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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

Tesis de Doctorado

TRASTORNOS ALIMENTARIOS: IMAGEN


CORPORAL Y CREENCIAS DISFUNCIONALES

Brenda María Murawski


Instituto de Investigaciones, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires

Directora de Tesis: Prof. Dra. Guillermina Rutsztein


Consejero de Estudios: Prof. Dr. Eduardo Keegan

Noviembre de 2015
DECLARACIÓN

La Tesis Doctoral fue realizada en el marco de dos Becas Internas Doctorales


otorgadas por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET). Directora: Prof. Dra. Guillermina Rutsztein. Co-Director: Prof. Dr.
Eduardo Gustavo Keegan.

La adaptación y validación de los los siguientes instrumentos fue realizada con la


autorización de sus autores: Beliefs About Appearance Scale (BAAS; Spangler & Stice,
2001), Sociocultural Attitudes Towards Appearance Questionnaire-3 (SATAQ-3; J. K.
Thompson, van den Berg, Roehrig, Guarda & Heinberg, 2004) y Revised Martin-Larsen
Approval Motivation Scale (RMLAM; Martin, 1984).

i
RESUMEN
La presente tesis se propone evaluar la asociación entre creencias disfuncionales
acerca de la imagen corporal, internalización del ideal de delgadez y necesidad de
aprobación social, y determinar su relación con la presencia de trastorno alimentario. La
muestra incluyó 58 pacientes mujeres con trastorno alimentario y 237 mujeres
estudiantes universitarias de la Ciudad de Buenos Aires, entre 18 y 34 años. En función
de la presencia o ausencia de trastorno alimentario se formaron dos grupos de
comparación. Los hallazgos principales dan cuenta de la presencia de creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal, internalización del ideal de delgadez y
necesidad de aprobación social en mujeres jóvenes con trastorno alimentario. Sin
embargo, en este grupo, sólo las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal
se asociaron con actitudes disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la imagen
corporal. En cambio, en el grupo sin trastorno alimentario se halló que tanto las
creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal como la internalización del ideal
de delgadez se asociaron con dichas actitudes. Por otra parte, en ambos grupos, no se
observó una asociación directa entre dichas actitudes y la necesidad de aprobación
social.

ABSTRACT
The aim of this thesis is to evaluate the association between dysfunctional beliefs
about body image, thin-ideal internalization and need for social approval, and determine
its relationship with eating disorder. The sample included 58 patients with eating
disorders and 237 university students from Ciudad de Buenos Aires, aged between 18
and 34. Two comparison groups were formed according to the presence or absence of
eating disorder. The main findings show the presence of dysfunctional beliefs about
body image, thin-ideal internalization and need for social approval in young women
with eating disorder. However, in this group, only dysfunctional beliefs about body
image were associated with dysfunctional attitudes about food, weight and body image.
In contrast, in the group without eating disorder it was found that dysfunctional beliefs
about body image and thin-ideal internalization were associated with these attitudes.
Moreover, in both groups, a direct association between these attitudes and the need for
social approval was not observed.

ii
AGRADECIMIENTOS

Muchas personas me acompañaron en este proceso y les quiero expresar mi más


sincero agradecimiento.
A Guillermina Rutsztein y Eduardo Keegan por sus enseñanzas y por haber estado
presentes en cada momento que los necesité. Especialmente, le agradezco a Guillermina
por haber confiado en mí desde que era estudiante de grado. Su aliento para postularme
a una beca de investigación fue el comienzo de un gran camino recorrido junto a ella.
También por el tiempo dedicado a mi persona, su ayuda (tanto académica como extra-
académica) y sus consejos.
A Eduardo Leonardelli por ayudarme a descubrir mi pasión por la docencia y la
investigación y por transmitirme todos sus conocimientos estadísticos y metodológicos.
También por su importante contribución en el trabajo de campo.
A Jésica Custodio y Luciana Elizathe por sus innumerables consejos, su contención
y las experiencias compartidas.
A todos mis compañeros investigadores, docentes y terapeutas por su apoyo y
colaboración. Especialmente, a Eugenia Domínguez Copello y Omar Alva Lilué por
toda su ayuda durante el trabajo de campo.
A las autoridades de las instituciones que participaron, por considerar a la
investigación como un área importante de la psicología y abrir sus puertas. También, a
las pacientes y estudiantes, quienes confiaron en mí y me expresaron sus sentimientos y
pensamientos.
En el plano personal, quiero agradecer a mi familia y mis amigos por su
comprensión y apoyo incondicional. Especialmente, a mis padres por regalarme la vida
y una hermosa familia y a mi pareja por su amor y dulzura.

iii
ÍNDICE DE CONTENIDOS

I. INTRODUCCIÓN ...................................................................................................... 1

II. MARCO TEÓRICO.................................................................................................. 4

CAPÍTULO 1. RELEVANCIA DE LOS TRASTORNOS ALIMENTARIOS. CONSIDERACIONES


GENERALES .................................................................................................................... 5
1. 1. Incidencia y prevalencia ................................................................................... 5
1. 2. Consecuencias físicas y psicológicas ................................................................ 7
1. 3. Mortalidad y suicidio ...................................................................................... 10
1. 4. Comorbilidad psicopatológica ........................................................................ 11

CAPÍTULO 2. DIAGNÓSTICO Y ETIOLOGÍA DE LOS TRASTORNOS ALIMENTARIOS ........... 16


2. 1. Criterios diagnósticos del DSM-5 ................................................................... 16
2. 1. 1. Modificaciones de los criterios diagnósticos en el DSM-5 ..................... 16
2. 1. 2. Categorías diagnósticas del DSM-5 ........................................................ 17
2. 1. 2. 1. Pica................................................................................................... 17
2. 1. 2. 2. Trastorno de rumiación .................................................................... 18
2. 1. 2. 3. Trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos ...... 18
2. 1. 2. 4. Anorexia nerviosa ............................................................................ 19
2. 1. 2. 5. Bulimia nerviosa .............................................................................. 20
2. 1. 2. 6. Trastorno por atracón ....................................................................... 20
2. 1. 2. 7. Otro trastorno alimentario especificado ........................................... 21
2. 1. 2. 8. Trastorno alimentario no especificado ............................................. 22
2. 1. 3. Validez de los criterios diagnósticos del DSM-5 .................................... 23
2. 2. Factores de riesgo ........................................................................................... 24
2. 2. 1. Factores biológico-genéticos .................................................................. 24
2. 2. 2. Factores socioculturales ......................................................................... 26
2. 2. 3. Factores familiares .................................................................................. 27
2. 2. 4. Factores psicológicos .............................................................................. 28
2. 3. Modelos explicativos del desarrollo de los trastornos alimentarios .............. 30
2. 3. 1. Modelo cognitivo conductual .................................................................. 30
2. 3. 2. Modelo sociocultural ............................................................................... 32

iv
III. ESTUDIO EMPÍRICO.......................................................................................... 35

CAPÍTULO 3. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN Y MÉTODO ............... 36


3. 1. Problema de investigación y relevancia ......................................................... 36
3. 2. Interrogantes ................................................................................................... 39
3.3. Hipótesis ........................................................................................................... 40
3. 4. Objetivos.......................................................................................................... 40
3. 4. 1. Objetivo general ...................................................................................... 40
3. 4. 2. Objetivos específicos ............................................................................... 41
3. 5. Método ............................................................................................................. 41
3. 5. 1. Diseño y alcance del estudio ................................................................... 42
3. 5. 2. Población ................................................................................................. 42
3. 5. 3. Muestra .................................................................................................... 43
3. 5. 3. 1. Características de la muestra ............................................................ 45
3. 5. 3. 1. 1. Características sociodemográficas y antropométricas .............. 45
3. 5. 3. 1. 2. Diagnóstico y tratamiento de las mujeres con trastorno
alimentario .................................................................................................... 47
3. 5. 4. Definición de las variables estudiadas e instrumentos de evaluación .... 48
3. 5. 4. 1. Trastorno alimentario ....................................................................... 48
3. 5. 4. 2. Conductas compensatorias inadecuadas .......................................... 49
3. 5. 4. 3. Variables relacionadas con la imagen corporal ............................... 50
3. 5. 4. 4. Creencias acerca de la propia imagen corporal ............................... 52
3. 5. 4. 5. Creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal ................... 53
3. 5. 4. 6. Internalización del ideal de delgadez ............................................... 54
3. 5. 4. 7. Necesidad de aprobación social ....................................................... 57
3. 5. 4. 8. Actitudes disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la
imagen corporal (ADAPIC) ............................................................................. 58
3. 5. 4. 9. Variables sociodemográficas, antropométricas y relacionadas con el
tratamiento del trastorno alimentario ............................................................... 62
3. 5. 5. Procedimiento .......................................................................................... 64
3. 5. 6. Procesamiento estadístico de los datos ................................................... 68
3. 5. 6. 1. Adaptación de instrumentos............................................................. 69
3. 5. 6. 2. Creencias y valoración acerca de la propia imagen corporal ........... 70
3. 5. 6. 3. Conductas de riesgo y factores psicológicos asociados a los
trastornos alimentarios ..................................................................................... 71
3. 5. 6. 4. Modelo explicativo de los factores psicológicos asociados a los
trastornos alimentarios ..................................................................................... 72
3. 5. 7. Análisis previo de los datos muestrales................................................... 72
3. 5. 7 1. Análisis de la carga de datos ............................................................. 72
3. 5. 7. 2. Análisis e imputación de datos ........................................................ 72
3. 5. 7. 3. Análisis de la normalidad de la distribución .................................... 73
3. 5. 7. 4. Análisis de posibles variables extrañas ............................................ 74
v
3. 6. Aportes que se espera realizar con la tesis ..................................................... 76
3. 7. Consideraciones éticas .................................................................................... 76

CAPÍTULO 4. RESULTADOS........................................................................................... 78
4. 1. Adaptación de instrumentos ............................................................................ 78
4. 1. 1. Validación del “Beliefs About Appearance Scale” (BAAS) .................... 78
4. 1. 1. 1. Adaptación lingüística y conceptual ................................................ 78
4. 1. 1. 2. Propiedades psicométricas ............................................................... 81
4. 1. 1. 2. 1. Capacidad discriminante de cada ítem ..................................... 81
4. 1. 1. 2. 2. Análisis factorial exploratorio ................................................. 83
4. 1. 1. 2. 3. Consistencia interna ................................................................ 85
4. 1. 1. 2. 4. Validez concurrente.................................................................. 86
4. 1. 1. 2. 5. Validez de constructo ............................................................... 86
4. 1. 2. Validación del “Sociocultural Attitudes Towards Appearance
Questionnaire-3” (SATAQ-3) .............................................................................. 87
4. 1. 2. 1. Adaptación lingüística y conceptual ................................................ 87
4. 1. 2. 2. Propiedades psicométricas ............................................................... 89
4. 1. 2. 2. 1. Capacidad discriminante de cada ítem ..................................... 89
4. 1. 2. 2. 2. Análisis factorial exploratorio ................................................. 92
4. 1. 2. 2. 3. Consistencia interna ................................................................ 98
4. 1. 2. 2. 4. Validez concurrente y correlaciones entre las subescalas ........ 98
4. 1. 2. 2. 5. Validez de constructo ............................................................. 100
4. 1. 3. Validación del “Revised Martin-Larsen Approval Motivation Scale”
(RMLAM) ........................................................................................................... 101
4. 1. 3. 1. Adaptación lingüística y conceptual .............................................. 101
4. 1. 3. 2. Propiedades psicométricas ............................................................. 104
4. 1. 3. 2. 1. Capacidad discriminante de cada ítem ................................... 104
4. 1. 3. 2. 2. Análisis factorial exploratorio ............................................... 106
4. 1. 3. 2. 3. Consistencia interna .............................................................. 110
4. 1. 3. 2. 4. Validez concurrente................................................................ 111
4. 1. 3. 2. 5. Validez de constructo ............................................................. 111
4. 2. Creencias y valoración acerca de la propia imagen corporal ..................... 112
4. 2. 1. Creencias acerca de la propia imagen corporal ................................... 112
4. 2. 2. Valoración de la propia imagen corporal ............................................. 125
4. 3. Conductas de riesgo y factores psicológicos asociados a los trastornos
alimentarios........................................................................................................... 136
4. 3. 1. Conductas compensatorias inadecuadas .............................................. 136
4. 3. 2. Variables relacionadas con la imagen corporal ................................... 137
4. 3. 3. Creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal ...................... 141
4. 3. 4. Internalización del ideal de delgadez .................................................... 141
4. 3. 5. Necesidad de aprobación social ............................................................ 142

vi
4. 3. 6. Actitudes disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la imagen
corporal (ADAPIC) ........................................................................................... 142
4. 4. Modelo explicativo de los factores psicológicos asociados a los trastornos
alimentarios........................................................................................................... 143
4. 4. 1. Postulación del modelo explicativo ....................................................... 143
4. 4. 2. Modelo explicativo en mujeres con trastorno alimentario .................... 145
4. 4. 3. Modelo explicativo en mujeres sin trastorno alimentario ..................... 147

CAPÍTULO 5. DISCUSIÓN ............................................................................................ 150


5. 1. Adaptación de instrumentos .......................................................................... 150
5. 1. 1. Validación del BAAS ............................................................................. 150
5. 1. 2. Validación del SATAQ-3 ....................................................................... 152
5. 1. 3. Validación del RMLAM ......................................................................... 158
5. 2. Creencias y valoración acerca de la propia imagen corporal ..................... 160
5. 2. 1. Creencias acerca de la propia imagen corporal ................................... 160
5. 2. 2. Valoración de la propia imagen corporal ............................................. 166
5. 3. Conductas de riesgo y factores psicológicos asociados a los trastornos
alimentarios........................................................................................................... 173
5. 3. 1. Conductas compensatorias inadecuadas .............................................. 173
5. 3. 2. Insatisfacción con la imagen corporal e Índice de masa corporal ....... 175
5. 3. 3. Internalización del ideal de delgadez, Creencias disfuncionales acerca de
la imagen corporal y Necesidad de aprobación social .................................... 179
5. 4. Modelo explicativo de los factores psicológicos asociados a los trastornos
alimentarios........................................................................................................... 184

CAPÍTULO 6. CONCLUSIÓN GENERAL ......................................................................... 191


6. 1. Conclusión..................................................................................................... 191
6. 2. Implicancias .................................................................................................. 194
6. 3. Limitaciones del estudio ................................................................................ 197

IV. BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................. 200

V. ANEXOS................................................................................................................. 233
Anexo 1. Consentimiento informado ............................................................................ 234
Anexo 2. Cuestionario sociodemográfico y de sintomatología específica de trastorno
alimentario -versión pacientes- (Rutsztein et al., 2010). .............................................. 236
Anexo 3. Cuestionario sociodemográfico y de sintomatología específica de trastorno
alimentario -versión estudiantes- (Rutsztein, Murawski, Elizathe, & Scappatura, 2010).
...................................................................................................................................... 243

vii
Anexo 4. Contour Drawing Rating Scale (CDRS; M. A. Thompson & Gray, 1995;
validación argentina: Rutsztein et al., 2009) ............................................................... 249
Anexo 5. Beliefs About Appearance Scale (BAAS; Spangler & Stice, 2001) ............... 250
Anexo 6. Sociocultural Attitudes Towards Appearance Questionnaire-3 (SATAQ-3; J.
K. Thompson, van den Berg, Roehrig, Guarda & Heinberg, 2004) ............................. 252
Anexo 7. Revised Martin-Larsen Approval Motivation Scale (RMLAM; Martin, 1984)
...................................................................................................................................... 254
Anexo 8. Eating Disorder Inventory-3 (EDI-3; Garner, 2004; adaptación y validación
argentina: Rutsztein et al., 2006 y Rutsztein et al., 2013). Subescalas: Búsqueda de
delgadez, Bulimia e Insatisfacción corporal ................................................................ 256
Anexo 9. Entrevista Clínica Estructurada para Trastornos del Eje I del DSM-IV-TR
(SCID-I; First, Williams, Spitzer, & Gibbon, 1999) .................................................... 259

ÍNDICE DE TABLAS Y FIGURAS

TABLAS
Tabla 1. Distribución del IMC declarado categorizado de las participantes .................. 46

Tabla 2. Diagnóstico específico del grupo TA ............................................................... 47

Tabla 3. Medición de trastorno alimentario.................................................................... 49

Tabla 4. Medición de conductas compensatorias inadecuadas....................................... 50

Tabla 5. Medición de variables relacionadas con la imagen corporal ............................ 51

Tabla 6. Medición de creencias acerca de la propia imagen corporal ............................ 53

Tabla 7. Medición de creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal ............... 54

Tabla 8. Medición de internalización del ideal de delgadez........................................... 56

Tabla 9. Medición de necesidad de aprobación social ................................................... 58

Tabla 10. Medición de actitudes disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la


imagen corporal (ADAPIC)............................................................................................ 61

Tabla 11. Medición de variables sociodemográficas, antropométricas y relacionadas con


el tratamiento del trastorno alimentario .......................................................................... 62

Tabla 12. Coeficiente V. de Aiken del BAAS ................................................................ 80

Tabla 13. Capacidad discriminante de cada ítem del BAAS en el grupo TA ................ 81

viii
Tabla 14. Capacidad discriminante de cada ítem del BAAS en el grupo NTA ............. 82

Tabla 15. Solución factorial inicial y final, y correlación ítem-total del BAAS ............ 84

Tabla 16. Validez concurrente del BAAS ...................................................................... 86

Tabla 17. Puntaje en el BAAS en grupos contrastados (TA vs. NTA) .......................... 87

Tabla 18. Coeficiente V. de Aiken del SATAQ-3 .......................................................... 88

Tabla 19. Capacidad discriminante de cada ítem del SATAQ-3 en el grupo TA .......... 90

Tabla 20. Capacidad discriminante de cada ítem del SATAQ-3 en el grupo NTA ....... 91

Tabla 21. Solución factorial inicial y correlación ítem-total del SATAQ-3 .................. 93

Tabla 22. Solución factorial final y correlación ítem-total del SATAQ-3 ..................... 96

Tabla 23. Validez concurrente y correlaciones entre las subescalas del SATAQ-3....... 99

Tabla 24. Puntaje en el SATAQ-3 en grupos contrastados (TA vs. NTA) .................. 100

Tabla 25. Coeficiente V. de Aiken del RMLAM ......................................................... 103

Tabla 26. Capacidad discriminante de cada ítem del RMLAM en el grupo TA .......... 104

Tabla 27. Capacidad discriminante de cada ítem del RMLAM en el grupo NTA ....... 105

Tabla 28. Solución factorial inicial y correlación ítem-total del RMLAM .................. 107

Tabla 29. Solución factorial final y correlación ítem-total del RMLAM ..................... 110

Tabla 30. Validez concurrente del RMLAM ................................................................ 111

Tabla 31. Puntaje en el RMLAM en grupos contrastados (TA vs. NTA) .................... 111

Tabla 32. Categorías emergentes del análisis de la respuesta de las participantes a la


pregunta “¿Qué pensás sobre tu aspecto físico?”......................................................... 112

Tabla 33. Nivel de agrado (TA vs. NTA) ..................................................................... 123

Tabla 34. Creencias acerca de la imagen corporal (TA vs. NTA)................................ 124

Tabla 35. Categorías emergentes del análisis de la respuesta de las participantes a la


pregunta “¿Cómo crees que tu aspecto físico influye en tu vida?”............................... 126

Tabla 36. Nivel de influencia (TA vs. NTA) ................................................................ 134

Tabla 37. Primer área de influencia nombrada (TA vs. NTA) ..................................... 135

Tabla 38. Cantidad de áreas de influencia nombradas en los grupos TA y NTA ........ 136
ix
Tabla 39. Conductas compensatorias inadecuadas (TA vs. NTA) ............................... 137

Tabla 40. Nivel de insatisfacción corporal (TA vs. NTA) ........................................... 138

Tabla 41. Temor a engordar (TA vs. NTA) .................................................................. 138

Tabla 42. Auto-percepción corporal (TA vs. NTA) ..................................................... 139

Tabla 43. Distorsión de la imagen corporal (TA vs. NTA) .......................................... 139

Tabla 44. Peso e imagen corporal deseados (TA vs. NTA) ......................................... 140

Tabla 45. Diferencia de medias en el BAAS (TA vs. NTA) ........................................ 141

Tabla 46. Diferencia de medias en el SATAQ-3 (TA vs. NTA) .................................. 141

Tabla 47. Diferencia de medias en el RMLAM (TA vs. NTA).................................... 142

Tabla 48. Diferencia de medias en el EDI-3 (TA vs. NTA) ......................................... 142

Tabla 49. Índices de ajuste de los modelos especificados y re-especificados para los
grupos TA y NTA ......................................................................................................... 145

FIGURAS
Figura 1. Conformación de la muestra ........................................................................... 45

Figura 2. Modelo que vincula las variables estudiadas ................................................ 143

Figura 3. Modelo inicial que vincula las variables estudiadas en el grupo TA ............ 146

Figura 4. Modelo final que vincula las variables estudiadas en el grupo TA............... 147

Figura 5. Modelo inicial que vincula las variables estudiadas en el grupo NTA ......... 148

Figura 6. Modelo inicial que vincula las variables estudiadas en el grupo NTA ......... 149

x
Abreviaturas
ADAPIC: Actitudes disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la imagen
corporal
BAAS: Beliefs About Appearance Scale
CIE-10: Clasificación Internacional de las Enfermedades (10ma edición)
DSM-5: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (5ta edición)
DSM-IV-TR: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (4ta
edición, versión revisada)
EDI-3: Eating Disorder Inventory-3
IMC: Índice de masa corporal
NTA: Mujeres sin trastorno alimentario
RMLAM: Revised Martin-Larsen Approval Motivation Scale
SATAQ-3: Sociocultural Attitudes Towards Appearance Questionnaire-3
TA: Mujeres con trastorno alimentario

Aclaración
Para la confección de citas y referencias se seguirán las normas explicitadas en el
Manual de la Asociación Americana de Psicología (6ta edición).

xi
I. INTRODUCCIÓN

1
Los trastornos alimentarios constituyen un grupo de patologías consideradas graves
(Klump, Bulik, Kaye, Treasure, & Tyson, 2009) por las consecuencias físicas y
emocionales que conllevan, tanto para los sujetos que las padecen como para sus
familias (National Eating Disorder Asociation [NEDA], 2006).
Estos trastornos son cuadros multideterminados, en los que se entrecruzan factores
biológico-genéticos, psicológicos, familiares y socioculturales (Garner & Keiper, 2010).
Actualmente, el modo en que ellos interactúan es objeto de estudio y controversia
(Rutsztein, 2009).
Las graves consecuencias que traen aparejados y las tasas de incidencia los sitúan
como un importante problema de salud pública (Centro Nacional de Equidad de Género
y Salud Reproductiva, 2004; Centro Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud
[CETENEC], 2008; National Institute for Clinical Excellence [NICE], 2004; Unikel
Santoncini & Caballero Romo, 2010). Asimismo, estas patologías se caracterizan por
una elevada resistencia al tratamiento y riesgo de recaídas (Kaye, Klump, Frank, &
Strober, 2000; Mizes & Palermo, 1997; Vitello & Lederhendler, 2000). En el caso de la
anorexia nerviosa, el trastorno está asociado además a un reducido porcentaje de
recuperación (Kaye et al., 2000; Mizes & Palermo, 1997; Vitello & Lederhendler,
2000).
Debido a los motivos mencionados anteriormente, se ha incrementado el estudio
acerca de estos trastornos por parte de los profesionales de la salud. También, se han
llevado a cabo diversas iniciativas que demuestran la importancia de su abordaje en
salud pública: organismos de varios países desarrollaron programas de prevención y de
tratamientos especializados (Canalda, Canalda Villanueva, & Rodríguez, 2003). En
nuestro país, en el año 2008, se sancionó la Ley Nº 26.396 que asegura la cobertura de
su tratamiento, y el desarrollo de un Programa Nacional de Prevención y Control de
estos trastornos en el contexto del Ministerio de Salud (Congreso de la Nación, 2008).
Los motivos mencionados dan cuenta de la necesidad de generar estudios sobre los
factores que contribuyen al desarrollo y mantenimiento de estos trastornos, con el fin de
acrecentar nuestros conocimientos sobre estas patologías y mejorar los dispositivos de
prevención, detección y tratamiento. Por lo cual, esta tesis se propone estudiar la
asociación entre creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal, internalización

2
del ideal de delgadez, necesidad de aprobación social y la presencia de trastornos
alimentarios.
Para responder a los objetivos, esta tesis se organiza en dos grandes secciones. La
primera, presenta el marco teórico y está integrada por los primeros dos capítulos. En el
capítulo 1 se detallan diferentes motivos que dan cuenta de la importancia del abordaje
de esta patología. En el capítulo 2 se describen los criterios diagnósticos y se revisa la
bibliografía sobre los factores de riesgo y los modelos etiológicos de estas patologías.
La segunda sección de esta tesis corresponde al marco empírico. En el capítulo 3 se
presenta el problema de investigación y el método. En el capítulo 4 se exponen los
resultados y en el capítulo 5 se lleva a cabo la discusión de los mismos. Tanto los
resultados como su discusión se encuentran organizados en función de los objetivos de
esta tesis.
Por último, en el capítulo 6 se realiza la conclusión general de este trabajo para
finalizar con las limitaciones y líneas futuras de investigación.

3
II. MARCO TEÓRICO

4
Capítulo 1. Relevancia de los trastornos alimentarios. Consideraciones generales

Este capítulo pretende abordar diferentes temas que dan cuenta de la relevancia del
estudio, la prevención y el tratamiento de los trastornos alimentarios. En el primer
apartado, se describen las tasas de incidencia y prevalencia, las cuales han aumentado
en las últimas décadas. En segundo lugar, se detallan las consecuencias físicas y
psicológicas más importantes de estas patologías. Seguidamente, se exponen las tasas de
mortalidad y suicidio. Por último, se presentan los resultados de diversas
investigaciones que estudian su comorbilidad psicopatológica.

1. 1. Incidencia y prevalencia

Diversas fuentes (American Psychiatric Association [APA], 2006; Grupo de trabajo


de la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos de la Conducta Alimentaria, 2009;
Peláez Fernández, Labrador Encinas, & Raich Escursell, 2005) plantean la complejidad
del estudio de la prevalencia e incidencia de los trastornos alimentarios. Entre las
dificultades halladas se observa que las tasas varían según la metodología utilizada, la
población estudiada, el tipo de muestreo y los instrumentos de evaluación.
A pesar de las dificultades metodológicas detalladas anteriormente, diversas
revisiones de Estados Unidos y Europa (Currin, Schmidt, Treasure, & Jick, 2005; Grupo
de trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos de la Conducta Alimentaria,
2009; Hoek, 2006; Hoek, & van Hoeken, 2003; Smink, van Hoeken, & Hoek, 2012)
coinciden que en el siglo XX el pico máximo de aumento se observó en la década de los
´70.
En relación con los hallazgos más recientes, un estudio realizado en el Reino Unido
(Micali, Hagberg, Petersen, & Treasure, 2013) comparó la incidencia en la primera
década del siglo XXI y halló que las tasas estandarizadas por edad incrementaron
significativamente entre el 2000 y el 2009: en mujeres de 10 a 49 años pasaron del 51.8
por 100000 al 62.6 por 100000 y en hombres del 5.6 por 100000 al 7.1 por 100000. Los
autores explicaron que este aumento se debió a un incremento en el diagnóstico de
trastorno alimentario no especificado, mientras que el número de nuevos casos con
anorexia nerviosa y bulimia nerviosa se mantuvo estable.

5
Por otra parte, los autores del estudio anteriormente descripto señalaron una
limitación del mismo. Ellos plantean que aún no es claro si el incremento se relaciona
con un aumento real de la patología en la población o a un progreso en los dispositivos
de detección y diagnóstico.
Asimismo, aclararon que la investigación utilizó datos del General Practice
Research Database que reúne información de más de 40 millones de pacientes por año
(representando aproximadamente el 5% de la población del Reino Unido). Esta
situación trajo aparejadas dos dificultades. En primer lugar, no se puede asegurar que
todos los casos hayan cumplido los criterios diagnósticos del Manual Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales, cuarta edición, versión revisada (DSM-IV-TR;
American Psychiatric Association [APA], 2000) ni de la Clasificación Internacional de
las Enfermedades, décima edición (CIE-10; Organización Mundial de la Salud [OMS],
1992), aunque un estudio previo demostró evidencia sobre la validez de los diagnósticos
en esta base de datos (Herrett, Thomas, Schoonen, Smeeth, & Hall, 2010). En segundo
lugar, como los datos se obtuvieron en el marco de la atención primaria no se conoce las
tasas de incidencia en la comunidad, calculando que pueden duplicarse o triplicarse.
Por otra parte, otro estudio llevado a cabo en Dinamarca comparó la incidencia
entre mujeres y hombres (Zerwas et al., 2015). Los autores incluyeron a sujetos con
edades entre los 6 y 24 años que aparecen registrados en el Danish National Patient
Register con diagnóstico de trastorno alimentario según la CIE-10 y concluyeron que la
tasa de incidencia fue significativamente mayor en las mujeres. Entre las mujeres las
tasas de incidencia oscilan entre 0.07 por 10000 (para anorexia nerviosa atípica en niñas
de 6 a 10 años) y 11.65 por 10000 (para anorexia nerviosa en jóvenes de 16 a 20 años).
En cambio, entre los varones todos los diagnósticos y grupos etarios presentaron una
incidencia menor a 1 por 10000.
En relación con la prevalencia de los trastornos alimentarios, el National
Comorbidity Survey Replication, que se llevó a cabo en Estados Unidos con sujetos
mayores a 18 años, halló que las tasas de anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y
trastorno por atracón (según DSM-IV-TR) son de 0.9%, 1.5% y 3.5% en mujeres y de
0.3%, 0.5% y 2% en hombres, respectivamente (Hudson, Hiripi, Pope, & Kessler,
2007). Ese mismo estudio se realizó con población adolescente y se encontraron tasas
de anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastorno por atracón de 0.3%, 1.3% y 2.3% en

6
mujeres y de 0.3%, 0.5% y 0.8% en hombres, respectivamente (Swanson, Crow, Le
Grange, Swendsen, & Merikangas, 2011).
En Argentina, un estudio también realizado con adolescentes escolarizados de la
Ciudad de Buenos Aires y una zona urbana del Gran Buenos Aires, observó que el
14.1% de las mujeres y el 2.9% de los varones presentaba trastorno alimentario según
DSM-IV-TR (Rutsztein, Murawski, Elizathe, & Scappatura, 2010). Asimismo, Quiroga,
Zonis y Zukerfeld (1998), también en Argentina, concluyeron que el 13% de las
mujeres ingresantes en la Universidad de Buenos Aires presentó un trastorno
alimentario.
Finalmente, la literatura especializada ha explicado que los trastornos alimentarios
suelen iniciarse con mayor frecuencia en la adolescencia o la juventud, aunque algunos
estudios muestran que también pueden desarrollarse en la niñez o en la adultez (APA,
2006; Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos de la Conducta
Alimentaria, 2009; National Institute of Mental Health [NIMH], 2011). Por otra parte,
otras investigaciones plantean que los trastornos alimentarios son más frecuentes en las
mujeres y las niñas (Fairburn & Harrison, 2003). En esta misma línea, se estima que las
tasas de prevalencia entre hombres y mujeres van del 1:6 al 1:10 (Hoek & van Hoeken,
2003; Peláez Fernández et al., 2005).

1. 2. Consecuencias físicas y psicológicas

Los trastornos alimentarios constituyen un grupo de patologías consideradas graves


(Klump et al., 2009) por las consecuencias físicas y emocionales que conllevan, tanto
para los sujetos que las padecen como para sus familias (NEDA, 2006). Entre las
complicaciones físicas asociadas se encuentran: las alteraciones endócrinas,
electrolíticas y dermatológicas, así como también los problemas gastrointestinales,
cardiovasculares, pulmonares y en los huesos (Mitchell & Crow, 2006).
En relación con las consecuencias clínicas, el NEDA (2006) explica que la
inanición presente en la anorexia nerviosa provoca una falta de nutrientes necesarios
para vivir y una disminución en los procesos corporales. Motivo por el cual aparecen
graves secuelas físicas: 1) disminución en la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo
cual debilita el músculo cardíaco e incrementa el riesgo de falla cardíaca; 2) reducción

7
en la densidad de los huesos (osteoporosis), lo cual los debilita; 3) pérdida de músculo,
lo cual genera debilidad muscular; 4) deshidratación severa, que puede provocar falla
renal; 4) sensación de desmayo, fatiga y debilidad general. Además, la anorexia
nerviosa puede causar pérdida de cabello, piel seca y lanugo.
Por otra parte, en la bulimia nerviosa, los ciclos recurrentes de atracones y purgas
afectan el sistema digestivo y conducen a un desequilibrio químico y electrolítico que
impacta sobre las funciones del corazón y otros órganos principales. Los atracones
pueden provocar ruptura gástrica en casos excepcionales. Las conductas purgativas
pueden generar deshidratación y pérdida de potasio, sodio y cloro. Este fenómeno es el
responsable de un desequilibrio electrolítico que conlleva una irregularidad en los
latidos, posible falla cardíaca y muerte. Asimismo, el abuso de laxantes genera
constipación crónica y los vómitos frecuentes producen inflamación, posible ruptura del
esófago y caries dentales. También se observó úlceras pépticas y pancreatitis en estos
pacientes.
En cambio, el trastorno por atracón conlleva complicaciones médicas asociadas con
obesidad clínica: 1) presión arterial alta; 2) niveles de colesterol elevados; 3)
enfermedad cardíaca como resultado de niveles elevados de triglicéridos; 4) diabetes
mellitus tipo II; y 5) enfermedades de la vesícula biliar.
Los trastornos alimentarios también afectan la calidad de vida del sujeto que los
padece (DeJong et al., 2013). Con el propósito de estudiar cuáles eran las áreas más
afectadas Etxeberria, González, Padierna, Quintana y Ruiz de Velasco (2002) llevaron a
cabo un estudio con metodología cualitativa. Organizaron diferentes grupos focales
compuestos por pacientes con trastorno alimentario, familiares de pacientes y un grupo
multidisciplinario de profesionales que trabajaban en instituciones especializadas de la
Comunidad Autónoma Vasca.
Los autores de dicho estudio concluyen que tanto los pacientes, familiares y
profesionales coinciden en que el impacto no se reduce a lo relacionado con la salud
física y la alimentación. También se generaliza a aspectos emocionales y vinculares.
Principalmente, los pacientes comienzan a sentir mayor tristeza, agresividad, labilidad
emocional y déficit en la autoestima. Asimismo, pierden paulatinamente el vínculo con
sus amistades y llegaban a un aislamiento social que dificulta aún más su recuperación.
Por lo cual, los autores explican que en el proceso diagnóstico no sólo se debe evaluar el

8
estado físico, hábitos alimentarios y conductas compensatorias. También se debe
evaluar los aspectos psicológicos, emocionales y vinculares del paciente con el fin de
conocer si ellos pudieron haber funcionado como factores de vulnerabilidad,
precipitantes o mantenedores. Además, resulta importante su inclusión en el proceso
terapéutico dado que si no se abordan de manera directa tienden a perdurar incluso tras
una mejoría sintomática.
Por otra parte, varias investigaciones coinciden en que los pacientes con esta
patología manifiestan peor calidad de vida en comparación con pacientes con otros
trastornos mentales (de la Rie, Noordenbos, & van Furth, 2005) y en comparación con
sujetos sin trastorno (de la Rie et al., 2005; J. G. Johnson, Spitzer, & Williams, 2001;
Padierna, Quintana, Arostegui, Gonzalez, & Horcajo, 2000; Padierna, Quintana,
Arostegui, Gonzalez, & Horcajo, 2002).
Sin embargo, las diferencias halladas entre los diferentes cuadros de trastorno
alimentario son controversiales. Por ejemplo, un estudio con pacientes de sexo
femenino (en tratamiento en un hospital de Australia) halló diferencias estadísticamente
significativas: las pacientes con anorexia nerviosa fueron las que presentaron peor
calidad de vida, seguidas por las pacientes con bulimia nerviosa y trastorno alimentario
no especificado (Abraham Brown, Boyd, Luscombe, & Russell, 2006). En cambio, una
investigación holandesa que incluyó adultos de ambos sexos y comparó pacientes en
tratamiento, pacientes recuperados y sujetos de población general no encontró
diferencias estadísticamente significativas (de la Rie et al., 2005). En relación con este
punto, se requiere mayor estudio dado que las diferencias pueden deberse a cuestiones
metodológicas tales como los instrumentos utilizados, entre otras cuestiones (Winkler et
al., 2014).
Asimismo, la investigación holandesa nombrada anteriormente también observó
que si bien después del tratamiento la calidad de vida de los pacientes mejoró, continuó
siendo peor que en la población general (de la Rie et al., 2005). Por lo cual, concluyó
que esta patología afecta el bienestar psicofísico y social, incluso luego de la remisión
de los síntomas. Sin embargo, se espera que dicha calidad de vida vaya
incrementándose luego de varios meses de recuperación (Padierna et al., 2002).

9
1. 3. Mortalidad y suicidio

Un meta-análisis (Arcelus, Mitchell, Wales, & Nielsen, 2011) concluyó que estos
trastornos presentan una de las tasas de mortalidad más elevadas en comparación con
cualquier otro trastorno mental y población general. Las tasas de mortalidad ponderadas
(es decir, muertes por cada 1000 personas por año) fueron de 5.1 para anorexia
nerviosa, de 1.7 para bulimia nerviosa y de 3.3 para trastorno alimentario no
especificado. En esta misma línea, en Inglaterra (Hoang, Goldacre, & James, 2014)
hallaron que las tasas más elevadas se observan a partir de los 25 años (la tasa de
mortalidad estandarizada fue de 10.7 para pacientes entre 25 y 44 años, de 7.8 para
pacientes de 15 a 24 años y de 0 para pacientes menores de 15 años).
En relación con dichas tasas de mortalidad, se observó que la principal causa de
muerte de los pacientes con esta patología es el suicidio (Huas et al., 2013). Zerwas y
colaboradores (2015), en una investigación con pacientes niños y adolescentes (6 a 24
años) de ambos sexos, concluyeron que los pacientes con trastorno alimentario
presentan mayor riesgo de intento suicida y suicidio consumado (en comparación con
sujetos sin esta patología). Por otra parte, varias investigaciones observaron que la
presencia de trastorno alimentario es un buen predictor del incremento en el riesgo
suicida (Eaton et al., 2008; Pisetsky, Thornton, Lichtenstein, Pedersen, & Bulik, 2013).
En relación con la conducta suicida en función del diagnóstico específico, algunos
estudios observaron más intentos suicidas en bulimia nerviosa y más suicidios
consumados en anorexia nerviosa (Dancyger & Fornari, 2005; Fedorowicz et al., 2007).
Esta mayor tasa de suicidio puede deberse a mayor deseo de muerte y utilización de
métodos más letales, lo cual se asocia a mayor gravedad del cuadro alimentario
(Guillaume et al., 2011).
Contrariamente los hallazgos anteriormente descriptos, un estudio longitudinal con
8 años de seguimiento (Franko et al., 2004) concluyó que las pacientes con anorexia
nerviosa presentaron una cantidad significativamente mayor de intentos suicidas (en
comparación con las pacientes con bulimia nerviosa). Por otra parte, en las pacientes
con anorexia nerviosa los predictores de intento suicida fueron gravedad de la
sintomatología depresiva y abuso de sustancias. En las pacientes con bulimia nerviosa
fueron abuso de sustancias y de laxantes.

10
Asimismo, también se hallaron otras variables relacionadas a la mortalidad de los
pacientes con esta patología. Rosling, Sparén, Norring y von Knorring (2011), en
Suecia, hallaron que los pacientes con índice de masa corporal (IMC) menor a 11.5
fueron los que presentaron un riesgo más elevado de mortalidad. Asimismo, explicaron
que las causas de la muerte fueron inanición asociada a la anorexia nerviosa (seis
pacientes), suicidio (nueve) y otros motivos (ocho pacientes).
Por último, la literatura especializada también estudió la prevalencia de conductas
autolesivas sin finalidad suicida. Rodríguez Guarín, Rodríguez Malagón, Gempeler
Rueda y Garzón (2013) llevaron a cabo en Colombia una investigación en la cual
entrevistaron a pacientes de ambos sexos con edades entre 7 y 51 años. El 13% de estos
pacientes reportó un intento suicida en algún momento de su vida y el 26% presentó
conducta autolesiva. Mientras que el riesgo suicida aumenta con la edad y el riesgo de
conductas autolesivas disminuye. Por otra parte, el intento suicida es más prevalente en
los subtipos purgativos del trastorno. Los autores concluyen que ambos
comportamientos se encuentran asociados entre sí. Asimismo, los pacientes con
antecedentes de episodios afectivos recurrentes de aparición temprana, experiencias
traumáticas e impulsividad presentan mayor riesgo de suicidio y otras conductas de
autolesión. Finalmente, sugieren que los centros de atención deben explorar
cuidadosamente la existencia de estas conductas y de otros trastornos psicopatológicos
con el propósito de ofrecer la intervención psicoterapéutica y farmacológica específica.

1. 4. Comorbilidad psicopatológica

La literatura especializada plantea que la comorbilidad de los trastornos


alimentarios con trastornos del Eje 1 (Garner & Keiper, 2010) y del Eje 2 (Bornstein,
2001) del DSM-IV-TR es elevada, tanto en población clínica como general.
En los trastornos del Eje 1, la corborbilidad oscila entre 20% y 95%, siendo los más
frecuentes los trastornos del estado de ánimo, los trastornos de ansiedad y trastornos
relacionados con sustancias (Blinder, Cumella, & Sanathara, 2006; Hudson et al., 2007;
Zaider, J. G. Johnson, & Cockell, 2000).
En los trastornos del Eje 2, la corborbilidad oscila entre 27% y 93% (Skodol et al.,
1993; Vitousek & Manke, 1994). Según una revisión de la literatura (Cassin & von

11
Ranson, 2005), el trastorno evitativo de la personalidad es uno de los más frecuentes en
todos los cuadros de trastorno alimentario y el trastorno límite de la personalidad es uno
de los más observados en pacientes con atracones. Asimismo, el trastorno obsesivo
compulsivo de la personalidad es muy frecuente en anorexia nerviosa restrictiva y
trastorno por atracón y bastante frecuente en bulimia nerviosa. Por otra parte, el
trastorno dependiente es frecuente en paciente con anorexia nerviosa restrictiva y
bulimia nerviosa.
Cassin y von Ranson (2005) plantean que los hallazgos anteriores sugieren que los
trastornos más observados son los correspondientes al Cluster C del DSM-IV-TR y
concluyen sobre la presencia de ciertas características compartidas por la mayoría de los
pacientes con trastorno alimentario. Entre dichas características se podrían ubicar una
extrema sensibilidad al rechazo que genera temor a una evaluación negativa por parte de
los demás, sensaciones de fracaso y utilización de estrategias de afrontamiento evitativa,
entre otras. Sin embargo, también se observaron ciertas diferencias en los rasgos de
personalidad según los diagnósticos: las pacientes con anorexia nerviosa restrictiva
presentan mayores rasgos obsesivos y menor impulsividad y desregulación emocional
que pacientes con anorexia nerviosa purgativa, bulimia nerviosa y trastorno por atracón.
La oscilación observada en las tasas de comorbilidad se explica debido a las
diferencias metodológicas existentes entre los estudios como, por ejemplo, población
(clínica o general), instrumentos (entrevistas o cuestionarios autoadministrables), entre
otras (Cassin & von Ranson, 2005; Ulfvebrand, Birgegård, Norring, Högdahl, & von
Hausswolff-Juhlin, 2015). Sin embargo, estos estudios son muy relevantes dado que
permiten conocer síntomas asociados a los trastornos alimentarios e incorporar su
abordaje en el tratamiento de estos pacientes (Rojo-Moreno, Arribas, et al., 2015).
Asimismo, dicha comorbilidad incrementa la severidad y cronicidad de los trastornos
alimentarios y predice peores resultados en su tratamiento (Blinder et al., 2006).
Godart y colaboradores (2002) manifestaron que las interpretaciones sobre dichos
resultados deben ser cautelosas debido a las limitaciones metodológicas de esos
estudios. En primer lugar, la mayoría de las investigaciones utilizan únicamente
muestras clínicas. Esta cuestión afecta la generalización de los resultados debido a que
los sujetos que inician un tratamiento suelen ser quienes presentan un cuadro
psicopatológico más complejo. En segundo lugar, al extraerse las muestras de

12
instituciones donde también se tratan otros cuadros se suele sobreestimar la tasa de
comorbilidad. En tercer lugar, se suele estudiar la comorbilidad con sólo un tipo de
trastornos separadamente (por ejemplo, Eje 1 o Eje 2). En cuarto lugar, los estudios
transversales no permiten evaluar la naturaleza de la asociación y confirmar si ambos
trastornos son simultáneos o alguno es factor de riesgo o mantenimiento del otro. En
quinto lugar, el diagnóstico de los cuadros comórbidos suele realizarse
retrospectivamente y mediante cuestionarios autoadministrables. En último lugar, los
estudios no suelen comparar la prevalencia de los cuadros comórbidos en sujetos sin
trastorno alimentario ni analizar los datos según sexo y edad (variables importantes en
el estudio de la prevalencia de diferentes cuadros psiquiátricos).
Dos estudios recientes intentaron superar las limitaciones detalladas anteriormente.
Ulfvebrand y colaboradores (2015) realizaron una investigación en 35 centros
especializados de Suecia que incluyó pacientes mayores de 18 años que fueron
internados o comenzaron un tratamiento ambulatorio debido a un trastorno alimentario.
Luego de las entrevistas clínicas, concluyeron que el 71.2% de las mujeres y el 71.5%
de los hombres presentó comorbilidad con al menos un trastorno del Eje 1 del DSM-IV-
TR, no hallándose una diferencia estadística ni clínicamente significativa entre ambos
sexos. Sin embargo, al dividir por los diferentes diagnósticos de trastorno alimentario,
se observaron diferencias significativas: 1) entre los participantes con anorexia nerviosa
restrictiva hay más mujeres con fobia específica y 2) entre los participantes con
anorexia nerviosa purgativa hay más hombres con trastornos relacionados con
sustancias. También, se analizó si la cantidad de trastornos comórbidos es
significativamente diferente según el sexo. Se halló que una proporción
significativamente mayor de mujeres con bulimia nerviosa no presentó comorbilidad.
Asimismo, una proporción significativamente mayor de hombres con ese diagnóstico
presentó comorbilidad sólo con un trastorno.
Por otra parte, el estudio mencionado anteriormente, encontró que los trastornos
más frecuentes fueron los de ansiedad (53.3% de las mujeres y 52.8% de los hombres),
del estado de ánimo (43.1% de las mujeres y 40% de los hombres) y los relacionados
con sustancias (10.1% de las mujeres y 10.2% de los hombres). Pero también se
observó, con menor frecuencia, trastornos somatomorfos (7.8% de las mujeres y 7.7%
de los hombres) y psicosis (0.5% de las mujeres y 0.9% de los hombres). Considerando

13
una clasificación diagnóstica más específica, entre las mujeres el trastorno más
frecuente fue el trastorno depresivo mayor (32.8%) y entre los hombres fue el trastorno
por ansiedad generalizada (32.3%). Asimismo, entre las mujeres el menos frecuente fue
la psicosis (0.5%) y entre los hombre fue el trastorno por abuso de alcohol (0.4%).
Por otra parte, mientras que las mujeres con trastorno por atracón y los hombres
con bulimia nerviosa presentaron mayor comorbilidad, las mujeres y los hombres con
anorexia nerviosa restrictiva presentaron menor comorbilidad. Estos resultados sugieren
que la comorbilidad psiquiátrica es un fenómeno frecuente en pacientes adultos con
trastorno alimentario (especialmente, trastorno por atracón y bulimia nerviosa) y que
entre ambos sexos hay más semejanzas que diferencias. Pero, los autores explican que
los resultados no pueden generalizarse a población general o a sujetos con trastorno
alimentario que no buscan tratamiento.
Asimismo, Rojo-Moreno, Arribas y colaboradores (2015) realizaron un estudio
longitudinal en el cual entrevistaron a estudiantes de una escuela secundaria de
Valencia. Se halló una alta comorbilidad con algunos diagnósticos del Eje 1 del DSM-
IV-TR: trastornos de ansiedad (51.4%), trastorno por déficit de atención/hiperactividad
(31.4%), trastorno oposicionista desafiante (11.4%) y trastorno obsesivo compulsivo
(8.6%). Esas proporciones resultaron significativamente más altas que en los estudiantes
sin trastorno alimentario. A diferencia del estudio detallado anteriormente con
población clínica adulta, esta investigación encontró comorbilidad con otros trastornos.
Estos hallazgos sugieren que la comorbilidad psiquiátrica de los trastornos alimentarios
varía según grupo etario. Asimismo, los autores explican que también es diferente a lo
hallado en población clínica dado que no se encontró comorbilidad con trastornos del
estado de ánimo. Por otra parte, en el seguimiento (luego de dos años) se observó que
de los nueve nuevos casos de trastorno alimentario, dos de ellos habían presentado
trastornos de ansiedad anteriormente. Por lo cual, los autores concluyeron que los
trastornos de ansiedad están fuertemente vinculados con los trastornos alimentarios y
son los únicos que se identificaron como precursores del mismo.
Por último, B. J. Turner y colaboradores (2014) estudió los rasgos de personalidad
de pacientes de sexo femenino con edades entre 14 y 43 años que fueron internadas en
centros especializados de Bélgica para el tratamiento de un trastorno alimentario según
DSM-IV-TR. Los autores dividieron a la muestra en tres grupos según los rasgos de

14
personalidad: inhibición, desregulación y flexibilidad. Mientras que la mayoría de las
pacientes con anorexia nerviosa restrictiva conformaron el primer grupo, la mayoría de
las pacientes con anorexia nerviosa purgativa y bulimia nerviosa el segundo grupo y las
pacientes con trastorno alimentario no especificado se repartieron en porcentajes casi
iguales entre el primer y el tercer grupo. Por otra parte, se observó que las pacientes del
segundo grupo presentaron síntomas bulímicos más severos, elevada hostilidad y mayor
comorbilidad con trastornos de personalidad del Cluster B y las del tercer grupo
presentaron sintomatología ansiosa y depresiva menos severa.

15
Capítulo 2. Diagnóstico y etiología de los trastornos alimentarios

Este capítulo comienza describiendo los criterios del DSM-5 para el diagnóstico de
los trastornos alimentarios. Posteriormente, se presentan sus factores de riesgo y
modelos etiológicos que incluyen a las variables de esta tesis.

2. 1. Criterios diagnósticos del DSM-5

2. 1. 1. Modificaciones de los criterios diagnósticos en el DSM-5

La quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales


(DSM-5; American Psychiatric Association [APA], 2013) se elaboró con el propósito
de superar algunos de los problemas de la clasificación anterior (DSM-IV-TR; APA,
2000) para su aplicación clínica (López & Treasure, 2011). De este modo, se intentó:
1) lograr una mejor y más homogénea caracterización de los trastornos alimentarios
no especificados,
2) evaluar la validez y utilidad del diagnóstico de trastorno por atracón como
trastorno especificado,
3) adaptar la clasificación a adolescentes: a) generando límites más sensibles al
desarrollo adolescente (consideración de la desviación significativa de las curvas del
desarrollo caso a caso como criterio diagnóstico más que guiarse por puntos de corte
estandarizados, eliminación del criterio de amenorrea), b) incorporando indicadores
conductuales de los rasgos psicológicos dado que a muchos adolescentes le es
dificultoso reconocerlos y reportarlos (considerar la negación a comer como equivalente
al temor a engordar), c) incluyendo múltiples informantes para evaluar los síntomas (por
ejemplo, los padres), y d) flexibilizando los criterios diagnósticos para anorexia
nerviosa y bulimia nerviosa con el fin de incluir los casos parciales o subclínicos,
4) adaptar la clasificación a hombres y mujeres posmenopáusicas al eliminar el
criterio de amenorrea.

16
Debido a los motivos descriptos anteriormente, se produjeron algunos cambios
entre las versiones:
1) en el capítulo “trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos” del DSM-5
se fusionaron los cuadros incluidos en los capítulos “trastornos de la ingestión y de la
conducta alimentaria de la infancia o la niñez” y “trastornos de la conducta alimentaria”
del DSM-IV-TR,
2) en los criterios para el diagnóstico de anorexia nerviosa al componente cognitivo
miedo a engordar se le agregó un componente alternativo conductual (conducta
persistente para evitar ganar peso), así como también se eliminó el punto de corte
estandarizado para considerar que un sujeto presenta bajo peso (peso corporal inferior al
85 % del peso esperable) y el criterio de amenorrea,
3) en los criterios para el diagnóstico de bulimia nerviosa la frecuencia de los
atracones y las conductas compensatorias bajó de dos a una por semana y se quitó la
tipificación en dos subtipos (bulimia nerviosa purgativa y bulimia nerviosa no
purgativa),
4) se consideró al trastorno por atracón como categoría diagnóstica específica, y
5) se agregó la categoría otro trastorno alimentario especificado, en la cual se
incorporaron los cuadros que en la versión anterior se encontraban dentro de la
categoría de trastorno alimentario no especificado. Se incluyeron los siguientes cuadros:
anorexia nerviosa atípica, bulimia nerviosa de frecuencia baja o duración limitada,
trastorno por atracón de frecuencia baja o duración limitada, trastorno purgativo y
síndrome de ingestión nocturna de alimentos.

2. 1. 2. Categorías diagnósticas del DSM-5

A continuación se detallarán los criterios diagnósticos de cada uno de los cuadros.

2. 1. 2. 1. Pica

A. Ingestión persistente de sustancias no nutritivas y no alimentarias durante un


período mínimo de un mes.

17
B. La ingestión de sustancias no nutritivas y no alimentarias es inapropiada al grado
de desarrollo del individuo.
C. El comportamiento alimentario no forma parte de una práctica culturalmente
aceptada o socialmente normativa.
D. Si el comportamiento alimentario se produce en el contexto de otro trastorno
mental (por ejemplo, discapacidad intelectual [trastorno del desarrollo intelectual],
trastorno del espectro del autismo, esquizofrenia) o afección médica (incluido el
embarazo), es suficientemente grave para justificar la atención clínica adicional.

2. 1. 2. 2. Trastorno de rumiación

A. Regurgitación repetida de alimentos durante un período mínimo de un mes. Los


alimentos regurgitados se pueden volver a masticar, a tragar o se escupen.
B. La regurgitación repetida no se puede atribuir a una afección gastrointestinal
asociada u otra afección médica (por ejemplo, reflujo gastroesofágico, estenosis
pilórica).
C. El trastorno alimentario no se produce exclusivamente en el curso de la anorexia
nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno por atracón o el trastorno de
evitación/restricción de la ingestión de alimentos.
D. Si los síntomas se producen en el contexto de otro trastorno mental (por
ejemplo, discapacidad intelectual [trastorno del desarrollo intelectual] u otro trastorno
del desarrollo neurológico), son suficientemente graves para justificar atención clínica
adicional.

2. 1. 2. 3. Trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos

A. Trastorno alimentario o de la ingestión de alimentos (por ejemplo, falta de


interés aparente por comer o alimentarse; evitación a causa de las características
organolépticas de los alimentos; preocupación acerca de las consecuencias repulsivas de
la acción de comer) que se pone de manifiesto por el fracaso persistente para cumplir las
adecuadas necesidades nutritivas y/o energéticas asociadas a uno (o más) de los hechos
siguientes:

18
1. Pérdida de peso significativa (o fracaso para alcanzar el aumento de peso
esperado o crecimiento escaso en los niños).
2. Deficiencia nutritiva significativa.
3. Dependencia de la alimentación enteral o de suplementos nutritivos por vía oral.
4. Interferencia importante en el funcionamiento psicosocial.
B. El trastorno no se explica mejor por la falta de alimentos disponibles o por una
práctica asociada culturalmente aceptada.
C. El trastorno alimentario no se produce exclusivamente en el curso de la anorexia
nerviosa o la bulimia nerviosa, y no hay pruebas de un trastorno en la forma en que uno
mismo experimenta el propio peso o constitución.
D. El trastorno alimentario no se puede atribuir a una afección médica concurrente
o no se explica mejor por otro trastorno mental. Cuando el trastorno alimentario se
produce en el contexto de otra afección o trastorno, la gravedad del trastorno
alimentario excede a la que suele asociarse a la afección o trastorno y justifica la
atención clínica adicional.

2. 1. 2. 4. Anorexia nerviosa

A. Restricción de la ingesta energética en relación con las necesidades, que conduce


a un peso corporal significativamente bajo con relación a la edad, el sexo, el curso del
desarrollo y la salud física. Peso significativamente bajo se define como un peso que es
inferior al mínimo normal o, en niños y adolescentes, inferior al mínimo esperado.
B. Miedo intenso a ganar peso o a engordar, o comportamiento persistente que
interfiere en el aumento de peso, incluso con un peso significativamente bajo.
C. Alteración en la forma en que uno mismo percibe su propio peso o constitución,
influencia inapropia del peso o la constitución corporal en la autoevaluación, o falta
persistente de reconocimiento de la gravedad del peso corporal bajo actual.

La anorexia nerviosa incluye dos subtipos:


Tipo restrictivo: Durante los últimos tres meses, el individuo no ha tenido episodios
recurrentes de atracones o purgas (es decir, vómito autoprovocado o utilización

19
incorrecta de laxantes, diuréticos o enemas). Este subtipo describe presentaciones en la
que la pérdida de peso es debida sobre todo a la dieta, el ayuno y/o el ejercicio excesivo.
Tipo purgativo: Durante los últimos tres meses, el individuo ha tenido episodios
recurrentes de atracones o purgas (es decir, vómito autoprovocado o utilización
incorrecta de laxantes, diuréticos o enemas).

2. 1. 2. 5. Bulimia nerviosa

A. Episodios recurrentes de atracones. Un episodio de atracón se caracteriza por los


dos hechos siguientes:
1. Ingestión, en un periodo determinado (por ejemplo, dentro de un período
cualquiera de dos horas), de una cantidad de alimentos que es claramente superior a la
que la mayoría de las personas ingerirían en un período similar en circunstancias
parecidas.
2. Sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio (por
ejemplo, sensación de que no se puede dejar de comer o controlar lo que se ingiere o la
cantidad de lo que se ingiere).
B. Comportamientos compensatorios inapropiados recurrentes para evitar el
aumento de peso, como el vómito autoprovocado, el uso incorrecto de laxantes,
diuréticos u otros medicamentos, el ayuno o el ejercicio excesivo.
C. Los atracones y los comportamientos compensatorios inapropiados se producen,
en promedio, al menos una vez a la semana durante tres meses.
D. La autoevaluación se ve indebidamente influida por la constitución y el peso
corporal.
E. La alteración no se produce exclusivamente durante los episodios de anorexia
nerviosa.

2. 1. 2. 6. Trastorno por atracón

A. Episodios recurrentes de atracones. Un episodio de atracón se caracteriza por los


dos hechos siguientes:

20
1. Ingestión, en un periodo determinado (por ejemplo, dentro de un período
cualquiera de dos horas), de una cantidad de alimentos que es claramente superior a la
que la mayoría de las personas ingerirían en un período similar en circunstancias
parecidas.
2. Sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio (por
ejemplo, sensación de que no se puede dejar de comer o no se puede controlar lo que se
ingiere o la cantidad de lo que se ingiere).
B. Los episodios de atracones se asocian a tres (o más) de los hechos siguientes:
1. Comer mucho más rápidamente de lo normal.
2. Comer hasta sentirse desagradablemente lleno.
3. Comer grandes cantidades de alimentos cuando no se siente hambre físicamente.
4. Comer solo debido a la vergüenza que se siente por la cantidad que se ingiere.
5. Sentirse a disgusto con uno mismo, deprimido o muy avergonzado luego del
atracón.
C. Malestar intenso respecto a los atracones.
D. Los atracones se producen, en promedio, al menos una vez a la semana durante
tres meses.
E. El atracón no se asocia a la presencia recurrente de un comportamiento
compensatorio inapropiado como en la bulimia nerviosa y no se produce
exclusivamente en el curso de la bulimia nerviosa o la anorexia nerviosa.

2. 1. 2. 7. Otro trastorno alimentario especificado

Esta categoría se aplica a las presentaciones en las que no se cumplen todos los
criterios de los cuadros anteriores, pero el clínico decide comunicar el criterio que no
cumplió.
Algunos ejemplos de presentaciones que se pueden especificar utilizando la
designación “otro especificado” son los siguientes:
1. Anorexia nerviosa atípica: Se cumplen todos los criterios para la anorexia
nerviosa, excepto que el peso del individuo, a pesar de la pérdida de peso significativa,
está dentro o por encima del intervalo normal.

21
2. Bulimia nerviosa (de frecuencia baja y/o duración limitada): Se cumplen todos
los criterios para la bulimia nerviosa, excepto que los atracones y los comportamientos
compensatorios inapropiados se producen, en promedio, menos de una vez a la semana
y/o durante menos de tres meses.
3. Trastorno por atracón (de frecuencia baja y/o duración limitada): Se cumplen
todos los criterios para el trastorno por atracón, excepto que los atracones y los
comportamientos compensatorios inapropiados se producen, en promedio, menos de
una vez a la semana y/o durante menos de tres meses.
4. Trastorno purgativo: Comportamiento de purgas recurrentes para influir en el
peso o la constitución (por ejemplo, vómito autoprovocado; uso incorrecto de laxantes,
diuréticos u otros medicamentos) en ausencia de atracones.
5. Síndrome de ingestión nocturna de alimentos: Episodios recurrentes de ingestión
de alimentos por la noche, que se manifiesta por la ingestión de alimentos al despertarse
del sueño o por un consumo excesivo de alimentos después de cenar. Existe consciencia
y recuerdo de la ingestión. La ingestión nocturna de alimentos no se explica mejor por
influencias externas, como cambios en el ciclo de sueño-vigilia del individuo o por
normas sociales locales. La ingestión nocturna de alimentos causa malestar significativo
y/o problemas del funcionamiento. El patrón de ingestión alterado no se explica mejor
por el trastorno por atracón u otro trastorno mental, incluido el consumo de sustancias, y
no se puede atribuir a otro trastorno médico o a un efecto de la medicación.

2. 1. 2. 8. Trastorno alimentario no especificado

Esta categoría se aplica a las presentaciones en las que no se cumplen todos los
criterios de los cuadros anteriores, pero el clínico decide no especificar el motivo de
incumplimiento de los mismos. Asimismo, incluye presentaciones en las que no existe
suficiente información para hacer un diagnóstico más específico (por ejemplo, en
servicios de urgencias).

22
2. 1. 3. Validez de los criterios diagnósticos del DSM-5

La literatura especializada ha llevado a cabo diversos estudios con el propósito de


evaluar la validez del DSM-5 y su utilidad clínica. Una investigación de Estados Unidos
(Thomas et al., 2015) evaluó el acuerdo entre jueces (clínicos e investigadores) en el
diagnóstico de 150 pacientes jóvenes (13 a 27 años) de sexo femenino. Se observó un
nivel de acuerdo moderado tanto mediante la utilización de los criterios del DSM-IV-
TR como los del DSM-5, lo que da cuenta de la validez de contenido de ambos.
Asimismo, explican que con la nueva versión del manual diagnóstico se reduce la
frecuencia de la categoría “no especificados”. Por lo cual, concluyen que esta nueva
versión ha mejorado en relación con su utilidad clínica.
Por otra parte, un estudio prospectivo con 8 años de seguimiento (Stice, Marti, &
Rohde, 2013), llevado a cabo con 496 niñas escolarizadas de Estados Unidos con
edades entre 12 y 15 años en la primera evaluación, analizó la migración entre los
diagnósticos del DSM-5 con el fin de aportar evidencia de su validez predictiva. A
partir de los resultados concluyeron sobre su capacidad predictiva. También explicaron
que estos criterios diagnósticos permiten captar la psicopatología clínicamente
significativa y asignar un sujeto a una categoría diagnóstica homogénea. En relación
con las migraciones de un cuadro a otro, las más frecuentes fueron entre los cuadros
caracterizados por la presencia de atracones. Asimismo, dentro de cada cuadro en
particular, se observó que las jóvenes con bulimia nerviosa subclínica y trastorno por
atracón subclínico suelen migrar hacia los cuadros completos (32% y 28%,
respectivamente). En cambio, ninguna paciente con anorexia nerviosa atípica migró
hacia el cuadro completo. El hecho de que la migración diagnóstica ocurra con mayor
frecuencia en los trastornos alimentarios caracterizados por la presencia de atracones
sugiere que dicha conducta genera un círculo vicioso que mantiene el proceso y lo
incrementa. Por otra parte, la diferencia entre anorexia atípica y su cuadro completo en
relación con el IMC parece un factor importante que da cuenta de una diferencia
cualitativa que influye sobre el desarrollo del cuadro. Finalmente, explicaron que la
migración diagnóstica observada fue consistente con otros estudios que utilizaron el
DSM-IV-TR en población general (Stice, Marti, Shaw, & Jaconis, 2009) y clínica
(Fichter & Quadflieg, 2007; Milos, Spindler, Schnyder, & Fairburn, 2005).

23
2. 2. Factores de riesgo

El estudio sobre factores de riesgo (condiciones antecedentes asociadas al


incremento de la probabilidad de resultados adversos) tiene como objetivo proponer
modelos etiopatogénicos, guiar el diseño de las intervenciones preventivas y de los
tratamientos, e identificar aquellos individuos o grupos que están en mayor riesgo
(Shisslak & Crago, 2001).
Desde los comienzos de la investigación sobre trastornos alimentarios se observó
que la interacción de diversos factores de riesgo es la que contribuye al desarrollo de
esta patología. La exposición a estos factores ocurre en ambientes variados (familia,
grupo de pares, escuela) y el riesgo es mayor en función del momento evolutivo en que
acontecen y el número de factores que interactúen (Striegel-Moore & Steiner-Adair,
2000). Inicialmente, se focalizó el estudio sobre factores socioculturales, familiares y
psicológicos. En la actualidad, se incorporaron también los factores biológico-genéticos
(Striegel-Moore & Bulik, 2007). Además, se llevaron a cabo investigaciones y
revisiones que integran los diferentes factores de riesgo, las cuales dan cuenta de la
necesidad de generar y poner a prueba modelos biopsicosociales (Connan, Campbell,
Katzman, Lightman, & Treasure, 2003; Favaro, 2013; Suisman et al., 2012).

2. 2. 1. Factores biológico-genéticos

Las investigaciones sobre factores biológico-genéticos se han centrado,


principalmente, en el estudio de la genética y las alteraciones neurobiológicas (Grupo de
trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos de la Conducta Alimentaria,
2009). Estas investigaciones, a largo plazo, podrían aportar nuevos conocimientos sobre
marcadores biológicos y, de este modo, resultarían útiles para el diseño de tratamientos
psicofarmacológicos dirigidos a las áreas del cerebro que controlan la conducta
alimentaria (NIMH, 2011). Asimismo, el conocimiento de ciertas características
genéticas de riesgo permitirá, por un lado, identificar qué sujetos son más vulnerables y,
por el otro, intervenir de un modo preventivo (Mazzeo & Bulik, 2009).
Diversos estudios concluyeron que la contribución de los factores genéticos en el
desarrollo de los trastornos alimentarios es fundamental, por lo cual se están

24
investigando diferentes combinaciones genéticas para determinar si alguna variación en
el ADN se asocia con este riesgo (Striegel-Moore & Bulik, 2007).
Por otra parte, la heredabilidad de los trastornos alimentarios y sus síntomas han
sido evaluados a partir de diversos registros gemelares de poblaciones norteamericanas,
australianas y europeas, entre otros. Se ha establecido que la heredabilidad de la
anorexia nerviosa oscila entre un 22% y un 58% y las de la bulimia nerviosa entre un
55% y un 62% (Bulik et al, 2010; Kortegaard, Hoerder, Joergensen, Gillberg, & Kyvik,
2001; Mazzeo & Bulik, 2009). Asimismo, la presencia de dieta para adelgazar y
atracones también ha mostrado estimaciones de heredabilidad del 14% al 51%
(Reichborn-Kjennerud, Bulik, Tambs, & Harris, 2004; Wade, Treloar, Heath, & Martin,
2009).
En relación con los sistemas neuronales, se observó una alteración en el sistema
serotoninérgico en pacientes con anorexia y bulimia nerviosa que se encontraban
transitando la fase aguda de la enfermedad o en recuperación (Connan et al., 2003;
Kaye, 2008; Kaye, Bailer, Frank, Wagner, & Henry, 2005; Steiger et al., 2001). Esta
alteración afecta la regulación del hambre, del estado de ánimo y de los impulsos (Kaye,
2008). En esta misma línea, Genis-Mendoza, Tovilla-Zarate y Nicolini (2013), en una
revisión de la literatura, explicaron que los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina intervienen en el control de los atracones en las pacientes con bulimia
nerviosa y ayudan a disminuir el número de recaídas y procuran una evolución más
favorable en las pacientes con anorexia restrictiva (una vez que han recuperado el peso).
Por otra parte, también se encontró una alteración en el sistema dopaminérgico en
pacientes con anorexia, bulimia nerviosa y trastorno por atracón (Barry & Klawans,
1976; Davis et al., 2012; Jimerson, Lesem, Kaye, & Brewerton, 1992). Corwin, Avena y
Boggiano (2011) explican que este sistema es el responsable de generar una sensación
placentera al comer algo delicioso y, de este modo, interviene en la decisión de
consumir un alimento (incluso a ingerirlo más allá de la necesidad calórica y en gran
cantidad). Asimismo, se vincula con la toma de decisiones, autocontrol e impulsividad
(Kaye, 2008).
En relación a los hallazgos anteriormente nombrados, Fagundo y colaboradores
(2012) llevaron a cabo un estudio en España con mujeres de 18 a 60 años y compararon
el perfil ejecutivo de pacientes con anorexia nerviosa, pacientes con obesidad y mujeres

25
de población general. Los autores concluyeron que ellas comparten ciertas
características neurobiológicas relacionadas con las vías de la recompensa y los
circuitos neuronales asociados a la comida. Los autores explican que la conducta
alimentaria de estas pacientes es una expresión de su incapacidad para regular de un
modo adecuado el sistema de recompensas y castigos. Sin embargo, el mecanismo
subyacente es diferente. Mientras que la obesidad se asocia con niveles elevados de
impulsividad, la anorexia nerviosa se asocia con una conducta obsesiva y dificultad en
la toma de decisiones. Aunque, ambos grupos presentaron menor flexibilidad cognitiva
en comparación con mujeres de población general.
Por otra parte, Kaye, Bulik, Thornton, Barbarich y Masters (2004) hallaron una
asociación entre la dopamina y algunos síntomas característicos de la anorexia nerviosa
(aversión hacia los alimentos, pérdida de peso, hiperactividad, distorsión de la imagen
corporal y conductas obsesivas).
Sin embargo, la literatura especializada coincide en que estos resultados se deben
integrar con el análisis del modo en el que el ambiente interactúa con estos factores
biológico-genéticos (Klump & Culbert, 2007). Dicha integración resulta importante
dado que las condiciones ambientales pueden modificar la heredabilidad. Por lo cual, se
podría intervenir sobre estas condiciones para modular la expresión genética (Rojo-
Moreno, Iranzo-Tatay, et al., 2015). En esta misma línea, Favaro (2013) explica que
tanto los factores genéticos como los ambientales impactan sobre el desarrollo neuronal
de un sujeto (especialmente, en el período pre-natal y puberal) pudiendo generar una
vulnerabilidad para el desarrollo de un trastorno alimentario.

2. 2. 2. Factores socioculturales

Diversos estudios prospectivos y experimentales (Krones, Stice, Batres, & Orjada,


2005; Martínez-González et al. 2003; McKnight Investigators, 2003; Sands & Wardle,
2003; Stice, Maxfield, & Wells, 2003; Stice, Spangler, & Agras, 2001), revisiones de la
literatura y meta-análisis (Grabe, Ward, & Hyde, 2008; Groesz, Levine, & Murnen,
2002; Keel & Forney, 2013; Stice, 2002; Stice & Shaw, 2002) plantean que existen
ciertos factores socioculturales que generan insatisfacción con la imagen corporal y
llevan al sujeto a realizar conductas que lo ponen en riesgo de desarrollar un trastorno

26
alimentario. Entre dichos factores se incluyen: la exposición a un ideal de belleza
caracterizado por una delgadez extrema y las presiones culturales hacia la mujer para
alcanzarlo. Las investigaciones concluyen que ese ideal se encuentra dirigido hacia la
mujer en las culturas occidentales o que han sido occidentalizadas y, explican, de este
modo, el hecho de que sean las mujeres de esas culturas quienes presentan el mayor
riesgo de desarrollar esta patología, en comparación con los hombres y con mujeres
provenientes de otras culturas (Murawski, 2010). En esta misma línea, también se ha
hallado que deportistas de elite (gimnastas, bailarinas de ballet y patinadoras), inmersas
en un contexto en el cual se valora la delgadez, son un grupo de riesgo para desarrollar
este trastorno (APA, 2006).

2. 2. 3. Factores familiares

Varios estudios analizaron el funcionamiento familiar de personas con trastorno


alimentario, pero se llevaron a acabo luego de la aparición del trastorno (NICE, 2004).
De este modo, se halló una asociación entre esta patología y: a) modelos familiares
sobreprotectores, rígidos y exigentes, conflictivos, y poco cohesionados; b) familias
desestructuradas -padres divorciados-; c) dieta y/o conducta alimentaria atípica en la
familia -preocupación por el peso por parte de los padres-; y d) obesidad -especialmente
en madres- (Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos de la
Conducta Alimentaria, 2009).
Por ejemplo, en relación con los estilos de crianza percibidos, un estudio
multicéntrico (Eslovenia, España, Italia y Reino Unido) comparó mujeres jóvenes (edad
media de 25.28 años) con y sin patología (Krug et al., 2015). Los autores concluyeron
que un estilo crítico por parte de la madre se asoció con trastorno alimentario y un estilo
abusivo en ambos padres se asoció con insatisfacción corporal. En cambio, el estilo
sobreprotector no correlacionó con dichas variables.
También se observó una asociación entre trastorno alimentario y la presencia de
críticas hacia la alimentación, el peso y el cuerpo por parte de la familia (Jacobi et al.,
2011). En consistencia, un estudio con estudiantes universitarias de Kosovo con edades
entre 18 y 25 años halló una asociación moderada entre actitudes y conductas

27
relacionadas con los trastornos alimentarios (Eating Attitudes Test-26) y presión
parental para alcanzar una imagen corporal atractiva (Fortesa & Ajete, 2014).
Sin embargo, los estudios prospectivos aún no han proporcionado apoyo al papel
causal de los sistemas familiares disfuncionales (Stice, 2002). En esta misma línea, una
revisión de la literatura reciente explicó que si bien se puede concluir sobre la
heterogeneidad de las familias con trastorno alimentario y la compleja combinación de
factores familiares asociados a esta psicopatología, resulta necesaria la realización de
estudios longitudinales y cualitativos que aporten mayor información (Ruíz Martínez,
Vázquez Arévalo, Mancilla Díaz, Viladrich i Segués, & Halley Castillo, 2013). Estos
estudios permitirían esclarecer si algunos factores como el funcionamiento familiar, el
deterioro en las relaciones entre la paciente y sus padres, y la preocupación por la
alimentación y la apariencia física son un antecedente o una consecuencia de los
trastornos alimentarios (Le Grange, 2005). Por ejemplo, la disfuncionalidad familiar
quizá no sea un antecedente que propicie el trastorno sino el resultado de sentirse
amenazados y culpables de los síntomas que presenta su hija (Le Grange, 2005) o una
forma de funcionar y convivir ante una problemática que los desborda (Ruíz Martínez et
al., 2013).

2. 2. 4. Factores psicológicos

Diferentes revisiones de estudios prospectivos (Stice, 2002; Stice & Shaw, 2002)
concluyeron acerca de la existencia de ciertos factores psicológicos de riesgo para el
desarrollo de un trastorno alimentario: insatisfacción con la imagen corporal,
perfeccionismo y haber sufrido burlas sobre el peso o el aspecto físico.
Por otra parte, un estudio prospectivo (Ghaderi & Scott, 2001) encontró otros
factores de riesgo: baja autoestima, baja percepción de apoyo social, elevada preferencia
por la evitación como estrategia de afrontamiento y elevada preocupación por el cuerpo.
Otras investigaciones también hallaron la importancia de esta preocupación y
enfatizaron la incorporación de esta variable a los programas de prevención (Jacobi et
al., 2011; Jacobi, Hayward, de Zwaan, Kraemer, & Agras, 2004; Keel, Baxter,
Heatherton, & Joiner, 2007; Killen et al., 1996).

28
Asimismo, se han encontrado asociaciones entre los trastornos alimentarios y los
siguientes factores psicológicos: historia de abuso físico o sexual, dificultad para
reconocer y expresar sentimientos y emociones, baja autoestima, ineficacia,
sentimientos de insuficiencia o falta de control de la vida, depresión, ansiedad, y
emociones tales como enojo y soledad (NEDA, 2006).
Dentro del estudio de los factores psicológicos, diversos autores dan cuenta del rol
de las variables de esta investigación en el desarrollo de un trastorno alimentario.
La literatura especializada plantea que las creencias disfuncionales acerca de la
imagen corporal cumplen un papel mediador entre los mensajes provenientes de los
medios de comunicación que fomentan los ideales de delgadez y las actitudes negativas
hacia la obesidad, por un lado, y la insatisfacción corporal, por el otro (Lin & Reid,
2008; Tiggemann, 2006). Asimismo, estas creencias permiten predecir restricción
alimentaria, insatisfacción con la imagen corporal, baja autoestima e internalización del
ideal de delgadez (Spangler, 2002).
Por otra parte, diversas investigaciones destacan el papel de la internalización del
ideal de delgadez en el desarrollo de un trastorno alimentario (López-Guimerà &
Sánchez-Carracedo, 2010). Esta varaible se encuentra asociada a una elevada
insatisfacción con la imagen corporal (Cafri, Yamamiya, Brannick, & J. K. Thompson,
2005) y a la realización de conductas dietantes (Bilukha & Utermohlen, 2001). A su
vez, estudios longitudinales obtuvieron evidencia de que esta variable permite predecir
riesgo de desarrollar un trastorno alimentario o de agravarlo (McKnight Investigators,
2003; Stice, 2002). Por otro lado, en un meta-análisis se observó la eficacia de los
programas de prevención que incluyen la intervención sobre esta variable (Stice, &
Shaw, 2004).
Finalmente, también se ha observado que la necesidad de aprobación social es una
característica prevalente de las pacientes con trastorno alimentario (Borda, del Río, &
Torres, 2003; Bruch, 1978; Moulton, Moulton, & Roach, 1998).
Asimismo, estudios llevados a cabo en Estados Unidos y Japón con mujeres
jóvenes universitarias concluyen que esta variable resulta ser un predictor de estos
trastornos (Friedman & Whisman, 1998; Kiyotaki & Yokohama, 2006; Mukai,
Kambara, & Sasaki, 1998; Pedlow & Niemeier, 2013). Los estudios japoneses explican
que este hallazgo se relaciona, por un lado, con la importancia que le asigna dicha

29
cultura a cumplir con los mandatos sociales y ser aceptado por los demás y, por el otro,
con la difusión en los medios de comunicación de un ideal de belleza occidental.
En relación con los cambios en el ideal de belleza en Japón, Yazaki (1992, citado
en Mukai et al., 1998) observó que durante los últimos años se ha incrementado el
número de revistas y publicidades en las cuales se difunde un ideal corporal muy
delgado y diferentes técnicas para bajar de peso. Asimismo, aumentó en un 80% la
aparición de modelos occidentales en las publicidades de las revistas y la televisión
(Morohashi, 1995, citado en Mukai et al., 1998). Asimismo, un estudio con
adolescentes de ambos sexos pertenecientes a población general de Okinawa
concluyeron que las mujeres han internalizado el ideal de delgadez proveniente de
occidente, lo cual genera un impacto negativo en la satisfacción con la imagen corporal
y la autoestima (Nielson, Reel, Galli, Crookston, & Miyairi, 2013).

2. 3. Modelos explicativos del desarrollo de los trastornos alimentarios

2. 3. 1. Modelo cognitivo conductual

El modelo cognitivo conductual postula que los trastornos alimentarios presentan


un núcleo psicopatológico común que es esencialmente cognitivo (Rutsztein, 2009). En
los pacientes con estos trastornos, se observa la presencia de cogniciones vinculadas a
una sobrevaloración de la figura, el peso y el control de ambos. De este modo, la
valoración de los pacientes se circunscribe únicamente en función de su figura y peso y
de su habilidad para controlarlos.
Fairburn, Z. Cooper y Shafran (2008) explican que esas cogniciones llevan a las
personas con trastorno alimentario a sentir un elevado miedo a engordar y a una
exagerada preocupación sobre su figura, peso y alimentación. Estas cuestiones generan
reiterados chequeos del cuerpo y el peso o la evitación de los mismos. A su vez, esa
preocupación, junto a la insatisfacción que sienten, también lleva a los pacientes a
restringir la ingesta y realizar ejercicio físico excesivo.
La conducta dietante y el ejercicio físico excesivo producen una reducción del peso
corporal, el cual repercute en cambios físicos, psicológicos y sociales que, muchas
veces, refuerzan dichas conductas. Por ejemplo, los pacientes pueden recibir

30
comentarios positivos acerca de su descenso de peso. Asimismo, la inanición genera un
incremento en la preocupación por la comida y obsesividad en relación al tema. De este
modo, en los pacientes con bajo peso significativo, el círculo vicioso se cierra de nuevo
con la preocupación central por la figura y el peso.
Sin embargo, suele ser más frecuente que los pacientes no puedan sostener por
mucho tiempo la realización de dietas restrictivas. La rigidez de las mismas es lo que
favorece los atracones acompañados por una sensación de pérdida de control y
culpabilidad. De este modo, se forma un círculo vicioso porque, a su vez, la dieta es una
respuesta a la sobreingesta como una medida compensatoria.
Además, los atracones incrementan la preocupación sobre el control de la figura, el
peso y la comida. Cuando los pacientes fracasan en el cumplimiento de sus reglas
dietéticas estrictas con episodios de atracones, lo interpretan como evidencia del poco
control que tienen sobre su ingesta. Romper las reglas dietéticas les supone una
“pérdida de control” sobre la imagen corporal y el peso deseados. Esta falta de control
les resulta inaceptable, por lo cual refuerzan su idea sobrevalorada de la necesidad de
mantener un determinado peso corporal e incrementan sus conductas para lograrlo. Así,
se establece un nuevo círculo vicioso que tiende a retroalimentarse.
Muchas de los pacientes llevan a cabo conductas purgativas luego de los atracones
con el fin de no subir de peso. Pero, como no lo logran, sienten frustración. Esta
frustración genera emociones negativas que pueden llevarlas a tener nuevamente
episodios de atracones. De ese modo, se favorece el mantenimiento de los atracones.
En síntesis, a partir de este círculo vicioso se observa cómo las cogniciones
vinculadas a la imagen corporal, el peso y su control ocupan un papel fundamental tanto
en el desarrollo como en el mantenimiento de los trastornos alimentarios (Fairburn, Z.
Cooper, & Shafran, 2003).
Por otra parte, varios autores plantean que las creencias sobre la alimentación que
tienen lugar en los trastornos alimentarios son secundarias a las creencias disfuncionales
acerca de la imagen corporal, las cuales pertenecen al núcleo psicopatológico
(Rutsztein, 2009; Vitousek & Hollon, 1990).
M. J. Cooper (1997), a partir de una revisión de la literatura, plantea que por medio
de esas creencias disfuncionales la apariencia física se configura en un factor muy
importante para el sujeto, dándole primacía a la misma para su valoración y el logro en

31
diferentes áreas de la vida (por ejemplo, relaciones interpersonales, laboral, entre otras).
De este modo, el sujeto comienza a pensar que el cuerpo es el único medio válido para
ser valorado positivamente, tanto por otras personas como por él mismo (H. Turner &
M. Cooper, 2002).
A su vez, estas creencias se interrelacionan con la idealización de la delgadez, la
cual es considerada como un sinónimo de belleza (Donoso-Torres & Diez, 2003). Es
por eso que los pacientes tratan de alcanzar un cuerpo delgado, siendo para ellos el
único estándar de apariencia aceptable dado que consideran que sólo de esa manera
podrán ser aceptados. Así, estas creencias impactan en el grado de satisfacción con la
propia imagen corporal y en la autovaloración (Spangler, 2002).
La literatura especializada ha relacionado a las creencias disfuncionales acerca de la
imagen corporal y la necesidad de vincularse con los otros mediante la posesión de un
cuerpo delgado, con la existencia de una necesidad exagerada por parte de los pacientes
de recibir afecto y aprobación de los demás (Borda et al., 2003). Es por dicha necesidad
que los pacientes desearían alcanzar los cánones de éxito instituidos socialmente
recurriendo a diferentes procedimientos, muchas veces inadecuados, favoreciendo, de
este modo, el desarrollo de un trastorno alimentario (Moraleda Custardoy, 2003).

2. 3. 2. Modelo sociocultural

El modelo sociocultural es uno de los que cuenta con mayor apoyo empírico al
momento de explicar la vinculación entre la influencia de ciertas presiones culturales y
el desarrollo de conductas alimentarias de riesgo (López-Guimerà & Sánchez-
Carracedo, 2010).
Este modelo postula que la presión social dirigida hacia la mujer para que alcance
estándares de belleza, caracterizados por una delgadez extrema, es un factor de riesgo
principal para el desarrollo de un trastorno alimentario (McKnight Investigators, 2003).
Así, la cultura de la delgadez ejercería su principal efecto sobre las mujeres, en tanto
que los hombres se encontrarían presionados por alcanzar otro ideal corporal: el ideal de
muscularidad (Rutsztein et al., 2004; Smolak & Murnen, 2008; Tylka, 2011). Estas
discrepancias con respecto a los ideales corporales explicaría, en parte, la mayor

32
prevalencia de los trastornos alimentarios en mujeres, que supera ampliamente a la de
los varones (Striegel-Moore & Bulik, 2007).
De este modo, el ideal de delgadez que transmiten los medios masivos de
comunicación generan o activan ciertas creencias (Levine & Smolak, 2006), que
producen emociones negativas hacia el propio cuerpo (Dittmar & Howard, 2004) y
ponen en riesgo la conducta alimentaria de las mujeres, fundamentalmente en la
adolescencia (Jiménez-Cruz & Silva-Gutiérrez, 2010).
Por otra parte, este modelo explica que estas presiones son mediadas por la familia
y los pares de dos formas: 1) por modelado directo de conductas y actitudes
relacionadas con la imagen corporal y la alimentación, y 2) por refuerzo del ideal de
delgadez. Krug y colaboradores (2015) explicaron que la influencia de la familia es más
importante durante la niñez y la de los pares cobra predominancia en la adolescencia.
Asimismo, observaron que la influencia materna es más directa que la paterna, lo cual
se puede explicar por el hecho de que las madres tendrían mayor comunicación e
intimidad con sus hijos o darían más importancia a la alimentación, el peso y la imagen
corporal.
Pero, lo cierto es que todos estamos expuestos a esos mensajes; sin embargo, no
todos enfermamos. Entonces, ¿cuál podría ser el mecanismo por el cual esto ocurre?
Para responder esta pregunta J. K. Thompson y Stice (2001) desarrollaron el concepto
de “internalización del ideal de delgadez”, el cual ocupa un lugar de importancia en la
conceptualización del modelo sociocultural. Dicha internalización implica adoptar
cognitivamente los ideales de belleza definidos socialmente y realizar comportamientos
dirigidos a alcanzarlos (J. K. Thompson & Stice, 2001). Pareciera que una vez que estos
ideales se internalizan, el sujeto tiende a evaluar la distancia entre ese ideal y su propio
cuerpo (Facchini, 2006); hecho que impacta sobre su estado de ánimo y autoestima, y
genera insatisfacción con su imagen corporal (Lawler & Nixon, 2011). Esto, a su vez, lo
lleva a realizar ciertas conductas con el objetivo de alcanzar esos ideales,
incrementándose el riesgo de desarrollar un trastorno alimentario (Stice, 2002; J. K.
Thompson & Heinberg, 1999). Entonces, la internalización del ideal de delgadez
explicaría el motivo por el cual no todos los sujetos desarrollan insatisfacción corporal
y/o trastornos alimentarios en este contexto de fuertes presiones sociales para alcanzar

33
determinados modelos estéticos corporales (López-Guimerà & Sánchez-Carracedo,
2010).
Otro fenómeno importante para este modelo sociocultural es la comparación social,
la cual es un factor mediador entre la internalización del ideal de delgadez y la
insatisfacción corporal (Fitzsimmons-Craft et al., 2014; Rodgers, McLean, & Paxton,
2015). Es mediante la comparación con sus pares que las mujeres que han internalizado
el ideal de delgadez concluyen que aún no han alcanzado dicho ideal. Aunque, ellas no
sólo comparan su cuerpo sino también observan las conductas realizadas por las demás
para bajar de peso y modulan así su conducta (Fitzsimmons-Craft, Bardone-Cone, &
Harney, 2012). Sin embargo, esta comparación no implicaría ningún riesgo si la mujer
se comparara con alguien similar a ella y concluiría que su cuerpo es semejante al de sus
pares. Pero, la comparación social se realiza en una dirección diferente al tomarse como
modelo de comparación a la persona que percibe como “mejor” en el aspecto a
comparar (Leahey, Crowther, & Mickelson, 2007).

34
III. ESTUDIO EMPÍRICO

35
Capítulo 3. Formulación del problema de investigación y método

En primer lugar, se describe el problema de investigación y su relevancia.


Posteriormente, se plantean los interrogantes y las hipótesis que surgen de la revisión de
la literatura. Luego, se detallan los objetivos de esta tesis y el método seleccionado para
responder a las preguntas de investigación.

3. 1. Problema de investigación y relevancia

En base a lo desarrollado en el capítulo 2, se puede observar que si bien son varias


las investigaciones que postulan a las creencias disfuncionales acerca de la propia
imagen corporal y la internalización del ideal de delgadez como factores centrales en el
desarrollo y mantenimiento de los trastornos alimentarios, son menos frecuentes los
estudios que analizan la interacción entre ambas. Por otra parte, se encontraron escasas
investigaciones que estudien la relación entre los trastornos alimentarios y la necesidad
de aprobación social. Es por este motivo que la presente tesis se propone evaluar la
asociación entre creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal, internalización
del ideal de delgadez y necesidad de aprobación social, así como también determinar su
relación con la presencia de trastorno alimentario.
Por otra parte, a partir de lo descripto en el capítulo 1, se concluye sobre la
importancia del abordaje de esta patología debido a las graves consecuencias que tienen
para la salud física y psíquica, su tasa de mortalidad y su elevada prevalencia e
incidencia. Asimismo, los profesionales de la salud coinciden en que los estudios
locales permiten diseñar estrategias clínicas y preventivas adaptadas al contexto socio-
cultural en el que se aplicaran.
En esta tesis, la evaluación de las variables se llevó a cabo con mujeres entre 18 y
34 años pertenecientes a población clínica y población general de la Ciudad de Buenos
Aires. La muestra estuvo conformada por pacientes con trastorno alimentario que se
encontraban en tratamiento en instituciones asistenciales especializadas (una pública y
otra privada) y estudiantes universitarias de la carrera de psicología (una universidad
pública y dos privadas).

36
El estudio en mujeres es importante por el elevado riesgo de desarrollar un
trastorno alimentario y por la diferencia significativa en la incidencia de esta patología
en mujeres con respecto a los hombres. Un estudio realizado en el Reino Unido con 897
pacientes entre 10 y 49 años concluyó que la incidencia fue de 11.8 mujeres por cada
hombre con anorexia nerviosa, 14.9 mujeres por cada hombre con bulimia nerviosa y
7.7 mujeres por cada hombre con trastorno alimentario no especificado (Micali et al.,
2013).
Por otra parte, la inclusión de mujeres de las edades seleccionadas resulta de
relevancia dado que diversos estudios dan cuenta que las mujeres jóvenes son el grupo
de mayor riesgo para el desarrollo de estos trastornos (CENETEC, 2008; Grupo de
trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos de la Conducta Alimentaria,
2009; Hoek, 2006; Micali et al., 2013; Smink et al., 2012), oscilando la edad de inicio
pico entre los 16 y 20 años (Stice et al., 2013).
Un estudio prospectivo con 8 años de seguimiento (Stice et al., 2013), llevado a
cabo con 496 niñas escolarizadas de Estados Unidos con edades entre 12 y 15 años en la
primera evaluación, concluyó acerca de la edad pico de inicio de cada diagnóstico del
DSM-5: 1) 19-20 años para la anorexia nerviosa y su versión atípica, 2) 16-20 años para
la bulimia nerviosa y su versión subclínica, 3) 18-20 años para los diagnósticos
restantes (trastorno por atracón y su versión subclínica, trastorno purgativo y trastorno
alimentario no especificado). Asimismo, halló que a la edad de 20 años la tasa de
prevalencia fue 13.1%, lo cual demuestra la importancia de este fenómeno en este grupo
etario.
Entonces, cabe destacar que la diversidad en las edades de la muestra de esta tesis
permitirá representar a un amplio grupo etario compuesto por mujeres jóvenes que
presentan elevado riesgo de desarrollar un trastorno alimentario.
La juventud es habitualmente definida como el período que va desde la
adolescencia (cambios corporales y relativa madurez sexual) hasta la independencia de
la familia, formación de un nuevo hogar, autonomía económica, que representarían los
elementos que definen la condición de adulto (Margulis & Urresti, 1996).
Esta definición es compleja e incluye cuestiones biológicas, psicológicas, históricas
y socioculturales (Dávila León, 2004; Lozano Urbieta, 2003; Margulis, 2001; Margulis
& Urresti, 1998). Por este motivo se discute la utilización de un criterio etario para

37
definir la juventud, pero, en términos operativos, las investigaciones lo utilizan para
seleccionar la población a estudiar (Domínguez García, 2008; Secretaría de Agricultura,
Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación e Instituto Internacional de Planeamiento de
la Educación Sede Regional Buenos Aires, 2005). De este modo, en la literatura se
observan diversas franjas etarias propuestas para contener el segmento de la juventud,
variando la selección de estas franjas según el objetivo del estudio (Dávila León, 2004;
Verdera, 2010).
A partir del año 1985, en el marco del Año Internacional de la Juventud, la
Asamblea General de las Naciones Unidas consideró como joven a la persona entre 15 y
24 años (United Nations [UN], 2001), aunque en la actualidad se postula que la
juventud se extendió hasta los 34 años (López, 2011). Esta modificación puede deberse
al permanente aumento del número de años que los individuos deben destinar a la
adquisición de mayor capital educativo, la postergación del matrimonio, y las
dificultades que generalmente marcan el período previo a la inserción plena en el
mercado laboral (Pilotti & Camacho, 2003).
En el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas del 2010 de la Argentina
(Instituto Nacional de Estadística y Censos [INDEC], 2012) se divide a la juventud en
diferentes fragmentos (15-19, 20-24, 25-29, y 30-34), iguales a los utilizados en otras
investigaciones tales como las llevadas a cabo por el Instituto de la Juventud de la
Región de Murcia (Sierra Rodríguez, 2009).
En el estudio de los trastornos alimentarios, el Grupo de trabajo de la Guía de
Práctica Clínica sobre Trastornos de la Conducta Alimentaria (2009) postula que la
población de mayor riesgo está comprendida por mujeres en la franja etaria que se
extiende desde los 12 a los 21 años. Asimismo, las investigaciones concluyen que desde
1970 el grupo que incrementó más su incidencia fue el de las mujeres entre 15 y 24 años
(CENETEC, 2008; Hoek, 2006). En el análisis intra-grupo se observó que el subgrupo
de mujeres entre 15 y 19 años fue el que presentó una incidencia mayor (Micali et al.,
2013; Smink et al., 2012).
Por otra parte, la inclusión de las dos poblaciones (y la posterior separación en
sujetos con trastorno alimentario y sujetos sin trastorno alimentario para realizar los
análisis estadísticos) permite tener un conocimiento amplio de estas variables y poder

38
observar si su fenomenología e interacción se diferencian en función de la presencia o
no de la patología.
En relación con cada institución participante, se decidió trabajar en el ámbito
público y privado con el fin de incluir mujeres con rasgos socioculturales diferentes
(nivel socio-económico, nivel de estudio alcanzado y ocupación).
En los primeros años de la investigación de los trastornos alimentarios, se
consideraba que éstos eran un problema de mujeres jóvenes de clase alta y casi
exclusivo de los países altamente desarrollados (Gibbons, 2001). Ambas nociones han
sido puestas en duda, por un lado, debido al reporte de un gran número de casos de
trastorno alimentario en diversas partes del mundo (Nasser, 2009) y, por el otro, debido
al hallazgo de una cantidad de casos de trastorno alimentario similares en distintos
niveles socio-económicos (Gard & Freeman, 1996). Es probable que la exclusividad de
nivel socio-económico se haya debido a un subregistro provocado por la dificultad al
acceso a servicios de atención psiquiátrica (Unikel Santoncini & Caballero Romo,
2010).

3. 2. Interrogantes

A partir del problema de investigación se desprenden los interrogantes principales


que guiarán esta tesis:
- ¿En qué proporción los trastornos alimentarios y las conductas de riesgo asociadas
a estas patologías están presentes en mujeres jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires?
- ¿Qué creencias acerca de la propia imagen corporal presentan dichas mujeres?
- ¿En qué grado las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal están
presentes en dichas mujeres?
- ¿Cuál es su nivel de internalización del ideal de delgadez y necesidad de
aprobación social?
- En dichas mujeres, ¿se observan actitudes disfuncionales acerca de la
alimentación, el peso y la imagen corporal?
- Las mujeres con trastorno alimentario, ¿se diferencian de las mujeres sin trastorno
alimentario en cuanto a las variables anteriormente mencionadas?

39
- ¿Existe una asociación entre creencias disfuncionales acerca de la imagen
corporal, internalización del ideal de delgadez, necesidad de aprobación social, y
actitudes disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la imagen corporal?

Resulta importante destacar que para dar respuesta a estos interrogantes, la presente
tesis se sustenta en el marco teórico cognitivo, el cual plantea el papel central de los
aspectos cognitivos en el desarrollo y mantenimiento de estos trastornos (Fairburn,
2008; Fairburn, Z. Cooper, et al., 2003; Rutsztein, 2009).

3.3. Hipótesis

Las hipótesis principales que guiarán esta tesis son:


- Las mujeres con trastorno alimentario se diferencian de las mujeres sin trastorno
alimentario en cuanto a la presencia de conductas de riesgo asociadas a esta patología.
Asimismo, las mujeres con trastorno alimentario presentan, en mayor grado, creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal, internalización del ideal de delgadez,
necesidad de aprobación social, y actitudes disfuncionales acerca de la alimentación, el
peso y la imagen corporal.
- Existe una asociación entre creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal,
internalización del ideal de delgadez, necesidad de aprobación social, y actitudes
disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la imagen corporal.

3. 4. Objetivos

El objetivo de la presente investigación es aportar nuevos conocimientos al estudio


de los trastornos alimentarios en mujeres jóvenes mediante el análisis de ciertas
variables frecuentemente asociadas al desarrollo y mantenimiento de estas patologías.

3. 4. 1. Objetivo general

- Evaluar la asociación entre creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal,


internalización del ideal de delgadez y necesidad de aprobación social, y determinar su

40
relación con la presencia de trastorno alimentario en mujeres jóvenes de población
clínica y general de la Ciudad de Buenos Aires.

3. 4. 2. Objetivos específicos

- Adaptar a nuestro medio los siguientes instrumentos: Beliefs About Appearance


Scale (BAAS; Spangler & Stice, 2001), Sociocultural Attitudes Towards Appearance
Questionnaire-3 (SATAQ-3; J. K. Thompson, van den Berg, Roehrig, Guarda &
Heinberg, 2004) y Revised Martin-Larsen Approval Motivation Scale (RMLAM;
Martin, 1984).
- Identificar la presencia de trastorno alimentario y conductas de riesgo asociadas a
esta patología.
- Explorar creencias acerca de la propia imagen corporal.
- Evaluar factores psicológicos asociados a los trastornos alimentarios: creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal, internalización del ideal de delgadez,
necesidad de aprobación social, y actitudes disfuncionales acerca de la alimentación, el
peso y la imagen corporal.
- Comparar mujeres jóvenes con y sin trastorno alimentario en función de las
variables anteriormente mencionadas.
- Evaluar la bondad de ajuste de un modelo explicativo que estudia la relación entre
creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal, internalización del ideal de
delgadez, necesidad de aprobación social, y actitudes disfuncionales acerca de la
alimentación, el peso y la imagen corporal.

3. 5. Método

Hernández Sampieri, Fernández-Collado y Baptista Lucio (2006) plantean que en


una investigación con enfoque cuantitativo se lleva a cabo una medición cuantitativa de
las variables con el fin de probar hipótesis y establecer patrones de comportamiento. La
presente tesis presenta un enfoque fundamentalmente cuantitativo, el cual se
complementó con la incorporación de dos preguntas abiertas con el fin de poder analizar

41
ciertos aspectos cualitativos relacionados con las creencias acerca de la propia imagen
corporal.

3. 5. 1. Diseño y alcance del estudio

El estudio presenta un diseño no experimental de tipo transversal y tiene un alcance


descriptivo, correlacional y de comparación de grupos.
El diseño es no experimental dado que no se manipulan las variables sino que se
observan los fenómenos tal y como se presentan en su entorno natural ni hay asignación
al azar de los sujetos a los grupos. A su vez, es un diseño de investigación transversal,
ya que se recolectan los datos en un tiempo único. El alcance es descriptivo, de
comparación de grupos y explicativo dado que este estudio busca describir rasgos
cognitivos asociados a los trastornos alimentarios en mujeres jóvenes, compararlos en
función de la presencia o ausencia de patología y evaluar la bondad de ajuste de un
modelo de asociación que vincula factores psicológicos asociados a los trastornos
alimentarios.

3. 5. 2. Población

En relación con las instituciones asistenciales de salud mental públicas, la


Dirección General de Salud Mental (2014) explica que la Ciudad de Buenos Aires se
divide en 4 regiones sanitarias. La región I cuenta con 14 hospitales, 13 centros de salud
y acción comunitaria (CeSAC) y 1 centro de salud mental, la II con 3 hospitales y 18
CeSAC, la III con 9 hospitales y 4 CeSAC, y la IV con 4 hospitales, 8 CeSAC y 1
centro de salud mental. Asimismo, la asistencia se organiza en 19 redes de salud mental
que tienen como objetivo un recorrido transversal del sistema de salud que favorezca la
gestión clínica y la calidad en la atención de los pacientes. Una de esas redes se
encuentra dedicada a la prevención y atención de los trastornos alimentario y nuclea a
11 hospitales y a 1 centro de salud mental. Lamentablemente, no se cuenta con datos
sobre la cantidad de pacientes que asisten a tratamiento ni de la cantidad de instituciones
privadas dedicadas a esta patología.

42
En relación con las instituciones universitarias, el Centro de Estudios para el
Desarrollo Económico Metropolitano [CEDEM] (2014) concluyó que en el año 2010
cerca de medio millón de estudiantes cursaron sus estudios en universidades con sede en
la Ciudad de Buenos Aires, el 68.4% de los mismos lo hizo en la universidad pública.
Por otra parte, en esta ciudad se pueden encontrar 2 universidades públicas y 19
privadas. En la universidad pública el 19.6% y en la privada el 16.8% de los estudiantes
elijen cursar un estudio vinculado a las ciencias humanas (entre las que se incluye la
psicología).

3. 5. 3. Muestra

El muestreo se llevó a cabo entre los años 2012 y 2014 y fue no probabilístico e
intencional, dado que se evaluaron únicamente las jóvenes entre 18 y 34 años que
aceptaron voluntariamente ser parte de este estudio, previa autorización de las
instituciones asistenciales y educativas (públicas y privadas) participantes.
Los criterios de inclusión fueron: 1) ser mujer, 2) tener entre 18 y 34 años de edad,
3) estar realizando tratamiento por trastorno alimentario en las instituciones
asistenciales especializadas de la Ciudad de Buenos Aires participantes o estar cursando
estudios en la carrera de psicología en las universidades participantes, y 4) haber
aceptado participar del estudio.
Se evaluó un total de 333 participantes: 58 pacientes y 275 estudiantes
universitarias (ver Figura 1 al final de este apartado, página 45).
Respecto al grupo inicial de pacientes (n = 58), no se eliminaron participantes.
Respecto al grupo inicial de estudiantes (n = 275), se eliminaron de la muestra final
38 participantes por los siguientes motivos:
1) 7 estudiantes presentaron los instrumentos incompletos:
a. 2 estudiantes no terminaron de completar los instrumentos de
evaluación debido a que se tuvieron que retirar antes de finalizar (no se
observaron indicadores de trastorno alimentario en las preguntas
respondidas).

43
b. 5 estudiantes no completaron alguna/s página/s de los
instrumentos de evaluación (no se observaron indicadores de trastorno
alimentario en las preguntas respondidas).
2) 31 estudiantes que se consideraron “probables casos de trastorno alimentario”
(ver el apartado “Procedimiento” de este capítulo, página 64) no asistieron a la
entrevista diagnóstica (no pudiéndose confirmar o refutar la presencia del trastorno).
La muestra final estuvo conformada por 323 participantes: 1) 58 pacientes mujeres
con diagnóstico de trastorno alimentario según DSM-5 (APA, 2013) que se encontraban
en tratamiento por dicha patología en instituciones asistenciales especializadas de la
Ciudad de Buenos Aires (una institución pública y otra privada; el 46.6% de las
pacientes asiste a la institución pública y el restante 53.4% a la privada) y 2) 237
mujeres estudiantes universitarias de la carrera de psicología que cursaban sus estudios
en la Ciudad de Buenos Aires (una institución pública y dos privadas; el 71.7% de las
estudiantes asiste a la institución pública y el restante 28.3% a las privadas).
Para los análisis estadísticos, al grupo de las pacientes con trastorno alimentario se
les sumó las estudiantes en las cuales se confirmó la presencia de un trastorno
alimentario según DSM-5 (APA, 2013). Dicha confirmación se realizó mediante una
entrevista diagnóstica que fue llevada a cabo con todas las estudiantes en las cuales se
observó ciertas características asociadas a los trastornos alimentarios. Los criterios para
la detección de “probables casos de trastorno alimentario”, la confirmación de la
presencia del mismo en las estudiantes y la derivación a tratamiento posterior a esa
confirmación, serán detallados en el apartado “Procedimiento” de este capítulo (ver
página 64).
Finalmente, se conformaron dos grupos de comparación: 1) jóvenes con trastorno
alimentario (TA, n = 66), grupo que incluye a 58 pacientes que se encontraban en
tratamiento por el trastorno y a 8 estudiantes identificadas como “probables casos de
trastorno alimentario” en las que se confirmó el diagnóstico, y 2) jóvenes sin trastorno
alimentario (NTA, n = 229), grupo que incluye a 226 estudiantes que no fueron
detectadas como “probables casos de trastorno alimentario” y a 3 estudiantes
identificadas como “probables casos de trastorno alimentario” en las cuales finalmente
no se confirmó el diagnóstico (ver Figura 1).

44
Figura 1. Conformación de la muestra

Inicial
(n=333)

Pacientes Estudiantes
(n=58) (n=275)

Completos Incompletos
(n=268) (n=7)

Probable caso de No probable caso de


trastorno alimentario trastorno alimentario
(n=42) (n=226)

Se confirma No asistió No se confirma


(n=8) (n=31) (n=3)

Mujeres con trastorno Mujeres sin trastorno


alimentario (TA) alimentario (NTA)
(n=66) (n=229)

3. 5. 3. 1. Características de la muestra

3. 5. 3. 1. 1. Características sociodemográficas y antropométricas

El grupo TA presentó una edad media de 24.27 años (DE = 4.77) y el grupo NTA
una media de 23.35 años (DE = 3.90), no hallándose diferencias significativas entre los
grupos [t (91.50) = 1.43, p = .155]. La mayoría de las participantes nacieron en el Área
Metropolitana de Argentina (Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Partidos del Gran
45
Buenos Aires, 90.9% del grupo TA y 79% del grupo NTA) y viven en esa misma zona
(97% del grupo TA y 96.9% del grupo NTA).
La mayoría de las participantes viven con sus padres y/o hermanos (51.5% del
grupo TA y 53.7% del grupo NTA), no son el principal sostén de su familia (84.8% del
grupo TA y 92.6% del grupo NTA) y pertenecen a un nivel socio-económico medio
(72.7% del grupo TA y 75.1% del grupo NTA). Asimismo, mientras que un mayor
porcentaje de mujeres TA vive en hogares compuestos por tres personas (22.7%) un
mayor porcentaje de mujeres NTA lo hace en hogares compuestos por dos personas
(27.1%). Por otra parte, la mayoría está soltera (83.3% del grupo TA y 82.5% del grupo
NTA) y no tiene hijos (90.9% del grupo TA y 96.5% del grupo NTA).
La mayoría trabaja y estudia (34.8% del grupo TA y 69% del grupo NTA) y
presenta un nivel de estudios terciario y/o universitario sin finalizar (59.1% del grupo
TA y 92.1% del grupo NTA). Cabe destacar que el 7.9% de las mujeres NTA presentó
nivel de estudios terciario y/o universitario finalizado, en el momento de la evaluación
ellas estaban cursando su segunda carrera.
En relación con las variables antropométricas, no se encontraron diferencias
significativas en peso declarado [t (81.01) = 1.57, p = .120; M = 60.11 y DE = 14.13
para TA vs. M = 57.22 y DE = 9.06 para NTA], altura declarada [t (293) = 0.26, p =
.792; M = 1.62 y DE = 0.07 para TA vs. M = 1.62 y DE = 0.06 para NTA] ni índice de
masa corporal (IMC) declarado [t (91.55) = 1.56, p = .123; M = 22.76 y DE = 4.17 para
TA vs. M = 21.89 y DE = 3.41 para NTA]. Tampoco en el IMC declarado categorizado
(ver Tabla 1).

Tabla 1. Distribución del IMC declarado categorizado de las participantes


TA NTA Prueba de
χ²
(n = 66) (n = 229) proporciones
% (f) % (f) χ² g.l. p Sig.
Delgadez extrema 1.5 (1) 0.4 (1) NS
Delgadez 9.1 (6) 10 (23) NS
Peso saludable 65.2 (43) 77.7 (178) 7.65 4 .105 NS
Sobrepeso 16.7 (11) 8.7 (20) NS
Obesidad 7.5 (5) 3.1 (7) NS
Nota. NS = No se observó una diferencia significativa entre los grupos.
46
3. 5. 3. 1. 2. Diagnóstico y tratamiento de las mujeres con trastorno alimentario

Según los criterios diagnósticos de DSM-5 (APA, 2013), la mayoría de las mujeres
TA presentó bulimia nerviosa (57.6%), un porcentaje menor presentó anorexia nerviosa
(19.7%), trastorno alimentario no especificado (13.6%), otro trastorno alimentario
especificado (7.6%) y trastorno por atracón (1.5%) (ver Tabla 2). Por otra parte, el
42.4% de las mujeres TA se encuentran en remisión parcial.

Tabla 2. Diagnóstico específico del grupo TA


TA
Categorías generales Categorías específicas (n = 66)
% (f)
Restrictiva 12.1 (8)
Anorexia nerviosa
Purgativa 7.6 (5)
Bulimia nerviosa 57.6 (38)
Trastorno por atracón 1.5 (1)
Anorexia nerviosa purgativa atípica 1.5 (1)
Otro trastorno Anorexia nerviosa restrictiva atípica 1.5 (1)
alimentario
especificado Bulimia nerviosa de baja frecuencia 3.0 (2)
Trastorno purgativo 1.5 (1)
Trastorno alimentario no especificado 13.6 (9)

Nota. No se observaron casos con bulimia nerviosa de duración limitada, trastorno por atracón
de baja frecuencia ni de duración limitada, ni síndrome de ingestión nocturna de alimentos. No
se evaluó pica, trastorno de rumiación, ni trastorno de evitación/restricción de la ingestión de
alimentos.

En el momento de la evaluación, el 93.3% de las mujeres TA se encontraba


realizando un tratamiento por su problemática alimentaria (todas las pacientes y la mitad
de las estudiantes). Entre las especialidades se ubican el tratamiento psicoterapéutico
(96.8%), psicofarmacológico (62.9%), nutricional (71%) y médico-clínico (45.2%). La
media de especialidades a las que asisten es 2.76 (DE = 1.02). Por otra parte, el 46.8%
de las mujeres TA se encuentra atravesando los primeros seis meses de tratamiento, el

47
25.8% entre el séptimo y el doceavo, y el 27.4% hace más de un año que está en
tratamiento.
El 42.4% de las mujeres TA realizaron, al menos, un tratamiento previo debido a su
problemática alimentaria. La media de cantidad de tratamientos previos es de 2.25 (DE
= 1.55) y la de cantidad de tratamientos previos interdisciplinarios y especializados de
1.36 (DE = 1.34). Por otra parte, el 13.6% asistió a un hospital de día y el 13.6% estuvo
internada alguna vez en su vida por su problemática alimentaria. Cabe destacar que si
bien el porcentaje es el mismo, no fueron las mismas mujeres TA las que presentaron
ambos tipos de abordajes. Sólo el 7.6% de las mujeres TA asistieron a un hospital de día
y, también, estuvieron internadas. Además, sólo las pacientes fueron las que presentaron
esos tipos de abordajes, ninguna de las estudiantes con TA asistió a un hospital de día o
estuvo internada.

3. 5. 4. Definición de las variables estudiadas e instrumentos de evaluación

3. 5. 4. 1. Trastorno alimentario

La presencia de trastorno alimentario y su diagnóstico específico se determinó


mediante los criterios del DSM-5 (APA, 2013). Cabe destacar que no se evaluó pica,
trastorno de rumiación, ni trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos.
Se decidió utilizar la nueva versión del manual diagnóstico dada su reciente publicación
y el comienzo de su utilización en el ámbito científico. Esta nueva versión presenta un
progreso en relación a la posibilidad de dar un diagnóstico más específico a cuadros que
antes eran incluidos en la clasificación no especificada, tal como se ha desarrollado en
el capítulo 2.
Resulta importante explicar que al comienzo del trabajo de campo de esta
investigación (2012) aún no se había publicado el DSM-5, ni una entrevista específica
de esta versión. Es por dicho motivo que se utilizó la entrevista diagnóstica vinculada a
la versión anterior, o sea, la Entrevista Clínica Estructurada para Trastornos del Eje I
del DSM-IV-TR (SCID-I; First, Williams, Spitzer, & Gibbon, 1999), en su versión en
español (ver “Anexo 9”, página 259). Esta entrevista está diseñada para la evaluación
psicopatológica. Facilita la evaluación diagnóstica basada en criterios consensuados por

48
la comunidad científica y ha demostrado utilidad tanto en el ámbito clínico, como en el
de la investigación. Si bien esta entrevista se corresponde a la versión anterior del
manual diagnóstico, las modificaciones en la clasificación de una versión a la otra, no
obstaculizan su uso dado que en la nueva versión no se agregó ningún factor nuevo a
indagar que no esté contemplado en la entrevista anterior. En la Tabla 3 se presenta la
clasificación de la variable evaluada.

Tabla 3. Medición de trastorno alimentario


Nombre Clasificación, Escala de medición: Valores
Trastorno alimentario Cualitativa, Nominal dicotómica: “No”, “Sí”.

3. 5. 4. 2. Conductas compensatorias inadecuadas

Las conductas compensatorias inadecuadas se encuentran evaluadas mediante


preguntas incluidas en el Cuestionario sociodemográfico y de sintomatología
específica de trastorno alimentario -versión pacientes y versión estudiantes- (ver
“Anexo 2” -página 236- para versión pacientes y “Anexo 3” -página 243- para versión
estudiantes). Este cuestionario fue desarrollado en base a un cuestionario auto-
administrable que fue diseñado ex profeso y utilizado en el marco de tres proyectos
UBACyT (P803 -Programación 2006/2009-, 20020090100053 -Programación
2010/2012- y 20020120100036BA -Programación 2013/2016-) dirigidos por la Prof.
Dra. Guillermina Rutsztein (versión pacientes: Rutsztein, Murawski, Elizathe, Arana, et
al., 2010; versión estudiantes: Rutsztein, Murawski, Elizathe, & Scappatura, 2010). El
cuestionario está constituido por preguntas cerradas que permiten obtener información
sobre: 1) variables sociodemográficas, 2) variables antropométricas, 3) síntomas
específicos de trastorno alimentario, y 4) variables relacionadas al tratamiento del
trastorno alimentario. En la Tabla 4 se presenta la clasificación de las variables
evaluadas.

49
Tabla 4. Medición de conductas compensatorias inadecuadas
Nombre Clasificación, Escala de medición: Valores/Descripción
Provocación de vómitos Cualitativa, Nominal dicotómica: “No”, “Sí”.
Consumo de laxantes Se evalúa su presencia durante los últimos tres meses.
Consumo de diuréticos
Consumo de pastillas
para adelgazar
Ayuno (no comer nada
durante 8 horas o más)
Conducta dietante Se evalúa su presencia en el último año.
Ejercicio físico excesivo Se evalúa su presencia durante los últimos tres meses. Se
para bajar de peso considera excesivo si se realiza por una hora o más, para
bajar de peso y con una frecuencia de 4 días o más a la
semana. Esta clasificación fue utilizada en el marco de los
proyectos UBACyT anteriormente nombrados.

3. 5. 4. 3. Variables relacionadas con la imagen corporal

El Nivel de insatisfacción corporal proviene del análisis de los puntajes del Eating
Disorder Inventory-3 (ver descripción de este instrumento en este apartado, página 58).
El Temor a engordar, la Auto-percepción corporal, la Distorsión de la imagen
corporal y el Peso deseado se encuentran evaluados mediante el Cuestionario
sociodemográfico y de sintomatología específica de trastorno alimentario -versión
pacientes y versión estudiantes- (descripto anteriormente, página 49).
La Figura deseada, la Figura percibida y la Distancia entre la figura deseada y la
figura percibida se encuentran evaluadas mediante el Contour Drawing Rating Scale
(CDRS; M. A. Thompson & Gray, 1995; validación argentina: Rutsztein et al., 2009;
ver “Anexo 4”, página 249). Se trata de una escala gráfica autoadministrable de nueve
siluetas femeninas cuyas dimensiones van acrecentándose de silueta en silueta: la
primera representa una imagen muy delgada (1) y la última una imagen con un
sobrepeso significativo (9). Cada sujeto debe marcar la imagen que desea tener (Figura
deseada) y la que cree tener (Figura percibida). La escala presentó validez de

50
constructo y estabilidad test-retest (r = .78 luego de una semana) en mujeres
universitarias (M. A. Thompson & Gray, 1995). En Argentina la escala discriminó
adecuadamente entre mujeres adolescentes con y sin trastorno alimentario (Rutsztein et
al., 2009). En la Tabla 5 se presenta la clasificación de las variables evaluadas.

Tabla 5. Medición de variables relacionadas con la imagen corporal


Nombre Clasificación, Escala de medición: Valores/Descripción
Nivel de Cualitativa, Ordinal: “Baja”, “Media” y “Alta”. Estas categorías
insatisfacción se construyeron a partir de los puntajes en la subescala
corporal Insatisfacción corporal del Eating Disorder Inventory-3 (ver
descripción de este instrumento en este apartado, página 58).
Temor a engordar Cualitativa, Ordinal: “Nunca”, “Menos de una vez a la semana”,
“Una vez a la semana”, “2-3 veces por semana”, “4-6 veces por
semana” y “Una vez al día o más”.
Auto-percepción Cualitativa, Ordinal: “Muy delgada”, “Algo delgada”, “Peso
corporal adecuado”, “Exceso de peso” y “Gorda”.
Distorsión de la Cualitativa, Nominal dicotómica: “No”, “Sí”. Se consideró
imagen corporal Distorsión de la imagen corporal cuando una participante con un
IMC declarado igual o menor a 20 kg/m2 se ve “gorda” o “con
exceso de peso”. Esta clasificación fue utilizada en el marco de
tres proyectos UBACyT dirigidos por la Prof. Dra. Guillermina
Rutsztein.
Peso deseado Cuantitativa continua, Razones: peso deseado (unidad de
medición kilogramos).
Distancia entre el Cuantitativa continua, Razones: al peso deseado por la
peso deseado y el participante se le resta el peso declarado. Dicha distancia es un
peso declarado indicador de la satisfacción con su peso.
Figura deseada Cuantitativa discreta, Intervalar: la participante elegirá la figura
Figura percibida que desea tener y la figura que mejor represente a su cuerpo.
Distancia entre la Cuantitativa continua, Razones: al número de la figura elegida
figura deseada y la como deseada por la participante se le resta la figura percibida.
figura percibida Dicha distancia es un indicador de la satisfacción con su figura.
51
3. 5. 4. 4. Creencias acerca de la propia imagen corporal

El concepto de creencia es clave en los modelos cognitivos. A. T. Beck (1976)


define a las creencias como estructuras cognitivas que se desarrollan a partir de
experiencias tempranas del individuo así como de factores ambientales, culturales y
biológicos. Las creencias son un marco de referencia o conjunto de reglas que
configuran nuestra forma de ser en el mundo, el modo en que evaluamos las situaciones,
a los otros y a nosotros mismos y la forma en que interactuamos con los demás. Por otra
parte, la literatura especializada acuerda que la imagen corporal es un constructo
multidimensional que incluye tres componentes: perceptual, subjetivo (cognitivo-
afectivo) y conductual (Grogan, 2008; J. K. Thompson, 1990). De este modo, la imagen
corporal hace referencia a la percepción que tenemos de nuestro cuerpo, la experiencia
subjetiva de actitudes, pensamientos, sentimientos y valoraciones que hacemos y
sentimos, y el modo de comportarnos derivado de las cogniciones y los sentimientos
(Raich, 2000).

Debido a que las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal son


centrales en el desarrollo y mantenimiento de los trastornos alimentarios según el
modelo teórico cognitivo (Rutsztein, 2009; Vitousek & Hollon, 1990) y corresponden a
una variable de gran interés en la presente tesis, se decidió agregar dos preguntas
abiertas con el fin de complementar la medición cuantitativa de las mismas. Asimismo,
como las preguntas cualitativas no están orientadas únicamente a la evaluación de la
patología alimentaria y son más amplias se podrá observar la presencia de creencias
acerca de la imagen corporal que no sean disfuncionales. Es así que se elaboraron las
siguientes preguntas: “¿Qué pensas sobre tu aspecto físico?” y “¿Cómo crees que tu
aspecto físico influye en tu vida?”. Dado que dicha incorporación se realizó una vez
comenzado el trabajo de campo se analizarán las respuestas del 34.8% de las mujeres
con trastorno alimentario (pacientes y estudiantes con trastorno alimentario) del 54.1%
de las mujeres sin trastorno alimentario (estudiantes sin trastorno alimentario). En la
Tabla 6 se presenta la clasificación de las variables evaluadas.

52
Tabla 6. Medición de creencias acerca de la propia imagen corporal
Nombre Clasificación, Escala de medición: Valores/Descripción
Respuesta a la pregunta Cualitativa, Nominal. A partir de un análisis cualitativo
“¿Qué pensas sobre tu se obtendrán categorías que permitirán enriquecer los
aspecto físico?” conocimientos acerca de las creencias de mujeres de
Respuesta a la pregunta nuestro medio acerca de su aspecto físico. Además, se
“¿Cómo crees que tu podrá valorar tanto aspectos negativos y positivos de su
aspecto físico influye en imagen corporal.
tu vida?”

3. 5. 4. 5. Creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal

Las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal constituyen el núcleo


psicopatológico de los trastornos alimentarios (Rutsztein, 2009; Vitousek & Hollon,
1990) y se caracterizan por la sobrevaloración de la figura corporal (Fairburn, 2008).
Spangler (2002) plantea que las creencias disfuncionales son estables y surgen en
diversas situaciones generando que el sujeto interprete la realidad de un modo
determinado y actúe en consecuencia. Asimismo, A. T. Beck (1976) utiliza la palabra
“disfuncional” para referirse a las creencias que pueden subyacer a los problemas
emocionales. Las creencias disfuncionales pueden ser transmitidas por la familia y
reforzadas culturalmente, siendo difícil para la persona identificarlas y modificarlas
(Seoane, 1993).
Tal como se desarrolló en el capítulo 2, a partir de esas creencias disfuncionales el
sujeto considera que el logro en diferentes áreas de la vida (por ejemplo, relaciones
interpersonales, laboral, entre otras) sólo depende de su imagen corporal. De este modo,
estas creencias configuran al cuerpo como el único medio válido para ser valorado
positivamente, tanto por otras personas como por él mismo (H. Turner & M. Cooper,
2002). Por esta razón, estas creencias motivan a las personas a buscar el éxito a través
de una apariencia física valorada socialmente (Lin & Reid, 2008).

Las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal son evaluadas a través


del Beliefs About Appearance Scale (BAAS; Spangler & Stice, 2001; ver “Anexo 5”,

53
página 250). El BAAS es una prueba unidimensional de auto informe que evalúa
creencias sobre la importancia que tiene la apariencia física diferentes áreas de la vida
(relaciones interpersonales, rendimiento, autovaloración y estado emocional). De este
modo, el BAAS resulta ser un indicador útil del grado en que el sujeto siente que su
apariencia pueda afectar la vida cotidiana, o sea, de cuál es el grado de sobrevaloración
de la figura corporal. Esta escala está compuesta por 20 ítems a los que responde con
una escala Likert de 5 opciones: nada de acuerdo, algo de acuerdo, bastante de
acuerdo, muy de acuerdo y extremadamente de acuerdo. A ellas se las puntúa con
valores que van del 0 al 4, siendo todos los ítems directos. En la Tabla 7 se presenta la
clasificación de la variable evaluada. Spangler y Stice (2001) observaron coeficientes de
consistencia interna (α = .95) y estabilidad test-retest (r = .83, p < .0001 luego de tres
semanas) adecuados. Además, se probaron evidencias de validez de constructo y de
criterio.

Tabla 7. Medición de creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal


Nombre Clasificación, Escala de medición: Valores/Descripción
Creencias disfuncionales Cuantitativa, Intervalar.
acerca de la imagen La escala original está compuesta por 20 ítems directos,
corporal por lo cual se obtiene un puntaje que oscila entre 0 y 80.
Dicho puntaje da cuenta del grado en el cual la
participante adhiere a dichas creencias.
Nota. Luego de la adaptación en nuestro medio no se decidió eliminar ningún ítem (ver
el apartado “Validación del BAAS” del capítulo “Resultados”, página 78).

3. 5. 4. 6. Internalización del ideal de delgadez

J. K. Thomson y Stice (2001) desarrollaron el concepto de “internalización del ideal


de delgadez” y lo definieron como el proceso que implica adoptar cognitivamente los
ideales de belleza definidos socialmente y realizar comportamientos dirigidos a
alcanzarlos. La literatura especializada explica que una vez que el ideal de delgadez se
internaliza, el sujeto tiende a evaluar la distancia entre ese ideal y su propio cuerpo
(Facchini, 2006), lo que genera insatisfacción con su imagen corporal (Tsiantas & King,

54
2001). Esto, a su vez, lo lleva a realizar ciertas conductas con el objetivo de alcanzar
este ideal, lo que incrementa el riesgo de desarrollar un trastorno alimentario (Stice,
2002; J. K. Thompson & Heinberg, 1999). En la actualidad, se observó otro ideal de
belleza corporal caracterizado por un cuerpo atlético, el cual también promueve la
insatisfacción con la imagen corporal (Benton & Karazsia, 2014).
Por último, los autores del instrumento mundialmente más utilizado para evaluar la
internalización de los ideales de belleza (J. K. Thompson et al., 2004) destacan la
importancia de dos factores que median entre dicha internalización y los mensajes de
los medios de comunicación que los promueven. Los autores denominan a estos
mediadores como “Información” y “Presión”. Asimismo, plantean que los sujetos
internalizan los ideales de belleza difundidos en los medios de comunicación dado que
consideran a esos medios como una fuente útil para obtener información acerca de lo
que implica poseer una apariencia física atractiva. Además, los sujetos se sienten
presionados a alcanzar ese ideal corporal.

La internalización del ideal de delgadez es evaluado a través del Sociocultural


Attitudes Towards Appearance Questionnaire-3 (SATAQ-3; J. K. Thompson et al.,
2004; ver “Anexo 6”, página 252). El SATAQ-3 es una prueba de auto informe que
evalúa la internalización de los ideales acerca de la apariencia física impuestos
socialmente como deseables. Este cuestionario está conformado por cuatro subescalas
que organizan a 30 ítems. Las subescalas hacen referencia a diferentes dimensiones de
la influencia de los medios sobre la imagen corporal: Información, Presión,
Internalización-General e Internalización-Atlética. Los ítems se responden mediante
una escala Likert de 5 opciones: totalmente en desacuerdo, en desacuerdo, no estoy de
acuerdo ni en desacuerdo, de acuerdo y totalmente de acuerdo. A ellas se las puntúa
con valores que van del 1 al 5 para los ítems directos y viceversa para los inversos. En
la Tabla 8 se presenta la clasificación de las variables evaluadas. J. K. Thompson et al.
(2004), en dos estudios, observaron coeficientes de consistencia interna adecuados para
la escala total (α = .96 y α = .94) y para cada una de las subescalas (α = .96 y α = .94
para Información, α = .92 y α = .94 para Presión, α = .96 y α = .92 para Internalización-
General, y α = .95 y α = .89 para Internalización-Atlética). Además, se probaron
evidencias de validez de constructo y de criterio.

55
Tabla 8. Medición de internalización del ideal de delgadez
Nombre Clasificación, Escala de medición: Valores/Descripción
Diferentes dimensiones de la influencia de los medios sobre la imagen corporal:
Información Cuantitativa, Intervalar.
La subescala original está compuesta por 9 ítems (directos e
inversos), por lo cual se obtiene un puntaje que oscila entre 9 y 45.
Dicho puntaje da cuenta del grado en el cual la participante considera
a los medios de comunicación como una fuente útil para obtener
información acerca de lo que implica poseer una apariencia física
atractiva.
Presión Cuantitativa, Intervalar.
La subescala original está compuesta por 7 ítems (directos e
inversos), por lo cual se obtiene un puntaje que oscila entre 7 y 35.
Dicho puntaje da cuenta del grado en el cual la participante se siente
presionada por los medios de comunicación para que acepte los
ideales culturales sobre la apariencia física.
Internalización- Cuantitativa, Intervalar.
General La subescala original está compuesta por 9 ítems (directos e
inversos), por lo cual se obtiene un puntaje que oscila entre 9 y 45.
Dicho puntaje da cuenta del grado en el cual la participante ha
internalizado el ideal de belleza promovido socialmente, que
actualmente es el de un cuerpo delgado.
Internalización- Cuantitativa, Intervalar.
Atlética La subescala original está compuesta por 5 ítems (directos e
inversos), por lo cual se obtiene un puntaje que oscila entre 5 y 25.
Dicho puntaje da cuenta del grado en el cual la participante ha
internalizado el ideal de un cuerpo atlético.
Nota. Luego de la adaptación en nuestro medio se decidió eliminar 2 ítems
pertenecientes a Internalización-Atlética, por lo cual su puntaje mínimo pasó a ser 3 y
su máximo 15 (ver el apartado “Validación del SATAQ-3” del capítulo “Resultados”,
página 87).

56
3. 5. 4. 7. Necesidad de aprobación social

Martin (1984) define al concepto de necesidad de aprobación social como la


valoración del deseo de percibir evaluaciones y refuerzos sociales positivos y de evitar
evaluaciones negativas y castigos sociales. La literatura especializada ha observado que
esta variable es una característica de las pacientes con trastorno alimentario (Bruch,
1978; Moulton et al., 1998) y que la necesidad de estas mujeres de vincularse con los
otros mediante la posesión de un cuerpo delgado se relaciona a una necesidad exagerada
de recibir afecto y aprobación de los demás (Borda et al., 2003). Es por dicha necesidad
que los pacientes desearían alcanzar los cánones de éxito instituidos socialmente
recurriendo a diferentes procedimientos, muchas veces inadecuados, favoreciendo, de
este modo, el desarrollo de un trastorno alimentario (Moraleda Custardoy, 2003). En
esta misma línea, ciertas investigaciones concluyeron que esta variable resulta ser un
predictor de estos trastornos (Kiyotaki & Yokohama, 2006; Mukai et al., 1998).

La necesidad de aprobación social es evaluada a través del Revised Martin-Larsen


Approval Motivation Scale (RMLAM; Martin, 1984; ver “Anexo 7”, página 254). El
RMLAM es una prueba unidimensional de auto informe que evalúa la necesidad de
aprobación social mediante la valoración del deseo de percibir evaluaciones y refuerzos
sociales positivos y de evitar evaluaciones negativas y castigos sociales. Esta escala está
compuesta por 20 ítems a los que responde con una escala Likert de 5 opciones:
totalmente en desacuerdo, en desacuerdo, no estoy de acuerdo ni en desacuerdo, de
acuerdo y totalmente de acuerdo. A ellas se las puntúa con valores que van del 1 al 5
para los ítems directos y viceversa para los inversos. En la Tabla 9 se presenta la
clasificación de la variable evaluada. Martin (1984) observó coeficientes de consistencia
interna adecuados (α = .75). Además, se probaron evidencias de validez de constructo y
de criterio.

57
Tabla 9. Medición de necesidad de aprobación social
Nombre Clasificación, Escala de medición: Valores/Descripción
Necesidad de aprobación Cuantitativa, Intervalar.
social La escala original está compuesta por 20 ítems (directos
e inversos), por lo cual se obtiene un puntaje que oscila
entre 20 y 100. Dicho puntaje dará cuenta del grado de
necesidad de aprobación social que presenta la
participante.
Nota. Luego de la adaptación en nuestro medio se decidió eliminar 3 ítems, por lo cual
su puntaje mínimo pasó a ser 17 y su máximo 85 (ver el apartado “Validación del
RMLAM” del capítulo “Resultados”, página 101).

3. 5. 4. 8. Actitudes disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la imagen


corporal (ADAPIC)

La Búsqueda de delgadez, Bulimia e Insatisfacción corporal corresponden a


actitudes relevantes de los trastornos alimentarios que se encuentran fuertemente
vinculados a su desarrollo y mantenimiento (Garner, 2004).

Dichas variables son evaluadas a través del Eating Disorder Inventory-3 (EDI-3;
Garner, 2004; adaptación y validación argentina: Rutsztein et al., 2006 y Rutsztein et
al., 2013, respectivamente; ver “Anexo 8”, página 256). El EDI-3 es una prueba
multidimensional de auto informe que evalúa aspectos cognitivos y conductuales de los
trastornos alimentarios. Este inventario está conformado por 91 ítems organizados en 12
subescalas. Las tres primeras subescalas (Búsqueda de delgadez, Bulimia e
Insatisfacción corporal) evalúan actitudes respecto a la alimentación, el peso y la
imagen corporal. Los puntajes obtenidos en estas subescalas dan cuenta de la presencia
de actitudes disfuncionales respecto a la alimentación, el peso y la imagen corporal. Las
subescalas restantes evalúan rasgos psicológicos asociados a los trastornos alimentarios
que son clínicamente relevantes (Baja autoestima, Alienación personal, Inseguridad
interpersonal, Desconfianza interpersonal, Déficit interoceptivo, Desregulación
emocional, Perfeccionismo, Ascetismo y Miedo a madurar).

58
Los ítems se responden mediante una escala Likert de seis opciones, que van de
nunca a siempre. En los ítems directos, la opción que representa mayor sintomatología
es siempre (se puntúa con el valor 4), seguida por casi siempre (se puntúa con el valor
3), por a menudo (se puntúa con el valor 2) y por a veces (se puntúa con el valor 1). Las
dos respuestas restantes (casi nunca y nunca) se puntúan con el valor 0. En los ítems
inversos la calificación debe invertirse.
Garner (2004) observó coeficientes de consistencia interna adecuados para cada una
de las subescalas, los cuales oscilan entre α = .63 y α = .97. Además, se probaron
evidencias de validez de constructo y de criterio.
En la adaptación argentina (Rutsztein et al., 2013), llevada a cabo en población
adolescente no clínica, los coeficientes de consistencia interna fueron adecuados en
todas las subescalas (el α mínimo observado fue de .61 para Miedo a Madurar y el α
máximo fue de =.89 para Búsqueda de delgadez. Además, se concluyó que el EDI-3 es
un instrumento estructuralmente válido para la evaluación de riesgo de trastorno
alimentario en población general y, en consecuencia, su detección temprana.
En la presente tesis se informarán los puntajes obtenidos únicamente en las tres
primeras subescalas y en el índice ADAPIC, dado que los datos correspondientes a las
subescalas restantes exceden los objetivos de la misma. En esta misma línea, Garner
(2004) concluyó que los ítems correspondientes a las primeras tres subescalas pueden
aplicarse por separado de la escala completa de 91 ítems. Dicho modo de aplicación
tiene el fin de identificar sujetos en riesgo de desarrollar o padecer un trastorno
alimentario de una manera más rápida que la utilización de los 91 ítems. Es así como, el
autor estableció puntos de corte para las subescalas de Búsqueda de delgadez y de
Bulima. El sujeto que presente un puntaje igual o mayor al puntaje de corte en una
subescala debe ser considerado en riesgo de un trastorno alimentario y derivado a una
entrevista clínica. Los puntos de corte establecidos consideran la edad (se dividen según
los sujetos sean menores o mayores de 17 años) y el IMC.

59
A continuación se describirán los puntos de corte para mayores de 17 años dado
que la edad de todas las participantes de la presente tesis oscilaba entre 18 y 34 años:
1) Búsqueda de delgadez:
a. 15 puntos para sujetos con IMC menor o igual a 18,
b. 22 puntos para sujetos con IMC entre 18.01 y 22,
c. 24 puntos para sujetos con IMC entre 22.01 y 25,
d. 25 puntos para sujetos con IMC mayor que 25.
2) Bulimia:
a. 5 puntos para sujetos con IMC menor o igual a 18,
b. 8 puntos para sujetos con IMC entre 18.01 y 22,
c. 10 puntos para sujetos con IMC entre 22.01 y 25,
d. 12 puntos para sujetos con IMC mayor que 25.
Por otra parte, el autor utiliza el puntaje en la subescala de Insatisfacción corporal
como información adicional y establece rangos cualitativos para su interpretación:
3) Insatisfacción corporal:
a. Baja: puntuaciones entre 0 y 7,
b. Media: puntuaciones entre 8 y 30,
c. Alta: puntuaciones entre 31 y 40.
En el presente estudio, se utilizaron los puntos de corte de las subescalas Búsqueda
de delgadez y Bulimia y los rangos cualitativos de la subescala Insatisfacción corporal
como criterios para la identificación de “probables casos de trastorno alimentario” (ver
el apartado de “Procedimiento” de este capítulo, página 64).
En la Tabla 10 se presenta la clasificación de las variables evaluadas.

60
Tabla 10. Medición de actitudes disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la
imagen corporal (ADAPIC)
Nombre de las Clasificación, Escala de medición: Valores/Descripción
variables
Búsqueda de Cuantitativa, Intervalar. Mediante la sumatoria de las respuestas a
delgadez cada uno de los 7 ítems directos e inversos que componen la
subescala se obtiene un puntaje que oscila entre 0 y 28. Dicho
puntaje da cuenta de un deseo extremo de estar más delgada,
preocupación por el peso y la alimentación, y un temor intenso a
subir de peso.
Bulimia Cuantitativa, Intervalar. Mediante la sumatoria de las respuestas a
cada uno de los 8 ítems directos e inversos que componen la
subescala se obtiene un puntaje que oscila entre 0 y 32. Dicho
puntaje da cuenta de la tendencia de la participante a tener atracones
y considerar la provocación de vómitos como una estrategia
adecuada para bajar de peso.
Insatisfacción Cuantitativa, Intervalar. Mediante la sumatoria de las respuestas a
corporal cada uno de los 10 ítems directos e inversos que componen la
subescala se obtiene un puntaje que oscila entre 0 y 40. Dicho
puntaje da cuenta de la insatisfacción de la participante en relación a
la forma general de su cuerpo y partes específicas de él
(considerándolas más grandes de lo que desearía).
Actitudes Cuantitativa, Intervalar. El valor de esta variable corresponde al
disfuncionales puntaje en el índice denominado “Riesgo de trastorno alimentario”
respecto a la por Garner (2004). En esta tesis se decidió modificarle el nombre
alimentación, dado que puede generar confusión al realizar conclusiones sobre
el peso y la mujeres con trastorno alimentario, sería confuso hablar de “riesgo”
imagen en mujeres con el trastorno confirmado. El puntaje se obtiene
corporal mediante la sumatoria de los puntajes en las tres subescalas
(ADAPIC) anteriores y oscila 0 y 100. Dicho puntaje da cuenta de la presencia
de actitudes, preocupaciones y conductas disfuncionales acerca de
la alimentación, el peso y la imagen corporal.

61
3. 5. 4. 9. Variables sociodemográficas, antropométricas y relacionadas con el
tratamiento del trastorno alimentario

Las variables que se presentan a continuación son secundarias y se utilizaron para


describir la muestra. Las mismas se encuentran evaluadas mediante preguntas incluidas
en el Cuestionario sociodemográfico y de sintomatología específica de trastorno
alimentario -versión pacientes y versión estudiantes- (descripto anteriormente, página
49). En la Tabla 11 se presenta la clasificación de las variables evaluadas.

Tabla 11. Medición de variables sociodemográficas, antropométricas y relacionadas con


el tratamiento del trastorno alimentario
Nombre Clasificación, Escala de medición.
Variables sociodemográficas
Edad Cuantitativa discreta, Razones.
Lugar de nacimiento Cualitativa, Nominal politómica. Las respuestas se
organizaron según las regiones consideradas en el Censo
Lugar de residencia Nacional de Población, Hogares y Viviendas del 2010 de
la Argentina (INDEC, 2012).
Nivel de estudios Cualitativa, Nominal politómica.
Ocupación Cualitativa, Nominal politómica.
Nivel socio-económico Cualitativa, Nominal politómica.
Principal sostén familiar Cualitativa, Nominal dicotómica.
Tipo de hogar Cualitativa, Nominal politómica: Las respuestas se
organizaron adaptando la tipificación de hogar que se
realizó en el Censo Nacional de Población, Hogares y
Viviendas del 2010 de la Argentina (INDEC, 2012).
Cantidad de personas Cuantitativa discreta, Razones.
convivientes
Estado civil Cualitativa, Nominal politómica.
Cantidad de hijos Cuantitativa discreta, Razones.

62
Variables antropométricas
Peso declarado Cuantitativa continua, Razones: peso (unidad de
Altura declarada medición kilogramos) y altura (unidad de medición
Índice de masa corporal metros) declarados por las participantes. IMC (calculado
(IMC) declarado mediante la siguiente división peso/altura2; unidad de
medición kilogramos/metros2).
Índice de masa corporal Cualitativa, Ordinal: “Extremo bajo peso” (IMC menor a
(IMC) declarado 16), “Bajo peso” (IMC entre 16 y 18.49), “Peso
categorizado saludable” (IMC entre 18.50 y 24.99), “Sobrepeso” (IMC
entre 25 y 29.99) y “Obesidad” (IMC mayor o igual a
30). Dicha clasificación se corresponde a los parámetros
de la OMS (2006).
Variables relacionadas con el tratamiento del trastorno alimentario (exclusivas
para las pacientes y las estudiantes con trastorno alimentario)
Tratamiento actual Cualitativa, Nominal dicotómica. Esta variable tendrá
diferentes valores en el caso de las estudiantes con
trastorno alimentario. En cambio, en las pacientes, se
comporta como constante (todas las pacientes están en
tratamiento en la actualidad).
Cantidad de Cuantitativa discreta, Razones.
especialidades
Asistencia a tratamiento Cualitativa, Nominal dicotómica.
psicoterapéutico
Asistencia a tratamiento
psicofarmacológico
Asistencia a tratamiento
nutricional
Asistencia a tratamiento
médico-clínico
Duración del Cualitativa, Ordinal.
tratamiento actual

63
PASADO
Tratamientos previos Cualitativa, Nominal dicotómica.

Cantidad de Cuantitativa discreta, Razones.


tratamientos previos
Cantidad de
tratamientos previos
interdisciplinarios y
especializados
Tratamiento en hospital Cualitativa, Nominal dicotómica,
de día
Internación

3. 5. 5. Procedimiento

Antes de comenzar con la administración de los instrumentos (tanto para el proceso


de adaptación como el posterior análisis de las variables evaluadas) se les solicitó
autorización a las autoridades de las instituciones asistenciales y educativas para llevar a
cabo el estudio, informándoles el objetivo del mismo. En relación con las instituciones
asistenciales, en la institución pública (hospital) los encargados de dar la aprobación a la
investigación fueron los integrantes del Comité de Docencia e Investigación (CODEI) y
el Jefe del Servicio de Trastornos de la Conducta Alimentaria y en la institución privada
el director de la misma. En relación a las instituciones educativas, fueron los docentes
titulares quienes brindaron la autorización. El contacto con las instituciones se generó
por medio de la Directora de esta tesis, Prof. Dra. Guillermina Rutsztein.
Tal como lo indican los principios éticos vigentes, a las participantes se les informó
el objetivo del estudio y se les solicitó su consentimiento para formar parte de manera
voluntaria. Asimismo, se les aseguró el carácter confidencial de la información brindada
y se les garantizó que podían abandonar la investigación en el momento que lo deseen.

En una primera etapa, se procedió a realizar la adaptación y validación de los


instrumentos que no estaban adaptados a nuestro medio (BAAS, SATAQ-3 y

64
RMLAM), previa autorización de sus autores. El proceso de adaptación se realizó
teniendo en cuenta las directrices de la International Test Comision (2005).
En primer lugar, se realizó la adaptación lingüística y conceptual de cada uno de los
instrumentos. Este proceso permitió establecer equivalencias conceptuales, lingüísticas
y funcionales entre la versión original y la adaptada, así como también aportar
evidencias de validez aparente y de contenido.
A continuación se describe cada uno de los pasos:
1) Inicialmente, se analizó si el constructo que mide cada instrumento existe
en nuestra cultura y si la forma de valorarlo es la misma que en la cultura de
origen (Marín, 1986). Dicho análisis tuvo el propósito de asegurar la equivalencia
conceptual entre la versión original y la adaptada y evitar el sesgo de constructo
(van de Vijver & Tanzer, 1997).
2) Luego de garantizar la equivalencia conceptual se llevó a cabo la
traducción del instrumento del idioma original (inglés) al idioma local (español)
mediante la técnica conocida como traducción directa múltiple (Maxwell, 1996).
En la misma intervinieron cuatro traductores independientes con conocimientos
en psicología, quienes tuvieron en cuenta posibles diferencias lingüísticas y
culturales, y los valores puestos en juego en los reactivos. Luego, un quinto
traductor comparó las versiones traducidas con la original en cuanto al nivel
sintáctico, semántico y funcional de cada uno de los ítems. De este modo, se
seleccionó la versión más adecuada de cada uno de los ítems en español. Esta
cuestión es muy importante dado que para asegurar la equivalencia lingüística es
necesario el empleo de términos que tengan significados iguales o que sean lo
más parecido posible a los originales (Cayssials & Pérez, 2010). Además, se
estaría tratando de evitar el sesgo del ítem (van de Vijver & Tanzer, 1997).
Posteriormente, con fin de asegurar la equivalencia funcional y evitar un tipo de
sesgo metodológico -sesgo del instrumento- (van de Vijver & Tanzer, 1997) se
evaluó y concluyó que la consigna y el formato de las frases y de las respuestas
(escala tipo Likert con cinco opciones) son adecuados en nuestra cultura.
3) La primera versión del instrumento fue sometida a una prueba piloto con
el fin de evaluar el grado de compresión y adecuación de los ítems, la consigna y
el formato de respuesta. La muestra estuvo conformada por 35 estudiantes

65
universitarias que cursaban sus estudios en una institución pública de la Ciudad
de Buenos Aires. Las participantes presentaron edades comprendidas entre los 19
y 33 años. Las participantes conformaron cuatro grupos focales y completaron,
en forma individual, los instrumentos y un cuestionario que indagaba sobre la
claridad de las consignas, los ítems y el tipo de respuesta. Además, se les solicitó
redacciones alternativas para los ítems o palabras que no resultaban del todo
claros. Asimismo, se indagó oralmente sobre las mismas cuestiones. Luego de
esta primera prueba piloto, y en función de los comentarios y sugerencias de las
participantes, se realizaron modificaciones. Esta etapa de prueba piloto permitió
evaluar aspectos lingüísticos y conceptuales (aportando evidencias de la validez
aparente).
4) La segunda versión del instrumento se envió a seis expertos en trastornos
alimentarios y/o psicometría, psicólogos y médicos, con el fin de evaluar los
aspectos lingüísticos del instrumento (adecuación de los ítems, la consigna y el
tipo de respuesta). Además, se les solicitó a los jueces que indicaran si
consideraban que cada ítem era representativo de la escala. De este modo, se
evaluaron aspectos conceptuales (aportando evidencias de la validez de contenido
y aparente). El acuerdo entre los jueces se analizó mediante el cálculo del
Coeficiente V. de Aiken, siguiendo los lineamientos propuestos por Escurra
(1988). Asimismo, se realizaron modificaciones en la redacción en función de las
sugerencias de los expertos.
5) La tercera versión del instrumento se administró a una segunda prueba
piloto, en la cual participaron 16 mujeres jóvenes: 11 estudiantes universitarias
que cursaban sus estudios en una institución pública de la Ciudad de Buenos
Aires y 5 pacientes con trastorno alimentario que se encontraban en tratamiento
en una institución asistencial especializada y pública de la Ciudad de Buenos
Aires. Las participantes presentaron edades comprendidas entre los 18 y 21 años.
Las participantes fueron evaluadas respetando las condiciones en las que se
pretende aplicar el instrumento, previniendo sesgos metodológicos en la
administración. No se detectaron dificultades para comprender las instrucciones,
el formato de respuestas ni el sentido de los reactivos, por lo que se mantuvieron

66
sin modificaciones los ítems de la escala, arribándose a la versión final de cada
uno de los instrumentos.
En segundo lugar, la versión adaptada de cada uno de los instrumentos fue sometida
a un análisis de sus propiedades psicométricas. Este estudio permitió establecer la
equivalencia métrica entre la versión original y la adaptada. Asimismo, aportó
evidencias de validez (de constructo y concurrente) y de consistencia interna.
Finalmente, la adaptación y validación de cada uno de los instrumentos permitió
arribar a una versión rioplatense adecuada para mujeres jóvenes con y sin trastorno
alimentario.

En una segunda etapa, se llevó a cabo la evaluación de las pacientes y las


estudiantes.
Las pacientes fueron invitadas a participar de manera voluntaria por las autoridades
o por los terapeutas de las instituciones. Aquellas pacientes que aceptaron participar
fueron evaluadas individualmente con la entrevista SCID-I con el fin de confirmar la
presencia de trastorno alimentario. Posteriormente, las pacientes completaron los
cuestionarios auto-administrables (Cuestionario sociodemográfico y de sintomatología
específica de trastorno alimentario, BAAS, SATAQ-3, RMLAM y EDI-3) en grupo
bajo mi supervisión, en las instituciones donde se encontraban en tratamiento, previa
introducción y lectura del instructivo.
En las instituciones educativas se seleccionaron de modo no aleatorio materias de
diferentes momentos de la carrera (principio, medio y final) con el fin de poder acceder
a una gama variada de edades. Durante la última clase de la cursada (luego de cierre y
entrega de notas), los docentes a cargo invitaron de manera voluntaria a las estudiantes a
participar de este estudio. Aquellas que aceptaron participar completaron los
cuestionarios auto-administrables (Cuestionario Sociodemográfico y de sintomatología
específica de trastorno alimentario, BAAS, SATAQ-3, RMLAM y EDI-3) en grupo,
bajo mi supervisión, en las propias aulas de las instituciones educativas durante el
horario de clase, previa introducción y lectura del instructivo.
Posteriormente, se procedió a identificar aquellos “probables casos de trastorno
alimentario” utilizando como criterios los desarrollados por el equipo de investigación
UBACyT al que pertenezco. Dichos criterios son los siguientes: a) puntaje igual o

67
superior al punto de corte establecido por Garner (2004) en la subescala Búsqueda de
delgadez o en la subescala Bulimia del EDI-3; b) presencia de conductas purgativas con
el fin de bajar o mantener el peso; y/o c) presencia de la combinación de diferentes
características asociadas a los trastornos alimentarios (tales como elevada insatisfacción
con la imagen corporal, distorsión de la imagen corporal, excesivo temor a engordar,
atracones, ayuno, conducta dietante, ejercicio físico excesivo con el fin de bajar de peso,
entre otras).
Luego, se convocó, mediante correo electrónico, a aquellos “probables casos de
trastorno alimentario” y se llevó a cabo, de manera individual, la entrevista SCID-I con
el fin de confirmar o no la presencia de trastorno alimentario. De las 11 estudiantes que
aceptaron participar de la entrevista, sólo 5 de ellas manifestaron su dificultad para
realizar la entrevista de manera presencial y por lo tanto se realizó telefónicamente. En
los casos en los que se confirmó la patología y que no estaban realizando tratamiento
por el trastorno alimentario, se explicó la importancia de comenzar tratamiento y se
brindaron los datos de contacto de los diferentes hospitales públicos que conforman la
Red Interhospitalaria de Trastornos de la Alimentación. De todas las estudiantes
consideradas como “probables casos de trastorno alimentario” (42): 8 se confirmaron
como casos de trastorno alimentario, 3 no se confirmaron y 31 no asistieron a la
entrevista SCID-I (dado que no se pudo confirmar o refutar la presencia de trastorno
alimentario se decidió eliminarlas de la muestra).

3. 5. 6. Procesamiento estadístico de los datos

Para el procesamiento estadístico de la información, se generaron bases de datos


específicas con el paquete estadístico SPSS (Statistics Package for the Social Sciences)
para Windows en su versión 18.0 en español. Además, se utilizó el software SPSS
Amos, complemento del SPSS, que permite evaluar modelos de ecuaciones
estructurales.
En relación con los grupos de comparación (mujeres TA y mujeres NTA), cabe
destacar que se decidió incluir en cada uno a las jóvenes entre 18 y 34 años sin generar
subgrupos. Se tomó esa decisión dado que esta tesis no se propuso estudiar las
diferencias entre los diferentes ciclos vitales dentro de este rango etario y, por lo tanto,

68
dicho análisis excede los objetivos de la misma. Asimismo, la mayoría de las
investigaciones con adultos tampoco generan subgrupos. Estas investigaciones suelen
incluir sujetos con una edad mínima de 18 años y una máxima de 34 años (o incluso
mayor). Sin embargo, se considera que sería interesante, como línea futura de
investigación, generar subgrupos etarios de comparación.

3. 5. 6. 1. Adaptación de instrumentos

Con el fin de evaluar el poder discriminante de los ítems, a cada uno de los grupos
(TA y NTA) se los dividió en dos subgrupos según la puntuación total del instrumento:
puntajes bajos (primer intercuartil, incluye valores menores al percentil 25) y puntajes
altos (cuarto intercuartil, incluye valores mayores al percentil 75). Posteriormente,
analizándose separadamente el grupo TA del grupo NTA, se realizó una prueba t de
Student de diferencia de medias para muestras independientes (primer intercuartil y
cuarto intercuartil) comparando las medias de cada ítem. También se calculó la
correlación ítem-total corregida. Asimismo, se analizó si la eliminación de algún ítem
elevaba el coeficiente α de Cronbach mediante el “α de Cronbach si se elimina el
elemento”.
En el análisis factorial exploratorio, en cada uno de los instrumentos, se seleccionó
el método de extracción utilizado por los autores originales, lo que facilita la
comparación de los resultados hallados en el presente estudio con la validación original
de la escala. Tanto en el BAAS como en el RMLAM, se utilizó el método de extracción
de componentes principales. No se realizó rotación dado que dichos instrumentos no
organizan sus ítems en subescalas. En cambio, en el SATAQ-3 se utilizó el método de
extracción de ejes principales y el método de rotación promax. Por otra parte, para el
análisis de la consistencia interna se calculó el coeficiente α de Cronbach.
Asimismo, se realizaron dos tipos de análisis distintos para aportar evidencias
externas de validez. Con el fin de aportar evidencias de validez concurrente se utilizó un
cálculo de correlación bivariada de Pearson entre cada uno de los instrumentos y
variables frecuentemente utilizadas por diversas investigaciones (edad, IMC declarado,
índice ADAPIC del EDI-3 y las subescalas que lo componen -Búsqueda de delgadez,
Bulimia e Insatisfacción corporal-). A su vez, se efectuó una prueba t de Student de

69
diferencia de medias para grupos independientes con el fin de explorar si existen
diferencias significativas en las medias de cada uno de los instrumentos en función de la
presencia o ausencia de un trastorno alimentario. Este hallazgo permitiría aportar
evidencias de validez de constructo.

3. 5. 6. 2. Creencias y valoración acerca de la propia imagen corporal

En la investigación se decidió agregar dos preguntas abiertas con el fin de


complementar la medición cuantitativa de las creencias acerca de la imagen corporal.
Dado que dicha incorporación se realizó una vez comenzado el trabajo de campo se
analizarán las respuestas de 23 (34.8%) mujeres con trastorno alimentario (18 pacientes
y 5 estudiantes con trastorno alimentario) y de 124 (54.1%) mujeres sin trastorno
alimentario (estudiantes sin trastorno alimentario).
En el análisis cualitativo de los datos se consideró como unidad de significado a la
respuesta que dio la participante a cada pregunta incluida en el estudio. Luego, se
realizó una codificación abierta mediante el análisis de secciones del texto compuestas
por palabras, frases y oraciones. Las categorías se clasificaron hasta llegar a la
saturación, o sea, hasta que el análisis dejó de producir categorías nuevas y cuando
todos los datos fueron incluidos en las categorías previas. En un paso posterior, se
definieron categorías globales que incluían a las categorías específicas previas. El
lenguaje de las participantes guió el desarrollo de las etiquetas asignadas a cada
categoría. El análisis se llevó a cabo en el grupo TA y en el grupo NTA separadamente.
Todo el material cualitativo fue organizando en un cuadro donde se iban incluyendo
cada respuesta con sus respectivas categorías específicas para arribar, luego, a las
categorías globales.
Posteriormente, a cada participante se le asignó un valor de variable según la
categoría a la que pertenecía. En el análisis de las variables cualitativas, se llevó a cabo
una prueba chi-cuadrado, junto a una prueba de hipótesis para diferencias de
proporciones entre el grupo TA y el grupo NTA. Asimismo, se generó una variable
cuantitativa. En relación con ella, las comparaciones inter-grupo se realizaron mediante
una prueba t de Student de diferencia de medias para muestras independientes, en
función de la pertenencia al grupo TA o al grupo NTA.

70
3. 5. 6. 3. Conductas de riesgo y factores psicológicos asociados a los trastornos
alimentarios

En el análisis de las variables cuantitativas, para las comparaciones intra-grupo, se


utilizó la prueba t de Student de diferencia de medias para muestras relacionadas. A su
vez, las comparaciones inter-grupo se realizaron mediante una prueba t de Student de
diferencia de medias para muestras independientes, en función de la pertenencia al
grupo TA o al grupo NTA. En cambio, en la subescala Bulimia del EDI-3 y la subescala
Internalización-General del SATAQ-3, el análisis de la diferencia de grupos se llevó a
cabo mediante la prueba ANCOVA (con el propósito de controlar el posible efecto de
lugar de nacimiento y nivel de estudios, respectivamente).
Cabe destacar que antes de reportar los resultados de la prueba t de Student de
diferencia de medias para muestras independientes, se llevó a cabo la prueba de
hipótesis de Levene para probar la igualdad de las varianzas en ambos grupos. En
función del resultado de la prueba de Levene se seleccionó una de las dos opciones que
calcula la prueba t de Student (diferencia de medias cuando se puede asumir la igualdad
de varianzas o cuando no se puede asumir la igualdad). En relación con esta situación,
Barón López y Téllez Montiel (2004) explican que se puede reportar el resultado del
cálculo de la t de Student para varianzas no iguales sólo sí las muestras son grandes o
aproximadamente normales. Dado que en el presente estudio se cumplen estos criterios,
en los casos en los que no se pudo asumir la igualdad de varianzas se reportó la opción
correspondiente a varianzas no iguales. Dicha opción calcula todos los indicadores (t,
g.l. y p) de forma tal que sean los más apropiados al caso particular de varianzas no
iguales.
En el análisis de las variables cualitativas, se realizó una prueba chi-cuadrado, junto
a una prueba de hipótesis para diferencias de proporciones entre el grupo TA y el grupo
NTA.

71
3. 5. 6. 4. Modelo explicativo de los factores psicológicos asociados a los trastornos
alimentarios

Con el fin de evaluar la bondad de ajuste de un modelo explicativo propuesto se


utilizó el método denominado análisis de senderos (path analysis). Este método permite
evaluar el ajuste de modelos teóricos en los que se proponen un conjunto de relaciones
entre variables observables (Schumacker, & Lomax, 2010). De este modo, se evaluará
el grado en que el modelo propuesto representa las relaciones entre creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal, necesidad de aprobación social,
internalización del ideal de delgadez y ADAPIC. Asimismo, se estimará la magnitud y
significación de las relaciones hipotetizadas.

3. 5. 7. Análisis previo de los datos muestrales

3. 5. 7 1. Análisis de la carga de datos

Se controló la carga de datos mediante la selección y revisión aleatoria del 20% de


los cuestionarios cargados. Como no se identificaron errores se puede concluir que la
carga de datos se llevó a cabo de forma adecuada.

3. 5. 7. 2. Análisis e imputación de datos

Se identificó la presencia de datos perdidos en las variables de estudio organizando


la información según los grupos de comparación (con y sin trastorno alimentario).
Además, se llevó a cabo la prueba MCAR de Little (con estadístico chi cuadrado de
Roderick J. A. Little) para contrastar si las pérdidas eran completamente aleatorias
(MCAR, Missing Completely At Random) o si éstas respondían a algún patrón
determinado (indicando un proceso sesgado de pérdida de datos).
Enders (2010) explica que los datos perdidos son completamente aleatorios cuando
las características de los sujetos con información son las mismas que las de los sujetos
sin información. Dicho de otra manera, la probabilidad de que un sujeto presente un

72
valor ausente en una variable no depende ni de otras variables del cuestionario ni de los
valores de la propia variable con valores perdidos.
No se identificaron datos perdidos en: 1) las variables sociodemográficas, 2) las
variables relacionadas al tratamiento del trastorno alimentario, 3) las variables
antropométricas, 4) las conductas compensatorias inadecuadas, 5) las variables
relacionadas a la imagen corporal, y 6) las respuestas a las preguntas sobre creencias
acerca de la imagen corporal.
Se observaron datos perdidos en: 1) el BAAS, 2) el SATAQ-3, 3) el RMLAM, y 4)
el EDI-3. Dado que la prueba MCAR de Little resultó no significativa en cada uno de
los grupos (χ2 (1717) = 770.872, p = 1.000 para el grupo TA y χ2 (5574) = 5404.077, p
= .947 para el grupo NTA) se concluye sobre la aleatoridad completa en la pérdida de
los datos. Por otra parte, observando cada uno de los ítems, se identificó un porcentaje
inferior al 5% de datos perdidos. Asimismo, observando las respuestas de cada sujeto,
se identificó un porcentaje inferior al 3% de datos perdidos. En esos casos, la falta de
respuesta se observó sólo en un ítem de una o varias escalas y/o subescalas.
Una vez que se observó que la pérdida de datos respondía a un proceso aleatorio, se
procedió a imputar los datos perdidos en todos los ítems con el fin de contar con un
mayor número de casos disponibles. El dato perdido se completó con la media de los
ítems respondidos por el sujeto en la escala o subescala correspondiente.

3. 5. 7. 3. Análisis de la normalidad de la distribución

La distribución de las variables del estudio se verificó a través de tres métodos


independientes, mediante: un examen gráfico (histograma, gráfico q-q y gráfico de tallo
y hojas), la prueba Z de Kolmogorov – Smirnov (debido a que el n dentro de cada grupo
es mayor a 30), y el análisis de los índices de asimetría y curtosis. George y Mallery
(2010) plantean que valores entre -2 y +2 dan cuenta de una distribución normal de la
variable. Cabe destacar que el análisis se realizó con la versión de los instrumentos
adaptados en las dos muestras de la presente investigación.

73
Mediante los diferentes métodos se identificó que las siguientes variables no
presentaban una distribución normal:
- En el grupo TA: Cantidad de hijos, Cantidad de especialidades del
tratamiento actual, Peso declarado, IMC declarado, y Distancia entre el peso
deseado y el peso declarado.
- En el grupo NTA: Cantidad de hijos, Peso declarado, IMC
declarado, Distancia entre el peso deseado y el peso declarado, Creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal, y Búsqueda de delgadez.
No obstante, considerando el tamaño muestral obtenido, se estima que podrían
aplicarse pruebas paramétricas en todas las variables sin afectar la fiabilidad de los
resultados obtenidos.

3. 5. 7. 4. Análisis de posibles variables extrañas

En primer lugar, se procedió a comparar los grupos en relación a las variables


sociodemográficas y antropométricas. En las variables en las que se encontraron
diferencias entre los grupos, se comprobó si las mismas presentaban alguna asociación
con las variables centrales del estudio (variables relacionadas a la imagen corporal,
creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal, internalización del ideal de
delgadez, necesidad de aprobación social, y ADAPIC). El fin fue identificar posibles
variables extrañas que deberían ser controladas en los análisis posteriores. Cabe destacar
que el análisis se realizó con la versión de los instrumentos adaptados en la presente
investigación.
En las variables cuantitativas se realizaron pruebas t de student para diferencia de
medias para muestras independientes, no hallándose diferencias estadísticas entre los
grupos en: edad [t (91.50) = 1.43, p = .155], cantidad de personas convivientes [t (293)
= 0.65, p = .513], cantidad de hijos [t (75.24) = 1.56, p = .122], peso declarado [t
(81.01) = 1.57, p = .120], altura declarada [t (293) = 0.26, p = .792] e IMC declarado [t
(91.55) = 1.56, p = .123].
En las variables cualitativas se realizaron pruebas chi-cuadrado de independencia y
pruebas de hipótesis para diferencia de proporciones. Dado que en todas las variables
(menos principal sostén familiar) más del 20% de las casillas tuvieron una frecuencia

74
esperada inferior a 5 (lo cual interfiere la interpretación del estadístico de prueba), se
unificaron las categorías. La modificación se realizó del siguiente modo: 1) lugar de
nacimiento y lugar de residencia: “Área Metropolitana”, “Resto del país” y
“Extranjero”; 2) nivel de estudios: “Sin estudios”, “Estudios primarios finalizados”,
“Estudios secundarios finalizados” y “Estudios terciarios y/o universitarios finalizados”;
3) ocupación: “Trabaja y Estudia”, “Sólo Trabaja o Sólo Estudia” y “No Trabaja ni
Estudia”; 4) nivel socio-económico: “Bajo y Medio Bajo”, “Medio” y “Medio Alto y
Alto”; 5) tipo de hogar: “Multipersonal familiar”, “Multipersonal no familiar” y
“Unipersonal”; 6) estado civil: “Soltera – Separada/Divorciada – Viuda” y
“Casada/Unida”.
A partir de los resultados de las pruebas chi-cuadrado de independencia y las
pruebas de hipótesis para diferencia de proporciones se concluye lo siguiente: 1) la
proporción de mujeres TA provenientes del Área Metropolitana y la proporción de
mujeres NTA provenientes del resto del país son significativamente mayores [χ2 (2) =
6.24, p = .044], 2) la proporción de mujeres TA con estudios terciarios y/o
universitarios terminados y la proporción de mujeres NTA con estudios secundarios
terminados son significativamente mayores [χ2 (2) = 26.57, p < .001], y 3) la
proporción de mujeres TA que sólo trabaja o sólo estudia y la proporción de mujeres
NTA que trabaja y estudia son significativamente mayores [χ2 (2) = 39.34, p < .001].
Por otra parte, no se hallaron proporciones significativamente diferentes entre los
grupos en las variables restantes: 1) IMC declarado categorizado [χ2 (4) = 7.65, p =
.105], 2) lugar de residencia [χ2 (1) = 0.00, p = .991], 3) nivel socio-económico [χ2 (2)
= 3.89, p = .143], 4) principal sostén familiar [χ2 (1) = 3.68, p = .055], 5) tipo de hogar
[χ2 (2) = 1.31, p = .519], y 6) estado civil [χ2 (1) = 1.07, p = .300].
Posteriormente, en las variables centrales de tipo cualitativas se llevó a cabo la
prueba chi-cuadrado de independencia y la prueba de hipótesis para diferencia de
proporciones para comprobar si el lugar de nacimiento, el nivel de estudios y la
ocupación presentaban alguna asociación con ellas. Asimismo, en las variables centrales
de tipo cuantitativas, se utilizó la prueba ANOVA con contraste a posteriori Bonferroni
con el fin de evaluar la asociación.
En el grupo TA se identificaron diferencias significativas en la subescala Bulimia
del EDI-3 en función del lugar de nacimiento [F (2) = 4.48, p = .015] y en la subescala

75
Internalización-General del SATAQ-3 en función del nivel de estudios [F (2) = 3.33, p
= .042].
Este tratamiento previo de los datos sugiere controlar estadísticamente las variables
lugar de nacimiento y nivel de estudios al testear hipótesis de diferencia de grupos que
incluyan la subescala Bulimia del EDI-3 y la subescala Internalización-General del
SATAQ-3, respectivamente.

3. 6. Aportes que se espera realizar con la tesis

Los resultados de esta investigación podrían aportar, a largo plazo, un mayor


conocimiento acerca de los trastornos alimentarios y ciertos aspectos cognitivos de los
mismos. De este modo, los hallazgos podrán resultar útiles para mejorar los dispositivos
de detección, prevención e intervención de estas patologías.
Además, dado que este trabajo incluye la adaptación y validación de tres
instrumentos psicométricos utilizados internacionalmente para el estudio de factores de
riesgo y mantenimiento de trastornos alimentarios, se podrá contar herramientas
adaptadas a nuestra población que faciliten el estudio de esas variables.

3. 7. Consideraciones éticas

Los principios éticos plantean la necesidad de informar el objetivo de la


investigación a los sujetos e instituciones participantes y solicitarles su consentimiento,
el cual tendrá carácter voluntario. Además, se debe asegurar la confidencialidad de la
información y garantizar que cualquier sujeto puede abandonar la investigación en el
momento que desee. Por lo cual, en este estudio se procederá según lo exigen las reglas
éticas en vigencia.
A su vez, se seguirán las recomendaciones del documento Propuesta de Pautas
Éticas Internacionales para la Investigación Biomédica en Seres Humanos (en su
versión revisada del año 2002), el cual fue elaborado por el Consejo de Organizaciones
Internacionales de Ciencias Médicas en colaboración con la OMS. Además, se tendrán
en cuenta las pautas éticas propuestas por la American Psychological Association en
1992 con el título de Ethical Principles of psychologists and code of conduct (en su

76
versión revisada del año 2010). También se considerarán los lineamientos del Código de
Ética de la Federación de Psicólogos de la República Argentina (2013) aprobado por la
Asamblea ordinaria del 10 de abril de 1999 y modificado por la Asamblea
Extraordinaria del 30 de noviembre de 2013.

77
Capítulo 4. Resultados

Este capítulo se organiza en función de los objetivos propuestos. En el primer


apartado, se presenta el proceso de adaptación lingüística y conceptual del BAAS,
SATAQ-3 y RMLAM. Este proceso permitió establecer equivalencias conceptuales,
lingüísticas y funcionales entre las versiones originales y las adaptadas, así como
también aportar evidencias de validez aparente y de contenido. Luego, se describe el
estudio de sus propiedades psicométricas, el cual permitió establecer la equivalencia
métrica entre las versiones. Este estudio también aportó evidencias de validez (de
constructo y concurrente) y de la consistencia interna de los instrumentos. Por otra
parte, se detallan los indicadores que se han considerado para decidir conservar o
eliminar ítems en cada uno de los instrumentos.
En el segundo apartado, se presentan los resultados del análisis cualitativo acerca
de las creencias que presentan las participantes sobre su propia imagen corporal.
Posteriromente, se describen las conductas de riesgo y los factores psicológicos
asociados a los trastornos alimentarios presentes entre las participantes. Finalmente, en
el último apartado, se evalúa la bondad de ajuste de un modelo explicativo que estudia
la relación entre creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal, internalización
del ideal de delgadez, necesidad de aprobación social y ADAPIC.

4. 1. Adaptación de instrumentos

4. 1. 1. Validación del “Beliefs About Appearance Scale” (BAAS)

4. 1. 1. 1. Adaptación lingüística y conceptual

Inicialmente, con el propósito de asegurar la equivalencia conceptual entre la


versión original y la adaptada se analizó si el constructo que mide este instrumento
existe en nuestra cultura y si la forma de valorarlo es la misma que en la cultura de
origen (Marín, 1986). Específicamente, se analizó si una mujer puede presentar ciertas
creencias sobre la importancia de la apariencia física en diferentes áreas de su vida

78
(relaciones interpersonales, rendimiento, autovaloración y estado emocional), tal como
se evalúa en el BAAS.
Luego de garantizar la equivalencia conceptual se llevó a cabo la traducción del
instrumento mediante la cual se aseguró la equivalencia lingüística y funcional. Para
mayor detalle sobre las etapas de la adaptación lingüística y conceptual remitirse al
apartado “Procedimiento” del capítulo “Formulación del problema de investigación y
método” (página 64).
Posteriormente, la primera versión del instrumento fue sometida a una prueba
piloto. En función de los comentarios y sugerencias de las participantes, se realizaron
algunas modificaciones. La expresión “como luzco” se reemplazó por “apariencia” en
15 ítems. Asimismo, en 4 ítems se cambió el orden de la frase. Por ejemplo,
“Disfrutaría más la vida si luciera como deseo” se modificó por “Si yo tuviera la
apariencia que deseo disfrutaría más la vida”.
Asimismo, el ítem 9. “Las oportunidades que pueda llegar a tener dependen de
como luzco” se modificó por “Las oportunidades que pueda llegar a tener en la vida
dependen de mi apariencia”. Se decidió agregar “en la vida” para que no se
circunscriba únicamente a oportunidades dentro de actividades laborales relacionadas a
la imagen corporal. Se consideró que puede ser interpretado de esa manera dado que
una participante comentó que al leer el ítem ella consideró que “se refiere a
oportunidades como modelo o algún trabajo que sólo requiera una buena apariencia
física”. En contraposición, las creencias sobre la imagen corporal se convierten en
disfuncionales en el momento en el cual se extienden a toda la vida del sujeto y se
convierten en lo más importante para él.
Por otra parte, en la primera prueba piloto se observó que las participantes
utilizaron las diferentes opciones de respuesta en cada uno de los ítems, lo contrario
afectaría su poder de discriminación. Además, respondieron a todos los ítems. Esta
etapa de prueba piloto permitió evaluar aspectos lingüísticos y conceptuales (aportando
evidencias de la validez aparente).
La segunda versión del instrumento fue sometida a un juicio de expertos con el fin
de aportar evidencias de la validez de contenido y aparente. En la Tabla 12 se observa
que el Coeficiente V. de Aiken del instrumento es 0.92 y en todos los ítems el acuerdo

79
de los jueces fue mayor al 60% (Herrera Rojas, 1993, citado en Mikulic, 2006), lo cual
da cuenta de la validez de los mismos.

Tabla 12. Coeficiente V. de Aiken del BAAS


Ítem V. Aiken
1 1
2 0.83
3 0.83
4 1
5 1
6 1
7 1
8 1
9 1
10 0.83
11 1
12 1
13 0.83
14 0.83
15 0.67
16 1
17 0.67
18 0.83
19 1
20 1
Total 0.92

Asimismo, se realizaron modificaciones en la redacción de todos los ítems en


función de las sugerencias de los expertos. Se modificó el término “apariencia” por
“aspecto físico” en todos los ítems. También se modificaron algunas frases. Por
ejemplo: 1) “Si yo tuviera la apariencia que deseo, mi desempeño o las oportunidades que
pueda llegar a tener en el estudio y el trabajo mejorarían” por “Mi desempeño o las
oportunidades en mi estudio/trabajo mejorarían si tuviera el aspecto físico que deseo”, 2)
“Mejorar mi apariencia es una de las pocas actividades que me hace sentir bien (como si
estuviera logrando algo importante)” por “Mejorar mi aspecto físico es la única actividad que
me hace sentir bien (como si estuviera logrando algo verdaderamente importante)”, entre otros.
Finalmente, se procedió a realizar una segunda prueba piloto. Dado que no se
detectaron dificultades para comprender las instrucciones, el formato de respuestas ni el
sentido de los reactivos se mantuvieron sin modificaciones los ítems de la escala,
arribándose a la versión final del instrumento.

80
4. 1. 1. 2. Propiedades psicométricas

4. 1. 1. 2. 1. Capacidad discriminante de cada ítem

Con el fin de evaluar el poder discriminante de los ítems, se analizó si las


participantes con puntajes bajos y las participantes con puntajes altos en el BAAS
presentaron medias significativamente diferentes en cada uno de los ítems que
componen la escala. En ambos grupos se observaron diferencias estadísticamente
significativas (p < .05). Por lo cual, se puede concluir que todos los ítems presentaron
un adecuado poder discriminante (ver Tablas 13 y 14).

Tabla 13. Capacidad discriminante de cada ítem del BAAS en el grupo TA


TA
(n = 66)
Ítems 1º q 2º q
t de Student
(n = 14) (n = 15)
Media (DE) Media (DE) t g.l. p
1 0.81 (0.66) 2.75 (0.86) -7.19 30 < .001
2 1.13 (0.81) 3.19 (0.98) -6.50 30 < .001
3 0.50 (0.63) 3.00 (1.03) -8.26 30 < .001
4 0.81 (0.98) 3.50 (0.89) -8.10 30 < .001
5 0.44 (0.63) 3.56 (0.63) -14.05 30 < .001
6 0.44 (0.81) 1.75 (1.06) -3.92 30 < .001
7 1.06 (1.12) 3.06 (1.06) -5.17 30 < .001
8 0.31 (0.48) 2.63 (0.96) -8.64 22.1 < .001
9 0.56 (0.51) 2.00 (1.03) -4.99 30 < .001
10 0.38 (0.50) 2.31 (1.14) -6.23 20.6 < .001
11 0.06 (0.25) 1.75 (1.24) -5.34 16.2 < .001
12 1.88 (1.09) 3.94 (0.25) -7.39 16.6 < .001
13 0.69 (0.79) 4.00 (0.00) -16.70 15 < .001
14 0.56 (0.73) 2.75 (1.57) -5.06 21.2 < .001
15 1.56 (1.03) 3.81 (0.54) -7.72 22.8 < .001
16 0.63 (0.50) 3.50 (0.73) -12.99 30 < .001
17 0.56 (0.51) 3.31 (0.87) -10.87 24.2 < .001
18 0.38 (0.62) 3.31 (0.95) -10.39 30 < .001
19 1.63 (1.26) 3.88 (0.34) -6.90 17.2 < .001
20 0.94 (0.85) 3.88 (0.34) -12.78 19.7 < .001
Nota. q: intercuartil.

81
Tabla 14. Capacidad discriminante de cada ítem del BAAS en el grupo NTA
NTA
(n = 229)
Ítems 1º q 2º q
t de Student
(n = 55) (n = 49)
Media (DE) Media (DE) t g.l. p
1 0.20 (0.40) 0.89 (0.79) -5.80 80.6 < .001
2 0.29 (0.46) 1.22 (0.90) -6.83 80.4 < .001
3 0.09 (0.29) 0.85 (0.78) -6.81 68.7 < .001
4 0.07 (0.26) 1.40 (0.93) -10.14 62.4 < .001
5 0.04 (0.19) 1.24 (1.22) -7.23 56.6 < .001
6 0.04 (0.19) 0.65 (0.82) -5.44 59.7 < .001
7 0.16 (0.37) 1.45 (1.05) -8.58 67.4 < .001
8 0.02 (0.13) 0.76 (0.84) -6.51 56.8 < .001
9 0.07 (0.26) 0.84 (0.76) -7.01 66.5 < .001
10 0.00 (0.00) 0.62 (0.91) -5.02 54 < .001
11 0.00 (0.00) 0.44 (0.71) -4.53 54 < .001
12 0.53 (0.54) 2.51 (1.07) -12.27 79.8 < .001
13 0.13 (0.34) 1.91 (1.24) -10.31 61.9 < .001
14 0.16 (0.42) 1.24 (1.14) -6.56 68.4 < .001
15 0.18 (0.39) 2.18 (1.09) -12.81 67.5 < .001
16 0.00 (0.00) 0.84 (0.81) -7.65 54 < .001
17 0.00 (0.00) 0.58 (0.85) -5.05 54 < .001
18 0.02 (0.13) 0.91 (1.02) -6.40 55.9 < .001
19 0.16 (0.37) 1.80 (1.19) -9.71 64.5 < .001
20 0.04 (0.19) 1.20 (1.18) -7.24 56.8 < .001
Nota. q: intercuartil.

Por otra parte, al analizar la correlación ítem-total corregida, se observó que todos
los ítems (menos el 1. “La opinión que los demás tienen de mí se basa en mi aspecto
físico” en el grupo NTA) presentaron valores aceptables, resultando superiores a .30
(ver Tabla 15, página 84). Se decidió conservar, por el momento, el ítem 1 para explorar
su funcionamiento en la estructura factorial dado que ciertos autores (García-Bellido,
González Such, & Jornet Meliá, 2010) plantean que se debe eliminar el ítem sólo si la
correlación ítem-total corregida del mismo es cero o negativa. Además, en relación con
ese ítem resulta importante destacar que su valor fue cercano a .30, específicamente .29.
Asimismo, se analizó si la eliminación de algún ítem elevaba el coeficiente α de
Cronbach mediante el “α de Cronbach si se elimina el elemento”. Con la eliminación de
cada uno de los 20 ítems, el α de Cronbach sería el mismo o disminuía, lo cual indica
que todos los ítems son consistentes con el instrumento.

82
4. 1. 1. 2. 2. Análisis factorial exploratorio

Solución inicial y final


Se realizó un análisis de componentes principales sin rotación para los 20 ítems de
la escala, analizando por separado al grupo TA y al grupo NTA. De acuerdo con la
estructura teórica del instrumento se decidió forzar a un factor.
En ambos grupos el análisis factorial resultó adecuado. La medida de adecuación
muestral de Kaiser-Meyer-Olkin es excelente (.87 para el grupo TA y .89 para el grupo
NTA), demostrando la pertinencia de la utilización de estos datos en el presente análisis.
El contraste de esfericidad de Bartlett es significativo [χ² (190) = 896.69; p < .001 para
TA y χ² (190) = 2045.79; p < .001 para NTA], dando cuenta de que los reactivos están
lo suficientemente interrelacionados para poder llevar a cabo el análisis factorial. Se
observó que el forzamiento a un factor en esta matriz de datos es adecuado siendo el
porcentaje de varianza explicada de 48.14% para TA y 37.28% para NTA (ver Tabla
15). Asimismo, el gráfico de sedimentación sugiere, para ambos grupos, la adecuación
de un único factor.

83
Tabla 15. Solución factorial inicial y final, y correlación ítem-total del BAAS
TA NTA
(n = 66) (n = 229)
Ítems
Factor Factor
ítem-total ítem-total
1 1
1 .62 .58 .32 .29
2 .72 .68 .54 .49
3 .68 .64 .53 .49
4 .72 .68 .68 .62
5 .81 .78 .69 .62
6 .48 .44 .56 .51
7 .64 .60 .44 .40
8 .64 .60 .45 .41
9 .66 .61 .43 .39
10 .67 .62 .58 .52
11 .59 .56 .58 .52
12 .66 .61 .74 .69
13 .80 .77 .69 .63
14 .52 .48 .56 .50
15 .69 .65 .75 .69
16 .82 .78 .70 .64
17 .75 .71 .61 .54
18 .81 .77 .64 .57
19 .62 .58 .72 .67
20 .85 .82 .77 .70
Método Extracción: componentes principales / Sin rotación
Kaiser-Meyer-Olkin .87 .89
Prueba de Bartlett χ² (190) = 896.69; p < .001 χ² (190) = 2045.79; p < .001
Auto-valores 9.63 7.46
% Varianza total explicada 48.14 37.28
α total .94 .90
Nota. Matriz de componentes.

En la mayoría de los ítems se observan cargas altas. Asimismo, todos presentan


cargas mayores a .30, siendo un criterio adecuado para el tamaño muestral (Hair,
Anderson, Tatham, & Black, 2009). Estos resultados aportan evidencia de la validez de
constructo de la escala.
Sin embargo, teniendo en cuenta la regla Kaiser de extracción de factores con auto-
valores superiores a 1 (Kaiser, 1960), se podrían explorar cinco factores en el grupo TA
y cuatro en el grupo NTA. Luego de un análisis de componentes principales con
rotación promax incluyendo los factores con auto-valores mayores a 1, se observó que
la varianza explicada se eleva a 73.43% en el grupo TA y a 58.48% en el grupo NTA.

84
No obstante, es importante considerar tres cuestiones:
1) Dichos auto-valores son cercanos a 1 (límite), existiendo una diferencia
importante respecto del auto-valor del primer factor.
2) Si bien se puede observar una tendencia en la agrupación, dicha tendencia no es
clara. En ambos grupos, en el primer factor se tienden a agrupar los ítems que evalúan la
importancia de la apariencia física en la autovaloración y el estado emocional. En el
segundo factor los ítems que evalúan la importancia en las relaciones interpersonales en
el grupo TA y la importancia en el rendimiento en el grupo NTA. En el tercero y el
cuarto factor se reparten los ítems que evalúan la importancia en el rendimiento en el
grupo TA y la importancia en las relaciones interpersonales en el grupo NTA. En el
grupo TA se agrega un quinto factor que incluye dos ítems que evalúan la importancia
en la autovaloración. Sin embargo, algunos de los ítems en vez de agruparse junto a los
que evalúan la misma área de la vida (autovaloración junto a estado emocional en un
factor, relaciones interpersonales en otro y rendimiento en otro), se agrupan con ítems
que evalúan otras áreas de la vida. Por ejemplo, en el grupo TA, el ítem 5. “Si tuviera el
aspecto físico que deseo, mis relaciones mejorarían” que debería cargar en el factor que
agrupa los ítems sobre la importancia en las relaciones interpersonales, carga en el
factor que agrupa los ítems sobre la importancia en la autovaloración y el estado
emocional.
3) En el grupo TA cinco ítems presentan carga mayor a .30 en dos factores. En el
grupo NTA se observa dicho fenómeno en seis ítems.
En función de las tres cuestiones descriptas anteriormente y teniendo en cuenta que:
a) el gráfico de sedimentación indica la adecuación de un único factor, b) la solución de
un factor es adecuada, y c) se pretende analizar la estructura de la validación original, se
justifica mantener un factor. Asimismo, se decidió conservar los 20 ítems de la escala
original dado que son consistentes con el instrumento y presentan cargas factoriales
mayores a .30.

4. 1. 1. 2. 3. Consistencia interna

Se calculó el coeficiente α de Cronbach para analizar la consistencia interna de la


estructura factorial de 20 ítems. En ambos grupos, se observaron coeficientes de

85
consistencia interna excelentes para la escala total (α = .94 para TA y α = .90 para NTA)
(ver Tabla 15, página 84).

4. 1. 1. 2. 4. Validez concurrente

Con el fin de aportar evidencias de validez concurrente se efectuó un cálculo de


correlación bivariada mediante el coeficiente de correlación de Pearson. Se estudiaron
las correlaciones entre el puntaje total del BAAS y variables frecuentemente utilizadas
por diversas investigaciones. En ambos grupos, no se hallaron correlaciones
significativas en edad ni en IMC declarado. En cambio, se hallaron correlaciones
significativas (positivas y moderadas) con el índice ADAPIC del EDI-3 y las subescalas
que lo componen. En términos generales, las correlaciones indicarían que a mayor
puntaje en el índice ADAPIC, y las subescalas de Búsqueda de delgadez, Bulimia e
Insatisfacción corporal, mayor puntaje en el BAAS (ver Tabla 16).

Tabla 16. Validez concurrente del BAAS


TA NTA
(n = 66) (n = 229)
BAAS BAAS
Edad -.10 -.06
IMC .22 .11
ADAPIC .60*** .57***
BD .50*** .52***
EDI-3
B .33** .38***
IC .48*** .45***
Nota. IMC: índice de masa corporal declarado. EDI-3. ADAPIC: Índice Actitudes
disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la imagen corporal. BD: Búsqueda de
delgadez. B: Bulimia. IC: Insatisfacción corporal. I: Información. P: Presión. IG:
Internalización-General. IA: Internalización-Atlética. * p < .05, ** p < .01, *** p < .001

4. 1. 1. 2. 5. Validez de constructo

Con el fin de aportar evidencias de validez de constructo se realizó una prueba t de


Student de diferencia de medias para muestras independientes. El grupo TA presentó
puntuaciones medias significativamente mayores que el grupo NTA (ver Tabla 17).

86
Tabla 17. Puntaje en el BAAS en grupos contrastados (TA vs. NTA)
TA NTA
t de Student
(n = 66) (n = 229)
Media (DE) Media (DE) t g.l. p
Puntaje total 39.02 (17.91) 11.04 (9.21) 12.23 75.17 < .001

4. 1. 2. Validación del “Sociocultural Attitudes Towards Appearance Questionnaire-


3” (SATAQ-3)

4. 1. 2. 1. Adaptación lingüística y conceptual

Inicialmente, con el propósito de asegurar la equivalencia conceptual entre la


versión original y la adaptada se analizó si el constructo que mide este instrumento
existe en nuestra cultura y si la forma de valorarlo es la misma que en la cultura de
origen (Marín, 1986). Específicamente, se analizó si los ideales de belleza dirigidos
hacia la mujer en nuestro medio también se centran en una figura delgada o atlética y si
ellos son transmitidos en programas de televisión, películas y revistas (tal como se
evalúa en el SATAQ-3).
Luego de garantizar la equivalencia conceptual se llevó a cabo la traducción del
instrumento mediante la cual se aseguró la equivalencia lingüística y funcional. Para
mayor detalle sobre las etapas de la adaptación lingüística y conceptual remitirse al
apartado “Procedimiento” del capítulo “Formulación del problema de investigación y
método” (página 64).
Posteriormente, la primera versión del instrumento fue sometida a una prueba
piloto. En función de los comentarios y sugerencias de las participantes, se realizaron
modificaciones en 10 ítems. Por ejemplo, en los ítems inversos se subrayó “NO” y se lo
escribió en mayúscula para enfatizar la negativa.
Por otra parte, en la primera prueba piloto se observó que las participantes
utilizaron las diferentes opciones de respuesta en cada uno de los ítems, lo contrario
afectaría su poder de discriminación. Además, respondieron a todos los ítems. Esta
etapa de prueba piloto permitió evaluar aspectos lingüísticos y conceptuales (aportando
evidencias de la validez aparente).

87
La segunda versión del instrumento fue sometida a un juicio de expertos con el fin
de aportar evidencias de la validez de contenido y aparente. En la Tabla 18 se observa
que el Coeficiente V. de Aiken del instrumento es 0.87, y que sólo en un ítem (4.
“Comparo mi cuerpo con el de las personas que aparecen en la televisión”) el acuerdo
de los jueces fue menor al 60% (Herrera Rojas, 1993, citado en Mikulic, 2006). En este
ítem, un juez consideró que pertenecía a otra subescala (Presión), y dos que el mismo
no era adecuado para representar a la subescala de Internalización-General. Si bien en
ese ítem existió un grado menor de acuerdo, se decidió conservarlo, quedando sujeto a
evaluación posterior.

Tabla 18. Coeficiente V. de Aiken del SATAQ-3


Subescala Ítem V. Aiken V. Aiken promedio
1 1
5 0.83
9+ 0.83
13+ 1
Información 17 1 0.89
21 1
25 0.83
28+ 0.83
29 0.67
2 1
6+ 1
10 1
Presión 14 1 0.95
18 1
22 0.67
26 1
3+ 0.83
4 0.5
7 0.83
8 0.83
Internalización-
11 0.67 0.76
General
12+ 0.67
15 0.83
16 0.83
27+ 0.83
19+ 1
20 0.83
Internalización-
23 1 0.90
Atlética
24 0.83
30 0.83
Total 0.87
+
Nota. Ítems inversos.

88
Asimismo, se realizaron modificaciones en la redacción de 11 ítems en función de
las sugerencias de los expertos. Por ejemplo, se modificaron las siguientes expresiones:
1) “he sentido” por “siento”, 2) “NO me interesa si mi cuerpo se parece” por “NO me
interesa que mi cuerpo se parezca”, 3) “me gustaría que mi cuerpo se pareciera” por
“me gustaría que mi cuerpo se parezca”, 4) “NO deseo lucir” por “NO me interesa
lucir”, y 5) “NO trato de lucir” por “NO intento lucir”. Asimismo, se agregaron
comillas a la palabra “perfecto” en la expresión “cuerpo perfecto”.
Finalmente, se procedió a realizar una segunda prueba piloto. Dado que no se
detectaron dificultades para comprender las instrucciones, el formato de respuestas ni el
sentido de los reactivos se mantuvieron sin modificaciones los ítems de la escala,
arribándose a la versión final del instrumento.

4. 1. 2. 2. Propiedades psicométricas

4. 1. 2. 2. 1. Capacidad discriminante de cada ítem

Con el fin de evaluar el poder discriminante de los ítems, se analizó si las


participantes con puntajes bajos y las participantes con puntajes altos en el SATAQ-3
presentaron medias significativamente diferentes en cada uno de los ítems que
componen la escala. En el grupo TA se observaron diferencias estadísticamente
significativas (p < .05) en 28 ítems (exceptuando el 24. “Comparo mi cuerpo con el de
las personas atléticas” y el 30. “Trato de lucir como los deportistas”), y en el grupo
NTA en los 30 ítems que componen la escala. Por lo cual, se puede concluir que todos
los ítems (menos el 24 y el 30 en el grupo TA) presentaron un adecuado poder
discriminante. Se decidió conservar, por el momento, los ítems que no discriminaban
adecuadamente para explorar su funcionamiento en la estructura factorial. En relación
con el ítem 24, resulta importante destacar que el p valor asociado a él fue cercano a .05.
Se podría hipotetizar que con una cantidad de sujetos mayor en cada subgrupo (primer
intercuartil y cuarto intercuartil) ese p valor disminuya, convirtiéndose en significativo.
Es decir, la cantidad de sujetos podría estar afectando la potencia de la prueba t de
Student, obstaculizando captar las diferencias entre los grupos de comparación (ver
Tablas 19 y 20).

89
Tabla 19. Capacidad discriminante de cada ítem del SATAQ-3 en el grupo TA
TA
(n = 66)
Ítems por subescala
1º q 2º q
original t de Student
(n = 16) (n = 16)
Media (DE) Media (DE) t g.l. p
Información
1 2.06 (1.00) 3.75 (1.00) -4.78 30 < .001
5 2.56 (1.26) 3.75 (1.06) -2.88 30 .007
9+ 2.38 (1.09) 3.31 (1.40) -2.11 30 .043
13+ 2.31 (0.95) 3.63 (0.95) -3.09 30 .004
17 2.25 (0.68) 4.38 (0.50) -10.04 30 < .001
21 2.75 (0.93) 4.38 (0.50) -6.15 22.99 < .001
25 2.13 (0.72) 3.38 (1.15) -3.69 25.20 .001
28+ 2.00 (0.89) 4.19 (0.83) -7.15 30 < .001
29 2.25 (0.77) 4.31 (0.48) -9.06 30 < .001
Presión
2 2.25 (0.86) 4.38 (0.62) -8.04 30 < .001
6+ 2.81 (0.98) 4.44 (1.03) -4.57 30 < .001
10 3.06 (1.12) 4.56 (0.73) -4.48 30 < .001
14 2.88 (1.09) 4.50 (0.73) -4.96 30 < .001
18 2.81 (0.98) 4.13 (1.26) -3.29 30 .003
22 2.81 (0.98) 3.94 (1.06) -3.11 30 .004
26 2.56 (0.89) 4.13 (1.09) -4.44 30 < .001
Internalización-General
3+ 3.38 (1.09) 4.19 (0.83) -2.37 30 .024
4 3.38 (1.20) 4.44 (0.63) -3.13 22.62 .005
7 3.13 (1.20) 4.63 (0.81) -4.14 30 < .001
8 3.00 (1.32) 4.50 (0.63) -4.11 21.57 < .001
11 2.94 (1.18) 4.81 (0.40) -6.01 18.45 < .001
12+ 3.06 (1.24) 4.69 (0.48) -4.90 19.40 < .001
15 2.69 (1.01) 4.38 (0.81) -5.21 30 < .001
16 3.06 (1.06) 4.56 (0.51) -5.09 21.62 < .001
27+ 2.31 (1.01) 4.50 (0.73) -7.00 30 < .001
Internalización-Atlética
19+ 2.56 (0.96) 4.38 (0.89) -5.54 30 < .001
20 3.69 (1.08) 4.63 (0.66) -3.02 30 .005
23 2.56 (1.31) 3.44 (1.03) -2.09 30 .045
24 2.81 (1.17) 3.69 (1.30) -2.00 30 .054
30 2.13 (0.96) 2.69 (1.20) -1.47 30 .152
+
Nota. q: intercuartil. Ítems inversos.

90
Tabla 20. Capacidad discriminante de cada ítem del SATAQ-3 en el grupo NTA
NTA
(n = 229)
Ítems por subescala
1º q 2º q
original t de Student
(n = 57) (n = 57)
Media (DE) Media (DE) t g.l. p
Información
1 1.77 (0.89) 3.16 (1.01) -7.79 111 < .001
5 1.65 (0.83) 3.38 (0.82) -11.08 111 < .001
9+ 1.77 (0.96) 2.96 (0.99) -6.49 111 < .001
13+ 1.86 (0.97) 3.59 (0.76) -10.54 111 < .001
17 1.53 (0.91) 3.54 (0.85) -12.12 111 < .001
21 1.75 (1.09) 3.54 (0.79) -9.98 101.85 < .001
25 1.53 (0.71) 2.96 (0.85) -9.75 111 < .001
28+ 1.56 (0.73) 3.13 (0.85) -10.45 111 < .001
29 1.68 (1.04) 3.52 (0.71) -10.96 99.40 < .001
Presión
2 1.61 (0.90) 3.50 (1.11) -9.89 105.68 < .001
6+ 1.56 (0.85) 3.66 (1.05) -11.72 111 < .001
10 1.61 (0.94) 3.68 (0.97) -11.46 111 < .001
14 1.54 (085) 3.66 (0.98) -12.31 111 < .001
18 1.37 (0.67) 3.20 (0.98) -11.55 97.15 < .001
22 1.61 (0.90) 3.23 (0.87) -9.69 111 < .001
26 1.30 (0.50) 3.46 (0.85) -16.45 88.42 < .001
Internalización-General
3+ 1.39 (0.70) 3.18 (0.99) -11.07 98.78 < .001
4 1.46 (0.85) 3.84 (0.60) -17.32 100.69 < .001
7 1.70 (0.96) 3.71 (0.91) -11.42 111 < .001
8 1.47 (0.78) 3.70 (0.71) -15.80 111 < .001
11 1.49 (0.80) 3.68 (0.74) -15.02 111 < .001
12+ 1.61 (0.88) 3.79 (0.71) -14.44 111 < .001
15 1.39 (0.75) 3.39 (0.91) -12.80 106.46 < .001
16 1.30 (0.60) 3.79 (0.49) -24.12 111 < .001
27+ 1.47 (0.57) 3.23 (0.83) -13.09 97.22 < .001
Internalización-Atlética
19+ 1.84 (1.01) 3.11 (0.89) -7.05 111 < .001
20 2.23 (1.24) 3.93 (0.68) -9.05 87.52 < .001
23 1.63 (0.90) 2.75 (1.01) -6.21 111 < .001
24 1.67 (0.91) 3.07 (0.97) -7.93 111 < .001
30 1.35 (0.61) 2.46 (0.95) -7.38 93.54 < .001
+
Nota. q: intercuartil. Ítems inversos.

Por otra parte, al analizar la correlación ítem-total corregida, se observó que todos
los ítems presentaron valores aceptables (menos los ítems 23. “Me gustaría lucir tan
atlético/a como los/as grandes deportistas” y 30. “Trato de lucir como los deportistas”
en el grupo TA), resultando iguales o superiores a .30 (ver Tabla 21, página 93). Se
decidió conservar, por el momento, los ítems 23 y 30 para explorar su funcionamiento

91
en la estructura factorial dado que ciertos autores (García-Bellido, González Such, &
Jornet Meliá, 2010) plantean que se debe eliminar el ítem sólo si la correlación ítem-
total corregida del mismo es cero o negativa. Además, en relación con el ítem 23 resulta
importante destacar que su valor fue cercano a .30, específicamente .29.
Asimismo, se analizó si la eliminación de algún ítem elevaba el coeficiente α de
Cronbach mediante el “α de Cronbach si se elimina el elemento”. Con la eliminación de
cada uno de los 30 ítems, el α de Cronbach sería el mismo o disminuiría, lo cual indica
que todos los ítems son consistentes con el instrumento.

4. 1. 2. 2. 2. Análisis factorial exploratorio

Solución inicial
Se realizó un análisis de ejes principales con rotación promax para los 30 ítems de
la escala, analizando por separado al grupo TA y al grupo NTA. De acuerdo con la
estructura teórica del instrumento, se decidió forzar a cuatro factores.
En ambos grupos el análisis factorial resultó adecuado. La medida de adecuación
muestral de Kaiser-Meyer-Olkin resultó muy bueno para TA y excelente para NTA (.77
para el grupo TA y .93 para el grupo NTA), demostrando la pertinencia de la utilización
de estos datos en el presente análisis. El contraste de esfericidad de Bartlett fue
significativo [χ² (435) = 1463.16; p < .001 para TA y χ² (435) = 4811.94; p < .001 para
NTA], dando cuenta de que los reactivos están lo suficientemente interrelacionados para
poder llevar a cabo el análisis factorial. Se observó que el forzamiento a cuatro factores
en esta matriz de datos es adecuado, siendo el porcentaje de varianza explicada de
56.21% para TA y 59.01% para NTA (ver Tabla 21). Asimismo, el gráfico de
sedimentación indica la adecuación de cuatro factores. Estos resultados aportan
evidencia de la validez de constructo de la escala.

92
Tabla 21. Solución factorial inicial y correlación ítem-total del SATAQ-3
TA NTA
Ítems por
(n = 66) (n = 229)
subescala
Factor ítem- Factor ítem-
original
1 2 3 4 total 1 2 3 4 total
Información
1 .59 .42 .82 .48
5 .52 .39 .91 .55
9+ .72 .30 .38 .40
13+ .72 .42 .65 .57
17 .72 .71 .75 .60
21 .46 .47 .66 .77 .58
25 .71 .38 .60 .56
28+ .63 .67 .44 .54 .55
29 .57 .74 .71 .58
Presión
2 .59 .30 .69 .76 .57
6+ .67 .45 .63 .58
10 .81 .53 .90 .59
14 .87 .54 .90 .59
18 .77 .36 .77 .61
22 .44 .39 .33 .54 .56
26 .90 .46 .79 .70
Internalización-
General
3+ .61 .36 .60 .60
4 .66 .40 .73 .71
7 .78 .51 .77 .62
8 .54 .43 .89 .69
11 .99 .67 .73 .71
12+ .64 .60 .78 .64
15 .78 .55 .69 .69
16 .91 .62 .84 .76
27+ .55 .77 .73 .67
Internalización-
Atlética
19+ .43* .30* .54 .46 .32 .47
20 .38 .33 .51* .52
23 .80 .29 .87 .42
24 .91 .31 .74 .48
30 .58 .15 .70 .45
Auto-valores 8.84 3.59 2.77 1.67 11.31 2.77 2.13 1.49
% varianza
29.46 11.97 9.22 5.56 37.70 9.22 7.11 4.98
explicada
% varianza total
56.21 59.01
explicada
α por factor .90 .89 .87 .76 .93 .90 .92 .79
α total .91 .94
Nota. Matriz de configuración. Para el análisis se eliminaron las cargas inferiores a .30, siendo
un criterio adecuado para el tamaño muestral (Hair et al., 2009). + Ítems inversos. * Los ítems
cargaron en una escala diferente a la hipotetizada.

93
Para el análisis se eliminaron las cargas inferiores a .30, siendo un criterio adecuado
para el tamaño muestral (Hair et al., 2009). Los cuatro factores registraron cargas altas
en general. Resulta importante destacar que no se observaron ítems que no hayan
cargado en, al menos, un factor.
Asimismo, la mayoría de los ítems (28 de 30) cargaron, en ambos grupos, en el
factor hipotetizado. En cambio, el ítem 19. “NO me interesa lucir tan atlético/a como
las personas de las revistas”, perteneciente a la subescala Internalización-Atlética, en el
grupo TA presentó una carga mayor a .30 en dos subescalas diferentes a la hipotetizada
(carga de .43 en Internalización-General y de .30 en Presión). Asimismo, en el grupo
NTA presentó una carga mayor a .30 en Internalización-General (.46) y en
Internalización-Atlética (.32), siendo la carga mayor en la subescala no hipotetizada.
Por otra parte, el ítem 20. “Comparo mi cuerpo con el de las personas que “están en
forma””, perteneciente a la subescala Internalización-Atlética, en el grupo NTA cargó
en Internalización-General (.51).
Por otra parte, se observó que sólo cinco ítems presentaron cargas superiores a .30
en dos factores. En el grupo TA, fue el ítem 2. “Siento que la televisión o las revistas
me presionan para que baje de peso”, el ítem 21. “Las fotos que aparecen en las
revistas me sirven para saber qué está de moda y cómo lucir atractivo/a” y el ítem 22.
“Siento que la televisión o las revistas me presionan para que haga actividad física”.
En el grupo NTA, fue el ítem 19 (descripto anteriormente) y el ítem 28. “NO creo que
mirar a las estrellas de cine me sirva para saber qué está de moda y cómo lucir
atractivo/a”. Sin embargo, en los ítems 2, 21, 22 y 28 la carga más alta fue en el factor
hipotetizado. En contraposición, en el ítem 19 la carga mayor fue en el factor no
hipotetizado. En relación con la carga en más de un factor, cabe destacar que la misma
es esperable, dado que la matriz de correlaciones entre factores presenta relaciones altas
en el presente estudio (ver apartado “Validez concurrente y correlaciones entre las
subescalas” de este instrumento, página 99).
Sin embargo, teniendo en cuenta la regla Kaiser de extracción de factores con auto-
valores superiores a 1 (Kaiser, 1960), se podrían explorar seis factores. Luego de un
análisis de ejes principales con rotación promax incluyendo los factores con auto-
valores mayores a 1, se observó que la varianza explicada se eleva a 63.29% para TA y
63.89% para NTA. Pero, en el grupo TA los ítems de la subescala Información y los de

94
la subescala Internalización-Atlética quedan divididos en dos factores. Asimismo, seis
ítems cargan en dos factores y un ítem en tres factores. Por otra parte, en el grupo NTA
los ítems de la subescala Información también quedan divididos en dos factores.
Además, el último factor está compuesto por sólo un ítem, el cual también carga en otro
factor. Otros dos ítems también presentan carga doble. Finalmente, en ambos grupos, un
ítem perteneciente a la subescala Internalización-Atlética carga en la subescala
Internalización-General (ítem 19 en el grupo TA e ítem 20 en el grupo NTA). Por lo
tanto, dado que la solución de cuatro factores es adecuada, y teniendo en cuenta que se
pretende analizar la estructura de la validación original, se justifica mantener cuatro
factores.

Solución final
Teniendo en cuenta la evidencia muestral, se decidió eliminar de la escala los ítems
19 y 20 debido a que son los únicos que cargan en un factor diferente al propuesto por
los autores originales de la escala.
Con el fin de estudiar la estructura factorial propuesta (28 ítems) se llevaron a cabo
los mismos procedimientos que en la etapa anterior (análisis de ejes principales con
rotación promax, forzando a cuatro factores, en el grupo TA y el grupo NTA). En
ambos grupos, el análisis factorial resultó adecuado. La medida de adecuación muestral
de Kaiser-Meyer-Olkin resultó bueno para TA y excelente para NTA (.78 para el grupo
TA y .92 para el grupo NTA), y el contraste de esfericidad de Bartlett fue significativo
[χ² (378) = 1367.89; p < .001 para TA y χ² (378) = 4540.20; p < .001 para NTA].
Asimismo, el porcentaje de varianza explicada se incrementó en ambos grupos (58.02%
para TA y 60.53% para NTA) (ver Tabla 22).

95
Tabla 22. Solución factorial final y correlación ítem-total del SATAQ-3
TA NTA
Ítems por
(n = 66) (n = 229)
subescala
Factor ítem- Factor ítem-
original
1 2 3 4 total 1 2 3 4 total
Información
1 .55 .44 .81 .49
5 .48 .41 .91 .57
9+ .75 .30 .38 .39
13+ .72 .44 .66 .57
17 .68 .72 .76 .61
21 .48 .45 .66 .77 .58
25 .71 .39 .60 .57
28+ .66 .67 .44 .54 .55
29 .30 .56 .74 .71 .59
Presión
2 .59 .31 .68 .76 .58
6+ .66 .46 .64 .59
10 .84 .53 .92 .60
14 .89 .54 .90 .60
18 .76 .36 .77 .61
22 .42 .40 .33 .54 .57
26 .90 .46 .79 .71
Internalización-
General
3+ .59 .36 .59 .60
4 .67 .40 .73 .70
7 .80 .52 .75 .61
8 .55 .30 .44 .89 .68
11 .99 .65 .72 .70
12+ .60 .57 .78 .63
15 .79 .55 .70 .68
16 .91 .60 .85 .76
27+ .54 .75 .73 .66
Internalización-
Atlética
19+ NA NA NA NA
20 NA NA NA NA
23 .81 .27 .88 .41
24 .84 .28 .72 .45
30 .61 .14 .73 .43
Auto-valores 8.42 3.59 2.59 1.64 10.78 2.76 1.97 1.43
% varianza
30.09 12.83 9.24 5.86 38.51 9.87 7.04 5.10
explicada
% varianza total
58.02 60.53
explicada
α por factor .90 .89 .87 .83 .93 .90 .92 .82
α total .91 .94
Nota. Matriz de configuración. Para el análisis se eliminaron las cargas inferiores a .30, siendo
un criterio adecuado para el tamaño muestral (Hair et al., 2009). + Ítems inversos. NA: No aplica
(se eliminó de la escala).

96
Todos los ítems (28) cargan, en ambos grupos, en el factor hipotetizado. Además,
los cuatro factores registran cargas altas en general. Por otra parte, resulta importante
destacar que no se observaron ítems que no hayan cargado en, al menos, un factor.
Finalmente, se observó que seis ítems presentaron cargas superiores a .30 en dos
factores (ver Tabla 22). En relación con estos ítems con carga doble, se probó una
estructura factorial eliminándolos. De este modo, se repitieron los análisis con 22 ítems
(se eliminaron los ítems 19 y 20 -ítems que se habían quitado previamente- y los ítems
que presentaron carga doble en el análisis de los 28 ítems). Si bien la varianza total
explicada mejora ligeramente respecto a la escala compuesta por 28 ítems (58.72% para
TA y 60.96% para NTA), la medida de adecuación muestral de Kaiser-Meyer-Olkin
disminuye (.73 para el grupo TA y .90 para el grupo NTA).
Asimismo, la eliminación de esos ítems también afecta la consistencia interna de la
escala total y de las subescalas Información, Presión e Internalización-General. Se
observa una disminución de los respectivos α de Cronbach. Únicamente en el grupo TA
la consistencia de la subescala Internalización-General sigue siendo la misma. En la
estructura de 22 ítems se observaron los siguientes valores: Escala total: α = .87 para
TA y α = .93 para NTA, Información: α = .74 para TA y α = .83 para NTA, Presión: α =
.88 para TA y α = .91 para NTA, Internalización-General: α = .90 para TA y α = .92
para NTA. Cabe destacar que no se analiza la consistencia interna de Internalización-
Atlética dado que no se eliminaron más ítems de los quitados previamente (en la
estructura de 28 ítems). En la Tabla 22 y el apartado “Consistencia interna” de este
instrumento (página 98) se detallan los valores correspondientes a la estructura de 28
ítems.
En conclusión, dado que la eliminación de los seis ítems que cargan doble produce
más inconvenientes que beneficios, se decide conservarlos en la estructura de la escala.
Asimismo, cabe destacar que tanto en la versión original como en sus adaptaciones
alrededor del mundo (Calogero, Davis, & J. K. Thompson 2004; Llorente, Warren,
Pérez-de-Eulate, & Gleaves, 2013; Rousseau, Valls, & Chabrol, 2010; Sánchez-
Carracedo, et al., 2012; Warren, Gleaves, & Rakhkovskaya, 2013) también se
observaron ítems con carga doble, los cuales fueron conservados. Dichos autores
plantean que es un fenómeno esperable y admisible dada la alta correlación entre los
factores que componen el instrumento. Por lo antedicho, se seleccionó la estructura

97
factorial de 28 ítems como la más parsimoniosa y consistente con la propuesta de los
autores originales y las diversas validaciones de grupos independientes.

4. 1. 2. 2. 3. Consistencia interna

Se calculó el coeficiente α de Cronbach para analizar la consistencia interna de la


estructura factorial propuesta (escala con 28 ítems) y cada una de las subescalas. En
ambos grupos, se observaron coeficientes de consistencia interna excelentes para la
escala total (α = .91 para TA y α = .94 para NTA) y excelentes/buenos para cada una de
las subescalas (Información: α = .87 para TA y α = .90 para NTA, Presión: α = .89 para
TA y α = .92 para NTA, Internalización-General: α = .90 para TA y α = .93 para NTA e
Internalización-Atlética: α = .83 para TA y α = .82 para NTA) (ver Tabla 22, página
96). Con la eliminación de los dos ítems pertenecientes a la subescala Internalización-
Atlética mejoró el coeficiente α de Cronbach de la misma dado que antes de la
eliminación era de .76 para TA y .79 para NTA.

4. 1. 2. 2. 4. Validez concurrente y correlaciones entre las subescalas

Con el fin de aportar evidencias de validez concurrente para la escala propuesta (28
ítems), se efectuó un cálculo de correlación bivariada mediante el coeficiente de
correlación de Pearson. Se estudiaron las correlaciones entre el puntaje total del
SATAQ-3 (y las cuatro subescalas del instrumento) y variables frecuentemente
utilizadas por diversas investigaciones. También se incluyeron las correlaciones entre el
puntaje total del SATAQ-3 y sus subescalas (ver Tabla 23).

98
Tabla 23. Validez concurrente y correlaciones entre las subescalas del SATAQ-3
TA NTA
(n = 66) (n = 229)
SATAQ-3 SATAQ-3
PT I P IG IA PT I P IG IA
Edad -.15 -.08 .02 -.30* .08 -.16* -.13* -.14* -.13* -.04
IMC -.17 -.27* -.13 -.05 .10 -.04 -.11 -.09 -.07 .02
.18 .14 .06 .19 .07 .47*** .19** .44*** .49*** .28**
ADAPIC
EDI-3

BD .32** .22 .22 .31* .10 .47*** .24*** .40*** .50*** .22**
B -.08 -.02 -.14 -.01 -.10 .23*** .11 .21** .25*** .09
IC .17 .12 .08 .15 .13 .36*** .11 .38*** .37*** .27***
PT .81*** .68*** .78*** .35** .78*** .78*** .87*** .55***
SATAQ-3

I .41** .50*** .03 .40*** .54*** .30***


P .25* .22 .56*** .38***
IG .17 .41***
IA
Nota. IMC: índice de masa corporal declarado. EDI-3. ADAPIC: Índice Actitudes
disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la imagen corporal. BD: Búsqueda de
delgadez. B: Bulimia. IC: Insatisfacción corporal. SATAQ-3. PT: Puntaje total (sumatoria de
las cuatro subescalas que componen el instrumento). I: Información. P: Presión. IG:
Internalización-General. IA: Internalización-Atlética. * p < .05, ** p < .01, *** p < .001

En relación con el SATAQ-3, en ambos grupos se hallaron correlaciones


significativas (positivas y bajas/moderadas/altas) entre todas las subescalas (excepto en
el grupo TA entre las subescalas Información, Presión e Internalización-General y la
subescala Internalización-Atlética).
En relación con la edad, en el grupo TA las correlación fue significativa y negativa
en la subescala Internalización-General, no siendo significativa en el puntaje total y en
las subescalas Información, Presión e Internalización-Atlética. En cambio, en el grupo
NTA fue significativa y negativa en el puntaje total y en las subescalas Información,
Presión e Internalización-General, no siendo significativa en la subescala
Internalización-Atlética. Sin embargo, es importante destacar que todas las
correlaciones significativas fueron extremadamente bajas.
Considerando el IMC declarado, sólo se halló una correlación significativa con
Información en el grupo TA.

99
Finalmente, en ambos grupos se hallaron correlaciones significativas (positivas y
bajas/moderadas) entre EDI-3 y SATAQ-3. En el grupo TA sólo se observaron entre
Búsqueda de delgadez con el puntaje total del SATAQ-3 y la subescala Internalización-
General. En cambio, en el grupo NTA se observaron en la mayoría de las subescalas,
excepto entre: 1) Bulimia con Información e Internalización-Atlética, e 2) Insatisfacción
corporal con Información.
En términos generales, en el grupo TA las correlaciones indicarían que: 1) a menor
edad mayor puntaje en la subescala Internalización-General, 2) a menor IMC declarado
mayor puntaje en la subescala Información, y 3) a mayor Búsqueda de delgadez mayor
puntaje en la escala total del SATAQ-3 y en la subescala Internalización-General. En el
grupo NTA indicarían que a menor edad y mayor puntaje en la escala total del EDI-3,
Búsqueda de delgadez, Bulimia e Insatisfacción corporal, mayor puntaje en el
SATAQ-3.

4. 1. 2. 2. 5. Validez de constructo

Con el fin de aportar evidencias de validez de constructo para la escala propuesta


(28 ítems), se realizó una prueba t de Student de diferencia de medias para muestras
independientes. Tanto en el puntaje total del SATAQ-3 como en sus cuatro subescalas,
el grupo TA presentó puntuaciones medias significativamente mayores que el grupo
NTA (ver Tabla 24).

Tabla 24. Puntaje en el SATAQ-3 en grupos contrastados (TA vs. NTA)


TA NTA
t de Student
(n = 66) (n = 229)
Media (DE) Media (DE) t g.l. p
Puntaje total 95.67 (15.95) 69.10 (19.63) 11.29 127.26 < .001
Información 27.89 (6.88) 22.85 (7.46) 4.92 293 < .001
Presión 25.53 (5.58) 17.51 (6.83) 9.76 126.48 < .001
Internalización-General 33.36 (7.14) 22.02 (8.13) 11.01 117.92 < .001
Internalización-Atlética 8.88 (2.88) 6.72 (2.56) 5.85 293 < .001

100
4. 1. 3. Validación del “Revised Martin-Larsen Approval Motivation Scale”
(RMLAM)

4. 1. 3. 1. Adaptación lingüística y conceptual

Inicialmente, con el propósito de asegurar la equivalencia conceptual entre la


versión original y la adaptada se analizó si el constructo que mide este instrumento
existe en nuestra cultura y si la forma de valorarlo es la misma que en la cultura de
origen (Marín, 1986). Específicamente, se analizó si las creencias, actitudes y conductas
interpersonales descriptas en los ítems se relacionan en nuestro contexto cultural con la
necesidad de aprobación social.
Se observaron cuatro ítems que perecerían no relacionarse con dicha necesidad en
nuestra cultura, pero se decidió conservarlos: 1) ítem 3. “Many times I feel like just
flipping a coin in order to decide why I should do” traducido como “Cuando tengo que
decidir qué debo hacer, muchas veces me siento como si lanzara una moneda”, 2) ítem
8. “Sometimes I feel that I don`t have enough control over the direction that my life is
taking” traducido como “A veces siento que no tengo el control suficiente sobre la
dirección que está tomando mi vida”, 3) ítem 15. “It is hard for me to go on with my
work if I am not encouraged to do so” traducido como “Me es difícil continuar con mi
trabajo si no me incentivan a hacerlo”, y 4) ítem 20. “How many friends you have
depends on how nice a person you are” traducido como “Cuántos amigos tengas va a
depender de lo agradable seas como persona”.
Luego de garantizar la equivalencia conceptual se llevó a cabo la traducción del
instrumento mediante la cual se aseguró la equivalencia lingüística y funcional. Para
mayor detalle sobre las etapas de la adaptación lingüística y conceptual remitirse al
apartado “Procedimiento” del capítulo “Formulación del problema de investigación y
método” (página 64).
Posteriormente, la primera versión del instrumento fue sometida a una prueba
piloto. En función de los comentarios y sugerencias de las participantes, se realizaron
modificaciones en 10 ítems. En algunos, se acortaron las oraciones, se cambiaron
algunas de las palabras utilizadas o se reordenaron las mismas con el fin de que la
redacción sea más clara. En otros, las modificaciones fueron más importantes.

101
El ítem 3. “Cuando tengo que decidir qué debo hacer, muchas veces me siento como si
lanzara una moneda” se modificó por “Cuando me resulta difícil decidir qué debo
hacer, muchas veces dejo la decisión librada al azar” y el ítem 13. “No es importante
para mí comportarme "adecuadamente" en situaciones sociales” se modificó por “En
situaciones sociales, no es importante para mí comportarme como los demás esperan
que lo haga”.
Por otra parte, en la primera prueba piloto se observó que las participantes
utilizaron las diferentes opciones de respuesta en cada uno de los ítems, lo contrario
afectaría su poder de discriminación. Además, respondieron a todos los ítems. Esta
etapa de prueba piloto permitió evaluar aspectos lingüísticos y conceptuales (aportando
evidencias de la validez aparente).
La segunda versión del instrumento fue sometida a un juicio de expertos con el fin
de aportar evidencias de la validez de contenido y aparente. En la Tabla 25 se observa
que el Coeficiente V. de Aiken del instrumento es 0.77. En cuatro ítems (3, 8, 14 y 15)
el acuerdo entre los jueces fue menor al 60% (Herrera Rojas, 1993, citado en Mikulic,
2006). Cabe destacar que al evaluar la equivalencia conceptual de cada uno de los ítems
ya se había observado que el 3, 8 y 15 podrían no representar adecuadamente a la
necesidad de aprobación social. Sin embargo, se decidió conservar los cuatro ítems con
bajo acuerdo entre los jueces, quedando sujetos a evaluación posterior. Por otra parte, se
evaluó la posibilidad de cambiar la redacción de los mismos para que representen de
una manera más apropiada y específica al constructo que buscan medir. De este modo,
se decidió modificar los ítems 14 y 15. En el 14 se cambió una palabra (“manipular a
las personas” por “relacionarse con los demás”). De este modo, el ítem 14. “La mejor
manera de manipular a las personas es estar de acuerdo con ellas y decirles lo que
quieren escuchar” se modificó por “La mejor manera de relacionarse con los demás es
estar de acuerdo con ellos y decirles lo que quieren escuchar”. El ítem 15. “Me es
difícil continuar con mi trabajo si no me incentivan a hacerlo” se modificó por “Me
resulta difícil continuar con mis tareas si no recibo elogios por hacerlas”. Finalmente,
resulta importante aclarar que no se consideró pertinente cambiar el 3 y 8 dado que su
modificación los alejaría demasiado de su versión original.

102
Tabla 25. Coeficiente V. de Aiken del RMLAM
Ítem V. Aiken
1 0.67
2+ 1
3 0.17
4 1
5 1
6 1
7 1
8 0.17
9 0.83
10 1
11 1
12+ 0.83
13+ 1
14 0.17
15 0.50
16+ 0.83
17 0.67
18 1
19+ 0.83
20 0.67
Total 0.77
Nota. + Ítems inversos.

Asimismo, se realizaron modificaciones en la redacción de otros ítems (11) en


función de las sugerencias de los expertos. Con el fin de que la redacción sea más clara
se acortaron las oraciones, se cambiaron algunas de las palabras o se reordenaron. En
otros, se modificó toda la frase con el objetivo de que sea más específica del constructo
evaluado. El ítem 12. “Casi nunca siento la necesidad de poner excusas o pedir
disculpas por mi comportamiento” se modificó por “Casi nunca siento la necesidad de
poner excusas o pedir disculpas para quedar bien con los demás”. El ítem 13. “En
situaciones sociales, no es importante para mí comportarme como los demás esperan
que lo haga” se modificó por “En situaciones sociales, no es tan importante para mí
hacer lo que los demás esperan que haga para agradarles”. El ítem 17. “Es una buena
idea halagar a la gente que es importante” se modificó por “Es una buena idea halagar
a la gente que considero importante para obtener su aprobación”.
Finalmente, se procedió a realizar una segunda prueba piloto. Dado que no se
detectaron dificultades para comprender las instrucciones, el formato de respuestas ni el
sentido de los reactivos se mantuvieron sin modificaciones los ítems de la escala,
arribándose a la versión final del instrumento.
103
4. 1. 3. 2. Propiedades psicométricas

4. 1. 3. 2. 1. Capacidad discriminante de cada ítem

Con el fin de evaluar el poder discriminante de los ítems, se analizó si las


participantes con puntajes bajos y las participantes con puntajes altos en el RMLAM
presentaron medias significativamente diferentes en cada uno de los ítems que
componen la escala. En el grupo TA se observaron diferencias estadísticamente
significativas (p < .05) en 19 ítems (exceptuando el ítem 3. “Cuando me resulta difícil
decidir qué debo hacer, muchas veces dejo la decisión librada al azar”) y en el grupo
NTA en los 20 ítems que componen la escala. Por lo cual, se puede concluir que todos
los ítems (menos el 3 en el grupo TA) presentaron un adecuado poder discriminante (ver
Tablas 26 y 27).

Tabla 26. Capacidad discriminante de cada ítem del RMLAM en el grupo TA


TA
(n = 66)
Ítems 1º q 2º q
t de Student
(n = 14) (n = 15)
Media (DE) Media (DE) t g.l. p
1 2.44 (1.21) 4.00 (0.52) -4.75 20.3 < .001
2+ 1.88 (0.62) 3.06 (0.85) -4.50 30 < .001
3 2.94 (1.53) 3.63 (1.02) -1.50 26.2 .147
4 2.50 (3.81) 1.51 (0.98) -2.92 30 .007
5 2.31 (1.08) 4.00 (0.63) -5.40 24.2 < .001
6 2.00 (1.10) 3.44 (0.89) -4.07 30 < .001
7 2.25 (1.00) 3.69 (0.60) -4.93 30 < .001
8 3.13 (1.36) 4.25 (0.77) -2.87 23.8 .008
9 1.81 (0.83) 3.44 (0.96) -5.10 30 < .001
10 1.56 (0.51) 3.44 (0.73) -8.43 30 < .001
11 1.56 (0.81) 3.06 (1.12) -4.32 30 < .001
12+ 2.81 (1.11) 4.00 (0.82) -3.45 30 .002
13+ 2.31 (1.08) 3.69 (0.60) -4.45 30 < .001
14 1.19 (0.40) 2.94 (0.68) -8.85 30 < .001
15 1.88 (0.81) 3.56 (0.81) -5.89 30 < .001
+
16 2.63 (1.54) 3.88 (1.09) -2.65 30 .013
17 1.88 (0.96) 3.50 (1.03) -4.62 30 < .001
18 1.94 (0.85) 3.94 (0.77) -6.95 30 < .001
19+ 1.69 (0.48) 3.00 (0.89) -5.18 30 < .001
20 2.69 (1.35) 3.81 (1.11) -2.57 30 .015
+
Nota. q: intercuartil. Ítems inversos.

104
Tabla 27. Capacidad discriminante de cada ítem del RMLAM en el grupo NTA
NTA
(n = 229)
Ítems 1º q 2º q
t de Student
(n = 55) (n = 49)
Media (DE) Media (DE) t g.l. p
1 2.08 (1.12) 3.41 (0.77) -6.99 85.62 < .001
2+ 1.44 (0.70) 2.31 (0.91) -5.46 102 < .001
3 1.98 (0.98) 3.00 (1.01) -5.22 102 < .001
4 1.38 (0.60) 2.98 (0.84) -11.14 102 < .001
5 1.24 (0.43) 3.04 (0.91) -13.01 76.93 < .001
6 1.36 (0.54) 2.98 (0.98) -10.43 85.68 < .001
7 1.70 (0.95) 3.35 (0.97) -8.73 102 < .001
8 1.42 (0.84) 2.87 (1.08) -7.68 98.86 < .001
9 1.64 (0.94) 2.93 (0.91) -7.09 102 < .001
10 1.28 (0.54) 2.46 (0.79) -8.96 93.50 < .001
11 1.42 (0.70) 2.76 (1.08) -7.55 91.75 < .001
12+ 2.66 (1.24) 3.28 (1.02) -2.79 102 .006
13+ 2.14 (1.13) 3.17 (093) -5.10 102 < .001
14 1.26 (0.72) 2.20 (0.83) -6.15 102 < .001
15 1.38 (0.57) 2.89 (0.95) -9.95 87.90 < .001
16+ 1.72 (0.70) 3.06 (0.98) -8.04 96.07 < .001
17 1.64 (0.80) 2.85 (0.81) -7.66 102 < .001
18 1.66 (0.77) 3.33 (0.95) -9.88 100.31 < .001
19+ 1.82 (1.04) 2.54 (0.79) -3.96 102 < .001
20 2.50 (1.25) 3.57 (0.90) -4.99 88.67 < .001

+
Nota. q: intercuartil. Ítems inversos.

Por otra parte, al analizar la correlación ítem-total corregida, se observó que 14


ítems presentaron valores aceptables en ambos grupos, resultando superiores a .30 (ver
Tabla 28, página 107). Los restantes 6 ítems presentaron valores inferiores y fueron los
siguientes:
1) En ambos grupos, el ítem 3. “Cuando me resulta difícil decidir qué debo hacer,
muchas veces dejo la decisión librada al azar” y el ítem 20. “La cantidad de amigos
que tengas depende de lo agradable que seas como persona”.
2) En el grupo TA, el ítem 8. “A veces siento que no tengo suficiente control sobre
la dirección que está tomando mi vida”.
3) En el grupo NTA, el ítem 2. “Si tuviera que elegir entre ser yo mismo o que la
gente tenga un buen concepto de mí, prefiero ser yo mismo”, el ítem 12. “Casi nunca
siento la necesidad de poner excusas o pedir disculpas para quedar bien con los

105
demás” y el ítem 19. “En general, mantengo mi posición aunque los demás no estén de
acuerdo conmigo”.
Se decidió conservar, por el momento, los seis ítems para explorar su
funcionamiento en la estructura factorial dado que ciertos autores (García-Bellido,
González Such, & Jornet Meliá, 2010) plantean que se debe eliminar el ítem sólo si la
correlación ítem-total corregida del mismo es cero o negativa. Además, resulta
importante destacar que le valor de los ítems 2 y 8 fue cercano a .30, específicamente
.28.
Asimismo, se analizó si la eliminación de algún ítem elevaba el coeficiente α de
Cronbach mediante el “α de Cronbach si se elimina el elemento”. Se observó que con la
eliminación de los ítems 3 y 20 (descriptos anteriormente) en el grupo TA el α de
Cronbach aumentaría, lo cual indica que esos ítems no son consistentes con el
instrumento. Sin embargo, se decidió conservarlos, por el momento, para explorar su
funcionamiento en la estructura factorial.

4. 1. 3. 2. 2. Análisis factorial exploratorio

Solución inicial
Se realizó un análisis de componentes principales sin rotación para los 20 ítems de
la escala, analizando por separado al grupo TA y al grupo NTA. De acuerdo con la
estructura teórica del instrumento se decidió forzar a un factor.
En ambos grupos el análisis factorial resultó adecuado. La medida de adecuación
muestral de Kaiser-Meyer-Olkin es bueno para TA y excelente para NTA (.68 para el
grupo TA y .82 para el grupo NTA), demostrando la pertinencia de la utilización de
estos datos en el presente análisis. El contraste de esfericidad de Bartlett es significativo
[χ² (190) = 473.82; p < .001 para TA y χ² (190) = 1083.27; p < .001 para NTA], dando
cuenta de que los reactivos están lo suficientemente interrelacionados para poder llevar
a cabo el análisis factorial. Se observó que el forzamiento a un factor en esta matriz de
datos es adecuado. Aunque, podría mejorar dado que el porcentaje de varianza
explicada es bajo, 28.07% para TA y 25.03% para NTA (ver Tabla 28).

106
Tabla 28. Solución factorial inicial y correlación ítem-total del RMLAM
TA NTA
(n = 66) (n = 229)
Ítems
Factor Factor
ítem-total ítem-total
1 1
1 .45 .42 .50 .40
2+ .48 .41 .31 .28
3 .10 .09 .35 .27
4 .47 .40 .64 .53
5 .62 .56 .75 .67
6 .55 .48 .60 .49
7 .53 .44 .57 .47
8 .30 .28 .54 .43
9 .53 .44 .47 .37
10 .77 .66 .60 .50
11 .61 .51 .57 .47
12+ .44 .35 .17 .16
13+ .59 .49 .37 .35
14 .76 .68 .48 .41
15 .47 .41 .61 .53
16+ .43 .33 .40 .34
17 .46 .36 .47 .37
18 .64 .55 .59 .49
19+ .63 .55 .29 .23
20 .33 .26 .31 .24
Método Extracción: componentes principales / Sin rotación
Kaiser-Meyer-Olkin .68 .82
Prueba de Bartlett χ² (190) = 473.82; p < .001 χ² (190) = 1083.27; p < .001
Auto-valores 5.61 5.01
% varianza total
28.07 25.03
explicada
α total .84 .83
Nota. Matriz de componentes. + Ítems inversos.

En la mayoría de los ítems se observan cargas altas. Asimismo, 17 ítems presentan


cargas mayores a .30, siendo un criterio adecuado para el tamaño muestral (Hair et al.,
2009). En el grupo TA se observa un ítem con carga menor a .30 (3. “Cuando me
resulta difícil decidir qué debo hacer, muchas veces dejo la decisión librada al azar”).
En el grupo NTA, se observan dos ítems con carga menor a .30 (12. “Casi nunca siento
la necesidad de poner excusas o pedir disculpas para quedar bien con los demás” y 19.
“En general, mantengo mi posición aunque los demás no estén de acuerdo conmigo”).
En relación con los ítems con carga menor a .30, es importante aclarar que el 19
presenta una carga de .29.

107
Sin embargo, el gráfico de sedimentación sugiere la adecuación de un único factor
en el grupo TA y dos en el grupo NTA. Pero, al probar una estructura factorial de dos
factores mediante un análisis de componentes principales con rotación promax, la
agrupación en el grupo TA no es clara y en el grupo NTA sólo divide a los ítems
directos de los inversos. Esta agrupación se vincula más a la redacción de los ítems que
a un constructo teórico que demuestre la necesidad de analizar los ítems en dos factores
diferenciales.
Por otra parte, teniendo en cuenta la regla Kaiser de extracción de factores con
auto-valores superiores a 1 (Kaiser, 1960), se podrían explorar seis factores en ambos
grupos. Luego de un análisis de componentes principales con rotación promax
incluyendo los factores con auto-valores mayores a 1, se observó que la varianza
explicada se eleva a 65.04% en el grupo TA y a 57.29% en el grupo NTA.
No obstante, es importante considerar tres cuestiones:
1) Dichos auto-valores son cercanos a 1 (límite), existiendo una diferencia
importante respecto del auto-valor del primer factor.
2) En la agrupación no se puede observar una tendencia que pueda ser explicada
desde lo postulado por la teoría acerca de la necesidad de aprobación social.
3) En ambos grupos hay ítems con carga mayor a .40 en varios factores. Tanto en el
grupo TA como en el grupo NTA se observan cinco ítems con carga en dos factores y
un ítem con carga en tres factores.
En función de las tres cuestiones descriptas anteriormente y teniendo en cuenta que:
a) la solución de un factor es adecuada, y b) se pretende analizar la estructura de la
validación original, se justifica mantener un factor. Sin embargo, resultará necesario
eliminar los ítems que no han funcionado adecuadamente.

Solución final
Teniendo en cuenta la evidencia muestral, se decidió eliminar de la escala los ítems
3, 12 y 20 debido a que son los ítems con peor funcionamiento. El ítem 3 presenta un
acuerdo entre jueces bajo, y su poder discriminante es nulo. Asimismo, los ítems 3 y 12
tuvieron una carga muy baja en el análisis factorial (.10 y .17 respectivamente). Por otra
parte, los ítems 3 y 20 comparten ciertas características: 1) parecen no relacionarse con
la necesidad de aprobación social en nuestro contexto cultural (equivalencia

108
conceptual), y 2) no son consistentes con la escala (correlación ítem-total corregida baja
y el α de Cronbach de la escala sube si ellos se eliminan).
En relación con el análisis factorial inicial, cabe destacar que si bien los ítems 3, 12
y 19 tuvieron una carga menor a .30, no se decidió eliminar el ítem 19 porque presentó
un valor cercano (.29). Por tal motivo, se hipotetizó que al mejorar la estructura factorial
del instrumento (al eliminar los otros ítems) dicho valor aumentaría, lo cual se confirmó
en el análisis factorial posterior (17 ítems) (ver Tabla 29).
Con el fin de estudiar la estructura factorial propuesta (17 ítems) se llevaron a cabo
los mismos procedimientos que en la etapa anterior (análisis de componentes
principales sin rotación forzando a un factor en el grupo TA y el grupo NTA). En ambos
grupos el análisis factorial resultó adecuado. La medida de adecuación muestral de
Kaiser-Meyer-Olkin es excelente para TA y para NTA (.88 para el grupo TA y .87 para
el grupo NTA) y el contraste de esfericidad de Bartlett significativo [χ² (136) = 669.37;
p < .001 para TA y χ² (136) = 1496.66; p < .001 para NTA]. Asimismo, el porcentaje de
varianza explicada se incrementó en ambos grupos (47.38% para TA y 36.04% para
NTA) (ver Tabla 29). Por otra parte, luego de la eliminación, el gráfico de
sedimentación sugiere la adecuación de un único factor en ambos grupos. Finalmente,
todos los ítems (17) presentaron una carga mayor a .30 en ambos grupos. Estos
resultados aportan evidencia de la validez de constructo de la escala.

109
Tabla 29. Solución factorial final y correlación ítem-total del RMLAM
TA NTA
(n = 66) (n = 229)
Ítems
Factor Factor
ítem-total ítem-total
1 1
1 .61 .57 .33 .29
2+ .72 .66 .56 .49
3 NA NA NA NA
4 .70 .65 .68 .61
5 .82 .78 .68 .61
6 .50 .45 .59 .53
7 .65 .60 .46 .41
8 .67 .62 .46 .41
9 .67 .62 .45 .39
10 .69 .64 .60 .52
11 .60 .56 .60 .51
12+ NA NA NA NA
13+ .79 .75 .66 .59
14 .52 .48 .58 .50
15 .69 .64 .73 .66
16+ .82 .78 .70 .63
17 .74 .69 .62 .53
18 .81 .76 .62 .53
19+ .62 .57 .71 .65
20 NA NA NA NA
Método Extracción: componentes principales / Sin rotación
Kaiser-Meyer-Olkin .88 .87
Prueba de Bartlett χ² (136) = 669.37; p < .001 χ² (136) = 1496.66; p < .001
Auto-valores 8.09 6.13
% varianza total
47.38 36.04
explicada
α total .93 .88
+
Nota. Matriz de componentes. Ítems inversos. NA: No aplica (se eliminó de la escala).

4. 1. 3. 2. 3. Consistencia interna

Se calculó el coeficiente α de Cronbach para analizar la consistencia interna de la


estructura factorial propuesta (escala con 17 ítems). Se observó un coeficiente de
consistencia interna excelente para TA (α = .93) y muy bueno para NTA (α = .88) (ver
Tabla 29, página 110). Con la eliminación de los tres ítems, dichos valores mejoraron
dado que con los 20 ítems eran de α = .84 para TA y α = .83 para NTA.

110
4. 1. 3. 2. 4. Validez concurrente

Con el fin de aportar evidencias de validez concurrente para la escala propuesta (17
ítems), se efectuó un cálculo de correlación bivariada mediante el coeficiente de
correlación de Pearson. Se estudiaron las correlaciones entre el puntaje total del
RMLAM y variables frecuentemente utilizadas por diversas investigaciones. En el
grupo TA, no se hallaron correlaciones significativas entre las variables. En cambio, en
el grupo NTA, se hallaron correlaciones significativas (positivas y bajas) con el índice
ADAPIC del EDI-3 y las subescalas Búsqueda de delgadez y Bulimia. En términos
generales, las correlaciones indicarían que a mayor puntaje en estas tres variables,
mayor puntaje en el RMLAM (ver Tabla 30).

Tabla 30. Validez concurrente del RMLAM


TA NTA
(n = 66) (n = 229)
RMLAM RMLAM
Edad -.08 -.07
IMC -.20 -.12
ADAPIC -.004 .19**
BD -.12 .15*
EDI-3
B -.01 .30***
IC .07 .12
Nota. IMC: índice de masa corporal declarado. EDI-3. ADAPIC: Índice Actitudes
disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la imagen corporal. BD: Búsqueda de
delgadez. B: Bulimia. IC: Insatisfacción corporal. * p < .05, ** p < .01, *** p < .001

4. 1. 3. 2. 5. Validez de constructo

Con el fin de aportar evidencias de validez de constructo para la escala propuesta


(17 ítems) se realizó una prueba t de Student de diferencia de medias para muestras
independientes. El grupo TA presentó puntuaciones medias significativamente mayores
que el grupo NTA (ver Tabla 31).

Tabla 31. Puntaje en el RMLAM en grupos contrastados (TA vs. NTA)


TA NTA
t de Student
(n = 66) (n = 229)
Media (DE) Media (DE) t g.l. p
Puntaje total 47.65 (10.23) 38.00 (8.59) 6.99 93.03 < .001
111
4. 2. Creencias y valoración acerca de la propia imagen corporal

4. 2. 1. Creencias acerca de la propia imagen corporal

Ante esta pregunta “¿Qué pensás sobre tu aspecto físico?” las participantes
respondieron de diferentes formas. A partir de las creencias observadas, se construyeron
categorías globales en función del nivel de agrado que manifestaban las participantes
acerca de su aspecto corporal: “Conformidad”, “Oscilación entre conformidad y
desagrado” y “Desagrado”.
Asimismo, se observó la reiteración de ciertas creencias a partir de las cuales se
conformaron diversas categorías más específicas. El nombre de cada categoría se
representó con una creencia. Cabe destacar que se prestó especial atención a las palabras
utilizadas por las participantes con el fin de hallar una expresión que: 1) represente
adecuadamente las creencias del grupo TA y NTA, y 2) evidencie las diferencias
halladas entre los grupos.
En el análisis se incluyó la respuesta de las 23 mujeres con trastorno alimentario
(18 pacientes y cinco estudiantes con trastorno alimentario) y de las 124 mujeres sin
trastorno alimentario (estudiantes sin trastorno alimentario) que respondieron esta
pregunta. En la Tabla 32 se presentan las categorías globales y específicas a las que se
arribó.

Tabla 32. Categorías emergentes del análisis de la respuesta de las participantes a la


pregunta “¿Qué pensás sobre tu aspecto físico?”
Categorías Categorías
Grupos
globales específicas
Creencias acerca
TA NTA
Nivel agrado de la imagen
(n = 23) (n = 124)
corporal
Conformidad
“Estoy conforme”
inespecífica
Conformidad
“Estoy conforme con mi
relacionada con el
Conformidad peso”
peso
Conformidad
relacionada con “Me gustan mucho mis
aspectos pechos y cola”
diferentes al peso

112
“Estoy bien, mi cuerpo está
Valoración de un sano / me cuido / tengo
cuerpo sano y hábitos saludables
hábitos saludables (alimentación y/o actividad
física)”
Camino hacia la “Trato de quererme como
aceptación soy”
Oscilación “Estoy conforme, pero hay
“Mi percepción varía”
inespecífica aspectos que no me gustan”
Oscilación con
“No está mal, pero podría “Estoy conforme, pero podría
deseo de mejorar
estar mejor” estar mejor”
inespecífico
“Estoy conforme, pero me
Oscilación con
gustaría adelgazar (en
deseo de
general o alguna parte del
adelgazar
cuerpo)”
“Estoy conforme, pero me
Oscilación Oscilación con
gustaría tener una figura más
deseo de tonificar
entre tonificada”
conformidad Oscilación con
y desagrado deseo de subir de “Estoy conforme, pero me
gustaría subir de peso”
peso
“Estoy conforme, pero
Oscilación con
debería cambiar mis hábitos
deseo de
(alimentación y actividad
modificar hábitos
física)”
“Estoy conforme, pero me
Oscilación con
gustaría mejorar mi piel” /
deseo de mejorar
“Estoy conforme, pero me
cuestiones
gustaría tener más busto y/o
diferentes al peso
cola”
Desagrado
“No me gusta” “Tengo defectos”
inespecífico

Percibirse gorda “Soy una gorda obesa” “Me veo gorda”

Deseo de
Desagrado “Debo ser más delgada” “Tendría que adelgazar”
adelgazar
Deseo de subir de “Tendría que subir de peso y
peso tener más musculatura”
Desagrado por
“No me gusta mi estatura /
cuestiones
busto”
diferentes al peso

En las respuestas de las participantes se observaron ciertas creencias acerca de su


aspecto físico a partir de las cuales se puede deducir su nivel de agrado con el mismo.
Asimismo, se puede realizar una clasificación más específica de dichas creencias.

113
1) A continuación, se describe la clasificación del nivel de agrado.

- Conformidad: En esta categoría se incluyeron las respuestas de las participantes


que expresaron la total aceptación de su aspecto físico a partir de una sensación de
bienestar y conformidad.
Si bien esta respuesta no sería esperable entre las mujeres TA, se observó que
cuatro de ellas (dos en remisión parcial -pacientes-, dos cuya patología no se encontraba
en remisión -una paciente y una estudiante con trastorno que está en tratamiento-)
dijeron que actualmente se encuentran conformes. Ellas expresaron que hubo un
cambio en sus vidas respecto a cómo perciben su cuerpo y que ahora intentan aceptarlo
tal como es. Se podría hipotetizar que este cambio se debe al proceso psicoterapéutico
que se encuentran realizado. En el caso de las mujeres NTA, varias respondieron que
están conformes explicando qué aspectos les gusta de su imagen corporal.

- Oscilación entre conformidad y desagrado: En esta categoría se incluyeron las


respuestas de las participantes que expresaron sentirse conformes con unos aspectos y
disconformes con otros.

- Desagrado: En esta categoría se incluyeron las respuestas de las participantes que


expresaron no sentirse conformes con su aspecto físico.

2) A continuación, se nombran y describen las categorías más específicas


correspondientes a las creencias sobre la imagen corporal. Se incluyen ejemplos.

- Conformidad inespecífica: La persona se siente conforme con su aspecto físico,


pero no aclara ninguna área específica de agrado.

Mujeres TA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

114
Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Estoy conforme”. Ejemplos:
1) “…Me veo bien, estoy conforme…”, 2) “…Me gusta…”.

- Conformidad relacionada con el peso: La persona explica que se siente bien al


estar conforme con su peso. Hay participantes que atribuyen su agrado al haber bajado y
otras al haber aumentado de peso. Otros casos aclaran que si bien hay veces que
aumentan un poco de peso se siguen sintiendo a gusto porque “…no se nota en el
cuerpo…”, “…sé que lo bajo con actividad física y/o una dieta saludable…” o “…no es
algo tan importante en la vida…”.

Mujeres TA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Estoy conforme con mi peso”.
Ejemplos: 1) “…Me encuentro conforme con cómo me veo, (…) siempre fui de
contextura delgada, pero soy de comer mucha comida chatarra, a eso se debe mi
rollito, pero no me perturba el tenerlo, sé que llevando una dieta más sana
desaparecería, pero no es una gran molestia para mí porque no influye mucho en mi
aspecto físico, casi ni se nota y porque además disfruto mucho de comer…”, 2)
“…Antes tenía un poco de sobrepeso y no me sentía cómoda del todo. Cuando fui
bajando de peso me empecé a sentir mejor con mi imagen y ahora creo que por más de
que estoy algo rellenita me siento cómoda y contenta con como soy. No es algo central
en mi vida en estos momentos…”, 3) “…Que es acorde a mi edad y altura, mejoré,
antes estaba muy flaquita…”.

- Conformidad relacionada con aspectos diferentes al peso: La persona se siente


conforme con su aspecto físico, especialmente sus pechos y cola.

Mujeres TA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

115
Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Me gustan mucho mis pechos y
cola”. Ejemplo: 1) “…tengo muchos pechos y cola, eso me gusta mucho de mi
cuerpo…”.

- Valoración de un cuerpo sano y hábitos saludables (conformidad): La persona se


siente conforme con su aspecto físico, especialmente por tener un cuerpo que considera
sano. Asimismo, destaca la importancia de llevar a cabo hábitos alimentarios y/o de
actividad física saludables que “la ayudan” a preservar un aspecto físico con el cual se
siente conforme.

Mujeres TA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Estoy bien, mi cuerpo está sano / me
cuido / tengo hábitos saludables (alimentación y/o actividad física)”. Ejemplos:
1) “…Pienso que mi aspecto físico es normal y estoy conforme, pero sé que cuidar la
salud y el cuerpo es fundamental y vital…”, 2) “…Pienso que es el adecuado, normal y
sano para mí. Me cuido en las comidas y hago ejercicio para mantenerme de esa
forma…”, 3) “…es sano y acorde…”.

- Camino hacia la aceptación (conformidad): La persona explica que intenta aceptar


su aspecto físico tal como es y que ello la hace sentirse más conforme con el mismo. En
esta categoría se incluyeron las respuestas de algunas mujeres TA que explicaron que
antes no se sentían conformes y que su bienestar se relaciona a un cambio que están
realizando en sus vidas. En los dichos de las mujeres TA se observan diferentes estadios
en el proceso de cambio (ver los ejemplos detallados en el párrafo siguiente).

Mujeres TA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Trato de quererme como soy”.
Ejemplos: 1) “…Sobre mi aspecto físico pienso que en este momento me acepto más

116
que antes aunque me siento más pendiente de mi cuerpo que lo habitual…”, 2) “…En
este momento a veces me siento conforme y otras me gustaría tener más busto o ser más
alta, pero en general trato de quererme como soy ya que la búsqueda del cuerpo
perfecto (el cual me llevó su tiempo darme cuenta que no existe) me llevó a perderme a
mí misma y a olvidar las cosas importantes de la vida…”, 3) “…Estoy hoy contenta con
mi aspecto físico, suelo ser muy exigente y eso siempre lleva a querer estar perfecta.
Por esta razón suelo llevar las dietas al límite, al menos eso hacía pero luego de tanto
tiempo de dietas hoy ya no puedo. Con mi peso actual estoy contenta aunque me
gustaría tener 2 kilos menos, eso me daría más comodidad con mi imagen y también
estar más liviana para el deporte. Mi objetivo siempre es lograr comer bien, pero
muchas veces se contrapone al estar flaca y me genera un conflicto…”,
4) “…Actualmente estoy conforme, aunque tenga el pensamiento de pesar un poco
menos. Pero hoy me veo y siento bien y sobretodo sana…”.

Mujeres NTA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

- Oscilación inespecífica: La persona se siente conforme con unos aspectos y


disconformes con otros, pero sin especificarlos.

Mujeres TA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Mi percepción varía”. Ejemplos:
1) “…Creo que es muy variable la percepción que tengo de mi aspecto físico. Pero por
lo general no estoy muy conforme con él…”, 2) “…No me agrada mi aspecto físico y
hay muchas veces que noto cambios en él y otros no. Por lo general no me gusta mi
imagen aunque hay veces que noto diferencias…”.

Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Estoy conforme, pero hay aspectos
que no me gustan”. Ejemplos: 1) “…Estoy conforme con mi peso pero hay muchos
aspectos de mi cuerpo que no me gustan y me acomplejan…”, 2) “…hay días que me
siento segura y otro no…”.

117
- Oscilación con deseo de mejorar inespecífico: La persona se siente conforme con
unos aspectos, pero desea mejorar otros.

Mujeres TA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “No está mal, pero podría estar
mejor”. Ejemplos: 1) “…Que no está mal, pero me gustaría modificarlo…”, 2) “…No
estoy tan mal. Podría ser peor. Si me ocupara realmente (comiendo más sano, haciendo
ejercicio, peinándome, vistiéndome mejor, maquillándome) podría estar bien…”.

Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Estoy conforme, pero podría estar
mejor”. Ejemplos: 1) “…No tengo una opinión negativa, me gusta como soy y en
algunos aspectos, como me veo, pero pienso que siempre se puede mejorar y pienso que
me podría ver mejor…”, 2) “…Pienso que tengo un físico normal, pero hay aspectos
que se podrían cambiar…”.

- Oscilación con deseo de adelgazar: La persona se siente conforme con unos


aspectos, pero desea adelgazar.

Mujeres TA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Estoy conforme, pero me gustaría
adelgazar (en general o alguna parte del cuerpo)”. Ejemplos: 1) “… Creo que mi
aspecto físico es el adecuado, aunque a veces me gustaría ser más flaca...”, 2) “…Estoy
satisfecha con mi cuerpo, creo que es lindo, aunque me gustaría adelgazar 2/3 kg para
verme mejor…”, 3) “…Me gustaría tener un poco menos de panza pero en rasgos
generales estoy bien…”, 4) “…Soy una chica normal, me gustaría tener piernas más
flacas…”.

118
- Oscilación con deseo de tonificar: La persona se siente conforme con unos
aspectos, pero desea estar más tonificada.

Mujeres TA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Estoy conforme, pero me gustaría
tener una figura más tonificada”. Ejemplos: 1) “…Es lindo, adecuado. Estoy conforme
aunque tendría que hacer más ejercicios para endurecer…”, 2) “…Estoy de acuerdo
con el mismo pero me gustaría estar mejor, con una figura más tonificada,
marcada…”.

- Oscilación con deseo de subir de peso: La persona se siente conforme con unos
aspectos, pero desea subir de peso.

Mujeres TA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Estoy conforme, pero me gustaría
subir de peso”. Ejemplos: 1) “…Desde chica que soy muy flaquita así que no me
molesta pero me gustaría tener un poco más de peso, creo que me gustaría más…”,
2) “…Estoy conforme con mi cuerpo aunque me gustaría subir un poco de peso…”.

- Oscilación con deseo de modificar hábitos: La persona se siente conforme con


unos aspectos, pero desea modificar sus hábitos alimentarios y/o de actividad física.

Mujeres TA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

119
Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Estoy conforme, pero debería
cambiar mis hábitos (alimentación y actividad física)”. Ejemplos: 1) “…Estoy conforme
aunque me preocupa el no hacer tanta actividad física como debería, para mantenerme
y para un futuro…”, 2) “…Pienso que estoy en un peso adecuado pero considero que
debo comer más saludablemente y hacer un poco más de ejercicio…”.

- Oscilación con deseo de mejorar cuestiones diferentes al peso: La persona se


siente conforme con unos aspectos, pero desea modificar otros (no relacionados con su
peso).

Mujeres TA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Estoy conforme, pero me gustaría
mejorar mi piel” / “Estoy conforme, pero me gustaría tener más busto y/o cola”.
Ejemplos: 1) “…En general estoy conforme con mi aspecto, aunque hay cosas que me
gustaría mejorar, no tanto respecto al peso, sino más bien estéticas, como la piel…”,
2) “…Estoy conforme con mi aspecto físico aunque muchas veces he pensado en
hacerme una cirugía de mamas ya que me gustaría tener más…”, 3) “…Pienso que
tengo un peso adecuado respecto a mi contextura física y altura. Me gustaría tener un
poco más de formas…”.

- Desagrado inespecífico: La persona no se siente conforme con ciertos aspectos de


su imagen corporal, pero no los especifica.

Mujeres TA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

120
Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Tengo defectos”. Ejemplo:
1) “…Como toda mujer sabe que tiene defectos, pero no me obsesiono…”.

- Percibirse gorda (desagrado): La persona no se siente conforme con su aspecto


físico dado que considera que está gorda y no le gusta.

Mujeres TA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Soy una gorda obesa”. Ejemplos:
1) “…Pienso que soy una gorda obesa que no para de comer, hasta cuando no tengo
hambre, como. Por cualquier cosa, esté triste o feliz todo es una excusa para comer…”,
2) “…es horrible, me veo gorda obesa, siento asco de cada parte de mi cuerpo…”,
3) “…Que no me gusta, me molesta, me siento gorda, no me gusta nada de mi aspecto y
de mi cuerpo. Me miro al espejo y me da asco. Me molesta tanto que afecta mi estado
de ánimo….”,4) “…me veo gorda y me doy vergüenza…”.

Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Me veo gorda”. Ejemplos:
1) “…Espantoso, engordé muchísimo en los últimos 3 años. Ni quiero verme al
espejo…”, 2) “…Ahora con el invierno me descontrolo un poco más con la comida y
suelo engordar unos kilitos. A esto le sumamos que ya no tengo bronceado y me veo
más gorda…”.

- Deseo de adelgazar (desagrado): La persona no se siente conforme con su aspecto


físico dado que considera que debería adelgazar.

Mujeres TA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Debo ser más delgada”. Ejemplos:
1) “…Debo ser más delgada. No estoy conforme con mi aspecto físico…”, 2) “…Que
me falta bajar de peso y hacer ejercicio para lograr bajar las piernas…”, 3) “…No me
gusta. Quiero estar más flaca…”.

121
Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Tendría que adelgazar”. Ejemplos:
1) “…Pienso que tengo kilos de más y siempre me preocupa poder bajarlos pero a la
vez me cuesta y no hago dietas, y eso me da bronca de mí misma y es algo que me
gustaría cambiar y poder bajar algo de peso…”, 2) “…Pienso que tengo un par de
kilos de más, me gustaría bajar entre 6/7 kilos…”, 3) “…Creo que mi aspecto físico ha
sido mejor en otros momentos de mi vida, en los cuales, por mis responsabilidades y
contextos sociales, me resultaba más fácil mantenerme en buen peso (o al menos en uno
que me sintiese cómoda). Creo que debería adelgazar un poco…”.

- Deseo de subir de peso (desagrado): La persona no se siente conforme con su


aspecto físico dado que considera que debería subir de peso.

Mujeres TA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “Tendría que subir de peso y tener
más musculatura”. Ejemplo: 1) “…tendría que subir uno o dos kilos, pero realizando
más actividad física para tener mayor musculatura…”.

- Desagrado por cuestiones diferentes al peso: La persona no se siente conforme


con ciertos aspectos de su imagen corporal, dichos aspectos no se encuentran
relacionados con su peso.

Mujeres TA: No se identificaron creencias que puedan ser incluidas en esta


categoría.

Mujeres NTA: A partir del análisis se arribó a la siguiente expresión con el fin de
sintetizar las creencias incluidas en esta categoría: “No me gusta mi estatura / busto”.
Ejemplos: 1) “…Al ser petisa, no me gusta tanto. Me gustarían piernas más largas…”,
2) “…Lo único que sí sufrí de mi cuerpo (sobre todo de chica) es por las tetas, me dio y

122
me sigue dando vergüenza tener muchas tetas y es por eso que intento disimularlo con
la ropa…”.

En un análisis cuantitativo posterior, a cada participante se le asignó un valor


correspondiente a la variable nivel de agrado y otro correspondiente a la variable
creencias acerca de la imagen corporal.
Se halló una asociación entre la presencia de trastorno alimentario y el nivel de
agrado: una proporción significativamente mayor de mujeres TA manifestaron
desagrado y una proporción significativamente mayor de mujeres NTA manifestaron
oscilación entre conformidad y desagrado (ver Tabla 33).

Tabla 33. Nivel de agrado (TA vs. NTA)


TA NTA Prueba de
χ²
(n = 23) (n = 124) proporciones

% (f) % (f) χ² g.l. p Sig.

Conformidad 17.4 (4) 22.6 (28) NS


Oscilación entre
conformidad y 17.4 (4) 58.9 (73) 22.96 2 < .001 TA < NTA
desagrado
Desagrado 65.2 (15) 18.5 (23) TA > NTA
Nota. NS = No se observó una diferencia significativa entre los grupos.

Asimismo, se halló una asociación entre la presencia de trastorno alimentario y las


creencias acerca de la imagen corporal: en una proporción significativamente mayor de
mujeres TA se observó la creencia relacionada al percibirse gorda y la relacionada al
sentimiento de un desagrado inespecífico (ver Tabla 34). Resulta importante comentar
que en la mayoría de las categorías no se pudo llevar a cabo la prueba de proporciones
porque en uno de los grupos la frecuencia fue cero.

123
Tabla 34. Creencias acerca de la imagen corporal (TA vs. NTA)
TA NTA Prueba de
χ²
(n = 23) (n = 124) proporciones

% (f) % (f) χ² g.l. p Sig.

Conformidad
0 (0) 7.3 (9) *
inespecífica
Conformidad relacionada
0 (0) 4 (5) *
con el peso
Conformidad relacionada
con aspectos diferentes al 0 (0) 0.8 (1) *
peso
Valoración de un cuerpo
0 (0) 10.5 (13) *
sano y hábitos saludables
Camino hacia la
17.4 (4) 0 (0) *
aceptación

Oscilación inespecífica 8.7 (2) 1.6 (2) NS

Oscilación con deseo de


8.7 (2) 6.5 (8) NS
mejorar inespecífico
Oscilación con deseo de
0 (0) 30.6 (38) *
adelgazar
Oscilación con deseo de
0 (0) 5.6 (7) 77.49 16 < .001 *
tonificar
Oscilación con deseo de
0 (0) 4.8 (6) *
subir de peso
Oscilación con deseo de
0 (0) 7.3 (9) *
modificar hábitos
Oscilación con deseo de
mejorar cuestiones 0 (0) 2.4 (3) *
diferentes al peso
Desagrado inespecífico 13 (3) 0.8 (1) TA > NTA

Percibirse gorda 34.8 (8) 3.2 (4) TA > NTA

Deseo de adelgazar 17.4 (4) 12.1 (15) NS

Deseo de subir de peso 0 (0) 0.8 (1) *

Desagrado por cuestiones


0 (0) 1.6 (2) *
diferentes al peso
Nota. * No se pudo llevar a cabo la prueba de proporciones porque en uno de los grupos la
frecuencia es 0. NS = No se observó una diferencia significativa entre los grupos.

124
4. 2. 2. Valoración de la propia imagen corporal

Ante la pregunta “¿Cómo crees que tu aspecto físico influye en tu vida?” las
participantes respondieron de diferentes formas. En la primera parte de la respuesta
todas explicaron el grado en el cual afecta su vida, pudiéndose arribar a las siguientes
categorías: “Mucho”, “Moderadamente”, “Poco” y “Nada”.
En la segunda parte, algunas explicaron si esa influencia es negativa o positiva,
pero la mayoría nombró las áreas de su vida sin dicha aclaración. A partir de la lectura
de las respuestas, se puede deducir que en ciertos casos es negativa, en otros positiva y
en la mayoría va variando en función de “sentirse mejor o peor” respecto de su cuerpo.
Por otra parte, hay participantes que sólo respondieron el grado de impacto que
tiene. Otras desarrollaron cuestiones diferentes al aspecto físico:
1) unas respondieron sobre la importancia del estado físico (en vez del aspecto
físico) haciendo referencia a cómo el mismo es importante para “estar saludable” (“…es
importante mantener un buen estado físico porque es bueno para la salud…”) y para un
buen rendimiento en el deporte (“…a nivel estado físico, influye en rendimiento en el
equipo deportivo…”) y en la vida cotidiana (“…influye a veces cuando tengo que
correr algún colectivo o subir escaleras…”),
2) otras sobre la importancia que tiene su estado de ánimo en cómo se sienten
respecto de su cuerpo (“…mi estado de ánimo influye en cómo me veo…”, “…cuando
me siento bien, contenta, me veo mucho mejor…”).
A partir de las respuestas, se decidió clasificarlas en función del grado de influencia
(“Nada”, “Poco”, “Moderadamente” y “Mucho”) y de las áreas de la vida nombradas.
En esta línea, se eliminó del análisis los casos en los cuales:
1) se respondió “no sé” (ninguna mujer con trastorno alimentario y una sin
trastorno alimentario),
2) sólo se respondió el grado, sin nombrar el área de la vida (dos mujeres con
trastorno alimentario y cuatro sin trastorno alimentario),
3) sólo se respondió si la influencia es positiva o negativa, sin explicar cuál es el
grado de influencia ni nombrar el área de la vida (ninguna mujer con trastorno
alimentario y dos sin trastorno alimentario),

125
4) sólo se respondió por el estado físico (ninguna mujer con trastorno alimentario y
seis sin trastorno alimentario), y
5) sólo se respondió por la importancia del estado anímico sobre la percepción
corporal (una mujer con trastorno alimentario y dos sin trastorno alimentario).
Finalmente, se analizaron las respuestas de 20 mujeres con trastorno alimentario
(17 pacientes y tres estudiantes con trastorno alimentario) y de 109 mujeres sin trastorno
alimentario (estudiantes sin trastorno alimentario). En la Tabla 35 se presentan las
categorías globales y específicas a las que se arribó.

Tabla 35. Categorías emergentes del análisis de la respuesta de las participantes a la


pregunta “¿Cómo crees que tu aspecto físico influye en tu vida?”

Categorías específicas
Categorías globales
Áreas de influencia
Nivel de influencia
TA NTA
(n = 20) (n = 110)

Nada

Valoración/Aceptación social
Poco Vínculo con los hombres
Oportunidades en la vida y en el ámbito laboral
Vestimenta
Moderadamente Nivel de satisfacción con la imagen corporal
Autovaloración/Autoestima
Estado de ánimo
Seguridad para el desempeño en la vida
Mucho Hábitos alimentarios y de actividad física
Todas las áreas de la vida

En las respuestas se identificaron ciertas creencias de las participantes sobre el nivel


de influencia que tiene su aspecto físico en su vida y las áreas que afecta.

1) A continuación, se describe la clasificación del nivel de influencia.

- Nada: En esta categoría se incluyeron las respuestas de las participantes que


expresaron que “no influye”.

126
Si bien esta respuesta no sería esperable entre las mujeres TA, se observó que dos
de ellas (pacientes en remisión parcial) dijeron que no les influye. Ellas explicaron que
antes les afectaba, pero que ahora no. Una explicó que “Antes creía que influía en los
demás, ahora sólo quiero sentirme bien conmigo misma. Hacer terapia me ayudó (y
también distintas cosas que me pasaron en la vida) a darme cuenta que uno vale más
que por lo físico.” y la otra que “En su momento influyó para salir y conocer gente
nueva, para gustarle a la sociedad.”. En las respuestas se observa un cambio respecto a
sus creencias anteriores. Se podría hipotetizar que este cambio se debe, en parte, al
proceso psicoterapéutico que se encuentran realizado.
En el caso de las mujeres NTA, algunas de las que respondieron que no les influye
agregaron: 1) “…creo que las cosas importantes de la vida no pasan por lo más
superficial…”, 2) “…más bien influyen mis pensamientos y actitudes…”, 3) “…El
aspecto no me influye, la imagen no me modifica nada…”, 4) “…No, para nada. Hay
otras prioridades…”, 5) “…hay cosas de una persona que son más importantes que el
aspecto físico. Hay situaciones de la vida en las cuales tener un buen aspecto físico
resulta irrelevante...”, 6) “…sólo el aspecto físico no te define como persona…”,
7) “…lo físico importa, no el aspecto…”. Otras cuatro explican que no influye porque
nunca se sintieron disconformes con su cuerpo: 1) “…no influye porque nunca tuve
problemas con eso…”, 2) “…Nunca le di importancia porque siempre me vi bien y
estaba conforme con mi cuerpo...”, 3) “…Siempre mi aspecto fue similar, ya estoy
acostumbrada al mismo así que no me influye...”, y 4) “…no influye en absoluto (…) me
refiero a que como estoy hoy me gusta no me pongo a pensar en que “debería bajar
unos kilitos”…”.

- Poco: En esta categoría se incluyeron las respuestas de las participantes que


expresaron que influye “poco” o “a veces”. La mayoría de las mujeres TA y NTA que
respondieron de este modo nombraron las áreas de su vida sobre las cual influye su
aspecto físico.
Si bien esta respuesta no sería esperable entre las mujeres TA, se observó que una
de ellas (paciente en remisión parcial) dijo que le influye “poco”. En los dichos de esa
participante se observa un proceso de cambio dado que explica que “…al menos trato
(…). Intento no estar mucho frente a espejos, así no puedo “criticarme” y (aunque a

127
veces no me sale) intento recibir los “estímulos” positivos respecto a mi físico de mi
novio, familia, amigos, etc...”.
En el caso de las mujeres NTA, algunas de las que respondieron que influye poco
agregaron: “…porque tengo un peso normal. Creo que influye más en mujeres con
problemas alimenticios o mujeres gorditas…”

- Moderadamente: En esta categoría intermedia se decidió incluir las respuestas de


las participantes que expresaron que el aspecto físico “influye” (sin aclarar si dicha
influencia era “mucha” o “poca”). La mayoría de las mujeres TA y NTA que
respondieron de este modo nombraron las áreas de su vida sobre las cual influye su
aspecto físico.

- Mucho: En esta categoría se incluyeron las respuestas de las participantes que


expresaron que influye “mucho”, "un montón”, “muchas veces”, “en todo”, “en un
90%”, “bastante” o que “es muy importante”. La mayoría de las mujeres TA y NTA que
respondieron de este modo nombraron las áreas de su vida sobre las cual influye su
aspecto físico.

2) A continuación, se nombran y describen las categorías correspondientes a las


áreas de la vida. Se incluyen ejemplos.

- Valoración/Aceptación social: La persona siente que los otros evalúan su aspecto


físico y en función del mismo construyen un concepto de ella. Además, la persona
considera que el cuerpo es un medio para buscar la aceptación social, los otros la
aceptan o no en función de su aspecto físico.

Mujeres TA: 1) “…siento que la sociedad me ve gorda y horrible, sobre todo mi


familia, que siempre opinan de mi cuerpo…”, 2) “…es un método de aceptación hacia
los demás…”, 3) “…si tuviese el cuerpo que a mi me gusta (…) la gente me vería de
otra forma…”, 4) “…la sociedad hoy en día lo primero que mira es el aspecto físico,
sin importar cómo sea la persona…”.

128
Mujeres NTA: 1) “…el tema de la gordura es difícil, con una fea connotación
social…”, 2) “…es la imagen que damos al mundo y es por el que las personas nos
conocen…”, 3) “…hay mucha discriminación…”, 4) “… Influye mucho por la sociedad
en la que vivimos y la mirada que los demás tienen de uno…”, 5) “…el aspecto físico
influye mucho porque es lo primero que las otras personas ven y de ahí forman una
idea de quien sos…”, 6) “…Influye en la forma en que me ven los demás…”, 7) “…es
como tu “carta de presentación”…”, 8) “…hoy en día suele influir bastante por el tipo
de importancia que le dan al estar delgado (sobre todo los medios de tv, revistas) y
tener un cuerpo perfecto…”, 9) “…las mujeres pueden conseguir desde ayuda hasta
cosas gratis simplemente mostrando el escote y es penoso vivir en una sociedad que
valora por el aspecto físico sea uno lindo o feo….”, 10) “…en la cultura/sociedad en la
que vivimos se pretende que las mujeres nos veamos flacas, en mi caso eso no me
sugiere demasiada exigencia porque siempre fui flaca y no tengo predisponían genética
a ser gorda. Es decir que tengo la suerte de adaptarme a los parámetros de belleza
social y eso impacta positivamente en mi vida psíquica y social…”.

- Vínculo con los hombres: La persona considera que con un buen aspecto físico los
hombres la verán más atractiva y se sentirá más segura para establecer y sostener un
vínculo con ellos.

Mujeres TA: 1) “…si tuviese el cuerpo que a mí me gusta (…) los chicos me verían
de otra forma…”.

Mujeres NTA: 1) “…Frente a los hombres a veces me siento poco atractiva, o poco
mujer. Eso me incomoda y me entorpece. Siento que no soy capaz de atraer hombres
con mi cuerpo…”, 2) “…tiene un efecto positivo en los hombres…”, 3) “…es algo que
me genera inseguridad con los hombres…”, 4) “…Para tener levante con los chicos
porque son de fijarse mucho en el físico de las mujeres…”, 5) “…los hombres son más
atentos y caballeros porque lo que miran es lo físico de las mujeres…”.

- Oportunidades en la vida y en el ámbito laboral: La persona considera que tener


un aspecto físico cercano al ideal de belleza le dará mayores oportunidades en la vida y

129
en el ámbito laboral. Las oportunidades laborales tendrán lugar en el marco de trabajos
en los cuales el cuerpo es central (por ejemplo, bailarina) como en otros en los que no lo
es.

Mujeres TA: 1) “… si tuviese el cuerpo que a mí me gusta (…) tendría más


oportunidades laborales en danza y en la mayoría de las áreas porque ser “lindo y
flaco” te abre las puertas en muchos casos…”, 2) “…quienes tienen buen aspecto
tienen más facilidades y posibilidades en la vida…”.

Mujeres NTA: 1) “…Influye con lo laboral, ya que trabajo con algo en que el
cuerpo es la herramienta principal…”, 2) “…Capaz que para algún trabajo puede ser
que me tomen o no por el aspecto…”, “…la gente linda (…) tiene más
oportunidades…”, 3) “…Hay demasiados estereotipos socialmente divulgados, por lo
que considero que mi aspecto físico puede influir en la búsqueda laboral…”.

- Vestimenta: La persona considera que en función de su aspecto físico puede usar


o no ciertas prendas, tales como ropa ajustada (por ejemplo, calzas) o ropa que expone
su cuerpo (por ejemplo, bikini). Asimismo, puede presentar o no ciertas dificultades
para encontrar su talle y para que le “quede bien” cierta ropa de moda.

Mujeres TA: 1) “…hay prendas de ropa que me gustan y que sin embargo aunque
puedo comprarlas no lo hago porque siento que parezco una gorda y obesa
ridícula…”, 2) “…No puedo usar ropa que está a la moda porque me queda
horrible…”.

Mujeres NTA: 1) “…Influye en (…) como me queda la ropa…”, 2) “…ciertas


prendas que me gustaría comprarme sólo son (o quedan bien) en chicas super altas y
flacas…”, 3) “…por mi altura y peso a veces es difícil encontrar ropa/talles…”,
4) “…no encuentro dificultades con los talles…”, 5) “…Influye bastante a la hora de
comprarme ropa porque aunque sé que no soy gorda es difícil encontrar algo que no
sea para gente escuálida o esquelética…”, 6) “…Influye (…) a la hora de vestirme…”,
7) “…Me influye más a la hora de vestirme para salir de noche porque me veo más

130
gorda…”, 8) “…A veces, por el tamaño de mis piernas me frustro cuando salgo a
correr con pantalones. O en invierno para salir a bailar no puedo ponerme calzas con
algo corto arriba porque siento que me hacen las piernas grandes aunque muchos me
digan que no es así…”, 9) “…a la hora de comprar ropa o ponerme la bikini en el
verano, ya que al no estar conforme prefiero no mostrarlo…”, 10) “…Me siento
cómoda en verano usando ese tipo de ropa como bikini…”.

- Nivel de satisfacción con la imagen corporal: La persona siente que en función de


cómo percibe su aspecto físico se va a sentir a gusto o no con ella misma. Además,
plantea la importancia que tiene para ella “sentirme bien con mi aspecto físico” y
“verme bien”.

Mujeres TA: 1) “…afecta mucho en mi vida, no estoy conforme con el mismo…”,


2) “…me miro en el espejo y no me gusta…”.

Mujeres NTA: 1) “…si logro el aspecto físico que quiero mi vida no estaría tan
abocada al preocuparme por cómo estoy…”, 2) “…Influye (…) en que a veces no me
gusta como me veo…”, 3) “…el aspecto físico me hace sentir a gusto o disgusto…”,
4) “…sí, ya que me siento atractiva…”, 5) “…es un aspecto importante, al que le
presto atención porque me gusta sentirme bien con mi aspecto físico…”, 6) “…Influye
ya que necesito verme bien físicamente…”, 7) “…me gusta verme bien…”,
8) “…Influye porque es lindo verse y sentirse bien…”, 9) “…Me gusta verme bien, no
me gustaría o me influiría un poco verme mal…”, 10) “…me influye a mí por como me
veo y como pienso que me gustaría ser…”, 11) “…Influye (…) en como me veo…”,
12) “…me hace sentirme “linda” o bien por momentos cuando me noto más flaca…”.

- Autovaloración/Autoestima: El aspecto físico y la satisfacción con el mismo


generan en la persona que se evalúe positivamente y se valore o que se evalúe
negativamente y no se valore.

Mujeres TA: 1) “…Influye en mi autoestima también, nunca me siento bien


conmigo misma…”, 2) “…siempre me estoy comparando con las demás y criticándome

131
y viendo siempre defectos…”, 3) “…me da vergüenza verme…”, 4) “…Mi auto-
concepto está muy ligado a llegar o no a esa imagen y al ideal de estar flaca…”.

Mujeres NTA: 1) “…Puede influenciar (…) mi autoestima…”, 2) “…si logro el


aspecto físico que quiero (…) me sentiría mejor conmigo misma…”, 3) “…Influye en
como me siento conmigo misma…”, 4) “…influye positivamente en la autoestima…”,
5) “…el sentirme conforme con mi cuerpo influye en mi autoestima, me permite estar
contenta conmigo misma…”, 6) “…El aspecto físico cumple un rol importante en la
autoestima y en la percepción que uno tiene acerca de sí mismo…”.

- Estado de ánimo: La persona considera que el sentirse conforme con su aspecto


físico la pone de buen humor y el sentirse disconforme le genera malestar, enojo,
tristeza y mal humor. También afecta la capacidad de ser feliz.

Mujeres TA: 1) “…ser gorda me pone de mal humor…”, 2) “…no me permite ser
feliz ni disfrutar de las cosas…”, 3) “…afecta mi vida en lo emocional…”, 4) “…si
tuviese el cuerpo que a mí me gusta sería más feliz…”, 5) “…determina como me
siento…”, 6) “…Si un día me siento gorda me pongo mal, triste y de mal humor…”,
7) “…Si me veo bien en el espejo salgo con buen humor, si me veo fea o gorda me
pongo de mal humor…”.

Mujeres NTA: 1) “…Sentirme con lindo aspecto físico influye en mi estado de


ánimo…”, 2) “…influye (…) en (…) el humor que tenga día a día…”, 3) “…cuando me
pongo algo y no me gusta como me queda me frustra o enoja bastante…”.

- Seguridad para el desempeño en la vida: La persona considera que el sentirse


conforme con su aspecto físico le brinda seguridad con su cuerpo, seguridad frente a los
otros (y para vincularse con ellos) y/o seguridad para desempeñarse adecuadamente en
diferentes áreas de la vida. El “no verse bien” afecta dicha seguridad.

Mujeres TA: 1) “…sentirme cómoda con mi aspecto físico me hace desenvolverme


mejor en todos los entornos de mi vida…”.

132
Mujeres NTA: 1) “…me genera inseguridad, sobre todo a la hora de comprar ropa
o ponerme la bikini…”, 2) “…muchas veces que no me veo linda me hace sentir
insegura…”, 3) “…A veces me hace sentir insegura y tímida…”, 4) “…influye en mi
confianza personal y en el vínculo que establezco con los que me rodean…”, 5) “…se
relaciona con cómo nos relacionamos con los otros. Si yo me siento bien conmigo
misma me va a ser más fácil sentirme bien en general y relacionarme con los
demás…”.

- Hábitos alimentarios y de actividad física: La persona plantea que su agrado le


genera el deseo de comenzar o sostener ciertos hábitos alimentarios y/o de actividad
física con el fin de mantener su cuerpo como está. En contraposición, el desagrado le
genera el deseo de modificar su cuerpo mediante el cambio de sus hábitos.

Mujeres TA: 1) “…hace que coma más o coma menos…”, 2) “…tampoco me


permite disfrutar de poder comer algo sin sentir culpa o estar pensando todo el tiempo
que me va a engordar. Como que siempre tengo restricciones…”.

Mujeres NTA: 1) “…influye a la hora de querer mantenerlo y comer de manera


saludable…”, 2) “…influye a la hora de hacer ejercicio, es decir si empiezo a ver que
subo de peso busco hacer ejercicio (…) cuando me siento cómoda con mi cuerpo casi
no hago ejercicio…”, 3) “…Hay que cuidarlo…”.

- Todas las áreas de la vida: La persona considera que el sentirse conforme o


disconforme (contenta o triste) con su aspecto físico afecta todas las áreas de su vida.

Mujeres TA: 1) “…adelgazando y logrando el físico que quiero mi vida


cambiaría…”, 2) “…Si un día me siento gorda me pongo mal (…) y eso arruina
todo…”, 3) “…me influye en todos los ámbitos de mi vida…”.

Mujeres NTA: 1) “…Influye en que me siento mejor, y eso se expande a todos los
aspectos de mi vida…”, 2) “…Influye en mi ánimo, con lo cual repercute en varias

133
áreas de mi vida…”, 3) “…verse y sentirse bien para mí tiene una gran influencia en la
vida en general…”.

En un análisis cuantitativo posterior, a cada participante se le asignó un valor de


nivel de influencia. Sin embargo, la mayoría nombró varias áreas de influencia. Por tal
motivo, para los análisis se consideró el área que aparecía primero en la respuesta como
primer área de influencia para cada participante. También se registró la cantidad de
áreas que nombraba cada una de ellas. Además, se analizaron todas las respuestas y se
contabilizó la cantidad de veces que cada área aparecía nombrada en cada uno de los
grupos (mujeres TA y mujeres NTA).
Se halló una asociación entre la presencia de trastorno alimentario y el nivel de
influencia: una proporción significativamente mayor de mujeres TA manifestaron que el
aspecto físico tiene mucha influencia en sus vidas (ver Tabla 36).

Tabla 36. Nivel de influencia (TA vs. NTA)

TA NTA Prueba de
χ²
(n = 20) (n = 109) proporciones

% (f) % (f) χ² g.l. p Sig.

Nada 10 (2) 24.8 (27) NS

Poco 5 (1) 12.8 (14) NS


13.12 3 < .01
Moderadamente 25 (5) 41.3 (45) NS

Mucho 60 (12) 21.1 (23) TA > NTA


Nota. NS = No se observó una diferencia significativa entre los grupos.

Asimismo, se halló una asociación entre la presencia de trastorno alimentario y el


área de influencia que fue nombrada en primer lugar por cada participante: una
proporción significativamente mayor de mujeres TA nombró en primer lugar la
influencia sobre su estado de ánimo (ver Tabla 37). Además, dicha área fue la más
nombrada en primer lugar por las mujeres TA. En cambio, en el grupo NTA el área más
nombrada en primer lugar fue nivel de satisfacción con la imagen corporal. Sin
134
embargo, no se hallaron diferencias estadísticamente significativas en relación con ésta
área. Resulta importante comentar que en la mitad de las categorías no se pudo llevar a
cabo la prueba de proporciones porque en uno de los grupos la frecuencia fue cero.

Tabla 37. Primer área de influencia nombrada (TA vs. NTA)

TA NTA Prueba de
χ²
(n = 18) (n = 82) proporciones

% (f) % (f) χ² g.l. p Sig.

Valoración/Aceptación
27.8 (5) 17.1 (14) NS
social

Vínculo con los hombres 0 (0) 4.9 (4) *

Oportunidades en la vida
0 (0) 2.4 (2) *
y en el ámbito laboral

Vestimenta 5.6 (1) 8.5 (7) NS

Nivel de satisfacción con


11.1 (2) 28 (23) NS
la imagen corporal
21.56 8 < .01
Autovaloración/
11.1 (2) 17.1 (14) NS
Autoestima

Estado de ánimo 44.4 (8) 7.3 (6) TA > NTA

Seguridad para el
0 (0) 12.2 (6) *
desempeño en la vida
Hábitos alimentarios y de
0 (0) 2.4 (2) *
actividad física

Todas las áreas de la vida 0 (0) 0 (0) *


Nota. * No se pudo llevar a cabo la prueba de proporciones porque en uno de los grupos la
frecuencia es 0. NS = No se observó una diferencia significativa entre los grupos.

Por otra parte, se observó que las mujeres TA nombraron, en promedio,


significativamente más áreas de influencia que las mujeres NTA [t (21.69) = 2.79, p =
.011; M = 2.30 y DE = 1.66 para TA vs. M = 1.23 y DE = 1.02 para NTA].
Finalmente, se analizaron todas las respuestas y se contabilizó la cantidad de veces
que cada área aparecía nombrada. En el grupo TA, el área más nombrada fue estado de
ánimo y las menos nombradas fueron: 1) vínculo con los hombres y 2) oportunidades en
la vida y en el ámbito laboral. En cambio, en el grupo NTA, la más nombrada fue nivel

135
de satisfacción con la imagen corporal y las menos nombradas fueron: 1) oportunidades
en la vida y en el ámbito laboral y 2) todas las áreas de la vida (ver Tabla 38).

Tabla 38. Cantidad de áreas de influencia nombradas en los grupos TA y NTA

TA NTA
(n = 18) (n = 82)
Cantidad de
Cantidad de veces
veces que se
que se nombra
nombra
Valoración/Aceptación social 9 19

Vínculo con los hombres 1 5

Oportunidades en la vida y en el ámbito laboral 1 3

Vestimenta 4 14

Nivel de satisfacción con la imagen corporal 4 32

Autovaloración/Autoestima 7 21

Estado de ánimo 11 10

Seguridad para el desempeño en la vida 3 17

Hábitos alimentarios y de actividad física 3 7

Todas las áreas de la vida 3 3

4. 3. Conductas de riesgo y factores psicológicos asociados a los trastornos


alimentarios

4. 3. 1. Conductas compensatorias inadecuadas

En relación con las conductas purgativas, en el grupo TA se observó que el 48.5%


presentó al menos una de estas conductas en los últimos tres meses. El 40.9% de las
mujeres TA se provocó vómitos, el 21.2% consumió laxantes, el 9.1% pastillas para
adelgazar y el 7.6% diuréticos. Asimismo, se hallaron diferencias significativas en la
136
presencia de ayuno, conducta dietante y ejercicio físico excesivo para bajar de peso,
siendo la proporción de mujeres TA significativamente mayor que la de mujeres NTA
(ver Tabla 39).

Tabla 39. Conductas compensatorias inadecuadas (TA vs. NTA)

Prueba de
TA NTA
χ² proporcione
(n = 66) (n = 229)
s
% (f) % (f) χ² g.l. p Sig.

Provocación de vómitos 40.9 (27) 0 (0) 103.12 1 < .001 *

Consumo de laxantes 21.2 (14) 0 (0) 51 1 < .001 *

Consumo de pastillas
9.1 (6) 0 (0) 21.25 1 < .001 *
para adelgazar

Consumo de diuréticos 7.6 (5) 0 (0) 17.65 1 < .001 *

Ayuno (no comer nada


54.5 (36) 7 (16) 79.81 1 < .001 TA > NTA
durante 8 horas o más)

Conducta dietante 68.2 (45) 22.3 (51) 49.19 1 < .001 TA > NTA
Ejercicio físico
excesivo para bajar de 21.2 (14) 1.7 (4) 33.88 1 < .001 TA > NTA
peso
Nota. * No se pudo llevar a cabo la prueba de proporciones porque en uno de los grupos la
frecuencia es 0.

4. 3. 2. Variables relacionadas con la imagen corporal

Se halló una asociación entre la presencia de trastorno alimentario y las siguientes


variables: nivel de insatisfacción corporal, temor a engordar, auto-percepción corporal y
distorsión de la imagen corporal. En esta línea, se encontró una proporción
significativamente mayor de mujeres TA (en comparación con mujeres NTA) que se
presentaron un nivel alto de insatisfacción corporal, temor a engordar más de cuatro
veces por semana y distorsión de la imagen corporal. Asimismo, una proporción
significativamente mayor de mujeres TA se considera “gorda” (ver Tablas 40, 41, 42 y
43).
137
Tabla 40. Nivel de insatisfacción corporal (TA vs. NTA)

TA NTA Prueba de
χ²
(n = 66) (n = 229) proporciones

% (f) % (f) χ² g.l. p Sig.

Baja 0 (0) 38 (87) *

Media 57.6 (38) 59.8 (137) 99.28 2 < .001 NS

Alta 42.4 (28) 2.2 (5) TA > NTA


Nota. * No se pudo llevar a cabo la prueba de proporciones porque en uno de los grupos la
frecuencia es 0. NS = No se observó una diferencia significativa entre los grupos.

Tabla 41. Temor a engordar (TA vs. NTA)

TA NTA Prueba de
χ²
(n = 66) (n = 229) proporciones

% (f) % (f) χ² g.l. p Sig.

Nunca 0 (0) 41 (94) *

Menos de una vez a la


6.1 (4) 39.7 (91) TA < NTA
semana

Una vez a la semana 9.1 (6) 10 (23) NS


173.12 5 < .001
2-3 veces por semana 7.6 (5) 3.9 (9) NS

4-6 veces por semana 21.2 (14) 2.6 (6) TA > NTA

Una vez al día o más 56.1 (37) 2.6 (6) TA > NTA
Nota. * No se pudo llevar a cabo la prueba de proporciones porque en uno de los grupos la
frecuencia es 0. NS = No se observó una diferencia significativa entre los grupos.

138
Tabla 42. Auto-percepción corporal (TA vs. NTA)

TA NTA Prueba de
χ²
(n = 66) (n = 229) proporciones

% (f) % (f) χ² g.l. p Sig.

Muy delgada 0 (0) 0 (0) ---

Algo delgada 1.5 (1) 7.4 (17) NS

Peso adecuado 19.7 (13) 62.9 (144) 75.94 3 < .001 TA < NTA

Exceso de peso 33.3 (22) 23.6 (54) NS

Gorda 45.5 (30) 6.1 (14) TA > NTA


Nota. NS = No se observó una diferencia significativa entre los grupos.

Tabla 43. Distorsión de la imagen corporal (TA vs. NTA)

TA NTA Prueba de
χ²
(n = 66) (n = 229) proporciones

% (f) % (f) χ² g.l. p Sig.

No 87.9 (58) 98.3 (225) TA < NTA


14.13 1 < .001
Sí 12.1 (8) 1.7 (4) TA > NTA

En relación con el peso, en un análisis intra-grupo, se observó que las participantes


de ambos grupos deseaban pesar significativamente menos (diferencia entre el peso
deseado y el peso declarado en cada grupo) [t (65) = -6.98, p < .001 para el grupo TA y
t (228) = -9.11, p < .001 para el grupo NTA]. Asimismo, si bien no se hallaron
diferencias significativas entre los grupos en el peso deseado ni en el peso declarado, se
observó que la diferencia entre el peso deseado y el peso declarado era
significativamente mayor en las mujeres TA respecto a las mujeres NTA (ver Tabla 44).
En relación con la imagen corporal, las participantes de ambos grupos también
deseaban ser significativamente más delgadas (diferencia entre la figura deseada y la
figura percibida en cada grupo) [t (65) = -16.04, p < .001 para el grupo TA y t (228) =
-13.80, p < .001 para el grupo NTA]. Además, se observaron diferencias significativas

139
entre los grupos en función de su figura deseada, su figura percibida y la diferencia
entre ambas figuras. Si bien las mujeres de ambos grupos desean verse más delgadas de
cómo se perciben, las mujeres TA desean verse significativamente más delgadas que las
mujeres NTA. Además, las mujeres TA se perciben significativamente más gordas que
las mujeres NTA. Por otra parte, al analizar la diferencia existente entre la figura
deseada y la percibida, se halló que dicha diferencia es significativamente mayor en las
mujeres TA en comparación con las mujeres NTA (ver Tabla 44).

Tabla 44. Peso e imagen corporal deseados (TA vs. NTA)

TA NTA
t de Student
(n = 66) (n = 229)

Media (DE) Media (DE) t g.l. p Sig.

Peso deseado 52.58 (7.49) 54.02 (5.72) -1.67 293 .097 NS

Peso declarado 60.11 (14.13) 57.22 (9.06) 1.57 81.01 .120 NS


Distancia entre el
peso deseado y el -7.53 (8.76) -3.20 (5.32) -3.81 79.26 < .001 TA > NTA
peso declarado
Figura deseada 3.18 (1.01) 3.65 (0.90) -3.58 293 < .001 TA < NTA

Figura percibida 6.67 (1.57) 4.65 (1.45) 9.79 293 < .001 TA > NTA
Distancia entre la
figura deseada y la -3.48 (1.76) -1.00 (1.10) -10.85 79.98 < .001 TA > NTA
figura percibida

140
4. 3. 3. Creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal

En el BAAS el grupo TA presentó puntajes significativamente más elevados en


relación con el grupo NTA (ver Tabla 45).

Tabla 45. Diferencia de medias en el BAAS (TA vs. NTA)

TA NTA
t de Student
(n = 66) (n = 229)

Media (DE) Media (DE) t g.l. p Sig.

Creencias disfuncionales
39.02 (17.91) 11.04 (9.21) 12.23 75.17 < .001 TA > NTA
acerca de la imagen corporal

4. 3. 4. Internalización del ideal de delgadez

En todas las subescalas del SATAQ-3, el grupo TA presentó puntajes


significativamente más elevados en relación con el grupo NTA (ver Tabla 46).

Tabla 46. Diferencia de medias en el SATAQ-3 (TA vs. NTA)

TA NTA
t de Student
(n = 66) (n = 229)

Media (DE) Media (DE) t g.l. p Sig.

Información 27.89 (6.88) 22.85 (7.46) 4.92 293 < .001 TA > NTA

Presión 25.53 (5.58) 17.51 (6.83) 9.76 126.48 < .001 TA > NTA

Internalización-
33.36 (7.14) 22.02 (8.13) 92.15* 1* < .001* TA > NTA
General
Internalización-
8.88 (2.88) 6.72 (2.56) 5.85 293 < .001 TA > NTA
Atlética
Nota. * Resultado de la prueba ANCOVA controlando la variable nivel de estudios. El
estadístico de prueba no es t de Student sino F.

141
4. 3. 5. Necesidad de aprobación social

En el RMLAM el grupo TA presentó puntajes significativamente más elevados en


relación con el grupo NTA (ver Tabla 47).

Tabla 47. Diferencia de medias en el RMLAM (TA vs. NTA)

TA NTA
t de Student
(n = 66) (n = 229)

Media (DE) Media (DE) t g.l. p Sig.

Necesidad de
47.65 (10.23) 38.00 (8.59) 6.99 93.03 < .001 TA > NTA
aprobación social

4. 3. 6. Actitudes disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la imagen


corporal (ADAPIC)

El grupo TA presentó puntajes significativamente más elevados en relación con el


grupo NTA en las tres subescalas del EDI-3 que evalúan actitudes disfuncionales
respecto a la alimentación, el peso y la imagen corporal, así como también en el índice
que las nuclea (ver Tabla 48).

Tabla 48. Diferencia de medias en el EDI-3 (TA vs. NTA)

TA NTA
t de Student
(n = 66) (n = 229)

Media (DE) Media (DE) t g.l. p Sig.

Búsqueda de
20.92 (5.75) 5.62 (5.70) 19.18 293 < .001 TA > NTA
delgadez

Bulimia 11.70 (6.97) 1.99 (2.21) 330.71* 1* < .001* TA > NTA

Insatisfacción
26.73 (9.09) 11.03 (7.67) 12.78 93.28 < .001 TA > NTA
corporal

Índice ADAPIC 59.35 (15.96) 18.63 (12.78) 19.04 90.37 < .001 TA > NTA
Nota. * Resultado de la prueba ANCOVA controlando la variable lugar de nacimiento. El
estadístico de prueba no es t de Student sino F.

142
4. 4. Modelo explicativo de los factores psicológicos asociados a los trastornos
alimentarios

4. 4. 1. Postulación del modelo explicativo

Para el análisis de los datos se tuvieron en cuenta seis pasos propuestos por Kline
(2011):
Paso 1) Especificación. Se estableció un modelo de asociación de las variables a
evaluar (ver Figura 2). Se propuso un modelo explicativo de las ADAPIC. El modelo
hipotetizó relaciones entre creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal
(puntaje total del BAAS), necesidad de aprobación social (puntaje total del RMLAM),
internalización del ideal de delgadez (subescala Internalización-General del SATAQ-
3), y los efectos directos e indirectos (mediados) de estas tres variables sobre las
actitudes disfuncionales acerca de la alimentación, el peso y la imagen corporal (índice
ADAPIC del EDI-3).

Figura 2. Modelo que vincula las variables estudiadas

Creencias
disfuncionales acerca
de la imagen corporal

Internalización del
ideal de delgadez ADAPIC

Necesidad de
aprobación social

Paso 2) Identificación. Se corroboró que los grados de libertad sean mayores a cero,
lo cual da cuenta de que el modelo está adecuadamente identificado, o sea, que no
intenta estimar más parámetros de los que le permite la información disponible.
Paso 3) Estimación de parámetros. Mediante el método de máxima verosimilitud se
calcularon los valores de los parámetros desconocidos y sus respectivos errores de
medición.
143
Paso 4) Evaluación del ajuste. En primer lugar, se analizó si las relaciones entre las
variables del modelo estimado reflejan adecuadamente las relaciones observadas en los
datos. Con tal fin se calcularon los índices de ajuste del modelo a los datos (absoluto,
relativo y parsimonioso). Además, se evaluaron la magnitud y significación de los
parámetros estimados y el valor explicativo del modelo (mediante la varianza explicada
por la relación entre las variables.
Finalmente, dado que puede haber un buen ajuste global pero inadecuado ajuste de
algunas partes del modelo, se analizaron los índices de modificación y los residuos
estandarizados. Asimismo, dichos indicadores darán cuenta de los aspectos a modificar
en el modelo en caso de que el mismo no presente un buen ajuste a los datos.
El índice de modificación se calcula en cada sendero en el cual no se estableció
ninguna relación e indica en qué medida baja el chi-cuadrado si se agregara dicha
relación al modelo (Kline, 2011). Un valor de 3.84 o superior sugiere que se obtiene una
reducción estadísticamente significativa en el chi-cuadrado, o sea, que el ajuste del
modelo mejora (Brown, 2006).
Por otra parte, la existencia de un residuo estandarizado elevado (> 2.58) entre un
par de variables da cuenta de una diferencia entre la matriz de covarianza de los datos
observados y la matriz de covarianza construida a partir del modelo. Esta distancia entre
lo observado y lo propuesto por el modelo señala la necesidad de introducir parámetros
adicionales susceptibles de explicar la relación entre las variables en cuestión o de
evaluar la eventual eliminación de alguna relación establecida (Schumacker, & Lomax,
2010).
Paso 5) Re-especificación del modelo. Es el proceso de añadir o eliminar los
parámetros estimados del modelo original con el objetivo de mejorar el ajuste del
modelo y/o su correspondencia con la teoría subyacente. Cupani (2012) plantea la
importancia de realizar la re-especificación considerando su coherencia con la teoría.
Paso 6) Interpretación de los resultados.

En la Tabla 49 de detallan los criterios de buen ajuste y los índices de ajuste de los
modelos especificados y re-especificados correspondientes a las mujeres TA y a las
mujeres NTA.

144
Tabla 49. Índices de ajuste de los modelos especificados y re-especificados para los
grupos TA y NTA

TA NTA
Criterios
(n = 66) (n = 229)
Índices de ajuste de buen
Modelo Modelo re Modelo Modelo re
ajuste
especificado especificado especificado especificado
Ajuste Absoluto
χ2
χ2 (1) =
pequeño χ2 (1) = 0.44; χ2 (1) = 0.01; χ2 (1) = 0.20;
Chi-cuadrado (χ2) 20.35;
con p = .505 p = .945 p = .656
p < .001
p > .05
Chi-cuadrado
relativo (χ2/df) <3 0.44 0.01 20.35 0.20
(CMIN/DF)
Índice de bondad de
≥ 0.95 1.00 1.00 0.96 1.00
ajuste (GFI)
Índice de bondad de
ajuste corregido ≥ 0.95 0.97 1.00 0.59 1.00
(AGFI)
Raíz cuadrada
media del error de
< 0.05 < 0.001 < 0.001 0.29 < 0.001
aproximación
(RMSEA)
Ajuste
comparativo
Índice de ajuste
≥ 0.95 1.00 1.00 0.90 1.00
comparativo (CFI)
Índice de Tucker-
≥ 0.95 1.11 1.09 0.39 1.03
Lewis (TLI)
Índice de ajuste
≥ 0.95 0.99 1.00 0.90 1.00
normalizado (NFI)
Ajuste
parsimonioso
Corregido por Próximo
0.17 0.33 0.15 0.17
parsimonia (PNFI) a1
Nota. Se consideraron los criterios de buen ajuste propuestos por Pérez, Medrano, & Sánchez
Rosas, 2013.

4. 4. 2. Modelo explicativo en mujeres con trastorno alimentario

Luego de especificar el modelo se procedió a observar los grados de libertad. Dado


que el valor de los mismos fue 1 se concluyó que el modelo estaba adecuadamente
identificado, o sea que se podía continuar con el análisis.
Los índices de ajuste resultaron adecuados dando cuenta de un buen ajuste del
modelo a los datos (ver Tabla 49, página 145). En la figura 3 se grafica el modelo
especificado, el cual explicó el 37% de la varianza de las ADAPIC y el 11% de la
145
varianza de la internalización del ideal de delgadez. Aunque, varios senderos no
presentaron una correlación significativa: 1) internalización del ideal de delgadez y
ADAPIC, 2) necesidad de aprobación social y ADAPIC, y 3) necesidad de aprobación
social e internalización del ideal de delgadez.

Figura 3. Modelo inicial que vincula las variables estudiadas en el grupo TA

Creencias
disfuncionales acerca .60***
de la imagen corporal
.32** .11 .37

Internalización del -.002


ideal de delgadez ADAPIC
.08

Necesidad de
aprobación social -.05

Nota. *** p < .001, ** p < .01, * p < .05

Por otra parte, se analizaron los índices de modificación y los residuos


estandarizados. Dado que no se observaron indicadores de modificación mayores a 3.84
ni residuos estandarizados mayores a 2.58 se concluye que no hay otra área de ajuste
inadecuado más allá de las relaciones no significativas. Por tal motivo, se verificó el
ajuste de un modelo alternativo eliminando los senderos no significativos.
Luego de la re-especificación, se concluye que el modelo final se ajusta mejor a los
datos (los índices de ajuste mejoraron) y es más parsimonioso (PNFI de 0.17 para el
primer modelo y de 0.33 para el segundo) (ver Tabla 49, página 145).
Además, se analizaron los índices de modificación y los residuos estandarizados.
Dado que no se observaron indicadores de modificación mayores a 3.84 ni residuos
estandarizados mayores a 2.58 se concluye que en este modelo no hay ninguna área de
ajuste inadecuado.
Este modelo explicó el 36% de la varianza de las ADAPIC y el 11% de la varianza
de la internalización del ideal de delgadez (ver Figura 4). Se hallaron relaciones
estadísticamente significativas entre: 1) creencias disfuncionales acerca de la imagen
corporal y ADAPIC (de sentido positivo y magnitud moderada), y 2) creencias

146
disfuncionales acerca de la imagen corporal e internalización del ideal de delgadez (de
sentido positivo y magnitud baja). Por otra parte, dichos efectos fueron directos, o sea,
no mediados por otras variables.

Figura 4. Modelo final que vincula las variables estudiadas en el grupo TA

Creencias
disfuncionales acerca .60***
de la imagen corporal
.32** .11 .36

Internalización del
ideal de delgadez ADAPIC

Nota. *** p < .001, ** p < .01, * p < .05

4. 4. 3. Modelo explicativo en mujeres sin trastorno alimentario

Luego de especificar el modelo se procedió a observar los grados de libertad. Dado


que el valor de los mismos fue 1 se concluyó que el modelo estaba adecuadamente
identificado, o sea que se podía continuar con el análisis.
Los índices de ajuste resultaron inadecuados dando cuenta de un mal ajuste del
modelo a los datos; sólo el índice GFI resultó adecuado (ver Tabla 49, página 145). En
la figura 5 se grafica el modelo especificado, el cual explicó el 38% de la varianza de las
ADAPIC y el 21% de la varianza de la internalización del ideal de delgadez. Sin
embargo, se hallaron relaciones estadísticamente significativas de sentido positivo y
magnitud baja/moderada entre la mayoría de las variables. El único sendero que no
presentó una correlación significativa fue el que vincula la necesidad de aprobación
social con las ADAPIC.

147
Figura 5. Modelo inicial que vincula las variables estudiadas en el grupo NTA

Creencias
disfuncionales acerca .44***
de la imagen corporal
.42*** .21 .38

Internalización del .28***


ideal de delgadez ADAPIC
.19**

Necesidad de
aprobación social -.02

Nota. *** p < .001, ** p < .01, * p < .05

Por otra parte, se analizaron los índices de modificación y los residuos


estandarizados. Se observó un índice de modificación mayor a 3.84 en el sendero que
vincularía creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal con la necesidad de
aprobación social (19.47). Por otra parte, se observó un residuo estandarizado mayor a
2.58 en el sendero que vincula las creencias disfuncionales acerca de la imagen
corporal con la necesidad de aprobación social (4.41) y otro cercano al punto de corte
entre esta última variable y las ADAPIC (2.479).
A partir del análisis de los índices de ajuste, la significación de los senderos, los
índices de modificación y los residuos estandarizados se concluye que se deben realizar
cambios en el modelo. Por lo cual, se propone vincular las creencias disfuncionales
acerca de la imagen corporal con la necesidad de aprobación social (mediante la
inclusión de una covarianza entre ambas) y eliminar el vínculo establecido entre esta
última variable y las ADAPIC. Por tal motivo, se verificó el ajuste de dicho modelo
alternativo.
Luego de la re-especificación, se concluye que el modelo final se ajusta
adecuadamente a los datos (los índices de ajuste mejoraron de modo tal que el modelo
presentó un buen ajuste) y es más parsimonioso (PNFI de 0.149 para el primer modelo
y de 0.166 para el segundo) (ver Tabla 49, página 145).
Además, se analizaron los índices de modificación y los residuos estandarizados.
Dado que no se observaron indicadores de modificación mayores a 3.84 ni residuos

148
estandarizados mayores a 2.58 se concluye que en este modelo no hay ningún área de
ajuste inadecuado.
Este modelo explicó el 38% de la varianza de las ADAPIC y el 25% de la varianza
de la internalización del ideal de delgadez (ver Figura 6). Se hallaron relaciones
estadísticamente significativas entre: 1) creencias disfuncionales acerca de la imagen
corporal y ADAPIC (de sentido positivo y magnitud moderada), 2) creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal e internalización del ideal de delgadez (de
sentido positivo y magnitud moderada), 3) internalización del ideal de delgadez y
ADAPIC (de sentido positivo y magnitud baja), y 4) necesidad de aprobación social e
internalización del ideal de delgadez (de sentido positivo y magnitud baja).
Asimismo, se observó una covarianza entre creencias disfuncionales acerca de la
imagen corporal y necesidad de aprobación social (de sentido positivo y magnitud baja).
Por otra parte, se observó que el efecto total de las creencias disfuncionales acerca de la
imagen corporal sobre las ADAPIC (.56) estaba compuesto por su efecto directo (.44) e
indirecto (.12). El efecto total de la necesidad de aprobación social sobre las ADAPIC
fue extremadamente bajo (.05) e indirecto.

Figura 6. Modelo inicial que vincula las variables estudiadas en el grupo NTA

Creencias
disfuncionales acerca .44***
de la imagen corporal
.41*** .25 .38

Internalización del .28***


.29*** ideal de delgadez ADAPIC
.19**

Necesidad de
aprobación social

Nota. *** p < .001, ** p < .01, * p < .05

149
Capítulo 5. Discusión

En este capítulo se sintetiza e interpretan los resultados a la luz de la literatura


científica especializada. En el primer apartado, se discute la adaptación del BAAS,
SATAQ-3 y RMLAM. Luego, se detallan los hallazgos obtenidos a partir de la
exploración de las creencias acerca de la propia imagen corporal que presentan las
participantes. Seguidamente, se retoma la comparación entre mujeres con y sin trastorno
en función de la presencia de conductas de riesgo y factores psicológicos asociados a
esta patología. Por último, se analizan y discuten con otras investigaciones los
resultados obtenidos a partir del estudio de la bondad de ajuste del modelo explicativo
propuesto.

5. 1. Adaptación de instrumentos

Uno de los objetivos de esta tesis fue adaptar a nuestro medio el BAAS, SATAQ-3
y RMLAM. La etapa de adaptación lingüística y conceptual de cada instrumento
permitió establecer equivalencias conceptuales, lingüísticas y funcionales y aportar
evidencias de validez aparente y de contenido. Asimismo, el estudio de sus propiedades
psicométricas permitió establecer la equivalencia métrica y aportó evidencias de validez
de constructo y concurrente, así como también evidencias de consistencia interna. De
este modo, se arribó a una versión rioplatense adecuada para mujeres jóvenes con y sin
trastorno alimentario.

5. 1. 1. Validación del BAAS

En relación con la estructura factorial del BAAS, y teniendo en cuenta la regla


Kaiser de extracción de factores con auto-valores superiores a 1 (Kaiser, 1960), se
podría considerar pertinente explorar la agrupación de ítems en cinco factores en el
grupo TA y en cuatro en el grupo NTA. Spangler y Stice (2001), en su validación
original del instrumento con mujeres universitarias, también probaron estructuras de
dos, tres y cuatro factores. Aunque, mediante un análisis factorial confirmatorio
concluyeron que dichas estructuras no se ajustaban adecuadamente a los datos y

150
decidieron conservar la estructura de un factor. En la versión turca (Göçet Tekin &
Doğan, 2014) también se tomó esa decisión. En cambio, la validación iraní (Talepasand,
Bigdeli, & Fallah, 2011) es el único estudio que observó, mediante un análisis factorial
exploratorio y confirmatorio, la adecuación de una estructura factorial compuesta por 17
ítems organizados en cuatro factores.
En este estudio se decidió conservar la estructura de un factor dado que: a) la
agrupación en diferentes factores no resultó consistente con la teoría y presentó algunos
ítems con carga en dos factores, b) el gráfico de sedimentación indica la adecuación de
un único factor (al igual que en la validación original y la turca), c) la solución de un
factor es adecuada, d) resulta la más apropiada teóricamente, y e) se pretende analizar la
estructura de la validación original.
Asimismo, se decidió conservar los 20 ítems de la escala original dado que son
consistentes con el instrumento y presentan cargas factoriales mayores a .30.
Específicamente, las cargas factoriales oscilaron entre .48 - .85 para el grupo TA y .32 -
.77 para el grupo NTA. En la versión original (Spangler & Stice, 2001) oscilaron entre
.54 - .85 y en la turca (Göçet Tekin & Doğan, 2014) entre .46 y .72. Asimismo, todos
los ítems presentaron una adecuada capacidad discriminante y valores aceptables de
correlación ítem-total corregida, al igual que lo hallado por la versión turca (Göçet
Tekin & Doğan, 2014).
Por otra parte, en ambos grupos el análisis factorial resultó adecuado, siendo el
porcentaje de varianza explicada de 48.14% para TA y 37.28% para NTA. En
consistencia con estos resultados, en la versión original (Spangler & Stice, 2001) se
halló una varianza total explicada de 52% y en la turca (Göçet Tekin & Doğan, 2014)
una de 40.92%.
En relación con la consistencia interna de la escala, se observaron coeficientes
excelentes (α = .942 para TA y α = .904 para NTA). Tanto la validación original
(Spangler & Stice, 2001) como la turca (Göçet Tekin & Doğan, 2014) encontraron
coeficientes de consistencia interna similares.
Por otra parte, con el fin de presentar evidencias de validez externa del BAAS, este
estudio se propuso analizar la correlación de la escala con otras variables, así como
también comparar la diferencia de medias entre las participantes con y sin trastorno
alimentario.

151
En cuanto a la edad, en ambos grupos, las correlaciones no fueron significativas.
Asimismo, en ninguno de los grupos el IMC declarado correlacionó con el BAAS, lo
cual es consistente con lo hallado por los autores originales (Spangler & Stice, 2001).
Finalmente, en ambos grupos, se hallaron correlaciones significativas (positivas y
moderadas) con el índice ADAPIC y cada una de las subescalas que lo componen. En
esta misma línea, en la validación original (Splangler & Stice, 2001) se hallaron
correlaciones significativas (positivas y moderadas) con insatisfacción y preocupación
por la imagen corporal, conducta dietante y sintomatología de trastorno alimentario.
En relación con el estudio de grupos contrastados, se observó que en el puntaje total
del BAAS, el grupo TA presentó puntuaciones medias significativamente mayores que
el grupo NTA. Resulta importante destacar que este análisis aporta información muy
relevante dado que no se ha realizado en ninguna de las validaciones anteriores del
instrumento.

5. 1. 2. Validación del SATAQ-3

En relación con la estructura factorial del SATAQ-3, y teniendo en cuenta la regla


Kaiser de extracción de factores con auto-valores superiores a 1 (Kaiser, 1960), se
podría considerar pertinente explorar la agrupación de ítems en seis factores. Sin
embargo, dicha agrupación no resultó consistente con la teoría y presentó algunos ítems
con carga en varios factores. Por ese motivo, y observando los gráficos de
sedimentación, se decidió explorar la estructura de cuatro factores y conservarla, debido
a que resulta la más apropiada teóricamente. Otras investigaciones también decidieron
explorar una estructura con cinco factores (tomando en cuenta el criterio de auto-valores
mayores a 1) pero conservar la de cuatro (Llorente et al., 2013; Rousseau et al., 2010).
Con respecto a los 30 ítems que componen la escala original, se observó una
adecuada capacidad discriminante (exceptuando el 24 y el 30 en el grupo TA).
Asimismo, en consistencia con un estudio previo (Llorente et al., 2013), todos los ítems
presentaron valores aceptables de correlación ítem-total corregida (menos el 30 en el
grupo TA). Por otra parte, se observó que sólo cinco ítems presentaron cargas
superiores a .30 en dos factores. En cuatro ítems la carga más alta fue en el factor
hipotetizado. Este fenómeno es esperable, dado que las subescalas presentan fuertes

152
correlaciones tanto teórica como empíricamente. En esta misma línea, otras validaciones
hallaron varios ítems con cargas en diferentes factores (Calogero et al., 2004; T. Jackson
& Chen, 2010; Sánchez-Carracedo et al., 2012).
Por otra parte, es importante destacar que no se observaron ítems que no hayan
cargado en, al menos, un factor. En cambio, en otros estudios se observó esta dificultad
(Llorente et al., 2013; Rousseau et al., 2010; Stefanile, Matera, Nerini, & Pisani 2011;
Swami, 2009; Warren et al., 2013).
Finalmente, se decidió eliminar los ítems 19 y 20 debido a que cargaron en factores
diferentes a los hipotetizados. Otras investigaciones tuvieron dicha dificultad en alguno
de éstos u otros ítems. Por ejemplo, Llorente et al. (2013) lo observó en el ítem 6.
El ítem 19. “NO me interesa lucir tan atlético/a como las personas de las revistas”,
perteneciente a la subescala Internalización-Atlética, en el grupo TA presentó una carga
mayor a .30 en dos subescalas diferentes a la hipotetizada (Internalización-General y
Presión). Asimismo, en el grupo NTA presentó una carga mayor a .30 en
Internalización- General y en Internalización- Atlética, siendo la carga mayor en la
subescala no hipotetizada.
Al leer el ítem 19 se puede hipotetizar dos interpretaciones posibles del mismo: “no
me interesa lucir tan atlético/a porque no es mi ideal corporal” (no se ha internalizado el
ideal atlético) o “no me interesa lucir tan atlético/a porque lo que me interesa es lucir
delgado/a” (se ha internalizado el ideal de delgadez). Debido a la carga factorial de este
ítem, se puede concluir que las participantes, en ambos grupos, lo interpretaron de la
segunda forma.
En relación con el ítem 19, resulta importante destacar que este ítem es el único
inverso de esta subescala, y que son varios los autores que han observado el
funcionamiento inadecuado de este tipo de formato (Llorente et al., 2013; Sánchez-
Carracedo et al., 2012). Dichos estudios propusieron eliminarlos. En esta misma línea,
Wheeler, Vassar y Hale (2011), mediante un análisis factorial confirmatorio,
concluyeron que la estructura factorial mejora al quitar los ítems inversos. En otras
validaciones todos los ítems se encontraban redactados de forma directa (Argyrides,
Kkeli, & Kendeou, 2014; Calogero et al., 2004; T. Jackson & Chen, 2010; Karazsia &
Crowther, 2008; Madanat, Hawks, & Brown, 2006; Rousseau et al., 2010; Swami,
2009; Warren et al., 2013). En contra posición, Markland y Oliver (2008) llevaron a

153
cabo un análisis factorial confirmatorio a partir del cual hallaron evidencia sobre el buen
funcionamiento de una versión compuesta por ítems y directos e inversos.
Por otra parte, si bien los autores originales de la escala difundieron la versión con
ocho ítems inversos en la página web del Body Image Research Group (2012), en el
artículo con el análisis factorial original esos ítems estaban redactados de forma directa
(J. K. Thompson et al., 2004). Entonces, en la versión difundida, el ítem 19 (“I do not
wish to look as athletic as the people in magazines”) difiere de la versión validada (“I
wish I looked as athlethic as the people in magazines”).
Resulta importante aclarar que a pesar de que la validación original se realizó con
ítems directos, en este estudio se decidió adaptar la versión con ítems inversos que los
autores difundieron en su página web. Se tomó dicha decisión dado que en el artículo de
la validación original los autores explicaron que la ausencia de ítems inversos era una
limitación de su instrumento. Asimismo, plantearon como línea futura de investigación
la necesidad de transformar algunos ítems directos en inversos con el fin de prevenir el
sesgo de aquiescencia en las respuestas. A dicho sesgo Morales Vallejo (2006) lo define
como la tendencia a mostrar acuerdo con casi cualquier afirmación. Al finalizar el
artículo sobre la validación original, los autores explicaron que posteriormente a la
aceptación del mismo recolectaron información adicional para superar dicha limitación.
Los autores transformaron ocho ítems directos en inversos y aplicaron la nueva versión
a una muestra compuesta por 100 mujeres entre 18 y 25 años. Los autores, luego de
analizar la consistencia de la nueva versión (Información: α = .91, Presión: α = .91,
Internalización-General: α = .92, e Internalización-Atlética: α = .87), aconsejaron la
utilización del instrumento con ítems inversos para prevenir el sesgo de aquiescencia.
Por dicho motivo, son varios los grupos independientes que utilizaron la versión con
ítems inversos (Llorente et al., 2013; Markland & Oliver, 2008; Sánchez-Carracedo et
al., 2012; Soares Amaral, Athanássios Cordás, Conti, & Caputo Ferreira, 2011; Wheeler
et al., 2011).
Retomando la discusión de los resultados sobre el ítem 19, cabe destacar que el
mismo presentó dificultades tanto en su versión inversa como directa. O sea, que el ítem
no funciona adecuadamente independientemente de su formato. Estudios previos
hallaron cargas menores a .40 en los cuatro factores, tanto en la versión inversa
(Llorente et al., 2013) como en la versión directa (Swami, 2009). Por otra parte, en este

154
estudio no se observaron dificultades en el resto de los ítems inversos, y por dicho
motivo se decidió conservarlos.
El ítem 20. “Comparo mi cuerpo con el de las personas que “están en forma””,
perteneciente a la subescala Internalización-Atlética, cargó en el grupo NTA en
Internalización-General. Markland y Oliver (2008) explican que los problemas en las
cargas factoriales puede deberse a una diferencia semántica entre este ítem (“están en
forma”) y el resto de los ítems que componen la subescala de Internalización-Atlética
(referidos a personas atléticas o deportivas). Parecería que “están en forma” se puede
interpretar como “poseen un cuerpo delgado”, más que como “poseen un cuerpo
atlético”.
Diversos autores decidieron eliminar este ítem (Calogero et al., 2004; Llorente et
al., 2013; Rousseau et al., 2010; Sánchez-Carracedo et al., 2012; Stefanile et al., 2011;
Warren et al., 2013). Otras investigaciones directamente no lo incluyeron en el análisis
factorial inicial (T. Jackson & Chen, 2010). En esta misma línea, dos estudios llevados a
cabo mediante un análisis factorial confirmatorio concluyen que, al eliminar este ítem,
se observa una mejoría en el ajuste del modelo y la confiabilidad de Internalización-
Atlética (Markland & Oliver, 2008; Wheeler et al., 2011). En relación con este último
punto, el presente estudio también halló un incremento en la consistencia interna de esa
subescala al eliminar el ítem 19 y el ítem 20.
Los resultados y decisiones posteriores al primer análisis factorial exploratorio
permitieron arribar a una escala con 28 ítems. Su estructura de cuatro factores resultó la
más adecuada y todos los ítems se agruparon según lo propuesto por los autores
originales, y de forma consistente con lo hallado en diversos estudios (Argyrides et al.,
2014; Calogero et al., 2004; Franko et al., 2012; Karazsia & Crowther, 2008; Llorente et
al., 2013; Madanat et al., 2006; Marlkand & Oliver, 2008; Rousseau & Valls, 2010;
Rousseau et al., 2010; Sánchez-Carracedo et al., 2012; Stefanile et al., 2011; Warren et
al., 2013; Wheeler et al., 2011; Wilksch & Wade, 2012).
Esta estructura explica un 58.02% de varianza total para el grupo TA y un 60.53%
para el grupo NTA. Asimismo, se observaron coeficientes de consistencia interna
excelentes para la escala total (α = .91 para TA y α = .94 para NTA) y
excelentes/buenos para cada una de las subescalas (Información: α = .87 para TA y α =
.90 para NTA, Presión: α = .89 para TA y α = .92 para NTA, Internalización-General:

155
α = .90 para TA y α = .93 para NTA e Internalización-Atlética: α = .83 para TA y α =
.82 para NTA). Tanto la validación original como las otras validaciones encontraron
porcentajes de varianza total explicada y coeficientes de consistencia interna similares
(Argyrides et al., 2014; Calogero et al., 2004; Franko et al., 2012; T. Jackson & Chen,
2010; Karazsia & Crowther, 2008; Llorente et al., 2013; Madanat et al., 2006; Marlkand
& Oliver, 2008; Rousseau et al., 2010; Sánchez-Carracedo et al., 2012; Soares Amaral
et al., 2011; Stefanile et al., 2011; Swami, 2009; J. K. Thompson et al., 2004; Warren et
al., 2013; Wheeler et al., 2011).
Por otra parte, con el fin de presentar evidencias de validez externa del SATAQ-3,
este estudio se propuso analizar la correlación de la escala con otras variables, así como
también comparar la diferencia de medias entre las participantes con y sin trastorno
alimentario.
Si bien otras investigaciones identificaron correlaciones significativas entre todas
las subescalas, los índices más bajos fueron entre Información e Internalización-Atlética
(Argyrides et al., 2014; Calogero et al., 2004; Karazsia & Crowther, 2008; Marlkand &
Oliver, 2008; Rousseau et al., 2010; Sánchez-Carracedo et al., 2012; Stefanile et al.,
2011; Swami, 2009; J. K. Thompson et al., 2004; Wheeler et al., 2011). En el presente
estudio, en el grupo TA, Internalización-Atlética no correlacionó significativamente con
Información, con Presión ni con Internalización-General.
En cuanto a la edad, en el grupo TA las correlaciones fueron significativas y
negativas en la subescala Internalización-General, no siendo significativas en el puntaje
total y en las subescalas Información, Presión e Internalización-Atlética. En cambio, en
el grupo NTA fueron significativas y negativas en el puntaje total y en las subescalas
Información, Presión e Internalización-General, no siendo significativas en la subescala
Internalización-Atlética. Sin embargo, es importante destacar que todas las
correlaciones significativas fueron extremadamente bajas.
En la literatura especializada algunos estudios no hallaron correlaciones
significativas con la edad, tanto en población clínica como general -hombres y mujeres,
adolescentes y adultos- (T. Jackson & Chen, 2010; J. K. Thompson et al., 2004;
Rousseau et al., 2010). En cambio, Swami (2009) halló, en mujeres adultas de
población general, una correlación significativa negativa entre la edad y un factor que
incluye ítems de Presión y de Internalización-General. Sin embargo, al igual que este

156
estudio, la misma fue baja. En esta misma línea, Vartanian, y Dey (2013) también
hallaron, en estudiantes universitarias mujeres, este tipo de correlación entre edad y la
subescala Internalización-General.
La interpretación de estos resultados es controversial dado que diferentes
investigaciones llegan a conclusiones contrapuestas. Sin embargo, en relación con los
resultados hallados en este estudio, se podría concluir que, tanto en mujeres con
trastorno alimentario como en mujeres sin dicha patología, la edad se relaciona con la
internalización del ideal de delgadez (de forma negativa y con una intensidad
extremadamente baja) y no se relaciona con la internalización del ideal de un cuerpo
atlético. En cambio, la relación entre la edad y las subescalas Información y Presión
difieren en función de la existencia de un trastorno alimentario. Mientras que en las
mujeres con trastorno alimentario no se observa una relación entre dichas variables, sí
se la observa en las mujeres sin patología (de forma negativa y con una intensidad
extremadamente baja).
Por otra parte, el IMC declarado (sólo en el grupo TA) presentó una correlación
significativa (negativa y baja) con Información. Otras investigaciones hallaron
correlaciones significativas y positivas (pero bajas) con todas las subescalas (Swami,
2009), sólo con Presión (T. Jackson & Chen, 2010; Rousseau et al., 2010; J. K.
Thompson et al., 2004) o sólo con Información (Stefanile et al., 2011), al igual que en
este estudio (pero en el sentido inverso).
Además, de manera consistente con otros estudios (Calogero et al., 2004; J. K.
Thompson et al., 2004), en ambos grupos se hallaron correlaciones significativas
(positivas y bajas/moderadas) entre el EDI-3 y el SATAQ-3 (observándose menor
cantidad de subescalas correlacionadas en el grupo TA que en el grupo NTA).
En relación con el análisis de grupos contrastados, se observó que tanto en el
puntaje total del SATAQ-3 como en sus cuatro subescalas, el grupo TA presentó
puntuaciones medias significativamente mayores que el grupo NTA. En esta misma
línea, Calogero et al. (2004) y J. K. Thompson et al. (2004) obtuvieron los mismos
resultados, excepto en la subescala Información, en la cual no se hallaron diferencias
estadísticamente significativas entre pacientes con trastorno alimentario y estudiantes
universitarias.

157
Finalmente, resulta importante aclarar que si bien una nueva versión del
instrumento (SATAQ-4) fue publicada recientemente (Llorente, Gleaves, Warren,
Pérez-de-Eulate, & Rakhkovskaya, 2015; Schaefer et al., 2015; Schaefer et al., 2012; J.
K. Thompson et al., 2011) la literatura especializada platea que el SATAQ-3 continuará
siendo el más utilizado debido a sus propiedades psicométricas y versiones en diferentes
países (Warren et al., 2013).

5. 1. 3. Validación del RMLAM

En relación con la estructura factorial del RMLAM, teniendo en cuenta la regla


Kaiser de extracción de factores con auto-valores superiores a 1 (Kaiser, 1960), se
podría considerar pertinente explorar la agrupación de ítems en seis factores. Sin
embargo, dicha agrupación no resultó consistente con la teoría y presentó algunos ítems
con carga en varios factores.
Por otra parte, el gráfico de sedimentación indica la adecuación de un único factor
en el grupo TA y de dos en el grupo NTA. Sin embargo, al probar una estructura
factorial de dos factores la agrupación en el grupo TA no es clara y en el grupo NTA
sólo divide a los ítems directos de los inversos. Esta agrupación se vincula más a la
redacción de los ítems que a un constructo teórico que demuestre la necesidad de
analizar los ítems en dos factores diferenciales. En función de estas cuestiones y
teniendo en cuenta que se pretende analizar la estructura de la validación original se
decidió forzar a un factor. En ambos grupos el análisis factorial resultó adecuado,
aunque podría mejorar dado que el porcentaje de varianza explicada fue bajo.
Con respecto a los 20 ítems que componen la escala original, se decidió eliminar de
los tres ítems con peor funcionamiento: ítem 3. “Cuando me resulta difícil decidir qué
debo hacer, muchas veces dejo la decisión librada al azar”, ítem 12. “Casi nunca siento
la necesidad de poner excusas o pedir disculpas para quedar bien con los demás” e
ítem 20. “La cantidad de amigos que tengas depende de lo agradable que seas como
persona”. Estos ítems no resultaron consistentes con la escala y no permitieron medir
adecuadamente la necesidad de aprobación social en nuestro contexto cultural.
De este modo, se arribó a una escala con 17 ítems. Luego de la eliminación de los
tres ítems descriptos anteriormente, el gráfico de sedimentación indicó que la estructura

158
de un factor es la más adecuada. Asimismo, el porcentaje de varianza explicada se
incrementó en ambos grupos (47.38% para TA y 36.04% para NTA).
Por otra parte, todos los ítems presentaron cargas mayores a .30. Específicamente,
las cargas factoriales oscilaron entre .50-.82 para el grupo TA y .33-.73 para el grupo
NTA. Además, se observó un coeficiente de consistencia interna excelente para TA (α =
.93) y muy bueno para NTA (α = .88). Cabe destacar que con la eliminación de los tres
ítems, dichos valores mejoraron. En consistencia, Martin (1984) también observó en el
RMLAM coeficientes de consistencia interna adecuados (α = .75) en una muestra de
243 mujeres y hombres estudiantes universitarios de psicología.
Por otra parte, con el fin de presentar evidencias de validez externa del RMLAM,
este estudio se propuso analizar la correlación de la escala con otras variables, así como
también comparar la diferencia de medias entre las participantes con y sin trastorno
alimentario. En el grupo TA, no se hallaron correlaciones significativas entre las
variables. En cambio, en el grupo NTA, se hallaron correlaciones significativas
(positivas y bajas) con el índice ADAPIC del EDI-3 y las subescalas Búsqueda de
delgadez y Bulimia. Asimismo, Mukai y colaboradores (1998) hallaron, en estudiantes
universitarias de Japón, una correlación significativa baja con la subescala
Insatisfacción corporal del EDI-3 y el puntaje total del Eating Attitudes Test-26.
En relación con el estudio de grupos contrastados, se observó que en el puntaje total
del RMLAM, el grupo TA presentó puntuaciones medias significativamente mayores
que el grupo NTA. En esta misma línea, Kiyotaki y Yokohama (2006) en un estudio con
estudiantes universitarias de Japón concluyen que la necesidad de aprobación social es
un predictor de los trastornos alimentarios.
Finalmente, resulta importante aclarar que Martin (1984) no realizó un análisis
factorial del RMLAM. Por otra parte, si bien este instrumento ha sido adaptado y
validado en Japón (Ueda & Yoshimori, 1990) no se pueden comparar los resultados
entre la versión argentina y japonesa porque la publicación de la misma está
íntegramente en dicho idioma.

159
5. 2. Creencias y valoración acerca de la propia imagen corporal

Uno de los objetivos de este estudio fue explorar las creencias acerca de la propia
imagen corporal que presentan mujeres TA y mujeres NTA. Con tal fin se les preguntó
“¿Qué pensas sobre tu aspecto físico?” y “¿Cómo crees que tu aspecto físico influye en
tu vida?”. A partir del análisis de sus respuestas se construyeron cuatro variables (nivel
de agrado con la imagen corporal, creencias acerca de la imagen corporal, nivel de
influencia de la imagen corporal y áreas de influencia de la imagen corporal) que
permitieron organizar las creencias plasmadas por las participantes y arribar a diferentes
hipótesis sobre las mismas.

5. 2. 1. Creencias acerca de la propia imagen corporal

En relación con el nivel de agrado con la imagen corporal, se halló que una
proporción significativamente mayor de mujeres TA manifestaron desagrado y una
proporción significativamente mayor de mujeres NTA manifestaron oscilación entre
conformidad y desagrado. Estos resultados son consistentes con la literatura
especializada (Coker & Abraham, 2014; Matthiasdottir, Jonsson, & Kristjansson, 2012),
la cual demuestra que si bien tanto las mujeres con trastorno alimentario como las
mujeres sin patología presentan insatisfacción corporal, la misma es más intensa en las
mujeres con trastorno. En esta misma línea, en el análisis cuantitativo de este estudio se
observó que las mujeres con trastorno alimentario presentaron un puntaje
significativamente mayor en en la subescala Insatisfacción corporal del EDI-3.
El análisis cualitativo aportó datos enriquecedores dado que permitió conocer los
significados que las personas asignan a sus experiencias (Hoshmand, 1989;
Polkinghorne, 1991). De este modo, se observó que las mujeres TA no sólo se
diferencian de las mujeres NTA por la intensidad de su insatisfacción corporal, sino
también por el tipo de insatisfacción. En relación con las creencias expresadas por las
participantes, se podría hipotetizar que el sentimiento de desagrado tiene mayor impacto
que el sentimiento de oscilación. El desagrado percibido por las mujeres TA podría
generar un alto grado de insatisfacción. En cambio, la oscilación entre conformidad y
desagrado (y fundamentalmente la sensación de agrado por ciertos aspectos de su

160
cuerpo) podrían estar protegiendo a las mujeres NTA de una intensificación en su grado
de insatisfacción corporal.
Con el fin de comparar el tipo de insatisfacción corporal que presentan adultos de
ambos sexos con anorexia nerviosa, trastorno dismórfico corporal y sujetos sin trastorno
mental, Hartmann y colaboradores (2015) indagaron acerca de las partes del cuerpo que
les provocan desagrado. Los autores observaron que los pacientes con trastorno
dismórfico corporal presentaron una insatisfacción focalizada sólo en ciertas partes del
cuerpo. En cambio, los pacientes con anorexia nerviosa declararon que se sienten
disconformes con todo su cuerpo porque “es muy gordo” (insatisfacción general).
En esta misma línea, en este estudio, se observó que tanto en las mujeres TA como
en las mujeres NTA que declararon desagrado por “percibirse gorda” o por el “deseo de
adelgazar”, dicho desagrado se debió a un rasgo general que abarca todo su cuerpo.
Asimismo, sólo 7 de las 38 mujeres NTA que manifestaron “oscilación con deseo de
adelgazar” describieron aspectos específicos (“…Me gustaría tener un poco menos de
panza…”, “…me gustaría tener piernas más flacas…”). Entonces, en las mujeres NTA
la insatisfacción es menos intensa y oscila con agrado. Sin embargo, dicha
insatisfacción, al igual que en el grupo TA, no suele ser específica de una parte del
cuerpo sino que se generaliza a todo el cuerpo.
Al analizar con más profundidad las creencias asociadas al desagrado se observó
que la mayoría de las mujeres TA manifestaron desagrado por percibirse gorda y desear
adelgazar. Otras manifestaron desagrado, pero sin especificar el motivo del mismo.
Asimismo, a diferencia de las mujeres NTA, ninguna presentó desagrado por querer
subir de peso ni por cuestiones diferentes al peso. De este modo, se concluye que en el
grupo TA el desagrado que puede sentir una mujer se debe únicamente a su aspecto
físico en general o al deseo de ser más delgada. En cambio, las mujeres NTA
expresaron diferentes tipos de desagrado. Se observó desagrado por: 1) deseo de
adelgazar, 2) percibirse gorda, 3) deseo de subir de peso, 4) cuestiones diferentes al
peso (baja estatura o busto prominente) y 5) desagrado inespecífico. Es decir, en el
grupo NTA el desagrado no sólo es provocado por el deseo de adelgazar, sino también
por otras cuestiones del aspecto físico. Cabe destacar que entre estas cuestiones se
incluyen algunas relacionadas con el peso y otras que no lo están (baja estatura o busto
prominente).

161
Por otra parte, las creencias asociadas a la oscilación entre conformidad y
desagrado observadas en las mujeres TA fueron únicamente inespecíficas, no
presentando creencias específicas. En cambio, en las mujeres NTA las creencias
inespecíficas fueron menos frecuentes. En este grupo las creencias específicas
incluyeron oscilación con: 1) deseo de adelgazar, 2) deseo de tonificar, 3) deseo de subir
de peso, 4) deseo de modificar hábitos (alimentación y actividad física) y 5) deseo de
mejorar cuestiones diferentes al peso (mejorar la piel o tener más busto y cola). Al igual
que en las creencias sobre desagrado, en el grupo NTA, la oscilación no sólo es
producto del deseo de adelgazar, sino también es generada por otras cuestiones
(relacionadas o no con el peso).
En relación con las creencias anteriormente descriptas (desagrado y oscilación entre
conformidad y desagrado), cabe destacar que la creencia más frecuente entre las
mujeres TA es el desagrado por percibirse gorda y entre las mujeres NTA es la
oscilación con deseo de adelgazar. En esta misma línea, una proporción
significativamente mayor de mujeres TA manifestó percibirse gorda, en comparación
con las mujeres NTA. Por otra parte, en ambos grupos, la segunda creencia más
frecuente fue la de desagrado por deseo de adelgazar.
Al analizar las expresiones de las participantes acerca del desagrado por percibirse
gorda y por el deseo de adelgazar, se concluye que si bien en ambos grupos estas
creencias están presentes, las mismas presentan características diferentes. En cuanto a la
creencia sobre el percibirse gorda, en la mayoría de las mujeres TA se encuentra
cargada de sensaciones negativas (“…es horrible, me veo gorda obesa, siento asco de
cada parte de mi cuerpo…”, “…me siento gorda, no me gusta nada de mi aspecto y de
mi cuerpo. Me miro al espejo y me da asco. Me molesta tanto que afecta mi estado de
ánimo….”, “…me veo gorda y me doy vergüenza…”).
En consistencia, Cruzat y colaboradores (2010, 2014), en dos estudios con
pacientes mujeres de Chile con edades entre 13 y 30 años, también observaron que ellas
describen a su cuerpo como fuente de tensión, incomodidad, asco e infelicidad. Además,
las pacientes de ambos estudios explicaron que se sienten de ese modo respecto de su
cuerpo debido a que se sienten gordas. Cabe destacar que como las frases de las
pacientes estaban teñidas por un contenido esencialmente emocional, los autores
concluyeron que las pacientes con trastorno alimentario viven con una fuerte carga

162
emocional. En esta misma línea, en este estudio también se observó que la mayoría de
las mujeres TA enfatizaron la descripción de “gorda” con la inclusión del término
“obesa”. Se podría hipotetizar que lo hicieron con el fin de transmitir el impacto que
tiene para ellas esta sensación.
Por otra parte, en varias de las mujeres TA se observa una atribución personal (el
ser gorda las define como persona: “…soy una gorda obesa…”). En este sentido,
Hartmann y colaboradores (2015) explican que las personas con trastorno alimentario
tienden a atribuir una valoración personal a los defectos corporales, la cual genera
emociones negativas muy fuertes. De este modo, se podría explicar la carga emocional
observada en las frases de las participantes con trastorno alimentario de este estudio. En
cambio, en las mujeres NTA, la creencia sobre el verse gorda no aparece ligada a una atribución
personal que las define como persona (“soy”), sino que utilizan la expresión “me veo”. En
cuanto a la creencia sobre el deseo de adelgazar, las mujeres TA son más imperativas y
nuevamente realizan una atribución personal (“…Debo ser más delgada…”). En
cambio, las mujeres NTA plantean “…me gustaría bajar entre 6/7 kilos…”, “…Creo
que debería adelgazar un poco…”, entre otros comentarios.
Finalmente, al analizar las creencias asociadas al sentimiento de conformidad con el
cuerpo se observan que las mismas fueron diferentes entre los grupos. Asimismo, estas
creencias son menos frecuentes entre las mujeres TA, en comparación con mujeres
NTA.
La mayoría de las mujeres NTA que expresaron conformidad con su aspecto físico
argumentaron que les gustaba por considerarlo sano. Además, ellas destacaron la
importancia de llevar a cabo hábitos alimentarios y/o de actividad física saludables que
las “ayudan” a preservar ese aspecto físico con el cual se sienten conforme. Otras
mujeres NTA respondieron que les gustaba su cuerpo en general (sin nombrar ninguna
parte específica) o nombraron cuestiones específicas. Entre estas cuestiones específicas
se ubican: 1) la conformidad relacionada con el peso (la participante explica que se
siente bien por haber subido o bajado de peso o porque sus cambios en el peso no le
afectan -no se notan en el cuerpo, no es algo importante para ella o sabe que con
actividad física y/o una dieta saludable puede bajar de peso-) o 2) la conformidad
relacionada con aspectos diferentes al peso (la participante explica que se siente
conforme debido a sus pechos y cola).

163
Por otra parte, de las cuatro mujeres TA (tres pacientes y una estudiante en
tratamiento) que respondieron que actualmente se sienten conformes con su cuerpo, dos
(pacientes) se encontraban en remisión parcial. La sensación de agrado es reciente y lo
atribuyen a un cambio en sus vidas respecto a cómo perciben su cuerpo; ellas explicaron
que intentan aceptarlo tal como es y que ello las hace sentirse más conformes con el
mismo.
En función de las expresiones de las pacientes que se siente conformes con su
cuerpo, se podría hipotetizar que este cambio se debe al proceso terapéutico que se
encuentran realizado. Por ejemplo, una paciente con anorexia nerviosa restrictiva en
remisión parcial en la primer pregunta respondió “…En este momento a veces me siento
conforme y otras me gustaría tener más busto o ser más alta, pero en general trato de
quererme como soy ya que la búsqueda del cuerpo perfecto (el cual me llevó su tiempo
darme cuenta que no existe) me llevó a perderme a mí misma y a olvidar las cosas
importantes de la vida…” y en la segunda pregunta manifestó “…Antes creía que
influía en los demás, ahora sólo quiero sentirme bien conmigo misma. Hacer terapia
me ayudó (y también distintas cosas que me pasaron en la vida) a darme cuenta que
uno vale más que por lo físico…”. Otra paciente con anorexia nerviosa restrictiva en
remisión parcial explicó que “…Intento no estar mucho frente a espejos, así no puedo
“criticarme” y (aunque a veces no me sale) intento recibir los “estímulos” positivos
respecto a mi físico de mi novio, familia, amigos, etc...”.
A partir de las frases citadas anteriormente, se podría hipotetizar que el tratamiento
y la experiencia en la vida genera la toma de conciencia de la disfuncionalidad de sus
pensamientos y las consecuencias de sus conductas. Esta concientización podría
motivarlas a cambiar. Esos factores (tratamiento, conciencia de riesgo y motivación
para el cambio) también fueron reconocidos por pacientes mujeres con anorexia
nerviosa en remisión total como fundamentarles para su recuperación (Cruzat et al.,
2010).
Asimismo, H. Turner, Bryant-Waugh y Marshall (2015) concluyen que la
instauración de un cambio clínico temprano es el mejor predictor de recuperación. La
misma tendría lugar dado que el “…cambio implicaría una toma de control de sus
propias vidas (tener proyectos centrados en ellas mismas y en su desarrollo personal y

164
no en la necesidad de ser perfectas para ser aceptadas en su medio)…” (Cruzat et al.,
2010, p. 13).
Por otra parte, en las frases de la primera paciente en remisión (citada
anteriormente) se observa que el proceso de cambio podría ser vehiculizado por el
redescubrimiento de sí misma. En consistencia, Lamoureux y Bottorff (2005) reportan
que las mujeres que se han recuperado de anorexia nerviosa señalan que dicha
recuperación se centra en el redescubrimiento y la redefinición de sí mismas. Estos
factores podrían generar autodeterminación, autoaceptación y cierto nivel de
satisfacción (Patching & Lawler, 2009), lo cual también se observa en las frases de la
primera paciente en remisión (citada anteriormente).
Asimismo, al analizar la explicación de la segunda paciente en remisión (citada
anteriormente) se observa la importancia de un entorno contenedor, factor destacado por
pacientes de otras investigaciones como facilitador de la recuperación (Cruzat et al.,
2010; Le Grange & Gelman, 1998).
En relación con el estudio de los factores de recuperación, Pettersen y Rosenvinge
(2002) observan que las pacientes con trastorno alimentario, al igual que las pacientes
de este estudio, identifican los siguientes factores de recuperación: tratamiento
profesional, deseo de cambiar, personas significativas, relaciones interpersonales,
aceptación de sí mismas y satisfacción corporal. Por otra parte, estos y otros autores
también destacaron el aprendizaje de habilidades de resolución de problemas (Pettersen
y Rosenvinge, 2002; Vanderlinden, Buis, Pieters, & Probst, 2007) y regulación
emocional (Cruzat et al., 2010).
Finalmente, aunque no se observó en este estudio, varias investigaciones dan cuenta
de que el vínculo con el terapeuta es clave como facilitador del cambio (Cruzat et al.,
2010; Zaitsoff, Pullmer, Cyr, & Aime, 2015). Las pacientes consideran que los
siguientes factores son fundamentales: establecimiento de una relación cálida y
cariñosa, percepción de ser aceptadas, disposición del terapeuta hacia ellas y
demostración de una preocupación sincera por parte del mismo (Cruzat et al., 2010).
En conclusión, a la luz de los resultados se podría hipotetizar que el elevado
malestar de las mujeres TA podría ser producto de la distancia entre su cuerpo y el
ideal. Una mujer que se siente gorda sentirá que su aspecto físico se encuentra más
alejado del ideal de delgadez que una mujer que se siente conforme con ciertas partes de

165
su cuerpo y sólo considera que “sería mejor” bajar un poco de peso. En relación con
ello, la mayoría de las mujeres TA sentían desagrado por percibirse gordas y, en
cambio, la mayoría de las mujeres NTA presentaban oscilación entre conformidad y
desagrado (con deseo de adelgazar).
Por otra parte, también se podría hipotetizar que el hecho de sentirse gordas les
causa tanto malestar porque esa característica de su cuerpo es interpretada por ellas
como la definición de su ser. En esta misma línea, Bedoya Hernández y Marín Cortés
(2010) llevaron a cabo un estudio cualitativo con el objetivo de conocer cómo la
manera de vivir y construir el cuerpo devela la identidad de las mujeres con trastorno
alimentario habitantes de Medellín (Colombia). Con tal fin realizaron entrevistas en
profundidad a 15 mujeres con esa patología cuyas edades oscilaban entre 18 y 29 años.
Los autores concluyeron que “…el hilo conductor de su trama subjetiva es vivir para
lograr un cuerpo…” (p. 546), lo cual se transforma en su estilo de vida. Estas mujeres
construyen su identidad a partir del deseo de alcanzar un cuerpo delgado y la realización
de todas las conductas necesarias para lograrlo. En consistencia, Cruzat y colaboradores
(2014), en una investigación con pacientes chilenas con edades entre 18 y 30 años,
también observaron que ellas consideran a la posibilidad de controlar su conducta
alimentaria como punto de soporte de su identidad. De este modo, las mujeres con
trastorno alimentario construyen su identidad desde el cuerpo y la capacidad para
modelarlo. En cambio, en las mujeres sin patología la construcción de la identidad
incluye tanto al cuerpo como otros aspectos de la vida.

5. 2. 2. Valoración de la propia imagen corporal

Las creencias descriptas anteriormente sobre el percibirse gorda y la necesidad de


adelgazar observadas en ambos grupos dan cuenta de una idealización de la delgadez, la
cual podría ser producto de la internalización de ese ideal. Esta internalización, sumada
a las presiones socioculturales que priorizan la valoración de la persona en función de su
apariencia y promueven la necesidad de alcanzar un cuerpo ideal, incrementan la
insatisfacción con la imagen corporal (Shroff & J. K. Thompson, 2006). Por otra parte,
los estudios vinculan esta idealización (Donoso-Torres & Diez, 2003) e internalización
(Spangler, 2002) con las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal. M. J.
166
Cooper (1997) explica que por medio de esas creencias disfuncionales la apariencia
física se configura en un factor muy importante para el sujeto. En este estudio, una
mujer TA explicó “…adelgazando y logrando el físico que quiero mi vida
cambiaría…” y una mujer NTA comentó que “…verse y sentirse bien para mí tiene
una gran influencia en la vida en general…”. A partir de estas creencias el sujeto
considera que el logro en diferentes áreas de la vida (por ejemplo, relaciones
interpersonales, desempeño, entre otras) sólo depende de su imagen corporal. En este
estudio, las participantes nombraron diez áreas de la vida sobre las que influye su
imagen corporal (valoración/aceptación social, vínculo con los hombres, oportunidades
en la vida y en el ámbito laboral, vestimenta, nivel de satisfacción con la imagen
corporal, autovaloración/autoestima, estado de ánimo, seguridad para el desempeño en
la vida, hábitos alimentarios y de actividad física y todas las áreas de la vida).
De este modo, estas creencias configuran al cuerpo como el único medio válido
para ser valorada positivamente, tanto por otras personas como por ella misma (Cruzat
et al., 2010; H. Turner & M. Cooper, 2002). En consistencia, una mujer TA explicó que
su aspecto físico influye “…En todo. En la mirada de lo ajeno el 100% y en el mío el
100%...”. Por esta razón, estas creencias motivan a las personas a buscar el éxito a
través de una apariencia física valorada socialmente (Lin & Reid, 2008).
En la actualidad, el ideal de belleza en las mujeres se caracteriza por un cuerpo
extremadamente delgado (López-Guimerà & Sánchez-Carracedo, 2010). En relación
con dicho ideal, las mujeres con trastorno alimentario consideran a la delgadez como
sinónimo de seguridad, perfección y felicidad (Cruzat et al., 2010; Esteban, 2004;
Raich, 2000), deseándolo alcanzar (Cruzat et al., 2014). En consistencia, una mujer TA
manifestó “…sentirme cómoda con mi aspecto físico me hace desenvolverme mejor en
todos los entornos de mi vida…” y otra que “…si tuviese el cuerpo que a mí me gusta
sería más feliz…”. En las creencias, se puede observar la importancia que las mujeres
TA le atribuyen a su aspecto físico. Hay autores que denominan a estas creencias
disfuncionales como “sobrevaloración de la imagen corporal”, explicando que las
mismas corresponden al núcleo psicopatológico de los trastornos alimentarios (P. J.
Cooper & Fairburn, 1993; Fairburn, 2008; Rutsztein, 2009; Vitousek & Hollon, 1990).
En relación con la sobrevaloración de la imagen corporal, en este estudio se
observó que la mayoría de las mujeres TA consideraba que el aspecto físico influye

167
mucho en su vida, siendo esta proporción significativamente mayor que la observada en
el grupo NTA. Asimismo, las mujeres TA nombraron, en promedio, significativamente
más áreas de influencia de la imagen corporal sobre su vida que las mujeres NTA. Estos
hallazgos permiten aportar evidencia sobre la existencia de una sobrevaloración de la
imagen corporal en las mujeres TA. En esta misma línea, Cruzat y colaboradores (2010)
concluyeron que los pensamientos de las pacientes con trastorno alimentario se centran
en el peso y el cuerpo. De este modo, cobran una significación muy importante en sus
vidas.
Por otra parte, también se halló una asociación entre la presencia de trastorno
alimentario y el área de influencia que fue nombrada en primer lugar por cada
participante: una proporción significativamente mayor de mujeres TA nombró la
influencia sobre su estado de ánimo en primer lugar. En cambio, el área más nombrada,
en primer lugar, por las mujeres NTA fue el nivel de satisfacción con la imagen
corporal. Pero, no se hallaron diferencias estadísticamente significativas en esta
creencia. Esas dos áreas también fueron las más nombradas dentro de cada grupo
(respectivamente).
En función de los resultados anteriormente detallados, se puede concluir que
mientras que la principal influencia del aspecto físico sobre la vida de las mujeres NTA
queda circunscripta a la sensación de agrado/desagrado sobre su imagen corporal (sólo
afecta en su satisfacción corporal), en las mujeres TA el impacto es mayor
generalizándose a su estado de ánimo. Este hallazgo es consistente con la tonalidad
emocional con la cual las mujeres TA describen su cuerpo en este y otros estudios
(Cruzat et al., 2010; H. Turner & M. Cooper, 2002). Por lo cual, los cambios en el peso
y el cuerpo se vivirían de forma intensa, sintiendo una gran preocupación, temor a
engordar, angustia, tristeza y desesperanza (Cruzat et al., 2010).
En esta misma línea, H. Turner y M. Cooper (2002) hallaron que la activación de
creencias y pensamientos automáticos sobre la alimentación, el peso y la imagen
corporal generan mayor malestar en pacientes mujeres con trastorno alimentario que en
mujeres sin patología. En consistencia, Hartmann y colaboradores (2015) explican que
los pacientes con trastorno alimentario vivencian emociones muy negativas producidas
por su insatisfacción corporal.

168
Asimismo, estas emociones son tan insoportables para los sujetos con trastorno
alimentario que intentan evitarlas mediante diferentes métodos, tales como atracones y
conductas compensatorias inadecuadas (M. J. Cooper, Todd, & Wells, 1998; Grilo,
Masheb, & Wilson, 2001; Hartmann, et al., 2015; Hayaki, 2009; Heatherton &
Baumeister, 1991; Turner & M. Cooper, 2002). Otros estudios explican que intentan
eliminarlas mediante el chequeo corporal, el aislamiento social y la evitación tanto
corporal como emocional (Bedoya Hernández & Marín Cortés, 2010; Fulton et al.,
2012; Kachani, Barroso, Brasiliano, Cordás, & Hochgraf, 2015). Según el modelo
cognitivo estas conductas funcionarían como estrategias compensatorias, las cuales
tienen como función evitar la activación del contenido de las creencias nucleares (J. S.
Beck, 2005; Young, 1999). Sin embargo, las estrategias compensatorias terminan
fracasando en ese intento, provocando sensaciones negativas que nuevamente intentaran
controlar (Turner & M. Cooper, 2002). De este modo, el circuito se fortalece y
amplifica y la patología se mantiene, intensifica y cronifica.
En esta misma línea, Cruzat y colaboradores (2010, 2014) observaron que el
trastorno alimentario es considerado por las mujeres que lo padecen como un regulador
de ansiedades, tristeza y conflictos. De este modo, explican que las conductas
alimentarias tendrían la función de manejar y canalizar sus emociones, permitiéndoles
recibir el alivio, la tranquilidad y el placer que no les es posible obtener por otros
medios. Sin embargo, por otro lado, esas conductas las llevaría a desarrollar
sentimientos negativos (como sensación de vacío y descontrol) y a significar su cuerpo
como fuente de tensión. Por otra parte, las pacientes buscarán regular dichas
sensaciones mediante conductas disfuncionales que retroalimenten el circuito.
Asimismo, Federici y Kaplan (2008) también observaron la importancia de las
emociones negativas en los trastornos alimentarios identificando a la tolerancia de las
mismas como uno de los principales factores que protegen a las pacientes recuperadas
de recaídas.
En síntesis, se podría hipotetizar que en las mujeres TA el impacto que tiene su
imagen corporal es mayor justamente porque la misma es considerada como muy
importante, se sienten muy alejadas de su ideal corporal y se encuentran más
insatisfechas. La tristeza o enojo por no poder alcanzar el cuerpo que desea produce
mayor preocupación por la imagen corporal. Estas emociones negativas generan deseo

169
de realizar diferentes conductas para regular ese malestar así como también para bajar
de peso. Asimismo, el gran impacto que tiene su insatisfacción sobre su estado de
ánimo las lleva a confirmar sobre lo importante que es su imagen corporal en su vida.
De este modo, se instala un círculo vicioso que podría ser responsable del
mantenimiento de la enfermedad. En consistencia, pacientes con trastorno alimentario
consideran que las emociones negativas y la necesidad de los atracones y las conductas
alimentarias inadecuadas para bajar de peso les impiden mejorarse (Cruzat et al., 2010).
Por otra parte, además del estado de ánimo y el nivel de satisfacción con la imagen
corporal, dentro de las áreas más nombradas en ambos grupos también aparecen la
autovaloración/autoestima y la valoración/aceptación social. En consistencia, Turner y
M. Cooper (2002) observaron que pacientes con trastorno alimentario consideran que
lograrán su propia aceptación y la aceptación de los demás mediante su capacidad para
controlar su alimentación, descender de peso y el alcanzar el ideal de delgadez. En
cambio, en las mujeres sin patología estas creencias no son tan frecuentes. En
contraposición, en este estudio no se hallaron diferencias estadísticamente significativas
en la proporción de mujeres TA y mujeres NTA que las nombraron en primer lugar.
En relación con la autovaloración y autoestima, las pacientes del estudio de Cruzat
y colaboradores (2010) también les otorgaron una gran importancia a estos factores al
considerarlos como centrales tanto en el desarrollo como en la recuperación de los
trastornos alimentarios. Estos autores explican que la búsqueda de delgadez es un
mecanismo que utilizan las pacientes para reforzar su autoestima. En consistencia, en
este estudio, una mujer TA explicó “…Mi auto-concepto está muy ligado a llegar o no
a esa imagen y al ideal de estar flaca…”. Pero, las mujeres sin patología también
demostraron el vínculo entre la imagen corporal y la autoestima (“…si logro el aspecto
físico que quiero (…) me sentiría mejor conmigo misma…”).
En relación con la valoración y aceptación social, Bedoya Hernández y Marín
Cortés (2010) también hallaron que la mirada del otro sobre su cuerpo es muy
importante y que el mismo es el escenario privilegiado para relacionarse con el otro. En
consistencia, en este estudio una mujer TA determinó “…si tuviese el cuerpo que a mi
me gusta (…) la gente me vería de otra forma…” y otra afirmó que “…es un método de
aceptación hacia los demás…”.

170
Por otra parte, se podría hipotetizar que el hecho de que sientan que impacta sobre
el área social se relaciona con las presiones socioculturales para alcanzar el ideal de
belleza. En este sentido, una mujer TA explicó “…la sociedad hoy en día lo primero
que mira es el aspecto físico, sin importar cómo sea la persona…”. Asimismo, una
mujer NTA comentó “…hoy en día suele influir bastante por el tipo de importancia que
le dan al estar delgado (sobre todo los medios de tv, revistas) y tener un cuerpo
perfecto…” y otra manifestó “…en la cultura/sociedad en la que vivimos se pretende
que las mujeres nos veamos flacas…”.
La literatura especializada explica que la presión dirigida hacia las mujeres para
alcanzar ideales de belleza alejados de su cuerpo real impacta negativamente en su
bienestar físico, psicológico y social (Buddeberg-Fischer, Klaghofer, & Reed 1999;
Frederick, Forbes, Grigorian, & Jarcho, 2007; L. A. Jackson, 2002), reduciendo su
autoestima e incrementando la sintomatología depresiva y ansiedad (F. Johnson &
Wardle, 2005). Este fenómeno tendría lugar dado que una vez que este ideal se
internaliza, la mujer tiende a evaluar la distancia entre ese ideal y su propio cuerpo
(Lawler & Nixon, 2011), lo que la lleva a sentir una gran insatisfacción con su imagen
corporal (Culbert, Burt, McGue, Iacono, & Klump, 2009). Dicha insatisfacción impacta
en su estado de ánimo, autoestima y autovaloración (Lawler & Nixon, 2011; Spangler,
2002).
En relación con los fenómenos descriptos anteriormente, una mujer TA manifiesto
“…Si me veo bien en el espejo salgo con buen humor, si me veo fea o gorda me pongo
de mal humor…”. En consistencia, Bedoya Hernández y Marín Cortés (2010) también
observaron fluctuación emocional producto del logro en alcanzar el ideal corporal,
siendo lo emocional un aspecto muy importante de la vivencia corporal. Por otra parte,
otra mujer TA explicó que su aspecto físico “…Influye en mi autoestima también,
nunca me siento bien conmigo misma…”.
Varias investigaciones concluyen que el malestar o bienestar vinculado al alcance
del ideal de delgadez y la sobrevaloración de la imagen corporal genera que las mujeres
comiencen o refuercen la realización de conductas para bajar de peso que las ponen en
riesgo de desarrollar un trastorno alimentario (Markey, 2010; Spangler, 2002). Además
de la evidencia científica que lo demuestra, las mismas pacientes perciben que la
valoración social tanto del ideal de delgadez como de una alimentación con bajas

171
calorías son factores que contribuyeron al desarrollo de su trastorno alimentario (Cruzat
et al., 2010).
Por otra parte, un estudio prospectivo con estudiantes adolescentes mujeres de
Estados Unidos concluyó que quienes consideraban que una gran parte de su valor
como persona dependía de su habilidad para alcanzar o mantener cierto peso y/o figura
corporal estaban más dispuestas a realizar un gran esfuerzo para lograrlo, sin importar el
riesgo que ciertas conductas traen aparejadas para su salud (Killen et al., 1996).
En las expresiones utilizadas en las participantes de este estudio también se observa
que las mujeres TA llevan a cabo conductas más riesgosas (“…hace que coma más o
coma menos…” y “…tampoco me permite disfrutar de poder comer algo sin sentir
culpa o estar pensando todo el tiempo que me va a engordar. Como que siempre tengo
restricciones…”) que las mujeres NTA, quienes incluyen la idea de lo saludable
(“…influye a la hora de querer mantenerlo y comer de manera saludable…” y “…Hay
que cuidarlo…”).
En conclusión, en este estudio se pudo observar que las mujeres TA consideraron al
aspecto físico como un aspecto central en sus vidas, el cual tiene un gran impacto en
varias áreas de la misma. En las mujeres TA, la principal área de impacto fue su estado
de ánimo. En cambio, en las mujeres NTA, impacta sobre el nivel de satisfacción que
pueden llegar a sentir con respecto a su imagen corporal. Entonces, mientras que en la
mayoría de las mujeres TA la insatisfacción corporal afecta también su estado de ánimo
en la mayoría de las mujeres NTA no se observa este fenómeno. Varias cuestiones
podrían estar protegiendo a este grupo: 1) presentar menor sobrevaloración de la imagen
corporal, 2) haber construido su identidad incluyendo diferentes aspectos de la vida (o
sea, no considerando al aspecto físico como única fuente de identidad) y 3) haber
construido ideales de belleza más cercanos a su cuerpo que no les generan tanta
insatisfacción corporal. En relación con este último punto, algunas mujeres NTA
explicaron que su aspecto físico no les influye porque nunca se sintieron disconformes
con él. Por ejemplo, “…no influye porque nunca tuve problemas con eso…”, “…Nunca
le di importancia porque siempre me vi bien y estaba conforme con mi cuerpo...”,
“…porque tengo un peso normal. Creo que influye más en mujeres con problemas
alimenticios o mujeres gorditas…”.

172
5. 3. Conductas de riesgo y factores psicológicos asociados a los trastornos
alimentarios

Esta tesis también se propuso identificar la presencia de conductas de riesgo,


creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal, internalización del ideal de
delgadez, necesidad de aprobación social y ADAPIC. Así como también, comparar
mujeres jóvenes con y sin trastorno alimentario en función de las variables
anteriormente mencionadas.

5. 3. 1. Conductas compensatorias inadecuadas

La literatura especializada postula que existen ciertas conductas compensatorias


inadecuadas que llevan a cabo las mujeres con el fin de bajar de peso que las ponen en
riesgo de desarrollar un trastorno alimentario y que son características de la
presentación clínica de esta patología (Forbush & Hunt, 2014; Neumark-Sztainer, Wall,
Larson, Eisenberg, & Loth, 2011; Suárez Gonzáleza & Vaz Leal, 2003). Estas
conductas incluyen la realización de una dieta muy restrictiva, ayuno y ejercicio físico
excesivo. Así como también la provocación de vómitos y el consumo de laxantes,
diuréticos y pastillas para adelgazar.
El modelo cognitivo conductual plantea que la realización de una dieta restrictiva es
un factor de riesgo y mantenimiento central en los trastornos alimentarios (Fairburn et
al., 2008). Herman & Mack (1975) definieron a la conducta dietante como la práctica
alimentaria mediante la cual se reduce la ingesta de calorías de manera intencional y
sostenida con el propósito de bajar de peso o mantenerlo.
En este estudio se observó que el 68.2% de las mujeres TA y el 22.3% de las
mujeres NTA habían llevado a cabo una dieta para adelgazar en el último año, siendo la
proporción de mujeres TA significativamente mayor que la de mujeres NTA. Una
investigación también realizada en la Ciudad de Buenos Aires (pero con mujeres
adolescentes, estudiantes de escuela secundaria y pacientes con trastornos alimentario)
halló porcentajes similares: el 68.5% de las adolescentes con dicha patología y el 18.8%
de las adolescentes sin patología también realizó una dieta para bajar de peso en el
último año (Rutsztein, Scappatura, & Murawski, 2014).
173
Asimismo, Tavolacci y colaboradores (2015) llevaron a cabo un estudio con
hombres y mujeres de entre 18 y 25 años que asistían a una universidad de Francia.
Estos autores encontraron que el 52.8% de los estudiantes con riesgo de trastorno
alimentario y el 19.1% de los estudiantes sin riesgo realizaron al menos una dieta en su
vida.
En relación con la alimentación, en este estudio, también se halló que una
proporción significativamente mayor de mujeres TA habían realizado ayuno (no comer
nada durante 8 horas o más) en los últimos tres meses. Mientras que la mayoría de las
mujeres TA (54.5%) realizaron ayuno, sólo un pequeño porcentaje de las mujeres NTA
(7%) lo hizo. De manera consistente con estos hallazgos, una investigación con mujeres
estudiantes universitarias del oeste de Estados Unidos (Smith & Crowther, 2013) halló
que quienes presentaban un trastorno alimentario realizaban ayuno con una frecuencia
significativamente mayor que quienes no presentaban dicha patología (siendo la
frecuencia para este grupo nula, es decir ninguna estudiante sin patología realizó
ayuno).
En la investigación anteriormente citada (Smith & Crowther, 2013), también se
observó que las mujeres con trastorno realizaron ejercicio físico excesivo para bajar de
peso con una frecuencia significativamente mayor. En esta misma línea, en este estudio,
la proporción de mujeres TA (21.2%) que llevaron a cabo esta conducta resultó
significativamente mayor que la de mujeres NTA (1.7%).
Por otra parte, se observó que el 48.5% de las mujeres TA presentó al menos una
conducta purgativa en los últimos tres meses, mientras que ninguna de las mujeres NTA
la presentó. Este porcentaje es similar que el observado en pacientes con anorexia
nerviosa y trastorno alimentario no especificado provenientes de un hospital de
Dinamarca (46%; Støving et al., 2012). Aunque, dicho porcentaje fue menor que el
observado en pacientes con anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastorno alimentario
no especificado provenientes de un hospital de Minnesota, Estados Unidos (80.1%;
Ackard, Cronemeyer, Franzen, Richter, & Norstrom, 2011).
Específicamente, en este estudio el 40.9% de las mujeres TA se provocó vómitos, el
21.2% consumió laxantes, el 9.1% pastillas para adelgazar y el 7.6% diuréticos. En
consistencia, en varias investigaciones también se observó que la conducta más

174
frecuente entre las mujeres con esta patología fue la provocación de vómitos (Ackard et
al., 2011; Rutsztein et al., 2014; Støving et al., 2012).
En síntesis, las mujeres TA presentan ciertas conductas compensatorias
inadecuadas (dieta, ayuno, ejercicio físico excesivo, vómitos auto-provocados y
consumo de laxantes, diuréticos y pastillas para adelgazar) como métodos para bajar de
peso. La frecuencia de estas conductas es alarmante debido a sus consecuencias clínicas
(Gaete, López, & Matamala, 2012; Mitchell & Crow, 2006; Szabó, & Túry, 1994) y su
asociación con remisión tardía (Støving et al., 2012) y peor resultado del tratamiento
(Ackard et al., 2011). Asimismo, varios autores demostraron la existencia de un vínculo
entre estas conductas inadecuadas: la conducta dietante se relaciona con una mayor
frecuencia e intensidad de actividad física (Ackard, Crollb, & Kearney-Cookec, 2002) y
mayor cantidad de conductas purgativas diferentes utilizadas (Ackard et al., 2011).
Por otra parte, tal como se postuló en una de las hipótesis de esta tesis, una mayor
proporción de mujeres TA presentaron conductas compensatorias inadecuadas, en
comparación con las mujeres NTA. Sin embargo, cabe destacar que si bien estas
conductas son más frecuentes entre las mujeres TA la realización de dieta, ayuno y
ejercicio físico excesivo también están presentes en mujeres sin patología. En
consistencia, un estudio que incluyó 3012 mujeres de España con edades entre 17 y 97
años destacó que los métodos más utilizados para bajar de peso fueron la realización de
dieta y actividad física (Baladia, Manera, Basulto, Olmos, & Calbet, 2009). Asimismo,
French, Jeffery y Wing (1994) hallaron que más de la mitad de las adolescentes mujeres
de su muestra estaban realizando dieta para adelgazar.

5. 3. 2. Insatisfacción con la imagen corporal e Índice de masa corporal

Una gran cantidad de investigaciones dan cuenta de que la insatisfacción con la


imagen corporal es el principal factor que motiva a las mujeres a realizar las conductas
compensatorias inadecuadas (Coker & Abraham, 2014; Kadriu, Kelpi, & Kalyva, 2014;
Loth, MacLehose, Bucchianeri, Crow, & Neumark-Sztainer, 2014; Rodríguez et al.,
2011). La insatisfacción con la imagen corporal también es el principal predictor de
trastorno alimentario (F. Johnson & Wardle, 2005; Stice, Marti, & Durant, 2011). En

175
consistencia, en este estudio se encontró que una proporción significativamente mayor
de mujeres TA presentaba un nivel alto de insatisfacción corporal.
Por otra parte, tanto las mujeres TA como las mujeres NTA desean poseer un peso
significativamente menor al que declaran y desean verse significativamente más
delgadas de lo que se perciben. Sin embargo, las mujeres TA presentaron una diferencia
significativamente mayor entre el peso que desean tener y el que declaran, así como
también entre la figura deseada y la percibida en el CDRS.
Los resultados anteriormente detallados, dan cuenta de que si bien la mayoría de las
mujeres desean pesar menos y ser más delgadas, la distancia entre su cuerpo y el ideal
es mayor en las mujeres TA. En esta misma línea, Coker y Abraham (2014), en una
investigación con mujeres pacientes y estudiantes universitarias de 18 a 55 años
provenientes del norte de Sidney, hallaron que tanto las mujeres con patología como las
mujeres sin patología deseaban un IMC menor al que declaraban, siendo la discrepancia
entre ellos mayor en las mujeres con trastorno alimentario.
Por otra parte, Coker y Abraham (2014) también observaron que mientras que el
IMC deseado por las mujeres sin patología (21.48 kg/m2) se encontraba en el rango
considerado como saludable para la OMS (2006), el IMC deseado por las mujeres con
trastorno alimentario (18.37 kg/m2) pertenecía a la categoría bajo peso. De este modo,
se concluyeron que estas mujeres aspiran a un peso no saludable.
La distancia anteriormente mencionada que perciben las mujeres de la muestra de
este estudio y la de Sidney podría impactar en la insatisfacción corporal, la búsqueda de
delgadez y la realización de conductas para bajar de peso. En esta misma línea, Ackarda
y colaboradores (2002), en una investigación con mujeres universitarias, observaron que
las estudiantes que se encontraban realizando una dieta para adelgazar eran las que
deseaban una figura más delgada. Asimismo, esas mujeres dietantes también eran las
que presentaban mayor insatisfacción corporal y mayor búsqueda de delgadez. En
consistencia, en este estudio se observó que las mujeres TA presentaron puntajes
significativamente mayores en las subescalas Búsqueda de delgadez, Bulimia e
Insatisfacción corporal del EDI-3.
Por otra parte, esta insatisfacción se encuentra relacionada con un elevado miedo a
engordar y a una exagerada preocupación sobre la figura, el peso y la alimentación
(Fairburn et al., 2008; Jacobi et al., 2011; Jacobi et al., 2004; Keel et al., 2007; Killen et

176
al., 1996). En este estudio se encontró que una proporción significativamente mayor de
mujeres TA sentía temor a engordar más de cuatro veces por semana.
La insatisfacción corporal, el elevado miedo a engordar y una exagerada
preocupación sobre la figura, el peso y la alimentación se vinculan entre sí y generan en
las mujeres un deseo de adelgazar. Loth y colaboradores (2014) en un estudio
longitudinal con 10 años de seguimiento concluyeron que el temor a engordar y la
preocupación sobre el peso y la figura en la adolescencia permiten predecir el comienzo
de una dieta en la adultez. Asimismo, de Ridder, Adriaanse, Evers y Verhoeven (2014)
explican que la dieta podría funcionar como una estrategia de afrontamiento frente a la
existencia de preocupaciones sobre la alimentación.
En síntesis, la insatisfacción corporal es un fenómeno muy prevalente en todas las
mujeres, pero en las que presentan trastorno alimentario dicha insatisfacción es mayor.
Asimismo, en estas mujeres su ideal de belleza se encuentra más distante de su cuerpo
percibido, hecho que podría explicar el incremento de su insatisfacción, preocupación,
búsqueda de delgadez y conductas compensatorias.
Sumado a los fenómenos descriptos anteriormente, cabe destacar que aunque las
mujeres TA no expresan un peso deseado significativamente menor, sí eligen una figura
deseada significativamente más delgada. Pero, al observar el p valor correspondiente a
la comparación del peso deseado en cada uno de los grupos (TA vs. NTA) se podría
hipotetizar que esa diferencia se convertiría en significativa con un tamaño de muestra
más elevado.
Asimismo, aunque las mujeres TA no declaran pesar significativamente más que las
mujeres NTA, sí se perciben significativamente más gordas. Es decir, ellas se
consideran más gordas aunque no lo están según su peso declarado. En consistencia con
este resultado, una proporción significativamente mayor de mujeres TA se considera
“gorda” (45.5% de las mujeres TA vs. 6.1% de las mujeres NTA), pero la proporción de
mujeres TA con obesidad según su peso declarado no fue significativamente mayor que
la de mujeres NTA. Asimismo, si bien el 45.5% de las mujeres TA se consideraba
“gorda” sólo el 7.6% lo estaba. En cambio, si bien el 6.1% de las mujeres NTA se
consideraba “gorda”, sólo el 3.1% lo estaba. Es decir, en ambos grupos hay más
mujeres que se consideran gordas que mujeres que lo están, pero esa proporción es
mayor en el grupo TA. En esta misma línea, una proporción significativamente mayor

177
de mujeres TA presentó distorsión de la imagen corporal. En consistencia, Tavolacci y
colaboradores (2015) observó que el 20% de los estudiantes de una universidad de
Francia (con y sin riesgo de trastorno alimentario) se sentían gordos siendo delgados.
En relación con el peso declarado, las mujeres de los dos grupos presentaron, en
promedio, un IMC saludable según la OMS (2006). El IMC declarado medio de las
mujeres TA fue de 22.76 kg/m2 y el de las mujeres NTA de 21.89 kg/m2, no siendo la
diferencia estadísticamente significativa.
En esta misma línea, la mayoría de las mujeres TA presentó peso saludable
(65.2%), un porcentaje menor (24.3%) sobrepeso u obesidad y uno menor (10.6%)
delgadez o delgadez extrema. De igual forma, la mayoría de las mujeres NTA presentó
peso saludable (77.7%), un porcentaje menor (11.8%) sobrepeso u obesidad y uno
menor (10.4%) delgadez o delgadez extrema. La diferencia entre estas proporciones no
fue estadísticamente significativa.
En contraposición, Tavolacci y colaboradores (2015) hallaron una proporción
significativamente mayor de estudiantes con sobrepeso y obesidad en el grupo de riesgo
de trastorno alimentario en comparación con el grupo que no presentó dicho riesgo. En
cambio, no observaron diferencias significativas en la proporción de estudiantes con
peso saludable ni con bajo peso. Por lo cual, estos autores concluyen que la presencia de
bajo peso no es suficiente para identificar trastorno alimentario y que el IMC no es un
buen predictor de la presencia de esta patología.
En esta misma línea, un aspecto importante del IMC declarado de las mujeres TA
de este estudio es que ellas se ubicaron en todas las categorías de peso. La mayoría
presentó un peso saludable. Asimismo, también se observó sobrepeso/obesidad y sólo
un porcentaje bajo presentó delgadez/delgadez extrema. Este último fenómeno se puede
explicar por el hecho de que el criterio de un IMC bajo sólo se incluye en el diagnóstico
de anorexia nerviosa y en la muestra sólo el 19.7% de las mujeres TA presentaron este
cuadro, estando la mayoría de ellas (61.5%) en remisión parcial.
Por otra parte, se puede concluir que si bien ellas realizan diferentes conductas para
bajar de peso, las mismas no son efectivas. Por ejemplo, aunque existe evidencia que
demuestra que en algunos casos la dieta resulta exitosa para bajar de peso (Wadden,
Foster, & Letizia, 1994), la mayoría de los estudios señalan su ineficacia a largo plazo
(Heatherton, Mahemedi, Striepe, Field, & McGree, 1997; Mann et al., 2007).

178
Asimismo, se concluyó que la misma puede favorecer el desarrollo de patrones
alimentarios inadecuados y atracones (Stice, Presnell, Groesz, & Shaw, 2005). Una
dieta restrictiva suele tener ese efecto porque no resulta fácil de realizar de forma
sostenida por mucho tiempo. De este modo, la inanición genera atracones que suelen ser
compensados con dieta, ejercicio físico excesivo y conductas purgativas. Pero si las
pacientes no logran bajar de peso sienten frustración, lo cual genera emociones
negativas que pueden llevarlas a tener nuevamente episodios de atracones. Este circuito
podría explicar la presencia de sobrepeso/obesidad en las mujeres TA.
En síntesis, si bien todas las mujeres desean ser más delgadas, la distancia con el
ideal es significativamente mayor en las mujeres con trastorno alimentario. La
comparación con dicho ideal podría aumentar la insatisfacción corporal y la búsqueda
de delgadez. De este modo, una proporción significativamente mayor de mujeres TA
presentó elevada insatisfacción corporal. Asimismo, en consistencia con lo postulado
por una de las hipótesis de esta tesis, dichas mujeres presentaron, en un grado mayor,
ADAPIC (subescalas Búsqueda de delgadez, Bulimia e Insatisfacción corporal del EDI-
3). A su vez, estas actitudes podrían favorecer el inicio de conductas compensatorias
inadecuadas con el fin de bajar de peso (dieta, ayuno, actividad física y/o conductas
purgativas), así como también incrementar su frecuencia.

5. 3. 3. Internalización del ideal de delgadez, Creencias disfuncionales acerca de la


imagen corporal y Necesidad de aprobación social

La insatisfacción corporal se encuentra asociada a la internalización del ideal de


delgadez (Andreea-Elena, 2015; Cafri et al., 2005; Dakanalis, Zanetti, Riva, & Clerici,
2013; Keel & Forney, 2013; Stice et al., 2011) y al ideal de un cuerpo atlético (Benton
& Karazsia, 2014).
J. K. Thomson y Stice (2001) definieron a esta internalización como un proceso que
implica adoptar cognitivamente el ideal de belleza definido socialmente y realizar
comportamientos dirigidos a alcanzarlo. Con el fin de estudiar dicho nivel de
internalización la mayoría de las investigaciones utilizan el SATAQ-3 (López-Guimerà
& Sánchez-Carracedo, 2010). Los autores de esta escala también incluyeron en la

179
misma dos factores que median entre dicha internalización y los mensajes de los medios
de comunicación: Información y Presión (J. K. Thompson et al., 2004).
En este estudio se observó que las mujeres TA tuvieron puntajes significativamente
mayores en todas las subescalas del SATAQ-3 (Información, Presión, Internalización-
General e Internalización-Atlética). En consistencia, un estudio con adolescentes
escolarizados de Hong Kong (de ambos sexos cuyas edades oscilaron entre 12 y 18
años) concluyó, mediante un análisis de regresión lineal múltiple, que las diferentes
dimensiones de la influencia de los medios sobre la imagen corporal predicen
insatisfacción y conductas alimentarias de riesgo (Lai et al., 2013).
A diferencia de los resultados anteriormente mencionados, dos estudios no hallaron
diferencias estadísticamente significativas entre pacientes con trastorno alimentario y
estudiantes universitarias (de sexo femenino) en Información (Calogero et al., 2004; J.
K. Thompson et al., 2004). En esta misma línea, Andreea-Elena (2015) llevó a cabo una
investigación con adolescentes escolarizados de Rumania (de ambos sexos cuyas edades
oscilaron entre 15 y 19 años) y concluyó que en las mujeres la correlación entre esa
subescala y actitudes y conductas relacionadas con los trastornos alimentarios no resultó
significativa (Eating Attitudes Test-26). Tampoco entre Internalización-Atlética y
dichas actitudes.
Sin embargo, Andreea-Elena (2015) observó que la correlación con actitudes y
conductas relacionadas con los trastornos alimentarios (Eating Attitudes Test-26) sí fue
significativa con Presión (positiva y baja) e Internalización-General (positiva y
moderada). En relación con esta última subescala, dos investigaciones también
concluyeron sobre la relación significativa con actitudes y conductas relacionadas con
los trastornos alimentarios (Eating Attitudes Test-26). Uno de los estudios (Francisco et
al., 2015) incluyó adolescentes escolarizados de dos zonas urbanas de España y
Portugal (de ambos sexos cuyas edades oscilaron entre 12 y 16 años). Este estudio llevó
a cabo un análisis de senderos que, entre otras variables, incluyó a la internalización del
ideal de delgadez. Los autores hallaron, en las mujeres, una correlación del positiva pero
baja tanto con insatisfacción corporal, como con actitudes y conductas relacionadas con
los trastornos alimentarios (Francisco et al., 2015). En cambio, en el estudio de Tylka,
Russell y Neal (2015) con mujeres adultas de Estados Unidos la correlación resultó
positiva y moderada.

180
En síntesis, las diferentes dimensiones de la influencia de los medios sobre la
imagen corporal se asocian con la presencia de trastorno alimentario. Más allá de las
controversias en los resultados de diferentes países, en nuestro contexto, las mujeres con
esta patología (a diferencia de mujeres sin trastorno) consideran que los medios de
comunicación son una fuente útil para obtener información acerca de lo que implica
poseer una apariencia física atractiva y se sienten presionadas para alcanzarla. Además,
presentan mayor internalización del ideal de delgadez y de un cuerpo atlético. Podría
hipotetizarse que, al buscar un modelo de belleza en los medios de comunicación,
focalizan su atención en los mensajes provenientes de los mismos. De este modo, no
sólo construyen su ideal corporal sino que también comienzan a observar la presión que
existe para alcanzarlo. Como punto final de este proceso, internalizan dichos ideales.
En relación con la internalización del ideal de delgadez anteriormente descripta, los
investigadores se han preguntado el motivo por el cual no todas las mujeres internalizan
el ideal de belleza en este contexto de fuertes presiones sociales para alcanzarlo.
Spangler (2002) concluyó que las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal
permiten predecir internalización del ideal de delgadez, insatisfacción con la imagen
corporal y restricción alimentaria. De este modo, dichas creencias cumplen un papel
mediador entre los mensajes provenientes de los medios de comunicación que fomentan
los ideales de delgadez y los trastornos alimentarios (Lin & Reid, 2008; Tiggemann,
2006).
En esta misma línea, en este estudio, se halló que las mujeres TA fueron las que
presentaron puntajes significativamente mayores en la escala BAAS. Otros estudios
(llevados a cabo en adultos de población clínica y general de Estados Unidos, Australia
y Canadá), también hallaron en pacientes con esta patología mayor creencias sobre la
importancia que tiene la imagen corporal en sus vidas (Goldfein, Walsh, & Midlarsky,
2000; Hartmann et al., 2015; Lethbridge, Watson, Egan, Street, & Nathan, 2011;
McFarlane, McCabe, Jarry, Olmsted, & Polivy, 2001).
En relación con lo desarrollado anteriormente, pareciera que las mujeres que
consideran a su imagen corporal como un aspecto fundamental en sus vidas son las que
más buscan información sobre el ideal de belleza y más lo internalizan. Lin y Reid
(2008), en función de los resultados de una investigación con mujeres estudiantes
universitarias de Estados Unidos con edades entre 18 y 29 años, explicaron que la

181
exposición a revistas de moda genera actitudes negativas hacia el sobrepeso sólo de
forma indirecta, siendo las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal el
factor mediador.
Por otra parte, otra investigación de Estados Unidos también concluyó sobre el rol
mediador de las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal, pero entre
actitudes negativas hacia el sobrepeso y autoestima (Pearl, White, & Grilo, 2014). Estos
autores incluyeron 245 pacientes obesos con diagnóstico de trastorno por atracón según
DSM-5, los cuales presentaron edades entre 18 y 65 años. Los autores concluyeron que
pareciera que la baja autoestima favorece que un sujeto internalice los estereotipos
relacionados con el sobrepeso y comience a sentir una actitud negativa hacia su propia
imagen corporal, pero sólo si él considera que la misma es muy importante para en vida.
Asimismo, las actitudes negativas hacia el sobrepeso podrían generar la convicción
de la necesidad de ser delgado, aumentando la búsqueda de delgadez y la insatisfacción
corporal. En esta misma línea, Tiggemann (2006), en un estudio con mujeres
adolescentes de escuelas secundarias de Australia, observó que las creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal predicen insatisfacción corporal. Esta
autora hipotetiza que la misma es producto de la atención selectiva de las mujeres con
estas creencias hacia los mensajes sobre la belleza provenientes tanto de los medios de
comunicación como de su entorno.
Por otra parte, se ha observado la existencia de una relación entre las creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal y la necesidad de aprobación social. Esta
característica psicológica se define como el deseo de ser querido y recibir una
evaluación positiva por parte de los demás así como también el temor de ser rechazado
(Martin, 1984). Sin embargo, esta característica común a todo ser humano se transforma
en problemática cuando comienza a ser excesiva (Dryden, 2002). Varios autores han
concluido que las mujeres con trastorno alimentario presentan una necesidad exagerada
de recibir afecto y aprobación de los demás y que encuentran en su apariencia física la
herramienta para conseguirlo (Borda et al., 2003; Bruch, 1978; Moulton et al., 1998). Es
por dicha necesidad que estas mujeres desearían alcanzar los cánones de éxito
instituidos socialmente recurriendo a diferentes procedimientos, muchas veces
inadecuados, favoreciendo, de este modo, el desarrollo de un trastorno alimentario
(Moraleda Custardoy, 2003).

182
En consistencia con lo detallado anteriormente, en este estudio, las mujeres TA
presentaron puntajes significativamente mayores en la escala RMLAM. Este resultado
es sostenido por investigaciones de varios países que, al igual que en este estudio,
incluyeron mujeres jóvenes de población clínica y general (Borda et al., 2003; Cohen &
Petrie, 2005; Striegel-Moore, Silberstein, & Rodin, 1993).
En esta misma línea, diversos estudios llevados a cabo en Estados Unidos y Japón
con mujeres jóvenes universitarias concluyen que esta variable resulta ser un predictor
de estos trastornos (Friedman & Whisman, 1998; Kiyotaki & Yokohama, 2006; Mukai
et al., 1998; Narduzzi & T. Jackson, 2000; Pedlow & Niemeier, 2013).
Asimismo, una investigación con jóvenes escolarizados (con edades de 12 a 20
años) de zonas rurales y urbanas de Colombia, halló que mientras el 37.6% de los
participantes con actitudes y conductas relacionadas con los trastornos alimentarios
(Eating Attitudes Test-26) manifestó que es importante ser delgado para agradar a los
demás, sólo del 11.1% de los participantes sin dichas actitudes estuvo de acuerdo con
esa afirmación (Piñeros Ortíz, Molano Caro, & López de Mesa, 2010). Borda y
colaboradores (2003) explican que un estilo cognitivo basado en una necesidad
exagerada de ser aprobado supondría la necesidad de recurrir de un modo continuo a
diferentes procedimientos que le permitan a la persona alcanzar los cánones de éxito
instituidos socialmente. Parecería que los sujetos con trastorno alimentario se focalizan
exclusivamente en su apariencia física para recibir la aprobación social, lo cual puede
ser favorecido por las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal. Asimismo,
otro factor que podría estar influyendo son las presiones socioculturales que priorizan la
valoración de la persona en función de su apariencia y promueven la necesidad de
alcanzar un cuerpo ideal (Shroff & J. K. Thompson, 2006).
En conclusión, en consistencia con lo afirmado por una de las hipótesis de esta
tesis, las mujeres con trastorno alimentario presentan, en mayor grado, internalización
del ideal de delgadez, creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal, y
necesidad de aprobación social.

183
5. 4. Modelo explicativo de los factores psicológicos asociados a los trastornos
alimentarios

Los resultados detallados en el apartado anterior confirman que las creencias


disfuncionales acerca de la imagen corporal, la internalización del ideal de delgadez, la
necesidad de aprobación social y las ADAPIC son características importantes de los
trastornos alimentarios. Esta tesis también se propuso estudiar la asociación entre dichas
características, por lo cual se evaluó la bondad de ajuste de un modelo explicativo que
las vincula. Dado que en uno de los grupos la patología alimentaria se encontraba
presente y en el otro ausente, los resultados permiten hipotetizar el rol de las creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal, la internalización del ideal de delgadez, la
necesidad de aprobación social como factores de mantenimiento y de riesgo de las
ADAPIC, respectivamente.
En primer lugar, cabe destacar que la capacidad explicativa de cada uno de los
modelos de asociación resultó buena (en el grupo TA explicó el 36% de la varianza de
las ADAPIC y en el grupo NTA el 38%). Algunos de los efectos fueron moderados y
otros bajos. Stice (2002), en un meta-análisis, también halló que en la mayoría de los
estudios los efectos eran pequeños, observándose los más altos en los estudios
longitudinales con varios años de seguimiento.
Asimismo, también explicó que un efecto de intensidad baja puede deberse a que
un único factor no es suficiente para explicar el desarrollo y mantenimiento de un
fenómeno tan complejo como el trastorno alimentario. En esta misma línea, la literatura
especializada ha concluido que en esta patología se entrecruzan factores biológico-
genéticos, psicológicos, familiares y socioculturales (Garner & Keiper, 2010). Por lo
cual, la ciencia estableció la necesidad de estudiar modelos biopsicosociales más
complejos (Favaro, 2013), los cuales tendrían mayor poder explicativo. Por otra parte,
también existen otros factores importantes que deben ser analizados e incluidos en los
modelos. En consistencia, Rutsztein (2009) explica que el modo en que los factores
interactúan es objeto de estudio y controversia.
En relación con los modelos puestos a prueba en esta tesis, la primera hipótesis a la
cual se puede arribar es que las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal
son factores de riesgo y mantenimiento. Cabe destacar que, si bien su efecto es

184
moderado en ambos casos, al comparar las intensidades entre sí, se observa que la
misma es mayor en su rol de factor de mantenimiento (correlación de .60 vs. correlación
de .44). O sea, que contribuye más al mantenimiento de las ADAPIC que a su
desarrollo. Este fenómeno se podría deber al hecho que como factor de riesgo covaría
con la necesidad de aprobación social y cierta parte de su efecto se encuentra mediado
por la internalización del ideal de delgadez. En cambio, como factor de mantenimiento
su rol es exclusivo. Sin embargo, es importante destacar que al incluir otras variables
dentro del modelo estos resultados podrían variar.
Como factor de riesgo, dichas creencias contribuyen con una intensidad moderada
al desarrollo de las ADAPIC y lo hacen de forma directa e indirecta (vía internalización
del ideal de delgadez). En cuanto a su efecto directo, un estudio en Minnesota concluyó
que estas creencias predicen dieta y trastorno alimentario luego de 10 años (Loth et al.,
2014). En relación con su efecto indirecto, tanto las investigaciones empíricas
(Spangler, 2002) como las formulaciones teóricas (M. J. Cooper, 1997; Vitousek, 1996)
han propuesto que dichas creencias contribuyen al desarrollo de estos trastornos
mediante la internalización del ideal de delgadez, la insatisfacción corporal y la
restricción alimentaria.
Por otra parte, presentan una covarianza con la necesidad de aprobación social, pero
de intensidad baja. En esta misma línea, la literatura especializada ha concluido sobre la
relación existente entre estas dos variables (Borda et al., 2003; Moraleda Custardoy,
2003). Se podría hipotetizar que ellas se retroalimentan mutuamente elevando el riesgo
de desarrollar un trastorno alimentario.
Por ejemplo, una persona que considera que es muy importante recibir la
aprobación de los demás y que su aspecto físico es central en su vida puede comenzar a
pensar que dicha aprobación se obtiene únicamente a través del alcance de un aspecto
físico cercano al valorado socialmente. Además, si esa persona tiene una necesidad de
aprobación exagerada (considerando que toda su vida depende de esa valoración
positiva) no le importará llevar a cabo conductas que pongan en riesgo su salud
(Friedman & Whisman, 1998). Por otra parte, esa persona se angustiará cuando empiece
a sentir una gran insatisfacción corporal y a pensar que no está haciendo lo suficiente y
que nunca logrará esa aceptación social. Estas sensaciones y pensamientos generarán un
círculo vicioso. En consistencia, Oates-Johnson y Clark (2004), en una muestra con

185
estudiantes universitarias de 17 a 49 años residentes en Canadá, concluyeron que en
mujeres dietantes la percepción de sentirse rechazadas por su aspecto físico es un
predictor de malestar.
Asimismo, las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal son el factor
de riesgo de mayor peso en el modelo de este estudio, lo cual es consistente con varios
autores que consideran a estas creencias como el núcleo psicopatológico de los
trastornos alimentarios (P. J. Cooper & Fairburn, 1993; Fairburn, 2008; Rutsztein, 2009;
Vitousek & Hollon, 1990).
Por otro lado, el efecto de las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal
como factor de mantenimiento es también moderado, pero sólo directo y sin presentar
una covarianza con la necesidad de aprobación social.
En esta misma línea, Fairburn y colaboradores (2008) postulan que estas creencias
son el factor de mantenimiento nuclear de los trastornos alimentarios. Asimismo, existe
evidencia empírica que lo confirma demostrando que estas creencias generan dieta
restrictiva y atracones, sintomatología que mantiene la patología (Fairburn, Peveler,
Jones, Hope, & Doll, 1993; Fairburn, Stice, et al., 2003; Masheb & Grilo, 2008).
Se podría hipotetizar que estas creencias mantienen la patología dado que al
comenzar la dieta la persona siente que está logrando algo importante en su vida y desea
continuar haciéndolo. En la anorexia nerviosa, la experiencia de bajar de peso refuerza
este circuito (Fairburn, Shafran, & Z. Cooper, 1999). En cambio, en la bulimia nerviosa,
el fracaso en la consecución de la dieta por la aparición de los atracones genera una
sensación de fracaso personal que intensifica las creencias sobre la importancia de su
aspecto físico, el peso y la alimentación y su control (Fairburn et al., 2008).
Por otra parte, Dakanalis y colaboradores (2015), en una muestra de pacientes con
bulimia nerviosa que realizaban tratamiento en centros especializados de Italia,
explicaron que la importancia de este factor de mantenimiento también se debe a su rol
mediador entre problemas interpersonales, perfeccionismo y baja autoestima con dieta
restrictiva.
Asimismo, diversos estudios también observaron su asociación con gravedad del
trastorno por atracón (Goldschmidt et al, 2010; Grilo et al., 2009; Grilo, Masheb, &
Crosby, 2012; Harrison, Mond, Rieger, & Rodgers, 2015; Masheb & Grilo, 2008) y
peores resultados en el tratamiento del mismo (Masheb & Grilo, 2008) y de la bulimia

186
nerviosa (Fairburn et al., 1993). También, predice deterioro en el área cognitiva,
emocional e interpersonal en pacientes con trastorno alimentario adultos (18 a 62 años)
de ambos sexos de Estados Unidos (Hovrud & De Young, 2015).
Por otra parte, las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal presentan
un efecto significativo y directo sobre la internalización del ideal de delgadez, siendo
bajo en las mujeres TA y moderado en las mujeres NTA. En consistencia, Spangler
(2002), en una muestra de adolescentes (13 a 17 años) de escuelas secundarias de
California, concluyó que las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal
permiten predecir internalización del ideal de delgadez luego de 20 meses de
seguimiento.
Se podría hipotetizar que las mujeres que se valoran exclusivamente en función de
su aspecto físico y no tienen en cuenta sus características de personalidad ni habilidades,
no buscarán mejorar en relación a estos aspectos porque no los consideran importantes.
Por lo contrario, guiarán esa búsqueda en función del ideal de belleza y sólo se sentirán
conformes con ellas mismas al lograr una imagen corporal atractiva según los cánones
de la sociedad. Asimismo, en este proceso impacta la presión percibida por estas
mujeres para alcanzar el ideal de delgadez. Stice (2002) explica que la presión que
proviene de los medios de comunicación, la familia y los pares es un factor importante
que favorece la internalización del ideal de delgadez y las creencias disfuncionales
acerca de la imagen corporal.
A diferencia de lo desarrollado anteriormente, y en contraposición a lo esperado por
las hipótesis de este estudio, la internalización del ideal de delgadez y la necesidad de
aprobación social se vinculan con las ADAPIC sólo en las mujeres NTA y no en las
mujeres TA. Por lo cual, se podría hipotetizar que son factores de riesgo, pero no de
mantenimiento. En relación con la internalización del ideal de delgadez, Stice y Agras
(1998) arribaron a la misma conclusión en una investigación con nueve meses de
seguimiento y que incluyó a estudiantes mujeres entre 16 y 18 años de escuelas de
California. En cambio, no se hallaron investigaciones que estudien la necesidad de
aprobación social como factor de mantenimiento. Sin embargo, más allá de esta
variable, los estudios sobre factores de mantenimiento son escasos (Stice, 2002). Es
decir, que no se hayan encontrado investigaciones no significa que no cumpla ese rol,
sino que aún no ha sido estudiado.

187
Entre los factores de riesgo, el que se circunscribe como segundo (según su
contribución a las ADAPIC) es la internalización del ideal de delgadez. Su efecto es
directo y bajo. En esta misma línea, dos meta-análisis, concluyeron que esta variable es
uno de los factores de riesgo con mayor apoyo empírico (Stice, 2002; Stice, Ng, &
Shaw, 2010). Las investigaciones explican que esta internalización eleva el riesgo de
desarrollar un trastorno alimentario dado que genera en el sujeto el deseo de alcanzarlo
llevando a cabo comportamientos que suelen ser inadecuados (Bilukha & Utermohlen,
2001; López-Guimerà & Sánchez-Carracedo, 2010; McKnight Investigators, 2003;
Stice, 2002; J. K. Thompson & Heinberg, 1999). Por otra parte, dado que dicho ideal
suele ser casi inalcanzable por la mayoría de las mujeres (Stice, Nemeroff, & Shaw,
1996; J. K. Thompson, Heinberg, Altabe, & Tantleff-Dunn, 1999), ellas generalmente
fracasan en sus intentos y comienzan a sentir una gran insatisfacción con su imagen
corporal que retroalimenta el proceso (Culbert et al., 2009; Stice, 2001; Stice, 2002).
Por otra parte, esta internalización es un factor mediador. En eta misma línea, Stice
(2002), en un meta-análisis, concluyó que la internalización del ideal de delgadez
potencia el efecto de otros factores de riesgo. En esta misma línea, Keel y Forney
(2013), en una revisión de la literatura, explican que ciertas características de
personalidad (tales como el perfeccionismo) sólo intervienen sobre el desarrollo de un
trastorno alimentario de forma indirecta y mediadas por la internalización del ideal de
delgadez.
Sin embargo, resulta importante destacar que si bien sólo una porción del efecto de
las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal sobre las ADAPIC está
mediada por la internalización, en el caso de la necesidad de aprobación social todo su
efecto lo está. Es decir, mientras que las creencias disfuncionales acerca de la imagen
corporal pueden generar un trastorno alimentario independientemente de dicha
internalización, la necesidad de aprobación social sólo lo hace si la persona internaliza
el ideal de delgadez.
En relación con lo anteriormente desarrollado, el efecto de la necesidad de
aprobación social sobre las ADAPIC fue indirecto y extremadamente bajo. En
contraposición, varios estudios concluyeron sobre el impacto directo de la necesidad de
aprobación social sobre las actitudes y conductas relacionadas con los trastornos

188
alimentarios en población general. Sin embargo, al igual que en este estudio, todos
coinciden que el mismo es bajo.
Kiyotaki y Yokohama (2006) realizaron una investigación con estudiantes
universitarias mujeres de la carrera de Psicología de dos universidades de Japón. Los
autores observaron que la necesidad de aprobación social es un buen predictor de
actitudes y conductas relacionadas con los trastornos alimentarios (Eating Attitudes
Test-26). También hallaron que correlacionan de forma significativa, positiva y baja.
Por otra parte, Mukai y colaboradores (1998) llevaron a cabo un estudio con
estudiantes mujeres de dos universidades públicas (una de Japón y otra de Estados
Unidos). Si bien en ambos países la necesidad de aprobación social se vincula con
insatisfacción corporal (de forma significativa, positiva y baja), en las estudiantes
norteamericanas esa variable no se relaciona con actitudes y conductas relacionadas con
los trastornos alimentarios (Eating Attitudes Test-26). En cambio, en las estudiantes
japonesas lo hace de forma significativa, positiva y baja. Asimismo, se halló que esa
variable es un buen predictor de actitudes y conductas relacionadas con los trastornos
alimentarios, a diferencia de Estados Unidos en donde no lo fue.
Este resultado del estudio de Mukai y colaboradores (1998) es controversial, dado
que otros autores (Pedlow & Niemeier, 2013), en estudiantes universitarios de ese
mismo país, encontraron resultados opuestos. Dichos autores concluyeron que, tanto en
hombres como en mujeres, la necesidad de aprobación social se vincula con las
actitudes y conductas relacionadas con los trastornos alimentarios (Eating Disorder
Examination Questionnaire). Dicho vínculo fue directo e indirecto (mediado por la
insatisfacción corporal y la utilización de la comida como mecanismo de regulación
emocional). Asimismo, la necesidad de aprobación social es un buen predictor de dicha
variables mediadoras. Por otro lado, otras investigaciones también encuentran su
vínculo con insatisfacción de la imagen corporal y conductas alimentarias inadecuadas
tales como una dieta muy restrictiva (Garner, Olmstead, Polivy, & Garfinkel, 1984;
Striegel-Moore et al., 1993).
En este estudio, tal como se detalló anteriormente, la necesidad de aprobación
social presentó una covarianza con las creencias disfuncionales acerca de la imagen
corporal. A la luz de los resultados, se podría hipotetizar que las mujeres con elevada
necesidad de aprobación social comienzan a realizar diferentes conductas para bajar de

189
peso dado que temen una evaluación social negativa. Sin embargo, resulta importante
destacar que sólo utilizan a su imagen corporal como herramienta de aceptación quienes
consideran que la misma es muy importante en su vida y quienes han internalizado el
ideal de delgadez.
Por otra parte, la necesidad de aprobación social presenta un efecto significativo y
directo sobre la internalización del ideal de delgadez, pero de intensidad baja. De este
modo, la necesidad de aprobación social se transforma en una variable relevante para
explicar, en parte, el motivo por el cual ciertas mujeres son más vulnerables a
internalizar el ideal de delgadez. En un intento por complacer a los demás y evitar el
rechazo, las mujeres con mayor necesidad de aprobación social serán más receptivas a
los ideales de belleza y llevarán cabo las conductas para alcanzarlos.
Para finalizar, se concluye que tanto las creencias disfuncionales acerca de la
imagen corporal como la internalización del ideal de delgadez son factores de riesgo
directos de las ADAPIC. Sin embargo, dichas creencias provocan un efecto moderado,
mientras que el efecto de la internalización del ideal de delgadez es bajo. A diferencia
de esos dos factores, la necesidad de aprobación social sólo contribuye a su desarrollo
de forma indirecta y con una intensidad extremadamente baja. Asimismo, las creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal y la necesidad de aprobación social
covarían. Por otra parte, de las variables anteriormente mencionadas, sólo las creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal son un factor de mantenimiento (de
intensidad moderada). Por último, se observó que su contribución al mantenimiento de
las ADAPIC es mayor que su contribución al desarrollo de las mismas.
En función de los hallazgos, la hipótesis propuesta por esta tesis sobre la asociación
entre las variables se confirmó en parte. En las mujeres TA únicamente se observó una
relación de las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal con la
internalización del ideal de delgadez y las ADAPIC. En cambio, en las mujeres NTA se
confirmaron todas las relaciones establecidas menos la que vincula a la necesidad de
aprobación social con las ADAPIC de forma directa.

190
Capítulo 6. Conclusión general

En este capítulo final se sintetizan las conclusiones a las que se arribó tras la
discusión de los resultados de esta tesis. También, se delimitan posibles líneas futuras
de investigación que se desprenden de este estudio. Luego, se presentan las implicancias
que los resultados pueden tener en el ámbito de la detección, prevención e intervención.
Por último, se detallan las limitaciones del estudio.

6. 1. Conclusión

Los principales hallazgos de este estudio dan cuenta de la presencia de creencias


disfuncionales acerca de la imagen corporal, internalización del ideal de delgadez y
necesidad de aprobación social en mujeres con trastorno alimentario, siendo
características que las diferencian de las mujeres sin trastorno (quienes presentaron
puntajes significativamente menores).
Por otro lado, se ha observado el modo en el cual estas características se relacionan
con ADAPIC. En las mujeres con trastorno alimentario, sólo las creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal se vincularon con ADAPIC y lo hicieron de
forma directa, con intensidad moderada y sin presentar una covarianza con la necesidad
de aprobación social. Estos resultados son consistentes con la literatura especializada
que plantea su rol como núcleo psicopatológico de los trastornos alimentarios (P. J.
Cooper & Fairburn, 1993; Fairburn, 2008; Rutsztein, 2009; Vitousek & Hollon, 1990) y
principal factor de mantenimiento (Fairburn, Z. Cooper, et al., 2003; Fairburn, Stice, et
al., 2003; Masheb & Grilo, 2008).
En cambio, en las mujeres sin trastorno, se halló que las creencias disfuncionales
acerca de la imagen corporal y la internalización del ideal de delgadez se vincularon con
ADAPIC de un modo directo, pero con diferente intensidad (moderada y baja,
respectivamente). Asimismo, las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal
también se vincularon de una forma indirecta y mediada por la internalización del ideal
de delgadez. En contraposición, la necesidad de aprobación social sólo se relacionó de
forma indirecta (vía internalización del ideal de delgadez) y con una intensidad

191
extremadamente baja. Por último, cabe destacar la existencia de una covarianza entre
creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal y necesidad de aprobación social.
Los resultados anteriormente descriptos sugieren que dichas variables podrían
funcionar como factores de riesgo para el desarrollo de un trastorno alimentario. Por lo
cual, se podría hipotetizar que una mujer que considera que su aspecto físico es su única
herramienta para alcanzar el éxito y/o que ha internalizado el ideal de delgadez
comenzará a realizar diferentes conductas que la ponen en riesgo de desarrollar un
trastorno alimentario. Este riesgo es mayor en mujeres que sólo presentan creencias
disfuncionales acerca de la imagen corporal, en comparación con mujeres que sólo
presentan internalización del ideal de delgadez. Por otra parte, si una mujer presenta una
exagerada necesidad de aprobación social también se encontrará en riesgo, pero sólo si
esta necesidad se combina con creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal e
internalización del ideal de delgadez.
En consistencia con los hallazgos de esta tesis, la literatura especializada ha
concluido que dichas variables psicológicas predicen insatisfacción corporal, conductas
compensatorias inadecuadas para bajar de peso, atracones y trastorno alimentario (M. J.
Cooper, 1997; Kiyotaki & Yokohama, 2006; Loth et al., 2014; Mukai et al., 1998;
Pedlow & Niemeier, 2013; Spangler, 2002; Stice, 2002; Stice et al., 2010; Vitousek,
1996).
En relación con la insatisfacción corporal, tanto a partir del enfoque cuantitativo
como cualitativo de este estudio, se pudo concluir que la misma está presente en ambos
grupos. Sin embargo, en las mujeres con trastorno alimentario es más intensa. Este
fenómeno es consistente con otras investigaciones (Coker & Abraham, 2014;
Matthiasdottir et al., 2012) y se podría deber al hecho de que, en las mujeres con
trastorno, el ideal corporal se encuentra más alejado del cuerpo percibido. Asimismo,
ellas se consideran más gordas de lo que están. En esta misma línea, si bien en ambos
grupos aparecieron creencias a partir de las cuales las participantes se definían como
“gorda” o planteaban “tengo que adelgazar”, las mismas fueron significativamente más
frecuentes en las mujeres con trastorno. En cambio, en las mujeres sin patología la
creencia más prevalente fue “Estoy conforme, pero me gustaría adelgazar”. Una futura
línea de investigación podría indagar sobre el momento en el cual comenzaron a
construirse estas creencias y los circuitos que favorecieron su desarrollo.

192
Por otra parte, también se halló que significativamente más mujeres con trastorno
consideran que su aspecto físico es muy importante en su vida. Además, en ese grupo se
observó que el sentirse gordas las define como persona e impacta más en su estado de
ánimo generándoles un gran malestar.
Algunas mujeres comienzan a realizar conductas para bajar de peso con el fin de
mitigar dicho malestar (M. J. Cooper et al., 1998; Grilo et al., 2001; Hartmann, et al.,
2015; Hayaki, 2009; Heatherton & Baumeister, 1991; Turner & M. Cooper, 2002). Sin
embargo, diversos autores explican que las pacientes suelen sentir que fracasan en esos
intentos porque las reglas que establecen para controlar su alimentación son muy rígidas
y difíciles de sostener (Fairburn et al., 2008). Asimismo, el ideal corporal que se
proponen como meta suele ser muy difícil de alcanzar aunque cumplan con las reglas de
manera estricta (Stice et al., 1996; J. K. Thompson et al., 1999). Esta sensación de
fracaso genera insatisfacción corporal (Culbert et al., 2009; Stice, 2001; Stice, 2002) y
sensaciones negativas que nuevamente intentaran controlar (Turner & M. Cooper,
2002). De este modo, se retroalimenta el circulo vicioso y la patología se mantiene,
intensifica y cronifica.
En relación con la realización de conductas compensatorias inadecuadas para bajar
de peso, en las mujeres con trastorno se observó la presencia de conductas purgativas en
casi la mitad de la muestra. En cambio, ninguna de las mujeres sin trastorno las había
llevado a cabo. Sin embargo, existen otras conductas que son compartidas entre las
mujeres con y sin patología. Pero, entre las mujeres con trastorno estas conductas fueron
significativamente más prevalentes. El 68.2% de las mujeres con trastorno realizó dieta
para adelgazar, el 54.5% ayuno y el 21.2% ejercicio físico excesivo. En cambio, en las
mujeres sin trastorno esos porcentajes fueron 22.3%, 7% y 1.7%, respectivamente.
En ambos grupos, el porcentaje de conductas para bajar de peso es mayor al
porcentaje de mujeres con sobrepeso u obesidad (24.3% en las mujeres con patología y
11.8% en las mujeres sin patología). El hecho de encontrar estas conductas entre las
mujeres con trastorno es esperado dado que son parte de su sintomatología, pero su
presencia en mujeres sin trastorno debe ser analizada.
Por un lado, se puede considerar a estas mujeres en riesgo de desarrollar a futuro un
trastorno alimentario dado que algunas investigaciones definen a estas conductas como
de alto riesgo y predictoras potentes de trastorno alimentario (Fairburn et al., 2008;

193
Forbush & Hunt, 2014; Neumark-Sztainer et al., 2011; Suárez González & Vaz Leal,
2003).
En contraposición, algunos meta-ánalisis plantean que como estas conductas han
sido muy prevalentes en mujeres sin trastorno no permitirían discriminar
adecuadamente entre los dos grupos (Stice, 2002; Stice et al., 2010). Es decir, que por sí
solas no podrían dar cuenta de que una persona presenta un trastorno alimentario o que
estaría en riesgo. Entonces, ellas requieren la combinación con otros factores para poner
en riesgo a una persona de desarrollar un trastorno alimentario. En esta misma línea, la
literatura especializada coincide que en esta patología se entrecruzan factores biológico-
genéticos, psicológicos, familiares y socioculturales (Garner & Keiper, 2010).

6. 2. Implicancias

En primer lugar, se debe destacar que la International Test Comision (2005) plantea
la necesidad de contar con instrumentos de evaluación traducidos y adaptados al medio
sociocultural en el cual se utilicen. Por lo cual, la adaptación y validación del BASS,
SATAQ-3 y RMLAM redundará en beneficios tanto en la detección y diagnóstico de
los trastornos alimentarios así como también en su tratamiento. En el área clínica es
muy importante intervenir con instrumentos adaptados que tengan en cuenta las
particularidades de la cultura de los pacientes y sus creencias. Como línea futura de
investigación se puede plantear el estudio de la estructura factorial del BAAS, SATAQ-
3 y RMLAM en hombres y en diferentes edades (incluyendo la adolescencia).
Asimismo, llevar a cabo un análisis factorial confirmatorio.
En segundo lugar, Stice (2002) explica que es importante estudiar tanto los factores
de riesgo como los de mantenimiento dado que los primeros permiten diseñar
programas de prevención y los segundos mejorar los dispositivos de intervención.
En relación con los factores de riesgo, los resultados de este estudio sugieren la
necesidad de incorporar el abordaje de diversas variables psicológicas en las tareas
preventivas: creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal, necesidad de
aprobación social e internalización del ideal de delgadez.
En los programas de prevención, sería interesante que se incluyan actividades que
les permitan a las mujeres reflexionar sobre las diferentes habilidades y características

194
mediante las que pueden ser valoradas por los otros y por ellas mismas. En segundo
lugar, se podría llevar a cabo un entrenamiento en habilidades de comunicación y
sociales con el fin de mejorar los vínculos interpersonales y reducir la ansiedad por
complacer a los demás y evitar el rechazo. En tercer lugar, se podría llevar a cabo una
alfabetización en medios con el propósito de generar una mirada crítica hacia los ideales
de belleza transmitidos por los medios de comunicación y reforzados por la familia y
los amigos. Asimismo, enseñar estrategias para hacer frente a la presión para alcanzar
dichos ideales.
Por otra parte, en los programas de prevención también se podría evaluar el nivel de
agrado que presentan las mujeres hacia su imagen corporal y generar estrategias con el
fin de promover la aceptación de la misma. En cuanto a este punto, las mujeres
universitarias sin trastorno alimentario manifiestan que desean ser significativamente
más delgadas. Sin embargo, un aspecto positivo es que un gran porcentaje de las
mujeres insatisfechas sienten agrado por alguna otra parte de su cuerpo. Sería
interesante poder realizar alguna actividad con el fin de poder incrementar esa
satisfacción y que la misma funcione como factor protector.
Por otra parte, además de las estrategias orientadas hacia las variables psicológicas
también se podría incluir un componente que trabaje con conductas alimentarias y de
actividad física saludables. Los conocimientos transmitidos en esta área serán valorados
por estas mujeres dado que algunas de ellas, en el estudio cualitativo, manifestaron el
deseo de cuidar su cuerpo y llevar a cabo una vida saludable. Además, sería de utilidad
dado que se observó que el 22.3% de las mujeres universitarias sin trastorno alimentario
llevan a cabo dietas, el 7% ayuno y el 1.7% ejercicio físico excesivo. Cabe destacar que
varias de dichas mujeres llevan a cabo esas conductas presentando un IMC declarado
menor a 25, es decir que no necesitarían bajar de peso por cuestiones de salud.
Asimismo, el ayuno no es una conducta recomendada ni siquiera en personas que deben
bajar de peso, debido a las graves consecuencias que trae aparejadas.
Otra de las implicancias de este estudio se relaciona con el hecho de que las
variables anteriormente mencionadas serán útiles para identificar grupos de alto riesgo.
Esta posibilidad impacta positivamente en la detección de esta patología y, a su vez,
permite seleccionar los sujetos que pueden participar de programas de prevención
selectivos. Esta parece ser una aplicación importante dada la tendencia de los programas

195
de prevención a generar los mayores beneficios para las personas con elevado riesgo y
porque los de tipo selectivo son los más eficaces para este fin (Stice et al., 2010).
En relación con el tratamiento de los trastornos alimentarios, los hallazgos dan
cuenta de que el mismo debería abordar las conductas compensatorias inadecuadas (que
fueron muy prevalentes en esta muestra) y las actitudes disfuncionales respecto a la
alimentación, el peso y la imagen corporal. Asimismo, ciertas características
importantes de las mujeres con esta patología: 1) elevada insatisfacción corporal, 2)
temor a engordar, 3) distorsión de la imagen corporal, 4) focalización en los medios de
comunicación para obtener información sobre lo que implica tener un cuerpo atractivo,
5) percepción de la presión por alcanzar el modelo de belleza, 6) internalización del
ideal de delgadez y de un cuerpo atlético, 7) necesidad de aprobación social y 8)
creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal.
Considerando el abordaje de todas las características anteriormente detalladas,
resulta fundamental que el tratamiento se focalice en las creencias disfuncionales acerca
de la imagen corporal, dado su importante rol como factor de mantenimiento.
Asimismo, el tratamiento podría brindar estrategias de regulación emocional que le
permitan a las pacientes afrontar el malestar frente a su imagen corporal de un modo
adecuado (es decir, sin recurrir a conductas disfuncionales que retroalimenten el
circuito).
Además, los resultados del enfoque cualitativo de este estudio indican que las
intervenciones deberían estar orientadas a que las pacientes puedan valorar diferentes
habilidades y características que poseen. Este cambio en las fuentes de valoración les
permitirá redescubrirse y reconstruir su identidad en función de ellas. Este cambio
también podría facilitar que no se focalicen únicamente en su imagen corporal para
evaluar su valor como persona. En relación con este tema una paciente en remisión
parcial explicó que “…Hacer terapia me ayudó (y también distintas cosas que me
pasaron en la vida) a darme cuenta que uno vale más que por lo físico…”.
Por otro lado, se podrían incorporar estrategias que les permitan a las pacientes
aceptar su imagen corporal, lo cual podría generar un descenso en su insatisfacción y la
decisión de no realizar más conductas inapropiadas para bajar de peso. La paciente
anteriormente citada también manifestó “…trato de quererme como soy ya que la
búsqueda del cuerpo perfecto (el cual me llevó su tiempo darme cuenta que no existe)

196
me llevó a perderme a mí misma y a olvidar las cosas importantes de la vida…”. Se
podría hipotetizar que en la recuperación de esta paciente varias cuestiones fueron
fundamentales: 1) el tratamiento, 2) la experiencia en la vida, 3) una postura crítica
sobre la idea social acerca de la existencia de un cuerpo perfecto que se convierte en
ideal de belleza y determina el modelo corporal a alcanzar, 4) descubrir características
positivas de ella misma, 5) definir otras áreas para evaluar su valor como persona más
allá de su imagen corporal, y 6) aceptar su cuerpo tal como es. Pareciera que estas
cuestiones facilitaron la conciencia de enfermedad y la motivaron a realizar el cambio
necesario para recuperarse.
En consistencia con lo detallado anteriormente, Sevillano (2001) plantea que el
terapeuta debe tener en cuenta tres aspectos fundamentales que facilitaran el
compromiso de los pacientes con el tratamiento: 1) conciencia de enfermedad, 2)
relación terapéutica y 3) motivación para el cambio. Por otra parte, en este estudio, otra
paciente hizo hincapié en la importancia de contar con un entorno social contenedor
(“…intento recibir los “estímulos” positivos respecto a mi físico de mi novio, familia,
amigos, etc...”). Este fenómeno demuestra la importancia de incluir en el tratamiento a
personas significativas que apoyen y ayuden a los pacientes en el proceso de cambio.
Para finalizar, Cruzat y colaboradores (2010) destaca que para lograr ese cambio el
tratamiento debería: 1) centrarse en el logro del bienestar biopsicosocial de los
pacientes, 2) asignarles un rol activo para que se sientan responsables del proceso
terapéutico y 3) desarrollar un vínculo cálido que genere confianza mutua.

6. 3. Limitaciones del estudio

Se puede señalar como primera limitación el haber utilizado una muestra no


probabilística, en la cual la población general está representada únicamente por
estudiantes universitarias de la carrera de Psicología (una universidad pública y dos
privadas). Asimismo, la población clínica incluyó sólo dos instituciones (una pública y
otra privada), cuyas autoridades permitieron llevar a cabo el estudio en ellas. Por dicho
motivo, la generalización de los resultados es limitada y se requieren más
investigaciones que incluyan otras muestras mediante las cuales se puedan confirmar los
hallazgos de este estudio.

197
En segundo lugar, al igual que en diferentes estudios en población adulta, en cada
una de las muestras (mujeres con y sin trastorno) se incluyeron participantes de 18 a 34
años. Resulta interesante, como futura línea de investigación, generar diferentes grupos
etarios con el fin de conocer el comportamiento de los fenómenos estudiados en las
submuestras. También, se podrían incluir participantes adolescentes.
Por otra parte, en el estudio cualitativo no todas las participantes respondieron las
dos preguntas sobre su aspecto físico dado que las mismas se agregaron luego de
haberse iniciado el trabajo de campo. Asimismo, hubiese sido más enriquecedor poder
abordar este tema en entrevistas en profundidad. Sin embargo, los hallazgos resultaron
interesantes y demuestran la necesidad de continuar con este trabajo como línea futura
de investigación.
Finalmente, hay que destacar que si bien se utilizó un análisis de senderos con el fin
de evaluar la bondad de ajuste de un modelo que vincula las variables de este estudio, el
mismo tiene alcance exploratorio dado que entre la propuesta inicial y la final se
realizaron modificaciones. Por este motivo, se requiere que se utilice otra muestra para
confirmar los resultados de este estudio.
Asimismo, como línea futura de investigación, se podría llevar a cabo un estudio
longitudinal con el fin de poder confirmar que cada una de las variables estudiadas
precede a las ADAPIC. Dicho estudio longitudinal, también permitirá generar hipótesis
causales y, de este modo, aportar mayor apoyo empírico al rol de esas variables como
factores de riesgo y de mantenimiento. Asimismo, se podrían incorporar otras variables
relevantes que permitan aumentar la varianza explicada de cada uno de los modelos
brindando mayor explicación sobre el fenómeno de los trastornos alimentarios

Por último, se puede concluir que la presente investigación ha permitido aportar


nuevos conocimientos al estudio de los trastornos alimentarios en mujeres jóvenes
pertenecientes a población clínica y general de la Ciudad de Buenos Aires. Como paso
inicial se llevó a cabo la adaptación y validación de tres instrumentos psicométricos
utilizados internacionalmente para el estudio de factores de riesgo y mantenimiento de
los trastornos alimentarios. De este modo, permitió contar con herramientas adaptadas a
nuestra población que facilitan tanto la detección como el estudio de estos factores.

198
Posteriormente, se comparó a mujeres con y sin patología y se establecieron
modelos que vinculan las variables estudiadas. A partir de dichos análisis, se concluyó
sobre la importancia de las creencias disfuncionales acerca de la imagen corporal, la
internalización del ideal de delgadez y la necesidad de aprobación social en los
trastornos alimentarios y sobre su rol como factores de riesgo y de mantenimiento. Los
hallazgos redundarán en beneficios en los dispositivos de detección, prevención e
intervención de estas patologías. A futuro, se espera que estos conocimientos se
enriquezcan con la posibilidad de agregar otras variables y ampliar la muestra
incluyendo mujeres adolescentes y jóvenes de otras zonas del país.

199
IV. BIBLIOGRAFÍA

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232
V. ANEXOS

233
Anexo 1. Consentimiento informado
En el caso de las pacientes no se solicitó los datos de contacto dado que la entrevista
diagnóstica se realizó antes de completar los cuestionarios autoadministrados.

CONSENTIMIENTO INFORMADO

Un equipo de profesionales de la Facultad de Psicología de la Universidad de


Buenos Aires y del CONICET estamos realizando una investigación con el objetivo de
conocer algunos aspectos relacionados con la salud, tales como hábitos alimentarios e
imagen corporal.

El cuestionario que te pedimos que completes evalúa una variedad de actitudes,


sentimientos y conductas. Se trata de un instrumento estandarizado que ha sido
completado por miles de personas en diferentes partes del mundo y estamos
adaptándolo para usarlo en nuestro país. Algunos de los ítems del cuestionario se
relacionan con la comida o la alimentación. Otros, preguntan sobre los sentimientos que
experimentás hacia vos mismo/a.

No hay respuestas correctas o incorrectas, por lo tanto intentá ser totalmente


sincero/a.

La información brindada ES ABSOLUTAMENTE CONFIDENCIAL. Una vez


completado el cuestionario se le asignará un número. La lista que identifique cada
número con el nombre del participante será guardada en sobre cerrado. Este sobre será
abierto únicamente por quien dirige esta investigación y sólo en el caso de ser
necesario. Tu colaboración es VOLUNTARIA.

Si estás de acuerdo, te solicitamos que firmes el consentimiento que aparece más


abajo. También te pedimos que agregues tu dirección de correo electrónico y/o número
de teléfono con el fin de contactarte para una posible entrevista (sólo en el caso de
considerarla necesaria, en función del análisis de los datos recabados). Gracias por tu
valiosa colaboración!

234
Al firmar este consentimiento acepto participar voluntariamente en esta investigación.

Se me informa que:
o en cualquier momento puedo desistir de participar y retirarme de la
investigación
o se resguardará mi identidad como participante y se tomarán los recaudos
necesarios para garantizar la confidencialidad de mis datos personales.
o antes de participar se me brindará toda la información que sea posible sobre los
procedimientos y objetivos de la investigación, pudiendo efectuar cualquier
pregunta que considere pertinente. Esa información también podrá ser ampliada,
una vez concluida mi participación. Con este fin, te podes contactar con la Lic.
Brenda Murawski (bmurawski@psi.uba.ar).
o una vez analizados los datos, autorizo al equipo a contactarme para acordar una
entrevista, en el caso que sea necesario.

Fecha:……………………………………...……………..

Firma:..........................................................................
Aclaración: ..................................................................
DNI:………………………………………………………..

Dirección de e-mail:………………………………………
Nº de teléfono: ……………………………………………

¡Muchas gracias por tu colaboración!

235
Anexo 2. Cuestionario sociodemográfico y de sintomatología específica de trastorno
alimentario -versión pacientes- (Rutsztein et al., 2010).
http://www.scielo.org.co/pdf/rcp/v39n2/v39n2a08.pdf

Fecha de la encuesta:…………………... Protocolo N°:

1- Sexo: Femenino

2- Edad:……… años.

3- Fecha de Nacimiento: Nací el…………………….de………………..de 19………

4- Lugar de Nacimiento:
Pueblo o ciudad:…………….. Provincia:…………………… País:…………………

5- Lugar de Residencia:
Pueblo o ciudad:…………… Provincia:…………………… País:…………………

6- Estado Civil:

Casado/a-
Separado/a-

7- ¿Tenés hijos?

Sí………...…….. ¿Cuántos?...………..

8- ¿Cuál es el nivel de estudios más alto que alcanzaste?

Educa

236
9- Ocupación actual: (Podés marcar más de una opción)
Trabajo tiempo completo……………..……
¿De qué trabajas?

Colaboro en un emprendimiento f

¿Qué estudias?...…………….......
¿Cuál/es?...……………................

10- ¿Sos el principal sostén de familia?

Sí……………….

11- ¿Con qué personas compartís la casa donde vivís?


Si vivís en más de una casa, respondé teniendo en cuenta la casa donde pasás mayor
cantidad de días en la semana. (Marcá con una cruz todos los cuadros
correspondientes).

Pareja (mar

¿Quién/es?...………
Con nadie, vivís solo/a……..………….................

12- SI NO VIVÍS SOLO/A, ¿cuántas personas son, incluyéndote a vos, en la casa


donde vivís?
Somos………..personas

237
13- ¿Cómo definirías el nivel socio-económico al que pertenecés?

Medio...

14- ¿Hace cuánto tiempo iniciaste este tratamiento por tu problemática


alimentaria?
(en días, semanas, meses o años) ………………………………………………………..

15- Por favor, describí brevemente tu problemática alimentaria actual, dentro del
cuadro.

16- Vinculado con tu problemática alimentaria:

Actualmente,…

a. ¿estás en tratamiento psicoterapéutico?

Sí………………. ¿Hace cuánto tiempo? …..semanas, …..meses o …..años

b. ¿estás en tratamiento nutricional?

Sí………………. ¿Hace cuánto tiempo? …..semanas, …..meses o …..años

c. ¿estás en tratamiento médico-clínico?

Sí………………. ¿Hace cuánto tiempo? …..semanas, …..meses o …..años

238
d. ¿estás tomando psicofármacos?

Sí………………. ¿Hace cuánto tiempo? …..semanas, …..meses o …..años


¿Cuál/es?...............................................................................

e. ¿estás realizando algún otro tratamiento?

Sí………………. ¿Hace cuánto tiempo? …..semanas, …..meses o …..años


¿Cuál/es?...............................................................................
¿Hace cuánto tiempo cada uno?
.........semanas, .........meses o .........años
.........semanas, .........meses o .........años

17- ¿Estuviste anteriormente en tratamiento por tu problemática alimentaria?


 Si respondiste “No”, pasa a la pregunta 18.
Sí……………….  Si respondiste “Sí”, por favor, contesta este recuadro.

Responder sólo si respondiste “Sí”

I- ¿Cuántos tratamientos realizaste? ……………...

II- ¿A cuántos de ellos los realizaste con un equipo especializado (con médico/a y
psicoterapeuta)? ……………...

18- Alguna vez, ¿estuviste en algún hospital de día debido a tu problemática


alimentaria?

Sí……………….

19- Alguna vez, ¿estuviste internado/a debido a tu problemática alimentaria?

Sí……………….
239
20- Actualmente, ¿cuánto creés que pesás sin zapatos y con poca ropa?
Peso………..kilos.

21- ¿Cuánto te gustaría pesar?


Me gustaría pesar.................kilos.

22- Actualmente ¿cuánto creés que medís sin zapatos?


Mido…………………metros.

23- ¿Seguiste EN LOS ULTIMOS 12 MESES alguna dieta especial o has realizado
modificaciones a tu dieta habitual?

Sí, por enfermedad…


Si respondiste “Sí, para adelgazar”, contesta este recuadro.
Si no, pasa a la pregunta 24.
¿Cuál/es?...……………....

Responder sólo si contestaste “Sí, para adelgazar” en la pregunta anterior

A- En los últimos 12 meses, cuando realizaste dieta para adelgazar,


¿consultaste con un profesional?

Sí……………….

B- En los últimos 12 meses, ¿bajaste 5 kilos o más por hacer dieta para
adelgazar?

Sí……………….

C- ¿Qué edad tenías la primera vez que comenzaste a hacer dieta debido a la
preocupación por la figura o el peso?
………………años.

240
24- ¿Cómo te ves a vos mismo/a?

Considero q

25- En promedio, DURANTE LOS ÚLTIMOS 3 MESES, ¿con qué frecuencia....


Marcá con una cruz.
Una 2-3 2-3 4-6 Una
Una
vez al veces veces veces vez al
Nunca vez a la
mes o por por por día o
semana
menos mes semana semana mas
1. ingeriste grandes cantidades
de comida sintiendo que
perdías el control (atracón)?
0 1 2 3 4 5 6
(No incluyas cantidades
normales que hubieras
preferido no comer).
2. realizaste actividad física por
una hora o más para intentar
bajar/mantener tu peso?
0 1 2 3 4 5 6
(Incluye ir a caminar, andar
en bicicleta, etc.)
3.
4. te provocaste vómitos para
intentar bajar/mantener tu
peso o liberarte de la comida 0 1 2 3 4 5 6
ingerida?

5. tomaste laxantes para


intentar bajar/mantener tu
peso o liberarte de la comida
0 1 2 3 4 5 6
ingerida?

6. tomaste diuréticos para


intentar bajar/mantener tu
peso? 0 1 2 3 4 5 6

241
Una 2-3 2-3 4-6 Una
Una
vez al veces veces veces vez al
Nunca vez a la
mes o por por por día o
semana
menos mes semana semana mas
6. tomaste pastillas para
adelgazar?

0 1 2 3 4 5 6

7. trataste no comer nada


durante 8 horas o más para
intentar bajar/mantener tu
peso? (En general, a los 0 1 2 3 4 5 6
líquidos no se los considera
alimentos; a sopas, licuados y
batidos sí).
8. sentiste temor a aumentar de
peso o engordar?

0 1 2 3 4 5 6

242
Anexo 3. Cuestionario sociodemográfico y de sintomatología específica de trastorno
alimentario -versión estudiantes- (Rutsztein, Murawski, Elizathe, & Scappatura,
2010).
http://journals.iztacala.unam.mx/index.php/amta/article/view/6

Fecha de la encuesta:……………………………. Protocolo N°:

1- Sexo: Femenino

2- Edad:……… años.

3- Fecha de Nacimiento: Nací el…………………….de………………..de 19………

4- Lugar de Nacimiento:
Pueblo o ciudad:…………….. Provincia:…………………… País:…………………

5- Lugar de Residencia:
Pueblo o ciudad:…………… Provincia:…………………… País:…………………

6- Estado Civil:

Casado/a-
Separado/a-

7- ¿Tenés hijos?

Sí………...…….. ¿Cuántos?...………..

8- ¿Cuál es el nivel de estudios más alto que alcanzaste?

Educación primaria

Educación terciaria o universitaria sin finaliz

243
9- Ocupación actual: (Podés marcar más de una opción)

¿De qué trabajas?

Realizo los quehaceres domésticos.....


¿Qué estudias?...…………….......
¿Cuál/es?...……………................

10- ¿Sos el principal sostén de familia?

Sí……………….

11- ¿Con qué personas compartís la casa donde vivís?


Si vivís en más de una casa, respondé teniendo en cuenta la casa donde pasás mayor
cantidad de días en la semana. (Marcá con una cruz todos los cuadros
correspondientes).

Madre………………………

Amigos/as…..................................
¿Quién/es?...………

12- SI NO VIVÍS SOLO/A, ¿cuántas personas son, incluyéndote a vos, en la casa


donde vivís?
Somos………..personas

244
13- ¿Cómo definirías el nivel socio-económico al que pertenecés?

14- Actualmente, ¿cuánto creés que pesás sin zapatos y con poca ropa?
Peso………..kilos.

15- ¿Cuánto te gustaría pesar?


Me gustaría pesar.................kilos.

16- Actualmente ¿cuánto creés que medís sin zapatos?


Mido…………………metros.

17- ¿Seguiste EN LOS ULTIMOS 12 MESES alguna dieta especial o has realizado
modificaciones a tu dieta habitual?

Si respondiste “Sí, para adelgazar”, contesta este recuadro.


Si no, pasa a la pregunta 18.
¿Cuál/es?...……………....

Responder sólo si contestaste “Sí, para adelgazar” en la pregunta anterior

A- En los últimos 12 meses, cuando realizaste dieta para adelgazar,


¿consultaste con un profesional?

Sí……………….

B- En los últimos 12 meses, ¿bajaste 5 kilos o más por hacer dieta para
adelgazar?

Sí……………….

245
C- ¿Qué edad tenías la primera vez que comenzaste a hacer dieta debido a la
preocupación por la figura o el peso?
………………años.

18- ¿Cómo te ves a vos mismo/a?

Considero que ten

19- En promedio, DURANTE LOS ÚLTIMOS 3 MESES, ¿con qué frecuencia....


Marcá con una cruz.
Una 2-3 2-3 4-6 Una
Una
vez al veces veces veces vez al
Nunca vez a la
mes o por por por día o
semana
menos mes semana semana mas
1. ingeriste grandes cantidades
de comida sintiendo que perdías
el control (atracón)? (No incluyas 0 1 2 3 4 5 6
cantidades normales que
hubieras preferido no comer).
2. realizaste actividad física por
una hora o más para intentar
bajar/mantener tu peso? 0 1 2 3 4 5 6
(Incluye ir a caminar, andar en
bicicleta, etc.)
3. te provocaste vómitos para
intentar bajar/mantener tu peso 0 1 2 3 4 5 6
o liberarte de la comida ingerida?
4. tomaste laxantes para
intentar bajar/mantener tu peso 0 1 2 3 4 5 6
o liberarte de la comida ingerida?
5. tomaste diuréticos para
intentar bajar/mantener tu
0 1 2 3 4 5 6
peso?

246
Una 2-3 2-3 4-6 Una
Una
vez al veces veces veces vez al
Nunca vez a la
mes o por por por día o
semana
menos mes semana semana mas
6. tomaste pastillas para
adelgazar? 0 1 2 3 4 5 6

7. trataste no comer nada


durante 8 horas o más para
intentar bajar/mantener tu
peso? (En general, a los 0 1 2 3 4 5 6
líquidos no se los considera
alimentos; a sopas, licuados y
batidos sí).
8. sentiste temor a aumentar de
peso o engordar? 0 1 2 3 4 5 6

20- ¿Tuviste alguna vez o tenés algún problema alimentario (anorexia, bulimia,
trastorno por atracón, obesidad)?
 Si respondiste “No”, pasa a la próxima parte.
Sí…………….  Si respondiste “Sí”, por favor, contesta este recuadro.

Responder sólo si contestaste “Sí”

A- Respecto a tu problemática alimentaria:

I- Por favor, describíla brevemente:


………………………………………………………………………………..……………
………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………..

II- ¿Desde cuándo? (mes y año):……………………………………………………..

III- ¿Hasta cuándo? (mes y año):……………………………………………………..

247
B- ¿Estás actualmente en tratamiento por tu problemática alimentaria?
 Si respondiste “No”, pasa a la pregunta C.
Sí……………….  Si respondiste “Sí”, contesta lo siguiente:

I- ¿Qué tipo de tratamiento haces actualmente? (Podés marcar más de una


opción).

Tratamiento nutr
Tratamiento médico-clínico

¿Cuál/es?...……………....

II- ¿Desde cuándo cada uno? (mes y año):…………………………………………


……………………………………………………………………………………………..
………………………………………………………………………………………………

C- ¿Estuviste anteriormente en tratamiento por tu problemática alimentaria?


 Si respondiste “No”, pasa a la pregunta D.
Sí……………….  Si respondiste “Sí”, contesta lo siguiente:

I- ¿Cuántos tratamientos realizaste?

……………...

II- ¿A cuántos de ellos los realizaste con un equipo interdisciplinario


especializado (con médico/a y psicoterapeuta)?

……………...

D- ¿Estuviste en algún hospital de día alguna vez debido a tu problemática


alimentaria?

Sí……………….

E.- ¿Estuviste internado/a alguna vez debido a tu problemática alimentaria?

Sí……………….

248
Anexo 4. Contour Drawing Rating Scale (CDRS; M. A. Thompson & Gray, 1995;
validación argentina: Rutsztein et al., 2009)

- Colocá la letra “A” debajo de la figura que se asemeja más a como te ves.
- Colocá la letra “B” debajo de la figura que se asemeja más a como te gustaría verte.

1 2 3 4 5 6 7 8 9

249
Anexo 5. Beliefs About Appearance Scale (BAAS; Spangler & Stice, 2001)

Por favor, lee atentamente cada frase y marca con una cruz la opción que mejor refleja
tu grado de acuerdo con cada una de ellas.

Bastante
Nada de Algo de Muy de Totalmente
de
acuerdo acuerdo acuerdo de acuerdo
acuerdo
1. La opinión que los demás tienen de mí
se basa en mi aspecto físico.
2. Mi aspecto físico es importante para
influir sobre los demás.
3. Si no luzco lo mejor posible, la gente
pensará mal de mí.

4. Si tuviera un mejor aspecto físico, la


gente estaría más interesada en mí.

5. Si tuviera el aspecto físico que deseo,


mis relaciones mejorarían.
6. El éxito que tengo/tendré en mi
trabajo/carrera depende, en gran
medida, de mi aspecto físico.
7. Mi aspecto físico influye en mi
capacidad para realizar actividades.
8. Mi desempeño en distintas actividades
(estudio, trabajo, hobbies, etc.) está
influenciado por mi aspecto físico.
9. Las oportunidades que pueda llegar a
tener en la vida dependen de mi aspecto
físico.
10. Mi desempeño o las oportunidades
en mi estudio/trabajo mejorarían si
tuviera el aspecto físico que deseo.
11. Mi valor como persona depende de
mi aspecto físico.
12. Mi aspecto físico determina, en gran
parte, como me siento conmigo mismo/a.
13. Si tuviera el aspecto físico que
deseo, tendría un mejor concepto de mí
mismo/a.
14. Mi aspecto físico muestra, en gran
parte, como soy.

15. Si no luzco lo mejor posible, me es


difícil sentirme bien conmigo mismo/a.

16. Mi felicidad depende de mi aspecto


físico.

17. Mejorar mi aspecto físico es la única


actividad que me hace sentir bien (como
si estuviera logrando algo
verdaderamente importante).

250
Bastante
Nada de Algo de Muy de Totalmente
de
acuerdo acuerdo acuerdo de acuerdo
acuerdo

18. Mi vida sería más


interesante/gratificante si mi aspecto
físico fuera mejor.
19. Mi estado de ánimo está influenciado
por mi aspecto físico

20. Si tuviera el aspecto físico que


deseo, disfrutaría más la vida.

251
Anexo 6. Sociocultural Attitudes Towards Appearance Questionnaire-3 (SATAQ-3; J.
K. Thompson, van den Berg, Roehrig, Guarda & Heinberg, 2004)

Por favor, lee atentamente cada frase y marca con una cruz la opción que mejor refleja
tu grado de acuerdo o desacuerdo con cada una de ellas.

No estoy de
Totalmente
En acuerdo ni Totalmente
en De acuerdo
desacuerdo en de acuerdo
desacuerdo
desacuerdo
1. Los programas de televisión me
sirven para saber qué está de
moda y cómo lucir atractivo/a.
2. Siento que la televisión o las
revistas me presionan para que
baje de peso.
3. NO me interesa que mi cuerpo
se parezca al de las personas de la
televisión.
4. Comparo mi cuerpo con el de las
personas que aparecen en la
televisión.
5. Las publicidades de la televisión
me sirven para saber qué está de
moda y cómo lucir atractivo/a.
6. NO siento que la televisión o las
revistas me presionen para que
luzca lindo/a.
7. Me gustaría que mi cuerpo se
parezca al de los/as modelos que
aparecen en las revistas.
8. Comparo mi apariencia con la de
los/as famosos/as del cine y la
televisión.
9. NO creo que los videoclips me
sirvan para saber qué está de
moda y cómo lucir atractivo/a.
10. Siento que la televisión o las
revistas me presionan para que
sea delgado/a.
11. Me gustaría que mi cuerpo se
parezca al de los actores/actrices
de las películas.
12. NO comparo mi cuerpo con el
de las personas que aparecen en
las revistas.
13. NO creo que los artículos de
revistas me sirvan para saber qué
está de moda y cómo lucir
atractivo/a.
14. Siento que la televisión o las
revistas me presionan para que
tenga un cuerpo “perfecto”.

252
No estoy de
Totalmente
En acuerdo ni Totalmente
en De acuerdo
desacuerdo en de acuerdo
desacuerdo
desacuerdo
15. Me gustaría lucir como los/as
modelos que aparecen en los
videoclips.
16. Comparo mi apariencia con la
de las personas que aparecen en
las revistas.
17. Las publicidades de las revistas
me sirven para saber qué está de
moda y cómo lucir atractivo/a.
18. Siento que la televisión o las
revistas me presionan para que
haga dieta.
19. NO me interesa lucir tan
atlético/a como las personas de las
revistas.
20. Comparo mi cuerpo con el de
las personas que “están en forma”.

21. Las fotos que aparecen en las


revistas me sirven para saber qué
está de moda y cómo lucir
atractivo/a.
22. Siento que la televisión o las
revistas me presionan para que
haga actividad física.
23. Me gustaría lucir tan atlético/a
como los/as grandes deportistas.

24. Comparo mi cuerpo con el de


las personas atléticas.

25. Las películas me sirven para


saber qué está de moda y cómo
lucir atractivo/a.
26. Siento que la televisión o las
revistas me presionan para que
cambie mi aspecto físico.
27. NO intento lucir como las
personas que aparecen en la
televisión.
28. NO creo que mirar a las
estrellas de cine me sirva para
saber qué está de moda y cómo
lucir atractivo/a.
29. Mirar a las personas famosas
me sirve para saber qué está de
moda y cómo lucir atractivo/a.
30. Trato de lucir como los
deportistas.

253
Anexo 7. Revised Martin-Larsen Approval Motivation Scale (RMLAM; Martin, 1984)

Por favor, lee atentamente cada frase y marca con una cruz la opción que mejor refleja
tu grado de acuerdo o desacuerdo con cada una de ellas.

No estoy
Totalmente
En de acuerdo Totalmente
en De acuerdo
desacuerdo ni en de acuerdo
desacuerdo
desacuerdo
1. Mi manera de reaccionar frente
a una misma situación varía
según la opinión de las personas
involucradas.
2. Si tuviera que elegir entre ser
yo mismo o que la gente tenga un
buen concepto de mí, prefiero ser
yo mismo.

3. Cuando me resulta difícil


decidir qué debo hacer, muchas
veces dejo la decisión librada al
azar.

4. Cambio mis opiniones (o la


forma de hacer las cosas) para
complacer a otro.

5. Para agradar a las personas,


tiendo a ser lo que los demás
esperan que yo sea.

6. Me resulta difícil expresar mis


ideas si son contrarias a las del
grupo.

7. Estando en público, uno


debería evitar hacer cosas que
los demás consideren
incorrectas.

8. A veces siento que no tengo


suficiente control sobre la
dirección que está tomando mi
vida.

9. En el trato con las personas, es


mejor ser complaciente que ser
directo y firme al expresar las
propias ideas.

10. Estoy dispuesto/a a discutir


sólo si sé que otra persona me
apoyará.

11. Si me entero que una persona


opina mal de mí, la próxima vez
que la vea, trataré de hacer lo
mejor para causarle una buena
impresión.

254
No estoy
Totalmente
En de acuerdo Totalmente
en De acuerdo
desacuerdo ni en de acuerdo
desacuerdo
desacuerdo
12. Casi nunca siento la
necesidad de poner excusas o
pedir disculpas para quedar bien
con los demás.
13. En situaciones sociales, no es
tan importante para mí hacer lo
que los demás esperan que haga
para agradarles.
14. La mejor manera de
relacionarse con los demás es
estar de acuerdo con ellos y
decirles lo que quieren escuchar.

15. Me resulta difícil continuar


con mis tareas si no recibo
elogios por hacerlas.

16. Puedo soportar que alguien


me critique o diga algo malo de
mí.

17. Es una buena idea halagar a


la gente que considero importante
para obtener su aprobación.

18. En las reuniones soy


cuidadoso/a por miedo a
hacer/decir cosas que a los otros
no les vayan a gustar.

19. En general, mantengo mi


posición aunque los demás no
estén de acuerdo conmigo.

20. La cantidad de amigos que


tengas depende de lo agradable
que seas como persona.

255
Anexo 8. Eating Disorder Inventory-3 (EDI-3; Garner, 2004; adaptación y validación
argentina: Rutsztein et al., 2006 y Rutsztein et al., 2013). Subescalas: Búsqueda de
delgadez, Bulimia e Insatisfacción corporal
Rutsztein et al., 2006: http://www.aacademica.org/000-039/564.pdf
Rutsztein et al., 2013: http://journals.iztacala.unam.mx/index.php/amta/article/view/250

Por favor, al completar los ítems que siguen tené en cuenta que:
 Los ítems tienen diversas opciones de respuesta y deberás elegir SÓLO UNA,
considerá que se trata de una escala gradual.
 Leé atentamente cada ítem y decidí si te ocurre “Siempre”, “Casi siempre ”, “A
menudo”, “A veces”, “Casi Nunca” o “Nunca”.
 Si tenés alguna duda al leer o completar algún ítem del cuestionario, preguntale a
la persona que te entregó el cuestionario.
 Por favor, antes de devolver el cuestionario, revisá que hayas respondido a todos
los ítems, sin haberte salteado ninguno.

1.- Como dulces e hidratos de carbono sin preocuparme


Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

2.- Creo que mi panza es demasiado grande
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

4.- Me pongo a comer cuando estoy molesto/a
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

5.- Me lleno excesivamente de comida
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

7.- Pienso en hacer dieta
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

9.- Creo que mis muslos son demasiado grandes
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

11.- Me siento muy culpable cuando como en exceso
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

256
12.- Creo que mi panza tiene un tamaño normal
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

16.- Me aterroriza aumentar de peso
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

19.- Estoy conforme con el cuerpo que tengo
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

25.- Exagero o doy demasiada importancia al peso
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

28.- He llegado a comer y comer sin poder parar
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

31.- Me gusta la forma de mi cola
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

32.- El deseo de estar más delgado/a me preocupa
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

38.- Pienso en comer en exceso
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

45.- Creo que mis caderas son demasiado anchas
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

46.- Como con moderación delante de los demás y excesivamente cuando
estoy solo/a
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca


257
47.- Me siento hinchado/a o lleno/a después de una comida normal
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

49.- Si aumento un kilo, me preocupa que pueda seguir aumentando
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

53.- Tengo la idea de intentar vomitar para perder peso
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

55.- Creo que el tamaño de mis muslos es normal
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

59.- Creo que mi cola es demasiado grande
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

61.- Como o bebo a escondidas
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

62.- Creo que mis caderas son de tamaño normal
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

64.- Cuando estoy mal, molesto/a, me preocupa empezar a comer
Siempre Casi siempre A menudo A veces Casi Nunca Nunca

 Por favor, antes de devolver el cuestionario, revisá que hayas respondido a
todos los ítems, sin haberte salteado ninguno.

OBSERVACIONES Y/O COMENTARIOS (o preguntas que considerás


deberían haberse incluido)

……………………………………………………………………………………………

¡¡MUCHAS GRACIAS POR TU COLABORACIÓN!!


258
Anexo 9. Entrevista Clínica Estructurada para Trastornos del Eje I del DSM-IV-TR
(SCID-I; First, Williams, Spitzer, & Gibbon, 1999)

ANOREXIA NERVIOSA

A) Voy a comenzar haciéndote algunas preguntas sobre tus hábitos alimentarios y tu


peso. ¿Hubo alguna época de tu vida en la cual las personas te decían que estabas muy
delgado/a? ¿Cuántos pesabas en ese momento? ¿Cuánto medías? ¿Qué edad tenías?
¿Por qué estabas tan delgado/a? ¿Te pasa lo mismo en la actualidad? ¿Desde cuándo?
¿Cuándo fue la primera vez que te pasó? ¿Qué edad tenías? ¿Cuál fue tu peso mínimo
con la altura que tenes ahora? ¿Cuándo?

Información inadecuada Ausente Sub-umbral Presente

B) En ese momento, ¿sentías temor de engordar? ¿Te pasa en la actualidad? ¿Desde


cuándo? ¿Cuándo fue la primera vez que te pasó? ¿Qué edad tenías?

Información inadecuada Ausente Sub-umbral Presente

C) En ese momento, ¿te sentías gordo/a? ¿Sentías que alguna parte de tu cuerpo estaba
muy gorda? ¿Te pasa en la actualidad? ¿Desde cuándo? ¿Cuándo fue la primera vez que
te pasó? ¿Qué edad tenías?

Para vos, ¿es importante para ser delgado/a? Eso, ¿te afecta en cómo te valoras como
persona? ¿Te ha pasado de pensar que sólo podrás valorarte y quererte si logras bajar de
peso? ¿Te pasa en la actualidad? ¿Desde cuándo? ¿Cuándo fue la primera vez que te
pasó? ¿Qué edad tenías?

259
Alguna vez, ¿alguien te dijo que el bajo peso puede causar problemas en la salud? ¿Qué
pensas?

Información inadecuada Ausente Sub-umbral Presente

D) ¿Ya tuviste tu primera menstruación? ¿Sos regular? ¿Hubo algún mes en el cual no
tuviste la menstruación? ¿Cuántos meses estuviste sin menstruación? ¿Cuándo te paso?
¿Te pasa en la actualidad? ¿Cuándo fue la primera vez que te pasó? ¿Qué edad tenías?

Información inadecuada Ausente Sub-umbral Presente

TIPOS

1) ¿Hubo alguna vez que sentiste que comiste mucho? Te pido que me describas la
situación: ¿Qué comiste? ¿Cuánto? ¿Cuánto duró ese momento? ¿Sentías que perdías el
control?
Estos episodios, ¿cuán frecuentes son? ¿Cuándo los tuviste? ¿Te pasa en la actualidad?
¿Desde cuándo? ¿Cuándo fue la primera vez que te pasó? ¿Qué edad tenías?
Durante esos episodios, soles: ¿Comer más rápido? ¿No parar de comer hasta que te
sentís excesivamente lleno/a? ¿Comer aunque no sientas hambre? ¿Estar solo/a porque
te da vergüenza que otro te vea comer tanto?
Luego de esos episodios, ¿te sentís enojado/a, triste o culpable?

2) ¿Qué soles hacer para bajar de peso? Alguna vez, ¿te provocaste el vómito?
¿Tomaste laxantes, diuréticos o pastillas para adelgazar? ¿Hiciste dieta o ayuno?
¿Hiciste actividad física? ¿De qué tipo?
Esas conductas, ¿cuán frecuente son (cada una)? ¿Cuántos días por semana? ¿Cuántas
veces/horas al día? ¿En qué momento de tu vida las implementaste? ¿Durante cuántos
meses? ¿Te pasa en la actualidad? ¿Desde cuándo? ¿Cuándo fue la primera vez que lo
hiciste? ¿Qué edad tenías?

Restrictiva Purgativa
260
BULIMIA NERVIOSA

1) ¿Hubo alguna vez que sentiste que comiste mucho? Te pido que me describas la
situación: ¿Qué comiste? ¿Cuánto? ¿Cuánto duró ese momento? ¿Sentías que perdías el
control?
Durante esos episodios, soles: ¿Comer más rápido? ¿No parar de comer hasta que te
sentís excesivamente lleno/a? ¿Comer aunque no sientas hambre? ¿Estar solo/a porque
te da vergüenza que otro te vea comer tanto?
Luego de esos episodios, ¿te sentís enojado/a, triste o culpable?

Información inadecuada Ausente Sub-umbral Presente

B) Luego de dichos episodios, ¿haces algo para compensar lo que comiste o bajar de
peso? Alguna vez, ¿te provocaste el vómito? ¿Tomaste laxantes, diuréticos o pastillas
para adelgazar? ¿Hiciste dieta o ayuno? ¿Hiciste actividad física? ¿De qué tipo?

Información inadecuada Ausente Sub-umbral Presente

C) ¿Cuán frecuentes son los episodios en los que comes mucho? ¿Y las conductas para
bajar de peso? Cada una: ¿Cuántos días por semana? ¿Cuántas veces/horas al día? ¿En
qué momento de tu vida? ¿Durante cuántos meses? ¿Te pasa en la actualidad? ¿Desde
cuándo? ¿Cuándo fue la primera vez que lo hiciste? ¿Qué edad tenías?

Información inadecuada Ausente Sub-umbral Presente

D) Para vos, ¿es importante para ser delgado/a? Eso, ¿te afecta en cómo te valoras como
persona? Te ha pasado de pensar que sólo podrás valorarte y quererte si logras bajar de
peso? ¿Te pasa en la actualidad? ¿Desde cuándo? ¿Cuándo fue la primera vez que te
pasó? ¿Qué edad tenías?

TIPOS
Purgativa No purgativa
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