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En los últimos años, la frecuencia de la sepsis se incrementó a una velocidad de cerca de

un 10% por año, probablemente debido a la mejora en la expectativa de vida, y al frecuente


uso de agentes inmunosupresores y procedimientos invasivos. a pesar del incremento del
conocimiento sobre su patogenia, todavía se observan tasas de mortalidad tan altas como
30%, incluso con el mejor cuidado. El temprano diagnóstico es unos de los más importantes
cambios en el manejo de la sepsis, el retraso en el reconocimiento de la sepsis incrementa
la mortalidad relacionada con la sepsis. Otro importante desafío es la naturaleza
heterogénea de la sepsis, limitando la efectividad de una estrategia de tratamiento de “talla
única” para estos pacientes.
En este contexto, el descubrimiento de biomarcadores capaces de identificar pacientes en
mayor riesgo de complicaciones de sepsis, o propensos a complicaciones específicas de la
sepsis, se considera un campo de gran relevancia en la investigación de la sepsis.
En la actualidad, procalcitonina y proteína c reactiva figuran entre los mejores estudios de
biomarcadores del diagnóstico y el monitoreo de la sepsis. Sin embargo, barreras como el
acceso limitado aún impiden su incorporación sistemática en los protocolos de tratamiento
de la sepsis. idealmente, un biomarcador de sepsis debería estar disponible para : 1
segregar la sepsis de otras causas de inflamación esteril (SIRS), 2 permitir algún tipo de
estratificación del riesgo, y 3 identificar subgrupos de pacientes con complicaciones
específicas de la sepsis, permitiendo un tratamiento específico para el objetivo. Además, un
biomarcador informático, cuya medida no dependa de equipos y reactivos complejos y de
alto costo, ciertamente representa una mejora importante en el manejo de la sepsis.

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