la
canción, soplé las velas y con alegría aplaudieron mientras me entregaban mis regalos. Uno a
uno empecé abrirlos y cuando abrí el último regalo de me había entregado mi amigo Manuel,
me conmoví por lo que había dentro y por mi rostro cayeron unas gotas, no me había percatado
que estaba llorando. Luciana y Alejandro preguntaron si me sentía bien y yo les respondí
calmada y segura que sí, saqué con cuidado el objeto y en segundos, las sonrisas que rebozan
alrededor de la mesa se esfumaron al ver una cámara fotográfica antigua y unas fotos en donde
aparecían cuatro personas.

—Es la cámara de Liam —dijo Aarón —, lo tenía guardado en una caja con recuerdos de la
secundaria, creo que deberías tenerlo tú.
Le agradecí por haberme dado un regalo tan valioso para mí e inmediatamente me disculpé con
ellos, ya que no me sentía bien para continuar con la celebración. Me despedí de todos y regresé
a mi departamento.

Me senté en el suelo y apoyada al borde de mí cama tomé la foto con una mano, comencé a
sentir una presión y con la otra mano la llevé sobre mi pecho, el dolor se hacía más intenso que
provocó que llorara incesantemente. Lo extrañaba demasiado, y a mi memoria venía el
momento en que lo perdí, en aquel trágico accidente en un día de lluvia, si tan solo no lo
hubiese dejado tomar aquel autobús cuando salíamos de clases el último día del último año en la
secundaria.

Tomé la foto y con un encendedor que tenía guardado dentro de la mesita de noche, quemé la
foto. Quería olvidar todos esos recuerdos felices que viví con él. Cerré mis ojos y al abrirlos me
encontré parada en medio de un pasillo, tenía puesto un uniforme de colegio y no podía
comprender lo que estaba sucediendo. Es entonces, cuando lo veo en el extremo del pasillo y
con una sonrisa saludándome con una mano se acercó caminando cada vez más. Pensé que era
un sueño y sin dudarlo corrí hacia él para abrazarlo. Me encontraba tan feliz al tenerlo cerca, él
se sorprendió y me preguntó qué me pasaba, yo solo le respondí que lo extrañaba mucho.

Liam tomó un poco de distancia sonriendo y pellizcó una de mis mejillas. Yo respondí con un
gritito al dolor y pude darme cuenta que no era un sueño, sorprendida y un poco angustiada le
pregunté por la fecha de ese día, él me respondió que era el último día de clases, pude observar
y escuchar por la ventana el sonido de las gotas de lluvia al caer.

Él se despidió, diciendo que tenía que tomar el autobús para llegar a preparar la cena en su casa,
ya que su madre tardaría unas horas más en el trabajo.

Pude entender la situación y la oportunidad que el destino me otorgaba. Así que decidí tomar la
decisión de salvar su vida, me dirigí hacia él y con rapidez le quité de las manos su mochila,
quería ganar tiempo. Corrí lo más rápido que pude, no quería que subiera a ese autobús, y al
mirar hacia atrás, él me perseguía gritando mi nombre.

— ¡Emma! ¡Devuélveme mi mochila! —, gritó.

No me detuve, a pesar de que él me lo pedía y me sentía cada vez más cansada, vi el reloj
colgado en la pared de una de las aulas y seguí corriendo, aún faltaba tiempo para que la aguja
del reloj pasase las cinco de la tarde, la hora en que Liam subió al autobús. Llegué a un jardín
verde situado en la parte trasera de la escuela y me detuve, no pude seguir corriendo más. Y con
la poca respiración que tenía, levanté la mirada al cielo, las gotas de lluvia dejaron de caer y las
nubes en el cielo se despejaron poco a poco, cuando alguien detrás de mí tomó mi muñeca, era
Liam, estaba confundido y no sabía por qué estaba haciendo esto. Es entonces que pude
comprender que lo peor había sucedido y aliviada por haber hecho lo correcto, tomé su mano y
con una mirada esperanzada besé su mejilla derecha. El efecto de ese beso provocó una sorpresa
en su mirada y un rubor se esparcía en sus mejillas.

— ¿Por qué hiciste eso? —dijo con una voz nerviosa

—Ahora todo va a estar bien—le respondí con una sonrisa.


Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

Causas perdidas
Erick Gonzalo Apaza Mamani

-Tenía como debilidad las causas perdidas

Esas palabras lo atormentaban cada noche. No podía sacar de su cabeza aquellas


palabras que había escuchado salir de la boca de su madre cuando conversaba con su
abuelo antes de partir hacía las cumbres de Astana.

Entonces se preguntó:

- ¿Acaso no podré encontrar a mi hermana?

- ¿Acaso la batalla por nuestra libertad está perdida?

Él se había preparado desde muy pequeño en la milicia de su pequeña aldea. Se decía en


ese entonces que llegaría el momento donde todas las aldeas de la región unirían sus
fuerzas para rebelarse contra la corona. Ese momento llego a sus diecisiete años.

Los abusos que estos ocasionaban ya eran insostenibles. A un inicio cobraban los
impuestos mensualmente, pero al cabo de tres años comenzaron a hacerlo
quincenalmente, hasta el día de hoy que lo hacen semanalmente. En caso no cumplirlo
quemaban las cosechas, causaban destrozos a los hogares o repartían palizas a quien
encontraban en su camino. El punto de quiebre fue cuando comenzaron a llevarse a las
mujeres de la aldea. Esposas, madres, vecinas ya no se encontraban allí. Entre ellas su
hermana.

Era de noche, al día siguiente se llevaría acabo la batalla, sus armas solo constaban de
un hacha casi oxidada y un escudo de madera. De cada 25 campesinos, solo uno tenía
una espada y un escudo de metal, aunque no de la mejor calidad.

- ¿A eso se refería su madre con “causas perdidas”?

Pensó entresueños.
Si bien no poseían un entrenamiento acérrimo de guerra, ni las mejores armas, y hasta la
cantidad no estuviera a su favor. Ellos tenían un propósito, un fin. Sentían que no tenían
nada que perder. Entonces recordó las palabras que le dijo a su madre antes de partir:

-Sabes madre la incertidumbre trae consigo más preguntas que respuestas

-A que te refieres Brandon

-Si nos quedamos de brazos cruzados dejando que sigan pasando sobre nosotros
haciéndonos preguntas que no llevan a ningún lado como ¿Cuándo terminara este
martirio? ¿Habrá algún salvador que logré revertir esta situación? o aseveraciones tipo
“es la voluntad de dios”

-Brandon…

Respondió su madre de forma dubitativa

-Prefiero buscar certezas antes que nadar en un mar incertidumbre que solo me lleva a la
mediocridad. Esa certeza que me brinda luchar por un fin, donde salga victorioso o no
ya habré encontrado una respuesta. – finalizando su discurso y despidiéndose de ella.

Llego el día de la batalla, los soldados y mercenarios de la corona los superaban tres a
uno. Brandon se encontraba en la tercera fila del flanco izquierdo, temeroso con la
mirada en alto se preparaba para la batalla.

Era un día nublado en aquellas cumbres de Astana cerca al río Nahum, donde Brandon
avistó que desde el oeste un grupo de personas, entre mujeres y adultos mayores, que .se
acercaban. Las lideraba una mujer, era su madre, armada con un cuchillo de cocina
junto a escudos de ollas de barro. No protestó en lo absoluto, sino que este pensamiento
paso por su cabeza:

-Después de todo, las causas perdidas sacaban de uno, aquello que no creía capaz de
hacer. Exitosas o no eran daban lugar al inicio de una gran revolución.

Entonces, sonó el cuerno de combate.


Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

La voz del túnel


[Alviri Huamani, Paul Salvador]

Acababa de graduarme como ingeniero y al fin la vida parecía sonreírme en forma de una
hermosa primavera acompañada de una oferta laboral que no dudé en aceptar. Toda mi vida la
había llevado de forma promedia y el trabajo que había conseguido en la cima de los Andes
peruanos aunque un tanto arriesgado propio de aventuras no era la excepción, por ello sin más y
con desdén una mañana se lo conté a mis padres.

–Mucho cuidado con regresar con una wawita– me replicó mi padre, pues era bien sabido que
los poblados mineros estaban llenos de mujeres de la vida fácil y también de aquellas que
gustan de hombres con una buena billetera, –descuida papá lo que menos quiero en este
momento es una familia solo quiero conseguir dinero y éxito– le contesté.

El dinero en esta profesión se presenta en forma de oro, este metal se hallaba contenido en
vetas, además me han dicho que estas son femeninas y muy celosas, cuento muy irrisorio para
mí pero que después pude comprobar ya que por momentos sentía que estas me embelesaban y
me seducían tal cual señoritas fuesen, o ¿era por las muchas horas que pasaba en el socavón? no
sé y qué más da.

Había oído historias del famoso “Cachorreo” un sistema de trabajo del lugar, donde veintinueve
días extraes mineral para tus patrones y el último día es para ti; si ese bendito día tienes suerte
puedes amasar una pequeña fortuna. Trabajo más cautivante que ese no puede haber, pues te
hechiza a que pruebes tu suerte cual tómbola o bingo pero que cuyo boleto para participar son
cientos de horas en el túnel, mi caso era diferente pues trabajaba bajo un sueldo fijo de
practicante y con el régimen de veinte días al mes de laburo, cada día de doce horas de trabajo
donde solo hacía reportes y verificaciones de seguridad por ello siempre me quedaba un par de
horas adicionales, pues los dueños llegaban por las tardes para supervisar la producción del día
y yo disfrutaba mucho de sus relatos y consejos.

Uno de ellos era Elinfrank, un caballero muy peculiar ya que cojeaba y tenía una mano
entumecida producto de los vapores del mercurio que aspiró por sus años dedicados a la
desdichosa amalgamación del oro, no todo era malo pues fue precisamente esta actividad la que
le dejo buenas ganancias para que llegara a ser accionista de la minera y que pese al buen
chichonal de plata que recibía mes a mes jamás dejaría el pico y la pala.
–Inge debes ser más despierto aquí puedes hacer plata aprovecha tus diez días de descanso para
subir al lunar de oro y pallaquear- moví mi cabeza en señal de aceptación pero muy dentro de
mí reía y cuestionaba el porqué iría a tan desolado lugar solo para revolver entre el mineral de
descarte buscando algún brillito que resaltara entre la pizarra negra. Por pleitesía declaré –Claro
don Elinfrank, en esta próxima bajada lo haré–

–Sé que me mientes inge– dijo mientras se reía y yo sonreía con una baja mirada de vergüenza.

–Tú no eres de aquí por eso no sabes que el chinchilico puede ayudarte a conseguir oro, solo
debes darle lo que más le gusta cigarritos, vinito y su coquita–

–El chinchilico es real, ¿no escuchaste que el cocinero se compró un caserón en Puno gracias a
él?– y me procedió a relatar una increíble historia; resulta que la esposa del cocinero se
dedicaba a pallaquear, mientras ella trabajaba su hijo se iba a jugar toda la tarde y regresaba
sólo al anochecer, ella sabía que su niño era un ávido jugador de las canicas por lo que no le
extrañaba que con apuestas les ganara las chilpas a sus amiguitos y así acumulara varias que
guardaba celosamente en su chuspa, lo extraño fue cuando descubrió el increíble peso de la
chuspa del niño y más aún ver que las canicas estaban hechas de oro. Cuando enfrentó al niño
este le contó que se las ganaba a un hombrecito bajito muy sucio que ocultaba su rostro y que
emergía de la mina cuando todos se iban.

Me quedé muy pensativo después de escuchar el relato, días después el cocinero me confirmó la
historia pero para mí solo seguía siendo un timo, bonita literatura que formaba parte del folclore
andino, pero mi lado científico que me llevó a estudiar ingeniería me pedía a gritos que
confirmara la leyenda, que solo bastaba conseguir un avistamiento o una huella para calmar esa
voz. No iría a pallaquear a cielo abierto ya que casi todos los cuentos sobre este muqui se
desarrollaban en interior de mina, entonces me avisaron que necesitaban gente para cuidar las
máquinas en una mina informal ya que por las madrugadas se metían a robar. Quién lo diría,
hace un mes me negaba a pallaquear por ser una actividad de obreros y ahora estaba dentro de
un túnel de informales, que a diferencia de mi lugar de trabajo estas tenían pésima ventilación,
carecían de luces y con cada respiro sentías que tragabas metal y para colmo debías estar
siempre agachado ya que los túneles no pasaban del metro y medio de altura, sin duda su
denominación perfecta sería la de frías conejeras donde la vida no vale nada.

Así pues estaba cumpliendo mi guardia sólo, con nada más que la luz de mi linterna las horas
eran eternas, me parecía estar en una pesadilla no existe peor tortura que la soledad, lo único
que me avisaba que estaba en este plano eran los estremicientos que me producían los tiros de
dinamita que tronaban y diluían a las rocas, cuando estos cesaron supuse que ya era madrugada;
silencio total por una hora hasta que fue interrumpido por un suave murmullo proveniente de
una voz muy rasposa, también se veía una sombra que se deslizaba al fondo de la galería, –
¿Sería acaso el chinchilico? ¿Rateros? o ¿Sólo una alucinación por la leve falta de oxígeno?–
me dirigí en su búsqueda…
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

¿Dónde está la mente?


[Flores Laura, Leonel Anthony]

Invalidó sus pensamientos, el tiempo lo aprisionaba… carcomiendo por dentro, su idea


de traición crecía tal cual, como los agudos de una guitarra eléctrica, sus ojos perdidos
no manifestaban emoción alguna ¿Era acaso perdida de la razón? Sentimientos de culpa
y de bajeza atacaban su espalda, al mismo tiempo su corazón retumbaba como si fuera a
salirse de su cuenco, ya se notaba como cambiaba de apariencia desde su mejilla rojiza
hasta su cuerpo retraído dispuesto a encarar la escena que tenía detrás suya, tampoco se
dio cuenta del reclamo que lanzo al aire

- “Solo tenia que decírmelo, no hubo más charla por su culpa y aun así esta
disfrutando de una bebida quien sabe con alguien que no quiso contarme ni decirme su
nombre”

Pensó que solo tenía que averiguarlo, no importara si la gente le tildara de celos
irracionales y evadir aquella molesta escena que crearía, pero sin darse cuenta ya estaba
lejos del lugar incidente habiéndose encontrado con un montón de basura que le decía
sarcásticamente “Me ha visto la cara, mira en donde he acabado y todo es su culpa”

La razón pareció volver a su desordenada mente a la par con lo que creía las soluciones
para este embrollo ya que estaba convencida de que no fue causalidad ni azares del
destino, era planeado y armado tal cual para que se note incluso a distancia, su mano
izquierda actuaba casi por costumbre ante la situación y enseguida capturo un cigarro de
entre su bolsillo, el cerillo que lo encendió estuvo a su costado en el suelo como si a le
estuviese esperando hace tiempo como viejo amigo, la idea de que todo le fue planeado
palpito mas fuerte en su cabeza mientras lo raspo en la pared para encenderlo recordó
que un cigarro le despejaría la mente, supuestamente le aclararía las ideas y que quizá le
daría la fuerza suficiente para encarar la situación enfrente del enemigo. Calo varias
veces con la intención de ya no pensar más, pero mientras más absorbía más se le
quedaba la mente en oscuridad, en blanco ya no podía pues había agotado su
imaginación y su mente había quedado seca como la ceniza.
Ya de tiempo que intentaba atrapar ideas que parecían más una solución que una tonta
idea, convencido de lo que pensaba empezó a caminar según él a ver a esa persona
traidora pero su cuerpo caminaba en patrones repetitivos y sin destino alguno.

Ya habiendo pasado un par de horas de solo caminar y de llegar a su supuesta escena no


le quedo mas remedio que darse por vencido pues ya había llegado a su casa, para el el
tiempo no paso volando y se dijo a si mismo “Puedo caminar muy rápido para ir a mi
casa soy superior a quien sea”, mientras la demás gente lo miraba con desprecio y le
criticaba sobre su manera de pensar el no hacia caso a cualquier comentario, solo le
importaría el que tan bien se sintiera, superior a los demás e inalcanzable como nunca.

Dejo pasar la escena de los celos como si hubiese arruinado su día, siguió con sus
quehaceres como lanzarse a su cama y mirar el techo por horas hasta esperar una noticia
cualquiera que pudiera llamarle la atención, sacarle del trance podría haber sido una
proeza que no se repetiría ni en mil años más, a su costado un piso blanco que parecía
decirle:

- “Tú no tienes la culpa de nada, estas expiado de todo”

Se acostó en posición fetal, aunque se hubiera cubierto de algo, no le importo y


consiguió sueño por si mismo aun con los ojos abiertos.

Del otro lado del cuarto por la ventana se acercaron personas a mirarle que
curiosamente tomaban apuntes en libretas pequeñas y sin más faena se marcharon

- ¿Qué querían estas personas, acaso querían juzgarme por lo que pienso? Dijo su
mente

Bajo sueños y memorias, se encontró a si mismo debajo de un árbol sobre un paisaje


muy desolado, ambos se miraron a si mismo y se dieron cuenta de que era lo que había
pasado, pues ese era él, la ropa y los accesorios eran iguales a los que tenia hace mucho
tiempo atrás, su rostro joven se le notaba en su sonrisa de oreja a oreja y mientras ambos
estiraban su mano para tocarse inmediatamente la atmosfera de su alrededor se hacia
mas oscura y solo pertenecía a ellos dos, sus ojos se atraparon a sí mismos sin
interrupción hasta que en su oído se escuchó:

- “No vamos a ir a ningún lado, solo estamos los dos, solos y acompañados de
nosotros mismos”
El muchacho de un tirón se levanto de su siesta improvisada miro de lado a lado y se
echo a llorar sin consuelo, que alguien lo mire fue imposible, su pequeño cuarto de
almohadas blancas con una sola ventana lo aprisiono en su llanto y desesperación, sin
embargo, los gritos no alertaron a nadie, no pudo mover las mano ni los pies.

Del otro lado de la ventana solo se veía una luz muy tenue, señal de que ya era la tarde
para ese entonces, se puso melancólico y recordó su infancia, tal fue como una película
le vino a su mente hasta recordar todo lo que hizo en el día, mientras escapaba de
alguien, que a pesar de haberlo visto detrás de le no pudo acordarse de su cara pues solo
veía manchas y rayones, recordó que había alguien que le llamaba la atención y que no
paraba de caminar frente a él. ¿Una bella dama?, ¿Un patrón en el camino?

Tan cuerdo creía que estaba, incluso parecía que estaría en lo correcto y aun así no pudo
explicar cómo es que había pasado aquello en cuestión de minutos, empezó dudando si
eran horas, minutos o días, ya no le quedo mas remedio que aceptar que perdió la razón
intentando razonar consigo mismo, hasta que volvieron a verlo por su ventana, la lista
que escribían era mas corta que antes, no se preocupo mucho de ello y siguió en lo suyo.

un hombre alto vestido como de marinero se acercó a su ventana, examino muy


rápidamente y afirmo con la cabeza a alguien que no podía ver, una luz fuerte lo segó
por pocos segundos, tras recobrar la visto noto un papel pegado en su ventana con un
nombre que no reconocía, escucho al guardia decir “Cuando se acercaba a la gente
todos se le quedaban mirando y no dude en ver que era lo que sucedía, empecé a
perseguirle y lo capture, no entiendo cómo se safo del su chaleco pero tiene otro mejor”,
no entendió lo que dijo y siguió en lo suyo.
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

DETRÁS DE CÁMARAS

[Alviz Nuñez Yordy Alison]

Era un sendero oscuro, con un vacío que parecía crecer cada vez más, en él había una
hermosa joya que brillaba tenue, la misma que desafiaba a la oscuridad penetrante de la
noche; de repente se oyeron voces de búsqueda, era mi padre-Francisco- exclamó, con
un tono grave el cual despertó mi nerviosismo y concentración aún más, me quede
perplejo; al instante bruscamente alguien gritó -corte¡- dándome palmadas en la espalda
alagando progresos en el guion. Se encendieron las luces, rápidamente un grupo de
chicos empezaron a limpiar mi rostro con algunos polvos que ciertamente olían muy
bien, me condujeron a un camerino muy brillante, en el proceso alagaban mi gran
entusiasmo en la interpretación del guión, a los minutos ya estaba junto a unos
caballeros muy cordiales que me acompañaron hasta la puerta, la cordialidad y el trato
era tantas, que supuse que fue gracias a aquella reunión que escuché hablando a las
señoritas de las luces; sobre mi carácter autista. Bueno al fin y al cabo era agradable.

A la mañana siguiente desperté pensando en el guión, maravillado por las letras que
estaban escritas en esas minuciosas hojas de papel, como cualquier día empezaron con
el juego de luces; las cámaras, los espejos; en el desarrollo del guión me di cuenta que la
joya solo era un pequeño cristal en forma de diamante con una luz roja muy
resplandeciente que estaba incrustado en el interior de este. De nuevo estoy ahí
inmiscuido en la historia, tratando de amar el guión y preguntarme el porqué de las
cosas, de pronto tuve que aparecer en ese viejo sendero esta vez muy tranquilo con luz
penetrante me acerque con pasos lentos hacia la gema hice algunos gestos, cegado por
la luz acelere el paso, este me envolvió elevándome por encima de los muros, al mismo
tiempo una cuerda me elevaba hasta lo alto, protagonice el papel de desmayado y
aparecí en un cama de hospital tal como indicaba el guión, no sin antes de que los
encargados maquillaje me rociaran pintura roja que se asemejaba a sangre con algunos
detalles de rasguños sintéticos. Luego de las tomas extras me fui maravillado por lo que
sucedió ese día me puse a leer lo restante de tan bella obra, que me di la sorpresa de que
en la historia me convertiría en un superhéroe muy astuto, donde especificaban
crímenes que yo debía vengar y evitar; salvando muchas vidas en el camino.
Al día siguiente amanecí un tanto cansado y al apenas llegar el director del guion me
dijo en voz baja-Frans necesito que hoy actúes el día completo hasta el amanecer, yo le
asentí- un poco extrañado por lo que me dijo, termine la rutina obviamente con grandes
batallas, y grandes villanos derrotados, lo curioso es que esta vez me llenarón de
preguntas en mi mente cada frase cada acción me colmaba de dudas, no podía creer
semejantes escenas sangrientas, múltiples abusos, la noche siguió igual cada
protagonismo era intenso, brusco, incluso malévolo; en la historia de un momento a
otro el que hacia el papel de mi padre soltó llantos y dolor de muerte con un grito
airado diciendo -no por favor- la situación era muy tensa -corte- exclamo en director,
mis sentimientos se tornaron confusos y mi concentración perdió su rumbo.

Eran la una de mañana el sabor del café era especial Gómez se acercó a mi diciéndome-
¿Un cigarrillo? - Yo le respondí- No, gracias no fumo-. Él era el que hacía de mi padre
en el guion, un hombre muy disciplinado y alegre que pasado los minutos de descanso
en la historia estaba atado en una torre y yo atado en una decisión muy ilógica por mi
parte porque elegí salvar a mi padre que a 40 personas. El sol empezaba a sobreponerse
sobre la noche, se culminó lo esperado del guión, y yo seguía meditando por qué salve a
Gómez.

Mis pasos acompañaban el amanecer, el sueño se volvía lejano crucé la autopista, y al


voltear la cuadra un bala impactaba contra un niño que se resistía a perder la canasta de
los panes de las madrugadas, un sudor frio recorrió mi cuerpo, extrañado volteé la
mirada y empecé a correr lo más rápido posible, el susto fue intenso, pero a medida que
me acercaba a casa disminuía. Al llegar saludé a Clever mi canario este era un obsequio
Europeo muy bello, caí tumbado en la cama, lo sucedido me invadía la mente y al
observar la luz del sol resplandeciendo y oír algunas sirenas policiales, recordé que la
vida detrás de cámaras es la misma.
Taller de Narrativa A-4
Dr. Raúl Demetrio Arredondo Gamis

Eras mía
[Chirinos, Diana]

Veredas húmedas, los techos de zinc armonizaban con el ruido de una calle
concurrida, el sonido de los caballos galopando anunciaba que el atardecer
estaba llegando, más allá de las 6 p.m solo se observaban parejas acarameladas
en sus citas y ahí, yo la veía, bella, risueña, sonriente, perfecta, ella llegaba hacia
mí, me miraba con tanto amor que sentía que ella era mía, así como hermosa
era indiferente… a veces. A veces me trataba con tanto amor, a veces me
ignoraba por días, era su juguete favorito y yo no me arrepentía de serlo, yo
podía vivir mientras fuera algo de ella. Fuimos a comer a una pastelería, la tarta
de fresa, uff, su favorita.

- ¿Querida, lograras algún día amarme tanto como lo hago yo? – pregunté.

Ella solo sonrió y me besó en la mejilla, su silencio era tan rutinario que me
acostumbré a él. Mientras le hacía mimos, ella se quedó mirando fijamente a
través de la mampara que dividía la pastelería de la calle, siguiendo su mirada
volteé, y me percaté de algo inusual, ella nunca se fijaría en algo así, ya que
siempre la observaba y sabía de sus gustos. Esta vez ella estaba ensimismada en
un bolso rojo con adornos dorados y broche en forma de rosa, lo llevaba una
señorita muy agraciada, pero no tanto como la mujer que amo, inmediatamente
pensé que lo conseguiría de cualquier manera y se lo daría en nuestra próxima
cita.

Mientras seguía en mis pensamientos, ella habló, lo cual me sorprendió:

- Cariño, mi gran sueño es viajar por todo el mundo, quiero lograrlo y ser
la mujer más feliz del mundo.

Yo era consciente de su sueño, ya que cada vez que salíamos siempre lo


mencionaba, no era la primera vez que la escuchaba decir eso, pero me hacía
feliz saber que ella tenia un gran sueño como ese, saber que no se
conformaba y que quería lograr grandes cosas. Entonces yo me acerqué a
ella, le agarré la mano y respondí: - Querida, lograremos eso y mucho mas
juntos porque nos amamos, podrás viajar por el mundo, te lo prometo. Ella
de mi se burló y sin tener compasión dijo: - ¿Nosotros? – lo dijo sonriendo.

Yo pensando si dije algo de malo, respondí: -Claro, nosotros, ¿no te imaginas


un futuro juntos querida?

Recordé nuestra última cita juntos en aquel verano, curiosamente llovió todo
aquel verano. Ahora, primavera y observando a través de mi ventana
pensando en ella, empecé a enfurecerme de nuevo, ya no recuerdo cuantas
veces repetiré este ciclo y cayeron, cayeron lágrimas, lágrimas que no
reconocí al principio, mi cabeza no concebía que yo estaba llorando,
sufriendo ¿yo? ¿por alguien?... Fue mi amor, en esta noche cargada vi que
brillaba una luz, era la luz de mi amada, la luz que siempre admiraba a través
de aquel ventanal.

Me dejó, Dalila, la flor mas hermosa de todas, yo la …. quería, de hecho, aún


la amo, fue mi amor, mi único amor, ¿que tan miserable puedo ser para solo
esperar de ella migajas de amor?

No era la primera vez que me dejaba, pero yo la amo y luego ella me buscaba
y yo estaba para ella, siempre, nunca la ignoraba, pero sé, sé que esta vez es
definitivo; yo… me iré, y así serás más feliz, quisiera empezar otra vida muy
lejos de aquí porque verte, pensarte, recorrer los lugares en los que
estuvimos juntos, todo eso me hará daño, aunque en este punto no puedo
saber si será mas que aquel que tu me hiciste.

¿Me dejaste? Realmente fuiste capaz de hacerlo, aun sabiendo cuanto te


amaba, aun sabiendo cuando te adoraba, tú, mi pequeña flor, mi Dalila, tan
perfecta y a la vez tan perversa, floreciste y luego me abandonaste a pesar de
que te prometí el mundo, ¿Qué me faltó para complacerte? ¡¿en que falle?!
Aun me lo pregunto, tan ido de mi estoy, me hundo en el alcohol para alterar
mis pensamientos y poder verte a mi lado una vez más, a veces intento
acercarme a ti, pero tropiezo con las botellas de vino y caigo al suelo, lloró
como un niño por el dolor, cubro mi sufrimiento con ese golpe y lloro
desconsoladamente.

Ya no mas Dalila, mi pequeña Dalila, hoy desperté un poco mas lucido que
otras mañanas, pero solo fue porque las botellas de vino se acabaron, la
servidumbre ya se aburrió de insistirme para que coma, así que poco a poco
fueron dejando la mansión, ahora yo tengo que salir a comprar más vino
porque en esta etapa de mi vida ya no puedo sobrevivir estando lucido. Así
que salí lentamente ya que hace mucho tiempo que no caminaba tanto ni
mucho menos veía la luz del sol, en la puerta me encontré con una de las
ultimas empleadas que quedaban, ella estaba desesperada y llorando, así que
no se percató de mi presencia, y detrás de ella apurados unos hombres
corrían, yo no entendía porque entraban a mi casa con tanto apuro, y como
nada me importaba seguí mi camino.

En esas veredas ahora secas, observé las mismas parejas que en aquel verano
iban a citas acaramelados, maldiciendo al amor entre a una licorería, al
momento de voltear porque me olvidé la billetera, TE VI, te vi, te…vi. Tan
hermosa, bella, risueña, sonriente, perfecta, ahí estabas, y le sonreías a
alguien, pero ese… ya no era yo.

En pánico solo atiné a correr, porque no quería que me vieras así tan
miserable, ya no había nada del hombre impecable, erguido, perfecto, ahora
solo era un don nadie, con la barba crecida, demacrado, con ojeras, con
aliento a alcohol, con olor a sudor, corrí tan rápido que sentía que me faltaba
el aire al momento de casi llegar a mi mansión, grande fue mi sorpresa al ver
como salía una camilla de mi cuarto, y entonces vi, vi que ese era yo, y
entendí todo. Como un jalón regresé a mi cuerpo y después de estar mucho
tiempo en la nada, abrí mis ojos. Un techo blanco fue lo único que logre ver…

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