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Como puede verse, la LPA, al igual que antes de ella lo hizo la LJ si
guiendo a un importante sector de nuestra doctrina, ha hecho suya la í es-
puesta del Derecho público contemporáneo al problem a capital de la or
ganización de una protección efectiva de los ciudadanos capaz de per
mitir a éstos imponer a la Administración la observancia de la Ley más
allá del ám bito concreto que cubre la técnica de los derechos subjetivos
típicos o prestacionales. De esta cuestión ya nos hemos ocupado con de
talle en otro lugar (vid., cap. XV), razón por la cual nos lim itarem os aho
ra a formular unas cuantas observaciones adicionales.
El apartado b) del artículo 23, LPA, hace referencia a los titulares de
derechos subjetivos que hemos denominado típicos o activos, rúbrica
bajo la cual se incluyen, como ya vimos, una serie de derechos, idénticos
en su estructura a los derechos subjetivos clásicos del Derecho privado,
que se concretan en pretensiones activas frente a la Administración en
orden a la consecución de prestaciones patrim oniales correlativas a otras
tantas obligaciones de ésta, cualquiera que sea su origen, contractual, ex-
tracontractual o legal, pretensiones de respeto a titularidades jurídico-
reales, pretensiones resultantes de situaciones jurídicas favorables crea
das por un acto de este carácter dictado por la propia Administración y
de obligado cumplimiento para ella y, finalmente, las pretensiones de
respeto a las situaciones de libertad individual formalmente definidas
como tales.
En todos estos casos la condición de interesado se sustenta por sí sola
en la titularidad del derecho subjetivo, que por ser tal y existir con an
terioridad a la iniciación m ism a del procedimiento de que se trate, com
porta una correlativa obligación (de respeto al menos) por parte de la Ad
ministración, que hace innecesaria la adopción por el particular de ini
ciativa alguna a estos efectos. La adquisición de la condición de intere
sado no depende, pues, en este supuesto, ni de la promoción del proce
dimiento por el titular del derecho, ni de su comparecencia moto proprio
en un procedimiento ya iniciado. H asta tal punto esto es así, que el
artículo 26, LPA, obliga expresamente a la Administración, desde el mo
mento mismo en que advierta su existencia, a llam arlos expresamente
al procedimiento, que no puede ser válidam ente tram itado y resuelto a
sus espaldas. Asi lo tiene declarado la jurisprudencia y así resulta tam
bién, de lo dispuesto en el artículo 91, LPA, que al regular el trámite de
vista y audiencia lo refiere genéricamente a todos los interesados, de lo
cual se desprende, supuesta la esencialidad del trámite, que la falta de
audiencia de los titulares de derechos subjetivos típicos, que son intere
sados ex lege, vicia de nulidad la eventual resolución final que sin contar
con ellos pueda dictarse, resolución que, adem ás, carecerá en todo caso
de eficacia respecto a los mismos en tanto no les sea notificada perso-
456 EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
naimente (art.. 79, LPA), en cuyo momento —y sólo entonces, hayan es
tado o no presentes en el procedimiento— y em pezarán a correr en su
perjuicio los plazos que la Ley concede para interponer los correspon
dientes recursos.