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DERECHO SUCESORIO

Catedra: DER366

TRABAJO PRACTICO N°2


ETAPA 2

Alumna: María Eugenia Martínez Barco.


Legajo: VABG36826

La libertad absoluta para testar, ampliarla o restringirla a través de las porciones


legítimas, ha sido el centro de debates y controversias doctrinarias que aún se mantienen
vigentes, a pesar de haber transcurrido siglos desde el nacimiento de este restricto

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sistema en el derecho pretoriano, la figura del pretor la que comenzó a reconocerla
convirtiéndola en un deber de carácter legal, y termina por consumar la conversión de
una legítima formal en una real, siendo la legislación justinianea la que luego reafirma
tal institución.

No opinó diferente a quienes afirman que la creación del sistema de legítimas


hereditarias está íntimamente ligada con la protección de la familia como institución
básica de la sociedad. Podemos comprender este tipo de inclinación legal y su
prevalencia si nos situamos en la época y en el contexto del código de Vélez Sarsfield,
donde el promedio de vida de las personas era menor que el actual y generalmente (con
un tinte netamente patriarcal) al morir el sustento de la familia, existían hijos menores y
un cónyuge que mayormente pendían del acervo hereditario. En el siglo XXI la familia
ya no queda circunscripta al modelo de antaño, cuyo eje es el matrimonio entre hombre
y mujer. Ya no hablamos de un hogar de economía netamente agrícola y artesanal. La
sociedad evolucionó y es justamente por ello que el derecho también se halla en la
obligación de hacerlo.

En defensa de la supresión de la legítima, se alegan derechos fundamentales como ser la


libertad, el desarrollo personal del individuo, razones de índole familiar como el
ejercicio de la autoridad y potestad paterna. Razones económicas tendientes a evitar la
excesiva fragmentación del patrimonio y los conflictos entre herederos. Existen otros
principios y valores, a los cuales adherimos, que hacen valer la libertad del causante.
Ellos son la honestidad de la libre decisión, la utilidad y el respeto al orden público,
obviamente interpretado este último de manera diferente al que se entiende en nuestro
derecho sucesorio actual. Pero entre todos ellos destacamos como principales el derecho
a la libertad y sumamos el derecho a la propiedad, ambos de raigambre constitucional.
El resguardo de estos derechos no debe interpretarse necesariamente como una
desprotección a la unidad familiar. Resulta irrazonable dar por sentado que para
protegerla deben destinársele 2/3 del patrimonio del causante.

En consecuencia, consideramos que, atento a que la porción legítima se fija en forma


arbitraria, el justo equilibrio buscado entre normas imperativas y autonomía de la
voluntad se logra disminuyendo la cuota de la legítima. De esta manera, logramos
además adecuar el derecho sucesorio a las nuevas formas familiares, garantizar el
principio de seguridad jurídica y evitar que las disposiciones de nuestro derecho
sucesorio colisionen con derechos consagrados en la Constitución Nacional (1).
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La evolución social exige una nueva concepción del derecho sucesorio, con miras a una
actualización acorde a nuestros tiempos y a las situaciones emergentes que requieren
mecanismos diferentes a los utilizados hasta ahora. El Estado debe actualizar sus
normas, adecuarlas a las exigencias sociales y seguir protegiendo una unidad familiar
que permita el libre desarrollo individual de sus miembros, sin intervenir en los actos de
última voluntad cuando hay un testamento válido. La intervención del Estado debería
respetar sin más la voluntad del causante. Si la sucesión testamentaria es la que
prevalece en nuestro país, es necesario que aboguemos por fomentar una cultura del
testamento y solo en caso de ausencia del mismo o invalidez, seguir las reglas, orden y
porcentajes de la sucesión ab intestato. Deviene imprescindible la existencia de una
libertad total al momento de testar.

Respecto a los derechos constitucionales que se ven alterados en su esencia al establecer


la ley de fondo (Código Civil y Comercial) son:

– Derecho de propiedad. La jurisprudencia ha sostenido que toda carga que exceda el


treinta y tres por ciento del valor de la propiedad es confiscatoria. Fundándonos en este
concepto, podríamos llegar a afirmar que una legítima mayor de un tercio sería
inconstitucional por superar el límite que la Corte Suprema de Justicia asigna a la
confiscatoriedad de los impuestos. No parece razonable que una persona que tiene
herederos forzosos solo pueda disponer de un tercio de sus bienes. Se restringe
arbitrariamente el derecho a disponer de la propiedad, que se encuentra amparado por el
artículo 14 de la Constitución Nacional.

– Derecho de testar. Se encuentra estrechamente vinculado al derecho de propiedad, ya


que testar no es otra cosa más que disponer de la propiedad para después de la muerte.
La costumbre de testar no se encuentra arraigada en nuestra sociedad. No existe una
conciencia colectiva de la práctica testamentaria, y ello se debe en parte a la gran
limitación que marca la legislación vigente. Una cuota legítima tan elevada como la
prevista en nuestro Código Civil no hace otra cosa más que desvirtuar el derecho a
testar, tornándolo casi impracticable.

– Derecho de igualdad. Entramos aquí en la órbita de un interesante análisis. Se ha


argumentado que con el sistema de legítima se busca garantizar la igualdad de los
herederos. Esta afirmación nos lleva a preguntarnos hasta qué punto, entregando partes

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iguales a los herederos, se garantiza la igualdad entre ellos. No basta con considerar que
los herederos se encuentren en el mismo grado de parentesco (1).

En conclusión, el actual sistema sucesorio se encuentra muy lejos de cumplir con este
objetivo y, por tal motivo, resulta necesaria una reforma que haga que todo el sistema
jurídico devenga más justo. El sistema de legítima no solo limita la libre disponibilidad
de los bienes por causa de muerte, sino que también impone limitaciones dispositivas
ínter vivos. Tal es el caso de las donaciones que pueden devenir en inoficiosas si afectan
la legítima de herederos forzosos o los numerosos supuestos de actos calificados como
fraudulentos porque se instrumentan con el único objeto de violar las reglas de la
legítima hereditaria. Todo esto sin olvidar que el sistema sucesorio actual impide la
aplicación efectiva de ciertos institutos, como por ejemplo el fideicomiso testamentario,
debido a que en muchos casos resulta imposible recurrir a esta figura sin afectar la
porción de algún heredero legitimario. Debemos velar también por garantizar la
seguridad jurídica y el respeto a los derechos consagrados en nuestra Carta Magna, lo
que nos lleva a concluir que, frente a dos bienes jurídicos tutelables, es necesario
adoptar una posición intermedia que permita la protección de ambos. Esa posición
intermedia se logra reduciendo el quántum de la legítima.

BIBLIOGRAFIA

- Alicia V. Castillo; La legítima. Análisis desde la óptica de la familia actual, la


seguridad jurídica y los derechos constitucional (2012). Colegio de Escribanos
de la Ciudad de Buenos Aires. REVISTA DEL NOTARIADO.
http://www.revista-notariado.org.ar/.(1)

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