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Introducción
“El desafío que debemos enfrentar quienes estamos comprometidos con la institución
escolar es combatir la discriminación desde el interior de la escuela; es aunar nuestros
esfuerzos para alfabetizar a todos los alumnos, para asegurar que todos tengan
oportunidades de apropiarse de la lectura y la escritura como herramientas esenciales
del progreso cognoscitivo y del crecimiento personal.” (Lerner, 2001)
Contenidos
La alfabetización inicial y las prácticas sociales de lectura y escritura: perspectiva
asumida en este espacio de formación. Las cuatro situaciones didácticas
fundamentales: focalización en el sistema de escritura y en el lenguaje escrito. El
ambiente alfabetizador: propósitos y condiciones didácticas.
La segunda cuestión nos interesa en tanto definición del objeto de enseñanza y sus
implicancias didácticas: la alfabetización inicial entendida como el proceso que
posibilita, de manera simultánea, la adquisición del sistema de escritura y la
comprensión del sentido del lenguaje escrito. Es en situaciones genuinas de uso de
la cultura escrita, en el trabajo con textos variados de circulación social, en la
resolución de situaciones cotidianas que ponen en juego la lectura y la escritura, que
se planifican y llevan a la práctica las propuestas que promueven la comprensión
progresiva por parte de las niñas y los niños de las características de nuestro sistema
de escritura. La reflexión sobre “cuántas, cuáles y en qué orden” (como solemos decir
para referirnos a las situaciones en las que nuestras alumnas y alumnos se enfrentan
al desafío de desentrañar “el mundo de las letras”) se plantea en el marco de
situaciones que le dan sentido. Desde esta perspectiva didáctica, se propone entonces
el desarrollo sistemático de situaciones de lectura y escritura en las cuales se
desarrolla una intervención sostenida del docente, fomentando la reflexión diferida
durante la interpretación y al momento de la producción escrita. Por lo tanto, como
decíamos, no se plantea enseñar las letras y sus sonidos por un lado e introducir
a niños y niñas en la cultura escrita por el otro. Se propone enseñar a leer y
escribir por sí mismos cuando el lenguaje se toma como objeto de reflexión
después de ponerlo en escena en el contexto de la práctica. En este punto, volvemos a
lo sostenido anteriormente, ya que este posicionamiento didáctico implica un
posicionamiento político porque ambas dimensiones están profundamente
imbricadas: garantizar el derecho de aprender a leer y escribir exige una propuesta
pedagógica que se haga cargo, desde el inicio de la alfabetización, de brindar
Para seguir pensando sobre este punto, las y los invitamos a compartir esta
conversación entre Alejandra Paione y Mariana Anastasio.
Disponible aquí
Les sugerimos detenerse en lo que señalan en relación con los siguientes temas:
- La contraposición que hacen de esta mirada con un enfoque que plantea desde un
primer momento el contacto con los textos, las situaciones genuinas de lectura y
escritura como marco en el cual las niñas y los niños descubren la relación entre
letras y sonidos.
“Cada una de estas situaciones fundamentales -que, como veremos luego, dan lugar
a múltiples y diversas situaciones concretas- ofrece a los niños oportunidades de
participar en diferentes prácticas y apropiarse de diferentes contenidos.
En las situaciones en las que los alumnos leen o escriben a través del maestro, los
contenidos se encarnan en los quehaceres del lector/escritor y focalizan de manera
privilegiada aspectos del lenguaje que se escribe. La lectura a través del maestro
permite a los niños acceder desde muy pequeños a conocer autores y géneros que
aún no podrían leer por sí mismos. La escritura a través del maestro les permite
participar en el proceso de producción de un texto, es decir, planificar lo que van a
escribir, tomar decisiones acerca de cómo organizar el escrito para que sea
comprendido o para producir un efecto deseado en el lector, revisar una y otra vez
lo producido…
En las situaciones en las que los niños leen o escriben por sí mismos, el foco está
puesto en el sistema de escritura. La escritura por sí mismos hace posible la
aparición en el aula de las ideas que los alumnos tienen sobre el sistema y la
discusión acerca de ellas entre los compañeros, al mismo tiempo que habilita
intervenciones docentes que pueden favorecer los avances en la apropiación
progresiva de la alfabeticidad del sistema. La lectura por sí mismos, en el marco de
determinadas condiciones didácticas, hace posible que los pequeños elaboren
estrategias lectoras a fin de construir un sentido para el texto. Estas estrategias
consisten, básicamente, en un interjuego entre efectuar anticipaciones y verificarlas
o rechazarlas tomando en cuenta ciertos indicios de lo escrito. Progresivamente, al
escribir por sí mismos, los niños podrán considerar tanto el lenguaje que se escribe
como el sistema de escritura y, al leer por sí mismos, podrán hacerlo con autonomía
creciente.” (Kaufman y Lerner, 2015)
De todo esto estamos hablando cuando decimos que el aula debe ser armada como
un ambiente alfabetizador. Este es un concepto que nos va a acompañar a lo largo
de todo el recorrido del curso y al que vamos a enriquecer a medida que trabajemos
en los distintos módulos.
“El mundo actual está atravesado por la lengua escrita y los niños viven rodeados
de escrituras. La escuela incorpora esta realidad y aprovecha todo lo que ya
conocen. Sin embargo, no todos los niños han tenido las mismas experiencias ni
tienen sobre el lenguaje escrito saberes semejantes. (...)
Este listado, lejos de clausurar el tema, abre muchas preguntas, que iremos abordando
en diferentes momentos de este trayecto de formación.
¿Qué propósito tiene que las escrituras estén producidas por docentes y no
por las niñas y los niños?
¿Por qué las letras de todos los carteles serán del mismo tamaño y no hay
fondos de diferentes colores?
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● Imagen 1
● Imagen 3
En este punto, nos parece importante destacar que las respuestas a estas preguntas
son decisiones didácticas. Retomemos lo planteado por la cita anterior: para que el
ambiente funcione como fuente de información para quienes no están alfabetizados
es imprescindible que haya escrituras seguras, es decir, producidas de manera
convencional, y que la tipografía (tanto el tipo de letra como el tamaño) facilite la
lectura. Esas escrituras, necesariamente, deben estar a cargo del docente. A su vez, si
lo que queremos es que las niñas y los niños interactúen con materiales escritos para
ir, progresivamente, desentrañando las características del sistema, las pistas que
queremos que usen para encontrar dónde dice lo que buscan o cuál es cuál de estos
carteles, deberán estar en las propias escrituras y no en otros elementos
identificatorios (como colores o ilustraciones).
Para quienes quieran abordar este contenido, les recomendamos algunas lecturas:
Castedo, M., Torres, M., Cuter, M. y Kuperman, C. (2015). Módulo n° 1 Biblioteca del
aula. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación. Disponible aquí
Cuter, M. E. y otros (2012). Una biblioteca en cada aula del primer ciclo. En: Prácticas
del Lenguaje - Material para docentes - Primer Ciclo. Buenos Aires:
IIPE-Unesco. Disponible aquí
Ahora bien, organizar el ambiente alfabetizador del aula resguardando las condiciones
didácticas anteriormente mencionadas no implica que las niñas y los niños se
apropien de la información disponible, es decir, que puedan recurrir a los carteles para
producir otras escrituras o los usen como ayuda para leer otros textos y progresen en
su adquisición del sistema. Para que todo esto suceda es imprescindible la
planificación y gestión docente ya que es él o ella quien promueve un asiduo
contacto con todos esos materiales escritos, a través de situaciones de lectura y
escritura cotidianas. En el marco de esas situaciones, problematiza, ofrece ayudas,
abre discusiones, diversifica propuestas e interviene de manera diferenciada según la
etapa de conceptualización del sistema de escritura en el que se encuentra cada niño y
niña. Este breve punteo final nos introduce en los temas que vamos a desarrollar en
los próximos módulos.
A modo de cierre
En este módulo, comenzamos planteando dos aspectos fundamentales desde
donde pensamos la alfabetización: uno de índole político-pedagógico y otro en
relación con el enfoque de enseñanza. A partir de esa definición, la propuesta
abordó el inicio del año escolar y las primeras actividades que se realizan para recibir
a las alumnas y los alumnos: el armado del ambiente alfabetizador y las condiciones
didácticas necesarias para que los carteles se transformen en verdaderas fuentes de
información. Volveremos a trabajar sobre estos conceptos a lo largo de todo el
curso.
Lerner, D. (10 de agosto de 2009). Más allá de las querellas: la escuela pública y el
derecho a aprender a leer y escribir [Conferencia en el Encuentro Inaugural].
Primera Cátedra Nacional de Alfabetización Inicial - Ministerio de Educación,
Ciencia y Tecnología de la Nación. Disponible en:
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL001750.pdf