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Había una vez un pequeño ratón llamado Tommy que vivía en un agujero en la
pared de una biblioteca. Tommy era un ratón muy curioso y le encantaba
explorar los estantes de libros, pero nunca había leído ninguno de ellos.
A medida que avanzaba en la lectura, Tommy se dio cuenta de que el libro tenía
varias funciones en la literatura infantil y juvenil. En primer lugar, el libro lo
estaba entreteniendo, pues estaba disfrutando de una historia divertida sobre
un valiente gato que salvaba a una princesa de un malvado dragón.
Había una vez una niña llamada Ana que adoraba leer. Desde pequeña, sus
padres le habían inculcado el amor por los libros y siempre la incentivaban a
leer cuentos y novelas para niños. A medida que Ana crecía, su interés por la
lectura también crecía y comenzó a explorar otros géneros literarios.
Ana terminó de leer el libro con una sensación de alegría y satisfacción. Había
descubierto una nueva faceta de la literatura infantil y juvenil, que no solo la
entretenía, sino que también la enseñaba y la llevaba a mundos imaginarios.
Desde ese día en adelante, Ana siguió explorando diferentes géneros literarios y
descubriendo nuevas formas de conectarse con la literatura.