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Poder Judicial de la Nación

//la ciudad de Buenos Aires, Capital Federal de la República

Argentina, a los 1 días del mes de febrero de 2007, se reúne

la Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal, integrada

por la doctora Liliana E. Catucci como Presidente y los doctores

Raúl R. Madueño y Alfredo H. Bisordi como Vocales, a los efectos

de resolver el recurso de casación interpuesto en esta causa

N° 7642, de cuyas constancias RESULTA:

1°)Que el Tribunal

Oral en lo Criminal Federal N°6 no hizo lugar a las nulidades

planteadas por la defensa y condenó a Eraclio Vilchez Cóndor

por los delitos de tenencia de estupefacientes con fines de

comercialización y tenencia simple de estupefacientes, en

concurso real, a las penas de cuatro años y ocho meses de prisión,

multa de trescientos pesos ($300), accesorias legales y costas

(arts.12,19,29,inc.3°,40,41,45 y 55 del Código Penal, 5°, inc.“c”

y 14, la parte, de la ley 23.737)

Contra esa condena

interpuso recurso de casación el defensor particular por los

dos motivos previstos en el artículo 456 del Código Procesal

Penal. Concedido a fs.322/4, lo mantuvo a fs.332.

2°)Que el asistente

técnico particular impugnó el testimonio del oficial inspector

Rivas porque éste dijo que mientras estaba recorriendo la zona

de Palermo junto al cabo Matías Martinuzzi, observaron que dos

sujetos que estaban en la parada de colectivos sobre la calle

Niceto Vega hacían un intercambio de dinero por “algo”, por lo

que los siguió hasta detener a quien resultó ser Vilchez Cóndor,

quien en ese momento arrojó un envoltorio que contenía varios

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paquetes chiquitos. Calificó esa declaración de contradictoria

porque es poco creíble que hubiera podido observar que era dinero

desde donde se encontraba, dado que era de noche y con luz nocturna

se torna imposible distinguir esta situación con el grado de

certeza necesario. Indicó que ese testigo indujo a engaño al

tribunal al decir que pudo ver la mitad de un billete asomado

de la mano de Vilchez Cóndor, afirmación que demuestra que Rivas

faltó a la verdad pues esa versión no resiste una evaluación

lógica. Las mismas apreciaciones le caben al testimonio del cabo

Martinuzzi. Es así que los preventores no tenían motivos para

detener a Vilchez Cóndor en un procedimiento conocido como de

”pesca”, por lo que solicitó que se le conceda el recurso de

casación contra el rechazo de la nulidad de la detención de

Vilchez Cóndor y de los actos posteriores, tal como procedía,

de acuerdo con lo normado en los arts. 166,169,170 inc.3° y 172

del Código Procesal Penal.

Pidió también el otorgamiento de recurso por no

haberse hecho lugar a la nulidad de la requisa practicada sobre

el nombrado. Sostuvo que los arts. 230 y 230 bis del C.P.P.

autorizan ese procedimiento sin orden judicial cuando existan

razones de urgencia y un estado de sospecha suficiente. Ni

aquéllos ni éste pudo fundarse en los elementos de convicción

recogidos, ya que los testimonios de los preventores vertidos

en la audiencia no demuestran con el grado de certeza necesario

la excepción a la norma procesal que nuestra Constitución

Nacional consagra en resguardo de las garantías individuales.

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Causa N° 7642 -Sala I-
VILCHEZ CONDOR, Eraclio
s/recurso de casación
Cámara Nacional de Casación Penal

reg. n° 10.011

Agregó que tanto el sargento 1° Brizuela como el agente Rodó

dijeron que habían observado un hombre en la calle Chile que

caminaba a la par de los vehículos en distintas direcciones

volviendo sobre sus pasos, que guardó un envoltorio en el bolsillo

de su pantalón, por lo que le ordenó detener la marcha, y al

revisarlo entre sus ropas encontró un trozo de papel higiénico

con cuarenta y cinco envoltorios. Es decir, que intentaron

sostener que si una persona camina por la calle y guarda algo

dentro del bolsillo de la campera, ello es motivo suficiente

para detenerlo, privarlo de la garantía constitucional de la

libre circulación y revisar sus efectos personales. Lo expuesto

reflejaría el grado de arbitrariedad, abuso de autoridad y poder

de estos funcionarios policiales.

También se agravió el defensor particular por

la calificación de tenencia con fines de comercialización, ya

que no surge de los fundamentos del pronunciamiento impugnado

cuál es el “dolo de tráfico”, elemento que requiere la figura

mentada; es decir, es necesaria la existencia de una rigurosa

conexión fáctica de disponibilidad entre el sujeto y la cosa,

sin la cual no resulta posible formular un juicio de reproche.

La acción de tener con fines de comercialización exige por parte

del autor una efectiva intención de venta a otro de droga, una

ultraintención que debe probarse fehacientemente, sin que puedan

apreciarse rumores o conjeturas, carácter que adquirió la

valoración de la prueba en esta causa. En tal sentido, agregó

el defensor particular que los dichos de Vilchez Cóndor, en el

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sentido de que habría arrojado al suelo la bolsa con envoltorios

con cocaína, no son suficientes, por lo que no se ha observado

lo dispuesto en el artículo 123 del código Procesal Penal. Tal

defecto torna arbitraria la sentencia recurrida y decanta en

la errónea aplicación de la ley sustantiva.

3°) Que en la etapa prevista en el artículo 465,

primera parte, del cuerpo legal, citado el Fiscal General

destacó, respecto de la requisa practicada en autos, que el

personal policial está autorizado para efectuarla cuando

constituya una medida cautelar preventiva, como en el supuesto

de que se trate de impedir la comisión de delitos o que los ya

consumados avancen a consecuencias ulteriores. Constituye la

metodología normal en la detección de delitos y sus posibles

autores, y es actividad absolutamente esencial para las fuerzas

policiales y cuerpos de seguridad, que forman parte integrante

de las funciones que en modo imperativo establece el ordenamiento

procesal en su artículo 183, complementado por las previsiones

específicas de los artículos 184 y ss. del mismo cuerpo de leyes.

En este caso el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°6 tuvo

por probado que 24 de agosto de 2005, cuando Vilchez Cóndor

estaba apostado en la parada de colectivos de la línea 140 ubicada

en la calle Niceto Vega, se le acercó quien resultó ser Rivolta

entregándole un billete que se guardó en el bolsillo de la

campera, extrajo un envoltorio, que a su vez contenía otros siete

con cocaína, y lo puso en el bolsillo izquierdo de la campera

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Causa N° 7642 -Sala I-
VILCHEZ CONDOR, Eraclio
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de Rivolta. Este se retiró por la calle Serrano en dirección

a Córdoba y Vilchez lo siguió. Estos movimientos fueron

advertidos por los preventores Rivas y Martinuzzi, que lograron

detenerlo. Cuando Rivas lo aprehendió Vilchez Cóndor arrojó

al suelo un envoltorio con otros treinta y dos de plástico con

la misma sustancia. Del bolsillo izquierdo de su campera se le

secuestró un billete de cincuenta pesos y varias monedas que

sumaron $1,95 y un aparato de telefonía celular. Martinuzzi,

a su vez, detuvo a Rivolta quien dejó caer siete envoltorios

con cocaína. De ese relato no surge que el personal policial

haya actuado más allá de lo permitido por la ley. Negar las

facultades de identificación y posterior requisa en caso de una

sospecha razonable, que en algunas ocasiones resulta difícil

de explicar pues es exclusiva del olfato policial, sería como

negar sus funciones de investigación y prevención.

Indicó que la ley 23.950, en su artículo 1°,

faculta a la policía a identificar a las personas y si en esa

oportunidad el personal policial observa en el sujeto una actitud

nerviosa o temerosa que le despierta sospechas, como por ejemplo

que entre sus ropas puede tener algún elemento prohibido, es

razonable que proceda a su inspección. Fue eso lo que ocurrió

en autos y justifica la conducta, pues al intentar detener a

Vilchez Cóndor, éste arrojó al suelo el envoltorio decomisado

conteniendo cocaína, lo que llevó al representante del Ministerio

Público Fiscal a sostener la legalidad de la detención por haber

actuado dentro las facultades propias del personal policial.

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Ese criterio se conjuga con las facultades de practicar requisas

urgentes con arreglo a lo estatuido en los artículos 184, inc.5°

y 230 del Código Procesal Penal.

Entendió que el concepto de urgencia debe interpretarse

teleológicamente en el sentido de que sus limitaciones no traben

el eficaz y justo desempeño de los poderes atribuidos al Estado,

a fin de cumplir sus fines del modo más beneficioso para la

comunidad (Fallos:2411:436, entre otros) y, en consecuencia,

el precepto de referencia debe armonizarse con lo dispuesto en

el art.184 del Código Procesal Penal.

Por consiguiente, expresó el señor Fiscal que

conforme con lo expuesto, el desarrollo de los hechos y las

constancias glosadas en autos, el accionar policial fue ajustado

a derecho. Conclusión que hizo extensiva a la requisa practicada

el 11 de febrero de 2005.

En lo tocante a la calificación de tenencia con

fines de comercialización, recordó que el a quo hizo mérito de

la excesiva cantidad de droga secuestrada, y la forma como estaba

condicionada, y por lo que memoró la doctrina de esta Sala según

la cual el elemento subjetivo de esta figura atañe a una cuestión

de hecho y prueba ajena a los motivos de casación que el tribunal

oral resuelve de acuerdo con sus facultades propias, elemento

subjetivo que sólo puede examinarse cuando se denuncien y

demuestren violaciones a la sana crítica o a un razonamiento

viciado que revele una conclusión arbitraria (“Cáceres, Rubén

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R. s/recurso de queja”, Reg. N°1071, del 19/7/96).

Agregó que el delito es permanente, se consuma

cuando el autor objetiva y subjetivamente tiene estupefacientes

con el fin señalado, tipo penal en el que las actividades

descriptas en el art. 5° de la ley 23.737 llevan ínsita una

relación secuencial con actividades de comercialización.

Comerciar la droga es la nota común mediata o inmediata que liga

los actos englobados en las diversas figuras de esa norma con

la actividad genérica de comercialización.

Puso de manifiesto que además de la descripción

material, el tribunal de juicio valoró las declaraciones

contestes de los policías en cuanto al intercambio advertido

entre el encausado y Rivolta, el resultado del peritaje, el

decomiso del dinero y el informe médico legal de fs.22, entre

otras pruebas. Esos elementos configuran indicios y

circunstancias objetivas que el a quo ponderó para llegar a la

conclusión de que la tenencia era con fines de comercialización.

Completó su dictamen con cita del fallo de la

Sala II, recaído in re “Ferrari, Juan Carlos s/recurso de

casación”, reg. N°286 del 24/10/94.

Puso de manifiesto, a raíz de lo señalado, que

los motivos invocados por la defensa carecen de aptitud para

la procedencia del recurso intentado, el que por consiguiente

debe rechazarse.

3°) Que en la audiencia de debate la defensa

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acompañó notas que reproducen el contenido del recurso de

casación. En la deliberación posterior, el Tribunal fijó y votó

las siguientes cuestiones: PRIMERA: ¿Adolece la prueba inherente

a la detención y requisa de Vilchez Cóndor de vicios que la tornen

nula?. SEGUNDA: ¿Hubo inobservancia de la ley sustantiva en el

pronunciamiento impugnado?. TERCERA: ¿Qué decisión corresponde

adoptar?.

PRIMERA CUESTIÓN:

Los agravios del defensor

particular tienden, en realidad, a invalidar la prueba de cargo,

en particular los testimonios de los policías intervinientes

en la detención de Vilchez Cóndor y en la requisa sobre él

practicada, actos procesales que, como se verá no admiten

demérito alguno.

El magistrado preopinante, al

que se adhirieron los otros dos jueces, dejó sentado respecto

a las nulidades procesales planteadas por la defensa que no

advertía irregularidades en torno a la actuación del personal

policial. Para fundar su opinión partió de lo establecido en

el artículo 18 de la Constitución Nacional en cuanto a que “la

orden de arresto debe provenir de autoridad competente”, mandato

que presupone la existencia de una norma previa que determine

los casos y las condiciones bajo las cuales procede una privación

de la libertad. En tal sentido recordó que el artículo 184 del

Código Procesal Penal habilita la actuación policial cuando

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concurran indicios vehementes de culpabilidad o se esté ante

la flagrante comisión de un delito. Ese estado de sospecha ha

de examinarse, dijo el juez que votó en primer término, a la

luz de las circunstancias en las que tuvo lugar la detención

de Eraclio Vilchez Cóndor.

Evaluó a tal efecto los congruentes dichos de

los agentes policiales que detuvieron al nombrado el 24 de agosto

de 2005, quienes hicieron referencia a la clara observación que

tuvieron del intercambio-interacción, producido entre dos

sujetos en una parada de colectivo, consistente en que uno de

ellos entregó al otro un “billete” y éste en consecuencia puso

un envoltorio en el bolsillo de la campera de quien le había

dado el billete. Del relato mismo se desprende la proximidad

que tuvieron los preventores de dicha escena -a pocos metros,

calle por medio-, con buena iluminación en la zona.

Continuó diciendo el sentenciante que esa

situación resulta extraña para cualquier persona normal, y crea

la duda en torno de su móvil y finalidad. Cabe admitir, de este

modo, la aparición del mentado estado de sospecha en los policías.

Ante éste, el accionar policial resultaba esperable, más aún

que “en razón de su específica tarea de prevención de delitos

y a la luz de su circunstancia que rodean los episodios en los

que existen intercambio o venta estupefacientes”.

Seguidamente destacó que similares elementos

habían de valorarse en torno al agravio por la requisa practicada

en la persona de Vilchez Cóndor el 11 de febrero de 2005. A su

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respecto los funcionarios intervinientes, Brizuela y Roda,

afirmaron concordemente que habían observado con claridad a un

sujeto caminando a la par de los vehículos estacionados sobre

la calle Chile, que miraba hacia ambos lados, con una actitud

que denotaba confusión dado que se volvía sobre sus pasos, y

vieron que Vilchez Cóndor se guardó un envoltorio parecido a

“un rollito de papel higiénico” en el bolsillo del pantalón,

circunstancia ésta que dio motivo a que interceptaran su marcha.

Fue el evento que presenciaran lo que los llevó a presumir

válidamente que podían estar ante una conducta delictual o

predelictual. Destacaron que Vilchez Cóndor exhibió

voluntariamente ante el simple requerimiento de la autoridad

policial lo que momentos antes había guardado entre sus prendas

y que resultó ser estupefacientes.

Reprodujo parte de un fallo de la Corte Suprema

de Justicia de la Nación en cuanto a que “cuando un oficial de

policía advierte una conducta extraña que razonablemente lo lleve

a concluir a la luz de su experiencia, que se está preparando

alguna actividad delictuosa y que las personas que tiene en frente

pueden ser peligrosas y, en el curso de la investigación se

identifica como policía y formula preguntas razonables, sin que

nada en las etapas iniciales del procedimiento contribuya a

disipar el temor razonable por su seguridad o la de los demás,

tiene derecho para su propia protección y la de los demás a

efectuar una revisación limitada de las ropas externas de tales

personas tratando de descubrir armas que podrían usarse para

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asaltarlo (conf.F.140.XXXIII. Fernández Prieto, Carlos Alberto

s/infracción ley 23.737 causa N°10.099). Indicó el juez

preopinante que esas pautas resultaban aplicables al caso, porque

el examen de las especiales circunstancias en que se desarrolló

el acto impugnado, en particular detalladas en las declaraciones

testimoniales, autorizan a considerar legítima la detención y

requisa practicadas en sendos procedimientos por parte de la

autoridad policial. Repitió que la detención se produjo ante

la lógica sospecha que aparejó la actitud del encausado,

detención que aconteció en las tareas de prevención general que

a su cargo tenían los policías intervinientes.

El magistrado propició el rechazo de las

nulidades en torno de la detención del procesado el 24 de agosto

de 2005 y de la requisa que se le practicó el 11 de febrero del

mismo año, postulación que sus colegas acogieron.

Frente a los lógicos argumentos expuestos en el

pronunciamiento recurrido en relación a los dos actos tachados

de nulidad, esto es la detención y requisa de Vilchez Cóndor,

frágiles se revelan las alegaciones de la defensa particular

tendientes a desmerecer los testimonios del inspector Héctor

Alejandro Rivas y del cabo Matías Martinuzzi. Estos habían sido

los que ante el intercambio de dinero y de un paquete entre quien

resultó ser Vilchez Cóndor y su cliente Rivolta procedieron a

sus detenciones, momento en el cual el justiciable arrojó al

suelo un envoltorio de papel que contenía treinta y dos

envoltorios plásticos con cocaína, los que decomisaron,

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encontrando en el bolsillo izquierdo de su campera un billete

de cincuenta pesos y monedas por valor de un peso con noventa

y cinco centavos.

La crítica que la defensa efectuó a la valoración

de las declaraciones de los nombrados se aparta de las constancias

mismas de sus dichos plasmados en la sentencia y en realidad

apuntan a modificar sin éxito el cuadro fáctico, dado que en

la especie no se advierte en su descripción vicio alguno. Repárese

en que el asistente técnico pretendió desmerecer los testimonios

de Rivas y Martinuzzi diciendo que no podían haber observado

el supuesto canje de dinero por otra cosa (que resultó ser

cocaína) ni distinguir un billete pues el episodio había

acontecido en horas de la noche. Sin embargo, sus propios dichos

despejan esa probabilidad al aclarar que si bien lo visto había

ocurrido de noche, ellos estaban en la vereda de enfrente el

lugar era luminoso. Desaparece, así toda posible objeción válida

tendente a disminuir el valor de las deposiciones del oficial

Rivas, al igual que las del cabo Martinuzzi. Por ende, la

argumentación del pronunciamiento dando respuesta al embate del

defensor particular contra esa detención resultan inconmovibles.

A mayor abundamiento es de acotar que la

legitimidad de la detención se sustenta en un caso de flagrancia

(arts. 284, inc. 4° y 285 del C.P.P.) y por consiguiente la

actividad de los funcionarios policiales no admite

cuestionamiento alguno. Es de aplicación al caso el precedentes

de esta Sala dictado in re: “Lescano, Carlos Martín s/recurso

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de casación”, causa N°4818, reg. N°6109, del 19/08/03 y sus citas.

En consecuencia la nulidad de la detención de

Vilchez Cóndor ha sido bien resuelta y la argumentación del

recurso a su respecto se muestra insuficiente.

Algo similar ocurre en relación a la requisa

practicada sobre Vilchez por los suboficiales de la Policía

Federal Rubén Alejandro Brizuela y Marcos Gabriel Roda.

La minusvalía con que el defensor particular

intentó neutralizar la validez de sus declaraciones consistió

en que habían procedido a requisarlo habiendo dado como sospecha

el hecho de que se había guardado un envoltorio en el bolsillo

de su pantalón. Esta referencia se aparta de las constancias

del fallo, donde consta el tenor de sus deposiciones. De ellas,

principalmente de la del sargento 1° Brizuela, surge que le llamó

la atención un individuo que caminaba a la par de los vehículos

estacionados en distintas direcciones, volviendo sobre sus

pasos, y que guardó un envoltorio en el bolsillo de su pantalón,

paquete que, al exhibirlo, contenía otros cuarenta y cinco con

un polvo de color blanco.

Cabe recalcar que en este caso, la actitud de

aceptación asumida por Vilchez Cóndor ante el requerimiento

policial de que exhibiese lo que había guardado en su bolsillo,

obvió la requisa. Ahora bien, este tipo de procedimientos

requiere, según la letra del artículo 230 del Código Procesal

Penal, aún en el caso de que lo ordene el juez, la existencia

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de motivos suficientes para presumir que el sujeto oculta en

su cuerpo cosas relacionadas con un delito. Para el supuesto

de que sean los funcionarios de la policía los que la lleven

a cabo se exigen dos condiciones más, a saber: a)que concurran

circunstancias previas o concomitantes que razonable y

objetivamente permitan justificar dichas medidas respecto de

persona o vehículo determinado; y b)que sea llevada a cabo en

la vía pública o en lugares de acceso público (art. 230 bis del

cód. cit.).

Bien se ha asentado en el fallo, según antes se

ha reproducido, que las circunstancias previas daban motivo para

presumir que lo que el imputado se había guardado en el bolsillo

del pantalón era algo relacionado con un delito, tal como así

resultó ser.

El caso que se viene analizando se adecua a los

que fueron decididos con anterioridad y que se registraron

jurisprudencialmente, donde se dijo que: esa facultad “está

dentro del marco de una actuación prudente y razonable de la

prevención en el ejercicio de sus funciones específicas, en

circunstancias de urgencia, sin que se vislumbre en dicho

accionar la vulneración de la norma que reglamenta el artículo

18 del Constitución Nacional ...”(conf. “Bax, Mauro Nicolás

s/recurso de casación” causa N°4971, reg. N°6278, del 24/10/03;

“Marcolino, Nazaré Amancio s/recurso de casación”, reg. N°7175,

del 8/11/04 y sus citas, entre tantos otros en el mismo sentido.

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Por lo tanto, vanos e insuficientes fueron los

argumentos del defensor tendientes a enervar el valor de esa

prueba que, por ende, carece de vicio alguno que la vulnere de

nulidad. Ajustado a derecho luce el rechazo de dicha sanción

e inadmisibles los motivos de la impugnación.

Por consiguiente, negativa es la respuesta a esta

primera cuestión.

SEGUNDA CUESTIÓN:

El agravio sobre el que el defensor particular

centró la errónea calificación del delito atribuido a Vilchez

Cóndor reposó en el cuestionamiento del dolo, pues a su entender

el tribunal de juicio no acreditó la ultraintención que se

requiere para la figura de la tenencia de estupefacientes con

fines de comercialización, prevista en el artículo 5°, inc."c",de

la ley 23.737.

Sobre este tema ha de recordarse que esta Sala

tiene dicho que cuando bajo la invocación de haberse aplicado

erróneamente la ley sustantiva, en realidad se muestra la

disconformidad del impugnante con la falta de prueba del dolo

requerido en el tipo penal en análisis, es una cuestión de hecho

y prueba regularmente ajena al motivo legal invocado.

La estructura subjetiva del tipo penal constituye

la materia justiciable sobre la cual se asienta el tipo legal

e importa en consecuencia una cuestión directamente vinculada

con el material fáctico y probatorio respecto del cual el tribunal

a quo se ha pronunciado en función de sus facultades legales,

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sin que se advierta ni se alegue - por otra parte- que la actividad

de su exclusiva incumbencia se cumpliera violando las reglas

del debido proceso o que fuera manifiestamente absurda o

contraria a los principios lógicos (conf.causa N°1597,reg.N° 2090

,"Parada Denis, Walter Edison s/rec. de casación",rta. el 12

de marzo de 1998 y sus citas, así como otros tantos posteriores

en el mismo sentido).

En este tema el juez que emitió su voto en primer

término, compartido por sus colegas, sostuvo que: el especial

elemento distinto del dolo exigido por el tipo penal contenido

en la norma de cita, la ultraintención de comercializar

estupefacientes, surge de la clara observación a la que accediera

el personal preventor en cuanto a que Vilchez Cóndor, luego de

recibir un billete de parte de Rivolta, colocó los envoltorios

en el bolsillo de la campera de jean que éste vestía; "la

ultraintención se halla acreditada por el efectivo secuestro

de la suma de cincuenta pesos en el bolsillo de la campera del

detenido Vilchez Cóndor, que válidamente permite concluir que

ha sido el fruto económico obtenido por la venta de la droga

contenida en los envoltorios que a la postre, fueran descartados

por Rivolta al ser detenido ,los que sumados dieran la cantidad

de siete, debiendo considerarse a tal fin los datos obtenidos

en la audiencia de debate en relación al costo aproximado que

actualmente tiene cada paquete, lo que hace a la relación de

correspondencia entre ambos elementos objeto de intercambio.

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En consecuencia, la valoración conjunta de los elementos que

acabamos de efectuar, me permiten comprobar, no sólo la

materialidad u objetividad del suceso ,sino también lo que

constituye los términos de la imputación subjetiva. En

definitiva, los elementos probatorios reseñados permiten

subsumir la conducta reprochada al imputado en la norma contenida

en el artículo 5°,inciso "c",de la ley 23.737,en relación al hecho

del 24 de agosto de 2005".

Por lo expuesto, el criterio del a quo se ha

ajustado al de esta Sala sentado in re: “Sportuno, María Laura,

Sportuno, Roxana Elizabeth s/recurso de queja”, Causa N°4160,

Reg. N°5090, del 6/06/02 en cuanto se dijo que “...de la lectura

del fallo surge que el tribunal hizo mérito, extensamente, de

la prueba reunida en el proceso, que valorada dentro del marco

legal vigente y de acuerdo con las reglas de la sana crítica

demuestra la compatibilidad entre el suceso descripto y la

hipótesis fáctica del art. 5°, inc. c) de la ley 23.737. Las

especulaciones de los recurrentes... pasa por la previa

controversia sobre cuestiones de hecho y prueba que resultan

ajenas al recurso de casación y sólo demuestran su disconformidad

con la solución adoptada. Asimismo no se advierte ni ha sido

demostrada por los impugnantes arbitrariedad o vicio de

razonamiento que habilite la instancia casatoria”. Menos aún

es aceptable la pretensión recursiva si se tiene en cuenta que

al momento de ser detenido Vilchez Cóndor, además del billete

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se le decomisaron treinta y dos envoltorios de una sustancia

que resultó ser cocaína, y a Rivolta, que le había dado el billete,

otros siete envoltorios con un contenido similar.

Negativa es la respuesta que deviene del desarrollo

precedente.

TERCERA CUESTIÓN:

Consecuencia lógica de las

contestaciones anteriores es el rechazo de la vía de impugnación

extraordinaria planteada por el defensor particular, con costas

(arts. 470 y 471 -a contrario sensu-, 530 y 531 del Código Procesal

Penal ), y la confirmación de la condena de Eraclio Vilchez Cóndor

como autor de los delitos de tenencia de estupefacientes con

fines de comercialización en concurso real con tenencia simple

de estupefacientes a la pena de cuatro años y ocho meses de

prisión, multa de trescientos pesos($300), accesorias legales

y costas (arts. 12,29, inc.3°,40,45 y 55 del Código Penal y

arts.14 -primera parte- y 5°,inc."c", de la ley 23.737).

Por lo expuesto y en mérito al acuerdo que antecede,

el Tribunal RESUELVE:

Rechazar, con costas, el recurso de casación

introducido por el defensor particular y confirmar la sentencia

dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal N°6 de esta Capital

en cuanto ha condenado a Eraclio Vilchez Cóndor, como autor de

los delitos de tenencia de estupefacientes con fines de

comercialización en concurso real con tenencia simple de

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estupefacientes a la pena de cuatro años y ocho meses de prisión,

multa de trescientos pesos($300), accesorias legales y costas

(arts. 12,29, inc.3°,40,45 y 55 del Código Penal y

arts.14 -primera parte- y 5°,inc."c", de la ley 23.737).

Regístrese, notifíquese en la audiencia a

designar y oportunamente devuélvase a la instancia de

procedencia.

FDO. RAÚL R. MADUEÑO, LILIANA E. CATUCCI Y Alfredo H. Bisordi.

ANTE MÍ: Javier Reyna de Allende. Secretario de Cámara

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