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Tecnologías de la Producción Hortofrutícola y Ampliación de Cultivos Hortofrutícolas

Ampliación de Protección de Cultivos

PRINCIPALES ENFERMEDADES EN LOS CULTIVOS FRUTALES


MEDITERRÁNEOS
Profesora: Ana Mª Ortega Gea ana.ortega@umh.es

1. MICOSIS DE LA PARTE AÉREA ....................................................................................... 2 


1.1. Oídios .............................................................................................................................. 2 
1.2. Royas ............................................................................................................................... 3 
1.3. Deformaciones por Taphrina .......................................................................................... 4 
1.4. Podredumbre parda ......................................................................................................... 5 
1.5. Manchas y otras afecciones foliares ................................................................................ 6 
1.6. Afecciones de la madera ................................................................................................. 8 
1.7. Control de las micosis aéreas .......................................................................................... 9 
2. ENFERMEDADES POR HONGOS DEL SUELO ............................................................. 10 
2.1. Introducción .................................................................................................................. 10 
2.2. Afecciones de raíces y cuello ........................................................................................ 11 
2.2.1. Phytophthora spp. .................................................................................................. 11 
2.2.2. Podredumbres por Armillaria y Rosellinia............................................................. 12 
2.3. Verticilosis .................................................................................................................... 13 
2.4. Control ........................................................................................................................... 14 
3. NEMATODOS ..................................................................................................................... 15 
3.1. Nematodos de las lesiones (Pratylenchus spp.) ............................................................ 15 
3.2. Control de nematodos.................................................................................................... 16 
4. BACTERIOSIS .................................................................................................................... 16 
4.1. Chancro, necrosis o marchitez bacteriana de frutales ................................................... 17 
4.2. Mancha bacteriana de los frutales de hueso .................................................................. 18 
4.3. El fuego bacteriano de las rosáceas. .............................................................................. 19 
4.4. Tumores, Cáncer o Agallas de corona en plantas leñosas............................................. 21 
4.5. Xylella fastidiosa ........................................................................................................... 22 
4.6. Control de bacteriosis .................................................................................................... 22 
5. VIROSIS .............................................................................................................................. 23 
5.1. Virus de la sharka o de la viruela de melocotonero ...................................................... 23 
6. BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 25 
 

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1. MICOSIS DE LA PARTE AÉREA

1.1. Oídios
Aspectos generales
También se conocen como ceniza, cenicilla, blanquilla, blanqueta, etc., nombres
relacionados con los síntomas típicos, muy fáciles de reconocer: manchas redondeadas
blanquecinas con aspecto pulverulento, que pueden llegar a recubrir por completo los tejidos
verdes a los que afecta, sobre todo aparece en hojas, en el haz y en el envés. Con el tiempo, los
órganos afectados amarillean y pueden secarse y morir. Como consecuencia la fotosíntesis se
reduce y la producción y calidad pueden verse disminuidas. Son enfermedades muy comunes,
descritas en casi todas las especies vegetales.
Los causantes son hongos ascomicetos, incluidos en la clase Pyrenomicetos y el orden
Erysiphales. Son biotrofos obligados y suelen ser bastante específicos de hospedante. Sólo los
haustorios, estructuras muy especializadas en la absorción de nutrientes, penetran en las células
de los órganos infectados. Las ascas se producen en ascocarpos cerrados (cleistotecios o
cleistotecas, también se denominan chasmotecios).
El nombre de oídio hace referencia al género del anamorfo que más frecuentemente
aparece asociado a estas enfermedades (Oidium), cuyo micelio blanco se desarrolla
externamente, como una red, sobre la superficie de las plantas, produciendo rápidamente
abundantes conidias hialinas en cadena. Micelio y conidias externos son los que dan el aspecto
característico de polvo blanco a los síntomas.
Les favorece una humedad relativa alta, por encima del 70%, pero les perjudica el agua
libre, que inhibe la germinación de conidias. Están bien adaptados a ambientes secos y su
temperatura óptima, aunque puede variar según la especie de que se trate, está alrededor de 20-
25 ºC. Por ello suelen ser habituales en nuestras condiciones de cultivo y precisar de
intervenciones para controlarlos todos los años.
Los hongos causantes de oídios en frutales de hueso y pepita (Figura 1) pertenecen a los
géneros Sphaeroteca y Podosphaera.
P. leucotricha (f.i. O. farinosum) ataca a los frutales de pepita, sobre todo al manzano y
menos al membrillero y al peral. No suele formar cleistotecas y se conserva en invierno en
yemas terminales de ramas del año anterior. En variedades sensibles puede afectar al fruto, que
muestra cicatrices reticuladas (russeting, Figura 1.b) que pueden llegar a agrietarlos.
S. pannosa (f.i. O. leucoconium) afecta a los frutales de hueso, sobre todo a melocotonero,
albaricoquero y particularmente al nectarino. Son muy raras las cleistotecas, invernando como
micelio en ramitas y entre las escamas de las yemas.
P. tridactyla (f.i. O. passerini) infecta sobre todo hojas y a veces frutos de albaricoquero
y ciruelo; al final del ciclo forma numerosas cleistotecas que constituyen la fuente de inóculo
para la primavera siguiente.
En primavera se activa el desarrollo de los oídios, en P.l. y S.p. a partir de las yemas
infectadas, invadiendo los brotes conforme emergen. Producen rápidamente conidias, que dan
lugar a las infecciones secundarias sobre otros brotes, hojas y frutos jóvenes.
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Existen variaciones de susceptibilidad entre los cultivares, y se han descrito varias razas
con diferente virulencia en los patógenos.
El periodo de mayor riesgo va desde la brotación hasta la caída de pétalos en manzano y
hasta el endurecimiento del hueso en melocotonero y nectarino. En variedades sensibles se
alarga, mientras haya condiciones climáticas favorables y tejidos susceptibles (brotes en
crecimiento).
Es muy importante realizar el tratamiento de invierno, después de la poda, con polisulfuro
de cal, pues es muy útil en la reducción del inóculo invernante.

Figura 1. Síntomas de oídio: a) brote de manzano; b) fruto de manzano; c) hoja de melocotonero.

1.2. Royas
Aspectos generales
El nombre hace referencia al aspecto herrumbroso de los tejidos afectados, debido a las
masas de esporas de color amarillento o marrón-anaranjado que se forman en pústulas
superficiales (en envés de las hojas, tallos, a veces en flores y frutos); se reconocen fácilmente
Las causan basidiomicetos, en la clase Urediniomycetes y la familia Pucciniaceae. Son
también biotrofos obligados, y desarrollan ciclos biológicos complejos. Pueden formar hasta
cinco tipos de esporas (royas macrocíclicas) y muchas especies necesitan infectar dos
hospedantes muy distintos para completar su ciclo (royas heteroicas). Son enfermedades muy
comunes y en general específicas de hospedante.

Royas en frutales
Pueden dar lugar a problemas ocasionales en frutales (Figura 2), por ejemplo
Gymnosporangium sabinae en peral (hospedante alternativo Juniperus spp., sabinas y enebros),
y Tranzschelia pruni-spinosae en frutales de hueso (hospedante alternativo Anemona spp.). Se
desarrollan en un amplio rango de temperaturas, siendo la humedad el factor limitante.
T. pruni-spinosae se desarrolla en frutales de hueso habitualmente después de la
recolección, pudiendo dar lugar a defoliaciones que debilitan el árbol y afectan al desarrollo y
producción del siguiente año. Inverna como micelio en ramitas o uredios en hojas tardías que
no se desprenden del árbol. Con humedad relativa alta y continuada pueden repetirse ciclos de
infección entre frutales por las urediosporas, ocurriendo los ataques más severos en verano.

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Existen f. sp. (formas especiales) que atacan a diferentes especies de Prunus y razas fisiológicas
adaptadas a diferentes variedades.
G. sabinae se conserva durante el invierno en las agallas que produce en tallos de
Juniperus. En primavera y con condiciones de alta humedad, se producen en esas agallas
basidiosporas, que son las que pueden infectar las hojas del peral. Los perales afectados
no actúan como fuente de inóculo para producir nuevas infecciones en peral.
Dada su escasa severidad, no suele ser necesario un control específico de las royas.

Figura 2. Síntomas de roya en: a) hojas de melocotonero; b) hojas de peral por el haz; c) hoja de peral,
detalle del envés.

1.3. Deformaciones por Taphrina


Algunos hongos producen hipertrofia en los tejidos vegetales infectados, dando lugar a
deformaciones y otras alteraciones en hojas, flores y frutos (abullonado, cambios de color,
proliferación de brotes, etc.). Es lo que ocurre con la lepra o abolladura de frutales (Figura 3) y
árboles forestales. Las especies de hongos implicadas son ascomicetos, en el orden Taphrinales,
que forman ascas desnudas y conidias que se multiplican por gemación (blastosporas), como
las levaduras.
Tienen hospedantes específicos, en los que se desarrollan con una fase biotrófica muy
prolongada. A destacar Taphrina deformans (lepra del melocotonero y almendro), Taphrina
pruni (ciruelas del diablo en ciruelo) y Taphrina cerasi (escobas de bruja en cerezo).
Los primeros síntomas de lepra aparecen en la brotación, con un engrosamiento del limbo
de la hoja, abolladuras y enrollamiento de hojas, coloración amarillenta primero y después rojo
intenso. Pueden acabar secándose y desprendiéndose prematuramente, produciendo un
debilitamiento de brotes. Si alcanzan a los frutos, con abolladura y decoloración, se afecta su
comercialización.
Ascocarpos y blastosporas pueden sobrevivir en la superficie de ramas y entre las escamas
de las yemas. La infección se produce a tejidos indiferenciados de las nuevas brotaciones, con
temperaturas suaves y humedad muy alta. El micelio, de desarrollo intercelular, produce esas
alteraciones de tejidos. Al final del proceso se rompe la cutícula y, con periodos de humedad,
aparecen las ascas en la superficie del haz, que toma un aspecto pulverulento de color blanco.
Existen diferencias de susceptibilidad entre cultivares.

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Figura 3. Síntomas de deformaciones: a) abullonado en hojas de melocotonero; b) abullonado en fruto


de melocotonero; c) ciruela del diablo.

1.4. Podredumbre parda


La podredumbre parda, momificado o moniliosis de frutales afecta a flores, brotes y sobre
todo a frutos (Figura 4). El causante es Monilinia (f.i. Monilia) ascomiceto en el orden
Heliotiales y la familia Sclerotiniaceae. Hay 3 especies implicadas en los frutales de hueso y
pepita, M. laxa es la predominante y más frecuente en los de hueso, M. fructigena afecta sobre
todo a manzano y peral, y M. fructicola, que es mucho más destructiva, está considerada
patógeno de cuarentena en la UE (http://www.eppo.int/QUARANTINE/listA2.htm, fue
identificada en 2006 en el Valle del Ebro y está incrementando su incidencia en España.
Inverna como micelio o conidias en chancros o en las flores o frutos momificados en el
árbol o en el suelo. Suele infectar primero las flores, que se marchitan y oscurecen sin
desprenderse, y con humedad alta se forman en ellas abundantes esporas que dispersan la
enfermedad. Generalmente, los brotes se infectan a partir de las flores, mostrando lesiones
alargadas (chancros), que exudan goma; si rodean el brote, se seca y sus hojas se marchitan sin
caer. Los chancros pueden crecer y permanecer activos varios años. Los frutos pueden
infectarse cuando son jóvenes, pero el hongo suele permanecer latente hasta que el fruto madura
y las condiciones ambientales son favorables, entonces los síntomas se desarrollan rápidamente:
primero manchas pardas sobre las que pronto aparecen conidios, después podredumbre que
rápidamente afecta a todo el fruto, que se deshidrata y convierte en la característica momia. Los
mayores daños a los frutos se producen en posrecolección.
El ambiente es favorable si la humedad es alta y la temperatura suave, por encima de 10ºC
(optima entre 15 y 20 ºC). Los momentos más críticos para la infección se dan durante la
floración y las últimas semanas antes de la recolección.
Se dan diferencias varietales en sensibilidad, algunas variedades de melocotonero,
nectarino, ciruelo y cerezo son muy sensibles.

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Figura 4. Moniliosis en frutales de hueso (arriba) y pepita (abajo)

1.5. Manchas y otras afecciones foliares


Se trata de un grupo heterogéneo de enfermedades cuya manifestación más frecuente es
la de lesiones o manchas en hojas, pero que también pueden infectar y producir daños en otros
órganos aéreos, como brotes, flores y frutos. Los hongos asociados son muchos y diversos,
clasificándose mayoritariamente entre los ascomicetos y sus anamorfos. Los síntomas no
siempre permiten distinguir el agente causante, por lo que para su identificación puede ser
necesario el aislamiento y análisis en laboratorio.
Algunos son patógenos especializados, con preferencia por tejidos jóvenes. Destacan en
frutales de pepita la septoria y la mancha negra del peral, y en frutales de hueso la mancha foliar
del cerezo y el cribado.
La septoria o septoriosis del peral (Mycosphaerella sentina f.i Septoria pyricola) pasa el
invierno en forma de peritecas que se forman en las hojas caídas en invierno. En primavera con
t > 20 ºC y humedad prolongada se liberan las ascosporas que originan las infecciones primarias
de hojas y frutos. Las contaminaciones secundarias se producen a partir de conidios que se
forman en picnidios en las zonas afectadas (se observan como puntos negros) y se dan mientras
duren las condiciones favorables, normalmente paran en verano por el ambiente seco y caluroso
y vuelven a darse en otoño. Los síntomas son manchas pequeñas y oscuras en hojas donde
aparecen como unos puntos elevados negros (picnidios) (Figura 5.a). Similares y algo hundidas
se dan tambien en frutos.
La mancha negra, mancha marrón o estenfiliosis del peral (Stemphylium vesicarium) es
importante en algunas zonas y presenta ciertas dificultades en su control. Inverna en hojas y
frutos contaminados caídos, como peritecas o micelio. Da lugar a contaminaciones primarias
sobre las primeras hojas, con síntomas similares a los de otras enfermedades de hojas (septoria,
bacteriosis, incluso roya) y a contaminaciones secundarias por conidias que pueden alcanzar
los frutos (Figura 5.b).
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El cribado o perdigonada (Stigmina carpophilla (=Coryneum beijerinckii,


=Wilsonomyces carpophylus) se manifiesta en hojas como lesiones pequeñas circulares pardo-
moradas con halo rojizo o aceitoso, que se necrosan y desprenden (Figura 5.c). En brotes y
ramitas aparecen chancros ovalados que se alargan y producen goma, pudiendo desecarse el
brote. En frutos de melocotonero y nectarino pueden aparecer lesiones similares a las descritas
en hojas. Sobrevive en chancros de las ramitas y en hojas caídas. La dispersión de esporas se
da al final del invierno con lluvia y humedad alta. Las esporas germinan a temperaturas bajas,
siendo capaces de infectar las yemas durmientes en invierno, que actuarán como fuente de
inóculo para las infecciones de primavera.
La mancha foliar del cerezo, cilindrosporiosis o antracnosis (Figura 5.d) producida por
Blumeriella jaapii (f.i. Phloeosporella padi = Cylindrosporium padi) resulta muy grave en
variedades sensibles. El riesgo es muy alto con lluvia o humedad alta y temperatura alrededor
de 16 ºC, desde el inicio de la floración y hasta fruto tierno. Provoca abundantes lesiones rojizas
en hojas que producen por el envés exudados mucilaginosos blanquecinos; a los frutos sólo
afectan al pedúnculo.

Figura 5. Síntomas de manchas en frutales: a) septoriosis del peral; b) mancha marrón en peral, c)
cribado en melocotonero; d) mancha foliar del cerezo.

Otros hongos necrotrofos menos específicos, con una fase


saprofítica dominante, prefieren tejidos senescentes. Por
ejemplo, Alternaria alternata, Colletotrichum gloeosporoides
(antracnosis) (Figura 6), Stemphylium botryosum, etc. Estos
patógenos, como ocurre con otros saprofitos estrictos
(Aspergillus, Penicillium, Rhizopus…), además de los daños en
campo, causan también podredumbres en frutos recolectados.
Figura 6. Antracnosis en
manzana.

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1.6. Afecciones de la madera


Son problemas que afectan a partes leñosas (tronco y ramas) de árboles vivos. Pueden
causarlas diversos hongos (ascomicetos y sus anamorfos o basidiomicetos) y oomicetos, que
suelen ser parásitos facultativos y aprovechan heridas en la corteza para penetrar.
El síntoma más frecuente se denomina chancro (Figura 7), que es una lesión hundida y
abierta, delimitada por un borde elevado, como una especie de callo, que se forma como
respuesta defensiva del hospedante alrededor de la zona invadida. También puede aparecer
alteración interna de la madera, con necrosis y/o pudrición seca. A veces hay exudación de
goma. Estas lesiones provocan una reducción del desarrollo y vigor de la rama afectada, que no
brota o brota mal en primavera, con hojas cloróticas o marchitas, defoliación, desecación y
muerte de brotes, ramas e incluso del árbol.
En los tejidos necrosados pueden formarse estructuras del patógeno que facilitan su
identificación, pero suelen ser problemas complejos, y frecuentemente se requiere el análisis en
laboratorio para confirmar el diagnóstico.
Los hongos más conocidos
relacionados con las enfermedades de
madera son Phomopsis (=Fusicoccum)
amygdali, que afecta al almendro y
melocotonero, Chondrosterum (=Stereum)
purpureum, basidiomiceto causante del mal
del plomo en frutales, sobre todo en los de
hueso, Eutypa lata y Valsa cincta, que
pueden dar lugar a apoplejía de frutales,
sobre todo en albaricoquero, y Neonectria Figura 7. a) Chancro en manzano por Neonectria; b)
(=Nectria) galligena, causante del chancro chancro con exudación de goma por Valsa
europeo de manzano y peral.
Ph. amygdali es un deuteromiceto que produce picnidios debajo de la epidermis. La
infección se produce con temperaturas suaves (12-15ºC) y lluvias, en otoño por heridas de
abscisión de las hojas, y en primavera por las yemas. Los síntomas típicos son chancros
marrones ovalados y deprimidos alrededor de yemas, que provocan una desecación progresiva
de yemas, brotes y flores durante la brotación (Figura 8). Muy agresiva en algunas variedades
de melocotonero y nectarina.
Ch. purpureum se desarrolla en el xilema de raíces, tronco y ramas principales, y produce
toxinas que alcanzan ramas y hojas jóvenes, que muestran los síntomas de hojas grisáceas como
plateadas que dan el nombre a la enfermedad. Con alta humedad pueden formar carpóforos con
basidiosporas que la dispersan por el aire, introduciéndose en nuevos hospedantes por las
heridas de poda.
En los últimos años, y en diferentes cultivos leñosos, están intensificándose problemas de
madera conocidos y están surgiendo otros nuevos, como varios hongos de la familia
Botryosphaeriaceae, que producen necrosis sectoriales de la madera con las mismas
consecuencias de desecación y muerte de brotes, ramas e incluso el tronco (Figura 91).

1
https://www.scienceopen.com/document/vid/112c0fad-0312-416e-a340-9972558c08a8;jsessionid=JvsJuVqaX1oU-KAWaTQCSuiV.slave:so-app2-prd?0

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Figura 8. Chancro y seca de rama Figura 9. Síntomas producidos por hongos de


en almendro por Fusicoccum madera en almendro. Gramaje et al., 21021.
(http://blog.crisolar.es/?p=1008)

Otros fitopatógenos que se incluyen en otros apartados del tema producen también
chancros similares, por ejemplo Monilinia, Venturia (moteados) y Phytophthora spp. (se trata
en las micosis del suelo).

1.7. Control de las micosis aéreas


Es recomendable adoptar una serie de medidas preventivas, consistentes en prácticas
culturales, algunas de utilidad general que se deben considerar incluso antes de comenzar el
cultivo (selección de variedades y patrones, utilización de materiales de propagación sanos,
desinfección de suelos, proporcionar fertilización y riego equilibrados para mantener un vigor
adecuado, etc.). Otras medidas son más específicas y dirigidas a los problemas concretos que
se presenten, como las prácticas de saneamiento, muy útiles para reducir las fuentes de inóculo,
como eliminar durante la poda frutos momificados o dañados, brotes o chupones con oídio,
ramas con chancros, arrancar plantas enteras muy afectadas, destruir o tratar adecuadamente la
madera de poda para evitar la formación de estructuras de resistencia, etc. Otras serían prácticas
para modificar el ambiente, sobre todo dirigidas a favorecer la aireación de la copa, de modo
que se reduzcan las condiciones favorables a los fitopatógenos de alta humedad, y evitar
encharcamientos. También es importante tener en cuenta prácticas de higiene general para
evitar la dispersión de estas enfermedades, como proteger heridas para evitar la penetración de
fitopatógenos, podar en tiempo seco, introducir los frutos en frío lo más pronto tras la
recolección, etc.
Como tratamientos preventivos de estas enfermedades son muy recomendables los que
se realizan a la caída de las hojas y en invierno, normalmente con derivados de cobre, dirigidos
a evitar la infección por las heridas de abscisión, la formación de estructuras de resistencia y a
reducir las fuentes de inóculo invernantes.
En caso de que aparezcan síntomas de alguna enfermedad o cuando se trate de
enfermedades endémicas en la zona, y siempre que las condiciones les sean muy favorables,
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habrá que intervenir con fungicidas autorizados para el cultivo y para la enfermedad concreta
de que se trate. Hay que tener también presentes los posibles riesgos por fitotoxicidad, puesto
que puede existir diferente sensibilidad de los cultivares a los productos fungicidas.
Para el control químico de la mayoría de micosis aéreas se dispone de materias activas
efectivas, exceptuando los problemas de madera. Pero no hay que olvidar que, dependiendo del
modo de acción del producto y del hongo al que vaya dirigido, es frecuente el desarrollo de
cepas resistentes, sobre todo si se ejerce una elevada presión selectiva (muchos tratamientos,
repetición de productos o de modos de acción). Por ello se recomienda que en la medida de lo
posible se utilicen productos de contacto, que sólo tienen actividad protectiva, y que se reserven
los sistémicos o penetrantes para actuar en momentos en que la enfermedad pueda afectar
gravemente al cultivo; y en este caso siempre alternar o mezclar productos con diferente modo
de acción. Recordemos que el azufre tiene actividad sobre todo antioídio y los derivados de
cobre son fungicidas más generales.
Sólo hay un producto biológico autorizado para control de micosis aéreas de frutales,
Bacillus subtilis cepa QST 713 (Serenade Max) para control de Monilinia y moteados, también
para bacteriosis.

2. ENFERMEDADES POR HONGOS DEL SUELO

2.1. Introducción
Se tratan en este apartado diferentes patologías asociadas al suelo. Las causan hongos y
oomicetos diversos, la mayoría polífagos, capaces de sobrevivir en el suelo de modos variados
(como saprofitos, formando estructuras de conservación, en restos de cultivo, en raíces de
plantas diversas, etc.), que se dispersan a corta distancia con el movimiento de las partículas de
suelo, por aperos, agua de riego, maquinaria, viento, etc. En los cultivos suelen aparecer en
focos que se van extendiendo por rodales.
Afectan sobre todo a órganos vegetales subterráneos, en contacto o cercanos al suelo,
raíces, cuello, base del tronco, etc. La principal consecuencia es que queda reducida la
capacidad de la planta para absorber agua y nutrientes. Como las zonas afectadas inicialmente
no son visibles, cuando aparecen los síntomas en la parte aérea suele estar bastante avanzada la
infección, lo cual complica su control. Los síntomas aéreos incluyen marchitez y pérdida del
color verde en hojas, acompañados de pérdida de vigor y decaimiento progresivo que puede
llevar a la muerte de parte o toda la planta afectada; son síntomas inespecíficos, se pueden
confundir los de diferentes afecciones del suelo (raíces, cuello, vasculares, nematodos), pero
también con otros problemas (deficiencias nutritivas, desequilibrios hídricos o asfixia radical,
estrés ambiental, etc.). A veces, los síntomas en los órganos afectados proporcionan claves para
identificar al agente causante, por ejemplo las placas blancas en abanico debajo de la corteza
de Armillaria, pero en general se necesita un análisis de laboratorio para confirmar el
diagnóstico. Se conocen algunos métodos para detectar y cuantificar el inóculo de algunos de
estos fitopatógenos en los suelos, pero suelen ser complejos y de realización costosa.

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2.2. Afecciones de raíces y cuello


Tratamos aquí podredumbres o necrosis amplias que afectan principalmente a raíces y
partes bajas de las plantas, que suelen ocasionar problemas localizados. Primero estudiaremos
a Phytophthora, un género con numerosas especies fitopatógenas, la mayoría polífagas. Luego
resumiremos dos patologías similares a las anteriores, producidas en frutales por dos hongos
también polífagos, Armillaria y Rosellinia.

2.2.1. Phytophthora spp.


Aspectos generales
El género Phytophthora se clasifica en los oomicetos (orden Peronosporales y familia
Pythiaceae). Incluye a patógenos muy destructivos, con varias especies responsables de
enormes pérdidas agrícolas y forestales a nivel mundial, la mayoría tiene un amplio rango de
hospedantes.
Su desarrollo se relaciona con un exceso de humedad en los suelos, por ello son más
frecuentes en zonas o épocas lluviosas y en plantaciones en suelos que se encharcan fácilmente,
pesados o mal drenados.
En épocas o situaciones desfavorables (sequía, ausencia de hospedantes), sobreviven
mediante la formación de oosporas (reproducción sexual) y/o clamidosporas en los tejidos
infectados. La presencia de agua libre en el suelo induce la activación de esas estructuras de
supervivencia, que germinan y producen esporangios y zoosporas. Las zoosporas pueden
recorrer cortas distancias en el agua del suelo, son atraídas por exudados de raíces, e inician
nuevas infecciones, penetrando directamente en las raicillas o a través de heridas en raíces más
gruesas.

Mal del cuello en frutales


Varias especies, como Ph. cactorum, P. cinnamomi, P. cryptogea, son capaces de infectar
las raíces de frutales, en cualquier etapa de desarrollo. Destruyen tejidos corticales de raíces,
pudriéndolas, y progresan hacia el cuello del árbol donde dan lugar a chancros marrones que
suelen exudar goma (Figura 10. a y b). La corteza de las zonas afectadas toma un color pardo
oscuro, se disgrega y desprende fácilmente. En árboles jóvenes, las lesiones pueden anillar
rápidamente el tronco, y el árbol puede morir en pocos meses. En árboles adultos se frena su
desarrollo, brotan con dificultad, con hojas pálidas, se defolian prematuramente al final del
verano (Figura 10. c), etc. Como consecuencia disminuye la producción, los frutos son más
pequeños y no maduran bien, y el árbol puede morir, sobre todo tras un periodo de sequía. Si
la muerte se produce repentinamente se habla de apoplejía. Ocasionalmente las lesiones pueden
llegar más arriba en el tronco o alcanzar ramas bajas.
Los daños se producen tanto en vivero como en plantaciones establecidas. Cuando ocurre
en viveros, si los plantones infectados se mantienen en óptimas condiciones, puede que no
muestren síntomas aéreos, pero tras el trasplante su desarrollo será escaso y es frecuente que
mueran, ya que tienen muchas raíces muertas y pocas raíces alimenticias.
La gravedad está determinada por la humedad del suelo y varía según la susceptibilidad
de los hospedantes.

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Figura 10. Síntomas de Phytophtora spp. en frutales. a) Podredumbre de raíces y cuello en manzano
joven. b) Manzano con chancro en el cuello. c) Decaimiento y decoloración prematura en manzano.

2.2.2. Podredumbres por Armillaria y Rosellinia


Además de Phytophthora spp., los frutales pueden sufrir el ataque de otros patógenos de
raíces, especialmente de Armillaria y Rosellinia. Ambos presentan un rango de hospedantes
amplio que incluye muchas especies con interés forestal y agronómico. En frutales los
problemas más graves se asocian a nuevas plantaciones que se establecen en suelos antes
ocupados por masas forestales o cultivos frutales afectados. El riego localizado, el cultivo
intensivo y la materia orgánica les son favorables. Cuando aparecen son muy difíciles de
controlar.
Infectan las raíces y avanzan hacia la base del tronco, derivando en podredumbre en el
cuello de la planta. Generalmente la enfermedad evoluciona lentamente, apreciándose año tras
año una reducción en el crecimiento y cosecha; el árbol muere cuando las raíces están muy
deterioradas. En la parte aérea del árbol, los síntomas no permiten distinguir si el causante es
Armillaria o Rosellinia.
Armillaria mellea es un basidiomiceto (Clase Agaricomycetes y Orden Agaricales) que
causa la denominada podredumbre blanca o mal blanco de raíces. Un síntoma característico
es la presencia, bajo la corteza de las raíces o cuello infectado, de placas densas blancas
formadas por masas miceliares que se extienden en forma de abanico (Figura 11. a). También
se pueden ver rizomorfos, como cordones oscuros, en la corteza de las raíces o extendiéndose
por el suelo y dispersando la enfermedad a raíces de árboles próximos (Figura 11. b). En otoño,
la formación de carpóforos de A. mellea en la base de árboles muy afectados (Figura 11.c),
permite confirmar el diagnóstico.
Armillaria, además de la fase parásita, que coloniza raíces vivas y las destruye, pasa por
otra fase saprofita sobre las raíces muertas, persistiendo como micelio en los restos enterrados
en el suelo varios años; volverá a actuar como parásito cuando haya raíces de hospedantes
susceptibles.

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Figura 11. Armillaria mellea. a) Placas blancas debajo de la corteza. b) Rizomorfos sobre la raíz
principal. c) Setas de Armillaria producidas sobre restos de árbol muerto.

Rosellinia necatrix es un ascomiceto (clase Sordariomycetes, orden Xylariales) que


produce la podredumbre lanosa en numerosas plantas cultivadas. Los frutales son
susceptibles, especialmente almendro, manzano (Figura 12. a) y peral. La superficie de las
raíces infectadas se cubren de masas de micelio algodonosos blanco (Figura 12. b), que también
se forma bajo la corteza. Es común en suelos de zonas templadas y tropicales, y puede ser
especialmente dañina en condiciones mediterráneas, muy favorables para su desarrollo. Suele
ser considerado un patógeno oportunista que infecta plantas debilitadas por diferentes causas.
Existe diferencia en la susceptibilidad de los patrones.

Figura 12. Rosellinia necatrix. a) Manzanos casi muertos. b) Masa de micelio sobre las raíces.

2.3. Verticilosis
En frutales de hueso se dan casos aislados de afecciones por
Verticillium dahliae, que no suele afectar a los de pepita. Son más
susceptibles albaricoquero, almendro, cerezo (Figura 13) y
melocotonero. Los síntomas son los típicos de traqueomicosis,
asimétricos en el árbol, con marchitez y seca de hojas empezando
por la base de la rama, que puede defoliarse totalmente. Afecta
principalmente a árboles jóvenes, por lo que los daños pueden ser
muy importantes en viveros, donde además hay que tener en
cuenta que el material vegetal podría dispersar el patógeno a
Figura 13. Cerezo con ramas
muertas por verticilosis.

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suelos no infestados. Los árboles adultos, mayores de 5-7 años, con el paso del tiempo pueden
recuperarse naturalmente.
Las fuentes del inóculo son los microesclerocios que se conservan varios años en el suelo.
Le favorece el exceso de agua, el exceso de N y la falta de K.

2.4. Control
Una vez establecidos estos fitopatógenos en un suelo es difícil su control, pues los medios
disponibles son escasos y no totalmente eficaces. Por ello es primordial tomar medidas
preventivas, con la finalidad de evitar la introducción en los suelos que se quieran destinar al
cultivo hortofrutícola, eliminar o reducir el inóculo si esos suelos ya están infestados, y
proporcionar condiciones desfavorables para el desarrollo de los fitopatógenos y favorables
para el cultivo.
Algunas medidas deben considerarse antes de implantar el cultivo, como evitar ubicarlo
en suelos con historial reciente de este tipo de enfermedades o que se encharquen fácilmente.
En suelos contaminados, se puede recurrir a la de desinfección química, pero hay que
tener en cuenta que no suele alcanzar una eficacia total y que puede contribuir a la degradación
microbiológica de los suelos. Otros tipos de desinfección menos agresiva serían practicables en
zonas limitadas del terreno, por ejemplo al detectar los primeros focos, pero suponen costes
muy altos el aplicarlos a todo el suelo. Para reducir el inóculo puede mantenerse el suelo sin
cultivo, o mejor con especies herbáceas no hospedantes, durante varios años.
Usar material vegetal de multiplicación sano, de origen fiable.
Es fundamental la elección del patrón, ya que pueden mostrar diferente susceptibilidad a
varios patógenos. Se deben utilizar patrones tolerantes o resistentes si se dispone de ellos, sobre
todo en zonas con riesgo. Por ejemplo, Prunus cerasifera es tolerante a Armillaria, Rosellinia
y algunos nematodos, mientras que los francos de melocotonero y sus híbridos con almendro
son muy susceptibles a Armillaria y Rosellinia.
Programa equilibrado de riego y fertilización, así las plantas son más tolerantes a los
fitopatógenos, compensando en parte el estrés causado por su ataque (regeneración de raíces
alimenticias,…). La gestión adecuada del agua, evitando la humedad alta prolongada en el
suelo, es fundamental para procurar condiciones adversas para el crecimiento y/o dispersión de
estos patógenos.
En cultivos establecidos, si se observan síntomas avanzados, mejor eliminar los árboles
enfermos, procurando retirar todas las raíces. Si no están muy afectados, se puede descalzar el
cuello y las raíces principales para airear las zonas dañadas, lo que limita la expansión del
patógeno, y también se pueden sanear, retirando los tejidos afectados, y cubriendo la herida de
corte con mástic cicatrizante y fungicida adecuado; por ejemplo, si son lesiones producidas por
Phytophthora, se recomienda tratar con productos antioomicetos (también llamados
antificomicetos).
Evitar producir heridas en raíces con las labores de cultivo.
Para enfermedades vasculares o las podredumbres radiculares de frutales, no se dispone
de fungicidas comerciales o no son suficientemente eficaces para controlarlas una vez
detectadas.

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3. NEMATODOS
Aspectos generales
Varias especies de nematodos pueden desarrollarse en las raíces de frutales y hortícolas
y afectarlas, de modo que no realizan bien su función de absorción de agua y nutrientes, dando
lugar a un retraso de la entrada en producción, a acortar la vida útil, incluso a la muerte del
árbol. Además de esos daños directos, facilitan la entrada en las raíces de otros fitopatógenos
secundarios, sobre todo hongos y bacterias, que contribuyen a incrementar los daños. Y algunas
especies concretas pueden actuar como vectores de virosis.
Los síntomas que se observan en la parte aérea de las plantas infectadas son inespecíficos,
similares a los producidos por falta de agua o carencias nutritivas: pérdida de turgencia y
pérdida del color verde vivo del follaje, que derivan en un retraso en el crecimiento, defoliación
de ramas terminales y reducción de la cantidad y calidad de los frutos. Se pueden confundir con
los causados por otras patologías de suelo, factores ambientales, etc.
En la parcela, generalmente se empiezan viendo plantas afectadas aisladas, extendiéndose
en forma de rodales o en líneas. Para obtener un diagnóstico claro en general se requiere la
intervención de personal especializado. La gravedad de los daños depende del nivel que
alcancen sus poblaciones.
La humedad del suelo es uno de los principales factores que influyen en sus poblaciones,
siendo óptima una película delgada rodeando las partículas de suelo.
En frutales las afecciones por nematodos son más graves en los primeros años de vida,
pudiendo causarles la muerte, siendo un importante problema en replantaciones. En
plantaciones adultas y con buen desarrollo, los árboles afectados pueden tolerar el daño,
regenerando las raíces alimenticias que se van perdiendo. El daño es mayor en frutales que
sufren estrés hídrico.
Se han citado varias especies de nematodos parasitando a frutales, pero los más
importantes, por su mayor frecuencia y por los daños ocasionados son los formadores de agallas
(Meloidogyne spp.) y los nematodos lesionadores (Pratylenchus spp.). Algunas especies, como
Xiphinema index, tienen también interés por actuar como vectores de transmisión de virus en
plantas leñosas. Meloidogyne será tratado en el tema de Hortícolas.

3.1. Nematodos de las lesiones (Pratylenchus spp.)


Son endoparásitos migratorios, con aspecto vermiforme, y móviles en todos sus estados
de desarrollo. Se introducen en las raíces y se desplazan por su interior, dañando células y
produciendo lesiones alargadas pardas o necróticas (Figura 14). Sobre todo dañan raíces
absorbentes, a las que pueden provocar la muerte. En patrones de frutales de pepita las lesiones
no son muy aparentes.
Las especies más importantes en frutales de pepita y hueso son P. penetrans y P. vulnus.
P. vulnus está adaptada a climas más cálidos, siendo la especie más frecuente en España, se
asocia a problemas en replantaciones en el sur y este. En condiciones favorables P. vulnus
completa su ciclo de vida en menos de 2 meses. Su temperatura óptima se encuentra entre 24 y
28° C. Menos frecuente es P. penetrans, adaptada a hábitats más fríos.
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En huertos en producción, los daños por Pratylenchus se manifiestan si el desarrollo de


las raíces está frenado por otras causas, como fitotoxicidad por herbicidas, mala preparación
del terreno, etc.

Figura 14. Pratylenchus. a) Raíces con lesiones necrosadas. b) Nematodo en el interior de una raíz, se
señala el estilete.

3.2. Control de nematodos


Como medidas preventivas se recomiendan las mismas descritas para enfermedades
fúngicas del suelo: asegurarse de que los plantones están sanos y el terreno libre de nematodos
fitoparásitos al realizar nuevas plantaciones, programa equilibrado de riego y fertilización, etc.
Los patrones de frutales pueden comportarse de manera diferente frente a nematodos. Por
ejemplo, en frutales de hueso los ciruelos Mariana 2624 y Myrobolan 29C, el albaricoque Royal
y el cerezo Sand son tolerantes a Pratylenchus. Y los melocotoneros Nemaguard, Nemared,
Barrier y Cadaman, los híbridos de melocotonero x almendro Hansen 2168 y Hansen 536, los
ciruelos Marianna 2624 y Myrobalan 29C, son tolerantes a Meloidogyne.
En replantación en suelos en que hubo problemas, se deben retirar todas las raíces y dejar
el terreno en barbecho, al menos dos años. Se podría recurrir a una desinfección total del terreno,
pero no suele alcanzar una eficacia total.
En plantaciones en producción, si se constata un fuerte ataque de nematodos, se puede
aplicar algún nematicida autorizado, de forma localizada, cerca de las raíces. No se consigue
recuperar los árboles, pero se pueden reducir los efectos del ataque.

4. BACTERIOSIS
Aspectos generales
La mayoría de bacterias fitopatógenas son Gram-negativas, aerobias estrictas y tienen
forma de bacilo con uno o varios flagelos polares. Suelen ser saprofitos facultativos, se
desarrollan y multiplican en las plantas pero también pueden hacerlo como epifitos y en restos
vegetales. Por ello, se pueden aislar y cultivar in vitro en medios habituales, donde forman
colonias blancas o amarillas. Algunas son parásitos obligados, como las bacterias fastidiosas,
limitadas al xilema o floema, por ejemplo Xylella fastidiosa, bacteria de cuarentena en la UE,
causante de numerosas enfermedades en América en plantas leñosas, como la enfermedad de

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Pierce en vid, la clorosis variegada de cítricos, el phony peach en melocotonero, etc.; se ha


detectado en 2013 en Italia afectando gravemente al olivo.
Las bacterias fitopatógenas afectan a diferentes hortícolas y frutales ocasionando
síntomas variados. En la parte aérea son frecuentes manchas en hojas o frutos, chancros,
marchitamiento y otros, muy parecidos los ocasionados por diferentes especies de bacterias, y
también se confunden fácilmente con los producidos por otras enfermedades, sobre todo
fúngicas. Para confirmar el diagnóstico es necesario realizar un aislamiento y análisis en
laboratorio cualificado.
Hay que tener en cuenta la existencia de subespecies y patovares en una misma especie
bacteriana (similares a f. sp. en hongos), capaces de afectar a diferentes especies de plantas.
No disponen de mecanismos para perforar la epidermis, por lo que la penetración en los
tejidos vegetales ocurre por aberturas naturales, como estomas, hidatodos, lenticelas o
nectarios, o por heridas de diferente origen (poda, abscisión de hojas, roces, granizo, heladas,
etc.). En cualquier caso, es muy favorable la humedad elevada para su desarrollo y necesitan
agua libre sobre la superficie vegetal para infectarla.
La dispersión se produce a partir de exudados (contienen gran cantidad de bacterias)
formados en los tejidos infectados, transportados por agua (salpicaduras, lluvia, riego,...),
viento, insectos, labores de cultivo (poda, injerto, despuntado, recolección,…), contacto, etc. A
larga distancia suelen diseminarse con material vegetal de propagación infectado.
Las bacterias no producen formas resistentes, se conservan protegiéndose en conjunto
muchos individuos con una cubierta de polisacáridos, endurecida y mucilaginosa, en material
vegetal infectado, restos vegetales, suelo, agua, hospedantes alternativos, etc.
Las bacteriosis más importantes de los frutales están producidas por 4 géneros:
Pseudomonas. Con uno o varios flagelos polares. Forman colonias blancas o amarillas.
Xanthomonas. Con un solo flagelo polar. Colonias amarillas.
Erwinia. Flagelos peritricos. Colonias amarillas o blancas. Anaerobios facultativos
Agrobacterium. Flagelos laterales esparcidos. Colonias blancas, rara vez amarillas.

4.1. Chancro, necrosis o marchitez bacteriana de frutales


Pseudomonas syringae (P.s.) es una bacteria muy extendida, que afecta a la parte aérea
de frutales de hueso y pepita, hortícolas, ornamentales y forrajeras. Tiene numerosos patovares,
siendo muy común en frutales el pv. syringae, que es muy polífago, y también puede afectar a
hortícolas. Ocasionalmente puede aparecer el pv. persicae (melocotonero y nectarino) y el pv.
morsprunorum (ciruelo europeo).
En frutales (rosáceas, kiwi, mango, etc.) producen síntomas variados (Figura 15).
Chancros y necrosis de ramas y brotes, que pueden exudar goma. Necrosis y aborto de yemas
e inflorescencias. En hojas, manchas necróticas con halo que pueden dar lugar a cribado. Menos
frecuentemente, los frutos pueden mostrar lesiones similares. Afectan a árboles de todas las
edades.

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Figura 15. Síntomas producidos por P. syringae. a) Muerte de yema asociada a chancros en cerezo. b)
Muerte de inflorescencia en peral. c) Manchas en hoja en cerezo.

En general, P. syringae vive en plantas leñosas como epifita, en la superficie de órganos


aéreos (flores, hojas, ramas, tronco). Su población aumenta rápidamente en condiciones
favorables, siendo la lluvia el factor clave para que se den infecciones, que ocurren
normalmente en otoño e invierno, por las cicatrices de abscisión, heridas de poda, o lesiones de
otro tipo (rotura de ramas, granizo, etc.). El tejido infectado se va necrosando y da lugar al
síntoma más característico, el chancro alrededor de una herida, que suele observarse entre el
final de invierno y principios del verano (marzo a junio). Los chancros pueden seguir
desarrollándose durante varios años, y si anillan la rama, le producen la muerte. Si los chancros
son abundantes, pueden originar una marchitez progresiva del árbol o un desecamiento rápido
(apoplejía, más frecuente en albaricoquero). Ocasionalmente se dan infecciones secundarias de
flores y hojas desde los chancros. Las bacterias disminuyen su población en verano.
Las heladas favorecen los ataques de P. syringae debido a que producen lesiones que
facilitan la penetración. Además, las células de P syringae pv. syringae actúan como núcleos
de formación de hielo, que pueden incrementar los daños producidos por heladas suaves.
También juegan un papel importante la sensibilidad a las especies de Pseudomonas de las
distintas variedades cultivadas.
El periodo crítico, en que se recomiendan tratamientos en caso de problemas, es entre la
caída de la hoja y la brotación (octubre a marzo), sobre todo en periodos lluviosos y fríos.

4.2. Mancha bacteriana de los frutales de hueso


Enfermedad similar a la anterior, es la bacteriosis más grave de los frutales de hueso.
Producida por X. arboricola pv. pruni (X.a.p.), también conocida como X. campestris pv. pruni
o X. pruni. Considerada como fitopatógeno de cuarentena en Europa, fue detectada en 2002 en
España (cerezos en Extremadura), y han ido apareciendo focos en otras zonas de cultivo de
frutales (Comunidad Valenciana, Aragón, Cataluña, etc.).
Afecta sobre todo a melocotonero, albaricoquero y ciruelo japonés. También al cerezo,
almendro y Prunus ornamentales.
Los síntomas (Figura 16) son: manchas irregulares oscuras con halo claro en hojas,
primero húmedas, se necrosan y pueden evolucionar a cribado, más frecuentes cerca del nervio
principal y en los márgenes; chancros en la madera, menos frecuentes en España; necrosis de
yemas, seca de flores y brotes, etc. Los frutos son muy sensibles, muestran pequeñas manchas
que se hunden y suberizan, pueden exudar goma.

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Figura 16. Síntomas producidos por Xanthomonas pruni. a) Manchas en hoja de melocotonero. b)
Manchas en fruto de ciruelo.

Las pérdidas pueden llegar a ser importantes, si se dan fuertes defoliaciones los árboles
se debilitan y disminuyen su productividad, y los frutos afectados pierden su valor comercial.
Condiciones favorables: temperaturas relativamente cálidas (20 a 25 ºC) y hojas mojadas
más de 8 horas. Periodo crítico: 6 semanas tras la floración.

4.3. El fuego bacteriano de las rosáceas.


Es la enfermedad más grave de los frutales de pepita en el mundo. Se detectó en España
hace unos 20 años en manzanos de sidra en el País Vasco y desde entonces han ido apareciendo
focos y extendiéndose a otras zonas donde se cultivan especies susceptibles.
Erwinia amylovora es la bacteria causante del fuego bacteriano. Es un organismo de
cuarentena en la UE, sometido a leyes dirigidas a evitar su introducción y difusión. En España
existe un programa nacional para su erradicación y control, que establece las medidas a adoptar
si se detecta (http://www.magrama.gob.es/es/agricultura/temas/sanidad-vegetal/fuego-bacteriano/)
Afecta a rosáceas, tanto frutales de pepita (peral, manzano, níspero, membrillero, etc.),
como ornamentales (Cotoneaster, Pyracanta,…) y silvestres (espino albar, serbal,…).
Los primeros síntomas suelen observarse durante la floración, con marchitez y desecación
de flores, pequeños frutos o brotes jóvenes. Los órganos afectados se necrosan, tomando un
color negro en peral y rojizo o pardo en manzano y otros hospedantes. Los brotes se doblan
adquiriendo forma de cayado, sin desprenderse las hojas. La afección avanza en sentido
descendente, produciéndose chancros en ramas y tronco, con tejidos húmedos y estrías pardo-
rojizas debajo de la corteza. Si la humedad es alta se producen exudados blanquecinos o
amarillentos en los órganos afectados. El aspecto que toman los árboles afectados, como
quemados, da nombre a la enfermedad. El peral es el frutal más sensible, puede morir en menos
de un año (Figura 17).

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Figura 17. Síntomas de fuego bacteriano en peral

Los síntomas iniciales se podrían confundir con los producidos por otras bacteriosis, el
Janus o picabrotes del peral, otros daños por hongos o incluso con daños por herbicidas. Por
ello la confirmación del diagnóstico debe realizarla un laboratorio oficial.
Si hay inóculo en el huerto o zonas cercanas, y existen condiciones favorables, se inician
las infecciones primarias en primavera, a flores o a extremos de brotes en crecimiento. La
infección progresa hacia abajo, invadiendo otros órganos (pedúnculos florales, hojas y frutos,
ramas,…). Los exudados en los órganos afectados, que contienen millones de bacterias, son los
responsables de infecciones secundarias durante el periodo vegetativo. Al final de éste, las
bacterias instaladas en los chancros en la corteza pueden conservarse latentes durante el
invierno.
Las infecciones se producen a través de aberturas naturales, como nectarios y estomas, o
por heridas, que pueden ser producidas por las labores agrícolas como poda, aclareos,
recolección, y por causas meteorológicas como granizo o viento. Muy sensibles las flores.
Los factores climáticos favorables son las lluvias prolongadas, sobre todo si van
acompañadas de granizo y tormentas, y temperaturas entre 18 y 30 ºC.
La principal vía de dispersión a larga distancia es el material vegetal infectado (plantones,
yemas para injertos, plantas ornamentales). Tras introducirse en una zona, a distancia corta (en
el propio huerto o cerca) se dispersan sobre todo por insectos polinizadores, lluvia y viento, así
como por el propio agricultor al realizar las labores agrícolas.
Al ser un fitopatógeno de cuarentena se deben realizar inspecciones periódicas en los
huertos de peral, especialmente en primavera y verano, durante la floración y tras lluvias, y
vigilar la aparición de síntomas en otras especies de rosáceas. En tal caso se debe comunicar al
Servicio de Sanidad Vegetal correspondiente y se procederá al arranque y destrucción inmediata
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de plantas afectadas. En zonas donde se haya declarado oficialmente la presencia de la


enfermedad, deben eliminarse como mínimo las partes afectadas, cortando más de 40 cm por
debajo de las lesiones.
Se han diseñado varios modelos que consideran las condiciones climáticas y la fenología
de la planta hospedante para intentar predecir los momentos con riesgo de infección. Entre los
más utilizados en la actualidad, en USA y en varios países de Europa, están los denominados
Maryblyt (http://www.caf.wvu.edu/kearneysville/Maryblyt/index.html) y Cougarblight
(http://county.wsu.edu/chelan-douglas/agriculture/treefruit/Pages/Cougar_Blight_2010.aspx)
Existen diversos productos comerciales a nivel mundial basados en microorganismos
antagonistas de E. amilovora. Actualmente existe un formulado autorizado de Bacillus subtilis,
cepa QST 713 (Serenade max ®), y otro de Aureobasidium pullulans con autorización
excepcional, para su utilización en floración, periodo muy sensible al fuego bacteriano y a los
tratamientos cúpricos.
Otras recomendaciones concretas para esta bacteriosis son eliminar floraciones
secundarias y evitar la poda en verde, haciéndola durante la parada vegetativa invernal.

4.4. Tumores, Cáncer o Agallas de corona en plantas leñosas


Causado por Agrobacterium tumefaciens, también denominada Agrobacterium
radiobacter pv tumefaciens y A. tumefaciens biovar 1 y 2. Produce hipertrofia de tejidos en
cuello y raíces, que se manifiesta con abultamientos de tamaño variado, hasta 15 cm., a los que
se denomina agallas o tumores (crown gall en inglés) y que dificultan la circulación de savia
(Figura 18). Los síntomas aéreos son similares a los de otros problemas de suelo
El rango de hospedantes es amplio, sobre todo afecta a especies leñosas (frutales,
ornamentales, vid, etc.). Entre los frutales afecta más a los de hueso. Es un problema de árboles
jóvenes, los adultos suelen soportar el ataque. A tener en cuenta al realizar nuevas plantaciones,
ya que sobrevive en el suelo como saprofito durante varios años. Importante en viveros, ya que
no está permitida la comercialización de lotes con plantas afectadas.

Figura 18. Agallas por Agrobacterium en patrón de manzano.

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4.5. Xylella fastidiosa


Bacteria fastidiosa, limitada al xilema.
Muy polífaga, causante de diferentes enfermedades muy graves. Entre otras:
▪ Enfermedad de Pierce en la vid. Amarilleo, enrojecimiento y desecación hojas. Mal
agostamiento de sarmientos. Falta de brotación, brotación lenta. Muerte de la cepa.
▪ Clorosis variegada en cítricos. Clorosis y curvado de hojas. Enanismo de frutos con corteza
dura. Árbol improductivo en unos 3 años.
▪ Escaldado de la hoja en cultivos leñosos (frutales hueso y otros).

 Transmitida por cicadélidos y cercópidos.


 Enfermedad de cuarentena en Europa:
▪ Detectada en olivo en el sur de Italia a final de 2013,
provocando el desecamiento rápido del olivo, que mata
los árboles en poco tiempo.
▪ Detectada a finales de 2016 en Mallorca en diversas
especies vegetales leñosas. En 2017 en almendro en
varios focos en almendro. En 2018 en Almería en
ornamentales en un vivero y en Madrid en un olivo.
▪ Su expansión en España supone un riesgo alto para diversos cultivos tradicionales.

4.6. Control de bacteriosis


Resulta primordial evitar su introducción en zonas exentas. Importante utilizar materiales
sanos en la propagación de cultivos. En las bacterias de cuarentena (E.a., X.a.p.) se ha de
cumplir la legislación correspondiente. Por ejemplo, en las denominadas Zonas Protegidas
(ZP), libres de la enfermedad, es obligatorio: que el material vegetal de multiplicación posea
el Pasaporte Fitosanitario con el distintivo ZP, la comunicación a los Servicios Oficiales de
Sanidad Vegetal de la aparición de síntomas sospechosos, el arranque de plantas afectadas, etc.
Una vez introducida una bacteriosis en una zona es muy difícil su control. Se debe
procurar reducir su desarrollo, aplicando diferentes medidas culturales:
 Utilización en las nuevas plantaciones de variedades poco sensibles o resistentes,
especialmente en zonas con riesgo. Por ejemplo, las variedades de ciruelo europeo son
menos sensibles que las de ciruelo japonés a X.a.p.
 Prácticas agronómicas que eviten condiciones favorables para el desarrollo de la
enfermedad (humedad alta sobre todo), y promuevan un buen desarrollo del árbol: procurar

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una buena aireación de la vegetación, evitando un vigor excesivo, una adecuada


lignificación de los árboles, evitar la producción de heridas, poda en tiempo seco, etc.
 Medidas de saneamiento e higiene, para reducir el inóculo (eliminar plantas o ramas
afectadas) y evitar la dispersión con las labores de cultivo (desinfectar herramientas y
heridas de poda).
 Tratamientos químicos. Para las bacteriosis aéreas. Con productos cúpricos, puesto que
actualmente en la UE no existe ningún antibiótico autorizado como bactericida. El cobre
tiene acción preventiva, pueden resultar fitotóxico en floración, tiene baja persistencia y la
cantidad total de Cu aplicada por campaña no debe superar los 7 Kg/ha. Se puede aplicar
desde la caída de las hojas hasta la apertura de flores, siendo adecuado también como
tratamiento de otoño-invierno para varios problemas de hongos (abolladura, Fusicoccum,
Monilia, etc.).
 Control biológico. Además de los antagonistas indicados para el fuego bacteriano, existen
algunos otros para control de otras bacteriosis. Por ejemplo, en otros países se utilizan las
cepas de Agrobacterium radiobacter K84 y K1026 como antagonistas de A. tumefaciens.

5. VIROSIS
Se han descrito numerosos virus infectando a frutales, la mayoría asociados a la
transmisión por injerto, y en algunos casos también transmitidos por polen. Por ejemplo, en
frutales de hueso el virus de los anillos necróticos de los Prunus (Prunus necrotic ringspot
virus, PNRSV) o el virus del enanismo del ciruelo (Prune dwarf virus, PDV); y más polífagos,
el virus del mosaico del manzano (Apple mosaic virus, ApMV) o el virus de las manchas
foliares cloróticas del manzano (Apple chlorotic leaf spot virus, ACLSV), que produce la
denominada falsa sharka en frutos de ciruelo y la viruela en frutos de algunas variedades de
albaricoquero. Pero el que destaca es el virus de la Sharka.

5.1. Virus de la sharka o de la viruela de melocotonero


Es el Plum Pox Virus (PPV), un Potyvirus con partícula viral filamentosa y flexuosa de
764 x 20 nm, con una única molécula de ARN de cadena sencilla. En España se encuentra en
todas las zonas de cultivo comercial de frutales de hueso.
Es una de las enfermedades más importantes de los frutales de hueso. Existen varios
aislados del virus, que difieren en sintomatología, agresividad y capacidad de transmisión por
pulgones. En España predominan el tipo D (Dideron o común) y el tipo M (Marcus). Los
aislados D pueden afectar a todos los frutales de hueso, excepto al cerezo, y son muy graves en
variedades precoces de albaricoquero, ciruelo europeo y melocotonero. Los aislados M son más
agresivos, especialmente en melocotonero, nectarino, albaricoquero y ciruelos (europeo y
japonés). También son hospedantes distintos portainjertos y plantas ornamentales del género
Prunus.
El albaricoquero es el frutal que sufre mayores daños (Figura 19). En hojas presenta
pocos síntomas y tenues, como anillos y manchas cloróticas, que suelen desaparecer al
aumentar la temperatura al final de la primavera o verano. En los frutos los síntomas sí son
severos, manchas en anillo y deformaciones, pulpa acorchada que da mal sabor al fruto,

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haciéndolo inservible incluso para industrialización. En el endocarpio de los albaricoques


afectados se forman anillos característicos tipo “ojo de perdiz”.
En melocotonero (Figura 20) y nectarino aparecen manchas cloróticas en hojas, sobre
todo en las venas; en algunos cultivares el tipo M induce rotura del color rosa de pétalos y
manchas circulares; deforman los frutos. En ciruelos: manchas cloróticas en hojas, a veces en
anillo, que pueden evolucionar a manchas pardas y cribado; en los frutos, manchas y
deformaciones.
El PPV se dispersa a larga distancia con material vegetal de multiplicación infectado. Una
vez introducida la sharka en una zona, se transmite fácilmente por injerto y por pulgones de
forma no persistente, entre otros por A. gossipii, Aphis spiraecola y Myzus persicae.
Es un fitopatógeno de cuarentena en la UE, y en España existe normativa específica para
intentar erradicarlo. Entre otras medidas, es obligatorio el arranque de árboles y plantaciones si
se detecta el virus. El control es muy difícil. Los tratamientos anti pulgón son ineficaces para
reducir la dispersión natural de PPV.

Figura 19. Sharka en albaricoquero. a) Manchas en hoja. b) Frutos afectados, con manchas,
deformaciones y las características mancha en anillo en el hueso.

Figura 20. Sharka en melocotonero. a) Rotura de color en flores. b) Manchas en anillo en fruto.

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Tecnologías de la Producción Hortofrutícola y Ampliación de Cultivos Hortofrutícolas
Ampliación de Protección de Cultivos

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