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Leer-Pensar-escribir: una triada para esclarecer.

Leer, pensar y escribir, en el ámbito de la filosofía, constituyen una triada imprescindible,


en función de la reacia verdad, para el desarrollo del pensamiento autónomo, la difusión
comunitaria del conocimiento y la revitalización de la experiencia.
En la medida en que la lectura de un texto filosófico induce al lector a ejercer su plena
actividad reflexiva, entablando un dialogo entre ambos, este se siente exhortado a escribir.
La voluntad expresiva del lector, influida por su experiencia lectora, filosófica y vital,
querrá manifestarse, distinguirse de la voz del autor del texto; por consiguiente, habrá de
producir un escrito el cual será una prolongación de sí mismo y, también, en un primer
estadio, para sí mismo. En él esculpirá su pensamiento crítico, acerca del problema referido
por el autor, afirmando su postura.
Debe señalarse que la escritura, debido a su función comunicativa, exige una clara y
asequible descripción del pensamiento. Este habrá de lustrarse por medio de ella. Lo hará
agudo y preciso, con la finalidad de adquirir las capacidades lingüísticas pertinentes para
articularlo. La escritura filosófica otorgará a sí mismo claridad conceptual en lo que
respecta a un problema, en pos de aquel intento por alcanzar la verdad. A través de ella, se
difunden los resultados de un proceso investigativo.
En fin, considero que la importancia de la triada descrita en la presente, estriba en que
proporciona vías para conceptualizar e interpretar la realidad, y a la vez, al mismo hombre;
por medio de conjeturas sometidas a la discusión y a la racionalidad crítica, disminuyendo
en la medida de lo posible, la opacidad de lo que a primera instancia lo abruma, y por ende
le atañe a él intentar resolver y dilucidar, sin olvidar su responsabilidad social de
proporcionar, al menos, un leve esplendo de luz a sus congéneres.

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