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LOS HEROES SON VALIENTES, NO COBARDES

Recordándote mientras escribo esto como un


medio de emergencia, ya sea para reprocharte o
sanarme, aun no lo sé con certeza, esperando que
no lo leas, pero queriendo que lo hagas, para que
me recuerdes o termines de olvidarme.
Capítulo Uno
La Hazaña de los valientes
Ahí estaba de nuevo, en ese escalón de cemento, era frio y alto, mis pies quedaban
colgando, los mire y empecé a balancearlos de un lado al otro, sonreí, la tranquilidad
me golpeo, justo ahí, mirando el suelo, escuchando a los pájaros cantar, sintiendo
la vibración del suelo con la velocidad de los automóviles, me sentí en paz, recargue
mi mochila en el escalo, justo detrás de mí, me enderece, el peso en mis hombros
parecía empezar a disiparse mientras estaba ahí, justo al otro lado de la avenida,
observe la carretera, los automóviles pasaban de un lado al otro, el semáforo
parpadeaba avisando la próxima señal de stop.
Mire la jardinera justo en medio de la carretera, ahí estaba, dividiendo ambas vías
de circulación, el pasto era verde, había varios árboles dispersos, aun eran
pequeños y otro más, era, suponía yo, el mayor de todos, la sombra que otorgaba
era grande pero no abarcaba toda la luz, pequeñas ráfagas se filtraban por los
huecos que naturalmente se formaban entre las ramas, dejando que el suelo tomara
el sol del día, el sol no era asfixiante, era abrazador, lo recuerdo, era cálido, el suelo
estaba despejado, las nubes estaban dispersas, pero blancas, parecían ser
pequeños algodones de azúcar, sonreí.
Y ahí estaba de nuevo, probablemente era la cuarta vez que me sentaba aquí
durante aproximadamente una hora, si no es que más, la verdad es que siempre
sentía que el tiempo pasaba lentamente, suspire mirando de nuevo el suelo, mire la
banqueta, personas iban y venían, pero yo me quedaba aquí, probablemente la
gente de los alrededores piensa “¿Quién demonios es esa persona que se queda
ahí sentada sin hacer nada más que ver a los alrededores?”, sinceramente no me
importaba, solo sabía que quería estar ahí, quería quedarme ahí, encontraba cierta
paz ahí y siendo sinceros una parte de mi tenía un deje de esperanza en que
sucediera lo que esperaba.
Tome la botella de agua que tenía en mi mochila y mire al frente ahí estaba su casa,
parpadee, estaba igual, el color beige de las paredes, el pórtico negro, desde donde
estaba podía ver su oficina, estaba justo arriba, los grandes ventanales lo dejaban
ver, observe, un escritorio al parecer color café estaba pegado al fondo, con una
computadora encima y una gran silla giratoria, el fondo estaba pintado de blanco, al
parecer le gustaba el diseño limpio y minimalista, sonreí, mire y había un balcón con
barandillas de vidrio que juntaban al otro cuarto, había una gran televisión negra,
frente a ella un sillón negro y una mesa pequeña de madera, al fondo había una
estantería con figurillas, intentaba alcanzar a verlas, pero desde esta distancia era
imposible poderlas distinguirlas.
Desde la última vez que había venido algunas cosas habían cambiado, la pintura
exterior del segundo y tercer piso ahora era blanco, el pórtico lo habían arreglado
ahora ya tenía la vidriera en la parte superior, suspire, poco después de mi
cumpleaños número diecisiete vine, me pasee por primera vez, mirando el lugar de
paso, cada que podía venir a este lado de la ciudad, cuando cumplí los diecinueve
vine, fue la segunda vez, así que este escalón y yo nos hicimos amigos, me quede
aquí, esperando y mirando.
En realidad, estaba asustada, estaba enojada y estaba nerviosa.
¿Qué demonios diría? ¡Hola!, soy la hija que abandonaste, no, ¡Hola!, soy tu hija,
no, ¡Hola Papá!
Estaba aterrada, irlo a buscar por tercera vez había sido, en ese momento la cosa
más impulsiva que había hecho, llegue, entre a su oficina y pregunte por él, sabía
que vivía ahí, pero no sabía su nombre, así que solo pregunte por él con su apellido.
-Buenas tardes- Tome la correa de mi mochila, mirando al chico detrás del escritorio,
preguntándome ¿Sera algún familiar?, trague.
-Buenas Tardes –Lo mire, era delgado y su cabello era negro, inhale.
- ¿Se encuentra el Señor Valencia? - Hable bajo, nunca en mi vida había titubeado,
y justo ahí, delante del chico, estaba arrepintiéndome, sentía que me sofocaba, de
repente el lugar se hacía pequeño, mi vista empezó a nublarse mientras se
aguadaban mis ojos.
Vi al chico hacer una mueca y sonrió- Ahorita mismo no está, pero no tardara,
¿Gustas esperarlo? –Me asuste, ¿Qué demonios le diría?, y si me gritaba, que tal
que me odiaba, o quizás me corría, por algo se había ido de mi lado, me removí en
mi lugar, negando.
-No, está bien –Hable carraspeando.
-Está bien, ¿Quién le digo que lo busca? –Me asuste, si le decía mi nombre se
enteraría, parpadee, sentía las lágrimas tan cerca, tenía que salir de aquí.
-No, vendré después, gracias –Me voltee y salí del lugar, camine hasta lograr dar la
vuelta en la esquina y corrí, corrí hasta que pude respirar bien, sentí mis lágrimas
salir.
Recuerdo que ese día llore hasta la última gota que podía derramar, estaba
asustada, estaba enojada, estaba preocupada, pero más que eso, estaba aterrada,
de que en algún momento mientras preguntase por él, estuviese y me ignorara,
estaba aterrada de que eso pasara, ¿y si era tan insignificante como para que me
ignorara aun sabiendo quién soy?, me aterro la respuesta, pero aun así aquí estaba,
segura de algo, quería verlo, quería intercambiar palabras con él, me sentía más
fuerte y más confiada, hoy me había armado de valor, estaba aquí sola, mirando
hacia lo que era su hogar, un hogar sin mí.
Y ahora había pasado casi un año desde esa vez, la verdad que pensé que la
tercera era la vencida, pero había sido impulsiva, asustadiza e ingenua, me mordí
el labio interno y colgué mi mochila de nuevo, dando un salto al suelo, presione la
botella, mis manos estaban sudando, yo nunca sudaba, mire el semáforo y voltee a
la casa, ahí estaba él, sentí mis piernas temblar, lo mire y entendí por fin cuando mi
madre decía que mi rostro era el suyo, trague, no estaba solo, estaba con su familia,
lo mire sonreírle a sus hijos, pude observar la risa de mi padre, tuve suficiente.
Mi hazaña1 terminaba aquí, con esfuerzo y tragándome todo el terror, había venido
de nuevo, necesite valor para venir, pero él estaba mejor sin mí, durante mis ahora
veintidós años se había ido, me abandono, no podía esperar nada, no era más que
un estorbo en su vida, eso estaba claro y ahí entendí, algo debería estar mal en mí,
por eso es que yo no fui suficiente.
Tomando mi corazón roto, los restos de mi orgullo y esperanza, me aleje dejando
atrás a mi héroe, la persona que debió ser mi refugio, se convirtió en mi primer y
gran dolor.

“Algunos tienen la fortuna de saber dónde se encuentra aquella persona que te abandono y
otros no cuentan con ella, solo esperando a que en algún momento aparezca, pero,
¿Realmente es una fortuna? o ¿Es una maldición?, un recordatorio constante de que no
eres suficiente”

1 f. Acción o hecho, y especialmente hecho ilustre, señalado y heroico.


Capítulo Dos
Osadía de uno con resultado en otro
Mi vida había tenido varios giros dramáticos, mi vida era como un tobogán de
emociones que nunca se detenía, pero siempre me llevaba a lo mismo, pensarte,
¿Qué sería de mi vida contigo en ella?, quisiera saber cómo hubiese sido yo a los
diez años contigo a mi lado, ¿Saldríamos al parque?, o quizás ¿Me contarías un
cuento?, ¿Sería más feliz?, ¿Me entenderías?, ¿Sería diferente?, ¿Sabría el
significado de amor?, ¿Sabría que es el perdón?, en cierta manera una parte de mí
se enfurecía de la sola idea de saber que me arrebataste la opción de aventurarme
a ello, de intentar enamorarte e intentar retenerte.
¿Quién demonios eras tú?, ¿Quién creíste que eras?, ¿Qué maldita potestad
tenías?, de ningún derecho gozabas al tomar esa decisión, no tenías por qué
decidirlo por mí, no tenías por qué arrebatarme esa única opción, siendo una
criatura con tan pocos años en este cruel mundo, me arrebataste mi primer derecho,
sigo sin comprender que razón tenías para que mi primer sentimiento hacia ti fuese
decepción, para que me hicieras sentir tan incompetente.
Mi inexperiencia en montar a bicicleta, mi inexperiencia en el abecedario, así como
mi inexperiencia en las matemáticas se hizo notar antes que tú, aquellos dibujos
animados llegaron antes que tú, mis lágrimas llegaron antes que tú, mis primeras
palabras llegaron antes que tú, te deshiciste de esa posibilidad, te perdiste de mí,
abandonaste a esa extensión de ti que te amaría incondicionalmente, me
abandonaste y en camino te abandonaste a ti mismo, a una parte de ti, que, aunque
tiraste al suelo como basura, sigue aquí en su ingenuidad esperando ser amada.
¿Cómo se supone que mi vida este llena de buenas decisiones?, cuando la primera
decisión fue arrebatada de la forma más cobarde posible, te tomaste la osadía de
elegir únicamente pensando en ti, cuando el resultado caería en mis espaldas y en
mi corazón como una daga afilada que cada vez se clavaba más profundo, como
tormentosos pensamientos que constantemente me hacían recordar lo impotente
que era.
Mi corazón está lleno de miseria gracias a ti, mi alma se dividía en distintos
sentimientos se sentía tan enfurecida, atormentada, ansiosa, estaba llena de
hostilidad y amargura, se sentía menospreciada, humillada, traicionada y
abandonada, este era exactamente el lado negativo de lo que representaba él en
mi vida.
Por otro lado, estaba mi alma quien sentía una profunda soledad, miseria,
desprotección al saber que tú simplemente decidiste dejar a un ser que necesitaba
de ti, solo, a su suerte, pena, tristeza, la ausencia era la más fuerte, lo notaba en
demasía, miedo, llenaste mi corazón de inestabilidad, lástima por mí, desconcierto
al intentar entenderte, inseguridad, pero, sobre todo desasosiego, era la parte más
lamentable de mi ser.
Me siento en total obnubilación2 ante ti, ¿cómo entenderte?, cuando ha pasado
exactamente veintitrés años y no apareces ni por un solo minuto ante mí, para
explicarme, para hablar conmigo, para regañarme, para amarme o simplemente
para mirar como soy, quien soy y como estoy, nada, tu ser era como el aire, sabía
que existías, pero no podía mirarte o tocarte, sintiéndolo tan lejano como el universo
aun sabiendo que soy una parte de él.
Decidiste por los dos, decidiste no quedarte a mirar las batallas que de a poco y no
gracias a ti he superado, estuve tan perdida por tanto tiempo, perdí mi mente, me
perdí tantas veces, mi camino tomo tantas malas decisiones y ¿Dónde estabas?,
¿Dónde demonios estabas? y ¿Por qué pensabas que ellos tenían más derecho de
tenerte que yo? ¿Por qué demonios pensaste que ellos sería lo mejor para ti?
¿Porque demonios haces personas si vas a abandonarlas?
Un ser que no importaba y pensaba que nunca lo haría, no sabía el que, pero sabía
que había hecho algo mal por eso estaba sola, por eso la habían dejado atrás, sin
embargo, no sabía que era ese pecado ímprobo3 que había cometido a tal punto
que hasta no entendía porque no había vuelto a ella, porque renunciaron ella.
Ya no era la misma niña de tiempo atrás, que en su niñez y juventud se la pasaba
las noches llorando preguntándose “¿Cuándo volverá papi a casa?” “¿Papi está
enojado conmigo?” pensando que se había equivocado y que por eso no se
aparecía, que había hecho algo malo para que papá no viniera a los cumpleaños,
no preguntara o buscara por mí, pensando que quizás papi se había perdido o que
quizás un monstruo lo estaba atacando y necesitaba ayuda.
Sabes que ¿Quién lo necesita?, nadie aquí lo necesita, nadie lo necesito aquí para
enseñarme a acordonarme los tenis, a vestirme, hablar, comer, caminar, reír, llorar,
saltar la cuerda, ¿Quién demonios lo necesitó?
Cuando quería que viera mis desfiles en el kínder.
Cuando quería una tarta de cumpleaños.
Cuando aprendí a andar en bicicleta.
Cuando necesitaba defenderme.
En mi primera borrachera.
Mi primera enfermedad.
Mi primer juguete.

2 S. f. SICOLOGÍA Estado de ánimo que impide considerar con claridad o exactitud una cosa.
3
Adj. Que no tiene probidad u honradez.
Mi primera caída.
Mi primer regaño.
Mi inseguridad.
Mi tristeza.
Mi espera.
En la noche que la lluvia caía tan estrepitosa y fuerte que los truenos me asustaban
y me hacían temblar, cuando la lluvia caía sobre mí al pasar por tu casa, rumbo a la
mía, cuando los monstruos en la calle me hicieron temblar y asustarme, cuando
monstruos en la casa me hicieron caer, temblar y pasar desolación, cuando el
peligro de las calles me asechaba y cuando aumentaba el paso por el miedo.
Espere por él durante años ¿Por qué demonios tendría que necesitarlo ahora?,
cuando él no lo hizo, ¡Que se vaya al infierno!, no lo necesite antes, no lo necesitare
ahora, mi vida se ha levantado y soy esta persona que soy sin él, seré mejor de lo
que alguna vez él fue y lo sé con certeza porque no hay una sola maldita cosa que
me haya enseñado.
Tendría que dejar de pedir por él, pero aquí estaba de nuevo escribiendo esto con
añoranza, gracias a ti, estoy haciéndolo lo mejor posible para que vuelvas, todo esto
es gracias a ti.

“Te odio, odio que tomaras esa decisión sin pensar un poco en mí, odio que no volvieras
en tantos años haciéndome sentir que algo esta tan mal en mí que detiene tu regreso y Te
amo, porque no puedo evitarlo, porque eres mi padre”
Capítulo Tres
De mito a Realidad
Jamás le había preguntado a mi madre sobre él, estaba segura de que
probablemente se enojaría o explotaría, sin embargo, quizás ella pensó que ya era
tiempo así que me hablo de él, de cierta manera no me hablo mal de él, no lo hizo,
solo conto la situación como era y la entendí, lo tome lo más razonable posible, sin
embargo, ahí estaba en el automóvil escuchándola hablar de él, mientras yo tenía
el nudo en la garganta, sentía que me asfixiaba escuchándola hablar, me costaba
trabajo siquiera hablar así que la deje, deje que terminara, mientras esperaba
pasara el sentimiento, pero ahí estaba mi mente con tantas preguntas.
Recuerdo haber preguntado indirectamente por ella, asiéndole creer que no me
interesa lo que sucedía con él, sin embargo, estaba atenta a cualquier información,
que me pudiese decir como era él, ¿Qué tipo de persona era?, ¿Que le gustaba?,
¿Que hacía en sus tiempos libres?, ¿Cuáles eran sus gestos y modismos?, todo
sobre él me intrigaba.
Mi corazón tenia lugares vacíos intentando ser rellenados con historias sobre ti, pero
era cierto que lo que me conto mi madre, a pesar de no ser horrible si fue muy
decepcionante, como si fuese el destino intentando que te olvidara con cada
palabra, yo solo quería más conocerte, porque tanto como la decepción que se
acumula, son mis ganas de verte, pensar que me abandonaste simplemente porque
había otro ser de mi edad, me cuesta entender ¿Qué demonios pasaba por tu
mente?, durante mucho tiempo me convencí a mí misma que si eras feliz si esa
decisión la tomaste por tu bien, estaba bien para mí.
-Él simplemente se fue, después de decirle que tu no eras su hija –Escuche a mi
madre hablar, apreté los dientes mirando por la ventana del auto sin entender y con
mil preguntas a la vez.
- ¿Le dijiste eso? –Le cuestione intentando no sonar tan borde.
-Claro que se lo dije, él ya había decidido irse con la otra señora, no pensaba
detenerlo- Hablo mirando a la carretera como si fuese un tema tan casual como que
íbamos a cenar, cuando bien sabíamos que había veces que no cenábamos –Pero
tu abuela dijo que yo no podría criar a hijos sola, entonces quería llevarte con ellos,
era obvio que no te dejaría con ellos, tu padre nunca se negó, simplemente no dijo
nada.
La miré incrédula sin poder creer lo que estaba escuchando, ellos me querían alejar
de mi madre y en el camino que otra mujer me criara, apreté los puños, la bilis
aumentaba de a poco ¿Qué demonios le pasaba por la mente a toda esa gente?
-De alguna manera tenía que hacer que te quedaras conmigo, así que solo pensé
en eso –La escuche, de cierta manera la entendí y sé que no era su culpa, al final
del día quería a su hija con ella.
- ¿Él que hizo? - No podría simplemente haberlo aceptado e irse, por el amor de
dios, había visto fotos de él cargándome, me parecía a él, no podía ser tan
cabronazo.
-Después de decirle eso, hubo una pelea y se fue, ya no volvió a regresar- Se
encogió de hombros- me imagino que se reconcilio con la otra señora y ya se quedó
con sus hijos- Asentí, mirando hacia afuera.
Era jodidamente cierto, se había largado, recuerdo en ese momento un sentimiento
extremo exteriorizado de escepticismo4 que aumentaba en mi interior, quería
reírme, maldecir y malditamente quería golpear algo, él había tomado esa decisión
tan fácilmente, sin ni siquiera poner resistencia, pero peor aún me quería alejar de
mi madre, era inaceptable, inaceptable y tremendamente cruel.
Ahora sabía algo de él, era cruel, irresponsable y crédulo, era todo lo que nunca
creí que llegaría a ser, era todo lo que aberraba, nuevamente el sentimiento de
decepción me inundo, recuerdo llegar a casa y esa noche llorar tanto que me sentía
vomitar, estaba asqueada, y dolida, me sentía miserable, como alguien que pudo
cargarme cuando era una bebé intentando no lastimarme, lo logro hacer incluso con
su ausencia.
Aproximadamente un año después de eso, una noche mientras cenábamos fuera,
coincidimos en el mismo lugar, claro que tenia que ser así, la ciudad siempre había
sido grande, pero en ese momento la sentí tan grande como un pañuelo, ahí estaba
él, a cinco asientos de distancia de mí, lo podía ver perfectamente y él podía hacerlo
si solo giraba un poco su rosto a su lado izquierdo.
Al principio, escuche su voz, juro por todo mi ser que me sentí atraída por esa voz,
como si la hubiese escuchado por algún lugar, ¿Cómo demonios la recordaría?,
tenía tan solo tres años, o menos, no estoy segura, cuando decidió irse, pero ahí
estaba sintiéndome inquieta y curiosa por saber quién era esa persona, lo mire,
claro que lo mire, sin embargo, no lo reconocí a primer momento, pero me resultaba
extrañamente familiar, no lograba entender de donde lo conocía o porque me
causaba tanta ansiedad verlo y mirar sus facciones, pero por supuesto que después
de unos pocos minutos lo entendí, quise casi reír de lo irónico que era esto, estaba
tan cerca de mí pero parecía estar tan lejos, porque no se inmuto por ningún
momento, porque no me volteo a mirar, estaba más preocupado manteniendo una
charla con el chef que en mirarme, ¿Realmente no me reconocía? ¿o Fingía no
hacerlo?, trague mirándolo, su rostro era como mirarme, aunque menos delicado,
menos femenino, lo miraba casi sin parpadear, mi madre estaba a mi lado, con

4
Recelo, incredulidad o falta de confianza en la verdad o eficacia de una cosa.
temor de ser descubierta agache la mirada hacia el suelo, mis manos temblaban un
poco, levantando de nuevo a mirarlo, teníamos la misma nariz, la barbilla era
idéntica, abrí los ojos sorprendida al darme cuenta que él hacia un gesto idéntico a
mí, el cual madre siempre me reprendía por hacer, un pequeño puchero, cuyos
labios alcanzaban a tocar la nariz, apreté los labios en un gesto instintivo, podía
sentir la mirada de mi madre, volví a mirar mis manos las cuales ahora estaban
rascando mi uña en el dedo pulgar, volvería a sangrar si no me detenía.
Trague, oía voces de mis hermanos hablarme, pero realmente no estaba
escuchando, solo escuchaba la conversación que él mantenía o eso intentaba,
parecían ser amigos, ya que hablaban muy amenamente, lo mire de nuevo, ¡Dios!
la mayoría de mis genes los había sacado de él, se veía tan llano5, no se veía como
el tipo de persona que me describían, un hombre de una familia acomodada, un
hombre que parecía elegir a su familia, sus recursos que a su hija, entrecerré los
ojos.
Sin darme cuenta en algún momento estaba repitiendo mentalmente una y otra vez
“Papá, Papá”, estaba gritándolo, esperando que él sintiera de alguna manera un
poco ridícula mis suplicas, pude sentir mis hombros decaer en el momento que él
me miro y volvió su vista de nuevo al frente, mi mirada perdió enfoque, un pequeño
gemido salió de mi ser, fue ahí donde lo entendí, este era el hombre del cual mi
madre había contado, una persona que lo dejo todo sin mirar atrás, era obvio que
no me reconocería, era de esperarse.
Alcance a oír a mi madre decirme que la acompañara un momento, asentí,
mirándolo, deseando que me viera, que viera lo necesitada que estaba de que me
reconociera, pero no, no lo hizo, camine hacia la pequeña tienda en la que mi madre
entro, pensando cómo es que podía significar menos que una maldita roca, escuche
a mi madre decirme quien era él, pero yo ya lo sabía, la mayoría de esa
conversación no la recuerdo, estaba tan inmersa en mí y en él, que ignore por un
momento todo lo demás.
El camino de regreso se hizo aún más largo incluso aunque eran solo unos pocos
metros, estaba claro que quería correr, quería mirarlo, mis manos picaban, quería
abrazarlo, recuerdo tomar mi teléfono, desactivar el flash y tomarle una fotografía,
él se veía tan normal, tan tranquilo, tan quieto, se veía como si hubiera tenido una
vida tan tranquila, como si no cargara ningún pecado, me sentía miserable, sé que
fue su decisión, sé que algo tuvo que pasar, algo para que eligiera ese camino,
debería respetarlo, mire su ropa, mire su rostro, tenía arrugas, se veía desaliñado,
¿Qué le había sucedido?.
No sé cuánto tiempo paso, hasta el momento en el que escuche a mis hermanos,
agradecer por la comida y levantarse, parpadee levantándome, agradecí en voz
alta, un poco más alta de lo normal, despidiéndome, pero aun así no logre que me

5
Adj. Que no disfruta de privilegios propios de una clase acomodada.
mirara, sentí ahogarme, me trague mis sentimientos caminando al coche, recuerdo
que esa noche llore hasta quedarme dormida.
Durante largo tiempo, tuve ese sentimiento dentro de mí, a veces desaparecía y a
veces como ahora regresaba como remolinos gigantes que arrasaban con todo,
destruyéndolo todo, hubo un tiempo que recordé que mis tías y mi madre vivieron
juntos, así que necesitaba otra versión.
Mi tía había dicho que él era una buena persona, que era amable, trataba bien a mi
madre, a ellas y a mi abuela, que estaba al pendiente de mí, que era atento, que
siempre veía por mi madre y mi abuela, que veía que en la casa no faltara nada,
sonreí mientras la escuchaba, esta era otra faceta de la cual yo no tenía idea,
¿Quién eres?, ¿Cuál es la verdad?
-Si claro, tenía su carácter –Escuche decir a mi tía. - pero era muy buena gente,
adoraba a tu madre, eso estaba claro, económicamente no les faltaba nada.
- ¿Y entonces porque se fue? –Cuestione mirándola.
-No sé qué sucedió, solo que tu madre y él tuvieron una pelea, así que él se fue y
ya no lo volvimos a ver- Fruncí el ceño, escuchándola.
- ¿Jamás volvió a regresar? ¿A verme? –Le pregunte.
-No, ya no volvió a ir a la casa- Miro de nuevo a la mesa concentrándose en su
trabajo.
- ¿Pero sabía que existía? –Dude al preguntar
-Por supuesto, él estaba cuando naciste, hay fotos de ustedes dos- Traguee.
Al final de todo era lo mismo, él siendo quien era, pero dejándome, sin ningún
intento, sin ninguna explicación, sin ninguna duda, quizás y al final del día era mucho
más fácil soltarme que sostenerme, madre había hecho lo necesario para que
estuviera con ella, pero ¿Él lo hizo?, podía simplemente irse si se quería ir con otra
mujer, pero verme crecer, guiarme, amarme, no claro que no, eso no existía en su
vida, no había amor o compasión, ni siquiera un poco de cariño o empatía.

“Siempre fuiste un desconocido, no se mucho de ti, solo mitos de un hombre que me


sostuvo, mirándome con una sonrisa, como si me amara, pero, me lanzo al mundo sin
ningún soporte”
Capítulo Cuatro
Hermosa ilusión
Sonreí mirando a aquella familia jugando en el parque, estaban felices, sonreí
recordando, tu imagen de a poco se volvió clara, como si estuvieras ahí, tenía a la
persona más grande y fuerte del universo justo frente a mí, reí.
-¡No! –La pequeña niña pataleo de un lado al otro - ¡Papá Basta!
Él siempre imitaba los sonidos de los monos mientras hacía cosquillas a la pequeña
niña, las carcajadas se escuchaban por todo el patio.
-¡La batalla la ganare yo!
-No, no, no –Pataleando logro derribar de un golpe a su atacante, la pequeña se
asustó cuando no se levantó, gateando hacia él.
-¿Pa? – Sacudía un poco su hombro.
-¿Pa?
-Viene el monstruo de las cosquillas- De un salto la niña ya se encontraba corriendo.
Los gritos estruendosos se escuchaban por toda la casa, la cama se hizo presente
ante los ojos de la niña quien salto a ella. –¡El suelo es lava!
Su padre salto a la silla que estaba en la entrada, sacando una carcajada a la
pequeña.
-¡No jueguen en la casa! –Escucharon a mamá hablar desde la cocina.
Ambos se miraron susurrando un “Shh” para reír continuando sus travesuras juntos.
-¡Estoy siendo seria en esto! –Mamá grito de nuevo, molesta, la pequeña miro a su
padre haciendo un puchero.
Él se acercó cariñoso a ella.
-Detengámonos o seré regañado por mamá
El pequeño y tierno puchero de la niña se hacía presente mientras pequeños hipos
salían, él pensaba que era la vista más tierna que alguna vez vería, los pequeños
ojos de su hija mostraban el inicio de unas lágrimas, su puchero era demasiado
pequeño a diferencia de sus regordetas mejillas, su flequillo ahora desordenado al
igual que sus monitos rosas, y su pequeño vestido lila lleno de manchas de tierra.
Cuando empezó a llorar se acercó a ella con pequeños “Oh” saliendo se su boca.
-Está bien, está bien, no llores –La cargo en sus brazos – ¿Qué tal si traigo
chocolate caliente?
La pequeña niña asintió, con una gran sonrisa mientras señalaba unas pequeñas
estrellas fluorescentes.
-¿Podemos colgarlas?
-Por supuesto –La voz entusiasmada de su papá logro hacerla sonreír. – Ordénalas
y vendré a ponerlas.
Bajo a la pequeña niña, caminando hacia la cocina, las estrellas estaban revueltas,
pero ella solo las tomo y fue a su cuarto, realmente no estaba tan alto, podría
hacerlo.
Se subió a la cama, ¿Quizás no estaba tan alta?, miro su pequeña mesa de té y
tuvo una idea que en su inocente e inexperta idea tenía sentido, una silla le daría
más altura, sonrió bajando por ella y subiéndola a la cama.
Pequeños quejidos sonaban por el cuarto mientras ella intentaba estirarse, para
colgar las estrellitas en el techo.
Un grito ensordecedor se escuchó en toda la casa haciendo que su padre se
apresurara a su habitación, al llegar, la pequeña niña estaba en el suelo, llorando
desconsoladamente mientras que sus rodillas mostraban raspados.
Su padre la cargo intentando consolarla mientras las cargaba de un lado al otro,
haciéndole señales a mamá de que trajera el botiquín, dejo delicadamente a su hija
en la cama para aplicarme un poco de medicamento en las heridas.
-Dolerá un poco- La miro sonriendo- Tienes que ser valiente.
La niña asintió cargando a su pequeño conejo en brazos, cuando la medicina toco
su piel, dio pequeños saltitos, pero no se quejó o lloro en ningún momento.
-Bien hecho Cariño –Peino con su mano el cabello castaño, la niña lo miro son una
sonrisa aun con los ojos llorosos.
-¿Sabes que hiciste mal? –Lo escucho hablar y rápidamente bajo la cabeza.
-Contéstame –Hablo levantándose para ir a acomodar la cama.
Los balbuceos rápidos y silenciosos de la pequeña llegaron a sus oídos, pudo
derretirse por su pequeña hija, sin embargo, tenía que mostrarse serio.
-Te dije que yo lo pondría –La miro con los brazos cruzados, la pequeña niña se
cohibió al saber que la estaban reprendiendo- No tenías por qué hacer eso, podrías
haberte lastimado mucho más que esto.
La niña abrazo con fuerza a su pequeño conejo.
-¿Estás enojado? –Hablo bajito, por un momento quiso abrazarla y decirle que no,
pero sabría que si hacia eso, ella no aprendería, así que simplemente dijo –Hora de
dormir.
Con una expresión triste, la pequeña asintió acomodándose en la cama.
-¿Ya no me quieres? –Su padre la miro mientras prendía su luz de noche- Yo si te
quiero- Un puchero se asomó- Eres mi persona favorita en el mundo.
La pequeña mirada de la niña se agacho –Lo siento.
-Mi pequeña hija es tan linda –Su papá se acercó a ella presionando sus mejillas. -
Papá te quiere más, eres la persona favorita de papá, pero no le digas a mamá.
-Estaba asustada –Los ojos de la pequeña no dejaban de seguirlo. -Creí que ya no
me ibas a querer.
-Yo siempre te voy a amar, pero tienes que ser una buena niña y escuchar a mamá
y a papá –Se acercó a ella sentándose en la cama mientras la arropaba.
-Ahora a dormir –Se levantó.
-¡Monstruos! ¡Monstruos! – La pequeña de seis años gimió.
-Nada, ni siquiera los monstruos van a lastimar a mi pequeña hija –Sonrió
caminando hacia los libros - ¿Qué tal un cuento?
La niña sonrió entusiasmada.
-Había una vez, en un lejano pueblo, había un lobo quien era el rey de todo lugar –
Su padre hizo poses- todo era valioso, hermoso, pero lo más hermoso, el tesoro
que todo el mundo quería era a su pequeña y maravillosa hija, la cual, el rey amaba
con todo su corazón.
Por un largo tiempo él estuvo haciéndola reír, hasta que por fin cayo rendida ante el
cansancio y Morfeo, la miro, el estupor6 lo consumió, era tan pequeña, débil e
inexperta en este mundo cruel y solo, jamás la soltaría, la sostendría con todo su
ser, quizás no sería perfecto, pero si prometía hacer lo mejor, manteniendo el
mundo, su mundo lo más hermoso posible.
-Eres tan inteligente, tan audaz, tan valiente, que me aterra que un día ya no me
necesites, tu curiosidad es tu encanto y tu imaginación es tu hermosura, amaría
cada segundo de tu vida, amaría cada respiración, palabra y pensamiento, viviría
para ti, porque me robaste el corazón incluso antes de nacer.
La sonrisa de aquel hombre, la tranquilidad y el amor que mostro al ver a su hija
eran inigualables.
-¡Luna llamando a tierra! –Observo una mano balancearse frente a su rostro, trago.
Y así como su tranquilidad se fue, también huyo el recuerdo de aquel hermoso
sueño que había tenido hace más de un año, a veces recordaba otras cosas, pero

6
m. Med. Disminución de la actividad de las funciones intelectuales, acompañada de cierto aire o aspecto
de asombro.
algo estaba claro, había sido el mejor sueño, un sueño donde ella y él jugaban
juntos, donde la reprendía, donde la arropaba, donde hacían bromas y se decían lo
mucho que se amaban.
Lo había amado más de lo que quería admitir, el sentimiento de pertenencia a un
lugar, el sentimiento de protección y amor, lo había amado, había amado cada
segundo, cada minuto, pero al igual que esa mañana en la que desperté, estaba el
sentimiento de pesadez, tristeza y desolación consumiéndome, y dolía aún más,
porque por un momento había sido feliz y ahora, no era más que un manojo de
lágrimas mirando con envidia a pequeños niños, asustándose de ese sentimiento,
para dar paso a lo último, que es sentirse sola por un momento intentando
comprender, culpándose a sí mismo, aun sabiéndolo que no lo es.

“Lo increíble no era soñarte, porque te había soñado de varias formas diferentes, el
problema era el sentimiento que dejaba, la increíble desolación de saber que estuvimos
juntos, pero no recordarte, ni recordar el sentimiento de haberte conocido”
Capítulo Cinco
Victorias y Derrotas

¿Sabes la tranquilidad que te da el alba?, Yo sí.


¿Sabes cómo lo supe?, No, tú no.
La vida de un niño era sencilla, prácticamente, solo eran juegos y la escuela, bueno,
la vida de un niño normal, la mía no fue así, mi vida fue escuchar a mi madre llorar,
porque necesitaba trabajar, pero no quería dejarme sola, se convirtió en una
responsabilidad que tenía que cargar desde joven, claro que no te culpo, no lo
sabias, ¿Cómo lo sabrías?, decidiste irte, ni siquiera lo viste, ni siquiera te importo.
Te contare mis batallas, las pequeñas peleas que iban cada vez subiendo de nivel
como si de un videojuego se tratara, te contare lo que la vida planeo e hizo conmigo
en tu ausencia, te contare cuantas veces en mi vida, hasta ahora, tuve que luchar,
cuántas de esas luchas gane valientemente, cuantas veces tuve que mantenerme
fuerte, cuantas veces estuve avergonzada en mi vida, cuantas veces estuve
orgullosa, feliz y con la cabeza en alto, cuantas veces gracias a ti me sentí miserable
y sola justo en medio de una batalla, esperando torpemente a que el héroe de los
cuentos apareciera, pero las supere sola, esas situaciones en las que se supone
que debiste estar para mí y lo único que tenías que hacer era ser mi padre.
Mis victorias fueron un punto de orgullo, vida y sanación, un crecimiento y
aprendizaje propio, recuperación de mi vida, y todo lo había aprendido gracias a mí,
todo lo había superado gracias a mí, no gracias a ti, cada herida era un aprendizaje
y sabiduría nueva, había una parte de mí que no se podía recuperar, había crecido
demasiado rápido, pero había hecho bien las cosas o lo mejor que podía, no gracias
a ti.
Aprendí a defender
Aprendí a andar en bicicleta.
Aprendí a manejar.
Aprendí a nadar.
Se jugar baloncesto.
Logre ser la primera en mi clase.
Tuve mi primer trabajo.
Tuve mi primera cita.
Aprendí lo que es responsabilidad.
Aprendí lo que es amor.
Aprendí lo que es el respeto.
Aprendí a ser agradecida.
Tengo una carrera técnica.
Pronto tendré mi título universitario.
Aprendí a levantarme.
No llore con mi primer corazón roto.
Me auto sané.
No llore la primera vez que mi nariz sangro.
Me salve.
Me volví más madura.
Aprendí a amarme.
No llore mi primer diente caído.
Soy benevolente.
Aprendí a ser humilde y empática.
Intentaba siempre ser lo más positiva, amable y generosa.
Pero sobre todo soy fuerte, soy más fuerte de lo que era, y de lo que pensé que
sería, eso es lo que más me enorgullece de mí, que estaba siendo valiente y todo
lo había logrado por mí misma, sin embargo, existía siempre el lado negativo del
lado positivo, y aquí, aunque no estuviera orgullosa, sabía que era parte de mi e
incluso esto eran heridas de guerra que supe superar, lo cual me llenaba aún mas
de confianza y orgullo.
La primera, seguro fue la más sencilla para mí, tu abandono, ¿lo sentí?, por
supuesto que no, era una bebé, quizás por eso fue más fácil para ti dejarme atrás,
porque no estaba consiente, no te reclamaría, no iría a buscarte, solo me quedaría
en los brazos de mi madre, o quizás en el suelo, ahora que lo pienso, no sé si te
tomaste la molestia de esperarte a verme andar, siquiera a gatear, o por lo menos
a tranquilizar mis llantos por primera vez entre tus brazos, ¿Por lo menos hiciste
eso?, con lo que no contaste es que, yo creciera y me volviera consiente de lo que
hiciste, a veces me da miedo pensar que le estoy dando más importancia de la que
merece a esta situación, pero no, es tan importante, me abandonaste, ¿Lo
entiendes?, me dejaste, me botaste, ni siquiera la basura se tira tan fácil.
La segunda, estoy segura que fue cuando tenía cinco años, una niña sentada en
una mesa solamente queriendo irse a casa, pero ahí mirando frente a ella a un
desconocido quien miraba a mi madre con amor, una niña que estaba jugando con
una goma de mascar ya que no quería ponerle atención a absolutamente nada,
acabo teniendo las manos llenas de doma de mascar, negando cuando se le pidió
saludar a un desconocido que tiempo después se convirtió en alguien que merecía
mas el título de padre que tú, ¿Qué necesidad había de confundir a una niña a tal
grado?, mamá era joven tenía que rehacer su vida, pero tú desapareciste del plano
y dejaste a una niña confundida.
La tercera se dio mucho más tarde, iba en la secundaria, quizás tenia trece años o
catorce, un monstruo mucho más cercano de lo que esperábamos entro a casa,
solo era yo y mi prima, ocho y trece años no eran un gran batallón para un monstruo
tan grande y terrible como el que se había plantado ante mí, una sensación
pavorosa7 me consumió de pies a cabeza, el sudor frio corría por mi espalda,
cuando sus garras ásperas me alcanzaron, mi cuerpo se helo ante su toque, estaba
aterrada, recuerdo cada segundo de ese momento, su barba puntiaguda me
lastimaba el cuello, su saliva me causaba nauseas, de nuevo no estuviste ahí, yo
me salve de esa situación, me salve y salve a la persona a mi lado, porque si
esperaba a alguien, ese alguien no llegaría, no llegarías.
La cuarta fue la peor de todas, mi propia lucha, mientras los souvenir de los
monstruos me consumieron, yo sola me autodestruía, nadie lo sabía, ni siquiera
madre, no quería que se culpara, me avergonzaba, me sentía asqueada, me sentía
nauseabunda, la batalla empezó cuando deje de comer, el monstruo estaba afuera
y si lo veía seguramente me haría más daño, el insomnio le siguió, fue una constante
batalla con poder dormir, aislamiento fue lo que siguió, no quería convivir con nadie,
todos me aterraban, me sentía incomoda a lado de todos, las auto lesiones fueron
lo último, no quería que madre se diera cuenta, mi pierna estaba mallugada,
necesitaba un dolor que acallara el interno, no estuviste para decirme cuan fuerte
estaba luchando pero que podía recargarme en ti.
Mi cuerpo, mi corazón y mi mente estaban lacerados8, no encontraba sanación en
nada, rezando porque alguien viera la lucha que estaba pasando, peri también
rogando que nadie lo notara, nadie tenía que enterarse jamás, estuve aterrada por
meses, sufrí por meses, ahora el tiempo parece no definirse, pero sí sé que se sintió
como una década, estaba cansada, empapada de lágrimas y deseaba tirar todo por
la borda, al final lo que quería mantener para mí se propago cual fuego, me
reprimieron, me gritaron, me “ayudaron”, me sacaron de ahí, hicieron lo que
creyeron mejor, pero tú no estuviste ahí, para darme un respiro, decirme que todo
mejoraría y que no era mi culpa.
Esa última batalla dio paso a otras más, era antisocial, me aterraba que alguien se
acercara, no podía simplemente ser yo, siempre estaba paranoica, el insomnio a

7
m. Temor, con espanto o sobresalto.
8
tr. Dañar, vulnerar.
veces aparecía, otras veces eran terrores nocturnos, a veces simplemente no
dormía o me despertaba en un llano, cuatro o cinco años después otros dos
monstruos aparecieron, en distintos tiempos, estos a diferencia de los otros no
lograron una cicatriz permanente, pero contribuyeron a detener mi progreso y no
apareciste para darme consuelo.
Cuando falle en la preparatoria se convirtió en mi quinta derrota, parecía ser como
si el mundo se empeñara en hacer que no pudiese lograr nada bien, ese no fue tan
duro, pero aun así se sintió terrible y de nuevo no estuviste ahí para darme una
palabra de aliento.
La sexta derrota más dura fue cuando se me negó la entrada a la universidad, había
peleado por eso con creces, me había esforzado, realmente había hecho todo lo
posible, estaba arruinada, me sentía incompetente e inútil, decían que cometer
errores estaba bien, y cuando me encerré en mi habitación a llorar la decepción de
mi fracaso y mi impotencia, no estuviste ahí para decir que estaba bien, que lo
podíamos resolver juntos, no estuviste para nada.

“Todos estas victorias y derrotas se convertirían en polvo ante la victoria de escucharte


decir que me amas, y la derrota de rendirme en tus brazos, mi mayor victoria seria que te
importara y mi peor derrota se convertiría en tu desinterés, una de esas ya se cumplió”
Capítulo Seis
Alma al descubierto
Me rompiste el corazón incluso antes de que cualquier otra persona lo hiciera
primero.
Esta es la última parte, decidí terminar aquí, escribir esto me hace sentir que estoy
más cerca de ti, no mentiré todo lo que está aquí es la versión que conozco, es lo
que vi y ahora mismo mientras escribo esto tengo dos fotos tuyas a mi lado, tan solo
verlas hace mi alma llorar, me siento desolada, porque no es que apareciera un día
en tu vida y listo, no, llevo meses que yo creciera, naciera, me vieras, me
sostuvieras, no fue algo de un día, no fue algo de horas, ¿Entonces por qué?, ¿Por
qué te fuiste?, ¿Por qué no apareces?, ¿Dónde estuviste 23 años?, ¿Los últimos
cinco?, ¿El último año?, ¿El último mes?, lo que me molesta es que dependo de la
idea de lo que podrías haber sido, el tipo de padre que serias.
¿Sabes lo asustada que estuve?, ¿Sabes cuándo necesité de ti?, tuve que
arroparme sola, hacer mi vida, ¿Sabes lo duro que fue?, los tantos sueños que tuve,
¿A cuantos tuve que renunciar?, fue tan duro como piensas que es e incluso más,
sentía que estaba más perdida, había veces que quería rendirme, me sentía
derrumbar, pero tenía que moverme y dejarlo ir.
Incluso a pesar de esto, si algún día vuelves, estaré aquí, esperándote, porque no
importa a donde vaya, que tan lejos este o que tan lejos pueda estarlo, lo mucho
que pueda cambiar, lo mucho que deje las cosas, siempre me aferrare a un mañana
en el que nos podamos encontrar, en el que tu vuelvas, ya sea para formar parte
del resto de mi vida o para escuchar la despedida que no me permitiste decir.
E incluso aunque mi corazón, así como mi mente exploten y puedan ser hirientes,
te pido que dejes ir eso, ya que vivo con la creencia de que tu corazón está conmigo,
que podríamos estar separados pero tu corazón estará conmigo, sin importar a
donde vaya, te extraño, el tipo de extrañeza que te roba el aliento, de hace llorar,
un verdadero y profundo sentimiento que espera que algún día nos veamos en el
mañana, aferrándome a esto, espero que vuelvas.
Probablemente sea difícil, no es algo tan fácil como pedir un helado y te llegue,
quizás ponga resistencia, y te aseguro que será mi dolor hablando, pero lo que paso
en el ayer lo olvidare con el paso del tiempo, porque hay recuerdos plasmados en
fotos de situaciones que no recuerdo, pero son recuerdos que me hacen saber que
existes y ciertamente no quiero decirte adiós, soy una extensión de ti e incluso a
pesar de todo, te amo y siempre te recordare,
Todo lo bueno, todo lo malo, lo guardare dentro de mí, cada fotografía, cada mirada
en tu vida, tantos sueños y tantos planes, hasta ahora solo ha habido lágrimas, pero
podremos crear las risas, con tanta alegría y renunciando a todo el dolor, digámosle
Adiós al pasado, tenemos que seguir adelante e incluso con esto estoy agradecida
de haberte conocido, no hemos pasado tiempo juntos, pero realmente espero que
me des la oportunidad de poderte conocer, saber si odias el calor tanto como yo, si
amas el frio, los días lluviosos, si amas el chocolate caliente o el café como lo hago
yo, si eres un alma bromista como la mía, si amas escuchar música y cantar, aunque
fuésemos terribles cantantes, si amas leer como yo, si amas escribir como yo, si al
igual que yo amaba las películas de acción y de alguna manera veía las de terror
aunque como yo, le dieran un grado de pánico.
Quiero conocerte, quiero saber de ti, quiero escuchar tu voz, quiero un abrazo tuyo,
quiero una explicación, quiero un recuerdo, quiero un te amo, quiero una razón para
terminarte de amar, solo quiero que aparezcas y me expliques, me digas cual
versión de ti es la real, me niego a creer que no sentirse amor por la extensión de ti
que crecía cada día, me niego a creer que me olvidaste, me niego a creer que eres
el tipo de persona que suelta sin mirar atrás, una parte de mi dice que hay una
fuerza mayor que te impide volver y si es así, podríamos arreglarlo juntos, solo,
aparece.
No mentiré me siento celosa y de que ellos estén más cerca de lo que alguna vez
mis manos estarán, estoy celosa y enojada de saber que eres feliz sin mí, de saber
que continuas con tu vida sin mí, una parte de mi corazón está rota a tal punto que
no podrá jamás repararse, pero la otra se auto regenera con excusas, amor e
ilusiones futuras, no te voy a mentir, quizás no te perdone, pero definitivamente te
abrazare si llegas a aparecer.
Y si, decides no aparecer, está bien, te deseare lo mejor del mundo, que el mundo
te otorgue felicidad y salud, que tus días estén llenos de sabiduría y regocijo, si no
vuelves te lo digo ahora, deseo que tu vida brille estupendamente, cuando me
dejaste no había nada que perdonar, porque siempre pensé que volverías, pero
ahora mismo si decides no hacerlo, tampoco habrá nada que perdonar, porque
sabré que eres feliz sin mí, simplemente seguiré adelante.
Llorare, odiare, sonreiré y extrañare a tu ser, pero algo que nunca hare es desearte
un mal, solo deseare tu felicidad, que pienses en mi al menos una vez, porque a
diferencia de mí, tu si tienes recuerdos de nosotros, y espero que algún día cambies
de opinión, es todo lo que necesito, esperaré un día a encontrarnos de nuevo, estaré
esperando, por ahora es un adiós momentáneo.

“Esperaré tu regreso, pero no me estancaré, seguir adelante pero no te olvidare”


Con todos los sentimientos que poseo, te escribo a ti padre, esperando que lo leas
y sepas lo que eres para mí, tu abandono fue solo un pequeño paso a lo que es
ahora esta extensión de ti.

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