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Resumen Segundo Parcial 2019 Filosofia
Resumen Segundo Parcial 2019 Filosofia
Hegel es un filósofo de la totalidad. Nos aporta la posibilidad de pensar por primera vez,
como es que llegamos a ser sujetos.
Hegel afirma que con la autoconciencia entramos en el reino propio de la verdad. Cuando
la conciencia se convierte en autoconciencia el “objeto” es idéntico al “sujeto” de
conocimiento: la autoconciencia es conciencia de sí mismo: el yo es el objeto del
yo. Esto justamente significa ser autoconsciente. La conciencia ahora, tiene como
autoconciencia, un doble objeto:
Cuando decimos que somos autoconscientes, queremos indicar que nuestra propia
conciencia es objeto de nuestro pensamiento.
El problema con el consumo del objeto es que cada vez que el sujeto incorpora,
devorándolo, su objeto de deseo, lo que consigue es una satisfacción pasajera. El ciclo se
repite infinitamente: deseo, consumo, deseo. Lo que la ACC descubre en este momento
es que la autoconciencia sólo alcanza su satisfacción en otra autoconciencia. Un objeto
que pueda negarse a sí mismo, y no ya que sea negado por el sujeto. No es aquí el
conocimiento lo primario, ni si quiera el autoconocimiento, sino el reconocimiento
social. Es a partir de la comunidad de reconocimiento intersubjetivo, como puede llegar a
constituir el sujeto autoconsciente. Si no hay sujeto sin reconocimiento, y si ese
reconocimiento es necesariamente intersubjetivo, entonces la sociedad se encuentra
en el corazón mismo del sujeto.
El “hacer del otro” consiste en tender a la muerte del otro, a su aniquilación; mientras que
el “hacer por uno mismo” implica arriesgar la vida. Intentar matar al otro y arriesgar la
propia vida son las dos acciones (acción doble) que estructuran la lucha a vida o muerte
que se entabla entre las ACC cuando cada una de ellas busca probarle a la otra su
independencia con respecto a la vida y busca ser comprendido como un ser racional. Sin
embargo, la muerte del otro significaría también la propia ruina, o por lo menos el fracaso
en la búsqueda de ser reconocido por otro sujeto como una ACC independiente, puesta
quienes están muertos ya no pueden reconocer a nadie. La lucha, por lo tanto, no tiene
como objetivo exactamente la muerte del otro, sino que ese otro se rinda por miedo a
morir, que prefiera la vida antes que la muerte y, con ello, la sumisión antes que la
libertad. Si esto sucede, quien vence, quien ha arriesgado su vida al punto de preferir
morir antes que verse sometido por el otro, se convierte en señor o amo, la
“conciencia independiente”, quien se ha aferrado a la vida poniendo en riesgo su libertad,
será siervo o esclavo, la “conciencia dependiente”.
El siervo le provee todos los objetos que necesita para consumir. El objeto que al principio
la ACC devoraba y aniquilaba, ahora es consumido por el señor a través del siervo, el
siervo es ahora quien niega al objeto al elaborarlo en su trabajo para el señor. Así, el
deseo con el que partimos se convierte, del lado del amo, en “goce” y por el lado del
siervo, el deseo es relegado. El siervo debe contener su deseo porque su trabajo, su
relación con el objeto, está al servicio del deseo del amo, no del suyo propio. Dice Hegel
que aquí se ha producido solamente un reconocimiento unilateral y desigual, pues la ACC
solo puede alcanzar su satisfacción en una ACC como ella. En este marco no puede
producirse entonces un reconocimiento mutuo.
El señor no será quien realice la independencia de la conciencia, sino que ésta se
desarrollará por vía del siervo, primero a través del temor experimentado ante la
inminencia de la muerte y luego a través de su trabajo, donde reconocerá su marca
personal en la obra producida y con ello su capacidad de negar el objeto, de dominar la
cosa, de ser señor sobre el mundo natural, no ya consumiendo los objetos sensibles, sino
transformándolos con su trabajo. El poder negador de la ACC se manifiesta claramente en
el trabajo, el trabajo es la transformación del mundo objetivo; una transformación puesta
al servicio del deseo. A diferencia del consumo, el trabajo no aniquila al objeto sino
que lo transforma. Mediante el trabajo el ser humano se vuelve real y el mundo, a su
vez se transforma en el mundo humano.
Habrá que esperar mucho todavía hasta que esa independencia del sujeto llegue a
realizarse efectivamente a través de una comunidad de pleno reconocimiento mutuo
igualitario (reconocidos todos como igualmente libres), esto es, para Hegel, el Estado
moderno.
Marx
Con la división del trabajo por un lado y la acumulación de capitales por otro, el trabajador
se vuelve cada vez más puramente dependiente del trabajo, y de un determinado trabajo,
muy unilateral y semejante al de una máquina. El trabajador se degrada al nivel de una
mercancía y de la mercancía más miserable, que la miseria del trabajador se encuentra en
proporción inversa a la fuera y el volumen de su producción; que el resultado necesario de
la competencia es la acumulación del capital en pocas manos y por ende, la restauración,
del monopolio; finalmente, que desaparece la diferencia entre el capitalista y el rentista,
como entre el agricultor y el trabajador de la manufactura y la entera sociedad debe
escindirse en la dos clases de los propietarios y los trabajadores, carentes de propiedad.
La economía política parte de la propiedad privada como un hecho elemental. No nos la
explica. No nos da información alguna sobre la causa de la separación entre trabajo y
capital, entre capital y tierra. Precisamente porque la economía política no concibe el
contexto en el que se despliega el movimiento.
El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías
produce, con cuanto mayor poder y volumen incrementa su producción. La
desvalorización del mundo del hombre crece en proporción directa a la valorización del
mundo de las cosas. El objeto que produce su trabajo, su producto, se enfrenta al trabajo
como un ser ajeno, como una fuerza independiente del productor. La apropiación del
objeto aparece a tal punto como alienación, que cuantos más objetos produce el
trabajador, tanto menos puede poseer y tanto más se encuentra sometido al dominio de
su producto, del capital. El trabajador pone su vida en el objeto, pero aquella ya no le
pertenece a él, sino al objeto.
¿En qué consiste la enajenación del trabajo? En que el trabajo es externo al trabajador, no
pertenece a su esencia, el trabajador no se afirma en su trabajo, sino que se niega, no se
siente bien, sino desdichado, no desarrolla ninguna energía física y espiritual libre, sino
que maltrata su ser físico y arruina su espíritu. Su trabajo no es voluntario, sino impuesto,
es un trabajo forzado. Por ello, no es la satisfacción de una necesidad, sino solo un medio
para satisfacer necesidades externas al trabajo.
Frederici retoma la filosofía marxista desde el punto de vista de no solo el hombre, sino
la mujer trabajadora. Repiensa el desarrollo del capitalismo desde un punto de vista
feminista.
Sostiene que la persecución de brujas, tanto en Europa como en el Nuevo Mundo, fue tan
importante para el desarrollo del capitalismo como la colonización y como la expropiación
del campesinado de sus tierras. Y que Marx nunca podría haber supuesto que el
capitalismo allanaba el camino hacia la liberación humana si hubiera mirado su historia
desde el punto de vista de las mujeres, porque, esta historia enseña que, aun cuando los
hombres alcanzaron un cierto grado formal de libertad, las mujeres siempre fueron
tratadas como seres socialmente inferiores, explotadas de un modo similar a formas de
esclavitud. “Mujeres” significa no solo una historia oculta que necesita hacerse visible, sino
una forma particular de explotación y, por lo tanto, una perspectiva especial desde la
cual reconsiderar la historia de las relaciones capitalistas.
Existe un acuerdo generalizado sobre el hecho de que la caza de brujas trato de destruir
el control que las mujeres ejercían sobre su función reproductiva y que sirvió para allanar
el camino al desarrollo de un régimen patriarcal más opresivo. Se sostiene también que la
caza de brujas estaba arraigada en las transformaciones sociales que acompañaron el
surgimiento del capitalismo. La relación entre la caza de brujas y el desarrollo
contemporáneo de una nueva división sexual del trabajo que confina a las mujeres al
trabajo reproductivo, es suficiente para demostrar que la persecución de las brujas, fue un
aspecto central de la acumulación y la formación del proletariado moderno. Trata de
demostrar que el capitalismo, en tanto sistema económico esta necesariamente vinculado
con el racismo y el sexismo.
Del mismo modo que los cercamientos expropiaron las tierras comunales al campesinado,
la caza de brujas expropio los cuerpos de las mujeres, los cuales fueron así “liberados” de
cualquier obstáculo que les impidiera funcionar como máquinas para producir mano de
obra. La amenaza de la hoguera erigió barreras formidables alrededor de los cuerpos de
las mujeres, mayores que las levantadas cuando las tierras comunes fueron cerradas. La
caza de brujas no trajo como consecuencia nuevas capacidades sexuales ni placeres
sublimados para las mujeres. Fue en cambio, el primer pasó de una larga marcha hacia el
“sexo limpio entre sabanas limpias” y la transformación de la actividad sexual
femenina en un trabajo al servicio de los hombres y la procreación.
Nietzsche
El filósofo moderno, está completamente convencido de que, desde todas partes, los ojos
del universo tienen telescópicamente puesta su mirada en sus obras y pensamientos.
Frente a esto Nietzsche sostiene que el intelecto solo ha sido añadido a los humanos como
un recurso de los seres más infelices, delicados y efímeros, para conservarlos un minuto
en la existencia. Sostiene que el conocimiento es un invento humano, de
conservación del intelecto. No pone el conocimiento en el nivel que lo piensan los
demás autores, sino que lo ubica más abajo. Lo ubica como lo relativo.
Propone al intelecto como medio de conservación del individuo, que desarrolla sus
fuerzas principales fingiendo, puesto que este es el medio merced al cual sobreviven los
individuos débiles y poco robustos, como aquellos a quienes les ha sido negado servirse,
en la lucha por la existencia, de cuernos o una afilada dentadura. En los hombres alcanza
su punto culminante este arte de fingir.
Entonces ¿De dónde proviene el impulso hacia la verdad? En un estado natural de las
cosas el individuo, utiliza el intelecto y la mayor parte de las veces solamente para fingir,
pero puesto que el hombre, tanto por necesidad como por hastío desea existir en sociedad
y gregariamente, precisa de un tratado de paz y de acuerdo con este, procura que,
desaparezca de su mundo el “todos contra todos”. Este tratado de paz conlleva algo que
promete ser el primer paso para la consecución de ese misterioso impulso hacia la verdad.
En este mismo momento se fija lo que a partir de entonces ha de ser verdad. El poder
legislativo del lenguaje proporciona también las primeras leyes de verdad pues aquí se
origina por primera vez el contraste entre verdad y mentira. Solamente mediante el olvido
puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de la verdad.
¿Qué es una palabra? La reproducción en sonidos de un impulso nervioso. Pero inferir
además a partir del impulso nervioso la existencia de una causa fuera de nosotros, es ya
el resultado de un uso falso e injustificado del principio de razón. Los diferentes lenguajes,
comparados unos con otros, ponen en evidencia que con las palabras jamás se llega a la
verdad ni a una expresión adecuada porque de ser así no habría tantos lenguajes. La
“cosa en sí” (la verdad pura sin consecuencias) es totalmente inalcanzable y no es
deseable en absoluto para el creador del lenguaje. Este se limita a designar las relaciones
de las cosas con respecto a los hombres y para esto apela a dos metáforas.
Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles, colores, y no
poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas que no corresponden en
absoluto a las esencias primitivas. En ningún caso hablamos de la esencia de las cosas.
El hombre intuitivo, como sujeto artísticamente creador, maneja sus armas, sus medios de
conservación de manera más potente y victoriosa que su adversario, el hombre racional.
Este puede configurar una cultura y establecer el dominio del arte sobre la vida, ese fingir,
esa inmediatez del engaño, lo acompañan en todas las manifestaciones de una vida de
esa especie. Mediante el fingir y el olvido el hombre intuitivo camina feliz y seguro de que
sus metáforas son la verdad a la que está impulsado. Mientras que el hombre guiado por
conceptos y abstracciones solamente conjura la desgracia mediante ellas, sin extraer de
esas abstracciones algún tipo de felicidad. El hombre mismo tiene una invencible
inclinación a dejarse engañar y está como hechizado por la felicidad.
Zaratustra:
Nietzsche hace referencia a tres transformaciones del espíritu: cómo el espíritu se
transforma en camello, el camello en león y, finalmente, el león en niño. El camello
representa el momento de la humanidad que sobreviene con el platonismo y que llega
hasta finales de la modernidad; su característica básica es la humildad, el sometimiento, el
saber soportar con paciencia las pesadas cargas, la carga de la moral del resentimiento
hacia la vida. El león representa al hombre como crítico, como nihilista activo que destruye
los valores establecidos, toda la cultura y quiere conquistar su libertad. Y el niño
representa al hombre que sabe de la inocencia del devenir y el olvido, representa un
nuevo comienzo, representa la voluntad de conquistar al mundo como su mundo, que
inventa valores, que toma la vida como juego, como afirmación, es el sí radical al mundo
dionisíaco. Es la metáfora del hombre del futuro.
El hombre al que hay que superar es el que se somete a los valores tradicionales, a la
“moral del rebaño”, a la moral basada en la creencia de una realidad trascendente que
fomenta el desprecio por la vida, la corporeidad y la diferencia entre las personas. El
superhombre sólo es posible cuando se prescinda absolutamente de la creencia en Dios,
cuando se realice hasta el final la “muerte de Dios”.
Heidegger
El autor sostiene que la metafísica como ciencia primera, se olvidó del ser (originario) y lo
reemplazo por un ente (derivado). La pregunta por ¿Qué es el ser? No puede ser
respondida por un ente cualquiera. Y postula como primer pregunta a ¿Quién pregunta
por el ser? Este interrogador, quien pregunta, somos cada uno de nosotros en cada caso,
un ente que entre otras cosas tiene la posibilidad de preguntar, que se denomina Dasein.
Heidegger en su trabajo va a analizar al ente que pregunta, al Dasein. El resultado de la
analítica es la explicitación de existenciales.
Todas las explicaciones que surgen de la analítica del Dasein se alcanzan mirando hacia su
estructura de existencia. Y como estos caracteres de ser del Dasein se determinan desde
la existencialidad, no desde la coseidad, no lo analizamos con categorías, si no lo
analizamos con los llamados existenciales.
El Dasein se diferencia con la idea de “sujeto” cartesiana ya que, el termino sujeto remite
a la permanencia, a la continuidad de la esencia, y el Dasein no es algo permanente, este
es posibilidad pura de cambio.
Ahora bien, estas determinaciones de ser del Dasein deben ser vistas y comprendidas a
priori sobre la base de la constitución de ser que nosotros llamamos el estar-en-el-mundo.
¿Qué significa estar-en? El estar en remite a una constitución de ser del Dasein y es un
existencial. Estar en quiere decir, residir, habitar, quedarse en, estar familiarizado con, no
significa estas colocado dentro del espacio universal, sino, estas siendo en el mundo, es
decir habitarlo. El mundo es algo en el que se juega la existencia, el Dasein se ocupa y se
preocupa por el mundo y sus entes, en habitar el mundo y en ser parte de él. El mundo lo
constituye, es constitutivo para él. Hay dos tipos de estar y relacionarse con los entes en
el mundo.
Habérselas con algo, producir, cultivar, contemplar, usar, son maneras de estar en y
tienen el modo de ser del ocuparse. Ocupamos entes que no son Dasein. Ocuparse en el
sentido de manipular, utilizar. Usamos a estos entes en función de nuestros objetivos, esta
es la relación originaria. Este ente que no es Dasein y que comparece en la ocupación el
útil. Lo que hace que un útil sea útil es su pragmaticidad, el hecho de que sirve para
algo. Cada útil tiene sentido en relación a otro útil y el conjunto de ellos en relación al
mundo. El útil es algo para, somos nosotros los que le damos sentido a ese útil junto a
otros. El modo de ser del útil es el estar a la mano.
El trato con el útil es ocupación, el trato con los otros Dasein es solicitud. Este ente ni
está ahí (como las cosas) ni es un ente a la mano (como el útil) sino que es tal como el
mismo Dasein que lo deja en libertad, existe y existe con él. Los “otros” no quiere decir
todos los demás fuera de mí y en contraste con el yo, los otros son, más bien, aquellos de
quienes uno mismo generalmente no se distingue, entre los cuales también se está. El
“con” tiene el modo de ser del Dasein, en virtud de este estar en el mundo determinado
por el “con”, el mundo es desde siempre el que yo comparto con los otros. El estar en es
un coestar con los otros. El coestar determina existencialmente al Dasein incluso cuando
no hay otro que esté fácilmente ahí y que sea percibido. Tan sólo en y para un coestar
puede faltar el otro. Solo un Dasein puede darse cuenta de la ausencia sabiendo lo que es
la presencia y solo para él, el estar solo también significa algo. De este ente no es posible
ocuparse, si no que es objeto de solicitud. Ser uno para otro. Solicitud en el sentido de
estar solicito, ocupado con el otro. Hay distintos modos de solicitud.
Por un lado los modos de la indiferencia, estar uno contra otra, prescindir los unos de
los otros, no interesarse por los otros, y este modo, al final caracteriza el convivir
cotidiano y de término medio.
Por otro lado sus modos positivos, que tiene dos posibilidades extremas. Puede quitarle
al otro el “cuidado”, y en el ocuparse tomar su lugar reemplazándolo. El otro es arrojado
de su sitio, para luego hacerse cargo de lo que constituía el objeto de su ocupación, no
reemplazo al otro si no a su ocupación. En este tipo de solicitud, el otro puede hacerse
dependiente y dominado. (Reemplazo sustitutivo dominante). Frente a ella está la
posibilidad de una solicitud que en vez de ocupar del otro, se anticipa a su poder ser, no
para quitarle el cuidado, sino para devolvérselo como tal. Esta solicitud, que
esencialmente atañe a la existencia del otro y no a una cosa de la que él se ocupe, ayuda
al otro a hacerse transparente en su cuidado y libre para él. (Anticipación anticipativo
liberadora). El convivir cotidiano se mueve entre los dos extremos de la solicitud
positiva.