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Clase 14 y 15 – Ética profesional

Aristóteles (2015). Política (I 2). Trad. C. García Gual y A. Pérez Jiménez.


Alianza (selección)
[1252b] La ciudad es la comunidad, procedente de varias aldeas, perfecta, ya que posee, para
decirlo de una vez, la conclusión de la autosuficiencia total, y que tiene su origen en la
urgencia del vivir, pero subsiste para el vivir bien. Así que toda ciudad existe por naturaleza,
del mismo modo que las comunidades originarias. Ella es la finalidad de aquéllas, y la
naturaleza es finalidad. Lo que cada ser es, después de cumplirse el desarrollo, eso decimos
que es su naturaleza, así de un hombre, de un caballo o de una casa. Además, la causa final
y la perfección es lo mejor. Y la autosuficiencia es la perfección, y óptima.
[1253a] Por lo tanto, está claro que la ciudad es una de las cosas naturales y que el hombre
es, por naturaleza, un animal cívico. Y el enemigo de la sociedad ciudadana es, por
naturaleza, y no por casualidad, o bien un ser inferior o más que un hombre. Como aquel al
que recrimina Homero: «sin fratría, sin ley, sin hogar». Al mismo tiempo, semejante
individuo es, por naturaleza, un apasionado de la guerra, como una pieza suelta en un juego
de damas.
La razón de que el hombre sea un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier otro
animal gregario, es clara. La naturaleza, pues, como decimos, no hace nada en vano. Sólo el
hombre, entre los animales, posee la palabra. La voz es una indicación del dolor y del placer;
por eso la tienen también los otros animales. (Ya que por su naturaleza ha alcanzado hasta
tener sensación del dolor y del placer e indicarse estas sensaciones unos a otros.) En cambio,
la palabra existe para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto. Y
esto es lo propio de los humanos frente a los demás animales: poseer, de modo exclusivo, el
sentido de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, y las demás apreciaciones. La
participación comunitaria en éstas funda la casa familiar y la ciudad.
Es decir, que, por naturaleza, la ciudad es anterior a la casa y a cada uno de nosotros. Ya que
el conjunto es necesariamente anterior a la parte. Pues si se destruye el conjunto ya no habrá
ni pie ni mano, a no ser con nombre equívoco, como se puede llamar mano a una piedra. Eso
será como una mano sin vida. Todas las cosas se definen por su actividad y su capacidad
funcional, de modo que cuando éstas dejan de existir no se puede decir que sean las mismas
cosas, sino homónimas. Así que está claro que la ciudad es por naturaleza y es anterior a cada
uno. Porque si cada individuo, por separado, no es autosuficiente, se encontrará como las
demás partes, en función a su conjunto. Y el que no puede vivir en sociedad, o no necesita
nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino como una bestia o un dios.
En todos existe, por naturaleza, el impulso hacia tal comunidad; pero el primero en
establecerla fue el causante de los mayores beneficios. Pues así como el hombre perfecto es
el mejor de los animales, así también, apartado de la ley y de la justicia, es el peor de todos.

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La injusticia es más feroz cuando posee armas, y el hombre se hace naturalmente con armas
al servicio de su sensatez y su virtud; pero puede utilizarlas precisamente para las cosas
opuestas. Por eso, sin virtud, es el animal más impío y más salvaje, y el peor en su sexualidad
y su voracidad. La justicia, en cambio, es algo social, como que la justicia es el orden de la
sociedad cívica, y la virtud de la justicia consiste en la apreciación de lo justo.

Aristóteles (2015), Ética nicomáquea (I 2, VI 8). Trad. E. Sinnott. Colihue


(selección).
(se han omitido algunas notas del texto)
[1094a] Y si es así, debemos intentar comprender, por lo menos en líneas generales, qué
puede ser1 y a cuál de las ciencias o capacidades pertenece. Cabrá admitir que [pertenece] a
la más determinante y la arquitectónica en el más alto grado, y es manifiesto que la política
es tal, pues ella dispone cuáles de las [1094b] ciencias son necesarias en las ciudades y cuáles
debe aprender cada clase [de ciudadanos] y hasta qué punto; y vemos también que las
capacidades más valoradas, como la estrategia, la economía y la retórica, están
[subordinadas] a ella.
Como ella se vale de las restantes ciencias y legisla qué se debe hacer y de qué cosas [debe
uno] abstenerse, su fin abarcará los [fines] de las demás [disciplinas], así que ese será el fin
humano. Pues aunque [el fin] de uno solo y el de la ciudad es el mismo, es claro que alcanzar
y preservar el de la ciudad es más valioso y más completo; es deseable, en efecto, [alcanzarlo
y preservarlo] para uno solo, pero [hacerlo] para un pueblo y para las ciudades es más noble
y más divino.
(…)
[1141b] La política y la prudencia son el mismo hábito, mas su ser no es el mismo. De la
[prudencia] referente a la ciudad, una forma, en tanto arquitectónica, es la legislativa; la otra,
en tanto [referente] a las cosas particulares, tiene la denominación genérica de «política».
Esta es práctica y deliberativa, pues el decreto se refiere a la acción en tanto [se refiere a] lo
[que es] último. Por eso se dice que solo esos [hombres] «administran el Estado», pues son
los únicos que actúan, a la manera de trabajadores manuales.
Se admite también que es prudencia más que nada la que se refiere a uno, esto es, al individuo.
También esta tiene la denominación genérica de «prudencia». De aquellas, 2 una forma es
«economía»; otra, «legislación», y otra «política», y de esta, una forma es deliberativa, y otra,
judicial.
Habrá, pues, una forma de conocimiento que consiste en saber lo que es [provechoso] para
uno mismo; pero [1142a] presenta muchas diferencias. Se considera prudente al que sabe las

1
Ese bien o fin último.
2
Esto es, según parece, de las formas de la prudencia que se refieren a la comunidad, no al individuo.

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cosas que le conciernen y se ocupa en ellas, mientras que los políticos se ocupan en muchas
cosas. Por eso dice Eurípides:3
¿Cómo podría haber sido yo prudente, si me fue posible sin esfuerzo, /
contándome en la muchedumbre del ejército, tener la misma parte? / Pues
los que pretenden mucho y hacen más…

Pues [los hombres] buscan lo que es bueno para ellos, y creen que es eso lo que se debe hacer.
De esa opinión viene el que [se piense que] esos sean los prudentes. 4 Pero tal vez lo bueno
para uno no sea posible sin la organización doméstica y sin organización política. 5

Lecturas sugeridas
Cruz Prados, A. (2016), Filosofía política (2ª ed.). Eunsa, pp. 111-119.
MacIntyre, A. (2001), Animales racionales y dependientes. Paidós, pp. 99-117.
Williams, B. (2006), Verdad y veracidad. Tusquets editores, pp. 91-150.

3
Las líneas que siguen pertenecen al Filoctetes, tragedia de Eurípides de la que solo se conservan fragmentos.
El texto citado formaba parte de un parlamento de Odiseo.
4
Lo cual explica que en la forma de ver corriente se llame «prudencia» solo la prudencia individual.
5
Esto es, sin considerar a la vez el bien de la familia y de la comunidad.

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