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La realidad social se configura y re-configura permanentemente a partir del sentido que las
sociedades dan al mundo. Desde estas significaciones las personas configuran su orden social; sus
formas de ser, hacer, representar en el mundo, organizando en este marco su vida cotidiana. Ella
se establece como práctica social en la medida que adquiere el suficiente arraigo, significación y
objetivación que les da un sentido transformador a sus actores sociales y su entorno. El objeto del
presente artículo es abordar algunas perspectivas desde las cuales se ha configurado la práctica
social, que se salen decididamente de la dimensión meramente funcional, y que evidencian la
potencia de este concepto en la configuración de seres humanos como expresión de humanidad
desde los imaginarios sociales. En el texto se propone un análisis de algunas tendencias de la
práctica social buscando establecer una síntesis de consideraciones por las cuales esta adquiere
una dimensión como expresión de humanidad; confronta teorías que la apoyan y soporta su
propuesta en la lógica de los imaginarios sociales para superar la práctica como mera actividad y
situarla como escenario socio-histórico y psicosomático.
Pero, más allá de reconocer que la práctica social está atravesada por los acuerdos, en la tercera
tendencia, se genera una reflexión en torno al hecho de que la práctica social es ante todo una
expresión de humanidad desde sus imaginarios sociales; lo anterior sustentado en que los
acuerdos sociales se configuran desde las significaciones que las comunidades tienen sobre el
mundo, el ser humano, la vida y la muerte y que definen las formas de ser/hacer,
decir/representar de los actores de un grupo social.
Hay una anécdota de la revolución francesa que puede ilustrar este punto (que sea enteramente
cierta o no es aquí secundario). La reina María Antonieta escuchaba desde su palacio de Versalles
los gritos de las masas enardecidas que llegaban de París, por lo que preguntó a uno de sus
mayordomos qué sucedía, y éste respondió: Su Majestad, se han rebelado porque no tienen pan
para comer. Y ella replicó: ¿No tienen pan?, ¿por qué entonces no comen pasteles? Era una
pregunta cínica, y pagó con su vida; pero si hubiera estado en Beijing, el mayordomo habría
contestado: no tienen arroz para comer. Y en ciudad de México habría dicho: no tienen maíz. Y en
Berlín: no tienen patatas.
¿Qué es macroeconomía?
Cuando hablamos de conjunto integrado, nos referimos al estudio de las variables económicas
agregadas. De ahí, que al final de la definición, señalemos como objetivo explicar los ‘agregados
económicos’. La producción de una empresa sería un valor individual. Sin embargo, el PIB sería un
valor agregado (incluye la producción total del país expresado en su moneda).
Entre los ejemplos más destacados de variables macroeconómicas, nos encontramos: el nivel de
precios, el desempleo, la balanza de pagos o el crecimiento económico.
La macroeconomía es útil porque nos permite analizar la mejor forma de conseguir los objetivos
económicos de un país. La política económica es la herramienta que tienen los gobiernos para
alcanzar esos objetivos. Objetivos como, por ejemplo, conseguir la estabilidad en los precios,
lograr el crecimiento económico, fomentar el empleo y mantener una balanza de pagos sostenible
y equilibrada.
¿Qué es microeconomía?
Las personas tienen necesidades específicas que cubrir (alimentación, vestido, medicinas,
vivienda) y existen múltiples factores que influyen en la capacidad de generar recursos para
satisfacer dichas necesidades, tales como trabajo, materia prima o capital. El equilibrio y óptima
distribución de estos recursos, es materia microeconómica.
Uno de los objetivos de la microeconomía es examinar el efecto de los cambios de precios en los
consumidores (demanda) y el efecto de los precios en los productores (oferta). Por lo que uno de
sus principios básicos de análisis es la ley de la oferta y la demanda. La microeconomía elabora
modelos matemáticos para desarrollar supuestos comportamientos de los individuos, por lo que
estos modelos solo se cumplen cuando a la vez se cumplen esos supuestos.
La microeconomía es una de las ramas en que se divide la teoría económica. La otra es la
macroeconomía, que analiza el funcionamiento de la economía en su conjunto, como, por
ejemplo, la inflación, el crecimiento económico y el desempleo.
A mediados del siglo XIX se vio aparecer en varios países de Europa una corriente de ideas que,
haciendo a un lado consideraciones de tipo histórico e institucional, pero también formas de
organización de la producción, se proponía explicar el valor de los bienes a partir de la sicología
individual. Dicho de otra manera, la concepción “objetiva” del valor - construida sobre los costos
de producción, particularmente en trabajo - se abandonó en beneficio de un enfoque “subjetivo”
basado en el comportamiento del consumidor, determinado por sus “gustos” y sus recursos.
Para quienes son los fundadores de esta nueva corriente, el inglés Stanley Jevons (1835-1882), el
austríaco Karl Menger (1840-1921) y el francés León Walras (1834-1921), existiría, mas allá de la
diversidad de los gustos individuales, una ley psicológica, según la cual la satisfacción lograda
mediante el consumo de un bien aumenta con el incremento del consumo, pero tal aumento de
satisfacción se produce a un ritmo cada vez más débil, de tal manera que se presenta una
saturación progresiva, pero jamás total.
Tal “ley psicológica”, que para algunos como Jevons se explica por razones meramente sicológicas,
ha sido denominada ley de la utilidad marginal decreciente; en este caso la palabra “utilidad”
designa la satisfacción o el placer conseguido, en tanto que el adjetivo “marginal” subraya el
hecho de que la utilidad de la última unidad consumida disminuye en tanto el consumo aumenta.
Así, para dar un ejemplo simple, si el consumo de una manzana otorga una utilidad de 10, la de
dos manzanas una utilidad de 15 y la de tres manzanas 18, entonces la utilidad marginal de la
segunda manzana es igual a 15-10, es decir 5, en tanto que la de la tercera manzana es de 18-15, o
sea 3. Ahora, como 3 es menor que 5, la ley de la utilidad marginal decreciente se ha verificado, al
menos en este ejemplo.
Resaltemos que esta ley no se expresa por una fórmula clara, contrariamente a lo que pasa en
física, por ejemplo; de tal manera no se precisa a que tasa decrece la utilidad marginal en tanto
aumenta el consumo ya que ésta varía de un individuo a otro; se contenta con dar el sentido de tal
variación, la cual se supone igual para todo el mundo.
Temas de la Microeconomía
Teoría de la Conducta del Consumidor
Teoría de la Empresa
Equilibrio de Mercado
Equilibrio multimercado
Competencia imperfecta
Economía del Bienestar
Optimización temporal