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Montserrat Carmona Pérez

Desde el libro “Dialéctica de lo concreto” de Karel Kosik, en su primer capítulo, se


recapitulará lo entendido lo más concretamente posible (concreto entendido como el
texto lo plantea); desde el tema de la composición y comprensión de la realidad, pasando
por los objetivos de la ciencia, el papel del sujeto social e histórico en la realidad concreta,
hasta lo que llevó a Karl Marx a identificar el fenómeno clave para la comprensión de la
vida cotidiana en la sociedad capitalista (intercambio de mercancías); aunque desde la
posibilidad humana siempre presente de cometer algún error.

El autor primero habla de lo que se ve, lo evidente o lo físico, lo fáctico en relación con
el humano; que es la manera en que primero se perciben las cosas. Posteriormente el
humano se da cuenta de que existe algo más allá de eso que percibe y entiende con sus
memorias y con una asimilación inicialmente práctico-espiritual; pues lo fáctico devela a
medias y oculta en parte a la esencia, que en conjunción dialéctica con la apariencia y
condiciones histórico-sociales, hace a la realidad o a la cosa en sí, las cosas en su
pureza, la verdad.

Sin embargo, no todos los humanos se dan cuenta de la existencia del esqueleto de lo
fáctico, además de haber quienes se engañan involuntariamente respecto de lo que es
la realidad; viviendo en el mundo de las pseudoconcreciónes que no develan las cosas
en sí o sus verdades, que autonomizan la cosa y cosifican al humano. Es un abismo en
el que es fácil caer y se puede presentar en distintos modos, el humano puede dar por
concreto o por real: 1) lo fenoménico, 2) la praxis fetichizada que lleva a cabo el humano
en la cosa, adjudicándole carácter ideológico impropio de ella, 3) el mundo de las
representaciones comunes como conjunción de la cosa y su superficialidad fáctica en
conjunción con las ideologías del obrar humano; y 4) el mundo de los objetos fijados,
donde se concibe que el mundo está dado.

En cambio, la verdad, realidad o la cosa misma, es la unión dialéctica entre la esencia y


lo fáctico de la apariencia; que al no manifestarse al hombre inmediatamente, se llega a
conocer haciendo un “rodeo”; teniendo un concepto de lo que es, entendiéndola desde
haber accedido a la esencia a través de su fenómeno, para después comprender la
unidad entre estas dos, no independientes de sí, sino conjuntas dialécticamente (como
son). El rodeo implica también vislumbrar lo que no es la cosa a la que se está tratando
de ver; además de someterla a la praxis humana para captar su estructura,
intencionándola hacia algún fin y así hacia algún rubro en específico de la realidad,
abstrayendo una parte de lo que es en conjunto (proceso de la conciencia humana que
debe abarcar la esfera de lo racional e intuitivo), más allá de lo físico. Esta apropiación
puede entenderse con una connotación errónea que dé un sentido subjetivo u objetivo;
a pesar de dar sentido al sujeto y al objeto a la vez.

Todo teniendo en cuenta que “La dialéctica no llega al conocimiento desde el exterior o
complementariamente, ni tampoco ello constituye una de sus características, sino que el
conocimiento es la propia dialéctica en una de sus formas; el conocimiento es la
descomposición del todo” (Kosik, 1963, pág. 30). Así como se debe explicar la cosa por
sí misma, partiendo desde ella en el rodeo y concluyéndolo en la misma cosa, pero
adicionando contenido ahora develado al respecto para complementar su comprensión;
se puede pasar de lo conceptual a lo concreto, buscando la coherencia interna de la cosa
entre sus facetas abstraídas, para explicar la cosa en sí; lo que complementaría el
método dialéctico de su conocimiento.

Posteriormente, en lo críticamente reflexivo, se encuentran los conceptos, que refieren a


la realidad (mas no lo son) y la destrucción de la pseudoconcreción en cuanto a lo natural
y lo “humano-social”; que aunado a un pensamiento crítico revolucionario y a la creación
de la propia realidad humana (puesto que la realidad humano-social se hace en la medida
que es creada por el humano en sociedad, mismo que cambia y transforma la realidad
natural); se da la transformación revolucionaria de la realidad, “llevando a cabo la
humanización del hombre”, rehaciendo su propia verdad.

La misma lógica y método dialéctico, llevados a un ámbito estructural que abarca más
de la realidad que la cosa en sí, se encuentra en “la totalidad”; que se entiende
primeramente como la realidad, lo concreto, y posteriormente como un principio
epistemológico de su entendimiento, así como una exigencia metodológica para ello. No
es el conjunto de todas las cosas, ni la conjunción de una parte con el todo, sino, es la
fórmula, la explicación y de lo que deriva todo y la misma totalidad. Así entendida la
dialéctica de la totalidad, se podría aplicar (además de la cuestión de lo que es la
realidad) a ámbitos distintos de la vida humana o para conjuntar o concretar
unitariamente la, recientemente dividida y particularizada, ciencia.

Comprobando la dialéctica de la totalidad concreta, se discierne que la realidad social en


su esencia puede entenderse partiendo desde la abstracción de las analogías
estructurales comunes en sus diversas formas (remitiéndose al conocimiento de la cosa
conociendo lo esencial desde la profundización en la apariencia, para después entender
su relación dialéctica); esto sin quitarle sus características o contenido particulares, tanto
a la realidad social, como a sus conceptos o analogías estructurales en cuestión. Estos
últimos, por ser la base del inicio de este método de conocimiento, deben ser los
acertados y adecuados para volverse dialécticamente determinantes y determinados en
este contexto; para comprobar la veracidad y concreción de la realidad social y
abstracciones, además de identificar ¿Cómo es creada la realidad social?

A pesar de distinguirse la realidad y la realidad social entre sí, ambas están íntimamente
ligadas en tanto que: 1) la realidad contiene como componente dialéctico en su
concreción a la realidad social y 2) en cuanto a que el sujeto social e histórico las
determina desde lo fáctico. Esta postura es revolucionaria en cuanto a coyuntural de la
realidad social, a pesar de ello, al no perder el enfoque dialéctico, se encuentra que los
hechos históricos (del humano social) se encuentran también determinados por su
realidad social.

Por otro lado, los mismos hechos sociales concretos se componen, también
dialécticamente, de dos cualidades que se podrían entender como lo fáctico y la esencia
(recuperando el esquema primario) correspondientemente; son el contexto de los hechos
en la realidad y el contexto de los hechos en la teoría, donde ya son repasados por
segunda vez para complejizar sin perder el contenido de los conceptos primordiales. Así
la realidad histórica se vuelve “resultado y condiciones de su existencia histórica” (Kosik,
1963, pág. 72)

Finalmente, la complejidad dialéctica de la totalidad, así como lo que implica, depende


en su comprensión de un equilibrio delicado, que, de no ser tomado en cuenta, puede
dirigir a alguno de los tres tipos de “falsa totalidad”: 1) vacía de esencia y los aspectos
que esto conlleva; 2) abstracta en dirección hacia una verdad absoluta que solo apareció
3) mala en cuanto a que el sujeto no toma el papel que debía tomar. De ser posible, se
tiene que evitar lo anterior con la guía que el esquema de la no pseudoconcreción y
relación dialéctica entre lo fáctico y la esencia, así como lo que ambas implican en cada
una de sus formas.

Bibliografía
Kosik, K. (1963). Dialéctica de la totalidad concreta. En K. Kosik, Dialétctica de lo
concreto (págs. 25-77). Milán: Grijalbo.

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