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¿Quién es tu modelo a seguir?

Jesús anuncia su muerte


21
Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a
Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas;
y ser muerto, y resucitar al tercer día. 22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a
reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te
acontezca. 23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me
eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

24
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame. 25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y
todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. 26 Porque ¿qué aprovechará al
hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre
por su alma? 27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus
ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. 28 De cierto os digo que hay
algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del
Hombre viniendo en su reino. Mateo 16:21-28

15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros


también hagáis. 16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su
señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. 17 Si sabéis estas cosas,
bienaventurados seréis si las hiciereis. Juan 13:15-17

Siempre estamos buscando un modelo a seguir, bien sea para educar a nuestros hijos,
para saber cómo desenvolvernos en diversas situaciones o ambientes, por ejemplo en el trabajo,
en el deporte hasta en nuestra relación de pareja, cómo debemos ser mamá o papá, cómo
desarrollar nuestro ministerio, en fin, para cada rol necesitamos un modelo o buscamos un
modelo.

Y la búsqueda de ese modelo es muy importante, porque el acierto del modelo que
escojamos de allí dependerá el éxito o el fracaso del resultado que vamos a obtener en el futuro
próximo.

Hay buenos modelos que se ven dignos de imitar y establecer en nuestras vidas, hogares y
ministerios, pero no quiere decir que esos modelos que vemos como buenos sean los establecidos
por el Señor; puede haber buenos modelos humanos, pero hay modelos divinos diseñados en
amor para sus hijos de Dios.
Entonces, es importante acertar, y para asegurarnos de ello, los modelos a seguir deben
ser los establecidos por el Señor, así los resultados serán mejores que los que se obtendrían con
un modelo humano, por muy bueno que sea.

Tal vez, esa sea la razón por la que el Señor dijo: "... sean perfectos, así como su padre
celestial es perfecto" San Mateo 5:48. El apóstol Pablo, también, dijo: "sean imitadores de mi,
como yo de Cristo" 1 Corintios 11: 1, y otra vez dijo: "puesto los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe" Hebreos 12:2 El Señor se ocupó en dejarnos esos modelos.

Premiar La Verdad

El modelo establecido por el Señor siempre, siempre premia la verdad bajo cualquier
circunstancia, Dios premia la verdad pero lamentablemente, el modelo practicado en los hogares,
la iglesia y cualquier tipo de relación, es completamente opuesto. Si el hijo confiesa haber partido
un objeto, inmediatamente se le castiga, es decir, le castigamos por decir la verdad, pero no es así
el modelo de Dios. En 1 Juan 1:9 dice que “si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad" No dice, que si confesamos nuestro
pecado, Él nos dará el castigo merecido y después arreglamos cuentas. Él nos asegura que
perdonará nuestro pecado y luego nos limpiará de toda maldad, si lo confesamos.

No pasa lo mismo si ocultamos o callamos el pecado. El salmista David dijo:


3
Mientras guardé silencio,
mis huesos se fueron consumiendo
por mí gemir de todo el día.
4
Mi fuerza se fue debilitando
como al calor del verano,
porque día y noche
tu mano pesaba sobre mí. Selah
5
Pero te confesé mi pecado,
y no te oculté mi maldad.
Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al SEÑOR»,
y tú perdonaste mi maldad y mi pecado. Selah
Salmos 32:3-5

Si confesamos nuestro pecado, si le decimos la verdad, El Señor nos premia


perdonándonos y limpiándonos. Pero, a nuestros hijos, a nuestros hermanos, si nos dicen la
verdad sobre un error cometido, les castigamos y muchas veces seguimos maltratándole por el
error cometido. Sin darnos cuenta que no estamos usando el modelo divino, establecido por el
Señor, desde el inicio.
8
»Recuerda, te suplico, lo que le dijiste a tu siervo Moisés: “Si ustedes pecan,
yo los dispersaré entre las naciones: 9 pero, si se vuelven a mí, y obedecen y ponen en
práctica mis mandamientos, aunque hayan sido llevados al lugar más apartado del
mundo los recogeré y los haré volver al lugar donde he decidido habitar”. Nehemías
1:8-9

En el modelo humano, se piensa que no puede dejarse sin castigo algo que haya sucedido,
porque hay que corregir a través del castigo para que aprenda. Pero, ¿cuál es el modelo que
quieres establecer en tu familia y en tu vida? ¿Qué resultados quieres obtener? ¿Quieres que te
mientan, que piensen que no vale la pena decirte la verdad porque van a recibir un castigo de tu
parte? Entonces, les estás enseñando a mentir. La próxima vez no te dirán la verdad; te dirán una
mentira para evitar el castigo. Esto se cumple tanto con los hijos como con la pareja.

Igual ocurre con nuestros hermanos en Cristo, con nuestra pareja o cualquier otra
persona, si nos confiesan algún pecado les señalamos, juzgamos y aislamos para que sientan el
peso de lo que hicieron; cuando Cristo, más bien, perdona para quitar ese peso.

Observemos que lo que está, estrechamente, relacionado con premiar la verdad es "el
perdón". El perdón es el premio que se entrega por decir la verdad, y junto con el perdón hace
desaparecer el sucio o la mancha que deja el pecado dejando todo impecable como si no hubiera
pasado nada.

Cuando nosotros hemos perdonado, no volvemos a echar en cara el pecado una y otra
vez, con eso lo que hacemos es volver a manchar lo que ya había quedado limpio. Este modelo
divino se ha mal interpretado, Satanás ha hecho creer que si obramos de esta manera estamos
premiando el pecado o la falta cometida, cuando en realidad, no hacerlo es dejarnos abrazar por
un sentimiento de ira y venganza que nos lleva a flagelar a la persona con el castigo, la severidad e
indiferencia.

Cuando perdonamos derribamos esos sentimientos y somos libres de ellos. Y libramos,


también, al ofensor de las garras de Satanás. Aunque la falta te parezca terrible o decepcionante,
premia la verdad, y comenzarás a ver resultados maravillosos, llenos de gloria y bendición. No se
trata de tolerar el pecado; porque el pecado hay que aborrecerlo. Se trata de AMAR haciendo lo
correcto, conforme al modelo divino.

El Señor también dijo:

«Luego dijo Jesús a sus discípulos: —Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse
a sí mismo, tomar su cruz y seguirme.» Mateo 16:24 NVI

Otro modelo divino para seguir es negarse a sí mismo. Pareciera que se debe comenzar
por aquí. Si no nos negamos y morimos no podremos seguir los modelos divinos.

Negarse a sí mismo

Si queremos ser su discípulo debemos negarnos a nosotros mismos. El discípulo sigue a su


maestro ¿a qué se refiere la Palabra cuando dice negarnos?
Negarse es: No ceder a nuestros deseos y apetitos, sujetándonos enteramente a la ley, y
gobernándonos, no por nuestro propio juicio, sino por el dictamen ajeno conforme a la doctrina
del Evangelio.

Siempre se ha creído que el negarse a sí mismo no es una tarea fácil, pero LA VERDAD es
que se le hace difícil a quienes no han comprendido lo que significa "negarse a sí mismo" y a
quienes no se hayan determinado a hacerlo. Pero con la ayuda del Señor y a través de su Santo
Espíritu, podemos comprender y determinarnos a negarnos a nosotros mismos, tomar su cruz y
seguirle.

“Negarse a sí mismo” no es renunciar a tus pasiones, tu personalidad o tus habilidades


propias. Al contrario, en el grupo de personas que siguieron a Jesús había temperamentos
apasionados, tranquilos, creativos, y organizadores. Y cada uno pudo seguir siendo “él mismo”.
Dios no quiere que neutralices tu personalidad, sino que la forjes en la dirección adecuada.

Este es el punto preciso del texto; quien quiera seguir a Cristo debe negarse a sí mismo, se
refiere al sentido de negarse a todos los apetitos y satisfacciones que sean prohibidas por el Señor.
En cualquier acto que vaya en contra la ley del amor a Dios o el amor al prójimo, deben ser
negados.
37
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Mateo 22:37-39

En cambio el modelo del mundo, es lograr las cosas sin importar cuánto daño se le hace al
prójimo, decir, hacer lo que se siente sin respeto alguno por los demás; nadie está dispuesto a
negarse a sí mismo, todos van desbocados dando rienda suelta a su ego. Atropellando, incluso, a
los seres queridos. Y esto va en contra de la ley de Cristo que es Amarle a Él sobre todas las cosas y
al prójimo como a nosotros mismos.

Lamentablemente, muchos de nosotros no escapamos de este grupo. Es hora de


comenzar a negarnos a nosotros mismos.

Lo que pide, el Señor es que consultes y obedezcas su voluntad que no obedezcas a los
deseos o apetitos desenfrenados, que nunca busques de forma alguna el disfrute personal en
desobediencia a Cristo.

El negarnos significa la separación de las cosas del mundo, No ceder a sus deseos y
apetitos. Y si has decidido seguir a Cristo, hay que tomar en cuenta que él dice claramente: Si
alguno quiere venir en pos de mí, siendo él un caballero, al no forzar a nadie a seguirle, nos pide la
negación de las cosas que nos separan de su camino, niéguense a sí mismos.
La negación puede ser: Prácticas que manchan tu alma, cosas que sabes que están mal y
las sigues haciendo, el mal carácter, el odio, el rencor, la avaricia, lujuria, relaciones ilícitas y tantas
cosas que la humanidad sabe que no están bien, e insisten en tales prácticas. Por eso mismo el
Señor dice: Niéguense á sí mismos.

Obviamente, negarse a sí mismo implica dejar las cosas, ya mencionadas de la carne, pero
quiero puntualizar a lo que se refiere el texto citado (Mateo 16:24) teniendo en cuenta que Jesus
se está colocando como el modelo a seguir. Es decir, Él se estaba negando a sí mismo y nos invita a
seguirlo haciendo lo mismo. ¿A qué se estaba negando?

Observemos que en los versos anteriores el Señor hablaba a sus discípulos acerca de su
muerte y de lo que había de padecer. «Desde entonces comenzó Jesús a advertir a sus discípulos
que tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas a manos de los ancianos, de los jefes de los
sacerdotes y de los maestros de la ley, y que era necesario que lo mataran y que al tercer día
resucitara.» Mateo 16:21 NVI

Indiscutiblemente, Jesús, como hombre, no deseaba pasar por ese sufrimiento. No se


trataba, simplemente, de morir, él sabía que iba a resucitar, sino de todo lo que tenía que padecer
hasta morir.

El principal obstáculo para negarnos a nosotros mismos es la auto compasión. El Señor


Jesús fue tentado con ella cuando Pedro le dijo: "Señor, ten compasión de ti" «Entonces Pedro,
tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna
manera esto te acontezca.» S. Mateo 16:22 RVR1960

Pero el Señor, firmemente y sin vacilar dijo a Pedro: —¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres
hacerme tropezar; no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres.» Mateo 16:23 NVI

No le dio lugar a la auto compasión, de no haber sido así la historia de la humanidad fuera
otra. Ten cuidado con la auto compasión, determínate a hacer su voluntad que es agradable y
perfecta.

Aceptar la voluntad de su padre, en contra de la suya, era la negación de sí mismo. Así lo


expresó en el Getsemaní: ««Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se
cumpla mi voluntad, sino la tuya.»» Lucas 22:42 NVI

Negarnos a nosotros mismos es hacer la voluntad de Dios, aunque nuestro deseo sea
hacer lo contrario. Por eso, es tan importante conocer su voluntad, y su voluntad la encontramos
en su palabra y se resume en: Amarle a Él y Amar al prójimo.

Perdemos mucho tiempo y energías tratando de dejar las cosas de la carne, cuando solo
tenemos que seguirlo a Él haciendo su voluntad; y las obras de la carne irán desapareciendo.
Aprender siendo discípulo

Conocer sobre este tema es de suma importancia. El Señor Jesucristo nos envió a hacer
discípulos y estamos enfocados en esa meta y trabajando para eso. Él mismo se encargó de darnos
el modelo. En el texto citado, Mateo 16:24, da los pasos que debe dar todo aquel que quiera ser su
discípulo.

1. Negarse a sí mismo
2. Tomar su cruz
3. Seguirle

Entonces, “negarse a sí mismo” no es una opción, es una condición. En otras palabras, Él


quiso decir: "van a ser mis discípulos con la condición de que "se nieguen a sí mismos", "tomen su
cruz" y "me sigan". Si no se hace de esa manera, es imposible ser sus discípulos.

Debemos hacerlo nosotros y enseñarlo a nuestros discípulos. En este contexto podemos


analizar que las enseñanzas de Jesús fueron dirigidas al cumplimiento de estos aspectos, porque Él
los estaba formando como sus discípulos. Es decir, sus enseñanzas fueron dirigidas a mostrar qué y
cómo hacer para negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguirle.

"Tomar la cruz" es lo que sigue después de negarnos, es ir camino a la muerte. Comenzar


a negarnos es estar dispuestos a morir. Hay que negarse hasta morir, de lo contrario no podríamos
imitar a Jesús en sus obras de amor.

“¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo: ”Toma tu cruz y sígueme“ Muchas personas
interpretan “tomar la cruz”, como parte de la carga que deben llevar en su vida: una relación
tensa, un trabajo ingrato, una enfermedad física. Con orgullo de auto compasión, dicen, “Esa es mi
cruz que tengo que llevar.” Tal interpretación no es lo que Jesús quiso decir cuando dijo: “Toma tu
cruz y sígueme.”

Cuando Jesús llevó su cruz hasta el Gólgota para ser crucificado, nadie pensaba en la cruz
como un símbolo de llevar una carga. Para una persona en el primer siglo, la cruz significaba solo
una cosa: la muerte más dolorosa y humillante que podían conocer.

Dos mil años después, los cristianos saben que en la cruz hubo expiación, el perdón, la
gracia y el amor. Pero en tiempos de Jesús, la cruz representa nada más que la muerte tortuosa.
Debido a que los romanos forzaron a criminales condenados a llevar su propia cruz hasta el lugar
de la crucifixión, llevar una cruz significaba llevar su instrumento propio de ejecución mientras se
enfrentaba al ridículo en el camino a la muerte.

Por lo tanto, “Toma tu cruz y sígueme” significa estar dispuesto a morir para seguir a Jesús.
Esto se llama “morir a sí mismo.” Es un llamado a la entrega absoluta. Cada vez que Jesús mandó a
llevar la cruz, Él dijo: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida
por mí, la salvará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si se pierde o se destruye a
sí mismo? “(Lucas 9:24-25).
El apóstol Pablo dijo: "...ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí". Cuando morimos a la
carne; pasiones, deseos y voluntad, comienza el Señor a vivir en nosotros, es allí cuando podemos
amar, porque es Él amando a través de nosotros.

"Seguirle". Para seguirle es que nos negamos a nosotros mismos y tomamos la cruz. Para
seguirle es necesario aprender, Los aprendices aprendían siguiendo a sus maestros, escuchando, y
viéndolos actuar y responder a las situaciones; de la misma manera, aprendemos de nuestro
maestro siguiendo sus pasos, escuchando su palabra y viendo cómo actuaba y respondía a cada
circunstancia. Así, mostramos que somos sus discípulos mediante nuestro modo de vivir. Hablando
y actuando como Él lo hacía.

En una ocasión, el Señor Jesús hizo un llamado a que le siguieran:

«A otro le dijo: —Sígueme. —Señor —le contestó—, primero déjame ir a enterrar a mi


padre. —Deja que los muertos entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino
de Dios —le replicó Jesús. Otro afirmó: —Te seguiré, Señor; pero primero déjame despedirme de
mi familia. Jesús le respondió: —Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es
apto para el reino de Dios.»

Lucas 9:59-62 NVI

Las personas del relato tienen algo en común, quisieron poner en primer lugar lo que ellos
consideraron que debían hacer primero. No pusieron a Cristo en primer lugar. Para seguirle y ser
su discípulo, debemos darle a ocupar el primer lugar en nuestras vidas.

Decidir ser discípulo de Cristo es el inicio de un proceso de toda la vida. Al obedecer sus
mandamientos (La ley de Cristo: Amar a Dios y al prójimo), servir a otros como Él lo hizo y someter
nuestra voluntad a Él, inevitablemente, llegaremos a ser más como Él. Además, tenemos la
responsabilidad de enseñar al nuevo creyente a ser un verdadero discípulo, y para eso debemos
comenzar siéndolo nosotros.

Parecernos a Cristo y ser uno en Él, es el objetivo supremo, y en esencia, es la definición


misma del verdadero discipulo.

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