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CONTRATO
Relación recíproca y r e s p o n s a b l e
para c o m p a r t i r un r e c o r r i d o
de cambio
Dos tipos:
PARTIR DE UN MODELO
x/ C a d a ser humano tiene u n a infancia a sus espaldas, h a teni- del yo A d u l t o , capaz de evaluar objetivamente l a situación con-
do u n tiempo, más o menos lejano, en el que era u n niño y creta.
sabe reactivar aquellos pensamientos, aquellos sentimientos G a b e señalar que, en l a g r a n mayoría de los casos, tampoco
y aquellos comportamientos que se asocian a l a infancia. tenemos conciencia de estos pasos repentinos. S u r g e n de m a n e -
r a espontánea y se alternan én nuestra personalidad, con sus
Podemos poner algunos ejemplos. M a r c o , u n profesor, v a a t r a - emociones y con sus r e a c c i o n e s / E n t r e otras cosas, t a l y como
bajar en bicicleta. Presta atención a l a calle, a l a señalización y también se puede v e r en l a definición de B e r n e , las emociones,
a l tráfico de vehículos que lo rodean. M i d e cuidadosamente las sensaciones y los comportamientos de c a d a estado siempre
c a d a uno de sus gestos y evalúa las consecuencias: está en el son coherentes y distinguibles entre ellos. G u a n d o c a d a uno de
estado del yo Adulto. G u a n d o u n peatón u n poco distraído c r u - nosotros se encuentra en uno de los tres estados, pondrá en
z a s i n m i r a r , M a r c o se ve obligado a frenar en seco y, con d i f i - práctica actitudes precisas. Y , observando con atención, pode-
cultades, se contiene p a r a no decirle palabrotas a l inconsciente mos darnos cuenta cuál nos atraviesa en aquel momento, de-
transeúnte y d a u n puñetazo en el m a n i l l a r p a r a manifestar su pendiendo de l a reacción del contexto. Por ejemplo, cuando
desaprobación. E s el m i s m o gesto que su p a d r e habría hecho a l M a r c o se encuentra en el estado del yo P a d r e , realizará deter-
conducir en u n a situación parecida. M a r c o está en el estado del m i n a d a s acciones y gestos específicos que lo c a r a c t e r i z a n , hasta
yo Padre. G u a n d o llega frente a l a escuela, se d a cuenta de que el punto de poder casi preverlos.
l a c a m p a n i l l a h a sonado y de que los alumnos y a están en clase.
S i el director lo sorprendiese llegando tarde le echaría u n sono-
ro sermón. Entonces M a r c o se agita, las cosas se le caen de las DIAGRAMAS Y PRECISIONES
m a n o s , tropieza, empieza a sudar mientras corre a lo largo de
las escaleras. E x a c t a m e n t e de l a m i s m a m a n e r a que, varios E n este caso podemos i m a g i n a r a l individuo t a l y como se lo r e -
años antes, habría reaccionado frente a l a posibilidad de llegar presenta e n l a F i g u r a 1, es decir, desde el Diagrama estructural de
tarde a l a escuela cuando e r a u n a l u m n o . Se encuentra en el primer orden trazado por Berne. T o d a nuestra personalidad se pue-
estado del yo Niño. S i n embargo, cuando se encuentra a m i t a d de representar gráficamente como l a coexistencia de estos tres
de l a escalera, se a c u e r d a de que aquella mañana sus alumnos estados. L o s cuales son rigurosamente distintos, separados, no
entrarían más tarde a l a escuela porque estaban participando superponibles y a menudo entre ellds contradictorios. C a d a uno
en u n acontecimiento deportivo y se d a cuenta de que l a p r i m e - de ellos tiene características, funciones y respuestas propias.
r a h o r a l a tiene libre. N o solo no h a llegado tarde, si no que Además, l a elección de los términos es rigurosa. H a b l a n d o de
definitivamente h a llegado con antelación. Y , en cualquier caso, algo que concierne a l estado del yo Niño podríamos decir que
sería l a p r i m e r a vez, por lo que no h a y ningún motivo r e a l por es algo «de tipo infantil», y no simplemente «infantil». L o que
el que el director t u v i e r a que reprenderlo. H a vuelto a su estado puede parecer u n a minuciosa sutileza lingüística lleva consigo u n
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p • Comportamientos, pensamientos y emociones copiadas de a los del p a d r e o a los de l a m a d r e en ese determinado contexto:
1 los padres o de Las figuras paternas.' nos volvemos « c o m o ellos» y, por este motivo, nos encontramos
frente a u n r e a l estado del yo; en el otro se trata de u n a i n f l u e n -
cia, de u n a reacción modelada dependiendo de cuáles e r a n las
\O D E L YO ADULTO expectativas: se hace lo que ellos habrían querido que hiciéra-
A Comportamientos, pensamientos y emociones que son una
mos en aquella ocasión p e c u l i a r («soy l a persona que m i s p a -
j respuesta directa del aquí-y-del-ahora.
dres habrían querido que fuera»). D e l m i s m o modo, el Niño
puede ser «adaptado» o «natural». E l Niño adaptado se c o m -
p o r t a de acuerdo a lo que le habrían pedido l a m a d r e y el p a -
\O D E L YO N I Ñ O
N Comportamientos, pensamientos y emociones dre. L a u r a , frente á u n regalo que desea desde hace mucho
/ que se retoman dé la infancia.
tiempo, querría poder expresar toda su alegría incontenible. L e
gustaría saltar y gritar. Pero se contiene y d a las gracias, m i e n -
tras sujeta el regalo entre las manos, como si tuviese miedo de
Figura 1 que se lo pudiesen quitar. E n cambio, el Niño, n a t u r a l es el que
se manifiesta de m a n e r a espontánea e i n m e d i a t a , s i n control.
claro juicio de valor. Inmediatamente se percibe c ó m o diciendo
P a r a u n a supervivencia eficaz y correcta, es necesario que los
«es u n a reacción de tipo infantil» tiene u n valor m u y diferente
tres estados convivan y se manifiesten. E l Padre nos proporciona
del decir «es u n a reacción infantil». D e l mismo modo, h a y que
los instrumentos p a r a las adecuadas interacciones sociales y las
evitar términos como «maduro» e «inmaduro». Según los s u -
reglas p a r a u n a correcta convivencia, nos permite realizar las ac-
puestos filosóficos enumerados a l principio, en l a condición de
ciones «rutinarias», las que se hacen de esa determinada m a n e r a
igualdad que caracteriza a cada sujeto no existen personas «in-
porque «se h a c e n así y no valen explicaciones». Además nos
maduras». E x i s t e n personas que en u n determinado momento y
transmite aquellos instrumentos con los que u n día podremos ser,
en u n determinado contexto se pueden encontrar en el estado del
a nuestra vez, padres y madres, p a r a perpetuar l a especie h u -
yo Niño, el c u a l suplanta, temporalmente, a l estado del yo
m a n a . E l Niño nos regala l a 'creatividad, l a investigación desinte-
Adulto. D e l mismo modo, u n a persona que se encuentra en el
resada del placer, l a impulsividad, l a sinceridad. E l Adulto nos
estado del yo Adulto, con sus comportamientos bien organizados
permite afrontar las situaciones inmediatas, llevar a cabo las eva-
y objetivos y, por lo tanto, coloquialmente definible como « m a -
luaciones correctas p a r a afrontar el entorno en el que vivimos, y
duro», podría abandonarse, en ciertas ocasiones, a comporta-
actúa como mediador eficaz entre los otros dos estados.
mientos y a reacciones propias del estado del yo Niño.
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partes; el Niño tiene algo del ello, los impulsos más inmediatos y cada uno con su propio estado del yo
PADRE tP ) A A A ,
sinceros. A pesar de esto, B e r n e trata de resaltar u n a m a r c a d a
2
3 3 3
u n Diagrama estructural de segundo orden que, de hecho, r e t o m a el que podemos ignorarlos ( B ^ . A h o r a tratemos de entender mejor,
que y a hemos visto (el Diagrama estructural de primer orden) y proce- a qué corresponden estas «piezas».
de a darnos u n a estructuración más elaborada, como se mues-
t r a en l a F i g u r a 2.
B e r n e nos h a b l a de esta estructuración en numerosos textos, EL PADRE DE SEGUNDO ORDEN
por ejemplo en Análisis Transaccional en Psicoterapia: una psiquiatría
sistemática individual y social, escrito en 1961 y publicado en E s p a - L o que encontramos en este estado es el recuerdo de aquel con-
ña unos veinte años después. Esquemáticamente, ¿qué repre- junto de actitudes, reacciones, modos de hacer y de ser, senti-
senta? Nuestros primeros comportamientos, nuestras p r i m e r a s mientos y pensamientos que hemos hecho nuestros observándo-
experiencias se estructuran a p a r t i r de lo que se nos enseña y se los en las figuras de referencia que nos hemos encontrado delante
nos transmite. Estos contenidos que se «meditan» y se h a c e n en nuestro camino, desde nuestros padres biológicos hasta los
propios, p r o v o c a n reacciones y emociones, a menudo están profesores del instituto o hasta aquel viejo tío que siempre nos h a
acompañados por explicaciones sobre el por qué se nos h a n parecido bastante original, pero del que estamos convencidos de
transmitido. E l estado del yo P a d r e ( P ) encierra en sí todos haber aprendido realmente mucho. -Desde l a reflexión freudiana
aquellos comportamientos, aquellas emociones, aquellos senti- del superyó (por más que, como se h a mencionado anteriormen-
mientos que hemos « c o p i a d o » de nuestro padre, de nuestra m a - te, las dos triparticiones de F r e u d y de B e r n e sean comparables
dre, de las personas significativas p a r a nosotros. L a s cuales, a pero no superponibles), nos hemos acostumbrado a pensar en los
su vez, las habían retomado de personas significativas p a r a padres como en el origen de aquellas instrucciones que nos per-
ellos: c a d a u n a de las figuras que hemos llevado dentro de n o - miten saber c ó m o estar en el mundo, c ó m o movernos en él. D e -
sotros poseía a su vez sus propios estados del yo, con sus conte- tengámonos solo u n momento. Pensemos en u n a enseñanza r e -
nidos y sus implicaciones. currente que hemos recibido de ellos. Inmediatamente, también
E s aquí cuando en el P a d r e encuentran espacio todos estos nos encontraremos recordando l a presencia, los gestos y el tono.
contenidos ( P ) , las evaluaciones sobre l a r e a l i d a d que hemos
3 T a l y como se h a citado anteriormente, si observamos el esque-
escuchado ( A ) y las reacciones a los contenidos ( N ) . L a elabo-
3 3 m a , vemos a l Padre, a su vez, dividido en tres partes. Aquí P , 3
ración que hacemos de estos contenidos se v a cristalizando en llamado también «el Padre en el Padre», representa ese bagaje de
el A d u l t o ( A ) , el c u a l , como se observa, no está subdividido: allí
2 enseñanzas transmitidas de generación en generación, propio de
se encuentran todas las competencias que explotamos p a r a r e - u n a cultura e iguales en todos los individuos. E n cambio A 3 («el
solver u n problema. E n el estado del yo Niño ( N ) se a c u m u l a n
2 Adulto en el Padre») representa esas evaluaciones objetivas sobre
las fantasías sobre lo que podría o c u r r i r a l i g n o r a r estos conte- l a realidad y sobre el mundo que nos rodea que hemos aprendi-
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ríes, las emociones y los comportamientos que podemos haber a u n problema podría recordar u n consejo que he recibido de m i
aprendido del estado del yo Niño, precisamente de aquellas fi- padre. Entonces el yo Adulto puede proceder a evaluarlo y, en el
guras que a nuestra vez hemos interiorizado. Stewart y Joines caso en el que lo\e sensato, y fundado, en resumen,
nos ofrecen u n ejemplo clarificador: si m i m a d r e , de niña, h a «útil», aplicarlo y ponerlo en práctica. O a l contrario. V o l v a m o s
aprendido a reaccionar a determinadas ordenes enfurruñándo- a nuestro p r i m e r ejemplo. M a r c o está convencido de haber lle-
se y apelando a l sentido de culpa de los demás p a r a obtener lo gado tarde a l trabajo, precisamente él que es el que tendría que
que quería, y de adulta, dirigiéndose a mí, m u c h a s veces h a reprender a l que llega tarde. S u p r i m e r a reacción es l a del yo
recurrido a esta m i s m a reacción p a r a forzarme a obedecerla, Niño: de hecho, tiembla con l a idea de ser l l a m a d o ante el direc-
yo poseeré en m i estado del yo P a d r e l a idea de que puedo obli- tor por este descuido. Pero aquí interviene su yo Adulto. Evalúa
gar a otra persona a hacer lo que le pido recurriendo simple- l a reacción que está poniendo en práctica y se d a cuenta de que
mente a esta estratagema. D e hecho, c a d a uno de nosotros, en es inadecuada. N o tiene ningún motivo p a r a entrar en pánico.
el propio estado del yo P a d r e , no se l i m i t a a llevar consigo aque- Se h a adelantado, no h a llegado tarde. L a respuesta que el
llas figuras de referencia que le h a n guiado, sino también a sus yo Niño le h a sugerido se h a mostrado inapropiada a u n a e v a -
estados del yo P a d r e , del yo Adulto, y del yo Niño. G o m o si, luación más atenta. E n algunos casos, l a respuesta adecuada
dentro de su propio estado del yo P a d r e , existiesen m u c h a s fi- también puede ser de tipo emocional. A menudo, evaluamos
guras portadoras, a su vez, de sus propios y personales estados emociones como u n a respuesta no ponderada, superficial y poco
del yo, y de todo lo que a ellos está conectado. «racional» a u n problema dado. Y en cambio no. E l estado del
yo Adulto incluye pensamientos, evaluaciones, pero también
sentimientos y emociones. C a m i n a n d o por u n a acera, vemos a
ÉL ADULTO DE SEGUNDO ORDEN lo lejos a u n desconocido que corre h a c i a nosotros blandiendo
u n a r m a . L a reacción i n m e d i a t a es el miedo. N o h a y cálculos n i
M i r a n d o el esquema, nuestro Adulto está unido. Monolítico. Allí evaluaciones racionales del tipo. E l yo Adulto dejará que esta
se encuentra toda m i capacidad á&problem solving. A n a l i z o los i m - emoción sea l a respuesta y facilitará u n a h u i d a rápida.
pulsos que recibo y las situaciones en las que me encuentro. E s c u -
cho las emociones que el momento m e suscita y me regulo en
consecuencia. Evalúo l a realidad externa y soy capaz de elegir o EL NIÑO DE SEGUNDO ORDEN
de descartar los estímulos que me llegan de m i estado del yo P a -
dre o de m i estado del yo Niño. Precisamente p a r a esta actitud, T o d o lo que surge de los recuerdos y de las experiencias v i v i d a s
si queremos llamarlo de esta m a n e r a , el Adulto se presenta unido, durante l a i n f a n c i a se recopila bajo el estado del yo Niño. S i
comprometido a ejercer su sincera e inmediata evaluación sobre observamos el esquema anterior, también vemos que aquí h a y
el contexto real en el que, de vez en cuando, se encuentra. Frente u n a subdivisión entre Niño, A d u l t o y P a d r e ( N A p p P ) . ¿Por
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qué aquí l a subdivisión es única y en el P a d r e las subdivisiones soluciones «improvisadas», funcionales pero poco lógicas y
son múltiples? E n el P a d r e brillarían todas las figuras que h e - poco estructuradas. A m e d i d a que se aprenden nociones y con-
mos interiorizado a lo largo de nuestro c a m i n o , y c a d a u n a de ceptos, todo esto sé r e f i n a y se hace más complejo y eficaz. D e
ellas l l e v a consigo sus estados. D e ahí l a multiplicidad de P y3
aquí el término con el que B e r n e identifica a l A d u l t o en el Niño
A , N . E n cambio, en el Niño no existe u n a subdivisión múlti-
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(Aj), es decir, el «pequeño profesor»;
ple. C a d a niño tiene necesidades, fantasías y estrategias p a r a E n cambio, otras veces, u n niño parece regresar a u n a edad
atenderlas, tiene intuiciones sobre c ó m o resolver los problemas. anterior. J u g a n d o , u n niño de seis años intenta trepar a u n a
E s decir, también tiene- en sí los estados del yo A d u l t o y del yo p l a n t a , u n a r a m a se rompe, cae y se r a s p a u n a r o d i l l a . N o i n -
P a d r e , los cuales se estructuran y adquieren dificultades y cono- tervienen n i el P a d r e en el Niño («No tengo que h a c e r estos
cimientos a lo largo del tiempo. juegos, ¡o l a m a m á m e prohibirá salir!»), n i el A d u l t o en el Niño
Desde los primeros años, el niño descubre l a existencia de u n («He elegido u n a r a m a demasiado débil p a r a poder escalar»).
código de reglas, acordado y elaborado, que se tiene que respetar. E n lugar de eso, se a c u r r u c a en el suelo y l l o r a desesperadamen-
Todavía no tiene las competencias n i el bagaje de tales experien- te. G o m o si tuviese dos años, no seis. Y sigue haciéndolo hasta
cias p a r a poder evaluar (en modo Adulto) todo esto. Pero sabe que llega su m a d r e . U n o s años más tarde, intentando trepar de
que tiene que respetar las reglas, incluso cuando las cosas no son nuevo u n a p l a n t a , el niño podría sentir u n a sensación de males-
de su agrado. Por lo tanto, tiene que encontrar los incentivos, o tar y de dolor: p r i m e r o surgirá su Niño interior (que lo i m p u l s a
las amenazas, con los que «obligarse» a seguirlas. Pensemos en a divertirse así, t a l y como hacía unos años antes), después sur-
todas las veces que hemos oído a u n niño decir frases como «¡Ten- girá su N j y, con l a sola idea.de escalar, sentirá dolor y molestia.
go que arreglar m i habitación, de lo contrario l a m a m á se irá y O t r a vez, S t e w a r t y J o i n e s , en su obra divulgativa sobre el aná-
m e abandonará!» o «¡Si m e como todas las verduras, el papá m e lisis transaccional, c o m p a r a n esta condición con u n a m a t r i o s -
comprará u n juguete nuevo!» E n el llamado Padre en el Niño ( P ) k a . A l i g u a l que l a muñeca r u s a tiene en su interior muñecas
se cristalizan todas estas conclusiones que el niño extrae espontá- c a d a vez más pequeñas, de l a m i s m a m a n e r a nuestro estado del
neamente de los mensajes que el padre le transmite. B e r n e , p a r a yo Niño lleva dentro de sí los rastros y los recuerdos de los niños
subrayar l a receptividad de los más pequeños a estos mensajes, h a que hemos sido, c a d a vez más pequeños.
utilizado el término «electrodo», como si se t r a t a r a de u n con-
ductor que establece u n contacto eléctrico.
E n cambio, a veces, el niño se encuentra en l a condición de
ANALISIS FUNCIONALFEL YO NIÑO.
tener que resolver pequeños problemas. Y t r a t a de poner en
práctica simples estrategias que le p e r m i t a n hacerlo con éxito. L a estratificación que surge del Diagrama estructural de segundo
Visiblemente, su complejidad estará estrechamente v i n c u l a d a a orden podría responder a l a p r e g u n t a « ¿ Q u é h a y en nuestros
l a edad y a su bagaje de experiencias. A l inicio se tratará de estados del yo? ¿ Q u é contienen?». A h o r a nos queda entender
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A su vez, dNiño adaptado puede ser positivo o negativo. E x i s t e n h a conseguido. Se h a ido a su habitación y h a l a n z a d o contra l a
situaciones que decido afrontar sin hacerme preguntas, simple- p a r e d su juguete preferido. Y se h a sentido mejor. A h o r a es
mente volviendo a poner enjuego esquemas de cuando era niño adulto. E n l a escuela h a tenido u n m a l día. E n ese momento le
y aceptaba atenerme a las reglas que me habían impuesto, me habría gustado gritarle a uno de sus alumnos que dejara de
gustasen o no. M i Niño adaptado vuelve a l a escena. Estoy en l a comportarse como u n maleducado, decirle todo (negativo) lo
oficina, necesito algo con urgencia. Q u e tal vez es mío y simple- que pensaba de él en aquel momento. Pero p a r a evitar proble-
mente se lo he prestado 3. u n compañero, el cual no parece tener j m a s se h a adaptado y lo h a evitado. S i n embargo, a l final del
j l a intención de devolvérmelo. V o y h a c i a él y le pido, por favor, día se h a ido a l gimnasio y h a chutado contra l a p a r e d l a p r i m e -
que me lo pase. Porque mis padres me h a n enseñado que es de r a pelota que se le h a puesto a'tiro. H a dejado espacio a l Niño
buena educación hacerlo, y que esto me permite obtener con más libre positivo de su estado del yo Niño. N o h a seguido l a i m p o s i -
facilidad lo que quiero. N o gasto energías mentales en u n elabo- I ción p a t e r n a según l a c u a l ciertos gestos de r a b i a se tienen que
rado cálculo sobre los pros y los contras del tema, haciendo inter- \r por b u e n a educación. H a sido libre y esto le h a permitido
venir a m i yo Adulto.- Dejo que lo haga todo el Niño adaptado posi- desahogar l a r a b i a . S i n por ello golpear a quien lo h a p r o v o c a -
tivo en m i estado del yo Niño. G u a n d o era pequeño, a l no \ d o . N o se lo h a guardado dentro, con efectos dañinos.
conseguir algo que quería, respondía de malas maneras y daba l a E n cambio, el Niño libre negativo en el estado del yo Niño es el
m u r g a . Así, m i m a d r e y m i padre me dedicaban su atención. que d a rienda suelta a impulsos incontrolables, sin tener en cuen-
A h o r a soy u n a persona que h a crecido definitivamente. N o obs- ta eljcontec^y l a s j x x ^ ^ T o m a r por l a fuerza algo que
tante, a veces me encuentro dando l a murga. Q u i e r o algo y si no ' se desea, ignorando que alguien l a está utilizando o ignorar el
lo consigo « m e pongo de morros». F u n c i o n a b a cuando era niño, hecho de que no nos pertenece, sin duda puede darnos u n a m o -
\o que ahora también tiene que funcionar. Aquí estoy en l a mentánea satisfacción. M u c h o más que someterse a l ceremonial
X condición del Niño adaptado negativo en m i estado del yo Niño. de l a petición cortés y educada o renunciar. Pero, claramente, es
E l m i s m o discurso sirve p a r a el Niño libre (o natural), que pue- u n comportamiento que definiríamos como « n o bueno»,
de ser positivo o negativo (o incluso, retomando u n concepto
i n i c i a l , « b u e n o » o « n o bueno»). A menudo ocurre que no segui-
mos las reglas, no nos adaptamos a las peticiones de las figuras ^ Y E L Í y ^ PADRE
paternas y de las figuras que p a r a nosotros son significativas,
porque hemos considerado que p a r a nosotros e r a mejor así. S e - A l igual que en el análisis estructural, el Adulto no está divido en
guimos siempre con el ejemplo de M a r c o . Nuestro M a r c o sabe diferentes declinaciones. E n su respuesta a l «aquí» y a l «ahora»,
m u y bien que, a veces, es mejor ponerle «al m a l tiempo b u e n a expresa todas sus funciones y sus potenciales. E n cambio, a l i g u a l
cara». Sus padres le h a n enseñado que, en algunos casos, es que el Niño, es el Padre el que puede subdividirse en dos partes:
mejor callarse que desahogar el m a l humor. Pero a veces no lo el Padre normativo y el Padre afectivo. L a s figuras a las que nos hemos
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referido se dirigen a nosotros con u n a serie de órdenes e instruc- conocimientos correctos, y también tiene l a firme intención de
ciones, a las cuales era necesario obedecer. O se dedicaban a rechazar l a hipótesis de que de los alumnos pueda venir algo
nosotros y nos sumergían con atenciones tras atenciones. Nos d a - bueno. E n él vive el padre irascible o u n profesor que cuando era
b a n normas, pero también afecto. G o m o en el caso del Niño, las niño lo acusaba de no estar n u n c a a l a altura.
dos declinaciones del padre pueden dividirse en positivas o nega- Entonces, el Padre afectivo negativo es el que quiere cuidar a los
tivas, aunque no todos los psicólogos pertenecientes a l a escuela demás, pero desde u n a posición de c l a r a ventaja, rebajándolos.
del análisis transaccional estén de acuerdo con B e r n e y con su L a m a d r e que le a r r a n c a de las manos los deberes diciendo
división. D e todos modos, veamos de qué se trata. «¡Déjame ver, yo te los corrijo!», convencida de que el niño no
E l Padre normativo lleva consigo todas las normas, las leyes y es capaz, volverá a aparecer en el estado del yo P a d r e de este
las reglas que establecen c ó m o tenemos que comportarnos. P o - último, como Padre afectivo negativo, cuando se relacionará con u n
dríamos decir que nos proporciona las instrucciones p a r a estar compañero en dificultades y, en vez de declararse disponible
en el mundo y las sugerencias necesarias p a r a crecer. E n tal caso p a r a ayudarlo, exigirá ser él el que realice aquella t a r e a porque,
depende de nosotros, cuando razonamos como adultos, evaluar de todos modos, l a otra persona no sería capaz. O cuando se
este bagaje nos es siempre útil o si, a veces, podemos ignorar d i r i j a a sus propios hijos llenándoles de l l a m a d a s y de mensajes,
alguna de estas reglas. E l Padre normativo positivo en el estado del yo convencido de que no son capaces de arreglárselas solos. P o r el
Padre es l a persona que promueve el bienestar y el crecimiento contrario, el Padre afectivo positivo, tiene u n absoluto respeto por
j n d i v i d u a l de las personas con las que entra en contacto. Nuestro el que tiene delante: lo considera «bueno», lo considera u n i g u a l .
ejemplo habitual, M a r c o , en clase se esfuerza por ser constante- Se pone a disposición, se declara listo p a r a ayudar^ pero no
mente u n modelo p a r a sus alumnos. Por mantener siempre u n quiere perjudicar a nadie. L a m a d r e a y u d a a su hijo con los
comportamiento irreprochable y por darles consejos y órdenes deberes, pero deja que sea él el que los realice solo y, si tuviese
que s i r v a n p a r a protegerlos y p a r a mejorarlos. G u a n d o ve a u n que sacar u n a m a l a nota, se involucrará en entender dónde r e -
alumno f u m a r y le sugiere que lo deje, o cuando le sorprende side el p r o b l e m a , no se pondrá a gritar acusándolo de haber
copiando y trata de hacerle entender que no es l a m a n e r a correc- descuidado sus propios deberes.
t a con l a que afrontar los problemas, es como si fuese su padre el
que le sugiriese m i r a r con atención antes de cruzar. T a l vez sea
u n poco pedante, pero sin duda hace todo lo posible p a r a prote- LOS EGOGRAMAS
ger el bienestar de los que le rodean. E n cambio, el Padre normati-
vo negativo es su compañero que a l más mínimo error grita, despo- U n o de los alumnos de E r i c B e r n e , el psicólogo J a c k Dusay, h a
t r i c a e insulta: «¡No entiendes nada! ¡Te has equivocado por sugerido u n a m a n e r a de representar gráficamente l a relación e n -
enésima vez! ¡No sabes hacer nada!». S u visión es oscura y redu- tre estos elementos de los estados de nuestro yo y l a h a llamado
cida, y a que está convencido de ser el único capaz de poseer los «egogramas», que literalmente significaría, «dibujo del yo». T r a -
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zamos, sobre m i papel en blanco, u n a línea horizontal. A r r i b a l a parte superior, principalmente extensa porque estamos seguros
escribimos las partes de los diferentes estados: Padre normativo, Pa- de que nuestro ser Padres normativos sea en su mayoría positivo,
dre afectivo, Adulto, Miño libre, Niño adaptado, en este orden. Por lo de u n a m a n e r a más clara. D e esta m a n e r a tendríamos que obte-
tanto, vamos a elegir qué estado del yo, según nosotros,, es en el ner u n resultado que recuerde a l de l a F i g u r a 4.
que transcurrimos g r a n parte de nuestro tiempo. T r a z a m o s u n a Y a el t r a z a r este simple gráfico puede sernos de ayuda, si se
b a r r a vertical encima de ella, u n a columna. Y hacemos lo mismo hace de m a n e r a honesta y no reelaborada, p a r a entender algo
con lo que pensamos con menos frecuencia. Pero prestamos aten- más de nuestra personalidad y, por consiguiente, también de
ción a que, gráficamente, l a relación entre ellos esté proporciona- nuestra m a n e r a de relacionarnos con los demás. Según el crea-
da. Después de haber identificado el mayor y el menor, podemos dor del egográma, Dusay, también podemos extraer u n principio
trazar también u n a columna p a r a todos los demás estados. D e s - todavía más útil: el llamado «principio de l a constancia». A l i g u a l
pués de haber dibujado todas las columnas, también nos dispone- que en u n sistema de conductos que se comunican, cuando u n
mos a distinguir, dentro de ellas, l a condición negativa y positiva. estado del yo aumenta, uno o más estados tienen que disminuir
E n l a columna del Padre normativo, por ejemplo, podríamos co- por compensación. E l objetivo es el de dejar invariable l a energía
lorear l a parte cercana a l borde inferior de m a n e r a más oscura y psíquica personal. E l sistema tiene que mantenerse en equilibrio.
Guando he trazado m i egograma, puedo decidir en qué estado
POSITIVO NEGATIVO
invertir mis atenciones, p a r a poder mejorarlo más. Por ejemplo,
puedo elegir involucrarme p a r a darle, a l que está a m i alrededor,
sugerencias constructivas e informaciones valiosas, p a r a que m i
ser Padre normativo positivo pueda aumentar. S i n embargo, a l m i s -
mo tiempo, no tendré que alterarme a mí mismo p a r a perseguir
los objetivos trazados a partir del egograma. Por l a ley de l a c o m -
pensación, todo se arreglará de m a n e r a autónoma. L o s desarro-
llos de l a escuela del análisis transaccional h a n hecho que algu-
nos de sus miembros h a y a n elaborado verdaderas pruebas con
u n a serie de preguntas que estaban relacionadas con las p u n t u a -
ciones. A l concluir el ejercicio, u n a p a r r i l l a permite asociar l a
pregunta (y l a puntuación que se le h a atribuido) a u n a de las d i -
visiones de los estados, p a r a después poder trazar u n gráfico real,
PN PA NL NA u n egograma de nuestra personalidad. Y a sea espontánea o g u i a -
da por u n a prueba, esta representación permite empezar u n serio
Figura A trabajo sobre uno mismo.
L O S E S T A D O S D E L YO
R e a l i d a d e s psicológicas; conjuntos c o h e r e n t e s de sentimientos,
s e n s a c i o n e s , significados y e x p e r i e n c i a s v i n c u l a d a s a
c o r r e s p o n d i e n t e s e s q u e m a s de comportamiento.
. S e a l t e r n a n en base a l a s contingencias
EL PADRE
ESTADO D E L YO PADRE
Padre en e l Padre (P ) 3
Homólogo d e l y o freudiano
ESTADO D E L YO N I Ñ O Niño en e l P a d r e (N ) 3