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DE
LiECTURñ POR
4.a edición
1 .a edición, 1905.
2 .a edición, 1909.
3 .a edición, 1916.
4 .a edición, 1924.
Es propiedad.
* **
1. Obra nacional.
Al efecto, he dado capital importancia al cultivo del sentimiento
patrio y a cuanto constituye nuestra idiosincrasia de chilenos. Las
lecturas presentan nobles ejemplos de civismo y dan a conocer los
héroes y las leyendas nacionales en forma artística; amena y atra
yente, de modo que su solo mérito sugestivo hace que, sin esfuerzo
alguno, se graben en las mentes infantiles.
El interés que muestra el niño por las historietas que tienen como
protagonistas animales y paj arillos que se. desenlazan de peligrosas
aventuras gracias a la ayuda de sus semejantes, es la primera mani
festación en la vida generosa de la simpatía y del altruismo. De se
mejante índole, hay abundancia de trozos en estos Libros de Lectura.
8. Obra educadora.
El conjunto bello y armónico que constituye cada uno de estos
libros, influirá poderosamente en la educación de los niños. La her
mosa y seria presentación, los interesantes grabados (que dan bue
nos temas para composiciones literarias), las artísticas láminas en co
lores, la calidad superior del papel, la encuadernación sólida y cui
dada, disponen a que estos libros sean queridos y respetados.
La lectura del primer trozo de cada tomo, dirigida inteligente
mente, pondrá las páginas a cubierto de las profanaciones del lápiz
o de la tinta, y será, a la par, la primera lección de respeto, de orden,
de disciplina y de amor.
* **
Al poner término a esta serie de cinco Libros de Lectura, cum
plo con el grato deber de hacer públicos mis agradecimientos a mis co
legas de profesorado y a los distinguidos escritores que galantemente
han querido colaborar en esta obra: a los primeros, por las inteligentes
observaciones que me han sugerido; a los segundos, por su colabora
ción especial para estos Libros. Unos y otros han querido contribuir
con sus luces a dotar a nuestros educandos de un BUEN LIBRO DE
LECTURA.
M. Guzmán Maturana.
X INDICE
Págs
Págs.
51 .—El copo de nieve. -—I. Thalaso.......................................... 150
52 .—En el fondo del lago.—Diego Dublé Urrutia............... 153
53 .—Dos tortolillas para 30 hombres.—Aliguel Luis Amuná-
tegui ......................................................................... 155
54 .—El primer olivo en Chile.—Miguel Luis Amunátegui..... 159
55 .—Los primeros melones en América.—Miguel Luis Amu
nátegui.......................................................................... 161
56 .—El choclo del Gobernador.—Benjamín. Vicuña Macken-
na ........................................................................... 166
57 .—El gobernador Ambrosio O’Higgins.—Francisco Valdés
Vergara....................................................................... 168
58 .—Clases sociales en la colonia.—Francisco Valdés Vergara. . . 170
59 .—El carbonero y el señor.—E. de Amicis............................... 172
60 .—La vida colonial.—Luis Galdames....................................... 174
61 .—Santiago en 1808,—Alberto Mauret Caamaño................. 177
62 .—La «Aurora de Chile».—Francisco Valdés Vergara........... 178
63 .—Camilo Henríquez.—Alberto Mauret Caamaño.............. 181
64 .—El rey en busca de novia.—Fernán Caballero.................... 182
65 .—La destiladera.—Mariano Latorre Court............................ 189
66 .—El árbol.—Gabriela Mistral y Nin Frías............................ 191
67 .—El combate homérico.—Mauricio Cristi........................... 195
68 .—El testamento de un héroe. — » » ............................. 199
69 .—El sargento Rebolledo.— » » .............................. 200
70 .—La canción del buen hombre.—De Burjer....................... 202
71 .—La conquista del aire........................................................... 207
72 .—En el hogar—Gabriela Mistral ......................................... 210
73 •—Decálogo de los Scouts........................................................... 214
74 .—Himno de los Scouts.—Gabriela Mistral....................... 216
75 .—Ecuatorial.—JuanMontalvo............................................. 219
76 .—Los hermanos de Mowgli.—R. Kipling............................. 221
77 .—La Pascua de los Niños: 1. Hebras para el nido.—Ga
briela Mistral............................................................. 234
78 .—2. La gracia del trino.—Gabriela Mistral........................ 238
XII INDICE
Págs.
POESIAS
Alfabeto.
A a d cu Gvruó'uuc^cu.
B b L Búo-Búo-
0 c G o CotcVYly
Ch ch GL oG cuu
D d cL XXLo-íu.
E e ó v CA/CM/tlcu«
F f S’^LCUTLOt/CU.
G Quucouc^uuuLto.
g
H h G jGtwlóvu
I i J! u «Jn/ocu.
J j
K k X JÜuLo.
L 1 SL Gutucu^ugív.
L1 11 SL SLLcu^-Gtci/^.
M m M TVT TlbcLwtG.
XIV ALFABETO
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71 CVITC/CVC^WCV.
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X X DC ov tjCbWÍVV^.
Y y V
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Z z ?
^xxl cvcp>^-cv.
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 0.
1, 2, 3, U? 5, lo, q, 8, i, o.
GUZMÁN MATURANA 17
En la noche.
consta (a A-ota,
tj -itHao V2CÍ0 eo férrea
vj otzas es cotta.
no 'to otea,
tencha nn 3ía 3^ epeeo
otto cc ip&n as.
GUZMÁN MATURANA 25
(Ismael Parraguez).
Enemigo es el mañana,
aliado de la pereza:
¡ay de quien una obra empieza
y en darle fin no se afana!
Los libros.
Gúténberg y su imprenta.
GUZMÁN MATURANA 33
La biblioteca de Estardo.
Respondió mi padre:
—Porque es un carácter.
Y añadí yo:
—En una hora que he estado con. él, no ha pronunciado
cincuenta palabras, no me ha enseñado un juguete, no se
ha reido una vez y sin embargo, he estado tan contento. . .
—Porque lo estimas, añadió mi padre.
36 LIBRO TERCERO
Carta de un niño.
Señor
Les Andes.
Querido papá:
Luis.
Estampilla
Casilla
^33 . Los Andes.
GUZMÁN MATURANA 41
La Naturaleza.
El viento y el mar.
(Gabriela Mistral).
De su conchite, perfumada
rellena con hilacha rubia,
desvía el vidrio de la helada
y las guedejas de la lluvia;
A A
GUZMÁN MATURANA 55
El sueño de Roberto.
* **
A Roberto le pareció que sólo había estado un momento
en la cama, cuando oyó voces que hablaban muy alto. Se
incorporó, miró a su alrededor, y se sorprendió vivamente
de encontrarse otra vez en el jardín. Junto a él había va
rios perros y gatos, empeñados en animada conversación.
¡Y cosa rara! Él entendía todo lo que hablaban.
Príncipe decía:
—Estoy cansado de vivir aquí, porque mi amo me hace
sufrir mucho. Esta mañana me obligó a seguir su bicicleta;
cuando regresamos, yo le pedí suplicante que me diera
de beber; él se rió y se conformó con decirme que estaba
muy ocupado.
—Pues yo tuve que arañarlo hoy día, dijo Lulú. Quizás
esto le enseñe que no debe lastimarme tan a menudo como
lo hace. Tiene la costumbre de levantarme de una pata,
y ayer, sin ir más lejos, me cogió por el rabo, y me balanceó,
como si yo fuera un péndulo. Estoy seguro de que él no
sabe lo mucho que eso me lastima.
—Tú eres un gato valiente, puesto que te atreves a
arañar a tu amo, dijo un gatito que parecía muy manso.
En mi casa hay una niñita que juega conmigo; pero yo,
naturalmente, no puedo arañar a una niñita. Ella me tira
58 LIBRO TERCERO
Rapuncel.
1. La vieja bruja.
Un matrimonio vivía
en una casa cuyas ven
tanas daban a un her
moso jardín que perte
necía a una vieja bruja.
La mujer pasaba casi
todo el día en la ventana, suspirando porque no tenía un hijito
con quien jugar.
Una vez vió una hermosa lechuga que crecía en el jardín
vecino y le pareció tan apetitosa, que desde entonces su único
deseo fué apoderarse de ella para comérsela. Tanta era su preocu
pación, que se fué poniendo pálida y perdiendo el apetito.
Su marido llegó a temer que se enfermera y muriera, si no
comía aquella lechuga. . .
Así, pues, en cuanto cerró la noche, saltó al jardín de la vecina
v se apoderó de dos matas de lechuga. Su esposa se las comió al mo
mento, y le gustaron tanto, que. no dejó en paz a su marido hasta
que éste le prometió volver al jardín de la bruja, a la noche si
guiente.
Apenas había cogido la lechuga, cuando la vieja, que estaba al
acecho, se dirigió cojeando hacia él y exclamó:
GUZMAN MATURANA 61
2. La torrea?
A A
66 LIBRO TERCERO
(Vital Aza).
PERSONAJES:
ESCENA ÚNICA
El león y el perro.
El elefante.
En la India.
*
* *
Yo, madre, me imagino perfectamente que, en un día
nublado como éste, el joven príncipe galopa solo por el
desierto, en su caballo de plata, en busca de la princesa
que el gigante tiene en su castillo, más allá del mar desco
nocido. Díme, madre: cuando la lluvia oculta con su manto
el cielo distante, y el relámpago salta, como un dolor agudo,
¿se acordará el príncipe de su pobre madre, abondonada
por su padre, el rey, que se seca los ojos, barriendo la cuadra,
mientras su hijo cabalga por el desierto de Tepantar?
*
* *
Madre, mira, no se ha acabado el día y ya es de noche.
Nadie pasa por el camino apartado de la aldea. El pas-
torcillo ha abandonado las praderas y se ha vuelto tem
prano a casa; y los labradores, que no han ido hoy al campo,
sentados en la estera, bajo el techo picudo de sus chozas,
miran a las amenazantes nubes. No me digas que ahora
estudie, madre; deja tus libros en paz sobre la mesa. Cuando
sea mayor, como mi padre, ya aprenderé todo lo que haya
que aprender. Pero hoy, sólo hoy, madre, cuéntame tú
dónde está el desierto de Tepantar.
Nota.—En este Tercer Libro de Lectura aparecen los siguientes «poemas de
niños» del celebre poeta indio Rabindranath Tagore: «La patria del proscrito»,
«El héroe», «El regalo», «Mi canción» y «Autor».
GUZMAN MATURANA 83
El héroe.
*
* *
Al aire los cabellos, se acercan cada vez más los asesi
nos, armados de largas lanzas. Yo les grito: —¡Alto ahí,
villanos! ¡Un paso más, y sois muertos! Dan otro terrible
aullido, y se abalanzan. Tú, convulsa, me coges de la
mano y me dices: —Hijo mío, por amor de Dios, huye de
aquí. Yo te contesto: —Madre, tú mírame a mí; ya tú
verás.
*
* *
En la India.
CAZA DE SERPIENTES.
En la India.
©cc®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®®
Martín-pescador. 9
GUZMÁN MATURANA 91
4.—Libro III.—Guzmán M.
94 LIBRO TERCERO
Antigüedad de la China.
La China.
SUS INVENTOS.
Rosa Bonheur.
El caballo.
Rosa Bonheur
1829-1899.
GUZMÁN MATURANA 105
Humildad.
(Francisco Viltacspesa).
—¿Y tú?
—Yo me llamo Pedro.
—¿Y dónde vives?
—Cerquita de aquí; detrás de aquellos árboles.
—¿Qué edad tienes?
—Voy a cumplir ocho años.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando en el campo?
—Desde las seis de la mañana.
—¿Y no tienes ya ganas de comer?
—Sí, señor; pero ya comeré pronto.
—Si tuvieras ahora cincuenta centavos, ¿qué harías
con ellos?
—En mi vida he tenido tanto dinero.
—¿No tienes juguetes?
—¿Juguetes? No sé qué es eso.
—Son objetos que sirven para entretenerse, como pe
lotas, bolitas, trompos, caballos de madera, volantines y
otras muchas cosas.
—Juanito hace pelotas para jugar; en el campo, arma
mos trampas para cazar conejos; tenemos una vara larga
para saltar y unos zancos para andar por el barro. Tam
bién tenía yo un aro, pero se me rompió.
—¿Y no deseas tener alguna otra cosa?
—No, señor, porque apenas tengo tiempo para juegos,
pues llevo los caballos al potrero, cuido las ovejas, rodeo
las vacas, voy al pueblo a comprar algunos encargos: esto
viene a servirme de juego, a la vez que ayudo a mi padre.
—Bien; pero si tuvieras dinero, podrías comprar man
zanas y dulces.
110 LIBRO TERCERO
El persa verídico.
Madre
* *
118 LIBRO TERCERO
El regalo.
* **
Mi canción.—Mi canción te envolverá con su música,
hijo mío, como los tiernos brazos del amor. Te tocará en
la frente, cual un beso de bendiciones. Si estás solo, se sen
tará a tu lado y te hablará al oido; cuando estés entre la
gente, te cercará para alejarte de ella.
GUZMÁN MATURANA 119
*
* *
Mi canción, cual las dos alas de tus sueños, se llevará
tu corazón hasta el fin de lo inefable. Cuando la noche
negra se tienda en tu camino, mi canción será sobre tu
cabeza como una estrella fiel. Se sentará en las niñas de
tus ojos y guiará tu mirar al alma de las cosas.
*
* *
Cuando mi voz enmudezca con la muerte, mi canción
te seguirá hablando en tu corazón vivo.
120 LIBRO TERCERO
Carta.
Querido Hernán:
Carta.
Chillán.
Queridísima hermana:
Aunque papá y mamá te han escrito, no
puedo dejar pasar esta fecha de familia sin
manifestarte mi cariño, que en semejante
122 LIBRO TERCERO
Clara.
GUZMÁN MATURANA 123
La viña de Nabot.
<
Nadie como el rey Acab poseía más suntuosos palacios,
jardines más vastos, ni plantas más raras y mejor culti
vadas.
Nadie como el rey Acab tenía más preciosos muebles,
carruajes más elegantes ni servidores más listos y nume
rosos.
Nadie como el rey Acab disponía de tantos tesoros, de
trajes más espléndidos y lujosos.
Sin embargo, el rey Acab no era bastante rico: deseaba
algo más.
*
* ♦.
Cerca de los vastos jardines de Acab, había una pequeña
viña, cultivada por un hombre humilde.
El rey la ambicionaba para extender sus jardines inter
minables.
—Cédeme tu campo y te pagaré tres veces su valor,
dijo el rey a Nabot, el dueño de aquella viña.
—¡Oh, rey! contestó Nabot. Soy pobre, pero nada nece
sito. Tengo poco; pero estoy contento con ello. No deseo
más riquezas. Amo este campo, que cultivo con mis pro
pias manos. Lo heredé de mis padres, que lo recibieron
de sus antepasados. En él nací y en él quiero morir. ¡ Oh,
rey, respeta mi propiedad y mis derechos!
124 LIBRO TERCERO
La sortija de Polícrates.
La ninfa Eco.
La lluvia triste.
(Gabriela Mistral).
¡Esa nube-corazón
que ha abierto su hinchado vaso!
¡ Ese pañuelo de lágrimas
que sigue y sigue estrujando!.,,
GUZMÁN MATURANA 131
Aracne.
2. La caverna de Polifemo.
Siempre hendiendo las olas, sus naves llegaron al país de los Cí
clopes.
Los Cíclopes eran gig'antes pastores que habitaban en cavernas.
No reconocían ningún jefe superior entre sus compatriotas.
Ulises dejó a sus compañeros en la playa y con doce hombres de
los que tripulaban su barca de negra- proa, bajó a reconocer la isla.
Luego divisaron una gran cueva. En ella, con sus rebaños, habi
taba un enorme y feo gigante, que tenía un solo ojo.
Se llamaba Polifemo, y era hijo de Neptuno, dios del mar.
Ulises y sus doce compañeros se encaminaron a la cueva del gi
gante. Llevaban un cuero de cabra lleno de vino delicioso, dulce como
la miel, y un zurrón repleto de provisiones.
Polifemo no estaba allí. Hicieron una hoguera, asaron algunos
quesos de los que encontraron en las paredes de la caverna, y espe
raron.
134 LIBRO TERCERO
3. Los EXTRANJEROS.
4. El antropófago.
5. Plan de fuga.
7. La salida.
8. Invocación a Neptuno.
Autor.
Primavera artificial.
El copo de nieve.
(i.—Libro III.—Guzmán M.
158 LIBRO TERCERO
El carbonero y el señor.
La vida colonial.
Santiago en 1808.
CAMILO HENRIQUEZ.
{A. Mauret Caamaño).
Pues, se
ñor, ésta era
u n a m u c h a-
chita muy bo
nita y muy buena,
que se llamaba
Ro s a. Cuando
era aún pequeñi-
ta, se murió su
padre; pero su-
madre la crió con
mucho amor, enseñándola a ser mujercita de bien y sobre
todo, a hilar, tejer y coser, que era el trabajo con que su
madre ganaba el pan para las dos.
Al cumplir Rosa los quince años, su madre se enfermó
gravemente, y conociendo que se iba a morir, llamó a su
hija y le dijo :
—Hija mía, yo me voy al cielo y te dejo sola en la tierra.
No te quedan muchos bienes, pero, aunque pocos, te
bastarán para vivir dichosa, si haces buen uso de ellos.
Los bienes que te dejo son: esta casita para que vivas,
y una rueca, una lanzadera y unas agujas para que ganes
el pan, como yo lo he ganado, hilando, tejiendo y cosiendo.
GUZMÁN MATURANA 183
*
El Rey estaba ya desahuciado de los médicos, y llamando
a su hijo primogénito, que era un real mozo, le dijo:
—Yo me voy a morir, pero antes quiero decirte cuántas
son cinco. Apenas cierre yo el ojo, te encasquetarás la
corona; pero no te bastará esto para ser feliz. Es necesario
que te cases, pero te encargo que no eches en saco roto
aquel refrán: Antes que te cases, mira bien lo que haces.
—Pues, ¿qué clase de mujer quiere Ud. que busque?
preguntó el príncipe a su padre.
—La más pobre y la más rica.
•—¡ Quedamos enterados! refunfuñó el príncipe, poco sa
tisfecho de la contestación de su señor padre.
—¡Qué! ¿No me has entendido? dijo éste. Pues estudia,
hijo, que ya tienes edad para eso.
184 LIBRO TERCERO
* **
El Rey andaba de pueblo en pueblo buscando novia, y en
todas partes preguntaba cuál era la muchacha más pobre
y más rica del pueblo; pero nadie entendía esta pregunta, y
en todas partes se contentaban con indicarle una mu
chacha pobre y otra rica.
■—¡ Canarios!. decía el rey. ¡Me queman Uds. la sangre
con sus picaras entendederas! Lo que yo busco no es una
novia rica ni una novia pobre; es una que sea las dos
cosas a la vez.
—¡ Qué divertido está Su Majestad! exclamaban los cam
pesinos, sin entender jota de lo que quería decirles. Si es
tuviera como nosotros destripando terrones todo el día,
no tendría Su Majestad tanta gana de broma.
Andando de aquí para allí, el rey llegó a la aldea de
GUZMÁN MATURANA 185
*
* *
La destiladera.
*
* *
♦
* *
*
* *
*
* *
E1 árbol.
El combate homérico.
LA PRIMERA IMPRESIÓN EN SANTIAGO.
*
* «
*
* *
Los primeros detalles llegaron a Santiago después de
muchas horas de muy amarga tristeza.
—«¡ La Independencia a pique!»
Todo Santiago se puso en conmoción.
Las campanas tocaron a rebato y numerosos grupos de
ciudadanos llenaban las calles, abrazándose entre sollozos
y lanzando este grito, que en aquella noche y siempre ten
drá la alegría solemne de las tumbas:
—¡Vivan los mártires de Iquique!
Un grupo de bomberos se dirige al Cerro de Santa Lucía.
Tratan de disparar el cañón que allí existe para anun
ciar la hora del meridiano.
Saquete de pólvora había; pero no se encontraba con
qué atascar el cañón.
—Teniente Herrera, ¿de dónde sacamos tacos?
—Yo hago atascar el cañón con pasto del cerro, pero
ahora ha llovido y no sirve.
Un humilde hijo del pueblo se saca la blusa y la alarga,
diciendo:
—¡Aquí hay para taco!
Todos se miran, asombrados primero; luego los bolsillos
se vacían para recompensar al obrero que acababa de dar
tal lección de patriotismo, y en seguida todos los bomberos
principiaron a quitarse sus ropas blancas y sus pañuelos.
El cañón retronó sin interrupción. . . Se hizo, pues, la
primera salva en honor de los héroes legendarios, con la
blusa de un obrero, pañuelos de batista y camisas de hilo...
198 LIBRO TERCERO
El testamento de un héroe.
El sargento Rebolledo.
*♦ *
Un día, vino un viento impetuoso del mar, arremolinán
dose en nuestras llanuras: huían delante de él las nubes,
como los rebaños delante del lobo; barría los campos,
tendía al suelo los bosques y arrojaba fuera de su cauce
los ríos y los lagos.
*
* *
Derritió la nieve de las montañas y las precipitó a torren
tes en las llanuras, y en breve, todo el llano no ofrece otro
aspecto que el de un mar, cuyas olas espantosas se llevan
rodando las peñas desprendidas.
*
* *
Había en el valle un puente echado entre dos peñones,
sostenido sobre dos inmensos arcos, y en el medio, una
casita que habitaba el guardián con su mujer y sus hijos.
¡ Guarda del puente, sálvate pronto !
GUZMÁN MATURANA 203
*
* *
La inundación amenazadora sigue subiendo; el huracán
y las olas bramaban ya con más fuerza en derredor de la
casa; el guardián subió sobre el techo y echó hacia abajo
una mirada de desesperación: «¡ Dios de misericordia, soco
rro! ¡Estamos perdidos! ¡Socorro!»
*
* *
Amontonábanse unos encima de otros los carámbanos;
las olas arrojaban sobre las márgenes pilas desprendidas
del puente, cuyos arcos de piedra arruinaban bramando;
pero el guardián tembloroso, con sus hijos y su mujer,
gritaba aún con más fuerza, más que las olas y el huracán.
*
* *
Los carámbanos se amontonaban unos encima de otros,
hacia la orilla, juntamente con las ruinas del puente derri
bado por la tormenta, y cuya total destrucción se aproxi
maba. «¡ Cielo misericordioso, socorro!»
♦
* *
La margen lejana estaba cubierta de una multitud de
espectadores, grandes y chicos. Cada uno gritaba y tendía
las manos, pero nadie quería arriesgarse para socorrer a
esos desdichados; y el guardián, temblando con su mujer
y sus hijos, gritaba con más fuerza que las olas y el huracán.
204 LIBRO TERCERO
*
* *
¿Cuándo, pues, resonarás, canción del buen hombre, tan
fuerte como la voz del órgano y de las campanas ?
¡ Di, en fin, su nombre; repítelo, oh, el más hermoso de
mis cantos!. . .
La total destrucción del puente se acerca. . .
*
* *
¡Buen hombre, buen hombre, déjate ver! Hé aquí un
noble conde que llega al galope; un noble conde montado
en su brioso caballo. ¿ Qué es lo que levanta en la mano ?
Una bolsa repleta de dinero: «¡Doscientas monedas de
oro quedan prometidas a quien salve a esos desdichados!»
*
* *
¿Quién es el buen hombre? ¿Es el conde? Dílo, mi noble
canto, dílo! El conde, ¡pardiez! era valiente; pero otro
conozco que era más valiente que él. ¡ Oh, buen hombre,
buen hombre, déjate ver! ¡Más y más amenaza la muerte!
*
* *
Y la inundación seguía creciendo, y el huracán silbaba
más reciamente, y se extinguía el último rayo de esperanza.
¡Salvador! ¡Salvador, déjate ver! El agua sigue arras
trando pilas del puente, y hace caer los arcos con un gran
ruido.
GUZMÁN MATURANA 205
*
* *
«¡ Hola! ¡ hola! ¡ pronto, socorro!» Y el conde enseña nue
vamente la recompensa; cada uno tiene miedo, y nadie
sale de la inmensa multitud; en vano el guardián del puente,
con sus hijos y su mujer, gritaba con más fuerza que las
olas y el huracán.
*
* **
¿Quién es, pues, quién es ese buen hombre? ¡Dílo, mi
noble canto, dílo!. . . Pero tal vez es por el oro que acaba
de arriesgar su vida; pues cierto era que el conde cumpliría
su promesa y no era cierto que ese campesino perdería
la vida.
* **
«¡Ven acá, exclamó el conde, ven acá, mi valiente amigo!
Hé aquí mi recompensa prometida: ven y recíbela!» ¡ Decid
ahora que no era un buen hombre el conde! ¡ Pardiez!
¡Era un noble corazón! —¡Pero, de fijo, un corazón más
noble y más valiente aún latía bajo el tosco vestido del
campesino!
**
«Mi vida no se vende por oro; yo soy pobre, pero puedo
vivir; dad vuestro oro al guardián del puente, pues todo
lo ha perdido». Dijo estas palabras con tono franco y mo
desto a un tiempo; recogió su bastón y se fue.'
* **
Resuena, canción del buen hombre, resuena a lo lejos,
con más fuerza que la voz del órgano y el ruido de las
campanas. El oro no ha podido pagar semejante valor:
¡ que una canción sea tu recompensa!
¡Yo doy gracias a Dios de haberme concedido el don
de alabar y cantar, para celebrar por siempre al buen
hombre!
GUZMÁN MATURANA 207
En el hogar.
>■<•
216 LIBRO TERCERO
Himno lb€ W¿
f ™ 1 ^-l "* l' ' ""■ 1 । '" rwl । '—■ "i 'i'»—.»■ .ii> i . . .. ■ i. rn i.n un—A-,
Ya fatigados, dormiremos,
los rostros vueltos al fulgor
del firmamento constelado,
pupila enorme del Señor.
Ecuatorial.
¿Qué pasos lentos van retumbando por allá? Es el ele
fante, que rompe la selva con su movimiento de rey ma
jestuoso y se dirige a beber a orillas del Lualaba.
Ruge el león y comparece, infundiendo terror a todo ser
viviente, con esos ojos encendidos; el tigre, agazapado al
pie de un tronco, está acechando al boa, que se viene con
su meneo formidable; manadas sin cuento de monos lle
nan de ruido los vetustos robles; un orangután, recto
como persona, camina paso a paso, con semblante medi
220 LIBRO TERCERO
1. El cachorro de hombre.
—¡Sí, sí, ruge cuanto quieras! di jóle Bagheera. Día vendrá en que
esa cosa que está ahí, tan desnuda, oirá rugir a vuesa majestad en dis
tinto tono.
Así entró Mowgli a formar parte de la manada de los lobos: un toro
fué el precio de su vida, y Baloo, su defensor.
4. La Flor Roja.
*
* *
*
* *
A la Bandera.
Tú representas aquello
que con fervor adoramos,
y cuando te contemplamos,
desplegándote al destello
del sol, el cuadro más bello
surge ante nuestras miradas,
GUZMÁN MATURANA 245
El himno cotidiano.
^Gabriela Jlislral).
El gallo.
(Armando Alcalde Abascal).
Lá sandía.
(Salvador Rueda).
Cual si de pronto se entreabriera el día
despidiendo una intensa llamarada,
por el acero fúlgido rasgada,
mostró su carne roja la sandía.
Caridad.
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9 .—Libro III.—Guzmán M.
254 LIBRO TERCERO
Caridad.
La fortuna.
(Eduardo de la Barra).
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Las abejas,
He observado la colmena
al mediar una serena
tarde plácida de Mayo. (*)
La volante, la sonora
muchedumbre zumbadora
laboraba sin desmayo.
Y en corolas hechiceras,
y en pictóricas anteras,
y en estilos diminutos,
y en finísimos estambres,
van buscando los enjambres
las esencias de los frutos.
No se estorban ni detienen
las que ricas de oro vienen,
las que en busca van del oro.
Unas liban y acarrean,
otras labran y moldean:
¡ todas hinchen el tesoro!
Mi vaquerillo.
El niño dormía
cara al cielo, con plácida calma;
la luz de la luna
puro beso de madre le daba,
y el beso del padre
se lo puso mi boca en su cara. . .
Y le dije, con voz de cariño,
cuando vi clarear la mañana:
—Despierte, mi mozo,
que ya viene el alba,
y hay que hacer una lumbre muy grande,
y un almuerzo muy rico. . . ¡ levanta!
Tú te quedas luego
guardando las vacas,
y a la noche te vas y las dejas...
¡San Antonio bendito las guarda! . . .
Y a tu madre mañana le dices
que vaya a mi casa,
porque ya eres grande
y te quiero aumentar la soldada.. .
262 LIBRÓ TERCERO
El buey.
El granizo.
(Amado Ñervo).
La abuela.
El faro.
(Samuel A. Lillo).
Misterioso centinela
de los mares, aquel faro
se destaca limpio y claro
en la punta de un peñón,
y cual cíclope de piedra
sobre la sirte rugiente,
levanta erguida la frente
que respeta el aquilón.
268 Libro tercero
Colón.
(Guillermo Matta).
El encrespado abismo
del mar hincha sus olas con regocijo; y luego
que se enrosca en las naves la serpiente del fuego,
cada ola que lame los pies de los soldados,
tiende sobre la arena leños carbonizados.
La frase de Cortés.
(José Santos Chocano).
Mirando al río.
(Víctor Domingo Silva).
Como en fantasmagoría,
ves las proezas que hizo
Lautaro, el caballerizo,
contra sus amos un día.
Sombras de melancolía
pasan sobre tu alma inquieta,
y aun tu lenguaje interpreta
los portentos que escuchabas
en las soberbias octavas
de don Alonso, el poeta.
Y la Colonia vetusta:
el caserón solitario
el ¡ talán! del campanario
en la Catedral augusta. . .
La autoridad siempre adusta;
una calesa que rueda
en mitad de la vereda;
GUZMÁN MATURANA 279
el corregidor, la niña
de blanca toca y basquina
y el lento golpe de queda.
(Gabriela Mistral).
Caupolicán.
(Rubén Darío).
Lautaro.
(Alberto Mauret Caamaño).
Carrera.
(Samuel A. Lillo).
Es tu caudillo glorioso
que, audaz, altivo y hermoso,
hasta tus playas llegó,
cuando en montes y riberas
estallaron las primeras
chispas de tu rebelión.
Manuel Rodríguez.
(Alberto Mauret Caamaño).
Paula Jara-Quemada.
(Ismael Parraguez).
Y mostrando la heroína,
con un gallardo ademán,
su alto pecho a los soldados,
gritó altiva:—¡ Disparad!. . .
Dieciocho de Septiembre.
El huaso.
(Humberto Bórquez Solar).
En la cuja no se afirma
la bandera ni la lanza;
292 LIBRO TERCERO
El recuerdo.
Y aquellas
obscuras alamedas, empolvadas
por los vientos australes, y los frescos
follajes de culenes aromáticos,
caidos, dulcemente, sobre el río,
donde iban a beber, por las mañanas,
los bueyes campesinos, y a bañarse,
por la tarde, los chicos de la escuela. . .
Y aquellas tibias horas del crepúsculo
en que sólo se oían, vagamente,
el son del esquilón, las soñolientas
cornetas del cuartel y las lejanas
nocturnas melopeas de las ranas. ..
En aquel tiempo,
donde hoy se tienden amarillos campos
de mieses ondulantes, susurraban
bosques sombríos de gigantes robles.. .
* *
—¿ Por qué la viña está seca
y el prado es un erial?
¿ Por qué la fragua no suena ?
¿ Por qué los bueyes están
escuálidos y encerrados,
sin ir al prado a pastar?
—Los brazos que trabajaban
quedaron bajo otra luz:
en el campo de batalla,
abiertos como una cruz.
GUZMÁN MATURANA 299
Sobresaltada y confusa,
la ciudad se agita en masa.
—¡ Listo' que vuelen las bombas,
que al cielo suben las llamas!. . .
300 LIBRO TERCERO
Ya destila su cotona;
falta el aire a su garganta;
¡y siempre firme en su puesto,
pues la corneta no calla!. . .
-1 1 ------- 1
Y vuelve al cuartel la bomba
y el bombero a su morada,
donde la madre y la esposa
con tierna inquietud le aguardan.
Canción de Yungay.
(Ramón Rengifo).
CORO.
Cantemos la gloria
del triunfo marcial
que el pueblo chileno
obtuvo en Yungay.
I II
(Ensebio Lillo).
CORO.
20 noes importantes.
1 .—descuides el aseo de tu persona.
2 .—lleves sucia la ropa interior.
3 .—tengas las uñas largas ni de luto.
4 .—te limpies los oidos ni las uñas ante los demás.
5 .—te pongas el sombrero sobre las cejas, echado
hacia atrás o a un lado de la cabeza.
6 .—salgas nunca sin haber dado lustre a tu calzado.
7 .- -lleves las manos en los bolsillos del paleto o del
pantalón.
8 .—escupas en el suelo; busca siempre la salivera.
9 .—silbes en los sitios públicos, ni donde molestes a
la gente.
10 .—te suenes en presencia de los demás. Evítalo
cuanto sea posible.
i 11.—bosteces cuando hables con alguien.
12 .—estés con la boca abierta. Además de ser signo
de estupidez, esta fea costumbre daña la salud.
13 .- -respires por la boca.
14 - -entres a la habitación de una persona sin previo
permiso.
15 .—entres con sombrero a ninguna oficina.
16 .—tomes nada, para curiosear, en un escritorio
ajeno.
17 .—procures leer lo que otra persona está leyendo.
18 .—conviertas los muebles en tambor y tus dedos
en palillos.
19 .—fumes: el cigarro es un veneno, sobre todo pa
ra los niños.
20 .—te acostumbres a las bebidas alcohólicas: la
embriaguez es el más vergonzoso de los vicios.
Imp. Universo.—Matucana 31
1926