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1.

1 EXPLICA LAS DIFERENCIAS ENTRE LA ECONOMÍA Y LA


ORGANIZACIÓN SOCIAL DEL PALEOLÍTICO Y EL
NEOLÍTICO, Y LAS CAUSAS DEL CAMBIO

En la Península Ibérica hay restos arqueológicos que atestiguan la presencia de


comunidades humanas durante toda la Prehistoria. Dentro de la Prehistoria se pueden
distinguir, como mínimo, dos etapas con formas de organización social y bases
económicas peculiares que explicaremos a continuación: son el Paleolítico y el
Neolítico.

1. La etapa más prolongada en la prehistoria fue el Paleolítico, marcada por la


sucesión de glaciaciones. El período más importante es el Paleolítico Superior (desde
hace unos 40.000-30.000 años hasta hace 9.000 años). Las glaciaciones son periodos se
caracterizaban por un clima más frío que el actual con un medioambiente y unos
ecosistemas adaptados a esas circunstancias. Por entonces, las condiciones climáticas de
la Península Ibérica eran distintas a la actualidad: hacía más frio y las lluvias eran
abundantes. En las cimas de las montañas reinaba un clima polar con nieves perpetuas
que formaban glaciares más extensos en las latitudes septentrionales (Pirineos,
Cordillera Cantábrica) que en las meridionales (Sierra Nevada). Asimismo, grandes
herbívoros de clima frío habitaban la zona bisontes, uros, caballos, ciervos, renos, etc.
La economía era depredadora, basada en la caza y la recolección, lo que
requería como condición necesaria grupos humanos reducidos que pudieran moverse
por amplios lugares. En consecuencia, la forma de vida era nómada, había que seguir
a la caza, y se realizaban asentamientos estacionales junto a ríos y en cuevas. Es
presumible que no existieran, en los propios grupos, diferencias sociales de importancia,
ya que su reducido tamaño y la necesidad de cooperación en la caza reforzarían la
cohesión interna y la igualdad entre sus miembros. Las únicas divisiones sociales debían
estar causadas por las diferencias de género: hombres dedicados a la caza y mujeres a la
recolección y cuidado de ancianos y niños. Se trataba, pues, de una economía
recolectora-depredadora basada en la caza, la pesca y la recolección como base de la
subsistencia. Los yacimientos más importantes del Paleolítico superior aparecieron en la
cornisa cantábrica (Morín, Altamira, Tito Bustillo... etc) y en el área mediterránea
(Parpalló, Mallaetes, L’Arbreda, etcétera.)
2. Mesolítico (9000-5000 a. C.) y Neolítico (5000-2500 a. de C.). Hacia el año 9000 a.
C., finalizó la última glaciación (Würm) y se inició la fase climática actual. Los hielos
permanentes se retiraron hacia el norte y en la Península ibérica, al igual que en todo el
Mediterráneo, el clima se volvió más cálido y seco. Este cambio climático dio comienzo
al Mesolítico, que se caracterizó por la pervivencia de la economía depredadora del
Paleolítico, pero en un escenario de creciente presión demográfica: al desaparecer los
grandes herbívoros de clima frío, la forma de vida cazadora resultaba cada vez más
difícil para una población en aumento. En el caso de los grupos cazadores la presión
demográfica se da cuando el crecimiento de la población obliga a cazar a un ritmo
superior al de la capacidad de reproducción de las especies cazadas, por lo que estas
tienden a extinguirse.
El crecimiento de población y la disminución de la caza obligaron a pasar de
una economía depredadora a otra de producción, basada en la agricultura y la
domesticación de animales. Este proceso se conoce como “revolución neolítica”.
La gran ventaja de la agricultura, respecto a la caza, es que permite producir más
cantidad de alimentos por unidad de superficie y, por lo tanto, posibilita mantener a
poblaciones más densas y en crecimiento. Sin embargo, tiene también sus
inconvenientes: requiere invertir más esfuerzo y tiempo de trabajo que la caza
recolección y proporciona una dieta alimenticia más pobre. Asimismo, se produce un
fuerte impacto medioambiental, los ecosistemas forestales desaparecen tras las intensas
deforestaciones y roturaciones que exige la nueva actividad económica.
En consecuencia, el hombre dejó de ser nómada para convertirse en sedentario, con lo
que acabó agrupándose en comunidades, formando poblados. Los grupos fueron
adquiriendo una complejidad creciente y la división social del trabajo –jefes,
sacerdotes, guerreros, agricultores, pastores– originó diferencias de riqueza y de poder
entre sus miembros. La sedentarización favoreció la generación de excedentes de
producción y, por tanto, la aparición de la propiedad privada y la diferenciación
social. Esta nueva forma de vida exigía una organización social más reglamentada, que
acabaría desembocando en la aparición del Estado.
Los cambios económicos y sociales que conlleva la revolución neolítica tienen
una gran importancia. La acumulación de excedentes de alimentos y de productos
manufacturados posibilita el nacimiento del comercio y la especialización en el trabajo.
La propiedad de la tierra y del ganado provoca las primeras diferencias de clase. Los
poblados crecerán en población, necesitarán rodearse de murallas de piedra para
protegerse de otros pueblos y aumentan los rasgos de vida urbana. En la península
Ibérica tenemos los ejemplos de los poblados neolíticos de Los Millares o El Argar,
ambos en la provincia de Almería.

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