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92/2018
QUEJOSA Y RECURRENTE:
JULIETA
SENTENCIA
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Amparo directo *****, página 12.
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11. El 9 de marzo de 2018, la presidenta de esta Primera Sala tuvo por recibido
el expediente, señaló que la Sala se abocaba al conocimiento del asunto y
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ordenó enviar los autos a la ponencia del ministro Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea.
III. COMPETENCIA
IV. OPORTUNIDAD
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V. LEGITIMACIÓN
15. Esta Primera Sala considera que la recurrente está legitimada para
interponer el presente recurso de revisión, pues en el juicio de amparo
directo se le reconoció la calidad de quejoso, en términos del artículo 5,
fracción I, de la Ley de Amparo.
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21. De acuerdo con las citadas normas constitucionales y legales, este tribunal
constitucional puede conocer de la revisión de un amparo directo cuando,
además de acreditarse la oportunidad del recurso y la legitimación de la
persona promovente, se cumplan los siguientes requisitos:
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22. En relación con el primer requisito –esto es, la cuestión constitucional– con
base en lo resuelto por el Tribunal Pleno en la contradicción de tesis
21/2011-PL, fallada el 9 de septiembre de 2013, esta Primera Sala entiende
que una cuestión es propiamente constitucional cuando se exige la tutela
del principio de supremacía constitucional para la solución de un caso
concreto, al presentarse un conflicto interpretativo sobre la determinación
que para cierto supuesto otorga la Constitución, en tanto texto normativo.
Esto exige desentrañar el significado de un elemento normativo, de alguna
norma fundamental o de un derecho humano reconocido en un tratado
internacional ratificado por México mediante un método interpretativo.
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25. Si bien el citado artículo 81, fracción II, de la Ley de Amparo no establece
de manera expresa la procedencia del recurso cuando se tenga como
parámetro de regularidad constitucional un derecho humano reconocido en
un tratado internacional, lo cierto es que dicha condicionante se desprende
de la interpretación sistemática de los artículos 1°, párrafo primero, y 107,
fracción IX, Constitucionales.
27. Esto no significa que una cuestión de legalidad quede excluida de la fuerza
protectora de la norma fundamental, pues la Constitución Federal, en sus
artículos 14 y 16, reconoce el derecho humano a la legalidad. Estos
artículos imponen la obligación de evaluar la debida aplicación de la ley. Sin
embargo, se trata de una violación “indirecta” a la Constitución que no exige
el ejercicio interpretativo de un elemento genuinamente constitucional, sino
sólo una referencia en vía de consecuencia.
28. Por tanto, para que se actualice una cuestión de constitucionalidad para la
procedencia de un recurso de revisión en un juicio de amparo directo, es
necesario que en la sentencia recurrida se haya realizado:
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29. Respecto del segundo requisito, aun cuando exista una cuestión de
constitucionalidad, la procedencia del recurso se supedita
constitucionalmente a que se fije un criterio de importancia y trascendencia
para el ordenamiento jurídico, a juicio de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación y conforme a los acuerdos generales que emita el Tribunal Pleno.
30. Así, el punto Segundo del Acuerdo Número 9/2015 entiende que la
resolución de un amparo directo en revisión permite fijar un criterio de
importancia y trascendencia, cuando, una vez se surta el requisito relativo a
la existencia de un tópico de constitucionalidad:
31. Al aplicar los referidos criterios al caso concreto, se concluye que el recurso
de revisión es procedente. Como puede observarse de los conceptos de
violación, la señora Julieta alegó la inconstitucionalidad del artículo16 del
Código Penal para el Distrito Federal –hoy Ciudad de México– y el
incumplimiento por el tribunal colegiado de la obligación de aproximarse al
asunto con perspectiva de igualdad de género. Ambos temas de entidad
constitucional, pues el primero se refiere a la necesidad de contrastar una
norma general con el texto constitucional, y el otro se refiere al contenido y
alcance del derecho a la igualdad y no discriminación, los cuales sustentan
–de acuerdo con jurisprudencia consistente de esta Suprema Corte– la
obligación de los órganos jurisdiccionales de analizar y resolver los asuntos
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33. Un análisis preliminar revela que el estudio sobre la norma utilizada para
establecer la forma de comisión de la señora Julieta en los ilícitos que le
resultaron imputados es susceptible de reportarle mayor beneficio, pues si
la norma fuese hallada inconstitucional, la imputada sería absuelta, pero de
ser constitucional, el adecuado entendimiento de su contenido permitirá
establecer si lo sucedido encaja en el supuesto previsto por la ley. Esta Sala
también considera que un estudio con perspectiva de género de los eventos
delictivos ocurridos hubiera arrojado luz sobre la situación particular de la
señora Julieta y sobre la relevancia penal de su aducida omisión.
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36. En segundo lugar, esta Sala verificará si el tribunal colegiado acierta cuando
posterga el estudio de perspectiva de género. Para ello, esta Sala
refrendará sus precedentes sobre adjudicación penal con perspectiva de
género, con el objeto de determinar si una aproximación de esa naturaleza
era necesaria en el caso puesto a consideración del tribunal colegiado de
conocimiento.
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a) (…)
b) (…)
c) (…)
d) Se halla en una efectiva y concreta posición de custodia de la
vida, la salud o integridad corporal de algún miembro de su familia
o de su pupilo.
Taxatividad
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40. Para esta Suprema Corte, el derecho a la exacta aplicación de la ley penal
no sólo impone obligaciones a los tribunales, sino también a la legisladora
ordinaria en el sentido de que ésta prevea tanto la conducta delictiva como
la sanción aplicable con tal precisión que evite un estado de incertidumbre
jurídica en las personas sujetas a jurisdicción del Estado4.
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43. El mandato de taxatividad –según ha dicho esta Suprema Corte– sólo obliga
a la legisladora a una determinación suficiente, y no a la mayor precisión
imaginable. Es decir, los textos legales que contienen las normas penales
únicamente deben describir con suficiente precisión qué conductas están
prohibidas y qué sanciones se impondrán a quienes incurran en ellas, pues
la exigencia en cuanto a la claridad y precisión es gradual7.
lo que es objeto de prohibición pueda ser conocido por el destinatario de la norma. Sin embargo, lo
anterior no implica que para salvaguardar el principio de exacta aplicación de la pena, el legislador
deba definir cada vocablo o locución utilizada al redactar algún tipo penal, toda vez que ello
tornaría imposible la función legislativa. Asimismo, a juicio de esta Primera Sala, es necesario
señalar que en la aplicación del principio de taxatividad es imprescindible atender al contexto en el
cual se desenvuelven las normas, así como sus posibles destinatarios. Es decir, la legislación debe
ser precisa para quienes potencialmente pueden verse sujetos a ella. En este sentido, es posible
que los tipos penales contengan conceptos jurídicos indeterminados, términos técnicos o vocablos
propios de un sector o profesión, siempre y cuando los destinatarios de la norma tengan un
conocimiento específico de las pautas de conducta que, por estimarse ilegítimas, se hallan
prohibidas por el ordenamiento. El principio de taxatividad no exige que en una sociedad compleja,
plural y altamente especializada como la de hoy en día, los tipos penales se configuren de tal
manera que todos los gobernados tengan una comprensión absoluta de los mismos,
específicamente tratándose de aquellos respecto de los cuales no pueden ser sujetos activos, ya
que están dirigidos a cierto sector cuyas pautas de conducta son muy específicas, como ocurre con
los tipos penales dirigidos a los miembros de las Fuerzas Armadas”.
6
Corte IDH, Caso Kimel vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de mayo de
2008. Serie C No. 177, párrafos 58-67; Corte IDH. Caso Liakat Ali Alibux vs. Suriname.
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de enero de 2014.
Serie C No. 276, párrafo 61, y Corte IDH. Caso Norín Catrimán y otros (Dirigentes, miembros y
activista del Pueblo Indígena Mapuche) vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29
de mayo de 2014. Serie C No. 279, párrafo 162.
7
Tesis 1a./J. 24/2016 (10a.), Primera Sala, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y
su Gaceta, libro 30, mayo de 2016, tomo II, página 802, de rubro y texto: “TAXATIVIDAD EN
MATERIA PENAL. SÓLO OBLIGA AL LEGISLADOR A UNA DETERMINACIÓN SUFICIENTE
DE LOS CONCEPTOS CONTENIDOS EN LAS NORMAS PENALES Y NO A LA MAYOR
PRECISIÓN IMAGINABLE. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sostenido que la exacta
aplicación de la ley en materia penal obliga al legislador a señalar con claridad y precisión las
conductas típicas y las penas aplicables. Asimismo, esta Primera Sala ha reconocido que una
disposición normativa no necesariamente es inconstitucional si el legislador no define cada vocablo
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45. De igual forma, ha sido criterio reiterado de este Alto Tribunal que la
inconstitucionalidad de las leyes no deriva exclusivamente de la falta de
definición de los vocablos utilizados por la legisladora puesto que las leyes
no son diccionarios y la exigencia de un requisito de esa naturaleza volvería
imposible la función legislativa, ya que se trataría de una labor interminable
e impráctica8.
o locución que utiliza, ya que ello tornaría imposible la función legislativa. Es por eso que el
mandato de taxatividad sólo puede obligar al legislador penal a una determinación suficiente y no a
la mayor precisión imaginable. Desde esta perspectiva, la taxatividad tiene un matiz que requiere
que los textos legales que contienen normas penales únicamente describan, con suficiente
precisión, qué conductas están prohibidas y qué sanciones se impondrán a quienes incurran en
ellas, por lo que la exigencia en cuanto a la claridad y precisión es gradual. En este sentido, puede
esclarecerse una cierta tensión estructural en el mandato de la taxatividad: alcanzar el punto
adecuado entre precisión (claridad) y flexibilidad de una disposición normativa para que, en una
sana colaboración con las autoridades judiciales, dichas disposiciones puedan ser interpretadas
para adquirir mejores determinaciones. Ahora bien, como la legislación penal no puede renunciar a
la utilización de expresiones, conceptos jurídicos, términos técnicos, vocablos propios de un sector
o profesión (y por ello necesitados de concreción), entonces el legislador y las autoridades
judiciales se reparten el trabajo para alcanzar, de inicio, una suficiente determinación y,
posteriormente, una mayor concreción; de ahí que para analizar el grado de suficiencia en la
claridad y precisión de una expresión no debe tenerse en cuenta sólo el texto de la ley, sino que
puede acudirse tanto a la gramática, como a su contraste en relación con otras expresiones
contenidas en la misma (u otra) disposición normativa, al contexto en el cual se desenvuelven las
normas y a sus posibles destinatarios”.
8
Jurisprudencia 83/2004, Primera Sala, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, novena época, tomo XX, octubre de 2004, página 170: “LEYES. SU
INCONSTITUCIONALIDAD NO PUEDE DERIVAR EXCLUSIVAMENTE DE LA FALTA DE
DEFINICIÓN DE LOS VOCABLOS O LOCUCIONES UTILIZADOS POR EL LEGISLADOR. Es
cierto que la claridad de las leyes constituye uno de los imperativos apremiantes y necesarios para
evitar o disminuir su vaguedad, ambigüedad, confusión y contradicción; sin embargo, de un análisis
integral de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se llega a la conclusión de
que ninguno de los artículos que la componen establece, como requisito para el legislador
ordinario, el que en cada uno de los ordenamientos secundarios –considerando también a los de la
materia penal– defina los vocablos o locuciones ahí utilizados. Lo anterior es así, porque las leyes
no son diccionarios y la exigencia de un requisito así, tornaría imposible la función legislativa, pues
la redacción de las leyes en general se traduciría en una labor interminable y nada práctica,
teniendo como consecuencia que no se cumpliera, de manera oportuna, con la finalidad que se
persigue con dicha función. De ahí, que resulte incorrecto y, por tanto, inoperante, el argumento
que afirme que una norma se aparta del texto de la Ley Fundamental, porque no defina los
vocablos o locuciones utilizados, pues la contravención a ésta se debe basar en aspectos objetivos
que generalmente son los principios consagrados en ella, ya sea prohibiendo una determinada
acción de la autoridad en contra de los particulares gobernados y ordenando la forma en que
deben conducirse en su función de gobierno. Además, del análisis de lo dispuesto por los artículos
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48. Como se adelantó, esta Sala debe decidir si la porción normativa aplicada a
la señora Julieta, es lo suficientemente clara y precisa para cumplir con el
principio de legalidad, en su vertiente de taxatividad, exigencia
94, párrafo séptimo y 72, inciso f), de la Carta Magna, se advierte el reconocimiento, por parte de
nuestro sistema jurídico, de la necesidad de que existan métodos de interpretación jurídica que,
con motivo de las imprecisiones y oscuridades que puedan afectar a las disposiciones legales,
establezcan su sentido y alcance, pero no condiciona su validez al hecho de que sean claras en los
términos que emplean”.
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Principio de culpabilidad
49. Para empezar, esta Sala recuerda que las normas penales tienen tres
funciones principales: una seleccionadora que corresponde a la elección
que la legisladora ordinaria hace de las conductas que, por su gravedad y
lesión de los bienes jurídicos, merecen ser consideradas delito; una función
de garantía como expresión del compromiso del orden jurídico con la
protección de los bienes jurídicos; por último, una función motivadora que
indica la aspiración del derecho penal de fomentar una adhesión al pacto
social representado por las normas penales. Estas tres funciones se
relacionan adecuada y suficientemente con los principios de mínima
intervención y de culpabilidad, principios rectores del derecho penal
democrático y que encuentran asidero en el artículo 22 constitucional. Por
tanto, debe analizarse si al introducir la modalidad de comisión por omisión,
la legisladora ordinaria responde a la necesaria protección de bienes
jurídicos y se apega –en su pretensión– a estos principios.
50. Como se dijo antes, la comisión por omisión es una modalidad de conducta
relacionada con el delito presumiblemente cometido de esta manera. La
comisión por omisión, en la porción normativa aplicada a la señora Julieta,
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52. Aunque en los delitos de comisión por omisión, esta determinación se basa
en una causalidad hipotética, a partir de un juicio valorativo posterior sobre
la eficacia de la acción omitida para impedir la producción final del
resultado, es fundamental que la intérprete arribe a esta decisión con una
probabilidad razonable y apegada a las circunstancias del caso y las
exigencias factibles al garante. Es imprescindible, si es de respetarse el
principio de culpabilidad, que el espíritu que anime dicha determinación sea
que nadie está obligado a lo imposible. Así, es necesario evaluar
exhaustivamente si el garante estaba en posibilidad real, material y efectiva
de impedir el surgimiento del resultado, lo cual corresponde al tribunal
colegiado como órgano terminal de legalidad.
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55. Es necesario, además, que el garante tenga un cierto control objetivo del
hecho; no basta con las especulaciones del “podría”, sino que es necesario
tener certeza razonable sobre sus capacidades reales y materiales de
impedir el resultado que lesiona el bien jurídico. Este contenido subjetivo de
la imputación –la culpabilidad– es una consecuencia necesaria de la
dignidad del ser humano. A la ausencia de acción determinada debe seguir
la producción del resultado y la capacidad de acción debe abarcar la
capacidad de evitar dicho resultado. No bastará que haya causado o
aumentado el riesgo, sino que lo haya hecho voluntariamente o en
determinadas condiciones que permitan atribuirle el resultado típico. Es
necesario, por tanto, que el garante esté en capacidad real y efectiva de
ejercer ese papel y evitar el daño. No solamente importa el incumplimiento
de un deber, sino el contexto en el que ese deber se incumple.
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61. En ese precedente se dijo que juzgar con perspectiva de género implica
hacer realidad el derecho a la igualdad; responde a una obligación
constitucional y convencional de combatir la discriminación por medio del
quehacer jurisdiccional para garantizar el acceso a la justicia y remediar
situaciones asimétricas de poder.
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Artículo 4: 1. La adopción por los Estados Partes de medidas especiales de carácter temporal
encaminadas a acelerar la igualdad de facto entre el hombre y la mujer no se considerará
discriminación en la forma definida en la presente Convención, pero de ningún modo entrañará,
como consecuencia, el mantenimiento de normas desiguales o separadas; estas medidas cesarán
cuando se hayan alcanzado los objetivos de igualdad de oportunidad y trato.
2. La adopción por los Estados Partes de medidas especiales, incluso las contenidas en la
presente Convención, encaminadas a proteger la maternidad no se considerará discriminatoria.
Artículo 5: Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para:
a) Modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar
la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén
basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones
estereotipadas de hombres y mujeres;
b) Garantizar que la educación familiar incluya una comprensión adecuada de la maternidad como
función social y el reconocimiento de la responsabilidad común de hombres y mujeres en cuanto a
la educación y al desarrollo de sus hijos, en la inteligencia de que el interés de los hijos constituirá
la consideración primordial en todos los casos.
Artículo 6: Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas, incluso de carácter
legislativo, para suprimir todas las formas de trata de mujeres y explotación de la prostitución de la
mujer.
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Artículo 1: Para los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra la mujer
cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico,
sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado.
Artículo 2: Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y
psicológica: a. que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación
interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer, y
que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual; b. que tenga lugar en la comunidad
y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende, entre otros, violación, abuso sexual,
tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así
como en instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y
c. que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, donde quiera que ocurra.
[…]
Artículo 5: Toda mujer podrá ejercer libre y plenamente sus derechos civiles, políticos,
económicos, sociales y culturales y contará con la total protección de esos derechos consagrados
en los instrumentos regionales e internacionales sobre derechos humanos. Los Estados Partes
reconocen que la violencia contra la mujer impide y anula el ejercicio de esos derechos.
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d. suministrar los servicios especializados apropiados para la atención necesaria a la mujer objeto
de violencia, por medio de entidades de los sectores público y privado, inclusive refugios, servicios
de orientación para toda la familia, cuando sea del caso, y cuidado y custodia de los menores
afectados;
e. fomentar y apoyar programas de educación gubernamentales y del sector privado destinados a
concientizar al público sobre los problemas relacionados con la violencia contra la mujer, los
recursos legales y la reparación que corresponda;
f. ofrecer a la mujer objeto de violencia acceso a programas eficaces de rehabilitación y
capacitación que le permitan participar plenamente en la vida pública, privada y social;
g. alentar a los medios de comunicación a elaborar directrices adecuadas de difusión que
contribuyan a erradicar la violencia contra la mujer en todas sus formas y a realzar el respeto a la
dignidad de la mujer;
h. garantizar la investigación y recopilación de estadísticas y demás información pertinente sobre
las causas, consecuencias y frecuencia de la violencia contra la mujer, con el fin de evaluar la
eficacia de las medidas para prevenir, sancionar y eliminar la violencia contra la mujer y de
formular y aplicar los cambios que sean necesarios, y
i. promover la cooperación internacional para el intercambio de ideas y experiencias y la ejecución
de programas encaminados a proteger a la mujer objeto de violencia.
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Resuelto en sesión de 6 de noviembre de 2013 por mayoría de cuatro votos de los ministros
Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, quien reservó su derecho a formular voto
concurrente, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena (ponente) y Olga Sánchez Cordero de García Villegas,
contra el voto del ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo quien, no obstante, coincide con el criterio
contenido en la tesis que derivó del asunto: 1a. C/2014, publicada en la Gaceta del Semanario
Judicial de la Federación, libro 4, Marzo de 2014, tomo I, página: 523, de rubro y contenido
siguiente: “ACCESO A LA JUSTICIA EN CONDICIONES DE IGUALDAD. ELEMENTOS PARA
JUZGAR CON PERSPECTIVA DE GÉNERO. Del reconocimiento de los derechos humanos a la
igualdad y a la no discriminación por razones de género, deriva que todo órgano jurisdiccional debe
impartir justicia con base en una perspectiva de género, para lo cual, debe implementarse un
método en toda controversia judicial, aun cuando las partes no lo soliciten, a fin de verificar si
existe una situación de violencia o vulnerabilidad que, por cuestiones de género, impida impartir
justicia de manera completa e igualitaria. Para ello, el juzgador debe tomar en cuenta lo siguiente:
i) identificar primeramente si existen situaciones de poder que por cuestiones de género den
cuenta de un desequilibrio entre las partes de la controversia; ii) cuestionar los hechos y valorar las
pruebas desechando cualquier estereotipo o prejuicio de género, a fin de visualizar las situaciones
de desventaja provocadas por condiciones de sexo o género; iii) en caso de que el material
probatorio no sea suficiente para aclarar la situación de violencia, vulnerabilidad o discriminación
por razones de género, ordenar las pruebas necesarias para visibilizar dichas situaciones; iv) de
detectarse la situación de desventaja por cuestiones de género, cuestionar la neutralidad del
derecho aplicable, así como evaluar el impacto diferenciado de la solución propuesta para buscar
una resolución justa e igualitaria de acuerdo al contexto de desigualdad por condiciones de género;
v) para ello debe aplicar los estándares de derechos humanos de todas las personas involucradas,
especialmente de los niños y niñas; y, vi) considerar que el método exige que, en todo momento,
se evite el uso del lenguaje basado en estereotipos o prejuicios, por lo que debe procurarse un
lenguaje incluyente con el objeto de asegurar un acceso a la justicia sin discriminación por motivos
de género.”
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Tesis 1a. XCIX/2014, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, libro 4,
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19
Tesis 1a./J. 22/2016 (10a.), publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, libro
29, abril de 2016, tomo II, página 836.
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Resuelto en sesión de 9 de abril de 2015, por mayoría de 4 votos de los ministros Arturo Zaldívar
Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Jorge Mario Pardo Rebolledo y Alfredo Gutiérrez Ortiz
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72. En ese asunto, volvió a decirse –sólo que esta vez en el ámbito penal– que
el derecho de la mujer a una vida libre de discriminación y de violencia, se
traduce en la obligación de toda autoridad de actuar con perspectiva de
género no sólo para superar las barreras y obstáculos estructurales que se
expresan en la legislación y en las prácticas culturales, sino para impedir
que una visión estereotipada y preconcebida sobre lo que las personas
deben hacer, sentir o querer a partir de su identidad sexo-genérica, motive
las interpretaciones que sobre los hechos y las circunstancias del caso
realizan las autoridades judiciales. Esto es, la introducción de la perspectiva
de género en el análisis jurídico, pretende combatir argumentos
estereotipados e indiferentes para el pleno y efectivo ejercicio del derecho a
la igualdad21. Esto a partir del reconocimiento de que el orden social
jerarquizado de género, al ser parte de la cultura muchas veces
incuestionada, provoca que las leyes, las políticas públicas, y las
interpretaciones que se hacen de las mismas tengan impactos diferenciados
en las personas según la posición que este orden les asigna.
73. Igualmente en el ámbito penal, esta Primera Sala resolvió el amparo directo
en revisión 6181/201622. En dicho precedente, esta Primera Sala partió de la
definición de violencia contra la mujer que surge de la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer, conocida como Convención de Belém Do Pará, la cual, en su artículo
primero, entiende que la violencia contra la mujer es “cualquier acción o
conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento
físico, sexual o psicológico, tanto en el ámbito público como en el privado. El
Mena, en contra del emitido por la ministra Norma Lucía Piña Hernández.
21
Protocolo para juzgar con perspectiva de género (2013), Suprema Corte de Justicia de la Nación,
página 17.
22
Resuelto en sesión de 22 de febrero, por mayoría de 4 votos de los ministros Arturo Zaldívar Lelo
de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Jorge Mario Pardo Rebolledo y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena,
en contra del emitido por la ministra Norma Lucía Piña Hernández.
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artículo segundo del mismo tratado añade que la violencia contra la mujer
incluye la violencia física, sexual y psicológica y tiene lugar dentro de la
familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea
que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer,
y que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual. En el
ámbito nacional, el artículo séptimo de la Ley General de Acceso de las
Mujeres a una Vida Libre de Violencia indica que la violencia familiar es “el
acto abusivo de poder u omisión intencional, dirigido a dominar, someter,
controlar, o agredir de manera física, verbal, psicológica, patrimonial,
económica y sexual a las mujeres, dentro o fuera del domicilio familiar, cuyo
agresor tenga o haya tenido relación de parentesco por consanguinidad o
afinidad, de matrimonio, concubinato o mantengan o hayan mantenido una
relación de hecho”.
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76. A partir de esta constatación empírica, la Sala concluyó en ese asunto que
en los juicios en los que las mujeres maltratadas enfrentan cargos penales
24
De acuerdo con información de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los
Hogares 2006, 26% de las mujeres solteras y 35% de las casadas o unidas son víctimas de
violencia de pareja. En tanto, cuatro de cada cinco de las mujeres separadas o divorciadas
reportaron situaciones de violencia durante su unión, y 30% continuaron padeciéndola, por parte de
ex parejas, después de haber terminado su relación.
25
Este informe fue elaborado de manera conjunta por la Secretaria de Gobernación, el
INMUJERES y ONU MUJERES. Fue publicado en abril de 2016, disponible en
http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/101258.pdf, última visita: 9 de noviembre de
2017, página 11.
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por haber atacado a sus agresores, las autoridades judiciales deben tomar
en cuenta el contexto de las mujeres que enfrentan violencia familiar
ejercida por parte de sus parejas y de sus ex parejas.
Protocolo para juzgar con perspectiva de género. Haciendo realidad el derecho a la igualdad.
26
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81. Esto ocurre –dijo la Sala– por ejemplo, cuando la autoridad judicial omite un
análisis sobre la incidencia de la situación de desventaja histórica de las
mujeres en la determinación de su responsabilidad penal, incluida la
atribución de autoría y participación, de manera que esta determinación
supere satisfactoriamente la presunción de inocencia de la que disfruta toda
persona imputada. En opinión de la Sala, la subordinación y la violencia
basada en el género son fenómenos estructurales que no sólo se
manifiestan cuando las mujeres u otros grupos históricamente
desaventajados en razón del sexo o género padecen un ilícito penal y, por
tanto, comparecen a los procesos judiciales como víctimas, sino también
27
Resuelto en sesión de 23 de enero de 2019, por unanimidad de 5 votos de la ministra Norma
Lucía Piña Hernández y los ministros Luis María Aguilar Morales, Jorge Mario Pardo Rebolledo,
Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena (ponente) y Juan Luis González Alcántara Carrancá.
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28
Corte IDH. Caso González y otras (“Campo Algodonero”) vs. México. Sentencia de 16 de
noviembre de 2009. Excepción preliminar, fondo, reparaciones y costas; párrafo 401.
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86. Por ello, la Sala reafirma en sus precedentes que un análisis con
perspectiva de género permite verificar la incidencia del orden social de
género –y las condiciones de subordinación, discriminación y violencia que
condiciona– en la calidad y suficiencia de la prueba de cargo; en la
razonabilidad de las inferencias a que las que conduce la evidencia directa
o indirecta; en la conducción escéptica del proceso penal, y en la asignación
de responsabilidad penal más allá de duda razonable. Si bien no puede
considerarse a priori, tampoco debe descartarse a priori la incidencia de una
condición de desventaja histórica, estructural y sistemática basada en el
género en la posibilidad concreta de tener codominio funcional de la
conducta ilícita; en la reprochabilidad de cierto injusto; en la forma de
comisión, y en la manera y grados en que esto permitiría atribuir autoría y
29
Rebeca Cook y Simone Cusack, Gender Stereotyping: Transnational Legal Perspectives,
Philadelphia:University of Pennsylvannia Press, 2010.
30
Íbidem.
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87. Así, esta Primera Sala revoca la sentencia recurrida y ordena al tribunal
colegiado de conocimiento dicte una nueva resolución en la que observe y
analice la incidencia de la discriminación y de la violencia basadas en el
género –sea presentes, continuas o sistemáticas– en los hechos que se
imputan a la señora Julieta, y descarte la presencia de estereotipos nocivos
y discriminatorios de género en la valoración de la prueba sobre su
responsabilidad penal y en las conclusiones a las que arribe ese tribunal a
ese respecto. En resumen, el tribunal colegiado determinará la
responsabilidad penal de Julieta en los delitos que se le imputan con base
en la doctrina constitucional para juzgar con perspectiva de género de esta
Primera Sala expuesta en esta ejecutoria.
IX. DECISIÓN
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PONENTE
En términos de lo previsto en los artículos 113 y 116 de la Ley General de Transparencia y Acceso
a la Información Pública; 110 y 113 de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información
Pública, así como en el Acuerdo General 11/2017 del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, publicado el 18 de septiembre de 2017 en el Diario Oficial de la Federación, en esta
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