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y podrá por tanto ser perseguido por ello.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
19.1.1 INTRODUCCIÓN
El sistema financiero de un país está formado por el conjunto de Instituciones, medios y Mercados, cuyo fin primordial es
canalizar el ahorro que generan las unidades de gasto con superávit, hacia los prestatarios o unidades de gasto con déficit.
El sistema financiero comprende, pues, tanto los instrumentos o activos financieros, como las instituciones o intermediarios
y los mercados financieros: los intermediarios compran y venden los activos en los mercados financieros.
Cumple pues la misión, fundamental en una economía de mercado, de captar el excedente de los adores (unidades de
gasto con superávit) y canalizarlo hacia los prestatarios públicos o privados (unidades de gasto con déficit).
Esta misión resulta fundamental por dos razones: la primera es la no coincidencia, en general, de ahorradores e inversores,
esto es, las unidades que tienen déficit son distintas de las que tienen superávit; la segunda es que los deseos de los
ahorradores tampoco coinciden, en general, con los de los inversores respecto al grado de liquidez; seguridad y rentabilidad
de los activos emitidos por estos últimos, por lo que los intermediarios han de llevar a cabo una labor de transformación de
activos, para hacerlos más aptos a los deseos de los ahorradores.
El grado de eficiencia logrado en este proceso de transferencia será tanto mayor, cuanto mayor sea el flujo de recursos de
ahorro generado y dirigido hacia la inversión productiva y cuanto más se adapte a las preferencias individuales.
Sin embargo, cuando un intermediario financiero emite un activo financiero se le denomina «activo financiero indirecto o
secundario» (cuenta corriente, depósito de ahorro, depósito a plazo...), y la aceptación por los ahorradores de éste es lo
que permite la labor de intermediación en sentido estricto. La ventaja de esta función de transformación es la de la captación
de unos fondos que no serían utilizados, a menos que unas instituciones los tomasen como depósitos, previo pago de un
interés, a fin de que estas mismas instituciones puedan prestarlos a su vez, cobrando otro tanto.
Esta especialización, que transforma el «corto plazo» en «largo plazo», tiene como base el comportamiento de los agentes
en el sentido de que si bien algunos depositantes retiran sus fondos apenas depositados, en condiciones normales este
comportamiento es la excepción y no la norma.
Todos los fondos «recogidos» en el corto plazo y su capacidad potencial y real de ser prestados en el medio y largo plazo
cumplen una labor fundamental: la de propiciar la inversión y con ella el crecimiento económico.
Un sistema financiero eficiente en este sentido se define como el que es «capaz de captar ahorro en estimulantes
condiciones de remuneración, liquidez y seguridad, al objeto de prestar a los demandantes de fondos los recursos así
obtenidos en razonables condiciones de precio, cantidad y plazo».
Una segunda función básica que se considera debe cumplir el sistema financiero es la de contribuir al logro de la estabilidad
monetaria y financiera, y permitir, a través de su estructura, el desarrollo de una política monetaria activa por parte de la
autoridad monetaria, entendiendo por estabilidad ausencia de crisis importantes en los diversos grupos institucionales
integrantes del sistema (banca privada, compañías aseguradoras, etc.), así como consecución de una evolución estable de
las principales macro magnitudes monetarias y financieras.
La medida en que se cumplan ambas funciones será una muestra de la eficacia del sistema financiero, si bien es preciso
señalar que, a veces, y ante una determinada estructura del mismo, el grado de prioridad asignado por las autoridades al
cumplimiento de una función puede condicionar, al menos a corto plazo, el desempeño de la otra.
Sin embargo, existen dificultades para evaluar inequívocamente el grado de eficacia de un sistema financiero, pero, en este
sentido, se vienen utilizando conceptos tales como su dimensión absoluta y relativa, su elasticidad y fluidez o su libertad,
como elementos determinantes de dicha eficacia.
Los criterios basados en aspectos cuantitativos, se consideran sin embargo menos apropiados para medir la eficacia de un
sistema financiero que otros basados en aspectos cualitativos y así, se vienen utilizando conceptos tales como la fluidez y
Dentro de estos criterios cualitativos hemos de incluir también el de la libertad. Se destaca en este sentido que en las
economías más desarrolladas, donde se reconoce el principio básico de que la asignación óptima puede lograrse a través
del libre juego de los mecanismos de mercado, es preciso que se cumpla un conjunto de reglas en cuanto a las
peculiaridades del sistema financiero, tanto en su estructura dinámica como en su funcionamiento, reglas que se refieren a
dicha libertad y que se concretan en las tres siguientes:
1. Libertad de precios y cantidad: esta libertad, característica de un sistema de competencia perfecta, se debe no
obstante matizar dentro de un sistema financiero, puesto que parece recomendable en él un cierto tipo de intervención
por parte de las autoridades monetarias para garantizar la función básica que este sistema cumple.
A diferencia de la economía de competencia perfecta, no parece que en un sistema financiero una cierta intervención
a nivel macroeconómico sobre el precio o la cantidad de dinero (por sus importantes efectos sobre la inflación, el
paro, etc,) perjudique el mecanismo de funcionamiento,
2. Libertad de operaciones: es también característico de un sistema financiero, así como de un mercado de competencia
perfecta con amplias dosis de libertad, la facilidad para realizar todo tipo de operaciones tanto para oferentes como
para demandantes. En este sentido, las autoridades monetarias no deben compartimentar el mercado, determinando,
3. Libertad de entrada y salida: este punto está referido a la facilidad de acceso de las entidades al sistema financiero.
Sin embargo, no parece tampoco que el establecimiento de ciertas garantías de solvencia para el acceso perturbe
dicha libertad, dado el fin primordial que persiguen las instituciones, que es el de administrar los recursos ajenos,
propiedad de los ahorradores.
Ahora bien, si son superadas esas garantías no deben existir trabas para el establecimiento, sin perjuicio del control
adecuado periódico realizado por la autoridad monetaria.
Por otra parte, el cumplimiento de las reglas señaladas no significa la adhesión incondicional a principios de carácter
absoluto. Existen otros objetivos de la política económica, tales como la estabilidad de precios, o el crecimiento económico,
a los que las autoridades no pueden renunciar, que hacen necesario, a veces, intervenir en los mercados financieros
tratando de controlar el precio o la cantidad de dinero, las operaciones llevadas a cabo por las distintas instituciones y/o el
acceso a dichos mercados.
Cuando cumple adecuadamente sus funciones, un sistema financiero no se limita a servir de canal de los recursos
financieros entre ahorradores e inversores, sino que contribuye, con su propia estructura, ya través del proceso de
innovación financiera, desarrollado por sus instituciones y por la diversificación de sus activos, a generar un mayor volumen
Diversos estudios teóricos y empíricos se han ocupado de este papel crucial desempeñado por el sistema financiero,
mostrando cómo el desarrollo económico de los distintos países viene acompañado por un desarrollo paralelo de su sistema
financiero, y cómo éste, a medida que se hace más complejo, tiene una misión más estratégica en los procesos de ahorro
e inversión.
Prescindiendo del papel desempeñado por la inversión pública, que puede resultar trascendental en la formación de capital
social y en la cobertura de las deficiencias de la inversión privada, y no desconociendo el papel fundamental de la propia
autofinanciación empresarial en los procesos de acumulación de capital en el sector privado, no cabe duda que el flujo
principal de recursos destinados a la inversión productiva, en los países de economía de mercado, tiene lugar a través del
conjunto de instituciones que componen su sistema financiero.
El mayor y mejor cumplimiento de las funciones de un sistema financiero están condicionadas por su grado de desarrollo, y
por su propia estructura, las cuales a su vez han sido determinadas por factores de tipo histórico e institucional, por lo que
en ocasiones, y como ha sucedido en España en los últimos años, las autoridades económicas han de llevar a cabo
vigorosos procesos de reforma para tratar de conseguir que el sistema financiero cumpla finalmente lo que ha de constituir
su principal objetivo: ser el instrumento de transformación, con la máxima eficiencia, de los recursos financieros, procedentes
del ahorro, en inversión productiva, generadora de desarrollo y bienestar para la colectividad.
Se denominan activos o instrumentos financieros a los títulos (o simples anotaciones contables) emitidos por las unidades
económicas de gasto, que constituyen un medio de mantener riqueza para quienes los poseen y un pasivo para quienes
los generan.
Así pues, la riqueza de los agentes económicos, sean éstos economías domésticas, empresas o el sector público, se puede
dividir entre activos reales, o bienes físicos que forman la riqueza material, y activos financieros, que al ser pasivos de otras
unidades, no contribuyen a incrementar la riqueza general del país, pero «facilitan extraordinariamente la movilización de
los recursos reales de la economía».
Los instrumentos financieros primarios son emitidos por las unidades económicas de gasto con déficit, con el fin de obtener
medios de pago para cubrir un desequilibrio temporal entre sus gastos y sus ingresos.
Las unidades económicas con déficit emiten los títulos o instrumentos financieros o simplemente los venden por haberlos
adquirido en períodos anteriores, y las unidades económicas con superávit los adquieren, manteniéndolos como activo por
el tiempo deseado.
Los títulos también pueden ser transmitidos antes de su período de vencimiento, de unas unidades económicas a otras, al
no coincidir, en algún momento, con las preferencias de los ahorradores. Por último, los intermediarios financieros adquieren
algunos de estos títulos (activos financieros primarios) y emiten otros más acordes con estas preferencias (activos
Los activos financieros cumplen dos funciones que se pueden considerar fundamentales en una economía monetaria: “ser
instrumentos de transferencias de fondos entre agentes económicos y constituir, a la vez, instrumento de transferencia de
riesgo”.
Las características principales de todo activo financiero son su liquidez, su riesgo y su rentabilidad. Las tres pueden darse
en grados diversos, y son dichos grados los que sirven para clasificar los distintos activos y los que se usan por los
adquirentes como guía para la ordenación de su cartera y patrimonio.
La liquidez de un activo se mide por la facilidad y la certeza de su realización a corto plazo sin sufrir pérdidas. Como quiera
que la realización de un activo implica su conversión en cualquier otro, el dinero sería el activo plenamente líquido de la
economía ocupando el extremo opuesto los activos reales.
En general, los depósitos de ahorro y a plazo en las instituciones de crédito cumplen muy bien ambas condiciones y ofrecen
un grado de liquidez próxima al dinero, en tanto que las obligaciones públicas y privadas, en aquellos países en que existen
mercados amplios, cumplen bien la primera condición, pero no así la segunda, ya que el valor de cambio depende de la
cotización en el momento de la venta, por lo que no existe total certidumbre sobre la futura realización sin pérdidas.
El riesgo depende, pues, de la solvencia del propio emisor y de las garantías que incorpore al título y no de las fluctuaciones
que experimente su cotización en el mercado, que es, como hemos dicho, un concepto unido a la liquidez.
Por último, la rentabilidad de un activo se refiere a su capacidad de producir intereses u otros rendimientos (de tipo fiscal,
por ejemplo) al adquirente, como pago por su cesión temporal de capacidad de compra y de su asunción, también temporal,
de un riesgo.
En función de estas características, los agentes económicos ordenan sus carteras de activos eligiendo combinaciones
adecuadas a sus preferencias, de liquidez, riesgo y rentabilidad. En general, un activo es tanto más rentable cuanto menor
es su liquidez y cuanto mayor es su riesgo.
• Intermediarios financieros
Los activos financieros emitidos por las unidades económicas de gasto para cubrir su déficit, como ya hemos visto, pueden
ser adquiridos directamente por los ahorradores últimos de la economía. Sin embargo, a medida que ésta se desarrolla se
hace necesaria la aparición de instituciones que medien entre los agentes con superávit y aquellos que posean déficit con
el fin de abaratar los costes en la obtención de financiación, y de facilitar la transformación de unos activos en otros,
haciéndolos más atractivos para ambos.
Los intermediarios financieros se diferencian de los agentes mediadores (dealers) en que éstos compran y venden activos
financieros para mantener un patrimonio, no originando su actividad ningún cambio en los activos negociados, puesto que
los dealers no crean nuevos y diferentes activos a los ya existentes.
Por el contrario, los intermediarios financieros adquieren activos como forma de inversión y no los revenden, sino que, en
base a ellos, crean activos nuevos que colocan entre los ahorradores, obteniendo de éstos los fondos necesarios para la
realización de sus inversiones.
La función de mediación financiera resulta generalmente ventajosa para todas las unidades económicas, ya sean
prestamistas o prestatarias. Para los primeros porque los intermediarios financieros les ofrecen nuevos activos financieros
(indirectos) en los que materializar su riqueza, a unos costes, como ya hemos dicho, muy inferiores a los que alcanzarían
si tuviesen que acudir al mercado a conseguirlos.
Por otro lado, la mediación financiera también genera ventajas para los prestatarios últimos al facilitarles la movilización de
los fondos de financiación y la reducción del coste de la misma, mejorando las oportunidades de obtener recursos de los
Si bien pueden existir diferencias entre los países, según sus características y modalidades, podemos distinguir en líneas
generales dos tipos de intermediarios financieros:
− Intermediarios financieros bancarios: están constituidos por el Banco Central y las entidades bancarias, y se
caracterizan porque alguno de sus pasivos (billetes y depósitos a la vista) son pasivos monetarios, es decir,
aceptados generalmente por el público como medio de pago y, por tanto, son dinero. Así pues, estas instituciones
pueden generar recursos financieros, no limitándose por consiguiente a realizar una función de mediación
bancaria.
− Intermediarios financieros no bancarios: a diferencia de los anteriores, sus pasivos no son dinero, con lo cual
su actividad es más mediadora que la de aquellos.
Un mercado financiero es el mecanismo o lugar a través del cual se produce un intercambio de activos financieros y se
determinan sus precios.
Las funciones principales que cumplen los mercados financieros son las siguientes:
− Ser un mecanismo apropiado para la fijación del precio de los activos. Esto se produce sobre todo en los mercados
de negociación. Para la fijación del precio en los de emisión se toma como referencia la situación del mercado,
respecto a los tipos de interés que se forman en el mismo.
− Proporcionar liquidez a los activos, ya que en la medida en que se amplíe y desarrolle el mercado de un activo, se
logrará una mayor facilidad para convertirlo en dinero sin pérdida.
− Reducir los plazos y los costes de intermediación, al ser el cauce adecuado para el rápido contacto entre los
agentes que participan en dichos mercados.
Además, conviene que los costes de operación (comisiones y corretajes) sean bajos y que los mercados sean ágiles, es
decir, que sea lo más corto posible el período de tiempo que media desde el momento que la operación se acuerda hasta
que queda liquidada totalmente.
Por otra parte, cuanto mayor sea el número de participantes en un mercado, menos posibilidades hay de que se puedan
manipular los precios.
Cuanto mejor se cumpla este conjunto de funciones, mayor será la eficiencia de un mercado financiero.
Un mercado perfecto es, en efecto, un mercado en el que existe movilidad perfecta de los factores; los compradores y
vendedores conocen todas las ofertas y demandas y demás condiciones del mercado; todos los agentes que lo deseen
pueden participar libremente, y los precios se fijan en función de la oferta y la demanda, sin intervenciones ajenas que
desvirtúen su libre formación.
En síntesis, podríamos resumir en cinco las características que, cumplidas en su grado máximo, convertirían aun mercado
en «perfecto»; éstas son:
− Amplitud.
− Transparencia.
− Libertad.
− Profundidad.
− Flexibilidad.
Un mercado es tanto más amplio cuanto mayor es el volumen de activos que en él se intercambian.
La libertad de un mercado financiero viene determinada por la no existencia de limitaciones para el acceso a él como
comprador o vendedor, lo que determina su grado de apertura, por la no existencia de limitaciones para intercambiar activos
en la cuantía deseada y por la no injerencia de las autoridades u otros agentes mono u oligopolistas, en la libre formación
del precio de intercambio de dichos activos.
Un mercado es tanto más profundo cuanto mayor es el número de órdenes de compra y venta que existen para cada tipo
de activo.
Finalmente, un mercado es tanto más flexible cuanto más facilidad exista para la rápida reacción de los agentes ante la
aparición de cambio en los precios de los activos u otras condiciones del mercado.
En resumen “en igualdad de otras circunstancia, un mercado se vuelve más profundo, amplio y flexible cuanto más rápida
y barata sea la información que del mismo reciban los agentes participantes y más rápida y fácilmente puedan éstos actuar
de acuerdo con la información recibida”.
Por su forma de funcionamiento, un mercado es directo cuando los intercambios de activos financieros se realizan
directamente entre los demandantes últimos de financiación y los oferentes últimos de los fondos.
Mercados intermediados son aquellos en que al menos uno de los participantes en cada operación de compra o venta de
activos es un intermediario financiero.
Las características fundamentales distintivas de un mercado monetario son el corto plazo, el reducido riesgo y la gran
liquidez de los activos que en el mismo se negocian.
De acuerdo con la definición tradicional dada por la OCDE: «el mercado de capitales comprende las operaciones de
colocación y financiación a largo plazo y las instituciones que efectúan principalmente estas operaciones». Dentro del
mercado de capitales podemos hablar pues de dos mercados: el mercado de valores y el mercado de crédito a largo plazo.
A su vez los mercados de valores se dividen entre mercados de renta fija y mercados de renta variable.
A su vez, los títulos de renta variable no tienen un tipo de interés fijo sobre el nominal, y su rentabilidad depende
generalmente de la existencia o no de beneficios (y su reparto) por parte de la entidad emisora, sea ésta una empresa
financiera o no financiera.
Responde, en general, al grado de intervención de las autoridades en los mismos, con finalidades diversas. En los mercados
libres el volumen de activos intercambiados y su precio se fija solamente como consecuencia del libre juego de la oferta y
la demanda.
En los mercados regulados, por el contrario, se altera administrativamente el precio o la cantidad de los títulos negociados
y, por tanto, la financiación concedida a través de los mismos. A la financiación obtenida en estos mercados se la denomina
“financiación privilegiada”.
Mercados primarios son aquellos en los que los activos financieros intercambiados son de nueva creación. Esto significa
que un título sólo puede ser objeto de, negociación una vez en un mercado primario, en el momento de su emisión.
Mercado organizado aquel en que se comercia con muchos títulos de forma simultánea en un sólo lugar generalmente y
bajo una serie específica de normas y reglamentos.
El mercado organizado típico es la Bolsa, donde se negocian títulos de renta, fija y de renta variable y otros instrumentos
financieros de menor importancia relativa.
Las transacciones se llevan a cabo con la intervención de agentes oficiales o intermediarios autorizados y existen unas
reglas precisas respecto a la forma de llevar a cabo los intercambios, fijar las cotizaciones, inscribir los títulos, etc. Otros
mercados organizados podrían ser el de divisas y el interbancario.
Un mercado no organizado, por el contrario, es aquel en que, sin sometimiento a una reglamentación estricta, se
intercambian activos directamente entre agentes o intermediarios sin necesidad de definir el sitio donde tiene lugar la
transacción, ya que ésta puede ser la oficina del agente o intermediario o cualquier otro lugar. Las condiciones de precio y
cantidad las fijan, libremente, las partes y no se precisa la intervención de un agente mediador, aunque ésta pueda existir.
Los primeros, en los que se suele negociar un gran volumen de títulos, se encuentran en los grandes centros financieros,
en tanto que los segundos se suelen encontrar en todas las ciudades de cierta importancia.
Las razones que contribuyen a la formación de mercados centralizados son muy diversas, pero entre ellas destacan como
más importantes:
a) La existencia de contratos-tipo para la negociación de la mayoría de los títulos, que no precisan, por tanto, el
control personal de vendedores y compradores;
b) La no necesidad de que se realice la transmisión material del título, que se deposita cerca del lugar del comercio,
realizándose la transferencia y su registro por cualquier medio moderno, como télex, ordenador, teleproceso,
etc.;
d) La proximidad de estos mercados a las principales instituciones financieras que pueden suministrar, en caso
necesario, una financiación inmediata suficientemente amplia y muy especializada, lo que facilita las
transacciones.
Como sabemos, la función primaria de todo sistema financiero es la de poner en contacto a los agentes económicos que
quieren prestar o invertir, por tener fondos disponibles para ello, con los que necesitan dichos fondos para aprender nuevos
negocios o ampliar los ya existentes, para lo cual deben endeudarse o emitir valores.
Por tanto, todo sistema financiero puede concebirse como la conjunción de las relaciones financieras que tienen lugar entre
los agentes económicos , de las instituciones y mercados a través de los cuales se canalizan dichas relaciones, y de los
instrumentos en que se materializan las mismas, que pueden ser tan variados como las funciones que pretenda cubrir con
ellos.
A esta conjunción de relaciones, instituciones e instrumentos se le puede llamar, propiamente, la estructura del sistema
financiero.
En general, todos los sistemas financieros son objeto de regulación y supervisión, persiguiendo alguno o ambos de estos
objetivos:
− La estabilidad del sistema financiero como tal, que, fundamentalmente, pasa por asegurar el buen funcionamiento
regular de sus distintos mercados, así como por la vigilancia de la solvencia de las entidades participantes en el
sistema;
− La protección de los consumidores de los servicios financieros, especialmente de aquellos más necesitados de
esta protección por no disponer de los conocimientos necesarios o de los recursos adecuados para operar en ellos
con las garantías suficientes.
La regulación, en cuanto elaboración de las normas que rigen la actividad de las entidades y mercados financieros, debe
distinguirse claramente de la supervisión -vigilancia más o menos continuada del cumplimiento de dichas normas-, no sólo
por motivos conceptuales, sino también porque los Órganos que ejercen ambas funciones son, en general, diferentes.
En efecto, órganos reguladores del Sistema Financiero Español (SFE) son todas las instituciones competentes para dictar
normas jurídicas con incidencia directa sobre el mismo.
Tanto la pertenencia de nuestro país a la Comunidad Europea (CE) como el desarrollo del Estado de las Autonomías
justifican hablar de tres niveles distintos de regulación financiera, dos de ellos de ámbito general, en el sentido de que el
Los dos órganos supervisores españoles de ámbito nacional que cuentan con entidad propia, más o menos autónoma, son
el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), ya que las entidades aseguradoras y los
fondos de pensiones son supervisados hoy en día por la Dirección General de Seguros, que está integrada dentro del
Ministerio de Economía y Competitividad. En general, la capacidad normativa de ambos supervisores proviene de la
delegación expresa de algunas de las instituciones políticas generales.
El papel de la autoridad monetaria en los países que han adoptado el euro, que hasta entonces correspondía a sus
respectivos Bancos Centrales Nacionales (BCN), ha pasado a ser desempeñado por el Sistema Europeo de Bancos
Centrales (SEBC), en el que, como hemos visto antes, participan tanto el Banco Central Europeo (BCE) como los BCN de
dichos países. En este sentido, conviene tener muy en cuenta que el SEBC es una institución que podríamos calificar como
virtual.
De hecho, no tiene personalidad jurídica ni órganos rectores propios. Estos últimos son los correspondientes al BCE, cuya
sede está en Fráncfort, República Federal de Alemania.
Más aún, podemos decir que el SEBC es una institución de definición ambigua ya que, si bien está formada, en principio,
por el BCE y los BCN de todos los Estados miembros de la UE, esto no es así para sus principales funciones, y, en particular,
Precisamente, para romper esta ambigüedad es por lo que el BCE diseñó un concepto que no figura como tal en el Tratado
Constitutivo de la Comunidad Europea (TCE): el Eurosistema, compuesto por el BCE y los BCN de los Estados miembros
de la UE participantes en la UME.
La aplicación al SEBC del principio de subsidiariedad, que rige toda la UE, establece que el BCE recurrirá a los BCN para
ejecutar las operaciones que correspondan a las funciones del SEBC, en la medida que se estime posible y adecuado, lo
que, dentro del ámbito que nos ocupa, implica mantener un alto grado de descentralización en la ejecución de la política
monetaria común. De este modo, se utiliza la infraestructura y la experiencia de los BCN previamente existentes para lograr
un mayor grado de eficacia en la instrumentación de dicha política.
Objetivos y funciones:
El objetivo principal del SEBC es mantener la estabilidad de precios, sin perjuicio del cual apoyará las políticas económicas
generales de la Unión Europea con el fin de contribuir a la realización de los objetivos asignados a esta última, cuya misión
es la de promover, entre otros aspectos:
El SEBC actuará con arreglo al principio de una economía de mercado abierta y de libre competencia, fomentando una
eficiente asignación de los recursos. Las funciones básicas del SEBC son las siguientes:
− Poseer y gestionar las reservas oficiales de divisas de los Estados miembros, sin perjuicio de la posesión y gestión
de fondos de maniobra en divisas por parte de los Gobiernos de los Estados miembros.
El esquema siguiente muestra las principales instituciones que forman parte actualmente del sistema financiero español.
− Los mercados financieros, algunos de los cuales son mercados de valores, mientras que otros no gozan de esta
condición.
− Los organismos de compensación y liquidación, tanto de medios de pago como de operaciones de valores.
Como hemos puesto de manifiesto anteriormente, en España existen dos órganos supervisores autónomos de ámbito
nacional: el Banco de España (B.E.) y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), ya que la Dirección
General de Seguros (DGS) está integrada dentro del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital (MEH).
Asimismo, ya hemos visto anteriormente el importante proyecto de Supervisión Única al que vamos dirigidos tanto a nivel
nacional como europeo. Ya se han dado los primeros pasos, -hay un supervisor europeo y se ha creado la “ventanilla única”
en España para presentación de quejas y reclamaciones-.
En pocos años, no habrá tres reguladores, uno para banca, otro para inversiones y otro para seguros, sino que habrá tan
sólo uno que sea común y único para cualquier tema relacionado con el –ámbito financiero y asegurador-.
• El Banco de España
Desde la introducción del euro y el inicio de la política monetaria común para todos los países que han implantado esta
moneda, el 1 de enero de 1999, el Banco de España constituye el pilar nacional de la autoridad monetaria encargada de
llevar a cabo dicha política, el SEBC, cuyas funciones contribuyen a desarrollar, particularmente desde la perspectiva de
nuestro país.
La Ley lo define como parte integrante del SEBC, estando sometido a las disposiciones del TCE y a los Estatutos del SEBC,
así como a las orientaciones e instrucción emanadas del BCE en virtud de dichas disposiciones.
Desde el punto de vista interno, dicha Ley define al Banco de España como una entidad de derecho público, con
personalidad jurídica propia y plena capacidad pública y privada, que en el desarrollo de su actividad y para el cumplimiento
de sus fines actuará con autonomía respecto a la Administración General del Estado, quedando sometida al ordenamiento
jurídico privado, salvo que actúe en el ejercicio de potestades administrativas. Tendrán en todo caso este último carácter
los actos que dicte el Banco de España en el ejercicio de las funciones relativas a:
− Supervisión de las entidades de crédito y de cualesquiera otras entidades y mercados financieros cuya supervisión
le haya sido atribuida;
El Banco de España no es el único supervisor de entidades de crédito en España, circunstancia que se explica por las
competencias que en esta materia tenían antes las Comunidades Autónomas en relación con las cajas de ahorros y las
cooperativas de crédito, los dos tipos de entidades de crédito de marcado carácter territorial, estando prevista expresamente
la posibilidad de cooperación entre dichas Comunidades y el Banco de España en esta materia.
Funciones:
Entre las funciones del Banco de España, hay que distinguir aquellas que suponen su participación en el desarrollo de las
funciones básicas atribuidas al SEBC del resto de las funciones. En relación con estas funciones merece la pena destacar
los siguientes extremos:
− Sin perjuicio del objetivo principal de mantener la estabilidad de precios atribuido a la política monetaria común y
del cumplimiento de las funciones que ejerce en tanto miembro del SEBC, el Banco de España apoyará la política
económica general del Gobierno.
− En el ejercicio de las funciones que supongan su participación en el desarrollo de las funciones básicas atribuidas
al SEBC, concretamente las relacionadas con la política monetaria, las operaciones exteriores y los medios y
sistemas de pagos, en estos dos últimos casos cuando se pronuncie sobre cuestiones que resulten de dichas
funciones básicas, ni el Gobierno, ni ningún otro órgano nacional o comunitario, podrán dar instrucciones al Banco
− Con el fin de alcanzar los objetivos del SEBC y llevar a cabo sus funciones, el Banco de España podrá realizar
todo tipo de operaciones financieras, de conformidad con los principios generales e instrumentos establecidos por
el BCE.
− El Banco de España informará regularmente, a través del Gobernador, a las Cortes Generales y al Gobierno sobre
los objetivos y ejecución de la política monetaria, sin perjuicio de lo dispuesto en el TCE y de las reglas sobre
secreto profesional del BCE.
− Sin perjuicio de la competencia de la CE en este ámbito, el Gobierno podrá consultar con el Banco de España las
materias relativas a la política de tipo de cambio. Análogamente, sin perjuicio de lo que se derive de su condición
de miembro del SEBC, el Banco de España podrá realizar las operaciones exteriores que estime convenientes y,
en particular, las siguientes:
a) Poseer, gestionar, adquirir y vender al contado o a plazo todo tipo de activos denominados en moneda
extranjera o unidades de cuenta, así como metales preciosos.
b) Efectuar cualquier tipo de transacciones bancarias con entidades nacionales o extranjeras o con organizaciones
internacionales, incluidas la concesión y obtención de préstamos.
− Con el fin de promover el buen funcionamiento del sistema de pagos, podrá regular los mercados interbancarios y
de divisas, gestionando, en su caso, los sistemas de compensación y liquidación correspondientes.
Con la finalidad de ejercer sus competencias sobre política monetaria, sobre emisión de billetes y sobre publicidad utilizando
billetes y monedas, el Banco de España podrá dictar las normas precisas, que se denominan Circulares monetarias.
Para el adecuado ejercicio del resto de sus competencias, podrá dictar las disposiciones precisas para el desarrollo de
aquellas normas que le habiliten expresamente al efecto, denominadas Circulares.
Órganos rectores
− El Gobernador, nombrado por el Rey, a propuesta del Presidente del Gobierno entre españoles que tengan
reconocida competencia en asuntos monetarios o bancarios.
− El Subgobernador, designado por el Gobierno a propuesta del Gobernador, debiendo reunir sus mismas
condiciones. El mandato de ambos será simultáneo, con una duración de seis años, sin posible renovación para
el mismo cargo.
Los miembros del consejo de gobierno deberán abstenerse de adquirir o poseer bienes o derechos, y de realizar
cualesquiera actividades, que puedan menoscabar su independencia e imparcialidad en el ejercicio de sus funciones,
producirles conflictos de interés, o permitirles la utilización de información privilegiada.
En particular, deberán encomendar contractualmente a una entidad financiera registrada en la CNMV la administración de
cualesquiera valores o activos financieros negociables de que fueran titulares ellos o sus cónyuges no separados e hijos
dependientes, con sujeción a las directrices generales de rentabilidad y riesgo establecidas en el contrato. Dicha entidad no
podrá revelarles la composición de sus inversiones, salvo que se trate de instituciones de inversión colectiva o que, por
causa justificada, medie autorización de la CNMV.
Como ya vimos en el capítulo correspondiente a la Prevención de Blanqueo de Capitales, el organismo que gestiona todo
lo concerniente a este importante asunto –el SEPBLAC- está integrado dentro del Banco de España.
Fue creada por la Ley 24/1998, de 28 de julio, del Mercado de Valores (LMV), es el órgano encargado de la supervisión e
inspección de los mercados de valores y de la actividad de cuantas personas físicas o jurídicas se relacionan en el tráfico
de los mismos.
La CNMV es un ente de derecho público con personalidad jurídica propia y plena capacidad pública y privada.
En el ejercicio de sus funciones públicas actúa, además de lo dispuesto en la LMV y en las disposiciones que la desarrollen,
con arreglo a las normas que regulan el procedimiento administrativo, mientras que en sus adquisiciones patrimoniales y
contratación está sujeta, sin excepciones, al derecho privado.
El personal que preste servicio en la CNMV estará vinculado a la misma con sujeción a las normas de derecho laboral.
La CNMV, para el adecuado ejercicio de sus competencias, podrá dictar las disposiciones, denominadas Circulares, que
exija el desarrollo y ejecución de las normas contenidas en los Reales Decretos del Gobierno o en las Órdenes del MEH,
siempre que estas disposiciones le habiliten de modo expreso para ello.
− Los bienes y valores que constituyen su patrimonio y los productos y rentas del mismo.
La CNMV está regida por un Consejo compuesto por siete miembros. El Consejo, que es propiamente el único órgano rector
de la CNMV, actúa de forma colegiada.
El Comité Consultivo es el órgano de asesoramiento del Consejo. El número de sus consejeros y la forma de su designación
se determinan reglamentariamente, en representación de los miembros de todos los mercados secundarios oficiales, de los
emisores y de los inversores, así como de cada una de las Comunidades Autónomas con competencia en materia de
mercados de valores en las que exista un mercado secundario oficial.
Los distintos tipos de entidades financieras están sometidos -hoy por hoy-, cada uno de ellos, a un supervisor principal, lo
cual no quiere decir que no exista también la posibilidad de que algunas actividades de una entidad puedan estar sujetas a
un supervisor distinto, como es el caso de la actuación de las entidades de crédito, o de las empresas de seguros, en los
mercados de valores.
Puede decirse que el SFE se encuentra altamente bancarizado, expresión con la que queremos dar a entender el fuerte
peso en el mismo, directa e indirectamente, de las entidades de crédito y, sobre todo, de los bancos.
Las entidades de crédito, que son aquellas empresas cuya actividad habitual consiste en recibir del público depósitos u
otros fondos reembolsables y en conceder créditos por cuenta propia son las siguientes:
− Los Bancos.
Al grupo formado por los bancos, las cajas y las cooperativas de crédito se le denomina en ocasiones entidades de depósito
o sistema bancario, debido a que la principal fuente financiera de las mismas tiende a ser, en general, el conjunto de los
depósitos colocados en ellas por sus clientes en forma de cuentas bancarias (corrientes, de ahorro, a plazo, etc.) y otras
modalidades similares.
En cambio, ni el ICO ni los EFC, cuyo ámbito de actuación es más limitado que las anteriores, pueden financiarse de esta
forma. En efecto, el primero no puede, en ningún caso, captar fondos mediante depósitos del público en general, mientras
que los segundos tienen prohibido captar fondos reembolsables del público, en forma de depósito, préstamo, cesión
temporal de activos financieros u otros análogos, cualquiera que sea su destino.
Las sociedades de garantía recíproca (SGR) son sociedades de capital variable cuyos socios son, fundamentalmente,
pequeñas y medianas empresas (PYME) –aquellas cuyo número de trabajadores no excede de 250-, y cuyo objeto social
es el otorgamiento de garantías personales, por aval o por cualquier otro medio admitido en derecho distinto del seguro de
caución, a favor de sus socios para las operaciones que éstos realicen dentro del giro o tráfico de las empresas de que sean
titulares.
Es decir, dado que la Pequeña y Mediana Empresa (PYME) tiende a obtener crédito en condiciones menos ventajosas, sea
en cantidad, coste o plazo de vencimiento, que las empresas de mayor dimensión, las SGR vienen a aportar una solución
de tipo mutualista a este problema, de forma que sus socios se avalan conjuntamente a través de la sociedad, permitiéndoles
así obtener mejores condiciones crediticias que las que conseguirían por sí solas en el mercado.
En definitiva, las SGR vienen a ser un instrumento de promoción empresarial, ya que, al facilitar el crédito a las PYME,
deben incentivar las inversiones de las mismas.
Las entidades financieras que dependen de la CNMV son de diversas clases, según el ámbito de actuación de las mismas:
− Inversión colectiva
− Titulización
− Capital-Riesgo
Son aquellas entidades financieras cuya actividad principal consiste en prestar servicios de inversión, con carácter
profesional, a terceros, además de ejercer un conjunto de actividades secundarias de valores si así lo solicitan.
o La gestión discrecional e individualizada de carteras de inversión según los mandatos conferidos por los
inversores.
Las empresas de servicios de inversión se dividen en CUATRO clases, según sus posibilidades de actuación:
− Sociedades de valores: Son aquellas ESI que pueden operar profesionalmente, tanto por cuenta ajena como por
cuenta propia, y realizar todos los servicios de inversión y actividades complementarias propias de esta clase de
empresas.
− Agencia de valores: Son aquellas ESI que profesionalmente solo pueden operar por cuenta ajena, con
representación o sin ella, y realizar los servicios de inversión.
− Sociedades gestoras de carteras: Son aquellas ESI que exclusivamente pueden prestar el servicio de inversión
en dos tipos de actividades complementarias propias de esta clase de empresas:
✓ El asesoramiento a empresas sobre estructura de capital, estrategia industrial y cuestiones afines, así como
el asesoramiento y además servicios con relación a fusiones de adquisiciones de empresas;
Esta normativa ha servido para regular una función que, antes de la crisis, realizaban un buen número de empresas
sin contar con la profesionalidad necesaria.
Las EAFI asesoran en materia de inversiones. Pueden hacer recomendaciones a particulares o empresas sobre
activos financieros como fondos, acciones, derivados, planes de pensiones o seguros. Se puede pedir consejo sobre
la conveniencia de invertir en determinadas acciones o solicitar sugerencias acerca del plan de pensiones más
adecuado.
Para cumplir con la ley, deben prestar asesoramiento personalizado. No pueden emitir recomendaciones genéricas,
como aconsejar a un cliente que invierta en Bolsa, sin más. Hay que especificar en qué valores concretos o a través
de qué fondos de inversión u otro tipo de instrumentos.
Las EAFI deben asegurar el respeto a las normas de conducta y la protección del cliente con un reglamento interno
que regule su actuación. Además, tienen que cumplir ciertos requisitos: acreditar solvencia, un capital mínimo, un
seguro de responsabilidad civil o una combinación de capital y seguro.
Las entidades financieras relacionadas con la inversión colectiva son de dos grandes clases:
− Las instituciones de inversión colectiva (IIC), que son aquellas que tienen por objeto la captación de fondos o
bienes del público para invertirlos y gestionarlos por cuenta de terceros en bienes, derechos, valores u otros
instrumentos financieros o no, siempre que el rendimiento del inversor se establezca en función de los resultados
colectivos.
Las IIC pueden ser de dos grandes clases, en función de los activos con los que operen:
✓ De carácter financiero, cuando su actividad principal es la inversión o gestión de activos financieros, tales
como dinero, valores mobiliarios, pagarés, letras de cambio, certificados de depósitos y cualesquiera otros
valores mercantiles.
✓ De carácter no financiero, que operan principalmente sobre activos de otra naturaleza, como pueden ser los
de tipo inmobiliario, expresamente regulados en España.
✓ Sociedades de inversión, de capital fijo o variable, que son aquellas IIC que adoptan la forma de sociedad
anónima y cuyo objeto social es el antes descrito para estas instituciones.
− Las sociedades gestoras de instituciones de inversión colectiva (SGIIC), sociedades anónimas cuyo objeto
social exclusivo es la administración, representación y gestión de los fondos de inversión, así como de activos de
IIC con forma societaria u otra de las previstas en la legislación de IIC.
Es una actividad financiera consistente en proporcionar recursos a medio y largo plazo, pero sin vocación de permanencia
ilimitada, a empresas que representan dificultades para acceder a otras fuentes de financiación, como es el caso de las
nuevas empresas cuyo negocio está basado en algún tipo de innovación, técnica o de otro tipo, sobre el cual, obviamente,
no se dispone de suficiente experiencia previa a la hora de valorar el riesgo crediticio en que se incurriría si se prestaran
fondos a dichas empresas.
− Sociedades de capital-riesgo (SCR): sociedades anónimas cuyo objeto social principal consiste en la toma de
participaciones temporales en el capital de empresas no financieras cuyos valores no coticen en el primer mercado
de las Bolsas de Valores. Para el desarrollo de este objeto social principal, las SCR pueden facilitar préstamos
participativos, así como otras formas de financiación, así como realizar actividades de asesoramiento.
Las sociedades gestoras de entidades de capital-riesgo (SGECR), sociedades anónimas cuyo objeto social principal es
la administración y gestión de FCR y de activos de SCR, pudiendo realizar tareas de asesoramiento a las empresas con las
que mantengan vinculación.
Aunque ya lo conocemos, repasamos las entidades financieras dependientes de la DGSFP y que son básicamente de dos
clases:
✓ Las actividades de seguro directo de vida, de seguro directo distinto del seguro de vida, y de reaseguro.
✓ Las operaciones de capitalización basadas en técnica actuarial que consistan en obtener compromisos
determinados en cuanto a la duración y a su importe a cambio de desembolsos únicos o periódicos
previamente fijados.
Las entidades aseguradoras deben adoptar la forma de sociedad anónima, mutua, cooperativa y mutualidad de previsión
social. Las tres últimas figuras pueden operar a prima fija o a prima variable.
− Los Fondos de Pensiones, que son patrimonios creados al exclusivo objeto de dar cumplimiento a planes de
pensiones, cuya gestión custodia y control se realizarán de acuerdo con la legislación sobre planes y fondos de
pensiones.
Los planes de pensiones definen el derecho de las personas, a cuyo favor se constituyen, a recibir rentas o capitales por
jubilación, supervivencia, viudedad, orfandad o invalidez, las obligaciones de contribución a los mismos y, de acuerdo con
la citada legislación, las reglas de constitución y funcionamiento del patrimonio que ha de afectarse al cumplimiento de los
derechos que reconoce.
Son aquellos que se refieren propiamente a los mercados secundarios, o de negociación, ya que el mercado primario, o de
emisión, solo tiene existencia cuando cada nueva emisión se pone en marcha a través de los procedimientos establecidos
para ello.
− Los Mercados Interbancarios, cuyos principales protagonistas son las entidades de crédito, entre los que
incluimos los mercados interbancarios propiamente dichos, en los que dichas entidades negocian distintos
instrumentos financieros, como los depósitos, y el mercado de divisas, en el que se negocian unas divisas por
otras.
− Los mercados de valores, en los que se negocian no solo los valores negociables, sino también otro tipo de
instrumentos financieros, tales como contratos financieros a plazo, de opción y de permuta financiera, que forman
parte de la familia de los instrumentos derivados, siempre que el objeto de los mismos sean valores negociables,
índices, divisas, tipos de interés, o cualquier otro tipo de subyacente naturaleza financiera.
Teniendo en cuenta que en las Bolsas de Valores se negocian valores tanto de renta fija como variable, podemos decir que
en España existen 12 mercados financieros de valores, aún cuando los mercados organizados de esta clase sean solo
ocho:
− Cuatro mercados de renta variable: las cuatro Bolsas de Valores de Barcelona, Bilbao, Madrid y Valencia.
− Seis mercados de renta fija: el Mercado de Deuda Pública en anotaciones, AIAF Mercado de Renta Fija
(especializado en renta fija privada), así como las mencionadas cuatro bolsas.
− Dos mercados de futuros y opciones financieros: MEFF Renta Fija (Barcelona) y MEFF Renta Variable (Madrid).
Dicho sistema, popularmente conocido como mercado continuo, está compuesto por una red informática que conecta a
todas las bolsas, a través de la cual se negocian aquellos valores que acuerde la CNMV entre los admitidos a más de una
bolsa. De esta forma, se potencia la liquidez de dichos valores, al mismo tiempo que se posibilita la formación de un precio
único para cada uno de ellos durante un instante dado.
Se engloban dentro de las Instituciones Financieras Monetarias (IFMS), o unidades que constituyen el sector creador de
dinero en el ámbito de la Unión Europea. Concretamente, las IFMS comprenden a las entidades de crédito residentes y a
todas las restantes instituciones financieras residentes cuyo negocio consista en recibir depósitos, y/o sustitutos próximos
de depósitos, de entidades distintas de las IFMS, conceder créditos y/o realizar inversiones en valores, actuando por cuenta
propia.
En el caso español, son consideradas IFMS el Instituto de Crédito Oficial (ICO), los bancos, las cooperativas de crédito, los
establecimientos financieros de crédito y los fondos del mercado de dinero españoles. Excepto estos últimos, todos los
demás son entidades de crédito.
A. LOS BANCOS
Son sociedades mercantiles cuya finalidad de gestión es obtener un beneficio, parte del cual se destina a la remuneración
de sus accionistas en forma de dividendos. Sus órganos sociales son la Junta General y el Consejo de Administración,
ambos regulados por la Ley de Sociedades Anónimas. Los accionistas, o propietarios del banco, conformar el único grupo
de representación que aparece en estos órganos.
El ejercicio de la actividad bancaria en España, a través de la figura de un banco, exige la autorización del Ministerio de
Economía y Competitividad, previo informe del Banco de España, y el cumplimiento de los siguientes requisitos:
− Forma de sociedad anónima constituida por fundación simultánea y con duración indefinida.
− Capital social inicial no inferior a 18 millones de euros, desembolsado íntegramente en efectivo y representado por
acciones nominativas.
− Limitar estatutariamente el objeto social a las actividades propias de una entidad de crédito.
− Idoneidad de los accionistas titulares de participaciones significativas (al menos, el 5% del capital o de los derechos
de voto, o con una influencia notable en la entidad).
− Contar con un consejo de administración de no menos de 5 miembros, todos ellos personas de reconocida
honorabilidad comercial y profesional. La mayoría deben poseer conocimientos y experiencia adecuados para
ejercer sus funciones, requisitos que deberán concurrir también en los directores generales o asimilados de la
entidad, así como en las personas físicas que representen a las personas jurídicas que sean consejeros.
− Contar con una buena organización, administrativa y contable, y con procedimientos de control internos adecuados
que garanticen la gestión sana y prudente de la entidad.
Actualmente, el cambio y transformación al que está sometido el sistema financiero español también está afectando, como
es lógico, a las Cajas Rurales. Así, muchas de ellas están abordando un proceso de integración y fusión constituyendo
varios grupos de cajas Rurales que posean mayor fortaleza y solvencia.
Las Cajas Rurales son aquellas sociedades cooperativas, cuyo objeto social es servir a las necesidades financieras de sus
socios y de terceros, mediante el ejercicio de las actividades propias de las entidades de crédito. El número de sus socios
es ilimitado, y su responsabilidad por las deudas sociales alcanza sólo el valor de sus aportaciones.
− Entidades de depósito (y, por tanto, de crédito), que deben cumplir la normativa que regula a los intermediarios
financieros bancarios en general y, específicamente, la dirigida a ellas,
Este doble carácter les confiere una doble dependencia administrativa, del Ministerio de Trabajo, más concretamente de la
Dirección General de Cooperativas, por su condición de cooperativas, y del Ministerio de Economía y Competitividad y del
Banco de España, como entidades de depósito.
Las cooperativas de crédito podrán realizar toda clase de operaciones activas, pasivas y de servicios permitidas a las otras
entidades de crédito, teniendo en cuenta dos límites: deben atender preferentemente las necesidades financieras de sus
socios y el conjunto de las operaciones activas que llevan a cabo con terceros no podrá alcanzar el 50% de los recursos
totales de la entidad. Se clasifican en dos grandes grupos:
− Cajas Rurales o Cooperativas de Crédito Agrícola: están promovidas por sociedades agrarias y su objeto es
financiar las actividades relacionadas con el entorno rural (agricultura, ganadería, sector forestal, etc.). Su ámbito
de actuación puede ser local, comarcal o provincial.
− Cooperativas de Crédito de carácter industrial y urbano, que tienen su origen en asociaciones y cooperativas
gremiales y profesionales.
De forma análoga a lo que sucedió con las cajas de ahorros, las Comunidades Autónomas han asumido competencias que
afectan a las cooperativas de crédito, aunque en el caso de estas entidades existe bastante heterogeneidad en la regulación,
por parte de las Comunidades Autónomas, del régimen de dependencia de sus respectivas cooperativas de crédito.
Los EFC tienen la consideración de entidad de crédito, y su actividad principal consiste en ejercer una o varias de las
siguientes actividades:
− Arrendamiento financiero
Otro aspecto destacable es la posibilidad que tienen estas entidades de titulizar sus activos, de acuerdo con lo establecido
en la legislación sobre Fondos de Titulización.
La autorización a la creación de los EFC corresponde al Ministerio de Economía y Competitividad, previo informe del Banco
de España.
Es una entidad pública adscrita al Ministerio de Economía y Competitividad. Es una sociedad estatal con la consideración
de entidad de crédito, cuya finalidad principal es prestar fondos a largo plazo que financien la creación de inversiones
productivas.
Sus fines fundamentales Se enfocan al sostenimiento y la promoción de las actividades económicas que contribuyan al
crecimiento y mejora de la distribución de la riqueza nacional
− Como entidad de crédito especializada, sirve de instrumento de actuación de determinadas medidas de política
económica en marcadas en las líneas fundamentales de actuación del gobierno.
Las deudas y demás obligaciones que el lCO contraiga por la captación de fondos en los mercados financieros cuentan con
la garantía del Estado.
En cuanto a las relaciones que el ICO mantiene con otras instituciones, éstas se encuadran tanto en el ámbito nacional
como internacional:
− Respecto a instituciones nacionales, el Instituto está vinculado al Instituto de Comercio Exterior (ICEX) y al Centro
para el Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI).
o Canalización de fondos procedentes del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y del Fondo Europeo de
Inversiones (FEI).
o EI ICO es miembro del Club de Instituciones Financieras a Medio y Largo Plazo (lSLTC), y mantiene relaciones
con instituciones financieras europeas similares, como el Mediocredito Centrale Italiano o el Crédit National
francés.
Las entidades de depósito españolas tienen asociadas unas instituciones denominadas fondos de garantía de depósitos
(FGD), con una doble finalidad: garantizar la recuperación, al menos hasta cierto límite, de los depósitos efectuados en el
caso de emergencia de una grave crisis en alguna de dichas entidades, y el saneamiento y reflotamiento de entidades de
crédito en dificultades.
En España existe un fondo de garantía distinto para cada uno de los grandes grupos en que se dividen las entidades de
depósito, aunque su funcionamiento sea muy similar en cada uno de ellos.
La existencia de estos fondos de garantía de depósitos no es exclusiva de España, ya que existen sistemas muy parecidos
en otros países desarrollados, respondiendo a la denominación genérica de seguro de depósitos. Entre estos países destaca
particularmente Estados Unidos, tanto por su primacía en introducir un sistema de esta clase como por ser uno de los de
mayor tamaño entre los que están funcionando.
La principal función de un fondo de garantía de depósitos es la de permitir la transferencia del riesgo de impago de los
depósitos bancarios al sector público o, en su caso, a un consorcio de empresas financieras privadas establecido al efecto,
con la esperanza de que dichas institución sea capaz de valorar y absorber mejor dicho riesgo.
Las aportaciones de las entidades de crédito a su fondo de garantía de depósitos están fijadas en el 2% de los depósitos
garantizados.
La existencia de un sistema de seguro de depósitos de carácter público puede justificarse por diversos motivos, que en
buena medida se apoyan mutuamente entre sí:
− Evitar los efectos desestabilizadores sobre la economía que se derivarían de la emergencia de varias crisis
bancarias más o menos simultáneas, a través de la consiguiente brusca contracción de la oferta monetaria.
− Evitar los efectos de contagio entre las crisis bancarias, que podrían llegar, incluso a afectar a entidades
teóricamente sanas a través de retiradas masivas de sus depósitos.
− Sustituir a un sistema de seguro de depósitos privado, que podría ser poco creíble dada la frecuencia con que las
crisis bancarias se manifiestan en oleadas, debido a los efectos de contagio antes mencionados o a la influencia
común de las variables macroeconómicas, más que en crisis aisladas.
La caída de Lehman Brothers hizo que los españoles empezasen a oír hablar del Fondo de Garantía de Depósitos como
el instrumento que garantiza parte del dinero que cada ahorrador tiene en banco. Antes de esto, en el caso español la cifra
ascendía a 21.000 euros por persona y banco (el mínimo marcado por la Unión Europea), pero a raíz de este caso, el
Gobierno aumentó el 10 de octubre del 2008 el límite cubierto hasta los 100.000 € por cada titular como está hoy en día
en España.
Tendrán la consideración de depósitos garantizados los saldos acreedores mantenidos en cuenta, incluidos los fondos
procedentes de situaciones transitorias por operaciones de tráfico y los certificados de depósito nominativos que la entidad
tenga obligación de restituir en las condiciones legales y contractuales aplicables, cualquiera que sea la moneda en que
estén nominados y siempre que estén constituidos en España o en otro Estado miembro de la Unión Europea.
La garantía se aplicará por depositante, sea persona natural o jurídica, y cualquiera que sea el número y clase de depósitos
en que figure como titular de la misma entidad. Dicho límite se aplicará también a los depositantes titulares de depósitos
de importe superior al máximo garantizado.
Esto afecta al dinero de la gran mayoría de cuentas corrientes (en realidad son depósitos a la vista), así como a los
depósitos a plazo fijo (que generalmente pagan los intereses en una cuenta).
Por otra parte, los depósitos en valores, es decir, aquellos que se constituyen no de dinero sino de una serie de acciones,
que sí están garantizados son los previstos en el artículo 2 de la Ley 24/1988 del Mercado de Valores.
En cualquier caso, el fondo de depósito cubre sólo la restitución de los valores en caso de quiebra de la entidad, pero no
las pérdidas de la inversión ni la estafa.
• EL EURIBOR
El EURIBOR, introducido por la FBE y por ACI, surge en el mercado interbancario del Área Euro como una necesidad de
homogeneizar y buscar una referencia única, tanto para la fijación de intereses como a la liquidación de operaciones de
derivados.
Es el tipo de interés de oferta para los depósitos Interbancarios en euros ofrecido por una entidad de máxima calidad
crediticia a otra entidad de la misma calidad crediticia o rating. Así, el EURIBOR se calcula como un fixing y para ello una
serie de entidades financieras, conocidas como el panel de bancos, ofrece cotizaciones de oferta a los distintos plazos.
La fecha valor para el EURIBOR es de dos días (D+2), se calcula tomando como base act/360 y se publica con tres
decimales. Se define como la media simple de los tipos de interés diarios, aplicados para las operaciones cruzadas al plazo
de un año en el mercado de depósitos interbancarios de la zona de la Unión Monetaria, entre las entidades financieras con
mayor nivel de negocio.
Es la referencia oficial del mercado de dinero de la zona euro y se utiliza en numerosos contratos financieros, como
préstamos hipotecarios y productos financieros es decir, es “tipo europeo de oferta interbancaria, es decir, el porcentaje que
paga como tasa un banco cuando otro le presta dinero.
Realmente el Euribor no es un solo tipo, sino un conjunto de ellos. Las entidades financieras usan diferentes tipos de interés
según el plazo al que se prestan dinero. Por tanto se puede hablar de Euribor a una semana, a un mes o a un año.
El Euribor se calcula como la media de los tipos de interés de oferta diarios de un panel de 50 de las entidades de crédito
más activas en el mercado interbancario.
El cálculo y publicación del valor del Euribor se realiza todos los días laborables por la agencia Reuters.
Se deriva del anterior y se publica el día 20 de cada mes en el BOE. Para calcularlo se atiende a la variación que durante
los últimos treinta días ha tenido el EURIBOR de mercado.
Este índice se mantiene fijo cada mes y es el que se emplea en los créditos hipotecarios y préstamos de consumo.
Cuando contratamos un crédito a tipo variable pactamos también un plazo de revisión, generalmente un año o seis meses.
Cumplido ese tiempo se atiende al EURIBOR hipotecario vigente ese mes para actualizar nuestro crédito
Es el que se aplica como indemnización cuando un deudor incurre en mora y no se ha pactado uno determinado. Se
determina cada año en la Ley de Presupuestos Generales del Estado, siguiendo la tendencia de los mercados financieros.
Además, el interés legal sirve de referencia para otras normas legales o pactos en contratos. Desde el año 1987 es fijado
para cada año por la Leyes de Presupuestos Generales del Estado, en consonancia con los tipos de interés de la deuda
pública.
Como en toda inversión si decidimos decantarnos por una inversión en activos financieros de renta fija no estaremos libres
de poder tener pérdidas ya que la Renta Fija también está en contacto directo con el riesgo.
Habitualmente se suele asociar que los activos de renta fija llevan aparejados un rendimiento fijo previamente determinado,
pero esto no es así.
Una inversión en renta fija NO siempre genera beneficios, contradiciendo la concepción social generalizada, puede generar
pérdidas si bien la exposición al riesgo es más bien baja y ésta se ve afectada por las variaciones en los tipos de interés.
Muchos inversores asocian el calificativo de “fija” a una seguridad y por lo tanto pensaban que su dinero estaba a salvo de
las pérdidas en Renta Fija.
Un Inversor posee un título de Deuda Pública a 10 años, con un cupón anual del 10 % y cuyo vencimiento se produce
dentro de cuatro años. El nominal del valor es de 600 €. Si en este momento los tipos de mercado para esa clase de
activos se encuentran al 12% ¿cuál sería el precio del bono?
Ahora bien, si el Inversor necesitase vender el título en esas fechas no podría hacerlo por los 600 € del precio del
nominal, ya que cualquier posible comprador tomaría como referencia el tipo de interés del Mercado en ese momento,
el 12 %, y no comprarían un valor que tan sólo dará el 10 %.
En este caso el comprador solamente podría comprar el valor de nuestro ejemplo pagando por él un precio que,
devengando por el título 60 € anuales, supusieran un 12 % del nominal del título. Este cálculo supone que pagaría:
de 563,55 euros, es decir, que el vendedor habría perdido con esta operación 36,45 euros.
Por tanto: “ En escenarios de subidas de tipos de interés, bajadas de la rentabilidad de los Bonos de Renta Fija, y
en caso contrario, si los tipos de interés bajan, los precios de los bonos de renta Fija sube.”
La intensidad, de esta relación inversa entre tipos de interés y precio de los activos de renta fija, no siempre es la misma
puesto que depende del plazo al que le reste al activo financiero para llegar su vencimiento.
Existe una relación directa y negativa entre el activo de renta fija y los tipos de interés de tal manera que el precio del activo
financiero (activo de renta fija):
El razonamiento es el mismo que el anterior pero al contrario, los bonos emitidos hoy en el mercado primario ofrecen menor
rentabilidad que los míos, puesto que los míos dan una mayor rentabilidad, los puedo vender más caros
Después de este razonamiento y con una perspectiva de tipos al alza (o al menos todos pensamos que los tipos se moverán
al alza), no es muy recomendable invertir en renta fija, a no ser en un plazo corto (tal vez en letras del tesoro). Esta misma
lógica ha de aplicarse a la valoración de las carteras de fondos de inversión que tengan productos de renta fija.
Por lo tanto, la variación de los tipos de interés sí afecta a los productos de renta fija. Ahora bien, afecta en mayor medida
cuanto más alejados se esté de la fecha de vencimiento. Así, afectará más el estado de la curva de los tipos de interés si
por ejemplo se vende el bono en el año uno de su compra que en el nueve.
Este mismo raciocinio ha de aplicarse para el caso inverso de que los tipos de interés desciendan por debajo del nominal
por el que se ha adquirido. Dependiendo de la fecha de vencimiento, el bono tendrá un mayor valor, dado que ofrece
rentabilidad superior a las existentes en este momento en el mercado.
Son valores a corto plazo emitidos al descuento y representados exclusivamente en anotaciones en cuenta. Se crearon en
junio de 1987.
Las letras del Tesoro pueden emitirse a plazos no superiores a 18 meses y su valor nominal unitario 1.000 Euros. Por ser
un instrumento anotado, emitido al descuento por el Tesoro y utilizado por el Banco de España para la intervención en los
mercados monetarios sus rendimientos implícitos están exentos de retención a cuenta en los impuestos directos.
Las letras del Tesoro se emiten a los siguientes plazos: tres meses, seis meses, un año y dieciocho meses. Las emisiones
a un año son regulares (cada dos semanas) pero las de plazos inferiores se emiten sólo en períodos extraordinarios. Las
letras están muy orientadas al inversor doméstico, por su plazo y por sus características fiscales.
El procedimiento habitual de emisión de letras del Tesoro es la subasta. Al principio de cada año se establece un calendario
público de emisión de letras del Tesoro a 6, 12 y 18 meses.
Las peticiones competitivas, que indican precio, se ordenan de mayor a menor precio ofrecido, y, una vez fijado el volumen
que se desea emitir -anunciado o no previamente- se determina el precio mínimo aceptado, el denominado precio marginal.
Se adjudican todas las peticiones de precios superiores o iguales al precio marginal, salvo que exista un prorrateo, en cuyo
caso éste sólo afecta a las peticiones realizadas al precio marginal.
El precio a pagar por cada adjudicatario será el ofrecido, cuando éste sea inferior al precio medio ponderado (redondeado
por exceso a tres decimales) de las peticiones aceptadas, y este último, cuando el precio ofrecido sea igualo mayor.
El tipo de interés efectivo equivalente se determina en función del plazo de vida de las letras emitidas, utilizando las
siguientes fórmulas para su cálculo:
1. En el caso de que las letras fuesen emitidas a plazo inferior a 365 días:
Nominal
Precio = ______________
( 1 + d x i ) / 360
Nominal
Precio = __________________
( 1 + i ) d/360
Los bonos y obligaciones del Estado son instrumentos a medio y largo plazo de naturaleza financiera idéntica, con
rendimiento explícito y emitidos con cupones anuales. Las diferencias residen sólo en el plazo de vencimiento.
Los bonos se emiten con vencimientos entre dos y cinco años y las obligaciones con plazos superiores a cinco años, hasta
30 años.
La amortización se realiza normalmente a la par. El valor nominal de los títulos es de 1.000 euros. Se trata de valores
representados exclusivamente en anotaciones en cuenta.
Para facilitar la gestión de las operaciones de emisión y amortización así como la agregación de emisiones con el fin de que
éstas alcancen elevados saldos vivos, el plazo de vida puede diferir de los años exactos en los días en que sea preciso sin
que por ello sea necesario un cambio de denominación.
Los bonos y obligaciones han tenido un alto desarrollo sólo en los últimos años. Se trata de valores muy orientados al
inversor institucional, con un fuerte componente no residente en su demanda.
En las emisiones por subasta de bonos u obligaciones del Estado, el Tesoro puede también determinar el valor mínimo de
las ofertas -aunque no podrá ser superior a los 6 millones de euros-, así como la posibilidad o no de presentar peticiones
no competitivas.
El Tesoro establece al principio del año un calendario de emisión mensual para los bonos a 3 y 5 años y para las obligaciones
a 10, 15 y 30 años.
Las subastas se realizan en dos días diferentes para evitar acumulaciones de actividad: el primer martes de cada mes
(bonos a 3 años y obligaciones a 10 y 30 años) y el siguiente miércoles de cada mes (bonos a 5 años y obligaciones a 15
años).
La emisión y desembolso se produce tres días después de cada subasta en caso de no ser festivo. Los calendarios son
públicos y se anuncian mensualmente cuando se inicia la emisión de una nueva referencia o se prolonga la emisión de una
preexistente.
El Estado publica anualmente en cada Orden Ministerial de creación de deuda pública, la fórmula que utiliza para el cálculo
del rendimiento interno correspondiente a los precios oferta dos en las subastas de deuda pública.
La base de cálculo es actual/actual, con el objetivo de homogeneizar con el resto de la deuda pública en euros ya la base
de cálculo que se utilizaba en las cotizaciones del mercado secundario.
Uno de los factores que más han ayudado a la profunda transformación de los pasivos del Estado ha sido la
institucionalización del mercado de deuda, lo que ha permitido, a través de la anotación de valores en cuenta, una gestión
eficiente de la financiación del déficit público.
El Real Decreto 505/1987, de 3 de abril, abría la posibilidad de que la deuda del Estado, además de representada en títulos-
valores, pudiera también estarlo en anotaciones en cuenta -desmaterialización del título-valor-, con el fin de garantizar el
buen funcionamiento del mercado -agilizando el tráfico de los instrumentos negociados, gracias a un sistema de liquidación
y compensación menos costoso y más eficiente- y los derechos últimos de los inversores.
A partir de mayo de 1987 toda la deuda emitida por el Estado se ha representado en anotaciones en cuenta.
El Mercado Oficial de Deuda Pública tiene por objeto la negociación de la deuda del Estado representada en anotaciones
en cuenta -casi la totalidad de la deuda del Estado-, así como la de los valores emitidos bajo esta forma por las comunidades
autónomas, entidades y sociedades públicas u organismos internacionales de los que España es miembro, siempre previa
autorización del Ministerio de Economía y Competitividad, De hecho, en los últimos años se han incorporado al mercado
emisiones distintas de las del Estado, lo que sin duda es un hecho positivo.
Desde la reforma de la Ley del Mercado de Valores en 1998, el mercado de deuda pública alberga de manera diferenciada
dos ámbitos.
La Central de Anotaciones es el organismo rector del mercado de deuda pública y está gestionado, por el Banco de España.
Actúa como registro central de los saldos mantenidos por los miembros, ya sea por cuenta propia, ya, gracias a la
información transmitida por las entidades gestoras, por cuenta de terceros.
La Central registra también las operaciones y movimientos de saldos que se realizan en el seno del Sistema, junto a las
entidades gestoras, integra la infraestructura del mercado el llamado Sistema de Anotaciones en Cuenta.
La Central gestiona los movimientos y saldos de las cuentas que los titulares poseen por cuenta individual y, globalmente,
los de los terceros que sólo pueden operar a través de su entidad gestora.
Los miembros del mercado son las entidades titulares con cuenta propia y las entidades gestoras.
• Titulares
Pueden ser titulares de cuenta las entidades incluidas en uno de los grupos de intermediarios financieros inscritos en los
registros oficiales -a excepción de las agencias de valores-, los no residentes autorizados, los organismos financieros
internacionales y los bancos centrales de los países del FMI.
• Gestoras
Son las encargadas de conectar el mercado entre miembros con los no miembros, los que en el argot del Sistema se
denominan terceros. Estas entidades gestoras pueden ser de dos tipos:
Son también titulares de cuenta –por lo que pueden operar por cuenta propia- y pueden hacer con sus clientes cualquier
operación autorizada.
Sus operaciones con terceros están limitadas a la actuación como meros comisionistas, salvo que posean cuenta propia,
en cuyo caso podrán ofrecer contrapartida en nombre propio únicamente en compraventas simples al contado.
Son entidades que aceptan unos compromisos especiales con el Tesoro público, tanto sobre el mercado primario, como
sobre el secundario - tanto en el segundo escalón como en la red medas o mercado ciego-.
Los creadores deben aportar liquidez suficiente al mercado entre miembros, cotizando sistemáticamente precios de compra
y de venta para determinadas emisiones de deuda pública y operando con volúmenes mínimos. Además, deben pujar
regularmente en el mercado primario.
El diseño de los instrumentos de deuda como el de los mecanismos para su emisión ha estado guiado por el objetivo de
desarrollar el mercado secundario, bajo el deseo de adoptar un modelo de mercado de deuda muy institucionalizado frente
al modelo minorista que debe dominar en mercados de menor tamaño.
En el Sistema de Anotaciones conviven diferentes ámbitos de negociación, según los agentes participantes. Por una parte,
existe un sistema general de negociación, telefónico, en el que los titulares realizan entre ellos operaciones, bien a través
de un mediador o bróker o bien directamente.
En este sistema, denominado de segundo escalón, las cotizaciones -los precios sin cupón corrido- son puramente indicativas
y las operaciones se desencadenan por acuerdo bilateral entre las partes.
Por otra parte, destaca un sistema de negociación mayorista, el llamado mercado ciego o primer escalón o red medas, en
el que las partes no conocen sus contrapartidas, las cotizaciones son en firme y las operaciones pueden ser electrónicas o
telefónicas. Por último, existe un tercer ámbito de negociación, el mercado formado por las gestoras con sus terceros.
• Tipología operativa
En el mercado de deuda anotada se desarrollan tres grandes tipos de operaciones. En primer lugar, las operaciones de
compraventa simple al contado con fecha valor antes de cinco días hábiles desde la fecha de contratación tratan de un
mercado que en los últimos años ha ganado profundidad y liquidez de manera espectacular.
En segundo lugar, las operaciones de compra simple a plazo, con fecha valor más allá de los cinco días hábiles posteriores
a la contratación. Son las únicas operaciones que están limitadas para los terceros, al exigirse a las entidades gestoras
determinados formatos contractuales.
El Mercado de Deuda Pública Anotada es aquel en el que tiene lugar la negociación de valores de renta fija representados
mediante anotaciones en cuenta emitidos por el Estado, por el Instituto de Crédito Oficial, o por las Comunidades
Autónomas.
Asimismo, tanto el Banco Central Europeo como los Bancos Centrales Nacionales de la Unión Europea pueden solicitar la
anotación de sus valores en la Central de Anotaciones del Banco de España.
La Central de Anotaciones es, por seguridad en las transacciones, posibilidades operativas, número de miembros del
mercado y transparencia informativa el mercado más evolucionado de renta fija en nuestro país y el modelo a seguir por
parte de muchos mercados nacionales y extranjeros de renta fija.
Además de posibilitar la negociación y la liquidación, el Banco de España presta servicios de valor añadido a los emisores,
como la agencia de subastas o el apoyo en las operaciones de canje y recompra de valores.
Definimos los títulos de renta fija privada como aquellos títulos que tienen rendimientos prefijados, constante o variable,
emitidos por empresas privadas o públicas, organismos autónomos y entidades de crédito oficial, con objeto de captar
financiación directamente del inversor final.
En este mercado se incluye una pluralidad de títulos valores que presentan características muy diferentes. Así, encontramos
en el mercado español tanto títulos emitidos al descuento (con rendimiento implícito) como pagaderos de cupones
periódicos.
Existen asimismo títulos a corto plazo (pagarés o cédulas), a medio (bonos) ya largo plazo (obligaciones), así como todas
las innovaciones o peculiaridades presentes en otros mercados de capitales internacionales -cupones cero, warrants,
opciones de amortización anticipada, tipos variables indiciados, etc.-.
Si bien entrar en una descripción detallada de todas las formas en las que se concreta la renta fija privada podría ser harto
extenso, sí es de interés resaltar desde el principio los dos grandes segmentos en los que se asienta el mercado, es decir,
el de pagarés y el de bonos y obligaciones.
19.4.1. INSTRUMENTOS
Podemos diferenciar dos segmentos claros en lo referente a la pluralidad de títulos en circulación. El primero, y más
importante en términos cuantitativos y con relación a otros mercados internacionales, es el de títulos a corto plazo, que en
el mercado español incluye aquellos con vencimiento inferior a dieciocho meses.
• Pagares
Incluye aquellos títulos valores con vencimiento inferior a dieciocho meses y rendimiento implícito emitidos por emisores
tanto públicos como privados. Los llamados pagarés de empresa corresponden a compañías financieras (generalmente de
arrendamiento financiero o leasing) y a empresas no financieras (básicamente eléctricas, industriales y de comunicaciones).
Los requisitos para la emisión de pagarés no difieren sustancialmente de los exigibles al resto de los valores negociables,
si bien la frecuencia de emisión de estos títulos y su plazo de vencimiento introducen dos matizaciones importantes:
− Cuando los pagaré se emiten bajo un programa de emisión, en serie numerada, y ante la imposibilidad de registrar
individualmente cada título, se exigen los requisitos ates expuestos al conjunto del programa, que contará bien
con un saldo máximo emitido o con un importe máximo a emitir, que no podrá ser superado si renovar el programa
de emisión, en cuyo caso no será necesario cumplimentar los trámites anteriores para cada emisión individual.
− Cuando los pagarés son emitidos de forma singular, en importes nominales unitarios superiores a 150.253 Euros,
no es necesario su registro y aprobación por la CNMV, debido al carácter institucional de la inversión ya las
menores necesidades de información y control que ello requiere.
− Emisiones por programa: se trata de pagarés puestos en circulación de forma seriada por emisores habituales,
generalmente grandes empresas de elevada solvencia. La vía típica de oferta de estas emisiones es la subasta
periódica competitiva -aunque también se realizan emisiones a la medida-, a las que suelen acudir entidades
financieras que posteriormente colocan el papel entre sus clientes, los Inversores finales.
− Emisiones no programadas, a la medida: como su nombre indica, son emisiones en la que se da una relación
directa y «pactada» entre el emisor y el inversor en términos de las condiciones y características de la emisión.
Bajo esta forma de emisión suelen producirse contactos entre emisor e inversor en los que se fija un tipo de interés
para un importe concreto -normalmente de gran cuantía al tratarse de un segmento fundamentalmente mayorista-
. De esta forma, el proceso de formación de precios es menos transparente que las subastas pero la agilidad para
captar volúmenes importantes en poco tiempo aumenta considerablemente.
• Bonos y obligaciones
Incluye una amplia gama de instrumentos de renta fija cuyo común denominador es un plazo de vida inicial superior a 18
meses. La denominación de bono suele acompañar a los títulos de renta fija, bien emitidos con cupones o al descuento,
con vencimiento inferior a 7 años, usándose el término obligación para los títulos con las mismas características pero con
vencimiento superior.
La forma de emisión más común en el mercado español ha sido, sin duda, el título simple, con cupón explícito y amortización
única (bono straight). Sin embargo, se han utilizado variantes, con mayor o menor intensidad según la época, tales como
opciones de amortización anticipada, cupones cero, emisiones de obligaciones convertibles por acciones, títulos con interés
variable, etc. En este último caso, la norma de fijación del tipo base sobre el que se calcula el tipo nominal se refiere casi
exclusivamente en el EURIBOR.
El nexo entre los activos hipotecarios de la banca y los títulos (pasivos) emitidos lo habían constituido tradicionalmente las
cédulas hipotecarias. Éstos son títulos emitidos por una entidad financiera que cuentan como respaldo la totalidad de la
cartera hipotecaria de la entidad.
Sin embargo, las cédulas se emiten generalmente orientadas al mercado minorista (clientes de cada entidad), con tipos de
interés poco atractivos en comparación con otras inversiones alternativas de renta fija al mismo plazo.
Los bonos de titulización hipotecaria consisten en emisiones realizadas por los fondos de titulización que cuentan con
participaciones en créditos hipotecarios concretos como activo y con las propias emisiones de bonos como pasivo.
Se trata de transformar activos tan poco homogéneos como los créditos hipotecarios en títulos estándar de fácil valoración
y negociación.
Se reducen básicamente a dos: aseguramiento y subasta. El modo de emisión más común de estos títulos es el del
aseguramiento sindicado, en el que participan entidades financieras, tanto bancos de inversión como entidades de ámbito
comercial.
Según este sistema, muy similar al de los préstamos sindicados, se constituye un sindicato de entidades financieras que, a
cambio de una remuneración en forma de comisión sobre el nominal de la operación, se compromete a proveer el volumen
de fondos que requiere el prestatario en caso de no colocarse la totalidad de la emisión entre inversores finales.
La subasta, ha tenido tradicionalmente menor implantación en el mercado español. Esta modalidad consiste en la realización
de subastas competitivas, en ocasiones abiertas a una serie de entidades predeterminadas, en la que se reciben pujas por
precio y volumen de los asistentes sobre una referencia de características preestablecidas. Posteriormente, como en el
caso de los pagarés, el emisor (a veces con la asistencia de un banco agente, que canaliza la operativa de la emisión)
procede a ordenar las ofertas por precio y fija un nivel, el precio marginal.
Por encima de (o coincidentes con) dicho, precio marginal, todas las ofertas son adjudicadas al precio ofrecido (a veces
corregido) y rechazadas las que incorporaban precios inferiores.
Dentro de la modalidad de emisión por subasta, existe la posibilidad de celebrar una serie de ellas agrupadas en un
programa de emisión con fechas, características de los títulos a emitir y condiciones predeterminadas.
Las entidades sondean periódicamente las posibilidades de colocación de valores en los términos establecidos por el
programa y ayudan al emisor a encontrar inversores finales. Cuando las condiciones son propicias, se lanza una emisión
singular a un precio determinado, que no necesariamente se reabre por tramos, como suele ser habitual en las subastas
competitivas. Este modo de emisión se utiliza sobre todo en mercados internacionales y en numerosas ocasiones en la
divisa del país de los inversores finales.
En el Mercado AIAF (Asociación de Intermediarios de Activos Financieros) se negocian valores de renta fija emitidos por
entidades privadas, Comunidades Autónomas así como por otro tipo de prestatarios, como administraciones o entes
públicos. Es un mercado secundario oficial.
Se trata de un mercado de tipo descentralizado, integrado en la actualidad por 94 miembros con representación de los
principales bancos y sociedades y agencias de valores y propiedad de 69 accionistas.
En AIAF se pueden negociar valores de renta fija que han de cumplir determinados requisitos y para los que el emisor
solicitará su admisión a cotización, requiriendo la verificación previa por la CNMV, según lo establecido reglamentariamente.
La nueva instrumentación de la política monetaria europea ha posibilitado la utilización de valores privados para que las
entidades de crédito puedan obtener liquidez del Banco Central. Entre ellos se encuentran numerosos valores de AIAF, que
ya se han utilizado en dichas operaciones, gracias a un acuerdo alcanzado entre AIAF y el Banco de España.
Existen cuatro bolsas de valores, en Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao, cada una de ellas con una tradición histórica
distinta.
En sentido amplio, los valores admitidos a cotización en las bolsas de valores recogen valores de renta fija -de diversa
índole en cuanto a emisores incluyendo al Estado, así como diferenciables por su convertibilidad- y de renta variable -tanto
de sectores financieros como de no financieros-.
Las entidades que pueden operar en este mercado son las Sociedades y Agencias de Valores, por lo que el ámbito de
miembros del mercado está restringido a tal condición.
Este sistema integra la contratación tanto de la deuda pública como de los activos emitidos por el resto de entidades o
empresas privadas, Asimismo, se trata de un mercado continuo con negociación y difusión en tiempo real y donde la
contratación puede realizarse de manera bilateral (dos partes acuerdan los términos de la operación y posteriormente la
introducen en el sistema) o multilateral (negociación anónima, a través de una pantalla y generalmente se realiza basándose
en precios «ex cupón» excepto para determinadas emisiones que por sus condiciones no es posible calcular el cupón corrido
por lo que en el precio se incluye el cupón),
En primer lugar el mercado de órdenes, en el que se negocian operaciones sin límite de volumen ni en la introducción de la
orden ni en su ejecución, cerrándose las operaciones de manera automática sobre la base de dos criterios: mejor precio y
orden de introducción.
En segundo lugar, en el mercado por bloques se negocian operaciones superiores a un determinado importe nominal y en
el momento de introducir la orden se deberá hacer constar si su volumen debe ser ejecutado de una sola vez o si puede ser
negociado en partidas.
Por otro lado, en las operaciones bilaterales las dos partes acuerdan los términos de la operación y posteriormente la
introducen en el sistema,
Así, todas las operaciones bilaterales se difunden y liquidan a través de los mismos sistemas que el resto de las operaciones.
La actual configuración del mercado bursátil español tiene su origen en la reforma del mismo que entró en vigor con la Ley
24/1988 del Mercado de Valores, y que trató de adecuar la tradicional estructura bursátil española a un entorno mucho más
dinámico y competitivo.
Es un esquema dual en el que conviven las cuatro bolsas tradicionales con un mercado de valores de ámbito nacional que
descansa sobre el Sistema de Interconexión Bursátil (SIBE).
Existe una comunicación directa y en tiempo real entre las bolsas, de manera que se forme un único precio en cada instante
(para los valores cotizados en más de una bolsa). Dicha conexión aumenta la liquidez y profundidad del mercado.
Lógicamente, tal interconexión no se produce cuando el valor en cuestión negocia solamente en una bolsa, en cuyo caso
el proceso de formación del precio mantiene los mismos esquemas de funcionamiento que cada bolsa tenía por separado.
Como más adelante analizaremos, aunque es elevado el número de valores negociados en alguna bolsa aisladamente, su
importancia relativa sobre el mercado bursátil español es muy reducida, negociándose en el SIBE los valores con un peso
relativo más elevado.
El SIBE está gestionado por la Sociedad de Bolsas, una sociedad anónima participada por las cuatro Sociedades Rectoras
de las bolsas tradicionales. A su vez, dichas Sociedades tienen como funciones específicas, aparte de su participación en
la dirección de la Sociedad de Bolsas, la gestión y administración de las diferentes bolsas de valores, y la autorización de
la admisión de valores a cotización en las mismas.
Las Sociedades Rectoras se configuran como sociedades anónimas, cuyos accionistas son los miembros de mercado de
la bolsa correspondiente, siendo este otro aspecto fundamental de la mencionada reforma del mercado.
Está soportado sobre el sistema de Contratación Bursátil Español (SIBE), mercado electrónico desarrollado por la Bolsa de
Madrid para la contratación de renta fija. En particular, el sistema permite:
El mercado está dirigido por órdenes, con información en tiempo real en sus pantallas y difusión automática de la información
de la contratación, de forma que se garantiza absolutamente la transparencia de las operaciones.
El SIBE es un mercado temporal, en el que se prima la antigüedad, y que permite a las cuatro bolsas dirigir sus órdenes a
través de terminales informáticos al mismo ordenador central.
Si no existe contrapartida, la orden permanece en el libro general de órdenes del valor de que se trate, a la espera de ser
ejecutada. A cada propuesta se le fija un plazo de vigencia, siempre inferior a un mes, al cabo del cual y en caso de no ser
negociada es eliminada.
Por otra parte, el sistema mantiene los restos de aquellas órdenes que se ejecuten parcialmente, quedando lógicamente
exceptuadas las que se vayan cumplimentando totalmente o las que por sus señas particulares de vigencia se eliminen por
sí mismas.
En cuanto a la cobertura entre oferta y demanda, sólo en la fase de apertura se contempla una cobertura mínima (del 15%)
de la posición dominante. Durante todo el resto del tiempo en el que el mercado está abierto se puede ejecutar cualquier
cantidad sin norma de títulos mínimos a cubrir
Las modificaciones en las órdenes sólo se permiten en el sentido de rebajar el número de títulos de la orden. La modificación
del precio, vigencia u otra de las condiciones, significaría una orden nueva, que pierde su antigüedad, y pasa a cola de las
de la misma fase ya existente.
En Bolsa, la Compra-venta de valores se realiza a través de ÓRDENES que formula el Inversor, que son una propuesta
dirigida a una sociedad o agencia de valores o a una entidad para la compra o venta de acciones negociadas en los
mercados de valores.
A través de la Orden, los inversores acceden a los mercados y hacen efectivas las relaciones con los diferentes agentes
participantes en los mismos; relaciones sustentadas en la base jurídica que constituyen los contratos previamente suscritos.
Debe existir una orden, porque ni siquiera el mercado electrónico permite al inversor comprar o vender acciones
directamente en el mercado.
Sin duda se trata de una prueba documental a la hora de verificar la ejecución o realización de alguna posible reclamación
posterior, hasta el punto de que la CNMV recuerda al inversor que siempre debe seguir el principio de requerir al
intermediario siempre una copia de la orden cursada, donde se refleje la fecha y hora de la instrucción, así como los datos
completos de la misma.
Las Ordenes deben entenderse como “todos aquéllos mandatos e instrucciones que, a través de los canales habilitados por
las entidades y, al amparo de las relaciones contractuales previamente establecidas, son propuestas por los inversores para
la ejecución de una operación relacionada con valores negociables.”
Es obligatorio que se formulen por escrito. Sin embargo, no se trata de una forma esencial. De hecho, es frecuente en los
mercados de valores la utilización de órdenes telefónicas y verbales, especialmente en las relaciones directas intermediario-
inversor.
La adaptación de la legislación vigente a la actualidad, permite cursar órdenes de forma presencial o in situ, telefónicamente,
por fax o incluso por Internet.
Aunque existen ciertas especificaciones según el medio empleado, las normas de conducta que deben aplicarse por las
entidades son las mismas en todos los casos, especialmente en relación a los contenidos mínimos, información previa,
tramitación o ejecución de la orden…, aspectos todos ellos que requieren de la máxima diligencia por parte del intermediario.
Se establece una situación de preapertura para que se realice la carga adicional de operaciones del día, actualmente de 9
a 10 horas, que junto con las operaciones pendientes del día anterior, forman el cuerpo de órdenes para proceder a la
confección del precio de apertura del día.
En otro caso, la apertura se retrasa hasta que se consigan los mínimos de cobertura de las posiciones compradoras y
vendedoras, bien por incorporación de otras órdenes al menor de los lados, o por retirada o modificación de algunas de las
ya existentes en el mayor de los lados.
El precio de apertura es el precio al cual se puede negociar la mayoría de los títulos. Si hay dos o más precios a los cuales
un mismo número de títulos puede negociarse, el precio de apertura será aquel que deje menos desequilibrio.
El desequilibrio se define como la diferencia entre el volumen ofrecido y el volumen deseado a un precio. Si no hay
desequilibrio, o si los volúmenes de desequilibrio son iguales, se escogerá el precio más cercano al precio de cierre del día
anterior.
La compensación y liquidación de las operaciones previamente contratadas supone la fase final de la operativa bursátil, y
sin duda representan un aspecto de gran importancia para la misma.
De hecho, para la proyección de un mercado es casi tan importante como las expectativas de rentabilidad que puede deparar
una determinada inversión en valores, la confianza y eficiencia del sistema de compensación y liquidación en que su
operativa debe descansar.
El Servicio de Compensación y Liquidación de Valores (SCLV), está constituida como sociedad anónima con participación
de las diferentes bolsas de valores (sus sociedades rectoras) y de las entidades adheridas (sociedades y agencias de
valores, así como los intermediarios financieros).
El plazo de liquidación de las operaciones, establecido tras la nueva reducción experimentada en febrero de 1997, es de 3
días hábiles a partir de la fecha de contratación.
En cuanto al procedimiento operativo, el SCLV ha introducido el principio de entrega contra pago, lo que garantiza la
anotación simultánea, en las cuentas de valores y efectivos de dos entidades, de las transferencias que sean ordenadas
por un mismo titular.
La seguridad técnica del SCLV se ve incrementada por un adecuado sistema de garantías por parte de las entidades
participantes, lo que le protege contra cualquier contingencia en el proceso de liquidación.
El Índice General de la Bolsa de Madrid (IGBM), es el que tradicionalmente ha tenido una mayor difusión y utilización. No
en vano dicha bolsa ha venido concentrando más de las tres cuartas partes de la contratación bursátil total en España, por
lo que su índice ha sido considerado tradicionalmente como el más representativo.
El IGBM toma como valor base 100 a 31 de diciembre de 1985, actualizándose diariamente desde entonces mediante el
método de Laspeyres.
El índice general se calcula, a continuación, mediante una media ponderada de los índices individuales de los diferentes
títulos, es decir:
− Por dividendos, para lo cual periodifica diariamente un porcentaje de dividendo estimado sobre la base de los
dividendos pagados en el año anterior.
− Por ampliaciones de capital, para lo cual añade al precio Pit el valor teórico del derecho preferente de suscripción.
• IBEX 35
La Sociedad de Bolsas, como gestora del Sistema de Interconexión Bursátil, construye el índice IBEX, representativo de las
acciones más líquidas negociadas en dicho sistema. El índice está integrado por los 35 valores cotizados en el SIBE que,
a juicio del Comité Asesor Técnico del índice, reúnen las mayores condiciones en cuanto a liquidez, depurada de
operaciones especiales (aquellas que conlleven un cambio en el accionariado estable de una sociedad).
EI IBEX 35 tiene como valor base 3.000 al cierre del mercado del día 29 de diciembre de 1989. Desde entonces, el índice
viene actualizándose continuamente -al estar integrado por acciones negociadas en el mercado continuo, el precio de cada
una de ellas es susceptible de oscilar continuamente durante la sesión de contratación- de acuerdo con la siguiente
expresión:
J = Cantidad utilizada para ajustar el valor del índice por ampliaciones de capital, etc.
A efectos de determinación del índice, con carácter general, se toma como precio del valor aquel al que se ha realizado la
última transacción en el SIBE. Sin embargo, en los casos de suspensión de la cotización de un valor se toma como precio
válido para el cálculo del índice aquel al que se realizó la última transacción anterior a la suspensión del referido valor.
Se ajusta cuando alguna de las acciones del índice varía su valor nominal en el momento en que dicha variación tiene lugar,
mediante el ajuste del nuevo número de acciones resultante.
Cuando una sociedad absorbente está incluida en IBEX/35 y la absorbida no lo está, el IBEX/35 se ajusta considerando la
absorción como una ampliación de capital.
Cuando una sociedad absorbente no está incluida en el IBEX/35 y la absorbida sí lo está, el IBEX/35 se ajusta en la fecha
de absorción modificando la base Cap (t-1) excluyendo la capitalización de la sociedad absorbida e incluyendo la
capitalización correspondiente al siguiente valor más líquido durante el período de control.
Como el Ibex, toma en cuenta el distinto peso que tiene cada uno de
los valores en el índice. No es una suma aritmética de las cotizaciones
CAC 40
que se divide entre los 40 valores.
DAX
30 valores de mayor capitalización y volumen de contratación de la
(Deutscher
Bolsa de Francfort de Alemania.
Aktienindex)
A través de la inversión institucional se canalizan de forma agrupada las inversiones en los mercados financieros de una
amplia variedad de personas, en general personas físicas, aunque no se excluye que los inversores puedan ser en algunos
casos también personas jurídicas.
Estos inversores no participan directamente en las decisiones de inversión, ya que éstas se efectúan por entidades tales
como instituciones de inversión colectiva, fondos de pensiones, compañías de seguros, etc., que, además de agrupar las
distintas inversiones individuales, permiten una gestión profesionalizada de las mismas en beneficio de los propios
inversores.
Esto no quiere decir, sin embargo, que en este proceso no intervengan intermediarios, financieros, ya que lo son las
instituciones de inversión colectiva, los fondos de pensiones, las compañías de seguros, etc., sino que cambia la naturaleza
de la intermediación realizada.
Por otro lado, en la práctica, estos últimos intermediarios pueden estar controlados por los intermediarios bancarios
propiamente dichos, como ocurre en España, donde la mayor parte de ellos están bajo el control de bancos.
Son aquellas entidades que tienen por objeto la captación de fondos o bienes del público para invertirlos y gestionarlos por
cuenta de terceros en bienes, derechos, valores u otros instrumentos financieros o no, siempre que el rendimiento del
inversor se establezca en función de los resultados colectivos.
Como regla general, las Instituciones de Inversión Colectiva (IIC) no pueden tener una participación mayoritaria o política
en ninguna entidad.
En esta primera clasificación, se incluyen también con sociedades de inversión y fondos de inversión:
- Las sociedades de inversión se caracterizan por ser IIC que adoptan la forma de sociedad anónima, que pueden ser de
capital fijo o variable, en función de las posibilidades de ampliar o no su capital.
- Por otro lado, los fondos de inversión conforman un patrimonio sin personalidad jurídica formado por las aportaciones
de los partícipes del mismo. Dentro de éstos se puede distinguir entre fondos de inversión mobiliarios (FIM) y fondos
de inversión en activos del mercado monetario (FIAMM), en función del plazo y los activos en los que pueden invertir
(los primeros podrán invertir en todos los activos ya cualquier plazo, mientras que los segundos tienen limitadas las
inversiones a activos de renta fija y a corto plazo, es decir, menos de 18 meses).
Dentro de las IIC cabe destacar tres figuras de capital importancia, como son el partícipe (en el caso de fondos de inversión)
o socio (en el caso de sociedad de inversión), la sociedad gestora y la sociedad depositaria. Dada la mayor importancia que
tienen los fondos de inversión en España, nos centraremos en la figura del partícipe.
- Partícipe: Persona física o jurídica que realiza aportaciones al fondo de inversión. La condición de partícipe confiere
ciertos derechos mínimos.
- Entidad depositaria: Es la entidad a la que se encomienda el depósito o custodia de los valores, efectivo y, en general,
de los activos objeto de las inversiones de las IIC, así como la supervisión y vigilancia de la gestión de las SGIIC y, en
su caso, de los administradores de las IIC con forma societaria. Podrán actuar como tal los bancos, las cajas de ahorros,
las cooperativas de crédito y las sociedades y agencias de valores. Los depositarios actuarán siempre en interés de los
inversores en IIC.
Será obligatoria la designación de depositario para los fondos de inversión así como para las sociedades de inversión de
capital variable.
La diferencia entre IIC de carácter financiero y no financiero atiende a los activos en lo que pueden invertir. Las primeras,
que pueden ser tanto fondos de inversión como sociedades de inversión, tienen por objeto específico la inversión en activos
e instrumentos financieros. Por su parte, las IIC no financieras tienen por objeto la inversión en activos no financieros
(inmuebles, arte, numismática...).
Los fondos de inversión de carácter financiero deberán denominarse como “Fondos de Inversión Mobiliarios (FIM)” o como
“Fondos de Inversión en Activos del Mercado Monetario (FIAMM)”, mientras que si son fondos de inversión de carácter no
Por su parte, las sociedades de Inversión, al igual que los fondos de inversión, deberán recoger en su denominación si son
de carácter financiero o no. De este modo, si sus inversiones son financieras se denominan “Sociedades de Inversión
Mobiliario (SIM)” o “Sociedades de Inversión Mobiliario de Capital Variable (SIMCAV)”. En caso de que el destino de sus
inversiones sea inmuebles atenderán a la denominación de “Sociedad de Inversión Inmobiliario (SII)”
Los fondos o sociedades que destinen sus inversiones a otros activos no financieros distintos de los inmuebles deberán
denominarse como “IIC no Tipificada” completada por otra palabra que denote el carácter principal de la inversión.
Un fondo de inversión lo constituye un patrimonio sin personalidad jurídica formado por las aportaciones de un colectivo de
inversores, cuya política de inversión está dirigida por una SGIIC. Los activos del fondo de inversión están custodiados por
una entidad depositaria, bajo el control y la supervisión de la CNMV.
El derecho de propiedad de los inversores se representa mediante certificados de participación. Las participaciones son
cada una de las partes alícuotas en que se divide el patrimonio de un fondo de inversión, no tendrán un valor nominal, serán
siempre nominativas, tendrán la condición de valores negociables y podrán representarse mediante certificados o mediante
anotaciones en cuenta.
La sociedad gestora y la entidad depositaria podrán cobrar ciertas comisiones como remuneración de sus servicios, dentro
de ciertos límites. Estas comisiones son las de suscripción, reembolso, gestión y de depósito.
Aunque coloquialmente aún seguimos denominando a los Fondos de Inversión con las siglas FIM, FIAM… ya no tienen
ese tipo de denominaciones desde la entrada en vigor de la Ley 35/2003, de 4 de noviembre, de Instituciones de Inversión
Colectiva que ha venido a cambiar las denominaciones de los Fondos de Inversión.
“A la entrada en vigor de esta ley las denominaciones de las IIC conformes a la Ley 46/1984, de 26 de diciembre, reguladora
de las Instituciones de Inversión Colectiva, se entenderán automáticamente sustituidas por las denominaciones equivalentes
establecidas en esta ley”
Así, el artículo 29. Concepto y denominación de las IIC de carácter financiero: Son IIC de carácter financiero aquellas que
tengan por objeto la inversión en activos e instrumentos financieros, conforme a las prescripciones definidas en esta Ley y
en su desarrollo reglamentario. En el caso de los fondos, su denominación deberá ir seguida de la expresión Fondo de
Inversión, o bien de las siglas F.I.
Esta ley ha venido a determinar, por tanto que todos los Fondos de Inversión deberán llevar las siglas F.I. y una expresa
referencia la “Vocación Inversora” del Fondo (Monetaria, mobiliaria…).
Los FIAMM, invierten el 100% de la cartera en renta fija a corto plazo (generalmente,
menos de 18 meses). Máximo del 5% en monedas no euro. No pueden invertir en
renta variable (acciones, obligaciones convertibles), ni en activos con vencimiento
F.I.
superior a dieciocho meses si son a tipo fijo o con periodicidades de revisión de tipo
MONETARIOS superiores a la anual.
En el caso de este tipo de Fondos FIAMM, las Gestoras están obligadas a efectuar el
reembolso de las participaciones solicitadas, como máximo, el día hábil siguiente a la
presentación de la solicitud.
Son recomendables para partícipes con aversión al riesgo, que prefieren una
rentabilidad menos volátil, aún sacrificando una probable rentabilidad adicional si
invirtieran en otro tipo de Fondos.
El valor liquidativo de las participaciones en los fondos de inversión es el “precio” al que se compra y se vende cada
participación del fondo. El cálculo de este “precio” se calcula y se difunde diariamente por parte de la Gestora del Fondo.
El valor liquidativo de la participación de un fondo de inversión se calcula sumando el valor de todos los activos del fondo
(incluida la liquidez), restándole los gastos y comisiones (esto es el Patrimonio Total neto del Fondo) y dividiendo el resultado
por el número total de participaciones del fondo.
El Valor del Patrimonio Total del Fondo incluye el valor de mercado de la cartera de inversiones + la posición en liquidez del
fondo.
El Número Total de Participaciones del Fondo no es un dato fijo, varía conforme se ejecutan suscripciones y reembolsos, si
bien esto no afecta al Valor Liquidativo, ya que el valor total del fondo (numerador) y el número total de participaciones
(denominador) varían en la misma proporción.
Como ya es sabido todo fondo está abierto a la entrada de nuevos partícipes; así, un nuevo partícipe ha decidido
entrar a formar parte del mismo su aportación será de 100 € con lo cual ha habido un incremento del patrimonio de
este fondo de inversión. Hay que tener en cuenta que la entrada de nuevos partícipes no varía el valor de las
participaciones.
Veamos ahora el caso de que el Patrimonio del Fondo se haya visto incrementado, sin que haya habido un incremento
en el número de partícipes. Ha pasado a ser de 1210 Euros; con lo que también el valor de las participaciones
ascenderá, en este caso a 110 Euros (1210 Euros/11).
Con lo que, en este caso, podemos observar que el precio de compra de la participación (100 Euros) con respecto al
precio actual de la participación (110Euros) ha variado, se ha incrementado en 10 Euros.
2. Por su parte, existe un único motivo que hace variar el valor de la participación:
- Incremento o decremento del valor de los activos, (pero no las entradas y/o salidas de partícipes)
Las sociedades de inversión son aquellas IIC que adoptan forma de sociedad anónima. Podrán constituirse como
sociedades de Inversión de capital fijo o como sociedades de inversión de capital variable.
Estas entidades se rigen por lo establecido en la Ley de IIC y, en lo no previsto en ella, por la Ley de Sociedades Anónimas.
El capital de la sociedad de inversión habrá de estar íntegramente desembolsado desde su constitución, y se representará
mediante acciones nominativas, que tendrán igual valor nominal y conferirán los mismos derechos. La representación de
dichas acciones podrá ser mediante títulos nominativos o mediante anotaciones en cuenta.
Las SIM de capital fijo son sociedades cuyo objeto social es la tenencia y administración de carteras de valores. A las SIM
les son de aplicación las restricciones a la tenencia de autocartera recogidas en la Ley de Sociedades Anónimas: pueden
adquirir acciones con la autorización de la junta general de accionistas, siempre que no exceda de un 10% del capital -un
5% si las acciones cotizan en bolsa- y con obligación de enajenarlas en el plazo de un año.
Las SIM de capital fijo están exentas de coeficiente de liquidez. No precisan disponer de una entidad depositaria, por lo que
pueden utilizar varias cuentas de depósito en diferentes entidades.
Las SIM deben tener invertido como mínimo el 90% de su activo en valores negociables. El 10% restante puede invertirse
en valores negociables o en depósitos bancarios a la vista.
La figura de las sociedades de inversión mobiliaria de capital variable (SIMCAV) surge como modalidad de las SIM para
dotar de mayor liquidez a sus acciones. En estas sociedades el capital social puede aumentar o disminuir, dentro de unos
límites fijados en los estatutos, mediante la venta o adquisición por las SIMCAV de sus propias acciones sin que sea
necesario el acuerdo de la junta general de accionistas. El capital estatutario máximo no podrá superar en más de 10 veces
el capital inicial.
Las SIMCAV compran o venden sus propias acciones en operaciones de contado, sin aplazamiento de liquidación, en las
bolsas de valores, bien en la contratación normal, bien mediante oferta pública de adquisición o venta de sus acciones.
Ambas modalidades operativas tienen lugar siempre que el precio de adquisición o venta de sus acciones en el mercado
sea, respectivamente, inferior o superior en un 5% a su valor teórico-contable
Los fondos de pensiones son patrimonios sin personalidad jurídica, creados con el objeto exclusivo de dar cumplimiento a
los planes de pensiones.
Estos planes definen el derecho a percibir rentas o capitales por jubilación, supervivencia, viudedad, orfandad o invalidez,
las obligaciones de contribución a los mismos, y las reglas de constitución y funcionamiento del patrimonio que ha de
afectarse al cumplimiento de 1os derechos. Se constituyen voluntariamente, y sus prestaciones no son sustitutivas de las
previstas en el régimen correspondiente de la Seguridad Social.
Los fondos de pensiones son administrados por una entidad gestora con el concurso de una entidad depositaria y bajo la
supervisión de una comisión de control.
Según las características de las prestaciones futuras a recibir por el partícipe, los planes de pensiones, asociados a los
fondos de pensiones, se ajustan a las siguientes modalidades:
- Planes de prestación definida: se fija o estima cuantía de todas las prestaciones apercibir por los beneficiarios.
La definición de las cantidades futuras a percibir puede realizarse en términos absolutos, fijando explícitamente la
cuantía a recibir, o en función de alguna magnitud como salario, antigüedad en la empresa, percepciones
complementarias u otras variables de referencia.
- Planes de aportación definida: la magnitud predeterminada es la cuantía de las aportaciones al plan, tanto de
los promotores como de los partícipes. Como en el caso anterior, la aportación puede fijarse en términos absolutos
o en función de otras magnitudes como salario, cotizaciones a la Seguridad Social, etc.
En función de los sujetos constituyentes, existen las siguientes modalidades de planes de pensiones:
- Sistema de empleo: el promotor es una entidad, corporación, sociedad o empresa, y sus partícipes son sus
empleados.
- Sistema asociado: el promotor es cualquier asociación, sindicato, gremio, colegio profesional o colectivo, y los
partícipes con sus asociados, miembros o afiliados. El promotor debe estar delimitado por alguna característica al
margen del propósito de configurar un plan de pensiones.
- Sistema individual: el promotor es una o varias entidades de carácter financiero, y sus partícipes son
cualesquiera personas físicas, a excepción de las que estén vinculadas a aquéllas por relación laboral y sus
parientes de tercer grado inclusive. El funcionamiento y relación de todos los partícipes de un plan de pensiones
del sistema individual quedan reflejados en el esquema 10.
La Ley 30/1995, de 8 de noviembre, de Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados, regula en su disposición
adicional primera los compromisos por pensiones asumidos por las empresas con sus trabajadores.
Dichos compromisos deben instrumentarse desde el inicio del devengo de su coste mediante contratos de seguro, a través
de la formalización de un plan de pensiones, o de ambos. Esta Ley mantiene la posibilidad de fondos de pensiones internos
para las entidades de crédito, las entidades aseguradoras y las sociedades y agencias de valores.
Al proporcionar financiación estable en forma de recursos propios, el capital riesgo ha sido utilizado frecuentemente por los
poderes públicos como un instrumento de financiación para empresas con dificultades para obtener recursos por otras vías.
La Comisión Europea, dentro de sus acciones para la generación de empleo, fomenta especialmente la actividad de capital
Si bien las inversiones que las entidades de capital riesgo (ECR) pueden dirigirse a cualquier tipo de empresas, se suele
identificar el capital riesgo con proyectos con potencial de crecimiento que precisan de recursos propios para su financiación.
Los sujetos del capital riesgo son por un lado las entidades de capital riesgo (sociedades de capital riesgo -SCR- y fondos
de capital riesgo -FCR-), y por otro lado las sociedades gestoras de entidades de capital riesgo (SGECR).
En cuanto al marco regulatorio, es la Ley 22/2014, de 12 de noviembre, por la que se regulan las entidades de capital-
riesgo, otras entidades de inversión colectiva de tipo cerrado y las sociedades gestoras de entidades de inversión colectiva
de tipo cerrado, y por la que se modifica la Ley 35/2003, de 4 de noviembre, de Instituciones de Inversión Colectiva.
Esta norma define al “Capital Riesgo” como la actividad financiera consistente en participar, con una vocación de
permanencia limitada, en el capital de empresas no financieras que no coticen en bolsa, y con el objetivo de obtener una
rentabilidad adecuada al riesgo asumido en la inversión.
Al proporcionar financiación estable en forma de recursos propios, el capital riesgo ha sido utilizado frecuentemente por los
poderes públicos como un instrumento de financiación para empresas con dificultades para obtener recursos por otras vías.
La Comisión Europea, dentro de sus acciones para la generación de empleo, fomenta especialmente la actividad de capital
riesgo como medio eficiente para movilizar capital público y privado hacia pequeñas y medianas empresas (PYME) de nueva
creación.
A tal efecto, los rasgos principales de las Entidades de Capital Riesgo (ECR) y que recoge la Ley 22/2014, de 12 de
noviembre, por la que se regulan las entidades de capital-riesgo son los siguientes:
Se entenderá por entidades de capital-riesgo (ECR) aquellas entidades de inversión colectiva de tipo cerrado que obtienen
capital de una serie de inversores mediante una actividad comercial cuyo fin mercantil es generar ganancias o rendimientos
para los inversores y cuyo objeto principal viene definido en el artículo 9 de esta Ley.
El objeto principal de las ECR consiste en la toma de participaciones temporales en el capital de empresas de naturaleza
no inmobiliaria ni financiera que, en el momento de la toma de participación, no coticen en el primer mercado de bolsas de
valores o en cualquier otro mercado regulado equivalente de la Unión Europea o del resto de países miembros de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
a. La inversión en valores emitidos por empresas cuyo activo esté constituido en más de un 50 por ciento por
inmuebles, siempre que al menos los inmuebles que representen el 85 por ciento del valor contable total de los
b. La toma de participaciones temporales en el capital de empresas no financieras que coticen en el primer mercado
de bolsas de valores o en cualquier otro mercado regulado equivalente de la Unión Europea o del resto de países
miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, siempre y cuando tales empresas
sean excluidas de la cotización dentro de los doce meses siguientes a la toma de la participación.
c. La inversión en otras ECR conforme a lo previsto en esta Ley. Las ECR-Pyme se considerarán a todos los efectos
un tipo especial de ECR cuando cumplan con lo establecido en la sección 3.ª del capítulo II del título I en materia
del régimen de inversiones.
Para el desarrollo de su objeto social principal, las ECR podrán conceder préstamos participativos, así como otras formas
de financiación, en este último caso, y sin perjuicio de lo previsto para las ECR-Pyme, únicamente para sociedades
participadas que formen parte del coeficiente obligatorio de inversión. Asimismo, podrán realizar actividades de
asesoramiento dirigidas a las empresas que constituyan el objeto principal de inversión de las ECR según el artículo anterior,
estén o no participadas por las propias ECR.
En el caso de los FCR, las actividades anteriores serán realizadas por las sociedades gestoras. En el caso de las SCR,
podrán ser realizadas por ellas mismas o bien, en su caso, por sus sociedades gestoras.
Las SCR son entidades de capital-riesgo que revisten la forma de sociedades anónimas. Podrán realizar las actividades
enunciadas en los artículos 9 y 10 por ellas mismas o a través de una SGEIC.
Las SCR se regirán por lo establecido en esta Ley y, en lo no previsto por ella, por el Texto Refundido de la Ley de
Sociedades de Capital, aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio.
El capital social suscrito mínimo será de 1.200.000 euros (900.000 euros en el caso de las ECR-Pyme), debiéndose
desembolsar en el momento de su constitución, al menos, el 50 por ciento y el resto, en una o varias veces, dentro del plazo
de tres años desde la constitución de la sociedad. Los desembolsos del capital social mínimo deberán realizarse en efectivo,
en activos aptos para la inversión de las ECR, conforme a los artículos 13 y 14 o en bienes que integren su inmovilizado.
Los desembolsos adicionales al capital social mínimo o sus posteriores ampliaciones podrán realizarse además de en
efectivo, en inmovilizado o activos aptos para la inversión, de las ECR conforme, a los artículos 13 y 14.
Se permitirá la emisión de acciones de clases distintas a la general de la sociedad, siempre que cualquier trato preferencial
recibido por sus tenedores y las condiciones para el acceso a dicho trato estén adecuadamente reflejados en los estatutos
de la sociedad.
En sus estatutos sociales se recogerán, además de las especificaciones previstas en el Texto Refundido de la Ley de
Sociedades de Capital, la política de inversiones de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 12, así como la posibilidad de
delegar la gestión de las inversiones según lo previsto en el artículo 29.
El valor del patrimonio de la SCR será el resultado de deducir de la suma de sus activos reales las cuentas acreedoras,
determinándose el valor de estas y aquellos conforme a los criterios que determinen el Ministro de Economía y
Competitividad o, con su habilitación expresa, la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
El valor de cada acción será el resultado de dividir el patrimonio neto atribuido a cada serie por el número de acciones en
circulación de la misma.
Las sociedades de garantía recíproca (SGR) participan en la financiación de las PYMES y como entidades financieras se
encuentran inscritas en el Registro Oficial de Entidades Financieras y están bajo la supervisión y el control del Banco de
España. Su función principal es conceder avales que permitan a sus socios-empresarios acceder a la financiación bancaria
que precisan para sus empresas, y obtener créditos en mejores condiciones que las que conseguirían en el mercado si
acudiera a título individual.
• TIPOS DE SOCIOS
- Socios partícipes. Son aquellos en cuyo favor puede prestar garantía la sociedad. Para constituir una SGR son
necesarios al menos 150 de socios partícipes, que deben reunir los siguientes requisitos:
o Ser pequeño empresario dedicado a la actividad económica y en el marco geográfico que define el ámbito
de actuación de cada sociedad.
o Suscribir un mínimo de una cuota social, de la que tendrá que desembolsar el 25% del valor nominal del aval
que se solicita.
- Socios protectores. En su mayor parte son instituciones públicas cuyo objeto es prestar apoyo a la PYME y que
no tienen derecho a solicitar la garantía de la sociedad para sus operaciones.
19.8.1 INTRODUCCIÓN
A partir de la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, se estableció un rápido proceso de liberalización
económica, consiguiéndose la total liberalización de los movimientos de capital a partir de febrero de 1992.
La plena liberalización de las transacciones exteriores es compatible con el mantenimiento de mecanismos de información
y comunicación que permiten el conocimiento estadístico de los cobros, pagos y transferencias con el exterior y aseguran
la observancia del ordenamiento jurídico español.
Los pagos de residentes a no residentes y de las transferencias al exterior se entienden sin perjuicio del necesario
cumplimiento de las obligaciones fiscales que, en su caso, correspondan al acto, transacción o negocio jurídico principal del
que dichos pagos o transferencias deriven.
Los actos de adquisición y disposición, realizados por un residente sobre bienes o derechos poseídos en el extranjero y los
mismos actos referentes a los bienes o derechos poseídos en España, cuando el adquirente o disponente sea un no
residente.
Los actos y negocios por los que un residente resulte o pueda resultar acreedor o deudor de un no residente y los actos de
disposición realizados sobre los derechos y obligaciones derivados de aquellos.
Los actos y negocios en virtud de los cuales un residente constituya, adquiera o disponga de haberes en divisas, o un no
residente constituya, adquiera o disponga de haberes en euros.
Los actos de cobro y pago entre residentes y no residentes. La importación y exportación de billetes de Banco, medios de
pago de cualquier clase, y, en general, títulos representativos de derechos cifrados en moneda extranjera, o en euros, por
parte de no residentes; la tenencia en el extranjero por parte de residentes de cualesquiera de tales medios de pago y
títulos, y la venta, a través del mercado español de divisas, de aquellos que los residentes posean o adquieran.
No obstante, existe una serie de limitaciones a la total liberalización, como son las siguientes:
Se podrá, excepcionalmente, prohibir o limitar la realización de determinadas categorías de transacciones con el exterior
cuando éstas afecten gravemente a los intereses de España, o en aplicación de medidas adoptadas por Organismos
Internacionales de los que España sea miembro.
En caso de que movimientos de capitales a corto plazo excepcionalmente amplios provoquen fuertes tensiones en el
mercado de cambios u originen perturbaciones graves en la dirección de la política monetaria y de cambios española, el
Gobierno podrá adoptar las medidas de salvaguardia que resulten necesarias, sometiendo a un régimen de autorización
administrativa determinados tipos de transacciones.
Si cualquiera de las dos medidas anteriores afectase a residentes en Estados miembros de la UE, la medida se adoptará,
en su caso, de acuerdo con los procedimientos establecidos en la normativa comunitaria sobre movimientos de capital.
Esto es, el Estado miembro podrá adoptar las medidas de salvaguardia con las condiciones y modalidades definidas por la
Comisión, previa consulta al Comité Monetario y al Instituto Monetario Europeo, durante un período máximo de 6 meses. El
Estado afectado podrá adoptar por sí mismo las medidas mencionadas debido a su carácter urgente, aunque será la
Comisión quien decida si ese Estado puede mantener o debe modificar o suprimir dichas medidas.
19.8.2. LA RESIDENCIA
Para la aplicación de la normativa de control de cambios resulta fundamental delimitar de forma clara el concepto de
residencia y no residencia, aspecto que deberá ser acreditado debidamente.
Son residentes:
- Las personas físicas domiciliadas en territorio español o que residan principalmente en España.
- Son no residentes:
- Las personas físicas domiciliadas en territorio extranjero o que tengan allí su residencia principal.
Los residentes que obtengan o concedan a no residentes estos préstamos u otras operaciones de financiación
materializadas en la adquisición de títulos emitidos que no se negocien en bolsa o mercados organizados, en divisas o en
euros, deben declararlos al Banco de España, si bien tales operaciones son libres. En general, esta entidad asignará un
Número de Operación Financiera (NOF) a cada declaración, sin el cual las entidades registradas no podrán realizar abono
o adeudo alguno derivado de la disposición, concesión, amortización de intereses del préstamo o la financiación obtenida o
concedida.
• Créditos comerciales
De modo similar, los residentes que obtengan (concedan) facilidades crediticias del suministrador (al comprador) o de
tercero financiador por plazo superior a un año, en sus importaciones (exportaciones) de bienes y servicios, están obligados
a declararlas al Banco de España en el plazo de un mes desde su obtención concesión.
Como norma general, prevalece el régimen de liberalización sin menos cabo de que, por motivos estadísticos, se
establezcan mecanismos de declaración posterior de las inversiones exteriores y de su liquidación en el Registro de
Inversiones del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital.
Hay una regla general, que es el sometimiento de todas las operaciones de inversión sujetas a la legislación a una
declaración posterior, y la aplicación en algunos casos determinados, de la declaración previa. En ambos casos estas
declaraciones atienden a objetivos estadísticos y administrativos de este tipo de flujos de capital.
Existen excepciones al principio general de libertad de movimientos de capital, que se justifican si se atenta contra el orden
público o la seguridad nacional y se identifican con la exigencia de una autorización previa. Con carácter general todas las
inversiones en el sector de la Defensa Nacional se circunscriben en el marco de la suspensión del régimen de liberalización.
Finalmente, y con el ánimo de evitar solapamientos en las competencias entre el Ministerio de Asuntos Económicos y
Transformación Digital y los Departamentos sectoriales competentes en la regulación de determinados sectores, la
regulación de las inversiones extranjeras recaerá sobre el propio Ministerio.
- Personas jurídicas domiciliadas en el extranjero así como las entidades públicas de soberanía extranjera.
- Personas físicas residentes en España, españoles o extranjeros con domicilio o residencia principal en España.
• Modalidades de Inversión
Las distintas modalidades de inversiones extranjeras en España que están sujetas a la obligación de declaración son:
- Participación en sociedades españolas: constitución, suscripción o adquisición total o parcial de las acciones o
participaciones sociales, obligaciones convertibles en acciones u otros valores análogos que den derecho a su
participación en el capital.
- Participación en fondos de inversión, inscritos en los Registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
- Adquisición de bienes inmuebles en España, por importe superior a los 500 millones de euros, o su contravalor,
en euros, o cuando, con independencia de su importe, proceda de paraísos fiscales.
Las inversiones españolas en el exterior que están sujetas a declaración pueden revestir cualquiera de las siguientes
formas:
- Adquisición de bienes inmuebles en el extranjero por valor superior a 1,5 MM de euros, o cuando,
independientemente del importe, tengan como destino paraísos fiscales.
Las inversiones extranjeras en España y su liquidación serán declaradas en el Registro de Inversiones del Ministerio de
Asuntos Económicos y Transformación Digital, con finalidad administrativa, económica y estadística. .
- Declaración previa: a este trámite están sometidas las inversiones que provengan de paraísos fiscales que
impliquen una toma en el capital de la empresa española destino de la inversión superior al 50%.
- Declaración posterior: a este trámite están sometidas, con carácter general, todas las inversiones.
Las inversiones sujetas a declaración previa son aquellas que tengan como destino un paraíso fiscal y que superen el 10%
del capital de la empresa extranjera objeto de la inversión o permitan acceder a los órganos de administración de la misma.
De esta declaración están exentas las inversiones en valores negociables así como las participaciones en fondos de
inversión.
La forma y plazo para efectuar las declaraciones se determinará de acuerdo con las normas de desarrollo del Real Decreto
664/99 del 23 de abril, aplicándose en su defecto el procedimiento vigente hasta la entrada en vigor de dicho Real Decreto.
Como norma de carácter general las declaraciones a posteriori se deben hacer en un plazo máximo de tres meses desde
la realización de la inversión extranjera... Asimismo, en los casos en que se exija una declaración previa, ésta se debe
realizar en el momento de ejecución de la inversión y se entenderá aceptada en el momento en que se presente ante la
administración competente.
• Régimen general
Las suspensiones del régimen de liberalización se acordarán en los casos en que la inversión por su naturaleza forma o
condiciones de realización afecte al ejercicio de poder público a la seguridad, el orden o la salud públicas. Estas
suspensiones podrán tener un carácter general o particular.
Las suspensiones son competencia del Consejo de Ministros, a propuesta del Ministro de Economía y Hacienda y, en su
caso, del titular del Departamento competente en la materia previo informe de la Junta de Inversiones Exteriores.
Una vez suspendido el régimen de liberalización, el inversor afectado deberá solicitar autorización administrativa previa.
- En el caso de empresas cotizadas en bolsa de valores que desarrollen este tipo de actividades, aquellas
adquisiciones por no residentes superiores al 5% del capital social de la sociedad española, o las que, sin alcanzar
este porcentaje, permitan al inversor formar parte de su órgano de administración.
Conocida por sus siglas en inglés, MiFID, Markets in Financial Instruments Directive. El 1 de Noviembre de 2007 entró en
vigor una nueva normativa, que adapta al Ordenamiento Jurídico Español relativa a los Mercados e Instrumentos financieros.
• ¿Qué es la MIFID?
Es la directiva de la Unión Europea que desde el año 2007 tiene como objetivo la protección del cliente para que conozca
al detalle el producto que va a adquirir, los riesgos que supone esa acción y tome la decisión con toda la información posible,
además de regular el comportamiento de las entidades financieras e incrementar su competencia.
En general, afecta a todas las entidades que llevan a cabo la recepción, transmisión y ejecución de órdenes por cuenta de
terceros, negociación por cuenta propia, gestión de carteras y asesoramiento en materia de inversión: entidades de crédito,
La nueva normativa MiFID, abarca un gran conjunto de aspectos que afectan principalmente a tres grandes bloques:
- A los productos
En 2014 el Parlamento Europeo ratificó la reforma de la segunda Directiva sobre Mercados de Instrumentos Financieros
(MIFID por sus siglas en inglés: Markets in Financial Instruments Directive); sin embargo, todavía queda la mitad del camino
para que la aplicación práctica de esta iniciativa llegue a nuestro país, previsto para los últimos meses de 2016.
¿Qué cambia ahora con esta segunda versión? La directiva MIFID II se inspira en los pilares de seguridad, eficacia y
transparencia de los mercados, con el objetivo de conseguir la mayor proyección de los inversores. Asimismo, se dará un
nuevo impulso a la normativa europea, reforzando las normas de conducta en la prestación de servicios en materia de
inversión, puesto que afectará a los precios, a la protección al inversor, al marco normativo y al modelo de retribución al
cliente.
− Incentivos: Se promueve un solo formato de ejecución para evitar que algunos productos queden excluidos, con
el objetivo de evitar el apalancamiento de los que quedan excluidos del MIFID. Además, es importante destacar
que se puede ser beneficiario de un incentivo no monetario, siempre y cuando se informe al cliente sobre ello, y
que todos los incentivos deben comunicarse para aportar valor al servicio prestado al cliente.
− Distribución de productos financieros: Esta nueva directiva busca la reducción de precios y una nueva estructura
de pagos que exigirá que todo el sector se adapte, al tiempo que se comprobará o reforzará la cualificación del
cliente centrándose en su experiencia previa como inversor.
− Productos complejos y no completos: Aunque ya existían estas medidas con antelación, en el MIFID II se
refuerzan el test de idoneidad, control y registro de la recomendación, acreditar la entrega de la documentación al
cliente, justificación escrita de que el inversor sabe que la recomendación es coherente… Y es que para lograr el
éxito de esta adaptación, resultará crítica la comunicación correcta a los clientes de lo que implica la nueva directiva.
No todos los productos tienen la misma complejidad ni el mismo riesgo. Por ello, la directiva distingue entre tres tipos de
productos:
• Productos No MiFID: No están afectados por esta directiva los siguientes productos:
- Cuentas corrientes
- Planes de pensiones
- Acciones de Bolsa
- Cédulas hipotecarias
- Deuda subordinada
- Participaciones preferentes
- Seguros de cambio
- Conocimiento del Cliente: EL PERFIL DEL CLIENTE. Adaptación del Producto al Cliente: TEST DE IDONEIDAD
Y TEST DE CONVENIENCIA.
La implantación de MiFID exige cambios en la estructura y políticas internas de las entidades de crédito y empresas de
inversión, en orden a facilitar la mayor información al cliente y protección al inversor, que deberían valorarse más como
oportunidades de negocio que como costes de adaptación. Así, las Entidades deben:
Establecer la fijación de una Política Mejor Ejecución de órdenes sobre diferentes instrumentos financieros, con el fin de
obtener los mejores resultados posibles para sus clientes.
Por primera vez en nuestro ordenamiento, las normas de conducta establecen diferentes niveles de protección en función
de la categoría de los clientes, actuales y potenciales, y los tipos de productos o servicios ofertados. Las Entidades
Financieras pasarán a tener la obligatoriedad de clasificar sus Clientes por lo que respecta a las transacciones con
instrumentos financieros en una de las siguientes tres categorías:
- Cliente Minorista: es la categoría que se destina a la mayoría de los clientes particulares y empresas, siendo
ésta la categoría que ofrece un mayor nivel de protección al inversor.
La mayor protección ofrecida a un cliente Minorista se traduce en un mayor nivel de detalle de información que le
será facilitada por la Gestora respecto a los productos y servicios, en la forma en cómo la prestación de esos
servicios será efectuada y también en la necesidad de la Gestora de evaluar la idoneidad del producto o servicio
con el perfil del inversor, cuando resulte de aplicación.
En todo caso en la contratación con clientes minoristas es obligatorio que los contratos consten por escrito.
o Grandes Empresas.
o Todos aquellos clientes que así lo soliciten, siempre que se compruebe el cumplimiento de algunos de los
criterios definidos en la Directiva.
Estas clasificaciones tienen implicaciones en la protección dada al inversor, en el ámbito de los diversos productos y/o
servicios adquiridos o prestados por la Entidad, ya que las mismas corresponden a una mayor o menor protección en
atención a la categoría en la que el cliente haya sido clasificado.
El grado de protección definido por la MIFID es tanto mayor cuanto menor se estima que sean los conocimientos y
experiencia del cliente respecto a los mercados e instrumentos financieros.
Con el objetivo de asegurar la idoneidad del producto o servicio ofrecido con las condiciones de cada cliente en cuanto a su
experiencia y conocimientos, capacidad financiera y objetivos de inversión, las entidades deben recabar información
necesaria con el fin de determinar EL PERFIL DEL CLIENTE para comprobar la adecuación del servicio de inversión
- Muy Conservador – Inversor cuyo objetivo principal es la preservación del importe invertido, prefiriendo
inversiones de riesgo bajo, asumiendo por ello una expectativa de rentabilidad más limitada;
- Conservador – Inversor que está dispuesto a asumir un nivel de riesgo entre medio y bajo, con el fin de tener
como perspectiva una mayor rentabilidad a medio y largo plazo;
- Moderado – Inversor que está dispuesto a asumir un riesgo considerable en las inversiones, con el fin de potenciar
un crecimiento sostenible del capital aplicado a medio y largo plazo;
- Dinámico – Inversor cuyo principal objetivo es potenciar un crecimiento importante a medio y largo plazo de su
cartera de inversiones, asumiendo para ello un riesgo elevado en los productos que suscribe y adquiere.
MiFID también obliga a las entidades a realizar con anterioridad a la prestación de cualquier servicio de inversión o
comercialización de un producto a analizar el nivel de conocimiento del cliente a fin de garantizar la adecuación del mismo
a sus intereses.
Así, tratándose de la actividad de asesoramiento financiero en materia de inversiones y gestión de carteras la empresa de
inversión viene obligada, como hemos visto anteriormente, a realizar un test para obtener la información necesaria sobre
los conocimientos y experiencia en el ámbito de inversión correspondiente al tipo concreto de producto o servicio, la situación
financiera y los objetivos de inversión del cliente o posible cliente, con el fin de que la empresa pueda recomendarle los
servicios de inversión e instrumentos financieros que más le convengan.
MiFID prevé dos tipos de evaluación o test que, según las circunstancias, deberá realizar el cliente.
• Test de idoneidad
Es el más complejo y únicamente se aplica cuando exista asesoramiento en materia de inversión (mediante contrato).
La idoneidad de un instrumento financiero depende de la tipología de cada activo. Con el TEST de IDONEIDAD lo que
buscaremos será poder afirmar con total seguridad que el activo elegido para recomendar, asesorar y, por tanto, contratar
para asignar a mi cliente es el “IDÓNEO”.
- Su perfil de riesgos y el Nivel de riesgo del activo en comparación a la tolerancia al riesgo del cliente.
- Necesidades de liquidez.
- Grado de diversificación que aporta a la cartera Nivel de gastos respecto a otros activos alternativos
Es muy importante tener en cuenta que, según determina la Ley, cuando la entidad no obtenga la información señalada en
las letras anteriores, no podrá recomendar servicios de inversión o instrumentos financieros al cliente o posible cliente ni
gestionar su cartera.
En el caso de clientes calificados como profesionales, con mayor cultura financiera, la entidad no tendrá que recabar
información sobre los conocimientos y experiencia del cliente.
• Test de conveniencia
Es más corto, y se aplica cuando el cliente no tiene experiencia y se trata de un producto complejo.
Las entidades que prestan servicios de inversión deberán determinar si el cliente tiene los conocimientos y experiencia
necesarios para comprender los riesgos inherentes al producto o el servicio de inversión ofertado o demandado.
La información relativa a los conocimientos y experiencia del cliente incluirá los datos enumerados a continuación:
La naturaleza, el volumen y la frecuencia de las transacciones del cliente sobre instrumentos financieros y el período durante
el que se hayan realizado.
El nivel de estudios o conocimientos, la profesión actual y, en su caso, las profesiones anteriores del cliente que resulten
relevantes.
Uno de los puntos más controvertidos de MiFID es la regulación del asesoramiento financiero entre los servicios y
actividades de inversión sujetos a autorización.
En este sentido se define la actividad de asesoramiento en materia de inversión como la prestación de recomendaciones
personalizadas a un cliente, ya sea a petición de éste o por iniciativa de la empresa de inversión, con respecto a una o más
operaciones relativas a instrumentos financieros.
El asesoramiento financiero implica una recomendación personal, es decir, una recomendación realizada a una persona en
su calidad de inversor o posible inversor, o en su calidad de agente de un inversor.
Esta recomendación deberá presentarse como conveniente para esa persona o deberá basarse en una consideración de
sus circunstancias personales, y deberá constituir una recomendación para realizar algunas de las siguientes acciones:
Por tanto, la característica principal del asesoramiento financiero es que la recomendación sea personalizada.
Así se diferencia del análisis financiero, categorizado como servicio auxiliar y entendido como informe de inversiones con
recomendaciones generales relativas a las operaciones en instrumentos financieros, que si bien está sometido a unos
requisitos de objetividad e imparcialidad, no son tan elevados como las normas de conducta y lealtad que deben cumplir
quienes presten asesoramiento financiero personalizado.
• Comercialización vs Asesoramiento
Los anuncios tendrán que advertir claramente que son material publicitario. No confundir a los posibles clientes, no inducir
a engaño. Aunque los mensajes son libres no podrán mencionar únicamente las ventajas del producto.
Por primera vez se regula de forma exhaustiva el contenido de las comunicaciones comerciales y la publicidad para
garantizar que sea imparcial, clara, no engañosa, incorporando un valor de protección al cliente “potencial”.