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PRIMER SEMESTRE
AÑO 2023.
CONTENIDO:
2- POTHIER, R.J. “Tratado de las obligaciones”. Editorial Heliasta. Buenos Aires (1986). P.
91-102.
DOI: HTTP://DX.DOI.ORG/10.4067/S0718-09502021000200051
Resumen
Responsabilidad contractual-obligación-contrato
Abstract
This article addresses the areas of contour or delimitation about damages for breach of contract,
in the concert of remedies for breach of contract and in its delimitation against tort liability,
based on the two fundamental requirements that Chilean doctrine requires for its configuration,
the contract and the obligation. From the review of both requirements, the limits of the indemnity
claim are studied, to rethink from there, the core of the contractual liability, determined by the
possibility that the parties make a voluntary distribution of the risk to which they decide to submit.
* Licenciado en Ciencias Jurídicas, Universidad Católica del Norte. Doctor en Derecho, Universidad de
Deusto, Bilbao, España. Profesor de Derecho Civil de la Facultad de Derecho, Universidad Católica de la Santísima
Concepción. Correo electrónico: caedo@ucsc.cl. Código ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0556-0632.
Este artículo forma parte del proyecto Fondecyt Regular número 1191729, denominado “Delimitación
de regímenes de responsabilidad civil. Elementos y factores a considerar para una parcial unificación”, del
que el suscrito es investigador responsable; y del proyecto Fondecyt Regular número 1181930, denominado
“Exceptio doli generalis: historia, función e interpretación”, del que el suscrito es coinvestigador.
Artículo recibido el 26.8.2020 y aceptado para su publicación el 6.5.2021.
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1 Esta es la perspectiva, por ejemplo, de Alcalde, 2018, pp. 332 y ss. Con esta acepción, véase
también Morales, 2006, pp. 20-21, fundando dicho alcance en la nueva noción de incumplimiento, a la
que luego nos referiremos.
2 Bianca, 2018, pp. 120-121; 263 y ss.; Di Majo, 2005b, pp. 246 y ss.; Di Majo, 2006, pp. 76-77;
Fernández, 2012, pp. 201-202; Jordano, 1987, p. 31; Morales, 2006, pp. 56-57; Pantaleón,
2010, pp. 228-229. Acerca del problema relativo a si la herramienta de la responsabilidad contractual
comprende o no el equivalente pecuniario, existen dos posiciones. Para una posición, que compartimos,
la responsabilidad contractual comprende la reparación de todos los daños causados al acreedor, es decir,
aquellos que corresponden al valor de la prestación insatisfecha (aestimatio rei) y los otros daños que derivan
el incumplimiento contractual (id quod interest). Véase, entre nosotros, Bahamondes, 2018, pp. 171-173; de
la Maza, Morales y Vidal, 2014, pp. 1165-1166; Morales, 2010a, pp. 36-38; y, Vidal, 2007c, pp. 194-
195. Otros, en cambio, siguiendo la tradición francesa, distinguen entre cumplimiento por equivalente (que
es lo compensatorio) e indemnización de daños. Véase Contardo, 2015, pp. 41-52, quien argumenta que la
responsabilidad contractual como indemnización de daños extrínsecos, permite articular mejor los remedios
del acreedor, como por ejemplo, la resolución y las obligaciones de hacer y no hacer. Peñailillo, 2009,
pp. 334-346, por su parte, argumenta que nuestro Código Civil estableció claramente normas relativas al
cumplimiento forzado (artículos 1489, 1553 y 1555), exigiendo para el ejercicio de dicha pretensión solo
el evento del incumplimiento y no la culpa. Sostiene, por tanto, que debe separarse, del mismo modo, el
cumplimiento por equivalente, que supone el valor equivalente al incumplimiento (aestimatio rei), que no
supone culpa de la indemnización de perjuicios, que supondría culpa, en la medida que busca reparar los
daños causados por el incumplimiento contractual (id quod interest). Para el debate en el Derecho español, por
ejemplo, especialmente Díez-Picazo, 2008, pp. 714 y ss.; Llamas, 2010, pp. 126 y ss.; Pantaleón, 2010,
pp. 234-235. La opción entre una y otra tesis, tiene relevancia para la valoración del comportamiento del
deudor. Si el quivalente pecuniario es una manifestación del cumplimiento forzado, entonces la imputabilidad
del deudor es irrelevante. Por el contrario, considerar el equivalente como un problema de responsabilidad
contractual exige para su configuración un comportamiento culposo o doloso del deudor. Aun así, una precisión
importante de la mano de Bahamondes, 2018, pp. 175-177, se impone. Como explica la autora, hay en el
sistema chileno un real antecedente del equivalente pecuniario en la sentencia recaída en un juicio ordinario,
que luego se cumple ejecutivamente, tanto en las obligaciones de dar, hacer o no hacer, en que el monto
no constituye una evaluación del daño, sino un genuino reemplazo del cumplimiento que se ha declarado
judicialmente.
3 Barros, 2007, pp. 724-725; Domínguez, 2000, p. 624; López, 2010, p. 97; López, 2019, pp. 165-
166; Schopff, 2017, p. 73; Pizarro, 2017, pp. 50-51; Vidal, 2011, p. 764. En el Derecho comparado,
véase Díez-Picazo, 1999, pp. 264-266; Yzquierdo, 2019, p. 107. Sin embargo, no puede dejar de anotarse
una distinta aproximación a las normas de la responsabilidad contractual, que modifica completamente el
panorama relativo a la delimitación. Según un grupo de autores, el eje no se encontraría en el contrato,
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sino en la obligación. Desde este punto de vista, la cuestión del contrato es irrelevante. Si se está frente a
la infracción de un deber general, el régimen es el aquiliano; en cambio, si se trata del incumplimiento de
una obligación, con independencia de la fuente, el régimen sería el contractual. Para esta óptica, véase por
todos, Jordano, 1987, pp. 26 y ss. Para la crítica a esta aproximación, Barros, 2008, p. 408.
4 Desde luego, otra esfera de enorme importancia que permite la configuración de los regímenes, es
importada desde el ámbito del Common law, fue incorporada en los instrumentos de armonización europeos.
Para esta cuestión véase Astone, 2014, pp. 2 y ss.; Di Majo, 2005a, pp. 341 y ss. Para el concepto de
remedios y sus acepciones, Nivarra, 2015, p. 585..
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6 Abeliuk, 2014, t. II, pp. 926-927; Alessandri, 2005, t. I, p. 11; Gatica, 1959, p. 27 y Tomasello,
1969, p. 21.
7 Para la doctrina tradicional y sus argumentos, Gatica, 1959, pp. 27-28 y Fueyo, 2004, pp. 347-
348. No hay base histórica, ni normativa para seguir el modelo alemán. Para esta cuestión, Aedo, 2013,
pp. 953 y ss. Para el orden de las herramientas de tutela del acreedor en el modelo alemán, Zimmermann,
2002, pp. 286 y ss.; y Zimmermann, 2005, pp. 52-53.
8 Alcalde, 2018, pp. 528 y ss.
9 Alessandri, Somarriva y Vodanovic, 2004, pp. 251 y ss.; Abeliuk, 2014, pp. 724 y ss.; Fueyo,
2004, pp. 293 y ss. Entre las obras específicas, Rodríguez, 2003, pp. 31 y ss.; García, 2010, pp. 125-128.
10 Se advierte, así, por ejemplo, en el tratamiento que la doctrina le dispensa a la indemnización, cuando
se demanda junto a la resolución del contrato. En este sentido, Abeliuk, 2014, p. 655; Peñailillo, 2003,
pp. 411-413 y Ramos Pazos, 2004, pp. 166-168.
11 Barcellona, 2006, pp. 152-154; Vidal, 2011, p. 258.
12 Bahamondes, 2011, pp. 244-245; Contardo, 2015, pp. 23-24; López, 2010, pp. 86 y ss.; Pizarro,
2008, pp. 395 y ss.; Vidal, 2007c, pp. 517 y ss. Para la perspectiva de la doctrina tradicional, por todos,
Alessandri Rodríguez; Somarriva y Vodanovic, 2004, vol. II, pp. 258-260.
13 Barros, 2009, pp. 305; 308. En la doctrina chilena, además, Alcalde, 2003, pp. 69 y ss.; Alcalde,
2004, pp. 565 y ss.; Barros, 2008, p. 408; Corral, 2004, p. 227; López, 2019, pp. 147 y ss.; Mejías,
2011, pp. 752-755; Pizarro, 2008, p. 399; Vidal, 2007b, pp. 56-57; Vidal, 2007c, p. 162, Vidal, 2009,
pp. 232-233. Para la recepción de un modelo objetivo de incumplimiento en el Derecho comparado, Díez-
Picazo, 2010, pp. 10-11; Morales, 2006, pp. 30-31; Morales, 2013, t. III, vol. 1, pp. 391-392, Palazón,
2014, pp. 17; 119 y ss. En cuanto a los instrumentos europeos de armonización de remedios contractuales,
se acepta también un concepto neutro, amplio y objetivo de incumplimiento. Así, el artículo 87 del CESL
(Propuesta de Reglamento relativo a una normativa común de compraventa europea); artículo III.-1:102 (3)
del DCFR (Marco Común de Referencia); artículo 8:101 del PECL (Principios Europeo de Derecho de los
Contratos); artículo 7.1.1. del PICC (Principios Unidroit sobre Contratos Comerciales). Véase Blandino,
2021] CRISTIÁN AEDO BARRENA: CONTORNOS DE LA RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL 55
2015, pp. 331 y ss. Es el enfoque de los PLDC (Principios Latinoamericanos de Derecho de los Contratos),
consagrado en el artículo 83. Véase de la Maza; Pizarro y Vidal, 2017, pp. 55 y ss.
14 Barros, 2020, pp. 1085-1086.
15 Brantt, 2010, pp. 86 y ss.; Llamas, 2010, pp. 110 y ss.; Mejías, 2011, pp. 96-97. Para el contrato
como instrumento de distribución de riesgos, Morales, 2006, p. 57; y, Neme, 2018a, pp. 112-113.
16 En efecto, la delimitación del riesgo explica que, en materia de responsabilidad contractual, los daños
se limitan a los perjuicios previstos o que pudieron razonablemente preverse, a la época de celebración del
contrato. Para un análisis de la regla de previsión de daños como eje de la distinción, véase Aedo, 2018a,
pp. 644 y ss. Como indica Corral, la previsibilidad, en el artículo 1558, no juega el rol propio de la causalidad,
porque el juez no debe colocarse en el momento del incumplimiento, sino en el momento de celebración del
contrato. Véase Corral, 2010, p. 177. La delimitación de los daños contractuales se introdujo en la mayor
parte de los Códigos decimonónicos de la familia del francés. En principio, el Código Civil Francés que, en
su actual redacción, contempla la limitación de los daños reparables a los previstos a la época de celebración,
en el actual artículo 1231-3. La misma delimitación de daños se incorporó en el artículo 1107 del Código
Civil español de 1889; en el artículo 1228 del Codice Civile de 1865. Entre los latinoamericanos, el artículo
1558 del Código Civil chileno y el artículo 1616 del colombiano, 1346 del Código Civil del Uruguay de
1869 (actualizado, mediante una profunda reforma, en 1995), los artículos 345 y 346 del Código Civil de
Bolivia de 1975; el Código Civil de Paraguay, de 1985, artículo 425, aunque extiende la responsabilidad
dolosa a las causas mediatas. También lo hace, el reciente Código Civil argentino de 2014, en el artículo
1728. Entre los instrumentos europeos, puede mencionarse los Principios Europeos de Derecho de Contratos,
artículo 9:503; el Marco Común de Referencia para el Derecho Privado Europeo, DCFR, III. 3:703. También
se acoge la regla en los Principios Latinoamericanos de Derecho de Contratos, PLDC, artículo 107. En el
Common law, también se indemnizan, como daños, por regla general, las pérdidas económicas derivadas del
incumplimiento, atendida la protección de lo que Fuller y Perdue denominan confianza esencial. Beatson,
2002, pp. 589 y ss.; Burrows, 2019, pp. 91-97; 105-106; y, Cartwright, 2019, pp. 389-392; Fuller y
Perdue, 2019, pp. 37-45. Una visión crítica en Gordley, 2004, pp. 216 y ss.
17 En otro lugar, a propósito de la responsabilidad extracontractual, hemos asignado dicha función
a la culpa. Véase Aedo, 2014, pp. 714-719; y, Aedo, 2015, pp. 811 y ss.; y, Aedo, 2018a, pp. 342 y ss.
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Como afirma Fleming, mediante el contrato se trata de promover una voluntaria asig-
nación de riesgos en una sociedad que se autorregula libremente, mientras que en la
responsabilidad extracontractual se asignan riesgos, de acuerdo con las valoraciones de
la comunidad, por decisión de los tribunales o la ley18.
Pero la delimitación de la responsabilidad contractual y extracontractual, fundada
en el riesgo, importa, como condición, que las partes se encuentren en una genuina de
posición de distribuir sus riesgos19. Por mucho que hoy la buena fe se traduzca en una
ampliación de la regla contractual20, importando una protección de los intereses de las
partes, la idea contractual se sostiene en los principios que subyacen a la codificación:
una relativa igualdad, al menos formal de las partes, que supone un igual acceso a la
información y a las condiciones de contratación21. Ello justifica en las codificaciones,
incluso en aquellas que se han introducido recientes reformas, la mantención de los prin-
cipios de la autonomía de la voluntad, la libertad contractual y del pacta sunt servanda22.
Ahora bien, el fenómeno contractual moderno se aleja, en amplios campos de la
actividad social, de los idearios contractuales de la codificación, como ocurre en el
Derecho de consumo23. Se estima, por consiguiente, que la libre voluntad no garantiza
suficientemente la justicia del contrato, debiendo introducir ciertas correcciones que
tiendan, como hemos dicho, más allá de las reglas de consumo, una cierta equivalencia
en las posiciones contractuales, pues el acuerdo debe ceder a criterios y principios de
solidaridad social24. Esta cuestión es de vital importancia en el tema de analizamos.
18 Fleming, 1987, p. 2. Para una perspectiva similar del contrato, Atiyah, 1988, pp. 150-151;
Cartwright, 2019, pp. 121; Pantaleón, 2010, p. 206; Schopf, 2017, pp. 73-74; Zimmermann, 2019,
p. 100.
19 Alpa, Bessone y Roppo, 1982, p. 284; Schopf, 2017, p. 79.
20 Véase Cohen, 2004, pp. 523 y ss.; y, Fried, 1996, p. 128 y ss. Para esta cuestión, véase, en el
Derecho comparado, por ejemplo, Alpa, Bessone, Roppo, 1982, pp. 378 y ss. Para el Derecho chileno,
Brantt, 2010, p. 87; Mejías, 2011, pp. 101 y ss.; San Martín, 2017, especialmente pp. 603 y ss.; y,
Schopf, 2018, pp. 118-120.
21 Véase, para esta cuestión, Bernad, 2019, pp. 16-21 y Busnelli, 2005, pp. 535-537.
22 Véase, por ejemplo, para la reforma al Código Civil francés, Taisne, 2019, pp. 27-28. Para el Derecho
Europeo, véase el análisis de Schulze, 2017, pp. 117-120 y con una perspectiva comparada europea muy
amplia, Zimmermann, 2019, pp. 93-104. Para el papel de la voluntad en el common law, Cartwright,
2019, pp. 226-227. Ello no quiere decir que no exista una tendencia a releer las normas contractuales que
persigan el amparo de la parte contratante más débil, más allá de las variaciones económicas del contrato,
sino también en el desequilibrio en la generación del contrato. Acerca de esta materia, Barcellona, 2001,
pp. 306-310; 321-322; Gómez, 2018, pp. 30-33; 160-170; y, para el caso chileno, véase, por ejemplo,
Prado, 2019, pp. 787-802.
23 Para esta cuestión, en el Derecho chileno, Isler, 2019a, pp. 67-70. Para el Derecho de consumo
como remedio al desequilibrio contractual en el ámbito europeo, Schulze, 2017, pp. 121-123; Vettori,
2009, pp. 22-23; pp. 651 y ss.
24 Véase, por todos, Gómez, 2018, pp. 25-27; Risolia, 1958, pp. 124-125. Como explica Barcellona,
2006, pp. 70-84, la buena fe aparece como un dispositivo que permite un control de la autonomía de la
voluntad, incorporando a la ecuación económica de mercado, reglas de solidaridad, cooperación y lealtad. Bajo
esta óptica, sin duda alguna, subyace la idea de moralizar la relación contractual codificada. Véase también
Bianca, 2000, p. 394; y, Gallo, 2002, pp. 257-259. En nuestro país, se ha preocupado de la cuestión,
especialmente, Munita, 2021, pp. 178-179, quien estima que ya en el Código hay un conjunto de normas
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En efecto, si las partes no están en posición de distribuir riesgos, la distinción entre los
regímenes se vuelve difusa, pues la víctima obtiene similares resultados, en términos
de daños indemnizables25.
Frente a nuevos fenómenos contractuales, en los que no existe la posibilidad de
negociar o distribuir riesgos entre las partes, se ha considerado que los resultados rela-
tivos a los daños son equivalentes, tanto en un régimen de responsabilidad contractual,
como aquiliano. De este modo, se propone una parcial asimilación entre los regíme-
nes26. Evidentemente, esta aproximación dogmática, trasladada a ámbitos especiales de
responsabilidad civil, como ocurre en la responsabilidad civil por daños al consumidor,
puede plantearse como una cuestión de lege ferenda.
En efecto, en materia de consumo, aunque ordinariamente el régimen es el contrac-
tual, se han identificado supuestos también de responsabilidad aquiliana27, lo que se
traduciría en la aplicación de reglas diferenciadas de carácter secundarias. No obstante,
se ha considerado que las normas de responsabilidad del Derecho común, relativas a la
responsabilidad contractual, no resultan directamente aplicables, en relación con los daños
reclamables, precisamente porque toda la normativa de consumo se erige sobre la base de
la desigualdad técnica del consumidor y el proveedor, como se ha venido analizando28.
Especialmente, en cuanto al daño moral, entendido como la lesión de los intereses
extrapatrimoniales de la víctima29, tratándose del Derecho común, la doctrina entiende
que, como regla general, el contrato con prestaciones patrimoniales no puede dar lugar
a indemnización por daño moral, a menos que las partes pudiesen preverlo al tiempo
de la celebración, conforme con el artículo 155830. Pero al no existir distribución de
riesgos acordada libremente, la delimitación de los daños, especialmente el daño moral,
no resulta procedente en materia de consumidor, debiendo indemnizarse todos los daños
causados a este31.
que favorecen al contratante más débil, que atribuye al deudor, debiendo modularse la relación contractual
con la buena fe. Pinochet, por su parte, piensa que el Derecho de Consumo ha desarrollado instrumentos
adecuados para corregir asimetrías contractuales, más allá de las reglas del consumidor y, por tanto, relaciones
B2C, B2B. Véase Pinochet, 2019, p. 144
25 Es lo que hemos sostenido en Aedo, 2018b, p. 649; 651. Véase, también Lorenzetti, 2010,
2016, p. 140.
27 Véase Isler, 2019a, pp. 235 y ss.
28 Para esta cuestión, en el Derecho chileno, véase especialmente Baraona, 2014, pp. 388-389; De
la Maza, 2010, pp. 21 y ss.; Isler, 2019a, pp. 67-70; Isler, 2019b, p. 336; y Wahl, 2006, ppp 77-78.
Para el Derecho de consumo como remedio al desequilibrio contractual en el ámbito europeo, Bercovitz
Rodríguez-Cano, 1987, pp. 24 y ss.; Domont-Naert, 1993, pp. 57 y ss.; Calas-Auloy, 1993, pp. 141-
142; Schulze, 2017, pp. 121-123
29 Remitimos a nuestro trabajo Aedo, 2006, pp. 238 y ss. y pp. 432 y ss.; Aedo, 2019b, pp. 149-151.
30 Véase, por todos, De la Maza, 2018, pp. 284 y ss.; De la Maza y Montes, 2020, pp. 19 y ss.,
31 Es lo que hemos defendido en Aedo y Munita, 2020, pp. 99 y ss. Esta idea ha sido también defendida
por Baraona, 2014, p. 399; Contardo y Cortéz, 2019, pp. 43 y ss., Lazcano y Toro, 2019, p. 102;
Mendoza, 2019, pp. 70-71. Esta cuestión de afirma en la idea de especialidad de las reglas de consumo.
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Las áreas de contorno guardan relación con las condiciones necesarias para estar en
presencia del régimen. Como hemos dicho, la existencia de un contrato y el incumpli-
miento de una obligación, en el sentido técnico del término. Analicemos cada uno de ellos.
1. La existencia de un contrato
Como se ha visto, es una condición sine qua non, la existencia de un contrato. Por
tanto, antes de la relación contractual, el campo de aplicación corresponde a la respon-
sabilidad extracontractual35.
Vigente el contrato, la responsabilidad contractual surge en la medida que el
deudor incumple el programa prestacional. La integración contractual de la obligación
del deudor, por otro lado, a partir de la buena fe, permite delimitar la órbita de riesgos,
como hemos visto36.
Con todo, con independencia del sistema, la doctrina reconoce claros límites a
la función integradora, desde la buena fe37, especialmente en cuanto a las cosas que
Véase, especialmente, Baraona, 2019, pp. 10-11. Se ha propuesto que, incluso, este carácter de las normas
del consumidor permita a la víctima demandar en un juicio civil, haciendo aplicable en él las normas de la
LPDC. Véase, Mendoza, 2019, p. 73.
32 Véase Aedo, 2018b, pp. 621 y ss.
33 Castronovo, 2018, pp. 512-513. Para la tradición francesa, Larroumet, 2010, pp. 324-325.
34 Así se resolvió en la sentencia Corte Suprema, sentencia de 7.09.2017, rol 87718-16. Véase también
la sentencia Corte Suprema, 11.09.2013, rol 3653-13. Sobre esta cuestión, véase nuestro trabajo Aedo,
2019a, pp. 985-986.
35 En este sentido, véase de la Maza y Vidal, 2018, pp. 13-25.
36 Fried, 1996, p. 128: Véase, también, Fauvarque-Cosson, 2006, pp. 2-4; Hesselink, 2004,
38 Guzmán Brito, 2002, pp. 16-17. Véase también, Tapia, 2015, p. 552. Para la aplicación
44 Cattaneo señala, categóricamente, que el acreedor como tal no es deudor de la cooperación necesaria
con el fin de que la otra parte pueda cumplir y la mora del acreedor no es una subespecie de mora solvendi,
sosteniendo además que el acreedor satisface un interés propio, al procurarse a sí mismo el bien o el resultado
que le es debido. Véase Cattaneo, 1964, pp. 54-65. Véase también Cattaneo, 1973, pp. 1-3; Cendon,
1987, pp. 212-213; y, Dore, 2010, pp. 65-68. En el Derecho español, defendiendo la idea de carga, Díez-
Picazo, 2008, p. 737 y en Díez-Picazo, 1964, pp. 357-358; Cabanillas, 1988, pp. 72 y ss.
45 Prado, 2015, pp. 108; 135 y ss. Esta tesis del supuesto de la equivalencia de la mora del deudor
y la del acreedor, para esta cuestión, Cabanillas, 1988, pp. 86, 93 y 98. En el Derecho comparado tiene
larga data. En Italia, por ejemplo, fue especialmente defendida por Falzea, a mediados del siglo pasado.
Véase Falzea, 1947, pp. 18 y ss.
46 Prado, 2016, p. 64. Véase también, Prado, 2015, pp. 108; 135 y ss.
47 Brantt, 2020, pp. 564 y ss.
48 Nuestra tesis ha sido defender que, en tanto deber de colaboración, no puede ser analogado a los
efectos de una obligación y que no debe confundirse, estructuralmente, el interés económico que pueda tener
el deudor a liberarse, con el interés jurídico que se persigue proteger. Las calidades jurídicas no se alteran,
y la prueba de aquello es que, aun en el caso de mora del acreedor, la ley otorga al deudor la posibilidad
de pagar o liberarse de su vínculo, si así lo desea, ejecutando la prestación judicialmente, por medio de un
mecanismo que el Código Civil denomina pago por consignación. No se transforma, por consiguiente, en un
acreedor del suyo. Nos referimos a nuestro trabajo Aedo, 2008, pp. 297-298. Véase también la explicación
en Aedo, 2020, p. 874.
49 Como ocurre con su trabajo respecto del ámbito extracontractual, San Martín acude a fuentes
romanas, además de las dogmáticas, para sustentar su posición San Martín, 2015, p. 149; San Martín,
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Céspedes, 2018, pp. 489 y ss. Cattaneo sostiene que la mora del acreedor no genera la obligación de indemnizar
perjuicios, pues no tiene por objeto privar al deudor de un bien que le pertenece, ni dejar insatisfecho un
crédito suyo. Cattaneo, 1964, p 98. Otros autores, aceptando el efecto de la indemnización por daños y
perjuicios, sostienen que su fundamento debe buscarse en el abuso del derecho o en la equidad, saliendo del
ámbito de la mora del acreedor. Así, por ejemplo, Cabanillas, 1978, p. 187.
51 San Martín, 2015, pp. 150-151. Es lo que hemos sostenido en Aedo, 2008, pp. 300-301; Aedo,
2020, p. 876.
52 Por todos, De la Maza y Vidal, 2018, pp. 260-261.
53 Prado, 2015, pp. 160 y ss.; Prado, 2016, p. 77.
54 Prado, 2016, pp. 78.
55 Véase Prado, 2015, pp. 241 y ss., aunque no se conecta dicha obligación de indemnizar con el
artículo 1558.
56 Respecto de esta cuestión, Jordana Fraga, 1987, p. 31.
62 REVISTA DE DERECHO (VALDIVIA) [VOLUMEN XXXIV - Nº 2
de la jurisprudencia alemana, con base en la exceptio doli, Wieacker, 1977, pp. 66-68, en términos que
nadie puede pretender un tratamiento favorable por el ordenamiento, cuando su comportamiento ha sido
contrario al contrato; y, para el caso español, dell’Aquila, 1981, p. 172.
61 La tendencia dogmática moderna es admitir el ejercicio de la facultad extrajudicial, distinguiéndolo
del pacto comisorio. Sobre esta cuestión, véase Pizarro, 2007, pp. 11 y ss.; Elorriaga, 2013, pp. 408-
410. Para las diferencias entre facultad unilateral de terminar el contrato y el pacto comisorio, véase De la
Maza y Vidal, 2018, pp. 514-515.
62 Aedo, 2019b, pp. 80-81. En este trabajo, ya advertimos que la doctrina chilena que se había
referido al problema, demandaba un ejercicio conforme a la buena fe. Por todos Pizarro, 2007, pp. 14 y
ss. Recientemente, Munita, 2021, pp. 183-184.
63 Barcellona, 2006, pp. 156 y ss.; Hesselink, 2004, pp. 483-484; Wieacker, 1977, pp. 60-61;
Zimmermann y Whittaker, 2000, p. 18. Para la dogmática española, Díez-Picazo, 2014, pp. 232-234.
Con interesante perspectiva histórica, Neme, 2018b, pp. 77-84,.
64 Nuevamente, remitimos a la jurisprudencia citada en nuestro trabajo Aedo, 2019b, pp. 81-82.
65 Aedo, 2019b, pp. 87-88
2021] CRISTIÁN AEDO BARRENA: CONTORNOS DE LA RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL 63
V. Conclusiones
66 Dellacasa, 2018, pp. 310 y ss. Véase también, Pantaleón, 2010, p. 207. Este es precisamente
el enfoque del reciente fallo, en la causa de Ingeniería y Movimientos de Tierra Tranex Limitada con Anglo
American Sur S.A., Corte Suprema, 22.05.2019, rol 38.506-2017.
67 Es la tesis que ha defendido, recientemente, Piraino, 2015, p. 346.
68 Di Majo, 2005b, pp. 254-255; Di Majo, 2006, p. 77.
64 REVISTA DE DERECHO (VALDIVIA) [VOLUMEN XXXIV - Nº 2
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2021] CRISTIÁN AEDO BARRENA: CONTORNOS DE LA RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL 71
Jurisprudencia citada
186
DE LAS OBLIGACIONES DEL VENDEDOR (SEGUNDA PARTE)
1414. Antes de examinar estos requisitos, debemos hacer notar las diferen-
cias que existen entre los vicios redhibitorios y el error sobre la sustancia o
calidad de la cosa que se vende. Hemos dicho más arriba que para que
haya venta se requiere que el consentimiento de las partes recaiga sobre
una cosa determinada, pues entonces hay concurso de voluntades genera-
1 P OTHIER,
III, núm. 202, pág. 84; BAUDRY-LACANTINERIE, De la vente, núm. 414, pág. 422;
LAURENT, 24, núm. 277, pág. 272, MAYNZ, II, pág. 225.
187
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1 Véase núm. 141, pág. 116, del vol. 1, del tomo I de esta Memoria.
188
DE LAS OBLIGACIONES DEL VENDEDOR (SEGUNDA PARTE)
278, pág. 272; BAUDRY-LACANTINERIE, De la vente, núm. 414, pág. 422; RICCI, 16, núm. 2, pág. 4;
FUZIER-HERMAN, tomo 36, Vente, núms. 1597 y 1598, pág. 892.
4 P OTHIER, III, núm. 211, pág. 87.
189
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
190
DE LAS OBLIGACIONES DEL VENDEDOR (SEGUNDA PARTE)
1418. El saneamiento por vicios redhibitorios sólo puede ser exigido por
el comprador, por cuyo motivo será él quien alegará su existencia.
Como según el artículo 1698 del Código Civil incumbe probar las obli-
gaciones al que las alega, al comprador corresponde probar que el vicio
existía al tiempo de la venta. Si no logra establecer ese hecho la demanda
será rechazada.
1419. Los autores franceses discuten si cuando la ley señala un plazo para
reclamar por estos vicios y ellos se alegan dentro de ese plazo, puede exi-
mirse el comprador de probar que el vicio existió al tiempo de la venta y
ampararse en la presunción de que por existir en ese plazo debe reputarse
haber existido al tiempo del contrato. En otros términos, ¿la existencia del
vicio dentro de los plazos señalados por la ley para reclamar por él hace
presumir que existió al tiempo de la venta?
Guillouard,1 Aubry et Rau,2 Duranton, Duvergier, Pardessus3 y Troplong4
se pronuncian por la afirmativa. Laurent,5 Planiol,6 Marcadé7 y Ricci8 sos-
tienen la negativa.
En nuestro sentir, los que piensan en la primera forma incurren en un
gravísimo error. El plazo que señala la ley para que se ejercite la acción
redhibitoria tiene por objeto dar al comprador un término breve para que
dentro de él pueda reclamar por estos vicios. Si adoptáramos esta doctrina
llegaríamos al absurdo de que en ningún caso incumbiría al comprador la
prueba de la existencia de estos vicios al tiempo del contrato, porque pre-
sumiéndose esa existencia por el solo hecho de interponerse el reclamo
191
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1420. Lo expuesto no pugna con la facultad que tiene el juez para que con
el mérito de la prueba rendida por el comprador, en caso de que éste no
acredite de un modo directo la existencia del vicio, pueda llegar a estable-
cer ese hecho por medio de presunciones. Pero estas presunciones no se
derivan de una disposición legal, sino de la prueba producida por los liti-
gantes, motivo por el cual suponen, necesariamente, que aquélla se ha
rendido por parte del comprador.
En nuestra jurisprudencia encontramos algunos ejemplos sobre este parti-
cular. En un juicio sobre rescisión de la venta de unas casas por estar desplo-
madas, la Corte de Apelaciones de Santiago dio por establecido que los
desplomes existieron a la época del contrato, porque, a juicio del perito, traían
su origen de una fecha atrasada, y por consiguiente, anterior a los seis meses
que precedieron a la fecha de la venta y porque el juez se persuadió, en la
inspección ocular, que no eran de época reciente, pues se vio que los desplo-
mes, sobre todo en unas de las casas, habían ido comprometiendo todo el
cañón del edificio sin que hubiera rasgadura ni descalabro en las paredes.2
En otra ocasión, el mismo tribunal dio por establecido que la trilladora
vendida adolecía, al tiempo de la venta, de vicios que no permitían em-
plearla sino imperfectamente en su uso natural, porque el comprador probó
que una de sus piezas se quebró el primer día de su funcionamiento y
porque el perito declaró que esas quebraduras y los efectos que se nota-
ban provenían de vicios en la construcción.3
1 S ALEILLES, Etude sur la Théorie générale de l’obligation d’après le Code Civil allemand, núm.
192
DE LAS OBLIGACIONES DEL VENDEDOR (SEGUNDA PARTE)
En otro caso análogo, dicha Corte declaró que el vicio existía al tiem-
po de la venta, porque según el informe del perito, los defectos de la
máquina provenían de su mala construcción, por cuyo motivo, aun cuan-
do estuviera perfectamente arreglada, siempre funcionaría mal.1
Vendida una pareja de caballos, el comprador demandó al vendedor
para que se rescindiera la venta, porque uno de ellos tenía una peladura
en una pata que constituía la enfermedad llamada galápago. La Corte men-
cionada acogió la demanda por concurrir los requisitos exigidos para que
un vicio sea redhibitorio y en cuanto a su existencia al tiempo de la venta,
la dio por establecida en el siguiente considerando:
“9º Que las reclamaciones del comprador hechas tres o cuatro días después de
efectuada la compra, la circunstancia de existir la enfermedad del caballo en el
mismo lugar en que se notó la lesión que los testigos y el comprador creyeron
rasmilladura insignificante, y la de ser el ‘galápago una enfermedad muy lenta en
sus progresos’ y ‘que pocas veces se puede observar a menos que sea antigua’,
como se indica en la hoja impresa corriente a fojas 120, a la cual se ha referido el
perito Besnard en su declaración de fojas 119, establecen la presunción de que la dicha
enfermedad existía en el caballo al tiempo en que fue vendido”.2
He aquí finalmente un caso típico en que el tribunal dio por estableci-
da la existencia del gorgojo en el trigo al tiempo de la venta con solo el
mérito de presunciones:
“Considerando: 1º Que el demandado absolviendo las posiciones de fojas 15 hace
las siguientes declaraciones:
Primera. Que el comprador le mandó los sacos para la conducción del trigo como
un mes después de haberle dado aviso de que el trigo estaba a su disposición (1ª);
Segunda. Que para enterar la cantidad vendida compró once y medio hectolitros,
que sólo recibió el día antes de la entrega que el comprador hizo del trigo, y que
todo era limpio y de buena calidad (6ª);
Tercera. Que muy pocos días antes de la entrega hizo aventar una parte del trigo
no porque tuviera gorgojo sino para que estuviera más limpio y lo hizo ensacar
mucho tiempo después (9ª);
Cuarta. Que el mismo día de la entrega del trigo o el anterior advirtió al compra-
dor que lo había hecho aventar porque vio algunos granos picados que parecía
pudiera ser gorgojo y que ya lo tenía medido y ensacado (10ª);
Quinta. Que como dos meses antes de la entrega dio al comprador una muestra
de buena clase del trigo vendido, para que conforme a ésta se hiciere aquélla (8ª).
2º Que el demandante, de acuerdo con el interrogatorio de fojas 19, ha justificado
los hechos siguientes:
Primero. Que el comprador no se halló presente en la entrega del trigo (1ª);
Segundo. Que éste no fue examinado ni pesado ni medido por las personas que lo
recibieron, ni nada de esto le fue exigido por la que efectuó la entrega (3ª y 4ª);
Tercero. Que el trigo fue conducido en noventa y ocho sacos a la bodega de don
Ruperto Echeverría, donde se pesaron algunos en presencia del comprador y de
otras personas, y que habiendo dado un peso inferior a setenta y seis kilogramos,
193
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1421. SEGUNDO REQUISITO: QUE EL VICIO SEA DE TAL GRAVEDAD QUE POR ÉL LA
COSA VENDIDA NO SIRVA PARA SU USO NATURAL O SÓLO SIRVA IMPERFECTAMENTE.
En segundo lugar, dice el artículo 1858 el vicio debe ser tal que la cosa
vendida no sirva para su uso o sólo sirva imperfectamente, de manera que
sea de presumir que si el comprador lo hubiera conocido no la habría com-
prado o la habría adquirido a mucho menos precio. La ley exige que el vicio
o defecto de que adolezca la cosa sea grave, que tenga cierta importancia.
De otro modo no habría contrato de venta exento de vicio redhibitorio
puesto que toda cosa tiene sus defectos e imperfecciones, ya que nada per-
fecto sale de las manos del hombre.2 De ahí que el legislador haya conside-
rado los vicios de cierta gravedad, los que salgan, como dice Ricci, del límite
de los defectos ordinarios que se encuentran en todas las cosas.3
Domat decía al respecto: “Como no es posible reprimir todas las infideli-
dades de los vendedores y como los inconvenientes que resultarían de resol-
ver todas las ventas por toda clase de defectos que tuvieran las cosas vendidas
serían muchos, sólo se consideran los que las hacen absolutamente inútiles
para el uso al cual se las destina o que les disminuyen de tal modo ese uso, o
lo hacen tan incómodo, que si el comprador los hubiera conocido no las
habría comprado o sólo las habría adquirido a un precio menor”.4
Nuestro Código, siguiendo la doctrina romana y la francesa, exigió igual-
mente la gravedad de los vicios para considerarlos redhibitorios y consig-
nó esa exigencia en el número 2º del artículo 1858.
194
DE LAS OBLIGACIONES DEL VENDEDOR (SEGUNDA PARTE)
rio. Un vicio es grave cuando por él la cosa es impropia para su uso natu-
ral o sólo sirve imperfectamente, de manera que sea de presumir que si el
comprador lo hubiera conocido no la habría comprado o habría pagado
mucho menos por ella.
En dos casos un vicio puede ser grave: a) cuando por él la cosa no sirve
para su uso natural, y b) cuando por él la cosa sólo sirve imperfectamente
para ese uso. En uno y otro esa gravedad debe hacer presumir que si el
comprador hubiera conocido el vicio al contratar, no habría comprado la
cosa o habría pagado por ella un precio menor.
Se entiende por uso natural aquel a que está ordinariamente destinada
una cosa. Es el uso natural de un caballo arrastrar un coche o montar en
él. El uso natural de una tela es hacer un vestido; el de una casa, habitarla.
De modo que cuando el vicio hace que la cosa no sirva para el objeto a
que se la destina ordinariamente es grave y constituye un vicio redhibito-
rio, porque si las cosas se adquieren para que presten un servicio y éste no
puede obtenerse, es evidente que desaparece el móvil de su adquisición.
Pero no sólo el hecho de que la cosa no sirva para su uso natural constitu-
ye un vicio redhibitorio. Si por el vicio la cosa sólo sirve imperfectamente
para el objeto a que se la destina, hay también un vicio grave, pues el
comprador no obtiene de ella toda la utilidad que persiguió al contratar.
La apreciación de estas circunstancias quedará al arbitrio del juez puesto
que pueden variar no sólo de objeto a objeto sino de persona a persona.
Para hacerla debe encuadrarse dentro del marco que le señala el número
2º del artículo 1858 del Código Civil.
Un motor a vapor es completamente inadecuado para su uso natural y
no corresponde al objetivo a que se le destina cuando las imperfecciones
de los ajustes de las diversas piezas, el mal estado de otras y los vicios de
construcción hacen que, aun cuando estuviera perfectamente arreglado,
no pueda ser puesto en movimiento a consecuencia de esos defectos.1 Hay
también un vicio que hace la cosa impropia para su uso cuando el trigo
vendido se encuentra agorgojado, porque si el comprador hubiera conoci-
do este defecto, no lo habría adquirido.2 Tampoco sirve para su uso natu-
ral una casa que tiene desplomada las murallas divisorias y cuyas
enmaderaciones son de mala calidad y no tienen la pendiente necesaria,
de modo que con su peso harán aumentar ese desplome por cuyo motivo
puede derrumbarse.3 Una máquina trilladora sirve sólo imperfectamente
para su uso cuando tiene algunos defectos de construcción que le impi-
den su funcionamiento en forma correcta.4 Hay igualmente vicio redhibi-
torio que autoriza el ejercicio de esta acción cuando la enfermedad de
que adolece un caballo es incurable (galápago o fístola) y de tal naturaleza
que en un momento dado puede inutilizarlo, porque esto manifiesta que,
195
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
196
DE LAS OBLIGACIONES DEL VENDEDOR (SEGUNDA PARTE)
les eran defectuosos en tal forma que la sidra que en ellos se hubiera coloca-
do se habría perdido igualmente, estará obligado a indemnizarme de la
pérdida del vino o del aguardiente, hasta concurrencia del precio de igual
cantidad de sidra. Si los toneles eran suficientes para contener la sidra, aun-
que no lo fueren para contener un licor más fuerte, como no estaban desti-
nados sino para la sidra, no pueden pasar por defectuosos, y es culpa mía
solamente haberlos empleado en otra cosa.”1
Pero si el comprador hace saber al vendedor que la cosa va a ser desti-
nada a un uso diverso del natural y éste la vende a sabiendas del uso a que
va a destinarse, hay un vicio redhibitorio si resulta inadecuada para ese fin,
porque las partes convinieron en vender y comprar la cosa para que se
empleara en tal objeto. Si no sirve, el vendedor debe responder de ese
defecto. La prueba, en este caso, incumbe al comprador, que deberá acre-
ditar que el vendedor le vendió la cosa para que la destinara a ese uso. A
falta de prueba se presume que se compró para su uso natural. En este
caso sólo habría vicio redhibitorio si se estableciera que la cosa habría
servido imperfectamente para este uso.
Por este motivo los jueces, para determinar la existencia de un vicio
redhibitorio, deben tomar en cuenta únicamente si la cosa sirve o no
para su uso natural, sin que deban preocuparse de si sirve o no para
otro, a menos de establecerse que fue adquirida para uno diverso de
aquél.2
1424. Puede suceder que el vicio de que adolezca la cosa moleste en algo
al comprador, pero no hasta el extremo de hacerla completamente inser-
vible para su uso natural o de hacerla servir imperfectamente para dicho
uso como lo indica el artículo 1858. Aunque en tal evento el vicio no es
muy grave, no por eso el vendedor queda exento de toda responsabilidad.
El artículo 1868 dispone para este caso que: “Si los vicios ocultos no son de la
importancia que se expresa en el número 2º del artículo 1858, no tendrá derecho el
comprador para la rescisión de la venta sino sólo para la rebaja del precio”.
Determinar cuándo el vicio es más o menos grave es una cuestión de
hecho que queda al arbitrio del juez. Es éste quien, dentro de sus faculta-
des soberanas, resolverá si el vicio es o no de la gravedad que señala el
número 2º del artículo 1858. Esta disposición no existe en los demás Códi-
gos que hemos señalado anteriormente. En ellos, si el defecto no es de la
gravedad que señala el número 2º del artículo 1858 el comprador no tiene
ningún derecho. El redactor de nuestro Código creyó que no era justo
negar a aquél el derecho de exigir el saneamiento de ciertos vicios que sin
ser demasiado graves le ocasionan un perjuicio. Ese es el fundamento del
precepto del artículo 1868 que ha venido a ampliar la esfera de aplicación
del saneamiento por vicios redhibitorios.
197
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1425. Para que un vicio sea redhibitorio basta que tenga la gravedad exigi-
da por la ley sin que se requiera al mismo tiempo que sea irreparable. No
se exige que el vicio sea irreparable o que las reparaciones que necesite la
cosa duren más o menos tiempo. Lo que se exige es que aquella en el
estado en que se venda sea impropia para su uso natural. Para calificar de
redhibitorio un vicio no se atiende a su duración ni a su reparabilidad,
sino a su importancia en relación con la cosa vendida.
La jurisprudencia ha declarado que para que un vicio sea redhibitorio, no
es menester que sea irreparable, bastando únicamente que sea grave. En cier-
ta ocasión se declaró rescindida la venta de una casa cuyas murallas estaban
desplomadas y cuyas enmaderaciones eran de mala calidad, no obstante que
se trataba de defectos reparables, porque la hacían inservible para su uso.2
Sin embargo, la Corte de Montpellier (Francia), en un caso análogo,
decidió que esos defectos, por ser reparables, no eran redhibitorios.3 Esta
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DE LAS OBLIGACIONES DEL VENDEDOR (SEGUNDA PARTE)
1427. Los vicios y defectos que no hacen impropia la cosa para uso y con-
sumo, como se ha dicho, no importan un vicio redhibitorio, porque a
pesar de ellos puede ser utilizada y consumida perfectamente. Ya señala-
mos el caso del arroz fallado por la Corte de Apelaciones de Valparaíso.5
1 GUILLOUARD, I, núm. 422, pág. 442; LAURENT, 24, núm. 280, pág. 275; BAUDRY-LACAN-
TINERIE, De la vente,
núm. 417 I, pág. 424; TROPLONG, II, núm. 556, pág. 16.
2 Sentencia 1.794, pág. 1832, Gaceta 1900, tomo I.
3 AUBRY ET RAU, V, pág. 106; L AURENT, 24, núm. 281, pág. 275; HUC, X, núm. 142,
pág. 442; LAURENT, 24, núm. 280, pág. 275; BAUDRY-LACANTINERIE, De la vente, núm. 417,
pág. 424; AUBRY ET RAU, V, pág. 109.
5 Véase núm. 1426.
199
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1430. Si las semillas que se venden para ser sembradas no germinan, ado-
lecen de un vicio redhibitorio, puesto que estando destinadas a ser sem-
bradas es evidente que si no han germinado es porque eran impropias
para su uso natural. Para que la germinación de las semillas constituya un
vicio redhibitorio debe provenir de un defecto inherente a ellas, porque si
proviene de la mala calidad de la tierra, de su mala preparación o porque
las siembras se hicieron en épocas inoportunas, etc., no hay tal vicio, des-
de que la no germinación no proviene de un defecto de las semillas.
Aunque es difícil probar que los granos no germinaron por un defecto
inherente a ellos no puede decirse que esa prueba sea imposible, porque
puede hacerse por medio de peritos. Si éstos constatan que la tierra ha
sido preparada convenientemente, sembrada en época oportuna, que la
comarca no ha sido estéril en la producción y que las cosechas vecinas han
germinado, no queda sino aceptar que si esos granos no germinaron fue
porque estaban enfermos.1 Esta prueba debe rendirla el comprador. Si es
insuficiente para acreditar ese hecho, la duda aprovechará al vendedor
que se verá exento de toda responsabilidad. El caso que ahora estudiamos
se ha presentado varias veces ante los tribunales franceses que han decla-
rado que el vendedor debe sanear al comprador cuando los granos no
germinan por un vicio inherente a ellos.2
Si el vendedor entrega al comprador granos de buena calidad y de la
naturaleza señalada en el contrato, no es responsable si no fructifican a
causa de la época escogida por el comprador para sembrarlos, porque es
éste quien debe informarse sobre la época y las condiciones del cultivo sin
que el vendedor tenga la obligación de instruirlo al respecto. Así se ha
fallado por la Corte de Casación de Francia.3
1 HUC, X, núm. 144, pág. 196; G UILLOUARD, I, núm. 426, pág. 446; BAUDRY -LACANTINE -
RIE,De la vente, núm. 425 IV, pág. 441; AUBRY ET RAU, V, pág. 106, nota 3.
2 FUZIER -HERMAN, tomo 36, Vente, núms. 1604 a 1608, pág. 892.
3 G UILLOUARD, I, núm. 426, pág. 448.
4 TROPLONG, II, núm. 54, pág. 14; RICCI, 16, núm. 5, pág. 8; MANRESA, X, pág. 210; B AU-
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203
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pág. 452.
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206
DE LAS OBLIGACIONES DEL VENDEDOR (SEGUNDA PARTE)
Para que el vicio, en este caso, sea oculto se requiere: a) que el vende-
dor no lo declare, y b) que el comprador no lo haya podido conocer fácil-
mente en razón de su profesión u oficio. De aquí resulta que si a pesar de
su oficio o profesión el comprador sólo pudo conocerlo mediante un exa-
men más o menos difícil y complicado que no es costumbre hacer, tiene
derecho al saneamiento, porque lo que exige la ley es que el vicio pueda
conocerse fácilmente, a primera vista, con un examen que no demande
mucho trabajo.
Si el comprador adquiere la cosa por medio de un mandatario el ven-
dedor puede prevalerse de los conocimientos de uno y otro, ya que éste
obra en su nombre. Según esto, si yo comisiono a un arquitecto para que
me compre una casa, no podría reclamar de los vicios que el mandatario
pudo conocer fácilmente en razón de su profesión, aunque yo hubiera
podido ignorarlos si la hubiese visto.1
Como en el caso anterior, apreciar si el comprador ha podido conocer
o no fácilmente el vicio es una cuestión de hecho que debe resolver el
juez, siendo de cargo del vendedor la prueba del oficio o profesión de
comprador y la facilidad que tenía para conocer el vicio.
De los términos del artículo 1858 se desprende que el vicio es redhibi-
torio si ha podido ser fácilmente conocido por el comprador en razón de
su profesión y oficio, aunque el vendedor no lo manifieste, porque en tal
caso la ignorancia del vicio proviene de su culpa, ya que no examinó ni
siquiera superficialmente la cosa, pues si lo hubiera hecho, como aquél
era de fácil conocimiento, lo habría conocido.
De acuerdo con ese artículo, la Corte de Apelaciones de Valparaíso
declaró que el hecho de estar coloreado un arroz con azul de ultramar no
era vicio redhibitorio, porque pudo ser fácilmente conocido por el com-
prador en razón de su profesión, ya que aparecía a simple vista.2 La Corte
de Apelaciones de Santiago ha declarado igualmente que no hay vicios
redhibitorios en una harina que el comprador alega ser de mala calidad si
éste, por su profesión u oficio (era panadero) estuvo en situación de cono-
cer la calidad de la especie que compraba para dedicarla a su industria
exclusiva.3
Tanto en el caso estudiado en este número como en el analizado en el
número anterior la ley reputa oculto el vicio cuando no aparece a simple
vista o cuando se requiere un examen minucioso para conocerlo. Por eso,
si su conocimiento presenta algunas dificultades, el vicio será oculto, des-
de que no puede ser conocido fácilmente.
207
DE LA COMPRAVENTA Y DE LA PROMESA DE VENTA
1437. ¿Es oculto el vicio de que adolece una cosa que comprada a prueba
o sobre la base de una muestra resulta del agrado del comprador en el
primer caso y conforme con la muestra en el segundo?
Esta, como la anterior, es una cuestión de hecho. Si se acredita que el
vendedor no manifestó el vicio y que éste pudo ser ignorado por el com-
prador sin grave negligencia de su parte o que no pudo ser conocido fácil-
mente en razón de su profesión u oficio es indudable que es redhibitorio y
que el vendedor debe sanearlo sin que pueda eximirse de responsabilidad
alegando que el comprador examinó la cosa o que la encontró conforme
con la muestra, porque el vicio puede ser tal que sólo se descubra median-
te un examen más detenido que el que se hizo y en tal caso no habría
habido negligencia grave de parte del comprador al no conocerlo. Así lo
ha resuelto la Corte de Apelaciones de Santiago que rescindió la venta de
una máquina que fue ensayada antes de la compra, porque adolecía de
ciertos defectos que sólo podían notarse mediante un uso continuo.1
1 Sentencia 700, pág. 369, Gaceta 1883; sentencia 1.292, pág. 778, Gaceta 1887, tomo I.
208
Santiago, veintinueve de enero de dos mil dieciocho.
VISTOS :
XKEDYCMXC
En contra de esta decisión las demandadas deducen recursos de
casación en la forma y en el fondo.
CONSIDERANDO:
XKEDYCMXC
civil, lo que no es lo mismo que la “inexistencia del hecho”, pues lo primero
puede deberse a que el hecho no ocurrió o a una razón jurídica, como que
verificado, no sea constitutivo de delito desde el punto de vista criminal, sin
que la ley efectúe distingo alguno. Por otra parte, si bien la responsabilidad
civil y la penal presentan diferencias, lo que en el caso está en juego es la
coherencia del sistema de justicia, siendo determinante la correspondencia
fáctica que ha existido entre este juicio y el criminal, habiéndose discutido en
ambos el mismo elemento subjetivo, esto es, la culpa. De este modo el
sobreseimiento definitivo decretado en este último por el efecto de cosa
juzgada impide que se puedan acoger las demandas civiles deducidas en autos,
porque se basan en presupuestos fácticos, pruebas y alegaciones incompatibles
con la resolución dictada en sede criminal, por lo que al haber resuelto en
contrario los sentenciadores han transgredido también lo dispuesto en el
artículo 180 del Código de Procedimiento Civil.
XKEDYCMXC
acuerdo a lo dispuesto por el artículo 250 letras a) y b) del Código Procesal
Penal, el que fue confirmado por la Corte de Apelaciones de Santiago.
XKEDYCMXC
la posibilidad de contradicción entre lo que se determine en uno y otro
ámbito.
XKEDYCMXC
absolución o sobreseimiento provengan de la existencia de circunstancias
que eximan de responsabilidad criminal;
XKEDYCMXC
determinar si ese mismo hecho constituye o no delito o cuasidelito penal, es
menester averiguar si está penado por la ley, y s ólo lo ser á en caso
afirmativo.” (Alessandri Rodríguez, “De la Responsabilidad Extracontractual
en el Derecho Civil Chileno”. Editorial Jurídica de Chile, 2011, página 19).
XKEDYCMXC
Por otro lado, las diferencias de las responsabilidades investigadas
-puesto que como se dijo el objeto de la acción civil es sustancialmente
distinto al de la acción penal- implican que al fundarse la sentencia criminal
en calificaciones jurídicas diferentes a las de la sentencia civil, con
estándares también diversos, en caso alguno podrá producirse entre los dos
fallos una contradicción, que es lo que pretende impedir el instituto en
estudio.
XKEDYCMXC
Procedimiento Civil y 41 de la Ley 19.966, al haberse acogido las demandas
deducidas en su contra.
XKEDYCMXC
establecimientos que la proporcionan” (artículos 8, 27, 28, 29, 30, 31, 37 y
38) y la Norma General Técnica sobre Contención en Psiquiatría del
MINSAL, que establecen que las medidas que en este sentido se adopten
son excepcionales y graduales, de modo que su actuar no hizo m ás que
ajustarse a dicha regulación.
Explica que los daños de que se trata en este caso, derivados del fallido
intento suicida de la actora, eran imprevisibles al tiempo del contrato, a
menos que se asigne al criterio de la previsibilidad un sentido y alcance tan
XKEDYCMXC
extendido que lo desfigure e inutilice por completo. En efecto, si bien
conforme a su diagnóstico se encontraba la ideaci ón suicida y ello hac ía
previsible que incurriera en intentos suicidas, esto lo era bajo las formas o
medios conocidos o al menos registrados en la literatura m édica, pero el
utilizado en el caso sub lite era inédito por lo que no puede concluirse que
pudiera preverse, de manera que no puede hac érsele responsable del
resultado dañoso.
XKEDYCMXC
de la actora, por la depresión que la afectaba, con intento de suicidio
previo, lo que determinó que ésta el 26 de octubre de 2008 aprovechando
la instalación de una cánula que le fue dejada en su brazo, se ocasion ó
graves e irreparables lesiones con secuelas permanentes e irreversibles.
XKEDYCMXC
3) La clínica diagnosticó luego de la primera evaluaci ón psiqui átrica,
los siguientes trastornos o patologías: a) episodio depresivo mayor severo
(intento de suicidio), b) trastorno alimentario restrictivo, c) d éficit atencional,
d) trastorno de personalidad limítrofe, e) intoxicación con benzodiacepinas,
f) disfunción familiar y g) estrés académico.
4) Entre las partes se celebró un contrato de prestaci ón de servicios
hospitalarios, específicamente del servicio de psiquiatría.
5) En su estadía en la clínica, la paciente protagoniz ó incidentes de
autoagresión el 15 de octubre de 2008, cuando se golpeó la cabeza contra la
pared y el 17 del mismo mes y año, provocándose heridas erosivas en
antebrazo izquierdo con sus propias uñas.
6) El 26 de octubre de 2008, esto es, al d ía 15 de internada en la
clínica demandada, la paciente Josefina Escárate intent ó en dos
oportunidades suicidarse, la primera por ahorcamiento con una cinta
aproximadamente a las 15:45 horas y luego alrededor de las 21:00 horas en
que se produjo el desenlace que motiva estos autos.
7) Ese día a la paciente se le instal ó una v ía venosa perif érica en el
antebrazo derecho para la administración de medicamentos, la que no fue
retirada.
8) La evolución de enfermería del turno nocturno de ese d ía registra a
las 20:00 horas que se recibió información del personal saliente que la
paciente tramaría algo para hacerse daño, sin que se haya podido precisar
la manera.
9) Con motivo del último intento de suicidio la demandante sufri ó una
embolia aérea espinal con cuadro de paraplejia en ambas extremidades
inferiores.
10) Los médicos tratantes, Ximena Fuentes Mart ínez y Erich Kamann
Beuchat, llegaron a un acuerdo reparatorio con la afectada y su familia,
cancelando cada uno de ellos la suma de $20.000.000 y renunciando estos
últimos a todo tipo de acciones derivadas de los hechos a que se refiere el
contrato de transacción que suscribieron.
XKEDYCMXC
11) El 21 de marzo de 2012 se certificó por el Ministerio de Salud que
Josefina Escárate Lorca presentaba una discapacidad f ísica del 70%.
D ÉCIMOTERCE RO: Que el fallo impugnado resolvió acoger la
demandada de responsabilidad contractual, teniendo en consideraci ón que
entre las partes de este juicio existió un contrato de prestaci ón de servicios
hospitalarios, cuyo objeto fue el tratamiento psiqui átrico, la contenci ón del
riesgo suicida y la evaluación y manejo terap éutico de la paciente Josefina
Escárate Lorca. Sus cláusulas se encuentran contenidas en el documento
denominado “Anexo N 1 Formulario de Constancia Información al Paciente
GES”, entre las cuales se consignan las obligaciones que asum ía la cl ínica
prestadora del servicio y obligaciones y deberes del paciente dentro de su
estadía en las instalaciones de la primera, contemplándose las medidas de
seguridad que tienen por objeto minimizar la comisión por parte de los
pacientes de actos riesgosos para sí mismos o terceros.
Al respecto, los sentenciadores consideran que la clínica para cumplir
con su obligación de seguridad contaba con amplias facultades para lograr
tal objetivo, en razón del consentimiento otorgado por la paciente al firmar
el referido documento, lo que incluía la realizaci ón de ex ámenes,
procedimientos y tratamientos correspondientes, habiendo consentido la
actora expresamente el empleo de medidas de contención física o
aislamiento una vez que se hubieren agotado las medidas verbales,
ambientales y farmacológicas. Dentro de estas medidas de seguridad, el
equipo de enfermería de la clínica debía mantener una vigilancia
permanente sobre los pacientes y en caso de riesgo, tomar medidas de
cuidado adicional, como el traslado de habitaci ón, la contrataci ón de una
auxiliar de enfermería individual, comunicándose a la familia o persona
responsable del paciente de esta necesidad y el costo que deber ía asumir.
Afirman los jueces del fondo que el contrato celebrado contiene una
obligación de la clínica que involucra no solamente una prestaci ón de
atención médica, sino de hotelería y por sobre todo de seguridad, de
manera tal que de haberse empleado todas las diligencias contempladas en
el contrato, inclusive aquellas que eran excepcionales para el caso de no
XKEDYCMXC
haber sido suficientes las de normal uso y de haberse as í comprobado la
situación para la clínica en cuanto a su resultado, esta habr ía variado
notablemente. Sin embargo, ello no ocurrió, toda vez que el mal manejo de
las circunstancias que debían haberse previsto por la clínica, esto es, todos
los episodios que han sido descritos, sus antecedentes familiares y personales,
historial clínico y dichos de los propios siquiatras tratantes y psic ólogos,
hacían suponer, sin que para ello se requiriera de una opini ón cient ífica o
estadística, un desenlace como el ocurrido, el cual era perfectamente
previsible. Por lo demás aparece a la vista, toda vez que el personal de
enfermería del turno saliente del día de los hechos, dej ó expresamente
consignado que la paciente tramaría algo.
Tienen presente que si bien la clínica realiz ó esfuerzos para evitar que
estos lamentables hechos ocurrieran, ellos no fueron suficientes para lograr
el resultado pretendido, pudiendo una contenci ón f ísica excepcional y
vigilancia permanente haber evitado el resultado dañoso para la paciente.
Además, se descarta la existencia de una intenci ón voluntaria y dolosa
de la afectada al utilizar una herramienta proporcionada por la cl ínica para
autolesionarse y se estima que lo aseverado en tal sentido por las
demandadas es improcedente conforme a las patologías que afectaron a la
paciente.
Se concluye así que habiendo quedado en evidencia la conducta
culpable de las demandadas, la que caus ó da ños grav ísimos e irreparables
en la demandante, concurren todos los requisitos de la responsabilidad
contractual reclamada.
Respecto de la acción por responsabilidad extracontractual deducida
por Jorge Antonio Escárate Molina y Cecilia Josefina Lorca Riofr ío en
contra de las mismas demandadas, los sentenciadores consideran que ha
quedado acreditado que las instituciones demandadas han obrado con
negligencia en la adopción de medidas de contenci ón para evitar el intento
suicida de Josefina Escárate Lorca, del cual estaban en pleno conocimiento,
al no haber cumplido con el deber de cuidado general que les asist ía
respecto de la paciente, adoptando las medidas de contenci ón y vigilancia
XKEDYCMXC
permanente y dejarle puesta una vía endovenosa; lo que constituye un il ícito
civil por el cual los actores resultan responsables de los perjuicios causados a
los demandantes.
D ÉCIMOCUA RTO: Que el recurrente en relación a los artículos
que estima infringidos, los desarrolla en conjunto sosteniendo como
conclusión que tanto en la responsabilidad contractual como
extracontractual, los sentenciadores no comprobaron legalmente el
incumplimiento ni menos que lo haya hecho con el grado de culpabilidad
que corresponde, tampoco se ha establecido la causalidad y finalmente en
relación a esta última no respetaron los límites a la previsibilidad del daño.
D ÉCIMOQUINTO : Que no hay duda de que respecto de la
clínica demandada se puede configurar la responsabilidad civil tanto
contractual como extracontractual en forma directa, como lo se ñala el
profesor Carlos Pizarro “En definitiva, lo relevante para configurar la
responsabilidad directa de la clínica ni está en la mala praxis del m édico o
de sus empleados, la que, incluso, puede estar ausente, sino en una falta o
culpa en la organización. Se trata de un reproche a las directrices del
establecimiento que pueden incidir en el personal médico o empleados, o
por una infraestructura necesaria pero ausente o aquella defectuosa ” (La
responsabilidad civil médica, 2017, pág. 125).
D ÉCIMOSEXTO: Que despejado lo anterior, cabe preguntarse
cómo se configura la culpa de la clínica en el caso de autos. Est á claro y no
es un hecho discutido que la demandante al ingresar a esta lo hace luego de
haber padecido un intento suicida, por lo cual es diagnosticada a su ingreso
con una serie de enfermedades psiquiátricas graves, y con la posibilidad de
volver a atentar en contra de su vida nuevamente; para evitar esto, la
misma aseguró que contaba con las medidas de seguridad suficientes para
evitar que se produjeran estos hechos, entre ellas debía mantener una
vigilancia permanente sobre los pacientes y en caso de riesgo tomar medidas
adicionales como el traslado de habitación o la contrataci ón de una auxiliar
de enfermería individual; por lo cual se estima que si bien hizo esfuerzos
por cumplir esta obligación fue negligente en primer lugar en el sentido de
XKEDYCMXC
dejar a la paciente sin observación a través de las cámaras que se
encuentran en las habitaciones de los pacientes más tiempo que el
recomendable, para una persona que esa misma mañana hab ía tratado de
atentar nuevamente contra su vida habiéndolo esa vez evitado el personal
de enfermería; en segundo lugar en dejarla sola en la pieza manteniendo
una vía periférica en el antebrazo, sin representarse siquiera, bajo los
estándares de este tipo de clínicas, que las personas que quieren cometer
suicidio logran usar cualquier tipo de instrumento para hacerlo; y en tercer
lugar, porque advertido por el personal de enfermer ía saliente que la
paciente intentaría algo, no se tomaron medidas excepcionales, como la
contratación de una auxiliar de enfermería individual o dar instrucciones de
no dejar de mirar la cámara por menos minutos de diferencia que los
aconsejables en general o no dejar la vía si la paciente iba a permanecer
sola en la habitación. Con todo esto es claro que la clínica fue negligente
para los estándares que se le pueden exigir y a los cuales ella misma se
comprometió. De lo que no hay duda es que esta paciente en un solo d ía
logró atentar contra su vida en dos oportunidades, sin que la Cl ínica
pudiera evitar las consecuencias que el último atentado le signific ó a la
demandante.
DECIMOSEPTIMO: Que por lo que toca a la previsibilidad,
habrá que comenzar advirtiendo que el recurrente mezcla la previsibilidad
del hecho que causa el daño con la previsibilidad del daño.
Con respecto a la primera, se sirve del inciso segundo del art ículo 41
de la Ley 19.966, cuyo tenor es el siguiente: “No serán indemnizables los
daños que se deriven de hechos o circunstancias que no se hubieran podido
prever o evitar según el estado de los conocimientos de la ciencia o de la
técnica existentes en el momento de producirse aquellos.”
XKEDYCMXC
aplicación analógica, lo cierto es que la norma procura inmunizar al
prestador de servicios sanitarios frente a lo que, en doctrina, en ocasiones, se
ha denominado “riesgos del desarrollo”, es decir aquellos que seg ún el
estado de los conocimientos o de la ciencia no se pueden prever.
XKEDYCMXC
durante más de cinco minutos por una c ánula como lo hizo la paciente,
sufrirá el perjuicio que ésta experimentó.
XKEDYCMXC
la Corte de Apelaciones de Santiago de dos de marzo del año dos mil
diecisiete, escrita a fojas 1057 y siguientes.
Rol N° 19.182-2017.
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sr.
Patricio Valdés A., Sr. Héctor Carreño S. Sr. Guillermo Silva G. y
Abogados Integrantes Sr. Rafael Gómez B. y Sra. Leonor Etcheberry C.
XKEDYCMXC
Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema
ABSTRACT: Non-pecuniary damages in contract law are anywhere a strongly debated issue.
The problem is not anymore that these kinds of damages are forbidden but the conditions under
which they should be available. This work intends to present and, to some extent, critically ex-
amine some decisions of the Supreme Court on this topic issued from 2005 to 2016 and proposes
some devices to face what is called here a “liberal answer” of the Supreme Court.
I. INTRODUCCIÓN
Al menos sobre una cosa existe claridad, y es que la cuestión del daño moral en ma-
teria de contratos no resulta clara, ni en Chile, ni en ninguna parte1. La claridad comenzó
a acabarse junto a la cerrada disciplina que negaba todo tipo de daño moral en materia
contractual. Luego vinieron las sentencias que, preliminarmente y para ciertos contratos,
aceptaron su procedencia. Finalmente, al menos en el ámbito chileno, la sentencia de 20
de octubre de 1994, por así decirlo, puso fin al ancien régime, pavimentando el camino
hacia una amplia aceptación del daño moral por incumplimiento contractual2.
*
Abogado; Doctor en Derecho; Profesor Investigador Facultad de Derecho de la Universidad Diego Por-
tales; Profesor de Derecho Civil; Dirección postal: República 105, Santiago de Chile. Dirección electrónica:
inigo.delamaza@udp.cl. Este artículo se enmarca en el Proyecto Fondecyt regular nº 1161380. Aprovecho aquí
de agradecer la enorme ayuda que me han prestado mis ayudantes de investigación Vicente Martínez Valenzuela
y Nicolás Montes Serrano por una ayuda extraordinariamente útil en este investigación. Todos los errores que
puedan subsistir en este trabajo me resultan imputables.
1
Ver, por ejemplo, PALMER (2015), KRAMER (2010) pp. 493-517, DÍEZ-PICAZO (2008), GOLDBERG (1986).
2
RAFAEL MOUTHON, MARÍA CON BANCO DE CHILE (1994).
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DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
Se ha transitado, entonces, desde una ordenada negativa hacia una recepción más
bien indiscriminada del daño moral en materia contractual. Ninguno de los dos extremos
aparece deseable. La disciplinada negativa frente a la indemnización del daño moral por
incumplimiento contractual peca por defecto, la indiscriminada recepción peca por exce-
so. En otras palabras, negar siempre la indemnización por daño moral, obviaba el hecho
que los contratos pueden dirigirse a la tutela de intereses extrapatrimoniales. Acoger indis-
criminadamente el daño moral por incumplimiento contractual obvia el hecho de que no
todo contrato se dirige a la tutela de intereses extrapatrimoniales.
Este trabajo constituye un intento de mostrar el estado de la cuestión en las senten-
cias de la Corte Suprema, a través del examen de una muestra de las sentencias de dicho
Tribunal entre los años 2005 y 2016. Su objetivo es, de una parte, mostrar que, normati-
vamente, la aceptación indiscriminada del daño moral frente al incumplimiento contrac-
tual es incorrecta. De otra, se trata de sugerir algunas formas de corregir el estado de las
cosas.
Consideradas esas sentencias se aprende que, al menos en términos generales, ac-
tualmente, la Corte Suprema acepta en términos particularmente generosos la procedencia
del daño moral en los incumplimientos contractuales. Y esto se explica, mayoritariamente,
por dos razones. La primera de ellas es que la noción de daño moral que ha empleado la
Corte resulta extraordinariamente amplia, llegando, en ocasiones, a cubrir las simples mo-
lestias o la angustia que suele provocar un incumplimiento contractual. La segunda razón
que explica este resultado se encuentra en la justificación de la procedencia del daño moral
que, generalmente, ha empleado la Corte. Se trata de una justificación que, conspicua-
mente, desatiende el rol limitador que puede tener el contrato respecto de la procedencia
de daño moral por incumplimiento contractual.
Junto con esa aproximación predominante de la Corte a la cuestión del daño mo-
ral resulta posible detectar otra minoritaria en la cual presta atención tanto a la noción
de daño moral como a lo que puede denominarse su “ámbito de resguardo”. Lo que se
sostiene en este trabajo es que parece adecuado, en primer lugar, matizar la amplitud de
la noción de daño moral para excluir las simples molestias que, inevitablemente, genera
un incumplimiento y, en segundo lugar, que el ámbito de resguardo del contrato presta
utilidad para distinguir aquellos contratos que protegen intereses extrapatrimoniales de
aquellos que no. Emplear esa noción mínimamente restringida del daño moral y el ámbito
de resguardo del contrato puede contribuir significativamente a controlar la amplitud de
la procedencia del daño moral frente al incumplimiento contractual.
3
En este sentido Jana y Tapia (2004) p. 176, señalan que: “hasta el año 1950 existió una posición juris-
prudencial unánimemente hostil a la indemnización de estos perjuicios en sede contractual, fundada en que la
patrimonialidad de los contratos excluía tal posibilidad.” Sobre el argumento de la patrimonialidad puede con-
sultarse Domínguez (2000) pp. 170-227.
4
Ver Jana y Tapia (2004) p. 178
5
Ver Jana y Tapia (2004) p. 178.
6
Ver Domínguez (2000) pp. 351-352.
7
RAFAEL MOUTHON, MARÍA CON BANCO DE CHILE (1994).
8
Domínguez (2006) p. 231.
9
HUGO RUIZ RUIZ; CON LABORATORIO BIOLÓGICO SA Y OTROS (2001).
10
RAMÍREZ Y OTRO CON RUTA DE LOS RÍOS SOCIEDAD CONCESIONARIA S.A. (2011).
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DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
afirmar que el daño moral en el citado régimen ha de entenderse como un principio gene-
ral del sistema de responsabilidad civil de nuestro país”11.
¿Qué quiere decir, exactamente, que en materia contractual el daño moral (habrá
que entender la indemnización del daño moral) “ha de extenderse como un principio ge-
neral de responsabilidad civil de nuestro país?”.
Una respuesta posible es que quiere decir que, a diferencia de lo que sucedía antes
de 1994 no existe una justificación a priori para rechazar generalmente la indemnización
del daño moral en materia contractual. Pero esta respuesta que, a estas alturas parece
trivialmente obvia, exige cuestionarse algo más. Del hecho que no deba afirmarse que el
daño moral no procede frente a incumplimientos contractuales no se sigue que proceda
siempre. Se sigue, más bien, que es necesario determinar bajo qué condiciones procede.
Y, en esta tarea es posible, utilizando la terminología de Palmer, distinguir aproxi-
maciones más “liberales” y otras más “conservadoras” frente a la procedencia del daño mo-
ral en supuestos de incumplimiento contractual12. Una aproximación resultará más liberal
o más conservadora, según la intensidad de los requisitos que se exijan para conceder esta
partida indemnizatoria.
Este trabajo considera que, por lo general, la recepción del daño moral por incum-
plimiento contractual de la Corte Suprema ha sido, mayoritariamente al menos, liberal,
en el siguiente sentido. Con frecuencia, cuando la Corte reflexiona a propósito del daño
moral se pregunta acerca del incumplimiento y la causación de un daño. En primer lugar,
define el daño moral de una manera extraordinariamente amplia. En segundo lugar, no
suele prestar atención a la forma en que el mismo contrato limita la procedencia del daño
moral. En estos términos, su aproximación es liberal, pues las condiciones de procedencia
de la indemnización por daño moral parecen particularmente modestas.
De manera más excepcional, resulta posible identificar una aproximación más con-
servadora en las sentencias de la Corte. Y es más conservadora pues somete al daño moral
a un test de procedencia más estricto. El mayor rigor de este test queda determinado por-
que la noción de daño moral es menos amplia y porque se considera la forma en que el
mismo contrato puede limitar la procedencia del daño moral.
11
RAMÍREZ Y OTRO CON RUTA DE LOS RÍOS SOCIEDAD CONCESIONARIA S.A. (2011). Considerando 17. El mismo
párrafo se encuentra en la sentencia de CANET CON COLEGIO SALESIANO VALPARAÍSO (2009) sobre incumplimiento
de un contrato de educación por parte del Colegio Salesianos de Valparaíso.
12
Palmer (2015) pp. 95-110.
13
Y aquí aprovecho de agradecer, una vez más, la enorme e inteligente ayuda del Juez José Luis Maureira.
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DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
guladoras de la prueba14 o bien que el recurso de casación pretende desvirtuar los supues-
tos fácticos asentados en los autos15 o bien que se omitió extender la infracción legal a las
normas que tienen el carácter de decisoria de la litis16 y, por lo mismo, sin más, se desecha.
Probablemente, una segunda limitación es que no necesariamente se encuentra recogida
de forma adecuada la discusión de las partes y eso impide saber si se discutió –y con qué
argumentos– la cuestión de la limitación por daño moral.
Se trata de 149 sentencias. En 114 de ellas se acogió la indemnización del daño
moral. Por lo tanto, en 35 se negó. De estas últimas, en 14 la negativa fue por falta de
prueba.
A continuación, entre los contratos por cuyo incumplimiento se solicita la indem-
nización por daño moral es posible encontrar compraventas, promesas, arrendamientos,
cuentas corrientes, mutuos, depósitos, hipotecas, mandatos, contratos que involucran
prestaciones médicas (generalmente, intervenciones quirúrgicas y diagnósticos, transporte
de personas y mercadería, contratos con previsión médica, construcción de obra material,
seguros, servicios jurídicos, servicios educacionales y transacción, entre otros.
Por otra parte, los montos de las indemnizaciones fluctúan entre $150.000.00017 y
500.00018. Las sumas más altas parecen concentrarse en contratos de prestaciones médi-
cas, así por ejemplo, además del caso de los $150.000.000, se han concedido $30.000.000
por unos implantes mamarios realizados incorrectamente19, $80.000.000 por una electro-
miografía realizada defectuosamente20, $72.000.000 el médico y $42.000.000 el hospital
por la muerte de un feto21 y $40.000.000 por una histerectomía22. Sin embargo, también
es posible encontrar, aunque de manera más dispersa, sumas nada despreciables en otros
contratos. Así, por ejemplo, $25.000.000 por incumplimiento de un contrato de tarjeta
de crédito23, $12.000.000 por unos contratos de edición24, $12.000.000 por un contrato
de venta de inmueble25, o $10.000.000 por un contrato de arrendamiento de local comer-
cial26.
En fin, todo indica que existe un marcado aumento en el número de demandas por
incumplimiento contractual que solicita la indemnización por daño moral. De esta mane-
ra, en la muestra con que se ha trabajado aquí, a partir del 26 de julio de 2005 existe una
14
Ver, por ejemplo, Troncoso con Banco Santiago (2006).
15
Ver, por ejemplo, Mockridge con Yáñez (2015).
16
Ver, por ejemplo, FREIRE CON ISAPRE BANMÉDICA S.A. (2015), ANDRADE CON JARDÍN INFANTIL APRENDER JUGAN-
DO (2015) y DÍAZ CON COLEGIO HISPANOCHILENO EL PILAR (2015).
17
PINILLA CON CLÍNICA ALEMANA DE TEMUCO (2014). Aquí conviene advertir que a los padres del afectado se le
concedió a cada uno $50.000.000, por lo mismo, en total, se trata de $250.000.000.
18
PIDDO CON CABEZÓN (2011).
19
Ver FERNÁNDEZ CON E. KOVACS S.A. (2010).
20
Ver RUIZ CON INSTITUTO DE DIAGNÓSTICO S.A. (2011).
21
LIZANA CON XINERGIA LABORAL SERVICIOS GENERALES LIMITADA (2011).
22
LEÓN CON HINOSTROZA (2014).
23
HERMOSILLA CON EMPRESA PROMOTORA CMR FALABELLA S.A. (2007).
24
OJEDA CON EDITORIAL JURÍDICA CONOSUR (2008).
25
LAZCANI CON INMOBILIARIA FOURCADE S.A. (2008).
26
CASTILLO CON SOCIEDAD INMOBILIARIA MALL CALAMA S.A. (2008).
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DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
sola sentencia para ese año. 2 durante el 2006, 4 durante el 2007, 8 durante el 2008, 10
durante el 2009, 11 durante el 2010 y, en fin, para no hacer innecesariamente fatigosas las
cosas, 34 durante el año 2015.
27
KREUZER PACHECO HERMANOS LTDA. CON RONALD CHAYTOR Y CIA. LTDA. (2011).
28
RAMÍREZ, JOSÉ SANTIAGO CON KLEIN BRINTRUP, EDUARDO AUGUSTO (2012).
29
KREUZER PACHECO HERMANOS LTDA. CON RONALD CHAYTOR Y CIA. LTDA. (2011). Considerando 12.
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DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
30
RAMÍREZ, JOSÉ SANTIAGO CON KLEIN BRINTRUP, EDUARDO AUGUSTO (2012). Considerando 7.
31
Tomo la cita de Palmer (2015) p. 5. Una crítica a esta noción en Domínguez Hidalgo (2000) pp. 54-55.
32
Carrasco (2010) pp. 1230-1231.
33
Ver Palmer (2015) pp. 96-106.
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282
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
puede traducirse en un daño moral puro o bien de índole pecuniario, cuando indirecta-
mente menoscaba la capacidad productiva del perjudicado”34.
Por otra parte, la Corte ha explicitado que no es posible acudir a parámetros objeti-
vos. En este sentido puede considerarse la sentencia de la Corte Suprema de 30 de marzo
de 2012 respecto de un contrato de cuenta corriente en el que el Banco pagó un cheque
con firma disconforme35 y en cuyo considerando duodécimo se lee lo siguiente: “Que
entendido el daño moral como el sufrimiento, trastorno sicológico, afección espiritual o
lesión de un interés personalísimo, causado a la espiritualidad de la víctima como conse-
cuencia de la comisión de un hecho ilícito o de la infracción a un derecho subjetivo, no
definible por parámetros objetivos, que puede afectar a la víctima o a un tercero…”36.
En un sentido semejante, en una sentencia de 12 de agosto de 2015, la Corte Su-
prema se ha referido a “la índole netamente subjetiva que tiene el daño moral y que en-
cuentra su fundamento en la naturaleza afectiva del ser humano”37.
El punto, entonces, es claro: consistentemente la Corte Suprema ha concebido el
daño moral de manera subjetiva y, podría agregarse, muy amplia. Así, por ejemplo, en la
sentencia de la Corte Suprema de 2 de octubre de 2013 sobre incumplimiento de contrato
de avenimiento se lee lo siguiente: “Es así como se ha entendido el daño moral como el
pesar, dolor o molestia que sufre una persona en su sensibilidad física o en sus sentimien-
tos, creencias o afectos. Si atendemos al concepto, este abarca no solo las lesiones a bienes
de la personalidad, lo que en estricto rigor constituye daño moral, sino que además que-
dan comprendidos las lesiones corporales, la aflicción psicológica y la pérdida de oportu-
nidades para disfrutar de la vida.
De esta manera y considerando la lesión de un interés jurídicamente relevante, se
puede llegar a la compensación del daño no patrimonial no solo por el dolor o sufrimien-
to que se padece. Sobre esto, la visión reduccionista del daño moral pertenece al pasado,
por lo que el daño extrapatrimonial protege más allá incluso del pretium doloris, que es
solo una especie del mismo. Así, si la víctima ha sufrido un daño corporal (biológico-
fisiológico y estético) o un daño a la dignidad humana o a otros derechos de la persona-
lidad, debe ser indemnizada por daño moral38. En esta misma línea, la profesora Carmen
Domínguez Hidalgo, explica que la definición de daño moral debe ser lo más amplia
posible, incluyendo todo daño a la persona en sí misma (física-psíquica), como todo aten-
tado contra sus intereses extrapatrimoniales, esto es como todo menoscabo en un bien no
patrimonial o a un interés moral por quien se encontraba obligado a respetarlo, ya sea en
virtud de un contrato o de otra fuente”39.
34
TRUJILLO CON MUNDI Y OTROS (2015). Considerando 3º
35
OLIVI, GERMÁN CON BANCO SANTANDER CHILE (2011).
36
OLIVI, GERMÁN CON BANCO SANTANDER CHILE (2011). Considerando 12.
37
QUIERO CON SOCIEDAD DE TURISMO CONCEPCIÓN (2015).
38
Barrientos (2008) pp. 85-106.
39
STANGE, EDUARDO CON RIPLEY PUERTO MONTT (2012). Considerando 28.
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
283
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
A lo dicho, habrá que añadir que, como se ha visto, la Corte Suprema ha concep-
tualizado el daño moral de una manera que no solo alcanza a las personas naturales, sino
que también a las jurídicas40.
Conceptualizado el daño moral de esta manera extraordinariamente amplia, no ha
de extrañar que alcance incluso a las simples angustias o aflicciones que, de manera más
bien necesaria, genera un incumplimiento contractual. En este sentido, puede consul-
tarse la sentencia de la Corte Suprema de 19 de enero de 2011, que concede la suma de
$4.000.000 por concepto de indemnización por daño moral frente al incumplimiento
contractual consistente en haber hecho un mal estudio de títulos41. Se señala en la sen-
tencia que: “…se comparte el razonamiento duodécimo, en virtud del cual el tribunal de
primer grado tiene por acreditado el daño moral sufrido por el demandante consistente en
las angustias o aflicciones que padeció producto del incumplimiento de la demandada”42.
Otra sentencia de la Corte Suprema, esta vez de 14 de agosto de 201243, que resol-
vió el incumplimiento de un contrato de compraventa de vehículo motorizado condena a
la demandada al pago de $1.000.000, señalando que este correspondería a: “las molestias
e incomodidades generadas por el incumplimiento de la demandada y por el hecho de no
ver cumplidas sus expectativas.” Razonamientos semejantes pueden encontrarse a nivel de
las sentencias de Corte de Apelaciones44.
A estas alturas, el punto debería quedar suficientemente demostrado: la Corte,
consistentemente, ha utilizado una noción de daño moral de carácter subjetivo, con una
amplitud tal que, de una parte, llega a cubrir a personas jurídicas y, de otra, en ocasiones
al menos, considera las simples molestias que ha generado el incumplimiento contractual.
40
PESQUERA LUIS ANDRADE S.A. CON MARINE HARVEST CHILE S.A. (2008).
41
ESCOBAR CON COOPERATIVA DE AHORRO Y CRÉDITO SAN FELIPE LIMITADA (2011).
42
ESCOBAR CON COOPERATIVA DE AHORRO Y CRÉDITO SAN FELIPE LIMITADA (2011). Considerando 9.
43
REYES, PATRICIO CON AUTOFRANCE LTDA. (2012).
44
Así, por ejemplo, la sentencia CRUZ, MABEL CON BANCO SANTANDER CHILE (2013) sobre incumplimiento de
contrato de cuenta corriente, consistente en no haberla cerrado cuando el cliente se lo indicó. En lo que aquí
importa, la Corte estimó que el daño moral: “es todo menoscabo o detrimento no patrimonial que afecta la
integridad psíquica del individuo, como la alteración en la tranquilidad de espíritu, molestias personales, inver-
sión de tiempo en la solución de un problema, no cumpliendo de expectativas ofrecidas, impotencia, frustra-
ción o enojo a causa de un mal servicio”. Y condenó al Banco a pagar la suma de $500.000 por este concepto.
La misma Corte ha empleado ese concepto de daño moral en otras dos sentencias referentes a contratos disci-
plinados por la ley 19.496 sobre protección de los derechos de los consumidores, la primera de ellas de 14 de
junio de 2013 CAR S.A. CON SÁEZ ZAMBRANO JULIA (2013) y la segunda de 24 del mismo mes y año. SANDOVAL
VÁSQUEZ JORGE ANDRÉS CON DISTRIBUIDORA DE INDUSTRIAS NACIONALES S.A. (2013).
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
284
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
bien no existe una sola forma de argumentar, existe una que, de una parte, es extremada-
mente detallada y, de otra, particularmente persistente.
Se trata de una argumentación cuyos orígenes pueden rastrearse en la sentencia de
la Corte Suprema de 20 de octubre de 1994. En la muestra de sentencias que ha conside-
rado este trabajo aparece –aunque con mucho mayor desarrollo– por primera vez en una
sentencia de 24 de septiembre de 2007 sobre incumplimiento de un contrato de prestacio-
nes médicas45.
Antes de considerar estos argumentos, convendrá acreditar que, como ya ha que-
dado dicho, son invocados con frecuencia por la Corte Suprema. De esta manera, los vol-
vemos a encontrar en las sentencias de 15 de enero de 2008 sobre un contrato editorial46,
de 27 de marzo de 2008 sobre incumplimiento de un contrato de compraventa de inmue-
ble47 de 25 de septiembre de 2008 sobre incumplimiento de contrato de construcción48,
de 29 de octubre de 2008 sobre incumplimiento de contrato de compraventa49, de 7 de
enero de 2009 sobre contrato de depósito50, de 26 de enero de 2009 sobre incumplimien-
to de contrato de ejecución de obra material51, de 7 de septiembre de 2010 sobre contrato
de educación52, de 21 de octubre de 2010 sobre contrato de cuenta corriente53, de 11 de
abril de 2011 sobre incumplimiento de contrato de depósito54, de 25 de julio de 2011 so-
bre incumplimiento de contrato de prestaciones médicas55, de 20 de octubre de 2011 so-
bre incumplimiento de contrato de ejecución de obra material56, de 13 de junio de 2012
sobre incumplimiento de contrato de práctica educacional57, y de 2 de octubre de 2013
sobre incumplimiento de contrato de transacción58.
Junto con estas sentencias, en las que los argumentos se ocupan prácticamente de
manera literal, existen otras múltiples sentencias en las que se ocupan uno o más de estos
argumentos. Así, por ejemplo, la sentencia de 11 de abril de 2007 sobre el incumplimien-
to de un mandato judicial se refiere al artículo 1556 y a la doctrina y sentencias de tribu-
nales superiores59, la de 2 de septiembre de 2008 sobre incumplimiento de contrato de
arrendamiento señala que el artículo 1558 no excluye el daño moral60, la de 5 de octubre
de 2009 sobre incumplimiento compraventa de vehículo motorizado señala que el artículo
45
MONTECINOS CON HOSPITAL CLÍNICO PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE (2007).
46
OJEDA CON EDITORIAL JURÍDICA CONOSUR (2008).
47
LARZABAL CON SOCIEDAD INMOBILIARIA TALASIA LTDA. (2008).
48
ALARCÓN Y OTROS CON EMPRESA CONSTRUCTORA EMASIL S.A. (2008).
49
LAZCANI CON INMOBILIARIA FOURCADE S.A. (2008).
50
OROZCO CON BANCO DE CHILE (2009).
51
ZEPEDA CON EMPRESA DE OBRAS Y MONTAJES OVALLE (2009).
52
NETZ CON THE WESSEX SCHOOL (2010).
53
MERIÑO CON BANCO SANTANDER SANTIAGO (2010).
54
PÉREZ CON BANCO CITIBANK S.A. (2011).
55
MORA CON ISAPRE COLMENA GOLDEN CROSS (2011).
56
DE LA TORRE CON CHOMALI (2011).
57
TORO, CLAUDIA CON CONCHA SANDOVAL, ÁNGEL (2012).
58
STANGE, EDUARDO CON RIPLEY PUERTO MONTT (2012).
59
AROS CON ZOFFOLI (2007).
60
CASTILLO CON SOCIEDAD INMOBILIARIA MALL CALAMA S.A. (2008).
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
285
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
61
OLGUÍN CON SOCIEDAD DE INVERSIONES AUTOMOTRICES S. A. (2009).
62
MORIN CON CHILQUINTA ENERGÍA S.A. (2010).
63
KREUZER PACHECO HERMANOS LTDA. CON RONALD CHAYTOR Y CIA. LTDA. (2011).
64
VALENZUELA Y OTROS CON INMOBILIARIA PETROHUE S.A. Y OTRA (2011).
65
OCHORAN, EMILIO CON GONZÁLEZ ROJO, PABLO (2014).
66
MONTECINOS CON HOSPITAL CLÍNICO PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE (2007).
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
286
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
67
Tomo la expresión de Carrasco (2010) p. 1239.
68
PINILLA CON CLÍNICA ALEMANA DE TEMUCO (2014).
69
Así, por ejemplo, las sentencias citadas en la sección III.
70
Ver CECINAS LA PREFERIDA S.A. CON COMERCIAL SALINAK LIMITADA (2005).
71
Ver AROS CON ZOFFOLI (2007).
72
HERMOSILLA CON EMPRESA PROMOTORA CMR FALABELLA S.A. (2007).
73
Ver LAZCANI CON INMOBILIARIA FOURCADE S.A. (2008).
74
Ver NETZ CON THE WESSEX SCHOOL (2010).
75
Ver SILVA CON VORBEZA CORREDORES DE SEGUROS LTDA. (2010).
76
Ver ESCOBAR CON COOPERATIVA DE AHORRO Y CRÉDITO SAN FELIPE LIMITADA (2011).
77
Ver CERDA CON CHILESAT S.A. (2010).
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
287
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
78
ZAPATA, MARÍA ISABEL CON BAHAMONDE LAZO GUSTAVO (2012).
79
DE LA FUENTE CON CATECU S.A. (2011).
80
NYBORG, ALBERTO LUSTIANO CON SEPÚLVEDA SEPÚLVEDA, FRESIA DEL CARMEN (2011).
81
RAMÍREZ, JOSÉ SANTIAGO CON KLEIN BRINTRUP, EDUARDO AUGUSTO (2012).
82
OLIVI, GERMÁN CON BANCO SANTANDER CHILE (2011).
83
TORO, CLAUDIA CON CONCHA SANDOVAL, ÁNGEL (2012).
84
REYES, PATRICIO CON AUTOFRANCE LTDA. (2012).
85
BAZAN, JORGE CON SOCIEDAD CONCESIONARIA (2012).
86
STANGE, EDUARDO CON RIPLEY PUERTO MONTT (2012).
87
OCHORAN, EMILIO CON GONZÁLEZ ROJO, PABLO (2014).
88
BARRIGA, RICHARD ANDRÉS CON INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR (2015).
89
ARAYA, LUIS ALBERTO CON BANCO SANTANDER CHILE (2015).
90
LANDEA, FRANCISCA CON ISAPRE CRUZ BLANCA S.A. (2015).
91
Ver, sentencias citadas en sección II.
92
En otro lugar he intentado examinar de manera más teórica las limitaciones a la procedencia del daño mo-
ral en materia contractual. Ver de la Maza (2016).
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
288
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
93
FRITZ CON BANCO SANTANDER CHILE (2011).
94
FRITZ CON BANCO SANTANDER CHILE (2011). Considerando 6.
95
CIFUENTES, ANDRÉS IGNACIO CON AUTOMOTRIZ ROSSELOT S.A. (2015), Considerando 2, voto disidente SILVA,
JUAN MATÍAS CON CENTRAL PARKING SYSTEM CHILE S.A. (2015) Considerando 3 y VERGARA, RODRIGO CON LATAM
AIRLINES GROUP S.A. (2015) Considerando 6.
96
Ver, por ejemplo, Vidal (2012) p. 649.
97
Ver, por ejemplo, Díez-Picazo (2008 ) pp. 85-93.
98
Digo “generalmente” porque siempre será posible que algún tipo de contrato, por sus circunstancias ex-
tremadamente peculiares (imaginemos uno cuyo objeto sea específicamente darle paz y seguridad al acreedor)
aconseje indemnizar aún esta molestia.
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
289
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
99
OCARANZA CON ROBINSON (2006).
100
FERNÁNDEZ CON E. KOVACS S.A. (2010).
101
ROCHET CON OKSENBERG Y CLÍNICA LAS NIEVES S.A. (2008).
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
290
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
cada por tal incumplimiento el daño emergente y el lucro cesante, ambos de indiscutible
carácter material.
Por el contrario, es posible afirmar que si el negocio afecta dirige no solo a derechos
o intereses patrimoniales, su inejecución puede, causal y directamente, menoscabar dere-
chos o intereses de una naturaleza puramente personal, propia de la intimidad del acree-
dor, circunstancia que hace posible el otorgamiento de una indemnización que repare el
dolor o quebranto espiritual sufrido por el demandante…”102.
La segunda sentencia que conviene considerar es de 12 de abril de 2011, también
sobre responsabilidad médica103. En su considerando décimo se lee lo siguiente: “Que
el artículo 1556 del Código Civil no incluya en la indemnización de perjuicios al daño
moral no impide su procedencia en el ámbito de la responsabilidad contractual, toda vez
que dicha norma está referida a los daños patrimoniales. En el caso de autos, como puede
advertirse, el objeto del contrato celebrado entre las partes es extrapatrimonial, de manera
que su incumplimiento importa la posibilidad de indemnización de dicho rubro. Es un
hecho establecido en la causa que el médico incumplió su deber de cuidado, provocando
el daño que motivó esta demanda, de manera que resulta procedente la condena al pago
de una indemnización por el daño moral causado a la actora, como lo resolvieron los jue-
ces del fondo. En efecto, el artículo 1558 del Código Civil establece que si no se puede
imputar dolo al deudor, cuyo es el caso de autos, este es responsable de los perjuicios que
se previeron o pudieron preverse al tiempo del contrato. No cabe duda que en un contra-
to de prestación de servicios médicos, específicamente para la realización de una cirugía,
como lo es una mamoplastía reductiva, está prevista la existencia del daño moral, en el
caso que por alguna complicación de que el médico sea responsable resulte dañada la per-
sona de la paciente”104.
En tercer lugar, puede considerarse la sentencia de 25 de octubre de 2012 sobre
un caso de una operación de cálculos biliares105. En el considerando décimo se señala lo
siguiente: “Que la sentencia recurrida no incurre en error de derecho al estimar, por una
parte, que las lesiones sufridas por la demandante y que configuran el daño por el cual re-
clama indemnización, surgen como consecuencia inmediata y directa del incumplimiento
de las obligaciones asumidas por el doctor Alcota en el contrato a que se ha hecho men-
ción, y que el grado de culpa de que este respondía le imponía el deber de prever errores
o negligencias como el que ocasionó la lesión, más aún si la misma naturaleza del vínculo
contractual impone la obligación de seguridad que antes se mencionaba, que asegura la
integridad de la persona que contrató el servicio; y, por otra, que la demandante sufrió un
perjuicio extramatrimonial o daño moral, consistente en el dolor, angustia, sufrimiento,
asimismo, plenamente previsible, y que los sentenciadores, dentro de las facultades que les
otorga la ley, avaluaron en la suma de $3.000.000”106.
102
ROCHET CON OKSENBERG Y CLÍNICA LAS NIEVES S.A. (2008). Considerando 10.
103
PERALTA CON HOSPITAL CLÍNICO UNIVERSIDAD DE CHILE (2011).
104
PERALTA CON HOSPITAL CLÍNICO UNIVERSIDAD DE CHILE (2011). Considerando 10.
105
ROJAS, YASNA CON FISCO DE CHILE Y OTRO (2012).
106
ROJAS, YASNA CON FISCO DE CHILE Y OTRO (2012). Considerando 10.
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
291
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
107
BAZAN, JORGE CON SOCIEDAD CONCESIONARIA (2012).
108
BAZAN, JORGE CON SOCIEDAD CONCESIONARIA (2012), Considerando 10.
109
BAZAN, JORGE CON SOCIEDAD CONCESIONARIA (2012), Considerando 11.
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
292
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
circunstancia que hace posible el otorgamiento de una indemnización que repare el dolor
o quebranto espiritual sufrido por la demandada.
Que, en la especie, atendido el contenido y la naturaleza de la convención que ori-
gina la controversia –un contrato de ejecución de obras– las obligaciones a que ella dio
lugar quedaron limitadas exclusivamente al resultado material de las mismas. Por ello, no
resulta procedente acceder al daño moral solicitado por la actora en su demanda, como
lo hizo la sentencia recurrida, pues en este caso no se dan los supuestos a que se ha hecho
referencia en los motivos anteriores; y, en consecuencia, al acceder a su resarcimiento,
los sentenciadores de la instancia han incurrido en una infracción del artículo 1556 del
Código Civil, la que ha influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo y que solo
puede ser remediada mediante la invalidación del mismo. Y la consecuente sentencia de
reemplazo”110.
En fin, en sexto lugar puede considerarse la sentencia sobre promesa de compra-
venta de inmueble de 10 de noviembre de 2014. Allí se lee: “Que dentro del estatuto de
responsabilidad en estudio, el contratante incumplidor debe indemnizar el daño moral, si
como sucede en este caso ha estado en situación de preverlo, atendiendo a criterios objeti-
vos, en razón del contenido de la convención, de los pagos anticipados recibidos, las me-
joras introducidas a la propiedad de la naturaleza de las obligaciones contraídas conforme
a la buena fe, tanto más si se considera que el demandado no pudo menos que estar en
conocimiento de no ser el dueño exclusivo de la propiedad que prometía vender”111.
En estas seis sentencias resulta evidente la importancia de la previsibilidad ex artículo
1558 como un dispositivo para limitar la procedencia del daño moral. Igualmente, según
creo, resulta evidente que por “previsibilidad”, se pueden entender dos cosas distintas112. La
primera de ellas consiste en la posibilidad del deudor de representarse los daños que causará
el incumplimiento del contrato. La segunda consiste en preguntarse si el deudor asumió el
riesgo de esos daños. La diferencia entre las dos formas de concebir la previsibilidad puede
capturarse si se comparan los argumentos del voto de mayoría en la sentencia recién citada
de 1 de octubre de 2012 con el voto disidente de la ministra Maggi.
Como se recordará, en el voto mayoritario se señala lo siguiente: “Tampoco cabe
desconocer que para la contraparte de quien contrata la custodia del vehículo es plena-
mente previsible suponer que el deterioro o robo en este, que configura el incumplimiento
de obligación, va a causar la molestia o aflicción que antes se mencionaba”113.
La idea de previsibilidad parece funcionar aquí como la posibilidad de representarse
el resultado dañoso.
En el voto disidente, en cambio, la ministra Maggi mira las cosas con mayor suti-
leza. En sus palabras: “Que no se discute ya en doctrina que es posible que el incumpli-
miento contractual pueda dar lugar a una indemnización por daño moral, si bien la res-
puesta acerca de la procedencia de la misma no puede formularse en términos absolutos,
110
CONSTRUCTORA MONTEVERDE LTDA. CON ILUSTRE MUNICIPALIDAD DE LA LIGUA (2013). Considerando 28.
111
OCHORAN, EMILIO CON GONZÁLEZ ROJO, PABLO (2014). Considerando 8.
112
Sobre esto ver DE LA MAZA (2016).
113
BAZAN, JORGE CON SOCIEDAD CONCESIONARIA (2012). Considerando 11.
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
293
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
114
BAZAN, JORGE CON SOCIEDAD CONCESIONARIA (2012). Considerando 2.
115
Domínguez (2000) p. 541.
116
OCHORAN, EMILIO CON GONZÁLEZ ROJO, PABLO (2014). Considerandos 4 y 6.
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
294
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
para responder a esta pregunta señala que se debe considerar el contenido del contrato, la
naturaleza de las obligaciones contraídas y los riesgos que, normalmente puedan derivar
de su incumplimiento. Aplicando este test, la ministra Maggi concluye que el contrato de
arrendamiento no protegía intereses extrapatrimoniales, por lo tanto, aun cuando se hayan
afectado, están más allá del ámbito de resguardo del contrato y, por esa razón, no deben
indemnizarse.
117
De la Maza (2016).
118
Domínguez (2000) p. 355.
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
295
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
Chile, como una “verdadera fantasía contractual.” Más adelante, la profesora Domínguez
considera que la limitación del daño moral quedaría determinada por la exigencia de pre-
visibilidad que configura el artículo 1558 del Código Civil119 y concluye que la justifica-
ción de la previsibilidad se encontraría en el respeto a la voluntad contractual120.
Por su parte, el profesor Ramón Domínguez considera, a propósito de un comenta-
rio de una sentencia de la Corte Suprema, que lo determinante consiste en fijar el “estricto
ámbito contractual.” Sirviéndose de la distinción entre contratos personales y comerciales
concluye:
“Un contrato de representación de una empresa productora de armamento y su
ejecución por parte del representante no parece, en caso alguno, que pueda comprender
dentro de su “ámbito” la consideración de intereses o situaciones no económicas en aquel
sentido y que puedan ser “consecuencias virtualmente comprendidas en él”, de modo que
es imposible pretender que la falta de pago de las comisiones previstas pueda generar un
daño moral”121.
Jana y Tapia profundizan en esta línea, señalando lo siguiente:… en otros contra-
tos (denominados por el Common Law, commercial contracts), por su naturaleza fundada
esencialmente fundada en el intercambio comercial de bienes y servicios, resulta extraño a
la naturaleza y riesgos tenidos a la vista por las partes al tiempo de contratar que el incum-
plimiento tenga consecuencias extrapatrimoniales para el acreedor”122.
Continúan dos autores prestando atención a la previsibilidad ex artículo 1558 e in-
dican lo siguiente: “Esta idea, la de dar contenido a la noción de previsibilidad a partir de
la noción de riesgo, pareciera ser un camino particularmente fértil para fijar el ámbito de
los daños indemnizables. Así, la pregunta acerca de cuáles daños son previsibles y cuáles
no, podría replantearse entonces desde la perspectiva de ¿a quién pertenece el riesgo que
ocasiona el daño: ¿debe el daño ocurrido ser tratado como parte del riesgo de una parte o
de la otra?”123.
Se encuentra en la misma línea Barros Bourie124, quien añade que existen algunos
contratos que naturalmente involucran la protección de intereses extrapatrimoniales y
que, en cambio, existen otros que resultan netamente comerciales125. En fin, recientemen-
te, Vidal Olivares ha continuado por esta dirección, enfatizando el hecho de que, salvo
en casos de culpa grave o dolo, el centro de gravedad de la cuestión se encuentra en la
forma en que el contrato distribuye los riesgos126; la idea puede presentarse de la siguiente
manera: “Para examinar los criterios o condiciones para la compensación del daño moral
contractual es esencial tener en cuenta que la fuente de la obligación de indemnizar, cual-
quiera sea la naturaleza del daño, es el propio contrato entendido como mecanismo de
119
Domínguez (2000) pp. 489-591.
120
Domínguez (2000) p. 563
121
Domínguez (2000) p.176.
122
Jana y Tapia (2004) p. 193.
123
Domínguez (2000) p. 192.
124
Barros (2006) p. 343.
125
Barros (2006) pp. 343-344.
126
Vidal (2012) p. 770.
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
296
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
reparto de riesgos entre las partes y que no prevé solo para el cumplimiento sino también
para el evento de su infracción, imputando responsabilidad al deudor según tal reparto127.
Pues bien, frente a lo primero –las limitaciones del daño moral– no cabe duda,
ninguno de los autores y autoras citadas –y otros más128– promueve una procedencia
irrestricta de la indemnización por daño moral. Por lo que toca a lo segundo –aquello que
permite limitar la procedencia de la indemnización por daño moral– parece existir acuer-
do en que, de una parte, se trata de la previsibilidad ex artículo 1558. De otra parte –y
esto es lo que podría conjurar el riesgo de una aceptación inflacionaria del daño moral– la
previsibilidad equivaldría a algo así como los riesgos asumidos por las partes al momento
de contratar.
Esta parece ser la mirada de la doctrina. Como se ve, ha existido una reflexión acer-
ca de las limitaciones del daño moral en sede contractual y en esa reflexión parece haber
ocupado un lugar prominente el contrato y la forma en que distribuye los riesgos.
En otras palabras, frente a la cuestión de la limitación del daño moral, la doctrina
ha respondido desde el contrato, señalando que la pregunta que debe formularse es si el
deudor ha asumido o no el riesgo de un daño moral derivado del incumplimiento de sus
obligaciones. Si lo ha hecho, entonces debe indemnizarlo, en caso contrario, aun cuando
el incumplimiento pueda haber lesionado un interés extrapatrimonial, no debe indemni-
zarlo.
Pues bien, el resumen de esta cuarta sección es el siguiente. Si bien, mayoritaria-
mente, la Corte Suprema ha respondido de manera inflacionaria a la pregunta acerca de
la procedencia del daño moral, es posible detectar algunos casos –en ocasiones, de manera
extremadamente marginal– en los cuales aparecen dispositivos para controlar la proce-
dencia del daño moral. En primer lugar, una noción mínimamente restrictiva del daño
moral que elimine las molestias o inconvenientes que, inevitablemente, genera un incum-
plimiento contractual. En segundo lugar, acudir al ámbito de resguardo del contrato, pre-
guntándose acerca de si cubría o no intereses extrapatrimoniales.
V. ALGUNAS APLICACIONES
Ante todo, acudir a la noción de daño moral y al ámbito de resguardo del contra-
to mejora la práctica argumentativa que, con cierta frecuencia, es posible percibir en las
sentencias nacionales. Al menos en aquellas en donde la discusión se limita a determinar
si existió incumplimiento o no y, en caso de haberlo existido, si este causó la lesión de un
interés extrapatrimonial.
Desde luego, eso es necesario. Pero, lo que argumenta este trabajo es que no es
suficiente. Aun se pueden añadir dos preguntas que contribuyen a tornar más reflexiva la
práctica argumentativa de los litigantes y la de los jueces. La primera de ellas es si aquello
que se alega como afectado queda cubierto por la noción del daño moral y para hacer esto
127
Barros (2006) p. 644.
128
Ver, por ejemplo, Cárdenas (2004) p. 385, Barrientos (2007) pp. 7-22 y Rutherford (2013) p. 682.
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
297
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
parece necesario identificar con algún grado de exactitud qué es lo que se afectó. La se-
gunda es si aquello que se estima afectado se encontraba protegido por el contrato.
Pues bien, el objetivo de esta última sección consiste en intentar aplicar en algunos
casos esta noción mínimamente restrictiva del daño moral y la idea de ámbito de resguar-
do del contrato con el objeto de limitar o racionalizar el uso de que ha hecho la Corte Su-
prema de esta partida indemnizatoria tratándose de incumplimiento contractual.
5.1. EL NÚCLEO
Lo que he denominado el “núcleo” se encuentra conformado por casos que se si-
túan en dos extremos. El primero de esos extremos es aquel en que, claramente, el ámbito
de resguardo del contrato involucra intereses extrapatrimoniales. El segundo corresponde
a aquel que, claramente, no los involucra.
Aquí, probablemente, se pueda emplear una distinción bien establecida en el com-
mon law129, que debe diferenciarse entre contratos personales y comerciales130. La idea que
se encuentra detrás de esta distinción es que los contratos comerciales se celebran para
garantizar algún tipo de beneficio patrimonial como aquellos que son propios de la acti-
vidad de los comerciantes, o bien cuando se trata de obtener alguna ganancia en dinero o
aumentar el patrimonio131.
En este sentido, los contratos que involucran servicios médicos son personales; la
razón es que, típicamente, al menos una de las prestaciones no tiene por objeto favorecer
el patrimonio de su acreedor, sino que, de manera absolutamente predominante, intereses
de carácter extrapatrimonial.
De esta manera, en este tipo de contratos puede asumirse con cierta tranquilidad la
idea de la Corte Suprema respecto a una especie de “principio general” de daño moral a la
que me referido más atrás en este trabajo. Algo así como una presunción iuris tantum de
daño moral. Considerando la muestra de sentencias con las que se ha trabajado, algo se-
mejante puede suceder en contratos de servicios educacionales. O bien, para utilizar algún
desarrollo del derecho estadounidense en servicios relacionados con difuntos, contratos
que involucran objetos de valor sentimental en los que la prestación de alguna de las par-
tes tiene por objeto proveer de felicidad o seguridad a la otra como sucede, por ejemplo,
con un contrato de servicios vacacionales o uno de seguros132.
En el otro extremo se ubican los contratos comerciales. Y lo que sucede aquí es,
exactamente, lo contrario: no debe asumirse un “principio general” de daño moral, sino,
exactamente, lo contrario, en términos tales que la indemnización del daño moral debe
resultar extremadamente excepcional. Es probable que esto último no resulte discutible, lo
que se puede presentar a discusión es, de una parte, cuáles contratos son comerciales y, de
otra, qué circunstancias determinan que, excepcionalmente, en estos contratos se indem-
nice el daño moral.
129
Ver, por ejemplo, Goldberg (1986) pp. 61-67.
130
Domínguez (2000) p. 176.
131
Goldberg (1986) p. 64.
132
Goldberg (1986) pp. 60-61.
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
298
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
Una respuesta detallada a esas dos preguntas excede las posibilidades de este trabajo,
sin embargo, pueden afirmarse dos cosas. La primera es que, si el contrato tiene por obje-
to utilizar aquello que de él se obtenga para recolocarlo de alguna manera en el mercado
y obtener ganancias, es comercial. La segunda es que, al menos en el ámbito chileno, una
circunstancia excepcional queda configurada porque una de las partes termine figurando
en un registro comercial133.
133
Ver el número siguiente.
134
HERRERA CON BANCO SANTANDER S.A. (2009).
135
MERIÑO CON BANCO SANTANDER SANTIAGO (2010). Considerando 6.
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
299
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
136
PÉREZ CON BANCO CITIBANK S.A. (2011).
137
GARCÍA CON SCOTIABANK (2008).
138
ESCOBAR CON COOPERATIVA DE AHORRO Y CRÉDITO SAN FELIPE LIMITADA (2011).
139
CAMPOS CON BANCO SANTANDER CHILE (2011).
140
OLIVI, GERMÁN CON BANCO SANTANDER CHILE (2011).
141
Aun cuando no se trata de un contrato bancario, la importancia de la honra para la Corte Suprema –y su
lesión a través de la inclusión injustificada en registros de deudores morosos– puede percibirse con toda claridad
en la sentencia STANGE, EDUARDO CON RIPLEY PUERTO MONTT (2012). Se trata del incumplimiento de un contrato
de avenimiento respecto de una tarjeta de crédito entre una multitienda y un particular. Producto del incumpli-
miento de la multitienda el particular fue incluido en un registro de deudores morosos. La opinión de la Corte
respecto del daño moral fue la siguiente: “Que conforme a todo lo reseñado, no cabe duda que el incumpli-
miento imputable al demandado lesionó la integridad psíquica del demandante, por cuanto de manera arbitra-
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
300
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
esta manera –si se acepta que ese es un interés extrapatrimonial– habrá que aceptar que la
estrecha conexión que existe el interés extrapatrimonial cuya lesión se alega y una de las
funciones típicas del contrato de cuenta corriente determina que deba entenderse que ese
interés extrapatrimonial se encuentra cubierto por el ámbito de resguardo del contrato.
ria, es decir, sin causa, y no obstante haber cumplido con el acuerdo a que las partes habían arribado, procedió
a autoasignarse la vigencia de un crédito en mora por una suma ya condonada, afectando así el derecho a la
honra, al incluirlo en el boletín de informaciones comerciales, con conocimiento que el actor por dedicarse a
la vida comercial, las consecuencias que ello le acarrearía, implicaban la privación de acceso a créditos de toda
clase, presentándose, de esta manera, como una persona morosa en sus obligaciones crediticias”.
142
Sobre otro caso semejante ver Corte Suprema sentencia de 11 de junio de 2015 (rol 26846-2014).
VENEGAS CASTRO JAIME GUILLERMO CON INMOBILIARIA RÍO TRANCURA (2009).
143
NÚÑEZ, MARÍA DE LOS ÁNGELES CON IGOR VLADIMIR TAPIA TORRES (2010).
144
Ver CASTILLO CON SOCIEDAD INMOBILIARIA MALL CALAMA S.A. (2008).
145
Ver, por ejemplo, Vidal (2012) pp. 657-660.
146
HERMOSILLA CON EMPRESA PROMOTORA CMR FALABELLA S.A. (2007).
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
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DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
147
CASTILLO CON SOCIEDAD INMOBILIARIA MALL CALAMA S.A. (2008).
148
CASTILLO CON SOCIEDAD INMOBILIARIA MALL CALAMA S.A. (2008). Considerando 2
149
NYBORG, ALBERTO LUSTIANO CON SEPÚLVEDA SEPÚLVEDA, FRESIA DEL CARMEN (2011). Considerando 9.
150
NYBORG, ALBERTO LUSTIANO CON SEPÚLVEDA SEPÚLVEDA, FRESIA DEL CARMEN (2011).
151
OCHORAN, EMILIO CON GONZÁLEZ ROJO, PABLO (2014). Considerando 8.
Revista Chilena de Derecho, vol. 45 Nº 2, pp. 275 - 309 [2018]
302
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo El daño moral en materia contractual: la mirada de la Corte Suprema
VI. CONCLUSIÓN
Mutatis mutandis, la famosa frase de Oscar Wilde –a estas alturas, un lugar común–
según la cual “La verdad rara vez es pura y nunca simple” parece adecuada a la indemni-
zación del daño moral en materia contractual en las sentencias de la Corte Suprema. Rara
vez aparece con pureza por qué debe indemnizarse el daño moral frente a un incumpli-
miento contractual y las veces que aparece, no es simple hacerlo.
Esto no significa que deba renunciarse a la empresa de justificar adecuadamente esa
indemnización, sino, precisamente, todo lo contrario. Este trabajo constituye un modesto
esfuerzo de mostrar la necesidad de hacerlo y cómo hacerlo.
La idea es que en el escenario en que comenzó a situarnos la sentencia de la Corte
suprema de 20 de octubre de 1994 resulta perentorio un intento de controlar la liberali-
zación del daño moral frente al incumplimiento contractual. La sugerencia es que ese in-
tento puede enderezarse, por una parte, reconsiderando, de manera más bien minimalista,
la amplitud de la noción de daño moral. Por otra, se sugiere, prestar atención al ámbito
de resguardo del contrato, y se muestran algunas aplicaciones de lo anterior. Proceder de
esta manera no supone alejarse del derecho de contratos, sino, más bien, aproximarse a él.
Después de todo, las exigencias que impone son dos: que el daño tenga cierta significancia
y que nos tomemos en serio la distribución de los riesgos que las partes –o el legislador su-
pletoriamente– decidieron en el contrato. Nada nuevo bajo el derecho de contratos.
Esto, desde luego, no agota los problemas que suscita la cuestión, pero quizás sea
un comienzo promisorio para enfrentar algunos de ellos que, hasta ahora, no parecen ha-
berse discutido suficientemente en el ámbito nacional.
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1
En Santiago, a uno de octubre de dos mil doce, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la
resolución precedente.
15
CAPÍTULO
LAS III
OBLIGACIONES
INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS
O RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL
Sección primera
CONCEPTO, NATURALEZA JURÍDICA Y CLASES
812. Concepto. En el capítulo anterior, al tratar del cumplimiento
compulsivo o ejecución forzada, vimos que en numerosas oportunidades
no será posible obtener el pago de la obligación tal como ella está estable-
cida, y que en tal caso al acreedor no le queda otro camino que solicitar
la indemnización de perjuicios. Además, aun cuando pueda obtenerse
el cumplimiento forzado, siempre deberá indemnizarse al acreedor el
perjuicio experimentado por el atraso, ya que nunca será igual que la
obligación se cumpla en el momento oportuno o con posterioridad.244
244
Un interesante fallo de la C.A de Santiago, de 3 de agosto de 2004, declaró que
si procede la ejecución forzada, no se puede demandar la indemnización de perjuicios si
808
4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
809
LAS OBLIGACIONES
810
4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
246
RDJ, T. 50, sec. 1ª, pág. 21.
247
Véase Gatica, ob. cit., Nº 10, pág. 20, y los autores citados por él.
811
LAS OBLIGACIONES
812
4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
248
Por vía de ejemplo, Alessandri, ob. cit., pág. 61; Fueyo, ob. cit., T. 1º, pág. 252;
Gatica, ob. cit., pág. 31.
813
LAS OBLIGACIONES
Sección segunda
EXISTENCIA DE PERJUICIOS Y RELACIÓN DE CAUSALIDAD
822. Existencia de perjuicios. Toda acción de perjuicios supone la
existencia de éstos; no puede repararse lo que no existe.
Ya hemos dicho que en nuestra legislación daño y perjuicio son térmi-
nos sinónimos, y que se pueden definir como todo detrimento que sufre
una persona, ya sea en su patrimonio material o moral (Nº 247).
En materia contractual, más propiamente es el detrimento que sufre
una persona en su patrimonio, sea una disminución real y efectiva que
249
Véanse Nos 215 y sigtes. y nota 221 del primer tomo, y Nº 927 de este segundo
tomo.
814
4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
815
LAS OBLIGACIONES
En cuanto a lo primero, el Art. 1556 señala que los daños deben haber
provenido de no haberse cumplido la obligación, de haberse cumplido
imperfectamente o de haberse retardado el cumplimiento, para que se
tenga derecho a que ellos indemnicen, pero más claramente lo establece
aún el Art. 1558, en cuya virtud, aunque exista dolo, los perjuicios se li-
mitan a los “fueron una consecuencia inmediata o directa de no haberse
cumplido la obligación o de haberse demorado su cumplimiento”.
Hay un ejemplo clásico en materia contractual para distinguir una
y otra clase de perjuicios: el del agricultor que compra unas vacas y
resultan enfermas, contagiando al resto del ganado. La pérdida de
éste va conduciendo en sucesivas calamidades al agricultor a no poder
explotar el fundo hasta llegar a la quiebra y el suicidio. En este dramá-
tico ejemplo, el perjuicio directo es de las vacas enfermas y el contagio;
todos los restantes no eran consecuencia necesaria del cumplimiento
imperfecto del deudor, y pudieron ser evitados.250
Nuestros tribunales han decidido reiteradamente la no indemni-
zación del daño indirecto en materia contractual.251
Al hablar de la responsabilidad extracontractual en los Nos 255 y
sgtes. dijimos que tampoco en ella se indemniza el daño indirecto, que
se discute el tema de la pluralidad de causas y analizamos las teorías para
resolver el problema, la intervención para provocar el perjuicio de una
causa posterior al hecho ilícito (en este caso el incumplimiento) y cómo
se determina la causalidad. Con las variantes propias de una y otra respon-
sabilidad, todo lo dicho es igualmente válido en materia contractual.
El Art. 991 del Código de Comercio, de acuerdo a la redacción que
le dio la Ley 18.880, de 11 de enero de 1988, soluciona en el contrato de
transporte marítimo el tema de la concausa de una manera peculiar.
Dispone el precepto que “el transportador en tal caso, sólo será
responsable de la parte de la pérdida, daño o retraso que pueden atri-
buirse a su culpa o negligencia, o a la de sus dependientes o agentes,
siempre que pruebe el monto de la pérdida, daño o retraso que son
imputables a la otra u otras causas” que los ocasionaron. Dicho de otra
manera, responde de todo los perjuicios, a menos que pueda establecer
y probar la separación de ellos.
Se ha resuelto que en un caso de incumplimiento de contrato de
cuenta corriente bancaria las causas del perjuicio pueden ser varias y a
veces sucesivas, pero lo que importa es que todas ellas hayan contribuido
250
Citado por Alessandri, ob. cit., pág. 92.
251
La sentencia más categórica en tal sentido se publica en la RDJ, T. 48, sec. 1ª,
pág. 252. Son directos los que derivan necesariamente de la obligación misma y tienen
íntima relación con ella: RDJ, T. 23, sec. 1ª, pág. 273. Véase también RDJ, T. 25, sec. 1ª,
pág. 472.
816
4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
Sección tercera
EL INCUMPLIMIENTO DEBE SER IMPUTABLE AL DEUDOR
825. Concepto. Como señalábamos al hablar del incumplimiento, no
siempre éste da lugar a responsabilidades para el deudor, porque hay casos
en que éste deja de cumplir sin que por ello deba indemnización.
Dentro de la concepción de la responsabilidad subjetiva es preciso
que el incumplimiento dañoso sea imputable al deudor, y lo es, cuando
de su parte hay dolo, o sea, intención de no pagar, o culpa, esto es, falta
de diligencia o cuidado.
No le será imputable en los casos liberatorios de responsabilidad,
de los cuales el más importante es el caso fortuito, y que estudiaremos
en la sección siguiente.
En párrafos separados trataremos del dolo y la culpa contractuales.
Párrafo 1º
El dolo contractual
826. Concepto: la teoría unitaria del dolo. Ya hemos hablado del dolo
en materia de responsabilidad extracontractual, donde carece de mayor
importancia, porque no altera los efectos del hecho ilícito (Nº 216): cons-
tituye el delito civil que no difiere del cuasidelito, en que hay culpa.
En cambio, la tiene en materia contractual, según lo veremos.
El dolo está definido en el Título Preliminar del Código como la
intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro
(Art. 44); en consecuencia, el incumplimiento doloso es un incumpli-
miento intencional para dañar al acreedor. Y en tal caso se transforma en
un agravante de la responsabilidad del deudor, principalmente porque
lo obliga a responder aun de los perjuicios imprevistos.
252
F.M. Nº 431, sent. 1ª, pág. 658.
Véase respecto a la causalidad en G. J. Nº 286, pág. 25, un análisis de un fallo de la C.S.
de 26 de enero de 2004, en que se acogió un recurso de casación por infracción de las normas
sobre causalidad en responsabilidad contractual. Lo mismo en G.J. Nº 283, pág. 121.
817
CAPÍTULO IV
Sección primera
LA ACCIÓN DE PERJUICIOS
884 bis. Referencia y enunciación. La pretensión del acreedor de co-
brar perjuicios se rige en general por las mismas reglas que en materia
extracontractual. Nos remitimos, pues, a los Nos 295 y siguientes, con
las salvedades que mencionamos:
1º. Prescripción;
2º. Competencia y procedimiento;
3º. Naturaleza jurídica de la obligación de indemnización, y
869
LAS OBLIGACIONES
343
RDJ, T. 30, sec. 1ª, pág. 495; la misma posición se adoptó en el caso del Art. 1861
respecto a los vicios redhibitorios: RDJ, T. 42, sec. 1ª, pág. 25.
344
Este precepto ha dado lugar a arduas discusiones sobre qué debe entenderse
por especie y bases de los perjuicios, para determinar cuándo es posible reservar su
liquidación. Véase un estudio en Gatica, ob. cit., Nos 115 y sigtes. y págs. 157 y sigtes.,
y Repertorio, C.P.C., T. 1º, jurisprudencia del Art. 173, págs. 227 y sigtes., y RDJ, T. 63,
sec. 1ª, pág. 443.
870
4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
345
L. & S. Nº 26, pág.17.
346
Véase Repertorio, C.P.C., T. 1º, jurisprudencia del Art. 173, Nº IV, pág. 228;
Alessandri, Responsabilidad Extracontractual, ob. cit., Nº 483, pág. 577, y Gatica, ob. cit.,
pág. 57.
871
LAS OBLIGACIONES
347
Que sepamos, el problema no ha tenido un desarrollo general entre nosotros,
sino que cada disposición es analizada aisladamente en la parte correspondiente. El
profesor Manuel Somarriva hacía en sus clases una exposición orgánica en que se fundan
nuestras apreciaciones. Ahora se encuentra tratado con detalle, pero sin enfocarlo en
la forma del texto, en Gatica, ob. cit., Nos 43 y sigtes., págs. 47 y sigtes.
872
4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
348
Responsabilidad Extracontractual, ob. cit., Nº 408, pág. 493.
873
LAS OBLIGACIONES
Y lo que se dice del dolo vale igualmente para la culpa grave, que
en materias civiles le equivale (Nº 835).
2º. Culpa leve o levísima de dos o más deudores.
En los demás casos de infracción, esto es, si no hay dolo ni culpa
grave, la obligación de indemnizar los perjuicios es simplemente con-
junta, ya sea que la obligación incumplida tenga este carácter, o bien
sea solidaria o indivisible.
Nos basamos para pensar así en lo dispuesto en el inc. 1º del Art. 1533
en las obligaciones indivisibles: “es divisible la acción de perjuicios que
resulta de no haberse cumplido o de haberse retardado la obligación
indivisible: ninguno de los acreedores puede intentarla y ninguno de
los deudores está sujeto a ella, sino en la parte que le quepa”.
Pues bien, si siendo indivisible la obligación infringida, la indem-
nización es conjunta entre los deudores infractores, con mayor razón
si la obligación es divisible responderá cada cual únicamente por su
cuota.
A mayor abundamiento, si el legislador lo dijo expresamente en el
caso del dolo (que incluye la culpa grave), es porque la solución es la
contraria en los demás casos.
Las excepciones a este principio son las ya señaladas, para el caso
del hecho o culpa de uno de los deudores: el precio en la solidaridad
(Art. 1526) y en la cláusula penal, si la obligación es indivisible o ha
sido puesta la pena con la intención de que no pueda cumplirse por
parcialidades.349
Sección segunda
AVALUACIÓN JUDICIAL DE LOS PERJUICIOS
890. Concepto. Como dejamos señalado, los perjuicios pueden deter-
minarse de tres maneras: por las partes de común acuerdo, producidos
ya los perjuicios, o previamente mediante una cláusula penal, por la
justicia o disposición legal que los fije.
La determinación de los perjuicios supone tres operaciones:
1º. Decidir si procede la indemnización.
Esta etapa existe en cualquiera de las avaluaciones señaladas, y siempre
es judicial. Debe establecerse que ha habido incumplimiento imputable
y mora del deudor, según lo estudiado en el capítulo anterior;
349
Cierto es que los Arts. 1521 y 1540 se ponen en el caso de la imputabilidad a
uno de los deudores; pero no se divisa razón alguna para aplicar otro criterio si los
infractores son dos o más.
874
4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
891. Las distintas clases de perjuicios. Ya nos hemos referido a las distin-
tas categorías de perjuicios, tanto en la indemnización extracontractual
como en esta misma parte. Recapitulándolos podemos señalar:
1º. Perjuicios compensatorios y moratorios, que corresponden a
igual clasificación de la indemnización misma (Nos 816 y siguientes);
2º. Perjuicios ciertos y eventuales, siendo indemnizables únicamente
los primeros: lo cual no excluye a los daños futuros, siempre que sean
ciertos (Nº 249);
3º. Perjuicios directos e indirectos, de los cuales sólo se indemnizan
los primeros (Nos 256 y 824);
4º. Daños materiales y morales;
5º. Daño emergente y lucro cesante, y
6º. Perjuicios previstos e imprevistos.
Sólo a estas últimas tres categorías nos referiremos especialmente;
nada debemos insistir en las demás. Trataremos igualmente la modi-
ficación de las reglas legales por la voluntad de las partes, la doctrina
de la reparación integral y otros aspectos de interés de la avaluación
judicial.
350
RDJ, T. 33, sec. 1ª, pág. 331, y T. 47, sec. 1ª, pág. 127.
875
LAS OBLIGACIONES
351
Alessandri, Responsabilidad extracontractual, ob. cit.; Vodanovic, ob. cit., T. 3º, Nº 360,
pág. 217; Gatica, ob. cit., Nº 106, pág. 144; Somarriva, Las Obligaciones y los Contratos, etc.,
ob. cit., Nº 69, pág. 64. Como bien dice Tomasello en su ob. cit., Nº 12, pág. 50, el silencio
guardado por autores como Claro Solar, Barros Errázuriz y otros debe entenderse como
un rechazo a la indemnización del daño moral en materia contractual.
Tomasello, en cambio, en La Indemnización del daño moral en la responsabilidad con-
tractual, Editorial Jurídica de Chile, Santiago 1969, págs. 52 y sgtes., hace una ardiente
defensa de la procedencia de ella en nuestra legislación, y cita en su apoyo la opinión
de Fernando Fueyo.
Véanse también los autores citados en la nota 282 del primer tomo, y obras citadas
generales sobre el tema de la responsabilidad, y especialmente a Enrique Barros Bourie,
en su obra citada.
352
C.S., de 11 de abril de 2007, publicada en L. & S. Nº 38, pág. 29.
876
4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
353
RDJ, Ts. 48, sec. 1ª, pág. 252 (daño moral con repercusión patrimonial), y 51,
sec. 1ª, pág. 74 (daño moral puro).
354
F.M. Nº 431, pág. 659, sent. 1ª, del 20 de octubre de 1994, y RDJ, T. 91, sec. 1ª,
pág. 100. Indicó el fallo como preceptos del Código que abonan la tesis de que el daño
moral no sólo procede en los delitos y cuasidelitos, los Arts. 544, en relación al 539 y
1544, siendo este último en verdad un caso de lesión más que de daño moral.
355
F.M. Nº 462, pág. 588, sent. 11.
877
LAS OBLIGACIONES
893. II. Daño emergente y lucro cesante.357 Dice el Art. 1556: “La indem-
nización de perjuicios comprende el daño emergente y lucro cesante, ya
provengan de no haberse cumplido la obligación, o de haberse cumplido
imperfectamente, o de haberse retardado el cumplimiento.
356
Sentencia de la C.A. de Concepción de 12 de septiembre de 2006, L. & S. Nº 26,
pág.117, que se analiza en el Apéndice Nº 2 citado en el texto.
357
La manera en que está concebido el Art. 1556 ha llevado a algunos autores y
fallos (G.T. de 1933, 1er sem., Nº 82, pág. 334) a decir que se trata de elementos de la
indemnización, pero en realidad son dos clases de perjuicios diversos, ambos compren-
didos por regla general en la indemnización.
En una ocasión la Corte Suprema rechazó la posibilidad de fundar un recurso de
casación en el fondo en la infracción del Art. 1556; RDJ, T. 59, sec. 1ª, pág. 470, que
anteriormente había aceptado: RDJ, T. 11, sec. 1ª, pág. 188. La verdad es que si se acoge
un perjuicio que no sea daño emergente ni lucro cesante, o no provenga de los hechos
señalados por el precepto o del daño moral, éste resulta infringido.
878
4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
358
La palabra “comprende” que utiliza el Art. 1556 no implica que en toda indem-
nización de perjuicios deban concurrir ambos, o sea, que siempre deba haber daño
emergente y lucro cesante: RDJ, T. 70, sec. 1ª, pág. 26.
359
Daño emergente es la privación que sufre el acreedor al no incorporar a su
patrimonio el objeto de la obligación: G.T. 1933, 1er sem., Nº 82, pág. 334; un empo-
brecimiento efectivo de la persona a quien se indemniza: RDJ, T. 50, sec. 1ª, pág. 21; la
disminución real y efectiva del patrimonio del acreedor como consecuencia directa del
incumplimiento del deudor: F.M. Nº 251, sent. 2ª, pág. 289. Equivale, en consecuencia,
al enriquecimiento que habría reportado al acreedor por el cumplimiento mismo,
representado hasta entonces por el crédito.
Los siguientes casos de indemnización han sido calificados por la jurisprudencia
de daños emergentes:
1) La depreciación en el mercado de acciones en garantía en un Banco con respecto
a la fecha en que debieron ser restituidas: RDJ, T. 18, sec. 1ª, pág. 62.
2) El valor de los derechos de Aduana en una internación ilegal de mercaderías:
RDJ, T. 60, sec. 4ª, pág. 563.
360
Se ha fallado que el lucro cesante es la privación de las ganancias que podría
obtener el acreedor de la prestación una vez incorporada ésta a su patrimonio, mediante
el cumplimiento efectivo de la obligación: G.T. de 1933, 1er sem., Nº 82, pág. 334; la
ganancia legítima para el acreedor menos los gastos efectuados para producirla: F.M.
Nº 450, sent. 16, pág. 950. Destacan los mismos caracteres: fallos de la RDJ, Ts. 22, sec. 1ª,
pág. 452, y 50, sec. 1ª, pág. 21, y F.M. Nº 251, sent. 2ª, pág. 289.
Se han calificado de lucro cesante indemnizable:
1) Las remuneraciones de un empleado si no se le hubiere puesto término intem-
pestivamente a sus servicios: RDJ, T. 19, sec. 1ª, pág. 500;
2) Lo que un administrador de un fundo dejó de percibir por no haber sido rein-
corporado como se debía, según sus aptitudes y la remuneración que debía pagársele:
RDJ, T. 26, sec. 1ª, pág. 209;
3) Lo que un abogado dejó de percibir por la revocación de su patrocinio en un con-
trato de iguala (Fallo del Consejo General de Abogados: RDJ, T. 61, sec. 5ª, pág. 1);
4) La diferencia de precio de unas mercaderías entre lo estipulado y el precio
actual: RDJ, T. 15, sec. 1ª, pág. 63; G.T. 1880, Nº 1.557, pág. 1.099.
5) En caso de término anticipado de un arrendamiento, la renta de arriendo por
el tiempo que le faltaba al contrato para expirar: RDJ, T. 42, sec. 1ª, pág. 145.
6) La no entrega de una propiedad cuando correspondía, por la renta que pudo
obtenerse de ella: F.M. Nº 251, sent. 2ª, pág. 289.
7) En accidente del trabajo, el lucro cesante lo fijan dos sentencias en fechas cer-
canas al accidente por no ser posible determinar la probable duración de la relación
laboral. G.J. Nº 244, pág. 163, y Nº 241, pág. 201.
Finalmente, digamos que una sentencia publicada en la RDJ, T. 55, sec. 2ª, pág. 123,
ha equiparado la indemnización moratoria al lucro cesante; en general coinciden, pero
no son una misma cosa.
879
LAS OBLIGACIONES
361
Por ello se ha resuelto que deben proporcionarse al tribunal antecedentes más
o menos ciertos que permitan determinar la ganancia probable: RDJ, T. 41, sec. 2ª,
pág. 41, y que si no es posible establecerlos por medio de una regulación precisa, deben
determinarse equitativamente: RDJ, T. 23, sec. 1ª, pág. 273.
Por ello se ha rechazado la indemnización de lo que el demandante podría haber
ganado desarrollando otra actividad: RDJ, T. 22, sec. 1ª, pág. 452.
La verdad es que la determinación de los perjuicios es siempre un problema muy relati-
vo, y queda entregado un poco a la casuística (véase Gatica, ob. cit., Nº 82, pág. 110).
362
Una sentencia de la C.A. de Santiago de 4 de marzo de 2003, rechaza el lucro
cesante por el no pago oportuno de una indemnización en un contrato de seguro,
porque éste está reglado por ley. G.J. Nº 273, pág. 70.
363
RDJ, T. 42, sec. 1ª, pág. 145.
364
La mayoría de los autores señalan que ésta es una división de los perjuicios
directos, pues el Art. 1558, tras señalar que de no mediar dolo sólo se responde de los
perjuicios previstos, agrega que habiéndolo, se responde de todos los que sean una con-
secuencia inmediata o directa del incumplimiento, o sea, de todos los directos. Lo que
pasa es que los indirectos se indemnizan en un solo caso: si las partes lo han estipulado,
y si bien normalmente entonces serán imprevistos, porque precisamente no tienen por
causa el incumplimiento, las partes pueden haberlos previsto expresamente.
880
4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
895. IV. Modificación de las reglas legales por las partes. El juez sólo
podrá aceptar la indemnización de los perjuicios que la ley ha señalado
como indemnizables, pero las disposiciones correspondientes deben
estimarse como meramente supletorias de la voluntad de las partes.
Como decíamos, el inc. final del Art. 1558, que contempla la divi-
sión de los perjuicios en directos e indirectos, previstos e imprevistos,
365
Se ha resuelto al respecto:
1º. Que es perjuicio previsto la diferencia entre la renta de arriendo estipulada
en el contrato que fue declarado terminado, y la que el arrendador cobró al nuevo
arrendatario: RDJ, T. 41, sec. 1ª, pág. 461.
2º. Que si el contrato estableció como no indemnizables determinados perjuicios, se
previó la no responsabilidad (se trataba de una concesión que dejó a salvo los derechos
de terceros): RDJ, T. 15, sec. 1ª, pág. 494.
3º. Que son perjuicios imprevistos los derivados del objeto a que pensaba destinar
el comprador el automóvil comprado, si el vendedor ignoraba esta circunstancia: RDJ,
T. 21, sec. 1ª, pág. 172.
4º. Que el mayor valor que adquiera la cosa vendida que no se entregó al comprador
es perjuicio previsto: RDJ, T. 42, sec. 1ª, pág. 79.
5º. A la inversa del anterior, que no lo es el mayor valor que haya adquirido un predio
entre el momento de la subasta indebidamente provocada y la demanda indemnizatoria,
si no se ha probado que la demandada estuvo en situación de prever ese mayor valor:
RDJ, T. 50, sec. 1ª, pág. 502.
6º. Que no son perjuicios previstos los que pueden causarse en los demás bienes
del acreedor: RDJ, T. 25, sec. 1ª, pág. 472.
366
RDJ, T. 25, sec. 1ª, pág. 472.
367
Si hay culpa, se responde de los perjuicios previstos, y si dolo, también de los
imprevistos: RDJ, Ts. 23, sec. 1ª, pág. 273; 25, sec. 1ª, pág. 472, y 31, sec. 1ª, pág. 157.
881
LAS OBLIGACIONES
368
RDJ, T. 42, sec. 1ª, pág. 179.
882
4ª PARTE. EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES
Sección tercera
AVALUACIÓN LEGAL DE LOS PERJUICIOS
898. Concepto y aplicación. A la avaluación legal de perjuicios se
refiere el Art. 1559, cuyo inc. 1º comienza por decir: “si la obligación es
de pagar una cantidad de dinero, la indemnización de perjuicio por la
mora está sujeta a las reglas siguientes”, y procede a señalar las cuatro
que estudiaremos en esta sección.
La avaluación legal, conforme a esto, se limita a las obligaciones de
dinero, a ninguna otra clase de ellas, y la razón es doble:
1º. En estas obligaciones el perjuicio por el incumplimiento es
evidente, dados los múltiples usos que el dinero tiene; cuando menos
el dinero es generador de intereses, y por esto es que el legislador,
al reglamentar la indemnización, la ha traducido en el pago de ellos
al acreedor. En consecuencia, si el acreedor se conforma con cobrar
intereses, no tendrá ninguno de los inconvenientes de la avaluación
judicial, que destacamos en la sección anterior, y
2º. Porque, como ya lo habíamos advertido, en las obligaciones de
dinero no existe indemnización compensatoria, por la razón de que ésta
es justamente la suma de dinero que equivale al cumplimiento íntegro
de la obligación.372 Si una persona debe dinero y no lo paga, el acreedor
lo ejecutará, embargará bienes suyos suficientes, los sacará a remate y
se pagará con el producto de la subasta (Nº 801). Esto es, se pagará en
dinero, cumpliéndose la obligación misma forzadamente.
En lo demás, fuera de las reglas especiales que estudiaremos y que
fundamentalmente tienden a fijar el monto de la indemnización en una
determinada tasa de intereses, y a liberar al acreedor de la prueba de
369
RDJ, T. 47, sec. 1ª, pág. 22.
370
RDJ, T. 25, sec. 1ª, pág. 472.
371
Un caso muy famoso de indemnización de perjuicios se encuentra publicado
en la RDJ, T. 52, sec. 1ª, pág. 444, y se refiere a la demanda de indemnización por el
derecho de angaria que ejerció el Estado chileno durante la Segunda Guerra Mundial
sobre barcos daneses.
372
L.S. Nº 35, pág. 37. C.A. de Santiago, sent. de 26 de enero de 2007.
883
VI. CUARTO PRESUPUESTO
DE LA RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL
El daño
89
En estos términos lo definimos en nuestro libro Responsabilidad Extracon-
tractual. Editorial Jurídica de Chile. Año 1999. Pág. 260.
215
RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL
216
CUARTO PRESUPUESTO DE LA RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL. EL DAÑO
217
RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL
218