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y combinado?
Jonatan Nuñez1
Introducción
Oro blanco, mineral del futuro, recurso natural estrella. En los últimos tiempos, llamado
por estos epítetos, el litio se hizo presente en agendas políticas, empresariales, de
organismos multilaterales de crédito y, cada vez con más fuerza, en los medios de
comunicación y la boca de las personas de a pie. Pero hay dos preguntas clave que
deberíamos hacernos como punto de partida, ¿para qué sirve este mineral y cuál es
su situación en la Argentina y América Latina?
Es aquí importante destacar una cuestión, la abundancia relativa del litio en nuestra
región. De acuerdo con el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, de
acuerdo por sus siglas en inglés), a 2022 se habían identificado cerca de 89 millones
de toneladas de recursos de mineral de litio a nivel mundial. En este punto, debe
hacerse una precisión para diferenciar recursos de reservas. Los primeros de ellos, ya
sea por motivos técnicos o por sus costes de producción, no son necesariamente
1
Jonatan Nuñez es doctorando en Ciencias Sociales y maestrando en Energía en la Universidad de
Buenos Aires. Becario Doctoral para Temas Estratégicos del CONICET, tiene como lugar de trabajo el
Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC-UBA). Integra el Grupo de Estudios en
Geopolítica y Bienes Comunes (GyBC). Correo electrónico: jonatan.a.nunez@gmail.com
recuperables. Esto no implica que en un futuro no puedan ser aprovechables, pero sí
que de momento las empresas no puedan o no prefieran avanzar sobre su producción.
Las reservas, por su parte, cumplen con las dos condiciones antedichas para seducir
al capital: pueden ser extraídas por técnicas ya viables y a precios dentro de los
marcos de la ganancia normal del mercado.
Dicho esto, vamos a lo importante para nuestra región: la distribución de los recursos
de litio favorece de forma decidida a América Latina en general, y a Sudamérica en
particular. Tal es así que los tres principales países poseedores de recursos son
Bolivia (21 millones de toneladas, 24% del total global), Argentina (19 millones de
toneladas, 21% del total global) y Chile (9,8 millones de toneladas, 11% del total
global). Es decir, de conjunto, en el llamado “Triángulo del litio” se acumula nada
menos que cerca del 56% del recurso a nivel global.
Como ya se puntualizó, las apuestas por las energías renovables, en el marco de los
compromisos de descarbonización de los grandes Estados y corporaciones,
repercuten en una presión extractiva sobre los territorios en donde se encuentra el litio.
Algunos números recientes, constantemente dinámicos, pueden dar cuenta de ello. La
producción mundial de litio aumentó desde 152 mil a 440 mil toneladas métricas de
carbonato de litio equivalente (LCE) entre 2010 y 2020. Su comercialización se
caracteriza por un alto grado de concentración en la oferta como en la demanda. Un
80% de la oferta global estuvo históricamente concentrada por cuatro firmas: la
norteamericana Albemarle, la chilena SQM, la norteamericana Livent Corp., (ex- FMC
y antes Lithco), la china Tianqi Lithium.
Sin embargo, la inestabilidad política que precedió al golpe de Estado que dio por
tierra con el gobierno de Evo Morales, en noviembre de 2019, puso punto final a este
proyecto. No obstante, con la vuelta a la democracia tras la victoria Luis Arce
Catacora, nuevos proyectos empezaron a resurgir siempre de la mano de alianzas
estratégicas con compañías internacionales, particularmente chinas, quienes se
proponen desarrollar la técnica de la extracción directa en el Salar de Uyuni.
La Estrategia Nacional del Litio, presentada por el presidente chileno Gabriel Boric a
finales de abril de 2023, recoge parte de anhelos y contradicciones. La iniciativa,
anunciada por cadena nacional de radiodifusión, si bien no desestima la participación
privada, tiene por objetivo final el control estratégico de la explotación litífera por parte
del Estado, el cual renegociará los contratos existentes y comandará las futuras
explotaciones por medio de los instrumentos legales de los que dispone la
Corporación Nacional del Cobre (Codelco). Los números involucrados dan cuenta de
la importancia del control de esta área para la economía chilena. Segundo mayor
productor de carbonato de litio del mundo solo por detrás de Australia, hasta el
momento el mineral es extraído del Salar de Atacama y desde hace cuarenta años por
dos empresas privadas, SQM (que posee el 65% del mercado) y Albemarle (que
usufructúa el 35% restante). El negocio del litio es impresionantemente redituable para
las corporaciones, pero bajo el esquema que rige en Chile deja sumas cuantiosas de
rentas fiscales también. Podríamos decir que hasta aquí y desde los años ‘70 se trató
de un extractivismo de Estado. Tan solo en 2022, la exportación de derivados de litio
chilenos significó ingresos por USD 7763 millones, representando el 30% de las
ventas totales a nivel global.
Resta ver cuánto de esto se modifique realmente bajo la nueva estrategia nacional de
litio. Pero habrá que esperar en la faena extractiva puesto que el presidente anunció
que no habría modificaciones hasta luego de la caducidad de los contratos, siendo en
2030 para SQM (empresa de capitales mayoritarios chilenos ligada a Julio Ponce
Lerou, ex yerno de Pinochet) y en 2043 para la estadounidense Albemarle. Sin
embargo, la letra de la Estrategia no dice solo buscar el control de la extracción del
mineral, para lo cual enviará un proyecto de ley al congreso a fin de constituir una
empresa nacional, sino también aprovechar los recursos científicos e industriales
chilenos a fin de avanzar en la cadena de valor litífera en clave de lo que el mandatario
denominó como un sendero de “desarrollo sustentable”.
Debe tenerse en cuenta que, de acuerdo con el Servicio Geológico de los Estados
Unidos, México cuenta reservas de litio equivalentes a 1,7 toneladas, lo cual lo coloca
en el décimo lugar entre los países con mayor presencia del mineral. No obstante esta
abundancia relativa, un punto de duda en torno a las posibilidades del litio mexicano
se relaciona con el hecho de que el mismo se encuentra dentro de arcillas, lo cual
implica técnicas de explotación diferentes a las aplicadas en las de las salmueras del
“triángulo” sudamericano o la roca australiana.
Argentina posee un marco normativo que trata al litio como un mineral indiferenciado,
a la vez que atomiza su gobernanza a nivel provincial, lo cual redunda en estrategias
subnacionales competitivas y a veces incoherentes entre sí. Esta dinámica legal es
vista con buenos ojos por parte de las compañías transnacionales, dado que en ello
observan un margen de negocios convenientes a los objetivos de maximizar
ganancias y operar con una fiscalización cuando menos laxa. Esta valoración
favorable de parte de los empresarios de las “garantías” que otorga Argentina, precisa
de un análisis algo más detallado del marco regulatorio en cuestión.
Esta batería legal se complementa con la reforma del Código de Minería establecida
en 1995, la cual, entre otras cuestiones, garantiza facilidades para la exploración de
nuevas zonas potenciales en recursos y simplifica el trámite de su pedimento de forma
tal que la simple denuncia frente al tribunal de minas provincial habilita a comenzar
con los trámites que derivaran en una eventual puesta en producción del área
declarada.
Debe tenerse en cuenta que, pese a la gran presencia del capital trasnacional debido
a las facilidades otorgadas por la legislación vigente, también existen varias empresas
estatales que pretenden involucrarse o ya se encuentran involucradas en la faena
extractiva del litio. Tres ejemplos de ello son los que representan Jujuy Energía y
Minería Sociedad del Estado (JEMSE), creada en 2011, la cual participa en la
explotación de Sales de Jujuy, con un 8,5% de su propiedad. Otro de ellos es
Recursos Energéticos y Mineros de Salta S.A, (REMSA), creada en 1986, propietaria
por su parte de las ventas futuras de Eramine S.A, en el proyecto Centenario-Ratones,
cuya puesta en marcha comercial se calcula para finales de 2023. Finalmente,
Catamarca también tiene su empresa minera provincial, Catamarca Minera y
Energética Sociedad del Estado (CAMYEN), formada en 2012, la cual se encuentra
asociada en con Lake Resources en el proyecto Kachi, a este momento en etapa de
prefactibiilidad.
Es importante señalar que, por detrás de los propietarios formales de los dos
proyectos activos en Argentina, Proyecto Fénix en el Salar del Hombre Muerto en
Catamarca y Sales de Jujuy, en el Salar de Olaroz, existe una fuerte presencia de
fondos de inversión. En efecto, el primero de los casos, el Proyecto Fénix, se
encuentra controlado íntegramente por la compañía estadounidense Livent, la cual
tiene por detrás de sí a Blackrock y Vanguard, dos de los más grandes fondos de
inversión del planeta. Sales de Jujuy, por su parte, reparte sus acciones entre la
australiana Allkem/Orocobre (66,5%), la japonesa Toyota Tsusho (25%) y la provincial
JEMSE (8,5%). Sin embargo, al desencriptar las acciones de los dos principales
tenedores, nuevamente puede encontrarse una fuerte presencia de bancos y fondos
de inversión trasnacionales tales como HBSC, JP Morgan, BNP Paribas, entre otros.
Todo este cuadro de vulnerabilidad económica de cara a cualquier intento de
explotación en clave soberana del litio se profundiza aún más con el reciente anuncio
realizado por Livent respecto de que llevará adelante una fusión con Allkem, lo cual
daría como resultado que los dos proyectos activos de explotación de litio de Argentina
(y varios en etapa de desarrollo) quedarían en manos de un conglomerado
supranacional valuado en más de USD 10 mil millones.
A nivel provincial se han dado declaraciones recientes sobre el carácter estratégico del
litio en territorios que aún no poseen emprendimientos en producción. Un caso de este
tipo es el de La Rioja, quien hacia finales de 2022 declaró con fuerza de ley provincial
“al litio y sus derivados como recursos naturales estratégicos por sus contribuciones a
la transición energética y aportes al desarrollo socioeconómico de la provincia”,
despertando reacciones adversas de parte de las cámaras empresarias del sector. La
adjunta suspensión por decreto de los permisos de cateo, prospección y exploración
de litio por parte del gobernador Ricardo Quinquela escaló a nivel judicial de la mano
de una presentación realizada por parte de la compañía canadiense Origin Resources,
la cual se encontraba en las primeras instancias de trabajo en emprendimientos
litíferos en territorio riojano. Es de resaltar aquí que La Rioja mantiene una disputa
fronteriza con San Juan por el proyecto Los Sapitos, cuyos límites se encuentran en
litigio.
La seguidilla de provincias que irían en este sentido podría a llegar a engrosarse como
lo evidencian anuncios como el brindado por el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán,
en septiembre de 2022, cuando declaró el hallazgo sorpresivo de litio cuando geólogos
realizaban estudios en campos maduros de hidrocarburos. Esa declaración no solo fue
seguida por una “misión” de parte de los gobernadores del “Norte Grande” a los
Estados Unidos en busca de inversiones para el sector, sino también en el caso
particular de Formosa en promesa de la instalación de una planta piloto de
procesamiento de carbonato de litio en la región de Palmar Largo, en colaboración con
Y-TEC, la cual podría ver luz verde en 2023.
Comentario final
En suma, como vimos a lo largo de este texto el litio puede ser considerado, antes que
como el mineral del futuro, un recurso de un presente más que tangible en Argentina y
la región. No obstante, la disparidad de los marcos normativos, la capacidad de lobby
de empresas de tenor global y algunas desatenciones por acción u omisión en cuanto
a trazar estrategias de desarrollo sólidas están provocando, desde nuestra
perspectiva, que se repitan viejas historias: ser los garantes del desarrollo ajeno con
los recursos naturales que tanto aquí abundan. De nosotros, y nuestros dirigentes,
depende no volver a ser protagonistas de otro relato de desarrollo desigual y
combinado.