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ETICA JURIDICA

1. CONCEPTO

Etimológicamente el vocablo ética deriva del griego ETHOS, que significa


costumbre o hábito. Su sinonimia con el término moral proviene de la
generalización del uso de la voz latina more, que significa lo mismo que
ethos, es decir, costumbre.

La ética es la esencia de los actos humanos, ciencia del bien y del mal,
ciencia de la voluntad en orden a su último fin, ciencia de los principios
constitutivos y fundamentales de la vida moral natural.

La palabra moral significa etimológicamente lo mismo que ética. En dicha


circunstancia, en las definiciones hay un fondo común, que es la voluntad
libre en acción.

En la doctrina jurídica se define a la ética como una rama de la filosofía


que trata de la ciencia, el origen y el carácter obligatorio de la moral y, en
relación con esto, de la conciencia moral, el libre arbitrio, etc., que conlleva
a la rectitud de la conducta humana, que, por encima de la perfección o
eficacia de su resultado, tiene en cuenta la bondad o la perfección misma
de su actuación, en función del bien propio de cada uno de sus
semejantes.

Desde la Antigüedad, el concepto de lo ético se identificó con la idea de lo


bueno, justo, equitativo, honesto y correcto. Se consideraban éticos los
actos humanos que obtenían un resultado favorable para el hombre y eran
calificados como buenos, así tenemos:

 Aristóteles, lo definio como el temperamento, costumbres, hábito,


modo de ser carácter del que emana las virtudes.
 Zenón de Citio, (filósofo griego) manifiesta que el ETHOS, es la fuente
de la vida, de la que emanan los actos humanos.

 Homero, primero en utilizar la palabra ETHOS, para él es lugar


habitado por hombres y animales.

 Sócrates, primero en utilizar el concepto ÉTICA, señala que es la teoría


o ciencia del comportamiento moral de las personas en sociedad, o sea
ciencia de la conducta humana.

 Martín Heidegger (pensador contemporáneo) se refiere al ETHOS como


a lugar o morada y por ello dice que la morada o ETHOS del hombre es
el ser.

La justicia en todas sus formas y en su principio fundamental es una parte


de la ética, de modo que solo en armonía con la ética en general puede el
hombre vivir realmente la plenitud y concreción de su vida.
Originariamente la ética surgió como una doctrina de las costumbres, es
decir, como una teoría de los actos humanos habituales ordenados de
modo objetivo en virtud de ciertos principios presupuestos o postulados
por el hombre mismo. Luego la ética se convierte en la disciplina que

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estudia o reflexiona sobre lo que es bueno o malo, correcto o incorrecto,
desde el punto de vista moral.
La ética normativa puede considerarse como una investigación dirigida a
establecer y defender como válido o verdadero un conjunto completo y
simplificado de principios éticos generales, y también otros principios
menos generales, importantes para establecer el fundamento ético de las
instituciones humanas relevantes.

2. UBICACIÓN DE LA ETICA

Para la ética, su campo de estudio y saberes es un tema de discusión


constante pero que siempre vuelve al acto moral.

Al iniciar con el pensamiento Aristotélico, el cual continúa siendo uno de


los de mayor referencia en el campo de la filosofía y por ende en la ética,
bajo su óptica los problemas de toda clase podían dividirse en: lógicos,
físicos, biológicos, psicológicos, económicos y éticos y políticos.

En el marco de su pensamiento, la ética y la política eran inseparables la


una de la otra, pues buscaban una respuesta a cuál es para el hombre
estilo o parámetro de vida y en función de esta reflexión sería posible elegir
un régimen político, que garantizará el bien humano. 

Por otro lado, para Jean Peaget, las disciplinas filosóficas estaban
comprendidas por el estudio de la moral, metafísica, teoría del
conocimiento en general entre otras. Las disciplinas filosóficas buscaban
un análisis de la totalidad de la experiencia humana, incluso los problemas
de valores, y es aquí donde se puede deducir que se encuentra la ética,
pues esta se encarga de reflexionar sobre los problemas morales y de
valores.  

3. OBJETO DE LA ÉTICA

El objeto de la ética es la moralidad. Y por moralidad se entiende el


carácter de bondad o malicia de las acciones humanas. Mas como al fin las
acciones humanas adquieren este carácter según la relación que guardan
con el deber, se puede también decir que el deber en general es el objeto
de la ética. Este objeto de la ética se le amplía o se le restringe en grados
muy diversos, hasta dar normas prácticas a las acciones humanas.

El objeto de estudio de la ética profesional es que trata sobre el conjunto de


ciertas disposiciones jurídicas que rigen el ejercicio legal de la profesión,
las condiciones legales, justas y legítimas en que el abogado debe
desempeñarse en su actuación de tal; su responsabilidad legal frente al
cliente, a la contraparte, al Tribunal y aun frente a la sociedad. Tales
obligaciones se involucran en los deberes de la Ética Profesional (ejemplo,
guardar el secreto profesional, deber de lealtad, probidad y buena fe en
juicio, deber de no obstruir el curso de la justicia y no cometer faltas
contra la dignidad, autoridad o decoro del Juez, obligación de atender con
ciencia y diligencia los asuntos que se le encomiendan, bajo pena de
responsabilidad legal por daños y perjuicios, etc.), pero tales deberes y
responsabilidades también son jurídicas, encuadran dentro del ámbito del
derecho, aun cuando tengan un fundamento y un contenido ético del cual
el derecho no puede desinteresarse. Pero, al fin, son normas de derecho

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porque, por su naturaleza, entran en ese ámbito de la conducta humana,
que es materia apta y adecuada para ser informada y reglamentada por la
ley en el sentido jurídico.
4. SISTEMAS DE ETICA

Sistema es el conjunto de reglas o principios sobre una materia, enlazados


entre sí, o conjunto de cosas que ordenadamente relacionadas entre sí
contribuyen a determinado objetivo.

Los sistemas principales de la ética ordenados en conjunto se dividen en


dos grandes grupos según se dé a la moralidad un carácter necesario y
absoluto, según como presentamos en la gráfica que se incluye:

a) Sistema de ética condicionada

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 Sistema de ética condicionada por el placer.
No está en nuestra mano ni a disposición de nuestro libre albedrío el
hacer que una operación determinada de cualquiera de nuestras
potencias nos resulte agradable y placentera.

Esto viene de antemano determinado por la naturaleza, por Dios. Y


siendo el placer algo que atrae y mueve a ejecutar la acción, no
puede concebírselo sino como indicio y determinante de algo que
conviene a la naturaleza, de algo por consiguiente que es bueno.

Este caso puede considerarse en la vida individual y social, por


cuanto el placer de cada individuo está íntimamente relacionado con
el placer social.

 Sistema de ética condicionada por la sociedad.


Las acciones humanas en las cuales el carácter moral aparece de
una manera más clara e inmediata son aquellas por las cuales un
hombre se relaciona con los otros hombres. Por otra parte, la
sociedad no es sino una especie de receptáculo en el cual se reciben
y se fijan las experiencias individuales. En este caso, la ética es un
producto de la vida social del hombre y depende en absoluto del
estado social en que cada pueblo se encuentra en un momento
histórico determinado, considerando que el bien integral del hombre
es el bien social, y tanto más cuanto que alcanza a ser más amplia y
profundamente humano, en la que se encuentra un valor preferente
el bien presente sobre el pasado, y sobre todo el bien futuro sobre el
presente.

 Sistema de ética condicionada por la voluntad divina.


En la moral teológica se dice con verdad que hay cosas que están
mandadas porque son buenas y que hay otras que son buenas
porque están ordenadas, entonces hay acciones tan íntimamente
relacionadas con la esencia misma del hombre, con la posible
perfectibilidad que fluye de su misma esencial constitución, que no
puede depender sino del principio mismo del cual dependen las
esencias de las cosas, es decir, en todo caso, de la inteligencia
soberana de Dios.

b) Sistemas de ética absoluta

 Sistema de ética por facultades especiales.


En este caso, la ética se nos revela por el instinto, por intuición, por
la conciencia o por cualquier otra facultad especial innominada.

La objetividad de la ética nos revela en forma diversa y nos impone


al fin, y con fuerza de ley superior, a nuestro puro albedrío, a
nuestro placer o nuestra conveniencia. Ese impulso divino, que es lo
que viene a ser la ley moral, se revela por el instinto.

La razón podrá desentrañar el contenido de ese instinto, pero nunca


variarlo. Principio que subdivide en:

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 Ética del sentido moral. Sostiene que las cosas son buenas o
malas no por voluntad ni disposición de nadie, ni aun de Dios,
sino por naturaleza. Esta ley, que es propiamente la ley moral,
es el sentido moral el que la percibe.
 Ética de la simpatía. Surge en nosotros como puro efecto de
simpatía o antipatía; el proceder ajeno choca con el conjunto de
sentimientos capaces de determinar nuestra conducta. Al
prójimo le juzgamos moralmente antes de juzgarnos a nosotros
mismos; y solo por virtud de aquel juicio llegamos a juzgar
nuestras acciones propias.

 Sistema de ética por la inteligencia

 Intuicionismo. Sostiene que nuestras ideas no son resultado de


la actividad de nuestra inteligencia, sino que están impresas en
ella por Dios desde el principio. Por ello, la idea de bien es la idea
suprema y se identifica con el mismo Dios. Junto a esa idea
suprema encontramos en el alma las ideas de las virtudes:
sabiduría, justicia, piedad. El ser que se conforma con ellas
realiza su misión y alcanza su fin, que no puede ser otro que la
felicidad.

 Tradicionalismo. Considera que la razón humana ni puede nada


por sí misma en orden a las ideas morales, ni tampoco las ha
recibido de Dios, por impresión directa, como quieren los
intuicionistas, sino que los ha recibido de Dios por enseñanza,
esto es, por un influjo externo y transeúnte; en consecuencia,
solo llega a nosotros por la tradición oral o escrita.

 Sistema de ética conocida por la razón autónoma.


Sostiene que las cosas naturales cumplen necesariamente su ley;
pero el hombre la conoce por medio de la razón y debe obedecerla.
Esta relación de deber, de someterse a la ley, es propiamente la
obligación moral; esta ley moral se nos impone de una manera
absoluta, incondicionada y categórica.

El imperativo categórico no es sino la ley moral, que la razón


descubre dentro de nosotros.

 Sistema de ética conocida por la razón integral objetiva.


Consiste en que se acepta la razón como instrumento para llegar a
conocer la ley moral, porque los conocimientos de nuestra razón son
objetivos, es decir, corresponden a la realidad, no solo por la razón
de la práctica, sino aun como razón especulativa.

5. METAETICA Y ÉTICA NORMATIVA


 
En la vida cotidiana, en las relaciones sociales y personales, en la vida
política, en las relaciones laborales, en los negocios y en prácticamente
todas las facetas de la actividad humana encontramos frecuentes
referencias a hechos o cuestiones que son calificados como “buenos”,
“correctos”, “malos”, “incorrectos” o que mencionan los “deberes”, las
“obligaciones”, los “derechos” o las “virtudes”. Los enunciados que

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contienen estas expresiones son enunciados valorativos que corresponden
al campo de la ética.

La metaética considera los significados y las interrelaciones de significado


de las palabras éticas. Esta se refiere a qué significa la gente cuando se
refieren a los actos como buenos y malos, con las variables que controlan
el comportamiento de juzgar los eventos en esta forma. La meta-ética,
como su nombre lo sugiere, es un tipo de teorización acerca de las teorías
acerca de la ética, toma una mirada a las teorías éticas. La ética normativa,
en contraste, es un término que describe las teorías que intentan el estudio
de los aspectos prácticos fundamentales de la ética, teorías de la conducta.
Las teorías normativas se desarrollan en un intento de proporcionar
principios guía para la conducta y para defender códigos morales.

En más allá de la libertad y la dignidad, B. F. Skínner (1971) proporcionó


un análisis de los valores y del comportamiento moral que está de acuerdo
con la metaética del filósofo en el sentido en que se ocupó del significado
del discurso moral o discurso de valores al preguntarse sobre lo que se dice
cuando una persona se refiere a valores o moralidad. Tomando como punto
de partida el análisis de Skínner, otros autores han extendido y han
elaborado el análisis y han considerado implicaciones adicionales en el
dominio de las teorías éticas. En línea con otros autores conductuales aquí
argumentaré que el conductismo ofrece una meta-ética plausible, en virtud
de lo que se conoce en el campo de los orígenes y el mantenimiento del
comportamiento.

Hay algunas ocasiones en las explicaciones comportamentales cuando el


programa metaético se confunde con un programa normativo,
específicamente cuando el intento de explicar los orígenes del discurso de
valor o del discurso moral se confunden con un intento de identificar
principios prescriptivos para el comportamiento. Los conductistas, como
individuos y como una comunidad, tienen tanto derecho a comentar sobre
normas y conducta apropiada como cualquier otra persona o comunidad,
pero como todos los demás sistemas filosóficos (incluyendo otros intentos
de una ética normativa) el conductismo, el análisis científico y filosófico, es
incapaz de proporcionar una teoría completa de cómo debemos vivir o que
debemos valorar.

6. LA ÉTICA COMO NORMA GENERAL

El ser humano está destinado a vivir en comunidad, por lo que requiere de


normas morales y éticas para garantizar la armonía social. Para cumplir
dicha función los miembros de la sociedad tienen que obligatoriamente
aplicar las reglas de la ética, que es ciencia práctica porque enseña no solo
las reglas supremas aplicables de leyes, sino también las reglas próximas
aplicables a los actos particulares. En ella están establecidas las reglas de
conducta humana dentro del orden natural y con relación al fin último del
hombre, considerando como tal a la felicidad natural; sus actos deben ser
regulados teniendo a la consecución de ese fin, tanto en lo que se refiere al
propio bien del hombre como en lo concerniente al bien de los demás.

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El hombre celoso de su dignidad respeta en su vida no solo las leyes, sino
también las normas morales. Lo mismo pasa con el ejercicio de cualquier
profesión, ya que quien ejerce alguna de ellas debe respetar no solo el
correspondiente régimen jurídico, sino también las normas éticas que se
reputen de observancia obligatoria en el medio en que actué: solo así
llegará a ser un profesional digno y respetado.

En consecuencia, toda persona que se dedique a un ejercicio de una


profesión debe ceñirse a las normas generales de la ética de una profesión,
considerada en su concepto más amplio como la dedicación habitual de
una persona a una específica actividad de trabajo, el cual constituye su
modo y medio de vivir. Esta actividad le permite establecer múltiples
relaciones sociales.

Si tenemos en cuenta que todas las profesiones intelectuales están


calificadas como servicios de necesidad pública, o como funciones
públicas, puede advertirse que las reglas de deontología desempeñan un
papel importante con respecto a dicha función social.

En lo que respecta a la abogacía, cuya misión es buscar la Justicia, a ser


posible con mayúscula, ofrece más que otra alguna quizá un espinoso
camino a sus seguidores. Tal vez en ella está la razón de la existencia de
tantos abogados, abstraídos totalmente del ejercicio profesional.

Pero, también existen los obstáculos y amargura con que tropieza el


Abogado en su diaria función, los cuales son solo compensados cuando se
tiene plena convicción de haber cumplido con el propio deber.

El abogado es hombre de confidencias, acuden a él, confiadamente, los que


necesitan de su consejo y de su patrocinio: a él le abrirán sus clientes las
puertas de sus almas, seguros de que nada, ni nadie, le hará revelar los
secretos que se le confíen. Así podrá penetrar en lo más íntimo de las
conciencias de aquellos para aconsejarles, según los dictados de la recta
razón de la Justicia. Los secretos del honor, de los que depende a veces la
tranquilidad de las familias, le serán revelados sin temor; aquellas
confidencias, en las que se juega, no solo los intereses sino la fama y la
libertad e incluso la vida, le será hechas sin reservas. Conocerá así, el
Abogado, los errores —y a veces los horrores— de los hombres, sus
pasiones íntimas, los motivos tentadores, las flaquezas del alma, los
egoísmos, los apetitos de la codicia humana; y también los callados
sacrificios heroicos y los dolores que atenazan el alma, los afectos sinceros
y, en fin, cuánto hay de vil y de sublime en el alma de sus confidentes, al
volcar en él sus amarguras y sus temores, seguros de discreción absoluta,
en demanda de consejo, orientación y defensa.

El abogado para cumplir dicha función debe ejercer la profesión


considerando esos aspectos éticos, porque la respetabilidad de la abogacía
debe fundarse no solo en la adecuada preparación técnica, sino muy
especialmente en la corrección y dignidad de la conducta del abogado. La
ética exige no solo comportarse bien con respecto a sí mismo, sino
comportarse bien con los demás y con la sociedad en donde radican los
deberes de justicia y de derecho.

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Raymundo M. Salvat señala que: “al abogado se le confía el honor y la
fortuna de sus clientes, los bienes morales y materiales más preciados, el
sosiego y el bienestar propio de la familia y de la sociedad. El abogado
con sus sanos consejos previene el mal de la turbación, con sus rectas
decisiones apaga el fuego de las ya encendidas discordias, de él
depende el consuelo de los miserables; por eso, sus casas son templos
donde se adora la justicia; sus estudios santuarios de la paz, sus bocas
oráculos de las leyes; su ciencia brazo de los oprimidos. Con su acción
cada uno tiene lo suyo y recupera lo perdido; a su voz la iniquidad, se
descubre la mentira, rompe el velo la falsedad, se destierra el vicio, y
tiene seguro apoyo la virtud.”

En tal razón, el cumplimiento de las normas de la ética para los abogados


está vinculado en todos sus actos, su importancia constituye en sí misma
un hecho auspicioso y viene a cubrir una sentida necesidad moral para la
convivencia humana. Cada uno de los casos que defiende se fundamenta
en el principio general de ética que consiste en no perjudicarlos con sus
servicios a sus clientes, sino en hacerles un bien.

En conclusión, la justicia humana es la síntesis de la vida real, en aquello


que pueda interesar al Derecho. Tiene a la moral como esencia, de ahí el
primer precepto jurídico: —honeste vivera— pero no una moral abstracta,
como pueda concebirla un filósofo sino una moral positiva, tal como es
sentida por la general conciencia social. La Justicia que interesa al jurista
es extremadamente variable en el tiempo y en el espacio, como es diversa y
variable la vida. Lo que les parecía justo a los romanos puede no
arecérnoslo a nosotros, del mismo modo que lo que hoy parece justo puede
estimarse injusto al cabo de unos decenios.

Y es que la Justicia entre los hombres solo es concreta y eficiente en un


momento determinado, según estados de opinión y de conciencia sociales,
arraigados en el corazón de los pueblos. Por eso, aunque la idea de una
Justicia Superior que se vislumbra en el horizonte infinito de la evolución
humana sea en definitiva el hálito que inflama y da vigor a esa noble y
ambiciosa aspiración, rueda y motor del mundo, continuamente nos
encontramos con el drama insuperable de no poder ser partícipes de sus
dichosas y anheladas bienaventuranzas.

7. ÉTICA JURÍDICA Y PROFESIONAL

¿Qué hace la diferencia entre un buen profesional y otro que no lo es


tanto? Los factores pueden ser diversos, pero en el ejercicio de la profesión
del abogado, sin lugar a dudas, la ética jurídica y el compromiso con el que
se toma un asunto jurídico son los pilares de un buen profesional. Sin
embargo, al momento de responder a la confianza depositada por los
clientes, será trascendental el saber cumplir las exigencias, ya que es
primordial en un buen ejercicio profesional, y la responsabilidad con la que
se realice esta tarea, marcará profundamente la diferencia.

Es común escuchar a personas insatisfechas con el trabajo que su abogado


les realizó. Ante una expresión como ésta, nada se puede opinar al
respecto, por desconocerse los factores que influyeron, por lo que no es
dable emitir juicio alguno, ya que el ejercicio profesional de un abogado no
sólo depende de él, sino que también depende de las resoluciones de los

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tribunales u otras instituciones, etcétera. Por el común de la gente se
malentiende el trabajo jurídico, ya que al momento que se contrata los
servicios de un profesional del Derecho, su desempeño deber ser
igualmente profesional, siendo por tanto una obligación de medio y no de
resultado, ya que la decisión judicial siempre será incierta, y no depende
del profesional, el cual puede haber agotado todos los medios, recursos y
acciones que la ley contempla para representar o defender a su cliente de
buena forma, y aun así, obtener una sentencia o resolución desfavorable.

La ética profesional es muy importante al momento de marcar diferencia,


ya que si se ejerce la profesión de abogado con transparencia y se explicar
claramente, en términos simples lo que sucede en el asunto jurídico que se
la ha encomendado, de manera tal que cualquier persona pueda entender,
el cliente quedará satisfecho, porque estará siempre informado.

El comprometerse con el asunto encomendado, el actuar siempre de


manera transparente, el mantener una comunicación directa y el
proporcionarle información oportuna al cliente, marcará siempre diferencia
entre un buen profesional del derecho y otro que no lo es.

En el ejercicio de la profesión, el abogado debe tener presentes ciertos


principios éticos en su relación con los demás:

 Del abogado con la sociedad: Compromiso social, lealtad al ejercicio


profesional, honorabilidad y veracidad.
 Del abogado con su gremio: Colegiación, superación profesional,
actualización y competencia leal.
 Del abogado con su patrocinado: Secreto profesional, espíritu de
servicio, honradez, información de la parte, lealtad a pactos,
seguimiento del caso y cobro justo, entre otros.

8. IMPORTANCIA DE LA ETICA

Como hemos venido analizando, el hombre es un ser ético y, al mismo


tiempo un ser social; lo ético se da en él como ser en sí y como ser social,
vale decir que el hombre siente las manifestaciones éticas en su intimidad
come problemas de conciencia y en su vida de relación como problemas da
convivencia.

Por eso la vida del hombre está sujeta a una serie de obligaciones y normas
ligada esencialmente a los conceptos del bien y del mal que establecen la
sociedad, la costumbre y el derecho, etc. Pero ninguna tan fuerte como la
norma ética, tan necesaria para una auténtica paz interna y externa del
hombre.

Las normas éticas son por naturaleza mutables en cierto grado y también
condicionables a particularidades de tiempo y lugar.

Los valore éticos son de suma importancia en la vida de hombre porque su


cumplimiento descansa en el sentido de lo moral y, por ende, del hacer, del
ser humano; no son ni permanecen en una zona neutral e indiferente al
hombre; al contrario, por vocación y destino son y valen para este; por eso

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los valores éticos gravitan sobre el hombre con carácter exigente e
imperativo a lo largo del camino de su vida, tan lleno de peligros.

Para el abogado, este conjunto coordinado de normas éticas, que a la par


trasunta un estado de conciencia colectiva, aquilata con su simple lectura
la conducta de unos, sirve de estímulo en la práctica profesional de los
otros y delimita el radio de acción en que debe modelarse la probidad de
todos, teniendo como fundamento y fin la defensa permanente del derecho
y el afán constante de hacer justicia por el camino de la ley y de la moral.

Las reglas éticas deben respetarse para que la profesión, al ser


desempeñado con honor, pueda ser un augusto ministerio.

Gregorio Marañón considera que “la ética profesional brota como


una flor espontánea de la vocación.» De ahí, se pueda expresar que,
en la mayoría de los casos, la actuación ética del profesional depende
del encuentro justo y logrado de las coordinadas de la vocación y
preparación profesional”.

Las reglas de la ética profesional no se establecen en el interés privado de


los abogados, ni en el interés particular de los clientes; dichas normas
regulan los límites de los deberes profesionales. Las leyes y los reglamentos
de las funciones de los abogados son de orden público, reposan en
concepciones consideradas por el legislador como esenciales a la existencia
de la sociedad: como tal garantiza la competencia y probidad de un servicio
público auxiliar de la administración de justicia. Sus derechos son más
bien funciones y prerrogativas de derecho público que verdaderamente
derechos privados. Las reglas éticas profesionales responden a los derechos
que son acordados para los abogados, y tienen su fundamento en las
disposiciones legales, en la moral y en las tradiciones.

9. CONOCIMIENTO DE LA ÉTICA

Lo que es explícitamente conocido en la acción moral es justamente el acto


que se va a realizar y su interpelación positiva o negativa, exigiendo su
realización o prohibiéndola, a la libertad humana. Por esto se dice que el
conocimiento propio y específicamente moral es un conocimiento práctico,
es decir, un conocimiento que acompaña y dirige la acción, orientando el
recto uso de la libertad. La rectitud de nuestras acciones no se deriva
directamente de su adecuación a unas normas universales, del mismo
modo que la rectitud de un proceso constructivo se deriva de su exacta
adecuación a los planos previamente establecidos.

El hombre recto no es el que convierte su conducta en un "caso" que refleja


exactamente la ley universal. Esto no quiere decir en absoluto que no
existan exigencias o normas morales de validez universal. Advierte
solamente que el obrar recto no es medido por la norma universal, de la
misma manera que la ley de gravitación universal mide la atracción de las
masas. Esto no sólo es falso, sino que, además, es evidentemente
imposible: la rectitud o prudencia de nuestras acciones no puede
aprenderse con lecciones o con libros, como se aprenden los conocimientos
teóricos. Cuál es la acción prudente no es una cuestión teórica, sino
práctica, es decir, ligada a la situación y circunstancias concretas; por esto

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sólo puede "saberlo" en cada caso la persona prudente, la persona que
tiene tal con naturalidad con los valores, en juego en cada situación, que
es capaz de dar con la solución adecuada en cada caso.

10. LA ÉTICA JURÍDICA Y EL PODER

Las personas se dan cuenta de que la ética vende, desde el punto de vista
político, desde el punto de vista empresarial y desde el punto de vista
profesional.

Podemos preguntarnos: ¿Para qué sirve la ética? Primero, para ser


personas correctas, que no es un mal propósito. Para eso hay que tener
ideales de justicia y de vida buena. La ética sirve para ser justos y felices.
Desgraciadamente a mayor poder, menos ética. El poder corrompe y el
poder absoluto corrompe absolutamente. Uno de los grandes desafíos del
siglo XXI es conseguir que la gente que tenga poder también tenga ética.
Que la ética llegue al poder será parte de la salvación de la humanidad.

Estamos en una época en que el poder tiende a concentrarse desde el


punto de vista político, pero todavía más desde el punto de vista
empresarial.

En el terreno de la política se cumple menos con la ética debido a la


obsesión por llamar la atención para conseguir votos. Si la ética abandona
la política está en peligro la democracia, porque a los políticos se les
solicitan pocas responsabilidades. Los políticos deberían rendir cuentas y
ser responsables de las tareas que llevan a cabo, y los ciudadanos deberían
ser más participativos. El principio de la democracia debería ser el
protagonismo de los ciudadanos. Los ciudadanos tienen que darse cuenta
de que la democracia es el gobierno del pueblo y que los políticos tienen
que ser unos coordinadores y mandatarios de las sugerencias, los
proyectos y las necesidades de la sociedad.

11. DIFERENCIAS ENTRE CODIGO ETICO, LA ETICA Y LA MORAL


PROFESIONAL

En la doctrina jurídica se ha tratado de establecer las diferencias de dichos


conceptos.

a) Código ético es el conjunto de normas que tiende a promover y


garantizar el comportamiento y la conducta profesional, imponiendo
sanciones disciplinarias, expresamente previstas y catalogadas por el
legislador.
De tales sanciones derivan consecuencias jurídicas ya sea en el ámbito
estatal, así como en el grupo profesional que forma parte.

b) La ética consiste en el logro de valores más que la consecución de un


beneficio económico.

c) La moralidad profesional consiste en la realización subjetiva y


personal de la inserción de aquel en la profesión.

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