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Asunción de María 

o Asunción de la Virgen es la creencia, de acuerdo a la tradición y doctrina de la Iglesia


católica1 y de la Iglesia ortodoxa, la iglesia ortodoxa oriental y algunas denominaciones protestantes como
los Anglicanos, de que el cuerpo y alma de la Virgen María, la madre de Jesucristo, fueron llevados
al Cielo después de terminar sus días en la Tierra. No debe confundirse con la Ascensión, que hace referencia al
propio Jesucristo.2
Este traslado es llamado Assumptio Beatae Mariae VirginisNota 1 (Asunción de la Bienaventurada Virgen María) por
los católicos, cuya doctrina fue definida como dogma de fe (verdad de la que no puede dudarse) por el papa Pío
XII el 1 de noviembre de 1950. La Iglesia católica celebra esta fiesta en honor de María en Oriente desde el siglo
VI y en Roma desde el siglo VII. La festividad se celebra el 15 de agosto.

Dulce Nombre de la Virgen María hace referencia a la festividad litúrgica cristiana, con motivo de la
conmemoración del nombre de María, madre de Jesucristo. María (en arameo ‫ מרים‬Mariam) es el nombre que se
usa en los evangelios para referirse a la madre de Jesús de Nazaret. Para los cristianos católicos, ortodoxos,
coptos, anglicanos y otros grupos cristianos orientales, son más usadas las expresiones «Santísima Virgen María»,
«Virgen María» y «Madre de Dios».

El hecho de que la Santísima Virgen lleve el nombre de María es el motivo de esta festividad, instituida con el
objeto de que los fieles encomienden a Dios, a través de la intercesión de la Virgen María, las necesidades de la
iglesia, le den gracias por su omnipotente protección y sus innumerables beneficios, en especial los que reciben
por las gracias y la mediación de la Virgen María.

Stella Maris (Estrella del Mar) es un antiguo título de María (madre de Jesús). Las palabras Estrella del Mar son
una traducción de la denominación latina de Stella Maris, que se encuentra referido a María desde el siglo IX.

Alrededor del año 400 San Jerónimo escribió de María como stilla maris, o una gota del mar, y hay quien indica que
el nombre puede venir de un error de copia o traducción de este concepto. El primer uso fiable de la
expresión Stella Maris que aún conservamos se encuentra en los escritos de Pascasio Radbertus en el siglo IX,
que escribió de María, Stella Maris, como una guía a seguir en el camino hacia Cristo para no zozobrar en medio
de la tormenta que alza olas en el mar. De esta época procede también el himno Ave Maris Stella.
En el siglo XII, San Bernardo de Claraval escribió:
Si surgen los vientos de la tentación, si te arrojan contra las rocas de la tribulación, mira a la estrella, llama a María; si te
golpean las olas del orgullo, de la ambición, de la envidia, de la rivalidad, mira a la estrella, llama a María. En caso de que la ira,
o la avaricia, o el deseo carnal asalten con violencia la frágil embarcación de tu alma, mira la estrella, llama a María.

Indica el Papa Pío XII en su encíclica Doctor Melifluus que las instrucciones de San Bernardo


encajan admirablemente con la figura de María pues, así como el rayo de luz no disminuye el brillo de la estrella, tampoco el
Niño nacido disminuyó la belleza de la virginidad de María.

La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, conocida también como la Purísima


Concepción, es un dogma de la Iglesia católica decretado en 1854 que sostiene que la Virgen María estuvo libre
del pecado original desde el primer momento de su concepción por los méritos de su hijo Jesucristo, recogiendo de
esta manera el sentir de dos mil años de tradición cristiana al respecto. Se celebra el 8 de diciembre, nueve meses
antes de la celebración de la Natividad de la Virgen el 8 de septiembre.
No debe confundirse este dogma con la doctrina del nacimiento virginal de Jesús, que sostiene que Jesús fue
concebido sin intervención de varón mientras que María permaneció virgen antes, durante y después del parto.
Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia católica contempla la posición especial de María
por ser madre de Cristo, y sostiene que Dios preservó a María desde el momento de su concepción de toda
mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes
de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, quien también es Dios. La doctrina reafirma con la
expresión «llena de gracia» (Gratia Plena) contenida en el saludo del arcángel Gabriel (Lc. 1,28), y recogida en la
oración del Ave María, este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios.
El Inmaculado Corazón de María es una devoción católica usada para referirse a la vida interior de la
Bienaventurada Virgen María, sus gozos y tristezas, sus virtudes y su perfección y, sobre todo, su amor de mujer
Inmaculada por Dios Padre, su amor maternal por Jesús y por los hombres.2
El corazón de María es mencionado específicamente en la Biblia.3
Esta devoción es mencionada por san Gregorio Taumaturgo, Padre de la Iglesia del siglo III, por Teodoto de Ancira,
del siglo V, y por el teólogo benedictino Ruperto de Deutz, del siglo XII.4
En el siglo XVII, el sacerdote francés san Juan Eudes escribió las primeras obras sobre el Corazón de María. A
mediados del siglo XVII fundó la Congregación de Jesús y María para religiosos, la Orden de Nuestra Señora de la
Caridad del Refugio para religiosas y la Sociedad del Corazón de María Admirable para seglares.

Madre de la Iglesia es un título con el que la Iglesia católica honra a la Virgen María, de modo oficial, desde
el Concilio Vaticano II. El título ya era usado por San Ambrosio de Milán (338-397), y recientemente usado con más
frecuencia por Hugo Rahner, hermano de Karl Rahner.

El Papa Francisco considerando atentamente que la promoción de la devoción puede incrementar el sentido


materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana, ha
establecido que la memoria de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, sea inscrita en el Calendario
Romano el lunes después de Pentecostés y sea celebrada cada año. Esta celebración se ha propuesto para a
recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de
Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos.
Desde el 11 de febrero de 2018, fecha en la que se firmó el Decreto por la Congregación para el Culto Divino, esta
memoria aparece en todos los Calendarios y Libros litúrgicos para la celebración de la Misa y de la Liturgia de las
Horas: los respectivos textos litúrgicos se adjuntan al nombrado decreto y sus traducciones, aprobadas por las
Conferencias Episcopales, serán publicadas después de ser confirmadas por este Dicasterio.11

Mater Ter Admirabilis, literalmente "Madre Tres Veces


Admirable", es una antigua invocación latina de las letanías
de la Santísima Madre de Dios. Fue utilizada por primera
vez por el padre jesuita Jakob Rem, jefe de la
Congregación de la Madre de Dios, a Ingolstadt, Baviera el 5
de abril de 1604. La Letanía más comúnmente
utilizada en la actualidad, la Letanía de Loreto, utiliza la
invocación Mater admirabilis, que significa "Madre
admirable".
El 4 de abril de 1604, el Colloquium marianum de la Compañía de Jesús en Ingolstadt estaba rezando las letanías
de la Santísima Madre de Dios. Al llegar a la oración: "Madre admirable, ruega por nosotros" Rem pidió que se
repitiera una y una otra vez la oración. Desde entonces, el Colloquium marianum y algunas cofradías utilizaban la
oración triple. Mater Ter Admirablilis sigue siendo utilizada como parte de las oraciones de hermandad en todo el
mundo. Desde 1915, Mater Ter Admirablilis es una parte de la oración mariana del movimiento
de Schönstatt. Mater Ter Admirabilis es también un altar en mariano en la Catedral de Ingolstadt, donde la sociedad
del Colloqium se reunía cada día para la Santa Misa, nunca se aclaró si la oración triple se refería a la Santísima
Trinidad, a la virginidad triple de la Madre de Dios (antes, durante y después del nacimiento), o, a la Madre de Dios,
Madre del Redentor y Madre de los redimidos.

María, auxilio de los cristianos (en latín: Maria Auxilium Christianorum) es un título antiguo dado a María, madre
de Jesús. San Juan Crisóstomo, nacido en torno a los años 345-350 y obispo de Constantinopla desde el año 398,
la llamaba «Auxilio potentísimo, fuerte y eficaz de los que siguen a Cristo».1 Este título tomó fuerza en Occidente
con el papa Pío V en el siglo XVI y fue definitivamente popularizado con el desarrollo de las obras educativas y
apostólicas de Don Bosco en el siglo XIX, en la advocación mariana de María Auxiliadora. Aunque comúnmente
se asocia el título con la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa también lo conoce desde que en 1030 Ucrania logró
defenderse de una invasión bárbara, hecho que la religiosidad de la época atribuyó al auxilio de la Virgen María.

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