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ANTECEDENTES:

El uso de ropa fue originado por la necesidad de sobrevivir a los cambios del clima, luego el diseño
y la confección fueron utilizados para distinguir entre hombres y mujeres, más adelante se sumó la
disputa de clases. La elección de la vestimenta y los elementos que complementan la misma,
implica una creación discursiva sobre el cuerpo, el género, la raza y la clase, que puede dotar de
significados a la forma en que son leídos los cuerpos.

Actualmente la ropa sin género (Unisex) está invadiendo el mercado, pero esto no fue siempre así.
La moda unisex busca eliminar las barreras y las etiquetas que diferencian lo masculino de lo
femenino, desafiando el orden social en el que el binarismo piensa el género, pero; ¿cómo
pasamos de leer la vestimenta en fusión del género a establecer que la ropa no lo tiene?, para
entrar en el tema debemos establecer el papel que ha jugado el sexismo en el diseño de las
prendas, y de cómo el uso del pantalón fue un derecho que conquistaron las mujeres.

Reseña de los orígenes históricos de la moda.

La vestimenta comienza con la aparición del homo-sapiens, quien al principio cubría su cuerpo con
las pieles de los animales que cazaba, así se protegían de los cambios en el clima, en esta etapa la
vestimenta fue un factor fundamental para la supervivencia. Después con la conformación de las
sociedades modernas, más la implementación de nuevas técnicas y con la manipulación de nuevos
materiales, como: la lana, el algodón, spandex entre otros, ha hecho que la ropa pase a ser un
accesorio que expresa identidad nacional, regional y personal.

En la Edad Media, la ropa marcaba un estatus social, entonces podemos decir, que la ropa también
es un privilegio de clase, por ende, la clase dominante dictaba leyes donde se establecían los
parámetros con los que se debían confeccionar las vestimentas, delimitando que telas y que
colores quedaban restringidos para los nobles. Las prohibiciones de ciertos diseños, telas, colores
y materiales servían para la compresión de las identidades en base a la clase. Los nobles en este
contexto querían imitar el estilo de la realeza, lo que obligó a los costureros a confeccionar estilos
que los diferencien de la burguesía.

En el año 2012 la historiadora y profesora francesa, Christine Bard escribió el libro “Historia
política de un pantalón”, esta obra busca estudiar la construcción del genero sexual a través del
análisis de la evolución histórica de esta pieza de vestir, tomando en cuenta la construcción
simbólica y política del pantalón, que primero fue símbolo de una clase social y después de un
género.

Los pantalones, fueron un símbolo del poder masculino, cuyo nacimiento se sitúa según esta
autora en las clases bajas, fue una moda que viene de abajo, un movimiento contrario a la ley de
imitación de las clases superiores que parece prevalecer en la historia general del traje.

El caso del pantalón es interesante para la historia de la moda, porque ha funcionado de abajo
arriba, de los jóvenes a los adultos, del proletariado hacia las clases medias y superiores, de los
países del Tercer Mundo hacia los países ricos occidentales, de los suburbios pobres hacia los
barrios chic. La moda se vuelve un movimiento de masas (p. 262).
La politización del pantalón comienza con la Revolución Francesa en donde la identificación de un
grupo social, convierte el calzón en un agente de lucha por la vida. El pantalón era la prenda del
bárbaro, del pobre y se convirtió en sinónimo de revolución y modernidad. El pantalón, como
símbolo revolucionario de clase paso a ser considerado por las mujeres como símbolo de igualdad,
por lo tanto, en el 1800 fue prohibido para ellas su uso, condenándolas en derechos como en
vestimenta.

Con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, (donde no se incluye, ni
se hace referencia a las mujeres o la esclavitud), la mujer seguía criminalizada por usar un
pantalón, a finales del siglo XIX, se otorgó una especie de autorización a partir de una circular que
establecía que las mujeres podían usar pantalones siempre y cuando sostengan entre sus manos
una “el manillar de una bicicleta o las riendas de un caballo”.

Gracias a que Olympe de Gouges, en 1791, proclamó la Declaración de los Derechos de la Mujer y
la Ciudadana fue que las mujeres entraron en la historia de los derechos humanos. Por ende, el
pantalón femenino cuestiona los “mitos que estructuran los dos géneros”.

Para finalizar, la vestimenta desde un principio surgió por necesidad, pero con el correr del tiempo
este paso a estar asociada al ejercicio del poder, a su vez, también fue implementada como una
forma de diferenciación entre los géneros. La mujer adoptó el pantalón como una forma de
marcar su autonomía, y como símbolo político de resistencia y ciudadanía, es por ello que esta
lucha derivo en la unisexualidad actual de la vestimenta, que cuestiona la construcción social de
los roles, desafiando la lectura tradicional de los cuerpos.

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