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1.1. Oídios
Aspectos generales
También se conocen como ceniza, cenicilla, blanquilla, blanqueta, etc., nombres
relacionados con los síntomas típicos, muy fáciles de reconocer: manchas redondeadas
blanquecinas con aspecto pulverulento, que pueden llegar a recubrir por completo los tejidos
verdes a los que afecta, sobre todo aparece en hojas, en el haz y en el envés. Con el tiempo, los
órganos afectados amarillean y pueden secarse y morir. Como consecuencia la fotosíntesis se
reduce y la producción y calidad pueden verse disminuidas. Son enfermedades muy comunes,
descritas en casi todas las especies vegetales.
Los causantes son hongos ascomicetos, incluidos en la clase Pyrenomicetos y el orden
Erysiphales. Son biotrofos obligados y suelen ser bastante específicos de hospedante. Sólo los
haustorios, estructuras muy especializadas en la absorción de nutrientes, penetran en las células
de los órganos infectados. Las ascas se producen en ascocarpos cerrados (cleistotecios o
cleistotecas, también se denominan chasmotecios).
El nombre de oídio hace referencia al género del anamorfo que más frecuentemente
aparece asociado a estas enfermedades (Oidium), cuyo micelio blanco se desarrolla
externamente, como una red, sobre la superficie de las plantas, produciendo rápidamente
abundantes conidias hialinas en cadena. Micelio y conidias externos son los que dan el aspecto
característico de polvo blanco a los síntomas.
Les favorece una humedad relativa alta, por encima del 70%, pero les perjudica el agua
libre, que inhibe la germinación de conidias. Están bien adaptados a ambientes secos y su
temperatura óptima, aunque puede variar según la especie de que se trate, está alrededor de 20-
25 ºC. Por ello suelen ser habituales en nuestras condiciones de cultivo y precisar de
intervenciones para controlarlos todos los años.
Los hongos causantes de oídios en frutales de hueso y pepita (Figura 1) pertenecen a los
géneros Sphaeroteca y Podosphaera.
P. leucotricha (f.i. O. farinosum) ataca a los frutales de pepita, sobre todo al manzano y
menos al membrillero y al peral. No suele formar cleistotecas y se conserva en invierno en
yemas terminales de ramas del año anterior. En variedades sensibles puede afectar al fruto, que
muestra cicatrices reticuladas (russeting, Figura 1.b) que pueden llegar a agrietarlos.
S. pannosa (f.i. O. leucoconium) afecta a los frutales de hueso, sobre todo a melocotonero,
albaricoquero y particularmente al nectarino. Son muy raras las cleistotecas, invernando como
micelio en ramitas y entre las escamas de las yemas.
P. tridactyla (f.i. O. passerini) infecta sobre todo hojas y a veces frutos de albaricoquero
y ciruelo; al final del ciclo forma numerosas cleistotecas que constituyen la fuente de inóculo
para la primavera siguiente.
En primavera se activa el desarrollo de los oídios, en P.l. y S.p. a partir de las yemas
infectadas, invadiendo los brotes conforme emergen. Producen rápidamente conidias, que dan
lugar a las infecciones secundarias sobre otros brotes, hojas y frutos jóvenes.
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Tecnologías de la Producción Hortofrutícola y Ampliación de Cultivos Hortofrutícolas
Ampliación de Protección de Cultivos
Existen variaciones de susceptibilidad entre los cultivares, y se han descrito varias razas
con diferente virulencia en los patógenos.
El periodo de mayor riesgo va desde la brotación hasta la caída de pétalos en manzano y
hasta el endurecimiento del hueso en melocotonero y nectarino. En variedades sensibles se
alarga, mientras haya condiciones climáticas favorables y tejidos susceptibles (brotes en
crecimiento).
Es muy importante realizar el tratamiento de invierno, después de la poda, con polisulfuro
de cal, pues es muy útil en la reducción del inóculo invernante.
1.2. Royas
Aspectos generales
El nombre hace referencia al aspecto herrumbroso de los tejidos afectados, debido a las
masas de esporas de color amarillento o marrón-anaranjado que se forman en pústulas
superficiales (en envés de las hojas, tallos, a veces en flores y frutos); se reconocen fácilmente
Las causan basidiomicetos, en la clase Urediniomycetes y la familia Pucciniaceae. Son
también biotrofos obligados, y desarrollan ciclos biológicos complejos. Pueden formar hasta
cinco tipos de esporas (royas macrocíclicas) y muchas especies necesitan infectar dos
hospedantes muy distintos para completar su ciclo (royas heteroicas). Son enfermedades muy
comunes y en general específicas de hospedante.
Royas en frutales
Pueden dar lugar a problemas ocasionales en frutales (Figura 2), por ejemplo
Gymnosporangium sabinae en peral (hospedante alternativo Juniperus spp., sabinas y enebros),
y Tranzschelia pruni-spinosae en frutales de hueso (hospedante alternativo Anemona spp.). Se
desarrollan en un amplio rango de temperaturas, siendo la humedad el factor limitante.
T. pruni-spinosae se desarrolla en frutales de hueso habitualmente después de la
recolección, pudiendo dar lugar a defoliaciones que debilitan el árbol y afectan al desarrollo y
producción del siguiente año. Inverna como micelio en ramitas o uredios en hojas tardías que
no se desprenden del árbol. Con humedad relativa alta y continuada pueden repetirse ciclos de
infección entre frutales por las urediosporas, ocurriendo los ataques más severos en verano.
Existen f. sp. (formas especiales) que atacan a diferentes especies de Prunus y razas fisiológicas
adaptadas a diferentes variedades.
G. sabinae se conserva durante el invierno en las agallas que produce en tallos de
Juniperus. En primavera y con condiciones de alta humedad, se producen en esas agallas
basidiosporas, que son las que pueden infectar las hojas del peral. Los perales afectados
no actúan como fuente de inóculo para producir nuevas infecciones en peral.
Dada su escasa severidad, no suele ser necesario un control específico de las royas.
Figura 2. Síntomas de roya en: a) hojas de melocotonero; b) hojas de peral por el haz; c) hoja de peral,
detalle del envés.
Figura 5. Síntomas de manchas en frutales: a) septoriosis del peral; b) mancha marrón en peral, c)
cribado en melocotonero; d) mancha foliar del cerezo.
1
https://www.scienceopen.com/document/vid/112c0fad-0312-416e-a340-9972558c08a8;jsessionid=JvsJuVqaX1oU-KAWaTQCSuiV.slave:so-app2-prd?0
Otros fitopatógenos que se incluyen en otros apartados del tema producen también
chancros similares, por ejemplo Monilinia, Venturia (moteados) y Phytophthora spp. (se trata
en las micosis del suelo).
habrá que intervenir con fungicidas autorizados para el cultivo y para la enfermedad concreta
de que se trate. Hay que tener también presentes los posibles riesgos por fitotoxicidad, puesto
que puede existir diferente sensibilidad de los cultivares a los productos fungicidas.
Para el control químico de la mayoría de micosis aéreas se dispone de materias activas
efectivas, exceptuando los problemas de madera. Pero no hay que olvidar que, dependiendo del
modo de acción del producto y del hongo al que vaya dirigido, es frecuente el desarrollo de
cepas resistentes, sobre todo si se ejerce una elevada presión selectiva (muchos tratamientos,
repetición de productos o de modos de acción). Por ello se recomienda que en la medida de lo
posible se utilicen productos de contacto, que sólo tienen actividad protectiva, y que se reserven
los sistémicos o penetrantes para actuar en momentos en que la enfermedad pueda afectar
gravemente al cultivo; y en este caso siempre alternar o mezclar productos con diferente modo
de acción. Recordemos que el azufre tiene actividad sobre todo antioídio y los derivados de
cobre son fungicidas más generales.
Sólo hay un producto biológico autorizado para control de micosis aéreas de frutales,
Bacillus subtilis cepa QST 713 (Serenade Max) para control de Monilinia y moteados, también
para bacteriosis.
2.1. Introducción
Se tratan en este apartado diferentes patologías asociadas al suelo. Las causan hongos y
oomicetos diversos, la mayoría polífagos, capaces de sobrevivir en el suelo de modos variados
(como saprofitos, formando estructuras de conservación, en restos de cultivo, en raíces de
plantas diversas, etc.), que se dispersan a corta distancia con el movimiento de las partículas de
suelo, por aperos, agua de riego, maquinaria, viento, etc. En los cultivos suelen aparecer en
focos que se van extendiendo por rodales.
Afectan sobre todo a órganos vegetales subterráneos, en contacto o cercanos al suelo,
raíces, cuello, base del tronco, etc. La principal consecuencia es que queda reducida la
capacidad de la planta para absorber agua y nutrientes. Como las zonas afectadas inicialmente
no son visibles, cuando aparecen los síntomas en la parte aérea suele estar bastante avanzada la
infección, lo cual complica su control. Los síntomas aéreos incluyen marchitez y pérdida del
color verde en hojas, acompañados de pérdida de vigor y decaimiento progresivo que puede
llevar a la muerte de parte o toda la planta afectada; son síntomas inespecíficos, se pueden
confundir los de diferentes afecciones del suelo (raíces, cuello, vasculares, nematodos), pero
también con otros problemas (deficiencias nutritivas, desequilibrios hídricos o asfixia radical,
estrés ambiental, etc.). A veces, los síntomas en los órganos afectados proporcionan claves para
identificar al agente causante, por ejemplo las placas blancas en abanico debajo de la corteza
de Armillaria, pero en general se necesita un análisis de laboratorio para confirmar el
diagnóstico. Se conocen algunos métodos para detectar y cuantificar el inóculo de algunos de
estos fitopatógenos en los suelos, pero suelen ser complejos y de realización costosa.
Figura 10. Síntomas de Phytophtora spp. en frutales. a) Podredumbre de raíces y cuello en manzano
joven. b) Manzano con chancro en el cuello. c) Decaimiento y decoloración prematura en manzano.
Figura 11. Armillaria mellea. a) Placas blancas debajo de la corteza. b) Rizomorfos sobre la raíz
principal. c) Setas de Armillaria producidas sobre restos de árbol muerto.
Figura 12. Rosellinia necatrix. a) Manzanos casi muertos. b) Masa de micelio sobre las raíces.
2.3. Verticilosis
En frutales de hueso se dan casos aislados de afecciones por
Verticillium dahliae, que no suele afectar a los de pepita. Son más
susceptibles albaricoquero, almendro, cerezo (Figura 13) y
melocotonero. Los síntomas son los típicos de traqueomicosis,
asimétricos en el árbol, con marchitez y seca de hojas empezando
por la base de la rama, que puede defoliarse totalmente. Afecta
principalmente a árboles jóvenes, por lo que los daños pueden ser
muy importantes en viveros, donde además hay que tener en
cuenta que el material vegetal podría dispersar el patógeno a
Figura 13. Cerezo con ramas
muertas por verticilosis.
suelos no infestados. Los árboles adultos, mayores de 5-7 años, con el paso del tiempo pueden
recuperarse naturalmente.
Las fuentes del inóculo son los microesclerocios que se conservan varios años en el suelo.
Le favorece el exceso de agua, el exceso de N y la falta de K.
2.4. Control
Una vez establecidos estos fitopatógenos en un suelo es difícil su control, pues los medios
disponibles son escasos y no totalmente eficaces. Por ello es primordial tomar medidas
preventivas, con la finalidad de evitar la introducción en los suelos que se quieran destinar al
cultivo hortofrutícola, eliminar o reducir el inóculo si esos suelos ya están infestados, y
proporcionar condiciones desfavorables para el desarrollo de los fitopatógenos y favorables
para el cultivo.
Algunas medidas deben considerarse antes de implantar el cultivo, como evitar ubicarlo
en suelos con historial reciente de este tipo de enfermedades o que se encharquen fácilmente.
En suelos contaminados, se puede recurrir a la de desinfección química, pero hay que
tener en cuenta que no suele alcanzar una eficacia total y que puede contribuir a la degradación
microbiológica de los suelos. Otros tipos de desinfección menos agresiva serían practicables en
zonas limitadas del terreno, por ejemplo al detectar los primeros focos, pero suponen costes
muy altos el aplicarlos a todo el suelo. Para reducir el inóculo puede mantenerse el suelo sin
cultivo, o mejor con especies herbáceas no hospedantes, durante varios años.
Usar material vegetal de multiplicación sano, de origen fiable.
Es fundamental la elección del patrón, ya que pueden mostrar diferente susceptibilidad a
varios patógenos. Se deben utilizar patrones tolerantes o resistentes si se dispone de ellos, sobre
todo en zonas con riesgo. Por ejemplo, Prunus cerasifera es tolerante a Armillaria, Rosellinia
y algunos nematodos, mientras que los francos de melocotonero y sus híbridos con almendro
son muy susceptibles a Armillaria y Rosellinia.
Programa equilibrado de riego y fertilización, así las plantas son más tolerantes a los
fitopatógenos, compensando en parte el estrés causado por su ataque (regeneración de raíces
alimenticias,…). La gestión adecuada del agua, evitando la humedad alta prolongada en el
suelo, es fundamental para procurar condiciones adversas para el crecimiento y/o dispersión de
estos patógenos.
En cultivos establecidos, si se observan síntomas avanzados, mejor eliminar los árboles
enfermos, procurando retirar todas las raíces. Si no están muy afectados, se puede descalzar el
cuello y las raíces principales para airear las zonas dañadas, lo que limita la expansión del
patógeno, y también se pueden sanear, retirando los tejidos afectados, y cubriendo la herida de
corte con mástic cicatrizante y fungicida adecuado; por ejemplo, si son lesiones producidas por
Phytophthora, se recomienda tratar con productos antioomicetos (también llamados
antificomicetos).
Evitar producir heridas en raíces con las labores de cultivo.
Para enfermedades vasculares o las podredumbres radiculares de frutales, no se dispone
de fungicidas comerciales o no son suficientemente eficaces para controlarlas una vez
detectadas.
3. NEMATODOS
Aspectos generales
Varias especies de nematodos pueden desarrollarse en las raíces de frutales y hortícolas
y afectarlas, de modo que no realizan bien su función de absorción de agua y nutrientes, dando
lugar a un retraso de la entrada en producción, a acortar la vida útil, incluso a la muerte del
árbol. Además de esos daños directos, facilitan la entrada en las raíces de otros fitopatógenos
secundarios, sobre todo hongos y bacterias, que contribuyen a incrementar los daños. Y algunas
especies concretas pueden actuar como vectores de virosis.
Los síntomas que se observan en la parte aérea de las plantas infectadas son inespecíficos,
similares a los producidos por falta de agua o carencias nutritivas: pérdida de turgencia y
pérdida del color verde vivo del follaje, que derivan en un retraso en el crecimiento, defoliación
de ramas terminales y reducción de la cantidad y calidad de los frutos. Se pueden confundir con
los causados por otras patologías de suelo, factores ambientales, etc.
En la parcela, generalmente se empiezan viendo plantas afectadas aisladas, extendiéndose
en forma de rodales o en líneas. Para obtener un diagnóstico claro en general se requiere la
intervención de personal especializado. La gravedad de los daños depende del nivel que
alcancen sus poblaciones.
La humedad del suelo es uno de los principales factores que influyen en sus poblaciones,
siendo óptima una película delgada rodeando las partículas de suelo.
En frutales las afecciones por nematodos son más graves en los primeros años de vida,
pudiendo causarles la muerte, siendo un importante problema en replantaciones. En
plantaciones adultas y con buen desarrollo, los árboles afectados pueden tolerar el daño,
regenerando las raíces alimenticias que se van perdiendo. El daño es mayor en frutales que
sufren estrés hídrico.
Se han citado varias especies de nematodos parasitando a frutales, pero los más
importantes, por su mayor frecuencia y por los daños ocasionados son los formadores de agallas
(Meloidogyne spp.) y los nematodos lesionadores (Pratylenchus spp.). Algunas especies, como
Xiphinema index, tienen también interés por actuar como vectores de transmisión de virus en
plantas leñosas. Meloidogyne será tratado en el tema de Hortícolas.
Figura 14. Pratylenchus. a) Raíces con lesiones necrosadas. b) Nematodo en el interior de una raíz, se
señala el estilete.
4. BACTERIOSIS
Aspectos generales
La mayoría de bacterias fitopatógenas son Gram-negativas, aerobias estrictas y tienen
forma de bacilo con uno o varios flagelos polares. Suelen ser saprofitos facultativos, se
desarrollan y multiplican en las plantas pero también pueden hacerlo como epifitos y en restos
vegetales. Por ello, se pueden aislar y cultivar in vitro en medios habituales, donde forman
colonias blancas o amarillas. Algunas son parásitos obligados, como las bacterias fastidiosas,
limitadas al xilema o floema, por ejemplo Xylella fastidiosa, bacteria de cuarentena en la UE,
causante de numerosas enfermedades en América en plantas leñosas, como la enfermedad de
Figura 15. Síntomas producidos por P. syringae. a) Muerte de yema asociada a chancros en cerezo. b)
Muerte de inflorescencia en peral. c) Manchas en hoja en cerezo.
Figura 16. Síntomas producidos por Xanthomonas pruni. a) Manchas en hoja de melocotonero. b)
Manchas en fruto de ciruelo.
Las pérdidas pueden llegar a ser importantes, si se dan fuertes defoliaciones los árboles
se debilitan y disminuyen su productividad, y los frutos afectados pierden su valor comercial.
Condiciones favorables: temperaturas relativamente cálidas (20 a 25 ºC) y hojas mojadas
más de 8 horas. Periodo crítico: 6 semanas tras la floración.
Los síntomas iniciales se podrían confundir con los producidos por otras bacteriosis, el
Janus o picabrotes del peral, otros daños por hongos o incluso con daños por herbicidas. Por
ello la confirmación del diagnóstico debe realizarla un laboratorio oficial.
Si hay inóculo en el huerto o zonas cercanas, y existen condiciones favorables, se inician
las infecciones primarias en primavera, a flores o a extremos de brotes en crecimiento. La
infección progresa hacia abajo, invadiendo otros órganos (pedúnculos florales, hojas y frutos,
ramas,…). Los exudados en los órganos afectados, que contienen millones de bacterias, son los
responsables de infecciones secundarias durante el periodo vegetativo. Al final de éste, las
bacterias instaladas en los chancros en la corteza pueden conservarse latentes durante el
invierno.
Las infecciones se producen a través de aberturas naturales, como nectarios y estomas, o
por heridas, que pueden ser producidas por las labores agrícolas como poda, aclareos,
recolección, y por causas meteorológicas como granizo o viento. Muy sensibles las flores.
Los factores climáticos favorables son las lluvias prolongadas, sobre todo si van
acompañadas de granizo y tormentas, y temperaturas entre 18 y 30 ºC.
La principal vía de dispersión a larga distancia es el material vegetal infectado (plantones,
yemas para injertos, plantas ornamentales). Tras introducirse en una zona, a distancia corta (en
el propio huerto o cerca) se dispersan sobre todo por insectos polinizadores, lluvia y viento, así
como por el propio agricultor al realizar las labores agrícolas.
Al ser un fitopatógeno de cuarentena se deben realizar inspecciones periódicas en los
huertos de peral, especialmente en primavera y verano, durante la floración y tras lluvias, y
vigilar la aparición de síntomas en otras especies de rosáceas. En tal caso se debe comunicar al
Servicio de Sanidad Vegetal correspondiente y se procederá al arranque y destrucción inmediata
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Tecnologías de la Producción Hortofrutícola y Ampliación de Cultivos Hortofrutícolas
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5. VIROSIS
Se han descrito numerosos virus infectando a frutales, la mayoría asociados a la
transmisión por injerto, y en algunos casos también transmitidos por polen. Por ejemplo, en
frutales de hueso el virus de los anillos necróticos de los Prunus (Prunus necrotic ringspot
virus, PNRSV) o el virus del enanismo del ciruelo (Prune dwarf virus, PDV); y más polífagos,
el virus del mosaico del manzano (Apple mosaic virus, ApMV) o el virus de las manchas
foliares cloróticas del manzano (Apple chlorotic leaf spot virus, ACLSV), que produce la
denominada falsa sharka en frutos de ciruelo y la viruela en frutos de algunas variedades de
albaricoquero. Pero el que destaca es el virus de la Sharka.
Figura 19. Sharka en albaricoquero. a) Manchas en hoja. b) Frutos afectados, con manchas,
deformaciones y las características mancha en anillo en el hueso.
Figura 20. Sharka en melocotonero. a) Rotura de color en flores. b) Manchas en anillo en fruto.
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