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El Litio (Li) -considerado el mineral del futuro- es el metal más liviano de la tabla periódica.
Un conjunto de atributos le otorgan, no obstante, “densidad estratégica” la cual orienta y
condiciona su proceso de valorización, apropiación e industrialización.
El carácter estratégico del litio no deviene de una localización restringida sino de su rol
central en la llamada “transición energética mundial”. El litio constituye un mineral clave para
el pasaje de una matriz energética basada en la utilización de combustibles fósiles a otro
con base en energías limpias y sustentables a partir del cambio de patrón tecnológico por el
uso intensivo de nuevas tecnologías. Al tiempo que dicho pasaje permite mitigar
fuertemente los efectos negativos del cambio climático.
En comparación con las baterías tradicionales, las baterías de iones de litio se cargan más
rápido, duran más y tienen una densidad de potencia más alta, lo que hace que la batería
sea más ligera y tenga una mayor duración.
El paulatino -pero cada vez más perentorio- reemplazo del parque automotor mundial, que
funciona en la actualidad con base en la combustión a petróleo, por vehículos movidos por
baterías ion-litio contribuirá drásticamente a la disminución de los gases con efecto
invernadero, principales causantes del calentamiento global.
En la actualidad, los costos de las baterías ion-litio son muy elevados. Por otro lado, se ha
producido un aumento del precio internacional del recurso consecuencia del crecimiento de
la demanda y de las políticas empresariales de quienes controlan la producción y el
mercado. En 2015 el precio internacional era de us$ 6000/tn y alcanzó en 2016 los us$
20.000/tn.
Quien controle, por un lado, el precio del recurso en bruto y, por otro, el umbral de
innovaciones tecnológicas requerido para la fabricación de baterías de ion litio, de vehículos
eléctricos y acumuladores de energía a valores comercializables -rompiendo el “techo de
cristal” del mercado y desplomar los costos de equipos de generación renovable- tendrá
acceso a un mercado planetario de dimensiones inconmensurables.
Aquellos países que dominen la innovación tecnológica necesaria -como en el pasado los
Estados Unidos o Inglaterra en los anteriores paradigmas energéticos- adquirirán ventajas
estratégicas que redundarán en un mejor posicionamiento en el mercado energético
mundial y en su gravitación geopolítica. De aquí la importancia para las potencias centrales
y emergentes de lograr el control del proceso de extracción, apropiación e industrialización
del mineral -cuya mayor disponibilidad se encuentra afuera de sus fronteras - en el marco
de aumento de las disputas por la reconfiguración del orden mundial.
Si bien se trata de un recurso ubicuo y abundante, el llamado Triángulo del Litio -área
andina conformada principalmente por el salar de Uyuni en Bolivia, el de Atacama en Chile
y el Salar de Hombre Muerto en la Argentina- concentra el 51% de los recursos totales del
mineral y casi el 85 % de las reservas probadas de litio del mundo disponibles en salmuera,
es decir, en salares, cuya extracción es más fácil debido a su escasa profundidad y, por
tanto, mucho más rentable.
El Triángulo del Litio situado en el corazón de América del sur cuenta con la mayor cantidad
de reservas probadas y económicamente rentables del mundo. Los costos de extracción de
litio de salmuera allí son de los más bajos del mundo, entre los U$D 2000/tn y U$D 3000/tn.
De aquí su importancia geoestratégica decisiva.
¿Reprimarización o industrialización?
Así, en el marco de la creciente demanda de Litio desde inicios del siglo XXI, por causa de
la industria de vehículos eléctricos liderada por China y el uso creciente de baterías para
dispositivos móviles, el aumento por el interés de los yacimientos suramericanos reabre
-una vez más- en nuestros países el conflicto fundante de América Latina. La alternativa de
explotar el recurso únicamente desde la lógica extractivista como mineral en bruto al
servicio de empresas transnacionales o de avanzar en su procesamiento industrial de
carácter soberano y autonómico.
El caso de Argentina
En Argentina el entorno científico e industrial es relativamente importante. En la provincia de
Jujuy donde se encuentran los principales salares el litio fue declarado “recurso natural
estratégico”. A su vez se conformó la empresa pública provincial JENSE que percibe el
8,5% producción del litio en la provincia.
La Argentina está tercera en la carrera mundial de producción de Litio. El 40% del litio del
mundo lo produce Australia (desde la roca), el 33% Chile y le sigue la Argentina con el 16
por ciento. La producción mundial de litio es de 192.000 toneladas anuales. Hay dos minas
en marcha: Sales de Jujuy, en Olaroz y Fénix (provincia de Jujuy) y en Salar del Hombre
Muerto (provincia de Catamarca). Ambas explotaciones están en manos extranjeras con
mínima participación de los estados provinciales en los que se encuentra el mineral (a raíz
de la reforma constitucional de 1994 el estado nacional cede a las provincias la propiedad
de los recursos minerales en sus respectivas jurisdicciones).
El caso de Chile
El caso de Bolivia
En Bolivia, el gobierno de Evo Morales había tomado la decisión de aplicar un férreo control
sobre el litio con el propósito de alcanzar la industrialización del recurso mediante la
fabricación de baterías, acumuladores y autos eléctricos. Para ello había establecido
numerosos acuerdos con empresas holandesas, chinas y alemanas que incluyeron la
cuestión crucial de transferencia de tecnología.
Bolivia posee las mayores reservas de litio en salmueras en el mundo en el Salar de Uyuni
y, a diferencia de lo ocurrido en Argentina y Chile donde el recurso se encuentra en manos
de multinacionales que responden a un modelo extractivista, en Bolivia era el Estado
Plurinacional el que controlaba de forma soberana el recurso y lo explotaba de acuerdo a
los intereses nacionales.
Para llevar adelante el proceso de industrialización se diseñó la Estrategia Nacional de
Industrialización de los Recursos Evaporíticos mediante la creación de la empresa YLB
(Yacimientos de Litio Bolivianos) que contemplaba tres fases a través de las cuales el
Estado boliviano comenzaría a controlar toda la cadena de valor de producción del litio.
El gobierno de Evo Morales nacionalizó las reservas de Litio de Bolivia y creó empresas
mixtas con Alemania y China tanto para la provisión del mineral y la fabricación de baterías
en el propio territorio, vía transferencia de tecnología, con el fin de promocionar la
industrialización del país. En este contexto se produce en Bolivia el golpe de Estado contra
el gobierno de Evo Morales. Resta esperar si el gobierno recientemente asumido de Luis
Arce retoma esta política.
A tal punto resulta crucial la cuestión del Litio desde el punto de vista estratégico, que
algunos analistas han denominado el reciente golpe de estado en Bolivia como “litio-golpe”
(Jalife Rhame, 2019). Como una manera de obturar el proceso de industrialización
desplegada por el gobierno de Evo Morales en alianza estratégica con empresas chinas en
el marco de la disputa con intereses norteamericanos en la región.
Para ello, las prácticas de valorización y apropiaciones de recursos devienen campo crítico
de la acción mancomunada integracionista. Un, cada vez más urgente, “giro territorialista”
de la integración regional que trascienda el horizonte comercialista e institucionalista de los
intentos integradores desarrollados hasta el momento.
Existe la posibilidad histórica de defender nuestras riquezas incidiendo en las dos puntas
extremas de la cadena industrial del Litio. Los eslabones intermedios también son
fundamentales.
¿Debe nuestra región restringirse -una vez más- al papel de mera proveedora de materias
primas -ahora llamadas commodities- para el gran capital transnacional sea anglosajón o
chino?
Desde este marco de ideas, cuando se habla de Litio en Suramérica implica no solo mirar el
paisaje altiplánico del triángulo del litio, sino el horizonte continental que requiere el
concurso de Argentina, Chile y Bolivia sumados Brasil y México (con toda su capacidad
técnico-industrial y su enorme mercado) y el resto de los países de la región. El “Triángulo
del litio” no encuentra su destino si permanece únicamente ligado a la extracción en una
lógica fundada en los intereses del capital transnacional que circunscribe su accionar en
cada uno de los países -cuando no a los propios gobiernos provinciales o locales-
fragmentando y despotenciando los poderes públicos. Su apropiación soberana a escala
regional constituye en un objetivo en sí mismo para el relanzamiento de los proyectos de
integración latinoamericana en clave autonomista.
Fuente:
http://centrougarte.unla.edu.ar/geopolitica-de-recursos-estrategicos/litio
Actividades:
PRIMER MOMENTO
4. ¿Cuál de estas dos posturas en relación al Litio conviene más a los Países de la
región y por qué?:
SEGUNDO MOMENTO
6. Según el autor del texto, ¿De qué manera se puede proteger el litio frente a las
potencias ya sea China o EEUU?