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3.

Ciudad de Buenos Aires

La reforma de 1994 trazó un lineamiento mínimo para la “autonomía” de la ciudad de


Buenos Aires, previendo la acumulación de tal estatus con su actual calidad de capital federal.
El artículo 129 establece: “La ciudad de Buenos Aires tendrá un régimen de gobierno
autónomo con facultades propias de legislación y jurisdicción, y su jefe de gobierno será elegido
directamente por el pueblo de la ciudad.
Una ley garantizará los intereses del Estado Nacional, mientras la ciudad autónoma de
Buenos Aires sea Capital de la Nación”.
En el marco de lo dispuesto en este artículo, el Congreso de la Nación convocará a los
habitantes de la ciudad de Buenos Aires par que, mediante los representantes que elijan a ese
efecto, dicten el Estatuto Organizativo de sus instituciones.
Según el artículo 129 de la Constitución Nacional, el esquema de la Ciudad tiene un eje
claro: el régimen de gobierno autónomo con facultades legislativas y jurisdiccionales.
Actualmente la Ciudad continúa siendo capital de la República y a la vez, goza de un
espacio de autonomía.
El territorio de la ciudad no está federalizado totalmente, sino sujeto a jurisdicción federal
únicamente en lo que se refiere y vincula a los intereses que en ese territorio inviste el estado
federal, en razón de residir allí el gobierno federal.
No se equipara la ciudad a las provincias y, su autonomía es más amplia que la de los
municipios. El artículo 129 fue incluido dentro de la parte “gobierno de Provincias” en la
Constitución. Lo que hay que desechar por completo es que se trate de un municipio con
autonomía especial, por la simple razón de que los municipios no pueden tener representación en
el Senado de la Nación. El artículo 44 incluye senadores por la Ciudad de Buenos Aires en la
Cámara respectiva del Congreso y suprime los de la Capital Federal, por lo que si la ciudad deja
de ser capital, la nueva capital federal no tendrá senadores. El artículo 54 fija en tres los senadores
de la Ciudad. El artículo 45 prevé diputados de la Ciudad de Buenos Aires y de la Capital en caso
de traslado.
La previsión sobre la ciudad aparece también en el artículo 75 inciso 2 para la
coparticipación federal impositiva.
El artículo 124, cuando faculta la regionalización y la celebración de convenios
internacionales por la provincias, establece al final que la ciudad de Buenos Aires tendrá el régimen
que se establezca al respecto.
El artículo 125 en su párrafo segundo faculta a la ciudad, igual que a las provincias, a
conservar organismos de seguridad social para los empleados públicos y los profesionales, y para
promover el progreso económico, el desarrollo humano, la generación de empleo, la educación, la
ciencia, el conocimiento y la cultura.
La ley 24.588 fue dictada en 1995 para tutela de los intereses federales en la ciudad de
Buenos Aires en razón de conservar su condición de capital federal. La ley ha incurrido en excesos
inconstitucionales al asignar al gobierno federal algunas competencias que no guardan relación
suficiente con los intereses federales y al mantener en jurisdicción del estado federal funciones y
organismos que tampoco los comprometen.
Es indudable que el registro de la Propiedad Inmueble y la Inspección General de Justicia
a que se refiere el artículo 10 de esa ley se hallan en esa situación. Resulta muy dudoso que en
materia de seguridad y protección de personas y bienes el artículo 7 haya adjudicado
competencias al gobierno federal.
Es criticable el artículo 2 en cuanto dispone que “la Nación conserva todo el poder no
atribuido por la Constitución al gobierno autónomo de la Ciudad de Buenos Aires”, porque no
coordina con la letra ni con el espíritu del artículo 129. A la inversa, es mejor la fórmula del
Estatuto Organizativo de la Ciudad cuyo artículo 1 consigna: “La ciudad ejerce todo el poder no
conferido por la Constitución Nacional al gobierno federal”.
El jefe de gobierno y legisladores son electos actualmente por el pueblo de la ciudad, antes
el intendente era designado por el Presidente de la Nación.
La ley 24.620 que en 1995 convoco al primer acto electoral en la ciudad, también extralimito
las facultades federales al regular aspectos de las autoridades locales totalmente ajenos a los
intereses federales, como por ejemplo al fijar en sesenta el número de miembros de la legislatura
local, o al establecer las condiciones para ser Jefe y Vicejefe de Gobierno de la ciudad, o miembro
de la convención que debía dictar el Estatuto Organizativo, o legislador de la Ciudad.
La Constitución Nacional faculta a la Ciudad a darse su Estatuto Organizativo, todos
pensaron que iba a aproximarse a una Carta Orgánica de los municipios, y no a las constituciones
de las provincias. La Ciudad se dictó su Constitución, el 1 de octubre de 1996, con un texto
extenso y detallista con 140 artículos, un preámbulo y 24 cláusulas transitorias. Al órgano autor se
lo llamo “Estatuyentes o convención constituyente”. A su producto el propio preámbulo lo bautizó
dualmente al decir “…. Sancionamos y promulgamos la presente constitución como estatuto
organizativo de la Ciudad de Buenos Aires.
Muy lejos de circunscribirse a la estructura del poder y a los órganos locales en la Ciudad,
el Estatuto Organizativo abarcó además lo que también es propio de toda organización política, es
decir, la inserción y el estatus de las personas que componen esa sociedad políticamente
organizada. Y esto, con cualquier denominación que se le quiera dar al mentado Estatuto, tenía
que integrar un fragmento normativo del mismo, de modo que la convención que fue autora de él
no sobrepaso la competencia que le había asignado el artículo 129 de la Constitución federal.
Según la constitución da lugar a pensarla como una Ciudad-Estado, porque el artículo 44
de la constitución manifiesta que el Senado está integrado por senadores de las provincias y
senadores de la Ciudad de Buenos Aires. Esto quiere decir que, los senadores que representan
a esta última no lo hacen a nombre de una provincia, sino a nombre de una ciudad. No es una
provincia pero no puede ser menos que un Estado porque, de lo contrario, no podría formar parte
del Senado de la Nación.
El tema es determinar el grado de autonomía que no pude serle desconocida a la Ciudad
de Buenos Aires, por así estar ya establecido en el texto constitucional. Lo que está claro para la
Constitución es que la nueva ciudad-estado debe tener garantizada la división tripartita de los
poderes republicanos: “Facultades propias de legislación y jurisdicción”, y “un jefe de gobierno
electo por el pueblo”, es la regla explicita del texto constitucional.
Respecto de las potestades legislativas y las jurisdiccionales deben ser equivalentes a las
de las provincias, para no romper el equilibrio federativo que debe gobernar todo el sistema. Ya
que si integra el Senado forma parte del sistema federal argentino.
Es cierto que la Constitución establece que “una ley garantizará los intereses del Estado
Nacional, mientras la ciudad de Buenos Aires sea Capital de la Nación”. Esta regla podría ser
interpretada como que, sostiene que el Congreso tiene discreción política para considerar que
solamente la Justicia Federal puede conocer en la aplicación del derecho común en la Ciudad de
Buenos Aires. Es cierto que lo tradicional ha sido que las materias federales las haya definido con
absoluta discrecionalidad el Congreso. Este podría ser uno de los casos. Pero, el derecho común
nunca fue federal dentro del sistema jurídico argentino. La autonomización de la Ciudad de Buenos
Aires no puede cambiar el funcionamiento del mismo. Recordemos que la Policía Federal
además, de la seguridad de las autoridades nacionales, tendría la función exclusiva de atender a
la seguridad y prevención del delito en protección de los habitantes.
Respecto de la participación de los ciudadanos su Constitución o Estatuto Organizativo
establece el caso de la iniciativa para presentar proyectos de ley, con lo cual bastará con la
recolección del uno y medio por ciento de firmas del padrón electoral. Cualquier materia legislativa
puede serlo de consulta popular vinculante, salvo que se trate de reforma de la constitución, de un
tratado internacional, sobre tributos o el presupuesto. Tanto la legislatura como el jefe de gobierno
pueden convocar a consulta popular no vinculante, sobre temas de sus respectivas competencias,
en cuyo caso el sufragio no será obligatorio. Se ha institucionalizado la revocatoria del mandato
de los funcionarios electivos, por razones vinculadas a su gestión. Está prevista la convocatoria
de audiencias públicas para debatir asuntos de interés general de la ciudad.
En relación con la organización de los poderes del Estado de la ciudad autónoma, cabe
observar que el Poder Legislativo es, obviamente, unicameral. La Legislatura está integrada por
el número fijo de 60 diputados, que se pueden aumentar si incrementa la población.
El Poder Ejecutivo está controlado por el Legislativo mediante el juicio político y con la
prohibición de promulgar parcialmente las leyes, salvo consentimiento expreso de la Legislatura.
El Poder Ejecutivo está a cargo del Jefe de Gobierno que, tiene a su cargo la administración
de la ciudad. Es el representante del Estado en la celebración de convenios ínterjurisdiccionales
o internacionales. Un vicejefe de gobierno preside la Legislatura y sucede al jefe en caso de
ausencia y otras. El gabinete de ministros es simplemente la reunión de estos últimos sin que la
Constitución haya fijado sus competencias, cuestión delegada a la ley. El jefe de Gobierno puede
designar un ministro coordinador que supervise y coordine las actividades de los ministros, presida
sus acuerdos y las sesiones del gabinete en ausencia del Jefe de Gobierno.
El Jefe y Vice de Gobierno son electos directamente por el pueblo con sistema de doble
vuelta, si en la primera la fórmula más votada no logra la mayoría absoluta de los votos emitidos,
se vota de nuevo en treinta días entre las dos fórmulas más votadas.
El Poder Judicial está formado por un Tribunal Superior, el Concejo de la Magistratura, los
jueces inferiores y el Ministerio Público.
En relación con los órganos de control, el Ministerio Público puede defender los intereses
de la sociedad porteña. La Procuración General ha sido prevista como el cuerpo de abogados del
Estado, para defenderlo en juicio y asesorarlo legalmente. La Sindicatura General tiene a su cargo
el control interno, legal y de gestión, financiero, económico y contable de la administración de la
Ciudad. Es el órgano rector de las normas de control interno y supervisor de las de procedimiento
en materia de su competencia. La Sindicatura depende del Poder Ejecutivo. La Auditoría General
ejerce el control externo del sector público, tanto de gestión como legalidad de la administración,
tanto central como descentralizada. La Auditoria depende de la Legislatura, quien designa a sus
miembros. Tiene además un Defensor del Pueblo que es un órgano unipersonal e independiente
que no recibe instrucciones de ninguna autoridad.

La capital de la república
El artículo 3 de la primer parte de la Constitución se refiere a la Capital de la República.
El artículo 3 estipula: “Las autoridades que ejercen el gobierno federal, residen en la ciudad
que se declare Capital de la República por una ley especial del Congreso, previa cesión hecha por
una o más legislaturas provinciales, del territorio que haya de federalizarse”.
La Convención de1853 convirtió a Buenos Aires en la Capital de la República y lugar de
residencia de las autoridades que ejercían el gobierno federal. La Provincia de Buenos Aires no
había enviado sus diputados constituyentes al Congreso de Santa Fe. (Separada en 1852 del resto
de la Confederación). Fue un error de los constituyentes haber dispuesto de la ciudad de Buenos
Aires sobre todo en ausencia de los representantes de la provincia, por ello, ni el mandato
constitucional, ni las leyes de implementadas que el mismo Congreso hacia dictado al efecto se
pudieron cumplir. Ello llevo a que se tuviera que declarar Capital provisoria a la ciudad donde se
fijare la residencia el gobierno federal, y no solo eso, sino toda la provincia cuya capital se
encontrase en ese caso. Como Urquiza había fijado residencia del gobierno en Paraná, está última
y toda la provincia de entre Ríos, en consecuencia quedó federalizada. Luego, por ley de 1858,
la federalización quedó reducida a Paraná.
El Pacto de San José de Flores permitió arreglar la incorporación de la provincia de Buenos
Aires a la unidad nacional. Dicho pacto establecía en su artículo 5 la intangibilidad del territorio de
Buenos Aires, lo cual llevo necesariamente a la modificación del artículo 3 de la Constitución de la
Nación.
La norma en su actual redacción fue introducida en la reforma de 1860, especialmente en
lo relativo a determinar que la capital de la República será la ciudad que declare el Congreso por
una ley especial. En tal sentido se siguió, según Quiroga Lavie, el prudente consejo de Alberdi en
el artículo 2 de su proyecto, pues el no propuso a Buenos Aires como Capital.
Actualmente la Capital Federal es la Ciudad de Buenos Aires. Haciendo historia
recordamos que lo es desde 1880. Después de la Batalla de Pavón, con la asunción de Bartolomé
Mitre como gobernante de facto de la República, este declaro el asiento del gobierno en Buenos
Aires, lo que se formalizo una vez electo un nuevo Congreso, que también se instaló en esa ciudad.
A partir de ese momento y hasta 1880 la cuestión de la Capital no pudo quedar resuelto en los
términos previstos en el artículo 3 de la Constitución. La ley 12, que disponía que Buenos Aires
era la Capital, no fue aceptada por la provincia; lo mismo ocurrió con la ley 19, que declaraba dicha
ciudad como residencia provisoria de las autoridades federales. Después el presidente Sarmiento
vetó las leyes 294, 462 y 620, que convertían en Capital a la ciudad de Rosario y Río Tercero.
Hasta 1880 se presentaron innumerables proyectos para capitalizar las más diversas ciudades:
Fraile Muerto, Córdoba Santa Fe, entre otras, pero ninguno tubo tratamiento.
Mientras tanto, las autoridades nacionales residían de hecho en la ciudad de Buenos Aires,
bajo el recelo de las autoridades de la provincia, que consideraban a aquellas como intrusas.
Como consecuencia de que Avellaneda, en 1880, envió al Congreso un proyecto de ley
federalizando definitivamente a Buenos Aires, el gobernador Tejedor se alzó en armas, al frente
de las milicias provinciales. Ello obligo a que Avellaneda dispusiera el traslado provisorio del
gobierno nacional al pueblo de Belgrano. Se estaba frente a un nuevo fracaso, porque los
legisladores nacionales boicotearon su instalación en dicho lugar, negándose a formar quórum
para sesionar. La falta de capital determinaba un vacío institucional.
Resuelta la crisis política con la renuncia del gobernador Tejedor y con la intervención de
la provincia de Buenos Aires, el gobierno nacional forzó la capitalización de la ciudad de Buenos
Aires, no sin antes haber amenazado a la provincia con que, si no cedía territorio, se convocaría
a una Convención Constituyente para disponer la capitalización de Buenos Aires en el texto
constitucional. La ley 1029 fue la ley Capital, donde se declara Capital de la República a la
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Todavía faltaba la cesión del territorio por parte de
la provincia de Buenos Aires: en el debate que al efecto se produjo en la Legislatura local se opuso
tenazmente el legislador Leandro N. Alem, denunciando el descabezamiento de la hermana mayor
(Buenos Aires) como un grave atentado al federalismo y como la perspectiva, muy probable, de
tiempos de dictadura en el país, como consecuencia del centralismo que la capitalización de
Buenos Aires produciría.
La cuestión de la Capital de la República fue una de las más arduas disputas en la vida
institucional del país, y aún ahora pareciera que todavía no se encuentra cerrada.
En 1987 se decidió su traslado. Por leyes locales de la provincia de Buenos Aires y Río
Negro se cedieron territorios en la zona de Carmen de Patagones y Viedma a efectos de situar allí
la nueva capital federal. El lugar fue federalizado a ese mismo efecto por la ley 23.512 del año
1987. El traslado material de la capital quedó diferido hasta que se cumpliese la previsiones
estipuladas en dicha ley, por la que también se provincializó la actual ciudad de Buenos Aires para
el momento en que, efectivizado aquel traslado, dejará de ser capital federal. Todo esto nunca
llegó a tener a concretarse pero la ley sigue vigente, existiendo siempre la posibilidad de que
renazca la voluntad política para darle cumplimiento.
El argumento de que el artículo 3 de la Constitución impide, sin previa reforma
constitucional, una nueva aplicación después de 1880 para fijar la sede de la Capital Federal en
un lugar distinto de la ciudad de Buenos Aires, alegándole que la previsión de la norma fue
establecida para una única vez, que se agotó en su viabilidad con la federalización de Buenos
Aires, ya lo replica Bidart Campos, quien cree viable todo traslado futuro que cambie el actual
emplazamiento de la capital federal.
Con la reforma de 1994 el presidente de la Nación ha perdido su jefatura local e inmediata
sobre la Ciudad y al darle autonomía institucional a la Ciudad de Buenos Aires, lo cual puede en
el futuro, reabrir antiguas reivindicaciones territoriales, sobre todo si se dispusiera el traslado de la
Capital a otra ciudad.
Recordemos que dentro de las atribuciones del Congreso de la Nación en el artículo 75
inciso 30 de la Constitución Nacional establece la potestad respecto de la Capital.
El artículo 75 establece que corresponde al Congreso: inciso 30: Ejercer una legislación
exclusiva en el territorio de la capital de la Nación y dictar la legislación necesaria para el
cumplimiento de los fines específicos de los establecimientos de utilidad nacional en el territorio
de la República. Las autoridades provinciales y municipales conservarán los poderes de policía e
imposición sobre estos establecimientos, en tanto no interfieran en el cumplimiento de aquellos
fines.
La cuestión de la legislación exclusiva pude considerarse anacrónica porque el artículo 129
le otorga autonomía a la ciudad de Buenos Aires, pero la mayoría de los autores sostienen que
una cosa es la Capital Federal, como entidad institucional que alberga a las autoridades de la
Nación, y otra la ciudad de Buenos Aires. La Constitución no le ha conferido a la Ciudad de Buenos
Aires la atribución de regular lo concerniente a los ámbitos federales donde se encuentran
instaladas las autoridades nacionales. La legislación sobre dichos ámbitos territoriales la debe
dictar el Congreso y no la legislatura de la Ciudad. Por supuesto que si se cambiara la Capital a
otra ciudad, la razón de ser de la cláusula sería todavía más pertinente.
La ley 24.588 fue dictada en 1995 para tutela de los intereses federales en la ciudad de
Buenos Aires en razón de conservar su condición de Capital federal. La ley ha incurrido en
excesos inconstitucionales al asignar al gobierno federal algunas competencias que no guardan
relación suficiente con los intereses federales y al mantener en jurisdicción del estado federal
funciones y organismos que tampoco los comprometen.

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