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146. Son conocidas las circunstancias que abrieron el camino hacia la reforma de
la Constitución. El objetivo político esencial fue consagrar la reelección del
presidente en ejercicio del cargo lo que, desde el punto de vista ético político, es
reprochable, porque una modificación de esta importancia debió regir para el
futuro pero no para favorecer la ambición de poder del gobernante de turno.
Además, el proceso de sanción de la ley 24.309 adoleció de un vicio formal que
planteó un serio interrogante acerca de su validez como una norma jurídica.
De conformidad con los hechos narrados, los diputados MATZKIN (P.J.).Y GALVÁN
(U.C.R.) presentaron en su Cámara un proyecto de reforma de la Constitución que
reproducía exactamente el Pacto de Olivos, incluido lo referente al modo de elegir, la
cantidad y duración de los senadores. Esta iniciativa sí fue sancionada el 21 de
diciembre de 1993, por la Cámara de Diputados, que la remitió al Senado para su
revisión por el mismo. Este le dio sanción definitiva el 28 de diciembre de 1993, al
proyecto, que así, quedó convertido en la ley 24.309. Sin embargo, cabe destacar una
singularidad: la aprobación del Senado difirió de la que efectuaran los diputados en
que aquél suprimió la duración del mandato de los senadores. Por lo tanto, de acuerdo
con el procedimiento de formación y sanción de las leyes según el régimen de la
Constitución de 1853 -que regía en este momento-, el Senado, atento a la
modificación que introdujera, no debió dar por sancionada la norma sino que tenía que
haber devuelto el proyecto a la Cámara baja para que ésta se expidiera al respecto.
Así, la ley 24.309 se vio afectada por un defecto formal debido a la discrepancia entre
los textos aprobados por las Cámaras. Sobre este aspecto cabe reflexionar que si la
Constitución establece un procedimiento para la sanción de las leyes éste debe
cumplirse estrictamente. Solamente así el proyecto aprobado por el Congreso podrá
ser considerado una ley. No vale como pretexto para aceptar la sanción viciada de una
norma que lo actuado por el Congreso es una cuestión política no justiciable.
"La Constitución establece un trámite para la sanción de las leyes; si el Senado no acepta las
modificaciones -o una sola de ellas- de la Cámara de Diputados, debe remitir el proyecto
nuevamente a esa Cámara". A modo de advertencia agregó: "... Pienso que se está a punto de
cometer un error al considerar que con la modificación de esta Cámara queda definitivamente
sancionado el proyecto de ley".
147. El error previsto por DE LA RÚA se consumó porque sobre todo (aun por encima
de la Constitución) prevalecieron las urgencias políticas del momento: concretar
rápidamente la posibilidad institucional de la reelección del presidente en ejercicio.
Hoy parecería estéril plantearse este punto porque la Constitución ha sido reformada,
ella tiene pleno vigor y el presidente ha sido reelegido de conformidad con las nuevas
reglas. Estos hechos tienen una contundencia incontrastable. Sin embargo, no se
puede dejar de señalar que la plenitud de un Estado de Derecho exige el cumplimiento
sustancial y formal de la Constitución. Ello configura una regla insoslayable para la
respetuosa convivencia política de los sectores de la sociedad. La seguridad jurídica
(tan indispensable para esa convivencia) se sustenta en la convicción de la vigencia
irrestricta y transparente de la Constitución y que los gobernantes y gobernados
deben, inexcusablemente, acomodar sus decisiones a lo en ella establecido. El
manipuleo de la Constitución por la autoridad, cuando ello -especialmente- se
hace en provecho propio, genera la máxima inseguridad y escepticismo.
Capítulo 10
OTRAS CONSIDERACIONES SOBRE LA REFORMA
Es cierto que el citado artículo 33 fue incluido para prevenir cualquier olvido o
posibilitar la incorporación de alguno no enumerado de acuerdo con las
transformaciones en ese campo. Ello, sin embargo, no obsta a la conveniencia de
su inclusión expresa porque, tal como fuera destacado en el seno de la Asamblea
Constituyente, un derecho o garantía establecido a nivel legal puede ser adulterado
o suprimido por otra ley, cosa que no puede suceder si adquiere inserción explicita
en el texto constitucional. Es decir, un derecho enumerado tiene una consistencia
que no posee uno implícito.
V. ASPECTOS METODOLÓGICOS
Primera Parte:
Con respecto a las materias reformadas de la 2da Parte de la Ley Fundamental (que
se ocupa de la configuración y atribuciones de los gobiernos federal y provinciales)
cabe señalar que tampoco el constituyente fue muy prolijo en cuanto a la
ubicación de nuevos órganos como la Auditoría General, el Ministerio Público, el
Defensor del Pueblo y el Consejo de la Magistratura. Estos podían haberse incluido
en una nueva sección de la Segunda Parte bajo el título de Órganos de Control.
También merece objeción la frondosidad del inciso 2 del artículo 75 que se refiere al
régimen de coparticipación. No parece de buena técnica constitucional efectuar una
mención profusamente detallada de las características de la coparticipación y del
procedimiento para la sanción de la ley pertinente en un inciso de un artículo en el
que se consignan las atribuciones del Congreso. En una disposición de esta índole
la redacción debe ser lo más sucinta posible. Ello pudo ser materia apropiada de un
capítulo sobre régimen financiero a insertar en la Primera Parte de la Constitución.