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Eduardo Viveiros de Castro: “La

naturaleza está cambiando más rápido que


la política”

El antropólogo Eduardo Viveiros de Castro estuvo unos días en Córdoba (Facundo Luque
El antropólogo brasileño Eduardo Viveiros de Castro pasó por Córdoba, donde recibió
el “honoris causa” de la UNC. Habla de una catástrofe climática que tiene al hombre
como ente geológico.
 Debates sobre el Antropoceno. Tierra de nadie: qué podemos hacer ante el
caos del planeta
La omnipresencia cultural de la problemática sostenida por innumerables estudios
científicos ha sido desarrollada con precisión, creatividad y urgencia en ¿Hay mundo
por venir? por Eduardo Viveiros de Castro y Deborah Danowski. El etnólogo
indígena brasileño creador del "perspectivismo amerindio" propone junto a la filósofa
Danowski –su pareja– distintas variantes imaginario-epistemológicas de la relación
entre humanidad y mundo en un contexto donde la idea de fin se impone, acudiendo a
cruces inéditos entre geología, metafísica, antropología y filosofía política.
Así, ambos imaginan un mundo sin humanidad a partir del best seller Un mundo sin
nosotros, de Alan Weisman o del filme Melancolía, de Lars Von Trier; una
humanidad sin mundo en las fantasías tecnológicas de Silicon Valley de cerebros
conservados en chips o de la colonización de Marte; y, en un movimiento simétrico
hacia el origen, un mundo anterior a la humanidad como el de la teoría darwinista y
una humanidad previa al mundo como la que concibe la mitología indígena.
Aceleración radical
De visita en Córdoba, De Castro dice que el texto –publicado originalmente en 2014–
debería ser hoy mucho más extenso. “Ya en aquel momento había una aceleración
radical de los cambios climáticos. Se preveía un empeoramiento de las condiciones de
vida de la especie humana y de millares de otras especies para un plazo muy corto, de
aquí a 50, 30 años. Lo que se ha visto hasta ahora es que el plazo está disminuyendo y
que los cambios son cada vez más acelerados. No sólo las condiciones climáticas
cambiaron, sino que la producción de filmes, libros, programas de televisión y
reportajes sobre el tema aumentaron. Cuando escribimos el libro nos decían que esto
no era importante, que había cosas más urgentes como la justicia social, porque la
crisis económica ya estaba sucediendo. Pero el libro tiene un punto político”, señala el
antropólogo.
El
antropólogo Eduardo Viveiros de Castro estuvo unos días en Córdoba (Facundo
Luque)
Y agrega: “Afirmamos que el sistema capitalista es incompatible con un mundo que
no esté siendo destruido. Nuestra tesis no es que lo que vendrá después será mejor,
sino que habrá una reducción dramática de las condiciones económicas del planeta por
el agotamiento de recursos naturales y alimentos que va a obligar a las sociedades
humanas a adoptar otros caminos de civilización. Y uno de los caminos ya
experimentado es el de las sociedades tradicionales indígenas de las Américas u otros
lugares del mundo, que habían encontrado no por deliberación o convención sino por
contingencias históricas cierto equilibrio demográfico, tecnológico y económico. No
podría ser un modelo para nosotros por el tamaño de las sociedades actuales, pero nos
sirve para pensar una relación menos volcada hacia el consumo desenfrenado de
recursos y una menor tensión con los demás seres vivos”.
Y completa: “La corrida a la catástrofe de origen occidental que hoy lidera China y
sustentan Estados Unidos y el norte de Europa se basa en una idea de la especie
humana como diferente a todas las especies, que le da un derecho de irresponsabilidad
sea por tener alma, cultura, lenguaje o tecnología. En las mitologías y cosmologías
amerindias los humanos son otro ser más de la naturaleza y cada una de sus acciones
son políticas. Prenderle fuego a un bosque, matar a un animal o cavar un pozo para la
minería marca una interacción con un ser capaz de intencionalidad, de hablar y de
recordar. Eso implica que toda acción humana debe ser cuidadosa y responsable,
porque el mundo tiene oídos. Esa concepción tiene efectos mucho menos destructivos
que la separación moderna de política y naturaleza, que permite hacer con la
naturaleza cualquier cosa porque no tiene entidad política”.
–A la inversa, el término Antropoceno aplicado al momento geológico presente
designa al ser humano como una potencia natural inédita.
–El Antropoceno se volvió casi oficial para designar una nueva época geológica y fue
propuesto por Paul Crutzen, especialista en química de la atmósfera. El clima de la
Tierra cambió tanto que no estamos más en la contención del Holoceno. La
humanidad se volvió en efecto una fuerza geológica, las modificaciones que está
produciendo en el sistema termodinámico del planeta son equivalentes a una
explosión volcánica, a bombas atómicas, a terremotos. Se discute cuándo habría
comenzado esta etapa y la marca más confiable es la era nuclear, cuando fueron
creados elementos radiactivos que no existían en el planeta. Pero también por la
enorme aceleración del consumo de petróleo y de la producción de piedras humanas
como el asfalto y el cemento posterior a la Segunda Guerra Mundial. El imaginario
actual es similar al de la Guerra Fría y su peligro nuclear, pero hay una diferencia
particular. No está en peligro sólo la especie humana, sino especies de la naturaleza
que se extinguen a un nivel mil veces mayor que el normal. Las abejas se están
extinguiendo por los agrotóxicos, y si esas especies que polinizan los alimentos
esenciales de la humanidad desaparecen habrá un problema de alimentación inmensa
en el mundo. Hubo cinco grandes extinciones en la historia de la Tierra, y se afirma
que estamos en la sexta gran extinción producida por el sistema tecnológico
capitalista, dependiente de combustibles fósiles y que injerta en el medio ambiente
sustancias químicas, agrotóxicos, hormonas y antibióticos que alteran las condiciones
de vida. La humanidad como fuerza natural se verifica cuando la producción
industrial de China modifica la atmósfera de Córdoba.
Medidas concretas
–¿Qué es posible hacer?
–Hay que discutir medidas políticas concretas. El Polo Norte se está derritiendo, todos
los países deberían estar adoptando medidas públicas de gran impacto. ¿Qué están
haciendo? Descubrieron que el deshielo dejará nuevos pozos de petróleo para
perforar. Entonces no podemos estar discutiendo no comer carne o dejar de usar
pajitas de plástico, eso no tiene ningún efecto. El efecto fundamental viene de Exxon,
de Petrobras. La situación individual no va a cambiar nada. Los que pueden actuar son
los agentes políticos colectivos, que son los estados-nación. Lo que nos da un poco de
esperanza es que así los estados no hagan nada, van a tener que actuar. Es posible que
eso suceda en las peores condiciones, con genocidios en masa o miles de poblaciones
abandonadas a morir en África, India, por epidemias devastadoras. Fuimos educados
para pensar que la velocidad de cambio de los procesos naturales era infinitamente
más lenta que la velocidad de cambio de los procesos históricos, como dos escalas
diferentes. Ahora la naturaleza está cambiando más de prisa que la política. Eso es
espantoso. La velocidad de deshielo de los glaciares de Los Andes es rapidísima, los
ríos se van a secar. En la Amazonia estamos viendo el mayor ataque jamás realizado.
El Gobierno brasileño tiene como proyecto firme transformar la zona en un campo de
soja. Es una cosa demente, insana. Si la Amazonia se quema, América del Sur se
transformará en desierto, una catástrofe para el continente.
-Frente a la aceleración capitalista y la filosofía "aceleracionista" de izquierda
usted plantea la "intensificación no material" como modo de vida alternativo,
una suerte de desaceleración. ¿Podría ampliar la expresión?
-Significa en verdad algo como una revolución cultural, aunque la expresión ya fue
usada de una manera bien diferente. Los antropólogos observan que en una sociedad
indígena tradicional, pequeña, las relaciones humanas sociales poseen una densidad
afectiva independiente de la condición material del gasto o el consumo. En otras
palabras, es posible ser feliz sin auto, sin luz eléctrica. No es que tengamos que vivir
así, aunque sin auto sin dudas, el automóvil es una de las creaciones más absurdas
teniendo en cuenta la relación espacio-energía. Pero es posible comenzar a pensar en
relaciones humanas más robustas e independientes de las muletas que utilizamos
cuando estamos con problemas, ya sea comprar algo o tomar Coca-Cola. Implicaría
un retorno de técnicas tradicionales nativas, de artes, de performances, de rituales, lo
que implicaría una manera distinta de aprehender el tiempo. No estar preso de una
computadora viendo Netflix, pasando imágenes, lo que consume una energía absurda.
Uno piensa que una computadora no gasta nada, pero cada búsqueda de Google
equivale a miles de watts. Y hay trillones de búsquedas por segundo. Sin contar los
celulares, que dependen de metales que se van a acabar. Tantalio, galio, litio. Los
Estados Unidos consiguieron venderle al mundo la idea de que todos deben y pueden
vivir como ellos. El problema es que el american way of life es posible porque otros
continentes no tienen ese modo de vida, y en efecto los Estados Unidos dependen del
subdesarrollo de los países de África, del sudeste asiático y de América latina. La idea
de que podemos fundirnos con los norteamericanos es imposible, se necesitarían cinco
planetas Tierra. Pero los propios norteamericanos no van a poder vivir más como
muestran las películas de Hollywood de la década de 1950, porque el mundo no va a
aguantar más ese nivel de consumo de energía.
-En un pasaje fascinante de "¿Hay mundo por venir?" desarrolla el pensamiento
amerindio como una contraontología de la filosofía occidental. ¿Cómo llegó a
ella?
-Fue una decisión simple, de considerar el pensamiento indígena como un
pensamiento y no una expresión de necesidades económicas o contingencias
históricas. Uno no está interesado en Kant porque era burgués o tenía deudas de juego,
sino por la arquitectura conceptual de su pensamiento. Y el pensamiento indígena se
ha interpretado bajo términos sociológicos clásicos, como expresión de un sistema
económico, de una forma política, pero no con la autonomía de un pensamiento
especulativo propio. Lo que hice fue reforzarlo de manera deliberada para colocarlo
directamente en el pensamiento filosófico occidental. Mi trabajo fue estilizar y
simplificar y permitirle a ese pensamiento, que siempre fue objeto y nunca
interlocutor, producir efectos allí donde normalmente no lo producía. Quise
incomodar al establishment filosófico. Y aparentemente funcionó.
Carácter profético
-En el libro analiza películas escatológicas como "Melancolía", "El caballo de
Turín" o "4:44". ¿Cómo ve el interés generado este año por las series
"Chernobyl" y "Years and years"?
-A Years and years no la vi. Chernobyl es interesante. Muestra bien cómo el estado
esconde todo lo que es posible hasta el último minuto. Y eso no es sólo en Rusia o la
Unión Soviética. Todo estado hace eso. Brasil lo hizo con Brumadinho, con Mariana.
La primera víctima de una guerra es la verdad. Y es como si estuviésemos en guerra
perpetua, porque la verdad es siempre la primera víctima en todo. Nadie lo dice, pero
sabemos que el glifosato está destruyendo la vida de las personas en Argentina, y lo
mismo pasa en Brasil. Una de las cosas que me ponen especialmente furioso es el
canal de televisión Globo. Ahora como se dice "cayó la ficha", se comenzó a hablar
del calentamiento global, a hacer programas ecológicos, y uno está viendo un
programa que denuncia el horror y después viene una pausa comercial donde pasan la
publicidad de uno de esos grandes autos que consumen nafta en cantidades. Te venden
el auto y después hacen un programa para mostrar cómo el auto es pésimo para la
ecología.
–¿Cómo ve la irrupción reciente de Greta Thunberg?
–Encuentro al suyo un movimiento bienvenido, sobre todo porque es esencialmente de
jóvenes que se dieron cuenta de que los mayores no van a resolver el problema. Lo
que me espanta es el surgimiento de una corriente negacionista. Trump y Bolsonaro
están en esa posición, semejante a la de los historiadores fascistas que negaban los
campos de concentración. Hoy sucede lo mismo con la situación climática. Thunberg
es una persona admirable, que posee una evidente capacidad de determinación y
persistencia y carisma al mismo tiempo que una naturaleza excéntrica, fuera de lo
normal por su neurodivergencia, y que despierta en los hombres blancos de clase
media una furia sintomática. Tiene un carácter profético, parece salida del Antiguo
Testamento, su trayectoria es una de las más impresionantes de los últimos tiempos.
Le tengo un respeto irrestricto, estoy con ella.
Viveiros de Castro, Doctor “honoris causa”
El antropólogo brasileño, nacido en Río de Janeiro en 1951, estuvo la semana pasada
en Córdoba invitado por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
de Córdoba. De Castro recibió el honoris causa, máximo título que otorga la
institución, brindó una conferencia sobre la resistencia indígena, dio un workshop y
presentó ¿Hay mundo por venir?

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