Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
POLÍTICAS
TEMA:
ANULABILIDAD DEL ACTO JURÍDICO
Y
COMFIRMACION DEL ACTO JURÍDICO
MAGISTER:
NEIRE ROBLES YUL ALEXANDER
INTEGRANTES:
-MANSILLA TOSCANO JORGE BRAYAN
-RIOS MINAYA Francis
-MAMANI LOPEZ Flor Estefany
HUARAZ - 2020
Tabla de contenido
INTRODUCCIÓN.............................................................................................................................. 3
NOCIONES GENERALES...............................................................................................5
1. Causalidades de anulabilidad.......................................................................................6
3. El dolo.......................................................................................................................9
5. Las diferencias entre nulidad y anulabilidad dentro del Código Civil peruano.....................13
Concepto....................................................................................................................17
CARACTERÍSTICAS....................................................................................................18
Condiciones de la confirmación......................................................................................19
Efectos de la confirmación.............................................................................................20
Tipos De Confirmación..................................................................................................21
Formalidad de la confirmación........................................................................................23
CONCLUCIONES........................................................................................................................... 24
BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................................... 25
INTRODUCCIÓN
Desde la concepción hasta su fallecimiento, el ser humano, en
ese proceso de interacción se encuentra involucrado en un sin número de actos
jurídicos que van a influir en su desarrollo personal dentro de la sociedad en que se
desenvuelven. De ahí que resulte algo necesario tener una visión general de los
elementos que son indispensables para que dichos actos; llamemos contratos o
convenios, unilaterales o plurilaterales, surtan efectos que beneficien a las partes y
no que se celebren bajo el poder de alguna causa que pueda generar su
inasistencia o invalidez.
NOCIONES GENERALES
La anulabilidad del acto jurídico ha recibido diferentes denominaciones como acto
De los autores mencionados podemos darnos cuenta que si bien es cierto afecta a
algunos jurídicos, pero relativamente, esto quiere decir que aún una “salvación” para
que se logre celebrar los actos jurídicos que se quieren, sin embargo, para que ello se
concrete se tiene reunir todos los elementos necesarios, y en caso de que no se
cumplan puede ser declarado nulo donde es ahí donde no se dar solución o “salvarlo”
1. Cuando se haya celebrado por las personas a que se refiere el artículo 44.
Artículo 44. Incapacidad relativa,
1. CAUSALIDADES DE ANULABILIDAD.
son relativamente incapaces los así indicados en el artículo 44, del mismo modo
incluir los casos de incapacidad natural siempre en cuando sea relativo, como, por
ejemplo, algunas enfermedades que con el tiempo tienen cura, o deficiencias tal vez
al inicio no se le permita la capacidad, pero con pasar del tiempo sí.
En especial, son de considerar los artículos 52 y 135. El propósito que inspira este
artículo radica en la presunción de la validez de los actos celebrados por quienes
estando incursos en alguna de la hipótesis previa en los incisos 2 y 7 del artículo 44,
no han sido declarados incapaces. Hay presunción de invalidez y, por ende, plenitud
de efectos jurídicos del acto, en tanto permanezca vigente el principio de que la
capacidad es la regla y la incapacidad de excepción.
Según [ CITATION DrF \l 10250 ], conspicuo miembro de la Comisión
Reformadora del Código Civil, no resulta adecuado referirse genéricamente al término
“incapaces”, pues podría considerarse peyorativo, lo técnicamente aconsejable es
referirse a diversos casos en los cuales la capacidad de ejercicio de una persona
debe o queda restringida, en alguna medida, atendiendo a su salud o a su edad.
Del mismo modo, propone eliminar las categorías de “pródigo” y de “malos gestores”,
por cuanto estas son manifestaciones de un “severo trastorno mental”; y, por tanto, se
encuentran involucradas en la situación antes mencionada.
2.1. Error
La categoría del error comprende dos tipos de errores. El error vicio y el error
obstativo. El error vicio es una condición de ignorancia o de falsa
representación de la realidad en la cual incurre espontáneamente una parte,
que se representa mentalmente el contrato de manera diversa de cómo es en
la realidad. Mientras que el error obstativo es un error en la declaración, o
cuando la declaración ha sido inexactamente transmitida. Este error ocasiona
una divergencia entre la manifestación del acuerdo y la voluntad real de la
parte, debido a una externalización o transmisión del acuerdo mismo. El CC
equipara el tratamiento jurídico del error obstativo con el error vicio (artículo
208)
En el caso del error vicio, la declaración es querida, aunque sea en base a una
voluntad distinta a la hipotética, mientras en el caso del error obstativo esta es del
todo divergente de la voluntad. El legislador ha conminado a la misma sanción, que es
la anulabilidad del negocio. En palabras más simples: en el error obstativo “se declara
mal lo bien querido; en el error vicio, en cambio; se declara bien lo mal querido”
Por tanto, el error vicio es aquel en el que se ha emitido una declaración, pero algo ha
ocurrido durante su proceso formativo, o sea se presentaron determinadas
circunstancias que hicieron al agente declarar en cierto sentido pero que de no
presentarse el agente hubiera declarado en sentido diverso (o no declarado). En el
error obstativo, en cambio, no ha existido problema alguno en el proceso formativo de
la voluntad sin embargo la declaración es emitida inconscientemente de forma
errónea resultando divergente de la voluntad interna
Por eso, aunque el error tiene su origen en una de las partes, se tutela a la otra
porque requiere una protección ante la falta en la voluntad o en la declaración que
recibe y sobre la cual debe normar su conducta. Se parte del supuesto que un
instrumento de autonomía privada como es el negocio descansa en voluntades libres
y sanamente fundadas y declaradas. De eso se deriva la inconveniencia de enfocar la
tutela jurídica solamente en favor de uno solo de los polos de la relación. Aunque el
error provenga de una de las partes, afecta en un amplio sentido a todo el entramado
negocial y, por ende, a la otra parte Por tanto, cuando hablamos de error esencial nos
referimos a aquel que de no presentarse no hubiera provocado que el agente
manifestara su voluntad en cierto sentido. Además, siguiendo a Juan Espinoza la
esencialidad contaría con la siguiente clasificación.
3. EL DOLO
El dolo consiste en prácticas o maniobras maliciosas llevadas a cabo por una de las
partes con el fin de conseguir de la otra una declaración de voluntad que le traiga
provecho, o a un tercero. Se trata del dolus malus caracterizado por la perversidad del
propósito. La malicia humana encuentra medios variadísimos de actuar con tal de
lograr sus objetivos. Puede alguien proceder de manera activa falseando la verdad, y
se dice que procede por acción u omisión. Pero es igualmente doloso en los negocios
bilaterales, el silencio respecto de un hecho o cualidad que la otra parte haya
ignorado, cuando por razón de las circunstancias, dicho silencio conduzca a otro a
una declaración en provecho de quien calló, sub conditione, sin embargo, debe
probarse que sin ella el contrato no se habría celebrado. (Da Silva Pereira, 2011, pp.
439-440)
Para una doctrina francesa, en la etapa de formación del contrato, el dolo significa el
comportamiento deshonesto de una de las partes que haya tenido por objeto provocar
un error determinante del consentimiento de la otra. De esta definición, pareciera que
el dolo supone un error. Pero el error, aquí, no es espontaneo: él es provocado´, o sea
inducido por el comportamiento del autor del dolo.
Por tanto, el dolo está compuesto por aquellas malas prácticas realizadas por una de
las partes del negocio para convencer a la otra parte de celebrar el negocio jurídico en
un cierto sentido que beneficiará a la parte que actuó de mala fe o a un tercero. El
silencio podría también, en ciertos casos, derivar en dolo. Se diferencia del error
porque es provocado y no espontáneo.
Por el contrario, el negocio anulable se define como aquel que se encuentra afectado
por un vicio en su conformación. Como es evidente, la diferencia es clara e insalvable,
tratándose de dos supuestos totalmente distintos de invalidez, toda vez que en el caso
del negocio jurídico nulo estamos en presencia de un negocio que no se ha llegado a
formar válidamente por carecer de algún elemento, presupuesto o requisito, o por
tener un contenido ilícito que atenta contra los fundamentos del sistema jurídico, es
decir, el orden público, las buenas costumbres y las normas imperativas. Es decir, la
nulidad es el supuesto más severo y grave de invalidez, debido a que supone en
todos los casos negocios jurídicos que no se han llegado a formar por ausencia de
algún elemento o presupuesto, o que se han formado inválidamente con ausencia de
alguno de los requisitos establecidos por la ley o, lo que es más grave aún, negocios
jurídicos cuyos contenidos no cumplen con el requisito de la licitud por atentar contra
uno o varios de los fundamentos del sistema jurídico. Esto significa en consecuencia
que en los supuestos de nulidad el negocio jurídico nace muerto por carecer de
alguno de sus aspectos de orden estructural, bien se trate de la falta de algún
elemento, presupuesto o requisito. No debe olvidarse que el negocio jurídico se
considera formado cuando concurren sus elementos y presupuestos.
Consiguientemente, el negocio jurídico en el que no concurra algún elemento o
presupuesto, será un negocio jurídico que no habrá llegado a formarse, habiendo
nacido muerto y mereciendo por ello la calificación jurídica de negocio nulo. No
existen causales de anulabilidad por ausencia de elementos o presupuestos. La
ausencia de cualquiera de ellos autocráticamente determina un supuesto y causal de
nulidad. Del mismo modo, hemos establecido también que los requisitos,
denominados tradicionalmente elementos de validez, son necesarios para que el
negocio jurídico se considere válidamente formado. En este sentido, la ausencia de un
requisito determinará también que estemos frente a un negocio que no se ha formado
válida o adecuadamente, en cuyo caso habrá nacido igualmente muerto, y no podrá
producir ninguno de los efectos jurídicos que en abstracto tenía que haber producido.
Empero, la ausencia de todos los requisitos no determina la nulidad del negocio, pues
en dos casos específicos su ausencia es causal de anulabilidad. Puede decirse, no
obstante, que la ausencia de la casi totalidad de requisitos del negocio acarrea la
nulidad del mismo. Por el contrario, en el caso de los negocios jurídicos anulables no
se trata de un acto que carezca de algún elemento o presupuesto, o cuyo contenido
sea prohibido, sino de negocios que cumplen con la mayor cantidad de sus aspectos
estructurales, pero que tienen un vicio en su conformación que supone la ausencia de
determinados requisitos, razón por la cual tampoco son válidos. Sin embargo,
veremos después cómo esta diferencia de caracterización entre ambos supuestos de
invalidez determina a su vez la existencia de grandes diferencias entre ambas
categorías y en sus efectos entre las partes y respecto de los terceros. Debido a esta
diferencia fundamental es que en la doctrina algunos autores califican la nulidad de
nulidad absoluta, mientras que la anulabilidad de nulidad relativa. Sin perjuicio de lo
anterior, debe señalarse que nuestro sistema jurídico ha optado por los términos de
nulidad y de anulabilidad.
Como se podrá comprobar los supuestos más graves y severos de invalidez son los
de nulidad, razón por la cual los efectos de la nulidad igualmente son mucho más
graves y drásticos que los efectos de la anulabilidad, según veremos luego. Es por
ello mismo que se dice que el negocio nulo nace muerto, mientras que el negocio
anulable nace con vida, pero gravemente enfermo. Tanto la nulidad como la
anulabilidad son, pues, supuestos de ineficacia estructural, pero existiendo entre ellos
una diferencia en lo que a su gravedad o magnitud se refiere. Los supuestos de
nulidad suponen un defecto sumamente grave, mientras que los supuestos de
anulabilidad, un defecto menor que se caracteriza por la presencia de un vicio en la
estructura.
Finalmente, debemos señalar que en ambos casos existen dos tipos de causales: las
genéricas y las específicas. Las causales genéricas de nulidad, que son por ello
mismo de aplicación a todos los negocios jurídicos en general, se encuentran
reguladas en el artículo 219 del Código Civil, mientras que las causales genéricas de
anulabilidad en el artículo 221.
Además de estas causales genéricas aplicables a todos los negocios jurídicos,
existen las causales específicas, que se presentan en ciertas circunstancias y en
determinados supuestos o tipos de negocios jurídicos. Respecto de las causales
específicas puede decirse que aquéllas se encuentran dispersas en todo el sistema
jurídico en general, no existiendo una lista cerrada o numerus clausus de las mismas
como sucede con las genéricas. Existen dos tipos de causales de nulidad específicas:
las denominadas nulidades virtuales o tácitas y las llamadas nulidades expresas o
textuales. En el caso de la anulabilidad, las causales específicas son siempre
expresas o textuales, no pudiendo ser tácitas o virtuales. La diferencia entre las
causales de nulidad virtual y expresa será examinada posteriormente. Por ahora baste
con señalar que las nulidades son expresas o textuales cuando vienen declaradas
directamente por la norma jurídica (al igual que sucede con las anulabilidades
expresas o textuales), mientras que las nulidades son tácitas o virtuales cuando se
infieren o se deducen del contenido del negocio jurídico, por contravenir el mismo el
orden público, las buenas costumbres o las normas imperativas. Como se podrá
deducir fácilmente son infinitos los supuestos de nulidades virtuales.
Las causales de nulidad al igual que las de anulabilidad suponen siempre un defecto
en la estructura negociada y se dice por ello que son supuestos de ineficacia
estructural. Esto significa en consecuencia que los negocios nulos, al igual que los
anulables, son siempre negocios que tienen una estructura defectuosa, es decir,
negocios jurídicos mal conformados y por ende inválidos. Por eso, en el caso de la
rescisión, aun cuando la causal es también coetánea a la celebración del negocio
jurídico, no se trata de un supuesto de ineficacia estructural, por cuanto la causal no
supone un defecto en la estructura del negocio jurídico, sino que se trata de un defecto
ajeno a la conformación estructural del negocio jurídico. Los supuestos de invalidez
suponen siempre, además de una causal que se presenta al momento de la formación
o celebración del negocio jurídico, un defecto estructural y es por ello mismo que se
habla de ineficacia estructural, por tratarse de negocios jurídicos mal conformados,
cosa que no sucede con ninguno de los supuestos de ineficacia funcional, llamada
también por ello mismo ineficacia por causa extrínseca. Tanto las causales de nulidad
como las de anulabilidad son de carácter legal, es decir, establecidas e impuestas por
la ley, no pudiendo ser creadas por los particulares. Esta característica es muy
importante por cuanto existe en el Perú la mala costumbre de invocar sin fundamento
algunos causales de nulidad, tanto por abogados como por magistrados en general.
Esta segunda diferencia a su vez origina la tercera, según la cual la acción para
solicitar la declaración judicial de nulidad de un negocio jurídico puede ser interpuesta
no sólo por cualquiera de las partes que lo han celebrado, sino también por cualquier
tercero (siempre que acredite legítimo interés económico o moral), o por e, Ministerio
Público. Incluso el juez puede declarar de oficio una nulidad cuando la misma resulte
manifiesta, según lo establece claramente el artículo 220 del Código Civil.
Por el contrario, la acción judicial para solicitar la anulabilidad. del negocio jurídico
sólo puede ser interpuesta por la parte perjudicada que ha celebrado el negocio
jurídico viciado en cuyo beneficio la ley establece dicha acción. Esta tercera
diferencia, como es evidente, es consecuencia del diferente grado de gravedad que
existe entre la nulidad y la anulabilidad, según vimos anteriormente. A diferencia de la
nulidad, la causal de anulabilidad sólo atenta contra e1 interés privado, afectando a
una de las partes que ha celebrado el negocio jurídico.
El artículo 222 del Código Civil cuida bien en señalar que la misma se pronunciará a
petición de parte y no puede ser alegada por otras personas que aquellas en cuyo
beneficio la establece la ley. Ahora bien, como 1o veremos inmediatamente después,
la acción de anulabilidad no tiene como objetivo que se declare la anulabilidad del
negocio jurídico atacado por la causal de anulabilidad, sino que se declare la nulidad
del negocio anulable, es decir, afectado por la causal de anulabilidad. Los negocios
jurídicos anulables pueden ser declarados judicialmente nulos, en ningún caso podrán
ser declarados judicialmente anulables. La razón es muy simple: cuando un negocio
afectado por causal de anulabilidad es impugnado por la parte afectada por la causal,
que no desea confirmarlo, el juez, en caso de acreditarse la misma, deberá declarar la
nulidad del negocio anulable, el cual se considerará nulo desde la fecha de su
celebración por efecto de la sentencia que lo declare.
La cuarta diferencia fundamental entre ambas categorías radica en que los actos
nulos nacen muertos y por ende no producen ninguno de los efectos jurídicos que
tendrían que haber producido. Por el contrario, los actos anulables nacen con vida,
pero gravemente enfermos y como tales tienen un doble destino alternativo y
excluyente: o son subsanados o convalidados a través de la confirmación, o son
declarados judicialmente nulos a través de la acción de anulabilidad. Respecto de los
negocios anulables, debemos decir que a diferencia de los negocios nulos, los
mismos nacen produciendo todos sus efectos jurídicos, y los seguirán produciendo
normalmente si son confirmados, o dejaran de producirlos si son declarados
judicialmente nulos.
Conviene insistir en que mientras el negocio nulo nace muerto (y por ende en ningún
momento produce ninguno de los efectos jurídicos que tendría que haber producido,
por haber nacido sin vida), los negocios anulables, por el contrario, nacen enfermos
pero con vida, produciendo todos sus efectos jurídicos, aunque los dejará de producir
en caso la parte afectada por la causal de anulabilidad opte por solicitar judicialmente
la nulidad del mismo, o los seguirá produciendo normalmente en caso la parte
afectada opte por confirmar el acto, es decir, por subsanar el vicio que 1o afectaba.
Esto significa, en consecuencia, que el doble destino alternativo y excluyente del
negocio anulable depende de la parte afectada por la causal de anulabilidad, que es
quien decide la suerte del acto anulable.
De esta forma se entiende, ahora sí con claridad, el doble destino alternativo del
negocio anulable, el cual precisamos de la siguiente manera: el acto anulable nace
con vida produciendo todos sus efectos jurídicos, pero por haber nacido con una
enfermedad grave tiene un doble destino alternativo y excluyente: o es subsanado o
convalidado por la confirmación en cuyo caso seguirá produciendo normalmente todos
sus efectos jurídicos, o por el contrario es declarado judicialmente nulo como
consecuencia de la interposición de la acción de anulabilidad, en cuyo caso los
efectos jurídicos que produjo desaparecerán retroactivamente a la fecha de
celebración del acto. Como es evidente, para poder entender a profundidad esta
cuarta diferencia ha sido necesario precisar el objetivo de la acción de anulabilidad y
el efecto retroactivo de la sentencia que declara la nulidad del acto anulable. Por el
contrario, el acto nulo nace sin vida y en ningún caso puede producir ninguno de los
efectos jurídicos que tendría que haber producido.
En sexto lugar, son también distintos los plazos rescriptorios de las acciones de
nulidad y de anulabilidad. La acción de nulidad prescribe a los diez años, mientras que
la de anulabilidad a los dos años, según lo dispone el artículo 2001 del código civil.
Con relación a esta sexta diferencia contiene referirse a la prescriptibilidad de la
acción de nulidad con el siguiente razonamiento: según vimos anteriormente, los
negocios nulos no producen efectos jurídicos porque nacen muertos, sin vida.
Sin embargo, sucede que en muchos casos una o las dos partes (obviamente pueden
ser más de dos) deciden cumplir voluntariamente un acto nulo. Frente a esta situación
conviene ser categórico, por cuanto el hecho que se cumpla voluntariamente un acto
nulo no 1o convalida en absoluto. No debe olvidarse que los negocios nulos no
producen efectos jurídicos. En todo caso se tratará del cumplimiento de un efecto
meramente práctico o fáctico, pero en ningún caso de un efecto jurídico. Ahora bien, si
se produce la prescripción de la acción de nulidad. ello tampoco significa que el
negocio nulo se convalida por el transcurso del tiempo. Los negocios nulos no son
confirmables o convalidables por ninguna razón o causa, ni por el cumplimiento
voluntario de los mismos, ni por el transcurso del tiempo operando la prescripción de
la acción de nulidad a los diez años. Lo que es nulo nunca produce los efectos
jurídicos que tendrían que haberse producido, y es por ello que se señala en forma
enfática y unánime que los negocios nulos no son confirmables.
No obstante 1o cual, para efectos prácticos, de operar la prescripción de la acción de
nulidad en un supuesto determinado, se estaría prácticamente imposibilitando la
declaración judicial de nulidad, con la consiguiente inseguridad jurídica para las partes
y los terceros, creando una falsa apariencia de validez del negocio nu1o. Es por ello
justamente que la mayor parte de la doctrina considera que la acción de nulidad debe
ser imprescriptible y es así como se ha regulado en algunos códigos civiles la acción
de nulidad. Sin embargo, el Código Civil peruano actual, al igual que el anterior,
considero siempre que la acción de nulidad debía prescribir. En el código de 1936 se
estableció que el plazo prescriptorio era de 30 años, mientras que en el código actual
se ha reducido dicho plazo a 10 años.
Debemos ser bastante claros sobre este aspecto. Aun cuando el Código Civil
peruano no ha optado por la tesis de la imprescriptibilidad de la acción de nulidad,
posición que desde nuestro punto de vista hubiera sido preferible, debemos insistir en
lo que señalamos anteriormente: el transcurso del tiempo no puede convalidar en
ningún momento un negocio jurídico nulo y por ello la solución a este problema sería
la considerar que si bien la acción de nulidad ya no puede ser interpuesta al prescribir
la misma por el vencimiento del plazo de ley, la parte contra la que se pretenda hacer
valer el acto nulo, exigiéndosele su cumplimiento, tendría la posibilidad de defenderse,
deduciendo la nulidad ya no como acción, sino como excepción. Es ésta justamente la
solución que se ha elaborado en la doctrina de los países con sistemas jurídicos como
el nuestro, que establecen la prescripción de la acción de nulidad. Según esta tesis, la
nulidad no sólo puede solicitarse vía acción, sino que también puede deducirse vía
excepción. No obstante que, desde nuestro punto de vista, hubiera sido preferible que
el código optara por la imprescriptibilidad de la acción de nulidad. Como es evidente,
este problema no se plantea respecto de la acción de anulabilidad, por cuanto al ser
confirmables los actos anulables, se entiende que, al operar la prescripción de dicha
acción, se estaría confirmando tácitamente el negocio anulable por la parte a quien
correspondía la acción.
En ningún caso pueden deducirse o inferirse como sucede con las causales
específicas de nulidad virtual o tácita. Estas son, pues, las diferencias que existen
entre las dos categorías de invalidez reconocidas en el Código Civil peruano.
2. CONCEPTO
Para entender la confirmación del Acto Jurídico debemos empezar por entender la
anulabilidad que se fundamenta en la protección del interés privado del legitimado
para accionar; de ahí que frente al acto anulable, la parte afectada puede optar, si
tiene necesidad de la protección, por demandar judicialmente para que se declare su
nulidad, o, si ya no tiene necesidad de protección, puede convalidarlo mediante
confirmación, o puede dejar que transcurra el plazo de prescripción para ejercer la
acción de anulación (prescripción extintiva o liberatoria o sanatoria), o renunciar a la
acción una vez que ha cesado la causal de anulabilidad.
El acto anulable es eficaz desde su celebración, produce los efectos que le son
propios como si se tratara de un acto sano sin defectos o vicios que afecten su
validez, aunque está amenazado de anulabilidad. La confirmación suprime la
amenaza de anulación y asegura la validez y eficacia definitiva del acto que ya no
podrá ser impugnado de anulabilidad; la extinción de la amenaza de destrucción del
acto no significa que la confirmación tiene efectos retroactivos, sino que simplemente
el acto y sus efectos ya producidos dejan de estar amenazados de ser destruidos
mediante anulación.
b) De derecho a anularlo.
3. CARACTERÍSTICAS
El art. 230 dispone que la confirmación deja a "salvo el derecho de tercero". Veamos
esto con unos ejemplos:
A, incapaz relativo, vende un bien a B, capaz; a su vez, B vende el bien a C. Las dos
ventas son eficaces, pero están amenazadas de destrucción, pues hay la posibilidad
de que A inste la acción de anulabilidad. Pero si A en vez de optar por la nulidad
confirma el acto, a partir de ese instante el derecho de C queda consolidado a
perpetuidad, porque la confirmación produce la imposibilidad definitiva de impugnar el
acto por anulabilidad; la confirmación en este caso beneficia al tercero adquirente C.
- En el caso inverso de que A sea capaz y B incapaz, la venta hecha por B (una
vez cesada su incapacidad) a C constituye una renuncia a la acción de
anulabilidad, lo que equivale a una confirmación tácita; luego, el derecho de C
es inimpugnable por anulabilidad. Con relación a los terceros acreedores,
estos tienen a su favor la acción pauliana para que se declare ineficaz
respecto de ellos el acto de disposición realizado por su deudor y también la
acción oblicua o subrogatoria para que se anule dicho acto. La confirmación
no beneficia ni perjudica a los terceros acreedores más de Io que les
perjudicaría o beneficiaría que su deudor se abstenga de impugnar el acto por
anulabilidad; que sea anulable o que esté confirmado no altera en absoluto la
situación del acto respecto a los terceros acreedores porque en uno u otro
caso pueden hacer uso de la acción pauliana o de la acción oblicua. Todo
indica que la protección que dispensa el art. 230 a los terceros carece de
sentido.
5. CONDICIONES DE LA CONFIRMACIÓN
Para que la confirmación produzca su efecto variante, no basta que ella revista las
condiciones de formas adecuadas, sino que es indispensable la concurrencia de los
dos requisitos de fondo que establece el art. 1060 CC, para que la confirmación sea
eficaz en cuanto al tiempo en el cual puede tener lugar:
a) Es necesario, en primer lugar, que haya cesado la incapacidad o vicio que daba
lugar a la nulidad, o en otros términos, la causa que lo producía.
b) Para que la confirmación pueda tener lugar es necesario, en segundo término, que
no concurra ninguna otra causa que pueda producir la nulidad del acto de
confirmación, es lógico que el mismo deba ser válido.
Entre las partes. El acto invalido remonta sus efectos expurgatorios del vicio causante
de nulidad, a la fecha de celebración de dicho acto. El art. 1065 CC expresa: “La
confirmación tiene efectos retroactivos al día en que tuvo lugar el acto entre vivos, o al
día de fallecimiento del disponente en los actos de última voluntad”. La confirmación
se identifica con el acto inválido precedente, cuyo efecto consiste, justamente, en
sacarle el vicio que lo invalidaba, haciendo proyectar su influencia desde que dicho
acto pudo ser eficaz. Advierte Borda un “evidente error” en el supuesto de los actos de
última voluntad en que la confirmación, según la redacción del artículo, tiene efectos
retroactivos al día del fallecimiento del causante; donde “lejos de haber retroactividad,
hay postergación de los efectos de la confirmación hasta el momento de la muerte del
causante, lo que es propio de todos los actos de última voluntad”.
CON RESPECTO A TERCEROS. Previene el art. 1065 CC, cláusula final que “...este
efecto retroactivo no perjudicará los derechos de terceros”. Ello significa que si en el
intervalo transcurrido entre la celebración del acto inválido y la confirmación, se ha
constituido un derecho a favor de un tercero, que es enteramente válido en vista de la
nulidad del acto primitivo, la confirmación ulterior de este primer acto, no obstante su
natural efecto retroactivo entre las partes no afecta para nada la situación del tercero.
7. PRUEBA DE LA CONFIRMACIÓN
Al igual que las reglas generales, quien alega la confirmación soporta el peso de
cargar con la prueba “onus probandi”, que puede ofrecerse por cualquier medio,
cumpliendo todas las condiciones que la ley exige. Salvo el caso de confirmación
expresa, donde el instrumento debe suministrar la prueba. A su vez, probada la
existencia de la confirmación, quien invoque la carencia de eficacia convalidatoria por
falla de la forma adecuada deberá rendir la prueba de su aserción.
8. TIPOS DE CONFIRMACIÓN
8.1 CONFIRMACIÓN EXPRESA: (ART. 230 DEL CÓDIGO CIVIL)
La confirmación expresa es el acto jurídico unilateral (porque es realizado por aquel a
quien corresponde el derecho de instar la anulación, sin que sea necesario el
concurso de la otra parte cuando el acto anulable no es unilateral) y accesorio por el
cual la parte a quien corresponde la acción de anulación declara querer la validez
definitiva del acto anulable, con conocimiento de la causal de anulación y habiendo
esta cesado. Es la que se realiza por escrito. La confirmación expresa se constituye
en un acto formal, ya que ella debe hacerse por escrito, el instrumento de
confirmación expresa, debe contener bajo pena de nulidad:
La sustancia del acto que se quiere confirmar, las indicaciones precisas para
individualizarlo.
El vicio que adolecía, la indispensable mención de todos los vicios.
El artículo indica, además, la forma típica de confirmación tácita (la ejecución total o
parcial del acto) pero no excluye otras que permitan inducir asertivamente la intención
de confirmar el acto inválido más allá de la letra del artículo, como pueden ser otros
hechos que no podrían explicarse, sin admitir, que la confirmación tácita existe, al
respecto Borda cita: - Código Civil Cap., Sala B, 12/12/1958, LL, t. 94, p. 150. "actos
que envuelven una voluntad inequívoca", tal es el caso de quien ha adquirido un
inmueble, engañado por el vendedor, y luego lo enajena a un tercero o realiza otro
acto de disposición.
Ratificación
Reconocimiento
Transacción
La Ratificación
Es un acto jurídico que unilateralmente representa el representado para aceptar o
aprobar el acto celebrado por su representado en exceso o en violación de las
facultades de lo que no había envestido o del acto que celebro quien se arrogo su
representación sin tenerla.
CONCLUCIONES
- Uno de los temas más importantes del derecho privado y específicamente del
derecho civil patrimonial es el de la ineficacia de los actos jurídicos, y dentro de
ellos el de la anulabilidad.
- El acto jurídico anulable, o sea, el que padece de nulidad relativa, es aquel que
reúne los elementos esenciales o requisitos de validez, y por tanto, es eficaz,
pero, por adolecer de un vicio, a pedido de una de las partes, puede devenir en
nulo. No ofrece, al contrario de lo que ocurre con el acto nulo, dificultades
serias en su delimitación conceptual.
- Con relación al tema expuesto, considero que lo esencial del mismo es la
bondad abstracta con que los artículos del Código Civil le dan tratamiento,
demostrándose el beneficio de la confirmación para sanear el vicio del acto
primitivo y el modo de hacer a su vez que no se pierdan sus efectos. Y
asimismo se advierte en su análisis, un esfuerzo en la búsqueda de su utilidad
práctica para intentar hacer de esta herramienta jurídica algo comprensible y
concreta, tanto desde la doctrina como desde la jurisprudencia.
- La confirmaciones un acto unilateral, mediante el cual, la persona interesada
en la anulación de un acto de tal naturaleza, manifiesta tenerlo por valido
expresa o tácitamente, produciéndose, en consecuencia, su convalidación.
- La confirmación es un acto jurídico que tiene por finalidad convalidar un acto
anulable.
- La palabra confirmación es utilizada o conocida con diversos sinónimos:
corroborara, subsanar, remediar, revalidar o ratificar.
- La confirmación, por regla general extingue la acción de nulidad relativa y en
determinados casos, según diversos autores, en el mundo de la realidad
jurídica, la inexistencia; originados por la ineficacia de los actos jurídicos,
constituye una renuncia a la acción de nulidad relativa, no a la absoluta, pues
atentaría contra el interés público.
BIBLIOGRAFÍA
- Acto Jurídico. Anibal TORRES VASQUEZ VOL2
- www.derechoycambiosocial.com (Invalidez del Acto Jurídico)
- andrescusi.blogspot.com (La Confirmación del Acto Jurídico)
- Acto Jurídico. Anibal TORRES VASQUEZ VOL2
- lpderecho.pe (Diferencia entre Nulidad y Anulabilidad del Acto Jurídico