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Adriana Chiroleu // Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, 

Universidad Nacional de
Rosario.

En la década de 1980, con el inicio de los procesos de redemocratización política volvió paulatinamente a


ganar espacio, y con distinto énfasis según las realidades nacionales, se instalaron los debates en torno a
la democratización interna de las instituciones y la democratización externa. Sin embargo, en estas últimas
tres décadas pueden distinguirse marchas y contramarchas cuyo sentido e intensidad varían según las
tradiciones y cultura institucional propia de cada país. Uno de estos espacios se ubica precisamente a nivel
de la universidad, institución cuyas particularidades ponen en tensión constante aquella noción. En lo que
refiere al cogobierno universitario, la espiral democratizadora reclama no sólo su conformación y plena
vigencia sino la creciente participación de otros actores tradicionalmente ignorados.

Precisamente, las singularidades de la universidad como organización compleja hacen que la democracia


universitaria no constituya un subtipo más de democracia sino que surja de la siempre compleja relación
que guarda con el principio de jerarquía o autoridad intrínseco a la vida institucional. Esto es, entre el
principio de autoridad basado en el conocimiento y la experticia profesional y el de igualdad
política, gobierno colegiado y construcción de mayorías. Justamente es a nivel de este núcleo que se ubica
un eje nodal para comprender la democratización interna de las instituciones y los alcances que en
tiempos y espacios puntuales va alcanzando. Esta misma tensión se encuentra en la democratización
externa, esta vez expresada en las dificultades para articular el mérito y la búsqueda de excelencia con un
ideal democratizador.

Al respecto, Alain Renaut hace referencia al dilema que se plantea en las instituciones pues si se elimina el
elitismo se corre el riesgo de perder el ideal de excelencia, pero si se prescinde del componente
democrático la excelencia queda reservada a unos pocos. Con el objeto de analizar la evolución de la
democratización universitaria en las últimas décadas en América Latina, el presente trabajo utiliza como
vía de acceso los vaivenes experimentados por el gobierno universitario y la ampliación de la
representación social. Consideramos que la categoría democratización, caracterizada por su complejidad y
multidimensionalidad, ha ido adquiriendo contenidos y significados cambiantes que ponen de manifiesto
sus potencialidades para evaluar las variaciones –en un sentido democratizador o desdemocratizador de la
universidad pública.

La democratización externa de las universidades

Adrián Acosta Silva señala que la democratización constituye un rasgo central de las tradiciones
universitarias de América Latina y permea en tal carácter el núcleo ideológico de las prácticas políticas y
del gobierno de las instituciones. La Reforma Universitaria de Córdoba fue, en este sentido, un
acontecimiento que marcó profundamente el devenir institucional y la ideología de los actores
universitarios. Los reclamos de este movimiento, sin embargo, no fueron acogidos de la misma manera ni
en tiempos simultáneos en todos los países y en varios de ellos se sucedieron procesos de
democratización y desdemocratización, de ampliación y contracción de la participación social en las
instituciones y en sus órganos de gobierno. Esto sin embargo, no implica desconocer que han acontecido
en las últimas décadas importantes cambios en la sensibilidad social que han reformulado el contenido y
los alcances de la democratización externa e interna.

2 En términos de Renaut, si bien la igualdad de resultados es un planteamiento utópico e


irrealizable, constituiría un avance significativo propender a generar condiciones académicas y
organizativas para que cada estudiante tenga posibilidades razonables de éxito. La inclusión supone la
búsqueda de posibilidades equitativas de acceso, pero también de permanencia, progreso y culminación
de los estudios.

En lo que respecta a la democratización, ésta puede abordarse desde la perspectiva social, en sentido


amplio y en sentido restringido. Implica que la expansión de este bien para que alcance a más sectores de
la sociedad podría efectivamente constituir una forma de democratización. Si por ésta se entiende un bien
del que se extrae un beneficio, acceder a un nivel de estudios del que se estaba excluido supone
democratización. Pero, por sí mismo, este acceso no anula exclusiones anteriores ni implica que los
diferentes grupos sociales tengan oportunidades equivalentes de obtener resultados similares en el tránsito
educativo.

Llegamos así a una definición más restringida de democratización que pone el acento en la reducción de
las desigualdades sociales. Aplicando el mismo razonamiento anterior, si los diplomas que se obtienen en
las diversas instituciones habilitan oportunidades sociales y laborales diferentes, entonces aunque
supongan una ampliación de los horizontes de sus detentadores, no incidirán en la desigualdad social y
verán reducidas sus potencialidades teóricas. Esta perspectiva de análisis procura superar las limitaciones
de la propuesta de igualdad de oportunidades que, en última instancia, legitima los logros diferenciales en
el sistema educativo por la igualación de todos en el punto de partida sin tomar en cuenta que las
posibilidades de éxito de quienes provienen de sectores altos, medios y bajos, generalmente no resultan
equivalentes. En este mismo registro, Tunnermann Bernheim recuerda que el nivel superior opera sobre
las exclusiones concretadas en los niveles anteriores por motivos académicos vinculados o no con el
origen social y económico.

Por eso, se sostiene, la equidad educativa depende de políticas sociales amplias y no puede alcanzarse a
través de medidas orientadas sólo al sistema educativo. Su multiplicación genera así un desplazamiento
de la relación entre el título y su poder social y no se desarrolla ni con la misma rapidez ni en el mismo
sentido que la evolución de la estructura laboral.
Otro elemento que complejiza el conjunto es la pervivencia de certificaciones de distinto rango ligada a la
estratificación y jerarquización interna de las instituciones que los emiten y que hace que aquellas ubicadas
en los primeros lugares garanticen las mejores oportunidades de éxito profesional. Se crean entonces
varios "mercados escolares" lo cual implica que el grado universitario se constituye en condición necesaria
pero no suficiente para acceder a los mejores puestos de trabajo que acogen, mayoritariamente, a ciertos
perfiles profesionales formados en instituciones que generan ofertas particulares. Aunque en América
Latina no se reproduce de igual manera la jerarquización y la distancia que se da en Francia entre las
instituciones de educación superior, opera una creciente diferenciación y una segmentación institucional
que constituyen otra manera de ahondar las desigualdades. Ahora bien, a menudo el reclamo de
ampliación de las bases sociales de la universidad sólo contempla el acceso formal y procura contener las
demandas de la sociedad en su conjunto en instituciones de nivel superior clásicas, tanto en su estructura
y organización como en los requerimientos académicos, sin atender las desiguales posibilidades de éxito
de grupos sociales con diverso volumen de capital económico, escolar y social.

Se remarca asimismo que para lograrlo se debe sostener como requisito sine qua non la calidad de todas
las instituciones, única forma de generar cambios progresivos. Desde el discurso oficial se habla
frecuentemente de manera indistinta de inclusión, democratización, extensión de derechos al ámbito de la
educación superior y más recientemente, en sintonía con los postulados del CRES/2009, se plantea el
acceso al tercer nivel como derecho ciudadano. Recordemos al respecto que, con relación a la educación
superior, se presentan diversos órdenes de desigualdad. Más allá de las inequidades que se originan en
las sucesivas exclusiones operadas en los niveles anteriores y que hacen que la igualación de las
oportunidades escolares no necesariamente conduzca a la igualación de las oportunidades sociales, un
primer orden de desigualdades puede ubicarse en el acceso a las instituciones superiores y
otro, frecuentemente subestimado, se localiza en el tramo de permanencia y egreso.

La política pública que se ha generado en estos primeros años del siglo XXI, calificada genéricamente
como democratizadora, ha puesto el énfasis especialmente en la ampliación del acceso aunque se han
ensayado también algunos avances en términos de los resultados que la expansión del número de
instituciones y de la cobertura puede alcanzar. En algunos países, las políticas inclusivas se han aplicado
en las instituciones ya existentes mientras en otros se optó por la creación de establecimientos
nuevos. Además, la creación de cursos especiales en las instituciones tradicionales, dirigidos a ciertos
grupos y orientados por ejemplo a la formación de maestros y profesores, ha sido aplicada en la región
andina, Brasil y América Central. En otros países, en cambio, se ha optado por la creación de nuevas
instituciones, y en algunos casos se constituyeron sistemas paralelos de educación superior.

Este es el caso de Venezuela, país en el que se desarrolló en los últimos años una agresiva política de
creación de instituciones orientadas a atender a estudiantes provenientes de sectores sociales
desfavorecidos que no habían conseguido ingresar en los establecimientos tradicionales.

En este caso, los datos son por demás elocuentes y dan cuenta de la distancia que existe entre la cantidad
de años de educación de los primeros quintiles y la de los últimos, especialmente en los casos de Brasil y
México. ° 2 da cuenta de que, entre los graduados universitarios, existe aún una sobrerrepresentación de
los sectores sociales más acomodados y una reducida presencia de los grupos socioeconómicos menos
favorecidos, la cual se morigera sólo en los casos de Argentina y Venezuela. Por lo tanto, a pesar de
constatarse una expansión del acceso a la educación superior de sectores sociales desfavorecidos, el
mismo aún no tiene correlato en el nivel de graduación que estos grupos alcanzan, cosa que nos recuerda
que, como señaláramos anteriormente, garantizar el acceso es condición necesaria pero no suficiente para
ampliar las posibilidades de estos grupos de transitar exitosamente por el tramo de los estudios
superiores. ° 3 que entre 1997 y 2011 el estrato de jóvenes entre 18 y 24 años que frecuentaban o habían
concluido la enseñanza superior pasó del 7,1% al 17,6%.

En términos de color, la presencia de los negros en la educación superior se quintuplicó entre 1997 y
2011. Al respecto, el autor sostiene que, como con-secuencia del crecimiento explosivo del sistema de
educación terciaria y de la oferta de profesionales y técnicos, se observa una caída en la competitividad
para acceder al mundo laboral que afectaría en forma discriminatoria a los sectores de menos ingresos
que tienen limitados accesos a redes sociales para conseguir mejores empleos. Los resultados, aún
modestos, parecen señalar la necesidad de reformular parcialmente estas iniciativas mediante el
fortalecimiento del acceso a las instituciones y –muy especialmente- del tránsito y el egreso para mejorar
las posibilidades democratizadoras en sentido restringido de la política.

La democratización interna de las universidades

La tradición universitaria y las singularidades de la institución como organización compleja justificaron


durante mucho tiempo que su gobierno adoptara rasgos particulares no asimilables a los de una
organización en sentido clásico. De tal manera, durante varias décadas, la producción académica
reconoció que las características típicas de una empresa, su organización vertical y jerárquica, la toma de
decisiones centralizada y de arriba hacia abajo, sus metas y propósitos, poco tenían que ver con los
objetivos, la estructura interna y los ambientes deliberativos en los establecimientos del tercer nivel. Sin
embargo, también en este ámbito se han generado en los últimos años cambios en la sensibilidad social
con relación a los alcances y la conveniencia de una aplicación irrestricta de la noción de democratización
y las mejores formas de organización del gobierno universitario. Sin embargo, en materia de política
universitaria cada vez se hace más presente en la discusión académica internacional la noción de
educational policy borrowing, proceso común a otros períodos históricos que se acentúa en la
actualidad, no sólo por la internacionalización de los foros de consulta y decisión política, sino también por
la importancia creciente de las agencias internacionales, lideradas por los países centrales, en los
programas de cooperación destinados a los países periféricos.

Por la historia y la tradición de la institución, su gobierno frecuentemente hunde sus raíces y se legitima en
cierto tipo de concepciones de la universidad que no siempre guardan relación con la situación presente. Al
respecto Wittrock señala que aún en la actualidad, el gobierno universitario se fundamenta en algunos de
los principios básicos sostenidos por sus precursores medievales.
Si la universidad es esencialmente una institución de investigación, tendrá un gobierno constituido por
administradores, investigadores y posiblemente el Estado o las empresas, quienes financian y utilizan
aquella actividad.  Esta noción se instala paralelamente a la convicción de que las viejas formas de
gobierno colegiado resultan ineficientes5 y no se adecuan al reto que introducen la sociedad del
conocimiento y una institución masificada y sometida a demandas cruzadas y siempre más exigentes. Se
propone, de esta manera, gerenciar la universidad aproximándola al comportamiento de las empresas y
concentrando la toma de decisiones en autoridades unipersonales más fuertes que superen el carácter
fragmentario de las universidades e instalen una administración centrada en el uso racional de recursos
humanos y materiales. Sin embargo, estas propuestas consideran la gestión administrativa como un fin en
sí mismo y dejan en un segundo plano la gestión académica organizada a partir de los objetivos
institucionales.

En este sentido, Rodríguez Espinar señala que mientras en los años sesenta y setenta los movimientos de
reforma tenían como meta la democratización del gobierno universitario a través de la inclusión en la toma
de decisiones de los diversos claustros, a partir de los ochenta la meta se centra en el otorgamiento de
mayor autonomía a las universidades y su correlato, la rendición de cuentas como una forma de alcanzar
mayor eficiencia. El peligro en este caso, señala el autor, radica en que, por esta vía, se propicie la
configuración de otros grupos de poder, diferentes a los que constituyen los actores universitarios y
conformados sin que medie ningún control democrático. De hecho, señala Acosta Silva que para mediados
del siglo veinte este modelo colegiado de gobierno universitario se había impuesto en un contexto donde la
educación superior era un espacio de reproducción y formación de las élites políticas e intelectuales de la
sociedad. De tal manera, con diversas variantes, las universidades de la región optaron por estructuras de
poder y autoridad que distribuyen aquel entre diferentes órganos de gobierno, estableciendo un sistema de
pesos y contrapesos que permitiera evitar la concentración de las decisiones en uno solo.

En suma, existe en América Latina una concepción del gobierno universitario sustentada en la


conveniencia de redistribuir el poder y garantizar la corresponsabilidad en la conducción institucional
privilegiando la construcción de consensos por sobre la eficacia de los procesos decisorios. Las
consecuencias de la convivencia no siempre pacífica entre ambos principios se ven frecuentemente
agravadas por una excesiva partidización de la gestión que, en algunos países, como Argentina, parece
privilegiar la imposición de criterios político-partidarios por sobre los académicos. En lo que respecta a la
ampliación de la participación mediante la incorporación de diversos actores al cogobierno se presentan
distintas situaciones.

Por una parte, comienza a ser contemplada la conformación de las Juntas o

Consejos Sociales con representación de sectores de la comunidad ajenos a la vida universitaria, tan


frecuente en la tradición anglosajona. El análisis de algunos casos nacionales da cuenta –como no podía
ser de otra manera- de una gran variedad de situaciones según los valores prevalecientes en cada
situación puntual en el ámbito universitario y sus respectivas tradiciones.

En Chile, a partir de las transformaciones introducidas por la dictadura de

Este es el caso del rector que, de acuerdo a los estatutos universitarios, es elegido por voto directo del
personal académico y también de los decanos quienes son designados por la Junta Directiva a sugerencia
del Rector y los Directores de Departamento que son designados directamente por éste. En Brasil, la
Reforma Universitaria elaborada en 1968 durante el gobierno militar otorgaba al Presidente de la República
el derecho de nombrar a los rectores y a los decanos, y adjudicó a un representante del Ministerio de
Educación un puesto en el Consejo de Curadores de cada institución. Sin embargo, desde principios de la
década de los ochenta los consejos universitarios sólo ratificaban los resultados de las elecciones
universitarias en las cuales los profesores, los funcionarios y los estudiantes participaban de igual
manera. Este proceso fue modificado oficialmente por una ley aprobada en 1995, la cual garantiza que los
profesores tengan el 70% del peso en la elección de los líderes universitarios.

Asimismo, en algunos estados se estudian proyectos de vinculación del financiamiento universitario con un
porcentaje del presupuesto público para garantizar la autonomía completa a las instituciones. En el caso
de México, Acosta Silva señala que como consecuencia de la aplicación de las políticas federales se ha
dado una modificación tanto de los estilos de gestión como de los modos de operación de los gobiernos
universitarios. Al respecto, para captar los fondos adicionales que oferta el gobierno se han creado
estructuras de apoyo a la gestión que derivaron en un fortalecimiento de los cargos directivos. En
Argentina, aunque aún la evidencia empírica es insuficiente, algunos estudios recientes destacan que en
determinadas universidades tradicionales se estarían desarrollando procesos de cambio en la
configuración del poder caracterizados por una modificación de las relaciones entre los órganos colegiados
y los unipersonales, en favor de estos últimos.

En el ámbito del gobierno universitario puede apreciarse la emergencia de arenas conflictivas en la medida
en que se da el choque entre tradiciones de colegialidad profundamente arraigadas y propuestas de
concentración del poder a los efectos de mejorar el funcionamiento institucional. Entre estas dos
posiciones polares se abre, sin embargo, un espacio intermedio dominado por la convicción de algunos
actores universitarios sobre las limitaciones que el ejercicio actual del cogobierno presenta y la necesidad
de introducir ajustes.  A partir de los años noventa se fundaron veintiséis de las cincuenta y tres
universidades nacionales existentes en la actualidad. "8 Atairo y Camou destacan la introducción de
cambios en la composición proporcional del cogobierno en estas nuevas universidades, "que tienden a
favorecer a los directivos al aumentar de manera considerable su parte proporcional en los órganos de
gobierno en las unidades académicas menores como las escuelas, institutos y departamentos.

Así, aumenta la presencia del claustro de docentes en el gobierno de la institución en tanto los directivos
provienen de dicho claustro. "En paralelo con este incremento, se produce cierta tendencia a la baja de la
representación de los estudiantes en las universidades de más reciente creación".
Con relación al gobierno universitario las tendencias de signo opuesto que se presentan abonan la
existencia de un escenario complejo en el que el cogobierno va perdiendo peso específico y se
debilita, más allá de que procure contener una mayor diversidad de actores. En este contexto, la
universidad y el trabajo académico parecen desdibujarse y perder sus singularidades para quedar
subsumidos en criterios organizacionales clásicos de plena vigencia en un clima de competitividad
estimulado exógenamente. Esto no supone desconocer que el cogobierno universitario merece ser
rediscutido a la luz de sus logros y sus limitaciones y teniendo en cuenta especialmente las características
actuales de nuestras instituciones masivas sobre las que se ejercen demandas siempre más exigentes.

López,Eliana Metodológicas

« La memoria de nuestros dolores y de nuestros fracasos, nos enseñará qué debemos hacer hoy para no
repetir nuestra indefensión en el futuro La convicción que nos hace querer ser siempre una universidad
mejor, estar siempre insatisfechos, se asienta en una historia que tenemos que recuperar, no para
reproducirla sino al contrario, para revalorizarla con la perspectiva de todas las tareas que aún nos faltan y
de todas las que ni siquiera imaginamos, pero que vendrán». En la década del ‘80 las universidades
latinoamericanas vivieron un proceso en el que se combinó la imposición de políticas neoliberales, junto a
políticas democratizadoras. Las dictaduras cívico militares de los años ‘708 en gran parte del
continente, habían dejado fuertes marcas de violencia y terror, junto a cambios significativos en el plano
económico, y también a nivel de la formación académica. Se aplicaron restricciones en las políticas de
ingreso y económicas.

En dichos contextos, las universidades públicas no fueron prioridad, menos aún objeto de políticas


públicas. Se dio inicio en el país de Chile durante el año 1973. En nuestro país fue a inicios del ‘76, pero
con intervenciones de represión desde los años ‘74/’75. Importantes ligados a la implementación de
políticas sociales y educativas, que llevaron a revertir situaciones de desigualdad sobre todo para la
población joven.

El grupo de 18 y 24 años, se ha incrementado en 3 puntos porcentuales en el mismo periodo, tanto en el


nivel medio como en el nivel superior. En el informe de referencia se da cuenta que en la región
latinoamericana se incrementó 5 puntos el porcentaje de jóvenes que asisten al nivel superior10. También
la autora destaca que si bien el nivel superior no corresponde a la educación obligatoria, el 21,4% de los
jóvenes entre 18 y 24 años en América Latina concurre a este nivel educativo en el año de
referencia. Ezcurra subraya que la masificación global entraña otro impacto crucial, en tanto ha abierto el
ingreso a franjas sociales antes excluidas.

Para la mencionada autora, si bien se gesta una mayor inclusión, también se observa que persiste una
desigualdad de clases respecto de la participación relativa en el nivel.

Estos datos son previos a la implementación del programa PROGRESAR, del programa Confiamos en
Vos, que también tiene como destinatarios a este grupo de jóvenes. Se refiere al número de alumnos
matriculados en un determinado nivel de educación, independientemente de la edad, expresada en
porcentaje de la población del grupo de edad teórica correspondiente a ese nivel de enseñanza. «Pdf
extiende un bien preciado a un conjunto de población más vasto y antes excluido». En el mismo
texto, Ezcurra retoma a Altbach quien plantea cuestiones ligadas a la revolución académica que está
atravesando el sistema y afirma que hay un motor crucial de hace décadas que es la masificación intensa
en tal sistema.

Las actividades de esos 400 días, expresaron el vínculo de la UNC con la sociedad, con los organismos de
derechos humanos, con las organizaciones sociales. Cada actividad fue pensada para lograr objetivos
particulares, pero en todas estaba la idea de reconocerse como la Universidad más antigua del país, con
los desafíos que tiene por delante. Entre ellos, el de garantizar el acceso a la Educación Superior. En el
2009 en la Conferencia Mundial sobre Educación Superior, llevada a cabo en Paris.

Es declamativa e incluso abstracta si no es acompañada por políticas que favorezcan la inclusión de los
sectores históricamente excluidos del sistema universitario.

La educación argentina en la década de los ‘90

Durante la década de los noventa, en nuestro país y en países de la región, se sostuvieron medidas de
corte neoliberal, con incidencia de organismos internacionales sobre las políticas públicas. La lógica del
mercado primó sobre las decisiones públicas. Bajo este marco, se privatizaron empresas y prestaciones
sociales hasta el momento nacionales, se redujo el gasto público y se generaron programas focalizados. El
sistema educativo nacional pasó a estar descentralizado, se transfirieron establecimientos a las
dependencias provinciales, y en algunos casos hacia los municipios.

Britos plantea que en este contexto se «promovió la desvinculación de sectores medios de la escuela
pública durante la década de 1990, iniciando una tendencia hacia la segmentación de la educación y la
"especialización" de la escuela pública dirigida a los sectores "marginales". Se han producido además
"sutiles reemplazos y re significaciones" de la noción de universalidad de la educación. Estado, que pasa a
ser concebido como subsidiario por ejemplo, en los cambios de leyes como en la de educación
superior, que permite aranceles». Las decisiones de descentralización de políticas públicas, tales como las
vinculadas a la educación, fueron medidas que tuvieron sus vacíos en los procesos de implementación.

Puiggrós describe la estrategia del programa económico neoliberal y del ajuste al sistema educativo
refiriendo que la decisión de «achicar el sistema educativo» se realizó a través de la transferencia de los
establecimientos de la nación a las provincias y de éstas a los municipios. La autora retoma reformas
legales que dieron sustento a estos cambios en el sistema. El acuerdo entre el radicalismo y el
menemismo, las dos fuerzas políticas mayoritarias entonces, plasmó en el llamado pacto de Olivos
transformaciones en la Constitución. Además de la cláusula que permitía la Reelección presidencial, se
incorporaron artículos ligados a derechos humanos y otros vinculados a la educación.

Las mismas tuvieron preceptos residuales en términos de políticas públicas. Congreso Nacional aprobó en
el mes de julio de 1995 la Ley de Educación Superior. En los principios de esta nueva norma quedaban
plasmadas las corrientes de pensamiento de la época, el retroceso en la garantía de derechos por parte
del Estado y la concepción de educación como bien transable, una mercancía más. El período de debate y
aprobación de esta norma llevó a quienes estaban en contra de la misma a realizar
manifestaciones, expresiones de resistencia a nivel nacional y en cada Universidad en particular.

La equidad hace referencia a la posibilidad de generar acciones que permitan condiciones igualitarias de
acceso a la educación.
De esta manera, los estudiantes quedaron como responsables de sostener parte de los gastos en cada
unidad académica, bajo el discurso de la contribución voluntaria y la solidaridad. La Autarquía se refiere a
que la Universidad decide por sí misma cómo usar el presupuesto que recibe del Estado. La
Extensión, uno de los pilares de nuestra universidad en cuanto a su compromiso social, pasa a ser
entendida como venta de servicios fundamentalmente a las empresas. Con la sanción de esta Ley se
aumentó la representación de los docentes al 50%, permitiendo a este claustro tener mayor representación
que estudiantes, no docentes y egresados.

En relación con el Ingreso, esta Ley permite a los decanos determinar la cantidad de estudiantes a ingresar
por carrera y los modos de evaluación. El principio de Autonomía supone que la universidad se gobierna a
sí misma, tanto en su organización, sus funciones, su producción académica, científica y
extensionista. Proyecto de ordenanza presentado por la agrupación Franja Morada y aprobado por el
Consejo Superior.

Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria, organismo descentralizado que funciona en


jurisdicción del Ministerio de Educación de la Nación. «Su misión institucional es asegurar y mejorar la
calidad de las carreras e instituciones universitarias que operan en el sistema universitario grado y
posgrado y es quien puede recomendar su cierre «si lo cree necesario», de acuerdo con criterios de
«eficacia» y «eficiencia» vinculados a la utilización de los recursos. » El Consejo Interuniversitario
Nacional, compuesto por los rectores/as de universidades públicas, en este período incorporó autoridades
de las Universidades privadas, lo que llevó a la incorporación de otras lógicas en la gestión del sistema
universitario. Retomo las cuestiones vinculadas a normativas, modificaciones y debates sobre la gratuidad
y la Ley de Educación Superior vigente que se dieron en la UNC.

Consejo Superior de la UNC aprobó la Ordenanza N 5/90,24 que estableció que los estudiantes deberían
aportar a los gastos denominados paraeducativos . 25 Si bien en términos cuantitativos el dinero a aportar
por los estudiantes no era elevado, la implementación de esta norma obstaculizaba aspectos
académicos. Por ejemplo, si el pago de las cuotas no estaba al día los estudiantes no podían
matricularse, rendir exámenes o acceder a las actuaciones académicas. Con el pago regular de un arancel
los estudiantes comenzaron a cubrir gastos que anteriormente eran sostenidos por el presupuesto estatal.

« En alguargentino por medio de actividades de evaluación y acreditación de la calidad de la educación


universitaria». Fondos para el Mejoramiento de la Enseñanza y de la Calidad Educativa. Consejo
Interuniversitario Nacional. «el CIN tiene funciones esencialmente, de coordinación, consulta y propuesta
de políticas y estrategias de desarrollo universitario y la promoción de actividades de interés para el
sistema público de educación superior.

Es, además, órgano de consulta obligada en la toma de decisiones de trascendencia para el sistema


universitario». En las discusiones sostenidas desde los años de implementación de la Ordenanza hasta su
anulación definitiva por el HCS en el 2011, uno de los principales cuestionamientos era el manejo poco
transparente de los fondos, ya que no se establecía dentro de los presupuestos a rendir, como era el caso
de los recursos asignados por fuentes como ingresos propios, contribución de gobierno, etc. nas unidades
académicas, por debates impulsados por el claustro estudiantil, y en ocasiones acompañados por otros
claustros, esta ordenanza no se implementó o fue implementada por un período muy acotado. 5/90 se
efectivizó recién en el año 2011, cuando el Honorable Consejo Superior aprobó la Ordenanza N 1/11,27
tras la construcción de consensos en la comunidad universitaria. El Consejo Superior elaboró un
documento que fue insumo para las jornadas llevadas a cabo dentro de la Universidad y con otras
Universidades, lo que permitió avanzar en lineamientos consensuados.

Con capacidad para dar respuesta al fenómeno de la universalización de la educación superior. Que


asegure condiciones efectivas de inclusión y avance en la formación universitaria. Que brinde una
formación de calidad en la Por ejemplo, en la Escuela de Trabajo Social, Escuela de
Comunicación, Facultad de Psicología, Facultad de Filosofía y Humanidades. Pdf señanza de grado y
posgrado, en la investigación, en la extensión y promocione líneas de excelencia nacional e internacional
en temas emergentes.

Que promueva una activa participación de todos los miembros de la comunidad universitaria, vinculando el
esfuerzo conjunto con los desafíos, necesidades y demandas de la sociedad. Que posea un sistema de
financiamiento público, a partir de reconocer que una adecuada inversión en educación, ciencia, arte y
tecnología constituye una condición necesaria para el desarrollo social, económico y cultural de un país.

Los proyectos que elaboraron la diputada Adriana Puiggrós y el diputado


Agustín Rossi, junto a otros miembros de la Cámara, recogen insumos, debates y lineamientos que
produjeron un conjunto de universitarios cordobeses. Se constituye así en una plataforma y horizonte en
relación con la concepción de la Educación Superior como bien público y como Derecho Humano. «El
acceso a la universidad no se garantiza sólo con que la universidad no cobre aranceles, porque es
igualmente inaccesible si el estudiante debe pagar transporte, libros y materiales, viajar dos, tres o más
horas y también trabajar. El no pago de aranceles es necesario para el acceso a la universidad, pero en
modo alguno suficiente. 

Desde la asunción del presidente Néstor Kirchner en el 2003, la discusión sobre el sistema educativo ha
sido tema constante de agenda y de definiciones en cuanto a la responsabilidad de su garantía por parte
del Estado. Grimson y Fanfani realizan una comparación de datos del sistema universitario actual y de
décadas anteriores. En cuanto a la matrícula de estudiantes universitarios, en los años ‘60 eran 160.000
estudiantes, mientras que en el año 2010 había 1.700.000 estudiantes. De estos últimos, más del 80 %
asistía al sistema público.

Parte del proceso de masificación y ampliación de la población universitaria ha sido por la incorporación de
jóvenes que han concluido el nivel secundario y que pueden proyectarse en continuar los estudios, a
diferencia de las posibilidades de sus padres. En algunos casos, estos jóvenes tienen trayectorias
escolares continuas y, en otros, discontinuas por estar atravesados por contextos sociales o económicos
adversos. Estas son, en parte, las características de los jóvenes del Programa de Becarios Ingresantes. Lo
que llevó a la UNC a generar acciones que permitan abordar las particularidades de sus trayectorias
educativas, para propiciar su inclusión.

Daniel Filmus, ex Ministro de Educación Nacional en el período 2003-2007, en su libro Educar para una
sociedad más justa, retoma cuestiones de la agenda de gestión planteada por el ex presidente Néstor
Kirchner en el momento de su asunción, sobre los desafíos en la educación. Se plantea que el Estado
debería tener el rol de planificar, invertir y realizar las modificaciones necesarias para que todos accedan a
la educación, sin distinciones ni de territorio ni de clase. "Trayectorias Subjetivas, Trayectorias objetivas. "
Las trayectorias sociales de jóvenes de clases populares".

El reconocimiento de miles de jóvenes y adultos sin haber terminado o haber abandonado en tiempos
breves el nivel secundario, hizo que se reconozca por parte del Estado este problema y se propicien otras
alternativas, como el programa FINES, PIT, entre otros. Como resolver los problemas salariales existentes
en las provincias, propiciar discusiones sobre la formación técnica, la extensión de la obligatoriedad
escolar del secundario y el aumento del presupuesto destinado a la educación. Hasta ese momento, se
destinaba el 5% del PBI al pago de la deuda externa y sólo un 2% para educación. En cuanto a la
evolución del gasto consolidado en educación, ciencia y tecnología y evolución del PBI del período 2003-
2011, Filmus expone que se pasó de un gasto educativo total en 2003 de $22.
Desde el 2003 a marzo de 2015 creció más de un 2.014% el presupuesto destinado al sistema de
educación superior. En ese marco, retomo a Filmus cuando sostiene que con estas decisiones se fortaleció
el sistema educativo y su función eminentemente política en la construcción de la nacionalidad y se fue
privilegiando su rol económico y de integración social en un contexto de industrialización y crecimiento de
la economía con movilidad ascendente. En cuanto al Programa de Becas Nacionales
Universitarias, dependientes del Ministerio de Educación Nacional, en el año 2003 contaba con un
presupuesto de $6.815.000, alcanzando a 2.726 estudiantes becados en todo el país. Marzo 2015 cados.

Esto da un crecimiento del período 2003-2015 de un 2185,73% en cantidad de estudiantes becados y un


incremento presupuestario de 12983,40%. El incremento de becarios ha sido también marcado por la
ampliación de las poblaciones sujeto de los programas. Con el Programa Nacional de Becas Bicentenario
se determinaron carreras prioritarias, como las ingenierías y enfermería.

Estos datos a nivel nacional los podemos relacionar con los que brinda el

de Estadística Universitaria sobre la población del sistema público universitario dentro del período 2004-
2014, donde se evidencia un crecimiento de estudiantes del 20%. CEPAL señala que la intervención fiscal
logran mejorar el índice de Gini un 28%, al reducirlo de 0.536 en base al ingreso de mercado, al 0.388
considerando pensiones, transferencias, impuesto a la renta y el "gasto" público en educación y salud . La
CEPAL destaca a la Argentina como el país con más inversión social per cápita en América
Latina. Argentina es el país con el "gasto público" social per cápita anual más elevado de América Latina
con U$S1.893 o 16.563 pesos al tipo de cambio oficial.

Http://www.cfkargentina.com/la-cepal-destaca-a-la-argentina-como-el-pais-con-mas-inversion-social-per-
capita-enamerica-latina/...24521 de Educación Superior aprobada en los ‘90. En Córdoba, estas medidas
fueron profundizadas por la crisis del sistema educativo y los cambios en el mismo durante la salida del
gobernador Angeloz y su sucesor Mestre.

Apostamos a profundizar las acciones tendientes a la construcción de un país que opte por un modelo de
desarrollo basado en un sistema más justo de producción de la riqueza y la complementaria distribución
del ingreso. Un modelo en el cual el trabajo y la educación se conciban a partir de la recuperación de su
papel histórico como herramientas de inclusión y dignificación de los ciudadanos, así como vehículos para
una movilidad social ascendente. En el marco de los festejos del Bicentenario de la Patria en 2010, los
Rectores de las universidades pertenecientes al sistema público nacional se reunieron con la Presidenta y
le presentaron el documento "Las Universidades Públicas en el año del Bicentenario". Como quinto
punto, remarcamos la implementación del PROGRESAR, a inicios de 2014, desarrollado entre el Ministerio
de Economía, el Ministerio de Educación y la Administración Nacional de Seguridad Social.

En términos etarios da continuidad a la AUH y aumenta la población con sistema previsional.  Los jóvenes
pueden acceder al mismo mediante una acreditación de estudios49 otorgada por entidades reconocidas
por el Ministerio de Educación de la Nación o por el Ministerio de Trabajo de la Nación.  Juventudes, donde
incorpora el PROGRESAR y otros programas con el fin de ampliar derechos y la cobertura del sistema
provisional para jóvenes. En ese marco, la Presidenta expresó que hay más de 800.000 mil jóvenes que
son parte de esta iniciativa a julio del 2015 y que cuando se inició, en febrero de 2014, había más de mil.

Los datos emitidos a mediados del 2015, dan cuenta de que la mayoría son jóvenes entre 18 y 21
años, con una mayor cantidad de mujeres, y más de la mitad asisten al sistema público
universitario. Programa creado en 2010, en el marco de la Ley de Educación aprobada en el 2006 y con el
fin de acercarle otras herramientas a docentes y estudiantes para mejorar sus aprendizajes. Programa de
Respaldo a Estudiantes Argentinos. Este programa está destinado a jóvenes de 18 a 24 años.

Tiene a su cargo la administración de las prestaciones y los servicios nacionales de la seguridad social y
funciona de manera descentralizada, en el territorio nacional.

La institución reconocida por el Ministerio firma un formulario de acreditación establecido por

Como sexto punto, considero pertinente hacer mención a la Ley de Implementación efectiva de la


responsabilidad del Estado en el Nivel de Educación Superior N° 27.204, aprobada en octubre de 2015.52
La misma establece en sus principios y artículos diversos puntos que venían planteando referentes de la
educación y actores del sistema universitario. Los primeros artículos de esta ley establecen la
responsabilidad principal e indelegable del Estado Nacional en el financiamiento de la Educación Superior
y la gratuidad de los estudios de grado en las universidades públicas en todo el territorio nacional, punto
que estaba fuera de los articulados de la LES del año 1995. Disponer que los gastos para el normal
funcionamiento de las unidades académicas, tales como limpieza, mantenimiento, seguridad e insumos
varios, así como gastos tales como movilidad para trabajos prácticos, servicios de apoyo psico-
pedagógico, equipamiento e insumos para la enseñanza, y afines, sean atendidos por el presupuesto
asignado a cada Facultad en Fuente 11, reafirmando el rol del Estado en el financiamiento de la Educación
Pública y particularmente de las universidades nacionales. Otro punto transformador de esta nueva Ley de
Nivel de Educación Superior es que establece las modalidades de ingreso en el sistema, dejando de lado
las «voluntades restrictivas o permisivas de cada unidad académica».
Http://www.digesto.unc.edu.ar/consejo-superior/honorable-consejo-superior/ordenanza/1_2011/?
searchterm=1 /11 de ingresos hasta el momento, como señala Castro ,el ingreso libre e irrestricto es una
práctica ya instalada en términos de oportunidad con la que cuentan los jóvenes y adultos que ingresan a
estudiar carreras de grado en la universidad pública. Desde el retorno a la democracia en nuestro país en
1983, y luego con la implementación de la Ley de Educación Superior en 1995, los ingresos universitarios
tuvieron modalidades de cupos. Algunos mecanismos fueron establecidos en todas las universidades, y
particularmente en las carreras de Ciencias Médicas. Las restricciones en el ingreso a ciertas carreras o
áreas científicas implican, en cierta manera, una orientación de la demanda, en el marco de posibilidades
de ingreso.

Las condiciones sociales, económicas y educativas de los estudiantes constituyen dimensiones centrales a


considerar a la hora de pensar en el tramo del ingreso. En nuestra Universidad en particular implicó llevar
adelante procesos de adecuación. Una reforma fue que los cursos de ingreso deben ser parte de los
planes de estudio de las carreras de grado, quedando como una materia más a aprobar y no como una
instancia académica aislada de la currícula y del régimen de enseñanza. Otro punto importante vinculado
al ingreso a un estudio superior es la incidencia de acciones que llevan a los jóvenes a tener la posibilidad
de pensar la elección de sus estudios.

Hay trabajos que desarrollan estas implicancias en mayor detalle, solo tomo algunas consideraciones, que
han contribuido a generar acciones en relación con el ingreso. Como expresa Salord la opción por los
estudios universitarios no se circunscribe al momento preciso del ingreso a la universidad, sino que remite
al proceso de socialización que se desarrolla inmerso en las estrategias de re54
http://www.ffyh.unc.edu.ar/alfilo/educacion-superior-democratica-inclusiva-y-de-calidad/ producción social
articuladas en los núcleos domésticos, y que son construidas siguiendo algunos de los caminos y códigos
que ofrece la experiencia de cada individuo y grupo en las diferentes redes y escenarios en los que
participa, y en las diferentes coyunturas por las que transcurren sus historias. Tener acceso a ciertos
recursos y apoyo de algún otro adulto-amigo les permite acercarse a la posibilidad de estudiar. En este
sentido, estos jóvenes, no pueden prorrogar o revisar la decisión, y menos aún «fracasar», ya que esto les
implica insertarse en un contexto diferente, donde quizás les sea difícil volver a tener la posibilidad de
acceder a estos recursos determinantes.

En estos tramos decisivos o más cruciales para algunos jóvenes, los capitales sociales toman mayor
importancia. En este punto presento un breve recorrido por las acciones que se fueron llevando a cabo
dentro de nuestra Universidad, particularmente desde la gestión iniciada en abril de 2007, donde uno de
los ejes del programa de gobierno eran propuestas con relación al ingreso. Se propiciaron diversas
iniciativas destinadas a favorecer el ingreso de jóvenes y adultos que no tenían en sus horizontes concluir
el nivel secundario y/o comenzar estudios universitarios. La Subsecretaría de Inclusión y Ciudadanía
Estudiantil, de la cual dependen la Dirección de Inclusión Social y el Área de Comunicación y Ciudadanía
Estudiantil.

Se desarrollaron nuevos materiales impresos y digitales, así como actividades de presentación integral


sobre el ingreso a la Universidad. 1 edición Universidad Nacional de Córdoba. Tales como
Paceni, Programa mayores de 25 años y Programa de Acciones Complementarias. de Orientación
Vocacional sobre herramientas para pensar la elección de la carrera, la revista La UNC te Espera, los
materiales propuestos como mesa de orientación para el ingreso, guía de carreras y/u oficios, videos sobre
la Universidad.

Con «La UNC Te Espera» se proponía mostrar que la universidad era un proyecto posible y presentar la
institución de manera integral. Los espacios de encuentro entre estudiantes, las actividades culturales, el
modo de presentar las propuestas de las carreras de grado y terciarias, las charlas sobre convocatorias a
becas, la entrega de materiales, los espacios para docentes, entre otras acciones, fueron mostrando que la
universidad tenía otro modo de presentarse como institución pública de educación superior.

El Programa Becarios Ingresantes: estrategias para que ingresen «los no esperados»

La implementación del Programa de Becarios Ingresantes permitió comenzar a abordar algunas acciones
para favorecer un mayor y mejor acercamiento por parte de los jóvenes de sectores vulnerabilizados a la
UNC. Uno de los puntos centrales que se tuvo en cuenta en el Programa fue que quienes quieran ingresar
a la UNC y necesiten de la beca, realicen la solicitud y conozcan si son parte del listado de postulantes
seleccionados antes de las fechas de preinscripción de diciembre. La difusión del programa se llevó a cabo
en actividades con escuelas secundarias, espacios sociales y a través de los medios de comunicación
propios de la institución. El estudiante becario recibía once cuotas de $700 mensuales desde febrero a
presentados de manera digital, accesible y en papel de acceso gratuito para jóvenes, adultos y espacios
educativos.

Desde la SAE, se decidió además brindar en el marco del programa, becas del comedor, de prácticas
deportivas y la cobertura del programa de atención de salud PASOS. 60 El Programa de Becarios
Ingresantes constituyó una prioridad a nivel institucional, lo cual se puso de manifiesto en los actos de
bienvenida a los becarios con la presencia de las autoridades universitarias, así como el hecho de buscar
año a año generar acciones que complementen lo establecido en la ordenanza que dio origen al
mismo. También se impulsó el Programa Estudiantes por el Derecho a la Educación, el cual permitió
crecer en la articulación con el nivel secundario, promover la política de becas y generar acciones de
inclusión en el marco del ingreso. Este programa implicó el sostenimiento de espacios de apoyo educativo
en doce escuelas secundarias de sectores populares de la ciudad de Córdoba.

Los estudiantes universitarios de las distintas carreras que formaban parte del Programa participaban
primero en espacios de formación realizados por especialistas en educación, y durante los meses de
noviembre, diciembre y febrero, marzo y abril llevaban adelante diversas actividades de
estudio, información y acompañamiento, constituyéndose en referentes para los ingresantes. A esto se
incorporaron los talleres que realizaban las profesionales del Programa de Becarios Ingresantes, donde se
iba abordando junto a los estudiantes los obstáculos y soportes que presentaba el primer tramo en la
UNC. «Sumado a las acciones del PBI, desde el Área de Inclusión Social se fueron incrementando
acciones, que permitieron llegar a más jóvenes y adultos que estaban en la etapa de terminalidad del nivel
secundario. Se implementaron el «Programa Redes» entre la Universidad y escuelas
secundarias, espacios de formación con docentes llamados «Posibilidades Educativas después del
secundario», charlas con estudiantes en CENMAs,62 muestras de carreras en el interior
provincial, denominadas «Salimos a Rodar», entre otras.

Estas propuestas que se han ido desarrollando favorecieron la ampliación de las posibilidades al término
del nivel secundario y el inicio de los estudios en la Universidad. Durante el año 2012, implicó la
vinculación con 400 escuelas y 35.000 jóvenes y adultos. En el 2013, con 450 escuelas y 42.000 jóvenes y
adultos. En el 2014, con 730 escuelas y 78.000 jóvenes y adultos.

Y en el 2015, con 850 escuelas y 90.000 jóvenes y adultos. Becas conformado por los Secretarios de
Asuntos Estudiantiles y en el Consejo Superior de la Universidad, se acercaron los informes, propuestas y
problemáticas de los Programas de Becas en particular y de la política de inclusión en general.
También resulta pertinente hacer referencia a que en el año 2011, con la creación del Área de Ciudadanía
Estudiantil, se comenzaron a trabajar políticas institucionales en el marco de la declaración de los
derechos estudiantiles. Esto permitió pensar y llevar adelante acciones dirigidas a todos los
estudiantes, orientadas al reconocimiento y promoción de sus derechos. « La ende universidad es cuando
se produce la reducción más intensa de las cohortes y cuando se producen los bajos resultados que
alargarán la estancia en la universidad hasta conseguir la titulación». Por otra parte, desde el año 2006, el
Ministerio de Educación de la Nación impulsó, desde programas dependientes de la Secretaría de Políticas
Universitarias y con la Red de Bienestar Universitario, propuestas de acompañamiento educativo para
estudiantes de los primeros años que permitieran mejorar sus condiciones educativas y de permanencia.

Uno de los proyectos desarrollados en la UNC desde el 2015 fue el «Programa de Acciones
Complementarias», destinado a becarios nacionales, estudiantes beneficiarios del PROGRESAR y
becarios de la UNC. Se tomaron objetivos y propuestas del Programa Becarios Ingresantes, implementado
desde el 2009, y del Programa Estudiantes por el Derecho a la Educación, implementado desde 2012. El
desarrollo y fortalecimiento de instancias como las descriptas contribuyó a acercar los estudios
universitarios como parte del horizonte de posibilidades de jóvenes y adultos que son primera generación
de universitarios en sus familias. Estas acciones fueron posibles a partir de la construcción de redes con
diferentes actores, enmarcada en decisiones políticas que han disputado el sentido de la universidad como
sistema público dentro de un proyecto de sociedad con mayor inclusión y desarrollo.

Analizar la incidencia del PBI y otras acciones de inclusión que se implementaron en la UNC desde el 2007
y hasta el momento de cierre de este trabajo69 nos permitirá reconocer y valorar procesos de
democratización de la universidad, así como las tareas y desafíos que quedan por delante. Por ejemplo, se
pone de manifiesto que en el 2014 hay más estudiantes que conocen las políticas estudiantiles que
favorecen el acceso al deporte, a la salud, a becas, entre otras. Las políticas impulsadas tuvieron mayor
incidencia, por lo menos en la UNC, desde 2008 /2009. En el primer encuentro realizado en la Facultad de
Ciencias Sociales de la UBA, fueron recurrentes los trabajos que hacían referencia a las etapas iniciales de
la vida universitaria y las situaciones que se presentaban para los jóvenes, como desafíos para abordar.

Se plantearon temas y acciones necesarias en relación con la articulación escuela-universidad, las


estructuras curriculares, entre otros. Se abordaron además temáticas como la Universidad y su
gobierno, la Universidad / sociedad y la pedagogía universitaria. FLACSO- sede Argentina-Maestría en
Ciencias Sociales con Orientación en Educación. Al momento de la presentación de su tesis, Claudia
Bracchi afirma que los estudios en el campo de educación superior eran incipientes.

A su vez, remarca que en los últimos años se ha ido incrementando el sistema de reglas propias y modos
en que los capitales entran en juego para ingresar y permanecer en las universidades. En mi búsqueda de
antecedentes, he observado que desde el año 2010 en adelante hay un conjunto de textos y artículos que
profundizan la preocupación por la Universidad argentina como objeto de estudios. En este sentido, en los
últimos años las temáticas como el acceso a los estudios universitarios, la articulación entre la escuela
media y la universidad, el papel de los estudiantes universitarios, entre otros, han ocupado las agendas
académicas y políticas de las Universidades Públicas. A su vez, esta autora retoma a Krotch, quien afirma
que los cambios producidos principalmente durante la década pasada han modificado los perfiles
tradicionales de las Universidades, incluso la relación entre el Estado y la Universidad, y en sentido más
amplio las relaciones entre Estado, Universidad y sociedad civil.

En el año 2011 la editorial de la UNC publicó el libro «Sentidos de la Universidad», compilado por Servetto
y Saur. En el mismo incluyen trabajos que expresan debates, tensiones y apuestas de las universidades
públicas desde sus pilares fundamentales situadas en un nuevo contexto.

Ciencias Sociales con Orientación en Educación. Los Sentidos de la Universidad. Flexiones que aporta en


relación con los desafíos de las universidades públicas de la región, las desigualdades sociales propias de
Latinoamérica, los primeros pasos de los estudiantes en la universidad y sus implicancias. « Relación con
el conocimiento y construcción de subjetividades», coordinado por Facundo Ortega.

Este trabajo aborda el ingreso a la universidad de distintos estudiantes y lo que ellos vivencian en el
proceso de llegada o abandono de la universidad durante esa etapa. Otro trabajo interesante fue realizado
por profesionales y personal de Servicio Social de la Secretaría de Asuntos Estudiantiles de la
UNC. «Después de aquel diciembre»77 abordó el impacto de la crisis del año 2001 en la población de
estudiantes universitarios. Instituto de Estudios y Capacitación.

Universidad Nacional de General Sarmiento. Ingreso a la Universidad. Relación con el conocimiento y


construcción de subjetividades. Trabajo realizado por la Secretaría de Asuntos Estudiantiles-Servicio
Social, Facultad de Ciencias Económicas y Escuela de Trabajo Social.

Eduardo Rinesi es Licenciado en Ciencia Política por la Facultad de Ciencia Política y RRII de la

Fue Director del Instituto del Desarrollo Humano de la UNGS entre 2003 y 2010. Rector de la Universidad
de General Sarmiento desde 2010 a 2014. Se desempeñó como Decana de la Facultad de Filosofía y
Humanidades de la UNC por dos períodos, desde el año 1999 hasta el año 2005. Neos, han abordado los
desafíos de la Inclusión en las Universidades Públicas.
Tal es el caso del trabajo «Existen condiciones para una Universidad Inclusiva», escrito en el 2011.80
Además, cada uno de estos referentes generó diferentes publicaciones, tanto dentro del mismo sistema
universitario como presentaciones en encuentros de debate sobre Educación Superior. Por su
parte, Scotto expuso en el año 2012 como Rectora anfitriona de la Jornada de la Red Bien, de la que
participaron 30 instituciones del sistema público universitario, bajo el eje central de la Educación Superior
como un derecho para todos y la necesidad de repensar el concepto de inclusión desde lo social o
académico. En el año 2013, realizó la apertura del I Seminario «Democratización de la Educación
Superior.» Públicas.

Las universidades e investigadores han venido desarrollando trabajos mirando los estudiantes desde su
heterogeneidad. Una línea de preocupación y acumulación se ubica en la consideración de la primera
generación de estudiantes universitarios en el contexto actual.
En el año 2013, la Universidad Nacional de Cuyo realizó un Encuentro de Debate sobre la Educación
Superior y los Desafíos de la Universidad Pública, del que participaron nueve universidades. Jornadas de
la Red de Bienestar Universitario, dependientes del Consejo Interuniversitario Nacional y el Ministerio de
Educación de la Nación. En el caso de Graciela Bibber destaco sus iniciativas de gestión
universitaria, programas, artículos y compilaciones sobre el ingreso a la Universidad, cuestiones vinculadas
a la permanencia, a la graduación, el trabajo de articulación y desafíos escuela media-universidad.

Estos materiales me permitieron reconocer discusiones sobre el ingreso, las dificultades y desafíos que se
vienen abordando en diferentes Universidades Nacionales y de la región latinoamericana. Rescato además
proyectos que nos han permitido construir sinergias dentro del sistema universitario, nuevas experiencias y
evaluaciones de impacto producidos por las áreas de Bienestar.

Programa Ciclos de Nivelación, seguimiento de los primeros años y articulación con la educación


secundaria de la Facultad. Ha trabajado en la Secretaría Académica del Rectorado, coordinando
programas en articulación con el nivel secundario y acciones relacionadas con el ingreso. Miembro del
Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Estuvo a cargo del Programa de
Análisis Institucional de Educación dependiente de la Facultad de Filosofía y Humanidades.

Referente de espacios de formación y publicaciones sobre la educación, fracaso escolar/ educativo, los


desafíos de la escuela actual, la inclusión como problemática educativa, entre otros. Forma parte del
Congreso Nacional e Internacional de Educación desde sus orígenes. La cuestión de la inclusión en la
escuela argentina. Uno es de la Universidad Nacional de Cuyo de 2003 a 2013.

« Entre ellos, entrevistas personales y domiciliarias, derivación a otros organismos, talleres de estrategias


de estudio, educación para la salud, contención socio-afectiva, articulando con áreas académicas de las
Facultades, Secretarías de Asuntos Estudiantiles, Centros de Investigación y otras dependencias del
Rectorado». "Dispositivos de trabajo, logros y desafíos de la experiencia de trabajo del Programa Becarios
Ingresantes de la UNC", junto a Gabetta, E. Destaco que estas producciones han sido parte de los
registros e interrogantes cotidianos que se presentaron en la implementación de políticas y el
sostenimiento de la atención y resolución de situaciones en las áreas de asistencia. "Desafíos de la
Inclusión Social", junto a Gabetta, E. presentado en el IV Encuentro Nacional de Articulación entre
Universidades y Sistemas Educativos "Políticas interinstitucionales y sujetos de enseñanza en la
articulación de niveles", en noviembre de 2014.
Compiladores: Sebastián Mauro, Damián Del Valle, Federico Montero
Innovación, inclusión y democratización del conocimiento
Diversas transformaciones actuales promueven un reposicionamiento de la cultura en el plano teórico-
epistemológico de las ciencias sociales, a la vez que estimulan y amplían una mayor comprensión acerca
de su papel en la investigación, el desarrollo y la innovación. 1 Paralelamente, en el marco de la expansión
de los servicios de comunicación audiovisual, los nuevos formatos de producción y difusión de la cultura
impulsan que la misma se involucre en procesos de producción complejos y a gran escala que trascienden
las fronteras nacionales.
La gran transformación del conocimiento
En las últimas décadas, la relación entre conocimiento e innovación es considerada estratégica para los
fines del desarrollo. Las economías basadas en el conocimiento hacen de la innovación su fuente principal
de legitimación. Se trata de un cambio estructural que impulsa al capitalismo y a la sociedad hacia un
nuevo tiempo, en el que las instituciones –pero también, las expectativas de los actores sobre la relación
entre la economía, la política y la cultura– se transforman radicalmente, al igual que las interacciones entre
individuos y grupos. Afín a estos planteos, durante la década del ochenta del siglo pasado, la noción de
innovación –proveniente de la llamada «economía de la innovación»influyó sobre buena parte de las
políticas de ciencia y tecnología de los países centrales.

Tal fue su incidencia, que años más tarde los complejos científico-tecnológicos nacionales pasaron a
denominarse «Sistemas Nacionales de Innovación». Con todo, si en un comienzo la innovación se
consideró un fenómeno exclusivo de la tecnología y de las ciencias aplicadas, progresivamente se
extendió a las ciencias sociales y las humanidades, lo que trajo a un primer plano a la cultura, a las normas
sociales y a sus modos de organización.

La cultura como motor de desarrollo e innovación


En consonancia con los anteriores postulados, empezó a crecer un nuevo paradigma en torno a la idea-
fuerza de la sociedad del conocimiento. De allí que la educación, la tecnología y la innovación resulten los
elementos vinculados al crecimiento económico y desarrollo que cobran cada vez mayor centralidad en los
discursos y propuestas de políticas. 3 En este escenario, se advierte sobre las potencialidades de las
producciones y actividades culturales y creativas como recursos para el desarrollo.

Tecnologías de la Información y la Comunicación, que reformulan los

Estas interacciones se pueden materializar en actos aislados o en espacios de relación social y se pueden
articular tanto a través de sistemas de intercambio formales y reglados como el mercado, la educación o
las entidades culturales como a través de sistemas informales y poco estructurados que aparecen como
resultado natural de la interacción social. Vínculos entre la economía, el desarrollo social y las
innovaciones culturales. En las últimas décadas la asociación cultura-desarrollo comienza a instalarse
como un tema de agenda central en la cooperación internacional, principalmente por parte de algunos
organismos como el Banco Mundial, la UNESCO y el BID. Desde estas visiones, la cultura aparece como
un importante factor del desarrollo económico.

A partir de este clima de época, comienza a expandirse la idea de economía cultural, que considera la


creatividad de manera amplia en tanto motor de la innovación y el cambio tecnológico y como ventaja
comparativa para el desarrollo de los negocios. Más tarde, surge el concepto de industrias
creativas, comprendidas como aquellas que «tienen su origen en la creatividad individual, la destreza y el
talento y que tienen potencial de producir riqueza y empleo a través de la generación y explotación de la
propiedad intelectual». Paralelamente, se desarrollan otras nociones afines aunque diferentes como las de
industrias de contenido o las industrias protegidas por el derecho de autor. Estas perspectivas se centran
en la creatividad como idea-fuerza que da origen a los bienes y servicios de estas industrias.

Los enfoques giran en torno a dimensiones abstractas y simbólicas como las del arte y la cultura, a la vez
materiales, como la de la economía, el mercado y la industria.

Nos referimos a la Conferencia sobre Cultura y Desarrollo celebrada en África en 1992 y a la


Conferencia
Una de las investigaciones en esta línea sostiene que las industrias culturales y creativas en Europa
representan el 2,6% del PBI ,6 mientras que otros enfoques afirman que oscilan entre un 6 y un 12%
según las regiones o países.

La novedad es que la noción misma de desarrollo ha sido radicalmente modificada…


En esta línea histórica, Yudice advierte que la cultura entendida como un recurso «es parte de la historia
del reconocimiento de los fallos en la inversión destinada al capital físico en la década de 1960,  al capital
humano en la década de 1980 y al capital social en la de 1990». Finalmente, la teoría del desarrollo
humano propuesta por Sen termina por operar el «giro cultural» en la noción de desarrollo, ya que ubica a
la cultura como finalidad del mismo y no solo como un factor. De esta forma, se amplía y modifica el lugar
otorgado a la cultura en relación con los procesos de desarrollo. 6 Este estudio se basa en un modelo que
clasifica las actividades creativas, en torno al cual se sitúan en niveles subsiguientes las industrias
culturales, las industrias creativas y las industrias relacionadas.

Sin embargo cabe aclarar que detrás de estos modelos existe un importante debate sobre las diferencias
conceptuales e ideológicas de las definiciones de industrias culturales e industrias creativas. En este
contexto, la asociación cultura-desarrollo cobra una nueva dimensión en la que la noción de innovación, en
el marco de teorías más amplias del desarrollo, permite superar el lugar instrumental y materialista a la que
fue relegada por los enfoques neo-clásicos.
Mutaciones en la universidad: nuevas misiones y modelos universitarios
Tales concepciones toman distancia de los modelos de innovación que consideran la ciencia básica como
el antecedente indiscutible de la investigación aplicada, pues critican su linealidad y carencia de
fundamentos. En su lugar, proponen asociaciones múltiples y complejas entre ciencia y tecnología y el
reforzamiento de ambas en el plano de la innovación.

Otros estudiosos incorporan la noción de «utilidad social» de la investigación científica, un factor presente
desde siempre que forma parte de las normas y las prácticas propias de la ciencia clásica. Así, la
investigación científica parece ajustarse a un proceso heterogéneo de ingeniería desarrollado en múltiples
y diversos marcos institucionales. En este escenario, surgen distintas propuestas de transformación de la
uni-versidad ligadas a la idea de innovación y emprendedorismo. En efecto, la noción de universidad
«innovadora» alude a las vinculaciones entre la ciencia académica y la innovación, bajo la forma de un
nuevo modelo alejado de la linealidad de operaciones secuenciales que parten desde la investigación
básica hacia la experimentación y la aplicación.

Ambas propuestas forman parte de dos corrientes de ideas que se entrecruzan y dan lugar a un modelo
que modifica las bases de articulación e integración institucional, ya sea por el lado del cambio cultural y
organizativo o por la nueva vinculación con el sector productivo, el social y el político. Con distintos
matices, inscriben a la universidad en un terreno de intenso dinamismo, la comprometen con el desarrollo
social y/o económico y con la necesidad de adaptación a las cambiantes condiciones del entorno. Con
todo, a las clásicas misiones universitarias de investigación, docencia y extensión se suma una cuarta que
pasa a denominarse de «vinculación o transferencia tecnológica». En torno a ella, se nuclea una serie de
actividades que muestran las interacciones cada vez más complejas entre la ciencia académica y el
desarrollo económico-social y que generan una multiplicidad de
motivaciones, intereses, normas, intercambios y valores que resultan en nuevas configuraciones
institucionales.

A comienzos del siglo XXI, la apertura de un nuevo ciclo político en América


En nuestro país, la continuidad de ciertas políticas en torno a la innovación refuerza la propuesta de ligar
dicha noción con la apropiación social del conocimiento científico, a lo que se agrega la definición de
prioridades y orientaciones estratégicas. Paralelamente, algunas de estas transformaciones ligadas a la
promoción de alianzas estratégicas con otros agentes sociales, a iniciativas de generación de empleo y la
ampliación de redes con instituciones internacionales de ciencia y tecnología, entre otras, impulsan en
varias universidades nacionales y en actores del sistema una mayor comprensión acerca del papel de la
investigación en la innovación. Asimismo, cobran centralidad los dispositivos de innovación cultural y
artística presentes en algunas políticas universitarias, en particular como en las políticas públicas culturales
y educativas en general.

Si bien, a partir de la década de 1990, las políticas de Ciencia y Tecnología en la Argentina dieron un


importante giro en la gestión del sector en nuestro país, observable a partir de la introducción de las
nociones de ‘innovación’ y de ‘sistema nacional de innovación, aplicado al plano universitario el concepto
fue capturado, incorporado y asimilado de manera singular en cada escenario institucional, y acompañó el
surgimiento y la consolidación de estilos de investigación particulares. Así, se ha desarrollado una
paulatina complejización de las estructuras institucionales que concentran las actividades de vinculación
tecnológica e innovación, a la vez que comienzó a incorporarse el «arte» o la «creación artística» en la
denominación de las estructuras institucionales del área de algunas universidades nacionales. Nacional
aceptó la denominación de Universidad Nacional de las Artes para el hasta entonces Instituto
Universitario, lo que implica un reconocimiento a una sostenida discusión acerca del carácter universal e
interdisciplinario del conocimiento en artes y un reposicionamiento de su enseñanza en el Sistema
Nacional de Educación Superior.

Asimismo, la continuidad de la Ley de Promoción y Fomento a la Innovación


Nacional de Río Cuarto. Corresponde recordar que el CIN fue creado en 1985 como un organismo de
autoregulación del subsistema universitario. También desde la Red de Vinculación Tecnológica de las
Universidades Nacionales de a Argentina se han promovido con temáticas amplias distintas estrategias de
vinculación institucional que incluyen emprendimientos culturales. 13 Las Unidades de Vinculación
Tecnológica son, según la Ley 23.877, entidades a las cuales pueden recurrir las empresas y
organizaciones de la sociedad civil cuando planifican la presentación de un proyecto, dado que brindan
asistencia a la formulación y a la vinculación entre Instituciones de Ciencia y Tecnología y el sector
privado.

Tecnológica y Desarrollo Productivo de la Universidad Nacional del Litoral y el Gobierno de la Ciudad de


Santa Fe, así como la propuesta de la UNA de creación de una incubadora de innovaciones culturales y
artísticas denominada UNA INNOVA.
En la Argentina, en los últimos años, el crecimiento de las industrias culturales ha sido exponencial, ya que
aportan el 3,8% del PBI nacional y emplean a 469.000 trabajadores. Estado destina a la cultura creció de
forma sostenida desde 2003. El rubro de mayor incremento en el gasto total en cultura es el de programas
culturales, que prácticamente se cuadruplicó en once años. Al considerar a la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires en particular, el panorama cultural muestra una distribución de industrias y espacios
culturales hiperconcentrada en relación con otras regiones del país.

Conjuntamente, exhibe altos niveles de segregación y de fragmentación cultural entre sus diferentes zonas
y en particular, en torno al Gran Buenos Aires. Debido a su magnitud presupuestaria, desde hace años la
ciudad participa de importantes festivales y ferias internacionales, que fortalecen las industrias y el sector
cultural. En el caso de la CABA, durante el período 2001-2012 existe una tendencia a la baja, mientras que
la provincia exhibe una tendencia alcista en su presupuesto cultural en términos relativos, ya que pasó del
0,47% en 2001 al 0,81% en 2012.

Mercado de Industrias Culturales Argentinas , un espacio para generar negocios e intercambiar


información y producciones con los referentes internacionales de las artes escénicas, el audiovisual, el
diseño, el sector editorial, la música y los videojuegos. En la actualidad, las políticas públicas del área en la
Argentina adquieren un rol más activo en la implementación de un proyecto cultural de raigambre
nacional, federal y popular inmerso en el horizonte de la integración latinoamericana. Cultura de la Nación
al rango de Ministerio, que refleja el posicionamiento del área en la política pública y muestra la
recentralización de la dimensión cultural en otras esferas de política como la educativa, la científica y la
tecnológica. Otra política en el cruce entre el ámbito de la cultura, la educación y la
comunicación, dependiente del Ministerio de Educación de la Nación, es la creación de las señales
televisivas Encuentro y Paka Paka.

A través de estos dispositivos audiovisuales proliferan distintos contenidos culturales-educativos orientados


hacia el debate en torno a diversas cuestiones de ciudadanía y también hacia espacios de educación
formal y no formal.

Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la República Argentina, la propuesta


persigue garantizar prioritariamente la permanencia y egreso de los estudiantes de carreras en Artes. A lo
anterior, se suma la realización de dos convocatorias consecutivas del Programa Universidad, Diseño y
Desarrollo Productivo, financiadas por el mismo organismo a través de la Subsecretaría de Políticas
Universitarias.
Ideado como parte de los festejos del Bicentenario de la Argentina, se ha transformado en un referente
regional de políticas públicas en el cruce entre la ciencia, la tecnología, la educación y la
cultura. Conocimiento y de la innovación productiva, y acercar en un mismo espacio conceptual, cultural y
geográfico al sector público con el privado.

Finalmente, desde 2007 el Programa Sistema de Información Cultural de la


Con todo, sigue existiendo un área de vacancia vinculada al seguimiento de distintas experiencias
culturales específicas en los territorios, fuente inestimable e ineludible para la evaluación y la reformulación
de los distintos programas y políticas del sector.

El trabajo da cuenta de las diferentes formas en que la cultura cobra creciente protagonismo. En el ámbito
de la ciencia y la tecnología, la relación entre la cultura y la innovación queda –por el momento- limitada al
campo del diseño en sus distintas vertientes, por lo que todavía ocupa un lugar subsidiario en la definición
de las áreas prioritarias de promoción de la investigación, el desarrollo y la innovación. En el plano
universitario, la cultura, el arte o bien la creación artística ingresan progresivamente como cuestión
problematizada a las estructuras institucionales vinculadas con el entorno y cobran protagonismo en
algunos proyectos y formatos institucionales específicos. Sin duda, en el área de las políticas públicas se
requiere de indicadores que permitan medir mejor la incidencia de la cultura en los procesos de desarrollo
e innovación.

Asimismo, resulta imprescindible consensuar ciertos criterios en torno a la innovación cultural y sus


potencialidades, a través del financiamiento de investigaciones empíricas. En definitiva, se trata de orientar
los procesos de innovación cultural y creativa en la dirección de un proyecto de país sustentado en valores
colectivos y democráticos. Con todo, al redefinirse los propósitos que pretenden alcanzar las políticas
económico-culturales se abre la posibilidad de que emerjan nuevas formas de entender la economía de la
cultura y su potencial como elemento de desarrollo. Estimular contextos culturales puede ser una potente
herramienta tanto cultural y social como económica.

Esto conlleva fortalecer el tejido cultural, saber entender las necesidades de los contextos creativos y
propiciar redes de articulación de los saberes generados a través de la cultura.
Leonardo Schvarstein
Para bien o para mal, el término "inteligencia emocional" se ha instalado en la literatura de la década de los
noventa que trata acerca de las organizaciones y del management, amenazando con persistir en este
nuevo milenio. Digo "para bien" porque su irrupción señaló la insatisfacción existente con respecto a los
criterios que tradicionalmente se utilizaron para valorar las competencias organizacionales e
individuales, criterios estos conducentes siempre a la exaltación de la racionalidad y el intelecto. Más allá
de los avatares del "mercado", aunque las organizaciones se rigieran estrictamente por procesos lógicos y
secuenciales, y aun cuando sus miembros estuviesen dotados de los más altos coeficientes
intelectuales, ello no garantizaría una buena performance de la organización. Agrego "para mal"
porque, como toda moda, los conceptos asociados al término "inteligencia emocional" se vieron sometidos
a la pop-degradación de la divulgación consumista.

Practicantes y profesores, gerentes y consultores, todos encontraron una nueva fuente de donde abrevar y


transformaron el concepto en modelos y seminarios, procesos y cursos, políticas y libros que realimentaron
los circuitos mutuamente reinforzantes de las prácticas gerenciales, la selección y la capacitación de las
personas, y el marketing editorial. Justo es hacer notar que el término "inteligencia emocional" ha sido
precedido por su antecesor, la "inteligencia social", acuñada por E. " Thorndike1 en 1920 para hacer
referencia a la "habilidad para entender y manejar2 a los hombres y a las mujeres, a los niños y a las niñas
– para actuar con sabiduría en las relaciones humanas. Sea para bien o para mal, la difusión que ha
adquirido la inteligencia emocional nos ofrece una oportunidad para revalorizar el concepto de inteligencia
social y para desarrollarlo en el contexto de este nuevo milenio. Menciono a este respecto un estudio que
proyecta para el año 2015 una población mundial de ocho mil millones de personas, de los cuáles mil
millones vivirán en los países actualmente desarrollados mientras que otro tanto vivirá del empleo en
países pobres.

Cabe agregar que este estado de situación se produce simultáneamente con la retracción del Estado que
imponen las políticas neoliberales hegemónicas, por lo que es de suponer que buena parte de la
responsabilidad por la relación entre incluidos y excluidos, como así también entre quienes más tienen y
menos tienen aun estando dentro del sistema, le cabe y le cabrá a las organizaciones. Y si las empresas
deben, y deberán cada vez más, ser socialmente responsables, entonces propongo que consideremos a la
inteligencia social como la competencia asociada a la posibilidad de cumplimiento de tal
responsabilidad. Pero no me refiero a la inteligencia social reducida al establecimiento de relaciones
interpersonales, sino a otra, preocupada por la salud , la educación, la vivienda, el transporte, la
seguridad, el tiempo libre, no solo de los propios miembros de la organización sino también de las
personas de la comunidad en la cual están insertas. 

EL CONCEPTO DE INTELIGENCIA SOCIAL

Otros autores han puesto el énfasis en este último aspecto, definiendo por ejemplo la inteligencia social por
"las habilidades y capacidades necesarias para crear y mantener comunidad" . Desde una perspectiva
crítica, se le asocian las cualidades de "ver a través de los mitos sociales vigentes, comprender la
necesidad de una auto-educación continua, reconocer la necesidad de una acción social, incluyendo el
discernimiento acerca de los requerimientos de la situación social y la creación de un programa de reforma
social, y desarrollar sentimientos genuinos de compasión y consideración hacia el prójimo"4. Si la
inteligencia social tiene que ver entonces con la capacidad de relacionarse con otros, y si muchos de estos
otros están pasando por situaciones de carencia y de exclusión social, una acción socialmente inteligente
no puede desentenderse de este estado de cosas. Es por ello que, en este contexto, quiero otorgar
relevancia a los aspectos de la inteligencia social que se orientan a la satisfacción de las necesidades
sociales de las personas, necesidades estas relativas al trabajo, la educación, la salud, la vivienda, el
transporte, la seguridad, el acceso a la justicia.

Ser socialmente inteligente implica tomar conciencia de la propia situación social y de la situación social de
los otros, implica tener capacidad para emprender acciones solidarias tendientes al establecimiento de
relaciones sociales equitativas. Subrayo la capacidad de adquirir conciencia de la propia situación
social, porque quienes tengan dificultades para ello tendrán también dificultades para concebir la de los
otros. Nuestra condición social tiende a instalarse en el terreno de la obviedad, y sacarla de allí implica el
ejercicio de una reflexión crítica, que resulta básica para la satisfacción de nuestros intereses
emancipatorio . Siguiendo el modelo de Goleman, la inteligencia social entrañaría entonces el desarrollo de
dos juegos de competencias, unas personales y las otras sociales, tal como se expresa en el cuadro que
sigue.

COMPETENCIAS SOCIALES

La inteligencia social que estoy poniendo a consideración se debate en la resolución de las tensiones que
se establecen entre las necesidades particulares del otro individualizado, y las universales del "otro
generalizado". Las segundas aluden a la representación interna del colectivo social y de sus necesidades
en general, e implican una capacidad de abstracción. El establecimiento de relaciones cortas y relaciones
largas. Ejemplo de las primeras sería la asistencia directa a los damnificados en una situación de
inundación, y de las segundas, una donación de alimentos que fuera administrada por las autoridades
competentes.

Caracterizada desde este punto de vista, la inteligencia social tiene su expresión en distintas esferas de la
actividad humana. Resulta necesario abordarla en el ámbito de las organizaciones, especialmente en
virtud de lo ya señalado respecto a la creciente demanda de responsabilidad social de las
mismas. INTELIGENCIA SOCIAL DE y EN LAS ORGANIZACIONES. He propuesto en la introducción que
consideremos a la inteligencia social como un factor que posibilita el cumplimiento de la responsabilidad
social de las organizaciones.
Si coincidimos en que la respuesta a todas estas preguntas es negativa, estaremos identificando las áreas
en las que una organización debe ejercer su responsabilidad social. No pretendo decir que sean
exclusivamente las empresas y organizaciones de todo tipo las que deban hacerse cargo de todos estos
problemas sociales, ni mucho menos. Si pretendo que las empresas se preocupen por la formación de
políticas sociales, por la desocupación, por los derechos sindicales o por la seguridad social, es porque
entiendo que pueden tener un rol complementario al del Estado, y que a partir de la acción conjunta, cada
uno en su respectiva área de responsabilidad e influencia, se obtendrá el mayor beneficio para todos. No
concibo una empresa que se desentienda de estas cuestiones en el marco de la gravedad de la situación
social en el mundo.

El ejercicio de la responsabilidad social de una organización la compromete a discernir las consecuencias


de sus acciones sobre los distintos grupos de interés, internos o externos. Eleva a la racionalidad social al
mismo nivel que la económica, la política o la tecnológica. Instituye un ethos constituido por valores tales
como libertad, justicia, equidad, solidaridad, comunidad, que inducen a sus miembros al ejercicio de una
acción social dentro y fuera de la organización. La inteligencia social de una organización se manifiesta en
sus estrategias y en sus políticas, en sus prácticas externas e internas, y se materializa a través de sus
decisiones y de sus acciones.

Las orientaciones y las prescripciones que de ella emanan son de cumplimiento inexcusable para sus
miembros, quienes se transforman en vicarios de la organización, ya que sus acciones a este respecto
pueden ser redescriptas como una acción de la organización. Podemos imaginar que no son muchas las
organizaciones que imponen a sus miembros una conducta moral tendiente a la satisfacción de las
necesidades sociales de los distintos grupos de interés. Ello no inhibe sin embargo que existan en su seno
personas socialmente inteligentes, que no sólo actúen consecuentemente, sino que también procuren
orientar a toda la organización en esa dirección. Personas que establecen sus preferencias de valor
incluyendo a lo social como uno de los factores relevantes para la toma de sus decisiones atinentes a la
organización.

Desde ya que todas estas conductas se darán en mayor o menor grado dependiendo del tipo de
organización donde trabajen, y del tipo de tarea que realicen, pero en general podemos afirmar que la
acción de las personas socialmente inteligentes tenderá a desarrollar dicha competencia para toda la
organización.

Es semánticamente improbable que se especifique en qué consiste la inteligencia social de una


organización sin ningún margen de dudas o de ambigüedad, ya que tal especificación ocurre en el
lenguaje. Es sintácticamente improbable que la gestión asociada a lo social se articule armónicamente con
las demandas de las otras racionalidades en juego, particularmente con la económica en el caso de las
empresas con fines de lucro.

Cabe aclarar que las improbabilidades señaladas existen en todo tipo de organizaciones, y que el carácter
intrínsecamente social de las organizaciones públicas y de las del tercer sector no inhibe la necesidad de
manejar también allí las agendas de contenidos, administrativa y sociopolítica.

Desde los tempranos desarrollos de Taylor y Weber hasta entrados los setentas, la organización
burocrática, maquínica, cuyo problema básico era la producción de bienes y servicios, privilegió la
inteligencia lógica. En las décadas subsiguientes, concurrentemente con la problematización de las
finanzas y de la comercialización, tiende a primar el modelo biológico de la organización. La divulgación del
concepto de inteligencia emocional en los noventas marca el punto culminante de esta tendencia. Pero la
asociación y el trabajo de las organizaciones en red antecede en mucho estos desarrollos recientes, ya
que básicamente las organizaciones del tercer sector han funcionado siempre así.
Impulsadas por sus intereses comunes, por la necesidad de trascender barreras, por el logro de sinergia
en cuanto a sus recursos y sus resultados, las redes sociales se caracterizan por la intensidad afectiva de
las relaciones entre sus miembros, por la protección mutua que se otorgan, por la participación y el
compromiso de todos los involucrados, por la creatividad y la innovación a que muchas veces las obliga la
escasez de sus recursos, por la horizontalización de sus relaciones y por la autogestión en los distintos
niveles en que se estructuran. La forma organizativa asociada por antonomasia a la inteligencia social es
entonces la red, externa o interna, ya que ella expresa y potencia, más que ninguna otra forma, la
comunidad de intereses de sus miembros. El corolario consiste en que las organizaciones socialmente
inteligentes deberán tender a incrementar permanentemente el número de miembros de su
red, individuales y organizacionales, para mejorar sus resultados.

CONCLUSION
La situación de emergencia social en la que vivimos pone de manifiesto la necesidad de desarrollar la
inteligencia social como una competencia de las organizaciones en este nuevo milenio. Hoy día, las
organizaciones públicas o del tercer sector están tan obligadas a tener en cuenta factores económicos o
tecnológicos, como lo están las empresas con fines de lucro a hacerse cargo de lo social. Negar esta
consideración equivaldría a ignorar la complejidad inherente a la resolución de los problemas sociales y
económicos de nuestro tiempo. He propuesto a lo largo de trabajos anteriores seis políticas sociales para
las organizaciones, tendientes a la resolución dialéctica de las contradicciones que existen entre individuo
y organización.

Una de ellas, la que prescribe la necesidad de mantener más de una isotopía6, se liga directamente con
estas inteligencias múltiples, ya que ellas refieren a las distintas racionalidades que deben tenerse en
cuenta para el Gobierno de una organización. Desde esta perspectiva, el ejercicio de la responsabilidad
social de una empresa excede la función administrativa de la Gerencia. La empresa así gobernada, la
empresa socialmente inteligente, es capaz de establecer un círculo virtuoso entre el ejercicio de su
responsabilidad social y el acrecentamiento de su capital social, una capacidad que emerge de la
prevalencia de la confianza entre sus miembros. Al incorporar el juicio moral como base de sus procesos
decisorios, el Gobierno de estas organizaciones genera "valor social agregado".

En tanto la inteligencia social se dirige a la comprensión de las necesidades sociales de los otros, es una
competencia crítica para mejorar el clima laboral de la organización y su capacidad para incidir
positivamente en el desarrollo social de su contexto específico. Manuel Castells sostiene que hemos
creado un autómata, el marcado financiero global, guiado por una lógica estructural deshumanizada7. Me
permito agregar que no ha sido el único, sino que hay que añadir cuando menos la acción complementaria
de otro autómata, el mercado mediático global, sostenedor del neoliberalismo y productor de la lógica
perversa del pensamiento único. La organización socialmente inteligente que imagino es aquella que, en
pos de la satisfacción de las necesidades sociales de sus distintos grupos de interés, es capaz de articular
lo público con lo privado, lo social con lo económico.

Genera un modelo que atraviesa las fronteras entre los tres tipos de organizaciones que hemos
caracterizado.

Dee Hock, fundador de Visa, acuñó el término "organización caórdica" para referirse a un sistema


autoorganizado, adaptativo y complejo, cuyo comportamiento muestra al mismo tiempo características de
caos y de orden, de competencia y de cooperación. CAIA, cuyo propósito es ayudar a las personas a
sostener y mejorar la salud ecológica, económica y social, a través de un sistema comunitario
autogestivo. URI, orientada a promover relaciones cotidianas y duraderas entre las distintas religiones, y a
crear culturas de paz y justicia para todos los seres humanos.

Entrevista de Susana Reinoso, publicada en Buenos Aires por el diario La Nación el 11 de marzo de


2001. Más información en www.chaordic.org/chaordic curación comunitaria, tanto a escala global como
local. La estructura básica de las organizaciones que ya están operando con estos principios es, por
supuesto, la red. Tales los casos, por sólo citar algunos, de la Red Global de Trueque, el.

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