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El vínculo entre la productividad, los precios y la distribución.

Juan Manuel Telechea

Arrancamos por una identidad básica pero de suma importancia para la economía: La cantidad
total producida se reparte en su totalidad por todas las partes integrantes de la economía.
Además, supongamos que solo hay trabajadores y empresarios (no hay terratenientes).

De lo anterior se desprende que el producto total (y) tiene que ser igual al salario que reciben
los trabajadores (w) en relación a la cantidad total ocupada (L) sumado a la tasa de ganancia de
los empresarios (r) en relación al capital invertido (K):

𝑦 = 𝑤𝐿 + 𝑟𝐾
Lo anterior es en términos físicos (o reales). Para hablar en términos monetarios se debe
multiplicar por el nivel de precios (P) en ambos lados para obtener el producto nominal.
Sabiendo que el salario nominal (W) es igual al producto del salario real por los precios:

𝑃𝑦 = 𝑊𝐿 + 𝑃𝑟𝐾
Es decir, los ingresos totales de la economía se reparten entre la remuneración total que reciben
los trabajadores (también conocida como masa salarial) y el total de los beneficios. Al dividir lo
anterior en ambos lados por WL se obtiene:
𝑃𝑦 𝑃𝑟𝐾
=1+∅ 𝐷𝑜𝑛𝑑𝑒 ∅ =
𝑊𝐿 𝑊𝐿
Es decir, ∅ expresa la relación entre el total de los beneficios que reciben las empresas y la masa
salarial que reciben los trabajadores (que es lo mismo que la inversa de la participación de los
trabajadores en el ingreso). Reordenando para dejar todo expresado en función de los precios,
nos queda:
𝑊 𝑦
𝑃 = (1 + ∅) 𝐷𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑧 = 𝑝𝑟𝑜𝑑𝑢𝑐𝑡𝑖𝑣𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑙𝑎𝑏𝑜𝑟𝑎𝑙 =
𝑧 𝐿
Esta identidad es clave para entender la dinámica de los precios. Nos dice que éstos pueden
aumentar por tres motivos: un incremento de los beneficios en relación a la masa salarial, una
caída en la productividad o debido a la expansión del salario. Más aún, esto se podría reducir a
dos elementos, dado que podemos interpretarlo como que las empresas definen los precios
como un margen de ganancia (∅) sobre los costos unitarios (el salario en relación a la
productividad).

Notar que si el salario nominal aumenta en la misma relación que la productividad, los precios
se mantienen inalterados. Esto es lo mismo que decir que crece el salario real, manteniendo
constante la participación salarial en los beneficios. Es decir, los trabajadores ven mejorados su
poder de comprar sin que eso derive en una “puja distributiva”, ya que las empresas no ven
reducida su participación en los beneficios.

Claro que si el salario nominal crece por encima de la productividad, entonces ahí sí
desencadenaría una suba de precios, que puede ser interpretada tanto como un incremento de
los costos (que reduce el margen de ganancia y por eso las empresas aumentan los precios para
recuperarlo), o como una puja distributiva, donde las empresas aumentan los precios para
recuperar la participación en los beneficios perdida. De lo anterior también se desprende otra
lectura importante, que es que en momentos de recesión o estancamiento (donde muy
difícilmente la productividad aumente), el aumento de los salarios muy probablemente desate
la puja (reduciendo el margen de ganancia y llevando al aumento de los precios).

Esto último no se desprende automáticamente de la identidad anterior. Para llegar a ello,


tenemos que realizar otro manejo de identidades que nos va a permitir llegar a una definición
del precio que incorpore la participación salarial. Para eso, la definimos como:
𝑊𝐿
𝛺=
𝑃𝑦
Reordenándola, la dejamos expresada en función de la masa salarial (MS):

𝑀𝑆 = 𝛺 × 𝑃𝑦 𝐷𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑀𝑆 = 𝑊𝐿
La cantidad total producida es igual a la cantidad de trabajadores utilizados para dicha
producción multiplicado por la cantidad de tiempo que les llevó realizarlo, es decir, su
productividad (z). Por ende “y” se transforma en:

𝑀𝑆 = 𝛺 × 𝑃 × 𝑧 × 𝐿
Sabiendo que la masa salarial es igual al salario nominal (W) multiplicado por la cantidad de
trabajadores empleados en la economía (L), si dividimos lo anterior respecto de L se obtiene:

𝑊 =𝛺×𝑃×𝑧
Aquí ya se puede apreciar que si el salario nominal crece en línea con la productividad, eso deja
a la participación salarial constante pero además se traduce en una mejora del poder de compra
del salario.

Otra manera de ver lo anterior es realizando una aproximación logarítmica que sirve para
transformar la identidad anterior en una función lineal en términos de variaciones porcentuales
(respecto de la propia variable). Para esto, primero le aplicamos el logaritmo natural a todas las
variables:

ln 𝑊 = ln(𝛺 × 𝑃 × 𝑧)
Que por las propiedades del logaritmo se transforma en:

ln 𝑊 = ln 𝛺 + ln 𝑃 + ln 𝑧
El logaritmo natural se aproxima a la variación porcentual de las variables, que entonces quedan
expresadas la siguiente manera:

%𝑊 = %𝛺 + %𝑃 + %𝑧
Sabiendo que la variación de los precios es igual a la inflación, y que la participación en los
beneficios es inversamente proporcional a la participación salarial1, podemos expresar lo
anterior en términos de la inflación (la variación de los precios):

1
Por definición, el resto va a parar a los empresarios, y se define como la participación de los beneficios.
El numerador de la expresión representa la masa de beneficios, es decir el producto de la tasa de ganancia
y el capital utilizado:
𝑃𝑟𝐾
𝜋 =1−𝛺 =
𝑃𝑦
%𝑃 = % 𝜋 + % 𝑊 − % 𝑧
Fíjense que llegamos a una expresión casi idéntica a la anterior, pero expresada en términos de
variaciones. Por lo tanto, la inflación aumenta porque las empresas logran aumentar su
participación en los ingresos (donde para que eso sucede tiene que aumentar el margen de
ganancia); o porque los salarios crecen por encima de la productividad laboral.

Otra manera de decir lo mismo es que la redistribución desde los trabajadores hacia los
empresarios se logra por medio del aumento de los precios o porque cae el costo unitario
(W/productividad) y las empresas no bajan los precios (absorbiendo la ganancia por medio de
una suba del mark up).

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