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Programa: Sistemas de Terapias Familiares

Módulo I: Familia

Sesiones: de la11 a la 12

Contenido general: Modelos de terapia familia

Terapia familiar según Virginia Satir (enfoque experiencial)

Virginia Satir (26 de junio de 1916 - 10 de septiembre de 1988) fue una notable
autora y trabajadora social, psicoterapeuta estadounidense, conocida especialmente
por su enfoque de terapia familiar.

La terapia establecida por Virginia Satir se ubica dentro del enfoque de terapias
experienciales, que describen a la familia como el lugar para compartir experiencias.
Este enfoque sostiene que las familias funcionales fomentan una amplia variedad de
experiencias y la libertad a sus miembros de ser ellos mismos. Según este corriente
la negación de los impulsos y la suspensión de los sentimientos son las raíces de los
problemas familiares.

La meta, entonces, de la terapia familiar experiencial es aumentar la integridad


personal y expandir la experimentación de las emociones. Por lo que el terapeuta está
alerta a las señales emocionales que emite la familia, y explora en ese sentido (qué
estás sintiendo en este momento, dile a él o ella qué es lo que sientes, etc.).

La meta de crecimiento individual se funde con la meta de fortalecer la unidad


familiar. Para este enfoque el cambio ocurre cuando los miembros de la familia se
arriesgan a experienciar nuevas emociones y sueltan las barreras protectoras.

Este proceso es facilitado por el terapeuta familiar que cataliza el cambio utilizando el
impacto personal, de allí la importancia de su genuinidad.

Por otra parte, los terapeutas familiares experienciales se enfocan menos en la


estructura de las dinámicas familiares y más en las experiencias.

Entre sus técnicas básicas están:

 Amoldamiento (escultura familiar)


 Coreografía (utiliza la intensidad afectiva en la terapia)
 Espontaneidad personal del terapeuta
 Clarificación de la comunicación
 Lenguaje de ternura
 Dar ejemplos de cómo ser afectivos
 Promover la empatía

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Satir afirma que la vida familiar se


parece un poco a un “iceberg”. Al
observar una familia sólo se percibe
una pequeña parte de la totalidad
que es la familia. El lado oculto del
iceberg se pretende aclararlo
mediante un examen de cuatro
aspectos:

 LA AUTOESTIMA: Los
sentimientos e ideas que la
persona tiene sobre sí misma.
En cada familia cada persona tiene una valoración
de sí mismo, positiva o negativa; la cuestión es,
¿cuál de las dos?

 LA COMUNICACIÓN: “La comunicación es el sentido que la gente da a su


propia a su propia información” (Virginia Satir). Las formas o métodos
desarrollados por la gente para expresar lo que quieren decirse uno al otro.
Cada persona se comunica; la cuestión es, ¿cómo y cuál es el resultado?
Incluye la comunicación verbal y no verbal.

 REGLAS QUE RIGEN LA VIDA FAMILIAR: Las normas utilizadas por las
personas para actuar y sentir. Cada persona sigue reglas; la cuestión es, ¿qué
clase de reglas, y cómo funcionan para ella?

 EL ENLACE CON LA SOCIEDAD: La manera de cómo la gente se relaciona con


otros individuos e instituciones ajenas a la familia. Cada persona tiene un
enlace con la sociedad, la cuestión es ¿cómo y cuáles son los resultados?

La autoestima

Es el valor que cada individuo da a sí mismo. El amor y


respeto que tienen a sí mismo, independiente de la
valuación que tengan otros de él o ella.

La persona con baja autoestima experimenta


ansiedad e incertidumbre, y gran preocupación por los
que los demás piensen de él (ella). La persona se siente
en minusvalía e incapacidad para reconocer y comunicar
sus emociones. Por el contrario, cuando la persona tiene una adecuada
autoestima, puede utilizar su energía de manera positiva y constructiva. Según
Virginia Satir, la mayoría de los problemas familiares tiene que ver con una baja
autoestima. De allí que la intervención del terapeuta familiar, debe estar dirigida a
aumentar la autoestima de cada uno los integrantes de la familia.

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 La autoestima disminuida, que se caracteriza por:


 Comunicación indirecta, vaga o poco sincera.
 Reglas rígidas, inhumanas, fijas e inmutables.
 El enlace de la familia con la sociedad es temeroso, aplicador e inculpador.

 La autoestima elevada, se caracteriza porque en el núcleo familiar se


enfrenta las mismas situaciones y cada persona tiene:
 Un sentido de valía, positivo o negativo.
 Capacidad para comunicarse.
 Obedece ciertas reglas.
 Tiene un enlace con la sociedad.

Patrones de comunicación

La clave está en que las familias logren desarrollar la capacidad


de comunicarse en forma clara, coherente y no acusatoria.

Satir promueve la expresión de los sentimientos, la comunicación


y la creación de contextos que generaran experiencias
emocionales significativas, como medios para promover el
cambio.

La evaluación de los patrones de comunicación familiar es un factor esencial para


analizar el grado de funcionalidad de una familia. Al respecto dice Virginia Satir: “Al
valorar los patrones generales de comunicación en la familia, el terapeuta obtiene
información relevante a la manera cómo los miembros de la familia experimentan las
relaciones interpersonales, la manera cómo intercambian información, los significados
que dan a su comunicación y, en general, la capacidad de los miembros de la familia
para utilizar las palabras de manera adecuada”. Y agrega adicionalmente: “Un punto
importante de la terapia familiar es modificar el proceso de comunicación familiar”.

Lo que se busca como terapeuta es que la familia desarrolle un esquema de


comunicación claro, directo, asertivo, de manera que la intención y el resultado de la
comunicación concuerden.

Por otra parte, Virginia Satir dice que la forma como la familia resuelve la
comunicación es reflejo de la autoestima de los miembros de la familia. Así en una
familia donde existe una baja autoestima generalizada, el temor a exponer las áreas
de vulnerabilidad, o de experimentar la pérdida del amor, impide una comunicación
clara de las emociones o cuestionamientos íntimos.

Reglas familiares

Las normas son las que gobiernan el comportamiento. Las


reglas tienen que ver con lo que se debe y lo que no se debe
de hacer y como adulto, la persona responde a esas reglas.

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a) Las reglas EXPLICITAS se discuten. Ej. Las horas de dormir, la hora de cenar,
los domingos se va a misa.

b) Las reglas ENCUBIERTAS son las que todo el mundo conoce pero no se habla
de eso. Ej. La preferida de papá. (de eso no se habla).

En una familia existen reglas que rigen sus conductas. Las reglas familiares abarcan
todas las conductas que los miembros de la familia consideran o no que deben
manifestarse en condiciones determinadas, incluyendo reglas explicitas, tales como:
la hora de acostarse, el trabajo en casa, etc., así como las reglas implícitas, tales
como: jamás hablar de un problema específico. Para lograr efectividad en la
aplicación de las reglas, es necesario que la familia se pregunte: ¿las reglas son
humanamente posibles? ¿Son reglas actualizadas y relevantes para una situación
cambiante? ¿Cuáles son las reglas que rigen las diferencias? ¿Qué reglas rigen lo que
los miembros de la familia pueden expresar acerca de lo que sienten, observan y
escuchan? ¿Es posible expresar las experiencias a cualquier miembro de la familia, o
acaso las reglas emocionales para los progenitores son distintas de las de los niños?
Las respuestas a estas preguntas proporcionan indicios del grado de funcionalidad o
disfuncionalidad de la familia.

El terapeuta puede intervenir en el área de las reglas de varias maneras: cuando las
reglas son poco claras y están mal interpretadas, lo que da lugar a una mala
comunicación. En este caso el terapeuta trabaja con la familia ayudándole a
desarrollar las competencias necesarias, además de hacerles tomar conciencia de sus
dificultades, y proporcionarles la oportunidad para practicar nuevas formas de
comunicación. El terapeuta también necesita cumplir con un rol educador. Como lo
expresa Virginia Satir, el papel de terapeuta es ayudar a que la familia tome
conciencia y replantee las reglas que interfieren en el desarrollo armonioso de su vida
familiar.

El enlace con la sociedad y las reacciones


antes las demandas de cambio

En la familia saludable el cambio siempre es bien


aceptado o, por lo menos, considerado como un aspecto
inevitable de la vida. La familia acepta adaptaciones
continuas a la vez que sus integrantes pasan por
distintos ciclos de vida y encuentran diversas vicisitudes
existenciales. Por otra parte, en las familias
disfuncionales el cambio suele representar una amenaza
y la principal preocupación es conservar el status quo o
condición actual de las cosas.

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Dimensiones de la escala de Virginia Satir para identificar la


funcionalidad y la disfuncionalidad de una familia:

Para Virginia Satir se requiere analizar a la familia de una manera dinámica, más que
obtener una simple medición, realizando una observación directa, y describiendo que
acontece en cada uno los siguientes cinco parámetros:

 Comunicación
 Toma de decisiones
 Individualidad
 Roles, normas y reglas
 Respuestas ante las demandas de cambio

1. Comunicación

 Familia funcional

 Es clara: los mensajes pueden entenderse.


 Es directa: los mensajes se dirigen a quien se pretende que los reciba
 Es específica: sin generalizaciones inadecuadas.
 Es congruente: hay compatibilidad entre los mensajes verbales con los no
verbales
 Es abierta: estimula el crecimiento

En general en una familia funcional la comunicación tiene las siguientes


características:

 Las transacciones que son iniciadas también son terminadas.


 Las preguntas se formulan con claridad y también se responden con
claridad.
 La hostilidad y el conflicto son reconocidos y también interpretados.
 Los miembros de la familia tienen conciencia de sí mismos y de cómo son
percibidos por los demás.
 Cada miembro es capaz de expresar opiniones diferentes sobre los demás y
de comunicar sus expectativas, opiniones, temores que tienen con respecto a
los otros miembros dela familia.
 Se admite las diferencias de opiniones.
 Los miembros de la familia son capaces de elegir entre varias alternativas de
conductas.
 Los mensajes son emitidos con claridad y la conducta correspondiente es
congruente con el mensaje.

 Familia disfuncional la comunicación tiende a ser obscura, indirecta,


inespecífica, incongruente y cerrada. Los mensajes se caracterizan por ser
incompletos, distorsionados o generales. En la comunicación hay muchas
omisiones, inexactitudes y generalizaciones.

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2. Individualidad
 Familia funcional: la autonomía se respeta, y las diferencias individuales no
sólo se toleran, sino que se toleran para favorecer el crecimiento individual y
del grupo familiar. Hay límites y éstos se respetan.
 Familia disfuncional: no se respeta la individualidad, y las diferencias
individuales no se toleran e inhiben. La familia impide que los miembros
consiga una sana independencia.

3. Toma de decisiones
 Familia funcional: la búsqueda de la solución más apropiada para cada
problema es más importante que la lucha por el poder. Cada miembro puede
referir soluciones distintas, complementarias o contradictorias. En todo caso se
concilian y negocian las diferencias de perspectivas.
 Familia disfuncional: los problemas no se resuelven. El aspecto más
importante no es solucionar los problemas, sino quien logra salirse con la suya.
Hay la tendencia a generar soluciones unilaterales, discordantes e
incongruentes.

4. Reacciones ante las demandas de cambio


 Familia funcional: el sistema familiar es lo suficientemente flexible para
cambiar cuando las demandas internas o ambientales así lo exigen, y conservar
la homeóstasis sin que alguno de los miembros desarrollen síntomas.
 Familia disfuncional: el sistema familiar es rígido e inflexible antes los
cambios requeridos. Estas familias desarrollan una serie de barreras
hiperprotectoras. Tienen una gran dificultad para adaptarse a los cambios.

5. Roles, reglas y normas

 Familia funcional: hay aceptación, flexibilidad intercambiabilidad y


complementariedad, en el ejercicio de los roles.
Las normas son claras, aceptadas y flexibles, y ajustadas a cada miembro de
acuerdo al contexto. En una familia disfuncional es todo lo contrario.
 Familia disfuncional: los roles crean conflictos y alteración de las funciones
familiares. Son rígidos y poco flexibles. Crean inseguridad.

En cualquier momento todos los individuos aportan los mismos elementos al proceso
de comunicación:

 Aportamos nuestros cuerpos, que se mueven, tiene forma y figura.


 Nuestros valores, los conceptos que representan el estilo personal para
sobrevivir y tener una “buena” vida.
 Nuestras expectativas del momento, mismas que brotan de las experiencias
pasadas.

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 Nuestros órganos de sentido, ojos, nariz, boca y piel los cuales nos permiten
ver, escuchar, leer, gustar, oler, tocar y ser tocados.
 Capacidad para hablar palabras y voz.
 Nuestro cerebro, los almacene del conocimiento, que incluyen lo que hemos
aprendido de experiencias pasadas.

Disfuncionalidades en la comunicación (Virginia Satir)

Nominalización:

Los aspectos activos de una experiencia


quedan representados por palabras
estáticas. Por ejemplo: “Estoy confuso”
(experimentar confusión). Esto cambia el
proceso de estar (un verbo) confuso a un
acontecimiento estático (nombre o
sustantivo). Al ayudar, el terapeuta, a
desnominalizar o desustantivar, le permite
descubrir al miembro de la familia
redescubrir y experimentar sensaciones de
movimiento y continuidad, que son
fundamentales para que el individuo reciba
la impresión de que es posible cambiar.

Complejo de equivalencia:

Un individuo equipara una parte de la conducta de otro con una comunicación


total y luego la caracteriza como su propia experiencia interior. Por ejemplo,
cuando un miembro de la familia frunce el ceño, otro sólo se percata del ceño
arrugado e ignora otros comportamientos y palabras para comunicar alguna
información adicional. O cuando una persona aparta la mirada, y otra supone
que no le presta atención y se siente lastimada. La diferencia en los canales de
representación puede tender a agravar esta situación.

Otras distorsiones de pensamiento son:

• Pensamiento todo o nada: Tendencia a evaluar sus cualidades personales


utilizando categorías extremas.
• Sobre generalización: Sobre la base de una experiencia explicó situaciones
similares.
• Saltar a conclusiones: Hacer suposiciones de los hechos sin evidencia ni
verificación.
• Magnificación: Poner los problemas más grande de los que son.
• Minimización: Poner los problemas más pequeños de los que son.
• Razonamiento emocional: Tomar sus emociones como prueba de la
verdad.

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• Etiquetación: Crear una imagen de sí mismo completamente negativa,


basada en sus errores.
• Personalización: Se ve a sí mismo como la causa de algún hecho externo,
del cual Ud. no ha sido responsable.

Las asertividad: un estilo de comunicación afirmativo para la


efectividad comunicacional

“En el tono correcto uno puede decir cualquier cosa; en el tono equivocado,
nada. La única parte delicada de la vida es seleccionar el tono.”
George Bernard Shaw

Ana viene a consulta porque se siente en conflicto con su esposo Juan.


Ana: - No me siento en armonía con Juan.
Yo: - ¿Qué te hace sentir en desarmonía con tu esposo?
Ana: - Se expresa en forma descalificadora de mí, cuando no estoy de acuerdo con
sus opiniones.
Yo: - Cómo se expresa él en forma descalificadora hacia ti.
Ana: - Me dice que soy limitada e ignorante.
Yo: - Como te hace sentir escuchar de él esas expresiones.
Ana: - Me da rabia y tristeza a la vez.
Yo: - Le has manifestado tu inconformidad y tus sentimientos con respecto a cómo te
sientes tratada por él.
Ana: - Bueno…no directamente, expresa con recelo.
Yo: - Si no le dices directamente tu inconformidad, cómo es que se lo dices.
Ana: - Ah…bueno…en realidad no le digo nada, responde ella después de permanecer
en silencio por un buen lapso. - Lo que hago es que me encierro en mí, y tiendo a
contestarle en forma seca y parca cuando él me habla, termina agregando.
Yo: - ¿Te das cuenta que en realidad no le estás expresando clara y francamente tu
inconformidad?
Ana: Asiente con su cabeza, permaneciendo en silencio.
Yo: - ¿Qué te impide expresarle tu inconformidad directamente y con franqueza?
Ana: - No estoy acostumbrada a quejarme…además me inquieta su reacción.

Ana está adoptando una actitud pasiva (no afirmativa) frente a su esposo Juan, al
permitir que éste traspase sus derechos, al no saber cómo expresar sus
pensamientos y emociones, de manera directa y franca. El efecto de este estilo de
comunicación, es que Ana no se siente congruente consigo misma, además de
generar malestar y conflictos en la relación. En ocasiones Ana tiene estallidos de rabia
por cosas que no tienen que ver con la situación, lo cual confunde a Juan.

Ana necesita desarrollar destrezas y habilidades comunicacionales asertivas, a fin de


mejorar la forma como ella y su esposo se comunican.

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¿Qué es la asertividad?

La asertividad es la habilidad personal que nos permite expresar sentimientos,


opiniones y pensamientos, en forma auténtica y honesta, sin ansiedad (con
tranquilidad), en el momento oportuno, de una manera apropiada, que considere los
derechos de los demás, pero sin negar los derechos propios.

Analicemos los componentes de esta definición:

Expresión auténtica y honesta: Cuando se actúa en forma asertiva, se es


congruente en el comportamiento con lo que se piensa y se siente; hay además
congruencia con los valores personales. Hay un sentido de honestidad consigo mismo
en lo que se hace.

Si Ana lograse expresarse en forma clara, directa y franca, terminaría sintiéndose en


forma congruente consigo misma, independientemente de la respuesta de Juan. Por
otra parte, al adoptar una actitud arisca, huraña y de retraimiento con Juan, no le
facilita a éste tomar conciencia de cómo su comportamiento le afecta a ella.

Expresión sin ansiedad (tranquilidad): Al haber congruencia entre lo que se hace


y lo que se piensa y se siente, esa congruencia se traduce en satisfacción personal;
en una sensación de tranquilidad emocional. Muchas veces la expresión ansiosa es
consecuencia de tener expectativas catastróficas sobre la relación, o de asumir la
responsabilidad por las conductas y emociones del otro. En el ejemplo citado, Ana
teme la reacción de su esposo Juan. Pero ella sólo se puede responsabilizar por lo que
ella siente. Ana necesita permitirle a su esposo, sin hacerse expectativas
catastróficas, responsabilizarse por sus emociones y sus comportamientos.

Expresión en el momento oportuno: La acción efectiva es oportuna y no


extemporánea. Al no expresar Ana su malestar por la forma como Juan la trata
cuando difiere en sus opiniones, lo que eso hace es que Ana acumule rabia, al
desplazar ésta; para luego terminar teniendo estallidos de rabia fuera de contexto.

Expresión apropiada: Está en sintonía con los derechos de la otra persona. Puede
ser asertivo elegir no expresar lo que se siente y piensa, por no considerarlo
conveniente, o porque lesiona los derechos del otro. Por ejemplo, puede ser que una
persona no me cause buena impresión a primera vista, pero no sería muy
considerado ni apropiado decirle “no me caes bien, o me pareces una persona
pesada”.

En el caso que venimos tratando, Ana no necesita ser agresiva ni grosera para hacer
valer con firmeza sus derechos, tal como dice el dicho: “lo cortés no quita lo
valiente”.

La asertividad supone tratar con respeto al otro: Una máxima adecuada para
expresar un comportamiento apropiado que respete al otro, son las palabras de
Jesús: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así
también haced vosotros con ellos”.21 Esta máxima está alineada con la asertividad,
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pues implica una actitud proactiva (no reactiva). Una forma reactiva de esta misma
expresión diría “no hagas a los hombres lo que no quieres que te hagan a ti”, lo cual
es una tergiversación de las palabras de Jesús; pero eso es actuar reactivamente, por
omisión, en sentido negativo, de tal forma que no les hago mal, pero tampoco les
hago bien. Esta máxima es particularmente digna de ser tomada en cuenta, cuando
se trata de relaciones de pareja.

Expresión que hace valer los derechos propios: El comportamiento asertivo


implica la defensa de los derechos propios. No es posible mantener una relación
armónica con otra persona, sin nuestros derechos no son considerados.

¿Pasivo, agresivo o asertivo?

Lo contrario a la asertividad (conducta afirmativa) es un comportamiento agresivo o


pasivo (no afirmativo). En este sentido la asertividad puede ser definida como un
continuum o línea de comportamiento, a cuyos extremos están el comportamiento
agresivo y el comportamiento sumiso (no afirmativo).

Ante situaciones de interacción personal, tenemos tres posibles opciones de


comportamiento.

Estilo pasivo – sumiso (no afirmativo)

Podemos adoptar un estilo pasivo – sumiso (no afirmativo), que permite que otros
transgredan nuestros derechos. Las personas pasivas (no afirmativas)
constantemente ceden antes los intereses de otros.

Estas personas pueden frecuentemente culpar a otros sobre la forma como son
tratados. “Es que mi esposo es un grosero o desconsiderado”, “mi esposa es muy
egoísta al no permitirme tomar descanso después del trabajo”. En el caso de Ana, ella
pregona que su esposo es un descalificador; pero qué hace ella para remediar esa
situación. “Es mucho más cómodo despotricar sobre lo terrible que es la gente y lo
mal que le tratan”, que asumir la responsabilidad por lo que pasa en su vida. Asumir
la responsabilidad por lo que pasa en su vida es un acto de madurez y
responsabilidad personal.

El pasivo tiende a establecer relaciones perder – ganar, dada su dificultad para hacer
valer sus derechos. Terminan permitiendo que los demás se aprovechen de ella.

En la relación de pareja, los cónyuges necesitan responsabilizarse por lo que sienten,


y por lo que hacen o dejan de hacer. Así mismo necesitan aceptar las consecuencias
de sus acciones u omisiones. Eso es lo saludable para cada cónyuge y para la
relación.

Estilo agresivo

El agresivo es un estilo comunicacional caracterizado por defender los derechos


personales y expresar sus ideas y emociones de una forma inapropiada que traspasa
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los derechos de otros. El agresivo tiende a ofender y a amenazar a los demás. El


agresivo tiene a obviar los límites de las otras personas. Su expresión está muy
cargada de expresiones irrespetuosas, desconsideradas y violatorias de los derechos
de los demás.

El agresivo tiende a establecer relaciones ganar – perder. “Yo tengo la razón y tú


estás equivocado”, “es como yo digo y no como dices tú”, “lo importante es que yo
obtenga lo que yo quiero”. Juan, el esposo de Ana es un buen ejemplo de este estilo.

Estilo asertivo

El estilo asertivo tiene la habilidad de defender sus derechos y expresar sus


emociones de forma apropiada, sin necesidad de transgredir los derechos de los
demás. Cuando la persona se comporta asertivamente tiene la sensación de
autenticidad y congruencia, porque dice lo que piensa y siente. Lógicamente de una
manera apropiada.

El ser asertivo se pasea por la posibilidad de elegir el comportamiento, lo cual supone


que la persona se responsabiliza por su conducta y las consecuencias de ésta. Por el
contrario, cuando la persona actúa reactivamente ante las situaciones (en
automático), tiene más posibilidad de actuar pasiva o agresivamente. Hay una
diferencia importante entre reaccionar y elegir. Elegir implica una actitud proactiva y
responsable, mientras que el reaccionar implica una actitud reactiva. Cuando no
elegimos sino que reaccionamos, nos queda la sensación de haber querido
comportarnos de manera diferente. Por otra parte, elegir supone tener conciencia de
las necesidades, así como claridad del sistema de valores.

Es importante reconocer que no existen estilos puros. Nadie es cien por ciento
asertivo. Todos, bajo ciertas circunstancias, podemos actuar pasiva o agresivamente.
Lo importante es la consistencia en elegir comportamientos asertivos.

En algunos casos podemos optar por ser pasivamente asertivos o agresivamente


asertivos; lo que hace la diferencia es si estoy reaccionando o eligiendo. Por ejemplo,
si estoy en la cola de un banco, y una anciana se pone delante de mí en la cola,
puedo ver con simpatía a la ancianita, y elegir dejarla colarse, sin que esa situación
me genere ansiedad o malestar. En tal caso, elijo un comportamiento pasivo -
asertivo. O cuando estoy discutiendo con mi cónyuge un asunto en el que está
involucrado un valor no negociable para mí, puedo optar por un tono enérgico y
firme, sin que implique ofender o amenazar. En tal caso estoy optando por una
conducta agresiva - asertiva, lo cual no implica que estoy emocionalmente
desbordado. Es una elección.

Ser asertivo les permite a los miembros de la familia:

- Defender sus derechos sin atropellar los derechos del otro (a).
- Expresar sus verdaderos sentimientos sin ansiedad. Hablar de sí mismo sin
cohibirse.
- Tomar en cuenta los sentimientos del otro (a) y los suyos propios.
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- Actuar con autenticidad y honestidad.


- Expresar sus ideas y opiniones en forma directa y franca.
- No estar de acuerdo con el cónyuge abiertamente, sin que ello le robe la paz.
- Estar más relajado y cómodo en medio de discusiones y negociaciones.
- Decir “no” cuando se sienta incómodo con algún planteamiento.
- Establecer una relación de respeto.

La asertividad promueve una relación más honesta entre los miembros de la


familia

La asertividad trae sinceridad, transparencia y honestidad a la vida de familia, al


promover la expresión directa, honesta y franca de ideas, opiniones y sentimientos,
tanto positivos como negativos. Al respecto comenta Walter Riso: “Si no tenemos
nada que ocultar, la mente se aquieta, los subterfugios, los circunloquios y las
indirectas no interfieren la fluidez de la buena comunicación. Es en la elaboración de
la mentira y el disimulo donde más tiempo y energía pierde el cerebro”. Por supuesto,
no estoy defendiendo el decir o expresar la realidad y la verdad a ultranza, sobre todo
si esta es negativa. La verdad desprovista de amor y consideración, puede ser un
instrumento cruel. Pero retener la verdad en aras de “no herir al otro”, o guardar las
apariencias, promueve la hipocresía, la falsedad, la simulación y la deshonestidad.
Ser asertivo significa decir las cosas con sinceridad, honestidad y franqueza, pero
envolverlas con los límites del amor, la empatía y el respeto.

Aquí es donde el principio bíblico cobra pertinencia. “Sino que siguiendo la verdad en
amor…”. La gracia está relacionada con el amor y la verdad está relacionada con la
realidad. Gracia y verdad son dos palabras que necesitan trabajar juntas. La gracia
representa favor o regalo inmerecido, y la verdad está asociada a la realidad, y por
extensión podemos asociarla, en el mundo de las relaciones, a transparencia,
franqueza y sinceridad. Este equilibrio no es fácil, pero es muy necesario. Los
proverbios de la Biblia exhortan en ambos sentidos. Así leemos: “Compra la verdad, y
no la vendas…”. “El que habla verdad declara justicia…”. Pero también leemos: “La
blanda respuesta quita la ira; más la palabra áspera hace subir el furor”. El Nuevo
Testamento complementa este énfasis, según leemos en el libro de Colosenses: “Sea
vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis
responder a cada uno”. Estas enseñanzas enfatizan el necesario equilibrio que debe
existir entre gracia y verdad.

La verdad dicha con claridad, honestidad y franqueza, puede ser bien recibida, si está
bien sazonada con gentileza, amabilidad y consideración. Ahora hablar con gentileza,
cortesía, respeto y amor no es una simple técnica o práctica que podemos usar a
conveniencia. Por el contrario, supone un estilo de vida, una forma de encarar las
relaciones. Requiere madurez de carácter, paciencia y dominio propio; especialmente
en situaciones donde nuestro interlocutor está negado al diálogo, o molesto, o
manifiesta una actitud beligerante. En tales situaciones, la palabra gentil, respetuosa
y dicha con gracia, es capaz de conquistar el corazón aún del otro que está enojado y
contrariado.

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Desde luego comenzar a practicar la asertividad tiene sus riesgos; pero en el largo
plazo resulta más provechoso enfrentar la realidad y expresar la verdad. Al respecto
comenta Henry Cloud:”Las consecuencias del engaño por lo general son mayores que
las consecuencias de la verdad”.

La asertividad aplica tanto para la expresión positiva como negativa. Hay parejas que
manifiestan falta de asertividad en uno y/o otro sentido. Tanto para la expresión
positiva de emociones como para la expresión negativa. Tan importante es poder
expresar sentimientos positivos como negativos. En este sentido comenta Walter
Riso. ”El contacto físico, los detalles, dar elogios, besar, contemplar y entregar
ternura, pueden llegar a ser tan cruciales para la pareja como decir no, hacer críticas,
expresar cólera, depresión o tristeza”. La honestidad en las relaciones implica sentirse
en libertad para expresar lo bueno y lo malo; el elogio, pero también la queja.

Las familias necesitan comunicarse asertivamente. Esto es un proceso gradual que


requiere enfoque. La gente no nace asertiva; se hace asertiva a través de un proceso
en el que aprende habilidades y destrezas comunicacionales. La asertividad es una
habilidad comunicacional que como cualquier habilidad puede ser desarrollada.

Como ya hemos dicho no somos cien por ciento asertivos. Por otra parte, hay áreas
en la que nuestro nivel de autoconciencia, madurez y de desarrollo de habilidades
comunicacionales es mayor y, en consecuencia, nuestro nivel de asertividad es
mayor, y viceversa. Hay personas por ejemplo que se sienten cómodas dando
retroalimentación positiva, pero les resulta incómodo dar retroalimentación negativa,
o al revés. Así mismo hay personas que le es fácil expresar elogios a otros, pero
tienen dificultad para recibir elogios (se llenan de vergüenza y rubor).

Modelos incongruentes de comunicación

La consecuencia de no actuar asertivamente (en forma afirmativa) es acuñar modelos


de interacción incongruentes, que representan formas inefectivas de comunicación,
porque no logran hacer un contacto honesto, significativo y profundo con el otro.
Representan pseudocontactos. Estas formas de comunicación representan
mecanismos de evitación (trajes y máscaras), muchas veces inconscientes, del
contacto verdadero.

Virginia Satir habla, producto de su experiencia de más de treinta años como


psicoterapeuta familiar, de cuatro modelos de comunicación incongruentes, que a su
juicio podrían considerarse como universales. Es decir, representan modelos en los
que casi todos nos podemos ver reflejados en algún momento, independientemente
de que algunas personas los usan con más predominancia, casi como un estilo que
define su forma de comunicarse. Estos roles son: aplacador, acusador, irrelevante y
súper razonador. También menciona un modelo congruente de comunicación,
relacionado con el estilo asertivo de la comunicación.

Estos roles se observan con frecuencia en la forma como muchas parejas se


comunican.

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Aplacador:

Este rol se caracteriza por ser extremadamente


condescendiente; constantemente busca congraciarse. El
aplacador tiene poca consideración por sus derechos y
necesidades, pues tiende a desvalorizarse a sí mismo,
privilegiando los juicios, criterios y necesidades de los otros.

En su conducta y actitud buscan la aprobación y el


reconocimiento de los demás, dada su baja autoestima y su alta
necesidad de ser afirmado. Manifiesta una tendencia a conceder más importancia a
las normas y reglas del contexto (otros), que así mismo.

EL aplacador tiene una actitud pasiva, por lo que le cuesta elegir. Se siente más
cómodo dejando que otros elijan por él (ella). Desde el punto de vista de la gestión
de los conflictos, se muestra evasivo y con frecuencia termina cediendo ante los
intereses y demandas de los otros; todo en aras de la “paz”. Aplaca para que el otro
no se enoje.

Actitudes básicas: pasivo, lastimoso, quejoso, conmiseración. La propia “víctima”.


Contacta a través de la lastima y la culpa.

Dinámica existencial: no se toma en cuenta. Da demasiada importancia al otro. Yo


débil; se siente y percibe inferior a los otros. Privilegia las normas y reglas del
contexto (otros) en detrimento de él.

Lenguaje corporal: postura suplicante, voz baja, cabeza inclinada hacia abajo. Mirada
que suscita compasión y protección.

Expresiones orales: lo siento mucho, no fue mi intención, discúlpame…, no valgo


nada, como tú digas está bien, yo tengo la culpa, tú decide y yo acepto lo que lo tú
decidas.

Emoción predominante en la interacción: miedo, soledad, sensación de dependencia.

Acusador:

Este rol se caracteriza por ser muy agresivo en su forma de


comunicarse, en ocasiones haciendo uso de palabras de
desaprobación y descalificación. Tienen el hábito de evaluar y
criticar. Sus palabras, tono y lenguaje corporal transmiten
inculpación y desacuerdo.

Desde el punto de vista de la gestión de los conflictos, se


muestra comúnmente en desacuerdo. Con frecuencia trata de
imponer sus criterios y opiniones, pues su objetivo es ganar
(tener la razón), aun a expensas de los intereses y demandas de los otros. Son poco
tolerantes ante quienes discrepan de ellos. Para tal fin buscan resaltar los defectos de
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los demás para culparlos. De hecho comúnmente tiende a pasar por alto los derechos
y necesidades de los demás, pues sólo importan los de él (ella). La manera de
afirmarse es restando importancia o negando las necesidades, intereses, criterios del
otro o del contexto.

En las conversaciones busca imponerse sobre los demás. En ocasiones no deja hablar
a los demás. Tendencia a acallar al otro con descalificaciones.

Actitudes básicas: hostil, agresivo, tirano, dominante, amenazante.

Dinámica existencial: no toma en cuenta al otro porque no acepta que otro pueda ser
diferente o mejor que él. Sus intereses y necesidades están por encima de los demás.

Lenguaje corporal: rigidez. Tono de voz fuerte.

Expresiones orales: por qué hiciste eso, siempre comentes el mismo error, tú tienes
la culpa, yo soy quien manda aquí o tiene la razón, es como digo y punto. Abundan
en él (ella) las expresiones excluyentes: nunca, ninguno, jamás.

Emoción predominante en la interacción: rabia, miedo, inseguridad, soledad.

Irrelevante:

Este rol tiende a deflectar (evadir) el contacto directo. Evita


contestar directamente una pregunta o requerimiento del otro.
Le cuesta asumir responsabilidad. Atención dispersa. Juega al rol
de distractor.

No toma en serio los intereses y necesidades propias, ni las del


otro, ni las del contexto.

En las conversaciones habla de cosas que no tienen que ver con el tema que se está
tratando. Se distrae o presta poca atención. Baja capacidad de escucha.

Desde el punto de vista de la gestión de los conflictos, se muestra esquivo. Evita o


evade la confrontación. Tiende a diferir el resolver conflictos.

Actitudes básicas: confuso, distraído, desubicado, desconfiado.

Dinámica existencial: no cuentan ni él (ella) ni el contexto. Vive descontextualizado.

Lenguaje corporal: contorsionado, distraído.

Expresiones orales: ¿pero qué puedo hacer yo?, no le pares a eso, da lo mismo, no va
a pasar nada, no hay porque preocuparse. Sus palabras tienen poco sentido.

Emoción predominante en la interacción: miedo. Sensación de inseguridad. Se siente


vulnerable, por lo que evita deprimirse aislándose.
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Súper razonador:

Este rol se presenta como excesivamente correcto y razonable.


Tiende a usar un lenguaje muy lógico. No demuestra sus
sentimientos, pues éstos son vistos como un signo de debilidad.
Su actitud es estereotipada y acartonada; lo contrario a la
espontaneidad y flexibilidad. Su comportamiento y reacciones
siempre están alineados a opiniones de expertos, leyes,
argumentos científicos, figuras de autoridad.

Evade las conversaciones directas y francas; prefiere mantenerse en generalidades.


Muestra poca empatía por su interlocutor. Esta tan centrado en sus razonamientos
que tiende a no escuchar al otro.

Desde el punto de vista de la gestión de los conflictos, se muestra excesivamente


argumentativo, sin abordar el asunto medular.

Concede demasiada importancia a las normas y reglas del contexto, anteponiendo las
necesidades e intereses propios y el de los otros, frente a las exigencias y demandas
del contexto. Sacrifica las relaciones por el contexto.

Actitudes básicas: analizador, frio, distante, calculador.

Dinámica existencial: no se toma en cuenta ni a sí mismo ni al otro, solo al contexto.

Lenguaje corporal: calmado e imperturbable.

Expresiones orales: ha quedado demostrado, según dijo tal autor; tal como lo
expresa la ley. Abunda en citas de otras personas o autores.

Emoción predominante en la interacción: se siente débil y vulnerable.

Virginia Satir dice que un modelo diferente a los anteriores en el modelo congruente.

Congruente:

Virginia Satir expone que existe una opción más asertiva y


afirmativa de comunicación. A esa forma de comunicación la
llama abierta y fluida. Otros autores la llaman congruente.

Este rol se caracteriza por optar por una comunicación más


directa, honesta y franca. Sus respuestas son auténticas y
espontáneas, sin dobles intenciones ni mensajes ocultos, pues
no tiene necesidad de culpar, congraciarse con alguien, asumir
una forma estereotipada, o deflectar. En la persona afirmativa

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hay congruencia entre lo que piensa, siente y hace, lo que le hace consciente de sus
emociones, pensamientos y conductas, por lo que es capaz de responsabilizarse por
sus actitudes y conductas.

Desde el punto de vista de la gestión de los conflictos, son abiertos y francos en sus
planteamientos, optando por un modelo colaborativo que propicie los acuerdos ganar
– ganar.

La persona cuyo estilo comunicacional es congruente, es más integrada, creativa,


consciente de sí misma, responsable, efectiva y honesta consigo misma y con los
otros.

En las conversaciones se permite expresar con espontaneidad y honestidad sus


puntos de vista. También es un buen escucha.

Actitudes básicas: responsable, congruente, creativo, integrado, productivo.


Administra su tiempo. No interfiere, ni protege, no bloquea, está presente. Directo y
específico. Diferente y complementario. Es claro y consciente de sus propias
necesidades y toma en cuenta las del otro y el contexto. Toma en cuenta los
elementos contextuales.

Dinámica existencial: cuento yo, cuenta el otro y cuenta el contexto.

Lenguaje corporal: es congruente entre lo que dice y lo que su cuerpo expresa.

Expresiones orales: mi punto de vista es…, creo conveniente proceder de la siguiente


manera…, estoy o no estoy de acuerdo con su posición.

Expresa y dice lo que siente y quiere sin juzgar. Está en contacto consigo mismo y
con los demás. Pone límites y habla claro. No acusan. No transmiten dobles
mensajes. Son coherentes en sus mensajes verbales y no verbales.

Emoción predominante en la interacción: reconoce sus sentimientos y los expresa de


acuerdo a sus necesidades, tomando en cuenta el otro y el contexto. Manejo
apropiado de las emociones.

Cambiar de un rol incongruente de comunicación a una modelo congruente o


afirmativo, no es fácil. Implica un proceso en el que la persona necesita tomar
conciencia de la forma en que se comunica, a la vez que necesita desarrollar algunas
habilidades y destrezas comunicacionales.

Observemos algunos juegos de roles incongruentes

Acusador (a) – aplacador (a)

Él (acusador): - Por qué no estás lista. Te dije que te recogería a las 7:00 pm.
Siempre es lo mismo.
Ella (aplacadora): - ¡Discúlpame! Ya estoy casi lista.
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Él (acusador): - Nunca pones atención. ¿Cómo puedes ser tan distraída? Eres muy
desconsiderada.
Ella (aplacadora): - Tienes razón, voy a poner más cuidado.
Él (acusador): - ¡Apúrate! Por tu culpa vamos a llegar tarde.
Ella (aplacadora): - ¡Me doy prisa!

Bajo este modelo de comunicación, el lenguaje del cónyuge acusador (a) es sobre
generalizador, abundando en frases precedidas de los adverbios siempre, nunca, que
representan un mensaje etiquetador y calificador. El acusador siempre está buscando
fallas y errores, usando un lenguaje condenatorio, como diciendo la culpa es tuya. Su
herramienta predilecta es el temor, pues “si me temes, me obedecerás”.

Por otra parte, el aplacador (a) habla tratando de congraciarse, complacer y


condescender, tratando de inspirar conmiseración y culpa, pues “si provoco tu culpa,
podrás perdonarme”.

Todo esto se traduce en un juego de roles manipulador, que evita el contacto


auténtico. Con el tiempo este modelo de interacción erosiona la relación.

Acusador (a) – Súper razonador (a)

Ella (acusadora): - ¿Por qué llegas retrasado? Vamos a llegar tarde por tu culpa.
Él (súper razonador): - El tráfico los viernes por la tarde es muy pesado.
Estadísticamente los viernes son los días de la semana en que más se congestiona el
tránsito automotor.
Ella (acusadora): - Siempre andas justificándote, para no asumir tus errores.
Él (súper razonador): - En ocasiones las circunstancias escapan de nuestro control y
se tornan impredecibles. No es acertado asumir la responsabilidad sobre factores
exógenos sobre los cuales no tenemos influencia.
Ella (acusadora): - No te vayas por la tangente, por tu culpa vamos a llegar tarde.
Él (súper razonador): - Es importante que podamos abrir espacios y tiempo para
dialogar sobre nuestras diferencias de percepción con respecto a acontecimientos
inesperados.

En este juego de roles, el cónyuge súper razonador tiene la tendencia a utilizar


palabras grandilocuentes para aparentar inteligencia y conocimiento, buscando
despertar la admiración – envidia, ya que “si provoco tu envidia, te aliaras y alinearas
conmigo”.

Irrelevante – Súper razonador (a)

Ella (súper razonadora): - Creo que necesitamos adoptar un esquema de negociación


y resolución de conflictos, dado los desacuerdos recientes que hemos experimentado.
¿Qué opinas?
Él (irrelevante): - Te queda muy bien ese vestido.
Ella (súper razonadora): - Leí hace poco sobre la aplicación a las relaciones
matrimoniales del modelo de negociación colaborativa de la Escuela de Leyes de la

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Universidad de Harvard. Los comentarios son muy positivos. Creo que puede ser una
experiencia de aprendizaje enriquecedora.
Él (irrelevante): - Sería bueno que saliéramos en la tarde al cine. Me dijeron que
están pasando una buena película.

En este juego de roles, el cónyuge irrelevante dirá o hará cosas que tengan poca
relación respecto a lo que dice el otro cónyuge. El irrelevante intenta distraer, para
provocar la diversión y la simpatía en el otro, porque “si provoco tu diversión, podrás
tolerarme y sobrellevarme”.

Este juego de roles expresado a través de modelos de comunicación incongruentes,


son formas de comunicarnos aprendidas, instaladas como modelos, esquemas y
hábitos profundamente arraigados, los cuales no son fáciles de modificar, e incluso
concienciar. Hace falta mucha honestidad, resolución y coraje para reconocer estos
modelos en uno, así como nuevos paradigmas acerca de los que significa una genuina
comunicación matrimonial. También se requiere de la disciplina necesaria para
desarrollar nuevas convicciones, destrezas y habilidades comunicacionales asertivas.

Las familias necesitan tomar conciencia de este juego de roles y abandonar estas
formas de comunicación incongruentes, si aspiran a mantener una comunicación
efectiva. Sólo cuando los cónyuges adoptan una forma congruente de comunicación,
logran conectarse en forma real y autentica, desde lo que verdaderamente son.
Entonces, la pareja es capaz de experimentar crecimiento, intimidad, confianza,
sentido de responsabilidad y compromiso real el uno por el otro.

La familia conflictiva y la familia nutridora, según Virginia Satir

Según la terapeuta Virgina Satir, la familia nutridora presenta algunos rasgos:

 Libertad para expresar sentimientos


 Flexibilidad para adaptarse a los cambios
 Reglas claras. Las normas, están son claras y precisas…pero flexibles.
 Sus miembros de proporcionan respeto, amor y apoyo
 Hay planificación de la vida familiar
 Son flexibles y adaptables al cambio. Es capaz de transformarse, adaptarse a
los cambios y los diferentes ciclos en la vida. Es capaz de reestructurarse.
 Los límites en sus subsistemas (pareja, hijos, abuelos- nietos, padres-hijos) son
firmes pero también son suficientemente flexibles.

Una familia conflictiva puede convertirse en una nutridora remplazando algunas cosas
pero, ¿Cómo hacerlo?:
1. Es necesario reconocer que la familia en ocasiones es conflictiva.
2. Se necesita perdonarse por los errores del pasado y darse la oportunidad para
cambiar, con la conciencia de que las cosas pueden ser distintas.
3. Tomar la determinación e cambiar las situaciones.
4. Adoptar alguna medida para inicia el proceso de cambio.

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Familias nutridoras

 Los padres se consideran guías y no jefes autoritarios. Reconocen ante ellos sus
desaciertos igual que sus aciertos. Asimismo, su disgusto, coraje o desengaño
tanto como su alegría. Estos progenitores, quizá una de sus características más
sobresalientes, comprenden que los cambios son inevitables.
 Los hijos, aún pequeños, parecen espontáneos y amables. El resto de la familia
los toma en cuenta como personas.
 En general existe armonía y fluidez en las relaciones interpersonales. Si sucede
algo imprevisto sus miembros se acomodan al cambio. Se le da una gran
importancia a los sentimientos y a la persona.
 Sus integrantes presentan cuerpos ágiles y expresiones tranquilas. Ven a la
cara, no con miradas esquivas ni bajando la vista. Hablan con voz clara y
sonora. Ven como normal el contacto físico y demuestran afecto, cualquiera que
sea su edad. A su vez, se sienten libres para expresar sentimientos, hablar de
todo: desengaños, temores, penas, críticas o alegrías y éxitos.

Familias muy conflictivas:

 Los padres están ocupados diciéndole a sus hijos lo que deben y no deben
hacer. De esa manera, nunca llegan a conocerlos, ni los disfrutan como
personas y tampoco los hijos a ellos.
 Esta familia invierte todas sus energías en un esfuerzo inútil por evitar que
aparezcan dificultades y cuando suceden, como es lógico, ya no tienen recursos
para buscar soluciones.
 A veces predomina cierta frialdad. El ambiente en extremo cortés o lleno de
secretos, evidenciándose una atmósfera de tensión. Cada quien aburrido. No
hay alegría.
 Sus integrantes, se evitan unos a otros. Se dedican demasiado al trabajo y
demás actividades fuera del hogar. Es común encontrar en ellos males físicos,
pues sus cuerpos responden, como es de esperarse, ante un ambiente
inhumano.
 En general, los miembros de la familia muestran rostros de aspecto huraños
tristes, inexpresivos como máscaras. Los ojos esquivan la mirada. Las voces
son duras, estridentes o apenas audibles. Con frecuencia el sentido del humor
es amargo, sarcástico y cruel.
 Es posible ayudar a las familias conflictivas a convertirse en nutridoras y a éstas
a ser aún más nutritivas. La mayoría de los factores que originan conflictos en
las familias, se aprenden después de nacer. Si se aprenden pueden también
desaprenderse y nuevos factores son aprendidos en su lugar.

El modelo de crecimiento:

Para Virginia Satir el modelo de intervención terapéutica es aquel que impulsa el


crecimiento de los miembros de la familia. A este modelo se adhiere V. Satir. Aquí la
enfermedad es una respuesta comunicativa apropiada ante un sistema o contexto
disfuncional. Por lo tanto, se supone que la enfermedad desaparece cuando el

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individuo es extraído del sistema al que no se adapta, o cuando el mismo se modifica


para permitir respuestas y comunicaciones sanas.

El crecimiento ocurre cuando el sistema lo permite. El terapeuta al ser parte integral


del sistema terapéutico, se involucra íntimamente en las transacciones: El objetivo es
ayudar a que el paciente crezca dentro del contexto de la relación. Así, “es posible
enseñar a la gente a ser congruente, a hablar directa o claramente, y a comunicar sus
sentimientos, pensamientos y deseos en forma precisa, con objeto de manejar lo que
es”.

El concepto de psicoterapia:

Si se considera que la enfermedad está originada en métodos inadecuados para


comunicarse (con lo cual englobamos toda la conducta interaccional) la psicoterapia
es definida como un intento de mejorar dichos métodos de comunicación; con énfasis
en corregir las discrepancias en la forma de comunicarse y en enseñar maneras de
lograr resultados conjuntos adecuados a la realidad.

Esta concepción de la psicoterapia hace que el terapeuta acepte o “profese” tres


conceptos primarios de la naturaleza humana:

A. Todo individuo aspira a la supervivencia, al crecimiento y a lograr cercanía con


otros. A su vez, toda conducta expresa estos objetivos aunque parezca muy
distorsionada.
B. La conducta llamada por la sociedad enferma, loca, estúpida, o mala,
representa un intento de la persona afligida para enviar señales sobre su
dificultad o dificultades y es una manera de pedir ayuda.
C. Los seres humanos están limitados sólo por el grado de su conocimiento, por las
maneras en que se entienden a sí mismos y por su habilidad de relacionarse
con otros. Ahora, el pensamiento y el sentimiento están íntimamente ligados
entre sí; y el individuo no debe ser prisionero de sus sentimientos, sino utilizar
el componente cognoscitivo para liberarse.

Actitud del terapeuta y algunas técnicas:

V. Satir plantea que ninguna de sus técnicas se ha establecido como “lo ideal” o “la
más deseable”. Lo importante es que deben estar enfocadas a proporcionar a la
familia o al individuo una nueva experiencia de crecimiento. Por ello, el terapeuta
debe ser una persona y un individuo semejante a la familia; no una figura divinizada
que trata de mantenerse al margen del sistema de relaciones.

En consecuencia, el terapeuta debe crear primero un ambiente en el cual las personas


puedan, quizá por primera vez, tomar el riesgo de verse a sí mismos y
objetivamente, y de ver sus acciones. (180). Esto se traduce en dar confianza,
reducir los miedos e infundir tranquilidad y esperanza acerca del proceso terapéutico.
También, mostrará capacidad para estructurar sus preguntas a fin de averiguar lo que
tanto él como la familia necesitan saber, pues el paciente o pacientes no se atreven a
preguntar lo ignorado al sentirse “pequeños, solos y asustados”.
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Bibliografía:

1. Terapia familiar paso a paso, Virginia Satir.


2. Relaciones humanas el núcleo familiar, Virginia Satir.
3. Manuel Barroso, Autoestima: Ecología o Catástrofe
4. Nathaniel Branden, Cómo mejorar su autoestima

Derechos reservados de Epignosis Consultores – Dr. Arnoldo Arana

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