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EL LITIO, EL ORO BLANCO DE LA NUEVA ERA

ENERGÉTICA.

Por Ricardo García Jiménez/APIM.

El Litio es un metal imprescindible para la elaboración de millones de baterías y sistemas de


almacenamiento de energía eléctrica diseñada para el sector de las energías renovables. Y es
Bolivia quien presenta una de las mayores reservas de este metal del planeta, lo que ha
llevado a algunos analistas a señalar como uno de los detonantes del golpe de Estado contra
Evo Morales.

El petróleo, en los tiempos modernos, ha sido uno de los principales motores de la economía
industrial mundial, que ha generado una serie de crisis en la historia de algunos países debido
a lo escaso de este recurso en ciertas naciones. Sin embargo, el líquido negro sigue siendo
uno de los principales energéticos que dinamiza todos los sectores de las distintas economías
nacionales, con el virtual riesgo de que las reservas mundiales estén llegando a su ocaso.

En ese sentido, el litio se ha presentado como uno de los elementos emergentes de los últimos
tiempos, ya que su uso es imprescindible para el desarrollo de baterías eléctricas y para la
creación de toda una infraestructura de almacenamiento energético para sectores estratégicos
de las principales potencias mundiales.

No se puede afirmar que el litio sea o vaya a ser un elemento que venga a sustituir a las
fuentes energéticas como el petróleo y que a la postre concentre las disputas geopolíticas que
durante décadas ha representado el petróleo y otros combustibles fósiles como el gas en
lugares como el medio oriente y los países árabes.

No obstante, el litio es un elemento de interés para una gran cantidad de industrias que buscan
mantener su estabilidad económica en un escenario de despetrolización. El impacto social,
medioambiental y económico que está relacionado con las escases del petróleo y los posibles
recursos energéticos que puedan sustituir este energético dependerá del lugar donde se
extraiga, donde las diferencias que puedan existir dependerá de las mismas condiciones
naturales (yacimientos) y de la fortaleza y principios que tengan los gobiernos en relación
con su cuidado a la soberanía nacional constituida por las clases sociales gobernantes
vinculadas con los grupos conservadores del capitalismo internacional.

Ciertamente que la cadena de valor del litio es amplia y compleja, debido a que no es lo
mismo la extracción que la construcción de la batería o el reciclaje de la misma. Esto debido
a la misma infraestructura industrial destinada a la producción de baterías. De igual forma el
impacto ambiental dependerá del modo en el que se consiga el recurso.
Hasta el momento existen dos formas para su obtención: la excavación en roca, algo más
tradicional, y, por otro lado, el proceso de evaporación del agua de las salmueras, que consiste
en bombear el agua mineral subterránea hasta la superficie, donde se evapora al sol dejando
al descubierto, tras un proceso químico, el carbonato de litio. Esta última modalidad es la
más extendida y apenas guarda impactos directos con el entorno, más allá del uso del agua.

El problema que trae consigo este último tipo de explotación del mineral, es que este guarda
una relación con el uso del agua, ya que la producción energética del litio lleva el consumo
del líquido vital, situación que se confronta con los intereses de las economías agropecuarias
y para el consumo humano.

Ahora bien, los ritmos industriales de la obtención y tratamiento del metal que indican la
existencia limitaciones en la cantidad de producción de litio al año debido a la parsimonia de
su extracción, que requiere de al menos seis meses al sol para su evaporación.

Además, las reservas no darían para fabricar baterías, por ejemplo, de todos los coches
eléctricos que se desean fabricar por el sector de la automotriz. Si acaso, se podrían crear
unos cuantos cientos de miles de baterías nuevas, cifra muy pequeña si se tiene en cuenta que
en la actualidad hay cerca de 1.200 millones de automóviles en el mundo.

Es así que hoy en día, las principales reservas del metal se encuentran en tres países del cono
sur que conforman un triángulo estratégico como son Chile, Bolivia y Argentina, así como
en Australia y China en otras regiones del mundo. Según los datos del Observatory of
Economic Complexity (OEC), Chile es el principal exportador de este recurso, seguido de
Argentina. Los principales importadores, por su parte, son China, Japón y Corea del Sur,
países con grandes inversiones en la industria tecnológica.

No obstante, las implicaciones geopolíticas que puede tener el litio distan mucho a las que
han podido caracterizar al petróleo y el gas. Pero, aunque la mayor parte se produzca en esos
países latinoamericanos, las compañías que los extraen son occidentales. Es decir, no hay un
control nacional sobre los recursos que pueda generar grandes conflictos económicos para
esos países. Además, “el litio representa un pequeño porcentaje de la masa económica de los
materiales en las baterías como ya se indicó.

Efectivamente el litio posee un papel en el conflicto boliviano, pero no en su equivalente


como el petróleo, ya que el tipo de producción que requiere de procesos químicos de
separación de magnesio que no están muy desarrollados a gran escala industrial y que son
muy costosos. Por lo cual, el nivel comercial del litio boliviano es muy bajo.

Pero, hay personalidades internacionales, como el expresidente de Uruguay, José Mújica,


que han señalado de manera frontal al litio como uno de los múltiples detonantes del golpe
de Estado contra Evo Morales, que había iniciado un proceso de industrialización de los
salares bolivianos a través de acuerdos con empresas alemanas y chinas, pero con una
participación mayoritaria del sector público.
En esta guerra por la posesión de los energéticos como el litio no se presenta como una
situación aislada, ya extracción y producción dependen de estas fuentes energéticas depende
también de otros elementos como el cobalto o el cobre. Este último, un metal esencial desde
la segunda mitad del siglo XX, debido a su poder en la generación, transporte y distribución
de electricidad.

El cobalto, también es esencial para la creación de baterías, pero este no tiene una
concentración de gran magnitud, aunque existen pequeñas alternativas a este elemento en la
creación de baterías. Además, la extracción de este metal suele ir acompañado de una
vulneración de derechos humanos, ya que más del 50% de la oferta mundial de cobalto
procede de la República Democrática del Congo, un país políticamente inestable y con
conflictos internos y donde la minería se ha relacionado con el trabajo infantil, expone un
reciente estudio del Real Instituto Elcano.

El cobre, con sus mayores reservas en Chile, podría ser cómo sus reservas menguan debido
a sus diversos fines, en tanto que se utiliza para cableado, pero también para la creación de
bobinados, imprescindibles en los alternadores de los sistemas de generación eléctrica.

En el corto plazo el litio puede manifestar una serie de problemas por la posesión de sus
reservas de una forma evidente como lo está siendo el caso en la disputa en Bolivia que viene
precedida por una serie de intereses de grupos conservadores locales vinculados a los grupos
capitalistas internacionales en la trifulca de los territorios que están habitados por los pueblos
originarios desde cientos de años. De ahí, una lectura al actual problema del golpe de estado
hacia Evo Morales.

Fuente: https://www.publico.es/sociedad/negocio-litio-oro-blanco-nueva-energetica.html

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