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la enseñanza
de la lengua
y la literatura
Gustavo Bombini
CAPITULO 2
EL CONOCIMIENTO
ESCOLAR SOBRE
LA LENGUA
Y LA LITERATURA
Por fuera del posicionam iento que fija n los NAP y su res
cate de los “saberes” com o configuradores del cu rricu lu m y a la
ve / asumiendo una perspectiva contraria a la que sustenta el tipo
de propuesta c u rricu la r a la que podríamos lla m a r “academ icis-
ta ”, propia de los años ’90, caracterizada por un exceso de c o n
fianza en los poderes de la teoría para resolver los problem as de
la práctica, algunos desarrolíos en didáctica de la lengua prove-
nientes del cam po de las ciencias de la educación plantean que
ciertos problem as de la enseñanza de la lengua se resuelven en
el tra b a jo con prácticas de lectura y escritura efectivas en el aula.
En relación con estos desarrollos didácticos y curriculares, in te
resa d is c u tir acerca de la consistencia epistem ológica y d id á c ti
ca de estas prácticas de lectura y escritura, puestas en el centro
del currículum y consideradas en sí m ism as como contenidos de
enseñanza. Esas prácticas definidas en algunas propuestas como
“quehaceres del le cto r” y “quehaceres del e sc rito r” 15 suscitan una
serie de preguntas polémicas sobre las que es necesario indagar.
¿Qué significa desde el punto de vista de lo que entendem os por
conocim iento escolar d e fin ir a las prácticas o a los “quehaceres”
como contenidos de enseñanza? ¿Qué tipo de saberes son los sa
beres sobre ías prácticas? ¿Sobre qué tradición disciplinaria y de
investigación se sustentan? ¿Qué e sta tu to epistem ológico recono
cen en ta n to saberes acerca de la lengua y la literatura? ¿Qué tipo
de discusiones se tra m a n con la propia tra d ición disciplinaria? Al
respecto, la investigadora Emilia Ferreiro se pregunta en el prólogo
del libro escrito por la especialista Delia Lerner en el que se expone
la propuesta curricular:
Veo con simpatía e interés ese cambio de foco, creo que es suma
mente oportuno e innovador, pero en términos de ta transposición
didáctica me pregunto: ¿cuál es la ciencia que se ocupa de la con-
ceptualización de las prácticas de lectura y escritura? [...] ¿Será aca
so la historia de la disciplina de referencia, al menos por contraste?
¿0 bien ta didáctica está interpelando a la sociología o a la antropo
logía de ta lectura y la escritura para que contribuyan a construir sus
parámetros de referencia?16
A continuación Ferreiro cita a la autora prologada: "Las p rá c
ticas actuales serán objeto en el fu tu ro de nuevos estudios desde
la perspectiva sociológica e histórica. M ientras ta n to [...] resulta
necesario recurrir a u n análisis intu itivo y no tan riguroso como se
ría deseable de algunos aspectos de las prácticas, de los q u e h a
ceres de lectores y e scritore s” . Frente a lo que Ferreiro comenta:
“ Es precisam ente ese recurso a un ‘análisis intuitivo' de las p rá c
ticas contem poráneas lo que resulta problem ático, más aun en
m om entos de rápidos cam bios en esas m ism as p rá ctic a s ” . Por fin,
Ferreiro se encarga de aclarar que no está cuestionando el interés
y pertinencia del planteo curricular, sino que se refiere “exclusiva
m ente a los problem as teóricos vinculados con un cam bio de foco
en la concepción del ‘objeto de enseñanza’”.
Sin prestar acuerdo a esta ú ltim a salvedad de Ferreiro, creo
que el riesgo es im portante, al menos m irado desde la perspectiva
de una d id á ctica específica que afirm e la im portancia de lo discipli
nar en su construcción. La d ific u lta d para de fin ir nítidam ente cu á
les son los contenidos que se juegan en esas prácticas - p u e s para
esta posición las prácticas son en sí m ism as c o n te n id o s - parece
ignorar la existencia de las propias investigaciones en los campos
específicos y el hecho de que las disciplinas escolares se c o n s tru
yen a p a rtir de tradiciones preexistentes, por lo que resulta difícil
im aginarse una construcción cu rricu la r que pueda im p la n ta rse sin
tener en cuenta saberes y prácticas preexistentes. Frente a esta
ambigüedad en la definición de las teorías de referencia, caracte
rizadas com o “ in tu icio n e s” , es necesario recordar que las teorías
lingüísticas y literarias, en ta n to teorías referidas a objetos y prác
ticas sociales y cu ltu ra le s diversos, entendidas como contenidos
en el sentido más tradicional, se presentan como marcos de refe
rencia indispensables para reflexionar sobre las prácticas de lec
tu ra y escritura. Asimism o, el interés por rem itirse a ciertas prác
ticas sociales de lectura y escritura exteriores a la escuela, como
los llam ados proyectos, que opera en estas propuestas como una
fue rte decisión didáctica, corre el riesgo de forzar la recon stru c
ción de situaciones de enunciación, al extrem o de sostener que no
existe otra fonna de llevar adelante una propuesta de enseñanza
de la lengua si no es en el marco de proyectos que señalan unos
■ propósitos “ reales” . Parece desvirtuarse aquí la relevancia de la
: propia escuela como espacio social en el que se leen y se escriben
determ inados géneros que tienen sentido en sí mismos, en ta n to
la escuela propone su propio universo discursivo. El im perativo de
los proyectos - d e aula, in s titu c io n a le s - se presenta como reduc
tor en su afán d idactizante y parece dar cuenta de una tendencia
m eram ente practicista que, en su peor versión en el aula, puede
llegar a excluir la reflexión m etalingüística y m eta lite ra ria del ho
rizonte de las prácticas. Para esta perspectiva, no habría saberes
posibles a enseñar, sean éstos gram aticales o más te xtu a lis ta s o
te órico-literarios, y, entonces, el saber sobre la lengua y la lite ra
tu ra como objeto de enseñanza generador de curiosidad y afán de
conocim iento puede quedar “ju s tific a d a m e n te ” relegado.
No se tra ta de recurrir o tra vez a la receta academ icista, no
estoy pensando en eso, sino que el tip o de preguntas que surgen
de una consideración del conocim iento escolar que atienda a las
prácticas como parte de la lógica de su constitución cuestiona
la relación mecánica o adaptativa del conocim iento científico al
conocim iento escolar. Una perspectiva que reconozca al conoci
miento escolar como una construcción social e histórica habrá de
tener en cuenta los contextos de producción y circulación de ese
conocim iento en su ingreso a la escuela, a la vez que reconocerá
los modos en que la historicidad del propio saber disciplinario en
la escuela incide en sus procesos de tra n sfo rm a ció n y cambio. El
conocim iento escotar sobre la lengua y la lite ra tu ra propone un re
corrido de construcción histórico que es inevitable conocer en p ro
fundidad a la hora de avanzar en cualquier intento de modificar,
de mudar, de cambiar, de reinventar en el cam po de una disciplina
escotar. No existen innovaciones desde la nada, sino tram adas en
una historia previa.
Una mirada hacia el conocim iento desde las prácticas nos
obliga prim ero a advertir que aquello que entendem os por p rá c ti
ca, i;oino veremos en el próximo capítulo, no se reduce a la produc-
ción prescriptiva fo rm u la d a en libros de texto o m ateriales curri
culares, ni a los resultados propositivos obtenidos por los didactas
en sus investigaciones de aula, en las que se “ prueba" la eficacia
de ta l o cual propuesta de tareas o secuencia didáctica. Una m ira
da sobre el conocim iento escolar que atienda a las prácticas habrá
de acercarse a los lugares donde ese conocim iento posible es o b
jeto de ia mediación de un profesor, de sus decisiones de recorte, a
la vez que es reconstruido por un grupo de alum nos determ inado.
Sólo con este acercam iento será posible entender qué es lo que
ocurre cuando una nueva teoría lingüística es enseñada en e! aula
o cuando una novela experim ental plantea desafíos de lectura en
un grupo de alum nos de la escuela secundaria.
Notas