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EL ESTRUCTURALISMO

Wilhelm Wundt, reconocido como el fundador de la psicología científica, estableció un sistema psicológico que
rompió con la filosofía y la fisiología. En 1879, fundó el primer laboratorio de investigación psicológica en la
Universidad de Leipzig. Su enfoque se basó en la introspección analítica, donde los sujetos entrenados describían sus
experiencias conscientes en respuesta a estímulos controlados. Wundt también empleó la observación de productos
culturales y adoptó un enfoque histórico comparativo.

Wundt definió el objeto de estudio de la psicología como la experiencia inmediata y buscó descomponer los
fenómenos de la conciencia en elementos más simples. Reconoció la correlación entre los fenómenos psíquicos y los
procesos fisiológicos, pero intentó superar el dualismo mente-cuerpo.

En Alemania, los seguidores de Wundt llamaron a esta psicología "Ganzheit", mientras que en Norteamérica, Edward
Bradford Titchener la definió como estructuralismo. Estos desarrollos sentaron las bases para otras escuelas
psicológicas como el funcionalismo, el psicoanálisis, el conductismo y la teoría de la Gestalt.

Además de estos enfoques, hubo otras escuelas contemporáneas que desafiaron los principios wundtianos, como la
psicología comprensiva de Dilthey, la psicología del acto de Brentano y la psicología fenomenológica de Husserl.
Estas escuelas mantuvieron un enfoque antimecanicista y antiexperimentalista. En conjunto, estos desarrollos
demostraron la naturaleza en constante cambio y revolucionaria del campo de la psicología.

EL FUNCIONALISMO

El funcionalismo, surgido en la ciudad de Chicago alrededor de 1895, fue el primer sistema psicológico realmente
americano. Se basó en la biología, la teoría de la evolución de Charles Darwin, la filosofía pragmática de Peirce y la
psicología comparada de Galton. Williams James y John Dewey fueron figuras destacadas de este movimiento.

El funcionalismo se centró en la adaptación eficaz del organismo al entorno, en función de su utilidad. En lugar de
estudiar los elementos de la conciencia como lo hacía el estructuralismo, se enfocó en las operaciones psicológicas y
en su finalidad en el proceso adaptativo con el medio ambiente. Se hizo hincapié en que las ideas son significativas
en la medida en que afecten eficazmente las acciones.

Este enfoque funcionalista también incorporó la teoría de la evolución, destacando la importancia de ciertos rasgos
o procesos psíquicos en individuos que resultan útiles y aptos en la lucha por la supervivencia. La conciencia se
consideró como el resultado del desarrollo filogenético y ontogenético, facilitando la adaptación al medio de los
seres más evolucionados.

El funcionalismo rechazó el paralelismo psicofísico y defendió un interaccionismo entre lo fisiológico y lo psicológico,


reconociendo que las causas últimas de la vida psíquica se encuentran en el estudio del sistema nervioso. Sin
embargo, se aceptó la conveniencia de considerar por separado los diversos campos.

En cuanto al objeto de estudio, ya no se enfocó en la experiencia inmediata, sino en la actividad adaptativa,


caracterizada por la presencia de estimulación motivadora, situación sensorial y respuesta capaz de alterar dicha
situación. Esta actividad se consideró como un proceso global y continuo, y se utilizó una variedad de métodos de
estudio más allá de la introspección analítica.

El funcionalismo recibió críticas principalmente por su tendencia filosófica, su finalismo vitalista o teleológico, su
falta de interés en la introspección, el uso de métodos inadecuados, el abandono del estudio de los contenidos de la
conciencia y definiciones confusas e inconsistentes, como la del propio término "función".

LA REFLEXOLOGÍA

La reflexología fue desarrollada por Vladimir N. Béjterev (1857-1927) en conjunto con Iván Pavlov, y se caracterizó
por su enfoque fisiologista. Pavlov se centró en los reflejos condicionados, que son enlaces temporales entre un
estímulo ambiental y una actividad del organismo, a diferencia de los reflejos simples o incondicionados, que son
enlaces permanentes entre un estímulo preciso y una acción del organismo.

En el reflejo condicionado, un estímulo inicialmente neutral (como el sonido de una puerta que se abre) se convierte
temporalmente, a través de la repetición, en un estímulo natural que genera una respuesta en el organismo (como la
secreción de las glándulas salivales). En contraste, en el reflejo incondicionado, no se necesita ningún tipo de
aprendizaje asociativo, ya que la respuesta refleja (como la secreción de saliva al ver comida cuando se tiene
hambre) es una respuesta permanente ante la presencia de un estímulo natural.

La reflexología se basa en el funcionamiento normal de la corteza cerebral, los centros subcorticales y el sistema
nervioso autónomo. Este enfoque reflejo, heredado de Descartes, introduce una perspectiva positivista en el estudio
de la conducta, destacando la objetividad como uno de sus principios fundamentales.

Bajo la influencia de Béjterev, la reflexología adoptó un reduccionismo radical, enfocándose exclusivamente en los
reflejos condicionados y negando el campo subjetivo de la conciencia y sus contenidos. Según esta perspectiva, el
pensamiento y otros procesos mentales superiores son explicados por principios objetivos, como la actividad
muscular involucrada en el habla.

Este enfoque objetivo llevó a la reflexología a ser conocida como psicología objetiva. Se fundamentaba en filosofías
materialistas, energéticas, mecanicistas y deterministas, aunque también existen corrientes neorreflexológicas con
posiciones más flexibles.

Para Pavlov, la conducta siempre es una reacción o respuesta a estímulos del entorno. Realizó diversos experimentos
utilizando diferentes animales, principalmente perros, y sus estudios tuvieron una influencia significativa en la
escuela conductista inaugurada por Watson.

El conductismo, según John Broadus Watson, se diferencia de otros movimientos psicológicos en su enfoque en el
comportamiento público y observable en lugar de la conciencia y la introspección. Watson propuso estudiar el
comportamiento de manera científica a través de la observación controlada, enfocándose en áreas como los
movimientos voluntarios, la actividad glandular y visceral, y los hábitos del lenguaje y el pensamiento.

Watson llevó a cabo experimentos utilizando ratas de laboratorio para investigar la correlación entre el proceso de
mielinización de las fibras nerviosas del cerebro y el aprendizaje. Su enfoque se centró en el estudio de respuestas
observables y estímulos ambientales como elementos básicos de la investigación psicológica.

El conductismo de Watson recibió influencias de la psicología soviética de Pavlov y Béjterev, y se desarrolló en el


campo del condicionamiento clásico. Burrhus Frederic Skinner propuso una renovación radical del conductismo,
introduciendo el condicionamiento operante o instrumental, que se basa en las contingencias del refuerzo en los
procesos de aprendizaje.

En el condicionamiento operante, una respuesta seguida de un refuerzo aumentará la probabilidad de su ocurrencia


posterior, mientras que una respuesta no seguida de refuerzo o seguida de castigo tenderá a extinguirse. El enfoque
de Skinner implicó la consideración de las consecuencias de la respuesta en lugar de su estímulo antecedente.

Las concepciones del conductismo se basaron en experimentos rigurosos y control de variables empíricas
observacionales. Sin embargo, el enfoque de Skinner dejó fuera las variables psíquicas que intervienen en la
secuencia respuesta-estímulo, ya que no pueden ser sometidas a contrastación empírica.

El conductismo ha tenido incidencias tanto en el campo clínico, con terapias comportamentales o modificación de la
conducta, como en el campo educacional. Se considera que los comportamientos neuróticos o inadecuados son
aprendidos por condicionamiento y requieren desaprender esas conductas y reforzar las respuestas deseadas.

En resumen, el conductismo de Watson se centra en el comportamiento observable y utiliza métodos de


observación controlada. Skinner introdujo el condicionamiento operante, donde las consecuencias de la respuesta
son clave. El conductismo ha tenido aplicaciones clínicas y educativas, pero no considera las variables psíquicas en su
modelo de respuesta-estímulo.
La psicología de la Gestalt, también conocida como psicología de la forma, surgió a principios del siglo XX como una
alternativa a la psicología wundtiana. Los gestaltistas criticaron la metodología empleada por los introspeccionistas,
que consistía en el análisis introspectivo de la conciencia, descomponiéndola en elementos observables. En cambio,
los gestaltistas propusieron un análisis fenomenológico que se centraba en la percepción de las totalidades y
estructuras globales presentes en la conciencia.

Los principales representantes de la psicología de la Gestalt fueron Max Wertheimer, Kurt Koffka y Wolfgang Köhler.
Ellos se opusieron al enfoque atomista de la psicología introspeccionista, argumentando que la descomposición de
las totalidades en partes carecía de sentido y era científicamente estéril.

La psicología de la Gestalt se desarrolló tanto en Alemania como en Estados Unidos debido al traslado forzoso de sus
principales exponentes durante la persecución nazi. Esta corriente psicológica se basó en una visión dinámica de la
mente en contraposición al estatismo de los introspeccionistas. También propuso una estrecha relación entre los
procesos mentales y cerebrales, negando la plena autonomía del funcionamiento mental y postulando el
isomorfismo, que establece una correspondencia entre los campos de fuerzas mentales y los campos de fuerzas
bioeléctricas cerebrales.

El principio fundamental de la psicología gestáltica es que "el todo es más que la suma de las partes". Esto significa
que se enfoca en comprender cómo los elementos se configuran y forman parte de estructuras más amplias,
dándole más importancia a las formas estructurales que a la reducción de los elementos a átomos.

La psicología de la Gestalt se centró en investigaciones sobre la percepción, especialmente en el campo perceptivo


visual. Los gestaltistas identificaron varios principios de agrupación que determinan la organización perceptual,
como la semejanza, la proximidad, la continuidad y la inclusión. Además, destacaron el principio de pregnancia o
buena figura, que se refiere a la segregación de los elementos perceptuales en figuras y fondos, y el principio de
cierre o clausura, que permite percibir formas completas incluso cuando están parcialmente ocultas.

Fritz Perls, uno de los máximos representantes de la psicología de la Gestalt, desarrolló la terapia gestáltica. Su
enfoque terapéutico se basó en las ideas de la psicología de la Gestalt y también incorporó influencias de otras
corrientes psicológicas, como el psicoanálisis, el psicodrama y la terapia humanista. La terapia gestáltica busca
percibir los conflictos personales y la conducta inadecuada como señales dolorosas creadas por polaridades o
elementos bipolares del proceso psicológico. Se centra en la confrontación de estos elementos para lograr la
autorregulación e independencia del individuo.

EL PSICOANÁLISIS

El psicoanálisis, desarrollado por Sigmund Freud, surgió a principios del siglo XX y marcó el nacimiento de la
psicología del inconsciente o psicología profunda. Una de las contribuciones fundamentales de esta escuela fue la
ampliación del concepto de subjetividad, valorando las manifestaciones que ocurren en el campo de la conciencia no
solo desde el punto de vista de la conciencia en sí, sino también como posibles manifestaciones de ideas o
pensamientos que se encuentran fuera de ese campo y pertenecen a un sector de la vida mental con sus propias
leyes de funcionamiento.

El psicoanálisis abrió una vía de acceso privilegiada a la comprensión de la dinámica psíquica al presentar un cuadro
penetrado de sentido, con interacciones constantes entre los planos conscientes y no conscientes, lo anímico y lo
corporal, los condicionantes del entorno y los constitucionales, el presente y el pasado. Esta perspectiva revolucionó
la forma en que se percibía lo psíquico y tuvo influencias en la cultura occidental comparable a las de Copérnico,
Darwin o Marx en sus respectivas disciplinas.

Según el psicoanálisis, existe un amplio sector del psiquismo no consciente cuyos contenidos, en forma de
pensamientos y fantasías, no son advertidos por el sujeto y constituyen parte de la vida psíquica profunda y
reprimida. Estos contenidos pueden ser de naturaleza sexual o agresiva y resultan inaceptables para el yo debido a
las exigencias morales del superyó y a las demandas impuestas por la realidad natural o social para la supervivencia
del individuo.
El psicoanálisis se desarrolló en paralelo a las prácticas médicas de Freud y sus colegas. A partir de las observaciones
y deducciones obtenidas de estas prácticas, Freud construyó un extenso cuerpo teórico llamado metapsicología. En
este marco, se postulan dos fuerzas fundamentales del aparato psíquico: Eros (pulsión de vida) y Thanatos (pulsión
de muerte), que provienen de una parte del aparato psíquico denominada Ello. El Ello está regido por el principio de
placer-displacer y el principio de constancia, que busca mantener los niveles de energía en su interior constantes y lo
más bajos posible, promoviendo la descarga de excitaciones provenientes de las pulsiones y estímulos del medio
externo.

Desde una perspectiva tópica, el aparato psíquico no solo incluye el Ello, sino también el Yo, que está regido por el
principio de realidad. El Yo modifica y considera la realidad en la búsqueda del placer, lo que conduce a tomar
caminos alternativos para alcanzar ese objetivo.

Otras perspectivas del psicoanálisis incluyen el enfoque dinámico, que explica la vida psíquica en términos de
diferentes tipos de conflictos (por ejemplo, entre el Ello y el Yo, o entre el Yo y el Superyó), y el enfoque económico,
que se refiere a las magnitudes de estímulos o cantidades de energía que se desprenden en la dinámica de esos
conflictos.

Además de sus formulaciones teóricas, el psicoanálisis también se define como un método terapéutico y un método
de investigación. Sin embargo, ha sido objeto de críticas, como su interpretación causalista excesiva de los
fenómenos psíquicos, su limitada capacidad de experimentación, la escasez de correlaciones estadísticas, el carácter
metafórico de sus denominaciones y la posibilidad de interpretaciones subjetivas de sus resultados.

Dentro del propio movimiento psicoanalítico surgieron diversas orientaciones, como la psicología individual de
Alfred Adler y la psicología analítica o compleja de Carl Gustav Jung, que ampliaron los horizontes de la psicología
dinámica o del inconsciente.

LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL

La psicología individual de Alfred Adler se caracteriza por su enfoque en los sentimientos de inferioridad y la
compensación a través del afán de poderío. Adler consideraba que los sentimientos de inferioridad son inherentes a
la condición humana, especialmente durante la infancia, cuando los niños se sienten inferiores en comparación con
los adultos. Estos sentimientos impulsan a los individuos a desarrollar esquemas de pensamiento, sentimientos y
acciones para igualar o superar su inferioridad. Adler enfatizaba la interdependencia entre lo psíquico, lo biológico y
lo social, y creía en el concepto de individuo como un ser completo e indivisible.

Según Adler, el afán de poderío, que surge como una compensación de los sentimientos de inferioridad, es un factor
central en la psicología individual. Sin embargo, cuando este afán de poderío prevalece de manera
desproporcionada, puede dar lugar a desviaciones patológicas y neurosis. Adler sostuvo que todas las neurosis son
formas de vanidad, y su objetivo final fue intensificar los sentimientos de comunidad y socialidad en las generaciones
futuras.

LA PSICOLOGÍA ANALÍTICA

En la psicología analítica o compleja de Carl Gustav Jung, se introduce el concepto del inconsciente colectivo. Jung
postuló que el inconsciente colectivo es el resultado de las experiencias ancestrales de la humanidad y contiene
arquetipos que son temáticas comunes experimentadas por todas las razas y culturas a lo largo del tiempo. Estos
arquetipos se manifiestan a través de imágenes en los sueños, en las producciones delirantes y alucinatorias, así
como en los mitos y las leyendas.

La individuación es otro concepto clave en la psicología analítica. Se refiere a un proceso natural en el que la
personalidad individual se diferencia y se desarrolla hasta alcanzar la totalidad del sí mismo. La individuación implica
superar el individualismo y el egocentrismo, liberándose de las máscaras sociales y los roles superficiales para revelar
la verdadera esencia del individuo.
En la psicoterapia junguiana, el proceso de individuación juega un papel central. El objetivo del terapeuta es abrir el
camino hacia la curación individual, permitiendo que el paciente se convierta en su verdadero ser y alcance su
proceso de individuación.

En resumen, tanto la psicología individual de Adler como la psicología analítica de Jung ofrecen enfoques diferentes
para comprender la psicología humana. Adler se centra en los sentimientos de inferioridad y el afán de poderío
como motores de la conducta, mientras que Jung introduce el concepto de inconsciente colectivo y enfatiza el
proceso de individuación hacia la totalidad del sí mismo.

EL HUMANISMO

El movimiento humanístico en psicología se originó a finales de la década de 1950 en Estados Unidos y se considera
la tercera fuerza dentro de las orientaciones psicológicas. Aunque tuvo influencias europeas, especialmente de
psiquiatras y psicólogos alemanes inspirados en corrientes fenomenológicas y existencialistas, su desarrollo principal
ocurrió en Estados Unidos.

El movimiento humanístico se caracteriza por oponerse al conductismo en sus diferentes formas y al psicoanálisis
freudiano. Algunas de las figuras destacadas de este movimiento son Kurt Goldstein, considerado el padre del
movimiento, Abraham H. Maslow y Carl R. Rogers.

El enfoque humanístico busca liberar las potencialidades humanas y lograr la autorrealización. Se opone al
mecanicismo del conductismo y considera que los motivos que determinan la conducta humana son conscientes en
lugar de inconscientes como sostenía Freud. La libertad humana y la toma de decisiones conscientes son aspectos
fundamentales en este enfoque.

La psicología humanística se basa en fundamentos filosóficos existencialistas y fenomenológicos y no en


observaciones o experimentos. Sus seguidores se alinearon más con las ciencias del espíritu que con las ciencias
naturales.

Carl Rogers, una de las figuras más conocidas y representativas del movimiento humanístico, desarrolló una técnica
terapéutica conocida como "psicoterapia no-directiva", "psicoterapia centrada en el cliente" o "psicoterapia como
encuentro interpersonal". Esta técnica se basa en la responsabilidad del cliente o sujeto en tratamiento y el papel del
terapeuta consiste en reflejar los sentimientos expresados por el cliente sin ofrecer interpretaciones o directivas.

Otto Rank, una figura notable del movimiento psicoanalítico, también influyó en las concepciones del movimiento
humanístico, especialmente a través de su enfoque en la terapia relacional.

EL COGNITIVISMO

El movimiento cognitivo es una corriente dentro de la psicología que se enfoca en el estudio de los procesos
cognitivos, es decir, cómo procesamos, interpretamos y utilizamos la información que recibimos del entorno y de
nuestro propio interior. Surgió como una alternativa a la concepción de la conducta pasiva propuesta por Skinner y
se centró en la actividad y autorregulación del organismo.

La psicología cognitiva se interesó en los procesos de adquisición y conocimiento, así como en el estudio de la
percepción, el pensamiento, el juicio, la memoria, la atención y otros aspectos relacionados. Se utilizó una
metodología hipotético-deductiva experimental para investigar estos procesos, con la elaboración de modelos que
fueron probados en el laboratorio.

Existen diferentes perspectivas dentro de la psicología cognitiva, como el procesamiento de la información, la


epistemología genética de Piaget y la perspectiva histórico-cultural de Vygotski. Estas perspectivas consideran tanto
la actividad consciente como inconsciente y enfatizan la interacción entre el organismo y su entorno cultural.

En el marco de la psicología cognitiva, se desarrolló la terapia cognitiva, que se centra en examinar y modificar las
estrategias con las que procesamos la información, lo cual tiene un impacto en nuestro estado mental y nuestras
conductas. Esta terapia se basa en técnicas terapéuticas como la terapia racional-emotiva de Ellis, el entrenamiento
en autoinstrucciones de Meichenbaum, la terapia cognitiva de Beck y la solución de problemas de Zurrilla y
Goldfried. Estas técnicas se centran en cambiar patrones de pensamiento desadaptativos y ayudar al individuo a
reaccionar de manera adecuada ante situaciones problemáticas.

En resumen, el movimiento cognitivo en psicología se centra en el estudio de los procesos cognitivos, como la
percepción, el pensamiento y la memoria, y ha desarrollado técnicas terapéuticas para modificar los patrones de
pensamiento y mejorar la adaptación del individuo.

EL ENFOQUE SISTÉMICO

El enfoque sistémico es una perspectiva teórica que se originó en la biología y que fue desarrollada por Ludwig Von
Bertalanffy en 1928. También se basa en los aportes de otros campos como la teoría de la información, la cibernética
y la antropología cultural. Este enfoque considera a los sistemas como conjuntos de objetos interrelacionados.

Un sistema puede ser cualquier conjunto de elementos que están interconectados y que interactúan entre sí. Por
ejemplo, un equipo de fútbol es un sistema compuesto por sus jugadores y las relaciones que se establecen entre
ellos. Los sistemas se organizan jerárquicamente, con subsistemas que forman parte de sistemas más grandes,
llamados suprasistemas. En el caso del equipo de fútbol, los subsistemas podrían ser el sistema defensivo y el
sistema ofensivo, mientras que el suprasistema sería la institución a la que pertenece el equipo.

El enfoque sistémico propone un cambio de paradigma en relación con los modelos explicativos tradicionales, que
suelen ser moleculares, deterministas y reduccionistas. En cambio, se enfoca en una visión global y molar del
fenómeno, considerando múltiples determinantes y relaciones circulares. Los elementos de un sistema están en
constante interacción mutua dentro de un proceso complejo y en red.

Algunos conceptos fundamentales de la teoría general de los sistemas son la totalidad y la equifinalidad. La totalidad
se refiere a la visión global y total del comportamiento del sistema, donde un cambio en uno de sus elementos tiene
repercusiones en todos los elementos del sistema, incluyendo al propio elemento que experimentó el cambio. La
equifinalidad, por otro lado, indica que diferentes estados iniciales pueden llevar a resultados finales idénticos, o que
un mismo estado inicial puede dar lugar a resultados diferentes. Esto se aleja de los enfoques deterministas que
buscan establecer causas específicas para un efecto determinado.

En resumen, el enfoque sistémico considera a los sistemas como conjuntos de elementos interrelacionados y se
enfoca en una visión global y molar de los fenómenos, destacando la interacción y la circularidad de los procesos.
Proporciona un marco teórico que permite comprender la complejidad y la dinámica de los sistemas en diferentes
disciplinas.

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