GUINTUI

CANTO DEL CIELO. N-1

-------- Para concretar esta idea no podemos

doblegarnos ante la individualidad del sujeto y
sus prácticas separatistas, sino que también
hay que actuar y pesar como una sola voz,
como un solo Pueblo.

Comuneras y Comuneros, este año 2023 nos

esperan tres tareas principales:

1.- Organizar a nuestra comunidad en esta

nueva asociación: Debemos entender que un
grupo ordenado y estructurado nos permitirá
Estimadas comuneras y comuneros, a través de el conocernos mucho mejor, creando nuevas
este boletín queremos enviarle un cariñoso y estructuras legales para los nuevos desafíos.
fraternal saludo a cada una y uno de ustedes y sus
familias. Como ya es sabido nuestro Colectivo
2.- Desarrollar institucionalidad Diaguita: La
avanza cada día más y más en la organización y la
Lealtad hacia nuestros líderes o lideresas debe
recuperación de nuestras tierras ancestrales,
logrando ser hoy el Pueblo Originario más potente ser inquebrantable, para de esta forma, los
de la región de Atacama. Para nosotros como dirigentes de la Comunidad tengan el respaldo
Comunidad es importante poder seguir avanzando para activar las acciones que sean necesarias
no solo en lo material, sino que también en lo en beneficio de nuestro pueblo.
cultural, en lo social, en nuestra cosmovisión y
sobre todo en lo lingüístico, por lo cual es 3.- Traspasar nuestra cultura a las niñas y niños
primordial que recuperemos nuestro CACÁN de la comunidad: Debemos desde ya elaborar
(lengua tradicional), para que volvamos a mirar a la una identidad Diaguita hacia nuestras niñas y
ASPHA (tierra) como un elemento clave en niños, la cual nos permita proyectar a cientos
nuestras vidas y entendamos que el hombre es de años la Cultura Originaria Diaguita.
ASPHA que piensa.
Saludos a todas y todos.
Hoy, la comunidad comienza un gran CURU (viaje)
a la revitalización de nuestra cultura, la cual nunca
ha desaparecido. Nosotros como Diaguitas
debemos mirar hacia nuestros antepasados
consanguíneos, recordar las historias de nuestros
bisabuelos, los relatos de los ancestros y mayores, Avisos comunitarios
para así reactivar las tradiciones en todo ámbito.

Los Diaguitas somos un solo JIPKA (hombre) y una

sola GUINA (mujer) que está ubicada entre
Copiapó, Huasco, Elqui y Choapa, limitando al
norte de Chile con los Hermanos Atacameños y al
sur con los Hermanos Picunches. Nuestro pueblo
también se ubica en Argentina; en las localidades
de Santiago del Nuevo Estero, Tucumán,
Catamarca, La Rioja y Salta, siendo una comunidad
multinacional (chilena/Argentina).

Los desafíos para los nuevos tiempos son muchos,

pero el objetivo principal es defender a la nuestra
Comunidad con una sola voz la cual grite a los
cuatro vientos, las y los Diaguitas somos una sola
fuerza, la cual está en proceso de recuperación
de sus tierras y tradiciones.
Juana Ibacache; pobladora e indígena, relatora de
dos mundos
Corrían los revolucionados años 30 en Chile, una
clase obrera cada vez más organizada se aprontaba
a generar apoyo al primer gobierno con rasgos
populares, Pedro Aguirre Cerda… se llamaba el
hombre que reunió a la mayor cantidad de partidos
politicos progresistas para generar el llamado
Frente Popular, donde el hombre destinado a ser
presidente tenia el lema de; “gobernar es educar”.
El mundo estaba sumido en aquellos años en la
mayor de sus crisis economicas, la llamada “gran
depresion”, siendo Chile el país más golpeado de
Sudamérica por las dificultades para exportar sus
recursos naturales a los grande mercados globales
de aquella epoca.
En estos años, en un Chile joven y convulcionado,
nace en la comuna de Canela, en la localidad de
Micha (Región de Coquimbo) la niña Juana
Ibacache Ibacache, quien en sus primeros años de
vida, junto a sus hermanos se desarrolla como
campesina y artesana de aquel sector, tratada
como “china” (india de baja clase) por los
terratenites de aquellas tierras, ella va creando su
identidad de pueblo originario, replicando
constubres y formas de vestir de sus padres y
antepasados. Juana Ibacahe es una más de 11
hermanos, quienes van labrando sus destino en
una sociedad con escasa presencia del estado, sin
escuelas o centros de salud cercanos a su pueblo.
Alrededor del fogón, en
la cocina de barro de su
casa, junto a sus padres y
hermanos, ella aprendía
cuentos, historias y
anecdotas las cuales le
servian como medio
para su formacion y
vision del mundo, era
soñadora! miraba las
estrellas y elaboraba
relatos los cuales la hacian sentirse en “otro
mundo”, donde la tierra, el sol y los relampagos
eran seres todo poderosos.
La niña crecía, su piel tostada y cabello largo y
negro, el cual nunca se cortaba, la caracterizaban
entre sus pares. Juana era también comerciante,
cada semana se acercaba a la feria de la comuna a
ofrecer la cosecha de la temporada, ademas de
hacer trueques con huevos, gallinas y conejos de
campo para la subsitencia de ella y los suyos.
A muy temparana edad el amor golpea la puerta
de Juana, y con ella una serie de aventuras las
cuales la llevaron a movilizarse desde su ciudad
natal donde los arboles y el campo la covijaban, a
un desierto amplio y lleno de atardeceres
multicolores, en nuestra querida minera ciudad de
Copiapo.
La relatora no se movió sola entre casi 500
kilomentros de distancia entre ciudad y ciudad,
sino que se lanzo al vaivén de los vientos junto a
sus padres, su enamorado y hermanos.
En aquel comienzo del viaje, Juana Ibacache relata
a sus familiares, en el comienzo de la odisea hacia
la ciudad de Copiapo, el fantastico cuento de “La
Piedra para el Viaje”, en donde dos niños, Cango y
Aconcagua se regalan uno al otro elementos de la
naturaleza (piedras y huesos) pintados con figuras
y geometrias Diaguitas para recordarse por toda la
vida, pues, el primero de estos, se marchaba con
sus padres en busca de nuevas tierras.
“Los sabios”… relataba Juana, “buscan nuevas
tierras para cultivar y criar a nuestros animales,
permitiendo así la expansión de la raíz, la
emancipación de los hombres y mujeres del color
de la tierra”. Ya instalada, la relatora de dos
mundos se sitúa junto a los suyos en las periferias
del antiguo Copiapó, instalando su casa en un
amplio cerro en lo que ahora es el sector
Balmaceda Sur.
A pesar que la urbe cae sobre los ojos y el cuerpo
de Juana, ella sigue mantiendo sus creeancias y
formas de relatar su vida, aprendidiendo a leer casi
a los 50 años. Su visión respecto a cuentos
mitologicos de antaño, la ubicaban como una
oradora innata en tertulias comunitarias o
reuniones familiares. Juana destacaba; “La Tierra
es de quien la Trabaja, La Tierra es de quien la
Cuida y Respeta”, sin miedo a ser cuestionada por
algún terrateniente o burocracia instalada por los
burgueses de la epoca.
El tiempo le
entregaría 9
hijos, los
cuales son
formados en
barrios
populares
Copiapó, a
estos les
traspasa lo
más
profundo de
su cultura, el
respeto a la
naturaleza, la solidariad entre hombres y mujeres,
relatos del “tue tue”, el gato andino, como otras
tantas fabulas que dejan la sensacion de la
existencia de dos mundos, dos dimensiones donde
los real es lo irreal, donde el sol no existe sin la
luna, donde el agua no existe sin la tierra, donde el
trigo es una bendicion de los dioses…