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ANTONIO BEZARES MONTES (08032606 V)

Segunda P.E.D. Prehistoria I


Comentario de tabla y cuadro referidos a los bloques 5 y 6.

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. Comentario sobre la tabla de periodizació n cultural del Neolítico Precerá mico.

Con el fin de poder hacer un comentario má s o menos serio acerca de la tabla cronoló gica adjunta hemos
de tener en cuenta que hacia el 12.000 BP se produjo el ú ltimo avance de la glaciació n Wü rm, dentro del
proceso de deglaciació n del Hemisferio Norte que acabó con el inmenso Inlandsis escandinavo, entre
20.000 BP y 8.000 BP. Este gigantesco deshielo glaciar aumentó considerablemente el nivel del mar
anegando inmensos territorios costeros, conocido fenó meno como “transgresió n marina postglaciar”, y
dio lugar al periodo frío del Younger Dryass. Este fenó meno no repercutió de igual modo en todas las
provincias del continente europeo, mientras que en Escandinavia descubría nuevos territorios, en el
Mediterrá neo apenas hizo efecto, no así como en el vasto territorio entre Inglaterra y Alemania conocido
como Doggerland, que quedó anegado por completo (subida del nivel del mar de 60mts).
Ademá s de esto, el calentamiento postglaciar influyó positivamente en el aumento de temperaturas que
provocaron una mayor degradació n del clima mediterrá neo, dando lugar a desiertos zonales, como es el
caso que nos ocupa.

Así mismo, hemos de tener en cuenta los ciclos a que se ve sometida la Tierra, conocidos como ciclos de
Milankovitch. Hacia el 13.000 BP el bamboleo lateral del eje terrá queo dio lugar a que el perihelio
terrestre sucediera durante el solsticio de invierno, con consecuencias terribles para el enorme manto
Laurentino, que comenzó a fundirse. También hemos de contar con el grado de oblicuidad de la elíptica,
que al ser menor, condujo a que los círculos polares ascendieran unos grados en latitud, con la
consiguiente reducció n de los casquetes polares. También trajo consigo el descenso latitudinal de los
desiertos hacia las zonas templadas.
Todos estos cambios dieron lugar obviamente a un gran cambio de la flora y fauna terrestres. Los
paisajes de tundra y estepa se transformaron en paisajes de bosques boreales y mixtos caducifolios,
estepas arboladas y se hizo obvio un incremento del bosque mediterrá neo. Las megaespecies glaciares se
extinguieron (Mamut, Oso de las cavernas, Rinoceronte lanudo, etc.) al ser incapaces de adaptarse a las
condiciones templadas, dando paso a la expansió n de animales con há bitos forestales (Ciervos, Corzos,
Gamos, Jabalíes, etc.), es decir, de á mbito territorial no trashumante.

En cuanto a los antecedentes culturales hemos de hablar acerca del PROTONEOLÍTICO, que es la etapa
inmediatamente anterior al NEOLÍTICO (Manufactura y utilizació n de la cerá mica), ya que sin él, éste
ú ltimo no podría haberse desarrollado. Todo el periodo Protoneolítico puede ser dividido en varios
subperiodos que son: Epipaleolítico (Tradició n Glaciar con innovaciones culturales), Mesolítico (Ruptura
con las antiguas tradiciones), Precerá mico A (PPNA), Precerá mico B (PPNB) y Precerá mico C (PPNC-
Transició n al Neolítico pleno).

El periodo MESOLÍTICO (Edad de la Piedra Media) es considerado por los prehistoriadores como el
periodo transicional entre el Paleolítico y el Neolítico, cuyas comunidades humanas seguían viviendo
como cazadores-recolectores pero que incorporaban estrategias avanzadas destinadas al control
exhaustivo de los recursos naturales. Un gran porcentaje de los estudiosos de la Prehistoria coinciden en
que el Mesolítico fue el paso necesario para la consecució n de la invenció n de la economía de producció n
de alimentos característica del Neolítico. Hemos de hacer hincapié en que no todas las comunidades
mesolíticas nacieron al mismo tiempo, siendo las primeras las del caso que nos ocupa en Oriente Medio
hacia 12.000 BP (Cultura Natufiense) y en la cornisa atlá ntica europea hacia 8.000 BP , pero coincidiendo
cronoló gicamente con el llamado “ó ptimo climá tico”, caracterizado por altas temperaturas y humedad.
Geográ ficamente hablando, el suroeste de Asia se puede dividir a grandes rasgos en tres zonas de
vegetació n principales. En la zona mediterrá nea, estrecha franja a lo largo de la costa oriental del
Mediterrá neo y costas meridional y occidental de Turquía, encontramos principalmente arbustos y
á rboles de hoja perenne, especies no adaptadas al frío. En la zona de desierto y estepa de Siria, Jordania,
Irak y Mesopotamia (Tramos inferiores Tigris y É ufrates) tenemos una cubierta vegetal bastante escasa.
Por ú ltimo, la zona montañ osa de los montes del Líbano, del este de Turquía y los montes Zagros, al
sureste de la península de Anatolia, la vegetació n característica es el bosque templado de roble, cedro,
pino, abeto, pistachero y enebro. Abundan las frutas, nueces, cereales silvestres (trigo y cebada),

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legumbres, así como ovejas, cabras, vacas y cerdos. Todo este extenso territorio es conocido como el
“Creciente fértil”, en donde la proximidad de las zonas habitadas y el cará cter localizado de ciertos
recursos favorecieron el movimiento de personas y el intercambio de mercancías, por lo que es má s que
probable que el nacimiento de la agricultura se diera en má s de un sitio a la vez, así como el inicio del
pastoreo.
Las industrias líticas son de cará cter microlítico, que se incrustan en hueso o madera y cuyo fin ú ltimo
son utensilios para la recolecció n de vegetales, como las hoces, o la caza, como las azagayas, ademá s de
los utilizados como punta de proyectil en lanzas y flechas. Para ello se utilizaban puntas geométricas de
forma triangular, semicircular y trapezoidal, éstas ú ltimas especializadas en desgarrar internamente
manteniendo intacta la piel del animal.
En esta época es cuando el HAM comienza a delimitar los territorios y a disponerse en zonas má s
elevadas fá cilmente defendibles, pues es a partir de aquí cuando empezamos a hallar los primeros
indicios de guerras territoriales, gracias a restos con evidentes muestras de violencia. Es también a partir
de entonces cuando comienzan a aparecer los enterramientos colectivos o necró polis.
Como hemos dicho anteriormente, no se puede tratar a todos los pueblos mesolíticos de una manera
homogénea, pero sí podemos concebir ciertos rasgos comunes a todos ellos para encuadrarlos dentro del
mismo complejo cultural:

.Tendencia al sedentarismo: gracias al establecimiento de asentamientos en zonas de elevada


productividad alimentaria. En muchos casos se instalaban en lugares estratégicos a medio camino entre
distintos ecosistemas, que les permitían controlar la caza, la pesca y la recolecció n de frutos. Obviamente
esto desencadenó un proceso cada vez má s acusado de concentració n demográ fica, lo que acarreó un
incremento de la territorialidad generando conflictos entre grupos humanos pró ximos.
. Diversificació n de la dieta: las comunidades mesolíticas cimentaban su subsistencia en la bú squeda de
todo tipo de recursos alimenticios, tales como caza mayor, caza menor, pesca fluvial, moluscos
(Concheros) y recolecció n de vegetales.
.Revolució n de amplio espectro: o estrategia de reducció n de riesgos. Es preferible contar con má s de una
fuente de subsistencia, ya que si la ú nica fuente de alimentació n sufre una mortandad excesiva podría
peligrar la propia supervivencia de los grupos humanos.
. Enterramientos colectivos en necró polis: expresió n má s representativa de estos pueblos que revelan
unas nuevas costumbres culturales con fuertes repercusiones sociales e ideoló gicas. Las prá cticas de
enterramiento colectivo son muy ú tiles para reivindicar un territorio en propiedad, así como el dar
sepultura a los tuyos refuerza la identidad territorial del grupo humano.
. Indicios de diferenciació n social vertical: En algunas comunidades los prehistoriadores han creído
percibir diferenciació n interindividual, es decir de tipo vertical, gracias a la presencia en algunos
enterramientos de ajuares personales que podrían indicar cierta relevancia social.

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. Ahora nos centraremos en el estudio del Pró ximo Oriente, objeto principal de este trabajo.

La provincia levantina.

El Epipaleolítico Kebariense.

Obviamente las comunidades mesolíticas no aparecieron espontá neamente, fueron el resultado de un


largo proceso evolutivo cultural con un origen que se remonta unos milenios atrá s. Siendo protagonista
de esta evolució n la cultura Kebariense, que se asentó en Palestina e Israel entre 19.000 BP y 14.500 BP.
Estos grupos humanos ocuparon cuevas y lugares al aire libre por igual, pero con una clara preferencia
por los sitios de altura y las zonas llanas junto a los ríos o Uadis (cauce de río seco excepto en la época de
lluvias). É stos ú ltimos eran sus favoritos ya que se encontraban en las proximidades de ecosistemas
plenos de recursos. La tecnología industrial se centraba casi exclusivamente en la manufactura de
laminillas, sobre todo micropuntas y laminillas de dorso curvo y de base truncada. La manufactura ó sea
resulta llamativamente pobre, con algunas puntas, punzones y bruñ idores. La economía de estos pueblos
se versaba bá sicamente en la caza de gamos, cabras, gacelas y una pequeñ a parte de moluscos litorales.
La prá ctica del enterramiento no era muy comú n pero ya existía cuyo ejemplo está en la sepultura de una
mujer y dos varones en los yacimientos de Ein Gev y Qsar Kharaneh. Utilizaban para la molienda de trigo
y cebada unos morteros de piedra que estaban en torno a 20 kilogramos de peso.

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-Morteros tallados en basalto con técnica de pulimentado-

El Epipaleolítico Kebariense Geométrico.

Hacia 14.000 BP entra en juego un nuevo tecnocomplejo cultural llamado Kebariense Geométrico, por la
utilizació n de microlitos geométricos, que en su mayor parte eran trapecios, triá ngulos y segmentos de
círculo. Por lo demá s, es bastante coincidente con el periodo cultural anteriormente reseñ ado:
instrumentos para molienda; escasa industria ó sea; caza de gacelas y cabras; recolecció n litoral;
sepulturas ocasionales, etc.

La cultura Natufiense.

La cultura natufiense es una cultura de transició n durante la cual la població n vivía una existencia
sedentaria basada en la recolecció n intensiva de cereales silvestres, documentada en Palestina mejor que
en ningú n otro sitio. Esta cultura apareció hacia el 12.800 BP en el corredor levantino entre Palestina,
Israel, Líbano y Jordania. En esta época la regió n disponía de un mosaico ambiental heterogéneo, con
llanuras litorales, bosques mediterrá neos, bosques hú medos de robles, bosques claros, praderas de
gramíneas y bordes desérticos, lo que dio lugar a un variado ecosistema de animales: gacelas, ciervos,
equinos y pequeñ os mamíferos. El término natufiense fue ideado por la arqueó loga Dorothy Garrod en
1932, a partir del yacimiento de Wadi-en-Natuf, sito en Israel. Los yacimientos má s relevantes
pertenecientes a esta cultura son: Hayonim en Palestina, Ain Mallaha en el río Jordá n, Jericó junto al Mar
Muerto y Mureybet en el É ufrates.

La cultura natufiense no abandonó los há bitats tradicionales como cuevas y abrigos, pero presenta
campamentos al aire libre de notable extensió n compuestos por cabañ as circulares de piedra, que en
algunos casos llegan a superar el medio centenar de unidades. En varios casos se han llegado a encontrar
calles pavimentadas con piedras circulares y redondeadas. Dichas cabañ as presentaban una ú nica planta
circular o elíptica excavada en el suelo de hasta 10 metros de diá metro con una base perimetral de piedra
seca o mezcla de mortero y arcilla endurecida. Los muros eran construidos con materiales perecederos
como el zarzo, cañ as y barro, dispuestos entre postes hincados en tierra que daban consistencia a la
estructura y sostenían la techumbre. Los suelos se recubrían de colorante rojizo y se organizaban en
torno a hogares de piedra o zonas rectangulares elevadas de tierra apisonada en donde creemos que
preparaban los alimentos.

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El repertorio instrumental se encuentra con profusió n piezas microlíticas geométricas que podrían
haberse utilizado a modo de punta letal de caza o como dientes de hoz para la recolecció n de plantas
silvestres, como atestigua la presencia en sus filos del “lustre de hoz”. Así mismo se han hallado restos de
muescas, denticulados y perforadores.

-Mango de hoz Natufiense-

Con respecto a la industria ó sea se han encontrado punzones, azagayas biapuntadas, anzuelos, arpones
de una hilera de dientes y mangos de hoz. Pero las herramientas má s sobresalientes eran unas piezas
macrolíticas realizadas con la desconocida técnica del pulimentado, que consistía en realizar dos clases
de retoque una vez estaba confeccionada la pieza. Estos dos retoques consistían en un lijado grueso
primero con arenas de grano grueso y un segundo lijado con grano fino, que daba el aspecto final al ú til
en cuestió n. Gracias a ello, consiguieron manufacturar una amplia panoplia de morteros, molederas,
molinos, alisadores (restos de ocre), etc. El pulimento también se utilizó para fabricar auténticos cuencos
de piedra para contener productos o agua, con varios miles de añ os de anterioridad a los recipientes
cerá micos. Por ú ltimo, comentar dentro del á mbito de la cultura material, la presencia de colecciones de
materias primas exó ticas halladas en el interior de las cabañ as, piedras á gata naturales alisadas y fó siles.
Con respecto al adorno personal, se han encontrado infinidad de colgantes decorados con dientes, huesos
y conchas animales.

En el plano econó mico, el pueblo natufiense recurrió a una economía de amplio espectro, en la que el
protagonismo lo detentaba la caza mayor, cuyo objetivo principal eran las muy abundantes gacelas. Dado
el gran nú mero de restos ó seos hallados de estos animales, nos hace pensar que se dieron matanzas
masivas usando tá cticas de seguimiento y acorralamiento. Acompañ ando a estos restos se han
encontrado huesos de cabra salvaje, caballo, bó vido, jabalí, zorro, liebre, tortuga y aves, así como de
peces de agua dulce, marisco litoral y plantas y semillas, entre ellas, de lenteja, guisante, escanda, cebada,
pistacho, bellota, almendra y uva. Aú n a pesar de tener una dieta tan variada, estudios realizados del
esmalte dental de estos pobladores, indican deficiencias nutricionales propias de épocas de carestía,
tanto es así, que la estatura media disminuyó con el devenir del tiempo.
En los yacimientos y cementerios natufienses má s extensos se han hallado importantes pruebas que
indican que esta sociedad era jerá rquica y que entre unas comunidades y otras tenía lugar un amplio
intercambio de conchas marinas, obsidiana y cuencos de piedra. Los enterramientos natufienses se
dieron con asiduidad, tanto bajo los suelos de las viviendas como en zonas cercanas al nú cleo urbano en
forma de auténticas necró polis. Los finados eran depositados en la posició n de decú bito lateral con la
cabeza orientada hacia el norte y estaban impregnados en ocre y como ajuar presentan figurillas talladas
en piedra y hueso.

El pueblo natufiense le dio gran importancia al arte mobiliar, ya que se han encontrado motivos
geométricos adornando los morteros de molienda, así como los mangos de las hoces, que presentan
representaciones naturalistas de animales esculpidas de manera sencilla. También han aparecido
figurillas y esculturas de cabezas humanas, cuya interpretació n social hoy en día se nos escapa.

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-Crá neo de Jericó modelado con yeso y conchas de cauri en los ojos-

-Má scara de Jericó -


. La Provincia Mesopotá mica.

En esta regió n geográ fica se desplegó la cultura Zarziense, coetá nea de la cultura Natufiense del Corredor
Levantino, que desarrolló una importante industria lítica entre los Montes Zagros y Mesopotamia.
Adquiere el nombre de Zarziense por el yacimiento llamado Zarzi, situado en una cueva con el mismo
nombre y pró ximo a un afluente del Tigris. Este tecnocomplejo manufacturó una industria con gran
catidad de hojitas de dorso y diminutos raspadores circulares, puntas con muesca, hojas con escotadura y
buriles de truncatura mú ltiple.
La gran parte de los asentamientos se hallan pró ximos a afluentes del río Tigris, de los cuales algunos se
corresponden con ocupaciones semipermanentes, y entre los que destacan: Karim Shahir (10.000 BP),
Palegawra (14.000/11.500 BP) y Zawi Chemi/Cueva de Shanidar (12.000 BP). En los niveles superiores
de Zawi Chemi y la cueva de Shanidar, las ovejas domesticadas representan el 80% de los restos de
animales que allí se consumían, por lo que este yacimiento detenta el ejemplo má s antiguo que se tiene
de control humano sobre la producció n de alimentos en el suroeste de Asia. Complementando al
consumo de oveja, se han hallado indicios de caza de ciervo y cabra, así como la ingesta de gran cantidad
de cereales, gracias a la importante colecció n de objetos de molienda encontrados.

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La primera comunidad agrícola primitiva basada en aldeas que fue descubierta es Jarmo, situada en el
valle de Chemchemal, al este de Kirkut, norte de Irak. Data aproximadamente sobre 9.000 BP y se
encuentra situada sobre un monte a 800mts. de altura y se extiende sobre una superficie de 4 ha. La
economía se basaba en la agricultura junto con la caza y la recolecció n. Se cultivaba trigo y cebada
ademá s de legumbres de gran tamañ o, y se criaban cabras y ovejas, en los niveles superiores se han
encontrado restos de cerdos también, que son animales que no se adaptan a la ganadería nó mada. Se
estima que la presencia humana no superó nunca el nú mero de 150 personas, que vivían en casas
rectangulares con habitaciones pequeñ as y patio y construidas con barro modelado. Las paredes se
construían sobre una base de piedra y los suelos de arcilla se disponían sobre lechos de cañ as. Se han
encontrado también hornos y despensas de barro, pero los objetos má s sorprendentes son unas
estatuillas de arcilla ligeramente cocidas que representan animales y seres humanos. La similitud entre
los tecnocomplejos Zarziense y Natufiense es bastante notable, debido en su mayor parte a las redes de
intercambio existentes entre los diferentes asentamientos de la regió n.
A partir de sus trabajos arqueoló gicos en Jarmo y los Montes Zagros, el paleoantropó logo Brainwood
llegó a la conclusió n de que la agricultura surgió como un resultado ló gico de la especializació n y
elaboració n de las culturas, ya que lo ú nico que tuvieron que hacer los clanes de cazadores-recolectores
fue acostumbrarse durante el Holoceno a sus “vecinos” animales y vegetales. A medida que la cultura
evolucionaba, los pueblos iban desarrollando métodos má s eficaces para aprovechar su entorno, de ahí
que para Brainwood, la agricultura significó un eslabó n natural en la larga cadena evolutiva humana.

. El Triá ngulo de Oro.

-Yacimiento de Abu Hureyra-

Actualmente, la zona geográ fica situada entre el Mediterrá neo y los Montes Zagros, que componen las
cabeceras de los ríos Tigris y É ufrates, el curso medio de éste ú ltimo y el norte del Jezirah sirio iraquí, es
considerada por los estudiosos de la materia como el nú cleo principal de Neolitizació n, por lo que ha
recibido el nombre de Triá ngulo de Oro. En este extenso territorio coexisten tres conjuntos culturales en
territorios separados, a saber: Natufiense Levantino, Zarziense de los Montes Zagros y Trialetiense de los
valles altos del Tigris y É ufrates. Estos grandes tecno-complejos coinciden en la profusió n de
manufactura de ú tiles geométricos y el microlitismo. La presencia de herramientas especializadas en la
recolecció n y tratamiento de los cereales (hoces, morteros, vajillas, etc.) nos indican cuando menos la

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existencia de una vida con bastante grado de sedentarismo, basada en una recolecció n masiva de
cereales.
Estos pueblos habitaban permanente o semipermanentemente asentamientos que estaban compuestos
por cabañ as circulares o elípticas excavadas en el suelo y que disponían de sus propios cementerios o
necró polis, que reforzaban el sentimiento de territorialidad.
Los datos obtenidos en los yacimientos de Mureybet, Tell Abu Hureyra, Cheikh Hassan y Jerf el Ahmar
nos indican que en el curso medio del río É ufrates se originó un nú cleo de neolitizació n muy a tener en
cuenta. Pertenecen al periodo inicial de la agricultura entre 9.600 y 8.000 BP, que tuvo lugar cuando los
grupos humanos comenzaron a sembrar semillas de plantas fuera de sus há bitats naturales.

Mureybet tiene un interés muy especial, pues es la aldea má s antigua en la que se han encontrado restos
de una planta aclimatada, es decir, trigo de escañ a menor. Ya que esta variedad de trigo es originaria de
los Montes Zagros y Taurus, debió cultivarse aquí. Abu Hureyra está situado en una zona de estepa
boscosa donde abundaban animales y cereales silvestres con una antigü edad de entre 11.500 BP/ 10.000
BP, ya que el clima de aquel tiempo era má s cá lido y hú medo que en la actualidad. La població n de
Hureyra construyó un asentamiento semipermanente que cosechó cereales como complemento a las
prá cticas cinegéticas de las gacelas persas que llegaban desde el sur cada primavera. Hacia el 9.600 BP se
erigió una nueva aldea en el lugar del asentamiento anterior con una extensió n de 12 ha. compuesta por
casas rectangulares(posiblemente unifamiliares) de una sola planta con varias habitaciones, el suelo de
yeso negro pulido y decorado con dibujos rojos. Hacia el 8.500 BP dejaron de cazar gacelas para criar
ovejas y cabras domésticas y cultivar legumbres, trigo de escañ a y otros cereales.
Desde el Natufiense se viene hablando de “koiné”, es decir, una especie de unificació n cultural, lo que no
es ó bice para la existencia de grupos individualizados dentro del conjunto territorial. Así, el Natufiense
dio paso al Khiamiense, Sultaniense y Yarmukiense en el Corredor Levantino, el Trialetiense hizo lo
propio con el Meybetiense y la industria Cayö nü y por ú ltimo, el Zarziense devino en el
Nemrikiense/Miéfatiense hasta llegar a la industria de los Montes Zagros/Proto Hassuna.

. Neolítico Precerá mico A (PPNA).

. Introducció n:
El Pre-Pottery Neolithic (PPNA) tiene una cronología de 10.000/ 9.400 BP o 9.500/8.500 BC (antes de
nuestra era) y segú n la opinió n de los estudiosos de la materia, comenzaría tras la etapa fría del Younger
Dryass, que pondrá punto final al Pleistoceno. Por lo tanto, con el comienzo del Holoceno, se iniciaría en
Oriente Pró ximo la producció n de alimentos, menos en la regió n de los Montes Zagros, que vería su inicio
un milenio después.
Este tecnocomplejo se localiza en el Corredor Levantino, que incluye el valle del río Jordá n, los lagos del
oasis de Damasco hasta el É ufrates Medio y quizá s por el norte llegaba hasta el sur de la Península de
Anatolia. Fue identificado en el yacimiento de Tell el-Sultan, situado en la ciudad de Jericó , por Kathleen
Kenyon en los añ os 50 del siglo XX. Existen infinidad de yacimientos, de los que los má s importantes son:
Khiam, Netiv Hagdud y Nahal Oren en Israel; Aswad, Mureybet y Qamarel Cheikh Hassan en Siria y
Çayö nü en Turquía. Este ú ltimo asentamiento tiene su origen hacia 10.000 BP y se localiza en el sureste
de Turquía, cerca de Diyarbarkir, en la terraza fluvial de un afluente del Tigris que se extiende hasta las
estribaciones de los Montes Taurus. El lugar estuvo ocupado por cultivadores de trigo, guisantes y
lentejas desde aproximadamente 9.250 BP hasta 8.700 BP. Este yacimiento es interesante pues gracias a
los huesos de animales allí encontrados, se ve el giro que hicieron los pobladores desde la caza de
animales salvajes hasta la cría de animales domesticados. Los restos arquitectó nicos está n constituidos
por edificios residenciales, de los que 3 son monumentales, lo que hace suponer una funció n comunitaria
e indican algú n sistema de jefatura. Aunque no utilizaban todavía la cerá mica, los pobladores
çayö nü enses producían utensilios de sílex, obsidiana, adornos de piedra pulimentada y estatuillas de
arcilla. Lo má s sorprendente es el uso del cobre, con el que fabricaban alfileres, ganchos, escariadores y
cuentas, en lo que hasta el momento es la prueba má s antigua de uso intencionado de metales por el ser
humano.

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Existe una encendida controversia en cuanto a la periodizació n interna de este periodo, pues algunos
autores consideran que debe tomarse como un periodo ú nico, otros en Sultaniense y Khiamiense y un
ú ltimo grupo que subdivide en Sultaniense, Mureybetiense y Aswadiense. Nosotros tomaremos la
periodizació n como un ú nico término.

. Asentamientos:
Los asentamientos PPNA son bastante variables en sus dimensiones, pero dado que los yacimientos son
mayores que en épocas anteriores, podemos deducir que existió un nú mero mayor de pobladores que en
otros tiempos. Las viviendas son similares a las Natufienses, de estructura circular u oval de entre 4 y 8
mts. de diá metro, casi siempre semienterradas en el suelo con una hilera de piedras en la base hasta 80
cms. de altura y después ladrillos de adobe para completar las paredes. Los techos pueden ser o bien
planos, o bien có nicos, y el interior de tierra apisonada con un hogar marcado por piedras. En unas
ocasiones se agrupan formando racimos de viviendas y en otras se presentan formando hileras, y en
casos excepcionales como en Jericó , se agrupan tras una muralla levantada como defensa o como
protecció n ante la crecida estacional del río. También se han encontrado edificios cuyo uso no era el de
vivienda, sino de cará cter comunal (simbó lico o ritual). En la ciudad de Jericó destaca una gran torre de
8’5 mts de altura y 8 de diá metro, cuya parte inferior se dedicó a almacenamiento de excedentes o
vivienda. Tiene una escalera que conduce a la parte superior de la torre, que fue ampliada y remodelada
en varias ocasiones. En su momento albergó enterramientos de individuos que eran inhumados allí por
algú n motivo especial, por lo que se cree que dicha torre no pertenecía al sistema defensivo de la ciudad.

-Torre circular de la ciudad de Jericó -

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. Ritos funerarios y religió n

En este apartado se siguen las tradiciones del Natufiense por lo que existen multitud de necró polis como
en Jericó , Nahal Oren o Hatoula. Se ha constatado un trato diferente entre las sepulturas de adultos y de
niñ os. Adultos y pú beres eran enterrados en sepulturas individuales sin acompañ amiento de ajuar. Un
tiempo después se abrían las sepulturas y se extraían los crá neos acompañ ados en ocasiones de las
mandíbulas. Estudios etnográ ficos sugieren la presencia de algú n ritual comunitario para la explicació n
de este comportamiento. Tras el ritual, los crá neos se insertaban en los muros de las casas, se enterraban
bajo ellas también o se acumulaban junto a aperos y ú tiles de molienda.
La conclusió n a la que han llegado los investigadores con respecto a la ausencia de ajuar y el tratamiento
postmortem de los crá neos de los finados, es la de reafirmació n del grupo como dueñ o del territorio y
suavizar las diferencias socioeconó micas entre individuos y clanes de cara a los cambios que ya
empezaban a producirse.
Las creencias religiosas de estos grupos humanos suponen una ruptura con su pasado cazador-
recolector, ya que se pasa de un simbolismo basado en el bestiario animal a uno en el que la Diosa-Madre
es el elemento primordial, que es siempre acompañ ada por un símbolo de masculinidad, que en este caso
es el toro. Para Jacques Cauvin, este cambio responde a la diferenciació n entre lo superior (divino) y lo
inferior (humano). Evidencias de esto encontramos en yacimientos como Netiv Hagdud o Dhra’, con la
presencia de figuras femeninas que rompen con la tradició n fá lica Natufiense.

. Cultura Material
La cultura material de estos pueblos se caracteriza por una industria lítica tallada con métodos de hoja
unipolar para la obtenció n de hojas y hojitas, que en su mayor parte se dedicas a la fabricació n de puntas
de flecha, dientes de hoz, perforadores y buriles, que dependiendo de la regió n, se hicieron en multitud
de materias primas. Para trabajar la madera destacan hachas bifaciales, hachas pulimentadas y cinceles.
Para la molienda del grano se usaron morteros y molinos de mano (PPNB).

. Subsistencia
La creencia general es que los grupos PPNA vivían de recoger cereales silvestres, frutos secos y frutos, así
como de la caza de gacelas, aves, pequeñ os mamíferos y peces. En cuanto a la agricultura, existe de nuevo
una clara controversia, unos opinan que existían especies cultivadas en estado salvaje y otros consideran
estas mismas especies como domesticadas. El hecho de haber encontrado trigo domesticado y cebada
salvaje en el asentamiento de Jericó , por ejemplo, no ayuda nada a la resolució n de dicha controversia.
Estudios experimentales han concluido que se necesitan entre 20 y 200 añ os de siega anual, para que un
cereal pase sus status de salvaje a doméstico. Por lo que no es indicativa la no presencia de grano
doméstico para que no existiese la agricultura.
En cambio, el desarrollo de la ganadería no supuso un hecho determinante en los primeros estadios del
PPNA. Por lo general, la pieza de caza má s consumida es la gacela, seguida por liebres, aves acuá ticas,
onagros, bó vidos, gamos, ciervos, etc. Fuera del Corredor Levantino, en á reas má s á ridas, la producció n
econó mica fue má s variada, ya que continuaron viviendo como cazadores-recolectores que
complementaban la dieta con la agricultura. En las montañ as de Jordania se encontraron granos
silvestres y domésticos de trigo, cebada y lentejas; en Mureybet continú a el debate salvaje/doméstico; en
Çayö nü Tepesi se encuentra trigo doméstico y proto-domesticació n del cerdo y en la regió n de los Zagros,
proto-domesticació n de la cabra frente a un menor peso de la agricultura.
No disponemos de evidencias de gran actividad de comercio e intercambio, ya que los productos
intercambiados tienen su origen en distancias cercanas, pues obviamente, las enormes distancias entre
asentamientos no invitaban a recorrerlas a pie. Existen evidencias de cambios interregionales: las
conchas marinas procedían del Mar Rojo y el Mediterrá neo y se empleaban en realizar cuentas para
collares, el betú n venía del Mar Muerto y se empleaba como aislante. Só lo en el caso de la obsidiana o la
malaquita, que venían de Anatolia Central, se disponen de evidencias de cambio de larga distancia.

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. Neolítico Precerá mico B (PPNB).

. Introducció n

El Neolítico precerá mico B tiene una cronología comprendida entre 9.500/ 7.900 BP (8.500/ 6.700 a.C.) y
se corresponde con el momento en el que la producció n de alimentos se afianza lo que permite su
expansió n a territorios adyacentes como Anatolia, Chipre y la Meseta iraní. Se subdivide en 3 fases:

1. PPNB INICIAL (8.500/ 8.200 a.C). Se localiza en el norte del Creciente Fértil, en el NE de Siria, donde se
dio el Murebeytiense, y constituye la primera ola de expansió n hacia el SE de Anatolia. Se define
plenamente el el yacimiento de Tell Aswad (Siria).

2. PPNB MEDIO (8.200/ 7.500 a.C). Momento de la segunda oleada expansiva hacia el SE de Pró ximo
Oriente generando numerosas facies tecnoculturales (É ufrates Medio, Montes Taurus) sobre el substrato
cultural anterior. Clara domesticació n de rumiantes en asentamientos mayores y má s estables.

3. PPNB FINAL (7.500/ 6.700 a.C). Es periodo corresponde con la gran expansió n de la neolitizació n fuera
del á mbito del Creciente Fértil hacia NE de Siria llegando a ocupar zonas desérticas deshabitadas desde
finales del Natufiense. Profundos cambios econó micos en torno a la agricultura, domesticació n de nuevas
especies y aparició n del pastoreo nó mada, que es sobre el que se desplaza dicha expansió n. El PPNB final
convive con el Neolítico Cerá mico sin existir una ruptura clara entre ambos tecnocomplejos.

. Asentamientos

La mayor parte de los asentamientos PPNB está n comprendidos entre las 2 y 12 ha., siendo los de
mayores proporciones los que formaban Tells, que eran unos montículos de desechos compuestos por
escombros y restos de casas de adobe de ocupaciones anteriores. Con una població n de entre 1.000 y
2.000 habitantes, los má s destacables eran: Tell el-Sultan en Jericó ; ‘Ain Ghazal en Israel; El Kown,
Bouqras y Tell Abu Hureyra en Siria; Çayö nü Tepesi, Haçilar y Çatal Hö yü k en Turquía y Maghzaliyah o
Nemrik en Irak.
Los asentamientos son ya diferentes con respecto al PPNA, ya que reflejan una mayor complejidad social,
en los que existen unos edificios destinados a vivienda y otros que se destinan con fines rituales o
sociales.
Las viviendas suelen ser de planta rectangular o cuadrada construidas con ladrillos de adobe y
estructuradas en habitaciones. Algunas tienen 2 plantas, la inferior como almacén y la superior de
vivienda propiamente dicha, y albergan en su interior silos, hoyos de almacenaje y hogares definidos por
piedras. Parece claro que eran viviendas unifamiliares.
En cuanto a los edificios destinados a una funció n simbó lica, religiosa o social, se han encontrado varios
fuera del límite de asentamientos como en ‘Ain Ghazal por ejemplo. Allí se encontraron dos estructuras
construidas entre edificios rectangulares, de las que una de ellas disponía de cuatro canales subterrá neos
orientados hacia los puntos cardinales y en cuyo interior no se halló presencia de restos arqueoló gicos,
signo de lugar de culto. En el interior de otros edificios fueron hallados monolitos al final de las estancias,
cosa interpretada de igual modo que en el caso anterior. Al igual que en hechos precedentes, sobre este
tema existe gran controversia, unos opinan que los templos se corresponden a la Revolució n Urbana del
Neolítico y otros les dan esa categoría ya desde ese momento.
Tanto en edificios residenciales, como en comunales y rituales se ha hallado una especie de hornacinas o
nichos insertados en sus muros, lo que da a entender una funció n ritual colectiva para unos y otra má s
individual para los primeros.

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- Çatal Hü yü k -

Durante este periodo la disposició n de los edificios también cambia, presentá ndose ésta de un modo má s
estructurado, como es el caso de la foto superior. Se han descubierto diferencias alimenticias entre los
miembros de una misma població n, lo que es síntoma inequívoco de diferencias sociales o que
determinados individuos no tenían acceso a una alimentació n equilibrada, como los pastores por
ejemplo.
Los asentamientos está n localizados en tierras bajas cerca de recursos acuíferos con los que regar sus
cultivos, en relació n con las necesidades de los animales domésticos y el sedentarismo provocado por la
ganadería.

-Habitació n principal está ndar en el asentamiento de Çatal Hü yü k-

. Ritos funerarios

En las sociedades PPNB coexistieron 3 tipos de enterramientos:


a) Sepulturas primarias de adultos en tumbas individuales
b) Tumbas individuales infantiles
c) Extracció n de crá neos adultos para ser enterrados en escondrijos posteriormente, de uno en uno
o formando montones.
Es habitual encontrar tanto restos adultos como infantiles bajo los suelos, cimientos o patios,
formando quizá s parte el ritual de fundació n de las casas. Algunos crá neos presentan tratamiento
previo al enterramiento definitivo, como en Nahal Hemar (Israel), en donde se encontraron 6 de
ellos con una capa de asfalto conformando un motivo geométrico. Pero el ejemplo má s llamativo
de ritual funerario lo encontramos en los crá neos modelados con diversos tipos de materias
primas, generalmente yeso, que preservaba el crá neo en un intento de ofrecer un aspecto lo má s

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parecido posible a la persona cuando estaba viva. Se llegaba a reconstruir la nariz, los ojos y la
boca, empleando para ello incrustaciones de conchas. Las actividades como enterramiento,
extracció n de crá neos, modelado y posterior enterramiento de nuevo, tuvo que estar relacionado
con rituales de cará cter religioso en el que se involucraba gran parte de la població n. Ejemplo de
ello son 2 de las ilustraciones que acompañ an a este trabajo.

-Enterramiento en ‘Ain Ghazal-

. Cultura material

La industria lítica tallada está caracterizada por el considerable aumento de talla laminar a partir de
nú cleos prismá ticos bipolares, tallados por percusió n directa con percutor duro o por presió n, llamados
nú cleos nabiformes. Las piezas realizadas eran las grandes puntas de flecha (Big arrowheads), aunque
también se manufacturaron ú tiles para segar, trabajar la madera, el hueso o el cuero. La presencia de
utillaje dedicado a la molienda sufre un aumento bastante notable, siendo protagonistas los morteros,
moledoras, cuencos de mortero y molinos de mano.
La producció n de cal es un buen ejemplo del nacimiento de nuevas tecnologías. Utilizada para enlucir las
paredes y suelos de las viviendas y con un empleo ampliamente extendido, saca a la luz que durante el
PPNB ya se conocía el método de fabricació n y el suficiente control del fuego como para llevar a cabo la
calcinació n de la roca caliza. Notables evidencias del uso de cordería y cestería, cuyos ejemplos má s
sobresalientes eran esterillas, carcajs, cestos, vasijas y redes, todos ellos fabricados a partir de fibras
vegetales.

-Grandes puntas de flecha PPNB-

. Subsistencia

La agricultura se asienta sobre la explotació n de especies domesticadas, que se expanden con gran
rapidez por todos los asentamientos PPNB gracias a evidencias arqueoló gicas. Se utilizaban técnicas de
arado manual y de quema de rastrojos, que favorecen el posterior crecimiento de vegetació n. La
actividad ganadera (cabra y oveja) queda definitivamente establecida, extendiéndose con rapidez por

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todo el Creciente Fértil, desde Jericó hasta Çayö nü Tepesi y Çatal Hü yü k. La domesticació n del cerdo y la
vaca se produce ya al final de este periodo, con gran relevancia en el caso de las vacas, de las que aparte
de ser aprovechadas para la producció n alimentaria, se utilizaban como fuerza de trabajo. Ademá s estaba
el gran significado simbó lico del Toro, que era sacrificado en sus rituales religiosos. Por lo tanto, estos
grupos humanos vivían bajo un régimen econó mico mixto a base de agricultura y ganadería, aunque no
desdeñ aban los vegetales silvestres y la caza de animales salvajes, sobre todo en las zonas má s á ridas.
Existe cierta actividad comercial, tanto en cortas como en largas distancias y con objeto de intercambio
lítico (obsidiana), de conchas marinas y cobre.

Neolítico Precerá mico C (PPNC).

Periodo cronoló gico comprendido entre el PPNB y el Neolítico Cerá mico y por tanto de transició n entre
uno y otro. Este tecnocomplejo se ubica en la horquilla temporal entre el 6.700/ 6.250 a.C. Debido a la
falta de pruebas arqueoló gicas dado el escaso nú mero de yacimientos encontrados, no se pueden definir
con correcció n sus principales características. Las viviendas siguen siendo de planta cuadrada y
separadas de las zonas de almacenaje, que constituyen edificios separados e independientes, con zonas
de estabulado má s grandes que en momentos anteriores. No se tiene mucha constancia de edificios
comunales o de uso ritual. De especial interés son los pozos artesianos encontrados, lo que indica un
grado de tecnología y conocimiento hidroló gico bastante avanzado.
Las prá cticas funerarias son similares a todo lo anterior, pero queda constancia de un aumento de los
enterramientos mú ltiples colectivos. En cuanto a la subsistencia, la actividad cinegética queda relegada a
un segundo plano, en comparació n con la fauna domesticada.

Neolítico Cerá mico.

Tecnocomplejo caracterizado por la utilizació n de la cerá mica, tanto en el hogar para cocinar alimentos
como almacenaje de diversos productos, entre ellos los líquidos. Aunque quizá s uno de los usos má s
influyentes de la cerá mica fue el de realizar procesos de fermentació n de bebidas alcohó licas, elemento
central en celebraciones rituales y sociales, sin olvidar el importante papel alimenticio que adquiriría en
Mesopotamia siglos después.
Paralelo al uso de la cerá mica se produce “La revolució n de los productos secundarios”, es decir, la
utilizació n de ademá s de la carne de los animales, de su leche, que convertida en queso o yogur era una
excelente forma de almacenar proteínas, gracias también al uso de recipientes cerá micos especiales para
la fabricació n de los mismos. Las ovejas ademá s generan lana para la fabricació n de vestimentas. El
ganado vacuno, aú n a pesar de necesitar má s recursos, ofrecía carne, leche, abono y fuerza de tiro para
carromatos y arados.
Se desarrolla en Pró ximo Oriente entre el 6.250/ 5.300 a.C con una diversidad cultural enorme en
comparació n con tiempos anteriores. Para su estudio en este trabajo hablaremos de los 4 má s
importantes.

1. Yarmukiense
Localizado en una estrecha franja entre el Mar Muerto y el lago Tiberiades, entre Israel y Jordania.
Existe una mayor actividad productora en asentamientos má s grandes en cuanto a extensió n. La
cerá mica que presenta está pintada y es incisa. Las viviendas son rectangulares y circulares
indistintamente y no parece que existan edificios cuya finalidad sea la ritual o simbó lica. Los
enterramientos son escasos pero de gran diversidad: individuales y colectivos, con ajuar y sin él,
bajo los suelos de las viviendas o fuera de ellas. Las figurillas, otrora abundantes, ahora son
bastante escasas, quizá a favor del empleo artístico de la cerá mica.

2. Neolítico de Anatolia
Ubicado en la llanura turca de Anatolia es una regió n cuyo régimen de precipitaciones permitían
el cultivo de cereales. Destacan por encima de los demá s los yacimientos de Haçilar, Can Hassan III

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y Çatal Hö yü k. En el aspecto econó mico, estas poblaciones dependen de la agricultura de cereales
y leguminosas, así como de la del lino. En ganadería destacan las explotaciones de ovicá pridos,
vacuno y cerdo.
En cuanto a cultura material, sigue tallá ndose la obsidiana mediante percusió n directa y presió n.
La cerá mica es monocroma de color negro y escasamente decorada. La industria ó sea es
abundante y variada y comienzan a aparecer objetos en cobre nativo moldeado a base de martillo.
Los asentamientos son monolíticos pues las casas se encuentran adosadas sin espacios entre ellas
ni calles. La entrada a la vivienda se realizaba por el tejado y las paredes de las mismas estaban
enlucidas de cal.
El aspecto má s relevante de esta cultura será el simbó lico, sobre todo en el asentamiento de Çatal
Hö yü k, en donde se ha obtenido interpretació n de restos arqueoló gicos como santuarios y
templos. A través de las pinturas conocemos las representaciones de toros y figuras femeninas,
que suelen ser de considerable tamañ o, en las que las figuras de toros representan valores
masculinos. Destacan los relieves en paredes, en los que partes de esqueleto y cornamenta del
toro forman parte de los muros del edificio. Por su parte, las figuras femeninas aluden a la
fertilidad y se asocian con el concepto de tierra madre y el culto a la diosa madre. Suelen
representarse con los atributos sexuales muy marcados y en acciones explícitas de fertilidad,
como por ejemplo, alumbrando toros, ya que para los agricultores de Çatal Hö yü k la fertilidad y el
crecimiento eran de vital importancia.

-Diosa madre dando a luz-

Socialmente se observan estratos sociales, debido a las diferencias de ajuar en los enterramientos, sobre
todo dependiendo del sexo.
Algunos autores han querido intuir que a partir del Mesolítico comenzó un cambio en la mentalidad
simbó lica de los seres humanos que desembocó en el cambio econó mico que resulta de la producció n
alimentaria como exclusiva de la manutenció n de una comunidad y que se concreta en un pan-religió n de
Pró ximo Oriente en donde el toro y la diosa madre serían los elementos simbó licos aglutinantes.

3. La Cultura de Samarra
Ubicada en la zona meridional de Mesopotamia, desde las estribaciones de los Montes Zagros, y
que tuvo su momento de esplendor hacia el 6.500 a.C. A partir de los yacimientos de Tell Sawwan
o Bagouz se conocen las particularidades arquitectó nicas de este pueblo. Los poblados son de
gran tamañ o y muy complejos estructuralmente, con una plaza central en la que desembocan los
accesos a la ciudad. Algunas viviendas se estructuran en torno a un patio central, y en algunos

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sitios llegan a estar rodeadas por muros de adobe y fosos. Son de planta rectangular, con
numerosas estancias y contrafuertes en los muros, indicativo de una planta superior.
Los enterramientos se realizaban por inhumació n, diferenciando adultos de infantiles, los
primeros individuales en fosas con escaso ajuar e impermeabilizados con asfalto, y los segundos
en grandes vasijas con pequeñ as figuras a modo de ajuar.
La economía está basada en ganaderías de bó vidos, ovejas, cabras y en menor medida, cerdos, así
como pesca y recolecció n de moluscos. Lo realmente importante de esta cultura son las evidencias
del uso del riego a gran escala, como demuestran los kiló metros de canales encontrados en Choga
Mami, debido al cultivo de especies que necesitan gran cantidad de agua para crecer. Gracias a la
utilizació n del regadío, estas gentes podían disponer de hasta 3 cosechas anuales.

-Estatuilla de alabastro del yacimiento samarriense de Tell es-Sawwan-

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-Cuenco samarriense de Hassuna, con dibujo centrífugo de íbices estilizados-

4. La Cultura de Halaf

Ubicada en la regió n comprendida entre el É ufrates y los Montes Zagros y entre el 6.400/ 5.500 a.C.
Destaca el yacimiento de Tell Halaf, que da nombre al tecnocomplejo. Esta cultura presenta una enorme
dispersió n en su segunda mitad a causa de los cambios socioculturales que trajeron las primeras
jefaturas, apoyadas en la mejora de los transportes, gracias a la utilizació n de animales má s cualificados
para ello.
Los asentamientos no son en exceso grandes, con un tamañ o má ximo de 8 ha. y se componen de
estructuras circulares de adobe, con compartimentos en algunas ocasiones. Las edificaciones tenían un
techo en forma de cú pula, que se utilizaban o como habitació n o como almacén y solían disponerse en
grupos de casas rodeadas por un muro a modo de muralla.
La base de la economía es la agricultura y la ganadería. La primera basada en trigo, cebada, lentejas,
garbanzos y lino, y mejorada gracias a los suelos fértiles en los que se desarrollaba. La segunda estaba
basada en la explotació n de bó vidos, ovicá pridos y suidos, a los que hay que añ adir la caza de onagros,
ciervos y el fruto de la pesca fluvial.
La cultura material está dominada por la cerá mica, que resultó ser la má s bella de toda la Mesopotamia
prehistó rica. Las piezas estaban hechas con arcillas muy finas y decoradas con pinturas de motivos
geométricos, figuras animales, aves y flores. Se han encontrado sellos planos de esteatita grabados con
motivos sencillos que fueron utilizados para imprimir marcas de propiedad en pequeñ as masas de arcilla
unidas a las cerá micas.

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Hipó tesis.

El Neolítico y la producció n de alimentos son uno de los grandes hitos evolutivos de la Humanidad, con el
inicio de la civilizació n y el final de la precariedad que suponía el Paleolítico. Desde inicios del siglo XX
encontramos hipó tesis que intentan explicar este enorme cambio y por qué los grupos de cazadores
recolectores se convirtieron en agricultores.

Hipó tesis nº 1. Del Oasis y la Revolució n Neolítica.

En 1925, Gordon Childe, a través de “The dawn of European Civilization” o “Man makes himself” sienta la
primera hipó tesis sobre el origen del Neolítico. Su primera conclusió n es que la oveja, la cabra, el trigo, la
cebada y las leguminosas se dan de forma silvestre en Pró ximo Oriente. La segunda es que en esta regió n
es donde se produjo la “Revolució n Urbana” gracias a las culturas Sumeria y Egipcia así como el
nacimiento de la primera ciudad de la Humanidad: Jericó . Por lo tanto, para este autor, el origen del
Neolítico y la Revolució n Urbana estarían relacionadas estrechamente. La tercera conclusió n a la que
llegó , es quizá s la má s relevante. Con la mejora del clima en los inicios del Holoceno y el retroceso del
Inlandsis polar, se produjeron unas consecuencias horribles para esta regió n: las precipitaciones
descendieron trayendo un clima má s seco, con lo que las praderas del Pleistoceno dieron paso a las zonas
desérticas de oasis. Con este panorama, todas las especies hubieron de concitarse en esos reductos de
preciado líquido. Los humanos comenzaron con la prá ctica de la agricultura, lo que provocó que los
animales se fueran acostumbrando a su presencia, iniciá ndose así la domesticació n de estos ú ltimos. Es
en estos oasis en donde se dieron los primeros asentamientos o poblados, para dar lugar después a
ciudades y por ú ltimo las primeras civilizaciones. Segú n G.Childe, el Neolítico comenzaría aquí y se iría
extendiendo por el resto de Eurasia y Á frica.

Comentario personal:
Teniendo en cuenta la época en que se publica la hipó tesis de Gordon Childe, en la que los conocimientos
en Prehistoria estaban en pañ ales, pienso que el autor no iba desencaminado en cuanto a las
consecuencias climá ticas provocadas por la deglaciació n de los casquetes polares. Al convertirse este
extenso territorio en prá cticamente un erial, es ló gico que tanto humanos como animales se reunieran en
torno a las fuentes disponibles de agua, al igual que sucede hoy en día con las especies animales en Á frica
durante las estaciones secas. Al basar su economía en la agricultura, muchos de estos animales dejaron

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de ver al hombre como una amenaza, sino má s bien como objeto de una posible relació n simbió tica en la
que ambas especies sacan su parte de provecho, que al fin y al cabo es lo que es la ganadería. Los
animales nos obsequian con gran cantidad de productos a cambio de recibir una buena alimentació n y
una excelente protecció n frente a los depredadores. El nacimiento del sedentarismo viene dado en el
momento en el que el hombre no tiene que vivir en una constante persecució n de lo que será su alimento.

Hipó tesis nº 2. De las á reas nucleares.

En los inicios de la década de los 60 del siglo XX, Robert Brainwood, no convencido con la hipó tesis de
Childe, se puso a investigar en Oriente Pró ximo el origen de la domesticació n del trigo y la cebada, lo
mismo hizo McNeish en América Central con el maíz. Así en el Oriente Pró ximo, se planteó la pregunta de
si con la mejoría del clima las especies domesticadas habían descendido de las montañ as, por qué
entonces cuando el clima se hizo má s á rido y seco se habían refugiado en los oasis en vez de volverse a su
há bitat natural en las montañ as? Para Brainwood esto no tenía sentido, por lo que centró su estudio, no
en las llanuras de Mesopotamia, sino en las montañ as que conforman el Creciente Fértil, ya que su
hipó tesis de trabajo residía en que tanto los cereales silvestres como las ovejas y las cabras, tenían que
haber sido domesticadas en estas regiones. La investigació n má s interesante resultó la del yacimimiento
de Jarmo, datado en el milenio VII a.C, donde se encontraron pequeñ as casas con domesticació n de
cereales, cerdo, vaca, oveja, cabra, etc. También se hallaron figuras cocidas pero sin llegar a desarrollar la
cerá mica como tal. Este Neolítico acerá mico se llamó Neolítico Precerá mico o PPN. Este mismo contexto
arqueoló gico se halló en otros muchos yacimientos, algunos con niveles natufienses anteriores.
En América, Richard McNeish, se centró en la regió n de Tehuacá n en México, que aportó informació n
acerca de la domesticació n del calabacín (7.000/5.000 a.c.) y la del maíz, judías, chili y calabaza
(5.000/3.400 a.c.).
Por lo tanto, tras los estudios de Brainwood y McNeish, se observa que la domesticació n de plantas y
animales se realiza simultá neamente en diferentes lugares del mundo de forma autó noma, es decir, sin
influencias de unos sobre otros. Se concibió la idea de que el Neolítico no se trata de una ruptura absoluta
con todo lo anterior, sino que es un proceso lento en el que interviene la experimentació n humana. Por
ú ltimo, para estos dos investigadores la teoría de la Revolució n Urbana no tiene razó n de ser, pues la
agricultura, ganadería, cerá mica y ú tiles pulimentados, no aparecieron de manera simultá nea con el
empleo de la nueva economía, sino que fue adoptado gradualmente por las poblaciones humanas.

Comentario personal:
A la luz de las pruebas halladas por estos investigadores se pone de manifiesto, en contra de lo que decía
el investigador marxista V.G.Childe, que el proceso de neolitizació n fue lento y largo, para nada
traumá tico, con el que coincido en parte. Bajo mi profano punto de vista, esto puede ser cierto, pues a lo
largo de la historia de la humanidad, salvo hechos contados, todos los avances se han producido bajo el
método empírico de prueba/ensayo/error, lo que conlleva una serie de procesos que se dilatan en el
tiempo.

Hipó tesis nº 3. De las á reas marginales.

En la década de los 60 del siglo pasado surge una de las teorías má s influyentes de dicho siglo, se trata del
Procesualismo, o Nueva Arqueología, que defiende que la arqueología es má s una ciencia que no una
rama de las humanidades, tanto en sus métodos como en la generació n de teorías. Así, los procesualistas
proponen que los procesos evolutivos culturales responden a circunstancias externas, como cambios
climá ticos, o internas, como el estrés poblacional o la competició n inter-élites, por lo que se observaran
con especial interés los cambios diacró nicos (desarrollo de hechos a lo largo del tiempo) en los estudios
regionales. Así pues, el estudio de la producció n de alimentos se convirtió en el caballo de batalla de esta
denominada Nueva Arqueología.

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Para Lewis Binford y Kent Flannery, el origen del Neolítico en Oriente Pró ximo está directamente
entroncado con la llegada del Holoceno, que supuso un considerable aumento del nivel del mar y las
precipitaciones y por ende, de los recursos alimenticios (pescado, aves, moluscos, cereales silvestres,
leguminosas y mamíferos. En consecuencia, las poblaciones humanas se sedentarizan y comienzan a
crecer exponencialmente, lo que provoca una gran presió n demográ fica por la que las poblaciones
sobrantes deben trasladarse a zonas adyacentes a la nuclear. En estas zonas, los recursos alimenticios no
eran suficientes, por lo que tuvieron que desarrollar la producció n de alimentos a base de la agricultura y
la ganadería. Flannery sostiene que éste fue un proceso lento que comenzó hacia el 10.000 a.c. y terminó
con el traslado de las especies vegetales de sus entornos naturales a unos nuevos. La razó n por la que los
cazadores recolectores se convirtieron en agricultores fue por la seguridad alimenticia garantizada
durante todo el añ o que daba la agricultura, con lo que se perdió la necesidad de vagar por el territorio
en pos de comida.

Comentario personal:
La arqueología que surge hacia mediados del siglo XX se inscribió ló gicamente en la tendencia positivista
e inductivista, cuya base de razonamiento era la inducció n, a partir de la cual se induce el principio
general. El proceso comienza con la formulació n de una determinada hipó tesis, compuesta por
afirmaciones de teoría general (axiomas) de los que se deducen ciertas consecuencias (teoremas) que
describen fenó menos observables. Si en la experimentació n posterior esos fenó menos se muestran como
ciertos, la hipó tesis queda confirmada, y lo contrario ocurre si son falsos. Segú n la hipó tesis de Flannery y
Binford, fue la superpoblació n de ciertas á reas lo que provocó la migració n del excedente humano hacia
otras en las que los recursos eran má s limitados, de ahí la necesidad de encontrar una solució n para
paliar dicha limitació n de recursos, por lo que no parece en absoluto descabellada su propuesta. El
nacimiento de la agricultura viene dado por esa imperiosa necesidad de supervivencia y su bú squeda de
soluciones, gracias a la há bil observació n e interpretació n del entorno realizada por los seres humanos.

Hipó tesis nº 4. Paleoeconó mica.

A principios de los añ os 70 del siglo XX, Higgs y Jarman refutan algunos de los axiomas acerca de los
orígenes del Neolítico. Estas refutaciones se versan en el tamañ o de las especies domésticas, que no eran
de menor tamañ o que las silvestres, pero ambas sí son de menor tamañ o que las que habitaban durante
el Pleistoceno, por lo que se trata de un descenso de tamañ o gradual y natural, y por otro lado, es
imposible asegurar que las actuales especies salvajes sean las progenitoras de las actuales especies
domésticas, aunque es posible que todas tengan un pasado en comú n y hayan seguido caminos
evolutivos separados. Por lo tanto, el origen de la producció n de alimentos debe entenderse como un
largo proceso y no como un hecho puntual, ya que de existir cambios morfoló gicos en las especies
animales y vegetales, estos cambios son observables no en el inicio del proceso, sino en las etapas finales
del mismo. Así, la transició n hacia la producció n de alimentos ha de ser tomada como el fruto de la
interacció n entre humanos, animales y vegetales en un prolongado lapso temporal.

Comentario personal:
En esta hipó tesis surge de nuevo algo que se repite en casi todas ellas, que es que el proceso de
Neolitizació n no supone un cambio radical de un día para otro, sino má s bien, es el fruto de la atenta
observació n de la naturaleza por parte de los grupos humanos durante un periodo de tiempo bastante
considerable. A raíz de esa observació n, estos grupos actuarían en consecuencia y siempre con el objetivo
de conseguir obtener unas fuentes de alimento constantes y reducir a cero la precariedad alimentaria
producto de ciertos hechos naturales.

Hipó tesis nº 5. De la presió n demográ fica.

A mediados de los añ os 70, Mark Nathan Cohen postula su hipó tesis de la presió n demográ fica como
origen del Neolítico. Esta hipó tesis se plantea a escala planetaria, ya que es un proceso que se da
prá cticamente de forma simultá nea en diferentes regiones de la Tierra. Nace a partir de dos premisas que

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se interrelacionan: la obtenció n de má s calorías por espacio explotado y la presió n o estrés demográ fico,
que llevarían al nacimiento de la producció n de alimentos. Es decir, segú n Cohen, el aumento de la
població n lleva a la necesidad de obtenció n de un mayor nú mero de calorías en menor espacio, que con
una economía cazadora-recolectora sería algo imposible de conseguir. Con la llegada del Holoceno, los
grupos humanos crecen y sienten la necesidad de expandirse, dando lugar a una auténtica crisis
demográ fica, por lo que estos grupos se vieron abocados a la utilizació n de la agricultura para
alimentarse y no morir de inanició n.

Comentario personal:
La causa desencadenante del Neolítico es un cambio en el patró n demográ fico, hasta el momento el
aumento se desarrollaba de una forma extensiva, es decir, al aumentar el nú mero de individuos se iban
ocupando nuevas zonas, manteniendo una economía cazadora-recolectora, que necesitaba un á rea de
captació n de recursos, para mantener a los individuos, al aumentar el nú mero de éstos , la sociedad tiene
que desplazarse o dividirse, para ocupar nuevas á reas, hasta que llega un momento en el que todas las
á reas está n ocupadas. Así el patró n de crecimiento extensivo se transforma hacia intensivo, no se ocupan
nuevos espacios, sino que se aumenta la població n, y puesto que el sistema cazador-recolector, no cubre
los recursos necesarios, surge una economía productora para suplir los estados carenciales típicos de las
sociedades cazadoras-recolectoras.

Hipó tesis nº 6. De la revolució n social.

Segú n la escuela post-procesual, y en particular Ian Hodder y Barbara Bender, plantean la transició n de
cazadores-recolectores a productores de alimentos bajo un punto de vista social. Para Bender existían
grupos humanos de cazadores-recolectores que desde el Holoceno disponían de recursos suficientes
para dar el paso a la sedentarizació n, hecho que conlleva a la complejidad social. Por tanto, el paso a la
agricultura y la ganadería sería un proceso má s que natural para estos grupos tribales. Así, dicha
complejidad social vendría dada por la generació n de excedentes y los conflictos generados a partir de su
distribució n, que a su vez induciría a procesos de interacció n e intercambio entre los diferentes grupos
humanos. La necesidad de disponer de productos para dicho intercambio, generaría la intensificació n en
la obtenció n de recursos, y por tanto, la adopció n de sistemas de producció n de alimentos en grandes
cantidades.

Comentario personal:
El fenó meno tecnoló gico y la transformació n econó mica forman parte del proceso de neolitizació n.
Aspectos como la sedentarizació n, que se consideraban estrechamente ligados a ella, se ha demostrado
que en ocasiones son anteriores al nacimiento de la agricultura y el pastoreo, al igual que ocurre con los
cambios ideoló gicos constatados en el Pró ximo Oriente. Por tanto , la definició n de un grupo humano
como neolítico, no puede hacerse en funció n de una determinada variable cultural, sino de una
transformació n global hacia el modo de vida campesina, con producció n de alimentos, lo que conlleva
cambios profundos en su vida social respecto a otros tiempos de la Prehistoria.

Hipó tesis nº 7. La revolució n simbó lica.

A principios de la década de los 90 del siglo pasado, Jacques Cauvin, en su “Naissance des divinités,
naissance de l’agriculture” rechaza de plano las teorías de cambio climá tico en la génesis del Neolítico.
J.Cauvin se centra en el cambio de mentalidad experimentado por la Humanidad entre los milenios
decimotercero y décimo a.c. que se manifiestan en la adopció n de nuevas ideas religiosas y simbó licas,
por lo que bajo su punto de vista, el Neolítico va má s allá del cambio de una economía a otra, proceso que
cambió el modo de ver el mundo de nuestros antepasados.
Los estudios realizados ponen de manifiesto un equilibrio entre grupos humanos y recursos naturales
desde el Natufiense, con sedentarismo en las primeras fases y seminomadismo en los ú ltimos estadios. La
necesidad de producir alimentos se argumenta en la psicología colectiva de estas gentes, que creyeron en
la obligatoriedad de disponer de má s excedentes alimenticios, sin existir auténticas necesidades

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econó micas para ello. Este cambio o “Revolució n simbó lica” queda constatado a partir del hallazgo de
evidencias arqueoló gicas de cará cter simbó lico como son las estatuillas de las diosas-madre, el culto al
toro, etc. Ian Hodder presenta un estudio en el que se pone de manifiesto que la agricultura supuso la
culminació n del proceso social y simbó lico iniciado en el Paleolítico que consistía en có mo los grupos
humanos se veían a sí mismos y su relació n con el mundo en el que vivían.

Comentario personal:
Esta hipó tesis pone de manifiesto una de las características má s importantes del ser humano: su
conciencia como individuo y la relació n de este individuo con el medio natural que le rodea. El gran salto
cualitativo y cuantitativo que supuso tener conciencia de nosotros mismos, má s allá de nuestra existencia
animal, llevó al nacimiento de la religió n, que no es otra cosa que intentar explicar las cosas que
observamos cuando en realidad no sabemos muy bien có mo se producen ciertos fenó menos naturales,
tales como el día y la noche, la lluvia, el viento, las tormentas, los volcanes, etc, ademá s de implantar una
serie de conocimientos a través de los mitos y las divinidades. Tal y como lo expresa Iker Jiménez en su
programa especial “El salto infinito”, que supuso abandonar nuestra condició n simplemente animal por
otra mucho má s compleja que buscaba conocer todas las “verdades” a nuestro alrededor.

. Bibliografía.

. RIPOLL LÓ PEZ, SERGIO y otros. Las primeras etapas de la Humanidad. Editorial universitaria Ramó n
Areces, UNED 2010. Madrid. Tema 13, El Mesolítico. Tema 14, Las nuevas formas de vida del Neolítico.
Tema 15, El Neolítico en el Pró ximo Oriente. Precedentes Mesolíticos. El PPNA y el PPNB. El Neolítico
Cerá mico.

. ATLAS CULTURALES DE LA HUMANIDAD. Edició n Debate del Círculo de Lectores. Madrid 1995. Tomo 3:
De la piedra al bronce. Cazadores-recolectores en Europa, Á frica y Oriente Medio.

. OFER BAR, YOSEF. CAUVIN, JACQUES. CAUVIN, MARIE CLAIRE. HOLE, FRANK. INIZAN, MARIE LOUISE.
MORTENSEN, PEDER. NISSEN, HANS J. Ö ZDOGAN, MEHMET. “Neo-lithics 2/99. A Newsletter of
Southwest Asian Lithics Research”. Berlin,1999.

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