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El autor primero habla de lo que se ve, lo evidente o lo físico, lo fáctico en relación con
el humano; que es la manera en que primero se perciben las cosas. Posteriormente el
humano se da cuenta de que existe algo más allá de eso que percibe y entiende con sus
memorias y con una asimilación inicialmente práctico-espiritual; pues lo fáctico devela a
medias y oculta en parte a la esencia, que en conjunción dialéctica con la apariencia y
condiciones histórico-sociales, hace a la realidad o a la cosa en sí, las cosas en su
pureza, la verdad.
Sin embargo, no todos los humanos se dan cuenta de la existencia del esqueleto de lo
fáctico, además de haber quienes se engañan involuntariamente respecto de lo que es
la realidad; viviendo en el mundo de las pseudoconcreciónes que no develan las cosas
en sí o sus verdades, que autonomizan la cosa y cosifican al humano. Es un abismo en
el que es fácil caer y se puede presentar en distintos modos, el humano puede dar por
concreto o por real: 1) lo fenoménico, 2) la praxis fetichizada que lleva a cabo el humano
en la cosa, adjudicándole carácter ideológico impropio de ella, 3) el mundo de las
representaciones comunes como conjunción de la cosa y su superficialidad fáctica en
conjunción con las ideologías del obrar humano; y 4) el mundo de los objetos fijados,
donde se concibe que el mundo está dado.
Todo teniendo en cuenta que “La dialéctica no llega al conocimiento desde el exterior o
complementariamente, ni tampoco ello constituye una de sus características, sino que el
conocimiento es la propia dialéctica en una de sus formas; el conocimiento es la
descomposición del todo” (Kosik, 1963, pág. 30). Así como se debe explicar la cosa por
sí misma, partiendo desde ella en el rodeo y concluyéndolo en la misma cosa, pero
adicionando contenido ahora develado al respecto para complementar su comprensión;
se puede pasar de lo conceptual a lo concreto, buscando la coherencia interna de la cosa
entre sus facetas abstraídas, para explicar la cosa en sí; lo que complementaría el
método dialéctico de su conocimiento.
La misma lógica y método dialéctico, llevados a un ámbito estructural que abarca más
de la realidad que la cosa en sí, se encuentra en “la totalidad”; que se entiende
primeramente como la realidad, lo concreto, y posteriormente como un principio
epistemológico de su entendimiento, así como una exigencia metodológica para ello. No
es el conjunto de todas las cosas, ni la conjunción de una parte con el todo, sino, es la
fórmula, la explicación y de lo que deriva todo y la misma totalidad. Así entendida la
dialéctica de la totalidad, se podría aplicar (además de la cuestión de lo que es la
realidad) a ámbitos distintos de la vida humana o para conjuntar o concretar
unitariamente la, recientemente dividida y particularizada, ciencia.
A pesar de distinguirse la realidad y la realidad social entre sí, ambas están íntimamente
ligadas en tanto que: 1) la realidad contiene como componente dialéctico en su
concreción a la realidad social y 2) en cuanto a que el sujeto social e histórico las
determina desde lo fáctico. Esta postura es revolucionaria en cuanto a coyuntural de la
realidad social, a pesar de ello, al no perder el enfoque dialéctico, se encuentra que los
hechos históricos (del humano social) se encuentran también determinados por su
realidad social.
Por otro lado, los mismos hechos sociales concretos se componen, también
dialécticamente, de dos cualidades que se podrían entender como lo fáctico y la esencia
(recuperando el esquema primario) correspondientemente; son el contexto de los hechos
en la realidad y el contexto de los hechos en la teoría, donde ya son repasados por
segunda vez para complejizar sin perder el contenido de los conceptos primordiales. Así
la realidad histórica se vuelve “resultado y condiciones de su existencia histórica” (Kosik,
1963, pág. 72)
Bibliografía
Kosik, K. (1963). Dialéctica de la totalidad concreta. En K. Kosik, Dialétctica de lo
concreto (págs. 25-77). Milán: Grijalbo.