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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

LICENCIATURA EN TURISMO

ECONOMÍA DEL TURISMO

MATERIAL DE CÁTEDRA:

ECONOMÍA ECOLÓGICA Y ECONOMÍA FEMINISTA COMO VISIBILIZADORES DE LAS


BASES DEL SUBSISTEMA ECONÓMICO

Elaborado por:
Mora, Aín
Peinado, Guillermo
ECONOMÍA ECOLÓGICA Y ECONOMÍA FEMINISTA…

1. El pensamiento hegemónico y la vida

Uno de los grandes pilares del pensamiento económico propiciado por la teoría neoclásica
es la idea del sistema de mercado autorregulado o sistema de mercado pleno. Bajo esta premisa,
esta escuela del pensamiento económico ha conseguido que los procesos de mercantilización
avancen sobre distintas esferas sociales que trascienden lo “económico”, entre ellas, la naturaleza
y el trabajo.
De esta manera, la tierra y el trabajo, ligados anteriormente a otras instituciones
(parentesco, oficio, credo) ahora quedan subordinados a los requerimientos de los mecanismos
de mercado (Polanyi, [1944] 2017) y transformados en un factor más dentro de la función de
producción, con la idea del mercado de factores de la producción como máximo exponente1. En
este contexto, la capitalización de la naturaleza y la división sexual del trabajo ha sido
fundamental para que el capitalismo pueda extender sus fronteras extractivas aumentando la
acumulación por desposesión (Harvey, 2004) y profundizando las diferencias de género
(Federici, 2018).
Esta conceptualización sobre el sistema económico y su relación con las formas de vida
se puede ver representada y sintetizada en el Flujo circular del ingreso (Ilustración 1).
Ilustración 1 – El flujo circular del ingreso

1
En el caso de la tierra, esa conceptualización luego se hizo extensiva a los denominados recursos naturales.

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Fuente: elaboración propia.

De esta manera, en la conceptualización básica de la economía convencional el flujo


comienza a funcionar cuando las familias (dueñas de los factores de producción tierra, capital y
trabajo) ofrecen sus factores productivos en el mercado de factores de la producción y se genera
el intercambio de los mismos por dinero (renta, interés y salario). Luego las empresas utilizan
estos factores para la producción de distintos bienes y servicios que ofrecen en los mercados de
bienes y servicios por los que recibirán un dinero. El ingreso de las familias (también dinero), les
servirá a éstas para adquirir esos bienes en el mercado repitiéndose el círculo indefinidamente
(perpetuum mobile), y de manera autosustentable (en términos crematísticos).
En la actualidad este modelo de pensamiento nacido en Occidente y exportado con
relativo éxito al resto del mundo, se ha desarrollado en contradicción con las relaciones de
ecodependencia e interdependencia que aseguran el sostenimiento de la vida. La economía
neoclásica ha expulsado de su campo de estudio recursos, prácticas y sujetos que, siendo
imprescindibles para la vida, no son considerados ya que no pueden ser medidos con variables
monetarias. El estudio único de las variables monetizadas hace que la economía convencional se
organice en torno al crecimiento económico como objetivo principal y no se pregunte por
ejemplo sobre la naturaleza de la producción que genera ese crecimiento.
De esta manera la teoría hegemónica sigue negando la existencia de límites físicos en el
planeta (Rockström, y otros, 2009) tal como marca la Economía Ecológica, y ocultando los
tiempos necesarios para la reproducción social cotidiana que, en las sociedades patriarcales, son
asignados mayoritariamente a las mujeres (Herrero, 2016) como muestra la Economía Feminista.
La negación de la ecodependencia y de la interdependencia están asociadas. Los
conflictos socioambientales son también conflictos de género. Muchos aspectos de la destrucción
de las condiciones de producción (la deforestación, el represamiento de ríos, la dificultad de
acceso a los alimentos, el agua y el combustible) afectan a las mujeres en particular ya que son
ellas quien realizan mayormente este trabajo no remunerado. Un ejemplo en este sentido es la
asociación que hay entre los procesos de masificación turística y la configuración de mercados
sexuales que tienen a mujeres como trabajadoras sexuales migrantes. El fenómeno del trabajo
sexual que se desenvuelve en contextos ciertos destinos turísticos (y en los sectores petroleros,
mineros y sectores extractivos en general), es una consecuencia de la mercantilización de la

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naturaleza y reconfigura las relaciones sociales de esos sitios. Como vemos, la apropiación y
capitalización de la naturaleza reconfigura las relaciones de género y viceversa (Hofmann &
Cabrapan, 2019).
Para comprender la manera en que las relaciones ecológicas y de género atraviesan el
funcionamiento del sistema económico, se puede recurrir a la reconceptualización de la
economía a través de un flujo circular del ingreso ampliado y reformulado de manera de
visualizar las dimensiones anteriormente invisibilizadas.

2. La Economía Feminista y el subsistema socio-cultural


La primera dimensión ausente es denunciada por la Economía Feminista. Esta rama de la
economía aporta instrumentos para combatir las desigualdades y brechas sociales y económicas
entre mujeres y varones en la esfera del mercado, pero sobre todo, reformula conceptos centrales
del análisis económico ya que pone el foco en la importancia de los cuidados directos e
indirectos a las personas como un aspecto central para la reproducción social y en el reparto
injusto y desigual en los tiempos dedicados al cuidado (Herrero, 2016).
El señalamiento principal de la Economía Feminista es que la división sexual del trabajo,
que comprende la distribución del trabajo productivo y reproductivo entre los hogares, el
mercado y el Estado, por un lado, y entre varones y mujeres, por el otro, implica una
subordinación económica de las mujeres que se expresa en una menor participación en el trabajo
remunerado (y mayor en el no remunerado), una peor participación en el mercado laboral (en
términos de remuneración y condiciones de trabajo), un menor acceso a recursos económicos y
como consecuencia de todo lo anterior, un menor grado de autonomía económica (Rodríguez
Enríquez, 2010). Bajo esta mirada, lo crematístico no puede expresar totalmente las
desigualdades de género y se deben utilizar otras medidas no monetarias como lo hacen
actualmente las encuestas de usos del tiempo2.
Teniendo en cuenta lo anterior y siguiendo a Picchio (2001) y Rodríguez Enríquez (2010)
se puede incorporar un espacio sociocultural al tradicional esquema del flujo circular del ingreso
(Ilustración 2).
Ilustración 2 – El subsistema económico en la Economía Feminista

2
Ver por ejemplo una estimación concreta de la pobreza oculta en las estadísticas de pobreza por ingresos a partir de
las estadísticas de uso del tiempo y del concepto de pobreza de tiempo, en Andreozzi, Peinado, Geli, Giustiniani y
Ganem (2018).

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Fuente: elaboración propia en base a Rodríguez Enríquez (2010, pág. 10).

En este nuevo esquema se distinguen tres funciones económicas desarrolladas en el


ámbito privado de los hogares (interdependencia):
 una ampliación de la renta monetaria en forma de nivel de vida ampliado: se incluyen las
mercancías adquiridas con el salario monetario y también la transformación de estos
bienes y servicios en consumo real, mediante la intermediación del trabajo de
reproducción social no remunerado (comida cocinada, ropa limpia),
 la expansión del nivel de vida ampliado en forma de una condición de bienestar efectiva:
se incluye el disfrute de niveles específicos, convencionalmente adecuados, de educación,
salud y vida social, que es posible gracias a la mediación del trabajo de cuidado no
remunerado (velar por la asistencia educativa de los niños y niñas, de su control de salud,
etc.);
 la reducción o selección de los segmentos de población y de las capacidades para ser
usadas como factor en el proceso de producción de mercancías y servicios en la economía
de mercado; en este caso, el trabajo no remunerado desarrollado en el ámbito doméstico
sirve de apoyo para la selección (realizada en el mercado laboral) de las personas y las
capacidades personales efectivamente utilizadas en los procesos productivos, facilitando

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material y psicológicamente, los procesos de adaptación a los mismos y/o absorbiendo las
tensiones que generan (Rodríguez Enríquez, 2010).

La segunda dimensión que hay que visibilizar está relacionada con la Economía
Ecológica. De aquí se deriva a la economía como un proceso abierto dentro de un sistema mayor,
el ecosistema Tierra. Eso significa que la economía no debe ser analizada en sí misma, sino en su
interrelación con los ciclos biogeoquímicos (Foladori, 2001). Desde esta perspectiva los
ecosistemas no son sólo un factor más de la función de producción, sino que, cumplen una
amplia gama de funciones para el ser humano como ser biológico y para las actividades que la
sociedad humana desempeña (ecodependencia).

3. La Economía Ecológica y el sistema natural


La Economía Ecológica es una corriente del pensamiento transdisciplinar con una
importante influencia teórica en nuestros días. Una de las principales características de esta
corriente el mencionado carácter transdisciplinario, derivado de la necesidad de estudiar la
relación entre los ecosistemas naturales y el subsistema económico, lo que requiere de la
participación de otras ciencias que estudian con firmeza la problemática económico-ambiental
compleja como la ecología política, la agroecología, la sociología, o la ecología urbana. De
manera que, a diferencia de la “economía ambiental” 3 , que parte de su propio instrumental
económico para analizar los problemas ambientales de origen antrópico, la Economía Ecológica
pretende utilizar métodos no monetarios de otras disciplinas.
Una segunda característica de la Economía Ecológica tiene que ver con el carácter no
renovable de muchas funciones ecosistémicas. La Economía Ecológica sostiene que el
ecosistema Tierra es un sistema cerrado en materiales, aunque abierto en términos de energía
solar. Esto significa que la economía no puede crecer ilimitadamente, como pretenden (aunque
por distintos canales) la economía neoclásica y keynesiana. El crecimiento estará, tarde o
temprano, frenado por razones físicas, antes que económicas. De esta manera, la Economía

3
La Economía Ambiental se basa, en los mismos conceptos y supuestos básicos de la Economía Neoclásica, que
concentra el análisis sobre la escasez, y donde los bienes son valorados por su abundancia o escasez. El objetivo
principal es conducir en forma sistemática una mejor toma de decisiones en la evaluación y gestión económica de
los recursos ambientales y naturales. Algunas cuestiones importantes que estudia la economía ambiental es hasta qué
punto las distintas externalidades llevan a una asignación incorrecta de los recursos, cómo podemos mejorar esta
asignación y la forma en que deberíamos hacerlo (Raffo Lecca & Mayta Huatuco, 2015).

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Ecológica rompe con el criterio de convertibilidad entre materia y precio, y encuentra una
segunda contradicción (O' Connor, 2001) o un nuevo límite: la frontera ecológica.
Ilustración 3 – El subsistema económico en la Economía Ecológica

Fuente: elaboración propia en base a Pengue (2009, pág. 43)


Siguiendo con la idea de ampliar el tradicional esquema del flujo circular del ingreso
(Ilustración 3) se debe incorporar un nuevo espacio económico-ecológico que podría
denominarse sistema natural donde existen dos funciones económicas desarrolladas en el ámbito
natural:
 un flujo unidireccional y no circular de energía, cuya fuente original es el sol (el primer
creador de la rueda económica) hasta una conversión final en energía no reutilizable o
contaminación.
 la incorporación del sistema natural implica reconocer que gran parte de la materia que se
adquiere en el proceso económico no puede reciclarse y volver a circular. Este flujo
unidireccional pone en el centro del debate las formas de apropiación de la naturaleza, su
capacidad de reciclaje, la identificación de cuellos de botella energéticos, su capacidad de
sustentación e incluso una búsqueda de la desaceleración de ciclos económicos

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sostenibles económicamente pero imposibles de sustentar en términos ecológicos


(Pengue, 2009).

4. Hacia una articulación de los sistemas

En la Ilustración 4 se puede observar que el sistema económico tradicional en donde las


familias y empresas intercambian bienes, servicios y factores por dinero se transforma en un
subsistema en dónde lo mercantil y lo monetario dependen de relaciones sociales y naturales, es
decir la conjunción de la interdependencia y la ecodependencia.
Ilustración 4 - La economía como un subsistema

Fuente: elaboración propia en base a Pengue (2009) y Rodríguez Enríquez (2010).

En primer lugar, como demuestran los estudios sobre Economía Feminista el sistema
económico no es cerrado sino que depende de un sistema socio-cultural que lo sostiene con
tareas de cuidado no remuneradas las cuales en Argentina, como indican los estudios de uso del
tiempo (Esquivel, 2009; Ganem, Giustiniani, & Peinado, 2012), son realizadas en su mayoría por

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mujeres. Es decir, que todas las tareas que se realizan en el mercado dependen de otras tareas que
permiten la reproducción generacional de la mano de obra (realizadas de en tiempos desiguales
según las división sexual del trabajo) y que requieren una enorme cantidad de tiempo y energías
que el sistema capitalista no podría remunerar bajo su propia lógica.
En segundo lugar, la Ilustración 4 dice que el flujo deja de ser circular como demuestran
los estudios de Economía Ecológica, es decir, que los procesos de producción que realizan los
seres humanos tienen un límite absoluto que es físico. Aquí la creencia de que el mayor
crecimiento económico logra un mayor bienestar no tiene en cuenta la presión que ejerce
actualmente el modo de producción sobre diversos sistemas ecosistémicos y que pone en peligro
la reproducción del ser humano como especie (Rockström, y otros, 2009).

Referencias bibliográficas

Andreozzi, L., Peinado, G., Geli, M., Giustiniani, P., & Ganem, J. (2018). Pobreza por ingreso y
tiempo en la ciuda de Rosario. Astrolabio(20), 213-232.

Esquivel, V. (2009). Uso del tiempo en la Ciudad de Buenos Aires. Los Polvorines: UNGS.

Federici, S. (2018). El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo. . Madrid:


Traficante de sueños.

Foladori, G. (2001). La economía ecológica. En N. Pierri, & G. Foladori, Sustentabilidad?


Desacuerdos sobre el desarrollo sustentable (págs. 189-195). Montevideo: Baltgráfica.

Ganem, J., Giustiniani, P., & Peinado, G. (2012). Los usos del tiempo en la ciudad de Rosario.
Análisis económico y social. Rosario: Foja Cero.

Harvey, D. (2004). Acumulación por desposesión. Socialist Register, 99-129.

Herrero, Y. (2016). Economía Feminista y Economía Ecológica, el dialogo necesario y urgente.


Revista de Economía Crítica, 144-161.

Hofmann, S., & Cabrapan, M. (2019). Genero, sexualidades y mercados sexuales en sitios
extractivos. Mexico D.F.: Centro de Investigaciones y Estudios de Género.

O' Connor, J. (2001). Causas naturales. Ensayos de marxismo ecológico. México D.F.: Siglo
XXI.

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Pengue, W. (2009). La economía ecológica y el desarrollo en América Latina. En M. Altieri,


Vertientes del pensamiento agroecológico (págs. 125-154). Medellín: Sociedad Cientifica
Latinoamericana de Agroecología (SOCLA).

Picchio, A. (2001). Un enfoque macroeconómico ampliado de las condiciones de vida.


Conferencia Inaugural de las Jornadas Tiempos, trabajos y género. Barcelona:
Universidad de Barcelona.

Polanyi, K. ([1944] 2017). La gran transformación. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.

Raffo Lecca, E., & Mayta Huatuco, R. (2015). Valoración ecónomica ambiental: el problema del
costo social. Industrial Data, 61-71.

Rockström, J., Steffen, W., Noone, K., Persson, Å., Chapin, F., Lambin, E., y otros. (2009).
Planetary Boundaries: Exploring the Safe Operating Space for Humanity. Ecology and
Society, 14(2).

Rodríguez Enríquez, C. (2010). Análisis Económico para la equidad: aportes para la Economía
Feminista. SaberEs, 3-22.

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