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elegido a los mejores para que estuvieran allí", (compensando las diferentes áreas).
Ahí lo conocí. Ahí lo vi. Un niño que someía porque le decían "saludá a la
seña". Un nene muy rígido en su sonrisa, un nene amordazado, endurecido.
Un nene "no" real y una sonrisa que "sólo mostraba sus dientes".
¡¡A clases!!. ..
Debí anticipar, desde nuestro primer encuentro, cómo sería el primer día
de clases. Ingresó al aula, casi determinadamente a esconderse detrás de la
puerta, en una especie de" escondite" que se formaba entre ésta y las dos puer-
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tas del armario. Su posición era: piernas flexionadas, brazos que las abrazaban el aula, o no. estuviera". Era intentar decodificar qué sentía aquel niño cada vez
y cara escondida. Padres fotografiando, dentro del salón, el primer día escolar ~
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que intempestivamente salía a correr.
ele sus hijos (los de él ya se habían ido). Me acerqué ciertamente sin saber cómo
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¿Hacia dónde se dirigía, tras de qué corría, de quién huía?
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hacerlo y recibí, como respuesta, una mochila que golpeó mí nariz. Su maestra 1 Me llamaba la atención su necesidad de ocupar todo el espacio exterior. Se
inteO"radora es psicopedagoga y ejerce el rol de P.P.N.D (Personal Privado No apropiaba del patio, del salón de actos, de objetos destinados a Educación Física ...
doc:nte). El niño no se encontraba bajo ningún régimen de Escuela Especial Solía tener reacciones que me dejaban paralizada internamente. Tirarse
que avalara dicha integración. Por ende, ésta era sólo supervisada por la coor- 1 al suelo, manifestar una fuerza brutal, mostrar todos sus dientes y, al mismo
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1 tiempo, poner cara sombría, de enojo como quien hace uso de cierta ferocidad.
dinadora del centro al cual la P.P.N.D pertenecía.
Aquel primer día de clases la maestra integradora (M.I) se fue del colegio l Nos insultaba cada vez que sucedía un episodio como estos. Y los golpes que
con patadas en sus piernas. Él permaneció ese día en el aula, el tiempo que
se demoró en pedirle a la mamá que lo retire mientras se labraba un acta que !
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recibimos, tanto su maestra integradora como yo, fueron marcándonos ... un
camino. Camino repleto de incertidumbres, de no saberes, de preguntas múl-
tiples pero principalmente de creación.
daba cuenta de lo sucedido.
Los primeros meses fueron esos donde volvía a casa con moretones y
i En otros momentos, se trocaba esa intensidad; se sacaba los zapatos de-
golpes. Sentía que toda mi mañana se centraba en este niño y en su maestra bajo de la mesa, como un bebé que se quita los escarpines ... como algo muy
auxiliar. No me preocupaba tanto cómo iba a aprender la cantidad de contern- primitivo. Me preguntaba si había habido una mamá calzándolo.
dos propuestos para Segundo Año, sino cómo ayudarlo a permanecer dentro En simultáneo, se daba otra situación: las dificultades que le (re)presen-
del aula, cómo vislumbrar esos momentos llamados "crisis". Salía al patio, taba escribir su nombre y apellido. Tomó varios meses poder lograrlo. Primero
corría, subía las escaleras que se dirigen al nivel secundario del colegio. Su que era muy largo, luego que en cursiva, no; mejor sin el apellido, quizás sólo
acompañante, tras él: a veces corriéndolo, otras alcanzándolo y muchas veces, el nombre. Ausencia de nombre propio (preguntas punzantes: ¿Quién soy?.
mirándolo. En deterr~únados momentos de" des~orde c~lecti~o", personal di- ¿Cuál es mi verdadero nombre? ¿Cómo quiero llamarme?)
rectivo, auxiliares y quien por allí cerca pasara, iba tras el o bien con palabras Pensando en la etimología de su nombre, descubro que el discípulo más
bien con gestos. Parecía imposible que ingresara al aula y se acoplara a la amado, "casualmente" es el que estuvo junto a la cruz de Cristo. Llevar con
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normativa básica como es la de permanecer junto a sus docentes y compañeros tanto "peso" ese nombre-cruz ... el del más amado y el tan doliente. Fuerte.
Reconozco mis dificultades para trabajar junto a un plan de integración
en el salón.
No existieron de mi parte estrategias premeditadas ni leídas. Muchas in- cuando no se siente "vibrar en la misma nota". Quizás mi personal activismo
tervenciones momentáneas fueron fruto de exteriorizar casi impulsivamente me conducía a buscar estrategias, entre rudimentarias y espontáneas, para
acciones en virtud de ayudarlo de alguna manera. Este pequeño me convo- ayudarlo. Existía una urgencia en cada crisis, un pedido, un papel escrito con
caba a lo "no convencional". Desde el primer momento comprometió mi ser letras desconocidas.
para que explore nuevos medos de vincularme con él y con sus co.mpañe,ros. De algún modo, sentí" apropiarme" (hacer propia) la integración. Un día
Eran charlas grupales acerca de "no es lo mismo que algmen estuviera allí, en me hallé sentada junto a él mientras su acompañante lo hacía en la silla desti-
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cionaba idénticamente: ante cualquier propuesta aparecía un "no". Operaba Elegir a qué jugar
casi como una respuesta automática. 1
Acá el límite, reclamaba un espacio. Una m~ñana decidí hablar de los sentimientos (tema que no figura en los
En la última reunión que tuvimos, sentí algo así como del orden de la Diseños Curriculares corno contenido). Introduje el tema, y uno a uno iban di-
"puesta a prueba a la docente", al decirme "hay muchos profesionales muy reco- ciendo' quéy cómo se s~ntía. Fui observando que, ante la pregunta de "¿ cómo
nocidos que recomiendan este "método de premios" que nosotros implementamos en te sentís?"~:el rostro c!~il niño comenzó a ensombrecerse. No recibí respuesta
casa y junto a la psicóloga; y hay tantos otros que abogan en favor de la medicación verbal alguna. Entonces, cambié la pregunta: "s qu« sentís?". Y, de este modo,
infantil ¿y vos no estás de acuerdo ni con los premios ni con la medicación?" Mi res- recibí una respuesta contundente: "nada". No sentir nada me dio la pista de
puesta fue concreta: "en el mes de febrero fundamenté por qué no estaba de acuerdo sentir todo, o mejor dicho, algo que quizás significara mucho.
con la medicación. Siendo septiembre opino exactamente igual". A las pocas semanas, propuse otra actividad: consistía en elegir "la pala-
El pequeño concurre a encuentros terapéutico con uria psicóloga, quien bra preferida": "Control" fue su elegida. .
.bajo la formación manifiesta en Terapia Cognitivo Conductual (T.C C) lo asiste. Esperé dos meses para realizar nuevamente aquella pregunta respecto del
sentir, en una situación áulica, también. Emití la pregunta con cautela, quizás
con temor.·"¿ Y vos, qué sentís?". Ahora pudo decir "no sé qué me pasa". Era un
Entrevistas con su terapeuta importante progreso en' la aparición de sus propias palabras.
En una oportunidad, durante un recreo, entró al aula con furia. A punto
Reconozco que solía esperar con ansias la reunión con la terapeuta del de llorar. Cuando me acerqué a preguntarle lo que pasó, me responde "fue sin
niño y el equipo integrador. Aun sabiendo los resultados: todo era en base a querer". Mi siguiente p~egunta, al verlo tan angustiado fue "¿qué te pasa?". A
estímulos muy concretos (respecto de su terapeuta). Una golosina, un juguete, lo cual contesta: "mi mamá me pasa, ¿no eniendés?"
un premio ... nunca entraba el reconocimiento, el abrazo, el beso, el aplauso. r Ya de'¿ara al fin d~ año, retomé la misma pregunta. Ahora él podía decir
Toda la estrategia que recibí entonces para ayudarlo a que ingresara al aula "Seña, me ,siento nervioso, presionado". Y no encontré mejor premio, que darle
fue que" cuando el niño decidiera salir al patio, su maestra integradora jugara un espació para hablar] ·
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con él utilizando los globos" (que ella misma había llevado al colegio). Nunca Vi cómo en los recreos ya elegía optar por otros juegos que no fu eran el de
comprendí esta alternativa. "Globos" me representaba algo sacado de con- "las provocaciones". Me dijo: "ellos me provocan para que yo los persiga pero
texto, para ese momento. Y lo más disgregante para todo el grupo. no quiero jugar más a éso" La afortunada aparición de "Los Coges" (unos per-
No pudimos establecer acuerdos con la terapeuta, quien, de alguna ma- sonajes de plástico), le permitió formar e integrar equipos, hacer competencias
nera, decidió "retirarse del colegio" y sólo acercarse cuando se le solicitaba y aceptar poco a poco el hecho de "perder" (la pérdida de algo y no de todo).
, algún informe. Estos daban cuenta de un niño completamente diferente al que Así se iba constituyendo otra realidad: la que desafiaba una frase pronunciada
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veíamos a diario ... ' por él cdi-i tanta fuerza: "¡Mi mamá nunca se rinde!"
Costó mucho el acercamiento del niño hacia sus compañeras. Cada in- Año 2011 ... he decidido permanecer en el mismo curso, bajo una serie
tento era con agresión, por parte de él, hacia ellas. Él se refería a ellas como: importante de contradicciones. Sigo con la posibilidad de seguir creando y
"~sfos, esa, aquella" Ellas no tenían nombre propio. Continuaba siendo muy participando ele esos lugares, con sentido, originados por los niños. Repaso
dificultoso armar grupos mixtos de trabajo. No Ias toleraba. Ciertamente, creo momentos vividos y propongo una actividad: "elijan el nombre que les gusta-
que fue muy lento el proceso de aceptación de Ii pifer~ncia, Poco a poco, volví ría tener y por qué" Para mi perplejidad, este niño eligió el nombre "Tunda".
a armar grupos heterogéneos de trabajo donde él también formara parte. Al Escribió porque es lindo y cool". "Tunda", que significa dar golpes, palos,
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princi~~o su cara me mostraba un descoryento /iyantlfepto; mas luego, recibía azotes" y que mitológicamente es el nombre de un personaje descripto como
.ªlas runas con mucha apertura ... aprendi? el nq:r¡:i.bre.;qe cada una de ellas; las una mujer-monstruo con rasgos similares a los de un vampiro que atrae a las
cuales eran sus compañeras desde hacía q:b:ico t~os. [· ; · personas hacia los bosques y los retiene cautivos allí. Este personaje a veces ·
¡ ¡ adopta la forma de un ser querido, como la de parecerse a la madre ele un niño,
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con lo que logra atraerlo hacia el bosque, allí los alimenta para mantener a sus
Ha llegadoel merecido descanso ... víctimas dóciles en una especie de estado ele trance.
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j i ! i !:i ¡ Luego de esto, pude ver al niño diariamente levantando la mano para
Durante la penúltima semana de clases, manifestaba descomposturas que participar en clase, pidiendo permiso para ir al baño, aceptando los límites
él mismo podía comentar. La última fue descripta .por él con precisión. Su 1 cuando antes "hacía berrinches", sumándose a los chistes, aprendiendo a es-
rostro acompañaba ese malestar. Cuenta ,que s~ .sentía rnuy ~al, ya, en casa. perar su turno, recibiendo todos los "no" que le digo (algunos, sé que están de
Seguimos indagando qué sentía y dice "q~ifro q~'e venga: mi ~iamá". Fue la pri- 1 , más), logró empezar a preguntar
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¿cómo estás seña?" y también a responder él
mera vez que había sido tan claro en su deseo,' ~n su: pedido. Fue la primera a la misma: pregunta con un "me siento neroioso hoy''. o estoy muy feliz de venir
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Anexos
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NOTAS
1. En este capítulo se incluye el relato de una experiencia concreta en el ámbito escolar recogida
por la docente en una escuela de nivel primario del sur de la Ciudad de Buenos Aires. Fue
compartido en el espacio de Talleres dispuesto con ese fin, en junio de 2011, durante el m
Simposio sobre "La Patologización de la Infancia: Intervenciones en la clínica y en las aulas"
y seleccionado en ocasión de la compilación de este libro porque refleja -con palabras de de
"maestra" egue es posible que en las escuelas se de lugar a prácticas subjetivantes e inclusivas
de los niñ@s en las aulas, atendiendo de manera prioritaria a sus "Derechos", más allá de las !k
dificultades o los problemas con los que nos interpelen en el cotidiano escolar.
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J. Anexo 1
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¡ Manifesto de tancamento do Fórurn sobre Meclicaliza~ao
' da Educai;;ao e da socíedade