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Cuando se casaron, tres años antes, Ernestine no había manifestado interés en el sexo,
pero se mostraba receptiva a la idea. “Parecía significar mucho para él, así es que lo acepté”,
explicó. “Pero él nunca se sentía satisfecho. De manera independiente a la frecuencia con que
hiciéramos el amor, unos cuantos días después ahí estaba, pidiendo más. Me cansé pronto”.
Durante los primeros meses, Ernestine se quedaba acostada sin moverse y pensaba en
otras cosas, soportando lo que para ella era tan sólo una actividad aburrida, pues era
importante para su esposo. Su ginecólogo le había asegurado que en lo relativo a su anatomía
y sus hormonas, se encontraban normales. A menos que se tratara de recordar si era tiempo
de comenzar a tomar sus nuevas píldoras anticonceptivas, nunca pensaba en el sexo.
“Dios sabe que yo nunca sueño sobre eso”, dijo Ernestine. “Quizá si él me hubiera
conducido un poco más hacia eso, habría ayudado. Su idea de preparación es media hora de
David Letterman y una nalgada”. Una vez trató de explicarle eso a James, pero él sólo la llamó
“frígida”. Esa fue la última palabra que habían intercambiado sobre el tema, hasta ahora.
Ahora James en gran medida ignoraba a Ernestine. Ella se desvestía dentro del
vestidor; dormían cada uno en una orilla de su cama king-size. Ella no sabía dónde conseguía
sexo él en estos días, pero no era en casa, e indicaba que no le importaba.
“Por lo menos no tiene que preocuparse de que yo trataré de cortárselo, como esa
mujer Bobbitt”, dijo Ernestine. “Ni siquiera me gusta verlo, mucho menos lo tocaría con un
cuchillo de 25 cm”.
La condición de Ernestine parece haber existido durante toda su vida sexual. Con la
información con que se cuenta en este momento, no sería posible determinar si su trastorno
es generalizado o situacional. Si bien es posible sospechar que algún aspecto de su crianza
pudiera ser la raíz, el DSM-5 no provee algún código para hacer referencia a esa etiología
potencial. Con una calificación EEAG actual de 61, su diagnóstico sería el siguiente:
Los trastornos que se vinculan con la excitación sexual y el orgasmo en la mujer con frecuencia
muestran una correlación estrecha. Entre los profesionales de la atención de la salud, es posible
encontrar un apego poco servil a los criterios que se utilizan para diagnosticar estos trastornos.