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Tiene su origen en la consulta no vinculante de 1993, pero tornó innecesaria por el pacto de
Olivos entre Alfonsín (UCR) y Menem. El radicalismo tuvo como objetivo, la atenuación del
sistema presidencialista y lo hizo a través del núcleo de coincidencias básicas (reelección
presidencial y un ministro coordinador).
El dilema entonces gira en torno a la organización y distribución del poder y el alcance del
poder de policía, facultad estatal para restringir derechos con el objetivo del bienestar general.
Por lo tanto, los estados no reconocen ni conceden los derechos, sino que los garantizan ya
que existen inherentemente y son preexistentes, haciendo posible la vida en sociedad. Es este
principio el que surge de los artículos 19, 28 y 33 de la Constitución.
Los derechos inviolables del individuo, sea cual sea su fundamento filosófico, constituyen el
presupuesto del correcto funcionamiento de los mecanismos democráticos. Estos derechos
dan a lugar normas constitucionales que permiten el desarrollo del juego democrático.
Por lo tanto, el sistema constitucional tiene contenido anti mayoritario (derechos y libertades
fundamentales fuera del alcance de mayorías ocasionales).
El fundamento es que de nada sirve una declaración de derechos si ellos no pueden ser
ejercidos o si no existe un órgano independiente para reclamar justicia.
Es para proteger al sistema de dichos desbordes por los cuales existen los controles,
catalizadores de la decisión política. Es cierto que el mecanismo es lento y puede obstruir la
velocidad de toma de decisiones de un gobernante.
S. Soler: Cuando un poder, con el pretexto de encontrar paliativos a un mal ocasional, recurre
a facultades que sobrepasan los límites constitucionales crea un peligro de mayor gravedad y
difícil de contener, el de identificar atribuciones legítimas. Se acostumbra a incurrir a
extralimitaciones, con el tiempo se transcurre de situación excepcional en condiciones
normales de ejercicio del poder. Los gobernados se familiarizan con el nuevo ejercicio y de
atribuciones discrecionales para resolver problemas y el derecho escrito vigente da a lugar a
un nuevo derecho consuetudinario, cada sector exige su propio interés a cualquier costo,
incluso desvío o exceso de poder por parte de la autoridad. Se pierde el imperio de la ley y sus
instituciones y el derecho adquiere por voluntad del gobernante (cuya máxima función es
asegurar el imperio de la legalidad). El estado de derecho queda suplantado por el caos de
hecho.
Tal principio, hoy elevado a categoría constitucional, rompe con el equilibrio de poderes.
Altera el mecanismo de mayorías necesarias para dictar una norma (en el régimen ordinario,
sólo una mayoría de ambas cámaras del congreso puede dictar una ley, aunque a partir de la
admisión de los DNyU una minoría de un tercio más uno de las Cámaras, conjuntamente con el
Poder Ejecutivo, pueden imponer su legislación).
El mal uso de esta figura para adoptar medidas relacionadas con un plan de gobierno, viola la
división de poderes, convierte al presidente en árbitro supremo, único y último de las
decisiones políticas, la forma republicana se esfuma en monarquía absoluta.
La delegación legislativa
Debe analizarse la nueva norma sobre delegación legislativa. La jurisprudencia a partir del fallo
“Agencia Marítima Delfino” de 1926 había rechazado la posibilidad de que el Poder Legislativo
delegase facultades propias en el poder ejecutivo, admitiendo solamente la validez de la
delegación impropia (aquella destinada a completar el texto legal).
El nuevo artículo 76 incurre en similares errores al comentar el tema de los DNyU. Se expresa
la prohibición de la delegación legislativa al Poder Ejecutivo, pero luego se contradice al
establecer que en materias determinadas de administración o de emergencia pública, con
plazo fijado para su ejercicio y dentro de las bases de delegación que el congreso establezca.
Se tiene en cuenta la ambigüedad del concepto “funciones de administración”, excediendo así
los limites fijados por la jurisprudencia para la delegación.
Del análisis sistemático de la Constitución se puede afirmar que no se admite expedir normas y
reglamentos necesarios para la ejecución de leyes de la Nación, facultad propia del ejecutivo,
por lo tanto, no se puede delegar una facultad que se carece.
En síntesis, el nuevo texto constitucional admite la delegación, siempre que sea dispuesta por
el congreso y con el alcance que determine. En un principio, se excluye la delegación tácita,
pero resulta más permisiva que la jurisprudencia de la anterior constitución, alterándose el
equilibrio de poderes de gobierno en un régimen republicano.
El jefe de Gabinete
Si se analizan los artículos 99, 100 y 101, la nueva Constitución otorga al Jefe de Gabinete
(aunque tal institución no tiene existencia en nuestro régimen constitucional) el ejercicio de la
administración general del país, el presidente continúa como responsable político de tal
administración. En virtud de ello, la responsabilidad política del Jefe de Gabinete frente al
congreso (la remoción por voto de censura con la mayoría absoluta de cada una de las
Cámaras) importa una simplificación del mecanismo de juicio político previsto en la
Constitución anterior para los ministros del poder ejecutivo.
En cuanto a las facultades del jefe de gabinete, el texto constitucional nada agrega, ya las
poseían ministros en la constitución anterior o dependen de la voluntad presidencial o
consisten en funciones de secretaría carentes de significación política o jurídica. El artículo 100
expresa que le confieren al Jefe de Gabinete las facultades que le delegue el presidente de la
Nación y resolver las materias que le indique el poder ejecutivo (carácter delegado de sus
facultades, sujetas a la voluntad y revocación del presidente). Los incisos 3 y del 8 al 13 son
facultades y obligaciones ya contempladas en la constitución anterior. Los incisos 5, 6 y 13 de
la segunda parte obligan al Jefe de Gabinete a convocar y preparar las reuniones de gabinete y
remitir al congreso los proyectos de ley y DNyU. La nueva facultad real está detallada en el
inciso 7 del artículo 100 que le confiere la facultad de hacer recaudar las rentas de la nación y
ejecutar la ley del presupuesto Nacional, aún cuando el presidente de La Nación conserva la
facultad de supervisar su ejercicio.
El Poder Judicial
Cabe advertir sobre la excesiva presencia judicial en él, se corre el riesgo de corporativizar
sobre una carrera administrativa en vez de sobre el conocimiento o cualidades personales.
Como también es criticable la norma que fija la necesidad de que los jueces obtengan nuevo
acuerdo del Senado al cumplir los 75 y renovado cada cinco años, al no guardar relación con el
criterio de idoneidad (requerido constitucionalmente) sino a criterios políticos. También afecta
la independencia del poder judicial al afectar la inamovilidad de los jueces, protección contra la
injerencia política, sujetándolos a un acuerdo ratificatorio y pudiendo modificar la
independencia de sus fallos.
También se considera un error la inclusión de una cláusula referida al rol del estado en el
sostén económico de los partidos y formación de dirigentes. Error porque podría ser regulado
por la ley y por ser vago en el lenguaje utilizado, especialmente en la palabra sostén ya que
puede desembocar en que puedan ser mantenidos por el estado y se oligarquice y
corporativice.
La inclusión de la necesidad de que los partidos publiciten el destino y origen de los fondos que
administran (norma ya incluida en la ley actual de los partidos políticos) es infraconstitucional,
y, por lo tanto, inadecuada.
Otras normas agravan la partidización del régimen constitucional. El artículo 54, al referirse a la
composición del estado establece que corresponden dos bancas al partido político con más
votos y la restante al que le siga. Se altera entonces el principio de representación al otorgarse
la banca al partido político y no a la persona electa por el pueblo, ya que debe ser propuesto y
mediatizado por un partido político. Desnaturaliza el sistema democrático ya que se obliga la
votación de programas, ideologías o plataformas.
En síntesis, la inclusión de una norma que realice sólo una mención genérica a los partidos en
su carácter de intermediarios y canalizadores de la voluntad política de los ciudadanos.
Solamente deberán establecerse reglas mínimas de funcionamiento, dejando para la ley los
aspectos de detalle.
A pesar de las normas anteriores, la reforma incorporó institutos que permiten una mayor
participación popular, mecanismos de democracia semidirecta como la iniciativa popular y el
referéndum. No obstante, hubiese sido conveniente que hayan sido introducidos en el capitulo
de formación y sanción de leyes y no en el de los derechos individuales.
Organismos de control
La inclusión de una norma de defensa del sistema democrático que influye la estructura de
poder y el funcionamiento del sistema democrático es positiva por su rol moralizador de la
actividad política, sanciones para quienes presten colaboración a gobiernos de facto, sanción
de nulidad para sus actos. No obstante, cuando dice “todos los ciudadanos tienen el derecho
de resistencia contra quienes ejecutaren los actos de fuerza” es ambiguo, generando derecho
a resistir al gobierno de facto por vía de las armas.
No obstante, el fin de la reforma fue para posibilitar la reelección de Menem, desvirtuando los
fundamentos del debate.
Segunda vuelta o ballotage para buscar sustentación popular al Ejecutivo, sin embargo, la
realidad política argentina provoca que los acuerdos para la segunda vuelta sean vistos como
claudicaciones a la doctrina del partido. Ignorando el derecho comparado, se sancionó que el
45% de los votos es suficiente para ser presidente, cualquiera sea la distancia. La segunda
vuelta tendrá lugar sólo si ningún candidato obtiene el 40% o si oscila entre 40% y 45% y
existieran diez puntos porcentuales de diferencia con el segundo.
La falta de cómputo de los votos en blanco dentro del total tiene como consecuencia la
disminución de la base sobre la cual se efectúa el cálculo del porcentaje, aumentando la
participación porcentual de los candidatos y beneficiando al primero para llegar al 45%.
Cabe recordar las modificaciones sobre mecanismo de elección y duración de los senadores,
hablando en la sección de partidos políticos.
Por último, se establece jerarquía constitucional a los principios de sufragio establecidos con la
ley Sáenz Peña, así, el artículo 37 establece que el sufragio es universal, igual, secreto y
obligatorio. La incorporación de obligación debería ser motivo de regulación legal y no
constitucional.
Se destaca la incorporación del principio que excluye la sanción o aprobación táctica de las
leyes al requerir la voluntad del Congreso se manifeste expresamente.
Reconocimiento expreso de que los tratados internacionales tienen jerarquía superior a las
leyes, doctrina sostenida sobre lo establecido en la Convención de Viena y por la
jurisprudencia en el caso Ekmekdjián c/Sofovich. Termina con la posibilidad de que los tratados
y leyes, cuando estaban en igual jerarquía, podía provocar la responsabilidad internacional en
caso de una norma interna válida.
Otra incorporación que autoriza al congreso para que, con una mayoría calificada, delegue
competencias y jurisdicción en organismos supraestatales mediante tratados de integración y
que las normas dictadas en virtud de dicha delegación tienen jerarquía superior a las leyes.
Acción afirmativa
Federalismo
La nueva norma de autonomía les fija un marco mínimo de autonomía que las constituciones
provinciales deben garantizar, orientándose a un federalismo más participativo.
La modificación introducida al ex artículo 67, hoy artículo 70 inciso 30, delimita las
competencias federales y provinciales en lugares con utilidad nacional, fortaleciendo el rol de
las provincias en su territorio.
La cuestión capital
La constitución de 1853 fijó su localización en la Ciudad de Bs. As. (se encontraba separada de
la confederación en ese momento). La reincorporación tras la batalla de Cepeda, la reforma de
1860 introdujo el artículo tercero que supedita la ubicación de la Capital a la declaración del
Congreso realizada por ley especial.
Comenzó una puja entre autoridades porteñas y gobierno nacional para delinear las
atribuciones en la ciudad, culminaría en 1880 con la derrota de Carlos Tejedor y consiguiente
federalización de la Ciudad de Bs. As.
El artículo 129 determina que la ciudad de Buenos Aires tendrá un régimen de gobierno
autónomo con facultades propias de legislación y jurisdicción, se le quita al presidente la
jefatura de la capital. Se soluciona así el problema que existía, los habitantes de la Ciudad
pueden ahora elegir sus propios gobernantes locales.
Otras incorporaciones.
Se ratifica la soberanía sobre dichos territorios y recuperación de los territorios según derecho
internacional.
Derechos constitucionales son aquellos que el hombre posee tal como han sido incorporado
en las Constituciones, ligado a los conceptos de Estado de derecho, social y democrático.
Si bien en un inicio fueron derechos para determinados grupos. En todas las declaraciones
británicas de derechos y deberes no se encuentra proclamación alguna de alcance filosófico y
universal, se trata siempre de confirmaciones de antiguas costumbres e institutos que tutelan
al individuo frente a la autoridad regia. Los documentos (concedidos por el soberano o
impuestos por el Parlamento) se presentan siempre como textos normativos invocables en el
tribunal para tutelar intereses específicos que culminan en la defensa de la propia libertad
personal.
Los derechos otorgados en los textos ingleses fueron a favor de los hombres libres,
inicialmente, por lo tanto, eran derechos estamentales de una sociedad feudal estratificada. El
titular de derecho no era por lo tanto el individuo sino el estamento en sí.
En síntesis, si bien en un inicio eran invocables por ciertos estamentos, se fueron ampliando a
vastos sectores debido a la labor de los jueces ingleses.
Las Cartas Inglesas. La Carta de John Lackland de 1215, la Petition of Rights de 1628,
Habeas Hábeas Act de 1640 6 1679 y el Bill of Rights of 1688.
En cuanto a la Carta Magna, documento histórico que los Señores Feudales, la Nobleza y el
Clero obligaron a suscribir al Rey Juan Sin Tierra. No es una ley, sino un pacto Rey-Liberi
homines que reconoce un conjunto de libertades, la individual, la seguridad personal, el libre
comercio y el derecho a la propiedad. Además, contiene reglas de derecho procesal y
administración de justicia, antecesor del debido proceso, adicionalmente, al ser un Derecho
consuetudinario pueden ser alegados ante un juez en el curso de un proceso. Se cita en el caso
norteamericano de 1819 Bank of Columbia vs Okley.
La Petition of Rights de 1628 fue adoptada por el Parlamento y consagra varios derechos.
Proclama nuevamente el párrafo 39 de la Carta Magna y rechaza lo que era contrario a su
derecho consuetudinario, impuestos sin consentimiento, juicios según la le marcial y
detenciones arbitrarias.
El Habeas Corpus Amendment Act de 1679 surgió para impedir toda detención arbitraria,
garantía específica de la libertad personal. Autoriza al arrestado o representante para requerir
del juez la expedición de un decreto por el cual se dispone el traslado a juicio del detenido
dentro de un plazo máximo.
El Bill of Rights de 1688 formulado por las Cámaras y sancionado por Guillermo y María de
Orange cuando asumieron la Corona Británica. Es una declaración de derechos más moderna
que la de 1628 y significa el reconocimiento de la Monarquía de los derechos y libertades de
los ingleses. Con la Revolución Gloriosa y la adopción del Bill of Rights, Inglaterra fue hacia la
primacía del Parlamento instaurándose un sistema de contrapeso de poderes, el rey vio
reducido sus poderes como de imponer tributos y llamar a las armas además de negarle el
poder autónomo de normación.
En 1774 se votó la Declaración de derechos por los representantes de las colonias, se invocan
los derechos naturales del hombre para fundamentar la separación de la metrópoli. Se
encuentran fundamentos iusnaturalistas de los derechos de las personas, todos los hombres
son creados iguales y por lo tanto, tienen mismos derechos, Dios otorga derechos inalienables
y el Estado debe garantizar la realización de tales derechos. Los derechos inalienables son la
vida, la libertad, la búsqueda de la felicidad y que el gobierno establecido por consentimiento
popular puede ser derrocado si se hacía destructor de su fin. La característica principal es la
fundamentación de los derechos en una esfera jurídica que precede al derecho, patrimonio
subjetivo existente por sí mismo.
En el curso del Siglo XVIII se concretó la doctrina que reconocía a los individuos derechos
naturales frente al estado, concepción iusnaturalista fue apoyada por presupuestos de un
originario estado de naturaleza y sucesivo contrato social. De esta forma, los derechos que se
poseen por ser hombres se transforman en derechos constitucionales y esto ocurre en el
continente americano en 1791.
La Constitución federal de 1787 no contiene derechos, por lo que en 1789 se proponen por el
Congreso diez enmiendas, son ratificadas en 1791 y constituyen la parte dogmática de esta
Constitución, se establecen la libertad de religión, palabra, prensa, reunirse pacíficamente,
reunión, seguridad personal, inviolabilidad del domicilio, no declarar contra si mismo, libertad,
no ser sometido a un segundo juicio y debido proceso.
Son derechos indisponibles para un poder constituido y protegidos por el Poder Judicial. Este
poder de los jueces de declarar nulos los actos del Legislativo contrarios a la Constitución es lo
que conocemos como constitucionalidad de las leyes, indispensable instrumento de protección
de los derechos de la persona frente a los actos arbitrarios del Poder Legislativo.
Por lo que se hablará de una constitución jurídica, o política o normativa, o material o formal,
ideal o empírica. Por consiguiente, es necesario ordenar los conceptos de constitución en
tipos, Carl Schmitt distingue así entre concepto absoluto, relativo, positivo e ideal de
constitución, tipología que se mueve en un campo formal. En Espala, Sánchez Agesta formuló
su tipología acorde a la tipología de Schmitt sobre los tres tipos de concepción jurídica
(normativista, decisionista y de orden concreto).
En la tipología que sigue presentaremos cada concepto-tipo como una estructura coherente
que reposa sobre cada una de las corrientes del siglo XIX y que aparecen como momentos
integrantes de la unidad de cada concepto.
Aplicación concreta del concepto de ley con que opera el liberalismo, la creencia en la
posibilidad de una planificación de la vida política, de una racionalización del acaecer político.
Representa la aplicación al campo jurídico-político del mundo de las formas intelectuales de la
Ilustración, en la capacidad de la razón humana.
Sólo la razón pone orden a los fenómenos, la constitución en su acepción normativa da orden y
estabilidad política. Supone la aplicación al campo político de la virtud generadora que la
filosofía de la Ilustración veía en la razón. Disuelve lo meramente fáctico, lo creído por
revelación, autoridad y tradición, pero reconstruye con la razón dando a lugar una nueva
estructura y totalidad.
Cuando la idea de la razón se aplica al campo político, todos los poderes e instituciones
tradicionales son disueltos en un complejo de normas, no representan en si mismo
instituciones. Sus instituciones, competencias y existencias se deberán ahora a la Constitución.
No cabe existencia jurídico-política fuera de la constitución normativa.
Hasta aquí, la teoría de la constitución se mueve por dos motivos, representa una especial
concepción sobre la organización política, la creencia de la posibilidad de estructurar la vida
del Estado con arreglo a normas predeterminadas y predeterminadoras, por lo tanto, es una
culminación de un proceso de racionalización y planificación de la vida iniciado por el
absolutismo. Su misma doctrina de soberanía de la constitución y disolución de instituciones
representa la expresión de un proceso de objetivación, cada vez más creciente, de la técnica
que iría de personal e imprecisa a impersonal y científica, la economía donde las necesidades
concretas ceden al capital como magnitud abstracta, de la administración y su personalismo
feudal ante el funcionario competente objetivo.
Esta objetivación invade la vida del Estado, cabe mencionar a Federico el Grande que con su
cita deja en claro que el Estado aparece como una instancia objetiva de la que el rey es un
simple órgano. Este proceso llega a su plenitud en la ecuación Estado = Constitución
normativa, elimina todo elemento personal, histórico y socialmente particularizado, es pura
entidad objetiva.
La voluntad de una Asamblea constituyente es superior a todas las demás, pero la pregunta
sobre quien la compone deja en evidencia que el concepto racional de constitución es una
expresión de una situación social en que la burguesía busca ser el estrato dirigente, soberanía
de la razón, la cual es portada por la burguesía. La eliminación de la arbitrariedad y
despersonalización está ligada a un sistema económico racionalizado basado en el cálculo
preciso, el capitalista. Añade Weber que necesita además seguridad jurídica para el cálculo, el
supuesto fundamental de tal seguridad es la afirmación de la soberanía de la constitución. Se
demuestra así el sentido político de la Constitución.
El programa del estado liberal burgués establece una limitación de la actividad del Estado, por
lo tanto, la ordenación fundamental del estado será constitucional si la garantía de los
derechos individuales y la división de poderes que sirve de efectividad para aquellos son
reales.
Es claro que los órganos o instituciones del Estado existen por y derivan sus poderes y
competencias por la Constitución, y por ello no pueden ser creadores de la misma, ni su
competencia puede caer sobre su reforma. Por otra parte, como la finalidad de la constitución
es asegurar los derechos individuales, la garantía esencial para ello lo proporciona el hecho de
que los poderes no pueden modificar por sí mismo la Constitución.
Surge frente al racional, como ideología del conservatismo frente al liberalismo. La oposición
política (pasado-futuro) se traslada a la teoría y se produce otra antinomia, la oposición entre
razón e historia, entre racionalismo e historicismo. El substratum intelectual de este tipo de
constitución será el historicismo, según Schlegel, la concepción racional de la Constitución se
opone a la Historia, la legalificación generalizadora de la realidad, una historificación
fundamental de todos los pensamientos sobre el hombre.
a) Los que consideran a la constitución como una situación histórica y a la Historia como
un campo rebelde a la razón y a la planificación humana, por motivos inmanentes o
por providencia divina. Para Burka la constitución es la herencia vinculada que nos ha
sido legada por antepasados y debe ser transmitida como una propiedad que
pertenece a un pueblo en particular. Le legitimidad de esta constitución radica en el
pasado.
b) Los que consideran que la razón es capaz de moldear la historia en cierta medida, ésta
fue representada por un liberalismo templado. A esta tendencia pertenece lo que
Croce llama historicismo completo, unidad entre el historicismo germánico y el
sentimiento de libertad y humanidad francesa. La constitución tiene que arrancar de la
vida en el tiempo, de las circunstancias, del carácter nacional.
No se incluyen dentro de esta tendencia a los que conciben la constitución como una
reconstrucción de una estructura histórica sin relación con la presente, ya que se falta
continuidad.
Esta Constitución no necesita ser escrita en totalidad, la costumbre tiene su propia posición en
la concepción historicista. La oposición racional-histórico se vincula con la oposición legal-
consuetudinario. La Constitución no es una creación de normas jurídico legales, sino que los
actos constitutivos o leyes fundamentales escritos son declaratorios de derechos anteriores,
hay siempre en cada Constitución algo que no puede ser escrito.
Incluso los legisladores establecidos por la provincia reúnen elementos preexistentes en las
costumbres y en el carácter de los pueblos. Por lo tanto, la ley no crea la constitución, es
expresión de ella, pero no la única expresión ya que influye también la costumbre,
convenciones o sobreentendidos.
Dentro de esta tipología, no hay distinción formal entre leyes constitucionales y ordinarias, si la
historia es un constante acaecer de eventos, no tiene sentido dar mayor relevancia a
regulaciones que surgieron dentro de una circunstancia o evento dado.
Como hemos indicado, la ideología conservadora se inclina sobre una historia en constante
transformación con elementos esenciales y permanentes, busca la garantía de permanencia en
elementos éticos o metafísicos.
Concepto sociológico.
La manera de existir de una sociedad, pueblo o nación, no habría constitución sin modo de
existir. El concepto preciso de constitución va a variar según la intuición sobre lo social, pero se
puede afirmar que una constitución como una sistematización jurídica de los poderes fácticos.
Lassalle afirma que la constitución es la suma de los factores reales de poder puestos en
escrito y erigidos en Derecho. O definida también como un conjunto de circunstancias
ambientales, según de Maistre las leyes de una nación surgen de las cualidades y
circunstancias que posean.
Surge como crítica de conservadores y socialistas contra el estado liberal, la teoría racional de
constitución. Los conservadores sostienen que la constitución normativa y distribución de
poderes ha de coincidir con la real. Primacía de la situación fáctica sobre el Derecho. En
cuanto a la crítica socialista, exponen el carácter liberal-burgués y el permiso de actuar sobre la
estructura económico-social para la realización de valores políticos.
Lasalle: Los problemas constitucionales son problemas de poder, son factores reales de poder
que rigen el país y no tienen valor si no expresan los poderes imperantes en la realidad social.
Desaparece entonces el lado normativo sino el descriptivo, el debe ser.
Según Bryce dividió a las constituciones en fluidas y estáticas, las primeras tienen normas
constitucionales con una jerarquía superior a leyes secundarias, por lo tanto, no son
reformables por el poder legislativo. En cambio, las segundas, la reforma sigue el
procedimiento ordinario.
1) Supremas o no sobre el órgano legislativo, las que no pueden ser modificadas por el
órgano legislativo.
2) Federales o unitarias: Si las competencias están distribuidas en el gobierno central y
locales con autoridad en determinadas partes del país. Es decir, trata sobre el principio
de distribución de facultades y su descentralización o centralización. Es importante
analizar como la Constitución opera en la realidad ya que una federal puede actuar de
manera unitaria como la Argentina.
3) Parlamentarias o presidenciales: Según el grado que aceptan el principio de separación
de poderes, en un sistema presidencial los poderes se encuentran más independientes
que en el parlamentarismo.
4) Repúblicas y monárquicas.
Según Strong: según la naturaleza del estado (unitaria o federal) en que se aplica, la naturaleza
de la constitución (flexible o rígida), del poder legislativo, del poder ejecutivo (parlamentarias o
presidencial), del judicial.
Smith:
La originaria es la que crea un nuevo principio funcional para el proceso del poder político y
formación de la voluntad estatal, no sigue principios asentados. La derivada es la que adapta
su realidad a los principios de una originaria. La ideológica pragmática y utilitaria depende si
está cargada ideológicamente o no.
La normativa es la que en realidad del proceso político coincide con la norma constitucional. La
nominal es donde no existe concordancia absoluta por factores sociales y económicos pero
que es reparable gracias a gobernantes y gobernados. La semántica es la que el proceso de
poder está congelado en beneficio de los que tienen poder, no hay concordancia alguna. Sólo
sirve para estabilizar y eternizar a los que tienen poder.
Entonces, para Loewenstein, para estudiar la constitución no es suficiente el análisis del texto
constitucional, es necesario ver como opera el proceso de formación del poder en concreto,
como está distribuido y limitado, como operan los grupos políticos, los factores que poseen
poder.
La utilidad de la clasificación de las constituciones: Podemos usar dos ópticas, la tradicional la
cual resalta las características más relevantes de la constitución escrita. La segunda es la
ontológica de Loewenstein, comparación constitución escrita-realidad. Clasificar la
constitución es útil para el derecho comparado y comprender el sistema político de cierto país,
y encamina la discusión sobre que tipo de constitución es mejor.
La primera tiene un defecto ya que no da idea sobre el funcionamiento real, sus afirmaciones
no siempre coinciden con la realidad constitucional, nos otorgan criterio para el derecho
comparado y conocimiento de las constituciones.
La segunda tiene el mérito de una visión más nítida sobre cómo opera la constitución, su
problema es que salimos del mundo seguro de la forma (constitución escrita) por lo que el
riesgo es mayor. Hay una dependencia de instrumentos sociológicos, políticos y económicos
que pueden estar influenciados por ideología.
Sólo se puede sostener una definición de una constitución dentro de un marco ideológico
homogéneo. Para Vítolo, se debe partir del reconocimiento de la libertad del ser humano y su
igualdad con el resto de la especie.
La libertad exige, pues, el poder. Es así como surge la constitución, instrumento de libertad.
Por medio de ella se establece el estado y se organiza el poder, cediendo parte de su libertad
para posibilitar la realización de la vida en sociedad. El poder estatal resulta entonces de
facultades limitadas y otorgadas por el pueblo a través de la constitución con el limitado y
exclusivo objetivo de asegurar la vida en sociedad. El poder por lo tanto gira en torno a la
libertad individual y los límites constitucionales.
Se niega el concepto de Lasalle de la constitución escrita como una hoja de papel que refleja la
suma de los factores reales de poder, ya que ello significaría otorgar a una mayoría o minoría
la posibilidad de determinar a su arbitrio las normas constitucionales. El constitucionalismo,
por el contrario, se basa en el principio de que el individuo tiene derechos inalienables
inherentes que superan la Constitución, por lo tanto, ninguna mayoría puede violarlos.
Adicionalmente, la Constitución debe ser general para incluir a las minorías en busca de la
libertad individual.
Las sociedades legitiman los sistemas constitucionales a partir del consenso, de la sensación de
que la norma es propia y útil para asegurar la libertad individual y la convivencia social. Este
consenso es un elemento metajurídico y que valida la norma fundamental kelseniana “hay que
obedecer al legislador originario”. Por consenso se entiende sentido de pertenencia y la
convicción de que la norma es justa.
Constitución: Norma que constituye la manera de ser de una comunidad política determinada.
La constitución formal no puede quedar reducida a mera estructura, debe tener un mínimo de
vigencia sociológica para la validez.
Bajo la influencia del liberalismo, se dictó acorde a los siguientes postulados: escrita, rígida y
suprema, consagrada en el artículo 31 que da a lugar a una gradación jerárquica en niveles. De
este derivan la diferencia de poder constituyente originario y derivado (30) y control de
constitucionalidad (116).
El artículo 27 obliga al gobierno a afianzar relaciones de paz y comercio por medio de tratados
de conformidad con los principios de derecho público establecidos en esta Constitución.
La reforma de 1994 introduce modificaciones que desdibujan el esquema, si bien los artículos
anteriores tienen vigencia, la interpretación ya no es igual. Se añaden los tratados sobre
derechos humanos, artículo 75 inciso 22 con jerarquía constitucional, distinguiendo tres tipos
de tratados más, los de integración, concordatos y demás tratados internacionales.
En el artículo 75, inciso 22, al enumerar las atribuciones del congreso: Aprobar o desechar
tratados concluidos con naciones/organizaciones y concordatos con la Santa Sede, y tendrán
jerarquía superior a las leyes. El inciso 24 aclara que los de integración también tienen
jerarquía superior.
Nuestra Constitución establecía un proceso por el que fue calificada como rígida, el legislador
común no tiene competencia para la enmienda. El artículo 30 establecía un proceso a partir de
dos órganos, el Congreso y la Convención Constituyente, el primero declara la necesidad de
reforma y la segunda le marca a la primera la amplitud de competencia para reformar.
La gradación del orden jurídico: Principio de supremacía ordenador en virtud del cual todas las
normas que de la constitución derivan, guardan relación de subordinación jerárquica. Se
establecen niveles desde la norma fundamental hasta el acto de aplicación del ejecutivo,
formando un todo ordenado donde la validez radica que los actos de inferior jerarquía tienen
fundamento en los superiores.
Del principio de supremacía, que es una garantía más, se desprende una consecuencia, la
perdurabilidad del orden. Todos los actos de los poderes constituidos están referidos a la
Constitución, cualquier exceso es nulo por violación a la norma, así debe ser entendido el
control de manteminiento.
Supremacía respecto de las provincias según el artículo 31. Las autoridades de las provincias se
adecuarán a la CN, a las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten y a los tratados
con potencias extranjeras.