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libertad de trabajo
El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la liber
tad de trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria.
El ejercicio de estas libertades no debe ser lesivo a la moral, ni
a la salud, ni a ¡a seguridad públicas. El Estado brinda opor
tunidades de superación a los sectores que sufren cualquier
desigualdad; en tal sentido, promueve las pequeñas empresas
en todas sus modalidades.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 2), 15), 22, 23, 58, 63, 65, 71; CP.Ct: art. 44 inc. 28); D. Leg. 1044:
art 1; D. S. 030-2019-PCM.
Pero la conducción de la economía por los particulares solo es posible donde existen
libertad de empresa, derecho de propiedad, libertad de iniciativa privada, libertad de con
tratación, libre competencia y protección al consumidor; garantías que en buena cuenta for
man parte del núcleo duro de la Constitución económica y son, lo que podríamos llamar,
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ART. 59 DEL RÉGIMEN ECONÓMICO
La libertad de empresa es uno de esos derechos económicos esenciales, pero esta li
bertad no es solo una declaración positiva, una facultad que se le reconoce a todas las
(1) Cfr. PIPES, Richard. Propiedad y libertad, dos conceptos inseparables a lo largo de la historia. Tumer.
Fondo de Cultura Económica, México. 2002, pp. 14 y 15.
(2) STC Exp. N° 03116-2009-PA/TC, f. j. 9.
(3) VON MISES, Ludwig. La acción humana. Tratado de Economía. 5a edición, Unión Editorial. Madrid,
1995, p. 233.
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p r in c ip io s g e n e r a l e s ART. 59
personas, naturales y jurídicas, sino también una limitación, porque el Derecho Consti
tucional es el Derecho de la libertad y para garantizarla debe inevitablemente limitar el
poder. Allí donde el Derecho permite sin control la existencia de núcleos de poder econó
mico o de otra índole, se aleja de su esencia. Una libertad de empresa ilimitada permiti
ría una acumulación de poder en manos de unos cuantos, que invariablemente pondría en
peligro los derechos y libertades de los demás. Ya lo expuso Montesquieu<4>: “La libertad
es el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten (...) es una experiencia eterna, que
todo hombre que tiene poder siente la inclinación de abusar de él, yendo hasta donde en
cuentra límites. ¡Quién lo diría! La misma virtud necesita límites”.
Pero, si bien las limitaciones a la libertad de empresa tienen como eje central la pro
tección de los consumidores, no son solo para protegerlo a él. Aunque parezca paradójico,
tales limitaciones también benefician a los propios empresarios, sobre todo a los peque
ños quienes, sin la libertad de empresa, verían reducidas, y acaso eliminadas, sus posibi
lidades de ingresar al mercado, de crecer o de permanecer en él. En este sentido, es una
protección contra los propios empresarios.
Esta libertad tampoco es, como se podría pensar, un derecho individualista, que fa
vorece a unos cuantos, los empresarios. En realidad, su trascendencia social es enorme.
Cuando en una sociedad, la libertad de empresa no se respeta, los afectados son muchos,
peor aún, si tal violación conduce a cerrar o impedir la apertura de una empresa. Estos he
chos inciden en la vida de numerosas personas: consumidores, trabajadores, proveedores
e, incluso, el propio Estado. Por estas razones, la libertad de empresa no debe ser prote
gida solo por y/o para los empresarios, pues en rigor la empresa es un fenómeno colecti
vo. No existe violación de la libertad empresarial que afecte solo a los empresarios; afec
ta en realidad a la sociedad.
II. La empresa
La empresa es el elemento organizador de la economía, capaz de coordinar y dirigir
todos los factores que concurren en la producción de bienes y servicios. La razón de ser
de la empresa, así como su justificación, residen en el hecho de que la participación en
el mercado tiene un costo, más aún si dicha participación es recurrente como en el caso
de los empresarios, costo que se reduce cuando se utiliza la organización empresarial4(5).
Esta organización consiste en un conjunto de relaciones, contratos, que aparecen en cada
etapa del proceso de producción y comercialización. Piénsese en los contratos de socie
dad, para formalizar la empresa; los de trabajo, para el personal; los de suministro o afines,
(4) MONTESQUIEU, Charles-Louis de Sécondat. Del espíritu de las leyes. Libro XI, Caps. III, IV, Tecnos,
Madrid, 1985, p. 106.
Í5) La naturaleza de la empresa, así como su función en la economía, han sido magistralmente expuestas por
Ronald Coase en su articulo: “La naturaleza de la empresa”. En: WILLIAMSON, Oliver y WINTER.
Sydney. La naturaleza de la empresa. Orígenes, evolución y desarrollo. Fondo de Cultura Económica,
México, 1996.
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para vincularse con los proveedores; los de distribución en sus distintas modalidades, para
comercializar los bienes que produce la empresa; los financieros, para conseguir fondos
económicos; los asociativos, que permiten vincularse con otras empresas y emprender ne
gocios conjuntos; y muchos otros más que tienen que ver con diversos aspectos del fun
cionamiento de la empresa y que han permitido su gran desarrollo.
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PRINCIPIOS g e n e r a l e s ART. 59
De acuerdo con lo expuesto, puede afirmarse, en principio, que toda actividad empre
sarial directa por parte del Estado es perturbadora de la competencia, limitante de la ini
ciativa privada y la libertad de empresa. La presencia del Estado en el mercado como em
presario debe ser excepcional, además de indirecta. Debemos ser enfáticos en este punto.
Consideramos que el hecho de que el Estado posea determinadas empresas no empaña,
los rasgos típicos de una economía de mercado(6). Lo realmente perturbador es que dichas
empresas no se sometan a las reglas del mercado, posean privilegios o algún tipo de apo
yo por parte del Estado que altere completamente este sistema. Esta situación distorsio
nante no solo será posible, sino común en sociedades con un Derecho volátil y un Estado
frágil, como es la nuestra. De ahí que una lectura correcta de nuestro texto constitucio
nal, que busque equilibrar todos los derechos consagrados en nuestra Constitución, será
aquella que considere que la participación empresarial del Estado nunca debe ser directa,
es decir, que la gestión de la empresa siempre ha de estar en manos privadas, aun cuando
la propiedad o parte de ella se encuentre en poder del Estado. Para ello el Derecho ofrece
un conjunto de modalidades jurídicas que hacen esto posible.
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Hemos dicho que la libertad de empresa está compuesta por un conjunto de faculta
des que le dan entidad jurídica y que hacen realidad ese haz de libertades que implica em
prender o acometer un negocio o empresa. Estos derechos son;
(7) Cfr. DE JUAN ASENJO, Oscar. La Constitución económica española. Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 1984, p. 154.
(8) El artículo 16 de la Ley N° 26702, Ley General de Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica
de la Superintendencia de Banca y Seguros, establece que las empresas del sistema financiero, así como
sus subsidiarias, requieren para su funcionamiento un capital social mínimo aportado en efectivo, cuyas
cifras se encuentran señaladas en la referida ley.
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PRINCIPIOS generales
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(9) BASSOLS COMA, Martín. Constitución y sistema económico. 2* edición, Tecnos, Madrid, 1988, p. 152
(10) BASSOLS COMA, Martín. Loe. cit.
(11) KRESALJA, Baldo. “La libertad de empresa: fundamento del sistema economice constituctonaltzado
En: Libro homenaje a Jorge Avendaño. Fondo Editorial de la PU , nna,
(12) STC Fxp. N° 3330-2004-AA/TC, f. j. 13.
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principios g e n e r a l e s
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A cerca de la determ inación del contenido esencial de un derecho fundam ental el Tri
bunal C onstitucional ha señalado que “requiere un análisis sistem ático de este conjunto
de bienes constitucionales, en el que adquiere participación m edular el principio-derecho
de dignidad hum ana, al que se reconducen, en últim a instancia, todos los derechos funda
mentales de la persona"118).
Por último, con relación a este tema, conviene recordar que todo proyecto empresa
rial se fúnda en la propiedad privada y en la libertad económica. Detrás de toda empresa,
hay siempre alguien que pone enjuego su patrimonio o que convoca a otros para invertirlo
en su iniciativa económica1819(20). Es indudable que en esta conjunción no solo existe un inte
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rés de los particulares que en ella intervienen, sino un legítimo interés general o público.
Confluyen en esta alquimia entre propiedad y libertad, un conjunto de limitaciones como
la seguridad, la salud pública, el cuidado del medio ambiente, etc. De ahí que la libertad
más que un derecho en interés de los empresarios, sea un derecho en interés de la sociedad.
Ahora bien, seguidamente, el Tribunal precisa que “será la fase material de esta vo
luntad la que principalmente se encuentre sometida a restricciones razonables”21(22). Ello
se debe a que precisamente “la materialización de una empresa genera efectos (positivos
y negativos) sobre la sociedad, los cuales requieren fiscalización (establecimiento de lí
mites) a fin de evitar extralimitaciones en el ejercicio de este derecho y eventuales lesio
nes de bienes jurídicos constitucionalmente valiosos”(23).
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PRINCIPIOS GENERALES ART. 59
un poder de discrecionalidad que les permite, según su imaginación, actuar más allá del
ordenamiento jurídico124*.
Ahora bien, estas múltiples restricciones pueden ser desde absolutas (exigiéndose to
tal prohibición de actividad empresarial en un determinado sector por razones de seguri
dad, salud, etc.), hasta relativas, cuyas manifestaciones más comunes se dan en la exigen
cia de determinadas condiciones subjetivas y objetivas (ostentar determinada profesión,
licencias, capital mínimo, ocupar determinado lugar, idoneidad técnica, etc.). Todas estas
exigencias suelen ser impuestas por el Derecho Administrativo, y se amparan en la propia
Constitución, que es el marco básico de lo que se ha denominado “interés general”. Por
ello, tales exigencias no pueden considerarse una violación al derecho de libertad de em
presa, cuando menos no en principio. En efecto, la regulación por parte del Estado de de
terminadas actividades económicas no puede considerarse de por sí violatoria de la liber
tad empresarial, aunque desde luego podría llegar a serlo, si tales exigencias, por su nivel
de complejidad o ausencia de razonabilidad, implicaran en la práctica una efectiva limi
tación de acceso al mercado, no basada en el interés general, y en consecuencia, comple
tamente injustificada.
Por lo tanto, refiere el Tribunal, a pesar del reconocimiento constitucional del derecho
a la libertad de empresa, la referida prohibición no significa necesariamente que sea in
constitucional, puesto que, tal como se ha sostenido de manera reiterada y uniforme en su
propia jurisprudencia, en el Estado Constitucional ningún derecho o libertad es absoluto126*.
(24) Cfr. GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. “Una nota sobre el interés general como concepto jurídico inde
terminado”. En: Revista Española de Derecho Administrativo. N° 89, Madrid, enero-marzo, 1996, p. 3.
(25) STC Exp. N° 3116-2009-PA/TC, f. j. 9.
(26) STC Exp. N° 0008-2003-P1/TC, f. j. 18.
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salud, ni a la seguridad publicas’, no está haciendo otra cosa que precisar los límites den
tro de los cuales este derecho es ejercido de acuerdo a ley. Claro está que estos límites son
enunciativos y no taxativos, pues la protección correcta debe surgir de un principio cons
titucional como es la dignidad de la persona humana, el mismo que se encuentra recogido
en los artículos 1 y 3 de la Constitución'27’. Así, afirma el Tribunal, el derecho a la libertad
de empresa traspasa sus límites cuando es ejercido en contra de la moral y las buenas cos
tumbres, o pone en riesgo la salud y la seguridad de las personas. Consecuentemente, el
ejercicio del derecho a la libertad de empresa, para estar arreglado a derecho, ha de hacer
se con sujeción a la ley y, por ello, dentro de las limitaciones básicas que se derivan de la
seguridad, la higiene, la salud, la moralidad o la preservación del medio ambiente. Por lo
tanto, concluye el Tribunal, la prohibición de espacios públicos cerrados solo para fuma
dores, como cualquier otra limitación o restricción a la libertad de empresa, solo resultarán
constitucionales cuando dicha medida sea respetuosa del principio de proporcionalidad.
En tal sentido, debe tenerse cuidado con las limitaciones a la libertad de empresa. El
interés general simplemente declarado en una norma no legitima las restricciones que ella
impone a este derecho. Por interés general, el Estado puede limitar o prohibir el tráfico co
mercial de cocaína, y tal limitación o prohibición sería perfectamente legítima en la me
dida que es claro que el tema compromete la salud pública e incluso la seguridad. Pero si,
de igual manera, el Estado restringe o prohíbe el acceso del sector Privado a un determi
nado mercado, y esta limitación se hace por razones de política económica, tal situación
es mucho más discutible, pues en nuestro sistema la iniciativa privada es libre y solo lo
será en la medida en que se respete la libertad de empresa. Por consiguiente, no puede ha
ber política económica que no se base en este principio.
Si bien es cierto que la libertad de empresa es una de las expresiones más importan
tes de la libre iniciativa privada, es claro también que aquella ha de ejercerse de acuerdo
con una economía social de mercado y en armonía con el conjunto de libertades y dere
chos que componen el orden público económico consagrado en la Constitución. Lo que,
a nuestro juicio, significa que la libertad de empresa lleva en sí misma su limitación, de
terminada por los demás actores del mercado. Es decir, la libertad de empresa no está di
señada para satisfacer exclusivamente los intereses individuales del empresario, sino para
permitir que el sistema de economía de mercado funcione. En este sentido, sirve también
para proteger a los consumidores, a los demás empresarios, y al propio Estado. Ello nos
conduce a afirmar que el ejercicio de la libertad de empresa implica la exigencia de coor
dinar y compatibilizar los intereses particulares del empresario, con los intereses públicos
que configuran el interés general.
Por eso, afirmar que el mercado se organiza solo, es una falacia, pues precisa del De
recho, de reglas claras y de un Estado fuerte que las haga cumplir. No hay nada de nuevo
en esto, todos los pensadores y economistas liberales lo han afirmado. Poppefi28’ lo explicó
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PRINCIPIOS GENERALES ART.59
con absoluta claridad: Si no existe primero un sistema legal no se puede tener un merca
do libre” (...)• “Solo el caos se puede desarrollar sin un sistema legal” (...). “El mercado
libre es muy importante, pero no puede ser absolutamente libre, como ninguna cosa lo es.
La libertad absoluta es un sin sentido”. La libertad solo es posible si se compatibiliza con
la de todos. Por eso, solo se es libre si se renuncia a una porción de la libertad. Por tanto,
no debe sorprender, y menos asustar, las limitaciones aplicables a la libertad empresarial.
Otra verdad aceptada, es que no todos los actores económicos tienen el mismo poder
en el mercado. De ahí la necesidad de que el Derecho y el Estado protejan a los más débi
les (consumidores, trabajadores, pequeños inversionistas, etc.). Nuestra Constitución y las
normas infraconstitucionales han consagrado y desarrollado esta protección. En tal senti
do, la consagración de la libertad de empresa como un derecho constitucional, no puede
interpretarse como primacía sobres otros derechos.
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concentra gran parte del poder político, es insensato que le demos también el poder eco
nómico. Como afirma Fricdman,2,\ concentrar el poder político y económico conduce de
una manera inexorable a la tiranía. En un Estado en el que se concentran ambos poderes
el primer sacrificado será el mercado y con él, el hombre común (consumidor). Nuestra
Constitución ha comprendido perfectamente la necesidad de separar el poder político del
poder económico, así como la necesidad de controlarlos.
(29) Cfr. FRIEDMAN, Milton y FRIEDMAN, Rose. Libertad de elegir. Grijalbo, Barcelona, 1992, p. 17.
(30) STC Exp. N° 00001 -2014-PETC, f. j. 50.
(31) STC Exp. N° 00024-2013-PI/TC, f. j. 15.
(32) Ibídem, f. j. 16.
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Se trata del tráfico mercantil, es decir, de las transacciones que realizan los operado
res en el mercado. El vínculo entre este derecho, la libertad de contratación y la propie
dad privada es inocultable, al punto de que sin el respeto de cualquiera de estos últimos,
el primero sería inviable. De otro lado, la libertad de transacción no debe confundirse con
la libertad de comercio, y esta, a su vez, con la libertad de empresa. La primera de ellas se
refiere a la facultad que tiene cualquier particular de comprar o vender en el mercado; la
segunda alude a la libertad o facultad que tienen los particulares de hacer de las transac
ciones de determinados bienes un comercio; la tercera hace referencia al conjunto de fa
cultades que implica la creación y gestión de una organización empresarial para dedicar
se a una determinada actividad económica.
(33) Este artículo establece el principio de libertad de disposición de los bienes y señala que no se puede esta
blecer contractualmente la prohibición de enajenar o gravar, salvo que la ley lo permita.
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Ahora bien, con respecto al contenido esencial de este derecho, el Alto Tribunal ha
señalado que este se encuentra compuesto por dos aspectos. Por un lado, el derecho de
acceso a un puesto de trabajo. Por otro, el derecho a no ser despedido sino por causa jus
ta. Sin embargo, debe precisarse que el derecho al trabajo se manifiesta también en la li
bertad de trabajo (art. 59 de la Constitución); es decir, en el derecho que poseen todas las
personas para elegir la profesión o el oficio que deseen(36).
Así, y a partir de dichas consideraciones, podemos afirmar que el Estado no solo debe
garantizar el derecho de acceder a un puesto de trabajo o a proteger al trabajador frente al
despido arbitrario, sino que, además, debe garantizar la libertad de las personas de elegir
la actividad mediante la cual se procuran los medios necesarios para su subsistencia. En
tal sentido, el Estado debe proteger tanto al trabajador que labora por cuenta propia como
a aquel que tiene una relación de trabajo dependiente.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA"
LIBERTAD DE EMPRESA
La libertad de empresa se manifiesta como el derecho de las personas a elegir libremente
la actividad ocupacional o profesional que deseen o prefieran desempeñar: STC Exp.
N° 03330-2004-AA/TC (f. j. 11).
La creación de empresas no significa que al titular del derecho no se le pueda exigir requisito
alguno: STC Exp. N° 03330-2004-AA/TC (f.j. 16).
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principios generales ART. 59
Q El ejercicio del derecho a la libertad de empresa debe realizarse dentro de las limitaciones
que se derivan de la seguridad, la higiene, la salud, la moralidad o la preservación del medio
ambiente: STC Exp. N° 03330-2004-AA/TC (f. j. 32).
LIBERTAD DE TRABAJO
BIBLIOGRAFÍA
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1995; BASSOLS COMA, Martín. Constitución y sistema económico. 2a edición, Tecnos, Madrid,
1988; COASE, Ronald. “La naturaleza de la empresa”. En: WILLIAMSON, Oliver y W1NTER,
Sydney. La naturaleza de la empresa. Orígenes, evolución y desarrollo. Fondo de Cultura Econó
mica. México, 1996; DE JUAN ASENJO, Oscar. La Constitución económica española. Centro de
Estudios Constitucionales. Madrid, 1984; FRIEDMAN, Milton y FRIEDMAN, Rose. Libertad de
elegir. Grijalbo, Barcelona, 1992; GALEANO, Eduardo. Patas arriba, la escuela del mundo a l re
vés. Catálogos, Buenos Aires, 1999; GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. “Una nota sobre el interés
general como concepto jurídico indeterminado”. En: Revista Española de Derecho Administrativo.
N° 89, Madrid, enero-marzo, 1996; KRESALJA, Baldo. “La libertad de empresa: fundamento del
sistema económico constitucionalizado”. En: Libro homenaje a Jorge Avendaño. Fondo Editorial
de la PUCP, Lima, 2004; MONTESQUIEU, Charles - Louis de Sécondat. D el espíritu de las leyes.
Libro XI, Caps. III, IV. Tecnos, Madrid, 1985; PIPES, Richard. Propiedad y libertad, dos conceptos
inseparables a lo largo de la historia. Tumer, Fondo de Cultura Económica, México, 2002; POPPER,
Karl. La lección de este siglo. Temas Grupo Editorial. Buenos Aires, 1998; VON MISES, Ludwig.
La acción humana. Tratado de Economía. 5* edición, Unión Editorial, Madrid, 1995.
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