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La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de

la Nación con relación a las detenciones y requisas


efectuadas sin orden judicial.
por ALBERTO SANDHAGEN
2 de Febrero de 2021
www.saij.gob.ar
Id SAIJ: DACF210016

1) El presente trabajo tiene por objetivo práctico mostrar al lector un compendio de la jurisprudencia más
importante que emitió la Corte Suprema de Justicia de la Nación (1) relativa a las detenciones y requisas
efectuadas sin orden de un juez (2).

En efecto, los casos que se relevarán tuvieron, en cuanto a la detención y requisa, una relación directa e
inmediata con la resolución final del caso. Con ese norte, se expondrán los precedentes del Alto Tribunal en
donde se discutió el proceder de las fuerzas de prevención cuando actuaron sin orden judicial, con posterioridad
a ello, se expresará los estándares que dejó sentado con respecto al tema y, para finalizar, efectuaré unas
breves reflexiones sobre el recorrido que hizo la Corte en los precedentes expuestos.

2) Sin prólogos, en este acápite me centraré en repasar los distintos casos sobre detenciones y requisas. Con
ese objetivo, lo haré en forma cronológica y esbozaré la secuencia fáctica y cuál fue la doctrina que emergió de
los distintos precedentes.

2.1 La Corte Suprema fue llamada a resolver en competencia originaria la causa "Daray" (3). Sintéticamente, los
hechos fueron los siguientes. El 18 de abril de 1991 en San Rafael, provincia de Mendoza, personal policial que
estaba practicando controles de rutina detuvo en la vía pública a Carlos Antonio Garbin, quien conducía un
automóvil con chapa patente de Capital Federal. La razona de la detención, según la policía, fue para que el
conductor acreditara su habilitación para conducir y para verificar sus datos personales. En ese contexto, Garbin
exhibió la documentación del auto y el permiso para circular, pero, a pesar de esto, según el informe policial, a
Garbin se lo "invitó" a concurrir a la Seccional de Policía para una mayor verificación de datos. En la comisaria,
mientras los oficiales de policía intentaban comunicarse con Buenos Aires para determinar si el auto poseía
algún impedimento legal, Garbin "espontáneamente" involucró a sus hijos Claudio y Alejandro, diciendo que
ellos tenían autos extranjeros con patentes diplomáticas. La "espontaneidad" de Garbin habría además llegado
al extremo de ofrecerse para acompañar a la policía a "entrevistarse" con sus hijos en una bodega de propiedad
de él. Según la policía que condujo la "entrevista", los hijos de Garbin reconocieron haber comprado autos
importados por diplomáticos, dieron detalles sobre las operaciones y del lugar donde ocultaban los vehículos.
Con esta información en su poder la policía dejó constancia de que los Garbin quedaban detenidos e
incomunicados. A su vez, se le dio intervención al juez federal en turno por el presunto delito de contrabando y
se solicitó una orden de allanamiento para el secuestro de los autos y la documentación pertinente. En tal
sentido, el juez libró esa orden ese mismo día y en el domicilio particular suministrado por Alejandro Garbin en la
"entrevista" fue encontrado un automóvil Mercedes Benz con chapa diplomática (4).

Ahora bien, al momento de resolver la Corte sostuvo, en general, que resulta que la competencia para efectuar
arrestos a que se refiere la norma constitucional sólo puede provenir de un expreso mandato legislativo y debe,
además, ejercerse en las formas y condiciones fijadas por esa disposición legal. Tal requisito surge claramente
del principio constitucional de legalidad (5).

Asimismo, expuso que del examen de las distintas normas legales que autorizan a la Policía Federal a restringir
la libertad ambulatoria de los habitantes de la República, surge indubitablemente que dicho organismo carecía
de facultades legales para detener en el caso al señor Garbin. Así, el artículo 4° del Código de Procedimientos
en Materia penal (ley 2372, aplicable a este caso) dispuso que el Jefe de Policía de la Capital y sus agentes
tienen el deber de detener a las personas que sorprendan en "...in fraganti delito, y aquellas contra quienes haya
indicios vehementes o semiplena prueba de culpabilidad, debiendo ponerlas inmediatamente a disposición del
Juez competente". Resultó evidente que, de las actuaciones policiales iniciales, la necesidad de efectuar "una
mayor verificación de la documentación del vehículo" y que dieron lugar a la "invitación" para que el señor
Garbin concurriera a la dependencia policial (que no fue tal, sino una verdadera detención), en forma alguna
puede equipararse a "los indicios vehementes o semiplena prueba de culpabilidad" a que se refiere la ley
procesal. Tampoco se cumplieron los requisitos fijados por el artículo 5, inciso 1°, del decreto-ley 333/58 -en su
antigua redacción-, ratificado por la ley 14.467, que facultaba a la Policía Federal para el cumplimiento de sus
funciones a "detener con fines de identificación, en circunstancias que lo justifiquen, y por un lapso no mayor de
veinticuatro (24) horas, a toda persona de la cual sea necesario conocer sus antecedentes". Ello es así pues las
actuaciones policiales examinadas de manera alguna explicaron cuáles eran las circunstancias que justificaban
-a los fines de realizar "una mayor verificación de la documentación del vehículo"- la detención del señor Garbin
(6). En consecuencia, la Corte revocó la sentencia recurrida.

2.2 De continuidad, el Supremo resolvió "Morales Agüero" (7), la causa llegó a instancia extraordinaria debido a
que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de la Capital Federal declaró la nulidad de la detención de Luis
Alberto Morales Agüero y lo absolvió del delito que fuera acusado, ante ello el fiscal interpuso recurso de
casación y ante su rechazo la correspondiente presentación directa. La cámara de casación declaró
improcedente este recurso y también denegó el extraordinario federal deducido contra dicha resolución, lo cual
dio origen a la queja e intervención de la Corte.

El hecho consistió en que el día 1° de julio de 1995, alrededor de las 14 horas, Morales Agüero transitaba por la
vía pública y hacia un destino final no acreditado en autos, transportó dos paquetes compactados en forma de
ladrillo elaborados con cinta adhesiva de color marrón, con un peso de 1.884,27 gramos (869,69 grarmos y
1014,62 gramos, respectivamente), a sabiendas que aquéllos llevaban clorhidrato de cocaína, determinándose,
atento el alto índice de pureza, un peso total de 1.569,77 gramos de aquella sustancia.

Sentado ello, la interceptación del imputado por personal policial se puede deducir por decantación de lo
expuesto por el "...el tribunal oral, en decisión por mayoría dispuso la absolución. El magistrado preopinante,
sostuvo referirse a la detención del imputado, que no tuvo 'por fundadas las razones que el oficial Villarruel dio
para proceder como lo hizo, con tal despliegue de personal (cinco en total), con 2 móviles afectados a una labor
que según él era de rutina, en épocas de tremenda escasez de medios...' y que 'tampoco convencen las
razones aludidas para decidir la intervención. Que dos personas conversen en la calle no parece sospechoso
máxime que nadie dio indicación de alguna circunstancia que pudiera llamar la atención. No lo es que una de
ellas tuviera una bolsa de un supermercado en la mano en una zona comercial a las 14 hs...tengo mis reparos
sobre las manifestaciones del oficial jefe de que a una distancia bastante considerable (dijo 20 mts; 30 ó 40 mts.
el oficial González), pudiera determinar, a simple vista, que en la bolsa del supermercado llevara otra cosa que
no fueran comestibles...No ofrece seguridad la aseveración del oficial Villarruel, por lo menos como indicio
cargoso, que en el año 93 ó 94 se le indicó que la persona que en aquel entonces le pasaba por delante tenía
antecedentes penales...' De tal manera, consideró que la interceptación del procesado en la vía pública y la
posterior detención, ha vulnerado garantías constitucionales" (8).
Ante ello, la Corte afirmó que, si bien la naturaleza restrictiva del recurso de casación impide modificar las
conclusiones de hecho efectuadas por el tribunal de juicio al valorar las pruebas, ello no impide determinar si la
ponderación de las referencias fácticas de la decisión ha rebasa do los límites impuestos por la sana crítica
racional (9).

Los principios mencionados resultaron especialmente aplicables al caso de autos, dado que la naturaleza de los
agravios -que motivaron la deducción de la queja por recurso de casación denegado- cuestionaban la nulidad
decretada por su manifiesta irrazonabilidad, en tanto se habría efectuado una arbitraria interpretación de los
artículos 168, 172, 184 inciso 5° y 230 del Código Procesal Penal y se habría omitido el examen de diversas
pruebas de cargo que indicarían -según estima el apelante- que el procedimiento policial que tuvo como
consecuencia la requisa y detención del procesado se habría efectuado sin vulnerar la garantía constitucional
del debido proceso (10) . Por ello y pese al carácter restrictivo de la tacha de arbitrariedad cuando se articula
respecto de pronunciamientos que resuelven recursos de casación, la resolución de la cámara, al dejar firme
una resolución que impidió el descubrimiento de la verdad jurídica objetiva sobre la base de fórmulas genéricas
y abstractas, importa flagrante violación a las reglas del debido proceso, puesto que los jueces no pueden
sustraerse a lo que es propio de su ministerio menoscabo evidente de la mencionada garantía constitucional
(11).

Por su parte, en el voto particular del Ministro Vázquez, el nombrado expuso que la declaración de nulidad de la
detención del imputado y todo lo obrado en consecuencia tiene como fundamento la falta de credibilidad de los
dichos del personal policial en lo que hace a la intervención que les cupo en el procedimiento. Los preventores,
con competencia específica en el área de "drogas", declararon "en similares términos respecto a la intervención
relatada" durante la audiencia de debate, aspecto que sumado a que se los comisionó a efectuar una recorrida
para prevenir ilícitos vinculados a su competencia, arroja un cuadro de verosimilitud a sus dichos que no debe
ser desvirtuada -como lo hace el a quo- con conjeturas sobre los motivos que llevaron a la detención del
imputado. Ningún elemento de juicio permitió suponer que la actuación policial haya sido producto del ejercicio
de funciones que no le han sido asignadas, de manera tal que se vean en la necesidad de elaborar un relato
distinto sobre lo verdaderamente ocurrido y suponer, como lo ha hecho uno de los magistrados, se está "frente a
un inadmisible 'dibujo' de la realidad" (12). Y afirmó que ello determina la descalificación del pronunciamiento
impugnado como acto judicial válido toda vez que de lo expuesto se desprende que se ha omitido cumplir con la
exigencia de que los fallos judiciales tengan fundamentos serios, lo cual reconoce raíz constitucional y tiene el
imperativo de que la decisión se conforme a la ley y principios de doctrina y jurisprudencia vinculados con la
especie a decidir (Fallos: 236:27)(13).

2.3 Con posterioridad, surgió, el precedente publicado en Fallos: 321:2947 ("Fernández Prieto")(14).
Sintéticamente, en relación con los hechos de la causa, el 26 de mayo de 1992 a las 19 horas, en circunstancias
en que miembros del personal policial de la sección "Sustracción de Automotores" recorrían la jurisdicción de
General Pueyrredón, ciudad de Mar del Plata, observaron que circulaba un vehículo marca Renault 12 con tres
sujetos en su interior en "actitud sospechosa", razón por la que lo interceptaron e hicieron descender a los
ocupantes y lo requisaron en presencia de testigos habiéndose hallado "ladrillos" característicos de picadura de
marihuana tanto en el baúl como en el interior del vehículo. Asimismo, se incautaron de un arma y proyectiles
que se encontraban en el baúl.

En este precedente, la Corte Federal local, con cita del "Terry v. Ohio" de la Corte Suprema de Estados Unidos,
resolvió que era legítimo el procedimiento puesto que, prieta síntesis, los funcionarios policiales fueron
comisionados para recorrer el radio de la jurisdicción en la específica función de prevención del delito y, en ese
contexto, interceptaron un automóvil al advertir que las personas que se encontraban en su interior se hallaban
en "actitud sospechosa" de la presunta comisión de un delito, sospecha que fue corroborada con el hallazgo de
efectos vinculados con el tráfico de estupefacientes y habiendo así procedido, comunicaron de inmediato la
detención al juez (15). Y concluyó que el acto de detención se efectuó dentro del marco de una actuación
prudente y razonable del personal policial en el ejercicio de sus funciones específicas, en circunstancias de
urgencia, sin que se halle probada ni mínimamente la vulneración de la norma que reglamenta el artículo 18 de
la Constitución Nacional (16).

Sin perjuicio de ello, en la disidencia de ese precedente, el Ministro Fayt expuso que de lo actuado en la causa
nada persuade de que la autoridad policial haya obrado sobre la base del conocimiento de circunstancias que
hiciesen razonable la detención del recurrente y, en todo caso, si esas circunstancias existieron, los agentes
policiales las han mantenido in pectore y no han dejado expresión de ellas, lo cual impide comprobar la legalidad
del arresto (17). Además, la inexistencia de fundamentos para proceder en el modo cuestionado no puede
legitimarse por el resultado obtenido -el hallazgo de los estupefacientes antes referidos- pues, obviamente, las
razones justificantes del proceder policial deben existir en el momento en que se lleva a cabo y no
posteriormente. En estas condiciones, es forzoso concluir que la detención cuestionada ha sido dispuesta a
extramuros del artículo 18 de la Constitución Nacional (18). En idéntico sentido, se expidió el Ministro Gustavo
Bossert.

Por su parte, Petracchi afirmó que, en el caso, la detención y posterior requisa fueron fundadas en la supuesta
"actitud sospechosa" de los detenidos, sin expresar cuáles fueron las circunstancias que, en concreto, llevaron a
los funcionarios policiales a llegar a esa conclusión. Pero no sólo se desconoció a partir de qué circunstancias
se infirió que se trataba de sospechosos, sino que tampoco se expresó cuál era la "actitud" o qué era lo que
había que sospechar. En tales condiciones, el control judicial acerca de la razonabilidad de la medida se
convierte en poco más que una ilusión (19). Por otro lado, dijo que, el recurso a una fórmula estereotipada como
la "actitud sospechosa" remite a una opacidad indescifrable que no satisface la exigencia de la debida
fundamentación de los actos estatales, y, por tanto, carece de relevancia cuál sea la autoridad de la que éstos
emanen. Cuando existen instrumentos destinados al control de las decisiones, a fin de que dicho control no se
torne una mera ficción, en ellas deben expresarse las características particulares del caso que llevan a la
aplicación de una determinada consecuencia jurídica, y no es suficiente con invocar una razón que, sin cambio
alguno, podría servir de comodín para ser utilizada en cualquier otro supuesto. Lo contrario importaría tanto
como aceptar a la chita callando el silente cercenamiento de las garantías básicas, con el único sustento en una
apariencia de legitimidad que sólo podría tener como como objeto el de neutralizar cualquier forma de contralor
(20).

2.4 Al mes próximo, la Corte Suprema de Justicia de la Nación fue llamada a resolver en la causa "Flores
Núñez"(21). En la causa(22), en las instancias anteriores, se declaró la nulidad del acta de secuestro de efectos
y detención de la procesada y de todo lo actuado y por ello absolvió a María Aurelia Flores Núñez debido a que
tuvieron por no acreditado el estado de nerviosismo mencionado en la prevención para palpar a la imputada.
Recurrido por el señor Fiscal, llegó a la máxima instancia. Sin perjuicio de aceptar un criterio restrictivo de
interposición del recurso de casación (23), al momento de resolver, el Alto Tribunal sostuvo que al carácter
restrictivo de la tacha de arbitrariedad cuando se articula respecto de pronunciamientos que resuelven recursos
de casación, la decisión del tribunal anterior en grado (la Cámara Nacional de Casación Penal), al dejar firme
una resolución que impidió el descubrimiento de la verdad jurídica objetiva sobre la base de fórmulas genéricas
y abstractas, importó flagrante violación a las reglas del debido proceso, puesto que los jueces no pueden
sustraerse a lo que es propio de su ministerio sin menoscabo evidente de la mencionada garantía constitucional
(24).

2.5 Casi cuatros después, la Corte Suprema zanjó la causa "Tumbeiro"(25). Brevemente, con relación a los
hechos, el 15 de enero de 1998, a las 13.45 horas, en las inmediaciones de la calle Corea al 1700 de la Capital
Federal, el personal policial identificó a Carlos Alejandro Tumbeiro al considerar que su actitud en la vía pública
resultaba sospechosa, porque su vestimenta era inusual para la zona y por mostrarse evasivo ante la presencia
del patrullero. No obstante acreditar su identidad con el documento que llevaba en su poder, ante el nerviosismo
que exhibía se lo condujo al interior del vehículo policial a fin de establecer, a través del sistema dígito radial, si
registraba pedido de captura, lo que arrojó resultado negativo. Mientras se obtenía ese informe, se detectó que
dentro del diario perteneciente al nombrado, que estaba a su lado en el asiento, había una bolsita con una
sustancia que resultó ser cocaína. Ante este hallazgo, se convocó a testigos, se labró acta de estilo y se
procedió a la detención.

Sentado ello, la Corte resolvió que la interceptación del acusado a los fines de su identificación fue llevada a
cabo por un conjunto de actitudes tales como el nerviosismo puesto de manifiesto por Tumbeiro ante la
presencia del móvil policial y el hecho de que se trataba de una persona que por su comportamiento y
vestimenta no parecía de la zona, el cual al ser consultado por la razón de su presencia en el lugar, hizo
referencia a la búsqueda de un material electrónico de repuesto, totalmente extraño a lo que podía obtenerse en
los comercios aledaños pues se trataba de una zona de gente humilde, en su mayoría habitantes de un barrio
de emergencia del bajo Flores (26). Por otro lado, consideró legítimo el trámite de identificación llevado a cabo
por los funcionarios policiales a la luz de las normas que regulan su accionar. Ello es así, toda vez que éstos
fueron comisionados para recorrer el radio de la jurisdicción en la específica función de prevenir el delito y, en
ese contexto, interceptaron al encartado en actitud sospechosa, que fue ulteriormente corroborada con el
hallazgo de estupefacientes, y comunicaron de inmediato la detención al juez (27).

2.6 Por otro lado, en la causa "Zambianchi"(28) la Corte Suprema no abrió el recurso dado que expresó que el
recurso extraordinario, cuya denegación originó el recurso de queja, no cumple con el requisito de
fundamentación autónoma. Por ello, desestimó la queja (29). En las instancias anteriores, se discutió la
aplicación del precedente "Daray" (Fallos: 317:1985) y fue rechazado, entre otras cuestiones, por el tribunal oral
-por mayoría- dado que "...el caso aquí en análisis es mucho más pedestre, no hay involucrados diplomáticos ni
ningún Mercedes Benz y, fundamentalmente, no tiene punto de contacto alguno con las circunstancias del
hecho al que aquí se lo quiere asimilar". Sin embargo, también consideró que la conducta de los imputados,
quienes circulaban en horas de la madrugada, a pie, en calles desoladas, mientras transportaban una rueda de
automotor armada y un bolso, que "...de por sí, nada quizás indicaba, pero en el contexto alimentaba también
una fundada sospecha sobre quienes al fin resultaron aquí procesados" autorizaba a su detención en las
condiciones en que se produjo. Con tales argumentos, en la sentencia fue convalidado el procedimiento de
aprehensión.

2.7 Con posterioridad, la Corte nacional tampoco accedió al recurso en la causa "Bazán" (30), dado que los re
cursos extraordinarios, concedidos, son inadmisibles (artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación). Por ello y lo dictaminado por el señor Procurador General se rechazaron los recursos extraordinarios
interpuestos. En el dictamen del Procurador (31) surgió la secuencia fáctica que llevó a la detención de los
imputados, que es lo que, entre otras cuestiones, se discutía en autos.

Ahora bien, los hechos fueron los siguientes, el personal de la Brigada de Investigaciones XV de La Matanza, de
la Policía de la provincia de Buenos Aires, en cumplimiento de órdenes impartidas por la superioridad referidas
al esclarecimiento de delitos cometidos en la modalidad conocida como "piratas del asfalto", luego de efectuar
durante varios días "tareas de inteligencia", logró establecer que una persona de apodo "el pelado", que
utilizaría un automóvil Peugeot 404, se hallaría ofreciendo aceite comestible a precio muy inferior al de fábrica y
que se trataría de mercadería sustraída de esa forma poco tiempo antes. Con esa información, el 3 de abril de
1991 los preventores lograron identificar a Oscar Antonio Roade, conductor de un vehículo de esas
características, que al ser notificado de la investigación en curso les manifestó "en forma espontánea" que se
encontraba vendiendo esa sustancia, cuyo origen ilícito conocía y que había sido conseguida por un amigo suyo
-Juan Carlos Leyría- con quien había formado una sociedad. Señaló también que esa persona concurriría ese
día a la playa de estacionamiento de un supermercado cercano con más mercadería de similar procedencia y
que no tenía impedimento en trasladarse hasta allí con el personal policial. Así lo hicieron y luego de una breve
espera, llegó el nombrado en su automóvil, secundado por el camión Mercedes Benz -perteneciente al Ejército
Argentino- conducido por Carlos Alberto Rodríguez, empleado civil de esa fuerza, que transportaba ciento
cincuenta y ocho (158) cajas de aceite de aquella marca. En un principio, Leyría indicó que esa carga sería
entregada en un cuartel, no obstante lo cual la comisión policial labró un acta donde consta el secuestro de la
mercadería y de facturas con membrete de Brassovora S.A. y se trasladó a la dependencia con los nombrados.
Arribados a ese lugar y al no poder explicar el origen de los bienes, tras intentar ofrecer al personal preventor
una suma de dinero para finalizar la investigación, Leyría, en la creencia que solucionaría su situación, expresó
que junto con el coronel Luis Pereira y el suboficial mayor Miguel Angel Pinazo, habían resuelto almacenar en
un depósito del Cuartel Viejobueno del Ejército Argentino, mercadería robada bajo la modalidad "piratas del
asfalto" por dos amigos del segundo de ellos. Que fue así que ingresaron los bienes que habían sido sustraídos
a sendos camiones: uno con productos Brassovora y otro con aceite marca "7 días". También aludió a la forma
en que habían convenido distribuir la ganancia. A su vez, Rodríguez admitió conocer esas maniobras y recibir
órdenes de Pereira y Pinazo. Las averiguaciones realizadas por la prevención, permitieron confirmar que esos
dos robos, que damnificaban a las firmas Sasetru y Brassovora, habían ocurrido pocos días antes.

En cuanto a la detención, el Procurador dijo que (32), cabe recordar, que sobre las autoridades de la prevención
pesaba la obligación de "averiguar los delitos que se cometan en el distrito de su jurisdicción" (artículo 184,
inciso 11, Código de Procedimientos en Materia Penal) y de verificar sin demora las diligencias necesarias para
hacer constar las huellas o rastros aparentes del delito, cuando haya peligro de que esas huellas desaparezcan
si se retardasen estas diligencias (artículo 184, inciso 3º, ídem). Fue bajo ese imperativo legal, que el personal
policial procedió a identificar a una persona que, si bien luego resultó imputada, no consta que haya sido privada
de su libertad hasta el momento de considerarse razonablemente acreditados los recaudos legales que
autorizaban su detención. En ese mismo sentido, consideró pertinente puntualizar que la Corte interpretó que
cuando la detención se realiza por parte de la prevención policial, las garantías constitucionales en juego se
resguardan mediante la regularidad del procedimiento cumplido, según el examen de todas las circunstancias
que lo rodearon conforme a las constancias de autos y la comunicación inmediata al juez (33). Este último
recaudo, de las constancias de la causa, según el Procurador fue cumplido.

Acerca de la existencia de sospecha razonable o indicios vehementes de culpabilidad, dictaminó que habida
cuenta que -como se vio- las detenciones recién se produjeron una vez comprobada la existencia de la
mercadería robada, dictaminó que no pueden prosperar las objeciones que en tal sentido se formulan desde que
los preventores actuaron de conformidad con lo prescripto por el artículo 4º del Código de Procedimientos en
Materia Penal. No obstante ello, señaló que la Corte Suprema sostuvo en Fallos: 321:2947, con invocación del
precedente 'Alabama v. White' 496 U.S., 325 (1990), de la Corte Suprema de Estados Unidos de América, que
es necesario que la definición de 'sospecha razonable' sea flexible, pues se trata de un estándar inferior del de
'probable causa', ya que la primera puede surgir de información que es diferente en calidad -es menos confiable-
o contenido que la que requiere el concepto de 'probable causa', pero que en ambos supuestos la validez de la
información depende del contexto en que es obtenida y del grado de credibilidad de la fuente. Bajo esas pautas
de interpretación, el tribunal norteamericano consideró legítima la detención de un vehículo y su requisa, que
había sido interceptado sobre la base de un llamado anónimo en el que se alertaba que allí se transportaba
droga, lo que efectivamente ocurrió. Esa información había sido corroborada por el trabajo de los preventores y
fue considerada suficiente fuente de credibilidad para proporcionar 'sospecha razonable'.

También expuso que la información específica con que contaban los funcionarios policiales, esto es,
características fisonómicas de la persona, marca y modelo del vehículo que utilizaba, zona por la que se
movilizaba, tipo y marca de la mercadería ofrecida, modalidad utilizada para sustraerla, datos que habían sido
obtenidos en cumplimiento de la obligación que fijaba el artículo 184, inciso 11, del código procesal aplicable,
constituyen elementos objetivos que permiten descartar que se haya procedido de manera injustificada,
respecto de cualquier persona o por 'mera intuición'. Por último, estimó oportuno consignar que el artículo 13 de
la ley orgánica de la Policía de la provincia de Buenos Aires, que previno en las actuaciones (decreto-ley
9551/80, texto ordenado por decreto 967/87), reconoce la facultad de proceder a la detención de toda persona
de la cual sea necesario conocer sus antecedentes y medios de vida, en circunstancias que -como las indicadas
en el párrafo anterior lo justifiquen.

2.8 En sucesión, la Corte Suprema de Justicia de la Nación disipó el caso "Monzón" (34), en donde la causa se
inició con motivo de la identificación y requisa personal de una persona realizada por parte de funcionarios
policiales frente a la estación del Ferrocarril Mitre, oportunidad en la que le habrían sido secuestrados tres
cigarrillos de armado casero que contenían cannabis sativa-marihuana. Al respecto, afirmó el Supremo que la
autoridad policial, en momentos en que se hallaba recorriendo el radio jurisdiccional de la División Mitre de la
Superintendencia de Seguridad Ferroviaria, procedió a identificar al imputado frente a la entrada del
estacionamiento del Ferrocarril Mitre, oportunidad en la que notó además que actuaba con cierto nerviosismo,
por lo cual, convocando a dos testigos solicitó que exhibiera sus efectos personales constatándose entre sus
pertenencias la tenencia de una sustancia similar a la marihuana (35). Consideró legítimo el trámite de
identificación y requisa personal llevado a cabo por los funcionarios policiales a la luz de las normas que regulan
su accionar (artículos 183, 184 inciso 5°, 230 y 284 del Código Procesal Penal de la Nación). Ello es así, puesto
que éstos han sido comisionados para recorrer el radio de la jurisdicción en la específica función de prevención
del delito y en ese contexto interceptaron al encartado para su identificación y su actitud sospechosa fue
ulteriormente corroborada con el hallazgo de efectos vinculados a la tenencia de estupefacientes, comunicando
de inmediato la detención al juez (36).

2.9 Por otro lado, la Corte Federal resolvió el caso "Szmilowsky"(37) y manifestó que la autoridad policial, en
momentos en que se hallaba recorriendo el radio jurisdiccional a cargo del Delta 34 del Departamento
Operaciones Metropolitanas de la Superintendencia de Drogas Peligrosas en horas de la noche, lugar donde se
encuentra un paredón y un paso peatonal del Ferrocarril Sarmiento procedió a identificarse como policía frente a
dos personas que se hallaban en el lugar, observando ante ello que quien resultó ulteriormente imputado
presentaba un gran nerviosismo, razón por la cual, convocando a dos testigos, se le requirió que exhibiera sus
efectos personales, constatándose entre sus pertenencias la tenencia de un envoltorio en cuyo interior se
encontraba un trozo compactado de una sustancia vegetal de color marrón similar a la marihuana (38). En
síntesis, expuso, en su función específica, éstos han sido comisionados para recorrer el radio de la jurisdicción
en la tarea de la prevención del delito y en ese contexto en horas de la noche y en las inmediaciones indicadas
interceptaron al encartado que mostró una conducta muy nerviosa ante la sola presencia policial, actitud que
despertó la razonable sospecha del funcionario policial actuante y que fue ulteriormente corroborada con el
hallazgo de efectos vinculados a la tenencia de estupefacientes (39).

2.10 Con posterioridad, la Corte Suprema de la Nación resolvió el caso "Waltta"(40). Los hechos fueron que la
Policía al llegar a la intersección de las calles Alberdi y avenida Roca observaron la presencia de varias
personas que se hallaban sentadas en el umbral de una vivienda "amparados por la penumbra de la noche, en
actitud sospechosa", razón por la cual se procedió a la identificación. En ese contexto, se interceptó a Andrea
Noelia Pérez, Silvio Muzzioli, César Luis Waltta, Rómulo Alberto Calderón y a Ramón Ferreyra, en el que se
procedió a requisarlos con excepción de Pérez, por su parte al nombrado Waltta se le secuestró dos cigarrillos
de marihuana y una bolsita de nylon transparente con restos de dicha sustancia, en el procedimiento también se
encontró papel para armar cigarrillos.
Ante esa secuencia fáctica, se declaró la nulidad del procedimiento en segunda instancia y ante un recurso del
Fiscal, intervino la Corte y resolvió que el recurso extraordinario, cuya denegación originó la interposición del
recurso de queja, era inadmisible (artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Sin
embargo, la disidencia del Ministro Maqueda, demás está decir que abrió el recurso y confirmó la sentencia
recurrida, expuso que, más allá de la interpretación que se haga del grado de sospecha exigido por esas leyes
para autorizar un arresto o una requisa, no hay dudas de que el policía no está autorizado a realizar detenciones
indiscriminadas (41).

A su vez dijo que una vez que el agente de prevención se encuentra con esa hipótesis razonable exigida por la
ley para proceder, es necesario que describa fundadamente cuáles son las conductas u actos en especial
actitudes del imputado que generaron sus sospechas de encontrarse ante un cuadro predelictual. En efecto, si
la autoridad para llevar a cabo la requisa o la detención, conforme a la ley, es el juez y sólo en casos de
urgencia y excepcionales las normas permiten delegarlo en la policía, la única forma de que luego el juez pueda
supervisar la legitimidad de la actuación llevada a cabo por aquellos, es que éstos funden circunstanciadamente
las razones del procedimiento. En el presente caso esas razones no solo no fueron volcadas en el acta, sino
que luego ante el juez, los agentes de la prevención tampoco pudieron precisarla, de modo que "si esas
circunstancias han existido, los agentes policiales las han mantenido in pectore" omisión que impide realizar un
juicio de razonabilidad (42). También afirmó (43) que en el presente caso jamás fue mencionada una situación
de peligro para la integridad física de los policías o de un tercero circundante, tampoco puede considerarse que
hubiera indicios vehementes de culpabilidad de la comisión de un delito por parte de los requisados y detenidos.
En efecto, de lo poco que aportaron los policías surge que se trataba de un grupo de jóvenes, constituido por
una mujer y cuatro hombres que a las 2.45 horas de un día domingo estaban sentados en el umbral de una
vivienda, que luego de que se procedió a su identificación se determinó que sus edades rondaban entre los 19 y
22 años, uno era de profesión operario, otro changarín, la mujer y uno más de los jóvenes declararon estar
desempleados, en dicho procedimiento también dieron la dirección de sus domicilios particulares. En otras
palabras, la situación descripta era la de "cualquier hijo de vecino"(44).

2.11 Ante un recurso fiscal, la Corte Suprema no abrió su instancia extraordinaria en el caso "Massa" (45)
puesto que resolvió que el recurso extraordinario federal, cuya denegación motivó la presentación del recurso de
queja, era inadmisible (artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Por ello, oído el señor
Procurador Fiscal (46), desestimó el recurso intentado.

De la causa se desprendió que el 7 de abril de 1999, siendo las 8.30 horas, en circunstancias en que miembros
del personal policial de la sección 'Prevención del Delito' recorrían el ámbito de la Capital Federal con fines de
prevención general, observaron, frente al n° 2651 de la calle Asunción, un vehículo marca Volkswagen
estacionado, el que se hallaba con el baúl abierto, advirtiendo asimismo que por un pasillo del inmueble
individualizado egresaban dos personas portando cajas de cartón cerradas. Continuada la recorrida, los agentes
policiales observaron nuevamente el rodado ya circulando por la calle Mendoza en dirección al norte, notando
que el habitáculo estaba lleno de las cajas mencionadas. Por esta razón, decidieron detener la marcha del
automóvil, identificaron a sus ocupantes, verificaron el contenido de las cajas constatando, en lo que aquí
interesa, que se trataría de videocasetes con grabaciones apócrifas 'un total de 353' y procedieron a su
secuestro en presencia de testigos.

En primera instancia, se declaró la nulidad del procedimiento, la que luego fue confirmada por la cámara de
apelaciones. Los argumentos fueron que: a) en autos no existía razón alguna para afectar los derechos
individuales de las personas involucradas, ya que la conducta adoptada hasta ese momento por ellos no podía
calificarse de "sospechosa"; b) la situación carecía de encuadre en alguna de las excepciones contempladas en
la ley de tránsito 24.449 o en la ley procesal penal aplicable que justificara la actuación policial; c) no se daba un
caso de flagrancia, ya que los encausados no fueron sorprendidos cometiendo el hecho ilícito o inmediatamente
después, ni eran perseguidos por la fuerza pública, el ofendido o el clamor público, y no existían signos
vehementes de que acababan de participar en un delito. Disgustado el Fiscal con ello, recurrió a casación,
rechazado el recurso, fue a la Corte.

Sin perjuicio que la Corte Suprema decidió no abrir el recurso, en la disidencia del Ministro Belluscio, en el
considerando 12°)(47), dijo que "...el examen de las especiales circunstancias en que se desarrolló el acto
impugnado resulta decisivo para considerar legítima la requisa del automóvil y detención de los ocupantes
practicada por los funcionarios policiales. Ello debido a que éstos habían sido comisionados para recorrer el
radio de la jurisdicción en la específica función de prevención del delito y en ese contexto interceptaron un
vehículo al advertir que las personas que se encontraban en su interior se hallaban en "actitud sospechosa" de
la presunta comisión de un delito, sospecha que fue corroborada con el hallazgo de material apócrifo en
infracción de la ley de propiedad intelectual, de todo lo cual se dio inmediata comunicación al juez 'acta de fs.
3'". Por ello, oído el señor Procurador Fiscal, hizo lugar a la queja, declaró procedente el recurso extraordinario y
dejó sin efecto el fallo apelado.

2.12 A continuación, la Corte Suprema de Justicia de la Nación zanjó el caso "Peralta Cano" (48), donde
compartió e hizo suyos los fundamentos y conclusiones del señor Procurador Fiscal y revocó la sentencia.
Previo a exponer el dictamen del fiscal, conviene mencionar los hechos de la causa puesto que, llamativamente,
un funcionario policial recibió una llamada anónima que informaba que en la intersección de dos calles había
dos jóvenes en actitud sospechosa. Con esa información se dirigió al lugar, interceptó a las personas que allí se
encontraba, las detuvo y las condujo al destacamento policial. Posteriormente se las requisó y se encontró entre
sus ropas un envoltorio con marihuana. En virtud de ello, el Juzgado Federal de Mendoza lo condenó a un mes
de prisión en suspenso por el delito de tenencia de estupefacientes para consumo personal. Contra esa
resolución, la defensa interpuso un recurso de casación, el que fue denegado. En virtud de ello, se presentó un
recurso extraordinario federal, cuyo rechazó motivó la interposición de un recurso de queja.

Ahora bien, al respecto, el Fiscal (49) dictaminó que es improbable que se den aquí las excepciones de los
artículos 284, 230 bis y 231 'in fine' del Código Procesal Penal de la Nación y del artículo 11 de la ley 23950, por
cuanto no existieron constancias irreprochables que permitan determinar que nos encontramos ante una
situación de flagrancia, o de 'indicios vehementes de culpabilidad', o que concurran 'circunstancias debidamente
fundadas que hagan presumir que alguien hubiese cometido o pudiese cometer un hecho delictivo o
contravencional', o 'circunstancias previas o concomitantes que razonable y objetivamente permitan justificar
dichas medidas respecto de (alguna) persona'(50). La mera existencia de una denuncia anónima y la alegación
del policía de que uno de los dos jóvenes detenidos llevaba en su mano un destornillador que no fue
secuestrado, no son razones suficientes, en este caso, para que nos encontremos dentro de los conceptos de
'causa probable', 'sospecha razonable' o 'razones urgentes', tal como los delineó la jurisprudencia de la Corte
Suprema y así se desencadene lícitamente el procedimiento policial (51).

2.13 En la causa "Sánchez" (52) el Alto Tribunal declaró abstracta la cuestión traída por la defensa habida
cuenta que, conforme surge del cómputo practicado en autos, el día 6 de febrero de 2007 había vencido la
condena impuesta a la justiciable. Por ello, oído el señor Procurador Fiscal, se declaró abstracta la cuestión.
Aquí la cuestión debatida fue la convalidación de la detención de la nombrada en la vía pública con la posterior
requisa y el secuestro en sede policial sin orden judicial, al no concurrir en el caso, según la defensa, las
circunstancias de excepción previstas legalmente para preceder de esa forma (53).

Sin perjuicio de ello, el Procurador General (54) dictaminó que la crítica que dirige la defensa sobre la
legitimidad del procedimiento policial que culminó con la detención de la imputada y el secuestro de los
elementos hallados en su poder, el planteo, no supera la mera disconformidad con el razonamiento del a quo y
con la doctrina de la Corte Suprema en los que se sustenta, establecida en Fallos: 321:2947; 325:2485 y 3322;
y 326:41, sin que los argumentos que aduce en tal sentido alcancen a conmover el criterio que emerge de tales
precedentes. Más aún, en su afán de sostener la ausencia de las circunstancias excepcionales que legalmente
hubiesen permitido a la autoridad preventora intervenir sin orden judicial, la defensa sugestivamente omitió toda
referencia al intento de evasión que ensayó Sánchez ante la presencia policial, como un componente más del
estado de sospecha razonable al que se alude en el fallo para legitimar dicho procedimiento, por lo que la
apelación federal adolece en este aspecto del requisito de fundamentación suficiente que exige el artículo 15 de
la ley 48, al no refutar todos y cada uno de los argumentos en que se apoya la decisión impugnada (55). Se
desprende de lo expuesto, que también careció de asidero afirmar que se supeditó la legalidad de dicho
procedimiento al resultado alcanzado -secuestro de estupefacientes y armas- pues resulta obvio que aquella
circunstancia soslayada por la defensa, junto con el estado de nerviosismo descripto en el acta de inicio de la
causa, fueron previamente advertidas por el personal policial y motivaron, precisamente, el proceder que se
pretende cuestionar. Ello evidenció la decisiva falta de fundamentación apuntada, toda vez que la recurrente se
limitó a aseverar una determinada solución jurídica sin que esta aparezca razonada con referencia a las
circunstancias del caso y a los términos del fallo que lo resuelve (56).

2.14 En la próxima causa, el procedimiento impugnado comenzó cuando el oficial Pietra, que estaba
investigando un homicidio en ocasión del asalto a un camión que transportaba correspondencia y recorría
lugares donde se negociaría con documentación robada entró, con algunos subordinados, a una confitería y se
dirigió directamente a uno de los parroquianos. En ese contexto, procedió a identificar a quien dijo llamarse
Jorge Ciraolo, momento en el cual éste 'se mostró ofuscado y nervioso y de una forma impropia dijo que no
tenía documentos porque los había extraviado'. Ante ello el personal policial le requirió la exhibición de sus
efectos personales entre los que se observaron cheques y fotocopias de cartulares, asimismo en forma
espontánea refirió que eran cheques que le daban sus clientes en razón de que era asesor financiero y para,
posteriormente, manifestar que eran de una asesora de Ing. Insurance de nombre Adriana Elizabeth Morales
exhibiéndole una tarjeta personal. A raíz de ello se inició la causa en contra de Ciraolo por la detentación de uno
de esos cheques.

En efecto, agotada las instancias locales, la Corte Suprema fue instada a resolver el caso "Ciraolo" (57) y
expuso que el recurso extraordinario cuyo rechazo originó la interposición del recurso de queja, no cumplió con
el requisito de fundamentación autónoma (artículo 15 de la ley 48). Sin embargo, existió la disidencia de los
Ministros Lorenzetti, Maqueda y Zaffaroni, hasta el Procurador General dictaminó abrir el recurso y revocar la
sentencia.

Los Ministros mencionados sostuvieron que una vez que el agente de prevención se encuentra ante alguna de
las hipótesis exigidas por la ley para proceder, es necesario que describa fundadamente cuáles son las
conductas u actos "en especial actitudes del imputado" que generaron sus sospechas. En efecto, si la autoridad
para llevar a cabo la requisa o la detención, conforme a la ley, es el Juez y solo en casos excepcionales y de
urgencia las normas permiten delegarlo en la policía, la única forma de que luego el Juez pueda supervisar la
legitimidad de la actuación policial, es que estos funcionarios funden circunstanciadamente las razones del
procedimiento. En el presente caso -tal como lo reconoció el señor Procurador Fiscal ante esta Corte- hubo
varios actos de prevención: identificación, requisa, interrogatorio, secuestro de documentación, conducción a la
comisaría, en los cuales, desde su inicio cuando el oficial Pietra una vez adentro del local se dirige directamente
a requerirlo, quedó Ciraolo con su libertad restringida, sin poder retirarse o desplazarse libremente, debiendo
cumplir con las órdenes que se le imponían susceptibles de comprometerlo penalmente. Ahora bien, tal como
surgió de la sentencia recurrida ni del acta de detención y secuestro ni de la prueba producida en el debate oral
surgen los motivos o las razones de sospecha del oficial de Policía de modo que "si esas circunstancias
existieron, los agentes policiales las han mantenido in pectore" omisión que impide realizar un juicio de
razonabilidad (58).

2.15 Más tarde, la Corte Suprema resolvió la causa "Munch"(59). La causa se inició con una nota del
subcomisario a cargo de la sección leyes especiales de la Policía de Santa Cruz remitida al Juzgado Federal de
Río Gallegos, por la que se informaba que personal de la brigada de investigaciones había conducido a Gustavo
Alejandro Munch a una dependencia policial en ejercicio de las facultades conferidas por la ley provincial n° 688
(averiguación de antecedentes y medios de vida) y que como resultado de la requisa personal a que fue
entonces sometido habían sido incautados dos envoltorios que contenían clorohidrato de cocaína.

En efecto, el Supremo al momento de resolver afirmó que el apelante no dio cumplimiento al recudo establecido
por el artículo 4° de la acordada 4/2007, por lo que correspondía declarar inadmisible esa presentación directa.
Sin embargo, la disidencia compartió lo expuesto por el señor Procurador Fiscal en su dictamen; por lo tanto,
hizo lugar al recurso y dejó sin efecto la sentencia recurrida. En tal sentido, el Fiscal (60) dictaminó que el
procedimiento se basó en una supuesta "actitud sospechosa" atribuida al imputado, sin expresar en absoluto las
circunstancias o la existencia de elementos objetivos que fundamentaran esa atribución. Entre otras omisiones
del relato, ni siquiera se describió cuál fue el comportamiento que se consideró sospechosos y qué es lo que
cabía sospechar. Entendió que en tales circunstancias no resulta posible determinar si la detención obedece a
"circunstancias que la justifiquen", según la ley local para detener y de acuerdo a las pautas elaboradas por la
Corte Suprema en torno a los conceptos de 'causa probable' y 'sospecha razonable'. En definitiva, se acudió a la
caracterización abstracta de su comportamiento como 'actitud sospechosa', sin que tal caracterización haya sido
dotada de contenido material mediante la referencia a la multiplicidad de elementos fácticos que, es de suponer,
se encontraban presentares al momento del hecho, a partir de los cuales hubiera sido posible controlar la
razonabilidad del conjunto de inferencias que cabe considerar realizó el policía actuante para concluir que, a la
luz de su experiencia, se enfrentaba con uno de los supuestos que autorizan su intervención.

2.16 El 30 de septiembre de 2014, la Corte Suprema de la Nación no habilitó su extraordinaria instancia en la


causa "Corituma Malache" (61), debido a que sostuvo que el recurso extraordinario presentado por el fiscal era
inadmisible (artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Por ello, se lo declaró
improcedente.

Es dable destacar que la causa tuvo inicio el día 3 de septiembre de 2010, cuando agentes de la Policía Federal
llevaban a cabo inspecciones de distintos comercios junto con personal de la Agencia Gubernamental de
Control del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ingresaron a un bar y procedieron a identificar a los clientes.
En ese orden, el imputado José Luis Corituma Malache habría exhibido un documento aparentemente
adulterado a nombre de Nicolás Martín Delgado -DNI nro. 30.277.378-, el cual llevaba estampada su fotografía.
Por su parte, cuando se le exigió a Yesenia Altualeg Godoy Calderón que exhibiera sus pertenencias, entregó
dos DNI aparentemente adulterados, Nº 32.341.642 y el Nº 17.934.984, a nombre de Gabriela Ruth Armentajo,
con su propia fotografía. Así las cosas, la Sala 1º de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal, resolvió declarar la nulidad del procedimiento policial que dio inicio a estas actuaciones y
de todo lo obrado en consecuencia y sobreseyó a José Luis Corituma Malache y a Yesenia Altualeg Godoy
Calderón en orden a los hechos por los que fueron perseguidos. Apelado que fue, intervino la Sala 1 de la
Cámara Federal de Casación Penal, quien rechazó el recurso de casación (62). Esa sentencia fue la que intentó
conmover la Fiscal General con el recurso extraordinario que, finalmente, rechazó la Corte Suprema de Justicia
de la Nación.

Sin embargo, el Procurador mantuvo el recurso presentado (63) y dictaminó que las facultades de prevención,
en virtud de las cuales obraron los efectivos policiales -y que fueron expresamente invocadas por e! recurrente-
apoyaron la validez de la identificación practicada.

En efecto, lo que está verdaderamente en discusión en este caso, no fue la pertinencia de la requisa y detención
de los imputados en los términos de los artículos 184, inciso 5, 230 bis y 284 del código de rito, al menos no
antes de establecer la legalidad y, por ende, la validez del procedimiento de identificación llevado a cabo por el
personal policial, en cuyo marco fue exhibido el documento de identidad apócrifo que motivó el posterior y
consecuente procedimiento de requisa y detención. En efecto, previo a determinar si la exhibición de un
documento de identidad ostensiblemente adulterado por parte de O.M. constituyó una circunstancia que
justifique la requisa de la persona que lo acompaña y la detención de ambos, es preciso examinar si la policía
tenía facultades para pedirles identificación y, en su caso, bajo qué normativa. Esa actividad surgió de los
artículos 3, inciso 1°, y 4, inciso 1°, de la Ley Orgánica de la Policía Federal, que entre las funciones que
atribuye a sus miembros señala la de "prevenir los delitos de la competencia de los jueces de la Nación y la de
velar por el mantenimiento del orden público y de las buenas costumbres garantizando la tranquilidad de la
población".

Sobre esa base dictaminó el Procurador que el mero hecho que un agente de policía requiera identificación
personal en la vía pública o en un lugar de acceso público -incluso sin mediar circunstancias que hagan
presumir que se haya cometido o se pudiese cometer algún hecho delictivo o contravencional- no es de por sí
violatorio de ninguna garantía constitucional, en tanto ello puede constituir un medio idóneo para llevar adelante
las funciones de prevención asignadas en el decreto-ley 333/58, entre las que se encuentra la de velar por el
mantenimiento del orden público. Pero, por otra parte, la sola circunstancia que la policía obró en ejercicio de
facultades de prevención tampoco alcanza para dotar por sí misma de licitud al procedimiento de identificación.
Como cualquier otra forma de ejercicio de poder estatal, la función policial de prevención también está sujeta a
los límites impuestos por la razonabilidad, pues es justamente ese principio el que otorga validez a los actos de
los órganos del Estado y el que permite a los jueces, ante planteos concretos de la parte interesada, verificar el
cumplimiento de dicha exigencia (64). Es claro que, bajo ciertas circunstancias, requerir la exhibición del
documento de identidad puede ser idóneo, por ejemplo, para evitar el consumo de alcohol por parte de menores
o para llevar adelante un control migratorio en aras de prevenir el delito de trata de personas. Del mismo modo,
el pedido de identificación puede resultar útil para llevar adelante las funciones de prevención general y
conservación del orden público cuando se está custodiando el acceso a un lugar sensible como un edificio de
gobierno, un aeropuerto, un banco, un estadio deportivo, por citar algunos casos posibles, pues concurre en
todos esos supuestos la existencia, al menos, de un peligro abstracto.

2.17 Por otro lado, la Corte Suprema decidió el caso "García" (65) y expuso que al caso resultan aplicables, en
lo pertinente, las consideraciones vertidas en la causa "Di Nunzio" (Fallos: 328: 1108, voto de la mayoría), a
cuyos fundamentos y conclusiones corresponde remitirse en razón de brevedad. Por ello y concordantemente
con lo dictaminado por el señor Procurador Fiscal, hizo lugar a la queja, declaró procedente el recurso
extraordinario y dejó sin efecto la sentencia apelada.

Si bien la Corte no nulificó el procedimiento, no es menos que descalificó la sentencia de la cámara de casación
puesto que no cumplió con el criterio establecido en la causa "Di Nunzio"(66), en cuanto le impone conocer
previamente en todas las cuestiones de naturaleza federal que intentasen someterse luego a la decisión final de
la Corte Suprema, con prescindencia de obstáculos formales.

Ahora bien, el hecho fue (67) que supuestamente existió una situación objetiva previa, reveladora de una
persona que pudo hallarse incurso en una actividad ilícita y para la cual tendría consigo instrumentos, objetos o
rastros del delito, en tanto se indicó que los agentes intervinientes, dependientes de una dirección especializada
en prevención y control de adicciones, se hallaban cumpliendo servicios, trasladándose en un móvil -aunque no
identificable- por la vía pública y en cuyas circunstancias observaron al prevenido conducir un motovehículo que
no poseía su chapa patente visible. Tales condiciones, pusieron de manifiesto cierto grado de irregularidad,
justificó el accionar de los preventores si se tiene además en cuenta que, tal como se expresó en el acta al
divisar el automóvil en el que se trasladaban los agentes, García habría comenzado a acelerar la marcha,
mirando hacia atrás, en reiteradas oportunidades, observando el móvil policial, cuya actitud les habría permitido
presumir a los policías que aquél estaría tratando de evadirlos, o trasladando un elemento que lo podría
comprometer penalmente. Finalmente, al lograr alcanzarlo y tras solicitarle la documentación vehicular
pertinente, inclusive mencionó no poseerla, así como tampoco su documento de identidad, cabe concluir en la
presencia de circunstancias que -evaluadas de modo integral- fortalecían la convicción acerca de la probabilidad
de hallar cosas provenientes o constitutivas de un delito. Por lo que ello, según el fiscal, habilitó la detención y
posterior requisa del nombrado.

2.18 El 5 de septiembre de 2017, la Corte Suprema resolvió la causa "Vera" (68) y declaró abstracto el caso
sometido a ella. En efecto, sostuvo que la defensa del imputado Lucas Abel Vera interpuso un recurso
extraordinario federal, cuya denegatoria dio lugar a la queja en examen, contra la sentencia del Superior Tribunal
de Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires mediante la cual se hizo lugar al recurso interpuesto por el
Ministerio Público Fiscal y, en consecuencia, se dejó sin efecto la decisión de la Sala II de la Cámara de
Apelaciones en lo Penal, Contravencional y de Faltas que había homologado la declaración de nulidad del
procedimiento policial que diera origen al proceso y de todo lo actuado con posterioridad. Asimismo, señaló en
forma reiterada que sus fallos deben atender a las circunstancias existentes al momento de ser dictados,
aunque sean sobrevinientes a la interposición del recurso extraordinario (69). En este caso, con posterioridad a
la radicación de la queja en la Corte Suprema, el señor Defensor General adjunto en lo Penal, Contravencional y
de Faltas informó que en la jurisdicción de origen se ha resuelto declarar la prescripción de la acción
contravencional y, en consecuencia, se ha dictado el sobreseimiento del nombrado Vera respecto de los hechos
objeto de imputación en las actuaciones principales. En las condiciones expresadas, la decisión liberatoria
acaecida en sede local tiene como efecto la desaparición de uno de los requisitos que, como el gravamen,
condiciona la jurisdicción del Tribunal, obstando a cualquier consideración sobre la substancia del asunto
debatido en la causa y que se pretendió someter a este estrado constitucional en la instancia del artículo 14 de
la ley 48(70).

Sentado lo expuesto, conviene destacar que, en la causa, con motivo de la prevención de ilícitos y vigilancia
general, la policía identificó a personas al azar en la Estación Constitución de la Línea Roca de ferrocarriles. En
ese contexto, le pidieron documentos de identidad a una persona que circulaba por el lugar y, posteriormente, se
lo detuvo. En tal sentido, según surge del expediente, la detención no estuvo relacionada con el pedido de
identificación sino que, el encausado se puso nervioso y manifestó espontáneamente que tenía un arma de
fuego en su poder. El juez en primera instancia declaró la nulidad del procedimiento policial y de todo lo actuad
en consecuencia, por entender que la policía no se encuentra autorizada a impedir la libre circulación -aunque
fuese por un tiempo mínimo- y de exigir la exhibición de documentación si no se cuenta con un motivo valido
para hacerlo. Apelado que fue, la cámara confirmó el fallo. El Fiscal interpuso recurso de queja contra el auto
que declaró inadmisible el recurso de inconstitucionalidad dirigido contra esa decisión. El Tribunal Superior de
Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por mayoría, hizo lugar al recurso intentado (71).

En efecto, interesa destacar que el Tribunal Superior de la Ciudad resolvió que es arbitraria la sentencia que
efectúa una interpretación que se aparta de las reglas del debido proceso, al exigir requisitos no previsto
legalmente para que la policía pueda solicitar la identificación de una persona en la vía pública.
Específicamente, dijo que la solicitud de documentos en la vía pública a las personas en ejercicio de controles
generales por parte de la policía, constituye una de las facultades implícitas a que se refiere el artículo 94 del
decreto reglamentario n° 6580/58 - Ley Orgánica para la Policía Federal Decreto-Ley n° 333/58-, en tanto puede
considerársela como emanada del poder de policía del Estado y lícita mientras se la ejercite razonablemente
-artículo 96, incisos 3 y 5 del decreto reglamentario-(72).

Asimismo, la medida consistente en solicitar la exhibición del documento de identidad, para resultar legítima,
debió cumplir con la finalidad para cuya consecución acuerda el legislador competencias a la Policía Federal
-verbigracia la de prevención o la de llevar un registro de vecindad u otras que pudieran extraerse de la ley-,
velando por las garantías constitucionales y las emanadas de convenciones internacionales (73). Por otro lado,
el reconocimiento de la facultad de requerir documentación en la vía pública a los efectos de acreditar la
identidad de un transeúnte en cabeza de las fuerzas de seguridad en modo alguno importó habilitar que sus
agentes se encuentren autorizados, en cualquier caso, a indagar la identidad de los habitantes. Muy por el
contrario, la propia reglamentación aplicable ofreció pautas que sugieren que dicha potestad, lejos de ser
ejercida discrecionalmente, debe sujetarse a determinadas limitaciones que garanticen su ejercicio razonable
(verbigracia, por caso, artículos 95 y 96 del decreto reglamentario nº 6580/1958)(74).

Por otro lado, la circunstancia de que una autoridad de prevención llevó adelante procedimientos identificatorios
de personas al azar en lugares públicos o de acceso público -también denominados usualmente "controles
poblacionales"- no es, per se, violatorio de ninguna garantía constitucional, siempre que esa identificación
encuentre apoyatura en la consecución de las funciones que le resultan inherentes para el mantenimiento del
orden público y se argumente en condiciones razonables y proporcionales que no resulten contrarias a los
derechos garantizados en la Constitución Nacional, o en la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, ni suponga un trato discriminatorio, desigual o arbitrario para las personas de manera tal que no las
coloque en situaciones de inferioridad o indefensión, respecto de otras personas que circulen libremente por el
lugar. Además, la facultad de requerir la identificación de las personas, en lugares públicos o de acceso público,
por parte de la autoridad policial no exigió la concurrencia de circunstancias sospechosas o indiciarias acerca de
la hipotética comisión de un ilícito que deba ser conjurado, sino que dicha facultad razonablemente se justifica
en la propia función de prevención y disuasión que les concierne como funcionarios públicos encargados de
hacer cumplir las leyes y de velar por una convivencia pacífica de todas las personas que transitan libremente
por estos lugares (75). Sin perjuicio de lo expuesto, existió una disidencia que rechazó el recurso por cuestiones
formales (76).

3) Terminada la reseña de la jurisprudencia, solo me queda expresar algunas reflexiones finales con respecto al
modo de proceder de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

En tal sentido, la jurisprudencia de la Corte Suprema fue fluctuante en relación con las detenciones y requisas
sin orden judicial. En efecto, más allá de un comienzo prometedor con "Daray" (1994), los posteriores
precedentes fueron a contra marcha del fallo mencionado.

En efecto, en algunos casos, dado que los algunas de las sentencias siguientes fueron antes de caso "Casal"
(2005)(77), la Corte se refugió en el certiorari negativo que les brinda el artículo 280 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación para rechazar los recursos, como por ejemplo en "Zambianchi" (2000), "Bazan" (2000),
"Waltta" (2004) y "Massa" (2004)(78). Aunque aquí, no está demás decir que la Corte Suprema "...tiene resuelto
que el rechazo de una apelación federal con la sola invocación de dicha norma no conculca los derechos
constitucionales de defensa en juicio, de propiedad y de debido proceso ni el principio de sentencia fundada en
ley (arts. 14, 16, 17, 18 de la Ley Fundamental), pues no importa afirmar la justicia o el acierto de la decisión
recurrida sino que, por no haber hallado en la causa elementos que tornen manifiesta la presunta arbitrariedad
invocada, el Tribunal decide no pronunciarse sobre el punto (conf. Fallos: 322:3217; 323:86; 325:2431 y 2432 y
327:5395 y 5448)"(79).
Al contrario de ello, en los restantes que abrió directamente se alejó de lo señalado en el caso "Daray" (1994),
verbigracia: "Fernández Prieto" (1998), "Tumbeiro" (2002), "Monzón" (2002) y "Szmilowsky" (2003), entre otros,
bajo el nuevo pretexto del "nerviosismo" y una "actitud sospechosa" indefinida. Con ese proceder, convalidó
procedimientos de muy dudosa constitucionalidad. Aunado a ello, justificó el proceder de las fuerzas de
seguridad en virtud del resultado obtenido y ni que hablar que en "Morales Agüero" (1998) y "Flores Núñez"
(1998) resolvió que la nulidad del procedimiento había impedido el descubrimiento de la verdad jurídica objetiva.

Sentado lo expuesto, enhorabuena, para poner un corte a esa línea jurisprudencial, la Corte resolvió el caso
"Peralta Cano" (2007) que al menos se acercó un poco a la línea jurisprudencial abierta por el fallo "Daray"
(1994).

Luego de ello, desligándose un poco de la problemática, la Corte, en los precedentes reseñados en el presente
trabajo, no ingresó a analizar el fondo de la cuestión. Por un lado, el recurso que concedió, "García" (2017) se
remitió a "Di Nunzio" (2005) y los que no habilitó la instancia extraordinaria, los recursos federales sobre
detención y/o requisa sin orden judicial (80) fueron rechazados con un variado repertorio, a saber: a) que la
cuestión fue abstracta: "Sánchez" (2008) y "Vera" (2017); b) que el recurso no tuvo una fundamentación
autónoma: "Ciraolo" (2009); c) que no cumplió con el recaudo establecido por el artículo 4° de la acordada
4/2007 del Corte Suprema: "Munch" (2010); y, d) con remisión al artículo 280 del Código Procesal Civil y
Comercial: "Corituma Malache" (2014). Sin embargo, en esa variada jurisprudencia, los motivos de la detención
(y/o requisa) surgían en forma concreta y en otros no tanto, más allá después de poder catalogarlos, finalmente,
como "sospecha razonable" o "causa probable" o "totalidad de las circunstancias" para que sean procedentes (o
no) para la injerencia.

Sin perjuicio de lo expuesto, interesa mencionar que la Corte no abrió el caso "Vera" (2017), con una similitud
fáctica con "Corituma Malache" (2014), escudándose en lo "abstracto" de la cuestión; sin embargo, hubiera sido
importante que se expidiera sobre las facultades de la policía para solicitar documentos sin ninguna conducta
sospechosa previa. Más, el óbice de lo "abstracto" hubiera sido fácil esquivarlo en virtud de lo esgrimido, por el
Supremo, en el caso "F.,A.L." (2012)(81) y la valiosa disidencia del Ministro Maqueda en la causa "Alonso"
(2014)(82).

En relación con los otros óbices para no habilitar la instancia extraordinaria, no resulta ocioso destacar que, en
relación con la ausencia o errónea fundamentación, la Corte sostuvo, para abrir el recurso, en el precedente
registrado en Fallos: 341:207 ("Fredes" -2018-), que no obsta a la procedencia del remedio intentando su
defectuosa fundamentación, habida cuenta que el recurrente ha expresado agravios bastantes para alcanzar la
finalidad perseguida, toda vez que el escrito respectivo plantea de modo suficiente el problema y el agravio
constitucional que la decisión le causa83. Por los que resta, ante el no cumplimiento de la Acordada, cuadra
poner de manifiesto lo que la Corte afirmó en Fallos: 333:1687 ("Sandoval" -2010-), en cuanto a que los defectos
señalados por el señor Procurador Fiscal acerca del incumplimiento de determinados recaudos previstos en el
reglamento aprobado por la acordada 4/07, como así también en torno a la oportunidad del planteo federal
traído a conocimiento del Tribunal, carecen de entidad -en el caso- a los fines de obstar a la procedencia formal
del recurso. Ello es así, toda vez que ya se sostuvo que cabe apartarse de las exigencias formales vinculadas
con la admisibilidad del recurso cuando se adviertan violaciones a las formas sustanciales que rigen el
procedimiento penal (Fallos: 325:2019 -"Tarifeño"-, entre otros y lo dispuesto en el art. 11 del citado reglamento),
por lo que razones de orden público determinan el tratamiento del agravio en cuestión (84).

En definitiva, la Corte Suprema cuando quiso abrió el recurso; sin embargo, cuando no lo deseó, manoteó la
Acordada 4/2007, el argumento de errónea fundamentación, lo abstracto de la cuestión, etcétera.
Para finalizar, como última reflexión, el tiempo dirá qué repercusión tiene en la Corte Suprema el caso
"Fernández Prieto y Tumbeiro" (2020) resuelto recientemente por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en materia de detenciones y requisas sin orden judicial. Además, dicho sea de paso, la actual
conformación de la Corte Suprema dista por completo de la que resolvió "Fernández Prieto" (1998) y "Tumbeiro"
(2002) en su oportunidad y, en la conformación presente, hubo alguna prueba de ir en dirección contraria a lo
esgrimido (85) en esos dos precedentes.

Notas al pie:.

1) Al menos, los precedentes más importantes. Asimismo, se relevará la opinión del Procurador General cuando
corresponda al juicio del autor.

2) Realizaré el trabajo solo desde la óptica de la detención y requisa sin orden judicial y no los efectos que tuvo
sobre la prueba en el caso en concreto, en virtud de la regla de exclusión o la teoría del fruto del árbol
envenenado. No resulta ocioso aclarar, también, que se dejará de lado las cuestiones de la orden judicial, como,
por ejemplo, las condiciones de validez de la orden judicial de requisa personal (confrontar: Fallos: 339:1514
"Corbero" (CSJ 241/2015/RH1, caratulada: "Corbero, Silvia Andrea s/ infracción ley 23.737 (art. 5 inc. c)").
Sentencia de 25 de octubre de 2016. Firmaron los Ministros Ricardo Luis Lorenzetti, Elena I. Highton de Nolasco
y Juan Carlos Maqueda. También, considero dejar de lado el precedente de Fallos: 308:733 ("Rayford") debido a
que se relacionó con un allanamiento sin orden y no consentido.

3) Publicado en Fallos: 317:1985. Causa: D. 380. XXIII, caratulada: "Daray, Carlos Angel s/ presentación".
Sentencia de 22 de diciembre de 1994. Firmaron los Ministros Eduardo Moliné O'connor (según su voto), Carlos
S. Fayt, Ricardo Levene (h.) (según su voto), Julio Nazareno (según su voto), Augusto C. Belluscio (en
disidencia), Enrique S. Petracchi, Antonio Boggiano, Gustavo A. Bossert (en disidencia) y Guillermo A. F. López.

4) Aclaro que los hechos del caso surgen con mas claridad de los considerandos 5°), 6°), 7°) y 8) del fallo de la
Corte, a los que me remito en honor a la brevedad.

5) Respecto del cual dijo que: "Toda nuestra organización política y civil reposa en la ley. Los derechos y
obligaciones de los habitantes así como las penas de cualquier clase que sean, sólo existen en virtud de
sanciones legislativas y el Poder Ejecutivo no puede crearlas ni el Poder Judicial aplicarlas si falta la ley que las
establezca" (del Considerando 10°) con cita del caso "Cimadamore", Fallos: 191:245 y su cita).

6) Del Considerando 11°).

7) Registrado en Fallos: 321:1385. Causa M. 54. XXXIII, caratulada: "Morales Agüero, Luis Alberto s/ art. 5, inc.
c de la ley 23.737 (Causa N° 368)". Sentencia de 7 de mayo de 1998. Firmaron los Ministros Julio S. Nazareno,
Eduardo Moline O'connor, Augusto Cesar Belluscio (en disidencia), Enrique Santiago Petracchi (en disidencia),
Antonio Boggiano, Guillermo A. F. López, Gustavo A. Bossert (en disidencia) y Adolfo Roberto Vázquez (por su
voto). La disidencia sostuvo que "...el recurso extraordinario, cuya denegación dio origen a la presente queja, no
cumple con el requisito de fundamentación autónoma. Por ello, y oído el señor Procurador Fiscal, se desestima
la queja".

8) Relatado en el Voto del Ministro Vázquez, en particular en el Considerando 3°).

9) Del Considerando 5°).

10) Del Considerando 6°).


11) Del Considerando 7°).

12) Del Considerando 8°).

13) Del Considerando 9°).

14) F. 140. XXXIII, caratulada: "Fernández Prieto, Carlos Alberto y otro s/ infracción ley 23.737 causa n° 10.099".
Sentencia de 12 de noviembre de 1998. Firmaron los Ministros Julio S. Nazareno, Eduardo Moliné O'Connor,
Carlos S. Fayt (en disidencia), Augusto C. Belluscio, Enrique S. Petracchi (en disidencia), Guillermo A. F. López,
Gustavo A. Bossert (en disidencia) y Adolfo R. Vázquez.

15) Del Considerando 15°).

16) Del Considerando 17°).

17) Del Considerando 9°).

18) Del Considerando 10°).

19) Del Considerando 6°) in fine.

20) Del Considerando 10°).

21) Publicado en Fallos: 321:3663. Causa F. 274. XXXIII, caratulada: "Flores Núñez, María Aurelia s/ art. 5
-inciso c- ley 23.737 -Causa N° 1036-". Sentencia de 22 de diciembre de 1998. Firmaron: Julio S. Nazareno,
Eduardo Moline O'Connor, Carlos S. Fayt (en disidencia), Augusto Cesar Belluscio (en disidencia), Enrique
Santiago Petracchi (en disidencia), Antonio Boggiano, Guillermo A. F. López, Gustavo A. Bossert (en disidencia)
y Adolfo Roberto Vázquez. La disidencia, al unísono sostuvo: "...Que el recurso extraordinario, cuya denegación
origina esta queja, no refuta todos y cada uno de los argumentos de la sentencia apelada. Por ello y oído el
señor Procurador Fiscal, se desestima la queja".

22)Aclaro que del fallo de la Corte no surgió en forma prístina los hechos de la causa. La secuencia fáctica
tampoco se desprendió del dictamen del Procurador Fiscal, de 24 de febrero de 1998, doctor Luis Santiago
González Warcalde.

23)En tal sentido, dijo "...5°) Que en tal sentido asiste razón al recurrente al sostener la arbitrariedad de la
sentencia, pues si bien la naturaleza restrictiva del recurso de casación impide modificar las conclusiones de
hecho efectuadas por el tribunal de juicio al valorar las pruebas, ello no impide determinar si la motivación de la
decisión en el plano fáctico y en la interpretación de las normas legales, ha rebasado los límites impuestos por
la sana crítica racional, o sea si tenía fundamentación suficiente para ser considerara acto jurisdiccionalmente
válido (S.289.XXXIII "Stolkiner, Armando s/ delito de acción pública -causa N° 23.536/95" resuelta en la fecha,
considerando 6°)".

24)Del Considerando 8°).

25)Publicado en Fallos: 325:2485, causa: T. 135. XXXV, caratulada: "Tumbeiro, Carlos Alejandro s/ recurso
extraordinario". Sentencia de 3 de octubre de 2002. Firmaron los Ministros Julio S. Nazareno, Eduardo Moliné
O'Connor, Carlos S. Fayt (en disidencia), Augusto C. Belluscio, Enrique Santiago Petracchi (en disidencia),
Guillermo A. F. López, Gustavo A. Bossert (en disidencia) y Adolfo R. Vázquez. La disidencia resolvió que el
recurso extraordinario fue concedido es inadmisible (artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación).

26)Del Considerando 7°).

27)Del Considerando 8°).

28)Precedente que no está publicado en Tomos. Causa Z. 101. XXXIII, caratulada: "Zambianchi, Jorge y otros s/
robo en poblado y en banda en concurso real con tentativa de robo -causa N° 340-". Sentencia de 15 de febrero
de 2000. Firmaron los Ministros Julio S. Nazareno, Eduardo Moline O'connor, Carlos S. Fayt, Augusto Cesar
Belluscio, Enrique Santiago Petracchi (en disidencia), Antonio Boggiano, Guillermo A. F. López, Gustavo A.
Bossert (en disidencia) y Adolfo Roberto Vázquez. La disidencia abrió el recurso debido a que el Tribunal Oral
había rechazado el recurso de casación -convalidado por la Cámara de Casación- y ello constituyó un arbitrario
cercenamiento del derecho del imputado a provocar la revisión de la sentencia condenatoria sin cortapisas
rituales excesivas que neutralicen la función de la casación de garantizar ese derecho.

29)Explico que del fallo de la Corte no surgió la secuencia fáctica de la causa y como no se dio intervención a la
Procuración General, tampoco se puede recurrir a dictamen del fiscal para echar luz sobre los hechos.

30)Precedente que no está publicado en Tomos. Causa B. 239. XXXIV, caratulada: "Bazán, Julio César y otros
s/ robo agravado - malversación, etc". Sentencia de 14 de septiembre de 2000. Firmaron los Ministros Julio S.
Nazareno, Eduardo Moline O´connor, Augusto Cesar Belluscio, Enrique Santiago Petracchi, Gustavo A. Bossert
y Adolfo Roberto Vázquez.

31)De fecha 13 de abril de 2000, del doctor Nicolás Eduardo Becerra.

32)Sin perjuicio que el Procurador, en primer lugar, sostuvo que "...cabe hacer referencia al auto por el cual se
concedieron las impugnaciones, pues sólo se ha fundado en la circunstancia de haberse invocado la doctrina de
la arbitrariedad y en que se encuentran reunidos los requisitos para su procedencia formal. A mi modo de ver,
esas consideraciones no importan la resolución circunstanciada acerca de si las apelaciones federales, prima
facie valoradas, cuentan con fundamentos suficientes respecto de cada uno de los agravios que las originan,
recaudo exigible no sólo en cuanto el recurso se sustenta en la doctrina de la arbitrariedad, sino también cuando
se apoya en cláusulas constitucionales, supuesto en el que corresponde examinar la relación directa que ellas
deben guardar con la cuestión objeto del pleito -art. 15 de la ley 48- (Fallos: 310:2306 y sus citas). En estas
condiciones, opino que V.E. debería declarar la nulidad de la resolución de fojas 2388 y ordenar que las
actuaciones vuelvan al tribunal de origen para que se dicte una nueva decisión sobre el punto" y, en segundo
lugar, dictaminó que la impugnación contiene básicamente una discrepancia sobre cuestiones de hecho, prueba
y derecho común.

33 Con cita de los artículos 4º, última parte, 183, 184, 364 del Código de Procedimientos en Materia Penal y de
Fallos: 321:2947, considerando 17.

34)Publicado en el Tomo 325, página 3322. Causa: M. 420. XXXV, caratulada "Monzón, Rubén Manuel s/
recurso de casación". Sentencia de 12 de diciembre de 2002. Firmaron los Ministros Julio S. Nazareno, Eduardo
Moline O'connor, Carlos S. Fayt (en disidencia), Augusto Cesar Belluscio (en disidencia), Enrique Santiago
Petracchi (en disidencia), Antonio Boggiano (según su voto), Guillermo A. F. López y Adolfo Roberto Vázquez.
Por otra parte, la disidencia de los Ministros Fayt y Petrcchi sostuvo que: "...la doctrina de la arbitrariedad tiene
carácter excepcional, y su finalidad no es sustituir a los jueces de la causa en cuestiones que le son privativas ni
corregir en tercera instancia sentencias equivocadas, o que el apelante repute tales a raíz de su discrepancia
con el alcance atribuido por el juzgador a principios y normas de derecho común o con la valoración de la
prueba (Fallos: 297:173 y sus citas; 310:676, 2277, 2376; 311:786, 904; 320:1546, entre otros). Dicha doctrina
no autoriza la apertura de la jurisdicción extraordinaria en un caso como el presente, en que la decisión apelada
cuenta con argumentos normativos suficientes y se encuentra sustentada en una razonable valoración de las
constancias de la causa". Por su parte, el Ministro Belluscio expuso que el recurso extraordinario era inadmisible
(artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).

35)Del Considerando 6°).

36)Del Considerando 7°).

37)Publicado en Fallos: 326:41. Causa: S. 304. XXXVII, caratulada: "Szmilowsky, Tomás Alejandro s/ causa n°
4606/00". Sentencia de 6 de febrero de 2003. Firmaron los Ministros Julio S. Nazareno, Eduardo Moline
O'connor, Carlos S. Fayt (en disidencia), Augusto Cesar Belluscio, Enrique Santiago Petracchi (en disidencia),
Antonio Boggiano, Guillermo A. F. López y Adolfo Roberto Vázquez. La disidencia de los Ministros Fayt y
Petracchi sostuvo que el recurso extraordinario, cuya denegación originó la interposición del recurso de queja,
es inadmisible (artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).

38)Del Considerando 6°).

39)Del Considerando 8°).

40)Precedente de Fallos: 327:3829. Causa: W. 29. XXXVII, caratulada "Waltta, César Luis y otros s/ causa n°
3300". Sentencia de 21 de septiembre de 2004. Firmaron los Ministros Enrique Santiago Petracchi, Augusto
Cesar Belluscio, Carlos S. Fayt, Antonio Boggiano (según su voto), Juan Carlos Maqueda (en disidencia), E.
Raúl Zaffaroni y Elena I. Highton de Nolasco. El Ministro Boggiano afirmó "3°) Que, por lo tanto, no es posible
prescindir de los citados preceptos sin que medie debate y declaración de inconstitucionalidad y los agravios del
apelante se circunscriben a la exégesis y aplicación de aquéllos en virtud de las concretas particularidades de la
causa, por lo que conducen al examen de cuestiones de hecho, prueba y derecho procesal. 4°) Que, a juicio de
esta Corte, no se advierte un caso de arbitrariedad que justifique su intervención en materias ajenas a su
competencia extraordinaria".

41)Del Considerando 9°) in fine.

42)Del Considerando 10°) con cita del considerando 12 del voto de pág. 2013 en Fallos: 317:1985.

43)En un principio sostuvo que a modo de clichés frente a diferentes situaciones la Corte Suprema de la Nación
hizo uso del confuso holding cuya columna vertebral es el caso "Terry v. Ohio". Es difícil, sino imposible,
imaginar qué detención sería ilegítima a la luz de esa jurisprudencia. En tal sentido sostuvo que: "14) Que, al
elaborar dicha doctrina jurisprudencial la Corte hizo una interpretación forzada de la jurisprudencia de su par
norteamericana. Así el precedente 'Terry v. Ohio' (392 U.S. 1; 1968) autoriza a la policía que está investigando
un delito 'aun cuando las circunstancias no hayan llegado al punto de causa probable que exige la Cuarta
Enmienda' a 'cachear' al sospechoso para quitarle el arma y de este modo preservar su seguridad física o la de
un tercero en el curso de una investigación. Para ello el policía debe demostrar cuáles eran las circunstancias
sospechosas y que además el individuo podía tener un bulto entre las ropas o en otro lugar donde ocultaba un
arma. Pero en modo alguno Terry v. Ohio otorga un poder a la policía para llevar arrestos al mayoreo fuera de la
ley. Incluso en ese precedente se dijo claramente que para determinar si el oficial actuó razonablemente en tales
circunstancias, se debe otorgar el peso debido no a su sospecha inicial y no particularizada o su corazonada,
sino a las inferencias razonables específicas que debe describir a partir de los hechos. En otras palabras, la
Corte de EE.UU. fue más que clara en enfatizar que el propósito de la búsqueda queda limitado a encontrar el
arma (Harvard Law Review. Notes. Custodial Engineering: Cleaning Up The Scope Of Miranda Custody During
Coercive Terry Stops. Vol. 108 Parágr. 666/682). Veinticinco años después, aquel tribunal ratificó la vigencia de
ese precedente y recordó que si la búsqueda de protección va más allá de lo necesaria para determinar si el
sospechoso está armado, esto no es válido bajo 'Terry'. En este caso se discutió si cuando el policía, en base a
inferencias razonables y demostrables, sospecha que un individuo podría portar un arma que pone en peligro su
vida 'en el transcurso de la investigación' lo palpa y, del tacto advierte que no es un arma, sino algún elemento
vinculado con el crimen, como por ejemplo droga, si, ya en esa instancia, aún continúa estando autorizado a
avanzar en la requisa o no (508 U.S. 366; 1993)".

44)Del Considerando 15°).

45)Precedente publicado en Fallos: 327:4458. Causa M. 365. XXXVI, caratula: "Massa, Analía y otro s/ recurso
de queja -causa N° 1760-". Sentencia de 19 de octubre de 2004. Firmaron los Ministros Enrique Santiago
Petracchi, Augusto Cesar Belluscio (en disidencia), Carlos S. Fayt, Antonio Boggiano (según su voto), E. Raúl
Zaffaroni y Elena I. Highton de Nolasco. El Minitro Boggiano desestimó el recurso de queja en virtud "...2°) Que
las normas que regulan el accionar de los funcionarios policiales (arts. 183, 184 inc. 5°, 230 y 284 del Código
Procesal Penal) de la Nación conforman una razonable reglamentación de la garantía de debido proceso
reconocida por el art. 18 de la Constitución Nacional. 3°) Que, por lo tanto, no es posible prescindir de los
citados preceptos sin que medie debate y declaración de inconstitucionalidad y los agravios del apelante se
circunscriben a la exégesis y aplicación de aquéllos en virtud de las concretas particularidades de la causa, por
lo que conducen al examen de cuestiones de hecho, prueba y derecho procesal. 4°) Que, a juicio de esta Corte,
no se advierte un caso de arbitrariedad que justifique su intervención en materias ajenas a su competencia
extraordinaria".

46)Dictamen de 6 de abril de 2001, del doctor Eduardo Ezequiel Casal. En lo que aquí interesa, el representante
del Estado dictaminó que: "...Acerca del agravio referido a las razones que llevaron al personal policial a
identificar a los imputados e inspeccionar el rodado, en la resolución apelada se afirmó que el Ministerio Público
había omitido establecer en qué elementos se fundaba la existencia de sospecha fundada. Sin embargo,
además de cuanto recién se ha expresado en punto a que se trata de una cuestión cuya debida y plena
acreditación corresponde a la etapa del debate, del escrito de impugnación surge que se había alegado que los
funcionarios cumplieron con los deberes que les impone el Código Procesal Penal, ejerciéndolos
razonablemente y sin excesos. Nuevamente aquí, la dogmática respuesta del a quo ha impedido que se
pronunciara sobre el alcance que, a su criterio, cabe asignar a esas atribuciones, tal como se consignó en el
apartado II de este dictamen. Sobre este aspecto, observo que aún del relato de la propia resolución de la
Cámara Federal es posible vislumbrar las razones por las que los preventores decidieron su intervención. En
efecto, allí se menciona que en su declaración de fojas 1/2, el inspector Alejandro Barnes afirmó que la actitud
de los imputados de cargar cajas de cartón cerradas en el baúl del rodado 'no llama en particular su atención (y)
sigue con su recorrido por las inmediaciones'. De esa misma transcripción surge que momentos después, al
volver a observarlo mientras circulaba por Avenida de los Constituyentes y tomar por la calle Mendoza, advirtió
'que en el interior del habitáculo del rodado también llevaban cajas como las antes citadas. Aquí opta por
detener la marcha del rodado e identificar a sus ocupantes... procediendo al secuestro de un total de trescientos
cincuenta y tres videocasetes y revistas de video'. En mi opinión, del análisis de esa escueta narración es
posible inducir sin esfuerzos y de acuerdo con el sistema de la sana crítica que rige la valoración de la prueba,
conforme las reglas de la lógica, psicología y experiencia, que el factor determinante para iniciar el
procedimiento fue la inusual cantidad de cajas de cartón cerradas, que ya no sólo ocupaban el baúl sino también
el habitáculo del automóvil. Si bien es cierto que no se ha dejado constancia de la existencia de otros factores
que hayan coadyuvado a conformar el estado de sospecha que en ese momento fue considerado por el
personal policial, la entidad de lo afirmado corrobora la necesidad de indagar este aspecto de los hechos en el
momento procesal correspondiente, oportunidad que, tal como se ha alegado, ha resultado obstruida por la
temprana clausura de la investigación. Si, como propicia este Ministerio Público, la nulidad resuelta por la
Cámara Federal es revocada por el a quo, el debido proceso adjetivo habrá de permitir a la parte acusadora
producir prueba sobre esos extremos durante la audiencia de debate. Recién entonces, será posible conocer en
qué condiciones se desarrolló el procedimiento cuestionado y, a partir de ello, determinar con plena certeza si
existió 'sospecha razonable' o 'causa probable' para la actuación urgente de los preventores. A esta altura,
corresponde señalar que precisamente ése fue el temperamento que la Sala I de la Cámara de Casación fijó el
21 de septiembre de 1995 in re 'Francisconi, Diego' (registro n° 671), al declarar la nulidad de la resolución que,
no obstante haber recibido esa sanción, ha sido citada por la Cámara Federal en el considerando IV del auto
que genera esta impugnación. Se propone, en síntesis, que para decidir la cuestión sea valorada 'la totalidad de
las circunstancias', tal como lo ha señalado V.E. en Fallos: 321:2947 (en especial, Considerandos 14 y 15), con
invocación del precedente de la Corte Suprema de los Estados Unidos 'United States v. Cortez' 449 U.S., 411,
417 (1981)". Por otro lado, en prieta síntesis, dijo que "...cuando se trate de supuestos que involucren
automotores o sus ocupantes, el ejercicio de los deberes y atribuciones que la ley procesal penal confiere a las
fuerzas de seguridad en sus artículos 183, 184 y concordantes. En efecto, adviértase que de seguirse esa
interpretación, la prevención se vería impedida, por ejemplo, de requisar en los casos del inciso 51 del artículo
184 a quien circulara por ese medio, pues ello importaría una retención o demora que no contempla la ley de
tránsito y que, por tratarse de una urgencia, tampoco habría sido previamente ordenada por el juez (conf.
artículo 31 antes citado). Similar situación se presenta con respecto al artículo 51, inciso 11, de la Ley Orgánica
de la Policía Federal (decreto-ley 333/58, modificado por la ley 23.950), que autoriza la demora de una persona
con fines de identificación cuando circunstancias fundadas hagan presumir que hubiese cometido o pudiere
cometer algún delito o contravención y no acredite fehacientemente su identidad. Con la hermenéutica de la
Cámara Federal que se viene objetando, esa herramienta legal, cuyo sentido debe buscarse en las funciones de
prevención general, seguridad y orden público que tiene asignadas esa institución, también resultaría limitada
cuando de individuos en el interior de automotores se tratara, pues no encuadraría el caso en ninguno de los
supuestos que reconoce la ley 24.449 (ver arts. 31, 37 y 72)".

47)Previo, sostuvo "... 9°) Que, corresponde recordar que esta Corte, en oportunidad de resolver Fallos:
321:2947, consideró ilustrativa la opinión de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos de
Norteamérica, en cuanto ha fijado pautas tendientes a precisar los conceptos de 'causa probable', 'sospecha
razonable', 'situaciones de urgencia' y 'la totalidad de las circunstancias del caso'. 10) Que el citado tribunal, al
establecer la legitimidad de arrestos y requisas sin orden judicial que tuvieron por base la existencia de 'causa
probable' o 'sospecha razonable', sostuvo que la definición de esos conceptos debía ser flexible. Que, en cuanto
a los vehículos interceptados para ser requisados, desarrolló la doctrina de la 'excepción de los automotores', en
el caso 'Carroll v. Unites States´ 267, U.S., 132, (1925), en el cual se convalidó la requisa de un automóvil sin
orden judicial y la prueba obtenida de ese procedimiento, con fundamento en que los oficiales de policía tenían
'causa probable' para sospechar que había contrabando o evidencia de una actividad ilícita. Para así decidir
sostuvo que había que efectuar una diferencia entre la inspección de un negocio, residencia u otra construcción
similar en los que una orden de allanamiento puede ser rápidamente obtenida, y la requisa de un barco, vagón
de carga o automóvil con supuesta mercadería en su interior procedente de un delito, en los cuales no es
factible obtener una orden judicial, porque el rodado puede rápidamente ser sacado de la localidad o jurisdicción
en la cual el mandamiento judicial debe ser obtenido. Añadió que la legalidad de esa medida queda supeditada
a la existencia de 'causa probable' para creer que el vehículo transporta mercaderías de contrabando u otras
evidencias similares (considerando 12). 11) Que la Suprema Corte de los Estados Unidos sostuvo en 'Chambers
v. Maroney', 399, U.S., 42, (1970), bajo el estándar de 'Carroll', que la legalidad de la requisa depende que el
oficial actuante tenga razonable o probable causa para creer que el vehículo que él ha detenido transporta
mercadería proveniente de un hecho ilícito, destacando que las circunstancias que determinan 'causa probable'
de búsqueda son a menudo imprevisibles, además de que, la oportunidad de inspección es fugaz por la rápida
movilidad inherente a un auto (considerando 13)".

48)Precedente que no está publicado en Tomos. Causa: P.1666.XLI, caratulada: "Peralta Cano, Mauricio
Esteban s/ infr. Ley 23.737 -causa N° 50.176-". Sentencia de 3 de mayo de 2007. Firmaron los Ministros Ricardo
Luis Lorenzetti, Elena I. Highton de Nolasco, Enrique Santiago Petracchi, Juan Carlos Maqueda y Carmen M.
Argibay (según su voto).

49)Dictamen de Luis Santiago Gonzalez Warcalde, de 31 de agosto de 2006.

50)Conforme el precedente "Daray" (Fallos: 317:1985).

51)También el Procurador sostuvo que: "Considero, al igual que la defensa, que en este caso concreto, el
conjunto de los actos preventivos cumplidos por el policía Luis Rosales, esto es la aprehensión del imputado, su
traslado a la dependencia policial, la requisa y secuestro de la droga supuestamente en su poder, carecen de
los estándares mínimos y la calidad procesal exigida por las leyes del caso. De una lectura de las constancias,
surge que el proceso que culminó con la sentencia condenatoria de Peralta Cano, tuvo como única fuente, base
y sustentación, la versión solitaria del policía Luis Rosales. En efecto, Rosales es quien atiende la supuesta
llamada anónima, quien emprende la búsqueda de los sospechosos, quien intercepta a dos jóvenes, uno de lo
cuales habría tenido un destornillador en la mano, quien los conduce al destacamento, quien les hace mostrar
todas sus pertenencias, entre las que se habría encontrado una escasa cantidad de marihuana. Pero hay otras
falencias; por ejemplo, no consta el secuestro del destornillador, ni declara, justamente, la otra persona que
habría visto la droga en poder del imputado, esto es, el agente Miguel Perla, supuestamente presente en el
destacamento al momento del hallazgo (fojas 36). De esta manera, el acta policial que inicia las actuaciones no
dio cuenta directamente de las circunstancias objetivas del procedimiento, atestando las comprobaciones y
relatando los hechos a medida que ocurren, sino que se transformó en una transcripción a posteriori de la
versión brindada por el cabo Rosales. No se documentó el presente, sino una versión del pasado, expresada
por quien no era ajeno, precisamente, al procedimiento.

A esto se le suma que la prueba adquirida en la instrucción más bien nos trae la duda sobre si el imputado
poseía realmente la droga: declaraciones de Cristian Manuel Moreno (fojas 26 y vuelta) y del sargento 11 Julio
César Campos (fojas 40 y vuelta). Y si es verdad que todo se inició por una denuncia anónima que informaba
que unos jóvenes se encontraban 'en actitud sospechosa' (fojas 35 vuelta) y 'golpeando las puertas de los
domicilios del barrio Fusch' (fojas 37 vuelta), así como que uno de ellos llevaba un destornillador en la mano,
entonces podemos advertir que hay una discordancia entre el motivo aparente de la detención y el proceso que
se terminó incoando por la tenencia de una escasa cantidad de marihuana, lo que priva de dirección y exactitud
a la actividad prevencional".

52)Precedente que no está publicado en Tomos. Causa S. 822. XLII, caratulada: "Sánchez, Graciela Noemí s/
causa N° 6499". Sentencia de 2 de septiembre de 2008. Firmaron los Ministros Elena I. Highton de Nolasco,
Enrique Santiago Petracchi, Juan Carlos Mqueda, E. Raúl Zaffaroni y Carmen M. Argibay (en disidencia). En la
disidencia la Ministra Argibay sostuvo que: "...el recurso extraordinario, cuya denegación originó esta queja, es
inadmisible (art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Por ello, se desestima la queja".

53)La defensa refirió que el procedimiento policial se llevó a cabo en un contexto de 'riesgo presunto' que de
ningún modo habilitaba o alcanzaba para habilitar el supuesto de excepción contemplado en el inciso 3° del
artículo 284 del Código Procesal Penal. Por tal motivo, insistió en que se trató de una detención irregular, en la
medida que se eligió un medio para requisar que indicaba que '...Sánchez no estaba en libertad de irse...',
circunstancia que implicó una forma de coerción sobre su libertad física. Agregó que el marcado 'nerviosismo'
que invocan los uniformados es una pauta de gran tenor subjetivo, sin que éstos ni la justicia hayan podido
explicar lo urgente del caso, así como tampoco qué circunstancia existió para presumir que la imputada
'presentaba rastros de un accionar delictivo', aspectos que evidencian una palmaria violación a la garantía del
debido proceso y al derecho de tránsito y de intimidad de las personas, que cuentan con amparo tanto en el
orden interno como internacional. Consideró arbitrario el razonamiento del a quo de convalidar el proceder de la
policía porque culminó con el secuestro de estupefacientes, toda vez que las razones justificantes de la
actuación policial deben existir al momento en que se lleva a cabo.

54)Dictamen de 8 de octubre de 2007, del doctor Eduardo Casal 55)Con cita de Fallos: 303:620; 304:1048;
310:1560; 311:499; 312:389; 322:385, voto del doctor Petracchi.

56)Con cita de Fallos: 303:1425; 304:1306; 305:171; 306:1401 307:1035; 314:481; 319:123, entre otros.

57)Publicado en Fallos: 332:2397. Causa: C. 224. XLIII, caratulada: "Ciraolo, Jorge Ramón Daniel s/ estafa en
forma reiterada encubrimiento y hurto -causa n° 7137-". Sentencia de 20 de octubre de 2009. Firmaron los
Ministros Ricardo Luis Lorenzetti (en disidencia), Elena I. Highton de Nolasco, Carlos S. Fayt, Enrique Santiago
Petracchi, Juan Carlos Maqueda (en disidencia), E. Raúl Zaffaroni (en disidencia) y Carmen M. Argibay.

58)Del Considerando 9°) con cita de Fallos: 317:1985, considerando 12 del voto de los jueces Nazareno, Moliné
O'Connor y Levene.

59)Publicado en Tomos 333, página 1235. Causa: M.1088.XLIV, caratulada: "Munch, Gustavo Alejandro s/ causa
n° 9282". Sentencia de 3 de agosto de 2010. Firmaron los Ministros Ricardo Luis Lorenzetti, Elena I. Highton de
Nolasco, Enrique Santiago Petracchi, Juan Carlos Maqueda (en disidencia), E. Raúl Zaffaroni (en disidencia) y
Carmen M. Argibay.

60)Dictamen de Eduardo Ezequiel Casal, de 9 de noviembre de 2009.

61)Precedente que no está publicado en Tomos. Causa: C. 875. XLVIII, caratulada: "Corituma Malache, José
Luis; Godoy Calderón, Yesenia Altualeg s/ recurso de casación". Sentencia de 30 de septiembre de 2014.
Firmaron Ricardo Luis Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda y Eugenio Raul Zaffaroni.

62)Al respecto, se sostuvo que: "De las referidas constancias es dable concluir que los funcionarios policiales se
excedieron en el marco razonable de actuación, ello así, pues a pesar de no manifestarse el requerido "estado
de sospecha" procedieron a identificar a los imputados. En efecto, los policías no advirtieron que Corituma
Malacha y Godoy Calderón realizaran conductas o comportamientos "extraños", ni advirtieron que portaran
armas u elementos destinados a cometer delitos, ni tuvieran en su poder objetos provenientes de una actividad
ilícita. Tampoco la actuación se llevó a cabo en un barrio o lugar que conllevara la necesidad de intensificar los
controles policiales. En definitiva, aquel procedimiento deviene nulo ya que al momento de requerirle a los
imputados que exhibieran sus documentos de identidad, no se presentaba el "estado de sospecha" que
facultara al personal policial a actuar de tal modo. Por consiguiente, la decisión del a quo de decretar la nulidad
del procedimiento que diera origen a la pesquisa se ajusta a derecho, habida cuenta que se realizó sin haberse
ajustado a las normas procesales vigentes, vulnerando las garantías constituciones de los imputados"
(confrontar, resolución de la Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal, integrada por Eduardo R. Riggi
como presidente y los doctores Liliana E. Catucci y Raúl R. Madueño como vocales, en la causa caratulada:
"Corituma Malache, José Luis y otro s/recurso de casación", sentencia de 18 de abril de 2012, registro 470/12).

63)Dictamen de 22 de octubre de 2013, del doctor Eduardo Ezequiel Casal.


64)Con cita de Fallos: 298:223; 331:735 y sus citas.

65)Publicado en Fallos: 340:832. Causa: FRO 61000101/2013/1/RH1, caratulada: "García, Andrés Heraldo s/
delito - anterior al Sistema". Sentencia de 13 de junio de 2017. Firmaron Ricardo Luis Lorenzetti, Elena Highton
de Nolasco (por su voto), Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti (por su voto). En tal sentido, la Ministra
Highton de Nolasco expuso "Que el Tribunal comparte y hace suyos, en lo pertinente, los fundamentos y
conclusiones expresados por el Procurador Fiscal ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en
oportunidad de mantener el recurso del Fiscal General en esta instancia, a cuyos términos se remite en razón
de brevedad. Por ello, concordemente con lo dictaminado, se hace lugar a la queja, se declara procedente el
recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada". Por su parte, el Ministro Rosatti sostuvo "Que
al presente resulta aplicable, mutatis mutandi, lo resuelto por el Tribunal en la causa "Uzcátegui Matheus, Diego
Bautista" (Fallos: 339:408), a cuyos términos corresponde remitir en razón de brevedad. Por ello, oído el señor
Procurador Fiscal, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario, y se deja sin efecto
la sentencia apelada".

66)Precedente publicado en Fallos: 328:1108.

67)Según el Dictamen del Procurador Fiscal, doctor Eduardo Ezequiel Casal, del 31 de marzo de 2015.

68)Precedente que no está publicado en Tomos. CSJ 642/2016/RH1, caratulada: "Vera, Lucas Abel s/ infracción
arto 85 C.C.", sentencia de 5 de septiembre de 2017. Firmaron los Ministros Elena Highton de Nolasco, Horacio
Rosatti, Ricardo Luis Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Carlos Fernando Rosenkrantz. Interesa mencionar que
no hubo dictamen de la Procuración General de la Nación.

69)Con cita de Fallos: 308:1087; 311:787; 312:579; 317:318; 325:2275; entre muchos otros.

70)Con cita de Fallos: 329:40, 1853, 1898 y 5261, cada uno con sus citas.

71)Expediente nº 11835/15, caratulado "Ministerio Público -Fiscalía de Cámara Sur de la CABA- s/ queja por
recurso de inconstitucionalidad denegado en: 'Vera, Lucas Abel s/ infr. art. 85, CC'". Sentencia de 23 de
diciembre de 2015.

72)Del voto de la doctora Weinberg.

73)Del voto del doctor Lozano.

74)Del voto del doctor Casás. También, sostuvo que la posibilidad de requerir documentación en la vía pública a
los efectos de acreditar la identidad de un transeúnte puede ser reconocida como una facultad implícita de la
mencionada fuerza derivada, cuanto menos, de su función de prevención del delito y mantenimiento del orden
público (verbigracia, por caso, artículos 3, inciso 1º, 4, inciso 1º, del decreto-ley nº 333/1958 y artículo 94 de su
decreto reglamentario nº 6580/1958).

75)Del voto de la doctora Conde.

76)Del voto en disidencia de la doctora Ruiz. En tal sentido, resolvió que: "La queja interpuesta en tiempo y
forma (art. 33, ley nº 402) por el Ministerio Público Fiscal no puede prosperar por cuanto carece de una crítica
fundada y autosuficiente del auto denegatorio. La Sala II de la Cámara declaró inadmisible el recurso de
inconstitucionalidad, entre otros motivos, porque la fiscalía no demostró el agravio de imposible o insuficiente
reparación ulterior de la decisión que intenta impugnar. El recurrente en su recurso directo -contra este punto-
expone una crítica que luce desprovista de fundamento adecuado y no refuta el criterio de la Cámara. Este
Tribunal ha dicho reiteradamente que la ausencia de una crítica sólida destinada a rebatir argumentativamente
los desarrollos por los cuales el a quo denegó el recurso obsta a la procedencia de la queja, pues tal
presentación resulta privada del fundamento tendiente a demostrar el desacierto en el que habría incurrido la
Cámara para resolver como lo hizo (in re "Fantuzzi", expte. nº 865, resolución del 9/04/01). 2. En estas
condiciones corresponde rechazar el recurso de queja".

77)Precedente registrado en Fallos: 328: 3399, sentencia de 20 de septiembre de 2005.

78)Aclaro que en ambos casos eran recursos interpuestos por un fiscal ante la nulidad del procedimiento.

79)Confrontar: Fallos: 330:496 ("Sorroche Viuda de Manzano"), entre muchos otros.

80)No resulta ocioso destacar que la conformación de la Corte Suprema de Justicia de la Nación varió del año
2007 al 2017 (y de ahí hasta la fecha, también).

81)Precedente registrado en Fallos: 335:197, sentencia de 13 de marzo de 2012. Específicamente el


considerando 5°) aplicado mutatis mutandi.

82)En efecto, Causa A. 627. XXXIX, caratulada: "Alonso, Rolando Roberto Omar s/ recurso de queja". Sentencia
de 23 de diciembre de 2004. En tal sentido, el Ministro Maqueda en su disidencia sostuvo: "4°) Que si bien los
agravios del recurrente carecen de actualidad, con motivo del pronunciamiento dictado por el juzgado de
ejecución un año y medio después del inicio del incidente, ello no debe ser óbice para su actual tratamiento, por
cuanto situaciones como la de autos, es harto difícil que lleguen a estudio del Tribunal en tiempo útil, lo que
implicaría que no considerarlas hoy, se correría el riesgo de que importantes cuestiones constitucionales nunca
obtengan una merituada respuesta de esta Corte (doctrina de los votos de los jueces Cavagna Martínez,
Belluscio y Petracchi en in re "Bahamondez" (Fallos: 316:479). En sentido coincidente la Corte Suprema de los
Estados Unidos ha señalado que tal doctrina es aplicable cuando las cuestiones planteadas son de susceptible
repetición ("In Suthern Pacif Terminal Co. V. ICC" 219 U.S. 498 (1911); "Bus Employees v. Missouri", 374 U.S.
74 (1963); "Caroll v. Princess Anne", 393 U.S. 175 (1968); "County os Los Angeles v. Davis", 440 U.S. 625
(1979). Ello, adquiere especial interés en el sub lite si se tiene en cuenta que gran parte de los reclamos que
provienen de las cárceles responden a la lentitud de los procesos (Freixas, Eugenio. La Procuración
Penitenciaria. Balance y Perspectivas en Jornadas sobre Sistema Penitenciario y Derechos Humanos. Buenos
Aires. 1994. pág. 53)".

83)Del Considerando 5°). Asimismo expuso "6°) Que si bien los agravios expresados en el recurso
extraordinario se relacionan con los hechos, las pruebas y la aplicación de normas de derecho común y
procesal, y tales cuestiones son, como regla, ajenas a la vía del art. 14 de la ley 48, ello no obsta a la apertura
de la instancia de excepción cuando, como acontece en el sub lite, la sentencia impugnada no constituye
derivación razonada del derecho vigente con aplicación a las circunstancias comprobadas de la causa (Fallos:
315 : 802; 316: 928 y 319: 3425) y satisface solo en forma aparente el requisito de adecuada fundamentación
exigible a los fallos judiciales".

84)Del Considerando 5°).

85)Como ejemplo, la disidencia de Maqueda en "Waltta" (2004) y la disidencia de Lorenzetti, Maqueda y


Zaffaroni en "Ciraolo" (2009).

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