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Para elaborar un listado que fuera más útil que abarcador, más humildemente didáctico
que enciclopédico, presentamos esta propuesta sobre algunos de los mejores
documentales de la historia del cine, que sabíamos siempre quedaría plagado de
exclusiones, y en vez de tratar de ser exhaustivos o excesivamente abarcadores, nos
decidimos por la opción de presentar una sencilla cronología comentada de los
principales periodos y obras en el devenir del género a nivel internacional -excluidas
Latinoamérica y Cuba, que aparecen en un listado aparte. Se trata de una selección
cronológica de una pequeña parte de los mejores documentales de la historia del cine,
de esos que pueden vencer cualquier prejuicio o reserva del público masivo ante un
género tantas veces preterido.
Los primeros filmes documentales son tan antiguos como el cine mismo y corresponden
a los cortos observacionales que rodara Louis Lumière, entre 1895 y 1896, en el estilo
de Salida de los obreros de la fábrica, La llegada del tren, El desayuno del bebé y otros
muchos. Hasta 1900 los Lumière instruyen a una serie de operadores que filman
noticiarios y actualidades por todo el mundo, aportando las primeras películas (que
fueron también documentales) en decenas de países de todo el mundo. Algunos de esos
operadores instruidos por los Lumière, como Félix Mesguisch y Francis Doublier,
cuando realizaban sus filmes de viajes, registraban los lugares que veían, o juntaban
material de archivo para construir una biografía imaginaria de Dreyfuss, ya estaban
realizando modalidades como el documental de viaje o el documental histórico y de
archivo. Otros afirman que no eran documentales propiamente los que hacían los
Lumière y sus seguidores, pues no tenían conciencia alguna de que estaban realizando
filmes que luego servirían para documentar la realidad de esa época, una finalidad del
género que todos aquellos pioneros desconocían. Por estos años, tiene lugar por primera
vez el empleo de una cámara con fines de investigación etnográfica, cuando Louis
Regnault exhibe la filmación de una mujer senegalesa durante la Exposición de París.
A esta etapa, que podría llamarse “fundacional-inconsciente” pertenecen Express Trains
(Gran Bretaña, 1898), de Cecil Hepworth, uno de los principales pioneros del cine
británico de ficción; Gion Geishas (Japón, 1898), de autor desconocido; Danses des Iles
du Detroit de Torres (Australia, 1898), de Alfred Cord Haddon; el científico
Nevropathia (Italia, 1907), de Roberto Omegna; Revolución en Wu Han (China, 1911),
de Zhu Liankui; Ceux de chez nous (Francia, 1915), de Sacha Guitry y Grandes días de
la Revolución rusa (Unión Soviética, 1917), de M. Bontch-Tomachevski.
Auge del cine mudo en los años 20
La década se inaugura con una de las más importantes piezas del género, Nanook, el
esquimal (EUA, 1922), de Robert Flaherty, que se convirtió en el primer largometraje
que, según el historiador Jean Mitry, recibió tratamiento de obra de arte, pues ofrece una
narración de la vida cotidiana llena de suspenso y emoción, aparte de tratarse de un
importante documento antropológico. Aire épico reviste la lucha del hombre contra la
adversidad de la naturaleza, y abrió el camino a una larga serie de documentales en
parajes exóticos centrados en la vida de buenos salvajes. Algunos cineastas, como
Flaherty, supieron mantenerse ajenos a la tradición corporativa que acompañaría de
inmediato a casi todos los documentalistas, muy inclinados a nucleares en torno a
escuelas, movimientos o entidades colectivas, a favor o en contra del poder político. Se
salen de tal clasificación, entre lo oficialista y lo contracorriente, estos documentalistas
de lo exótico, una corriente muy en boga en los años 20 y 30, en la cual se destacó no
solo Flaherty, sino el alemán Friedrich Murnau (Tabú, 1925), y el dueto integrado por
Meriam Cooper y Ernest Schoedsack en Grass (19 26) , otro ejemplo de documental
antropológico en tanto sigue las migraciones de las tribus bakhtiari en busca de pastos
frescos para su ganado. Influyó en Herzog, entre otros cineasta posteriores, como un
tributo al coraje y el esfuerzo humano en la lucha por dominar la naturaleza sin
destruirla.
Otro de los grandes hitos del cine documental de los años veinte fueron los noticiarios
del ruso Dziga Vertov: Historia de la Guerra Civil (1922), Cine-ojo (1924), La sexta
parte del mundo (19 26) y E l hombre de la cámara (1929), en los cuales descubría las
posibilidades del montaje uniendo fragmentos de filmes sin atención a la cronología o a
la diferencia de locaciones, para alcanzar un impacto político que comprometiera a los
espectadores. Vertov proclamó que el documental iba a ser el cine del futuro, por lo
menos en la variante que él llamaba “la vida captada por la cámara de manera casi
impremeditada”.
Deben mencionarse también títulos limítrofes o muy difíciles de clasificar en
documental o ficción como Entreacto (Francia, 1924), de René Clair, y otros filmes de
esta etapa realizados por Luis Buñuel (Un perro andaluz, 1928), Jean Cocteau (Sang
d´un poete, 1930), Germaine Dullac, Jean Epstein (Finis Terrae, 1929), Marcel
Duchamp, Hans Richter y Man Ray buscaba una fuerte componente visual poética, no
narrativa, que se apropiaba de técnicas documentales en cuanto al montaje y al uso de la
cámara, con el fin de crear narrativas abstractas y crear obras casi documentales
altamente impresionistas y poéticas. Aparte de los mencionados, están también Berlín-
Sinfonía de una gran ciudad (Alemania, 1927) de Walter Ruttman (1927) y Rien que les
heures (1926) de Alberto Cavalcanti.
Otros títulos relevantes de esta etapa son:
Octubre (URSS, 1927) Serguei Eisenstein
La caída de la dinastía Romanov (URSS, 1927) Esther Chub
Paris Express (Francia, 1928) Man Ray, M. Duhamel y P. Prevert
Drifters (GB, 1929) John Grierson
Lluvia (Holanda, 1929) Joris Ivens
Melodía del mundo (Alemania, 1929) Walter Ruttman
Años 30 y 40
Los 50 y 60
Los años 70
Una realidad fragmentada, impuesta por el discurso televisivo, marca los mejores
documentales de los años ochenta y noventa. Así, aparecen o reaparecen con fuerza una
serie de estados intermedios como la dramatización o docudrama, el reality show, la
contaminación con los métodos de la ficción, todo lo cual complejiza
extraordinariamente el panorama, pues no desaparecen tampoco ninguna de las
modalidades anteriores; entre otras, el documental propagandístico, histórico y de
archivo, el observacional o de cine directo, y otras muchas. Es la televisión la que
establece las distinciones genéricas del documental y no a partir de cánones formales o
compositivos, sino temáticos. Así, existen largas listas de documentales científico-
didácticos, deportivos, culturales, biográfico-históricos, musicales, etcétera. Al ser la
televisión el principal medio de divulgación del documental, y haberse alcanzado una
suerte de expansión democratizadora a partir de la revolución tecnológica que significó
el video analógico y el digital, es difícil encontrar un país que no haya alcanzado
completar un acervo de documentales más o menos valiosos, que tendrán al menos la
capacidad de conferirle un retrato audiovisual a las realidades de naciones con muy
escasa producción cinematográfica. Todo ello conduce a que en este período nuestra
lista de sugerencias esté sujeta al riesgo de las exclusiones y las injusticias, pero
simplemente nos fue imposible alcanzar títulos inapreciables de Europa, Asia, o África
(a Latinoamérica le dedicamos un aparte) que por simple desconocimiento nuestro no
están incluidos.
Este es el período de máximo auge del documental autorreflexivo, el que se inserta en
los modos de producción y de realización que caracteriza al cine visto desde su mismo
interior, con intención historiográfica o crítico descriptiva: Burden of Dreams
(EUA,1982), de Les Blank; Heart of Darkness (EUA, 1991), de F. Bahr y G.
Hickenlooper y Mi querido enemigo (Alemania, 1999), de Werner Herzog, al tiempo
que abunda la variante que combina la reconstrucción histórica de un acontecimiento
mediante entrevistas, archivo y, en algunas ocasiones, dramatización: la monumental
Shoah (Francia, 1985), de Claude Lanzman; Elegía (URSS, 1986), de Alexander
Sokurov; Thin Blue Line (EUA, 1987), de Erroll Morris, entre muchos otros.
Los documentales de este período se caracterizan por los beneficios que aporta las
cámaras, principalmente de video, cada vez más pequeñas y manuales, las ventajas de la
edición computarizada y la posibilidad de operar al margen de la industria productora y
distribuidora (y por tanto liberarse de las rémoras de las censuras y los
precondicionamientos). Por todo ello, el género ha conocido en fechas recientes una
suerte de revitalización, o segunda edad de oro, gracias también a la tremenda
movilidad que pueden tener los documentalistas, al gran sentido de intimidad que
pueden lograr con el sujeto fotografiado, y al cada vez más creciente sentido de la
inmediatez y el verismo. Existen una multitud de pequeñas compañías productoras que
también han propulsado el género (es evidentemente mucho más barato que la ficción)
además de una multitud de festivales especializados, entre los cuales los más
importantes son los de Belgrado, Bruselas, Chicago, Cracovia, Edimburgo, Leipzig,
Oberhausen, Tours y Venecia, entre muchos otros.
Aunque a lgunos afirmen que el reportaje no forma parte del documental
cinematográfico, dado su extremo uso actual en la televisión y en el mundo del
periodismo y del video, existen decenas de documentales que pactan con las técnicas y
las intenciones del reportaje; por ejemplo, los filmes de Michael Moore. El documental
reportajístico, tan en boga actualmente, puede considerarse una derivación de las
actualidades y de los noticiarios de los primeros años del cine, pero quedó conformado
totalmente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los ministerios de guerra y
propaganda crearon departamentos de filmación y difusión interesadas en la
información y en la política. Las exigencias técnicas planteadas por el reportaje
(cámaras ligeras, pequeñas y móviles, formato de 16 mm o de video, películas más
sensibles, registro sonoro eficaz y portátil) contribuyeron al desarrollo tecnológico del
cine, y en especial del género que no siempre ha gozado de la atención pública
necesaria.
En marzo de 1991, un aficionado videoasta grabó 12 minutos del arresto y la paliza a
Rodney King. La cinta fue mostrada con tanta frecuencia en la CNN y otros canales de
televisión que cambió el concepto de "lo documental" en tanto favorecía la creación de
"obras" con altísimo valor testimonial, independientemente de otros valores
seguramente no implicados.
Por otra parte, el documento audiovisual digital, con soporte en CD-ROM o DVD
proporciona al medio documental ventajas indiscutibles. La abolición del soporte
analógico y su cambio paulatino por el soporte digital hizo cambiar muchos de los
planteamientos e ideas del documental tradicional, convirtiéndolo en un futuro cercano
en una nueva fuente de comunicación y de información. El documental en soporte
digital es completamente diferente al documental tradicional pues el autor del
documental deberá planificar de acuerdo a sistemas diferentes, con lenguajes y métodos
narrativos nuevos, previendo situaciones y vínculos que el espectador-usuario utilizará
posteriormente con entera libertad. La narrativa analógica, lineal, deberá ser sustituida
por una forma expresiva y perceptiva digital y por lo tanto interactiva. La tecnología
digital abre los campos al documentalista, tanto en la búsqueda de información como en
el acceso a nuevas fuentes, bases de datos y al almacenamiento de la información.
Otra ventaja está dada en la vertiginosidad con la que avanza la calidad y perfección de
las cámaras y de sus procedimientos. La filmación se optimiza en el mismo lugar de los
hechos sin necesidad de esperar al revelado, se puede montar en lugares reducidos y por
procedimientos mucho más baratos y recibe, en fin, todas las facilidades que puede
aporta la tecnología digital. La nueva tecnología, al hacer más fácil y barata la filmación
da la posibilidad de hacer más cine, y por lo tanto cine de autor, «documental de autor»,
que hasta hoy día consiste en mostrar cualquier actividad humana, por simple que sea,
pero siempre bajo el punto de vista personal del cineasta.
Algunas obras importantes producidas entre 1980 y 2004:
Carta de Beirut (Líbano, 1981) Jocelyn Saab
America from Hitler to MX (EUA, 1982) Joan Harvey
Mer dar (URSS, 1982) Aztavad Pelechian
Sans Soleil (Francia, 1982) Chris Maker
Chicken Ranch (EUA, 1983) N. Broomfield y S. Sissel
Rafael Alberti: retrato de poeta (Italia, 1983) Fernando Birri
Koyaanisqatsi (EUA, 1983) Godfrey Reggio
…and the Pursuit of Happiness (EUA, 1985) Louis Malle
Tokyoga (Alemania, 1985) Wim Wenders
No es fácil ser joven (URSS, 1987) Yuri Podnieks
Vincent: Life and Death... ( Australia, 1987) Paul Cox
Hotel Terminus (Francia, 1988) Marcel Ophuls
Powaqqatsi (EUA, 1988) Godfrey Reggio
Who Killed Vincent Chin? (EUA, 1988) Ch.Choy y R.Tajima
Le Masque (Francia, 1989) Jan Van der Keuken
Roger and Me (EUA, 1989) Michael Moore
Imagine: John Lennon (EUA, 1989) David Wolper
American Dream (EUA, 1990) Barbara Kopple
Le Dernier des Babingas (Congo, 1990) David-Pierre Fila
Paris is Burning (EUA, 1990) Jenny Livingston
Fin (URSS, 1992) Aztavad Pelechian
Brother´s Keeper (EUA, 1992) J. Berlinger/B. Sinofsky
Sevillanas (España, 1992) Carlos Saura
Lesson in Darkness (Alemania, 1992) Werner Herzog
El sol del membrillo (España, 1992) Víctor Erice
Le Pays des sourds (Francia, 1992) Nicolás Phillibert
Microcosmos (Fran, 1993) C. Nuridsany y M. Perennou
Guerre sans nom (Francia, 1992) Bertrand Tavernier
Starting Place (Francia, 1993) Robert Kramer
Devil Never Sleeps (EUA, 1994) Lourdes Portillo
Hoop Dreams (EUA, 1994) S. James, F. Marx y P. Gilbert
Heart of Darkness (EUA, 1994)
Organ Snatchers (Francia, 1993) Marie Monique Robin
Celluloid Closet (EUA, 1995) R. Epstein y J. Friedman
Citizen Langlois (Francia, 1995) Edgardo Cozarinsky
Crumb (EUA, 1995) Terry Zwigoff
When We Were Kings (EUA, 1996) Leon Gast
Wild Man Blues (EUA, 1997) Barbara Kopple
Kurt and Courtney (EUA, 1998) Nick Broomfield
Zapatista (Noruega, 1998) B. Eichert, R. Rowley y S. Sandberg
Después de la caída (Turquía, 1999) Atil Yilmaz
American Pimp (EUA, 1999) Hermanos Hughes
Buena Vista Social Club (Alemania, 1999) Wim Wenders
La espalda del mundo (España, 2000) Javier Corcuera
Glaneurs et la glaneuse (Francia, 2000) Agnes Varda
Southern Confort (EUA, 2000) Kate Davis
ABC Africa (Irán, 2001) Abbas Kiarostami
Mio viaggio in Italia (EUA, 2001) Martin Scorsese
Un coupable ideal (Francia, 2001) J-X. De Lestrade y D. Poncet
En construcción (España, 2001) José Luis Borau
Bowling for Columbine (EUA, 2002) Michael Moore
Etre et avoir (Francia, 2002) Nicolas Phillibert
Los nómadas del viento (Francia, 2002) Jacques Perrin
Capturing the Friedman´s (EUA, 2002) Andrew Jarecki
S-21: la máquina de la muerte khmer roja (Francia, 2003) Rithy Panh
En construcción (España, 2003) José Luis Borau
Fahrenheit 9-11 (EUA, 2004) Michael Moore
Extraído de:
http://www.eictv.co.cu/miradas/index.php?option=com_content&task=view&id=153&I
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