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PID_00273425
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© FUOC • PID_00273425 El aprendizaje de procedimientos
Índice
Introducción............................................................................................... 5
Objetivos....................................................................................................... 7
Actividades.................................................................................................. 63
Ejercicios de autoevaluación.................................................................. 64
Solucionario................................................................................................ 66
Glosario........................................................................................................ 67
Bibliografía................................................................................................. 69
© FUOC • PID_00273425 5 El aprendizaje de procedimientos
Introducción
Pero, al igual que sucedía con el aprendizaje verbal, y también con otros tipos
de aprendizaje humano, hay diferentes formas de aprender a hacer en función
de los procesos implicados. Por un lado, desde una tradición más vinculada al
aprendizaje asociativo, aprender a hacer se considera un proceso de automa-
tización y consolidación de destrezas o rutinas como consecuencia de la prác-
tica repetida de estas. Esta manera de aprender a hacer, que definiremos co-
mo aprendizaje técnico, se apoya en procesos asociativos y sirve parta afron-
tar tareas rutinarias, simples ejercicios, mediante secuencias de acciones que
se aplican de manera bastante inflexible, sin apenas control consciente. Ello
permite liberar recursos cognitivos para otras tareas y actividades, una función
esencial de la automatización de destrezas, teniendo en cuenta la capacidad de
procesamiento limitada de la mente humana. El aprendizaje técnico es muy
común en diferentes contextos del aprendizaje personal, académico y profe-
sional, algunos de los cuales se ilustran en el texto. Se analizan en detalle las
diferentes fases en el entrenamiento técnico, así como las dificultades más co-
munes a las que este se enfrenta.
© FUOC • PID_00273425 6 El aprendizaje de procedimientos
Pero este aprendizaje técnico es insuficiente cuando hay que enfrentarse a ver-
daderos problemas, tareas o situaciones cambiantes para las que no se dispone
de rutinas sobreaprendidas. En este caso, es necesario otro tipo de aprendizaje
procedimental, de naturaleza más estratégica, que requiere una gestión meta-
cognitiva de las propias acciones, planificando, supervisando y evaluando lo
que se hace. Se trata de un aprendizaje estratégico vinculado al control me-
tacognitivo, explicado en el módulo “Los procesos de aprendizaje constructi-
vo”, mediante el cual pueden transferirse los procedimientos ya adquiridos,
usualmente en forma de técnica, a nuevos contextos y tareas, algunos de los
cuales (personales, sociales, profesionales, etc.) se ilustran en el texto. Se ana-
lizan también las fases esenciales del entrenamiento estratégico, la función
que en cada una de ellas debe cumplir el formador o instructor, así como las
principales dificultades a las que se enfrenta.
Objetivos
Además, hay muchos contextos de aprendizaje técnico en los que esa apro-
ximación sucesiva es simplemente imposible, bien porque los errores tienen
un coste muy alto (pensemos en la formación de un cirujano o en aprender a
conducir; si bien, en ambos casos, el uso de simuladores evitaría ese alto coste,
con frecuencia esos simuladores no están disponibles y se sigue aprendiendo
en vivo), o bien porque sencillamente el sistema o dispositivo que estamos
aprendiendo a usar no tolera esos errores. Esto sucede, por ejemplo, en un tipo
de aprendizaje de procedimientos cada vez más común, como es el uso de dis-
positivos tecnológicos que para su buen funcionamiento requieren completar
una serie de pasos con precisión y en una secuencia cerrada, de modo que
cualquier desviación de esas acciones programadas impide alcanzar la meta. Si
no seguimos con exactitud las instrucciones del DVD o del robot de cocina, no
© FUOC • PID_00273425 11 El aprendizaje de procedimientos
Actividad 1
“Cosas” que habéis aprendi- “Cosas” que habéis aprendi- “Cosas” que habéis apren-
do a decir, pero no a hacer do a hacer, pero no a decir dido a decir y a hacer
- - -
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¿Se os ocurre qué tienen en común las “cosas” que sabéis decir pero no hacer? ¿Y las que
sabéis hacer pero no decir? ¿Y las que sabéis hacer y decir? Al final del módulo, en el apar-
tado de autoevaluación, podéis encontrar algunas ideas que os ayudarán a entender có-
mo esas diferentes experiencias suelen estar ligadas a diferentes contextos de aprendizaje.
¿A qué se debe esta distancia entre lo que hemos aprendido a decir y lo que
hemos aprendido a hacer? Lo que se pone de manifiesto aquí es un fenómeno
ubicuo y muy relevante en nuestro funcionamiento cognitivo, que vienen
destacando los modelos duales de la mente y que se conoce como la disocia-
ción entre nuestras representaciones explícitas e implícitas, entre aquello que
hacemos y somos de forma consciente y no consciente.
En los últimos años han proliferado los llamados modelos duales de la mente, que asu-
men que las personas al aprender, al razonar, al interactuar socialmente, al recordar, en
definitiva, en todas nuestras actividades cognitivas, disponemos de dos sistemas alterna-
tivos de representación y procesamiento:
Evans, J. St. B. (2010). Thinking Twice. Two Minds in One Brain. New York: Oxford Univ.
Press.
Kahneman, D. (2011). Thinking, Fast and Slow. Farrar: Straus and Giroux. Trad. cast. de J.
Chamorro: Pensar rápido, pensar despacio. Barcelona: Random House, 2012.
En el caso específico del aprendizaje, un análisis de la interacción entre estos dos sistemas
puede encontrarse en:
Baddeley, A. (1997). Human Memory. Theory and Practice (2.ª ed.). London: Taylor and
Francis. Trad. cast. de G. Evangelista: Memoria humana. Madrid: McGraw Hill, 1999.
Uno de los casos más impresionantes, masivos y dramáticos de este tipo de disociación
es el de Clive Wearing, un director de orquesta británico, que en 1996 sufrió una ence-
falitis producida por un herpes, que dañó tan severamente su hipocampo, una estructu-
ra cerebral esencial para el aprendizaje y la memoria, que le produjo no solo una amne-
sia anterógrada (incapacidad para recordar hechos ocurridos después del daño sufrido),
sino también amnesia retrógrada (incapacidad para recordar hechos ocurridos anterior-
mente). Como consecuencia, la “ventana” de memoria de Clive se redujo a unos siete
segundos. Era incapaz de recordar casi cualquier cosa de su pasado y de adquirir nuevos
conocimientos. Sin embargo, cuando se sentaba delante del piano o se situaba delante
de un coro, para su sorpresa seguía siendo capaz de tocar el piano o gestionar el coro. En
el 2005 se grabó un documental sobre su caso: El hombre con 7 segundos de memoria (The
Man With 7 Seconds Memory), que es fácil de encontrar en internet.
También nuestro saber sobre el mundo físico y social está escindido. Una co-
sa es la psicología que sabemos y otra la psicología que aplicamos o usamos
en nuestra vida cotidiana, del mismo modo que aunque no comprendamos
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Sabemos hoy que las estructuras neurales y los procesos psicológicos implica-
dos en el saber decir y en el saber hacer son diferentes, que las personas adqui-
rimos, por un lado, un conocimiento verbal sobre ciertas partes del mundo y,
por otro, un conocimiento procedimental sobre esas mismas partes del mun-
do. Por eso sabemos hacer cosas que no sabemos decir y viceversa, sabemos
decir cosas que no sabemos hacer, porque son dos formas distintas de apren-
der, conocer y vivir en el mundo. Y en ocasiones, como también veremos lue-
go, logramos integrar nuestro conocimiento declarativo y procedimental, lo
que genera una nueva forma de saber hacer.
Según acabamos de ver, y como sucede, por otra parte, con la mayor parte
de los aprendizajes (salvo los más elementales) el aprendizaje procedimental
está sometido tanto a restricciones biológicas –el sustrato neuropsicológico
del aprendizaje de procedimientos es diferente del que subyace al aprendizaje
declarativo, verbal o simbólico–, como culturales, ya sea en forma de creencias
compartidas, o prácticas sociales que estructuran esos aprendizajes. De hecho,
centrándonos en este último aspecto, podemos decir que las formas de hacer y,
por tanto, de aprender a hacer están sin duda formateadas por la cultura y, más
concretamente, por los dispositivos tecnológicos que conforman cada cultura.
Una parte importante de esos dispositivos culturales son, de hecho, sistemas culturales de
representación y conocimiento presentes en muchos ámbitos del aprendizaje (escritura,
números, partituras, mapas, gráficos, modelos computacionales, etc.), para cuyo dominio
hay que aprender procedimientos específicos que se caracterizan no solo por extender la
mente más allá de sus límites corporales sino, sobre todo, por generar nuevas funciones
y posibilidades cognitivas sin las que la mente humana no sería, de hecho, lo que es, y
no podría aprender cómo aprender. Los rasgos y las funciones de los sistemas�externos
de�representación se analizan, por ejemplo, en:
Andersen, Ch., Scheuer, N., Pérez, M. P., y Teubal, E. (Eds.). (2009). Representational Sys-
tems and Practices as Learning Tools in Different Fields of Learning. Rotterdam: Sense.
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Pérez, M. P., Martí, E., y Pozo, J. I. (2010). Los sistemas externos de representación como
herramientas de la mente. Cultura y Educación, 22(2), 133-147.
Por último, el propio diseño de esos dispositivos debe estar supeditado a las restricciones
que la mente humana impone a su uso. Los principios del diseño�ergonómico pueden
encontrarse analizados de forma amena y sugerente en:
Norman, D. A. (1988). The Psychology of Everyday Things. New York: Basic Books. Trad.
cast. de S. Santos: La psicología de los objetos cotidianos. Madrid: Nerea, 1990.
Norman, D. (2007). The Design of Future Things. New York: Basic Books. Trad. cast. de
G. Sánchez: El diseño de los objetos del futuro. La interacción entre el hombre y la máquina.
Barcelona: Paidós, 2010.
Referencia�bibliográfica
Clark, A. (2011). Supersizing the Mind. Embodiment, Action and Cognitive Extension.
New York: Oxford University Press.
Por tanto, podemos decir que las formas de aprender a hacer –las demandas
de aprendizaje procedimental, pero también los procesos mediante los que
tienen lugar esos aprendizajes y las formas de intervenir psicológicamente para
promoverlos y modificarlos– cambian con el propio desarrollo tecnológico. De
hecho, aunque esos cambios culturales merecerían un análisis más cuidadoso,
podemos identificar tres grandes formas de aprender a hacer que han surgido
como consecuencia de las tecnologías dominantes en sucesivos momentos
de nuestra historia cultural, hasta llegar al momento actual (Pozo, 2014): el
aprendizaje artesanal, técnico y estratégico.
Figura 1. Diferencias entre los contextos de aprendizaje formal e informal según Lave (2011)
Referencias bibliográficas
El taylorismo
“que el principal, si no el único, objetivo del trabajo es la eficiencia; que el cálculo técnico
es en todos los aspectos superior al juicio humano; que en realidad el juicio humano no
es digno de confianza, ya que está lastrado por la laxitud, la ambigüedad y la complejidad
innecesaria; que la subjetividad es un obstáculo para el pensamiento claro; que lo que
no se puede medir no existe o no tiene valor; que los expertos son los mejores gestores
de los asuntos de los ciudadanos”.
Es fácil ver cómo estos principios siguen estando aún vigentes en muchos espacios socia-
les, no solo de producción industrial, sino también de la vida social, del aprendizaje y
de la propia teoría psicológica, conformando un modo característico de entender y pro-
mover el aprendizaje de procedimientos. Sin embargo, si el taylorismo se identifica con
la industrialización, pierde buena parte de su relevancia social en esta era postindustrial,
dominada por las tecnologías de la información y la comunicación. Son ya los propios
sistemas informáticos los que mecanizan todas las acciones, requiriendo de las personas
otras formas de aprender que les permitan gestionar esos dispositivos en lugar de ser ges-
tionadas por ellos, en una nueva versión informatizada de aquellos Tiempos modernos que
serían más bien los “Tiempos posmodernos”. Nicholas Carr (2014) reflexiona sobre estos
peligros posmodernos en los que la mente humana, lejos de usar las nuevas tecnologías
para sus propios fines, se convierte en un apéndice de los sistemas informáticos automa-
tizados. Como veremos más adelante, solo si aprendemos a controlar nuestras técnicas y
nuestras rutinas automatizadas acabaremos siendo dueños de ellas, y así podremos tomar
decisiones sobre su uso en lugar de permitir que sean ellas (las rutinas, las máquinas) las
que tomen las decisiones por nosotros.
Referencias�bibliográficas
Carr, N. (2014). The Glass Cage. The Automation and Us. Norton. Trad. cast. de
P. Cifuentes: Atrapados. Cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas. Madrid:
Taurus.
Este aprendizaje técnico sigue, por tanto, estando dirigido a aprender a hacer,
pero se halla ya descontextualizado, alejado de los contextos sociales en los
que esa práctica tiene sentido, además de situarse en contextos sociales mucho
más burocráticos y verticales, en los que el productor industrial –y el aprendiz
técnico que surge de este modelo de aprender a hacer– carece ya de autono-
mía y está sometido a una estructura organizada jerárquicamente en la que
ocupa un lugar definido. Por el contrario, las destrezas del artesano, a pesar
de adquirirse de modo repetitivo, acababan conduciendo a una producción
relativamente autónoma, con ciertas dosis de creación y de innovación, muy
cercana al arte, si no directamente artística: cuando el artesano intenta emular
los modelos recibidos, al hacerlo, inevitablemente los transforma; pero en el
modelo de saber hacer industrial, regido por la lógica del taylorismo, se trata
de hacer reproducciones exactas, impersonales.
Reflexión
Aunque muchos modelos psicológicos han asumido durante bastante tiempo que la fun-
ción del aprendizaje y la memoria humanos es hacer copias más o menos exactas de la
estructura del mundo, lo cierto es que esa función no tiene mucho sentido en el diseño
evolutivo de la mente humana, ya que hasta la Revolución Industrial no existían en el
mundo dos objetos exactamente iguales, copia o réplica el uno del otro, por lo que hacer
copias mentales de esos objetos no tendría utilidad cognitiva (Pozo, 2014). El aprendizaje
como copia mecánica es un invento cultural mediado por el desarrollo de las tecnologías,
© FUOC • PID_00273425 20 El aprendizaje de procedimientos
del mismo modo que la memoria fiel, fotográfica, es otro invento cultural. Antes de la
Revolución Industrial saber hacer era emular, no repetir mecánicamente.
Referencia�bibliográfica
Pero el propio desarrollo tecnológico, a partir sobre todo del predominio de las
tecnologías computacionales, ha modificado nuevamente el paisaje del apren-
dizaje procedimental. La eficiencia creciente de los dispositivos computacio-
nales en la ejecución de tareas mecanizadas (aquellas que requieren la mera
aplicación de técnicas) unida a las propias limitaciones de esos dispositivos
en la ejecución de tareas flexibles (que requieran adaptar esa ejecución a con-
diciones variables) ha reducido la demanda de aprendizajes técnicos en el sa-
ber hacer humano, al tiempo que ha incrementado la demanda de aprendi-
zajes estratégicos que permitan el diseño, el control y la adaptación de esos
dispositivos computacionales en diferentes entornos sociales (Norman, 2007;
Pozo, 2014). Podemos decir que los sistemas informatizados son mucho más
eficientes que las personas en la ejecución de destrezas rutinarias (el saber téc-
© FUOC • PID_00273425 21 El aprendizaje de procedimientos
Actividad 2
Pero antes de adentrarnos en los procesos de aprendizaje que es necesario activar para
estas diferentes formas de saber hacer, conviene que reflexionéis sobre estas diferentes
formas de saber hacer (artesanal, técnica y estratégica) a partir de vuestra propia expe-
riencia como aprendices.
Aprendizaje
Aprendizaje
Para una reflexión sobre vuestros aprendizajes aquí reflejados, podéis ver la autoevalua-
ción al final del módulo.
siempre igual, sin apenas variaciones, y con una necesidad de recursos aten-
cionales cada vez menor. El aprendizaje técnico implica, por tanto, automati-
zar acciones.
que el cálculo es una tarea meramente técnica, saber qué cálculos es necesario
hacer es una actividad estratégica. Saber hacer un ANOVA usando el paquete
estadístico SPSS es un aprendizaje técnico; decidir qué análisis estadístico es
más adecuado en función de la naturaleza de los datos disponibles y de la me-
ta del análisis es un saber estratégico que requiere comprensión y, por tanto,
aprendizaje constructivo.
Según hemos visto, la tradición dualista en la que está inmersa nuestra cultu-
ra del aprendizaje hace que, con frecuencia, el aprender a hacer se conciba
como una mera aplicación o consecuencia del propio saber decir, que es el
que se considera verdaderamente importante. Sin embargo, según hemos vis-
to, la investigación cognitiva y, más recientemente neurocognitiva, del apren-
dizaje ha mostrado de modo incontrovertible que decir y hacer son dos for-
mas claramente diferenciadas, y con frecuencia disociadas, de representarse el
mundo y, por tanto, también dos formas distintas de aprender sobre él. Uno
de los autores que más contribuyó a esta diferenciación fue John Anderson
(1983, 2000), quien estableció las diferencias entre el conocimiento declarati-
vo y procedimental a partir de la distinción clásica entre el “saber qué” y el
“saber cómo”. De hecho, una buena manera de comprender la naturaleza de
las formas más simples del aprendizaje procedimental, las técnicas –entendi-
das como el resultado del aprendizaje asociativo o repetitivo de procedimien-
tos–, es compararlas con su equivalente en el aprendizaje verbal declarativo:
la adquisición de información verbal, de la que se ocupó con cierto detalle
el módulo “Aprendizaje verbal y conceptual”. La tabla 1 resume, a partir de
Anderson (1983), las principales diferencias entre estas formas de aprendizaje
asociativo de declaraciones (saber decir) y procedimientos (saber hacer).
Hay otro rasgo que diferencia con claridad el aprendizaje de información ver-
bal y el de procedimientos técnicos. Mientras que el aprendizaje de datos es
todo o nada (uno sabe cuál es la capital de Bielorrusia o no lo sabe), el apren-
dizaje de técnicas es mucho más gradual y admite muchos niveles intermedios
de rendimiento, de modo que no tiene sentido decir si una persona sabe o no
ir en bici, hablar inglés o hacer una entrevista clínica, sino cuál es su nivel
como ciclista, o en el dominio del inglés, o en las entrevistas clínicas. Tras
esta diferencia se halla el propio carácter gradual del aprendizaje técnico, que
suele traducirse en curvas de aprendizaje desaceleradas (se mejora mucho el
rendimiento en las primeras sesiones de aprendizaje pero luego cada avance
técnico suele requerir una gran inversión de práctica). Este carácter gradual del
aprendizaje técnico es muy importante no solo en el diseño de las interven-
ciones para hacer que el aprendiz ascienda por ese gradiente, sino también en
la evaluación del propio aprendizaje, que requiere una adecuada graduación
de la dificultad de las tareas.
de las acciones que deben ejecutarse, esa presentación no basta, y para apren-
der las técnicas se requiere, además, una práctica sostenida y supervisada en la
ejecución de esas destrezas. Por supuesto, el aprendizaje de información verbal
también requiere práctica y ejercicio –como vimos en el módulo “Aprendizaje
verbal y conceptual” al analizar los efectos del repaso sobre dicho aprendizaje–
pero, en el caso del aprendizaje de procedimientos, la práctica, como vamos
a ver, resulta en sí misma más compleja, y necesita una mayor supervisión
como parte del proceso de instrucción. En el caso del aprendizaje verbal, el
aprendiz puede centrarse en el producto final (si el aprendiz no recuerda to-
das las partes de la célula, repasa y vuelve a intentarlo), pero en el aprendiza-
je de procedimientos es el propio proceso (la secuencia de pasos ejecutada)
el que debe ser aprendido y, en su caso, supervisado. Dado que esas acciones
se despliegan secuencialmente en el tiempo, si se comete un error en el paso
dos es posible que ya no pueda ejecutarse el paso tres, o que toda la secuencia
se desvíe bastante de la meta prevista. Con frecuencia, el propio aprendiz no
puede asignar recursos atencionales a supervisar su propia ejecución (bastante
ocupado está en ver venir la bola como para fijarse cómo coloca el codo al dar
el revés con la raqueta; o bastante preocupado está en seguir el guion de la
entrevista como para darse cuenta del bloque emocional del paciente).
Así, el médico experto, a partir de unos pocos datos, activa o reconoce muchos
más síntomas del paciente que forman el chunk de un determinado diagnós-
tico o síndrome; a su vez, el jugador de ajedrez experto procesa muchas más
piezas que un novato en una posición del tablero, porque no las ve como pie-
zas aisladas, sino que detecta una apertura o una determinada estructura que
condensa la posición de todas esas piezas individuales. Igual sucede cuando
aprendemos a conducir. La secuencia de acciones que implica el cambio de
marcha se compone de una serie de pasos que inicialmente se ejecutan por
separado, pero cuando se adquiere un cierto nivel de pericia se condensan,
forman un chunk, de modo que todo el paquete de acciones se dispara junto
automáticamente, sin necesidad de control deliberado. Empaquetar ese con-
junto de informaciones o de acciones en forma de chunk es un requisito para
una acción técnica eficaz. Pero esa condensación es producto de un proceso
de automatización, característico del aprendizaje técnico.
vamente pudiendo dar cuenta de ellos” (de Vega, 1984, p. 126). En cambio,
otras tareas como andar, hablar, posiblemente conducir o preparar el café, pero
también, sin duda, algunos componentes automatizados de la lectura, como
muestra claramente el efecto stroop, se pueden realizar sin apenas consumo de
energía cognitiva, mediante procesos automáticos que consisten en “operacio-
nes rutinarias sobreaprendidas que se realizan sin control voluntario del suje-
to, no utilizan recursos atencionales y en general el sujeto no es consciente de
su realización” (de Vega, 1984, p. 126). Aunque posiblemente siempre quede
un vestigio de control, y con él de consumo de recursos, cuanto más automa-
tizada esté una conducta menos costosa será su ejecución o recuperación.
En primer lugar, las rutinas automatizadas se ejecutan con más rapidez que
los procesos controlados o explícitos. Un deportista de élite, un músico profe-
sional o un buen lector ejecuta sus procedimientos más rápidamente que uno
menos experto, lo que sin duda le proporciona una notable ventaja cognitiva
en esa tarea. Pero además de rápidas en su ejecución, las rutinas automatiza-
das suelen ser muy precisas, es decir, suelen ejecutarse siempre igual, con muy
poca variabilidad, por lo que se cometen menos errores. Esta mayor rapidez,
fluidez y eficacia de las representaciones automatizadas provoca que apenas
consuman recursos atencionales y, por tanto, que no requieran esfuerzo cons-
ciente en comparación con el procesamiento explícito que realizan los nova-
tos, que no tienen automatizadas las acciones en esas mismas tareas (Felto-
© FUOC • PID_00273425 30 El aprendizaje de procedimientos
Reflexión
Teniendo en cuenta esta limitación de nuestra capacidad de procesamiento, que nos im-
pide realizar varias tareas controladas a la vez, varios autores han destacado cómo las
nuevas tecnologías están creando tanto en el aprendizaje como en la vida social escena-
rios que reducen la “calidad” de la actividad cognitiva, al requerir de las personas que
estén ejecutando varias tareas o atendiendo a varias “ventanas” o pantallas a la vez. Se
dice que los adolescentes actuales, ya nativos digitales, están continuamente en una si-
tuación de multitarea con el teléfono móvil abierto, lo que, según algunos autores como
Carr (2011), los conduce inevitablemente a una actividad cognitiva más superficial, me-
nos profunda, al limitar su capacidad de concentración y atención. ¿Estáis de acuerdo?
¿Creéis que la automatización de destrezas puede ayudar a que esa multitarea no dañe
su rendimiento cognitivo?
Referencia�bibliográfica
Carr, N. (2011). ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes superficiales? Ma-
drid: Taurus.
Pero la automatización de representaciones tiene también sus contraindica-
ciones para el aprendizaje. Por su propia naturaleza, el conocimiento automa-
tizado se aplica de manera rígida, inflexible, además de obligada y compulsi-
va, sin que la persona pueda impedir (si no es con mucho esfuerzo cognitivo)
que se dispare. Es muy difícil suprimir una rutina automatizada cuando sur-
ge el contexto que normalmente la activa (por ejemplo, si habéis aprendido
a conducir un coche con cambio manual y de pronto debéis conducir un co-
che con cambio automático, os será muy difícil y costoso suprimir el movi-
miento del pie izquierdo en busca del pedal más cercano... que es nada menos
que el freno). Además, dado que se activan sin control consciente, las pautas
© FUOC • PID_00273425 31 El aprendizaje de procedimientos
Actividad 3
Veamos en qué consiste cada una de ellas y cómo puede optimizarse el apren-
dizaje mediante un diseño instruccional y un entrenamiento adecuado.
Actividad 4
Una buena forma de seguir los contenidos de este apartado y los siguientes puede ser
que busquéis alguno de esos manuales de instrucciones que tengáis a mano (tal vez el
de un dispositivo que tengáis problemas para usar correctamente) y veáis en qué medida
va cumpliendo los requisitos de un buen entrenamiento técnico, y qué se podría hacer
para mejorar esas instrucciones. Al final de este apartado deberíais estar en condiciones
de diseñar unas buenas instrucciones que sirvan realmente para aprender a usar ese dis-
positivo.
© FUOC • PID_00273425 33 El aprendizaje de procedimientos
Cuanto más compleja sea la secuencia de acciones que debe realizarse, más
conveniente será apoyar su instrucción en un aprendizaje por modelado, usan-
do instrucciones verbales y modelos visuales o imágenes. Así, se puede apren-
der a utilizar un mp4 o una cámara de vídeo mediante las típicas instrucciones
verbales, aunque suele ser bastante difícil convertir o traducir ciertas expresio-
nes a acciones visibles. A veces, esas instrucciones consisten en un modelo o
representación gráfica de lo que hay que hacer, aunque no siempre sea muy
afortunada.
Una vez establecido el programa técnico que debe seguirse, la segunda fase,
la más crucial en el entrenamiento técnico, implica la práctica, por parte del
aprendiz, de las secuencias presentadas por el formador o instructor hasta su
automatización. La función de esta fase es, por tanto, condensar y automati-
zar la secuencia de acciones en una técnica o rutina sobreaprendida. Por un
lado, se trata de componer o condensar en una acción todos los pasos que
anteriormente han sido descompuestos o separados como instrucciones, de
modo que, como consecuencia de la práctica repetida, el aprendiz acabe eje-
cutándolos como una sola acción y no como una serie de acciones consecu-
tivas. Cuando aprendemos a conducir, la compleja maniobra de cambiar de
marcha, inicialmente descompuesta en una serie de pasos sucesivos (detectar
el ruido del motor, soltar el pie del acelerador, pisar el embrague, cambiar la
marcha, pisar el acelerador y soltar el embrague) debe fundirse en una única
acción, componerse de nuevo. Igual sucede cuando un alumno de psicología
aprende a hacer un análisis de conglomerados mediante el SPSS, cuando al-
guien aprende a diseñar páginas web, a hacer bacalao al ajoarriero, a tocar el
saxofón, o también cuando un niño aprende a leer o a atarse los cordones de
los zapatos. En todos los casos se trata de que las acciones se encadenen, de
manera que una conduzca sin necesidad de deliberación, sin esfuerzo cogni-
tivo, a la siguiente, algo esencial para lograr una ejecución eficiente en tareas
complejas, dada nuestra limitada capacidad de procesamiento simultáneo. Si
para ejecutar cada paso necesitamos asignar recursos cognitivos a este, nunca
alcanzaremos una ejecución técnica eficiente. Si un jugador de baloncesto tie-
ne que dedicar sus recursos cognitivos a las acciones motoras necesarias para
botar el balón o para hacer un reverso, no podrá liberar recursos cognitivos
para procesar la información relativa a los movimientos de sus compañeros
y sus contrarios. Si el niño tiene que dedicar todos sus recursos a descifrar la
secuencia de signos escrita en el papel, difícilmente podrá procesar su signifi-
cado.
Reflexión
Decía Saramago en su novela Todos los nombres que con frecuencia “no tomamos decisio-
nes, son las decisiones las que nos toman a nosotros”. Según vemos, eso depende de qué
entendamos por nosotros: tal vez estén tomando las decisiones nuestros dedos, nuestras
manos o nuestros pies. Cuando las acciones se automatizan, regresamos a aquellas for-
mas de pensamiento sensoriomotor de las que hablara Piaget y que hoy en día sabemos
que son características no solo de las primeras etapas del desarrollo cognitivo, previas al
pensamiento simbólico, sino de lo que se ha dado en llamar la cognición encarnada o
incorporada (embodied cognition), propia del pensamiento y el conocimiento intuitivo o
implícito. Ese carácter implícito es, seguramente, el punto de conexión en el funciona-
miento cognitivo entre la intuición y las destrezas automatizadas, con la diferencia de
que mientras que aquella nunca dejó de ser implícita, las técnicas se han vuelto implíci-
tas a base de practicarlas.
Para mejorar este ajuste asociativo o automático, pueden usarse los principios
en los que se basa la transferencia en el aprendizaje asociativo, que están vin-
culados a la introducción de claves o indicios discriminativos, así como la si-
militud entre el contexto de aprendizaje y aquel en el que se usarán después
las técnicas aprendidas. También conviene multiplicar y diversificar las condi-
ciones de aplicación de las técnicas durante el entrenamiento, para aumentar
así las probabilidades de que alguno de esos contextos entrenados se asemeje
a aquel en el que luego van a usarse las técnicas, etc. Pero, en todo caso, se
trata aún de un aprendizaje asociativo en el ajuste de las técnicas: no se apoya
tanto en la reflexión consciente y la comprensión de esos diferentes contextos
de uso, como en el aprendizaje de técnicas específicas ajustadas para uso au-
tomático en esos diferentes contextos. Como veremos más adelante, cuando
la persona tiene que enfrentarse a situaciones realmente nuevas, a verdaderos
problemas, y no a ejercicios rutinarios aunque diferenciados, se requiere ya
un nuevo tipo de aprendizaje procedimental, de naturaleza estratégica, que
requiere, por parte del aprendiz, comprender la naturaleza diferente de esos
contextos y de las acciones que pueden llevarse a cabo en cada uno de ellos.
Así, el ajuste técnico implicaría, por ejemplo, una vez que se ha aprendido
a hacer un análisis estadístico mediante el SPSS, aprender a hacerlo para un
número mayor de grupos o de variables. El aprendizaje estratégico implicaría
aprender a decidir cuándo hay que hacer cada tipo de análisis estadístico en
función de la naturaleza de los datos y de las metas del estudio. Igualmente, un
músico puede aprender a ajustar una técnica dada para conseguir diferentes
efectos sonoros, ajustando el peso o la duración del movimiento, pero tam-
bién puede necesitar adquirir un control estratégico de su interpretación, de-
cidiendo el estilo o el sentido musical desde el que quiere interpretar esta pie-
za, para lo que no le bastará ya, aunque le resultará imprescindible, el dominio
alcanzado a través de estas tres fases de entrenamiento técnico.
Según hemos visto, aprender técnicas resulta fundamental en todos los ám-
bitos de la actividad humana (personal, social, profesional), ya que gracias a
ellas podemos superar una de las restricciones fundamentales de nuestro fun-
cionamiento psicológico: nuestra limitada capacidad de procesamiento de in-
formación, que esquivamos, en parte, automatizando y condensando nuestras
acciones, de modo que para ejecutarlas no tengamos que recurrir a esos recur-
© FUOC • PID_00273425 39 El aprendizaje de procedimientos
sos tan escasos, que quedarían librados para otras tareas. Sin embargo, hemos
visto también que esa automatización es producto de la práctica, por lo que en
las primeras etapas del aprendizaje técnico (fase declarativa), se requiere aún
una gestión explícita a través de la memoria de trabajo, de la ejecución. Por
tanto, un primer principio que debe tenerse en cuenta es reducir�la�demanda
cognitiva�de�la�tarea, especialmente de las instrucciones, o el modelado en
la fase declarativa, evitando sobrecargar la memoria de trabajo de aprendiz.
Hemos visto que eso se traduce en establecer secuencias con un número limi-
tado de pasos, de manera que esas secuencias se vayan luego encadenando o
fundiendo con otras para formar secuencias más largas.
Además, en todo momento hay que evitar que la ejecución de esas secuencias
exija al aprendiz atender simultáneamente a muchos indicios diferentes. Hay
que ayudar al aprendiz a dirigir�la�atención�a�la�información�relevante, fi-
jándose en los componentes esenciales de sus acciones (la posición del codo al
golpear el revés en tenis, la formulación y el tono de la pregunta al realizar una
entrevista, etc.), así como en los indicios de que la acción ha sido completada
con éxito y debe pasarse al siguiente paso de la secuencia (cuándo está el aceite
ya caliente para poder echar la cebolla al cocinar, cuándo hay que cambiar
de marcha al conducir, cuándo se ha almacenado ya la hora en la que quie-
ro comenzar la grabación para pasar al siguiente paso, etc.). En el caso de las
acciones basadas en secuencias motoras o en la interacción con tecnologías,
Norman (2007) destaca la importancia de la visibilidad de las consecuencias
de esas acciones. Hacer visibles las acciones significa destacar los indicios de
que se han cumplido con éxito, usando para ello no solo indicios visuales, sino
también sonoros o táctiles. Un ejemplo de ello sería el sistema operativo del
ordenador en el que cuando tiras un archivo a la papelera produce un sonido
(crriiisss) similar al de hacer una bola con un papel para tirarlo realmente a la
papelera. Según Norman, una manera muy eficaz de aumentar la visibilidad de
las acciones es usar, siempre que sea posible, topografías�naturales, es decir,
que nuestras acciones tengan consecuencias que podemos percibir como parte
de nuestra relación con el ambiente. En lugar de asociar las acciones a conse-
cuencias arbitrarias, a las que el aprendiz debería estar atento, debemos resaltar
los efectos naturales de esas acciones. Así, cuando alguien está aprendiendo
a tocar el violín o la flauta, debemos usar las propias sensaciones corporales
asociadas a esas acciones (la tensión en el brazo o el hombro, la respiración)
como indicadores o retroalimentación de las acciones realizadas.
Pero mientras que en el caso de las destrezas motoras, que producen cambios
visibles en el ambiente externo y tienen correlatos sensibles en nuestro propio
cuerpo, es fácil lograr atraer la atención hacia esos cambios, ¿cómo hacerlo
en el caso de las destrezas cognitivas? ¿Cómo saber que el cálculo que esta-
mos haciendo es técnicamente correcto o que la entrevista está obteniendo
la información adecuada? En este caso, lo mejor es proveer al aprendiz con
nuevas técnicas para comprobar que la ejecución es adecuada (por ejemplo,
realizar un cálculo de comprobación mediante otra técnica para avalar el re-
sultado obtenido, o introducir nuevas preguntas que aseguren la fiabilidad de
© FUOC • PID_00273425 40 El aprendizaje de procedimientos
las respuestas obtenidas, etc.). Sin embargo, para ser realmente eficaz, esa su-
pervisión de la propia ejecución va a requerir, como veremos en el próximo
apartado, algo más que aprendizaje técnico, ya que implica una gestión meta-
cognitiva del propio aprendizaje que hará mucho más eficaz el control de la
atención por el propio aprendiz.
Junto con los dos principios ya enunciados –la reducción de la demanda cog-
nitiva de la tarea y la gestión de la atención mediante los indicios adecuados–,
hay aún un tercer principio esencial para el diseño del aprendizaje y el entre-
namiento técnico, que es apoyarse�en�programas�de�acción�ya�dominados
por el aprendiz. Este principio se desdobla en dos reglas esenciales. La prime-
ra es que, dado que los programas están compuestos a su vez de diferentes
rutinas o unidades de acción que se componen entre sí de forma secuencial,
las unidades mínimas del programa deben ser idealmente patrones de acción
ya dominados (sobreaprendidos en forma de chunk), de tal modo que cuanto
menor sea la pericia del aprendiz, más elementales deben ser esas unidades de
acción. A un cocinero habitual se le puede enseñar un nuevo programa, una de
cuyas unidades sea “rehogar la patata con el ajo y el pimentón”. Sin embargo,
para un cocinero más inexperto, la acción de rehogar deberá descomponerse,
a su vez, en una serie de acciones más elementales que conformarían una se-
cuencia o procedimiento que debería dominarse previamente (calentar aceite
en una sartén, añadir ajo cortado en láminas, etc.).
Una segunda regla que se deriva de esta idea de adecuar los programas a los
conocimientos procedimentales que ya tiene el aprendiz es intentar que estos
sean, en su estructura global, compatibles con los programas que ya domina
el aprendiz. Norman denomina a esta búsqueda de compatibilidad, normali-
zación. No se trata de que cada nuevo programa requiera aprender nuevas se-
cuencias arbitrarias, sino que más bien se componga de parte de las secuencias
ya aprendidas. Un ejemplo de ello son la mayor parte de los programas infor-
máticos, que normalizan los procedimientos o secuencias de acciones necesa-
rias, de manera que los métodos aprendidos para un programa se puedan apli-
car a casi todos los demás programas. Norman plantea otro caso de normali-
zación que facilita el aprendizaje, tal vez el más prototípico. Aunque los tecla-
dos qwerty sean claramente arbitrarios, al estar sobreaprendidos, su uso supone
normalizar la escritura. Cuando un dispositivo, ingeniosamente (y hay unos
cuantos), se basa en un teclado diferente, por más que parezca más lógico, por
ejemplo, con un orden alfabético, lo único que consigue es hacer más difícil
el uso al requerir un nuevo aprendizaje motor, ya que el orden alfabético es
un aprendizaje declarativo pero para poder usarse en el teclado debe transfor-
marse en un nuevo aprendizaje procedimental que, además, competirá con
las acciones ya aprendidas para usar el teclado qwerty.
© FUOC • PID_00273425 41 El aprendizaje de procedimientos
Partir de los patrones de ac- Recuperar esos patrones, así Secuencias previamente
ción ya dominados por el como las diferencias con los aprendidas (chunks)
aprendiz nuevos usos procedimentales Normalización
Nicholas Carr (2014) presenta varios ejemplos de cómo el uso de tecnologías digitales
está suponiendo una pérdida de visibilidad de los procedimientos empleados, al no
proporcionar indicios de las consecuencias de las propias acciones que resulten na-
turales o congruentes con la naturaleza de la propia acción. Uno de los más notables
es el contraste en cómo las dos grandes compañías constructoras de aviones, Boeing
y Airbus, resuelven el tema de la visibilidad de los procedimientos empleados por los
pilotos. En palabras del propio Carr (2014, pp. 195 y 196 de la trad. cast.):
© FUOC • PID_00273425 42 El aprendizaje de procedimientos
“En el negocio de la aviación, los dos fabricantes de aviones dominantes han estado
en lados diferentes del debate sobre el diseño desde que se introdujeron, hace treinta
años, los sistemas de pilotaje electrónico. Airbus mantiene un enfoque centrado en
la tecnología. Su meta es que sus aviones sean esencialmente «a prueba de pilotos».
La decisión de la compañía de sustituir los abultados mandos de control frontales
que tradicionalmente han dirigido los aviones por palancas laterales diminutas fue
una expresión de ese objetivo. Los controles, similares a los de un videojuego, envían
señales a los ordenadores de vuelo eficientemente, con mínimo esfuerzo manual,
pero no proporcionan feedback táctil a los pilotos [...].
Boeing ha tomado un camino más centrado en las personas al diseñar sus naves de
pilotaje electrónico [...] no solo ha mantenido Boeing los grandes mandos de anta-
ño; los ha diseñado para suministrar feedback artificial que simula lo que los pilotos
sentían en el pasado mientras tenían control directo sobre los mecanismos de con-
ducción de un avión. Aunque los mandos solo están enviando señales electrónicas
a los ordenadores, han sido programados para ofrecer resistencia y otros signos tác-
tiles que simulan la sensación de los movimientos de los alerones, elevadores y otras
superficies de control del avión. Según John Lee, algunos estudios han descubierto
que esta respuesta táctil, o manual, es significativamente más efectiva que las señales
visuales por sí solas a la hora de alertar a los pilotos sobre cambios importantes en la
orientación y funcionamiento de un avión [...]. En cierto sentido, la respuesta sinté-
tica, táctil, saca a los pilotos de Boeing de la cabina de cristal... están más implicados
en la experiencia corporal de volar que sus colegas en las cabinas de mando de Airbus.
Airbus fabrica aviones magníficos. Algunos pilotos comerciales los prefieren a los
Boeing, y las cifras de seguridad de ambos fabricantes son prácticamente idénticas.
Pero algunos incidentes recientes revelan las deficiencias del enfoque centrado en la
tecnología de Airbus. Algunos expertos en aviación creen que el diseño de la cabina de
Airbus tuvo que ver con el desastre de Air France (el Airbus 330 que la noche del 31 de
mayo del 2009 volaba de Río de Janeiro a París y se hundió en medio del océano tras
una caída en picado como consecuencia de una maniobra desafortunada del piloto).
La transcripción de la grabación reveló que durante todo el tiempo que el piloto
al mando del avión, Pierre-Cédric Bonin, estuvo tirando de su palanca de control
lateral, su copiloto, David Robert, no era consciente del error fatídico de Bonin. En
una cabina Boeing cada piloto tiene una visión clara del mando del otro piloto y de
cómo está siendo manejado. Por si no fuera suficiente, ambos mandos operan como
una sola unidad. Si un piloto tira de su mando hacia atrás, el del otro piloto se echa
hacia atrás también. Los pilotos están sincronizados a través de señales visuales y
táctiles. Las palancas laterales de vuelo de Airbus, por el contrario, no están a la vista,
trabajan con movimientos mucho más sutiles y funcionan independientemente. Es
fácil que un piloto no se percate de lo que está haciendo su colega, particularmente
en una emergencia, cuando aumenta el estrés”.
Referencia bibliográfica
Carr, N. (2014). The Glass Cage. The Automation and Us. Norton. Trad. cast. de P. Ci-
fuentes: Atrapados. Cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas. Madrid: Taurus.
“En primer lugar, en aras de la elegancia, las partes móviles a veces se funden invisibles
en la estructura del grifo, haciendo que resulte casi imposible incluso hallar los mandos,
o imaginarse en qué sentido deben desplazarse o qué controlan. En segundo lugar, y en
aras de la novedad, los nuevos diseños han renunciado a las posibilidades que brinda la
constancia cultural. Los usuarios no quieren que cada nuevo diseño emplee un método
diferente para controlar el agua. Los usuarios necesitan una normalización. Si todos los
fabricantes de grifos pudieran ponerse de acuerdo sobre un conjunto normalizado de
movimientos para controlar el volumen y la temperatura (por ejemplo, arriba y abajo
para controlar el volumen –arriba significa más– e izquierda y derecha para controlar la
temperatura –izquierda significa caliente–), todos podríamos aprender las normas de una
vez y en adelante utilizar ese conocimiento con cada nuevo grifo con el cual tropezáse-
mos” (Norman, 1988, p. 210 de la traducción al castellano).
Actividad 5
Hace unas páginas hemos sugerido que leyerais estos apartados teniendo en mente, o
incluso a mano, algunos manuales de instrucciones de objetos o tareas cotidianas para
comprobar en ellos el cumplimiento de estos principios. Como cierre y autoevaluación
de este apartado, una buena actividad puede consistir en intentar recopilar los errores
encontrados en esos manuales de instrucciones, clasificándolos en función de la tipología
antes señalada y sugiriendo cómo podrían superarse mediante una aplicación de esos
principios.
Pero junto a estos errores típicos debidos a una inadecuada aplicación de los
principios que deberían regir el diseño del aprendizaje procedimental en cada
una de sus fases (declarativa, automatización, perfeccionamiento), tal vez la
debilidad más grave del aprendizaje técnico en nuestro entorno se deba no
tanto a una aplicación incompleta de esos principios, sino a ni siquiera com-
pletar adecuadamente todas las fases del aprendizaje y entrenamiento técnico.
Según veíamos al comienzo de este módulo, nuestra tradición cultural dualis-
ta e idealista (“en el principio era el Verbo”) suele derivar en un menosprecio
del saber práctico, del conocimiento procedimental. Eso se traduce no solo en
subordinarlo jerárquicamente al saber teórico (con lo que suele tener mucho
menos peso en los programas instruccionales, desde la educación primaria a la
universidad), sino incluso en que cuando hay que instruir en el saber hacer, los
programas instruccionales suelen concentrarse en la fase declarativa. En esta
fase se proporcionan las instrucciones de lo que hay que hacer, en detrimento
de las fases de automatización y perfeccionamiento, que son las que se ocupan
realmente de que el aprendiz adquiera el dominio técnico necesario. Segura-
© FUOC • PID_00273425 44 El aprendizaje de procedimientos
En octubre del 2014 ocurrió un caso muy sonado, como fue el contagio del ébola
de una auxiliar de enfermería española, Teresa Romero, tras atender a un paciente
del ébola. Aunque la auxiliar finalmente se acabó curando, su contagio produjo una
gran controversia sobre el protocolo que debían seguir los sanitarios para proteger-
se de ese posible contagio, especialmente al ponerse y quitarse el traje protector, un
procedimiento menospreciado por algún político responsable (que llegó a manifes-
tar que para ponerse y quitarse ese traje “no hace falta hacer un máster”), que, sin
embargo, parece un aprendizaje procedimental bastante más complejo. En muchos
centros sanitarios, toda la formación que recibían los profesionales se reducía a unas
fotografías, un PowerPoint o un modelado de cómo debía hacerse la secuencia de pa-
sos. En suma, se reducían a la fase declarativa del entrenamiento procedimental, sin
que las personas que debían aprender a ponerse el traje practicaran los procedimien-
tos (o como máximo lo hicieran una única vez, sin apenas supervisión de ningún
monitor). Existen múltiples vídeos que ilustran estas situaciones: un salón de actos
lleno de profesionales que mientras observan una demostración del procedimiento
todo lo que hacen es tomar fotos con sus teléfonos móviles. Incluso en esos ámbitos
de formación tan exigentes, se cree aún que para aprender a hacer basta con ver ha-
cer, algo denunciado por los propios profesionales, como muestran estos recortes de
noticias publicadas en su momento:
El sindicato CSIF afirma que aunque algunos trabajadores han recibido 50 horas de
formación sobre los trajes, «no se ha practicado nunca en simulacros», sino que la
primera vez fue con los casos reales de los misioneros. Auxiliares de enfermería y
enfermeros de La Paz dicen que han recibido un curso de media hora sin prácticas.
© FUOC • PID_00273425 45 El aprendizaje de procedimientos
En las páginas anteriores hemos ido viendo cuáles son los principios que de-
ben regir el aprendizaje técnico y cuáles los principales errores que, bien sea
como aprendices o como diseñadores de programas de entrenamiento o ins-
trucción, debemos evitar. Pero aunque esos principios se cumplan y logremos
un aprendizaje eficaz de este tipo de procedimientos, por su propia naturaleza
el aprendizaje técnico tiene una limitación esencial, y es que en cuanto las
condiciones de aplicación de las rutinas adquiridas cambian de forma apre-
ciable, estas dejan de ser funcionales. Se requiere, así, un nuevo aprendizaje
técnico adecuado a las nuevas condiciones o, lo que resulta más potente, un
aprendizaje�estratégico que ayude a los aprendices a generalizar lo aprendi-
do a esas nuevas situaciones. La repetición ciega de una técnica puede ser su-
ficiente cuando se utiliza en condiciones muy estables y preestablecidas (por
ejemplo, el programa de tratamiento de textos que estoy utilizando funciona
siempre igual; si utilizamos los mismos ingredientes, en la misma cocina y
para el mismo número de comensales, la receta de la lubina al horno puede
aplicarse siempre igual). Pero a poco que las condiciones de aplicación de la
técnica varíen (quiero hacer con el programa algo que nunca he hecho antes,
un macro para enviar correspondencia, o varía el número de comensales, o se
me ha acabado el ajo), repetir una rutina automatizada puede ser insuficiente
para aplicarla en una nueva situación, ya que apenas nos dará pistas de cuál
es el error cometido o la posible solución. Es una de las desventajas de ad-
quirir elementos de información arbitrarios, sean verbales o procedimentales.
Aprender a conducir un coche como una técnica, sin comprender por qué hay
que pisar el embrague ni en qué consiste el cambio de marchas, es muy eficaz
en condiciones normales –cuando la meta es pragmática, tener éxito–, pero no
nos ayudará mucho si esas condiciones cambian y dejamos de tener éxito (por
ejemplo, si nos vamos a Estados Unidos y alquilamos un coche, casi seguro de
cambio automático, de modo que algunas de nuestras técnicas para cambiar
de marcha, como pisar el embrague no solo se vuelven ineficaces, sino muy
peligrosas: el pedal más cercano al pie izquierdo es el freno, que podemos pisar
de modo automático, empaquetado, cuando estamos acelerando en la auto-
pista). En ese caso, las rutinas automatizadas no bastan y tal vez necesitemos
entender lo que estamos haciendo y por qué fallamos. Ya no bastará el apren-
dizaje asociativo, necesitamos un aprendizaje constructivo que nos ayude a
explicitar lo que hacemos.
© FUOC • PID_00273425 46 El aprendizaje de procedimientos
Actividad 6
•
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•
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•
•
A diferencia de las técnicas, que hemos visto que se aplican de manera auto-
matizada, sin control consciente, las estrategias son procedimientos que se
aplican de modo controlado, dentro de un plan diseñado deliberadamente con
el fin de conseguir una meta fijada. Desde este punto de vista, no se trataría
de diferenciar qué procedimientos son técnicas y cuáles estrategias: ¿construir
una representación gráfica a partir de una tabla es una técnica o una estrate-
gia?, ¿utilizar mapas conceptuales para evaluar el aprendizaje es una técnica
o una estrategia? ¿y tomar apuntes literales o hacer esquemas con ellos? No
puede responderse a esas preguntas fuera del contexto de uso de ellas. Depen-
de. Un procedimiento no es una técnica o una estrategia en sí mismo –aunque
luego veremos que hay condiciones que hacen más o menos probable la ne-
cesidad de adoptar un enfoque estratégico ante una tarea–, sino que depende
de cómo se use o active ese procedimiento. La diferencia entre una técnica o
estrategia casi nunca está en lo que se hace, sino en cómo se hace. O, dicho
en otras palabras, un mismo procedimiento (hacer una gráfica, el resumen de
un texto o el bacalao al ajoarriero) puede usarse de modo técnico o estratégi-
co, dependiendo de las condiciones en las que se haga. No es, por tanto, cues-
tión de categorizar los procedimientos como técnicos o estratégicos, sino de
diferenciar cuándo un mismo procedimiento se usa de un modo técnico (es
decir, rutinario, sin planificación ni control) y cuándo se utiliza de un modo
estratégico (Monereo y Castelló, 1997; Pozo, Monereo y Castelló, 2001; Pozo
y Postigo, 2000).
© FUOC • PID_00273425 48 El aprendizaje de procedimientos
Según vemos, adquirir estrategias requiere ir más allá del dominio técnico en
una tarea. O, dicho en otras palabras, no puede haber conocimiento estraté-
gico sin un dominio técnico previo. La estrategia se compone de técnicas pre-
viamente aprendidas, mediante procesos de automatización y condensación
según acabamos de ver, pero no puede reducirse simplemente a una serie de
técnicas. Las estrategias requieren tener recursos cognitivos disponibles para
ejercer el control más allá de la ejecución de esas técnicas; requieren, además,
un cierto grado de reflexión consciente o metaconocimiento, sobre todo ne-
cesario, como vimos en el módulo “Los procesos de aprendizaje constructivo”,
en tres tareas esenciales sobre las que volveremos más adelante: la selección y
planificación de las procedimientos más eficaces en cada caso, la supervisión
de su ejecución y la evaluación del logro o no de las metas planificadas tras
la aplicación de la estrategia.
Pero además de estos componentes esenciales –que serán el objeto de los apar-
tados siguientes al explicar los componentes del aprendizaje y entrenamiento
estratégico–, hay otros conocimientos o procesos psicológicos necesarios para
utilizar una estrategia (véase figura 3). Difícilmente puede aplicarse una estra-
tegia en un dominio dado (sea la planificación de una reunión, el balonces-
to, la inversión bursátil o la lectura de este módulo) sin unos conocimientos
temáticos�específicos sobre el área al que ha de aplicarse la estrategia. Esos
conocimientos incluirán no solo información verbal (las reglas del baloncesto,
información sobre algunos parámetros y tendencias económicas, datos sobre
los objetivos de la reunión y de las personas que van a esta, información so-
bre la psicología en general y de psicología del aprendizaje en particular), sino
también un conocimiento conceptual o comprensión de ese área como siste-
ma (los principios que rigen el baloncesto, la inversión, la dinámica de grupos
o la psicología del aprendizaje). Cuanto mayor sea nuestra comprensión de
ese dominio, cuanto más elaborados y explícitos sean nuestros conceptos, más
probable será el éxito de la estrategia. Veíamos en el módulo “Los procesos de
aprendizaje constructivo” que los expertos se caracterizan también no solo por
© FUOC • PID_00273425 49 El aprendizaje de procedimientos
tener más información verbal sobre un dominio (acumular más datos) sino,
sobre todo, por haber adquirido “unidades de conocimiento más amplias e in-
tegradas” en forma de estructuras conceptuales que integran jerárquicamente
a otras muchas ideas y dan sentido a los datos acumulados.
Por último, aunque quizá sea lo primero de todo, se requieren unos procesos
básicos, cuyo desarrollo o progreso hará posible la adquisición de determina-
dos conocimientos necesarios para la aplicación de una estrategia o el uso de
ciertas técnicas o habilidades. Jugar al baloncesto, invertir en bolsa, manejar
una reunión o aprender psicología del aprendizaje requieren habilidades o téc-
nicas específicas, pero también desarrollar ciertos procesos básicos (cognitivos
o motores) dependiendo de la tarea, en los que apoyar esos aprendizajes. Esto
es especialmente importante en el caso de estar trabajando con niños o con
personas con ciertas limitaciones en su desarrollo cognitivo o personal. No es
posible usar una estrategia de recuperación de la información más allá de los
límites de la propia capacidad de memoria (por ejemplo, sabemos que la ven-
tana atencional y la memoria de trabajo de los niños aumenta con la edad).
O ciertas estrategias de pensamiento requerirán disponer de los procesos de
pensamiento (deductivo, analógico, inductivo, etc.) necesarios. Igualmente, el
desarrollo motor condiciona el tipo de acciones y estrategias en las que niños
o personas con discapacidad motora pueden implicarse.
Vemos, por tanto, que la diferencia esencial entre el uso técnico y estratégico Estrategia
de un procedimiento es que en este último caso, el aprendiz debe compren-
Podemos considerar que una
der lo que está haciendo y por qué lo está haciendo, lo que a su vez requeri- estrategia implica el uso deli-
rá una reflexión consciente (un metaconocimiento) sobre los procedimientos berado y planificado de una
secuencia compuesta de pro-
empleados (basado en la planificación) la supervisión y evaluación de la propia cedimientos dirigida a alcanzar
una meta establecida.
ejecución, las tres dimensiones de la gestión metacognitiva, según vimos en
el módulo “Los procesos de aprendizaje constructivo”, y que conviene repasar
aquí. Además, el acercamiento estratégico implicaría un uso selectivo de los
propios recursos cognitivos y capacidades disponibles. Para que un aprendiz
pueda poner en marcha una estrategia debe disponer de recursos alternativos,
entre los cuales seleccionar aquellos que crea más adecuados, en función de
las demandas de la tarea que se le presenta. Sin una variedad de recursos, no es
posible actuar de modo estratégico. La puesta en marcha de una estrategia (co-
mo, por ejemplo, formular y comprobar una hipótesis sobre la influencia de la
masa en la velocidad de caída de un objeto, o preparar una jugada de equipo
para lanzar un triple en baloncesto) requiere dominar técnicas más simples
(desde aislar variables, a dominar los instrumentos para medir la masa y la
velocidad, o registrar por escrito lo observado, o técnicas individuales de pase,
bloqueo y lanzamiento a canasta). De hecho, el uso eficaz de una estrategia
© FUOC • PID_00273425 51 El aprendizaje de procedimientos
nicación) nos apoyamos en aquellas rutinas que dominamos con cierta segu-
ridad, ya que al estar automatizadas, liberamos recursos para la gestión glo-
bal de la tarea. Cuantas más alternativas técnicas tengamos, más estratégicos
podremos ser. Pero, nuevamente, puede que tampoco haya elección porque
nos encontremos ante una rutina. Por fortuna, para ducharnos por la maña-
na, recién despiertos, o para hacernos el desayuno, no necesitamos nunca “se-
leccionar la secuencia más adecuada”. En otras palabras, nuevamente cuando
nos enfrentamos a un simple ejercicio no necesitamos un acercamiento estra-
tégico. Tiene que haber dudas, alternativas, posibles fracasos en el horizonte,
incertidumbre sobre la técnica más adecuada, para que nos veamos forzados a
adoptar un enfoque estratégico. Tal como veíamos en el módulo “Los procesos
de aprendizaje constructivo”, una vez más el acercamiento más simple, de na-
turaleza asociativa, tiene prioridad sobre el más complejo. De nuevo, cuando
alguien, el supervisor, el profesor o el jefe, elige por nosotros “la secuencia más
adecuada”, la tarea nuevamente se simplifica para nosotros, se reduce a un
ejercicio técnico. En general, solo abordamos las tareas de modo estratégico
cuando no nos queda más remedio.
3)�Aplicar�la�estrategia,�supervisando�la�ejecución�de�las�técnicas�que�la
componen. Esta es la fase técnica de la aplicación de la estrategia, cuyo domi-
nio es esencial para el éxito de esta. Cuanto más condensada y automatizada
esté una técnica, más probable será su uso dentro de una estrategia más general
y, por tanto, según hemos visto, su ejecución será más rápida, eficaz y preci-
sa, consumirá menos recursos cognitivos y podrá realizarse en paralelo a otras
actividades cognitivas. Pero aunque hayamos elegido una secuencia apoyada
en rutinas o técnicas que dominamos, o incluso cuando toda la secuencia de
pasos anteriores es completamente técnica, es posible que surjan imprevistos
(por ejemplo, una palabra que no entendemos en el texto, un dato inesperado
en el análisis o el cálculo, una reacción inesperada del paciente). Como vimos
en el módulo “Los procesos de aprendizaje constructivo”, los expertos y los
aprendices estratégicos son también más eficaces supervisando, detectando
cuándo las cosas no ocurren como debieran, buscando sobre la marcha vías
alternativas, nuevas secuencias (fase 2) o incluso nuevas metas (fase 1). En
cambio, muchas veces, acostumbrados a afrontar la tarea de modo rutinario
o con supervisión externa, las personas adoptan un enfoque exclusivamente
técnico, actuando en piloto automático y siendo incapaces de darse cuenta de
que el rumbo está equivocado (la masa del objeto sale negativa tras el cálculo,
los alumnos no se interesan por la tarea, el paciente no muestra los parámetros
esperables), o de definir un plan nuevo a pesar de sentirse perdidos.
Pero es interesante que para que los aprendices adquieran ese control, habi-
tualmente es necesario que alguien los guíe o supervise durante buena parte
del entrenamiento. No se trata de pasar bruscamente del ejercicio (tarea ruti-
naria en la que todo el control lo tiene el instructor o formador) a una tarea
totalmente abierta (típicamente un examen o una prueba de evaluación) en
la que el aprendiz debe tomar todas las decisiones sin ninguna supervisión
ni ayuda. Podemos usar una analogía bastante transparente para establecer el
tránsito del entrenamiento técnico al entrenamiento estratégico, así como el
papel que en ese proceso deben desempeñar respectivamente quienes apren-
den y quienes los entrenan o ayudan a aprender. Como hemos visto ya, los
deportes son actividades que requieren dosis notables tanto de técnica como
© FUOC • PID_00273425 54 El aprendizaje de procedimientos
Actividad 7
Tras leer todo lo anterior, puede ser un buen momento para realizar una reflexión meta-
cognitiva sobre vuestro propio aprendizaje, por ejemplo, sobre vuestras propias estrate-
gias de lectura:
1) ¿Cuál o cuáles son los objetivos o propósitos que pretendéis cuando leéis un texto
académico (por ejemplo, este texto u otro que hayáis leído recientemente)?
3) ¿Creéis que vuestra forma de leer es diferente dependiendo del contenido del texto
que leéis? En caso afirmativo, señalad a qué puede ser debido, así como en qué consisten
esas diferencias. Ilustradlo con ejemplos concretos y reales de textos que hayáis leído.
© FUOC • PID_00273425 55 El aprendizaje de procedimientos
4) ¿Creéis que vuestra forma de leer es diferente cuando os enfrentáis a textos de diferente
naturaleza (por ejemplo, novelas, libros de texto, prensa, guía de teléfonos, manuales). En
caso afirmativo, señalad a que puede ser debido y explicad en qué consiste esa diferencia,
nuevamente con ejemplos de los procedimientos concretos que usáis en cada caso.
Al igual que ocurría en el aprendizaje técnico, hay ciertos principios en los que
debe apoyarse el aprendizaje estratégico. Si en aquel caso se trataba de optimi-
zar la automatización de secuencias de acciones, en este se trata de promover
un creciente control metacognitivo de las propias acciones.
tudios sobre formación de expertos muestran que esa formación es más eficaz
cuando se apoya en una práctica reflexiva (Ericsson et al., 2006; Schön, 1987)
y no solo en el ejercicio repetitivo de las destrezas.
Tabla 4: Resumen de las principales dificultades del aprendizaje estratégico (a partir de Pozo y
Postigo, 2000)
Entrena- Generalización del cono- Enfrentar al alumno a si- El aprendiz no usa los pro-
miento es- cimiento tuaciones cada vez más cedimientos adquiridos
tratégico nuevas y abiertas, de mo- ante nuevas tareas o con-
do que se vea obligado a textos.
asumir cada vez más de- No comprende por qué lo
cisiones. hace ni cuándo debe ha-
cerlo.
© FUOC • PID_00273425 58 El aprendizaje de procedimientos
Vemos, por tanto, que la diferencia entre una técnica y una estrategia no re-
side solo (o tanto) en lo que se hace, sino en cómo se hace. Sumar, leer un
texto o hacer un bacalao al pil pil puede ser una tarea técnica o estratégica en
función de cómo se use el conocimiento necesario para completarla. Veamos
algunos criterios que pueden hacer que una tarea requiera un acercamiento
más técnico o estratégico.
© FUOC • PID_00273425 59 El aprendizaje de procedimientos
tégico. Ello, de paso, nos servirá para señalar algunos rasgos que deben reunir
las situaciones de aprendizaje y enseñanza para demandar de los alumnos un
acercamiento más estratégico. Algunas de las dimensiones que identifican y/o
favorecen un uso estratégico del conocimiento, no necesariamente indepen-
dientes y a menudo interrelacionadas, serían las siguientes (para más detalles,
podéis ver Pozo, 2014; Pozo, Monereo y Castelló, 2001):
1) Las metas del aprendizaje: no solo se trata de que asuman una orientación
cada vez más interiorizada –que sea el aprendiz quien las fije y no solo el maes-
tro–, sino de la profundidad de esas metas, el para�qué de la ejecución o uso de
esos procedimientos. Cuando la meta es pragmática –lo único que se pretende
es tener éxito en la ejecución, no cometer errores–, suele conducir a un apren-
dizaje reproductivo; no se requiere un acercamiento estratégico. En cambio,
cuando la meta es más profunda, de naturaleza epistémica –no se trata solo
o tanto de tener éxito, sino de comprender el porqué de los éxitos y fracasos
obtenidos, de aprender de los aciertos y de los propios errores que, en lugar
de ser evitados, simplemente deben ser analizados y comprendidos–, estará
más dirigida a la comprensión de nuevos significados o a la reconstrucción
de conocimientos previos, y así el aprendizaje requerirá una mayor reflexión
estratégica.
Actividad 8
Actividades
Reflexión�sobre�la�actividad�1
Aunque las respuestas en esta actividad pueden variar, lo usual es que la primera columna
(lo que sabéis decir pero no nacer) consista, sobre todo, en “cosas” que habéis aprendido
en contextos académicos o formales, donde prima el conocimiento verbal sobre el práctico,
por razones que más adelante se exponen en el texto. En cambio, en la columna 2 sería
normal que aparecieran muchos aprendizajes cotidianos, conocimientos prácticos que habéis
aprendido muchas veces de forma no deliberada o consciente, o que aprendisteis hace ya
mucho tiempo, y que sin embargo os costaría mucho verbalizar o explicar al estar, como
puede verse también en el módulo, ya automatizados. Finalmente, en la columna 3 pueden
aparecer aquellos conocimientos, sobre todo procedimentales, sobre los que os habéis visto
obligados a reflexionar, usualmente para evitar errores en su aplicación. Deberían ser más
comunes en contextos académicos.
Reflexión�sobre�la�actividad�2
Al igual que en la actividad 1, aun habiendo diferencias entre las respuestas de las distintas
personas, suele haber un patrón común. El aprendizaje artesanal se produce, sobre todo, en
contextos de aprendizaje informal, en ámbitos familiares, o entre iguales, donde una perso-
na más experta ayuda a los más novatos, modelando sus acciones y cediéndoles progresiva-
mente responsabilidad. Es, sin embargo, ya poco común en contextos profesionales, salvo
que tengan esa misma estructura familiar o informal, donde tiende a predominar más un
aprendizaje técnico. Este aprendizaje también es importante en ámbitos cotidianos o no aca-
démicos para aprender a usar diferentes tecnologías (conducir un coche, usar un ordenador o
una cámara de fotos), o aprender secuencias de acciones complejas con una cierta eficiencia
(ir en bicicleta, nadar, tocar la guitarra). El aprendizaje estratégico suele ser menos frecuente
y aparece ligado al conocimiento experto en diferentes dominios, o también, con no dema-
siada frecuencia por desgracia, a contextos instruccionales estructurados mediante una ense-
ñanza basada en problemas. Igualmente, mientras que el aprendizaje técnico es más común
en tareas en las que los procedimientos se ejercitan individualmente, el aprendizaje estraté-
gico cobra más importancia cuando su ejecución se realiza en contextos interpersonales, de
manera cooperativa o al menos coordinada.
Reflexión�sobre�la�actividad�6
Lo normal es que en la primera lista hayáis incluido deportes cuyas destrezas se ejecutan
en condiciones estables y sin oposición directa de un rival (lanzamiento de peso o salto de
altura, halterofilia, gimnasia rítmica, natación sincronizada). En cambio, en la segunda están
todos los deportes en los que la ejecución se hace con oposición de un rival y casi todos los
deportes de equipo (tenis, ajedrez, baloncesto, carreras de fondo, waterpolo). Por supuesto,
en la primera lista aún hay componentes estratégicos: en el propio diseño del entrenamien-
to, en la elección de las rutinas que van a ejecutarse en gimnasia, etc. No obstante, dado
que las condiciones de ejecución son estables, las destrezas se ejecutan en el marco de un
ejercicio –una actividad rutinaria sin apenas variaciones–, mientras que en el segundo grupo
las condiciones de aplicación de las destrezas van a depender siempre de la acción del opo-
nente y, en su caso, de los propios compañeros, lo que requiere diseñar planes de acción para
hacer posible la aplicación de las destrezas entrenadas, así como tomar decisiones sobre la
marcha para mejorar esa ejecución. Es decir, se necesitará diseñar estrategias en función de
las condiciones previsibles de su aplicación.
Actividad�9
Partir de los patrones de ac- Recuperar esos patrones, así Secuencias previamente
ción ya dominados por el como las diferencias con los aprendidas (chunks)
aprendiz nuevos usos procedimentales Normalización
Además de estas tareas de naturaleza más procedimental en las que, para ser mínimamente
coherentes, tenéis que poner en acción lo que habéis aprendido en este módulo, encontra-
réis a continuación unas pocas preguntas de carácter más conceptual que deberían servir
para ayudaros a comprobar el grado en el que habéis comprendido algunos de los conceptos
presentados.
Ejercicios de autoevaluación
1. Un indicio de que una persona está resolviendo estratégicamente una tarea sería...
5. Cuando un profesor de violín lleva a sus alumnos a tomar conciencia de los efectos que
tiene sobre el sonido que produce el instrumento la posición que adopten y la tensión que
ejerzan sobre el arco, está llevando a cabo un entrenamiento dirigido a fomentar la adqui-
sición de...
a) técnicas.
b) estrategias.
c) información verbal.
6. Para enseñar a alguien a resolver problemas (por ejemplo, problemas matemáticos, pro-
blemas de genética, análisis del contenido de un texto), lo mejor sería...
a) explicarle con claridad lo que hay que hacer, al mismo tiempo que se le proporciona
un modelo de cómo debe hacerlo, y luego plantear unas cuantas situaciones más para que
practique lo que se le ha enseñado.
b) en principio, no sugerirle cómo lo debe hacer, para que así piense sobre ello y encuentre
de manera autónoma las mejores estrategias para resolverlos, ya que lo que uno mismo ha
pensado es lo que nunca se olvida.
c) presentarle situaciones cada vez más abiertas o distintas y ayudarle a reflexionar sobre lo
que está haciendo y a comprender qué es lo que ha aprendido y lo que no.
© FUOC • PID_00273425 65 El aprendizaje de procedimientos
7. Podemos esperar que los escritores expertos (ya sea de textos académicos, narrativos, etc.),
a diferencia de los novatos,...
a) apenas revisen sus escritos, ya que las ideas y las palabras para expresarlas brotan en ellos
de forma espontánea.
b) no necesiten pararse a pensar antes de ponerse a escribir en lo que van a decir y en cómo
lo van a decir.
c) suelan introducir bastantes modificaciones en sus escritos antes de decidir darlos por ter-
minados.
a) la ejecución de los aprendices novatos hasta que logran automatizar los procedimientos
de aprendizaje.
b) la ejecución de los aprendices expertos en las situaciones de aprendizaje más familiares
o habituales.
c) la ejecución de los aprendices expertos a la hora de afrontar situaciones nuevas.
© FUOC • PID_00273425 66 El aprendizaje de procedimientos
Solucionario
Ejercicios de autoevaluación
1.�b
2.�c
3.�c
4.�a
5.�b
6.�c
7.�c
8.�c
© FUOC • PID_00273425 67 El aprendizaje de procedimientos
Glosario
autoevaluación f Una vez ejecutado un plan de acción, implica la capacidad de decidir si
se han logrado las metas esperadas y, si no es así, en todo o en parte, identificar qué podría
mejorarse para una próxima ejecución.
condensación f Proceso por el que ciertas unidades de información o acciones, que pre-
viamente se ejecutaban por separado con la consiguiente demanda de recursos cognitivos, se
funden o encadenan en una sola acción o información, de modo que esas acciones separadas
pasan a dispararse de forma conjunta. Es producto de la práctica repetida y suele acompañar
a la automatización.
problema m Tarea nueva en algunos de sus componentes que requiere de quien la ejecuta
tomar alguna decisión y, por tanto, una cierta gestión metacognitiva. Suele decirse que un
problema es una situación en la que queremos llegar a una meta nueva y no disponemos de
una ruta segura para llegar a ella.
técnica f Secuencia de acciones que se ejecuta de manera rutinaria, sin ningún control
metacognitivo
© FUOC • PID_00273425 68 El aprendizaje de procedimientos
Tras leer este módulo y realizar las actividades y reflexiones en él sugeridas, de-
beríais, en primer lugar, ser capaces de diferenciar un aprendizaje procedimen-
tal de otras formas de aprendizaje, lo que no impide que esas diferentes formas
de aprender estén a su vez relacionadas entre sí. Además, dentro del aprendiza-
je procedimental deberíais diferenciar entre aquellos aprendizajes meramente
técnicos y los que tienen una naturaleza estratégica, considerando para ello
la forma en la que el aprendiz gestiona sus acciones, ya sea de forma automá-
tica o metacognitiva (por supuesto, nuevamente, no es algo todo-nada, sino
que es algo gradual, ya que los aprendizajes complejos requieren también la
ejecución de destrezas automatizadas).
En el caso del aprendizaje técnico, deberíais ser capaces de reconocer los indi-
cadores esenciales de una buena ejecución técnica, así como reconocer y ser
capaces de diseñar las diferentes fases de un entrenamiento técnico, identi-
ficando los principios en los que debe basarse y corrigiendo los errores que
pueden cometerse en esos diseños instruccionales, partiendo siempre de un
diseño centrado en el aprendiz más que en la tarea en sí.
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