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Definición de Matrimonio
Desde el punto de vista del derecho Internacional Privado, el matrimonio plantea una
serie de problemas en cuanto a la determinación de la ley competente, de sus efectos
civiles e incluso en lo que se refiere a su validez. Esto se debe fundamentalmente a la
diversidad de ordenamientos jurídicos con sus diversas concepciones, las cuales dan lu-
gar a apreciaciones jurídicas y, por lo tanto, a verdaderos conflictos de leyes. Una de las
fuentes de estos conflictos estriba en el establecimiento en ciertos ordenamientos
jurídicos de la concepción canónica del matrimonio. De manera que un matrimonio,
válido según un ordenamiento no es inválido según otro por no haberse cumplido en
este matrimonio las exigencias canónicas exigidas por esta última legislación. Estos son
los llamados “matrimonios claudicantes”, válidos en una parte e inválidos en otra.
Desde un punto de vista jurídico el matrimonio es una institución social que por su
contexto jurídico tiene las exigencias de forma y fondo del contrato y, por lo tanto,
genera obligaciones y derechos como todo contrato. Desde este punto de vista, el
matrimonio modifica y crea un nuevo estado, modifica y crea nueva capacidad
emancipando al menor, por ejemplo, e interviene profundamente en materia de bienes,
pues a partir del matrimonio, se vivirá en comunidad, se hayan aportados bienes o no al
mismo.
Habría que examinar si existen capitulaciones de bienes, y esto se tiene que analizar.
Dentro de esta institución se pueden distinguir dos elementos: uno intrínseco; el otro
extrínseco. Los primeros son los elementos constitutivos que versan sobre el fondo de la
misma institución como son el consentimiento y la capacidad. En cambio, los segundos
versan sobre la forma, es decir, los requisitos de forma y demás
solemnidades necesarias para la celebración del matrimonio.
¿Cómo se aprecian estos elementos desde el punto de vista del Derecho Internacional
Privado? Se debe observar en primer término uno de los elementos intrínsecos como es
el de la capacidad. Es evidente que para contraer matrimonio es necesario tener
habilidad para ello, es decir, ser capaz. Esta capacidad, ¿por qué ley se determina? ¿Por
la ley de donde se ha celebrado el matrimonio o por la ley de la nacionalidad de los
contrayentes o por la del domicilio común? Igualmente, cual sería la legislación
competente para determinar la validez del matrimonio atendiendo a su forma, ¿la
legislación donde se celebró o la legislación donde se reclaman sus efectos civiles?
Tales problemas plantean la apreciación jurídica del matrimonio desde el punto de vista
del Derecho Internacional. Y para la debida solución de ellos se han establecido ciertos
sistemas jurídicos atendiendo a la existencia de determinados factores de conexión
vinculados al matrimonio como son el domicilio, la nacionalidad y el lugar de la
celebración.
Sistemas jurídicos aplicables:
Esta capacidad puede ser apreciada por dos sistemas jurídicos, a saber, el de la ley
personal y el de la ley territorial.
Dentro del principio del domicilio una variante sumamente importante es la opinión de
Savigny según la cual la ley aplicable para la determinación de la validez del
matrimonio en lo que se refiere a los requisitos de fondo es la ley del domicilio del
marido al tiempo del mismo. Esta tesis jurídica se basa en el hecho de que el marido es
el jefe del hogar desde el punto de vista jurídico y lo es desde el momento en el cual
contrae el matrimonio. Por lo tanto, es este factor de conexión todo un régimen jurídico
aplicable, determinado precisamente por el domicilio que tenga el marido al tiempo de
la celebración del matrimonio. Y tal como estaba previsto en la legislación venezolana
derogada, el marido establecía un domicilio legal para la mujer, pues para cualquier acto
de la vida del matrimonio, para reclamar sus efectos o para su anulación o disolución,
era competente la ley de la jurisdicción del domicilio del marido, independientemente
del domicilio de hecho de la mujer. En la reforma que sufrió el Código Civil en 1982, el
Artículo 33 hace determinar el domicilio conyugal por el domicilio que individualmente
tengan cada uno de los cónyuges que bien puede ser común o bien establecido en
distintas jurisdicciones en atención a que cada uno de ellos separadamente tenga en
distintos lugares el asiento principal de sus respectivos intereses o negocios.
Este concepto del domicilio que estaba establecido en el Código Civil venezolano está
en concordancia con lo establecido en la novísina Convención Interamericana sobre
domicilio de la persona física (Montevideo, 1979), en la cual el artículo 4 expresa que el
domicilio de los cónyuges será aquél en el cual éstos vivan de consuno, sin perjuicio del
derecho de cada uno de los cónyuges de fijar su domicilio en la forma prevista y en su
orden en el artículo 2 de la misma Convención, a saber, 1) el lugar de la residencia
habitual; 2) el lugar del centro principal de sus negocios; 3) el lugar de la simple
residencia; y, 4) el lugar en donde se encontrare.
b) En cuanto a la forma del matrimonio. En esta materia la regla o principio general
predominante es el del locus regitactum. De acuerdo con este principio, la ley
competente para regir la celebración del matrimonio es la ley del lugar de la
celebración.
Sin embargo, aparentemente, este principio comporta tres excepciones que son: 1)
cuando el matrimonio se efectúa en fraude a la ley (manipulación de factor de conexión
(animus y corpus que es la materialización del fraude), es decir, realizado en un lugar
distinto al lugar donde debía realizarse porque no existe en su legislación de origen. Es
decir, ej, 2 hombres no domiciliados en USA se casan… allí no aplicaría, sería en
fraude a la ley); 2) cuando un Estado exige expresamente la observancia de sus propias
formas del matrimonio en el extranjero; y 3) en el caso de matrimonios celebrados ante
funcionarios diplomáticos o consulares. Con relación a la primera excepción hay que
tener en cuenta que el matrimonio se efectúa en fraude a la ley cuando el agente realiza
el matrimonio en un lugar distinto del que normalmente debía realizarse por existir en
aquél formas consensuales o de otra naturaleza que no existen o son restrictivas en su
legislación de origen.
No obstante ello, algunos Estados haciendo uso de ese poder omnímodo que tienen de
crear normas de orden público o en atención de sus particulares concepciones de las
instituciones sociales, exigen ciertas formalidades, generalmente de carácter religioso
que los contrayentes deben cumplir además de las formas locales, lo cual constituye en
la práctica una excepción al principio del locus regitactum, pues el matrimonio aunque
celebrado de acuerdo a la ley local es inválido en el país de origen de los contrayentes
por no haberse observado los requisitos adicionales considerados como inexcusables.
Desde un punto de vista jurídico estricto es muy discutible una disposición legislativa
positiva de carácter material o convencional que consagre una norma de tal naturaleza.
En realidad, el matrimonio es una institución jurídica que corresponde al Estado
territorial autorizar y vigilar y los Estados, conscientes de este derecho, deben ser los
primeros en evitar tales abusos legislativos. Con tales medidas, la celebración de
matrimonios en consulados o sedes diplomáticas, lo que se logra es substraer del control
del Estado territorial la vigilancia del matrimonio, hecho que no tiene nada de jurídico,
pues precisamente lo contrario sí lo es. Es decir, respetar el matrimonio realizado en el
extranjero con observancia de las leyes locales en atención del principio
locus regitactum.
Artículo 21.La capacidad para contraer matrimonio y los requisitos de fondo del
matrimonio se rigen, para cada uno de los (futuros) contrayentes, por el Derecho de su
respectivo domicilio.
Derogatorias Código Civil el articulo 21 deroga estos, Arts. 9, 69(8), 105, 106 y 108.
(En lo que refiere a la prueba de la capacidad matrimonial)
La aplicación distributiva del Derecho del domicilio a cada contrayente para regir los
aspectos relativos a la capacidad para contraer el matrimonio y todos los requisitos de
fondo del mismo, sustituye la aplicación del Derecho de la nacionalidad de cada
contrayente, con lo cual se facilita la aplicación del derecho local, el cual en la mayoría
de los casos coincide con el Derecho de domicilio de ambos contrayentes o al menos
con el de uno de ellos.
Artículo 22. Los efectos personales y patrimoniales del matrimonio se rigen por el
derecho del domicilio común de los cónyuges. Si tuvieren domicilios distintos, se
aplicará el Derecho del último domicilio común. Las capitulaciones matrimoniales
válidas de acuerdo con un Derecho extranjero competente podrán ser inscritas en
cualquier momento en la respectiva Oficina Principal de Registro venezolana, cuando
se pretenda que produzcan efectos respecto de terceras personas de buena fe, sobre
bienes inmuebles situados en el territorio de la República.
Derogatorias: Ninguna
Las capitulaciones son válidas pero para que tengan validez en Venezuela o ej, para
que sean oponibles a terceros esas capitulaciones deben estar registradas en el
registro. Para que sean válidas en Venezuela deben cumplir estos requisitos. Ej, se
tiene que hacer la traducción, luego el apostilla y luego de eso se registra en el registro
principal.